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Plagio textual: el más imperfecto de todos los crímenes

Por: Juan Domingo Arguelles

El plagio textual podría ser el más alto homenaje que reciba un autor, de no ser porque se trata, literalmente, de un robo. Ante un texto admirable (que deslumbra, que seduce, que arroba), ¿quién no ha sentido el deseo de ser él mismo su autor? Por eso los adolescentes enamorados copian poemas enteros de Neruda o de Sabines, o saquean sus versos, y se los entregan a las chicas que desean enamorar, sin decirles que ellos solo son los copistas.

A estos muchachos se les puede acusar de holgazanes, ya que no se esforzaron en escribir algo propio, pero lo cierto es que (como lectores) no tienen un pelo de tontos: saben que no podrían igualar el poema o los versos que les gustan, y temen no tener éxito en su empresa de conquista si le llevan a su chica unas muy malas líneas propias.

No les falta razón; les falta honradez. Mienten y hurtan para lograr su objetivo, al cabo que Neruda y Sabines no lo sabrán jamás. El texto que arroba es el que se roba… o el que es digno de ser robado. ¿Quién querría robar cosas que a nadie le interesan? Se han dado casos de ladrones que han perpetrado sus hurtos en museos y galerías, y que han pasado de largo frente a pinturas de artistas que desearían ser noticia porque alguien robó sus cuadros junto con los de Picasso, Van Gogh y Goya. Pero qué ladrón, estúpido, se arriesgaría a ir a la cárcel por robar un Pérez o un Domínguez si puede robarse un Picasso o un Van Gogh? Seamos serios. Incluso el robo debe tener algún nivel para merecer el riesgo.

Lo que no arroba a nadie, no se lo roba nadie. Y decimos esto porque mucha gente ignora el origen y el significado del verbo “arrobar”. Proviene justamente de “robar”. Significa “embelesar” o “embelesarse” por “algo que a alguien le roba la atención o le arrebata el corazón o el alma”. María Moliner lo define del siguiente modo: “Producir una cosa en la persona que la contempla, escucha, etc., tal admiración o placer que esta persona se olvida de cualquier otra cosa y de sí misma”. No de otra forma puede entenderse que alguien hurte un texto, pero no cualquier texto, sino aquel que le parece admirable y que sabe perfectamente que, aunque se lo propusiese, no podría superarlo o siquiera igualarlo. Si pudiera hacerlo igual o mejor, sin mayor esfuerzo, ¿qué sentido tendría robarlo?

Ahora bien, hay que distinguir entre un homenaje literario (por arrobamiento) y un plagio textual que es, literalmente, un robo: delito que alguien comete al apoderarse de un bien ajeno, no necesariamente “con ánimo de lucro”, como acota el torpe diccionario de la Real Academia Española en su tonta definición de “robo”, pues el robo por ejemplo de un cuadro o de un poema es un delito aunque no se lucre con ellos. Igual puede alguien robar un Van Gogh para tenerlo en su casa, escondido, contemplándolo egoístamente.

El homenaje literario, por arrobamiento, es otra cosa. No es necesariamente ni un delito ni un plagio textual. Es una influencia cruda, no procesada. Por ejemplo, el adolescente José Agustín (tenía, entonces, 16 años de edad), arrobado, deslumbrado y seducido ante la magistral escritura de Vladimir Nabokov en Lolita (1955), lleva a cabo un homenaje-apropiación en su novela inaugural La tumba (1961). No copia textualmente, imita uno de los procedimientos narrativos de Nabokov. El incipiente escritor mexicano embelesado, extasiado, con la obra maestra de Nabokov, utiliza un recurso climático de Lolita para concluir su novela adolescente. Muchos años después, en 2004, lo confiesa en una entrevista que está recogida en mi libro Historias de lecturas y lectores. Me dijo:
“A Nabokov me lo planché descaradamente en La tumba. La tumba termina con un autoepitafio que está tomado de la sentencia poética de muerte que escribe Humbert Humbert antes de matar a Quilty. Se trata de un plagio deliberado, aunque en forma de paráfrasis. Y eso que me contuve de apropiarme de más cosas, pues Lolita me seducía enormemente, sobre todo en el estilo. […] En realidad, el ejercicio del planche nada más lo ejercité esa vez en La tumba, y lo dejé en el libro a sabiendas. Me dije: si lo cachan, pues que lo cachen, y si no, no pasa nada”. Y, en efecto, no pasó nada. Nadie se dio cuenta. Lo cual habla muy bien de la paráfrasis de José Agustín, aunque muy mal de los críticos literarios que leyeron La tumba y que, se supone, debían tener entre su patrimonio de lecturas el gran clásico moderno de Nabokov.

Lo que imita José Agustín es un recurso literario. Esa influencia cruda lo lleva a una reelaboración, con plena conciencia del embeleso ante la obra ajena. Justamente, una de las acepciones del sustantivo femenino “paráfrasis”, en el diccionario, es la siguiente: “Frase que, imitando en su estructura otra conocida, se formula con palabras diferentes”.

En el pasaje de Lolita al que se refiere José Agustín leemos: “Le tendí una pulcra hoja de papel escrita a máquina. […] Porque sacaste ventaja de un pecador/ porque sacaste ventaja/ porque sacaste/ porque sacaste ventaja de mi desventaja/ […]/ …Porque sacaste ventaja de un pecado/ […]/ Porque sacaste ventaja/ de mi íntima/ esencial inocencia/ porque frustraste/ […] Porque frustraste mi redención/ porque te la llevaste/ […] porque la robaste…”, etcétera. El final de La tumba es el siguiente: “El ansia suicida me hizo ver las maravillas de la muerte. Sí, me mato. Tomé una hoja de papel para escribir mi propio epitafio. Esto salió: Porque mi cabeza es un lío/ Porque no hago nada/ Porque no voy a ningún lado/ Porque odio la vida/ Porque realmente la odio/ Porque no la puedo soportar/ Porque no tengo amor/ Porque los ruidos están en mí/ Porque soy un good ol’ estúpido/ Sepan pues que moriré/ Adiós adiós a todos/ Y sigan mi ejemplo”, etcétera.

Hay que insistir que, en literatura, una cosa es el plagio textual, el robo innegable palabra por palabra, y otra muy distinta la imitación de recursos, técnicas o procedimientos propios del estilo de un autor. Lo que protege el derecho de autor no son las técnicas y ni siquiera las ideas, sino las formas específicas de expresar esas ideas: la concreción de un objeto verbal único y propio. En su indispensable libro Derechos de autor para autores (FCE, 2004), José Luis Caballero Leal precisa lo siguiente: “El derecho de autor no ampara las ideas, sino únicamente las creaciones formales, que solo deben satisfacer el requisito de originalidad, como una condición necesaria para su protección”.

Expresiones únicas
Las ideas son universales, pero la forma de expresar esas ideas es única para cada autor, y a esto se le llama originalidad. Por ello, el plagio textual es el más imperfecto de todos los crímenes. No hay modo de que dos escritores escriban exactamente un mismo párrafo con las mismas, idénticas, palabras, idénticos signos, idéntica disposición y mismo propósito. Es más fácil acertar en el número de la lotería que conseguir, idénticamente, en la creación literaria, este fragmento inicial de Borges: “Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra”.

Nadie lo hará jamás. Nadie lo hizo antes. Esto solo es de Borges. Y lleva el entrecomillado porque no es de nadie más que de él. Incluso la conjunción y disposición de tres palabras como “la unánime noche” es prácticamente imposible que alguien más lo consiga por azar. Nadie, ni antes ni después de Ramón López Velarde, escribió como él sus famosos pleonasmos: “El amor amoroso de las parejas pares”. A esto se le llama originalidad, y es patrimonio, pertenencia, propiedad irrenunciable de un autor.

Rubén Bonifaz Nuño supo decirlo muy bien cuando intituló su obra poética De otro modo lo mismo. Las ideas, los temas, los sentimientos en la literatura son siempre los mismos, y lo han sido desde los orígenes de la escritura. Lo que es distinto siempre es el modo de expresarlos: la concreción textual para comunicarlos. Y, en esto, no hay ninguna probabilidad, no ya digamos posibilidad, de que dos autores expresen lo mismo de la misma manera sin que uno de ellos haya copiado al otro.

La imitación y el plagio son propios de los inicios de un autor. Son los adolescentes y los más jóvenes los que, en su “práctica de vuelo”, imitan y copian a los mayores. Gabriel Zaid lo advirtió muy bien: “Aunque suele creerse lo contrario, se empieza por escribir poesía fósil, y con los años, con la libertad que da el oficio, se llega a escribir poesía joven”. Y ejemplifica con Carlos Pellicer. Dice: “Hasta 1918, el joven Pellicer era un poeta fósil, que imitaba a los modernistas como José Santos Chocano”. Los jóvenes imitan, copian, parodian, incluso sin ser conscientes del todo, y con frecuencia, arrobados ante sus modelos, los saquean. La originalidad viene después, y en el caso de Pellicer, como bien lo señala Zaid, ésta surge con su poema “Recuerdos de Iza” (1919), donde desde su arranque el poeta ya dice lo que solo él pudo decir con idioma propio: “Aquí no suceden cosas/ de mayor trascendencia que las rosas”. Ni antes ni después de él, alguien pudo o podrá escribir lo mismo, idénticamente. A partir de 1919, incluso lo que se le parezca mucho es plagio.

Todo esto en cuanto a lo literario, que también involucra la denominada “intertextualidad”: el uso deliberado y consciente de la obra literaria cumbre perfectamente reconocible que se integra a otro texto original en una suerte de diálogo de coincidencias intelectuales y emocionales. En la intertextualidad, que siempre es un recurso estético, es decir artístico, no científico por supuesto, y especialmente poético, pueden o no entrecomillarse los préstamos, y muchas veces no se entrecomillan ni se destacan en cursivas porque el propósito no es hacer un ensayo con citas, sino un poema a dos voces.

La intertextualidad, que no es plagio, es un juego estético que apela a la malicia, con plena conciencia del uso del texto ajeno. Es una licencia poética vedada al ensayo, la tesis, la investigación y el texto de ideas en general. Es, en palabras de Barthes, la estética del placer textual, donde “leer es desear la obra, es querer ser la obra”. Solo con este sentido estético, literario, artístico, poético (y, por supuesto, con los límites que impone el mismo juego: si se copia un poema completo dentro de otro se violan las reglas de mismo juego), el fragmento del texto ajeno puede participar en la recreación estética. Solo así.

Plagios por necesidad
¿Pero qué pasa por la cabeza de alguien (fuera del juego estético) cuando plagia, es decir cuando roba un texto o partes de él a sabiendas de que se trata de algo ilícito? ¿Y, además, por qué lo hace si sabe que no es lícito? En el caso de la literatura, del juego estético, e incluso cuando se trata de la imitación de los recursos, pero no así de la copia textual (como en el ejemplo de José Agustín respecto de Nabokov), queda claro que un escritor imita a otro por coincidencia intelectual, por afinidad emocional y, especialmente, por arrobamiento ante la obra. Pero en el caso del plagio textual literario, científico y académico en general hay un elemento que no se ha dimensionado suficientemente: se trata de la holgazanería aparejada a la incapacidad intelectual para producir algo significativo ante el lector; la incapacidad para escribir y articular ideas con aportaciones propias.

Otro elemento, sin duda decisivo, a la hora de plagiar textualmente, es la subrayada necesidad (literaria, académica, científica) de presentar obra escrita no tanto como aportación creativa o intelectual, sino como mera mercancía (en el caso de los escritores) y como mero formulismo burocrático (en el caso de la academia y la ciencia) con fines prácticos de escalafón y, en consecuencia, de mejores nombramientos, cargos y salarios. En el caso del escritor, la mercancía, carente de originalidad, privilegia la ganancia económica, no la creación de una obra trascendente; en el caso del investigador académico, la escritura es solo “evidencia”, y la “evidencia” lo conduce también a la ganancia económica.

Un investigador sin “obra”, es decir sin bibliografía ni hemerografía, o con ambas muy escasas, resulta “incompetente” ante quienes acumulan más “evidencias”. Por ello, al grito de “¡sálvese quien pueda!”, todos se dan a la tarea de producir material escrito que hace las veces de justificación del puesto y el salario, y en el que muchas veces, ¡vaya distracción!, se les “olvidan” precisamente las comillas o no las encuentran en su teclado.

En ambas situaciones, el de los escritores que plagian y el de los investigadores que copian textualmente y firman escritos que no son del todo suyos, hay un propósito venal. En el fondo todo tiene que ver con el dinero y con su correlativo: el “prestigio”. El “prestigio” da dinero, y el dinero puede proporcionar “prestigio”. A estos móviles del plagio textual hay que añadir la “falta de tiempo”. Los plagiadores profesionales andan ocupados en otras cosas como para tener tiempo de escribir, o bien están sobreocupados en escribir y no les da tiempo de echar a funcionar el cerebro para producir no ya digamos algo original, sino siquiera algo anodino pero suyo.

Pensemos en el caso del escritor Alfredo Bryce Echenique. ¿Por qué se dedicó a plagiar textos si estaba comprobado que podía producir los suyos? Por dinero y por falta de tiempo. Porque debía entregar regularmente “columnas periodísticas” (muy bien pagadas; como las pagan todos los diarios y revistas a los escritores “de gran prestigio”) y no se daba abasto. Empezó por imitar los temas y las ideas de otros, y luego no vio problema en copiar textualmente esos temas e ideas. En los últimos casos ni siquiera puso un poco de afán, algo de esfuerzo, en disfrazar sus plagios. Ni siquiera tenía tiempo para eso.

En el caso, por ejemplo, de un alto directivo universitario, como el Rector de la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid, el doctor Fernando Suárez Bilbao, ¿que lo llevó a plagiar hasta en catorce de sus publicaciones? Se han exhibido las copias textuales dentro de sus escritos, y él niega todo, obviamente, como lo hacen siempre los que plagian; pero ante las evidencias ha tenido que renunciar a la posibilidad de renovar su cargo en la Rectoría de la URJC. Contra el plagio textual no hay defensa, pues éste implica copiar literalmente los escritos de otros para ensamblarlos en el cuerpo de un texto mayor que vaya uno a saber si no está compuesto de otros plagios menos evidentes.

El doctor Suárez Bilbao ve en las acusaciones “difamación y acoso”, y alega no ser culpable del delito de robo porque no obtuvo “rendimiento económico” ninguno. Podría salir airoso de las denuncias si sus abogados exhiben, a la letra, la cuarta acepción que da al sustantivo “robo” el lamentable diccionario de la Real Academia Española: “Delito que se comete apoderándose con ánimo de lucro de una cosa mueble ajena, empleándose violencia o intimidación sobre las personas, o fuerza en las cosas”. El diccionario académico tiene la desfachatez de dar una acepción, en esa entrada, para los juegos de naipes o de dominó (“número de cartas o de fichas que se toman del monte”), ¡pero nada dice del robo intelectual!, del plagio textual, del que solo informa, en la entrada correspondiente al verbo “plagiar”, que se trata de “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”.

No menciona el diccionario de la RAE, para el plagio textual, implicaciones jurídicas. Pero le tenemos noticias. Hace 35 años, en El ABC del derecho de autor, la Unesco definió del siguiente modo lo que corresponde: “El derecho de autor se basa en la premisa de que no existe forma alguna de propiedad tan legítima como la propiedad sobre las creaciones del espíritu. El derecho de autor equivale a afirmar, en el plano jurídico, que los escritores y autores tienen derecho a la propiedad sobre sus obras. (Las cursivas son mías.) Los escritores y autores tienen derecho a estar protegidos contra el uso no autorizado de sus obras y a recibir una parte de los beneficios obtenidos gracias a su utilización pública. El derecho de autor (y, en algunos países, otras ramas del derecho) también protege un conjunto de intereses que se han dado en llamar ‘derechos morales’ de los autores. Se trata primordialmente de que se le reconozca al autor la paternidad de la obra y se respete lo esencial del carácter de la misma, así como su integridad”.
Todo plagio textual es un robo, incluso si no hubiese, aparentemente, ánimo de lucro. La ganancia, la utilidad o el provecho pueden darse en especie: el “prestigio” que suele traducirse en cargos, nombramientos, puestos, etcétera, y que también conduce al dinero. Sea como fuere, el plagio textual es, siempre, una obra imperfecta de las malas artes: tarde o temprano se descubre. El plagio textual nunca es un crimen perfecto. Frente a las pruebas no hay defensa. Y no hay prueba más contundente que las huellas digitales impresas en la escritura.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=5507:plagio-textual-el-mas-imperfecto-de-todos-los-crimenes&Itemid=143

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Cuidar más para rescatar menos

Por: Julio Martínez Molina

En veinticuatro años de profesión periodística he asistido a centenares de «operaciones de rescate».

Desde los «valores» o los bancos de determinada arteria, hasta la enseñanza de los oficios o la disciplina social. Desde los frutales o la difusión de buena música en los medios, hasta el hábito de la lectura o el control en los centros laborales. Desde la tuerca K-5 al tornillo H-7. Desde el colador de agua hasta el clavo sin cabeza. Desde la medicina verde hasta el sexo protegido…

Siempre estamos «rescatando» algo en Cuba. Tanto se ha saturado el empleo del término en apoyo de campañas fugaces (o duraderas), que en determinados momentos se vacía de sentido, resulta  reiterativo, cansa por sofocador, aleja por manido, asusta por el arribo en cascada de más de lo mismo.

Su sobreutilización contamina o corrompe el significado del vocablo, al cual solo debería apelarse cuando cumple su función.

Solo se rescata algo si antes fue secuestrado. Sin embargo, casi nada de cuanto vamos a reencontrar, salvar o «liberar», en realidad nos fue hurtado por nadie; sino que nosotros mismos lo dejamos ir de paseo en el tiempo sin boleto de vuelta.
Sucedió a consecuencia de la abulia, la desidia, el desinterés, esos raptos coyunturales que nos dan de cogerla con algo y olvidarnos de lo otro: la asistematicidad rampante.

También sucedió de manera puntual –sea justo decirlo–, como derivación, en ciertos casos, de la agobiante falta de recursos aparejada al periodo especial.

Por ejemplo, por citar uno de los de mayor repercusión social, el de edificaciones semiderruidas ante la ausencia de mantenimientos constructivos, reparaciones hidráulicas, pintura. Agravada su condición, además, por las numerosas indisciplinas de sus habitantes, quienes lo mismo construyeron corrales para puercos en los edificios multifamiliares que se burlaron de los planos originales al modificar estructuras internas, quitar lo que iba aquí para ponerlo allá; y con ello llegó el consabido desbarajuste que a la larga perjudica de más a bastante.

Todo duraría muchísimo más, y por ende prescindiría del ulterior rescate, si de manera colectiva trabajásemos en preservarlo.

No dañar los ómnibus, no poner los pies en las paredes, no arrojar desperdicios, no efectuar talas indiscriminadas, no prender fuego en bosques o campos…, en fin, tantas elementalidades que, pese a serlo, son irrespetadas por muchísimas personas, fruto, no pocas veces, de una incorrecta educación en el seno hogareño.

La familia, la educación y la cultura son la base de todo en el mundo conocido.

Todo duraría mucho más, y prescindiría del ulterior rescate, de concretarse acciones perfiladas a la sostenibilidad en el tiempo.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2017-03-30/cuidar-mas-para-rescatar-menos-30-03-2017-19-03-42

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Autonomía curricular

El Modelo Educativo (ME) que la SEP propone implantar en el sistema de educación obligatoria a partir de agosto de 2018, argumenta como una de sus mayores innovaciones la autonomía curricular, a través de la cual, se argumenta en la propuesta, las escuelas contarán “podrán adaptar los contenidos educativos a las necesidades y contextos específicos de sus estudiantes y su medio.” (ME, pág. 27-28).

La autonomía curricular, se indica, modifica “el antiguo modelo vertical y prescriptivo para transitar hacia uno más flexible” (ME, pág. 75), gracias a este dispositivo las comunidades educativas (estudiantes, docentes y padres de familia) podrán incidir sobre los contenidos educativos y sobre las actividades que complementan el currículum obligatorio.

En el planteamiento pedagógico del modelo, se aclara, la autonomía curricular tiene la finalidad de brindar atención a la diversidad y a las necesidades e intereses individuales. También se indican los cinco objetivos específicos del componente: a) ampliar la formación académica; b) potenciar el desarrollo personal y social; c) ofrecer nuevos contenidos relevantes; d) incorporar conocimientos regionales; e) desarrollar proyectos de impacto social (véase ME, Componentes curriculares de la educación básica).

El ME, en su versión 2017, no abunda en la forma de operación concreta de la autonomía curricular, salvo los ejemplos que se indican en la pág. 76 del documento. En el cuadro 4 (autonomía curricular en la educación básica) se enumeran algunos ejemplos, más bien triviales y poco novedosos, del tipo de actividades que podrían ser incluidos en el segmento de tiempo destinado al componente: taller de escritura creativa, inglés, debates, taller de matemáticas lúdicas, taller de tecnología, taller de exploración de condiciones del medio y cambio climático; ligas deportivas, orquestas, talleres de arte; asignaturas tales como educación financiera, programación, robótica, habilidades para emprender; contenidos regionales y locales, y finalmente proyectos como recolección de basura, potabilización, democracia escolar, entre otros.

Se aclara, por último, que el tiempo de autonomía escolar es variable por nivel educativo y en función de la modalidad educativa. Es mayor en preescolar que en primaria, y mucho más amplio en jornadas de tiempo completo. Para las escuelas de jornada regular el tiempo de autonomía se estima en 2.5 horas a la semana, mientras que en las de tiempo completo puede sumar hasta 20 horas semanales.

El documento complementario al ME de 2017, Ruta para la Implementación del Modelo Educativo, ofrece algunas aclaraciones relevantes. Primera, que un próximo acuerdo secretarial, será emitido en mayo de este año, definirá los lineamientos de la autonomía curricular, y posteriormente las adaptaciones que correspondan en programas vigentes a cargo de la SEP: Programa de Fortalecimiento de la Calidad Educativa, Programa Integral para la Igualdad Educativa, y Programa Nacional de Inglés.

Segundo paso, en el periodo de junio de 2017 a julio de 2018 se debe cumplir la tarea de diseñar e implementar el piloto (en 1,162 escuelas) del componente de autonomía curricular del Plan y los programas de estudio en escuelas públicas de educación básica. Esta fase es simultánea al pilotaje de los planes y programas del nuevo currículum en los distintos niveles y modalidades de la educación obligatoria. Solo un mes después de la implementación piloto se pondrá en práctica el nuevo componente curricular. Hasta ahora no se ha explicado cómo se evaluará la fase experimental ni el tipo de consecuencias de dicha evaluación en caso de llevarse a cabo.

Por lo pronto el estado de Aguascalientes ya se apuntó para diseñar y ejecutar un programa piloto, de alcance estatal, en materia de autonomía curricular. Según Raúl Silva Perezchica, director del Instituto de Educación de Aguascalientes, órgano de la autoridad educativa estatal, la SEP les solicitó participar en la fase piloto y ellos, en Aguascalientes, ya iniciaron la valoración sobre el tipo de cursos o actividades que se incluirán en el programa piloto a ser iniciado este año (Página 24, Aguascalientes, 28 de marzo de 2017: Fuente).

A pesar de la insistencia gubernamental en que la autonomía curricular, junto con la autonomía de gestión de las escuelas, son los componentes de máxima innovación del ME, no sobra recordar que la opción de generar contenidos escolares pertinentes a los contextos locales está presente en el sistema desde la reforma educativa de 1993. La Ley General de Educación aprobada ese año, en el marco del proceso de descentralización abierto por el Acuerdo Nacional de Modernización de la Educación Básica (ANMEB, 1992), estableció en el cuerpo normativo que corresponde en exclusiva a las autoridades educativas locales, entre otras competencias, la de proponer a la SEP los “contenidos regionales que hayan de incluirse en los planes y programas de estudio para la educación preescolar, la primaria, la secundaria, la normal y demás para la formación de maestros de educación básica” (Artículo 13).

Lo que importa es observar qué tipo de contenidos y actividades se van a desarrollar en el nuevo marco. Si son como las enunciadas, a título de ejemplo, en la propuesta del ME 2017, es difícil anticipar que con ello se revolucionará el sistema educativo vigente.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/autonomia-curricular/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/06/escuela-nicaragua3-768×480.jpg

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¿El pretexto de la escuela al centro?

Manuel Navarro Weckmann

En el México real y no en el que aparece bajo el manto del “milagro de Guadalupe” de los anuncios de la Secretaría de Educación Pública, en donde más allá de reconocer, que de acuerdo con los resultados del Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial, 1 de cada 3 escuelas en México no tiene su organización completa y los maestros atienden a más de un grupo a la vez, 1 de cada 2 escuelas carece de drenaje, 1 de cada 3 no tiene agua potable, el 11.2% no tiene energía eléctrica y el 12.8% carece de baños, la estrategia va hacia poner maestros de inglés en todas las escuelas y, tomando en consideración que el mismo censo definió que había 207 mil 682 planteles, los 33 mil planteles que se han planteado atender con el programa Escuelas al 100, palidece ante tal realidad.

Si a ello le sumamos que la Secretaría de Educación Pública está en busca de enseñantes del programa y no Maestros en las convocatorias que está haciendo, abriendo la posibilidad de que cualquier profesionista egresado o no de una Institución de una Escuela Normal pueda acceder a impartir clases, el panorama no pinta nada halagüeño. Así, desde el año pasado, se planteó como una novedad hacia el Sistema Educativo, la “Escuela al Centro” como un mecanismo de fortalecimiento de las escuelas en México.

El punto grave de ello y para lo cual se debe de poner especial atención, lo constituye la segunda de las cinco estrategias dadas a conocer por el Secretario Nuño que refiere a la necesidad de colocar como lo dice en las páginas 38 y 39 de la Ruta para la implementación del Modelo Educativo: “es necesario dotar a las escuelas de mayores facultades de decisión, más recursos y mejores condiciones para la prestación del servicio educativo” en el apartado a) Gestión Escolar, en donde, además,  se establece que, para el ciclo 2017 – 2018, la difusión al 100% de las escuelas en donde se debe “Desarrollar, actualizar y difundir el marco normativo que rige el desarrollo y ejercicio de la autonomía de gestión escolar a las autoridades educativas y escolares”.

El punto viene a cuentas, en virtud de que la estructura administrativa en que se basa dicho programa alentado desde los noventas del siglo pasado desde los organismos multinacionales en materia económica y se le conoce bajo el nombre de Administración Escolar Descentralizada (AED) y tiene, de acuerdo a diversos estudios al respecto seis aspectos básicos: “En general, los programas de AED devuelven autoridad sobre una o más actividades, que pueden ser cualquiera de las siguientes: 1) asignaciones presupuestarias; 2) contratación y despido de maestros y demás personal de la escuela; 3) desarrollo de planes de estudio; 4) adquisición de textos y otros materiales educativos; 5) mejoramiento de la infraestructura; 6) control y evaluación sobre el desempeño de los maestros y los resultados del aprendizaje estudiantil”.

Efectivamente, si desde la contratación ya se empezó a eliminar a los maestros de formación, en el punto dos del párrafo anterior se refiere precisamente a la posibilidad de que desde la propia escuela se promueva una purga de maestros alentando a las propias instituciones educativas a ello.

Será muy importante estar atentos a la normatividad que se expida para tal efecto desde la propia autoridad educativa y con ello no se vulneren aún más los derechos del magisterio nacional a partir de la tristemente célebre y mal llamada Reforma Educativa.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/el-pretexto-de-la-escuela-al-centro/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2017/02/IEESA-escuela-768×510.jpg

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Matar al ruiseñor: periodistas y universitarios

Hugo Aboites

Matar al periodista es matar al inocente. En una pieza de literatura estadounidense, el padre regala rifles de aire comprimido a sus hijos para que aprendan a disparar, pero como sabe que comenzarán a tirar a los pájaros, aun dentro de su ánimo belicista encuentra necesario hacer una recomendación: No maten al ruiseñor, ése es inocente. Frente a las armas y la creciente colusión narco-Estado, periodistas como Miroslava Breach están indefensos. Pero, además, son radicalmente inocentes, porque de nada son culpables quienes con su oficio muestran hasta qué punto gobiernos y policías están ahora en simbiosis con los grandes corporativos de la droga, y tampoco culpables quienes tienen la calidad ética suficiente para no entrar en componendas y lisonjear a los poderosos. Son, además, indispensables, porque este escéptico y, al mismo tiempo, esperanzado país, necesita saber a fondo cuáles son las circunstancias que lo están determinando, para poder cambiar también radicalmente. Para la salud de una república que quiera crecer vigorosa, se necesita un enorme sustrato de personas bien informadas y crítica y políticamente reflexivas. Esta es una tarea de quienes no son culpables de lo que ocurre en el país, pero quieren cambiarlo.

Y es precisamente en este espacio que, como proyecto, coinciden periodistas y universitarios. El periodismo de fondo no consiste en producir notas como información descontextualizada, entretener u orientar la opinión pública, sino ofrecer desde la multiforme realidad cotidiana del país un material valiosísimo para la reflexión de los mexicanos. Y la universidad no se define como una fábrica de egresados o como la venta de investigaciones, cursos y servicios culturales, sino un espacio donde, por medio de los jóvenes y no tan jóvenes que acceden al conocimiento superior, la sociedad se vea a sí misma a través de la lente de muy distintas disciplinas y profesiones.

Frente al poder ambos grupos sociales sólo tienen la palabra, y por eso la construcción de argumentos. Pero, al mismo tiempo, en ciertos brillantes momentos que ocurren nunca se sabe cuándo, comparten el profundo poder que sólo dan el conocimiento y la cultura. Y con eso aquí y allá han tumbado gobiernos, creado instituciones y corrientes de pensamiento y abierto el paso a profundas transformaciones sociales. Con eso se puede crear una fuerza como la que ahora ha impedido que Ayotzinapa y el desgarramiento del país queden sumidos en el silencio.

En el caso de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), las palabras de apoyo de muchos precisamente en los medios; una manifestación cultural en la calle, con orquesta sinfónica, ensamble coral, grupos artísticos, y el argumento contundente de lo que acordó la Cámara de Diputados, facilitaron que la Secretaría de Educación Pública (SEP) se comprometiera firmemente a no descontar un solo peso del subsidio federal otorgado por los diputados. Esta excelente noticia permitió hacer un ofrecimiento mayor a nuestros trabajadores, evitar una huelga de pronóstico reservado y eludir, así fuera momentáneamente, una convergencia de fuerzas que, como ocurre casi constantemente, tienen en la mira a esta institución. Momentáneamente, porque todavía sigue en pie el recorte de recursos efectuado por la Asamblea Legislativa, a pesar de que pasa por alto claramente la ley que mandata que su presupuesto nunca será menor que el del año previo (Ley de la UACM, artículo 23). Legislación, por cierto, aprobada por la misma asamblea.

El descuento no sólo se mantiene, sino que, además, ahora se perfila a modo de respuesta que el rector debe ser llamado a cuentas. Aunque la explicación que da la diputada promotora es que se trata de una simple e inocente curiosidad, no deja de llamar la atención que sea ella la protagonista de una campaña constante contra la UACM y que uno de los argumentos para ir a la huelga era la supuesta existencia de un enorme subejercicio, y ahora se quiere que este tema sea retomado en la asamblea. Con el apoyo federal y del Gobierno de la ciudad, la UACM ha obtenido recursos para un ambicioso plan de obras que está por concluir, y de esos recursos se habla. ¿No se quiere que la UACM crezca?

Llama la atención también que el supuesto subejercicio fue uno de los argumentos para inclinar a la huelga y ahora casualmente se pretenda insertar a la asamblea en ese mismo tema. Desde hace años, sin embargo, como todos los titulares de organismos públicos, la representación de la UACM acude a esa instancia legislativa y en mesa de trabajo responde públicamente las innumerables preguntas de los diputados. Sólo en una ocasión un organismo ha sido llamado aparte, con dedicatoria especial, y fue precisamente la UACM, a finales de 2009. En contraste con lo que sucede en la asamblea, en el ámbito federal a nuestro reclamo no se respondió enviándonos a comparecer a la Cámara de Diputados, simplemente se resolvió. Finalmente, que en el centro de educación superior del país, la Ciudad de México, el órgano legislativo que aprueba el presupuesto no respete su propia legalidad y reduzca un presupuesto envía un pésimo mensaje a los rectores y universitarios del país. ¿Qué partido asume la responsabilidad?

Fuente del articulo: http://www.jornada.unam.mx/2017/04/01/opinion/015a2pol

Fuente de la imagen: http://www.reconoce.mx/wp-content/uploads/matar-ruiseñor.png

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La sociedad a favor de la primera infancia

Julieta Guzmán

En diciembre de 2014 los mexicanos –en especial la sociedad civil organizada que no descansó hasta concretarla– festejábamos la entrada en vigor de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (NNA). Esta ley reconoce como titulares de derecho a las NNA y tiene por objeto garantizar el pleno ejercicio de sus derechos.

Iniciábamos 2015 con gran expectativa sobre la implementación de esta ley y los beneficios que esto traería para las NNA. En todos los estados se inició el proceso de armonización y aprobación de la ley estatal.

Actualmente todos cuentan con la aprobación de ésta; sin embargo, sólo dos –Hidalgo y Quintana Roo– han avanzado hasta lograr que el Sistema Estatal de Protección comience a sesionar, y fue hasta diciembre de este año que el presidente instaló el Sistema Nacional de Protección Integral de NNA.

El proceso de implementación de la ley, además de tiempo y el impulso de la sociedad, requiere de recursos. En julio de 2015 el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, con apoyo de otras instituciones como Un Kilo de Ayuda, organizó el Congreso Internacional Invierte Temprano, aportaciones para el presupuesto base cero. En este evento se dieron a conocer los avances de los programas y estrategias que se han impulsado en México en torno a la primera infancia, y con esta información contribuyeron a identificar las prioridades en términos de inversión durante la construcción del presupuesto federal para 2016.

La labor de la sociedad civil organizada a favor de la primera infancia ha sido de gran relevancia durante este año. Además de impulsar la organización de eventos –como Invierte Temprano y el 3er Foro Nacional de Lactancia Materna–, señalar áreas de oportunidad, colaborar en la construcción de propuestas y en el seguimiento de las mismas, ha puesto en marcha, en colaboración con el sector privado e instituciones académicas, proyectos sin precedentes en México.

Los mejores ejemplos de ello son: Necesito de Ti y Aceleradora de Innovación para la Primera Infancia (AIPI). El primero de ellos es un programa de emprendimiento que busca impulsar soluciones innovadoras que atiendan el Desarrollo Infantil Temprano (DIT) en las áreas de estimulación temprana, salud y nutrición, y cuidado y desarrollo. Inició en abril con el lanzamiento de la convocatoria a nivel nacional. En febrero de 2016 sabremos cuáles serán los tres proyectos que recibirán una inversión de capital semilla.

El segundo, la AIPI, festejó su taller inaugural en la ciudad de Monterrey durante noviembre. Es un laboratorio aplicado en la primera infancia que busca traducir el conocimiento científico en estrategias de alto impacto. La iniciativa impulsada por la Universidad Regiomontana y el Center on the Developing Child at Harvard University es parte de la Red de Investigación y Diseño “Frontiers of Innovation” de la Universidad de Harvard. La red, que cuenta con laboratorios en Estados Unidos, Canadá, Brasil y ahora en México, emplea un modelo fundamentado en la ciencia, que es apoyado por una comunidad de agentes de cambio comprometidos con compartir el aprendizaje y el conocimiento acumulado y transformarlo en resultados a favor de las niñas y niños.

Las niñas y niños entre cero y seis años que viven en México merecen una sociedad que no se conforma con lo que el Estado da sino una que va más allá. Una sociedad comprometida que exige al mismo tiempo que asegura que existan las condiciones para que ejerzan sus derechos y logren su máximo potencial.

* Julieta Guzmán es investigadora Mexicanos Primero.

Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/la-sociedad-a-favor-de-la-primera-infancia.html

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Reforma institucional, la otra reforma educativa pendiente

Fernando Ruiz Ruiz

Un aumento de la inversión educativa en escuelas ubicadas en contextos marginados de nuestro país podría producir rápidas mejoras sustanciales. Así lo señaló Andreas Schleicher, Director de Educación y Asesor sobre Políticas Educativas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), al analizar los resultados educativos obtenidos por México en las evaluaciones del Programa Internacional de Evaluación de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés). Sin embargo, la evidencia indica que dichas inversiones tienden a reducir paulatinamente su impacto en las escuelas si no se toman medidas permanentes para asegura la formación adecuada de docentes.

Esto plantea la necesidad de pensar en la creación de un sistema institucional de apoyo a maestros y escuelas que no sólo impulse la actual reforma educativa sino que le dé sostenibilidad a los cambios futuros. La reforma constitucional de 2013 modificó sustancialmente las reglas que rigieron durante décadas las prácticas pedagógicas y laborales del magisterio; ahora es necesario acompañarla con una modificación de aquellas que regulan a las burocracias educativas a fin de asegurar que tengan como misión central el apoyo a maestros y escuelas y que su desempeño esté vinculado a los resultados educativos.

La Secretaría de Educación Pública (SEP) desde 2015 en varios momentos ha planteado la necesidad de llevar a cabo una profunda reforma administrativa, pero dicha iniciativa ha carecido de conducción política y claridad de rumbo. Discursivamente se le ha asociado con la eficiencia y transparencia, con el ejercicio del gasto, con el modelo educativo y con aquellas funciones que los estados no realizan.

Asimismo, ubican su realización dentro de una gama amplia y disímbola de acciones que van desde la modificación de su Reglamento Interior, la flexibilización del calendario escolar, la reordenación de las plazas presupuestales, la suspensión de pagos a comisionados sindicales o el regreso de los mismos a las aulas, la creación e implementación del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y Gasto Operativo (FONE) o las medidas enmarcadas dentro de la Estrategia Escuela al Centro y el nuevo modelo educativo.

En 2015, la refundación y reorganización del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) rompió la atrofia organizacional de esta instancia y abrió la oportunidad para la instauración de nuevas prácticas administrativas alejadas del control político de la Sección 22.

Este debe servir como ejemplo de lo importante que es el tema y de que sí se puede romper con la inercia burocrática. Sin embargo al igual que en la SEP, la gran mayoría de las entidades federativas poco han hecho para modificar las viejas prácticas burocráticas que, en simbiosis con las malas prácticas sindicales, han producido el desastre educativo actual.

Las iniciativas que en el pasado reciente se han impulsado, tales como la gestión de calidad y la gestión y supervisión regionalizada, han tenido poco impacto o de plano naufragado debido a la falta de vigor político y continuidad en su impulso, su desarticulación y las reglas que permitían la injerencia y el veto sindical. Ahora, el nuevo marco normativo puede ser un factor que facilite una política ambiciosa de transformación institucional.

Dentro de la amplia gama de acciones que supone la reforma institucional, es prioritario crear, reorientar y fortalecer los sistemas de apoyo a los docentes, el factor clave para hacer realidad los aprendizajes en el aula. Sin proponérselo el nuevo marco normativo suma nuevas instituciones y responsabilidades a las anteriores dispersando la atención a los docentes. La formación inicial de docentes está a cargo de varios cientos de normales e instituciones de educación superior, reguladas y supervisadas por la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (DGESPE); el ingreso, promoción y separación del cargo de los docentes a cargo de las secretarias estatales pero bajo regulación de la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD) y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE); la adscripción de los docentes la lleva a cabo las autoridades educativas estatales; su desarrollo profesional sujeto a directrices nacionales de la SEP y la CNSPD, pero operada por frágiles esquemas estatales; la supervisión y control de asistencia a cargo de los supervisores y la creación y operación de programas educativos, que implican incentivos a docentes, es operada por la Subsecretaría de Educación Básica federal. La negociación salarial anual la lleva a cabo la SHCP y la SEP; la supervisión y aplicación de las afectaciones a la nómina la realiza la Oficialía Mayor de la SEP; la dispersión del salario docente a cargo de la Tesorería de la Federación y las autoridades estatales educativas y de finanzas.

Semejante jungla burocrática plantea el reto de transitar de las anquilosadas y desarticuladas unidades administrativas actuales hacia nuevos arreglos organizativos ágiles, eficaces y con capacidad de respuesta para conducir los trayectos formativos y profesionales de cada docente.

No existe una receta única. Cada entidad federativa, y la SEP en primer lugar, deberán emprender su transformación de acuerdo con su contexto. Pero sin duda es preciso que ésta se lleve a cabo de cara a la ciudadanía y con una estrategia lo suficientemente clara y coherente para facilitar y aprovechar la participación social. Sin una comunicación veraz y creíble acerca de los beneficios de los cambios, será difícil remontar la oposición que dichos cambios generan.

Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/reforma-institucional-la-otra-reforma-educativa-pendiente.html

Fuente de la imagen:http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2015/08/27/55dfb535bc67c.jpg

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