Creo que no existe en el lenguaje diario expresión tan simple pero a la vez tan agresiva como la palabra “normal”. ¿Qué es lo normal? ¿Quiénes son normales? ¿Lo que no encuadra en lo normal se califica como “anormal”? ¿Usted es una persona normal? ¿Cuántas veces se utiliza la expresión “normal” para explicar actuaciones? Pues bien, esa expresión “normal” (con todas sus implicaciones), muy posiblemente sea la causante de la mayor discriminación y exclusión contra los seres humanos. Lo “normal” puede convertirse en un arma absolutamente discriminatoria contra la integridad de una persona. Mafalda, la célebre filósofa argentina, dijo “una vez intenté ser normal. Fueron los peores cinco segundos de mi vida”. La normalidad como incluyente enfrentada a la diferencia y a la diversidad, estas catalogadas como raras o anormales. ¿Qué tanto mas de la mitad de la humanidad se ha sentido “anormal” es decir fuera de la normalidad y esa diferencia ha sido demoledora para la construcción de la convivencia? Claro, todo lo anormal debe ser “curado” y sometido a lo normal. O sea que frente a la diferencia, a lo distinto, a lo raro, la idea es abolirlo, suprimir, desaparecer pero nunca respetar.
Ni qué decir la responsabilidad de Ciencias como Psicología o Psiquiatría cuando catalogan comportamientos como normales o anormales. En un extraordinario libro “Una tribu propia”, Steve Silberman plantea una mirada diferente para comportamientos como el autismo o el asperger, donde el problema radica en la estrechez de concepción de lo cognitivo. En miles de escenarios, la discriminación surge porque “es raro”, “no es lo normal” ,“así no es”, “nunca se había visto”. Pensar que la aceptación de la diferencia, uno de los mayores logros del siglo XX, puede convertirse en el instrumento mas denigrante para la condición humana. Uno de los psiquiatras mas reconocidos en Psicoanálisis Bruno Bettelheim es fuertemente cuestionado por la forma como en su época, enfrentó el autismo, tratando de “normalizar” a estos niños y no de aceptarlos diferentes.
Aquí estamos entonces frente al tema de lo normal y lo anormal. Pero mas que frente a palabras de diccionario, estamos frente a conductas que han producido dolor y angustia inimaginables porque no han encuadrado en lo normal, es decir en aquello que la cultura (y a veces la ciencia) califican como aceptable. La homosexualidad es anormal. Macron, presidente de Francia y su esposa tienen una relación anormal. No desear tener hijos es anormal. Creer en mundos paralelos es anormal. La eutanasia es anormal. Los autistas son anormales.
Es anormal, es raro, vestirse con una ropa que “no encaja” dentro del protocolo. Romper costumbres es anormal. No casarse de blanco es anormal. La lista es interminable porque se nutre de la diversidad de un mundo que cada vez mas se libera de un único modelo, de un único criterio, de una única autoridad. La diferencia es una bofetada a lo establecido, a creencias que se cimentaron en la quietud, en lo que no se mueve, en lo que no cambia. Cada vez es mas claro que no existe una sola realidad y por lo tanto la diferencia es parte fundamental de la sobrevivencia. ¿Qué tan preparados estamos para aceptar la “anormalidad” como aquella conducta que se sale de los patrones esperados?
A mí no me corresponde esa tarea, «no lo hago porque no está entre mis funciones de trabajo», «a mí no me pagan por eso», son expresiones que escucho en ocasiones, y las palabras se adentran en mi interior para provocarme tristeza, circulan por las mareas del cuerpo, y diversas preguntas rebotan en mi mente, a un lado y a otro, al frente y atrás.
¿Acaso es necesaria una exigencia oral o escrita para hacer lo correcto? ¿Debemos encerrar nuestras labores en un cuadrado imaginario o ser lo más útil posible en todo momento?
¿Cuáles son nuestras responsabilidades como profesionales, obreros, estudiantes…, pero sobre todo como revolucionarios, como personas amantes de su nación e impulsores del progreso?
¿Qué logramos con decir «eso no me toca», y estar con los brazos cruzados, cuando tenemos la fuerza y la capacidad para seguir aportando a favor del colectivo y de Cuba, una nación con una importancia y un simbolismo mucho más grande que su extensión física?
La complejidad de los tiempos actuales exige mucha responsabilidad, inteligencia y voluntad de todos, como un equipo enorme de más de 11 millones de personas, capaces de conseguir cualquier meta.
Los deseos de avanzar son demasiado numerosos como para preferir la pasividad, el caminar con los ojos cerrados, el preferir el silencio antes que señalar un problema o el quedarse sentado ante cualquier necesidad o posibilidad de hacer algo favorable.
Esas no son alternativas para quienes en verdad queremos un país más próspero y podemos lograrlo, lo cual depende, en mayor parte, de nosotros mismos, de nuestra capacidad para construir, eliminar dificultades y seguir conquistando sueños.
La conciencia y la voluntad para ser protagonistas en todo momento, verdaderos seguidores del legado de Fidel y otros grandes de la historia, son fundamentales, con apego al concento de Revolución, expresado el 1ro. de mayo del año 2000 por el amigo, vestido con uniforme verdeolivo, y firmado por millones en este caimán de triunfos y anhelos.
Quienes guían los grupos, no importa el tamaño, tienen mucha responsabilidad. No basta con hablar bonito y llenar papeles de buenas ideas. Ellos deben constituir ejemplos de entrega, dedicación y voluntad a favor de todos, sin importar los horarios y aprovechando al máximo las potencialidades de cada trabajador, para lo cual es indispensable conocerlos bien, motivarlos, reconocer sus éxitos, mantener la exigencia y señalar los errores con fuerza, pero en especial indicar cuáles son las mejores maneras de realizar cada actividad.
Sería muy bueno que cada jefe sea un líder, alguien en quien los demás confíen, al cual respeten y quieran como un amigo, capaz de buscar y encontrar las soluciones más acertadas, preocuparse por ellos, abrazarlos o criticarlos según corresponda y jamás decir «es imposible» ante una tarea.
Ojalá cada cubano, cada ser humano, hiciera todo lo mejor posible, sin necesidad de «mano dura de otros», no por controles (aunque siempre serán favorables) ni por visitas de superiores.
Así tal vez eliminemos las «carreras de velocidad» para lograr en pocos días lo que era posible hacer antes con mucha más calidad y cultura del detalle, como refieren Federico Hernández Hernández, miembro del Comité Central del Partido y primer secretario en Granma, y Manuel Santiago Sobrino, presidente de la Asamblea del Poder Popular en ese oriental territorio, quienes, junto a otros directivos y el pueblo, tratan de alcanzar más éxitos y un desarrollo sostenible e integral, según las potencialidades de la provincia.
Comprendamos que la meta más luminosa es la superación infinita en todos los aspectos, más allá del cumplimiento de planes productivos o de realizar lo planificado para cada jornada laboral.
Uno debe ser lo mejor posible como trabajador y ser humano, sin comparaciones con otros, porque lo más importante es hacer y aportar lo más posible, según los máximos de energía y capacidades. Así cada uno será una especie de motor pequeño, parte de ese grande, que es Cuba, para continuar impulsando el progreso, con fidelidad a las esencias y de manera consecuente con el futuro deseado para nosotros, nuestros hijos y nietos.
Así que para esta época, todos los años, los gobernantes, el Ministerio de Educación Nacional, MEN, los medios de comunicación y quienes pertenecemos al sector salimos a repetir frases trilladas sobre la profesión y el hacer de los docentes: la más importante y bella del mundo; ninguna como ella contribuye al desarrollo de la vida y del nuevo país anhelado y; sin los docentes es imposible pensar en el ideal de ese nuevo colombiano: buen ser humano, ciudadano, comprometido con el medio ambiente y coparticipe del desarrollo económico y social. Además, en condiciones normales las secretarías de educación y los colegios celebrarán el día maestro en recintos cerrados con fiestas y entregarán diplomas, reconocimientos y hasta algunos incentivos. Sin embargo, este año los docentes oficiales no celebrarán, una vez más están en paro porque como Estado y sociedad no les cumplimos y no les valoramos su profesión.
En Colombia no se conocen a fondo las dificultades diarias de los docentes y no se valora la profesión docente, la mayoría de los bachilleres y jóvenes de Colombia no quieren, ni sueñan con ser docentes. Por ello, en el día para honrar a los maestros y reconocer su enorme contribución a la vida, no habrá campañas multimillonarias por los medios de comunicación, financiadas por el Estado (como Ser Pilo Paga), para sensibilizar a la padres de familia y a la sociedad sobre la soledad en la cual trabaja el docente en el aula escolar, donde a diario es responsable de formar a 20, 25 o más niños o adolescentes a los cuales conocerá como ninguno y sufrirá porque con algunos, por las circunstancias de sus vidas y el tipo de problemas no tendrá posibilidades reales de ayudarlos. No siempre los estudiantes tienen problemas económicos o de pobreza, también tienen dificultades de salud, familiares y del alma que llegan a afectar al docente.
La mayoría de padres de familia y la sociedad se imaginan siempre que el trabajo del docente se reduce a estar en el aula 5 o 6 horas con los estudiantes, y más que a educar a cuidar a los niños, lo cual ya es un gran reto, sin embargo para que nos hagamos una idea desde lo institucional sobre que hace un docente, el artículo 4º del decreto 1278 de 2002 define que la profesión docente implica la realización directa de los procesos sistemáticos de enseñanza-aprendizaje, lo cual incluye el diagnóstico, la planificación, la ejecución y la evaluación de los mismos procesos y sus resultados, y de otras actividades educativas dentro del marco del proyecto educativo institucional de los establecimientos educativos.
También, sostiene el mencionado decreto que la función docente, además de la asignación académica, comprende las actividades curriculares no lectivas, el servicio de orientación estudiantil, la atención a la comunidad, en especial de los padres de familia de los educandos; las actividades de actualización y perfeccionamiento pedagógico; las actividades de planeación y evaluación institucional; otras actividades formativas, culturales y deportivas, contempladas en el proyecto educativo institucional; y las actividades de dirección, planeación, coordinación, evaluación, administración y programación relacionadas directamente con el proceso educativo.
Para complicar más los retos de la profesión docente, el filósofo y escritor Umberto Eco narra que un estudiante preguntaba a un profesor: “disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?» Podemos ampliar un poco más frente al mundo de la radio, la televisión, el Internet, las redes sociales y de conocimientos que existen hoy: ¿De qué sirve el profesor?, Eco sostiene que la “información que Internet pone a la disposición de los estudiantes es inmensamente más amplia e incluso más profunda que aquella de la que dispone el profesor”, pero el estudiante “omitía un punto importante: que Internet le dice «casi todo», salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información”, es decir cómo hacer preguntas inteligentes, tener la capacidad de encontrar respuestas que nos satisfagan y asumirlas con sentido crítico y ético para nuestra vida, el bienestar y el desarrollo de la sociedad, eso jamás lo enseñará el Internet.
Así mismo, los docentes colombianos, a pesar de las adversidades y complejidades de su profesión, investigan, innovan y aportan a la calidad de la educación y a los procesos pedagógicos, basta analizar el contenido por el cual otorga la Fundación Compartir los premios a los maestros o las experiencias publicadas por el IDEP en Bogotá. Sólo menciono como homenaje a los maestros de Colombia al gran profesor Oscar Mogollón y su contribución a consolidar el modelo de aula multigrado y escuela nueva para el sector rural. Mogollón fue un maestro de colegio oficial que creó y puso en práctica la metodología de Escuela Nueva, en el municipio de Pamplona, Norte de Santander. Así mismo, él se encargó de manera personal de llevar su innovación a Guatemala (Escuela Unitaria), a Nicaragua (Escuelas Activas), a Perú y Nueva Guinea, su propuesta pedagógica para trabajar con niños pobres y del sector rural se aplica en Colombia, América Latina y África. Colombia ha sido injusta con el profesor Mogollón al no reconocer su trabajo e innovación, sin olvidar a su esposa y compañera de trabajo, la maestra Marina Solano Martínez.
Esta es la historia de más de 300.000 niñas y niños refugiados y migrantes que son solo una fracción de los millones que atraviesan fronteras internacionales sin la compañía de adultos y que son presa fácil para el tráfico y la trata de personas en todo el mundo.
Un nuevo informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que presenta un pantallazo de la niñez refugiada y migrante, los motivos de sus desplazamientos y los riesgos que enfrentan en el camino, indica que niñas y niños ascienden a 28 por ciento de las víctimas de tráfico de personas.
«Un niño que se desplaza solo ya es demasiado, y aún hoy existe un número asombroso de niños que hacen precisamente eso. Nosotros como adultos no los protegemos»: Justin Forsyth.
Además, el número de niños que viajan solos se quintuplicó desde 2010, y muchos refugiados y migrantes de corta edad transitan por rutas sumamente peligrosas, a menudo a merced de los traficantes, para llegar a sus destinos.
Al menos 300.000 niñas y niños no acompañados fueron registrados en 80 países en 2015 y 2016, frente a 66.000 en 2010 y 2011, según el informe, que fue publicado el 18 de mayo.
“Un niño que se desplaza solo ya es demasiado, y aún hoy existe un número asombroso de niños que hacen precisamente eso. Nosotros como adultos no los protegemos”, denunció el subdirector ejecutivo de Unicef, Justin Forsyth.
“Traficantes despiadados explotan su vulnerabilidad para beneficio personal, ayudando a los niños a cruzar las fronteras, solo para venderlos a la esclavitud y prostitución forzada. Es inadmisible que no estemos defendiendo adecuadamente a los niños de estos depredadores”, se quejó.
En primer lugar, las y los menores de edad necesitan protección, recordó el representante de Unicef, a la vez que destacó la importancia de la Convención sobre los Derechos del Niño, por la cual los Estados se comprometen a respetar y asegurar la aplicación de los derechos de “cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna”.
Una de las rutas más peligrosas del mundo
Un informe anterior, Un viaje letal para los niños: La ruta migratoria del Mediterráneo central, publicado a finales de febrero, advertía que “los niños y mujeres refugiados y migrantes sufren sistemáticamente violencia sexual, explotación, abuso y detención a lo largo de la ruta migratoria del Mediterráneo central desde el norte de África a Italia”.
Una granja abandonada con un colchón usado por prostitutas en Palermo, Italia. “Me perdí la niñez”, se lamenta Mary, que recibió la ayuda de un abogado cuando fue traficada a territorio italiano, a los 17 años. Crédito: Gilbertson / Unicef
En ese momento, 256.000 inmigrantes se registraron en Libia, incluidas aproximadamente 54.000 mujeres, niñas y niños. “Este es un conteo bajo, dado que los números reales son al menos tres veces más altos”, aseguró el informe.
La agencia de la Organización de las Naciones Unidas calcula que al menos 181.000 personas – incluidos más de 25.800 niños no acompañados – recurrieron a traficantes en 2016 para intentar ingresar a Italia. “En la parte más peligrosa – desde el sur de Libia hasta Sicilia – una de cada 40 personas es asesinada”, subrayó.
Víctimas violadas, explotadas y endeudadas
Afshan Khan, director regional y coordinador especial de Unicef para la Crisis de los Refugiados y Migrantes en Europa, observó que el Mediterráneo central, del Norte de África a Europa, es una de las rutas migratorias más mortíferas y peligrosas para niños y mujeres.
“La ruta está controlada principalmente por contrabandistas, traficantes y otras personas que buscan atrapar a niños y mujeres desesperados que simplemente están buscando refugio o una vida mejor”, expresó.
“Casi la mitad de las mujeres y los niños entrevistados habían sufrido abusos sexuales durante la migración, a menudo en múltiples ocasiones y… lugares”, con violencia sexual “extendida y sistemática” en los cruces y puntos de control, afirmó Khan.
“Además, aproximadamente tres cuartas partes de las niñas y niños entrevistados dijeron que habían experimentado violencia, acoso o agresión en manos de adultos”, lo que incluye palizas, y abuso verbal y emocional, añadió.
En el oeste de Libia con frecuencia se detiene a las mujeres en centros de detención donde se denunciaron “condiciones difíciles, como mala nutrición y saneamiento, hacinamiento considerable y falta de acceso a la asistencia sanitaria y legal”, informó Unicef.
Una joven en una celda de un centro de detención en Libia, el 31 de enero. Crédito: Romenzi / Unicef
Lo que deberían – y pueden – hacer los más poderosos
Se incluye en el informe una agenda de seis puntos que pide “vías y garantías seguras y legales para proteger a los niños migrantes”. Unicef instó a la Unión Europea a adoptar la agenda antes de la Cumbre del Grupo de los 7 países más poderosos, que se celebrará en Taormina, Italia, el 26 y 27 de este mes.
y migrantes, en particular aquellos que no viajan acompañados, de la explotación y la violencia. También exhorta a cesar la detención de niños que solicitan refugio o emigran mediante una serie de alternativas prácticas, y mantener a las familias unidas como la mejor manera de proteger a la infancia.
Recomienda, asimismo, que los niños refugiados y migrantes sigan recibiendo educación formal y que tengan acceso a servicios de salud y otros servicios de calidad, presionar para actuar sobre las causas subyacentes de los movimientos a gran escala de refugiados y migrantes, y promover medidas para combatir la xenofobia, la discriminación y la marginación en los países de tránsito y destino.
Estos compromisos serían fáciles de aplicar por los gobiernos del G7. El punto es: ¿los líderes políticos de los países más ricos del mundo considerarán, en serio, esta tragedia inhumana?
¿Los poderosos son conscientes de que el número de niñas y niños que se quedaron solos va en aumento? Unicef – que se fundó en 1946 para ayudar a millones de niños europeos refugiados, víctimas de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) – acaba de informar que 92 por ciento de las niñas y niños que llegaron a Italia por mar en 2016 no estaban acompañados, frente a 75 por ciento en 2015.
¿Saben estos mandatarios que 75 por ciento de las niñas y niños que llegaron a Italia – el país anfitrión de su Cumbre – denunciaron que fueron retenidos contra su voluntad u obligados a trabajar sin remuneración?
Por no hablar de los centenares de niñas y niños que son secuestrados para vender sus órganos, reclutados por organizaciones terroristas como niños soldados o explotados en duras labores de esclavitud “moderna”.
Hay rutinas que solo se mantienen por el peso de la tradición. Es el caso de una enseñanza de la gramática reducida al etiquetado y la clasificación de palabras y oraciones. Por más que el tradicional análisis sintáctico no contribuya a mejorar la competencia comunicativa del alumnado sigue ocupando gran parte del tiempo escolar. ¿Hasta cuándo?.
Cuenta Eduardo Galeano en El libro de los abrazos que, cuando Sixto Martínez hacía el servicio militar en un Sevilla, siempre había un soldado de guardia junto a un banco del patio del cuartel. ¿Por qué? Nadie era capaz de dar una explicación; así se había hecho siempre. Los oficiales daban la orden y los soldados obedecían. Solo al cabo de muchos años a alguien se le ocurrió indagar hasta dar con la orden original: “Hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre pintura fresca.”
Cualquier docente medianamente crítico podrá enumerar de manera inmediata algunas de las muchas rutinas vigentes en las aulas a las que no se ve hoy sentido alguno; órdenes más o menos explícitas que se siguen transmitiendo y ejecutando sin rechistar.
¿Cuál es el porqué y el para qué de una práctica que consume un tiempo infinito en los centros de Primaria y Secundaria, monótona y repetitiva, caprichosa y acientífica, y que se ha revelado absolutamente estéril? Me refiero a la memorización y repetición de conceptos gramaticales y al inextricable análisis sintáctico de frases desconextualizadas y absurdas. ¿En qué contribuye a la mejora de las destrezas comunicativas de los estudiantes llenar la pizarra de cajas y etiquetas, asumiendo unas convenciones que tal vez cambien con la nueva edición de la Gramática académica -la última desmonta muchísimas de las arraigadas en la tradición escolar- o asignar rótulos inequívocos a construcciones ante las que ni siquiera avezados filólogos se pondrían de acuerdo?
Vaya por delante que la reflexión gramatical, el conocimiento metalingüístico que nos permite observar la lengua a una cierta distancia, es un aprendizaje esencial. Es un saber del que echamos mano al revisar los propios textos -pues nos ayuda no solo identificar los errores sino a precisar su naturaleza y proponer soluciones-, que nos resulta útil en el aprendizaje de segundas y terceras lenguas, y que nos permite “sostener” en el aire nuestras producciones orales: nuestra mente se anticipa a nuestra voz y procuramos respetar la concordancia con el sustantivo que quedó atrás en el discurso, mantener la consecutio temporum de los verbos o controlar que la oración que arrancamos con una subordinada se cierre con la proposición principal. La reflexión metalingüística es la que nos pone en condiciones -o debiera hacerlo- de ajustar nuestras palabras a nuestra intención comunicativa y de proceder a una lectura crítica de enunciados ajenos (al contrastar, por ejemplo, dos titulares de periódico con intenciones comunicativas antagónicas).
A nada de esto contribuyen las clases de gramática dominantes en las aulas. Rara vez se invita a chicas y chicos a la reflexión sobre los propios usos, cuando lo cierto es que todos tenemos un caudal inmenso del que echar mano. Rara vez se favorece la reflexión interlingüística entre las distintas lenguas que conoce el alumnado. Rara vez se pide a los estudiantes que comparen enunciados, aventuren hipótesis, dialoguen entre ellos… Se les exige que memoricen un algoritmo y que lo apliquen. Poco más.
El origen de estas prácticas es bien conocido. El afán de la Lingüística de legitimarse como disciplina científica llevó a priorizar la descripción del sistema abstracto de la lengua por encima del análisis del habla de las personas, de los usos comunicativos reales y contextualizados. Eran los años 60 del siglo pasado y los tiempos de gloria del estructuralismo y el generativismo. Pero de entonces aquí ha llovido. Y no solo porque décadas ya de investigación didáctica atestigüen que el estudio del sistema formal de la lengua tal y como se viene haciendo en las aulas en nada contribuye a la mejora de las capacidades expresivas y comprensivas del alumnado. Es que además las nuevas disciplinas lingüísticas como la Pragmática, la Sociolingüística o el Análisis del discurso, orientadas al fin al estudio de los usos lingüísticos, a lo que las personas hacemos con las palabras, tienen mucho que aportar a la formación de hablantes competentes y críticos. ¿Por qué, entonces, la insólita pervivencia de la “vieja gramática” en el sistema educativo español, hasta el punto de que el análisis sintáctico acaba siendo una de las llaves que da acceso (o no) al título de Secundaria y Bachillerato, la llave de acceso incluso a la carrera que un joven o una joven desea cursar?
Puede aducirse que es porque lo dice el currículo, pero esta es solo una verdad a medias. Durante los años de vigencia de la LOE, y pese a la sobreabundancia en ella de contenidos gramaticales, estos habían de evaluarse exclusivamente en función de su contribución a la detección de problemas de comprensión y expresión oral y escrita. Pero las pizarras y los exámenes siguieron llenándose de cajas.
Puede aducirse también que porque lo piden en Selectividad. Es cierto que cuando un docente se ve en la tesitura de poner en condiciones o no a su alumnado de acceder a los estudios de sus sueños, aun a costa de estafarle un tiempo preciosísimo con unos aprendizajes que no tienen ningún valor de uso en sus intercambios comunicativos pero si un inmenso valor de trueque en el mercado educativo, no tiene más alternativa que claudicar o retirarse. Pero son mayoría aún quienes no lo discuten y cuya mayor preocupación es conocer de primera mano las instrucciones dictadas por el coordinador de la Universidad de turno. Resulta inexplicable el poder absoluto conferido en muchas comunidades a quien apenas tiene contacto alguno con la educación secundaria más allá del ritual de la reunión anual. Y como para esquivar los problemas lo más socorrido es perpetuar las rutinas, seguiremos dedicando una infinidad de horas al análisis sintáctico en bachillerato porque lo piden en la PAU -ahora EvAU-; en la ESO porque lo piden en el bachillerato; y en Primaria porque lo necesitarán en Secundaria.
Una tercera razón suele aducirse. Aquello que se exige a los futuros docentes en las pruebas de acceso al ejercicio de la profesión es interiorizado por estos como una saber indispensable que han de transmitir a su alumnado. Causa estupefacción ver a futuras maestras y maestros de Primaria rompiéndose la cabeza con los valores del “se” en centones de oraciones, y pánico imaginar que algunos de ellos pudieran luego trasladar a sus aulas este formidable sinsentido.
Pero probablemente la razón última de la pervivencia de esta rutina escolar es mucho más desoladora. El análisis sintáctico da prestigio. Posee el aura de un cierto cientificismo, un lenguaje abstruso y una gran complejidad. Crea la ilusión de “calidad” en el aprendizaje: cuanto más larga y complicada sea la oración, más “nivel” tiene la clase; más competencia el docente.
El análisis sintáctico refuerza la zona de confort del profesorado. No hay necesidad de ponerse al día; de estudiar, de formarse. No hay tampoco mechas que prender ni contextos que crear para suscitar el deseo de aprender. Basta un encerado y una tiza y da igual que en la clase haya ocho que ochenta estudiantes: frase, solución, corrección. Sonrisa condescendiente ante el error mil veces repetido. Guiño cómplice al intercalar una referencia irónica a la actualidad.
El análisis sintáctico crea además el espejismo de asepsia y justicia en la evaluación. Revisar y mejorar un texto escrito es complejo y delicado: requiere un diálogo cara a cara entre experto y aprendiz. Diseñar secuencias didácticas que estimulen la reflexión metalingüística y el diálogo entre los estudiantes, y calibrar luego en qué medida ese trabajo ha redundado en una mejora de los usos lingüísticos requiere, qué duda cabe, de otras herramientas de evaluación. La sintaxis en cambio se corrige con calculadora. Y hasta puede expresarse en decimales. La pregunta esencial
es qué diablos estamos evaluando.
Y entiéndaseme bien: no estoy proponiendo la eliminación de la reflexión sobre la lengua en la educación primaria y secundaria. Lo que defiendo es la necesidad de repensarla a fin de orientarla a los usos lingüísticos reales, a aquello que las personas hacemos con las palabras: informar o manipular, persuadir o seducir, elogiar o halagar, discrepar o zaherir. En caso contrario, lo de menos es que nuestro alumnado no aprenda nada verdaderamente relevante y dilapide un tiempo que podría ser enormemente fecundo si se dedicara a otros quehaceres. Lo verdaderamente inquietante es que chicas y chicos aprenden a ser fieles ejecutores de órdenes por cuyo sentido ni siquiera se preguntan. Como tantos docentes.
Necesitamos un sistema educativo que acompañe con liderazgo, formación, ideas y recursos a sus equipos docentes.
Cataluña está viviendo una “primavera educativa” que tiene como elemento distintivo la cantidad de escuelas públicas, subvencionadas y privadas, que están generando modificaciones profundas a partir de la experimentación, la formación y el trabajo en red. El II Simposio de Educación y Cambio, que se desarrolló recientemente en Barcelona, presentó a través de conferencias y visitas a escuelas cómo se gestan, consolidan, comparten y evalúan estos cambios.
En la jornada inaugural, Joan Domenech, miembro de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Cataluña, expresó “las experiencias anticipadoras e innovadoras facilitan las transformaciones posibles”. A la vez, compartió una nueva definición de utopía: eutopía, la cual definió como “el buen lugar posible: lo realizable en las condiciones reales”.
Una de las claves de esta primavera que vive Barcelona tiene que ver con la decisión del gobierno catalán de dejar que las escuelas innoven y, a partir del trabajo en red y la decisión de directivos con altas capacidades de liderazgo, emprendan un camino de transformación radical.
En las escuelas catalanas visitadas durante el simposio, algo que despertó especialmente la atención es el grado de participación y protagonismo de los estudiantes. Activos, en movimiento, en continua búsqueda, a su ritmo, tomando decisiones, aprendiendo a aprender. Algo de lo especial y único que proponen estas escuelas es la cultura del proyecto, de la construcción del conocimiento. Y allí es donde la escuela deja de ser una institución spoiler, cuyos contenidos parecen poco atractivos por su disponibilidad ubicua a través de internet, los libros de texto, los recorridos ya digeridos a través de programas muy definidos, y pasa a ser una institución constructora de conocimiento, cuyos hacedores son los alumnos. La idea de spoiler, muy utilizada en el mundo de la ficción, ilustra de lleno un problema de la escuela. No miraríamos la serie si ya sabemos el final y qué va a ocurrir en el próximo capítulo. Lo mismo sucede con aquellos contenidos que la escuela propone y repite históricamente.
Ahora bien, una escuela donde los estudiantes investigan, reflexionan, resuelven problemas, crean soluciones, deja de ser spoiler. Hacia allí deben orientarse las escuelas que forman para el futuro. Evidentemente, esto solo puede suceder en escuelas (y sistemas educativos) que acompañan con liderazgo, formación, ideas y recursos a sus equipos docentes.
Daniel Wilson, Director del Proyecto Zero de la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard, sostuvo en la conferencia de cierre que “el cambio educativo es un cambio complejo, para lograrlo hay que cambiar las creencias básicas acerca de la educación, así se logra el cambio en las prácticas y puede trasladarse a los sistemas educativos”. Esto significa que para lograr una transformación real, debemos creer que algo estamos haciendo mal, reconocer qué y luego pensar en cómo modificarlo. Este es el desafío que se debe iniciar en conjunto: entre docentes, directivos, políticos, decisores e investigadores. Reflexionar, colaborar, compartir, investigar, evaluar y empezar a trazar en conjunto ese mejor lugar posible para la educación.
La palabra autismo, del griego ‘autos’ (uno mismo), describe las condiciones por las cuales una persona no es capaz de relacionarse socialmente. En otras palabras, estar aislado. El término fue acuñado por primera vez en 1911 por el psiquiatra suizo Eugen Bleuler.
De eso ya hace más de cien años y, desde entonces, se han llevado a cabo muchísimos estudios para encontrar la raíz a este enigmático trastorno, así como sus posibles tratamientos. Se dice que cada año aumentan los casos detectados, pero es todavía arriesgado afirmar que sea debido a que crece el número, pues es cierto que cada vez hay más estudios y más herramientas para su detección. Sea como sea, lo cierto es que el autismo está cada vez más presente en nuestro entorno y son cada vez más los sectores interesados y volcados a visibilizar, tratar y facilitar la vida a ese sector de la sociedad, así como a las personas que los rodean.
Uno de los sectores que se ha volcado en este campo, ha sido el tecnológico. Se conoce con el nombre de tecnología asistente, aquella dirigida a que las personas afectadas con autismo, TEA, etc; puedan comunicarse con el resto, así como darles herramientas para aprender habilidades sociales, identificar sujetos, situaciones, emociones, etc. Hoy día, hay al alcance innumerables apps y programas que buscan abrir un camino a este colectivo.
Los hay de muchos tipos: destinados a facilitar la comunicación, otros que ayudan a manejar situaciones sociales que pueden llegar a ser estresantes (ir al médico, al supermercado, al tren…), otros para ejercitar las habilidades motoras finas: el control de la calidad del movimiento de la mano y los dedos. Estos, en concreto, facilitan el aprendizaje de la escritura o el manejo de objetos pequeños o delicados. La gran ventaja que han demostrado estos programas y apps, es que suelen ser muy intuitivos y atractivos, por lo que los niños suelen estar más dispuestos a aprender. No obstante, existen inconvenientes, como por ejemplo, el hecho de seleccionar, entre una gran cantidad de ellos, aquellos que verdaderamente sean de ayuda. Algunas de las características que deben cumplir para considerarse útiles serían:
Que fomenten el aprendizaje.
Que sean sencillas de usar.
Que estén diseñadas con flexibilidad, pero dirigidas a una única función.
Que tengan un interfaz claramente distinguible.
Que permitan modificar el tempo de la actividad.
Que los contenidos sean adaptables y flexibles.
Que sean divertidas.
Para cualquier familiar o profesional que inicie una búsqueda en internet, la tarea de encontrar programas adecuados o concretos puede ser una quimera. Por ello, hemos realizado una búsqueda de aquellos programas y aplicaciones más recomendados y bien valorados por usuarios, familiares y profesionales.
Uno de los más conocidos y con más historia es Boardmaker: una librería de símbolos (actualmente cuenta con más de 4.500 dibujos) clasificados por campos, que permite, entre otras cosas, diseñar tableros de comunicación, calendarios o rutinas.
El programa funciona con un set de símbolos SPC (Sistema pictográfico de comunicación) que el usuario puede utilizar con plantillas pre-establecidas o bien puede programarlas él mismo. A cada página se le asignan distintos dibujos que representan distintas ideas, acciones u objetos.
DictaPicto es una app pensada para su uso cotidiano. Su objetivo, como bien apuntan los mismos creadores, BJ-Adaptaciones y Doble Equipo, es mejorar el acceso a la información y facilitar la comprensión del entorno. Su uso es muy intuitivo, solo hace falta un móvil o una tableta. Su función principal es la traducir de manera automática la voz a pictogramas: primero el texto oral pasa a transcribirse a texto para luego pasar a ser pictogramas. Una vez el mensaje ha sido traducido, éste puede ser guardado para ser utilizado de nuevo. El sistema de etiquetado de frases con el que cuenta, agiliza la búsqueda. El modo de presentación de los mensajes puede personalizarse según las necesidades: se puede programar para que los mensajes aparezcan solo como imágenes, imagen-texto (texto más pequeño), imagen-texto (texto más grande).
Ejemplos de uso real de DictaPicto.
e-Mintza (en euskera: habla electrónica) es un programa gratuito de comunicación basada en pictogramas y sonidos asociados. El tablero se puede personalizar para ajustar la lengua, los textos, imágenes, vídeos o sonidos y puede ser utilizado en pantallas táctiles o a través del mouse. De este programa cabe destacar la posibilidad de incluir fotografías o vídeos personales en vez de pictogramas o letras, así como la herramienta de agenda: planificador secuenciado de hasta seis actividades por día o espacio temporal.
Doctor Tea es una web creada por la Fundación Orange y el Hospital General Universitario Gregorio Marañón que busca que las visitas médicas a los hospitales de las niñas y niños no suponga asistir a un sitio desconocido y hostil. A través de viñetas, vídeos y animaciones, el usuario puede recorrer los distintos espacios del hospital, así como conocer los profesionales que los atenderán, los procedimientos médicos y los instrumentos más comúnmente utilizados en las consultas. La web también cuenta con un apartado de juegos basados principalmente en las imágenes: secuencias, puzles, memory, etc; con el cual se hace más ameno y divertido este acercamiento.
Soyvisual es un sistema de comunicación aumentativa que cuenta con un gran banco de fotografías, láminas y diversos materiales gráficos, así como una app con ejercicios prácticos de distintos niveles. Soyvisual está dirigido a personas con dificultades de comunicación y del lenguaje: trastornos del espectro autista, diversidad funcional, afasia, traumatismos, degeneración cognitiva etc. Aunque, por su versatilidad, lo puede utilizar cualquier persona que lo desee o lo necesite. Los recursos que ofrecen son totalmente gratuitos y se amplían mensualmente. Soyvisual cuenta con un banco de fotografías para aquellas personas que todavía no entienden bien los pictogramas o que necesitan hacer la transición para reconocer los conceptos.
Día a día es un diario visual ideado para personas con autismo o problemas de comunicación. Este cuenta con un sencillo calendario en el que se puede guardar y revisar las actividades realizadas durante el día de forma visual y estructurada añadiendo imágenes, fotos o vídeos. También permite anticipar actividades o eventos, o fomentar la comunicación a través de las actividades realizadas. Las actividades se pueden distribuir según el momento del día (mañana, tarde o noche) y describirlas con imágenes, vídeos, sonidos o textos. Una vez anotada la actividad, se puede asociar a las personas o los lugares donde se han realizado. El diario se puede personalizar gracias a un sistema de categorización de las personas más allegadas o los lugares más frecuentes.
iSecuencias es una aplicación ideada y creada por la Fundación Planeta Imaginario (un centro clínico y de investigación que ofrece programas de intervención temprana a niños/as con TEA). En este proyecto también ha participado Francesc Sistach (Director General en España y Latinoamérica de Specialisterne, empresa social que proporciona formación y empleo en el sector de las TI a personas con autismo y Asperger).
iSecuencias favorece la mejora y al desarrollo de las habilidades sociales y al reconocimiento de las emociones. Se puede utilizar tanto en el ámbito familiar como educativo.
A través de ejercicios basados en ordenar secuencias, anticipar acontecimientos, o identificar emociones, se trabajan áreas como:
El pensamiento secuencial.
Relaciones causa – efecto.
Estructuración del lenguaje.
Hábitos y rutinas (muchas de las secuencias fomentan la autonomía personal).
Pensamiento creativo.
Comprensión socioemocional.
ARASAAC: Portal Aragonés de Comunicación Aumentativa y Alternativa, es una de las páginas con más historia y más utilizada. Ésta se fundó en 2007 gracias a un grupo de trabajo con personal del CATEDU y del Colegio Público de Educación Especial Alborada, con la colaboración del Centro Politécnico Superior y financiado por el Departamento de Industria e Innovación.
Esta página cuenta con una gran cantidad de recursos: materiales adaptados, herramientas online, software, ejemplos de uso, así como varios catálogos gráficos de pictogramas en color, en blanco y negro, fotografías o vídeos. Lo que más nos llama la atención, es que los recursos están disponibles en más de 15 idiomas.
La aplicación Look at Me, de la empresa Samsung, ha sido desarrollada junto a doctores y profesores de la Universidad Nacional de Seúl y la Universidad de Yonsei. Se trata de un juego basado en siete misiones (cada misión dura unos 15-20 minutos) que utiliza la función inteligente de la cámara del móvil para llevar a cabo ejercicios de imitación de gestos o reconocimiento de patrones: aprender a leer el estado de ánimo de una persona y recordar rostros y tomar fotos de uno mismo repitiendo esas mismas expresiones. El programa cuenta con un sistema de puntos, varios premios y efectos sonoros / visuales para mantener a los niños motivados.
Según las pruebas científicas realizadas, en el 60% de los casos se han notado mejorías a la hora de reconocer la cara de otras personas, el espacio que les rodea y también conocer mejor las emociones a través de las distintas muecas.
Sígueme: es una aplicación desarrollada por la universidad de Granada y la Fundación Orange. Su objetivo es mejorar los procesos cognitivo-visual y perceptivo-visual de manera progresiva a través de seis apartados que van desde la estimulación a la adquisición de palabras a partir de diferentes materiales como fotografías, vídeos, pictogramas, dibujos… También dispone de juegos para fomentar el reconocimiento de conceptos y su ordenación según distintos parámetros como pueden ser el color, la posición o la similitud.
En aprendicesvisuales.com se pueden descargar libros que han sido diseñados teniendo en cuenta las características de los niños con autismo, es por ello que los cuentos están construidos a partir de pictogramas. En esta misma página también se dan consejos y estrategias para construir nuestros propios cuentos.
ValpoDijo, es una aplicación de móvil pensada para ayudar a comprender los modismos, eso sí, de momento se basa en aquellos propios de Chile. Pero tanto por su presentación como por su funcionamiento, merece la pena ser mencionado. Esta aplicación enseña a los niños a entender el lenguaje figurado que poseen dichos modismos.
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