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Estados Unidos: crisis del gobierno, lucha por el aborto y sindicalismo de base

Por: Jimena Vergara y Daniel Alfonso

[Desde Nueva York] En este artículo escrito especialmente para Ideas de Izquierda, Daniel Alfonso y Jimena Vergara –integrantes de Left Voice y de la Red Internacional La Izquierda Diario– ofrecen un panorama de la situación política en Estados Unidos, la emergencia de nuevos fenómenos de lucha social y lucha de clases y las tareas de la izquierda.

El 2 de mayo, el sitio Político filtró un leak con el borrador de un documento del Juez Alito que será discutido en la Corte Suprema hacia el mes de julio, echando atrás Roe vs. Wade, el precedente legal que a nivel federal prohíbe a los estados criminalizar el aborto, en un ataque histórico sobre los derechos reproductivos en Estados Unidos.

Los contornos de una situación dinámica

Esta filtración se da en el contexto de la crisis política del gobierno de Joe Biden, que no ha podido pasar ninguna de sus iniciativas en el congreso después de los planes de estímulo e infraestructura post pandemia y no ha podido recuperar los índices de aprobación del 2021, ni siquiera con su política frente a la guerra en Ucrania que cuenta con el consenso bipartidista y la pasividad general de las masas.

La situación de conjunto es muy dinámica. La sinergia entre la agenda internacional del régimen concentrada en Ucrania y el rearme de la OTAN por un lado y la convulsividad política y social doméstica por otro, plantean la posibilidad de un verano caliente.

Hacia las elecciones intermedias de noviembre, ambos partidos ya están haciendo cálculos políticos. El Partido Demócrata, que tuvo un pobre desempeño en las elecciones locales y estatales del 2021, teme perder la débil mayoría con la que cuenta en las dos cámaras. Las intermedias también serán una prueba decisiva para el trumpismo que espera demostrarle al Partido Republicano, que Trump sigue siendo su figura más prominente hacia las presidenciales del 2024 apoyando a los candidatos republicanos que públicamente cuestionan el resultado de la elección del 2020.

El desarrollo de un movimiento de masas por el derecho al aborto depende en gran medida de que estas sobrepasen la contención demócrata como al principio del Black Lives Matter (BLM), y que el Partido Demócrata evalúe qué es menos costoso políticamente, si movilizar o permanecer pasivos con el riesgo de ser castigados en las urnas este año.

Es un cálculo difícil, entre otros motivos porque los sectores tradicionalmente proaborto que se movilizan se encuentran en las grandes ciudades, históricamente gobernadas por el Partido Demócrata y donde las leyes estatales no se verán afectadas en lo inmediato por echar abajo el fallo Roe. vs. Wade. Por ahora movilizar a esta base social no parece que vaya a redituar necesariamente en votos en los estados más comprometidos para los demócratas o los llamados “estados rojos”. Sin muchas sorpresas, el discurso del gobierno es que hay que esperar a noviembre y elegir políticos proaborto en las intermedias.

En última instancia, una de las orientaciones estratégicas de Biden una vez cooptado el BLM era pasivizar el descontento con una combinación de concesiones al movimiento de masas, mucha retórica y la intervención estatal para reanimar la economía, restablecer las cadenas de distribución y contener la inflación. Este plan es el que hoy está en cuestión.

Otra vez, la lucha de clases

Si bien la lucha de clases venía siendo el elemento más retardatario de la situación en general pero con luchas estatales o locales importantes de sectores del movimiento obrero como los maestros de Minneapolis y rabia que se viene acumulando desde Striketober (como se conoce a la ola de huelgas de octubre de 2021) y la Gran Renuncia, la clase obrera irrumpió en la crisis política con el triunfo del Amazon Labor Union (ALU) en Staten Island y la marea de sindicalización en Starbucks. Lo más novedoso es quizá que esta nueva actividad en la clase obrera se combina con altos índices de aprobación entre la población hacia los sindicatos y todos los derechos elementales de la clase. Esta combinación es inédita desde que se impuso neoliberalismo.

No es casual que el movimiento obrero haya pateado la mesa en Amazon, la corporación que duplicó sus ganancias durante la pandemia y el símbolo más nefasto de la avaricia capitalista y los súper ricos con Jeff Bezos a la cabeza. De ahí que Chris Smalls haya popularizado aún más el slogan “eat the rich” (“cómete a los ricos”) que escribió en la chaqueta que llevaba en el mitin a las afueras de Staten Island previo a la votación del sindicato en la segunda bodega. Ni que decir del efecto moral que tuvo haberle impuesto al gigante de la logística un sindicato organizado por activistas y trabajadores de base que en un principio no tenían prensa, ni contaban con el apoyo de las burocracias tradicionales, ni con la ayuda del ala progresista demócrata.

Tanto Amazon como Starbucks expresan la emergencia aún incipiente pero significativa de un sindicalismo de base ligado al sanderismo, que está compuesto por la juventud precarizada multiétnica, antirracista y antiopresión, y de un nuevo activismo juvenil politizado que ve en los sindicatos una vía para mejorar sus condiciones de vida o está organizado en la izquierda y tiene pasión por organizar a la clase obrera. De algún modo, esta juventud en la clase obrera y los movimientos sociales de los últimos años está comenzando a identificar la lucha contra la explotación y la opresión como una sola, producto de la experiencia durante la pandemia y el BLM, reconstituyendo orgullo de clase y odio a los patrones.

Después del golpe de efecto que fue ganar el ALU en la bodega JFK 8, la bodega de enfrente perdió la votación ante el No contundentemente (360 votos por el sí contra 680 votos por el no), gracias a la intensificación de las prácticas antisindicales, por un lado, y a que esta vez la organización de base fue mucho más débil y la política de presión a la administración demócrata, que culminó en una visita a la Casa Blanca el 4 de mayo –en la que Biden no se comprometió en nada– prevaleció.

El triunfo del ALU también golpeó a la burocracia tradicional que se viene reubicando al calor de una mayor agitación en las bases sindicalizadas y ahora en la generación U (precarios). Concretamente se viene fortaleciendo el ala izquierda representada por Sarah Nelson del sindicato de azafatas que ambiciona la dirección de la AFL-CIO y en cierta medida por la nueva dirección de los teamsters que después de muchos años de “sindicalismo amarillo” viene girando a izquierda. Uno de los méritos del ALU fue haberle impuesto a este sector de la burocracia un mitin en frente único a las afueras de la bodega.

Los siguientes meses son decisivos para el Amazon Labor Union que tendrá que negociar su primer contrato con la patronal. Esta no puede permitir que los trabajadores le impongan un salario de 30 dólares la hora como está exigiendo el sindicato. La lucha del ALU amenaza el “modelo de negocios” del gigante de la logística toda vez que su estructura de distribución de mercancías se asienta sobre la superexplotación de miles de trabajadores que trabajan al ritmo de los robots. Para los capitalistas, el mayor riesgo es que la lucha del ALU inspire a otros sectores y eleve las expectativas de toda la clase obrera. Por ello la patronal ya está respondiendo con despidos y represalias contra los sindicalistas. La batalla en Amazon es una batalla para toda la clase obrera.

La disputa por el fallo Roe. vs. Wade se superpone a estos nuevos desarrollos en el movimiento obrero y reabre la crisis orgánica que permanecía latente mostrando las contradicciones más profundas que tiene el régimen bipartidista en Estados Unidos. Por un lado, volvió a mostrar descarnadamente la polarización política y social y la ubicación de las distintas alas del régimen. La agenda republicana y de la ultra derecha hacia las elecciones intermedias se basa en una fuerte ofensiva sobre los derechos reproductivos, los derechos trans y los derechos al voto, expresada en una serie de leyes ultra reaccionarias como “the anti gay bill” o las leyes contra la llamada “ideología de raza” que ya pasaron en varios “estados rojos” de mayoría republicana y prohíben la enseñanza sobre el racismo y la esclavitud en las escuelas de educación básica.

Hasta el momento el espectro del trumpismo y su base social –Trump se mantiene con índices de aprobación que empatan con los de Biden– es un fenómeno dinámico y con posibilidades electorales hacia las elecciones intermedias. Aunque la aplastante mayoría del Partido Republicano es antiaborto, el que gana políticamente liquidando Roe vs. Wade es Trump. En última instancia esto sería el resultado de haber impuesto a dos jueces durante su mandato dejando una Corte más a la derecha de la que recibió cuando empezó su período presidencial.

Por su parte el gobierno y el Partido Demócrata están en aprietos. No estaba en la agenda de Biden tener que lidiar con un movimiento de masas por derechos reproductivos en la calle y hasta ahora, los demócratas están llamando a movilizar de manera limitada claramente para contener. Sin embargo, de no movilizar y actuar pasivamente, el Partido Demócrata está en riesgo de perder las elecciones intermedias ya que su base social tradicional es pro choice (por el derecho a decidir), y hay bastante insatisfacción con el hecho de que Roe vs. Wade no fue codificada (hecha ley federal) durante 50 años, cuando en varias ocasiones los demócratas tenían la mayoría en las dos cámaras. La codificación de Roe vs. Wade además, fue promesa de campaña de Biden junto a la Pro Act. La clase media blanca y educada no quiere que sus hijos e hijas carezcan del derecho elemental a decidir.

La otra crisis institucional en curso afecta directamente a la Corte Suprema, una de las instituciones más prestigiadas del régimen político que viene perdiendo legitimidad desde la era trumpista y la designacion de Kavanaugh, rutilante representante de los provida en Estados Unidos y acusado de violación.

La política del Sanderismo hasta ahora, fue plantear que el fallo Roe vs. Wade sea codificado y llevarlo al piso del Senado hace unos días a sabiendas de que no iba a pasar producto de la técnica de obstrucción parlamentaria del filibuster (filibustero).

Los socialistas y la emergencia de un movimiento por derechos reproductivos en Estados Unidos

Desde la medianoche del día que el documento de Alito se filtró, en decenas de ciudades, cientos y miles de activistas salieron a las calles. La presión era tan grande en redes sociales que la Womens’ March tuvo que convocar con el objetivo de hacer acciones simbólicas y limar todo aspecto de combatividad. Left Voice asistió a la movilización de Nueva York, que contó con 3 mil asistentes. El mitin fue un acto electoral pro demócrata, lo que generó insatisfacción en los asistentes, en especial la juventud. Las organizaciones socialistas presentes, Left Voice, Socialist Alternative y colectivos pro derechos reproductivos logramos convertir el mitin en una marcha combativa en la que nos siguió la juventud en un cortejo de mil personas hasta Washington Square, que tuvo gran repercusión en los medios.

En Detroit, Left Voice junto a Detroit Will Breathe y organizaciones comunitarias organizamos una marcha independiente el sábado 8 de mayo, a la que asistieron más de mil personas.

Desde nuestro sitio web y en nuestros centros de trabajo los miembros de Left Voice estamos agitando y discutiendo con decenas de jóvenes que es necesario partir defender lo conquistado –“We won’t go back”– es decir que no podemos permitir que echen atrás el fallo Roe. vs. Wade, pero que tenemos que ir por más. Estamos comenzando a luchar con los métodos de la lucha de clases en las calles y desde los centros de trabajo y escuelas agitando por Aborto Legal y Gratuito Ya, ¡Que sea ley! Una ley federal que garantice el aborto legal, seguro y gratuito on demand y de fácil acceso para las personas en todos los estados, sin ninguna restricción al estilo de la Enmienda Hyde que impida el acceso al aborto a las personas de bajos ingresos.

Estamos agitando para impulsar un movimiento de masas independiente y en las calles por el derecho al aborto, tomando como ejemplo Argentina, Irlanda y Colombia que nos mostraron que podemos ganar. La única manera de avanzar es organizarnos en nuestros lugares de trabajo, escuelas, universidades y comunidades y tomar las calles, organizar paros y huelgas. Los demócratas solo estafaron a la juventud, las mujeres, los activistas LGTBI que votaron por ellos y nos querrán llevar a las urnas una vez más, así que nuestro movimiento tiene que ser independiente, en las calles y organizado por comités de base en todos los lugares de trabajo, pero también en las escuelas, universidades y comunidades.

En ese espíritu el sábado 13 de mayo organizamos la primera acción convocada por “CUNY for abortion rights” en Brooklyn College –CUNY es la universidad pública de Nueva York, que cuenta con 400 mil estudiantes, maestros y trabajadores–. “Cuny for abortion rights” es el primer comité de base formado por estudiantes y trabajadores, y que pretendemos extender a todos los campus.

La tarea del momento es ligar la ola de sindicalización que sacude a la juventud precaria con la lucha por los derechos reproductivos que está en el corazón de la llamada Generación U. Los sindicatos que ya existen, así como los que se están formando en el frescor de la lucha, deben luchar por el derecho al aborto. Los trabajadores de Starbucks y Amazon están mostrando el camino a seguir luchando contra los jefes multimillonarios y sindicalizando sus lugares de trabajo. Como dice el sindicato de Starbucks: “Todos necesitamos sindicatos para luchar por nuestros derechos como trabajadores, pero también por todos los derechos que necesitamos como personas oprimidas”.

Fuente de la información e imagen: https://www.laizquierdadiario.mx

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Rita Segato: el enfoque postcolonial en América Latina

Por: M.Phil. Heidi Venegas

El patriarcado es central para sostener todas las formas de desigualdad. Estamos experimentando una vuelta atrás, viviendo una guerra que se focaliza en el cuerpo de las mujeres, muy a pesar de que las mujeres no somos el antagonista bélico. Estamos cayendo en una trampa, nos dice Rita Segato, al ser interpelada a referirse al género como una ficción.

¿Cómo hacemos para cambiar esto? ¿Cómo hacemos para mover esto? Ese mandato femenino que es histórico, universal. ¿Por qué la historia no se ha movido? Y nos dice Rita, porque el Estado como forma institucional tiene el ADN patriarcal. Si queremos cambiar la historia, tenemos que volver la mirada hacia la voz de las mujeres. Es decir, tenemos que hacer política de otra forma. Recuperando formas de politicidad que la vida de las mujeres tenía y que perdió en el tránsito de la colonial-modernidad. Y muy importante tenemos que tomar en cuenta que es una forma no burocratizada, es decir, no es burocrática, como su principal característica.

Pensar en una humanidad de personas sería el ideal. El problema es cómo hacer ese camino cuando nuestros países son por ejemplo extremadamente racistas. En el Brasil del que tengo conocimiento de causa, los antagonistas de proyecto histórico, nos dijeron, pero para qué pedir cuotas (lucha por reserva de cupos) para los estudiantes negros en las mejores universidades públicas, si la raza no existe. No obstante, la raza es una representación que tiene un impacto en la vida de las personas. Lo mismo es con el género, tienen exactamente la misma estructura. La raza es la atribución de una biología a una desigualdad. El género es lo mismo sólo que con diferentes profundidades históricas.

Género y raza, tienen un impacto en la vida de las personas, en el acceso a recursos, a derechos, a educación, a salud, a vivienda. Entonces, cómo hacer ese balance entre nombrar sin consolidar esas asimetrías. Brasil es el país más africano después de Nigeria, mas de 80 millones de personas tienen ese trazo visible de la afrodescendencia pero ese trazo no se ve en la universidad. Si uno va a las universidades públicas de prestigio no se ve esa representación. Ahora está cambiando gracias a esa lucha que hemos dado por cuotas, por acciones afirmativas.

Entonces, nuestros antagonistas de proyecto histórico nos decían que no se debe nombrar la raza, porque si la nombramos hacemos nombrar algo que no existe. Pero si no la nombramos no podemos producir políticas públicas y hasta leyes capaces de transformar la realidad. Estamos frente a una trampa, evidentemente el género es una ficción, los tejidos con iguales —en mujeres y hombres-, los mismos y el cerebro igual, lo único diferente es la próstata.

La política es de los hombres, puede haber excepciones, pero ha sido un campo masculino. En la naturaleza no, en los primates por ejemplo puede ser una hembra la que lidera el grupo, hay transitividad.

Entonces, ¿cómo hacer para salir de la política patriarcal? Esa política que castiga todo lo que percibe como un desacato y que en nuestro continente se manifiesta de forma letal.

Fuente de la información e imagen: https://www.diarioextra.com

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Nota sobre el marxismo necesario y posible A 204 años del natalicio de Marx

Natasha Gómez Velázquez
Facultad de Filosofía e Historia. Universidad de La Habana

“…más grandes todavía, son los problemas conceptuales… Cualquier aproximación crítica al marxismo-leninismo se encuentra por los comunistas, perseguida como una debilidad o una traición. Para muchos de ellos es realmente doloroso participar en tal debate… Pero ¿podemos dejar esto para cuando mejore la situación? Seguramente, no.

Así que el trabajo teórico supone herir la conciencia de muchos compañeros, o quitarles un importante recurso que les ayuda a seguir en la resistencia…” Serguei Kara-Murza, 19941

Existen distintas concepciones marxistas de socialismo y de revolución, que se corresponden con el tipo específico de marxismo que las sustentan.
De hecho, todas las cuestiones relativas al socialismo cubano y sus estrategias, deben ser trazadas a partir de la determinación de un criterio político general sobre el marxismo, un criterio sobre la actitud ante su acumulado teórico y práctico, sus interpretaciones y usos, y sobre la asunción autocrítica de su trayectoria nacional. Pues la relación esencial entre marxismo y socialismo, no reside en formas de socialización, enseñanza, o divulgación, aunque estos sean aspectos que exigen también atención inmediata en Cuba. La unidad entre marxismo y socialismo, se encuentra en la totalidad de la producción de la política revolucionaria.

1 Palabras del científico e intelectual soviético/ruso Serguei Kara-Murza, que trabajó unos años en Cuba, su obra política es reconocida internacionalmente, y su libro Manipulación de la conciencia fue publicado por la Editorial de Ciencias Sociales en 2014. Kara-Murza, Serguei. ¿Qué le ocurrió a la Unión Soviética? Gerónimo de Uztariz, No. 9/10, 1994, p. 27. https://www.google.com/url?q=https//dialnet.uniroja.es/descarga/articulo/4810520.pdf&sa=U&ved=2ahUKEwji_uKcr5n3AhWbRzABHYUMAansQFnoECAkQAg&usg=AOvVaw3g601P74XSjyUIC2VMz_5o

La controvertida historia del recorrido del marxismo en el período revolucionario, incluido su presente; la heterogeneidad de formas declarativas que se recoge en documentos, estrategias, y discursos oficiales2; su eventual expresión ocasional y retórica –con limitaciones para transformarse de manera sistemática y coherente en política real y efectiva-; la conformación de entornos propicios para que a nivel sectorial, se apliquen determinaciones de concepción y funcionamiento autónomas sobre marxismo; su sobrevivencia limitada al trabajo de un reducido grupo de académicos e investigadores; su socialización casi exclusivamente escolar y cuyos efectos no parecen constatables; todo eso, impide que se asuma el marxismo en Cuba de manera “natural” (como dijo el Che), o que determinar un criterio político sobre el marxismo, resulte un imperativo y no una obviedad. Este asunto requiere meditación informada y resolutividad.

Un punto de partida hacia el marxismo necesario y posible, ha de ser el reconocimiento y validación de lo que, acertadamente, norma la Constitución, así como su instrumentalización consciente y orgánica. Eso implica el abandono definitivo de la restricción al tipo específico de marxismo denominado “marxismo-leninismo” (M-L), en favor de una consideración crítica e incorporación de diversidad de referentes marxistas, sus experiencias históricas y actuales.

Eso, si de marxismo se trata, pues ha de ser potenciada la tradición y actualidad del pensamiento cubano patriótico, independentista, y cívico –marxista y no marxista-, que constituye la única fuente de ética e identidad nacional, y además, aporta principios esenciales –de renovada actualidad- para la producción de política. Por otra parte, el marxismo necesario, siempre tendrá entre sus condiciones de posibilidad –y para bien-, a la cultura cubana que lo metaboliza, su contexto, y sus determinaciones. También en este sentido de pilar, el pensamiento y en general la historia de Cuba, realiza una contribución fundamental.

Ni uno ni otro –ni el marxismo ni la tradición nacional-, se renuevan y permanecen vivos, por su valor intrínseco o esencialista. Ambos, deben ser conscientemente cultivados y convertidos en necesarios para ciudadanos y sujetos políticos, así como

2 Para un análisis sistemático de las referencias al marxismo en documentos del PCC y del Estado cubano en años recientes, ver: Regalado, Roberto. ¿Reafirmación del marxismo-leninismo en Cuba? ser actualizados en la acción misma de hacer política. De lo contrario, permanecen solo en dimensión declarativa, escolar, e intelectual, es decir: no viven.

Es cierto que en relación con la política revolucionaria, el camino del marxismo necesario y posible se hace al andar –como todos los marxismos, pues, por definición, son siempre históricos, empíricos, contextuales: no existe marxismo prefabricado, y en ese sentido, Lenin es el mejor ejemplo-; pero antes de emprender ese camino de hacer política, hay que conformarse un juicio sobre los referentes marxistas a emplear, y de manera más radical, verificar la intención realmente marxista. Sin embargo, ¿cómo es posible afirmar una identidad marxista (individual o colectiva) o proyectar estrategias marxistas, sin conocer el marxismo?

Tener registrado enunciados: el marxismo es ciencia; el marxismo es guía para la acción; existen clases sociales en lucha, formaciones económico-sociales, equilibrios y desequilibrios sistemáticos entre fuerzas productivas y relaciones de producción, revoluciones, instituciones Estatales clasistas, plusvalor capitalista, formas de propiedad sobre los medios de producción, contradicciones y leyes de la dialéctica, planificación socialista; construcción del socialismo; el socialismo es superior al capitalismo, etc., tener eso registrado no es conocer el marxismo. Esas proposiciones generales listadas, se mueven únicamente, en el nivel de proposiciones vacías, propias del marxismo de Manual que da convicción y fe –de función movilizativa probada, como bien señalara Gramsci-, pero no contribuye a la realización de un socialismo efectivo. Determinar qué marxismo resulta necesario (el que se adecua a condiciones de posibilidad, y a propósitos concretos del socialismo a realizar), implica un juicio basado en el conocimiento real, que se aprende en el activismo político, en sus debates orgánicos –no formales, ni en la Escuela-, en las exigencias personales y colectivas de ese activismo.

Tomar la opción política por el marxismo, sí involucra un ejercicio de la razón, pero insertado plenamente en ese proceso político. Los sujetos políticos orgánicos, interesados en el marxismo, se encontrarán ante un imperativo de saber, que incluye textos e historias diversas (pues la historia sentenció definitivamente los Manuales de M-L, que reunían “todo el marxismo” y eran ¡tan coherentes, tan sistemáticos!). No hay otra salida: cuando se rechaza la mera declaración “soy marxista” o “somos marxistas”

–declaración “estúpida” diría Fernando Martínez Heredia, que reduce la identidad política a “estandarte”, según diría en otro tiempo Lukács3-, quedamos necesariamente situados ante el pasado y presente del marxismo (su teoría y su historia), para poder verificar identidad y pertenencia, para poder revolucionar con efectividad. Tal ejercicio intelectivo y a la vez político, es un momento necesario del ser marxista: ser marxista, implica leer a Marx (y a otros); como ser martiano, implica leer a Martí y su legado histórico. No se es marxista, ni leninista, ni martiano, repitiendo las frases o incluso, contenidos antológicos, que ya otros seleccionaron como tales.

Sin embargo, el referente del pasado del marxismo, aún en su ineludible dimensión de saber, no puede constituir un atributo de especialistas. Pues el marxismo no se agota en sí mismo, en su expresión cognoscitiva, cuerpo teórico, histórico, y de experiencias acumuladas. Su vocación, realización, y única forma de vida es la arena política. No puede permanecer en gabinetes.

En ese sentido, ha de recordarse que en la época del marxismo clásico (quizás hasta los años 20 del siglo XX), los líderes políticos eran líderes teóricos, conocedores de la teoría y la historia del marxismo, no por interés de ilustración, sino como instrumento de política revolucionaria. En Cuba, se destaca en particular el Che, con sus estudios personales del marxismo –emprendidos desde su temprana juventud a raíz de inquietudes políticas, y que lo acompañaran después-, sus escritos, su paradigmática polémica económica de grandes exigencias teóricas, y su criterio para decidir políticas. Ese camino de contrastación con el marxismo históricamente constituido, que no solo es tránsito identitario, sino de aprendizaje –proporciona instrumentos tácticos, estratégicos, experiencias históricas, conceptuales-, implica también, un juicio crítico sobre ese pasado plural, heterogéneo, contradictorio, dirigido a una decisión política de trascendencia presente.

De manera que toda decisión sobre el marxismo a adoptar, como premisa de la producción de política socialista, ha de ser un acto consciente e informado. No puede ser un acto declarativo o irreflexivo. Pues las palabras pronunciadas o que se pronuncien sobre marxismo y socialismo, cargan el peso de una historia y sus contradicciones, involucran concepciones, posicionamientos ante el pasado, el

3 Martínez Heredia, Fernando. Izquierda y marxismo en Cuba. El corrimiento hacia el rojo. Editorial Letras Cubanas, 2001, p. 113. Lukacs, Georgy. Historia y conciencia de clases. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970, págs. 58; 99.

presente y el futuro; y resultan decisivas para determinar ¿qué socialismo necesitamos? Ignorar, desconocer, o subvalorar el conocimiento histórico y conceptual del marxismo, en favor de un empirismo absoluto –que se declara “marxista” como medio de legitimación-; o abandonar el marxismo al espacio de sus “especialistas profesionales”: no es una opción. El espacio político que no ocupa el marxismo pensado, es ocupado por el marxismo vulgar, o por políticas “libres de ideología” que sellarían decisiones estratégicas del ¿socialismo?

La decisión consciente y orgánica sobre marxismo y socialismo en Cuba, debe incluir la autocrítica, que ha de precisar lo que no puede ser repetido o debe ser rectificado cuanto antes. La autocrítica es siempre un instrumento proyectivo.
Para que eso ocurra, la situación del marxismo debe ser analizada y debatida en distintos escenarios y niveles. Ese status, de asunto en reflexión, debe ser socializado, pues tratándose de esencias políticas, involucra a todos. Es necesario que a nivel ciudadano y de sujetos políticos, se conozca que el marxismo es debatible, que constituye un imperativo hacerlo, y que su proyección debe ser rectificada.

Sin embargo, los artículos y ensayos que se han generado en los últimos meses, permanecen confinados en espacios intelectuales muy circunscritos, que no inciden en la movilización del criterio, o en la motivación por el conocimiento ya sistematizado de la trayectoria histórica del marxismo en nuestro contexto, o en la consideración crítica y prospectiva de su situación actual. Por otra parte, no puede ser calificado como “debate” lo publicado recientemente, pues todos esos textos convergen en argumentos y en intencionalidad: es necesario un cambio radical. En tanto, las posiciones diferentes –que permanecen en lo pautado por décadas-, aún no presentan sus argumentos. Eso no significa que exista un lado vacío, pues esa posición tradicional, no necesita pronunciarse para ser validada. Lo está a priori, naturalizada. Y tal ausencia de inquietud, parece hoy inamovible.

El reclamo de socialización no es vanidad de intelectuales, ¡es una necesidad política!, pues el marxismo ha sido parte esencial del proyecto de socialismo cubano (en política interna, externa, enseñanza, discurso político, documentos oficiales de todo tipo, etc.). Ese alcance social que ha tenido en Cuba –consagrado en las Constituciones de 1976 y 2019-, impone la necesidad de una consideración que ha de tener igual magnitud.

Serguei Kara-Murza analizaba en 1994 “qué le ocurrió a la Unión Soviética”. Entre los factores concurrentes al derrumbe, incorporó la incidencia del marxismo al uso. Denominó a ese asunto: “el problema clave del análisis teórico”. Es decir, en fecha tan temprana, ya era evidente para el juicio crítico de Kara-Murza, que lo relativo al marxismo -trazado de políticas sobre sus bases, enseñanza, investigación, y divulgación-, no era un asunto menor para la vitalidad misma del socialismo. Y que, por tanto, el socialismo no podía ser negligente, omiso, o formal al respecto.

Pero quizás lo más importante, es su descripción del temor existente respecto al debate crítico sobre marxismo y, por consiguiente, la negación a considerar el asunto. Kara-Murza precisaba que, justamente ese temor, generó una parálisis en el marxismo, lo que se convirtió en una manifestación del derrumbe4

Autocrítica y prospección del marxismo deben ser afrontados sin dilación en Cuba. Ambas dimensiones constituyen aún, asuntos pendientes, pues se ha evitado por casi seis décadas un debate científico (no opinático) y político, que no puede ser postergado más. En ese sentido, sería muy provechoso utilizar el interés renovado en meses recientes –a partir de ciertas condicionantes- sobre la historia, presente y futuro del marxismo. Siempre en el entendido que, esa autocrítica y prospección extraordinarias, deben constituirse en una regularidad.

El marxismo de uso más general en Cuba, ha prescindido de la consideración de importantes referentes teóricos y de experiencias históricas. Incluso, han permanecido fuera de estudio y empleo político sistemático, textos, teoría, y pasajes del marxismo originario, o han sido asimilados de manera formal y unilateral. Aún aquellos referentes de contenido que se declaran e implementan, suelen ser reducidos a la pobreza de la norma vigente, convertida en estilo de pensamiento naturalizado. Porque, las formas disciplinarias que se establecen trazando perímetros de contenido -plenamente identificables-, no son las únicas. Igual de perjudiciales son aquellas –imposibles de reconocer en nosotros mismos-, que generan y entrenan en estilos de pensamiento construidos para la adecuación a lo que es; y no referentes, para la aventura de lo que debe ser.

4 Kara-Murza, Serguei. ¿Qué le ocurrió a la Unión Soviética?, edición citada, p. 27.

Por otra parte, el marxismo desde su origen ha sido metabolizado por épocas, contextos, culturas, tradiciones políticas, ideologías y ciencias; y su diversidad de interpretaciones tiene poderosas y muy complejas relaciones de sinergia que hacen imposible –sencillamente, ¡imposible!-, considerar que se pueda identificar 1 tipo específico de marxismo por su estado de pureza, y ser erigido por eso, como criterio para trazar un perímetro de legitimidad (estéril). Tal cosa, ¡no existe! Existen corrientes marxistas, pero ninguna de ellas, es marxismo en estado “puro” (auténtico, verdadero, científico), ni puede presumir de ortodoxia. En fin, todo el marxismo, aún en sus identidades ambiguas, ha de ser considerado de manera crítica.

El marxismo que necesitamos se encuentra fuera de esos márgenes de contenido y estilos de pensamiento, que resultaron autoimpuestos y trazados de manera particularmente restrictiva, en cuyo perímetro solo quedó el M-L. Sin embargo, ¡no existe argumento lógico ni político para que una revolución renuncie a la apropiación crítica del marxismo todo! Apropiación que siempre se realizará, a partir de la identidad y tradición política, cultural, e histórica que nos define.

A continuación, se enuncian algunas proposiciones del marxismo originario y clásico que deben ser recuperadas para la producción de política socialista, por su potencial revolucionario. No es, por supuesto, una lista exhaustiva. Tampoco son proposiciones de rango absoluto. Son contextuales y deben ser analizadas a partir de su lugar en una totalidad teórica y práctica. El valor que pudieran tener estos enunciados, consiste exclusivamente en ilustrar con ciertos ejemplos, la necesidad de ampliar y enriquecer los referentes teóricos a considerar.

I- Definición marxiana de comunismo como un “movimiento histórico” que genera condiciones para la “auténtica apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; … retorno completo del hombre hacia sí mismo como ser social (es decir humano)”. Supone “emancipación”, plenitud propia de una “sociedad nueva” donde se establezca una “asociación en la que el libre desenvolvimiento de cada uno, será la condición del libre desenvolvimiento de todos”; en otras palabras, una “cooperación de trabajadores libres y su propiedad colectiva sobre la tierra y sobre los medios de

producción producidos por el trabajo mismo”. Implica trascender la necesaria “revolución política”, que supone condiciones de dominación.5
Estas definiciones de Marx, son muy distintas a las del marxismo vulgar que las desestimó, sustituyéndolas por una interpretación economicista y estructuralista de modo de producción, fuerzas productivas, relaciones de producción, relaciones de propiedad (a socializar), formación económico-social, revolución, y construcción del socialismo, todo en versión etapista6 (no en clave de revolución permanente, es decir, dialéctica).

Por otra parte, la interpretación del comunismo como emancipación, resulta un concepto de vínculo directo con los de “democracia” y “libertad”, términos que suelen ser considerados propios del liberalismo burgués, por lo que el M-L desestimó esas proposiciones marxianas; además, “democracia” y “libertad” se suponen ya realizadas, una vez que se “toma el poder”, en el día 1 de la revolución. Pero realmente, emancipación, democracia y libertad, tienen un amplio recorrido en el marxismo originario y clásico, y una deuda con su concepción y sabia implementación en la práctica socialista, por lo que su consideración resulta más que pertinente.

Hay que recuperar el estudio directo de la obra de Marx toda, sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 y su Miseria de la Filosofía (1847); el primero, totalmente ignorado por el M-L, y el segundo, a penas trabajado por ese tipo de marxismo. Leer El capital (1867, tomo 1 preparado por Marx), en una clave que trascienda el economicismo, y que se proyecte también como Lógica (diría Lenin), como Historia, como Filosofía, como Epistemología, como Política. Regresar al Manifiesto comunista (1848), en toda su riqueza teórica, y no solo de acuerdo a la pauta tradicional soviética. Sobre democracia, libertad, y participación, incorporar La revolución rusa (1818) de Rosa Luxemburgo. Uno de los muy contados textos marxistas sobre socialismo. Ensayo siempre actual, y además, inteligente, propositivo, anticipador, hermoso. Pero su autora fue expulsada definitivamente del perímetro de

5 Ver: Marx, Carlos. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1973, p. 107. Marx, Carlos; Engels, Federico. Manifiesto Comunista. Carlos Marx. Federico Engels, Obras Escogidas en dos Tomos. Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, T.1, págs. 35; 43. Marx, Carlos. Miseria de la Filosofía. Editorial Progreso, Moscú, 1981, pp. 142-143. Marx, Karl. El capital. Crítica de la Economía Política. Siglo XXI editores, 2009, t. 1, vol., 3, p. 954.

6 Para examinar la peculiar dinámica cubana entre la noción dialéctica de “transición al socialismo” (incluida la “construcción paralela del socialismo y el comunismo” en el segundo lustro de los 60). y la propia del M-L, más bien etapista (fin en sí mismo), de “construcción del socialismo”, ver: Valdés Paz, Juan. La evolución del poder en la revolución cubana. Rosa Luxemburg Stiftung Gesellschaftsanalyse und Politische Bildung e.V., 2018, t. 1, págs. 32; 90-91.

legitimidad del marxismo en 1931, a partir de una carta escrita por Stalin7. En consecuencia, su marxismo fue ignorado por toda la herencia soviética posterior.
II- Según Marx, el “modo de producción…es ya, más bien, un determinado modo de actividad de estos individuos …, de manifestar su vida …de vida de los mismos… Lo que son coincide, … con su producción, tanto en lo que producen como con el modo cómo lo producen”8. Es decir, en la medida en que (re)producimos la realidad “externa” y nuestra existencia física, también (re)producimos lo que somos esencialmente. Y el socialismo -como toda sociedad-, es un modo específico de (re)producirnos nosotros mismos como seres humanos. Esa proposición filosófica de Marx, irreductible a la dimensión económica, encierra importantes consecuencias para la teoría política revolucionaria.

Significa que, para Marx, la sociedad no se constituye de dos realidades independientes, por un lado los seres humanos y sus subjetividades, y por otro, sus resultados y procesos sociales objetivados. Por el contrario, Marx plantea la existencia de una realidad social única, tan objetiva como subjetiva, que precisamente por eso, conforma una totalidad, cuya esencia reside en la “praxis”. Pues esta hace, de la actividad transformadora de la realidad y de los sujetos, un proceso único (no precisamente unificado), o sea, un mismo proceso.

Esa concepción de identidad histórica (y no de dualidad ontológica) –que constituye parte del legado dialéctico de Hegel-, sería retomada posteriormente por Gramsci, quien sintetiza con certeza: “objetivo quiere decir siempre “humanamente objetivo”, lo que puede corresponder en forma exacta a “históricamente subjetivo””9

Antes, en 1923, Georgy Lukács y Karl Korsch (Herbert Marcuse después) habían argumentado que precisamente el planteamiento de esa identidad dialéctica y praxiológica entre lo objetivo y lo subjetivo, esa “coincidencia entre conciencia y realidad”10, que es la única forma de concebir la historia como totalidad; era la premisa

7 Stalin, José. Sobre algunas cuestiones de la historia del bolchevismo. Edición Marxists Internet Archive, 2000. https//www.google.com/url?=https://www.marxists.org/español/stalin/1930s/ sta1931.htm&sa=U&ved=2haUKEwjErcnhnZv3AhUbQjABHRPQALIQFnoECAMQAg&usg=AOvVawOAFUVR_WhzvKdmSTfivE3e

8 Marx, Carlos; Engels, Federico. La Ideología Alemana, Editora Política, La Habana, 1979, p.19.

9 Gramsci, Antonio. El Materialismo Histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Obras Escogidas, Tomo I, Edición Revolucionaria, La Habana, 1966, pp.145-146
10 Korsch, Karl. El estado actual del problema Marxismo y filosofía (Anticrítica). Marxismo y filosofía. Editorial Era, México, 1971, p.

68. Korsch, Karl. Marxismo y Filosofía. Edición citada, p. 23. Lukacs, Georgy. Historia y conciencia de clase. Edición citada, págs. 59-60; 65. Ver: Marcuse, Herbert. Razón y revolución. Alianza Editorial, Madrid, 1971, págs. 125; 388. Gómez, Velázquez, Natasha. Lo que ya se dijo del marxismo: a propósito de Karl Korsch. Palabras de Lenin. Conclusiones de hoy. Editorial Félix.

filosófica que le permitía a Marx, explicar la posibilidad de revolución. Pues, la praxis revolucionaria, implica una configuración racional de la realidad, que solo puede ser lograda si, efectivamente, los sujetos y su razón política, son parte constituyente de esa misma realidad a transformar y que se transforma a sí. También por eso, un proceso semejante, moviliza la transformación de los propios sujetos. De ahí que, parafraseando a Marx: lo que los individuos son, coincide con lo que producen y cómo lo hacen; “la esencia humana”, no es otra cosa, que “el conjunto de las relaciones sociales” (¡es lo mismo!); o la definición de la “práctica revolucionaria” como “coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana” (siempre coincidencia, identidad)11

A diferencia de la concepción específicamente marxiana (que involucra: identidad, totalidad, praxis), se reelaboró desde fines del siglo XIX un marxismo vulgar, cuya concepción dualista era, más bien, propia de la Filosofía tradicional –en parte, anterior a Marx-, propia de la Filosofía precrítica, no praxiológica, y por tanto, rechazada desde 1845 en las conocidas como Tesis sobre Feuerbach (nombre editorial, dado por Engels para su publicación en 1888).

Ese dualismo extemporáneo y ajeno a Marx, es el que, sin embargo, sostuvo y sostiene el M-L. Concibe a los sujetos como una realidad distinta a la del curso objetivo de la sociedad, cada una con lógicas y leyes de existencia propias e independientes. En consecuencia, relega a los sujetos políticos a contemplar pasivamente, el desenvolvimiento de una realidad social otra (por ser objetiva), que transcurre de acuerdo a un curso inexorable (leyes objetivas). De manera que el dualismo que sustentan las proposiciones del M-L, como la del “problema fundamental de la filosofía”, “teoría del reflejo”, “dialéctica objetiva” y “dialéctica subjetiva”, implican, políticamente hablando, la aceptación del mundo tal y como se presenta, y la renuncia a la transformación revolucionaria de la sociedad.

Regresando a la pauta marxiana (de identidad, totalidad y praxis) y su lección revolucionaria: toda determinación social, económica, cultural, y propiamente política,

Varela, La Habana, 2017, pp.66-85.

11 Marx, Carlos. Tesis sobre Feuerbach. Marx, Carlos; Engels, Federico. Obras Escogidas en dos tomos. Edición citada, t. II, p. 427.

es también la medida de lo que somos, y de lo logrado o no en materia de transformación humana y emancipación.
En ese sentido, las contradicciones del socialismo cubano constituyen una manifestación de la actual condición humana de sus ciudadanos. Desigualdades; racismo; depresión económica; “apoliticismo”; oposición; emigración; pérdida de valores; inconsistencia en la determinación, coordinación, y gestión de procesos, etc.; todo eso, junto a los logros conocidos, es lo que somos, en este momento histórico. En rigor conceptual, no existen propiamente descuidos, problemas, disfuncionalidades, pues esas, son también dimensiones constituyentes de una misma realidad. Son más bien contradicciones de esa realidad única (dialéctica) de la que formamos parte y que nos invade. Estas contradicciones no son otra cosa, que lo que somos (in)capaces de ser (no digo “hacer”).

Una consideración de esta proposición marxiana, permitiría comprender que: 1) los “problemas” sociales, no se presentan ni solucionan de manera aislada sino en sistema multidimensional; 2) es en el acto o proceso de cambiar la realidad, que nos transformamos nosotros mismos y nos emancipamos, porque somos parte de esa dimensión única. En ese sentido, el concepto de “intervenir” desde el exterior, el “entorno” social de los sujetos, no constituye precisamente una solución. El concepto revolucionario es aquel que se dirige a generar condiciones para que sean los propios sujetos quienes transformen una realidad que comparten, y por tanto, puedan transformarse a sí mismos; 3) las soluciones radicales no se encuentran precisamente en el orden de las decisiones tecnoeconómicas y burocráticas, ni en el orden de lo factual, sino en el orden humano; 4) naturalizar realidades que se presentan como problemáticas (indiferencia, resignación, inactividad), significa que participamos de ellas.

Entre las lecturas marxianas y marxistas a recuperar, se encuentra La ideología alemana de Marx y Engels (1845-1846)12; Miseria de la Filosofía de Marx (1847); Lukacs en su Historia y conciencia de clase (1923); Karl Korsch, Marxismo y filosofía (1923), y la obra de Gramsci. Textos todos, preteridos o ignorados por el M-L.

12 La versión que conocemos de La Ideología Alemana (pautada por la de Riazanov en 1932), ha sido retada por los estudios hagiográficos, historiográficos, e históricos realizados en décadas recientes: su unidad como texto, orden interno, subtítulos, e incluso autoría han sido reconsiderados.

III – La emancipación no es un objetivo o punto de llegada a alcanzar, una vez que se eliminan las condiciones que la obstaculizan. Esta sería la versión mecanicista y teleológica del “fin de la historia”, que genera inactividad en los sujetos históricos. Tampoco es una condición que se adquiere y permanece para siempre. Para Marx, el proceso de transformación humana, no tiene un límite, pues “toda la historia no es otra cosa que una transformación continua de la naturaleza humana”13. Consideraba también, que no existía una esencia humana esencialista o genérica (“inherente a cada individuo”), que permaneciera idéntica a sí misma y fuera definible a priori. Cualquier característica humana (como la condición emancipatoria), es de naturaleza social, histórica, relacional, concreta, y por tanto, modificable y transitoria14.

La emancipación, desde la perspectiva dialéctica y revolucionaria, es entonces una condición virtual. Lo que existe realmente son seres emancipatorios, más que seres emancipados. En ese sentido, la plenitud se logra en el acto mismo de ejercitar la voluntad emancipatoria: cotidiana (hoy y ahora), proyectiva, e infinita. Es en ese ejercicio, que nos manifestamos como seres emancipados. Por lo que la emancipación, no es una condición definitiva o esencialista que acompaña a pueblos, naciones, clases, o individuos.

Supone además, un proceso individual y colectivo de aprendizaje que solo se logra a través de su práctica y actualización, en batallas políticas infinitas por transformarnos nosotros mismos, a escala macro y micro, contra todo poder, objetivación, cosificación, enajenación, sometimiento, desigualdad.

En consecuencia, el ser emancipado (emancipatorio), no es resultado final de la obra socialista, sino el que se puede manifestar en el proceso de la obra socialista, incluso, en el activismo político revolucionario al interior de la lógica misma del capital. Y si el socialismo existe en medida proporcional a la infinita práctica emancipatoria, nos encontramos entonces ante la noción de una “revolución permanente”.

Sería de interés y necesidad para el socialismo, recuperar aquellas proposiciones marxianas que conciben la historia como un proceso abierto –accesible, por tanto, a la acción política de los sujetos-, no teleológico y menos aún irreversible. Tema que en

13 Marx, Carlos. Miseria de la Filosofía. Edición citada, p. 149.

14 Marx, Carlos. Tesis sobre Feuerbach. Carlos Marx. Federico Engels, Obras Escogidas en dos Tomos, edición citada, T. 2, p. 427.

Cuba, es patrimonio de un reducido grupo de especialistas, pero que constituye hace décadas una tesis de trabajo sistemático entre marxólogos, y que en Nuestra América, es seguida de manera ejemplar por el marxista y político boliviano Álvaro García Linera15. En ese sentido, es necesario desacreditar el relato no dialéctico del fin de la historia, que el M-L presenta coronado con un comunismo de felicidad perpetua (no diferente, por cierto, al reino de los cielos). Hay que estudiar la variedad de caminos teóricos que fueron emprendidos por Marx, uno de ellos, el de la historia como proceso multilineal y abierto.

En un plano más concreto, pero de significado político, ha de ser recuperado el espíritu esencial de la “teoría de la revolución permanente”, que fuera recreada por un grupo de importantes marxistas a inicios del siglo XX16, como Luxemburgo, Kautsky, Parvus, Mehring, y desarrollada de manera espléndida por Trotsky en el contexto de la situación revolucionaria rusa de ese período (su libro homónimo, se editaría posteriormente, en 1930). Sin embargo, todo ese marxismo de la “Segunda Internacional” –incluso el de izquierda, como el de Rosa Luxemburgo-, el previo a 1917 o considerado “no bolchevique”, fue sentenciado a quedar en el olvido, justamente a partir de la definitiva carta de Stalin de 1931 dirigida a la revista Proletárskaia Revolutsia (citada). Para la teoría soviética que seguiría esta pauta, el marxismo quedó prácticamente sin historia, y por tanto, huérfano de importantes herramientas teóricas y prácticas, y carente del aprendizaje que proporciona la experiencia histórica.

A Trotski, apenas se le conoce y estudia. Su sentencia stalinista había llegado antes, en la segunda mitad de los años 20. Se deslegitimó todo su importante desarrollo teórico, y la obra revolucionaria de su vida.
Por extensión, el M-L, en plena formación entonces, tampoco se interesó por la formulación inicial de la “teoría de la revolución permanente”, que provino de los propios Marx y Engels, en su Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas

15 Ver, por ejemplo, los “Grundrisse” de Marx; y sus escritos conocidos como Cuadernos etnológicos y Cuaderno Kovalevsky. Esa concepción “multilineal” de la historia, es analizada por García Linera, Álvaro. Introducción al Cuaderno Kovalevsky. La potencia plebeya. CLACSO, 2009, pp. 34-35.

16 Ver: Day, Richard B.; Gaido Daniel. Witnesses to Permanent Revolution: The Documentary Record. Editorial Brill, Leiden, Boston, 2009.

(1850); y que fuera reiterada en el Prólogo que escribieran para la edición rusa de 1882 al Manifiesto Comunista17.
Probablemente, el espíritu de la revolución permanente, tuvo la formulación marxiana más hermosa en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (1852), texto abandonado por el M-L a la lectura exclusiva de historiadores, y no al aprendizaje propiamente teórico del marxismo:

“Las revoluciones burguesas… avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminadas por fuegos de artificios, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta vida, llegan en seguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad antes de haber aprendido a asimilarse plenamente los resultados de su período impetuoso y agresivo. En cambio, las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen constantemente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que solo derriban a su adversario para que este saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: Hic Rhodus, hic salta!”18

IV- No es precisamente emancipación, sino autoemancipación, autoactividad, autoconstitución de los sujetos19: emancipación supone libertad y autonomía, por lo que resulta un contrasentido que otro (grupo, personas, organizaciones, instituciones) por ser “vanguardia”, depositario de la “consciencia política”, o la “sabiduría táctica y estratégica”, nos “emancipe” o produzca política “liberadora” desde nuestra exterioridad, pues eso significa que necesitamos y tenemos tutela. Una emancipación otorgada o concedida por otro, no es emancipación, aunque estemos hablando de políticas para: disminuir desigualdades; proporcionar educación y salud universal;

17 Marx, Carlos; Engels, Federico. Prefacio a la edición rusa de 1882. Obras escogidas en 2 tomos, Edición citada, t. 1, pp. 15-16. Marx, Carlos; Engels, Federico. Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas. Ídem., p. 104.
18 Marx, Carlos. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Fundación Federico Engels, Madrid, 2003, pág. 14,
19 Gómez Velázquez, Natasha. De Marx a Rosa Luxemburgo: autoconstitución y autoemancipación del sujeto revolucionario.

Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina, Vol. 8, No. 2, Mayo-Agosto, 2020. Acanda, Jorge L. La democracia como autoconstitución de los sujetos. Recerca de pensament i análisis, No. 10, 1998.

garantizar soberanía política, económica, militar; trazar estrategias de desarrollo económico; diseñar un sistema político participativo; etc. Pues supone un sujeto de la política (el decisor, profesor, pensante) y un objeto de la política (la masa pasiva). Dicha situación, “conduce” a “la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad”, y “olvida que … el propio educador, necesita ser educado” (Marx)20.

Si los ciudadanos somos objeto de la política y no sujetos de ella, no nos transformaremos en seres emancipados. Y lo que es peor, ni siquiera nos transformaremos en seres capaces de emanciparnos, porque para esto, se requiere educarnos en la práctica emancipadora propia (individual y colectiva) de la política, aún al precio de nuestros (también) propios errores: es una experiencia de vida propia (no ajena, no reemplazable, no transferible)21. Es asunto de biopolítica.

Los posicionamientos verticales de maestro/alumno, reproducen relaciones de dominación y obediencia, y por tanto, reproducen la lógica del capital y de la dominación, aunque declaremos el socialismo. Además, el socialismo de jerarquías crecientes y fortificadas, erosiona la moral y el humanismo, pues se naturaliza el “escalar” posiciones; genera oportunismo, afirmación complaciente, falsa unanimidad, corrupción.

El socialismo tiene que generar condiciones para el activismo político ciudadano propio (espontáneo, no convocado y no formal) y la producción horizontal de política, pues esta es la única “escuela” posible de emancipación.
En ese sentido, además de las Tesis de Marx sobre Feuerbach –leídas, pero de connotaciones teóricas y políticas, aún insondables-, debe ser recuperado en particular, el marxismo de Luxemburgo, tanto su texto Problemas de organización de la socialdemocracia rusa (1904) como el de La Revolución rusa (1918). Ha de recordarse que Luxemburgo fue sacrificada por el M-L, por desarrollar un marxismo propio que, en

20 Marx, Carlos. Tesis sobre Feuerbach. Edición citada, t. 2, p. 427.

21 Kolontai, Alexandra. La oposición obrera. La oposición obrera en la URSS. Schapire Editor, 1975. www.omegalfa.es Biblioteca Libre, p. 52. Luxemburgo: “el único “sujeto” que merece el papel de director es el “ego” colectivo de la clase obrera. La clase obrera exige el derecho de cometer sus errores y aprender en la dialéctica de la historia”. Luxemburgo, Rosa. Problemas de organización de la clase obrera rusa. Obras Escogidas. Izquierda Revolucionaria, www.marxismo.org, t. 4, p. 135. Ver: Gómez Velázquez, Natasha. Rusia 1920-1921: Los Sindicatos a debate. Se discute algo más… Gómez V., N. y Vilá Blanco, Dolores (coords.). La revolución rusa: teorías y polémicas en presente. Editorial Félix Varela, La Habana, 2019, pp.234-252.

ciertos aspectos, presentó teorías alternativas a las de Lenin (y a las de otros marxistas de la época), y analizó críticamente los planteamientos del líder bolchevique.
Otro marxismo de interés, provino de Alexandra Kolontai, La oposición obrera (1921); Anton Pannekoek, Revolución mundial y táctica comunista (1920) y Los consejos obreros (1936/1947), así como todo el marxismo “consejista” y sindicalista.

V.-Sobre autoemancipación y Estado: pretender un socialismo fuertemente jerarquizado en su institucionalidad de dirección (Partido, Estado, Gobierno, sistema económico, etc.), se opone al Estado socialista pensado por Marx, Engels, y Lenin, quienes lo conciben como “semiestado” en “extinción”, “languideciendo”, que se “adormece”, se convierte en “superfluo”, “innecesario”, “imposible”. Y agregan la necesidad de transformar “el Estado, que está por encima de la sociedad, en un órgano completamente subordinado a ella”. “Dueños… de su propia forma de organización las personas se convierten… en dueños de sí mismos, en hombres libres”22. No por eso, Marx, Engels y Lenin –coincidentes en esos principios-, eran anarquistas23.

El anarquista Bakunin se diferenciaba de Marx en dos aspectos: 1) se oponía a la existencia de toda forma de Estado, pues lo concebía únicamente como órgano de poder e instrumento de sometimiento; 2) consideraba, por tanto, que el Estado debía ser “abolido” el día 1 de la revolución24.

En cambio, para Marx, Engels y Lenin: 1) el Estado es un órgano de poder clasista y de sometimiento, aún en el socialismo; 2) constituye una necesidad histórica: su condición de existencia está relacionada con las clases sociales, surge con ellas, y desaparecerá a través de un proceso progresivo de homogeneidad social, por lo que no puede ser “abolido” por decreto; 3) la revolución debe “destruir” el Estado burgués (¡pero sí,

22 Marx, Carlos. Glosas marginales al Programa del Partido Obrero Alemán. Obras Escogidas en dos tomos. Edición citada, T. 2, p. 24. Engels, F. Anti-Dühring. Ediciones Pueblos Unidos, Uruguay, 1961, págs.341-342; 347. Lenin, V.I. El estado y la revolución. Editora Política, La Habana, 1963, págs. 24; 27, 31, 39.

23 Ver la crítica al anarquismo de 1872 en: Marx, Carlos; Engels, Federico. Las pretendidas escisiones en la Internacional. Obras escogidas en 3 tomos, t. 2, pp. 144-167. https://www.marxists.org/espanol/m-e/oe/pdf/oe3-v3.pdf.
24 Bakunin: “Abolition, dissolution, and moral, political, and economic dismantling of the all-pervasive, regimented, centralized

State, the alter ego of the Church, and as such, the permanent cause of the impoverishment, brutalization, and enslavement of the multitude”. “We… are the enemies of the State and all forms of the statist principle”. “The proletariat seizes the State, it must move at once to abolish immediately… But according to Mr. Marx, the people not only should not abolish the State, but, on the contrary, they must strengthen and enlarge it, and turn it over to the full disposition of their benefactors, guardians, and teachers – the leaders of the Communist party, meaning Mr. Marx and his friends – who will then liberate them in their own way. They will concentrate all administrative power in their own strong hands, because the ignorant people are in need of a strong guardianship;… who will constitute the new privileged political-scientific class”. Bakunin, Mikhail. Revolutionary Catechism (1866); y Statism and Anarchy (1873). Bakunin Archive. M.I.A., s/p.16

destruir! esa forma tradicional, con todas las implicaciones que esto tiene)25; 4) el Estado socialista debe ser un “semiestado”.
En medio de una revolución, la fuente esencial de poder y producción política reside en los sujetos políticos. No en el Estado, sus instrumentos, y sistema representativo (a considerar radicalmente); aunque estos resulten necesarios y estén en funciones. Por tanto, sería engañoso que una revolución considere al “Estado como el botín principal del vencedor”, decía Marx. Esa concepción de la política debe ser transformada, tanto, como las propias instituciones tradicionales de hacer política. Como mínimo, las instituciones en revolución, tienen que ser refuncionalizadas.

Marx, por ejemplo, se referían al “cretinismo parlamentario”, en términos de “enfermedad que aprisiona como por encantamiento a los contagiados en un mundo imaginario, privándoles de todo sentido, de toda memoria, de toda comprensión del rudo mundo exterior; hacía falta padecer este cretinismo parlamentario, para que quienes habían por sus propias manos destruido y tenían necesariamente que destruir, en su lucha con otras clases, todas las condiciones del poder parlamentario, considerasen todavía como triunfos sus triunfos parlamentarios…”26

Y Rosa Luxemburgo denostaba con ironía el conservadurismo de la socialdemocracia alemana (marxista) –en contraste con el revolucionarismo de Lenin y los bolcheviques (también marxistas)-, que en plena situación revolucionaria finalizando la Gran Guerra, se remitía a la “sabiduría doméstica” entrenada, es decir, al uso del “cretinismo parlamentario”. Apuntaba Luxemburgo: “la verdadera dialéctica de las revoluciones, sin embargo, da la espalda a esta sabiduría de topos parlamentarios. El camino no va de la mayoría a la táctica revolucionaria, sino de la táctica revolucionaria a la mayoría”27.

Por la misma época, el marxista holandés Anton Pannekoek, “consejista” (política de consejos obreros generada en las “bases”, “autoactividad de las masas”)-, se refirió al peligro que representaba la relegación de la política en un funcionariado profesional: “el parlamentarismo tiene el efecto contrarrevolucionario de fortalecer la dominación de los dirigentes sobre las masas, … y una tendencia a corromper a esos mismos dirigentes. Cuando la habilidad política personal tiene que compensar las carencias del poder

25 Marx, Carlos. El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Edición citada, p. 105.
26 Ídem., p. 78.
27 Luxemburgo, Rosa. La revolución rusa. Obras Escogidas. Edición citada, t. 11, p. 380.

activo de las masas, se desarrolla la pequeña diplomacia; cualesquiera intentos que el partido pueda haber puesto en marcha, tienen que verificar y adquirir una base legal, una posición de poder parlamentario; y de este modo,… la relación entre los medios y los fines se invierte; ya no hay ningún parlamento que sirva como medio hacia el comunismo, sino el comunismo el que se pone en pie como consigna anunciadora para la política parlamentaria”28.

Lenin preveía en El Estado y la revolución de 1917, la necesidad de destruir el Estado burgués. Precisamente, ese texto consiste en una sistematización de las teorías desarrolladas al respecto por el marxismo originario, fundamentalmente. Meses antes, a su llegada de aquel legendario viaje desde Zúrich iniciado en el “tren sellado”, Lenin había pronunciado en el andén de Petrogrado el discurso conocido como “Tesis de abril”, y las palabras inmortales: ¡todo el poder a los soviets! Es decir, a los consejos, no al Gobierno Provisional, y no al Partido. Iniciando 1918, Lenin, Trotsky, y parte de los bolcheviques, disolvieron la naciente Asamblea Constituyente -decisión histórica muy controvertida-, pues este camino conducía a la instauración de una forma de Estado y gobierno tradicional. En cambio, el rostro imaginado por entonces de la “dictadura del proletariado”, era el sistema soviético, es decir, consejista. Al igual que la “comuna” lo había sido antes, para Marx y para Engels.

En fin, el Estado socialista no puede ser la simple inversión del Estado burgués, o sea, el mismo Estado, con otra clase dominante. No. Tiene que ser un Estado estructural y funcionalmente diferente, y que genere las condiciones de su desaparición. Esto se logra, cuando los propios ciudadanos autoorganizados ejercen la política (función que en el Estado tradicional, se considera atributo exclusivo de la institucionalidad), y se educan en su ejercicio 29. No se logró en el “socialismo real”, y el nuestro, tiene que trabajar en eso.

Entre los escritos preteridos de Marx a recuperar en Cuba, debe examinarse Las

luchas de clase en Francia (1850) con su caracterización del Estado proletario, que

28 Pannekoek, Anton. El desarrollo de la revolución mundial y la táctica del comunismo. Contra el nacionalismo, contra el imperialismo y la guerra ¡Revolución proletaria mundial! Ediciones Espartaco internacional, 2005, p. 242. http://www.google.com/url?q=https://lastro.ufsc.br/%3Fpage_id/3D1810&sa=U&ved=2ahUKEwi_oZqP_7v3AhU_mWoFHbl- CYUQFnoECAkQAg&usg=AOvVaw0KKyvVNsFVlkRSkYqqoLbV

29 Luxemburgo: “Lenin dice que el Estado burgués es un instrumento de opresión de la clase trabajadora, el Estado socialista de opresión a la burguesía. En cierta medida, dice, es solamente el Estado capitalista puesto cabeza abajo. Esta concepción simplista deja de lado el punto esencial: el gobierno de la clase burguesa no necesita del entrenamiento y la educación política de toda la masa del pueblo, por lo menos no más allá de determinados límites estrechos. Pero para la dictadura proletaria ése es el elemento vital, el aire sin el cual no puede existir. Luxemburgo, Rosa. La revolución rusa. Edición citada, p. 395.

incluye sufragio universal, elegibilidad y revocabilidad de funcionarios, los consejos obreros como productores directos de política; así como El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (1852). Lenin, El Estado y la revolución (1917) y sus “Tesis de abril” (1917); además del marxismo recomendado en el punto IV.

VI – Los sujetos políticos revolucionarios, capaces de autoemanciparse y luchar por la emancipación general, no se identifican por su sitio en una estructura económica y política (como absolutiza el M-L). Realmente, eso solo indica –en todo caso- la condición de “clase en sí”, pero no la de “clase para sí”. Por tanto, en el socialismo, los trabajadores no son revolucionarios por trabajar (tampoco por recibir a manera de ilustración, la herencia de tradiciones políticas). No lo son los campesinos, los estudiantes, o los jóvenes, por esa condición.

Para convertirnos en sujetos políticos, en “clase para sí”, capaces de transformar revolucionariamente la realidad y como parte de ella, a nosotros mismos, es necesario un proceso de (auto)constitución política, a través del activismo político y las luchas por emanciparnos.

Para la comprensión de esta perspectiva, resultan útiles los planteamientos de Marx sobre “clase para sí”, que se encuentran por excelencia en Miseria de la Filosofía (1847), con antecedentes en Sobre la cuestión judía (escrito en 1843, publicado en 1844), obras que tampoco han sido de interés para el M-L. También ha de ser examinado el abordaje del tema de la conciencia de clase y las formas de actividad revolucionaria en ¿Qué hacer de Lenin? (1902), pero a la luz de la polémica con Rosa Luxemburgo en Problemas de organización de la socialdemocracia rusa (1904). Merece atención Historia y conciencia de clase (1923) de Lukacs, así como el enfoque clasista y cultural de Gramsci, sobre hegemonía.

VII – En ausencia de autoemancipación y de práctica directa de la política, se genera burocracia y corrupción: hay que limitar y neutralizar el funcionariado profesional, pues su trabajo desplaza la soberanía popular y su práctica emancipatoria. No debemos hacerlo en nombre del mito democrático, tampoco porque genere burocracia, entendida como papeleo, demora, trámite, etc. Sino porque la burocracia profesional tiende a convertirse en un fin en sí mismo, con intereses, relaciones y motivaciones corporativas

y gremiales propias, que se reproducen y perpetúan (Marx y Weber), extraviando el medio y fin revolucionario, y desplazando la política ciudadana.
La primera revolución socialista en la historia se burocratizó en brevísimos años, Lenin sentenció en 1921 que Rusia era un “Estado obrero con una deformación burocrática”30. Otros marxistas, refiriéndose a la naciente Rusia soviética, denunciaron a una “elite” “ávida de poder”, “burócrata” y “corrupta”, con “ambición personal” que “actúa en nombre de la clase”. De manera que este fenómeno, ya fue constatado y analizado por los marxistas respecto al socialismo, por lo que no se debe subestimar, o ser reducido a simple anomalía del sistema.

Se debe reflexionar, por ejemplo, sobre la noción misma de “cuadro profesional” empleada en los socialismos, y que difiere totalmente de la enunciada por Lenin en 1902 con la denominación de “revolucionarios profesionales”31. La noción al uso de “cuadro profesional”, se concibe como “profesión”, empleo, o carrera. Supone dirigir durante toda la vida laboral y casi en cualquier sector. Pero realmente, no existen individuos destinados a ser “dirigentes” y otros a ser “dirigidos”. Esa es una división arbitraria que, además, reproduce determinada forma de dominación, y obstaculiza los fines emancipatorios socialistas. Desempeñarse como “cuadro” en el socialismo, es más bien una responsabilidad y liderazgo ético y de capacidad, a validar constantemente o no, por los ciudadanos (pues no se adquiere de una vez y para siempre, no se aprende en una Escuela); y una aptitud que solo se mantiene activa, cuando se actualiza permanentemente en la experiencia directa y personal de vida ciudadana.

De manera que deben generarse condiciones que faciliten a los propios ciudadanos, la conducción directa de la política. Estimular formas de autogobierno macro, micro, espontáneas y conscientes, institucionales y no institucionales (pues la política no solo es institucional), y la producción horizontal y directa de política ciudadana (en lo político; económico, cultural; educativo; etc.).

Para una comprensión de la problemática relativa a la burocracia socialista, puede ser consultado todo lo escrito por Lenin después de 1920/21; Marx sobre la Comuna de 30 Lenin, Vladimir. Sobre los sindicatos, el momento actual y los errores del camarada Trotski. Obras Completas, Editorial Progreso, 1986, t. 42, p. 214.
31 Lenin, Vladimir. ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento. Obras Escogidas en 12 tomos, Editorial Progreso, Moscú, t.2, cap. IV. París y su Critica a la filosofía del derecho del Hegel (1943), donde adelanta la relación Estado, burocracia, sociedad civil. Luxemburgo, Kolontai, y el marxismo “consejista”. A excepción de los textos de Lenin, el resto, son autores y textos a penas leídos en Cuba.

https://rebelion.org/wp-content/uploads/2022/05/NatashaUH.art%C3%ADculo.mayo2022.pdf

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La mujer marcada

Por Carolina Vásquez Araya

La intolerancia religiosa impuesta a las mayorías asemeja otra forma de fascismo.

La condena a 30 años de prisión contra una mujer salvadoreña por un aborto involuntario, revela de modo explícito el profundo desprecio de un Estado -bajo régimen dictatorial- por los derechos de una parte mayoritaria de su población. El solo hecho de marcar una administración con el sello del autoritarismo extremo, persiguiendo a los jóvenes y castigando a las mujeres, constituye una peligrosa señal para otras naciones latinoamericanas que siguen esa tendencia.

En nuestro continente, el tema del aborto ha ido imponiéndose en las agendas como un modo de rescatar los derechos de las mujeres, tradicionalmente sometidos a la imposición machista e intolerante de las instituciones eclesiásticas y legislativas. Pero, sobre todo, como un intento de colocar el tema en la agenda de salud pública que le corresponde, en países en donde supuestamente existe separación entre iglesia y Estado. Sin embargo, el poder inquisitorial de estos sectores ha permeado en otras instancias y va dejando su huella en un debate ciego, según el cual ninguna mujer es dueña de su vida ni de su cuerpo.

Ya lo afirmó hace tiempo el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, quien aseveró en un documento oficial que: “Es una aberración y una ignorancia culpable, afirmar que la mujer es dueña de su cuerpo y que se puede deshacer del feto que lleva en su seno. Este no es responsable de los deslices de la madre”. Con ello, el obispo Arizmendi automáticamente asume varios conceptos, dándoles el carácter de válidos e irrebatibles.  El primero, es que la mujer no es dueña de su cuerpo. De ese modo, el religioso legitima toda política de sometimiento de la mujer como sujeto de la sociedad a un papel subordinado, negándole por principio su derecho al libre albedrío y al goce de todos los derechos inherentes al ser humano sin distinción de sexo, raza ni condición social. Y luego, que el embarazo es producto de un “desliz».

El debate sobre la despenalización del aborto, por tanto, polariza a las sociedades por el poder emanado de los púlpitos, estableciendo un vínculo estrecho entre las doctrinas religiosas y las leyes que rigen a las sociedades desde sus textos constitucionales. De este modo, se pretende establecer de manera tajante la condición subordinada de la mujer como ente reproductor, sin mayores derechos sobre su propia existencia como ser humano.

La separación entre Iglesia y Estado es una condición fundamental en la democracia.

Uno de los pretextos para condenar el aborto es calificarlo como una “solución fácil”, para eliminar los resultados de una vida de excesos, o como un método de control de la natalidad, pasando un conveniente borrador por las escandalosas cifras de pedofilia, violaciones sexuales de niñas, adolescentes y mujeres, víctimas de trata y de otras formas de violencia. Tampoco parece tener un espacio, en las reflexiones de los sectores más conservadores, la escandalosa cifra de abortos inseguros en Latinoamérica, que según la OMS alcanzan a 3 millones 700 mil cada año.

La negación del derecho de la mujer sobre su cuerpo es un tema antiguo y de enorme impacto social. Unos de sus más reveladores capítulos fueron los ensayos sobre reproducción obligatoria con el propósito de “perfeccionar” la raza, perpetrados contra víctimas inocentes durante el régimen nazi en Alemania. Pero no son los únicos. La postura radical y absoluta contra la práctica del aborto -sin distinción de causales- en algunos de nuestros Estados, no se aleja mucho de esa imposición, también ella dictada bajo el amparo de la ley.

Blog de la autora: www.carolinavasquezaraya.com

@carvasar

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El planeta en llamas

Por Sergio Ferrari

El Ártico se derrite aceleradamente

No por conocido deja de ser menos dramático. El planeta se quema y los plazos “infernales” se acortan día a día ante la indiferencia real de los que detentan el poder.

La segunda semana de abril, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), con sede en Ginebra, informó que existe un 50% de probabilidad de que en alguno de los próximos cinco años la temperatura media del planeta supere en 1,5°C los índices preindustriales (1850-1900).

De concretarse, este aumento de temperatura marcaría así un punto de calentamiento global de no retorno y una bofetada al Acuerdo de París del 12 de diciembre del 2015, que entró en vigencia en noviembre de 2016.

La OMM constituye el organismo especializado de las Naciones Unidas que se dedica a la cooperación y la coordinación internacionales en lo referente al estado y el comportamiento de la atmósfera, su interacción con la tierra y los océanos, el tiempo y el clima que genera, y la consiguiente distribución de los recursos hídricos (https://public.wmo.int/es/nuestro-mandato/qu%C3%A9-hacemos).

Según el comunicado de la OMM del 9 de mayo, existe un 93% de probabilidad de que al menos uno de los años del período comprendido entre 2022 y 2026 se convierta en el más cálido jamás registrado, desplazando así a 2016 del primer puesto.

En su informe sobre el Estado del Clima Mundial en 2021, a publicarse la tercera semana de mayo, la OMM profundiza el balance del año pasado. Según la OMM, los episodios consecutivos del fenómeno de La Niña a inicio y a fines de 2021, causaron una reducción de las temperaturas mundiales. Sin embargo, este efecto de enfriamiento global es solo provisional y no invierte la tendencia de calentamiento planetario a largo plazo. Por otra parte, si este año ocurriera otro episodio de El Niño, el mismo provocaría un repunte inmediato de las temperaturas, como ya ocurrió en 2016.

Previsiones más que seguras

La afirmación del organismo de las Naciones Unidas especializado en el clima se fundamenta en las conclusiones del Boletín sobre el clima mundial anual a decenal (Global Annual to Decadal Climate Update, https://hadleyserver.metoffice.gov.uk/wmolc/ ), elaborado por la Oficina Meteorológica del Reino Unido, centro de referencia de la OMM para este tipo de proyecciones sobre la temperatura mundial. Esa Oficina Meteorológica también prevé en más del 90% la probabilidad de que la media de la temperatura del quinquenio 2022-2026 supere a la del periodo 2017-2021.

Participaron en la elaboración de este informe, además, grupos de predicción climática de España, Alemania, Canadá, China, Estados Unidos, Japón, Australia, Suecia, Noruega y Dinamarca. Ese cruce de pronósticos elaborados por entidades especializadas de diferentes regiones del mundo permite llegar a cálculos más precisos. Por otra parte, dicha colaboración multinacional se ve acompañada (y en cierta forma certificada) por el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas (https://council.science/es/what-we-do/affiliated-bodies/world-climate-research-programme/), que se autodefine como “la única iniciativa de más larga duración dedicada exclusivamente a la coordinación de la investigación climática internacional”. De hecho, se trata de un programa que reúne a climatólogos de renombre internacional y que utiliza los mejores sistemas de predicción de centros climáticos de vanguardia en el mundo.

Este Boletín indica que para cada año entre 2022 y 2026, se prevé que la temperatura media anual en superficie será de alrededor de entre 1,1°C y 1,7°C superior a los niveles preindustriales.

Empeoramiento acelerado

En 2015, la probabilidad de que en algún momento puntual el calentamiento global superara en 1,5°C los niveles preindustriales era casi nula, pero desde entonces no ha dejado de aumentar. Mientras que para el período 2017 a 2021 la probabilidad de superación del umbral indicado fue del 10%, para el período de 2022 a 2026 se ha incrementado casi en un 50%.

En la misma línea, en abril pasado el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) señaló a través de un comunicado emitido en Ginebra que “los próximos años son críticos”. “Si queremos limitar el calentamiento global a 1,5°C, agregó, este es el momento; es ahora o nunca…Sin una reducción inmediata y profunda de las emisiones en todos los sectores, será imposible”.

Según el análisis de esos especialistas, los escenarios que se evalúan para limitar el calentamiento a aproximadamente 1,5°C, implican “que las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global alcancen su punto máximo antes de 2025, a más tardar”, y se reduzcan en un 43%, en 2030. Aunque esto suceda, sostienen, es casi inevitable que se supere temporalmente este umbral de temperatura, “pero podríamos volver a situarnos por debajo de él a finales de siglo”.

Esas evaluaciones son parte del Resumen para responsables de políticas del Grupo de Trabajo III del IPCC: Cambio climático 2022: mitigación del cambio climático, aprobado el 4 de abril de 2022 por sus 195 Estados Miembros, en una reunión virtual de dos semanas. El informe constituye la tercera entrega del Sexto Informe de Evaluación (IE6) del IPCC, que se completará a fines de 2022 (https://report.ipcc.ch/ar6wg3/pdf/IPCC_AR6_WGIII_PressRelease-Spanish.pdf).

Sin embargo, y aunque la información esencial no falta, las decisiones que toman los gobiernos siguen siendo tímidas e incongruentes, como se comprobó una vez más, por ejemplo, en la última Cumbre de la COP 26 de las Naciones Unidas, en Escocia, en noviembre del año pasado. Los Estados, especialmente los más poderosos (que son los más contaminantes) no dan los pasos suficientes para destrabar el drama ya explosivo del calentamiento global. Un cambio de fondo de paradigma climático los obligaría a confrontarse con la esencia mismo del sistema hegemónico mundial de producción y con el dilema, no menos esencial, de crecimiento versus decrecimiento.

Meteorólogos preocupados

Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, al comentar sobre las preocupantes proyecciones que se dieron a conocer esta semana, fue categórico: “Estamos, notablemente, más cerca de rebasar de forma transitoria el límite inferior del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático”. Y agregó que “este umbral de 1,5°C no es una cifra aleatoria, sino que indica el punto en el que los efectos del clima serán cada vez más perjudiciales no solo para las personas, sino para todo el planeta».

El Acuerdo de París establece objetivos a largo plazo para ayudar a las naciones a reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el planeta y así mantener el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de 2°C, al tiempo que se prosigue con los esfuerzos máximos para limitar ese incremento a 1,5°C con respecto a los niveles preindustriales.

Si no cesan las emisiones de gases de efecto invernadero, “las temperaturas seguirán aumentando”, subrayó Taalas. En paralelo, los océanos continuarán calentándose y se volverán más ácidos; el hielo marino y los glaciares seguirán derritiéndose; el nivel del mar subirá y las condiciones meteorológicas serán cada vez más extremas.

Por su parte Leon Hermanson, experto de la Oficina Meteorológica del Reino Unido que elaboró el Boletín, aseguró que, si bien en un año determinado se superara ese valor de 1,5°C, no significaría que se hubiera rebasado el umbral simbólico del Acuerdo de París, aunque “sí evidenciaría que nos estamos acercando cada vez más a una situación en la que el límite de 1,5°C se podría sobrepasar durante un lapso de tiempo prolongado».

Según diversos estudios científicos, el calentamiento global se siente de forma particularmente desmesurada en el Ártico. Teniendo en cuenta las proyecciones correspondientes a los próximos cinco inviernos prolongados del hemisferio norte, el Boletín que acaba de publicar la OMM prevé que el aumento de la temperatura en el Ártico podría ser más del triple que el de la media mundial registrada entre1991 y 2020.

Por otra parte, el régimen pluvial previsto para 2022 sugiere una mayor probabilidad de condiciones más secas en el suroeste de Europa y el suroeste de América del Norte, y una mayor pluviosidad en el norte de Europa, el Sahel, el noreste de Brasil y Australia.

El planeta arde. Enfriarlo sería solo una cuestión de voluntad política consensuada a nivel mundial. Misión tan difícil como la misma modificación del rumbo productivo imperante. La consigna que prima parece ser “nada nuevo bajo el sol y sigamos jugando con el fuego”.

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Guinea Ecuatorial: Unicef invita a los medios a involucrarse en la protección de los niños en Congo Brazzaville

Unicef invita a los medios a involucrarse en la protección de los niños en Congo Brazzaville

Los profesionales de los medios de comunicación públicos y privados, participaron el pasado 12 de mayo en Brazzaville, en un seminario taller, sobre los mecanismos establecidos para sensibilizar a la comunidad de los derechos de los niños en la República de Congo, organizado por UNICEF.

El objetivo del seminario era la creación de una plataforma de medios, para la promoción de los derechos de los niños y fortalecer las capacidades profesionales en el manejo de la información.

Este encuentro se ha desarrollado en la sede de la organización y ha sido presidido por el Representante Adjunto de la Oficina de UNICEF en Congo, Andrés López, en presencia del Ministerio de Comunicación.

El especialista en política social, Lisile Ganga, presentó la situación de los niños y adolescentes en Congo, y señaló que el país está lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Con este fin, UNICEF le acompaña en la consecución de estos ODS y para realizar el derecho de todos los niños en el área de la salud, contribuyendo al desarrollo y el bienestar de los niños, víctimas de la violencia.

Por otra parte, los profesionales de los medios se han beneficiado de la experiencia de Senegal, presentada por Moussa Diop. El intercambio entre UNICEF y los profesionales de los medios se centró también en la participación de los medios, para el establecimiento de una plataforma de los medios en pro de los derechos del niño.

Las discusiones ayudaron a establecer un comité de dirección de una plataforma de comunicación para promover los derechos del niño.

Fuente: Andrés Manuel Moro Mba.

Oficina de Información y Prensa de Guinea Ecuatorial

Aviso: La reproducción total o parcial de este artículo o de las imágenes que lo acompañen debe hacerse, siempre y en todo lugar, con la mención de la fuente de origen de la misma (Oficina de Información y Prensa de Guinea Ecuatorial).

 

Fuente de la Información: https://guineaecuatorialpress.com/

 

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El Paradigma Marxista en las Relaciones Internacionales

Por: Franklin González

Este ensayo es la actualización del que fuera publicado en Revista de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Nro. 3, en Noviembre del año 2001. Ahora lo publicamos de nuevo en momentos en los cuales la derecha se afirma más en sus concepciones y en su ontología y muchos sectores de la izquierda se van desdibujando y no quieren, ni por asomo, acercamiento alguno con los postulados planteados por Carlos Marx.

Este ensayo lo inscribimos en el contexto de una reivindicación de esos postulados marxistas y en este sentido haremos las reflexiones que se desarrollan a continuación, sobre todo cuando la existencia de la lucha de clases está más vigente que nunca en el campo internacional..

UN ABREBOCA

Frecuentemente se ha intentado probar o refutar la validez científica de los paradigmas en el estatuto de las ciencias sociales. El del post-modernismo levantó la bandera de “la crisis de los paradigmas” y del “vale todo”. Los cambios son tan bruscos que algunos sostienen que ya ninguna perspectiva teórica puede dar respuestas y que las respuestas científicas a los problemas que padece hoy la humanidad está también en crisis. La realidad es tan compleja que parece no aceptar reflexiones teóricas. Las teorías han quedado a la zaga y ninguna puede dar cuenta, por sí sola, del inmenso “huracán” que estremece los cimientos de la realidad fundada en los postulados de la ilustración y del occidentalismo. Estas reflexiones parecen ser la onda que cruza en los actuales momentos en los círculos académicos de las ciencias sociales por doquier.

No obstante, las disputas teóricas-metodológicas no se resuelven acudiendo a los “modismos” del momento ni mucho menos dirigiéndose inmediatamente a la “esencia de las cosas”. Es necesario, como paso previo, examinar la consistencia interna que funda cada paradigma, en cuyo lenguaje se nos transmite el conocimiento de la realidad

No existe una única lógica y, por tanto, no se puede postular un único método válido. En el ámbito formal todas las certezas pueden ser demostradas empleando lógicas; no hay lenguaje formal bien construido que carezca de un metalenguaje.

Ahora bien, la elección de una u otra lógica como lenguaje adecuado para la construcción de una ciencia social, no es una decisión indiferente. En sociología, por ejemplo, se utilizan distintas lógicas: la estructural-funcionalista, la empirista, la pragmática, la positivista y la dialéctica.

En el caso particular de las Relaciones Internacionales destacan los paradigmas realista e idealistas y sus versiones actuales: neorrealismo y neo idealismo. Sin embargo, existen otros paradigmas como, por ejemplo, el marxista, que se engloba en las llamadas teorías críticas, también el constructivismo, el estructuralismo y posestructuralismo.

En esta oportunidad examinaremos los fundamentos internos de la disciplina científica que considera el paradigma marxista como el pertinente para explicar la naturaleza de las Relaciones Internacionales de hoy. En este sentido, escudriñamos sus elementos “aparenciales” y “esenciales” para, posteriormente, hacer un ejercicio hermenéutico de aplicación a realidades muy concreta

EL MÉTODO DIALÉCTICO MARXISTA

La dialéctica permite “descubrir”, por un lado, el cambio que opera el conocer sobre el objeto conocido y, por otro, el objeto conocido sobre el conocimiento, todo lo cual configura la lógica adecuada para la praxis.

Esa lógica que fundamenta el método dialéctico nada tiene de revolucionaria. Es la misma aceptada en las ciencias naturales y humanas durante muchos años, hasta la canalización por el nominalismo del principio de no-contradicción. La dialéctica, como lógica aristotélica, deriva el principio de identidad del principio de no-contradicción.

El principio de no-contradicción plantea:

  1. a) El pensamiento progresa encontrando lo que opone a las categorías;
  2. b) Ahora bien, dos determinaciones atribuidas a una misma cosa no deben coexistir (en el pensamiento) cuando se pueda probar (en la realidad) que la existencia de la primera determinación no es compatible con la segunda.

De eso se deduce, que el pensamiento descubre la contradicción, aunque no puede probar su existencia hasta que no ha llevado a cabo el recurso a los hechos concretos que ocurren (en el presente o en el futuro).

Las características de esta lógica son:

1) El criterio de construcción del saber(a) es formal y no material (está a nivel de la génesis del conocimiento y del saber y no a nivel de la manifestación sensible de los objetos reales). La construcción del saber radica en el movimiento del pensamiento, único que pueda proponer contradicciones lógicas, porque si la realidad prueba la no-contradicción, no la muestra.

2) El criterio de verificación existencial (b) es material y no formal (está a nivel de los objetos reales y no a nivel de las relaciones entre los determinantes).

  1. a) Relación Sujeto Cognoscente y Objeto Cognoscible.

La organización y el cambio social dependen progresivamente de la acción del hombre. En consecuencia, el contenido y la forma del saber sobre la sociedad, también dependen cada vez más de la práctica. El propio conocimiento es una práctica social cuya actividad no se limita a la contemplación de las cosas, en tanto que está interesado en controlarlos. La verdad de la interpretación teórica de la realidad social termina demostrándose en la práctica.

Para Marx el conocer objetivo sobre la sociedad es un saber interesado, porque en la mediada que sirve de guía para la acción social, compromete la existencia social del propio sujeto cognoscente. El problema de la objetividad del conocimiento no puede ser abordado excluyendo de la actividad práctica a todo sujeto. La identificación entre conocimiento objetivo y “demostración” del sujeto cognoscente es una actitud empirista “origen de la conciencia cosificada de la sociología”. (El sujeto que conoce la sociedad es, al mismo tiempo un actor histórico social, porque con su actividad crea el objeto mismo de la sociología: la sociedad).

Para la dialéctica, el conocimiento contemplativo de la sociedad (es decir, aquel que no trata de verificar en sus consecuencias para la transformación de la sociedad) es un conocimiento que carece de objeto, y por lo tanto, de posibilidad de ser falsificado. En este sentido, vale la afirmación: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” (1) De otra forma se podría decir: es posible conocer el propósito de la sociedad porque el hombre puede transformarla aplicando ese conocimiento al cambio de la sociedad.

La concepción de Marx renuncia:

1) A descubrir la realidad tal y como debería haberlo sido, con lo cual se racionaliza la sociedad y se hace lógica de la historia;  2) A aceptar la realidad social tal cual es, con lo cual se trasforma el estado social presente en normativo y se narra al acontecer sin valorarlo, actitud que impide captar lo objetivo de lo accesorio.

El conocimiento para Marx no privilegia el deductivismo (2) ni el inductivismo, sino que plantea que ambos contradictoriamente lo generan o producen. Por tanto, no es primero el sujeto cognoscente y después el objeto cognoscible, ni viceversa. En las ciencias sociales, el sujeto cognoscente es parte del objeto de estudio y se encuentran en una relación dialéctica (contradictoria) permanente.

  1. b) Totalidad – Partes y Relaciones

Karen Kosik, en el texto Dialéctica de lo concreto (3), distingue a menos tres concepciones de la totalidad y muestra que cada una de ellas ha dado origen a una epistemología distinta:

1) La concepción atomístico-racionalista. Procede de René Descartes y, a través de Ludwig Wittgenstein, ha llegado a la sociología empírica americana. Concibe el todo como totalidad de los elementos y hechos más simples.

2) La concepción organicista, nacida de Thomas Malthus, y transmitida por Herbert Spencer y Emilie Durkheim a los distintos funcionalismos, formaliza “el todo” y afirma la posibilidad del todo como “suma de las partes”.

3) La concepción dialéctica, originaria de Friedrich Hegel y difundida por Carlos Marx al historicismo marxista italiano, freudo–marxismo de la escuela critica alemana, logomarxismo de la escuela de Ginebra, marxismo estructural francés y marxismo lingüístico polaco, concibe la realidad como un todo estructurado y concreto que se desarrolla.

Kosik afirma que el punto de vista dialéctico de la totalidad concreta no tiene nada que ver con la totalidad holística, organicista y racionalista, métodos que hipostasian el todo sobre las partes y efectúan la mitologización del todo.

El conocimiento actúa siempre separando los hechos de sus contextos, escindiendo en partes la totalidad, luego trata de reconstruir, con los hechos previamente escindidos, una sistemática dotada de sentido cualitativamente distinta a la totalidad inicial. La dialéctica no niega el valor heurístico de las categorías abstractas deificadas por el conocimiento; les niega en cambio su pretensión de verdad absoluta y de eternidad histórica (universalidad).

Ejemplo, el valor de cambio. Esta es una categoría abstracta de la que Marx hace, sin embargo, la llave maestra para penetrar en el funcionamiento real del sistema de mercado:

-El tiempo de trabajo (que determina el valor de cambio de las mercancías en el mercado) no es el tiempo de trabajar vivo incorporado en los productos, tiempo individual gastado por cada trabajador, sino el promedio de tiempo de trabajo socialmente necesario en cada momento.

-El valor de cambio (tiempo de trabajo promedio socialmente necesario para producir el objeto), es una abstracción, algo meramente pensable y, sin embargo, tiene una función social objetiva como medida universal del valor de los productos en el mercado.

-Según la ley general de economía (capitalista), el trabajo se hace cada vez más productivo, o si se quiere, se realiza cada vez en menos tiempo promedio; dicho en otros términos: el tiempo de trabajo vivo, incorporado al producto (tiempo requerido en el momento X para producir la mercancía), se desvaloriza sin cesar con el paso del tiempo.

-El trabajo que fija el valor de cambio es, pues, trabajo general abstracto. La reducción del trabajo concreto al trabajo abstracto se presenta como una abstracción, pero es una abstracción que ocurre diariamente en el proceso orientada a la acumulación del trabajo excedente bajo la forma de valor para la capital.

  1. c) De los abstracto a lo concreto

Para Marx lo concreto es la unidad de la diversidad. Es por eso que aparece en el pensamiento como proceso de síntesis y como resultado, y no como punto de partida; haciendo, sin embargo, la salvedad que es el verdadero punto de partida de la intuición y de la representación. En las palabras de Marx sería: “El todo, tal como aparecen en nuestra conciencia, como una totalidad pensada, es producto de nuestro cerebro que se apropia del mundo de la única forma que le es posible, pero un modo que le es distinto a la manera de apropiación religiosa, practica espiritual de ese mundo” (4).

Aplicando la hermenéutica digamos que es el movimiento del pensamiento que se eleva de lo concreto a lo abstracto y de lo abstracto a lo concreto, es el último momento el esencial para llegar al conocimiento teórico del mundo. Es el método científico más correcto y es aquel en el cual: “las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por la vía del pensamiento. Es un método específico, que es para el pensamiento la única manera de apropiarse de lo concreto (5).

De reproducirlo bajo la forma de un pensamiento concreto, sería el método que permitiría al teórico resolver su problema capital: la transformación en conceptos de todos aquellos datos aportados por la intuición y por la representación.

Lo que Marx entiende por concreto no es una simple imagen de la intuición, o la forma sensible del reflejo del objeto en la conciencia. De igual manera, lo abstracto no hay que concebirlo como un mero proceso de abstracción de espíritu.

La abstracción –según Marx– es una síntesis mediante la cual, el teórico reconstruye el mundo a través del pensamiento. El científico lo que hace es reproducir el mundo en conceptos (abstractum), pero tales conceptos no son sino aspectos mentales singulares de la realidad (concentrum).

Cada abstracción representa retratos, copias mentales de momentos particulares de la realidad objetiva misma.

Las definiciones usadas por la ciencia son todos resultados del movimiento de lo concreto dado en la representación hacia las abstracciones más depuradas. Es decir, la ciencia parte de lo real y lo concreto y este proceso conduce primero a las abstracciones, y de estas abstracciones se llega a un sistema, a una síntesis, a una combinación de abstracciones que dan lugar u originan una teoría. Así nace la ciencia, puesto que esta parte de la realidad y luego por un proceso de abstracción, la cual realiza el investigador científico, construye un aparataje conceptual que no es otra cosa que un sistema ordenado según ciertos principios referidos a una región óptica determinada.

En toda investigación teórica hay que buscar convertir la totalidad de la concreción real a su expresión conceptual abstracta mediante un sistema científico.

Elevarse de lo concreto a lo abstracto y de lo abstracto a lo concreto, son dos formas que se relacionan de manera reciproca y es el proceso mediante el cual el investigador se apropia teóricamente del mundo. Si no se procede de esta forma estaríamos en presencia de un procedimiento de tipo escolástico, de abstracciones sin sentido, vacíos de significados, algo totalmente metafísico.

La dialéctica de Marx indica la unidad de los contrarios. Ninguna generalización tomada aislada, atomizada, tiene sentido, sino a condición de considerarlo como un paso previo para la aprehensión concreta de la realidad por un camino que vaya del reflejo abstracto del objeto del pensamiento, hasta su expresión cada vez más concreta en el pensamiento.

El método dialéctico de Carlos Marx considera lo abstracto como un medio, un instrumento propio del proceso teórico. El fin es la reproducción de lo concreto en el pensamiento que determina el rasgo específico y la importancia de cada acto de generalización tomado por separado. Ahora bien, lo concreto en el pensamiento, en concepto, no es un fin en si mismo, sino que conduce a la teoría y esta tomada en su conjunto como un sistema, no es más que el medio que conduce a la consecución de la transformación del mundo. Pero no la teoría por si misma, sino que ella permite el paso a la práctica; y este proceso teoría–práctica, se puede considerar como el paso de lo abstracto a lo concreto; y, visto de esta manera, ya la praxis lograda en esta forma no es un remedio, sino un fin en sí misma.

Cada elaboración teórica, cada generalización, tiene que ser confrontada con las indicaciones de la practica y, a la vez, son devueltas a éstas como la meta suprema de la actividad teórica. Ahora bien, cada paso de este análisis, cada acto de la reducción de lo concreto a lo abstracto, debe tener en cuenta desde el principio “el todo” (la totalidad) que envuelve la representación, la intuición viva y cuyo reflejo es la meta última del trabajo teórico.

EL MARXISMO COMO PARADIGMA EN EL ESTUDIO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

El marxismo como teoría y metodología, se considera un paradigma en el estudio de las Relaciones Internacionales, en tanto supone la superación de la tradicional concepción estatocéntrica existente en esta disciplina. A partir de la categoría clase social como actor transnacional, de la noción de la lucha de clases y de la existencia de las contradicciones, se introduce una nueva manera de enfocar los asuntos en la arena internacional.

Este paradigma parte de afirmar que el carácter de la propiedad privada de los medios de producción y las relaciones de producción asociado a ello, determinan las características de la sociedad, lo cual supone superar la división entre la sociedad nacional y la internacional, y considerar el mundo más que dividido en Estados, dividido en clases antagónicas.

En ese sentido, el marxismo más que considerar el Estado como el centro de las relaciones Internacionales, presenta su propia metodología de análisis, cual es el materialismo histórico, utilizando la dialéctica como una forma lógica y como instrumento crucial en el análisis de la sociedad.

El planteamiento marxista, tiene un contenido revolucionario por cuanto ignora los postulados tradicionales de la disciplina y de la teoría de las RI.

¿Cuáles son los aspectos a resaltar del paradigma marxista?

  1. Su consideración sobre que es la clase social y no el Estado actor clave de las RI. Y la unidad de análisis de los mismos. El Estado es un efecto de las clases sociales, tiene una existencia terminal en el tiempo, nació en un momento (con la desaparición de la comunidad primitiva) y morirá en otro (cuando exista la sociedad comunista), no es la causa. Es un instrumento de la clase que domina en términos económicos. El Estado es un actor secundario, producto de las relaciones antagónicas entre las clase sociales, lo cual no supone desconocer su papel en la política internacional.
  2. El nivel de análisis sería el de Sociedad Mundial, es decir, se parte del concepto de totalidad como unidad de los fenómenos de la realidad social considerada globalmente. Desde el punto de vista del materialismo histórico toda realidad responde a un momento histórico, toda realidad responde a un momento histórico. Por ejemplo, el capitalismo nace después de la disolución del modo de reproducción feudalista, cuyas manifestaciones históricas más importantes la constituyeron la Revolución Industrial Inglesa (1740 – 1850), que le dio las bases materiales a esa nueva sociedad, y la Revolución Francesa de 1789, que le dio el andamiaje político – jurídico e ideológico.
  3. Su perspectiva es dinámica y progresiva, proporcionando una teoría de la transformación, que falta en las mayorías de las concepciones teóricas de las RI. Mientras que las teorías tradicionales se aferran al mantenimiento del status quo (Según Robert Cox, las teorías de resolución de problemas) dado su carácter estatocéntrico, donde los estados buscan el poder en un juego eterno, el marxismo ve a la sociedad en perpetuo cambio, en constante transformación (Según Robert Cox, las teorías críticas, de cambio).

El análisis de Carlos Marx se basa en la contemplación de la realidad social como un todo divisible en el que se distinguen los fenómenos esenciales: la infraestructura, esto es, el Modo de Producción y la superestructura, esto es el terreno de la política, de la religión, de lo jurídico y de lo ideológico.

En el capitalismo, los Estados son instituciones al servicio de la clase que domina, es decir, la burguesía. Una sociedad internacional en que los actores son las clases sociales, las RI se encuentran caracterizadas por la lucha de clases. Es conocida la afirmación que en la misma medida en que sea abolida la explotación del hombre por el hombre, en esa misma medida será abolida la explotación de una nación por otra. Al mismo tiempo, que el antagonismo de clase al interior de las naciones desaparecerá y con ello la hostilidad de las naciones entre sí.

El paradigma marxista como escuela en las Relaciones Internacionales no es homogéneo. Existe la Teoría de la Dependencia muy conocida en América Latina, para quien la economía internacional más que estar compuestas por una cantidad determinada de naciones –que lo está- compitiendo en igualdad de condiciones, se encuentra dividida en dos conjuntos de estados antagónicos, dentro de un patrón de competencia interestatal que claramente favorece a un grupo a expensas de otro. Para esta teoría el mundo se encuentra dividido entre un norte explotador, integrado por los países más desarrollados, en todos los campos; económico, tecnológico, científico, etc. Son los denominados países del Centro. En otro extremo se encuentra el grupo de países denominados del Sur, los explotados, integrado por las naciones menos desarrolladas y conocida por la jerga de los dependentistas como Periferia. Esta relación de explotación es histórica, viene desde la época colonial, cuando se instaló la primera división internacional de trabajo, que ha implicado una situación donde el Norte se concentra en la producción y exportación más lucrativa, en la tecnología de alto costo y en la manufactura de los productos, mientras que el Sur se ha concentrado en la producción y exportación de materias primas de precios relativamente bajos y de productos agrícolas, commodities y productos no determinados. Entre el Norte y el Sur se establece un intercambio asimétrico y desigual, lo cual explica la existencia de países ricos y países pobres. También se encuentra la corriente marxista que plantea la concepción de Sistema-mundo (Immanuel Wallerstein), que concibe igualmente que la economía global esté constituida por un centro y una periferia. No obstante, en este caso no se trataría de un enfrentamiento entre los Estados ricos y pobres, sino como una contienda entre las clases ricas y las pobres dentro de una sociedad mundial. En lugar de considerar las relaciones económicas internacionales como interacciones entre los Estados controlados por los gobiernos nacionales, esta concepción pone énfasis en las interacciones entre actores no estatales, es decir, entre las élites económicas y quienes no lo son, las cuales con frecuencia trascienden las fronteras nacionales. El enfoque Sistema Mundo argumenta que la economía internacional está configurada no por los intereses nacionales sino por las élites económicas en varios países, particularmente en las sociedades capitalistas desarrolladas, que compiten entre sí por la acumulación de la riqueza. En general, se supone que los gobiernos nacionales son los instrumentos de las élites económicas; sin embargo, pueden originarse conflictos entre los liderazgos de los ámbitos económicos y políticos. En lugar de los lugares claves para la toma de decisiones de carácter económico sean las capitales nacionales (Por ejemplo, Washington, Paris, Berlín, Tokio, etc.), son las capitales financieras los centros de poder (Por ejemplo, Nueva Cork, Toronto, etc.); en ciudades como Londres, Paris y Tokio, las capitales políticas y las capitales económicas coinciden. Estas tres ciudades están entre una docena de “ciudades globales”, que son, “los centros de comando y control” de la economía mundial. Donde se encuentran las sedes principales de las grandes corporaciones multinacionales y los bancos de mundo.

La red compuesta por las grandes ciudades globales del mundo constituye el corazón de la economía. Las ciudades vecinas, las aldeas y las áreas urbanas del mundo constituyen las semiperiferia y la periferia, y de ellas la riqueza “fluye paulatinamente” hacia las masas en forma cada vez más lenta a medida que se va alejando de las ciudades globales

De todo lo dicho con respecto a las Relaciones Internacionales, cabrían las siguientes interrogantes:¿Existe o no una lucha de clases en el campo internacional? ¿O sólo es una lucha entre los Estados?

DE LA TEORÍA A LA REALIDAD

En esta parte y como guía para analizar el mundo de hoy, realizaremos un ejercicio de hermenéutica marxista aplicada puntualmente a algunos hechos y  variables propias del análisis socioeconómico a totalidades concretas.

La crisis actual del capitalismo

El análisis que recurrentemente se hace en relación a la crisis capitalista, está referido a su carácter, causas, consecuencias, responsables y salidas.

En este contexto, se encuentran quienes sólo hablan de que se está en presencia de una crisis coyuntural, sectorial, esto es, financiera y bancaria, constituyéndose en una especie de disfuncionalidad, que bien monitoreada serviría para catapultar al sistema capitalista.

Por otro lado, también se encuentran quienes sostienen que ésta no es una crisis puntual, coyuntural o sectorial, aunque tenga expresiones muy concretas. Se trata ciertamente de una crisis financiera, bancaria, hipotecaria, pero también es una crisis ambiental, energética, alimentaria, en definitiva, estamos en presencia de una crisis sistémica que atraviesa al modo de producción capitalista, en tanto todo lo ocurrido está asociado a un modelo de acumulación, que busca ampliar sus ganancias a través de todos los mecanismos, incluidos los que rayan con la inmoralidad y la especulación.

Para quienes hablan de que esta es una crisis disfuncional, lo importante es ubicar el origen del problema -la falta de liquidez, regulación y control del sistema financiero y bancario- por tanto, deben entonces tomarse las medidas pertinentes, por ejemplo, auxiliando las instituciones financieras y reorganizando las instituciones estatales de regulación y control. Es una visión que pone el énfasis en las causas y consecuencias, pero que incluso busca salidas con la participación de quienes sin duda alguna han sido responsables de tal situación.

Mientras que al considerarse que esta es una crisis sistémica, se busca ubicar por un lado, el origen, las causas y se intenta precisar las más importantes consecuencias, pero a la hora de hablar de las salidas no pueden dejarse de lado a los responsables del desastre económico y social, porque no es una cuestión simplemente de control y regulación, se trata de un modelo económico que aunque busca reinventarse, las secuelas que ha venido dejando en todos los campos son insalvables en el marco de ese mismo modelo de acumulación. Los despilfarros de bienes, tierras, deterioro del medio ambiente, necesitan de un tratamiento más allá de las ansias de acumulación de pocos; hace falta pensar en las mayorías nacionales.

Tanto Joseph Stiglitz (2012) como el Thomas Piketty (2014) en los textos El precio de la desigualdad y El capital en el siglo XXI, respectivamente, coinciden en afirmar que el capitalismo avanza por un crecimiento brutal de la desigualdad en las últimas décadas producto de la concentración salvaje de riquezas y pronostican un camino no sostenible de continuarse por esta vía.

Ahora veamos lo que plantea Carlos Marx.

Marx logra de alguna manera desentrañar el problema de la disposición de las categorías que identifican elementos comunes y específicos en el transcurso de la historia en su análisis de la sociedad capitalista. Nos manifiesta que, pretender interpretar el “todo social” desde lo aparencial, lo que se nos muestra en la superficie social, es decir, desde lo “concreto real” (las manifestaciones empíricas de la crisis inflación, PIB, desempleo, ingreso nacional, etc.), imposibilita per se un conocimiento real del objeto de estudio. Proceder de esta forma, aislando lo real del conjunto, mostrando un inventario de “variables” o indicadores que no hacen otra cosa que evidenciar la crisis, que por lo demás, ningún sector social o sujeto social pone en duda, no permite aclarar el porqué de la situación actual. Seguir un camino así significa partir de una representación “caótica”  y no precisa las conexiones internas de estas “partes” con el proceso del trabajo capitalista.

Si, por el contrario, se realiza un análisis más profundo del problema, cada una de estas manifestaciones empíricas de la crisis revelaría una serie de relaciones y vinculaciones comunes, simples o generales con, por ejemplo, trabajo asalariado, valor, etc., y ello, a  su vez, con el conjunto de factores que participan en la producción capitalista para una perspectiva empírica o aparencial, el esfuerzo intelectual se desvanece en mera identificación de categorías cada vez más simples (abstractas) sin conexión con el contexto que lo “sustenta” en tanto no sigue un orden lógico-histórico en la trayectoria del pensamiento para reconstruir las determinaciones y las relaciones que encierra cada concept

Cuando se trata de un análisis de la crisis de acuerdo con el paradigma de Marx, partir de lo que está a simple vista en las relaciones de producción, conduce necesariamente a abstracciones puras, sin sentido de sus mediaciones en el marco de la lógica capitalista de producción.

Dentro de un discurso basado en consideraciones empiristas o en simples manifestaciones de la crisis, sin relación con el resto de las “partes” del “todo”, podremos estar en presencia de la identificación de un conjunto ciertamente de efectos, pero no muestran ninguna vinculación orgánica con la dinámica que rige las relaciones de producción capitalistas. Por esta vía se reduce el fenómeno en cuestión a simples desajustes circunscritos al ámbito de la circulación sin dar cuenta del movimiento dialéctico de una totalidad económica integrada, que no es mera suma de partes, sino unidad de mediaciones de los distintos momentos que participan del ciclo económico.

Acudir a este tipo de interpretación, implica mostrar elementos como imponderables del proceso de producción, sin ningún tipo de casualidad interior, con lo cual asistimos entonces a una especie de fenómeno social natural, obviando de esta manera, el todo orgánico, la historia y el devenir de la lógica capitalista.

Intentar la explicación de la crisis a la luz de ciertas variables o indicadores económicos sin antes precisar el conjunto de relaciones y determinaciones de la dinámica que identifica la producción capitalista, sólo conduce a un sendero especulativo y superficial del conocimiento por cuanto se hace una valoración causal del fenómeno sin ninguna articulación con las distintas instancias que conforman la producción del capital.

Si partiéramos de lo aparencial (La recesión, el desempleo, la inflación, etc.) sólo tendríamos una aproximación ligera del todo, por cuanto obviamos los múltiples elementos que participan en la configuración de la crisis como fenómeno característico de las relaciones y las determinaciones de la economía capitalista.

“El método científico concreto” (Marx), es aquel que se proyecta desde la categoría más simple (valor, trabajo, intercambio, etc.), hasta llegar a las manifestaciones empíricas (concretas), expresión de múltiples relaciones y mediaciones históricamente determinadas. Lo correcto sería, de acuerdo a Marx, establecer un recorrido en el proceso de conocimientos que se desprenden de lo simple a lo complejo.

En la forma empírica del conocimiento se está en presencia de un laberinto de abstracciones vacías en tanto no se consigue fijar las determinaciones que las definen. En el método dialéctico del conocimiento, el pensamiento es puesto en función de la identidad real al tomar como punto de partida las categorías abstractas para alcanzar la representación de lo concreto de la única manera posible, esto es, a través de la asimilación, en el proceso del conocimiento, de la forma como se constituye lo concreto pensado o lo inmediatamente perceptible al campo de los sentidos.

En otras palabras, se trata de reproducir en el pensamiento “lo concreto como síntesis de múltiples determinaciones”, como expresión última del movimiento dialéctico que tiene lugar entre los distintos factores que participan del desenvolvimiento social-resultado- y no como punto de partida, tal cual como pretende el análisis superficial de la realidad social.

-Los sucesos del 27 y 28 de febrero de 1989.

Analizar un hecho coyuntural como los sucesos del 27 y 28 de febrero de 1989 en Venezuela para el paradigma marxista, supone recurrir a un conjunto de explicaciones, razones y consecuencias distintas radicalmente a las especulaciones abstractas incluso, a los mitos que se esbozaron en un momento, para tratar de dar cuenta de este “acontecimiento” que estremeció los cimientos de la sociedad venezolana.

Analizar los hechos del 27 y 28 de febrero de 1989 con el método dialéctico marxista, implica inscribirlo en el contexto de una sociedad capitalista donde tuvo lugar una lucha de clases, a veces velada, a veces manifiesta, pero que, en todo caso, estuvo presente a su interior. Los sucesos del 27 y 28 de febrero fueron una forma de esa lucha de clases, aunque sin mayor organización y sin mayor precisión de quiénes eran los enemigos de la clase.

Dentro de ese contexto, habría que descifrar científicamente lo que ocurrió el 27, 28 y días posteriores. Las características de la protesta, las semejanzas nacionalmente y particularidades en cada lugar o sitio del territorio venezolano. Inmediatamente habría que dar cuenta de las causas estructurales e históricas que posibilitaron dichos estallidos: las relaciones de producción existentes, el modelo de acumulación que había orientado las políticas económicas implementadas en más de treinta años de “democracia representativa”, las características de la industrialización “adoptada” o “inducida” para Venezuela que, de alguna manera, asentaron los problemas generados (inflación, desempleo, marginalidad, desnutrición, delincuencia, etc.); de manera tal, que no sólo fueron consecuencia, sino que se convirtieron en causa de una crisis padecida por la sociedad venezolana en todas sus “partes” (economía, social, política, cultural, en el modo de vida, etc.)

Posteriormente, debe conjugarse lo estructural a la luz de lo coyuntural, dándole la importancia que este último requiere. En este sentido, habría que dar cuenta de las políticas económicas, el despilfarro del dinero público, el engaño permanente, las manifestaciones populares, el aumento de la incredulidad en el bipartidismo y la aplicación en forma de “shock” de un conjunto de medidas económicas, como el aumento de la gasolina y, por esa vía, del transporte colectivo, sin previamente “sensibilizar” a la población para ello y sin una contraparte social. Todos estos constituyeron factores que, conjugados con los estructurales hicieron posible este estallido social de la manera y con los medios en que las condiciones lo permitieron.

Por último, es pertinente hacer referencia a las consecuencias económicas, políticas y sociales de tales acontecimientos; sobre todo, en la perspectiva de que no se trate de “interpretar” la realidad, sino de transformarla.

-Variables

Asumir el estudio de una totalidad concreta desde el paradigma marxista, supone la utilización de un conjunto de categorías que son pertinentes al interior del mismo y que plantean un análisis muy particular distinto al abordaje desde un paradigma funcionalista, empirista o positivista, que trataría como trasfondo el mantenimiento de las relaciones de producción existente, aunque no se niega la dinámica de los cambios.

Tómese cualquier país capitalista y se podrá constatar que desde el punto de vista del método dialéctico, constituye una totalidad abstracta y concreta. Abstracta, como “unidad” de conocimiento que puede ser abordada a partir del conjunto de categorías y conceptos que son propios del status epistemológico marxista. Concreta. Porque constituye un sistema social histórico muy específico con sus particularidades y su funcionamiento (Un país, una nación, por ejemplo).

Así estaríamos en presencia de una totalidad concreta en paso a la totalidad abstracta (las categorías del análisis del paradigma marxista en términos del capitalismo como modo de reproducción). Esa totalidad es el resultado del conjunto de relaciones contradictorias entre las partes que la constituyen: lo económico, lo social, lo político, lo cultural, lo ideológico, etc. Esta realidad u objeto de estudio, puede tener infinitas partes en tanto ella misma es infinita. Se trata en este caso de “adecuar” o de “utilizar” el método dialéctico aplicado por Marx en el abordaje del estudio de esa realidad socioeconómica a partir de un conjunto de variables. Por ejemplo, el Producto Interno Bruto, que busca medir el comportamiento de esa economía; el ingreso nacional que intenta explicar social y económicamente el bienestar de los habitantes de esa realidad y el desempleo como un “fenómeno” social estructural al modo de producción capitalista; en fin, son elementos “partes” estructurales del “todo” social capitalista. Para ello, el método dialéctico de Marx plantea un conjunto de categorías de análisis.

En el caso del producto Interno Bruto (PIB), se trataría del conjunto de bienes y servicios producidos por un país en un año determinado. Podríamos decir que, comparando un año con otro, se estaría en presencia de un crecimiento o retroceso de una economía. Si hubo crecimiento se puede entonces afirmar que la economía es prospera y, por tanto, el país globalmente marcha a buen ritmo. Esto es lo que aparencialmente se informa a través de las instituciones oficiales como aspecto fundamental de comportamiento de una economía, incluso, se puede llegar a constatar con el crecimiento de la población y derivar algunos análisis de tal comparación; pero todo esto se hace al margen o por encima de las clases sociales, de la distribución de esos bienes y servicios desigualmente, de acceso y de la distribución de los mismos; en fin acudir a una análisis bajo el paradigma marxista, implica ir mucho más allá de lo aparencial que sería valido científicamente, en tanto podría ser el punto inicial.

No obstante, no se entenderían y mucho menos se comprendería la “esencia de la cosa” si esta variable económica no se contrasta con otras variables sociales sobre la cual incide negativamente, incluso, estando en presencia de un resultado positivo del PIB en un año determinado. Esto ocurre con mucha frecuencia en América Latina, donde el PIB crece pero se distribuye desigualmente y además crece también la pobreza en general.

Con Carlos Marx se diría: “La población es una abstracción si dejo de lado, por ejemplo, las clases de las que se compone. Estas clases son, a su vez, una palabra vacía si desconozco los elementos sobre los cuales reposan; por ejemplo, el trabajo asalariado, el capital, etc. Estos últimos suponen el cambio, la división, el trabajo, los precios etc. El capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor, dinero, precios, etc.” (6).

El Ingreso Nacional (IN), es una variable que en las cuentas nacionales se toma para indicar la cantidad de divisas que recibe un país por concepto de las exportaciones que realiza y también indica los ingresos que recibe el fisco nacional por otros conceptos de orden interno, todo esto se expresa en moneda nacional. En caso de cualquier nación se trataría de la cantidad en dinero que obtiene y que expresado en dólares, por ejemplo, significa igualmente, una determinada cifra, digamos 100.000 millones de dólares anuales; luego, se precede a realizar una operación muy simple que significa, dividir dicha cantidad por el número total de la población y con ello se obtiene entonces el ingreso per càpita, dándose una información que siendo cierta aparentemente “encubre” el análisis real de esa sociedad

Esto es, en esa sociedad no todos reciben la misma cantidad de ese ingreso; hay unos, la minoría pudiente, los de la clase alta, que obtiene la mayor “tajada”. Otros, la inmensa mayoría, los que menos tienen, los de la clase trabajadora en general, obtienen la menor “tajada”, con lo cual estamos en presencia de una injusta distribución del ingreso nacional, y lo peor, es que eso es cada vez más regresiva e injusta. El capital se apropia tendencialmente del mayor porcentaje.

Ya Marx había previsto esto y lo que está a nivel de lo abstracto no es sólo una verdad cognoscitiva, sino que la realidad (la totalidad concreta) no hace otra cosa que verificarlo. En otros términos. El criterio de la construcción del saber es formal, radica en el movimiento del pensamiento pero al mismo tiempo, el criterio de verificación asistencial es material en tanto se encuentra al nivel de los objetos reales.

Hablar en términos del paradigma marxista del ingreso nacional, dice muy poco, si no se relaciona dialécticamente con la población, con las clases sociales, con el acceso a esos ingresos, con el poder económico que se tenga, con su pertenencia al sector del capital o del sector trabajo, en fin, es una madeja de relaciones contradictorias entre estas partes, sus cualidades y el todo, y su resumen cualitativo.

En cuanto al desempleo, digamos que al cierre de cada año, los gobiernos anuncian las cifras de desempleados en ese país de acuerdo con los estudios que realizan los organismos encargados para ello. Generalmente estos anuncios encuentran respuestas negativas de algunas instancias organizativas de la sociedad civil. Y ciertamente, debe decirse que esas cifras –en frío– pueden indicar una disminución, tanto en términos porcentuales como absolutos del desempleo. Sin embargo, estos datos “encubren” una realidad mucho más profunda que lo anunciada.

No se dice que las cifras esbozadas hacen referencia al desempleo abierto y no al desempleo “disfrazado” que en una sociedad en crisis, significa el problema de mayor urgencia del comportamiento de la fuerza de trabajo.

Si sólo se acude a lo empírico, a lo aparencial de los que se presenta como lo real -sin serlo-, se realizaría un análisis simple, superficial, que teniendo elementos de verdad, no internalizan o profundizan el objeto de estudio.

Si se acude a un análisis con el método dialéctico, se tendría que, no sólo contrastar la cifra de la oficina gubernamental encargada de dar esos datos, con la realidad; precisar si hubo aumento en los niveles de desempleo abierto, a qué se debió. También sería necesario relacionar contradictoriamente estas cifras con el desempleo “encubierto” donde se “refugian” o se dirigen quienes son despedidos por múltiples razones, o no encuentran empleo directamente, ni en la administración pública ni en la empresa privada. Esto es lo que hasta ahora se ha conocido como subempleo, es decir, formas de empleo totalmente inestables desde el punto de vista de los ingresos, de los beneficios y de la estabilidad.

En términos más precisos, los subempleados se han denominado sociológicamente como informales en contraste con el sector formal. Allí se encuentra los buhoneros, perrocalienteros, plomeros, albañiles, etc., que no se rigen por ninguna legislación laboral y cuya situación socioeconómica mayoritariamente es de total indigencia.

Luego se debe relacionar dialécticamente la variable empleo con el producto interno bruto, con la inversión pública y privada, con los precios de los hidrocarburos, etc., a fin de tener un conocimiento mucho más complejo del todo social.

Si así se procede, se estaría en presencia de un análisis que da cuenta de las múltiples determinaciones de la realidad socioeconómica y los datos sobre desempleo, no sólo seguramente estarán muy por encima  de las cifras oficiales, sino que lo cuantitativo queda contrastado con una realidad dinámica y cambiante, ante la cual las cifras en frío dicen muy poco.

Con el método dialéctico de Marx, se logra situar a la “parte” (el desempleo) con el “todo” (la realidad económico-social), como acto inverso del efectuado a la abstracción analítica.

Así se establece una relación dialéctica entre el “todo”, y las “partes” y sus relaciones propiamente dichas a interior de cada una de ellas, entre las “partes” y de “estas” con el “todo” cualitativamente distinto al existente en el inicial del estudio.

Citas

  1. Marx, Carlos. Tesis nro. 11 del texto Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana
  2. Hugo Calello y Susana Neuhaus nos hablan de un método hipotético-deductivo dialéctico que, según ellos, tiene sus raíces en Marx. Para nosotros tal postura es totalmente contraria al método dialéctico, en tanto privilegia la deducción y la hipótesis en el proceso del conocimiento.
  3. Kosik, Karen. Dialéctica de lo concreto. Editorial Grijalbo, México, 1976
  4. Marx, Carlos. Contribución a la Crítica de la Economía Política. Págs. 165-166.
  5. Ibíd., p. 165
  6. Marx, Carlos. Introducción General a la Crítica de la Economía Política, p.50.

Bibliografía

Arenal, Celestino (1993), Introducción a las Relaciones Internacionales, Madrid, Editorial Tecnos,

Cox, Robert (1994). “Fuerzas sociales, estados y órdenes mundiales: más allá de la teoría de las relaciones internacionales”. En Relaciones Internacionales, El pensamiento de los clásicos. Edición compilada por John A. Vásquez. México, D.F. Editorial Limusa, S.

Duseel, Enrique (1985), La producción teórica de Marx (un comentario a los Grundrisse). México, Siglo XXI Editores,

Kosik, Karen (1980), Dialéctica de lo concreto. México, Editorial Grijalbo.

Marx, Carlos (1957), Contribución a la Crítica de la Economía Política. Paris, Ediciones Sociales.

Marx, Carlos (1967) Tesis sobre Feuerbach, en Obras Escogidas en III Tomos. Moscú, URSS, Editorial Progreso.

Marx, Carlos (1987), Introducción general a la Crítica de la Economía Política/1857.España, Siglo XXI Editores

Piketty, Thomas (2014) El capital en el siglo XXI. Argentina, Fondo de Cultura Económica,

Stiglitz, Joseph (2012). El precio de la desigualdad. España, Prisa Ediciones.

Wallerstein, Immanuel (1974).  El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Madrid, Siglo XXI Editores.

 

*Franklin González es Sociólogo, Profesor Titular, Jubilado. Ex Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Doctor en Ciencias Sociales. Con dos Postdoctorados. Profesor de Postgrado en la UCV,  la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, en el Instituto de Altos Estudios “Pedro Gual” del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores y en el Instituto de Investigación y Postgrado de la Escuela Nacional de la Magistratura. Fue Decano de Postgrado de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (UNERG) y embajador en Polonia, Uruguay y Grecia.

framongonzalez@gmail.com

Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

 

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