Por: Rafael Lucio Gil
Tanto los medios de comunicación, como investigaciones y estudios sobre la educación del país coinciden en que es necesario activar procesos que conduzcan a realizar transformaciones relevantes en la educación. Pareciera que el tema se ha constituido en el imaginario colectivo de mayor consenso.
Construir una agenda con ejes concretos de transformación articulados sistémicamente no es tarea fácil, ni de una sola institución o grupo de organismos de sociedad civil. Al respecto, ya la Constitución de la República establece que, la educación, es un proceso único, democrático, creativo y participativo… (Arto. 117); que el Estado promueve la participación de la familia, la comunidad y el pueblo en la educación, y garantiza el apoyo de los medios de comunicación social a la misma (Arto. 119); por otra parte, también el Arto. 126 afirma que, es deber del Estado promover el rescate, desarrollo y fortalecimiento de la cultura nacional, sustentada en la participación creativa del pueblo.
Por su parte, la Ley General de Educación establece la importancia clave que tiene la participación de la sociedad y sus estamentos, movimientos y organizaciones sociales. En su artículo 3, numeral h), recoge como uno de sus principios, la participación como un deber y un derecho de todos. En su artículo 109, en sus numerales d) y e) plantea, la necesaria participación de la familia y demás instancias en la educación. Así mismo, en los artículos 113 y 114 norma que se requiere, también, la participación de la sociedad, dados sus intereses, objetivos y responsabilidades. Y por último, en el artículo 115 refiere que las organizaciones civiles, instituciones, empresas y sociedad civil en general, tienen el deber y derecho de participar activamente en planificar, gestionar y evaluar la educación.
Queda, en este sentido muy claro que, a diferencia de la situación actual, según la cual no se escuchan las voces de quienes quieren aportar mejoras relevantes a la educación, la Ley claramente establece lo contrario.
Otros argumentos meritorios también apuestan a hacer posible este concurso institucional y social para construir propuestas de transformación educativa. En este sentido, se ha repetido frecuentemente que, la educación, es factor clave y decisivo del desarrollo humano del país. Diversas Cumbres Mundiales de Educación, como las tres últimas de Jontiem (1990), Dakar (2000) e Incheon (2015), y otros acuerdos mundiales, particularmente el Objetivo 4 de la Cumbre del Desarrollo Sostenible 2030, ha reiterado año con año, la importancia de repensar la educación, superando la brecha que la separa de las demandas nacionales y globales, debiéndolo hacer, con amplia participación de toda la sociedad, escuchando de manera especial, a los sectores que han sido más olvidados.
Todos estos acuerdos dejan claro que, ha de constituirse la educación en el motor que movilice los cambios hacia un Modelo de Desarrollo Humano, centrado en las personas. Estos son motivos suficientes para considerar la educación una tarea de todas las fuerzas vivas del país, de manera que, con este gran esfuerzo de participación masiva, Nicaragua logre concertar un modelo educativo de calidad, empeñado en desarrollar conocimientos, competencias y capacidades de pensamiento lógico y crítico, científicas, sociales, culturales, cívicas y actitudinales, en lucha por la justicia que demanda un Modelo de Desarrollo Humano para superar la pobreza y la desigualdad.
La educación es responsabilidad y tarea de todas las instituciones, familias y ciudadanía en general del país. Si bien es cierto que el Ministerio de Educación es su principal responsable, también lo es que esta no es patrimonio de ninguna institución o partido, sino de toda la población sin distingo alguno. Se trata de una construcción colectiva de toda la sociedad, por cuanto cada individuo se hace persona, en tanto se involucra, tanto en su desarrollo físico, cognitivo, emocional y espiritual, como en los procesos sociales que le perfeccionan como persona. Es, precisamente, participando plenamente en todos los procesos educativos y sociales que la educación adquiere la legitimidad, pertinencia y relevancia requeridas, en rumbo hacia la calidad.
Por otra parte, es bueno recordar que la educación es un derecho humano natural (Declaración de Derechos Humanos, 1948) de cada persona, y es deber del Estado garantizarlo. En tal sentido, es imperativo que la participación de toda la ciudadanía en su defensa se despliegue explícitamente en la formulación de propuestas y políticas educativas, así como en el monitoreo del cumplimiento del Estado de este deber, recordando y exigiendo su cumplimiento con la efectividad y calidad debidas.
Sobran otros muchos argumentos al respecto. Todos pretendemos entender más y mejor la educación para amarla mucho más y comprometernos con su transformación. Como país, es de vital importancia lograr que el Estado que somos todos, se constituya en un Estado, en estado de Educación.
Nicaragua demanda que con la participación de todos hagamos crecer el compromiso con la educación, si queremos para ella un futuro promisorio. La Propuesta de Agenda de transformación de la Educación, actualmente en proceso de construcción colectiva por parte de buen número de organismos de sociedad civil llama a todas las puertas de instituciones educativas públicas y privadas, empresas, iglesias, universidades, Ministerio de Educación, Inatec, padres y madres de familia, Gobierno en general, jóvenes estudiantes y demás personas de buena voluntad con interés en la educación. Todos cabemos en la lucha por una Educación de calidad. Todo el país merece la oportunidad de contribuir a concertar nuevas maneras de pensar y hacer la Educación.
Fuente artículo: https://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/446857-algunas-razones-concertar-agenda-transformacion-ed/