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Humanismo o “humanitarismo”

Por: Sara Rosenberg

 

La “intervención humanitaria” que los señores de la guerra y sus acólitos promueven ha sido siempre la misma: crea el caos, debilita al estado, destruye y endeuda para intervenir militarmente.

 

Patria es Humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer.

José Martí.

La guerra que se abate contra Cuba desde hace más de 60 años es una guerra contra la humanidad. Contra el sentido mismo de humanidad que es exactamente lo contrario del “humanitarismo” esgrimido para invadir, bombardear, destruir y saquear a los pueblos.

El concepto de humanidad martiano pone en cuestión el sistema capitalista mismo, porque atañe al sentido profundo de lo que significa ser un ser humano. Existir para la vida (colectiva), con la historia como espejo de futuro, o existir para la destrucción de la vida.

Aquí, en los países que forman parte del arco imperialista, resulta difícil imaginar un ser humano que rompa con el egoísmo y que priorice lo colectivo a la mezquindad individual, a esa forma de esclavitud obligada y consensuada que está destruyendo nuestro planeta.

¿Es acaso posible que el ser humano sea solidario, sea consciente de su ser social, responsable, equitativo y justo? ¿Es posible lograr una sociedad humana liberada de la explotación económico-política y cultural a la que el capitalismo nos somete? ¿Es posible que seamos capaces de ser nosotros -y juntos- más humanos?

Sí, Cuba ha dicho que sí y lo ha dicho en voz muy alta y en los peores momentos: cuando se nos hundió la URSS, no sólo por la larga y cruel “guerra fría” sino por haber abandonado ese concepto comunista de Humanidad y por haberse enfriado hasta perder la batalla ideológica, la batalla de ideas de la que tanto nos habló Fidel.

Sí, el pueblo cubano ha demostrado muchas veces cómo resistir y vencer los constantes ataques del imperialismo y también de aquellos que desde posiciones seudo democráticas y/o socialdemócratas hacen de eco plañidero, cuando lo esencial y relevante es que la fuerza de la revolución cubana reside en la construcción de ese Hombre Nuevo, como decía el Che, capaz de imaginar otra humanidad, otra forma de relación humana, liberada de toda explotación. Es un tema crucial y es una lucha profunda en el campo del lenguaje, por la verdad y contra la mentira y con la fuerza de los que decimos sin medias tintas que apostamos por la construcción de una humanidad diferente, de un mundo socialista.

Y decía que esta guerra es contra la humanidad entera, porque nos abarca, nos compromete y muestra claramente que la barbarie imperialista necesita destruir eso que es lo propiamente humano: la dignidad, la equidad, la cultura solidaria, el internacionalismo y la justicia. Eso es Cuba y eso es intolerable para las oligarquías imperiales y sus tristes marionetas que han salido a la calle empujadas por redes mercenarias, que saben aprovechar el dolor infligido por el bloqueo, sumado ahora a la covid.

Hace unos días hubo más de cuatrocientas personas en la embajada de Cuba en Madrid apoyando al pueblo cubano y su revolución. Afuera una pequeña horda descerebrada dirigida por la señora Monasterio (de origen cubano, hija de esclavistas y dirigente del partido fascista Vox) vociferaba, y era triste verlos gritar a favor del verdugo, con el lenguaje inhumano del odio y la irracionalidad propia del totalitarismo nazi.

Mientras esto sucedía, un compañero cubano me comentó: “nosotros no somos un número, nosotros somos familia y cada uno cuenta, cada muerto por el covid nos pesa en el alma y lo vamos a vencer”, y al escucharlo sentí la grandeza de esa humanidad que ha forjado la revolución. Basta escuchar cómo habla el ministro de sanidad cubano, el presidente Diaz Canel, los médicos, los periodistas, los estudiantes, la gente en la calle para saber que su lenguaje mismo es completamente diferente a la cháchara del pan y circo de los medios de des-información españoles y europeos. Y si -haciéndole caso a Brecht- nos distanciamos lo suficiente de este discurso mediático envilecido, entendemos que su función es oscurecer, embrutecer, que no hablan para seres humanos sino para consumidores, con un lenguaje pobre, brutal, emocional (por no decir amarrillo) donde la mentira manda.

Sin duda, y a pesar de la dura situación que les impone el bloqueo, la conciencia y la cultura del pueblo cubano están en el futuro, en el futuro que tanto deseamos para el mundo entero. Alguien me dirá que en Cuba hay hambre y responderé que “millones de niños en el mundo mueren de hambre, pero ninguno es cubano”, y reconoceré que el bloqueo provoca escasez y sufrimiento y que ese es su objetivo: asfixiar, sitiar y destruir el socialismo.

Es tan sencillo como criminal: el país que ha producido sus propias vacunas, el que menos casos de covid tiene, no puede comprar jeringuillas porque los señores de la guerra controlan el mercado y bloquean esas transacciones.

Y no podemos olvidar que en esa institución llamada ONU, 184 países votaron en contra del bloqueo, pero que una vez más dos estados delincuenciales -USA e Israel- se opusieron y hasta ahora parece que pueden más que el mundo entero. ¿Es esto la tan mentada democracia occidental? ¿Es esto la democracia española que condena la supuesta “violencia” en Cuba, que reconoce al mafioso Guaido y hospeda a sus secuaces y calla sobre los crímenes de lesa humanidad en Colombia, en Chile, en Palestina, en Yemen y en tantas otras partes del mundo donde los negocios son suculentos y la ética demócrata repugnante?

Nacimos y crecimos en una América Latina alumbrada por la Revolución cubana, y digo alumbrada porque fue la luz que nos marcó el camino y nos sostuvo en tiempos muy sombríos de crimen institucional y terrorismo de estado. Y seguimos creciendo en las dificultades que implica todo proceso revolucionario, atacado permanentemente con un bloqueo genocida.

No hubo castigo que nuestra isla no haya recibido: atentados, intento de invasión, intentos de magnicidio, bio-terrorismo, bloqueo, campañas mediáticas bestiales para hundir el espíritu que la Revolución sembró hace más de medio siglo. Y esta barbarie se ejerce contra la humanidad misma, decía, porque necesitan destruir la posibilidad de un futuro justo para el ser humano, y saben perfectamente que esa condición solo es posible en un mundo de iguales, sin explotación y sin acumulación de capital y destrucción, dos características inevitables del capitalismo. Por más que cacareen lo contrario los demócratas de la OTAN, la NED, la CIA, la Unión Europea, el Banco Mundial y el FMI con sus vastos tentáculos.

Acumular capital implica destruir vidas humanas y destruir el planeta. Lo estamos viendo y viviendo cada día. No basta que intenten tapar con eufemismos tales como “cambio climático”, “derechos humanos”, “libertad de expresión” lo que es la intensiva y siniestra explotación del planeta sin ley ni limite, porque los señores de la guerra capitalista dictan las leyes mientras engañan a las grandes mayorías del planeta para robar mejor y cuentan con un inmenso aparato cultural que potencia este festín caníbal (verde, morado, naranja y tecnicolor) que despues vota a la podrida democracia que los señores de la guerra controlan desde sus entrañas.

Nos venden toneladas de basura cultural para convencernos del peligro que entraña la existencia de otra alternativa, de otra forma de vida, de otro concepto de humanidad: una humanidad socialista.

Es gracioso y es un detalle significativo que aprendí estudiando ruso. Hay una letra que no existe en nuestro abecedario (z rusa) a la que llamamos, “la z del ruso malo de las películas”. Miles de películas de malvados rusos terminaron por hacer que ese sonido sea fácilmente reconocible. Malvados rusos atacan siempre al buen occidente con un sonido de víbora cascabel. De la misma manera constante inoculan la propaganda contra cualquier país que sea capaz de desafiar la férrea ley del mercado.

Pasó con la URSS (atacaron a la URSS hasta minarla por dentro), pasó con Vietnam (triunfante, a pesar de la destrucción brutal de la guerra), pasa con China (que los ha superado con creces y con otro modelo de producción y gestión), pasa con Corea y con Irán demonizados, pasa con la Siria atacada que los ha vencido, pasa con Venezuela, con Nicaragua, con Bolivia, y pasa y sigue pasando con Cuba.

Todas estas reflexiones para llegar a lo que hoy me parece esencial: recuperar y renacer con firmeza en la defensa y construcción del mundo nuevo, del socialismo que Cuba significó y significa.

Necesitamos unir fuerzas internacionalistas contra la barbarie y organizar en cada lugar de esta Europa a la deriva, -que ha perdido la fuerza que tuvieron los partidos comunistas antes de la catástrofe neoliberal/eurocomunista-, para seguir construyendo el socialismo y luchando por el. En este camino siempre Cuba nos seguirá alumbrando. De allí que sea imprescindible derrotar el bloqueo y unirnos en la exigencia de que se cumpla lo que se ha votado en la ONU. Esa es la tarea urgente en Europa, debemos exigir a cada uno de los gobiernos que votaron contra el bloqueo en la ONU, cumplir y hacer cumplir esa decisión. Basta de papeles mojados. Los ciudadanos de los países que están representados en esa votación deben exigir que lo votado se cumpla ahora. Ahora más que nunca hay que llamar a la unidad y a la organización internacional contra el bloqueo a Cuba.

Es una obligación no solo moral sino una urgencia para la supervivencia misma de la especie humana. No actuar es dejar que el crimen de lesa humanidad campee a sus anchas y lleve a las masas desorientadas hacia lo que dolorosamente conocemos: el fascismo. De nuestra voluntad depende detenerlos y transformarnos.

Nada más lejos de la Humanidad que el Humanitarismo: son antagónicos. La “intervención humanitaria” que los señores de la guerra y sus acólitos promueven ha sido siempre la misma: crear el caos, debilitar al estado, destruir-endeudar e intervenir militarmente. Son expertos en la técnica de creación del caos y pagan a mercenarios que piden –sin vergüenza- invasiones a su propia patria. Este “humanitarismo” se apoya en la ley que llamaron “responsabilidad para proteger” (RP) que consiste en crear el caos (bloquear-asfixiar-armar grupos mercenarios) dentro de un país para justificar despues la intervención militar y la destrucción de millones de vidas humanas. Basta recordar lo que hicieron en Yugoeslavia, Irak, Afganistán, Libia, Siria, Panamá…

La única Humanidad posible es la de la igualdad de derechos y la no injerencia. Nuestra humanidad es “la humanidad que ha dicho basta y ha echado a andar” contra las artimañas y la crueldad del imperialismo. Queremos paz, queremos desarrollo social y democracia de verdad. Por eso una vez más exigimos el fin del bloqueo a Cuba. (Y a Venezuela, a Nicaragua y a todos aquellos países que sufren las consecuencias devastadoras de esta guerra no declarada llamada bloqueo).

https://www.alainet.org/es/articulo/213174

 

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Cuba con alto índice de supervivencia en menores con Covid-19

América Central/Cuba/23-07-2021/Autor(a) y Fuente: www.prensa-latina.cu

Foto: Estudios Revolución

La Habana, 20 jul (Prensa Latina) La supervivencia en menores con Covid-19 en Cuba supera el 99 por ciento, aunque en el tercer rebrote se acumularon 41 mil casos de esa población, informó hoy la directora del Grupo Nacional de Pediatría, Liset López.

Durante un encuentro con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y otras autoridades del Gobierno, la especialista precisó que en el actual pico de la enfermedad se detectaron complicaciones como encefalitis y neumonía en pacientes pediátricos.

El reto para el manejo de los niños y adolescentes en el escenario actual está en la actualización de los protocolos sanitarios con el ingreso a domiciliario, reconoció.

La familia, dijo, resulta parte importante para enfrentarlo, por ello debe analizarse cada caso para cumplir con el criterio de ese proceder y evitar que se enfermen los menores.

Durante el encuentro, el grupo de Patología Nacional divulgó los resultados de un estudio en fallecidos a consecuencia de la enfermedad que arrojaron daños en otros órganos vitales además de los pulmones, como el corazón, hígado y riñones.

Por su parte, el decano de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, Raúl Guinovart, aseguró que los pronósticos confirman un incremento del número de nuevos casos de Covid-19 en el país.

La nación vive un pico pandémico con La Habana y Matanzas, ambas al occidente, como epicentros, precisó.

El experto pronosticó que ambos territorios tendrán una disminución de contagios a medida que avance la vacunación.

Autoridades del grupo gubernamental de trabajo para el control de la Covid-19 coincidieron en que el éxito en el combate al coronavirus SARS-CoV-2 radica en la extensión de la inmunización y el cumplimiento de las medidas.

oda/ebr/cvl

Fuente e Imagen: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=463641&SEO=cuba-con-alto-indice-de-supervivencia-en-menores-con-covid-19

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Cuba inclina la balanza de América Latina

Por: Claudio Katz

Washington opta por una estrategia de inflexible estrangulamiento para precipitar un incendio que derrumbe al régimen y evite así la riesgosa carta de la intervención extranjera.

 

Las protestas callejeras son datos cotidianos de América Latina que no sorprenden a ningún analista. Pero su irrupción en Cuba ha generado un inusual impacto por las consecuencias de esas marchas para el futuro de la región. Todos los actores políticos del hemisferio saben lo que se juega en la isla.

 

La doble vara de los medios de comunicación volvió a operar a pleno. Movilizaciones significativas pero no multitudinarias, sin víctimas ni destrozos de importantes fueron difundidas con títulos de catástrofe. En las mismas pantallas y diarios apenas se menciona el asesinato habitual de manifestantes en Colombia, los disparos para cegar jóvenes en Chile o el brutal apaleamiento de los que protestan en Perú.    

 

La pandemia y el derrumbe de la economía han potenciado en Cuba el mismo descontento que se verifica en todas partes. Pero estos dos terribles agobios del último año han sido terriblemente agravados en la isla por la singular pesadilla del bloqueo. Ningún otro país afronta el Covid y la recesión con una restricción tan brutal para adquirir alimentos, medicamentos o repuestos. Debe pagar costosos fletes o seguros y conseguir financistas dispuestos a lidiar con las sanciones de Estados Unidos.

 

Trump agravó el cerrojo obstruyendo los viajes y las remesas de los familiares que había flexibilizado Obama. Biden no modificó ese ahogo, luego de desplegar una campaña electoral macartista en la Florida. Por el contrario, mantiene la tipificación de Cuba como estado terrorista para acentuar el cerco sobre la isla.

 

Un ahogo premeditado

 

Cuba sufrió un derrumbe del 11% del PBI el año pasado. Esa caída perforó el piso de la aguda depresión sufrida por América Latina. La desaparición del turismo privó al país de las pocas divisas que tenía para sobrevivir y el gobierno se vio obligado a implementar la unificación cambiaria para recaudar dólares. Necesita esos fondos para importar alimentos, medicinas y repuestos. Como las autoridades no cuentan con muchos mecanismos para obtener esos recursos, autorizaron mayores operaciones con las ansiadas divisas.

 

Esa decisión condujo a una devaluación que acrecentó la inflación y agravó la carencia de productos de primera necesidad. También se profundizó la desigualdad entre las familias que tienen o no acceso a los dólares. Las medidas posteriormente adoptadas para paliar los efectos del ajuste cambiario, no compensaron el deterioro del poder adquisitivo.

 

Esta fragilidad externa de la economía cubana es muy conocida en todos los países latinoamericanos. Pero Cuba sufre el peculiar agravante de un ahogo premeditado impuesto por el bloqueo. Estados Unidos reforzó ese torniquete en plena pandemia. Ratificó las sanciones contra empresas del estratégico consorcio estatal GAESA, impuso el cierre de los servicios de Western Union, afianzó el drástico recorte de las remesas y reafirmó la prohibición de los vuelos. La frutilla del postre fue el cierre de los servicios consulares de la embajada norteamericana por los presuntos «ataques sónicos”.

 

Los voceros de la Casa Blanca presentan el bloqueo como un justificado embargo. Pero no ofrecen ningún argumento para explicar la brutal asfixia que imponen a los habitantes de la isla. Ese cerco contradice incluso los elogiados principios neoliberales de libre comercio. Ni siquiera pueden alegar la subsistencia de una involuntaria rémora de la guerra fría. El bloqueo fue acentuado en 1992 y 1996 y reforzado por Trump con 243 cláusulas adicionales.

 

Esta macabra ingeniería de sanciones tiene severos efectos sobre la provisión de energía. Cuba pudo aguantar sin apagones durante un tiempo, pero la aplicación del capítulo III de la Ley Helms-Burton afectó duramente el abastecimiento de combustible.

 

Mucho más dramática es la agresión en el plano sanitario. Cuba logró un manejo extraordinario de la pandemia durante el primer año, con un bajísimo indicador de muertes por millón de personas. Un país totalmente cercado vacunó al 34 % de la población mayor de 19 años con una dosis y logró la increíble proeza de crear las dos primeras vacunas elaboradas en la región. Ya consiguió la autorización para el uso de Abdala y Soberana.

 

Pero las autoridades no pudieron mantener esa misma eficacia frente al reciente rebrote de Covid. Algunos expertos atribuyen esa falla a la reanudación parcial del turismo. Un problema más crítico se verifica en la carencia de otros remedios y en la sub-ejecución de los presupuestos de salud. Para una isla que importa la mitad de los medicamentos básicos el bloqueo es doblemente criminal.

 

El gobierno estadounidense ha multiplicado los sufrimientos de Cuba en el pico del Covid para forzar su rendición. Busca provocar un desastre humanitario para presentar la intervención ulterior como un acto de socorro. Genera víctimas adrede para exhibirse luego como un gran salvador. El músico Rogers Waters ilustró muy bien este operativo, con la imagen de un vándalo que encierra y ahoga a los propietarios de una casa, para capturarla alegando que sus habitantes no saben gestionar esa unidad.

 

Biden ha obstruido también las donaciones y exige canales privados para concretar envíos a la isla sin ningún control de las autoridades. Coronó esa presión publicando un infame documento del Departamento de Estado, que presenta a las misiones de los médicos cubanos en el exterior como un ejemplo de “trabajo forzado”.

 

Ese texto denuncia que los profesionales de la isla son obligados a cumplir contra su voluntad, con una actividad destinada a exaltar los méritos del régimen. Los escribas de Washington están tan habituados a la codicia, el egoísmo y el maltrato imperial, que no conciben la existencia de actitudes de solidaridad internacional. Han naturalizado el modelo de acaparamiento de vacunas y robo de remedios que consumó Trump.

 

No se requiere gran sabiduría para comprender las raíces del descontento social en Cuba. Hay una dura acumulación de padecimiento al cabo de un bloqueo que genera agobiantes privaciones.

 

Las fuerzas en disputa

 

La presencia de muchos enojados con los sufrimientos en la isla es un dato incuestionable. Pero su grado de representatividad es incierto. Los descontentos han confluido con fuerzas derechistas que siguen un guión elaborado en Miami. Esta combinación de diferentes sujetos ya se verificó en el movimiento previo de San Isidro en noviembre pasado.

 

No es un secreto para nadie la activa presencia de una red contrarrevolucionaria. Los derechistas incitan al odio, propician incendios y auspician saqueos. Repiten el patrón de provocaciones que han practicado durante años en Venezuela. El violento tono que están adoptando los voceros de Miami dentro de Cuba, no es reportado sólo por el gobierno. También otras fuerzas de la oposición denuncian la irrupción de nuevas camadas de los viejos gusanos.

 

Si se observan las propuestas que propagan esos grupos, salta a la vista su promoción de un brutal modelo capitalista monitoreado desde la Florida. Ocultan que esa regresión conduciría a la misma devastación neoliberal que empobreció a Latinoamérica en las últimas tres décadas. A diferencia de los simples descontentos, la derecha tiene proyectos muy definidos para restaurar el status cuasi colonial del pasado.

 

La burguesía de origen cubano afincada en el Norte conforma un segmento de enorme influencia en el establishment estadounidense. Está totalmente integrada a la estructura imperial y ambiciona recuperar sus propiedades, luego de retomar el control de la isla. No disimula su odio e incentiva abiertamente la invasión de los marines. El alcalde de Miami explicitó sin ninguna diplomacia ese propósito, al reclamar una intervención con ataques aéreos semejantes a los perpetrados en Panamá y en la ex Yugoslavia.

 

Pero Washington también toma en cuenta el balance de los incontables fracasos en operativos de esa índole. Por eso opta por el curso más indirecto del bloqueo, con la expectativa de crear en la isla una crisis terminal. Con una cruel estrategia de inflexible estrangulamiento, espera precipitar un incendio que derrumbe al régimen y evite la riesgosa carta de la intervención extranjera.

 

En los últimos meses la agresión contra Cuba también escaló por las presiones que desplegaron los derechistas de América Latina. Los líderes de ese sector están muy afectados por las movilizaciones callejeras y las derrotas electorales. Sus principales figuras pierden espacios y han recibido significativos golpes en el principal país de la región (Brasil) y en los tres bastiones del cenit neoliberal (Perú, Chile y Colombia). Bolsonaro, Macri y Duque propician algún acontecimiento de gran impacto contra Cuba, para disipar el fantasma de un nuevo ciclo progresista. Ya comenzaron su incursión con una gran andanada de noticias falsas en las redes sociales.

 

La derecha tiene muy presente cómo los sucesos de la isla han inclinado en el pasado la balanza de la región. El triunfo de 1960 inspiró la gran oleada de proyectos socialistas y la permanencia de la revolución contribuyó a contener el neoliberalismo posterior. Cuba brindó soportes a las grandes rebeliones y a los ensayos progresistas de las últimas décadas y se mantiene como un gran obstáculo para los actuales ensayos neoconservadores. La retaguardia cubana opera como una reserva de proyectos populares de toda la región.

 

Si el dique geopolítico que sostiene la isla es demolido, no sólo Cuba compartiría las desgracias ya padecidas por todo el Caribe. Esa penuria implicaría la aterradora llegada de mafias y narcotraficantes para destruir una sociedad educada, con significativa equidad y aceptable nivel de convivencia. El efecto de esa demolición sobre el resto de América Latina sería igualmente brutal. Una derecha envalentonada multiplicaría de inmediato golpismo, la militarización y el despojo en toda la región.

 

La permanencia de Cuba aporta, por lo tanto, un soporte clave para la lucha de los pueblos latinoamericanos. Ese sostén presenta además un doble carril e incide sobre el futuro de la isla. Una gran derrota del imperialismo crearía el escenario requerido para rescatar a Cuba de su aislamiento. Ese contexto permitiría implementar una política continental de medidas contra el bloqueo.

 

La gravitación de Cuba para cualquier proyecto de emancipación latinoamericana volvió a notarse en las manifestaciones realizadas durante la semana pasada en las puertas de muchas embajadas, en nítida confrontación con los derechistas. La disputa que se libra en el interior de Cuba tiene eco en numerosas ciudades de América Latina. Los dos campos cuentan con significativos soportes fuera del país.

 

El grueso de la izquierda regional sostiene apasionadamente a la revolución y concentra esa defensa en la denuncia del bloqueo. Desenmascara las mentiras de los medios de comunicación, recordando que ese cerco es la principal causa de los padecimientos afrontados por los cubanos. Cualquier política económica para superar las adversidades actuales exige erradicar el acoso externo.

 

Pero no alcanza con las abrumadoras votaciones contra el bloqueo, que recientemente se corroboraron en la Asamblea General de la ONU. Se necesita una presión constante, generalizada y mundial para doblarle el brazo al imperialismo, como ocurrió con el apartheid de Sudáfrica.

 

Tampoco son suficientes los mensajes de condena verbal. Esos rechazos por parte de López Obrador y Alberto Fernández son importantes, pero deben ser complementados con donaciones y envíos de productos faltantes a la isla. Un ejemplo de esas acciones fue la reciente campaña para hacer llegar jeringas a La Habana. En el escenario de la nueva agresión, los defensores de Cuba comienzan a romper la rutina y ya conciben nuevas iniciativas contra el bloqueo.

 

Posturas en la izquierda

 

Aunque las protestas expresan una genuina insatisfacción, su expansión no contribuye a resolver los problemas de la isla. Como ocurre con todas las movilizaciones en cualquier lugar del mundo, el perfil final de esas marchas no depende sólo de las demandas enarboladas o de su masividad.

 

Las experiencias internacionales han demostrado cuán relevante es el papel de las fuerzas políticas actuantes. Hasta ahora la derecha interviene con poca autoridad en esas manifestaciones y ha quedado abierta la disputa con el gobierno, para dirimir quién hará valer su primacía.

 

Al afirmar que las “calles son de los revolucionarios”, Díaz Canel dejó planteado un posible terreno de procesamiento de esa partida. Pero también convocó al debate y a la búsqueda de caminos consensuados para superar la coyuntura actual. Ambos cursos de movilización y reflexión retoman la tradición que sembró Fidel. Ese legado supone transparentar lo que ocurre, informar la realidad y poner el cuerpo en las manifestaciones de defensa de la revolución.

 

Es importante subrayar en el ámbito de la izquierda, que las críticas a la gestión del gobierno deben desenvolverse en el propio campo y no en el bando opuesto de la oposición. Esos cuestionamientos al interior de un proceso revolucionario son tan lógicos como naturales y ya abarcan una amplia gama de temas.

 

Hay objeciones a la oportunidad, implementación y sentido de las decisiones económicas y también críticas a la sustitución de la batalla política por la simple descalificación de los descontentos. No son “delincuentes” o “marginales” y no corresponde encasillar sus acciones como un mero problema de “seguridad del estado”. Muchos manifestantes son sólo víctimas del bloqueo, que han perdido la voluntad de resistencia al imperialismo.

 

También ha sido desacertada la detención de militantes comunistas. La lucha por atraer y reconquistar a la juventud requiere recrear la imaginación para transitar por senderos inexplorados. La revolución necesita retomar la creatividad que mostró Fidel para transformar los reveses en victorias.

 

Pero cualquier iniciativa para mejorar las respuestas en el complejo escenario actual, sólo podrá prosperar en el campo de la revolución y nunca en el bando opuesto. El grueso de la izquierda dentro y fuera Cuba es consciente de ese posicionamiento y sostiene sin ningún titubeo la continuidad de una epopeya de seis décadas.

 

Pero también existe otro universo conectado con la izquierda que propone rumbos diferentes. Considera conveniente el tránsito por una avenida del medio y cuestiona con igual contundencia a los bandos protagónicos de la disputa. Ese espacio adscripto a una “tercera posición” incluye, a su vez, dos grandes variantes.

 

Una primera vertiente socialdemócrata propicia la equidistancia de Miami y La Habana, utilizando argumentos afines a la teoría de los dos demonios. Atribuye todos los problemas de la isla al clima de fanatismo que han suscitado los extremistas de ambos sectores. Pero en ese ejercicio de curioso equilibrio suele olvidar que las fuerzas en confrontación no son equiparables. Hay un poderoso agresor imperial estadounidense, que no tolera el desafío soberano de una isla próxima a sus fronteras.

 

La mirada socialdemócrata del conflicto pondera el diálogo como el principal canal para resolver las dificultades actuales. Pero no aclara la agenda de esas conversaciones. Mantiene indefinida su postura frente a la restauración plena del capitalismo, que los millonarios de Miami esperan concretar mediante el desmonte del sistema político cubano.

 

La socialdemocracia promueve con otro lenguaje la misma desarticulación de la actual estructura institucional del país. Disfraza ese propósito con su ritual exaltación de la “sociedad civil”. En los hechos, propugna la introducción de alguna modalidad del constitucionalismo burgués imperante en el resto de América Latina. Un cambio de ese tipo sepultaría el instrumento político que durante tanto tiempo ha permitido resistir los embates del imperialismo.

 

Los partidarios de la avenida del medio también desconsideran la peligrosidad de los planes derechistas. Cierran los ojos, por ejemplo, frente a la brutal desestabilización que sufre Venezuela y omiten la necesidad de preparar la defensa. Olvidan que la contrarrevolución nunca fue neutralizada con mensajes bonachones.

 

Este enfoque socialdemócrata es complementado por una segunda variante de posturas intermedias, que reúne a las distintas expresiones del dogmatismo de izquierda. Sus voceros se ubican explícitamente en el campo de las protestas y resaltan el carácter legítimo y progresivo de esas marchas. No observan ningún inconveniente en la presencia de fuerzas derechistas en ese mismo terreno y consideran oportuno batallar desde allí por otro rumbo socialista. Pero no logran develar el misterio de cómo podría emerger un rumbo anticapitalista desde un ámbito tan reacio a ese objetivo.

 

Algunos suponen que el universo de la oposición no es tan regresivo e incluso imaginan a la derecha como una fuerza externa que sólo busca “aprovechar la crisis”. No registran su gran incidencia en los acontecimientos en curso. Otros imaginan que el rechazo al capitalismo ya germina en los cuestionamientos de algunos manifestantes a los privilegios de las “Tiendas Especiales”. Suponen que ese eventual dato definiría el carácter general de las movilizaciones.

Con esos extraños razonamientos los dogmáticos describen los padecimientos económicos de Cuba, sin aportar propuestas sensatas para reencaminar al país hacia el socialismo. Mencionan el bloqueo al pasar y cuestionan los efectos nocivos del turismo. Omiten explicar de dónde saldrían las divisas para mantener los logros de la salud o la educación.

Los sucesos de Cuba no constituyen, en realidad, una incógnita tan compleja, ni carente de antecedentes. Ya existe una abrumadora experiencia para aprender de lo ocurrido en las últimas décadas. Ninguna protesta en Polonia, Hungría o Rusia desembocó en la renovación del socialismo. Al contrario, invariablemente anticiparon la restauración del capitalismo. Si se toman en cuenta esos precedentes, el desarme del sistema político conduciría al suicido de la izquierda. Lejos de abrir las compuertas para rejuvenecer el socialismo, garantizaría la demolición de ese proyecto por un tiempo muy prolongado.

 

La batalla en curso

La defensa de Cuba persiste como uno de los principales estandartes de la izquierda latinoamericana. Nadie sabe aún el alcance de esta confrontación, pero la comparación que varios analistas establecen con los exilios de Mariel (1994) ilustra la envergadura de la tensión actual. El escenario regional es muy distinto a ese período y los efectos de esas diferencias son inciertos.

En esa época signada por el derrumbe de la Unión Soviética, el ímpetu agresivo de Estados Unidos y el auge del neoliberalismo, Cuba sorprendió al mundo con su decisión de sostener el proyecto revolucionario. Contaba con el liderazgo de Fidel y la solvencia de una camada que había experimentado grandes triunfos políticos y mejoras sociales.

Ahora impera otro contexto dominado por el repliegue norteamericano, el avance de China, la crisis del neoliberalismo y la renovada disputa regional entre neoconservadores y progresistas. En la isla gobierna otra generación que aspira a continuar la admirable hazaña de seis décadas. No se puede presagiar el resultado de esa batalla, pero hay certezas en los alineamientos de los contrincantes. Cuba no está sola y los pueblos de América Latina se preparan para defenderla.

Fuente e imagen: https://www.alainet.org/es

 

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La revolución como problema

Por: Raúl Zibechi

Pertenezco a la generación que creció influenciada por el clima político y cultural de la revolución cubana. Me contagié del entusiasmo que generaba, en particular, la figura del Che, quien no dudó en dejar las comodidades de la vida urbana posrevolucionaria para caminar selvas y montañas, porque «el deber de todo revolucionario es hacer la revolución».

Hoy Cuba atraviesa una situación compleja, que me lleva a reflexionar en varios tiempos sobre la coyuntura, la estructura y el concepto mismo de revolución.

I

La soberanía nacional es intocable, tanto como el derecho de las naciones a su autodeterminación. La soberanía de una nación no depende de quién esté en el gobierno. Nadie tiene derecho a intervenir o subvertir el gobierno de una nación ajena.

El bloqueo a Cuba es inaceptable, como los intentos por derrocar la revolución, sistemáticos y continuos desde hace seis décadas. Nunca pedimos una intervención extranjera para poner fin a las dictaduras del Cono Sur, porque confiamos en que los pueblos deben decidir su futuro. Por eso tampoco pedimos que regímenes oprobiosos y genocidas (como el de Arabia Saudita, entre muchos otros) sean derrocados con invasiones militares.

Cuba tiene derecho a que se la deje en paz, como sucede con todas las naciones del mundo. Solo dos países apoyan el bloqueo: Israel y Estados Unidos.

II

La crisis actual tiene causas precisas. En 2020 la economía registró una contracción del 8,5 por ciento, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. La industria cayó 11,2 por ciento y el agro, 12 por ciento. La crisis del turismo es tremenda y repercute en toda la sociedad: en 2019 Cuba recibió 4,2 millones de turistas, en 2020 apenas 1,2 millones. En el primer semestre de este año solo recibió 122 mil turistas, según datos recabados por la periodista chilena Francisca Guerrero.

El turismo aporta en torno al 10 por ciento del PBI, emplea al 11 por ciento de la población activa y es la segunda fuente de divisas. La escasez de divisas crea enormes dificultades para la importación de alimentos: Cuba debe importar el 70 por ciento de la comida que consume, mientras los precios internacionales crecieron un 40 por ciento en un año.

El llamado ordenamiento cambiario, que eliminó las tasas diferenciadas con las que se cambiaban los pesos cubanos por dólares, decidido en enero, aunque necesario y deseable, llegó tarde y en un momento de aguda escasez de dólares. Lo cierto es que la población tiene grandes dificultades para acceder a bienes básicos.

Inflación y apagones son el corolario de viejos problemas nunca resueltos (como el deterioro de las infraestructuras) y de improvisaciones en la aplicación de cambios largamente postergados.

El bloqueo es un gran problema para Cuba. Pero no todos sus problemas pueden reducirse al bloqueo. Un problema del que no se quiere hablar, no solo en Cuba, es el de la revolución como problema. O sea, del Estado como palanca de un mundo nuevo.

III

Creíamos que la revolución era la solución a los males del capitalismo. No fue. Quizá la obra mayor de las revoluciones haya sido empujar al capitalismo a reformarse, limando durante cierto tiempo sus aristas más extremas, aquellas que todo lo confían al mantra del mercado autorregulador, que lleva a millones a la pobreza y la desesperación.

Revolución fue siempre sinónimo de conquista del Estado, como herramienta para caminar hacia el socialismo. Originalmente el socialismo debía ser, ni más ni menos, el poder de los trabajadores para superar la alienación que supone la separación entre los productores y el producto de su trabajo. Sin embargo, socialismo se volvió sinónimo de concentración de los medios de producción y de cambio en el Estado, controlado por una burocracia que, en todos los casos, devino en una nueva clase dominante, casi siempre ineficaz y corrupta.

El pensamiento crítico se sometió a esta nueva burguesía, o como quiera denominarse a esa casta burocrática que, no siendo propietaria, tiene la capacidad de gestionar los medios de producción a su antojo, sin rendir cuentas más que a otros burócratas, sin que los trabajadores, privados de formas de organización y de expresión autónomas, puedan incidir en las decisiones. Sin libertades democráticas, los Estados socialistas (contradicción semántica evidente) devinieron en Estados autocráticos y totalitarios, no muy diferentes a las dictaduras que sufrimos y a las democracias que no nos permiten elegir el modelo económico que nos gobierna, sino apenas a representantes ungidos gracias a costosas campañas publicitarias.

Las revoluciones socialistas y de liberación nacional, y aun los movimientos emancipatorios, se autodestruyeron en el rompeolas de los Estados: al institucionalizarse y perder su carácter transgresor y superador del estado actual de cosas; al relegitimar un sistema-mundo que pretendían desbordar; al trasmutar, por la vía institucional, la potencia rebelde de las clases populares en impulso para la conversión de los burócratas en nuevos opresores.

Como sostuvieron Fernand Braudel e Immanuel Wallerstein, y ahora Abdullah Öcalan, el Estado nación es la forma de poder propia de la civilización capitalista. Por lo tanto, dice el líder kurdo, la lucha antiestatal es más importante que la lucha de clases, y esto no tiene nada que ver con el anarquismo, sino con la experiencia de más de un siglo de socialismo. Es revolucionario el trabajador que se resiste a ser proletario, que lucha contra el estatus de trabajador, porque esa lucha apunta a superar y no a reproducir el sistema actual.

Para hacer política centrada en el Estado, las categorías de hegemonía y homogeneidad son centrales. La primera es una forma de dominación, sin más, aunque el progresismo y la izquierda crean que supera al leninismo. La segunda es una pretensión de quienes, desde arriba, quieren llevar a los pueblos de las narices. Agrietados el patriarcado y el colonialismo interno, hoy es imposible una sociedad homogénea, porque las mujeres, los jóvenes y todo tipo de disidencias (desde las culturales hasta las sexuales) rechazan el aplanamiento de las diferencias y diversidades.

Imponer homogeneidad con base en la hegemonía es una apuesta al autoritarismo, ya sea a través del mercado o del partido de Estado. La forma ideal de dominación es aquella que se presenta como democrática (simplemente porque hay elecciones), pero encarcela a la población en un modelo económico que vulnera su propia vida.

IV

La revolución socialista es cuestión del pasado, no es el futuro de la humanidad. Tampoco lo es el capitalismo. El binarismo capitalismo/socialismo ya no funciona como organizador y ordenador de los conflictos sociales.

Mientras las izquierdas siguen prisioneras de su visión estadocéntrica, los sectores más activos y creativos de las sociedades latinoamericanas (feministas, pueblos originarios, jóvenes críticos) ya no se referencian en Cuba, como lo hizo mi generación, sino en luchas concretas como las revueltas chilena o colombiana, en el zapatismo y en los mapuches, en ritmos raperos y en sueños de libertad imposibles en la Nicaragua de Ortega y en la Cuba del Partido, en la Colombia de los paramilitares o en el Brasil de Bolsonaro.

Fuente de la información e imagen:  Brecha

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Cuba: ¿una contrarrevolución?

En los últimos días mucho se ha hablado de Cuba. Por diferentes medios circulan noticias sobre la Isla. Nos hemos enterado de manifestaciones y de actos violentos.

A falta de información veraz, se difunde por redes una campaña con mentiras para contrarrestar «la culpa del bloqueo», con argumentos simplones como que hay dinero para las tiendas en dólares, pero no para el pueblo común que no maneja divisas (Rangel, 2021)

En calles y plazas de las distintas localidades de la República de Cuba  hay movilizaciones en apoyo a la Revolución y el Socialismo.

No obstante, una  campaña de fake news también circulan por diferentes redes sociales.

 

En ese sentido, Díaz-Canel afirmó “que la difusión de mentiras sobre el país no es causada por errores o casualidades, sino que es calculada y cumple con los manuales del Estado norteamericano para intervenir mediante tácticas de guerra no convencional” (Indymedia, 2021)

 

 ¿Qué está pasando en Cuba y qué intervención tiene Estados Unidos en todo ello?

 

En Otras Voces  en Educación publicamos distintas miradas sobre lo que está pasando en Cuba, en esta ocasión, les compartimos un video del Dr. Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo,  para  seguir ampliando la información al respecto:

 

 

Referencias:

Indymedia. (17 de 07 de 2021). Indymedia Argentina. Recuperado el 18 de 07 de 2021, de https://argentina.indymedia.org/2021/07/17/masivas-movilizaciones-este-sabado-en-cuba-en-defensa-de-la-revolucion-y-el-socialismo/

Rangel, Á. V. (17 de 07 de 2021). Surysur/CLAE. Recuperado el 18 de 07 de 2021, de http://www.surysur.net/autor/alvaro-verzi-rangel-clae/

 

Fuente del video:  Canal de YouTube de Miguel Erasmo Zaldivar Carrillo

 

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Latinoamérica expresa su respaldo al pueblo y Gobierno de Cuba

América Latina/16-07-2021/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

El presidente cubano denunció que las provocaciones de los pequeños grupos pretenden crear un escenario de caos en la isla.

Gobiernos, movimientos sociales, políticas y organizaciones latinoamericanos expresaron respaldo al pueblo y Gobierno cubanos ante la campaña de desprestigio promovida por Estados Unidos (EE.UU.), tras los hechos de violencia del domingo en varias poblaciones del país.

Durante una alocución, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel rechazó el cerco mediático que se ha generado contra la gestión del Gobierno y las matrices que promueven la desunión en el país caribeño, que ha enfrentado por seis décadas las consecuencias del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto ilegalmente por EE.UU.

El mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, reiteró este lunes el respaldo incondicional de la nación suramericana a la isla caribeña, enfatizando que la mejor ayuda para ese pueblo noble es que EE.UU. levante el bloqueo.

 

Por su parte, el jefe de Estado de Argentina, Alberto Fernández, también expresó su respaldo al pueblo de Cuba, asegurando que «no hay nada más inhumano en pandemia que bloquear económicamente a un país».

«En las dos reuniones del G20 pedí que se terminen los bloqueos en el mundo, porque cuando a un país lo bloquean, lo que hacen es bloquear a una sociedad. Quien padece es la sociedad», dijo Fernández.

El presidente boliviano Luis Arce también expresó su «pleno respaldo al pueblo cubano en su lucha contra las acciones desestabilizadoras», al tiempo que resaltó que «cuanto más el Gobierno de Cuba avanza en la salud y la ciencia, más enfrenta la desinformación y el ataque extranjero».

Añadió que «los problemas en Cuba deben ser resueltos por los cubanos, sin ninguna injerencia, mucho menos de quienes mantienen un criminal bloqueo desde hace 60 años», en referencia a EE.UU.

El Gobierno de Nicaragua denunció y condenó la desestabilización y la agresión permanentes contra su par de Cuba, indicando que EE.UU. es el principal desestabilizador.

Además, recordó que Washington «no tiene ninguna autoridad moral para decir nada, cuando precisamente carga con toda la responsabilidad y culpa de todos los crímenes atroces, de odio y de lesa humanidad, que han cometido, y siguen cometiendo, contra los pueblos del mundo.

El secretario ejecutivo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), Sacha Llorenti, condenó las acciones intervencionistas contra La Habana promovidas desde Washington.

Llorenti también rechazó los señalamientos del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, en apoyo a acciones desestabilizadoras registradas en la isla caribeña.

Desde Argentina, la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba) condenó las acciones promovidas por EE.UU. para desestabilizar a Cuba.

«La Utpba está y estará como siempre junto a ustedes y el heroico pueblo cubano más allá de las palabras. Viva Cuba. Viva la Revolución», apuntó el texto, firmado por la secretaria general de ese colectivo, Lidia Fagale, y su secretario adjunto, Leandro Torres.

Académicos, políticos y activistas sociales colombianos manifestaron su solidaridad con el pueblo y el Gobierno de Cuba, ante las maniobras para intentar desestabilizar al país.

Por su parte, el presidente del partido colombiano Comunes, Rodrigo Londoño, manifestó su solidaridad con Cuba ante las agresiones promovidas por EE.UU. y su bloqueo criminal.

La exsenadora y reconocida activista Piedad Córdoba se unió a las expresiones de apoyo y solidaridad a Cuba y al Gobierno de su presidente, Miguel Díaz-Canel.

Desde El Salvador, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) rechazó la campaña dirigida a generar desestabilización en Cuba.

La formación de izquierda condenó, en un comunicado, la manipulación mediática para imponer una narrativa ajena a la realidad cubana, con el auspicio del imperialismo y la contrarrevolución.

El Movimiento de Amistad y Solidaridad Mutua Venezuela-Cuba y otras organizaciones repudiaron  los intentos desestabilizadores contra la Revolución Cubana.

‘Hace algunas horas, oportunistas y pregoneros del caos, salieron una vez más al escenario comunicacional con una supuesta preocupación por Cuba y pidiendo auxilio y libertad. Son las mismas voces sin eco en el corazón del noble pueblo cubano, que hace más de 60 años es víctima del bloqueo genocida impuesto por el imperio norteamericano’, refiere un comunicado del movimiento.

El grupo de solidaridad, el Movimiento de Integración y Emancipación de Derechos Humanos del Sur, la Asociación Civil Víctimas del Caracazo y del Terrorismo de Estado Cuarto Republica expresan que la principal ayuda que necesita Cuba es el levantamiento de las medidas coercitivas y unilaterales que intentan asfixiar al pueblo.

La Coordinadora guatemalteca de solidaridad con Cuba rechazó los intentos de desestabilizar a la isla caribeña y agradeció a su pueblo la ayuda en el área de la salud.

A juicio de sus miembros, el bloqueo estadounidense impuesto a Cuba por más de 60 años constituye un acto criminal y genocida condenado por la comunidad internacional en más de 27 ocasiones.

Junto con la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, capítulo Guatemala, condenan la actitud de grupos financiados por EE.UU. de acabar con la Revolución y dan gracias al Gobierno cubano por su apoyo con brigadas médicas en lugares intrincados de la tierra del Quetzal.

Por su parte, el Movimiento Nacional Amistad y Solidaridad mutua Venezuela-Cuba denunció también la campaña comunicacional con fines desestabilizadores promovida por EE.UU. contra la isla, en medio de la pandemia de Covid-19.

«Queremos alertar a los pueblos del mundo, que con el argumento de la ayuda humanitaria, se pretende implementar la vieja estrategia del Caballo de Troya, a los fines de incrementar la agresión contra el pueblo cubano», dice el comunicado.

A su vez, el Partido de los Trabajadores de Brasil manifestó su apoyo incondicional y solidaridad con el pueblo y el Gobierno cubano, «que durante seis décadas ha sido víctima de un bloqueo por parte de EE.UU., dañando las relaciones comerciales y diplomáticas del país con el resto del mundo».

«El pueblo cubano es la principal víctima de este largo y criminal bloqueo, quedando excluido de las condiciones regulares para una vida digna, que podría lograrse en una situación de normalidad», refiere el texto.

Los países miembros del ALBA-TCP también emitieron un comunicado para enviar «su total respaldo y solidaridad al pueblo y Gobierno de Cuba frente a continuas campañas de descrédito e intentos de provocar un estallido social para justificar una intervención externa».

En el documento aseguraron que estas acciones son organizadas y financiadas por el Gobierno de EE.UU., «que en la actual pandemia de Covid-19 ha recrudecido la política criminal e inhumana de bloqueo económico, comercial y financiero.

Por su parte, el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) ratificó su solidaridad con el pueblo cubano al asegurar que «se enfrenta a una nueva ola golpista reaccionaria».

«El mundo entero sabe que la situación en Cuba es de resistencia y, precisamente, porque su Gobierno no se ha rendido al imperialismo en seis décadas, está siendo castigado con un criminal bloqueo económico que obstaculiza sus posibilidades de desarrollo (…) El Partido Comunista de Brasil, su dirección y su militancia, una vez más se puso del lado del pueblo cubano y en defensa de la Revolución», expresó.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/latinoamerica-respaldo-apoyo-pueblo-cubano-20210712-0001.html

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Silvio Rodríguez: «Escogimos no ser dóciles asalariados»

«Este es un momento de defensa de los incuestionables logros de nuestro país, a la vez que exige de nosotros una muy profunda y lúcida meditación sobre nuestra realidad”, escribió el cantautor cubano.

El cantautor cubano Silvio Rodríguez dijo que las protestas que están teniendo lugar en Cuba han sido “preparadas y alentadas por el régimen imperial”, y argumentó que el actual es un “momento de defensa de los incuestionables logros” de la isla.

“Hace poco afirmé aquí mismo que ciertos escándalos terminarían cuando se legalizaran las protestas. No me retracto de haberlo dicho. Lo creo firmemente y creo que, más que posible, será un necesario indicio de madurez y fortaleza de nuestra sociedad. Es algo que incluso se desprende del carácter democrático y socialista de nuestra Constitución”, escribió Rodríguez en su blog Segunda Cita.

“Pero el momento en que ocurren manifestaciones preparadas y alentadas por el régimen imperial no es el mejor para sacar el tema. Este es un momento de defensa de los incuestionables logros de nuestro país, a la vez que exige de nosotros una muy profunda y lúcida meditación sobre nuestra realidad”, añadió el polémico cantautor.

La opinión del cantautor cubano:

Al socialismo le falta mucho -muchísimo- para ser justo.
Quizá al final ni se llame socialismo, porque va a ser un híbrido.
Pero no hay mal mayor que el cáncer imperial, que devora la vida donde esté, despojando pueblos a miles de millas de sus costas.
Sus beneficiarios son un 1%, pero sus adoradores, aún cuando también son víctimas, callan sus abusos y recogen nerviosos sus migajas.
Se sienten seguros bajo la inmensa sombra de la matrix todopoderosa, y ella les toca los resortes y se expresa a través de sus voces, pantallas, pedacitos de mundo a su servicio.
Lógico que no nos soporten, lógico que con vernos resistir, sobrevivir y respirar nos llenen de diatribas.

Escogimos no ser dóciles asalariados, escogimos la estrella que ilumina y mata.

Que asuman su vergüenza.
Silvio Rodríguez Domínguez, cantautor Cubano.

*Con información de Resumen Latinoamericano.

Fuente de la información: https://www.tercerainformacion.es/articulo/cultura/15/07/2021/silvio-rodriguez-escogimos-no-ser-dociles-asalariados/

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