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BID lanza segunda edición de concurso universitario para el diseño de soluciones urbanas

Fuente BID / 13 de junio de 2016

La fecha límite para enviar propuestas es el 1 de agosto de 2016

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a través del programa de Ciudades Emergentes y Sostenibles, lanzó la segunda edición del concurso BID UrbanLab, que invita a estudiantesuniversitarios a desarrollar soluciones creativas e innovadoras a los problemas urbanos que existen en Pescaíto, uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad de Santa Marta,Colombia.

La fecha límite para enviar su propuesta será el 1 de agosto de 2016.

El concurso busca proyectos integrales, transformadores y sostenibles que ayuden a mejorar vidas en el barrio Pescaíto. Este barrio fue seleccionado a fin de conectarlo con el resto de la ciudad de Santa Marta y devolverle su importancia histórica. Para ello, el BID se encuentra trabajando de la mano con la Alcaldía de Santa Marta, Findeter y la fundación Tras la Perla de la América.

En el BID UrbanLab podrán participar equipos de cuatro a seis miembros, conformados porestudiantes de los dos últimos años de carrera, inscritos en una universidad de América Latina y el Caribe, estudiantes cursando estudios de postgrado o jóvenes profesionales. Todos los equipos deben ser integrados por miembros de distintas disciplinas —tales como arquitectura, urbanismo, antropología, psicología, ingeniería, sociología, comunicación social, entre otras—a fin de abordar las distintas problemáticas que presenta este barrio y así poder diseñar una solución integral, innovadora e inclusiva para Pescaíto.

En 2015, la primera edición del concurso contó con la participación de 176 propuestas provenientes de 65 universidades de toda la región para transformar un perímetro del barrio de Curundú, ubicado en la Ciudad de Panamá. El equipo ganador tuvo la oportunidad de trabajar en la implementación de su proyecto e incorporarlo en el Plan de Acción de esta ciudad.

Cada una de las propuestas recibidas será evaluada por un jurado internacional de especialistas multisectoriales y las autoridades de la ciudad.Durante el mes de noviembre de 2016 los equipos finalistas viajarán a la sede del BID en Washington D.C, para presentar sus propuestas ante un jurado internacional. El equipo ganador recibirá un aporte de US$5,000 y viajará a la ciudad de Santa Marta para validar su proyecto trabajando con especialistas del BID, nuestros aliados y la comunidad del barrio Pescaíto.

Para más detalles sobre las bases del concurso y sus fases de desarrollo pueden visitarhttp://www.nexso.org/es-es/c/BIDUrbanLabSantaMarta o enviar un correo electrónico abidurbanlab@iadb.org.

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Educación de calidad contra el trabajo infantil

www.telesurtv.net/13-06-2016/
Un gran número de niños hacen trabajos domésticos, remunerados o no, en los hogares de terceras personas. Sus vidas transcurren ocultas a la mirada de la sociedad y lo habitual es que se encuentren aislados y alejados de sus familias. Por ello, estos menores son particularmente vulnerables a la explotación y las historias de abuso son muy frecuentes.

No van a la escuela y no tienen tiempo para jugar, no se alimentan y no reciben cuidados adecuadamente. En la actualidad a 168 millones de menores de edad se les niega la oportunidad de ser niños debido a que se encuentran en situación de trabajo.

De esa cantidad, 120 millones tienen entre 5 y 14 años de edad, mientras que 85 millones realizan labores en situaciones peligrosas.

La pobreza, la escasez de trabajos para los adultos, la falta de protección social y la incapacidad para asegurar que asistan a la escuela, son las raíces de esta lamentable cifra mundial.

Por si fuera poco, existen 400 millones de niños esclavos en todo el mundo, de los cuales 85 millones están envueltos en situaciones peligrosas, en especial las niñas.

Educación para combatir el trabajo infantil

Este 12 de junio, para el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, la atención se centra en lograr una educación de calidad para luchar contra este flagelo.

El objetivo resulta acertado, pues según la UNESCO, 58 millones de niños en edad de escolarización primaria y 63 millones de adolescentes en edad de escolarización secundaria no van a la escuela.

“Un niño debe aprender no ganar dinero”, reza el letrero en una protesta contra el trabajo infantil en 2013 en la India  (Foto: EFE)

 

La persistencia del trabajo infantil aún es un muro que no ha podido ser derribado. Las cifras de la UNESCO indican que 121 millones de menores en el mundo no están matriculados en la escuela y los que sí lo están no asisten regularmente.

Para que este problema sea superado se requiere de acciones por países que identifiquen a los niños en situación de trabajo infantil y los saquen de ese contexto. Para ello, la mejor opción es brindarles una educación de calidad.

 

Edad mínima legal para trabajar

Con la intención de evitar que los niños empiecen a trabajar demasiado temprano, se estableció el convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo sobre la edad mínima de admisión al empleo.

Edad mínima límite: 15 años (14 años para algunos países en desarrollo). La edad mínima de admisión al empleo no puede ser inferior a la edad en que culmina la obligación escolar. En todo caso, se permite a partir de los 15.
Trabajo ligero: Entre 13 y 15 años (entre 12 y 13 para algunos países en desarrollo). Podrán realizan trabajos ligeros con la condición de que no obstaculice su educación, su formación profesional, ponga en peligro su salud o su seguridad.
Trabajo peligroso: 18 años (16 años si se cumplen estrictas condiciones). Ninguna persona menor de 18 años debe realizar trabajos que atenten contra su salud o su moralidad.

 

Bolivia, una excepción a la norma

En junio de 2014, el Senado boliviano aprobó un nuevo código de la niñez y adolescencia que contempla el trabajo infantil a partir de 14 años, pero admite excepciones para niños de 10 años que trabajen por cuenta propia, es decir, que no depende de un empleador.

Este tema generó una fuerte polémica, pero la realidad es que históricamente, en los países andinos como Bolivia y Perú, es normal que los niños colaboren con las tareas del hogar y ayuden a mantener a sus familias.

Una vocera de la oficina andina de Save The Children, explicó en aquella oportunidad que «en esta región los niños son considerados parte activa de la sociedad y de la economía familiar y desde pequeños cumplen un rol en la comunidad».

De hecho, antes de fijarse la edad mínima en 10 años, la Unión de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (Unatsbo), una especie de sindicato de trabajadores infantiles que agrupa a más de diez mil menores, ya protestaba porque se bajara el límite a los 12 años.

Fue tan fuerte la protesta de los menores de Unatsbo que el presidente Evo Morales tuvo que intervenir a favor de los jóvenes. «Mi experiencia, mi posición: no debería eliminarse el trabajo de niñas, niños y adolescentes, pero tampoco deberían explotar o incitarlos a trabajar. Algunos trabajan por necesidad, pero además eliminar el trabajo de niños es como eliminar que tengan conciencia social», fueron la palabras del mandatario.

El asunto quedó zanjado. El nuevo Código del Menor fue promulgado por la Asamblea Nacional y el senador Adolfo Mendoza lo explicó de forma sencilla: «el límite de edad definido de manera formal por el Código del Niño, Niña y Adolescente es de 14 años, y allí se abren dos excepciones: trabajo por cuenta ajena, a partir de los 12 años, que es lo que permiten los convenios internacionales, y trabajo por cuenta propia a partir de los 10 años».

El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, reconoció que elaborar la ley fue en desafío por que el Estado había firmado un conjunto de convenios internacionales sobre los derechos de las niñas, niños y adolescentes, pero reiteró que «existe una realidad boliviana, una modalidad propia de lo que es el trabajo y la situación de los niños y adolescentes del país”.

Conoce las 8 formas de esclavitud infantil:

 

Así es el trabajo infantil en el mundo 


En el Sur de Asia, 17 millones de niños son obligados a trabajar, de los cuales 5,8 millones corresponden a la India, 5 millones a Bangladesh y 3,4 millones a Pakistán, según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Resalta que estos tres países están entre las diez principales naciones proveedoras de la Unión Europea (UE) de productos de confección.

La directora del programa de los derechos laborales fundamentales de la OIT, Corinne Vargha, indicó que «a pesar de que ha habido una disminución en el número de niños que trabajan a nivel global, la mayoría de ellos se encuentran en Asia y el Pacífico. La magnitud del problema en el Sur de Asia es particularmente preocupante».

De acuerdo al informe, la mayoría de los niños trabajan en actividades agrícolas. En el caso de India y Pakistán destaca la presencia de menores en los campos de algodón, siendo estos dos países grandes productores mundiales.

Mientras que en Bangladesh investigaciones recientes revelaron casos alarmantes de explotación de niños en fábricas textiles y en la manipulación de productos tóxicos para la curtiduría de pieles, sin usar ningún tipo de protección.

Además, un reportaje de la BBC, transmitido el año pasado, sobre la fabricación de prendas de la marca de ropa Zara en Bangladesh obligó a la compañía a cerrar sus talleres en ese país.

 En África, los niños son vendidos por su padres a cambio de ganado, son explotados en plantaciones y minas, o se convierten en trabajadores domésticos. Tan solo en África Sub-sahariana 59 millones de menores están en situación de trabajo.

En los países de este continente, destaca la trata de niños y niñas, el reclutamiento de menores en conflictos armados, la minería en pequeña escala, el trabajo peligroso en la agricultura, la explotación sexual comercial y el trabajo doméstico.

Cada año el problema se agrava a causa de la pobreza extrema, el elevado crecimiento demográfico, la propagación del VIH/SIDA, las crisis alimentarias, así como los conflictos y la inestabilidad política.

En el caso de Europa, los niños son secuestrados para luego ser utilizados como mano de obra barata o son explotados sexualmente en redes de prostitución, sobre todo en Europa del Este.

Asimismo, en América del Norte y América Latina, muchos niños son víctimas de la prostitución y son explotados cada vez más por los narcotraficantes. Según la Organización Internacional del Trabajo, hasta el 2014, en América Latina y el Caribe 12,5 millones de niños formaban parte de la fuerza laboral, de los cuales 9,5 realizan trabajos peligrosos.

 

 

Latinoamérica lidera en avances


De acuerdo al informe de la OIT, en los últimos años se ha logrado reducir en 7,5 millones el número de niños en trabajo infantil, pero se necesitarán al menos 40 años para lograr el objetivo de la erradicación.

En aras de avanzar hacia ese objetivo, en octubre del año pasado los ministros de Trabajo y representantes de 25 países de América Latina y el Caribe suscribieron en Lima, capital de Perú, la declaración de constitución de una iniciativa para que la región quede libre de trabajo infantil en 2020 mediante la cooperación intergubernamental.

La «Iniciativa Regional América Latina y El Caribe Libre de Trabajo Infantil» fue firmadapor representantes de Argentina, Bahamas, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.

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Repensando el entusiasmo evaluador y las pruebas

Por: Rosa María Torres

Siguiendo recomendaciones internacionales y «siguiendo la corriente» al creciente peso asignado en los últimos años a la evaluación en el campo educativo, muchos países de América Latina y el Caribe han venido montando sistemas nacionales de evaluación. El auge de las pruebas estandarizadas, por su parte, es parte del actual Movimiento Global de Reforma Educativa (GERM por su nombre en inglés: Global Education Reform Movement). Todo el paquete ha sido importado acríticamente en muchos países latinoamericanos, justo en momentos en que dichas pruebas estandarizadas son debatidas, cuestionadas y rechazadas en muchos países del Norte, empezando con Estados Unidos, que es donde ganaron notoriedad y desde donde se han expandido al resto del mundo.

Además de las iniciativas y sistemas nacionales, existen dos pruebas internacionales de rendimiento escolar en las que han participado varios países de la región, una de alcance regional y otra de alcance mundial:

(a) el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) coordinado por la oficina regional de la UNESCO (OREALC). El LLECE ha realizado hasta la fecha tres estudios, en 1997, 2005-2006 y 2013, los cuales han evaluado dos áreas del currículo: Lenguaje y Matemáticas, en tercero y cuarto grados, y en tercero y sexto grados, respectivamente. En el segundo estudio (SERCE) se agregó Ciencias Naturales para algunos países. El tercer estudio – Tercer Estudio Regional Explicativo y Comparativo (TERCE) – aplicado en el 2013, dio a conocer sus resultados en 2014-2015.

En el primer estudio participaron 13 países. En el segundo 16 países: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay – y el estado de Nuevo León en México. En el tercer estudio participaron 15 países.

Cuba ocupó el primer lugar en los resultados de las dos primeras pruebas (no partició en el tercero) y República Dominicana el último. Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú y Rep. Dominicana conformaron el grupo de países con peores resultados.

(b) las pruebas internacionales PISA (Programme for International Student Assessment – Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) diseñadas por la OCDE (los países «desarrollados») que vienen aplicándose desde el año 2000 y cada tres años a estudiantes de 15 años de edad. La prueba del 2000 se centró en competencias lectoras, la del 2003 en competencias matemáticas, la del 2006 en competencias científicas, la del 2009 nuevamente en competencias lectoras (incluyendo por primera vez lectura en medios digitales), la del 2012 en competencias matemáticas. Varios países latinoamericanos y caribeños han participado hasta ahora en PISA: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, México, Panamá, Perú, República Dominicana, Trinidad y Tobago, y Uruguay. Estos han conformado – junto con España y Portugal, en Europa – el Grupo Iberoamericano de PISA. México y Chile son los dos únicos países latinoamericanos incluidos dentro del grupo de países OCDE.

Evaluando los impactos de las evaluaciones

La evaluación, en educación, se vende como instrumento indispensable e infalible para «mejorar la calidad de la educación». No obstante, la fiebre evaluadora – de los alumnos de diversos niveles, de los docentes, de las instituciones escolares (y ahora, ¡incluso de los padres de familia!, según se propone en EE.UU. ) – que viene creciendo desde la década de 1990, no se ha traducido en la anunciada «mejoría». Y es que, la evaluación por sí misma, no mejora nada. Más bien se observan varios efectos negativos de las evaluaciones estandarizadas, así como debilidades técnicas y problemas de comparabilidad entre ellas, a nivel regional e internacional, lo que dificulta establecer con claridad conclusiones y tendencias. Por ejemplo, los resultados del primer y segundo estudios del LLECE no son comparables entre sí, entre otros porque: en 1997 se evaluó a alumnos de 3º y 4º grados, y en 2005-2006 a alumnos de 3º y 6º grados; el segundo estudio evaluó no sólo saberes sino “habilidades para la vida”; y 8 de los países que participaron en el segundo estudio no participaron el en primero. A su vez, los métodos, indicadores y resultados del LLECE (regional, UNESCO) y de PISA (mundial, OCDE) no son plenamente comparables entre sí.

Todo esto obliga a revisar el camino recorrido y algunas de las premisas que sustentan el entusiasmo evaluador, entre otras:

(a) que las evaluaciones miden lo que saben o son capaces de hacer los alumnos y los docentes, y

(b) que las evaluaciones son indispensables para mejorar la calidad de la educación, en tanto ayudan a visibilizar los resultados de la enseñanza (y a explicar algunos de los factores que contribuyen a las diferencias de sus resultados) y, de ese modo, a informar mejor – y eventualmente rectificar – políticas y acciones educativas.

La experiencia muestra que, a pesar de los recursos invertidos en reforma y en evaluación educativas desde los 1990s, no hay mejoría consistente y/o significativa en los resultados escolares de los países en los campos o aspectos evaluados. Se observan pequeños incrementos en los puntajes de las pruebas, pero también bajones. En cualquier caso, los países latinoamericanos siguen ocupando los últimos lugares de la lista de países participantes en PISA.

La divulgación de los resultados en forma de ránkings que comparan entre sí a los planteles escolares y a los países, no ha tenido los impactos positivos esperados sobre las políticas ni sobre las prácticas docentes. Más bien, ha contribuido a reforzar el malestar y la resistencia docentes, pues son los docentes los primeros a quienes se responsabiliza de los malos resultados, sin ver el conjunto de “factores asociados” a los rendimientos escolares y sin que se implementen las políticas que las propias evaluaciones nacionales e internacionales muestran indispensables. Los gobiernos de los países participantes en las sucesivas pruebas PISA no están teniendo en cuenta las conclusiones y recomendaciones de dichas pruebas.

Asimismo, las evaluaciones de las evaluaciones muestran que se avanza poco en términos de construir una cultura de evaluación en el campo educativo. Más bien, vienen desarrollándose varias tendencias negativas previsibles:

desmoralización entre estudiantes, docentes y planteles que obtienen bajos resultados, lo que contribuye no a su superación sino más bien a reforzar sentimientos de minusvalía e impotencia.

“estudiar para la prueba” (tanto en el caso de los alumnos como de los docentes), lo que no incide realmente sobre la comprensión y el aprendizaje sino más bien sobre la memorización y la retención de información en el corto plazo.

atención a las asignaturas o contenidos sujetos a evaluación, y descuido de aquellos que se sabe no entrarán en las pruebas.

toda la sociedad concentrada en las pruebas y en sus resultados, asumiendo estos como indicador de la calidad de la educación escolar a nivel nacional y de cada plantel, olvidando aspectos tanto o más importantes que no se ven a través de las pruebas tales como: la relevancia y pertinencia del currículo y de los contenidos que se enseñan en las aulas, la validez pedagógica de los métodos de enseñanza utilizados, la calidad profesional y humana de los educadores, las relaciones entre profesores y alumnos y entre alumnos, el clima de aula y el clima escolar en general, el interés y la satisfacción de los alumnos y de las familias.

presionar a los profesores a que sus alumnos obtengan buenas calificaciones en las pruebas, pues de ellas depende la evaluación del «desempeño docente», aumentos salariales, incentivos, premios y castigos, y hasta despidos. (En EE.UU. y en otros países muchos profesores dependen hoy de las notas de sus alumnos para sobrevivir y permanecer en el sistema).

activar la previsible «cultura del engaño», incluyendo filtración y compra-venta de pruebas, venta de cursos y materiales para prepararse y aprobarlas, evitar que se presenten a las pruebas los «malos alumnos», los «migrantes», los con «problemas de aprendizaje», etc. La selección de alumnos al momento de la prueba es un fenómeno que ha sido analizado y cuestionado desde hace mucho en Chile. Casos de engaño denunciados y ventilados públicamente se han dado por ejemplo en México (copia en la prueba nacional Enlace, venta del ‘Examen Universal’ – aplicado en julio 2012 – a través de Mercado Libre, en internet), Perú(pruebas aplicadas a los docentes), Brasil (ENEM: Exame Nacional do Ensino Médio), Estados Unidos (Atlanta, pruebas estandarizadas en escuelas) y en la comunidad autónoma de Cataluña en España (pruebas PISA).

obtener buenos resultados en las pruebas como objetivo, a fin de:

(i) quedar bien parado en el marco de parámetros competitivos según los cuales son evaluadas las instituciones escolares, e incluso juzgadas como aptas o con mérito para recibir diversos tipos de incentivos,

(ii) “ubicarse lo mejor posible” en los ránkings internacionales.

Mejorar los puntajes en la prueba PISA y el ránking del país en dichas pruebas ha pasado a ser la razón de ser y el objetivo principal de las reformas educativas en varios países (por ejemplo México de cara a PISA 2012), así como un logro esperable de metas de alcance regional (por ejemplo, las Metas 2021 promovidas por la OEI. «Meta 5: Mejorar la calidad de la educación. Indicador 13: Porcentaje de alumnos con niveles satisfactorios de logro en competencias básicas en las pruebas nacionales e internacionales. Nivel de logro: Disminuye en al menos un 20% el número de alumnos situados entre los dos niveles bajos de rendimiento en las pruebas LLECE 6.º grado, PISA, TIMMS o PIRLS en las que participan diferentes países. Aumentan en la misma proporción los alumnos en los dos niveles altos en dichas pruebas»).

Hay asimismo puntualizaciones importantes que hacer y que a menudo siguen sin hacerse:

evaluar la calidad de la educación es mucho más amplio que evaluar los rendimientos escolares.

rendimiento escolar no es lo mismo que aprendizaje; los aprendizajes que se dan en el sistema escolar van mucho más allá de la asimilación de determinadas asignaturas e incluso del currículo prescrito.

▸ las pruebas pueden medir solo una pequeña porción de lo aprendido/sabido, dejando afuera valores, aptitudes, actitudes y competencias claves que hacen al corazón mismo de la educación, la socialización y la convivencia en el medio escolar, y de las múltiples inteligencias (por ejemplo: pensamiento crítico, colaboración, iniciativa, esfuerzo, curiosidad, respeto, amabilidad, honestidad, humor, etc.).

▸ no cabe aplicar los mismos instrumentos de evaluación a países, zonas, grupos humanos, culturas, diferentes. A objetivos, condiciones, contextos, contenidos diversos, corresponden obviamente diferentes para qués, qués y cómos en términos de evaluación.

América Latina y los países de la OCDE

Es fundamental preguntarse acerca de la pertinencia y validez de aplicar las mismas pruebas – y posteriormente comparar sus resultados – (a) a toda la población escolar, muy heterogénea dentro de un mismo país o región, y (b) a países muy diferentes entre sí, como son los países de la OCDE – países ricos con necesidades básicas satisfechas por parte de la mayoría de la población (y que son los países que sistemáticamente obtienen los mejores resultados en las pruebas PISA) – y los países de América Latina, con una alta proporción de su población viviendo bajo la línea de pobreza. Como corroboran las mismas evaluaciones (LLECE, PISA), el contexto socio-económico – no sólo de cada escuela sino del país en su conjunto – tiene gran peso sobre las condiciones de enseñanza-aprendizaje y sobre los resultados escolares en los diversos niveles del sistema.

Las enormes diferencias – históricas, sociales, económicas, políticas culturales – entre los países del Norte y los países del Sur, dentro de la propia América Latina y en el interior de cada país, exigen enfoques, políticas y programas diferenciados. Esto se aplica también a la evaluación, la cual incide de manera directa sobre los currículos, las pedagogías, las expectativas, los perfiles y quehaceres docentes.

Antes que herramienta de rectificación de desigualdades, las pruebas y la evaluación en el medio escolar puede reforzar la discriminación hacia los sectores más pobres y vulnerables. En particular, los grupos y pueblos indígenas resultan los más perjudicados pues las pruebas se elaboran por lo general sin atención a sus especificidades lingüísticas y culturales. Esto ha sido oficialmente denunciado, por ejemplo, en el caso de México y su prueba nacional Enlace,ya cancelada por cierto.


La experiencia cubana y la experiencia finlandesa

Dos notas de cierre que llaman a la reflexión:

▸ Cuba es el país que ha obtenido los mejores resultados escolares en ambas pruebas LLECE aplicadas hasta hoy (1997 y 2005-2006), en ambos casos con una gran diferencia respecto de los demás países que han participado en estas pruebas en América Latina y el Caribe (cabe recordar que las pruebas LLECE incluyen tanto a escuelas públicas como privadas). Cuba, no obstante, está insatisfecha con su sistema educativo y reconoce la necesidad de cambios mayores en sus políticas educativa, cultural y social. Una muestra de que los resultados de las pruebas escolares son insuficientes para dar cuenta de la calidad educativa y que los ránkings formalmente establecidos e internacionalmente validados pueden tener escasa relevancia frente a las expectativas y a los parámetros que pueden fijarse internamente los propios países.

Finlandia, país que viene ocupando los primeros lugares en las pruebas PISA a nivel mundial, se distancia radicalmente de los preceptos que dominan la evaluación en la «reforma educativa global» en la actualidad;

– es crítica de las pruebas estandarizadas y de los ránkings;

– no aplica evaluaciones estandarizadas a sus alumnos antes de los 16 años;

– no divulga públicamente los resultados de las pruebas y no promueve la competencia entre instituciones escolares en base a dichos resultados;

– no aplica a sus profesores esquemas de «pago por desempeño» (entendiendo y valorando dicho desempeño en relación a los rendimientos escolares, según lo medido por pruebas).

* Texto revisado y actualizado, basado en la conferencia “Sociedad del conocimiento, políticas de evaluación y cambio educativo», conferencia de clausura del X Congreso de ADIDE-Federación, Zaragoza, España, 5-7 noviembre 2008.

  • Articulo tomado de: http://otra-educacion.blogspot.com/2010/12/repensando-el-entusiasmo-evaluador-y.html
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Child labor hinders children’s education

Fuente Global Partnership / 13 de junio de 2016

We know that poverty often pushes children to work, yet when children leave school early to enter the labor force they are more likely to end up in occupations that limit their chances of breaking out of poverty.

June 12 is the World Day Against Child Labor and while the number of children 5-17 who work has declined by 30% since 2000, there are still 168 million child laborers worldwide according to the International Labour Organization (ILO). More than half, 85 million, are in hazardous work.

In the 2015 report Child Labour and Education – Progress, challenges, and future directions the ILO analyzes the role of child labor in keeping children away from school, as well as the lack of accessible, affordable and good quality schooling as a factor for children to enter the workforce.

The findings outlined in the report include:

  • Child labor lowers net primary enrollment ratios.
  • There is a strong negative effect of child labor on school attendance. In some countries, school attendance rates of working children are only about half of those of non-working children.
  • There is a significant negative correlation between levels of economic activity of children aged 7-14 years and youth literacy rates in the 15-24 age bracket.
  • Rural working children tend to be among the most disadvantaged.
  • Boys and girls often do different jobs. Girls are usually overrepresented in non-economic activities such as work in their “own household“. They also often bear the double burden of work outside and inside the house, often with little time left for schooling.
  • For children who manage to combine work and education, performance at school often suffers.

We know that poverty often pushes children to work, yet when children leave school early to enter the labor force they are more likely to end up in occupations that limit their chances of breaking out of poverty.

The achievement of the Sustainable Development Goal for Education rests on children being free to go to school rather than working to support their families, while ensuring decent work (SDG 8) and eliminating all child labor will be impossible without quality education for all children. Therefore, it is essential that we continue to work on exploring and addressing the links between education and child labor.

 

Link original: http://www.globalpartnership.org/blog/child-labor-hinders-childrens-education

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This is why torture doesn’t work

Fuente: Foro Económico Mundial / 13 de Junio de 2016

Nota de OVE: ¡¡¡¡¡INSÓLITO Y ESCALOFRIANTE!!!!!:

 

Interrogation is far too important to be left to amateurs. Obtaining actionable and reliable intelligence can be crucial to activities ranging from everyday law enforcement to preventing acts of terror. That’s why interrogation techniques should be based on brain and behavioral sciences, not on the fevered imaginings of Hollywood producers that are believed by politicians, supported by lawyers, and carried out by amateur torturers.

Views of torture around the world

Image: Amnesty International

Torture has been with us for all of human history – even if it has not always been called by that name. Democracies, for example, tend to use torture secretly and prefer techniques that target core psychological, neural, and physiological functions. These methods – near-drowning, suffocation, shackling, or stress positions to inflict physical pain, as well as sensory assaults such as freezing temperatures, loud noises, or bright lights – often leave no physical evidence. But they – together with psychological methods, including enforced nakedness, social isolation, threats using guns, drills, or attack dogs, and fabricated assaults on a victim’s loved ones – can be devastating.

As abhorrent as these methods may be, they seldom lack defenders, who argue that they are needed to obtain information that can save lives. Extreme stress, they argue, causes the subjects to reveal what they know.

But there is no evidence that this is true. In fact, torture undermines the very goals it is supposed to achieve. Confessions elicited through torture can be voluminous, but they are just as often nonsensical. Consider, for example, how many women confessed under torture that they were witches, or how the mere threat of torture induced Galileo Galilei to deny the proposition that the earth travels around the sun. Experienced interrogators uniformly repudiate torture, knowing that it does not yield usable, verifiable, or actionable intelligence.

Indeed, numerous studies of military personnel, certain patient groups, and normal volunteers demonstrate that chronic and severe stressors compromise psychological functioning, causing tissue loss in brain regions supporting memory (the hippocampal formation), and decreased activity in brain regions supporting intention, planning, and regulating complex behavior (the frontal lobes). Extreme stressors also cause increased activity in brain regions associated with processing fear and threat-related information (which can trigger post-traumatic stress disorder).

Soldiers enduring sleep deprivation as part of their training show large decrements in psychomotor and general cognitive function, as well as profound memory deficits. Sleep deprivation also profoundly and negatively affects mood, further compromising cognitive function. Extended periods of sleep deprivation can cause polysensory hallucinations, psychotic-like episodes, and other neuropsychiatric phenomena. There is no evidence whatsoever that sleep deprivation in any way enhances access to memories stored in the brain.

Studies conducted with patients in chronic pain or with volunteers on whom pain is inflicted demonstrate that physical suffering impairs cognition, memory, and mood. Suffocation or near-drowning are similarly problematic techniques. Oxygen restriction reliably draws activity away from brain regions concerned with higher cognitive function and memory toward brainstem regions concerned with reflexive responses supporting immediate survival. This militates against truthful recall and favors confabulation.

Humans are bad at detecting lies – often doing little better than they would if they had flipped a coin. And they are markedly worse at lie detection when under heightened emotional strain. There is no evidence that torturers are better at lie detection than anyone else; on the contrary, there is plenty of evidence that torturers or their superiors routinely disbelieve their subjects’ testimony.

To make matters worse, torture is traumatic not just for the victim, but also for the perpetrator. Politicians who support torture never have to waterboard, starve, or physically abuse prisoners personally. But somebody has to carry out their policies, and those who do are terribly affected by it, for reasons that are deeply rooted in our brain circuitry. Humans have a specialized brain network (the “pain matrix”) that automatically and reflexively responds to distress, pain, and despair in another.

Engaging in physical and emotional assaults upon the defenseless in order to elicit worthless confessions and dubious intelligence is degrading, humiliating, and traumatizing. And when these acts are carried out at the request of a democracy, those who implement them have no secret society of fellow torturers to turn to for social support or comfort. Even if the welfare of the victims is ignored, torture is not cost-free; it damages the perpetrators, corrodes democratic institutions, and corrupts the rule of law.

Fortunately, the realization that brain and behavioral sciences should be at the core of interrogation practice and intelligence work is gaining ground. In the United States, for example, recent legislation should help to ensure that the best evidence-based practices will form the basis of non-coercive interrogation. Lives can indeed by saved when reliable and truthful information is obtained quickly. And that is exactly why torture in all its forms should be rejected.

Enlace original: https://www.weforum.org/agenda/2016/05/this-is-why-torture-doesnt-work/?utm_content=buffer4616d&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

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El mercadeo de la música de la marginalidad

Por: Allan Bolívar

Escasos son los ámbitos de la vida de los humanos contemporáneos que no se encuentran expuestos a la mercantilización. Su fuerza de trabajo, sus cuerpos, ideas, potencialidades, arte, su cultura, se encuentran en venta al mejor postor. Nuevamente es la cotización en el mercado la que determina en el caso de la música, cómo se hace, cómo se viste, cómo suena y que debe decir o callar. Es el caso de la Champeta (1) criolla, música de la marginalidad, transformada para ser mejor vendida en un mercado en expansión.

Los «champetuos urbanos»

Brilla el sol y clima de enero ya no es el de Bogotá, la ciudad ha dejado atrás el frío pero también las fiestas decembrinas. Sus pobladores regresan al trabajo formal, al informal, al rebusque, a la brega por un peso para completar el diario, pero, así y todo, continúa sonando en las discotecas y principales emisoras el retumbar de un género musical encubado en el Caribe colombiano y que por segunda oportunidad se expande a pasos agigantados por el país y Latinoamérica.

Estamos ante la Champeta criolla, hija de las barriadas populares de ciudades como Barranquilla y Cartagena, donde este género musical en sus inicios y primeras fases se desarrolló entorno a las notas de la vida, expresando el pensamiento y los sentimientos de millones de ciudadanos en condición de exclusión y marginación; entonación perdida pues en las décadas que sobrevendrían sería tomada por el espíritu mercantil de difusores y promotores que limpiarían al género de toda capacidad de comunicar rebeldía.

Poco a poco, con el poder del mercado, la originaria champeta fue maquillada con los rubores de los nuevos ritmos afro caribes, dotada de una mayor calidad sonora (mejores estudios, mejor trabajo de producción), depurada de toda facultad de expresar cualquier tipo de contradicción y rebautizada con el nombre de Champeta urbana, como si nunca hubiera sido urbana en su gestación.

Maquillaje, comercialización que también también embalsamó a sus expositores más conocidos, entre ellos Mr. Black, El Twister y Kevin Flórez, quienes lucen atuendos muy particulares en los videos que pueden verse sintonizando los principales canales musicales del país. Cantantes, actores, vestidos fundamentalmente de suéteres, gorras, joyas (argollas, anillos, gruesas cadenas, finos relojes), chaquetas que les otorgan un estilo bastante parecido al de los contantes de reggaeton. Tampoco están ausentes los carros y las mujeres de «alta gama» que bailan al compás de sus canciones. Todo esto en nada es parecido a la forma en que lucía o realizaba sus videos Jhon Jairo Sayas, conocido como «El Sayayim», sepultado entre champetas y llantos el 18 de julio del 2012.

Muere el Saya, muere mucho de lo marginal

Era un medio día caluroso y brillante en Cartagena. El cortejo fúnebre se desplazaba poco antes de la dos de tarde por la avenida Pedro de Heredia, rumbo al Cementerio Central Jardines de Paz. Estaba hecho de personas que caminaban, autos, decenas de mototaxistas que unas veces lloraban, otras reían y siempre entonaban las canciones del ídolo que, aunque muerto, cantaba con su voz amplificada por potentes equipos de sonidos que retumban desde automóviles y camionetas. https://www.youtube.com/watch?v=irDyLgXAC_Q

Éste joven cartagenero, habitante del sector «El Taconazo» del barrio Olaya Herrera, fue quien vistió de gala al género musical de las barriadas populares de la ciudad, llevándolo a muchas de las emisoras del interior y de países como Venezuela y Panamá. La Champeta en su modalidad criolla, es decir, nacional, cantada en «cartagenero», con baile propio y «manera de ser», surge de la mano de la generación de cantantes que lideraba «El Saya» también integrada por otros solistas cómo «El Jonky», «El Afínaito», el antiguo «Mister Black» y «Álvaro el Barbaro».

Esta camada de jóvenes intérpretes fue la encargada de moldear la identidad del género en su dimensión urbana: fueron los que establecieron la simbiosis solista – picó (2), los primeros en obtener contratos con las grandes disqueras, los primeros en anotar «hits» de relevancia en las emisoras de ciudades como Bogotá y Medellín. Sería bastante injusto no reconocer el aporte de los padres fundadores de la Champeta entre los que se encuentran Justo Váldez, Viviano Torres y Charles King, así como la influencia preponderante en el surgimiento del género del Palenque de San Basilio que para estos efectos funcionó cómo un enclave de África, de donde se toma la matriz musical en que enmarca el golpe criollo del picó.

Pero si nos remitimos a la Champeta criolla, a la de la barriada, a la que se vacila con las camisas multicolores y zapatos Nike o Adidas en el picó al que se va con las «leas», en el que se salta al ritmo de la música y se toma solo la mitad de la cerveza (la otra mitad para esparcirla en el aire) y en el que eventualmente se forma una que otra «chambrana», debemos necesariamente remitirnos a estos jóvenes que algunos años antes del inicio del siglo XXI –cantando lo que en mi opinión es la música de los más excluidos, de los sin voz, de los que no poseen el atuendo o la «cultura» para ser escuchados–, lograron precisamente hacerlo con docenas de decibeles y por todos los rincones de esta nuestra querida y excluyente Colombia.

Antes de estos jóvenes se imponía el ritmo de champetas provenientes de países como Zaire, Nigeria y Burkina Faso, traídos en la década de los sesenta y setentas por marinos cartageneros que visitaron las costas del África o intercambiaban con marineros de dicho continente. Muchos de estos Long play’s aún reposan en los escaparates de los coleccionistas de ciudades cómo Barranquilla y Cartagena que conservan en estos vinilos ritmos africanos cómo ju ju, Soukus y Soweto. Algunas de las champetas africanas que hacen parte del repertorio que llegó, hizo historia y se diseminó en diásporas de influencias para el género urbano, como: «La muha» http://www.youtube.com/watch?v=AXhVO0itSjs , «El satanas» http://www.youtube.com/watch?v=6mdVZcJBNAM , «El aquien» http://www.youtube.com/watch?v=7AAKPbjatGw , nombres criollos que fueron dados a champetas africanas cuyas letras no se alcanzaban a comprender, casi una metáfora lingüística del proceso de criollización que sobrevendría a estos primeros intentos por digerir el precipitado musical de espíritus de hombres de una misma constitución separados desde épocas inmemorables por la esclavitud y las cadenas del imperio ultramarino español.

En lo que considero una primera fase de criollización se recuerda cariñosamente al cantante Elio Boom quien con su famosa canción «La turbina» http://www.youtube.com/watch?v=XpYYCd5hd-s  abre el camino a principios de los noventa para que se empiece a cantar imitando a los africanos; luego vendrían las canciones en español cómo «Carlitos» http://www.youtube.com/watch?v=X8u0zdGzyU,  «Los caballeros del zodiaco»https://www.youtube.com/watch?v=u9j02d0_Vg0  y «El pato donald» http://www.youtube.com/watch?v=ZDJnAmVQiBY.  Es la camada de champetudos que lideraba el desaparecido Saya, la misma que se encarga de revestir a la champeta en paños menores de mayor musicalidad, contenido social y sentimental a sus letras, contando situaciones, cantando al desamor o a la traición. Son muy recordadas canciones cómo «los trapitos al agua» https://www.youtube.com/watch?v=ZWzIUEVLVA0 , «Cipriano» https://www.youtube.com/watch?v=IgeW3S2UG_w , «la suegra voladora» http://www.youtube.com/watch?v=Hso9BY-Xj1I , «Paola»http://www.youtube.com/watch?v=-DM6Y66-B9c , «La Fiscalía» https://www.youtube.com/watch?v=9dlS5K70RdU , «Braulio el templao»  https://www.youtube.com/watch?v=3oTIH_3tc3U , «Tras las rejas»https://www.youtube.com/watch?v=oHIEjx_D834.

Emerge la «Champeta urbana»

Desde entonces la champeta no sería igual, ya que en adelante estaría dotada de público y hablaría con elocuencia y muchos decibeles retando con sus movimientos sensuales y bailes «amazizados» las jerarquías impuestas por las élites, acudiendo a la sensualidad y al erotismo como armas de resistencia en contra del conservadurismo hipócrita que dictaba la supresión de este tipo de expresiones, mientras en las barriadas palpitaba el corazón al ritmo del picó y los candentes movimientos traducían el frenesí de una hipersexualidad marginalizada, condenada al oprobio. Pero resistió, la champeta resistió, aunque después de un periodo de inmersión y de pérdida de auge en el panorama musical nacional, retomaría su importancia y empezaría nuevamente a escucharse en el interior del país (hacía el 2012) pero esta vez con cambios que alterarían la naturaleza de expresión, su objeto social y su constitución como expresión popular cultural de las barriadas del Caribe.

La Champeta criolla como género musical, y como estilo de vida, se consolidó en un primer momento como una expresión que integraba elementos de resistencia social y cultural capaces de trascender lo musical: compilaba un lenguaje popular, una lectura de la sociedad desde «los de abajo», un lenguaje oral característico, tipos de actuaciones, formas de gestionar relaciones sociales y conflictos, roles de género, ideas sobre la sexualidad, el progreso, la familia. Se encontraba asociada con expresiones de resistencia social de los marginados que con su música subvertían el ordenamiento jerárquico cultural permeando «de lo bajo», «de lo inferior», «de lo champe» a todos los estratos, mientras construía un lenguaje, un territorio y una identidad que hacía de su meca el picó.

¿Tiempo pasado? Ahora un nuevo estado de cosas parece estar configurándose a partir de un movimiento de mercantilización del género que está haciendo de los antiguos picós sofisticados sistemas de sonido cuyos toques, por el precio de la taquilla, están dejando cada vez más pela’os por fuera de los escenarios. Está alterando la manera en que originalmente se relacionaba el solista con el picó, y la relación de ambos con medios de difusión, catapultando a los cantantes por fuera de la matriz de difusión constitutiva, por fuera de los barrios, de la ciudad, del país, haciendo poderosos a antiguos difusores locales como «El Chawala» [http://www.eluniversal.com.co/suplementos/facetas/chawala-la-mente-detras-del-rey-de-rocha-182920]. Comienzan a aparecer en los vídeos las joyas, los autos de alta gama, las mujeres «fetiche», los lugares del primer mundo, el derroche, el consumo y la futilidad de letras sociológicamente insípidas, popularmente insignificantes.

Los empresarios de la música se están tomando por asalto el género ante la mirada impávida de muchos que en la década de los noventas crecimos junto a ella, viéndola tomar forma y arraigo en las ciudades del Caribe. Creo que han venido a buscar la potencia creadora que encuentran en los estratos bajos pues carecen (al ser esencialmente imitadores) de mucha creatividad. Se han topado con manifestaciones culturales, sobre las que antes habían escupido o explotado parcialmente, transformándolas en híbridos susceptibles de ser vendidos sosteniblemente en el mercado a estratos medios y altos que adoptan los nuevos artefactos culturales como exóticos pero «bien», popularmente chic’s, algo que no los mancha si lo consumen pues ya han sido depurados de toda su carga de contradicciones, cuestionamientos, neutralizados como alternativas insurgentes de identidad.

Surge un nuevo tipo de Champeta que está dejando atrás el mercado de Bazurto como epicentro de su difusión, se anuncia con los carteles multicolores de «El Runner» pero este ya no es su principal mecanismo de difusión, aunque se baile y se escuche se presenta poco conectada con el barrio, construye una sintaxis cultural que poco o nade tiene que ver con él, pero que está configurando un discurso basado en símbolos de progreso material, de consumo, susceptibles de hacer una nueva interconexión. Ésta variación de la champeta, que en adelante caminará con el mercado, tiene vocación de hegemonía, pues pretende apropiarse del nombre disolviendo en sí misma el resto de las expresiones de las barriadas que siguen bastante próximas a las originarias y son el testimonio viviente de que aún no está todo perdido.

Aunque ya la champeta de Kevin Flórez, Mr. Black, el Twister, entre otros, la conciben, piensan, hacen, difunden y venden en espacios que poco o nada tienen que ver con su constitución y rol original (escuchar/ver audio de la Orejera Espeluca https://www.youtube.com/watch?v=gWrndIgmJ6E  y vídeo del la nueva versión del Twisterhttps://www.youtube.com/watch?v=ammLFf6fPQc),  este tipo de champeta lleva traslapada consigo prácticas y expresiones populares que la nutren de creatividad. Son formas de hacer y de vivir la champeta, de construir picós caseros, de amenizar verbenas callejeras, de improvisación en el baile y en el canto que pueden verse en barrios del Caribe como La Chinita (Barranquilla), Pescaito (Santa Marta) y Olaya (Cartagena). Prácticas resilentes a la comercialización, al alcance de la creatividad de poblaciones que carecen de dinero, pero nunca de recursos creativos para construir identidades que siguen siendo para muchos «boletas», «orilleras», marginales, para otros, minas de oro por depurar, para luego negociar en el mercado de la música e instituir como la «Champeta urbana» efectiva, original.

Paz en la tumba del Sayayim. Ojalá las nuevas generaciones no olviden su legado.

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Conoce las diferencias entre gerenciar y gestionar las Redes Sociales

Fuente: El Universal / 13 de junio de 2016

Las funciones del Social Media Manager y del Community Manager suelen confudirse, pero al compararlas queda claro que el primero está directamente relacionado a la toma de decisiones y a la selección de contenidos; mientras que el segundo distribuye y ejecuta.

El SM Manager se encarga de la toma de decisiones y de la selección de contenidos en las #RRSS

El #CommunityManager gestiona y ejecuta las #RRSS

Actualmente las redes sociales cumplen una función elemental en la sociedad. Son estructuras construidas por personas que buscan comunicarse con sus seguidores e intercambiar información bien sea educativa, informativa o personal. En el ámbito empresarial existen hoy en día dos sistemas que lideran esta categoría pues han alcanzado un éxito notable dentro de la comunidad digital: el Social Media Manager y el Community Manager.

El Social Media Manager es una figura empresarial que se creó para la planificación estratégica de los medios sociales y el establecimiento de las distintas actividades que se deben cumplir para llevar a cabo las metas trazadas. La mayoría de las empresas generalmente confunden la función de esta figura con la del Community Manager, por eso es importante aclarar que el este último es el que ejecuta lo que el SM Manager proyecta, es el representante de la marca; quien realiza las operaciones y se acerca a la comunidad.

Al comparar ambas funciones queda claro que el SM Manager se encarga de la toma de decisiones y de la selección de contenidos; mientras que el Community Manager gestiona y ejecuta.

Como bien se ha dicho, ambos profesionales enmarcan grandes diferencias aunque de forma conjunta trabajen con las redes sociales; por eso se presenta a continuación la siguiente imagen donde se establecen 8 diferencias relevantes entre ambas:

Según el CEO de Hootsuite Ryan Holmes, el lugar que ubica el Social Media Manager ha evolucionado y sin duda se ha transformado en el punto de partida o en la posición esencial para llevar a cabo una estrategia de marketing. Pero sin menospreciar la labor del SM Manager, según otro estudio transmitido por Hootsuite “Un community manager es, un constructor de relaciones. Es la persona que cuidará a los seguidores de tus redes, es quien hace que la marca sea algo original y personal”.

¿Entonces anhelas convertirte en community manager y trabajar para atraer seguidores e informar? Conoce algunas de las habilidades que necesitas:

  • Entrenarte para conocer las redes sociales y sus funcionamientos
  • Formar estrategias para usar las redes sociales.
  • Manejar formas para educar a clientes y colegas en medios digitales.
  • Conocer cómo se debe construir y mantener las redes sociales.

Enlace original: http://www.eluniversal.com/noticias/doblevia/conoce-las-diferencias-entre-gerenciar-gestionar-las-redes-sociales_314126

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