Page 1250 of 2493
1 1.248 1.249 1.250 1.251 1.252 2.493

Educación: los síes y los noes

España / 22 de julio de 2018 / Autor: Jordi Martí / Fuente: XarxaTIC

La opinología, mezclada con debates más o menos profundos, acerca de temas educativos está a la orden del día. Todo es cuestionable y debatible. No hay, quizás, ninguna idea que pueda denominarse válida y quizás, lo que haya sea muchos síes o noes condicionales. Defender un modelo educativo, una praxis metodológica, la existencia de certificaciones de organizaciones empresariales o, simplemente, jugar a intentar caer bien a unos o a otros, lleva implícita la necesidad imperiosa de quitar la perspectiva de todo y expresarse en afirmaciones absolutas nada magnánimas. Bueno, ya si eso hablamos de esos posicionamientos en horizontal o en vertical según se tercien o, simplemente, de aquella ceguera absoluta por la persona, organización o siglas que proponen A, B o C. Aquí tenéis algunos síes y noes en clave personal acerca de algo que, después de veinte años de profesión, sigo pensando con todas las evoluciones profesionales posibles y que, seguramente, al cabo de un tiempo va a tocar matizar.

SÍ, saber de pedagogía es imprescindible para los docentes. No se trata de aplicar o rendirse acríticamente a un determinado autor pero sí que, como mínimo, uno que está en el aula debería saber algo de teorías de aprendizaje, constructo de conocimiento o, simplemente, saber qué pedagogías han funcionado y bajo qué contexto y cuales, por desgracia, han sido un auténtico fracaso. NO, hacer un revival de pedagogías que han fracasado bajo el supuesto de que ahora somos más listos que antaño y no vamos a cometer los errores que se cometieron no es algo recomendable. Un detalle… saber de pedagogía NO sustituye el tener un conocimiento amplio de la materia que va a impartirse.

SÍ a la necesidad de competencia digital básica para los docentes. Más allá del conocimiento de las miles de herramientas que surgen cada año o conseguir, por decisión personal, determinadas insignias otorgadas por Google, Apple o cualquier otra empresa del mercado, lo interesante es saber gestionar lo que se necesite en cada momento. NO por tener dos años de vida una herramienta deja de tener su valor para ser usada en el aula.

SÍ que debe quedar claro que aprender exige un trabajo por parte del alumno y del docente para adaptarse al mismo. NO es lógico creer en aprendizajes maravillosos motu proprio por parte de los alumnos o, que existan parámetros motivacionales fantásticos. Lamentablemente, aunque a todos nos gustaría que la motivación de nuestros alumnos fuera infinita y que nosotros fuéramos grandes animadores del cotarro, la realidad es mucho más compleja. Y, seamos sinceros, siempre va a ser más atractivo algo que se hace por placer fuera de los centros educativos que una retahíla de aprendizajes (dígase contenidos o habilidades, según intereses docentes) que se imparten. Por cierto, ese esfuerzo se exige a todos los ámbitos de la vida porque, al final, no hay ningún aprendizaje que no genere un esfuerzo o que, una vez adquirido, no lleve asociado el aburrimiento pasado un tiempo de haberlo conseguido.

SÍ, el sentido común acaba siendo la clave en educación. NO, las luces de colores y el espectáculo no aportan nada a nuestros alumnos más allá del reconocimiento mediático, en ocasiones, a su docente. NO a la cultura del espectáculo educativo y SÍ al trabajo diario, muy poco valorado en ocasiones, que se hace en la mayoría de aulas de nuestro país.

NO, los espacios son menos importantes, por mucho que se diga, que la cantidad de alumnos por docente. Además, SÍ que debe quedar claro que cualquier estrategia que se base en exclusiva en cuestiones de infraestructura, gestión de tecnología o una única metodología implantada por obligación en un centro educativo, lleva a una falsa sensación de euforia que, lamentablemente, acaba reduciendo el objetivo final de la docencia a algo que no tiene demasiado sentido.

SÍ, a veces es impepinable la repetición de tareas para conseguir determinados objetivos educativos. NO, no todos nuestros alumnos necesitan la misma cantidad de tareas repetitivas para aprender lectoescritura u operaciones matemáticas básicas. Eso es algo que se denomina individualidad y necesaria personalización del aprendizaje.

NO, la clase magistral bien realizada, el libro de texto como material puntual de apoyo (como puede ser el uso de recursos multimedia) o, simplemente, el vídeo como reforzador de aprendizajes jamás deberían ser cuestionados. Otra cuestión es creer que lo anterior solucionará los problemas de nuestros chavales si se aplica de forma estandarizada. Por cierto, NO hay nada peor que estandarizar metodologías para obviar la clave de todo el asunto. Y la clave es que nuestros alumnos aprendan en función de sus posibilidades.

NO, el sistema educativo no debe estar sujeto a lo que demandan los padres y SÍ a las necesidades de nuestros alumnos. Confundir la libertad de elección de metodologías o centros educativos por el supuesto bien de los hijos no es algo relevante. Lo relevante es conseguir que la educación siga siendo ascensor social y permita que todos nuestros alumnos, sea cual sea la circunstancia de partida, lleguen (o puedan llegar) a vivir mejor que sus padres, salgan mejor preparados (no me refiero solo académicamente) y generen una sociedad cada vez más justa.

SÍ al debate ideológico acerca del modelo educativo. NO a la perversión de ese debate para que esté orientado en función de siglas, sentidos del voto o, simplemente, creencias absolutas acerca de algo porque lo dicen unos u otros. NO a la visión acrítica de la educación ni al inmovilismo acerca del tema.

NO a la compra de modas educativas sin ningún tipo de evidencia. SÍ a la necesidad de cambiar lo que sabemos que no funciona porque, al final, un 30% de fracaso escolar en nuestro país es un auténtico escándalo. Muy relacionado con lo anterior SÍ a la posibilidad de dotar de autonomía a los centros educativos, siempre y cuando la misma mantenga la democracia entre todos los actores participantes y jamás vaya en contra de criterios de transparencia. NO, la autonomía de centro debe permitir que puedan existir docentes con ideología educativa diversa y que puedan aplicar prácticas diferentes en sus aulas. Imponer una práctica metodológica por decreto NO es autonomía de centro.

SÍ al establecimiento de políticas educativas consensuadas. SÍ a la necesidad de reformular determinados procesos de formación y selección del profesorado. NO a la imposición o mediatización de intereses muy poco educativos en las páginas de economía de los medios. SÍ a tener en cuenta a lo verdaderamente importante de todo el tinglado: a los alumnos y, de paso, a la sociedad en su conjunto.

Hay muchos síes y noes en educación, ¿seguro que SÍ os animáis a dejar alguno de ellos en forma de comentario? O quizás NO

Fuente del Artículo:

http://www.xarxatic.com/educacion-los-sies-y-los-noes/

ove/mahv

Comparte este contenido:

Educación chilena: la fría espada de las cifras

Chile / 22 de julio de 2018 / Autor: Francisco Ocaranza Bosio / Fuente: UBO

Nadie puede dudar que los últimos años han sido interesantes (y dolorosos) para la educación.

A partir del movimiento estudiantil de 2006, el de los pingüinos, y luego con una frecuencia casi anual, el alumnado nacional, y a veces también los profesores, han manifestado a través de diversos canales y estrategias, su malestar (casi una náusea sartreana), por las condiciones del sistema en relación a aspectos como calidad, financiamiento, inclusión y otros.

Al mismo tiempo, la academia se ha hecho eco de esta situación, proliferando la publicación de libros y artículos relativos al tema, además de la organización de seminarios y jornadas reflexivas. La prensa también hace lo suyo mediante columnas, en especial de fin de semana.

¿Qué hay tras todo esto? Pues es muy probable que una situación de desigualdad que supera por mucho la mera coyuntura, sino que se enraíza profundamente con la historia de nuestro país.

En 2014, de acuerdo al Ministerio de Educación (MINEDUC), Chile contaba con cinco millones de estudiantes. El 76% repartido entre el nivel de parvularia, básica y media, y el 24% restante en el superior. De los 762 mil en edad preescolar, el 32% acude a instituciones de la JUNJI o Integra, mientras que el 68% restante a establecimientos escolares.

A nivel básico hay alrededor de dos millones de alumnos, de los cuales un 53% asiste a instituciones particulares subvencionadas, 40% a municipales, y 7% a particulares pagadas. En el nivel medio, el 51% a particulares subvencionados, el 37% a municipales, el 8% a particulares pagados, y el 5% a corporaciones de administración delegada.

Respecto de la educación superior, el 27.4% de los estudiantes asisten a instituciones del CRUCH, el 31% a universidades privadas fuera del CRUCH, el 29.4% a institutos profesionales, y el 12.2% a centros de formación técnica.

En materia de recursos económicos destinados a cada estudiante, Chile destina la mitad que el promedio OCDE (US$ 5.092 versus 10.000), 6.500 en el nivel parvulario (18% del PIB per cápita), 4.074 en el escolar (19%), y 7.600 (35%) en el superior.

Las cifras relativas al PIB per cápita también se encuentran bajo el promedio OCDE, donde se alcanza un 22%, 25% y 41% respectivamente. Sin perjuicio de esto, cabe destacar que existe un incremento del 12% en el gasto destinado a la educación escolar, entre 2008 y 2013, y de un 5% en educación superior en el mismo período de tiempo.

Asociado a todo esto debe tenerse en cuenta la fuente de financiamiento de la educación, que en Chile cuenta con una importante proporción procedente de la billetera del particular. Así, el gasto privado en la educación escolar asciende al 21% (solo 9% promedio OCDE), y 62% la universitaria (30% OCDE), lo que tiende a compensar lo expuesto en el párrafo anterior.

El sistema de educación, vigente desde la década del 80, y ligeramente modificado en 1994 a través de la instalación del sistema particular subvencionado para el nivel básico y medio, trae como una de sus consecuencias más marcadas, un altísimo nivel de segregación, favoreciendo una inevitable reproducción de la estratificación social.

A este respecto es ilustrativo tomar en cuenta los resultados obtenidos en la prueba PISA de 2012, donde Chile ocupa el penúltimo lugar de la OCDE en competencia lectora mínima (68% frente al 80%). La diferencia en el rendimiento entre el primer y el quinto quintil es de más de 35 puntos porcentuales, mientras que el promedio OCDE es de 20.

En materia de distribución de recursos en la escuela, o disponibilidad de los mismos en relación a la condición socioeconómica, Chile presenta un ratio de concentración superior a 30%, existiendo quince países OCDE con rangos que van del 0% al 10%, y otros cinco con índice negativo, debido a sus políticas de igualdad de oportunidades a partir de las cuales las familias de menores ingresos reciben mayores recursos con un fin de igualación.

Finalmente cabe considerar la segregación social existente entre escuelas, de acuerdo al índice de Duncan (0 es integración total y 1 segregación absoluta), donde Chile ocupa la última posición del listado.

Pareciera que ante esta realidad es inevitable experimentar el frío y lacerante filo de una espada que nos hiere permanentemente, sin perjuicio de algunas notables excepciones que uno podría considerar.

Fuente del Artículo:

http://www.ubo.cl/educacion-chilena-la-fria-espada-las-cifras/

ove/mahv

Comparte este contenido:

Neurociencia y aprendizaje

Autor: josé de Jesús Reveles

Hoy en día el estudio de la conducta y de los hábitos del ser humano, así como del funcionamiento completo de nuestro cerebro, ha permitido encontrar algunas respuestas y ha colaborado con una mejor implementación en el campo educativo. Los grandes avances de la neurociencia han consentido develar los mecanismos cerebrales que hacen posible el aprender, el recordar y el grabar la información de manera permanente en el cerebro.

Las neurociencias dentro de la educación permiten entender, y conocer de que manera el aprendizaje se hace más efectivo. Es bien sabido que el aprender es un proceso innato del ser humano y siempre estamos en constante aprendizaje.

Hoy por ejemplo Judy Willis, neurocientífica e investigadora de la relación entre educación y neurociencia, en el proceso de aprendizaje, argumenta que es necesario valorar el estado de ánimo del alumno, es decir, la predisposición que éste tenga hacia la captación de una información novedosa.

Estamos en el entendido, que, si el alumno está emocionalmente positivo, la información recibida será aprendida con mayor facilidad, de lo contrario, las horas frente al profesor poco o nada habrán valido la pena.

Por eso, a juicio de quien les escribe, resulta fundamental e importante la metodología dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje, ya que depende en gran parte de la manera cómo el estudiante se predisponga para aprender.

Entendemos entonces, en éste primer momento, que como lo arguye Willis, son las emociones las que conducen la memoria, esto significa que, si las emociones son placenteras, el rechazo a información novedosa será menor, y, por ende, el aprendizaje más efectivo.

Otro aspecto que no se debe dejar de lado es que, para la neurociencia, al cerebro agiliza el aprendizaje cuando se incorpora mediante esquemas, mapas, gráficos y cualquier otra herramienta que permita la formalidad y el orden. Dicha información se maximiza cuando ésta se relaciona con aprendizajes previos, es decir, vivencias personales que los alumnos tienen y que permiten entender mejor lo aprendido.

Ahora bien, para mejorar la calidad de la educación, el sistema educativo mexicano necesita adoptar propuestas innovadoras. Es allí donde surge como posibilidad inmediata la Neuroeducación como una de las propuestas a ser tomada en cuenta.

Por tal razón, es de vital importancia que, en las aulas de los diferentes niveles educativos en nuestro país, se implementen nuevos componentes que abran camino a un modelo de práctica pedagógica, que considere la armonía entre el cerebro, el aprendizaje y el desarrollo humano.

Fuente: https://www.elsoldezacatecas.com.mx/analisis/neurociencia-y-aprendizaje-1848418.html

Comparte este contenido:

Investigación y derechos humanos en la época de la pragmatización de las ciencias sociales

Autor: Alberto Quiñónez

Introducción

La situación actual de los derechos humanos alrededor del mundo ha llevado al reconocimiento, por parte de distintas comunidades científicas y de diversos movimientos sociales, de que la investigación social sobre los derechos es un escaño fundamental en el proceso de su garantía1. Esto se ha traducido en la constitución de agendas de investigación sobre los derechos humanos desde las más variadas posturas de aproximación teórico-práctica, abriendo muchas posibilidades para el diálogo interdisciplinar e intercultural.

Sin embargo, una situación paralela ha venido desarrollándose en el ámbito científico y académico: la pragmatización creciente de las ciencias sociales, que hace referencia a la subsunción del pensamiento social ya sea, por un lado, ante las necesidades de los mercados o ante los requerimientos técnicos de la administración pública y de las organizaciones de la sociedad civil, por otro lado. Aunque es claro que las intenciones de estos actores son distintas, no lo ha sido en muchos casos el proceso de subsunción pragmática de las ciencias por ellos operado ni los resultados en la esfera política.

La investigación en derechos humanos también ha sido presa de esa pragmatización del conocimiento científico-social, supeditando la investigación a los intereses políticos y reduciéndola al campo del monitoreo y la evaluación de las políticas públicas, o a la discusión meramente coyuntural de temáticas propias de los derechos humanos, discusión que a pesar de la virulencia con que a veces se manifiesta carece de una agenda realmente comprometida con el desarrollo de la teoría y de la práctica (epistemológica y política) correspondientes a esos temas, mucho menos desde una visión crítica.

El presente ensayo se estructura en 3 apartados sustantivos, el primero de los cuales aborda la importancia de la investigación para la garantía de los derechos humanos. El segundo apartado trata el tema de la pragmatización de las ciencias en el momento actual y de cómo ésta se manifiesta en el campo de los derechos humanos. El tercer apartado desarrolla brevemente uno de las principales consecuencias de la problemática tratada. Finalmente, se cierra con las principales conclusiones que pueden extraerse del tema tratado.

Investigación y derechos humanos

En las últimas décadas se ha vuelto notoria la necesidad de que las luchas sociales y los compromisos estatales en materia de derechos humanos deben ser acompañados por sendos procesos de investigación que den cuenta de la realidad social, a nivel macro y micro, en la que efectivamente los seres humanos se ven enfrentados a un mundo de relaciones políticas, económicas y culturales que no siempre les son beneficiosas y que, en muchos casos, se sostienen sobre la deshumanización de los individuos o las comunidades humanas2.

Si por un lado, la investigación ha permitido fundamentar mejor las demandas que son realizadas a los Estados, gobiernos o instituciones públicas, sirviendo así como herramienta del enfoque dominante de los derechos humanos; también resulta cierto que es gracias a la investigación misma que se han abierto fuertes críticas a tal enfoque dominante, aun cuando dichas críticas no se hayan generalizado y tengan un camino largo aún por recorrer en materia de fundamentación.

En efecto, ha sido gracias a la investigación que ha podido tomarse una distancia crítica con respecto a las dinámicas sociales y a las gestiones sociales estatales, problematizando y planteando mejor los procesos para la garantía de los derechos humanos, lo cual incluso se ha realizado en algunos casos mediante procesos desarrollados al interior del Estado mismo. Así, puede decirse que la investigación puede coadyuvar a una mejor comprensión de las dinámicas humanas que son lesivas de los derechos, posibilitando su abordaje y transformación.

La investigación social, que engloba muchísimos campos, variadas disciplinas y enfoques teóricos no siempre coincidentes al interior de una misma disciplina, aún dista de una tradición epistemológica que haya tratado de forma sistemática los derechos humanos. Situación similar ocurre en humanidades como la filosofía en donde, salvo por la filosofía del derecho, son aún contados los abordajes desde la antropología filosófica, la filosofía política, la ética o la epistemología, de temas propios del estudio de los derechos humanos, sobre todo a un nivel propiamente filosófico3.

Pese a ello, la investigación en el campo de los derechos humanos ha resultado ser uno de los más promisorios no sólo por las posibilidades que abre para una comunicación entre las distintas ciencias sociales y humanidades, sino también por sus consecuencias políticas. Respecto al primero de estos aspectos, los derechos humanos han abierto la posibilidad de comunicación –no siempre inmediata, pero sí muy fructífera- entre disciplinas tan diversas como la antropología filosófica, la teoría democrática y la psicología social4, o entre la economía y el derecho5, solo por poner dos ejemplos.

En el plano de las consecuencias políticas, difícilmente puede objetarse el hecho de que, en el marco de la lucha por los derechos civiles, políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales, pueblos de todo el mundo han logrado avances significativos en sus estructuras y dinámicas sociales, estatales y/o comunitarias. Es innegable que el enfoque de derechos, pese a sus limitaciones intrínsecas y a la incapacidad del Estado burgués liberal de asumirlo totalmente, ha logrado situar en un primer plano de la movilización social el respeto de la dignidad humana6.

Si el enfoque de derechos humanos, a pesar de sus taras, ha tenido una influencia sobre los procesos políticos, la vinculación –aunque no inmediata- entre investigación y práctica política resulta indudable. Sin embargo, la forma en que la investigación se traduce en prácticas políticas de menor o mayor alcance depende del contexto social en que se desarrolla y de los sujetos que asumen una agenda investigativa, la traducen en una agenda política determinada y la logran impulsar a un nivel social e institucional.

Pragmatización de las ciencias sociales

De la mano del espíritu mercantil del capitalismo, el poder hegemónico ha subsumido la mayoría de esfuerzos científicos a las necesidades del mercado. En el ámbito del conocimiento científico-social ha ocurrido, como ya denunciaban Adorno y Horkheimer para el caso del arte y la cultura7, la configuración de una industria y un mercado cuyo norte de operación es fundamentalmente la tasa de ganancia del capital, fenómeno que cada vez va ganando mayores espacios en los recintos universitarios que, pese a todas las dificultades que sufren hoy en día, aún ha logrado mantener alguna autonomía en relación al mercado8.

De hecho, esta tendencia hacia la subsunción de la ciencia al mercado no es exclusiva de las instancias de acumulación capitalista por antonomasia, es decir, de las empresas privadas, sino que además engloba a otros actores presentes en las dinámicas sociales, como pueden ser las organizaciones de la sociedad civil (ONG), las ya mencionadas universidades o las instituciones mismas del Estado, actores que tradicionalmente se han regido por reglas distintas a las de la acumulación del capital y cuya vocación es social y no privada.

La pragmatización de las ciencias hace referencia a esta orientación utilitaria de la ciencia que busca dar respuestas inmediatas, las más de las veces superficiales y sin postura crítica, a problemas sociales complejos, sin profundizar –y por esto es que puede considerarse superficial- en sus causas últimas y determinantes y sin profundizar tampoco –y por esto es que se dice que es acrítica- en las implicaciones epistemológicas, políticas y éticas de ese hacer parcializado, superficial y avocado hacia el mercado. La pragmatización no se refiere a una instrumentalización de la ciencia en general, pues la ciencia es siempre un medio; sino su instrumentalización por y para los fines del mercado (en un sentido global) y la creciente brecha entre el hacer científico y el desarrollo humano, entre el hacer teórico crítico y el hacer teórico fetichizado.

La concentración en tareas inmediatas, utilitarias, escasamente reflexivas, lleva a una parálisis de la crítica, para decirlo en la fórmula con que Herbert Marcuse abre El hombre unidimensional9, parálisis en este caso específicamente científico-social y que hace mella no sólo en la posibilidad de “avanzar” en términos de aprehensión de la realidad, sino en la contrastación de postulaciones teóricas aún en discusión. Esto quiere decir que además de que la ciencia pragmática se vuelve incapaz de conocer la realidad, también deshecha el debate teórico, situándose apriorísticamente en una opción teórica y relegando otras; las más de las veces (y esto es incluso intencional) la ciencia social se sitúa en el plano de la corriente hegemónica. Ejemplo de ello son la economía y la sociología, que cada vez parecen estar más avocadas a la formación de proyectistas y administradores que de científicos y teóricos10.

Cabe mencionar que en muchos casos esta pragmatización de las ciencias sociales es promovida por agentes no siempre identificados inmediatamente con la acumulación capitalista (es decir, con las empresas privadas), como pueden ser las organizaciones multilaterales de cooperación, las agencias de asistencia técnica y acreditación, los gobiernos de los países centrales e incluso por organizaciones políticas de dichos países en sus lazos de “cooperación” con los partidos políticos (muchos, de izquierda) o movimientos sociales de los países subdesarrollados.

Resulta notorio por ejemplo como la mayoría de estudios de las ONG carecen cada vez más de aparato crítico o de fundamentación teórica, concentrándose en las evaluaciones de impacto o en los informes de ejecución de proyectos, que al final de cuentas tiene una utilidad financiera más que social y política. Cabría también mencionar que estas organizaciones, consideradas en su conjunto, no sólo ejecutan un tipo de investigación pragmática, sino que con su funcionamiento coadyuvan al mantenimiento de las relaciones sociales de producción vigentes11.

Por otro lado, la pragmatización de la ciencia no se reduce a una praxis científica superficial o repetitiva (contraponiéndola en este último sentido a una ciencia creativa), sino que tiene la particular característica de que es una postura científica que ha renunciado a plantearse como horizonte de su realización la transformación de las realidades que estudia, al menos para el caso de las ciencias sociales que son las que aquí nos importan.

Minimización de la problemática de los derechos humanos

Con la pragmatización de las ciencias sociales ocurren, en el ámbito de los derechos humanos, dos fenómenos: por un lado, la creación de barreras a las grandes posibilidades del enfoque de derechos para desarrollarse en la teoría y en la práctica; y por otro lado, la minimización de las problemáticas propias de la lucha por los derechos humanos, pues estos pasan a un segundo plano con respecto a otros fenómenos como la rentabilidad de la inversión empresarial, la gestión presupuestaria estatal o el cumplimiento de metas con cooperantes, entre otros.

Al respecto del primer fenómeno, ya se ha mencionado que la priorización de estudios inmediatos y pragmáticos supone rebajar los parámetros teóricos y epistemológicos de la investigación; con esto el enfoque de derechos –que es un terreno todavía en disputa- se ve cercenado de poder desarrollarse a través del diálogo o la confrontación de distintas posturas teóricas, de visibilizar nuevas problemáticas dentro de las posturas ya existentes o de formular nuevos posicionamientos teóricos12. Por ejemplo, el enfoque de derechos predominante hoy es de ascendencia liberal, apegado a la institucionalidad propia de una democracia representativa y burguesa, pero la sola posibilidad de confrontarlo teóricamente con un enfoque materialista histórico es de suyo deslegitimado por el “sistema científico” y jurídico.

En relación al segundo fenómeno mencionado, es importante destacar la tergiversación que se efectúa cuando las problemáticas de los derechos humanos pasan a convertirse en una pura y llana evaluación de políticas o programas, normalmente concebidas como monitoreo o medición de impacto. En estas, la concepción crítica de la ciencia caracterizada por un fuerte ejercicio teórico, da paso a una instrumentalización del conocimiento que sólo busca aplicar una serie de herramientas de medición e informar a partir de los datos obtenidos sobre una situación particular y desvinculada de otros fenómenos sociales.

Con ello, es claro que se pierde la visión de “totalidad”, reivindicada por algunas ramas de la filosofía y la ciencia social crítica13. Por el contrario, la realidad se parcelariza, se escinde en ámbitos desconectados entre sí. La parcelarización de la realidad es además realizada desde una orientación positivista, demostrativa, por lo que las investigaciones correspondientes siguen más una línea empirista que crítico-reflexiva. La pragmatización de la ciencia, unida a estas dos características, influye también en que la investigación lejos de ser un proceso novedoso sea una mera reproducción de formatos preestablecidos, una praxis repetitiva antes que una creadora y creativa.

Al perder la visión de conjunto, la ciencia pragmatizada se vuelve incapaz de poder visualizar que las problemáticas propias de los derechos humanos –esto es: tanto su vulneración como su garantía- también poseen un carácter estructural y que no pueden ser comprendidas por la segmentación de lo social, creando parcelas autárquicas y auto explicadas, sino antes bien por la concepción de que todos los ámbitos de la praxis humana se encuentran estrechamente vinculados y recíprocamente influidos, en tanto pertenecientes a una misma etapa histórica.

De esta forma, la garantía de los derechos humanos pasa a concebirse únicamente como el logro de ciertos indicadores. En el plano de lo político, tal visión apunta hacia la consolidación de taras internas al enfoque de derechos humanos, que hacen inasequible el logro de su garantía para las grandes mayorías populares pues se asienta sobre una concepción reducida y pobre de la realidad, que no logra remover o conmover las dinámicas estructurales, sistémicas, que reproducen la explotación, la miseria, la discriminación y la dominación de unos seres humanos sobre otros.

Conclusiones

La investigación social es hoy uno de los pilares para la defensa de los derechos humanos, situación que ha sido poco a poco reconocida por los diferentes involucrados en la garantía de estos derechos, pero que aún dista de desarrollarse en la práctica. La investigación permite no sólo conocer la realidad inmediata sino también posicionarse críticamente frente a ella. Por eso mismo, un impulso a las tareas de investigación fortalecería la defensa de los derechos humanos siempre que, claro está, la investigación logre mantenerse fuera de la órbita de valorización del capital.

Sin embargo, la tendencia general de las ciencias sociales es a estar cada día más opacadas por la lógica del capitalismo, dedicándose al estudio, las más de las veces superficial, de aquellas facetas de la realidad que no sean incomodas para el capital o que, siendo incomodas, puedan abordarse desde posturas acordes a dicho sistema. La ciencia se convierte así en un instrumento de y para la valorización del capital que, en el caso del ámbito de los derechos humanos, implica reducir su capacidad crítica a la mera medición de algunos aspectos de la realidad, aspectos que cada vez son más parcializados. Este fenómeno se conoce como la pragmatización de las ciencias.

Hay que destacar el hecho de que las problemáticas en materia de derechos humanos se minimizan o trivializan como consecuencia de la pragmatización de las ciencias sociales que las estudian. Esto quiere decir que, en función de hacer potable el conocimiento de los derechos humanos para un enfoque epistemológico con grandes limitantes, las problemáticas de derechos se ven paulatinamente reducidas al marco que dicho enfoque epistemológico hace asequible.

La pragmatización de la ciencia que está detrás de esta problemática que convierte al conocimiento científico en tributario directo de la acumulación del capital o de las conveniencias de la planificación operativa de la administración pública; por ello, no puede entenderse sin referencia a los grandes procesos de la acumulación capitalista a nivel global que, cada día más, gana y subsume esferas de valorización (como la academia o las instituciones públicas). Cabe recordar que el carácter parcializado e instrumental son notas características de la “ciencia burguesa”, para decirlo en términos luckasianos.

Por ello, la lucha en el plano epistemológico no está desvinculada de la lucha política, real, en contra del capitalismo y de sus manifestaciones intelectuales. La construcción de un nuevo enfoque sobre derechos humanos es una tarea crítica que debe asumirse desde la academia y desde la defensa militante de los derechos; ambos son brazos de un mismo esfuerzo reivindicativo que en el futuro próximo debe consolidar sus miras políticas y radicalizarlas. Además de aportar en el diagnóstico de la ciencia social actual, el materialismo histórico tiene mucho que decir en la construcción de un enfoque nuevo sobre los derechos de los seres humanos.

Bibliografía

  • Adorno, T. y Horkheimer, M. Dialéctica de la Ilustración. Trotta. Madrid, España. 1998.
  • Beristain, C. Manual sobre perspectiva psicosocial en la investigación de derechos humanos. HEGOA. Bilbao, España. 2007.
  • Cárdenas Rivera, M. “Economía social y derechos humanos”. En: Derecho y realidad. No 23, I semestre 2014. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, UPTC.
  • De Sousa, B. (Coord.) Conhecimento prudente para uma vida decente . Edições Afrontamento. Lisboa, Portugal. 2003.
  • De Sousa, B. La universidad en el siglo XXI. CIDES-UMSA. La Paz, Bolivia. 2007.
  • Follari, R. La selva académica. Homo Sapiens Ediciones. Santa Fe, Argentina. 2008.
  • González Butrón, M. “Ética de la economía, sujeto y derechos humanos”. En: Polis, Revista de la Universidad Bolivariana. Vol. 11, No 33. 2012. Págs. 235-253.
  • Harrison, M. “Reflexiones sobre el estudio de los derechos humanos y su fundamentación”. En: Universitas. Revista de Filosofía, Derecho y Política. No 2, 2005. Págs. 13 – 36.
  • Herrera Flores, J. El vuelo de Anteo: derechos humanos y crítica de la razón liberal. Editorial Desclée de Brouwer. Bilbao, España. 2000.
  • Hinkelammert, F. La religión neoliberal del mercado y los derechos humanos. Editorial Arlekín. San José, Costa Rica. 2017.
  • Lukács, G. Historia y conciencia de clase. Quimantú. Chile, 2008.
  • Marcuse, H. El hombre unidimensional. Editorial Planeta. México. 1993.
  • PROVEA. La investigación, una herramienta para defender los derechos humanos. PROVEA. Caracas, Venezuela. 2011.
  • Quiñónez, A. “Sobre el capital inorgánico. Apuntes para el debate”. Mimeo. San Salvador, El Salvador. 2011.
  • Sánchez Rubio, D. Filosofía, derecho y liberación en América Latina. Editorial Desclée de Brouwer. Bilbao, España. 1999.

Notas:

1 Ver: PROVEA. La investigación, una herramienta para defender los derechos humanos. PROVEA. Caracas, Venezuela. 2011.

2 En efecto, PROVEA señala que “la investigación surge de la necesidad de saber que hay más allá de lo que tenemos a simple vista, de indagar sobre todo lo que nos rodea, sus causas y consecuencias […] Aprender a investigar nos fortalece a la hora de hacer contraloría social en las oficinas públicas, […] sustentar las denuncias frente a las instancias de gobierno […]”. PROVEA. Ibíd. Pág. 7; estos son algunos de los elementos que forman parte de la argumentación que busca defender, en el marco de las relaciones sociales prevalentes en la actualidad, la dignidad de los seres humanos.

3 Con las excepciones del caso, el abordaje de los derechos humanos en la filosofía sólo se ha dado principalmente a nivel de las ramas “aplicadas”, como la bioética, campo en donde ha habido una amplia producción en los últimos años, producción cuyos hallazgos más radicales aún faltan por sistematizar. Pese a ello pueden citarse los siguientes trabajos: Hinkelammert, F. La religión neoliberal del mercado y los derechos humanos. Editorial Arlekín. San José, Costa Rica. 2017. Herrera Flores, J. El vuelo de Anteo: derechos humanos y crítica de la razón liberal. Editorial Desclée de Brouwer. Bilbao, España. 2000. Sánchez Rubio, D. Filosofía, derecho y liberación en América Latina. Editorial Desclée de Brouwer. Bilbao, España. 1999.

4 Cfr.: Beristain, C. Manual sobre perspectiva psicosocial en la investigación de derechos humanos. HEGOA. Bilbao, España. 2007.

5 Cfr.: Cárdenas Rivera, M. “Economía social y derechos humanos”. En: Derecho y realidad. No 23, I semestre 2014. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, UPTC.

6 En efecto, los genes liberales que dan origen al enfoque de los derechos humanos y la traslación de nociones propias de la teología cristiana a la filosofía política de la ilustración, hacen que el paradigma de los derechos humanos actualmente vigente tenga limitaciones ingénitas. Parte de ello ya ha sido denunciado incluso por Habermas, muy afín a la democracia deliberativa del Estado de bienestar europeo, pero muy alejado de la utopía de la transformación radical de la sociedad.

7 Adorno, T. y Horkheimer, M. Dialéctica de la Ilustración. Trotta. Madrid, 1998.

8 Cfr.: De Sousa, B. La universidad en el siglo XXI. CIDES-UMSA. La Paz, Bolivia. 2007; De Sousa, B. (Coord.) Conhecimento prudente para uma vida decente. Edições Afrontamento. Lisboa, Portugal. 2003; Follari, R. La selva académica . Homo Sapiens Ediciones. Santa Fe, Argentina. 2008.

9 Marcuse, H. El hombre unidimensional. Editorial Planeta. México. 1993.

10 Aunque el punto de partida de este escrito es la defensa de una postura científica crítica y políticamente situada, que busca la transformación revolucionaria de la realidad, lo cierto es que hoy la academia ni siquiera produce científicos y teóricos en un sentido positivista y neutro.

11 En otros momentos he sostenido el hecho de que los fondos de cooperación que sustentan a las ONG forman parte de un “capital inorgánico”, que en un sentido marxista significaría la vinculación funcional pero no inmediata de estos fondos con el mantenimiento del sistema mundial de producción y dominación. Cfr.: Quiñónez, A. “Sobre el capital inorgánico. Apuntes para el debate”. Mimeo. San Salvador, El Salvador. 2011.

12 Esto es claramente distinto del posicionamiento doctrinario o jurídico, pues implica una fundamentación filosófica o científica más que un mero cambio de términos, como muchas veces sucede en la adecuación política de los instrumentos legales. Por ejemplo, en el enfoque de derechos dominante se denomina “personas de escasos recursos” a las clases empobrecidas y explotadas o “países en vías de desarrollo” a los países subdesarrollados y dependientes, en ambos casos se argumenta que los segundos términos son peyorativos. La posibilidad crítica de las categorías marxistas o estructuralistas es sustituida por una adecuación terminológica que, cabe aclarar, es factible de contrarrestar con un análisis científico pero éste mismo es a priori desechado por la “ciencia social oficial”.

13 En el marxismo, es Lukács uno de los principales autores que pone el énfasis en la categoría de “totalidad”, hasta el punto de considerarla como uno de los puntos irrenunciables del “marxismo ortodoxo”. Ver: Lukács, G. Historia y conciencia de clase. Quimantú. Chile, 2008.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=244425

 

Comparte este contenido:

Tres desafíos pendientes: calidad, deserción e inclusión

Autor: Alieto Guadagni

Estamos recordando el centenario de la denominada Reforma del 18. En junio de 1918, los estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba publicaron el Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria, un mensaje desde la juventud universitaria de Córdoba a los “hombres libres de Sudamérica”, que proclamaba: “Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”. A un siglo de la Reforma Universitaria, creemos importante considerar la situación de nuestra universidad, que enfrenta tres desafíos: calidad, deserción e inclusión social. El siglo XIX fue el de la escuela primaria, mientras que el siglo XX fue el de la secundaria, y este siglo XXI es el de la universidad. Es en este siglo del conocimiento en el que las personas educadas y sus ideas aportan no sólo a su desarrollo profesional, sino también a la riqueza de las naciones. Por esta razón, podemos decir que la universidad nunca fue más importante y el valor de una educación universitaria nunca fue tan elevado como en este tiempo que nos toca vivir.

Nos estamos quedando rezagados en América Latina, ya que Brasil, Chile, Colombia y México vienen avanzando en su graduación universitaria a un ritmo muy superior al nuestro. Si tenemos en cuenta el tamaño de las poblaciones, matriculamos más estudiantes universitarios que esos países. Pero, si consideramos la población, Colombia, Chile, Brasil y México están graduando muchos más profesionales universitarios que nosotros. Nuestro retroceso se acentuó ya que, por ejemplo en el 2003, por cada 100 graduados argentinos, Brasil graduaba 679 y Chile apenas 42. Pero en 2015, Brasil ya graduaba 920 estudiantes cada 100 de los nuestros; mientras que Chile ascendía a 71 graduados cada 100 de los nuestros. De este modo, Brasil incrementó su graduación universitaria en el período 2003-2015 más del doble que nosotros.

Esta gran diferencia en el avance en la graduación universitaria nos está diciendo que nuestro ritmo de acumulación de capital humano bien calificado es inferior al de nuestros vecinos. Incide negativamente que nuestra deserción universitaria sea muy alta. Esta deserción es inferior en Chile, Colombia, Brasil y México, donde más de la mitad de los ingresantes concluyen normalmente su carrera universitaria; mientras que entre nosotros apenas la terminan 3 de cada 10 estudiantes. Nuestra elevada deserción está vinculada a que, después de un año de estudiar en la universidad estatal, 51 de cada 100 alumnos no aprobaron más de una sola materia; mientras que en las privadas esta cifra corresponde a 31 de cada 100 alumnos. Pero incluso hay universidades en las que este indicador es aún mayor del 50% y supera el 70%.

Brasil, Chile, Colombia y México vienen avanzando en su graduación universitaria a un ritmo muy superior al nuestro.
Nuestra universidad tiene alta deserción, pocos graduados en las carreras científicas y tecnológicas y muy pocos alumnos pobres completan los estudios, a pesar de la gratuidad.

No hay progreso económico y social sin fortalecimiento de la universidad. Por eso, es preocupante constatar que nuestra universidad enfrenta importantes carencias: tiene pocos graduados por la alta deserción estudiantil, tiene pocos graduados en las carreras científicas y tecnológicas esenciales en el mundo globalizado y son pocos los pobres que completan los estudios, a pesar de la gratuidad.

A un siglo de la Reforma del 18, nuestras universidades enfrentan grandes desafíos. Por eso, hay cuatro objetivos mínimos a los cuales hay que apuntar en el futuro: disminuir la deserción estudiantil universitaria, promover una mayor calidad en los conocimientos de nuestros graduados, facilitar el acceso de jóvenes humildes y estimular la graduación en las nuevas carreras científicas y tecnológicas.

Nuestro atraso educativo puede ser superado. Pero la solución vendrá de la mano de una sostenida voluntad política de construir una nación no sólo próspera, sino también socialmente inclusiva y con igualdad de oportunidades. Esa será la mejor celebración del centenario de la Reforma.

Fuente: https://www.rionegro.com.ar/tres-desafios-pendientes-calidad-desercion-e-inclusion-LN5258904

 

Comparte este contenido:

Los recursos educativos abiertos mejoran el rendimiento académico

Autor: Christian Guijosa

Hay pocos estudios referentes al impacto de los recursos educativos abiertos, y parece que su importancia se empequeñece a la simple reducción del costo de materiales escolares. Aunado a lo anterior, estos recursos, por ejemplo los libros electrónicos gratuitos, se perciben como de baja calidad y grandes repositorios de información pasan desapercibidos.

La Universidad de Georgia, EE. UU., realizó un estudio a gran escala en el que reveló el potencial de los recursos abiertos. Para ello, los investigadores compararon el desempeño académico de 11,681 estudiantes de programas tradicionales con libros de texto comerciales, frente a 10,141 alumnos en cursos con libros digitales gratuitos.

El análisis de datos recolectados en un periodo de seis años arrojó que el grupo de estudiantes con libros gratuitos obtuvo mejores resultados. Se evidenció que, si todos los estudiantes comienzan los cursos con los materiales necesarios, el rendimiento de aprendizaje mejora de forma significativa.

De acuerdo al sistema de calificación estadounidense, que utiliza letras para evaluar, el 42,52% de encuestados que estudiaron con libros gratuitos obtuvieron A y A-, a comparación del 29,29% que estudió con libros comerciales. A su vez, la tasa de estudiantes que desertó o que recibió calificaciones reprobatorias fue 2,68% menor en los que usaron libros gratuitos.

A muchos estudiantes les resulta imposible hacer gastos elevados en materiales educativos. En ocasiones cursan los programas sin el apoyo de textos comerciales o en el peor de los casos abandonan la universidad por los elevados costos.

Los académicos que efectuaron la investigación sugieren que los recursos educativos abiertos no sólo aminoran el gasto que representa cursar una carrera universitaria, además, pueden apoyar a mejorar rendimiento académico y bajar las tasas de deserción.

Fuente: https://observatorio.itesm.mx/edu-news/los-recursos-educativos-abiertos-mejoran-el-rendimiento-academico
Comparte este contenido:

Más allá de la reforma educativa

Autor: Manuel Gil Antón

Tenemos un problema. Hay que reconocerlo y no es menor: luego de nueve o doce años de educación obligatoria establecida por la Constitución, los egresados no logran el aprendizaje mínimo esperado en cuanto a lectura de comprensión, redacción ordenada de un texto, solución de problemas aritméticos elementales y consolidación de las estructuras lógicas imprescindibles para generar razonamientos con cierto grado de abstracción.

Y eso ocurre con los que no abandonan (o son abandonados por) la escuela antes de ejercer, a plenitud, este derecho. Los que escapan a la exclusión. El nivel de aprendizaje que, en promedio, se logra en nuestro sistema educativo, no se corresponde con lo que sería posible, y necesario, para la formación sólida de las estructuras cognitivas que permitan a los jóvenes seguir incorporando conocimientos y someterlos, luego de su comprensión, a un análisis crítico que es la base de la autonomía en la asimilación de saberes en el futuro. El potencial del sistema es, en teoría, mucho mayor que sus resultados.

En estos años, tal situación fue atribuida, de manera exclusiva o principal, a la “calidad” de las maestras y profesores. La simplificación condujo a una “solución” tan reduccionista como el diagnóstico: la evaluación. Y cuanta más, mejor, pues produce, por sí misma —no como medio, sino como n— el cambio que generará incrementos sustantivos en el aprendizaje. Para asegurar que tal receta fuera surtida en la farmacia de la opción múltiple y otros mecanismos sin validez ni confiabilidad, se ató el sometimiento a ella so pena de perder el trabajo. Se le llamó, sin darse cuenta de la barbaridad que se expresaba, una evaluación “con dientes”: que mordiera, que desgarrara, que tuviera consecuencias.

La examinación superficial (mal llamada evaluación) fue colocada en el terreno laboral, no en el pedagógico, de tal manera que, para conservar el empleo, se acude a ella para “pasarla” sin que tenga nada que ver con la práctica cotidiana. En la pseudo evaluación se finca la más equivocada frase de los que, para bien, ya hacen maletas: cualquiera puede enseñar, si aprueba el examen. No cabe duda: por estas razones, y otras, la lógica que sostiene a esta reforma educativa, y los malabares jurídicos que hicieron para imponerla, debe ser desechada pues es una política basada en la ignorancia.

De ello se deriva un análisis cuidadoso —sereno— de lo que hay que hacer, pues derogar o modificar sustancialmente esta reforma, siendo necesario, no es suficiente. ¿Por qué? Porque el problema educativo que enfrentamos sigue ahí, por lo que se impone, por prudencia y responsabilidad políticas, atender a la sentencia de Malatesta: “sólo se destruye lo que se sustituye”. En otras palabras: la condición para que se incrementen las posibilidades de aprendizaje, no serán resultado directo de abrogar o revocar lo mal hecho, sino en proponer un horizonte de transformación educativa que, por su diseño y tino en su puesta en marcha, no descanse en la amenaza, sino en el entusiasmo, no exento de exigencia, de todos los involucrados. Revertir la reforma, nada más, no es coherente con la esperanza abierta de la posibilidad de otro modelo de desarrollo para el país.

El nuevo gobierno, en estos meses, haría bien en no expresar propuestas deshilvanadas. Tiene una gran oportunidad de hacer lo contrario a lo que sucedió: escuchar. Sí, y a los verdaderos especialistas en esta dimensión de la vida social: las mejores maestras y profesores que tiene el país. Menos parloteo y más silencio para oír a los que saben. A los que, con gran desprecio, ignoraron los señores que creían saberlo todo desde su apabullante soberbia. Es tiempo de escucharlos para fincar la transformación en suelo firme. Hay tiempo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/mas-alla-de-la-reforma-educativa/

Comparte este contenido:
Page 1250 of 2493
1 1.248 1.249 1.250 1.251 1.252 2.493