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Los alcances del fracaso

La pandemia de las violaciones sexuales cubre al planeta entero

Por Carolina Vásquez Araya

El caso más reciente: Una niña violada por 30 hombres adultos en una favela de Brasil, cuyo impacto provocó manifestaciones en ese país y repudio en todo lugar en donde llegó la noticia, nos enfrenta con una realidad de violencia tan extendida como impune. Ante esto, cabe preguntarse qué hubiera pasado si los violadores no hubieran compartido las imágenes de su perverso acto de crueldad, en su entusiasmo por divulgar su hazaña.

Lo más probable, hubiera pasado inadvertido. Si la niña denunciaba pondría en riesgo su vida y la de su familia, dado el carácter de 33 hombres adultos reunidos con el propósito de pasar un momento de “diversión” a costa de una adolescente indefensa. Es decir, la visión panorámica de una construcción cultural en la cual no existe el concepto de respeto por la vida, el cuerpo y la integridad de las mujeres, no importa cuál sea su condición.

Hemos visto agresiones de todo tipo, en todas partes. No es algo excepcional ni aislado. A un lector que criticó mi exposición del caso de Nabila en Chile, afirmando que estos temas –feminicidio, violaciones, acoso y violencia intrafamiliar- no tienen relevancia internacional, le respondo: Estos temas ya han ingresado en el listado de las políticas urgentes si queremos reparar el tejido de nuestras sociedades enfermas, y la comunidad internacional así lo considera. La violencia en contra de las mujeres es un rasgo cultural de toda sociedad patriarcal y urge combatirlo.

Las violaciones y otra clase de agresiones sexuales contra niños, niñas y adolescentes rebasan en mucho las cifras oficiales. Existen familias enteras integradas a fuerza de violaciones en cadena, como el caso de una niña de 12 años embarazada de su padre, quien a su vez violó y embarazó consecutivamente a 3 generaciones que siguen viviendo bajo el mismo techo. Es decir, la niña es también hermana de su madre y de su abuela. Estos casos, poco divulgados pero frecuentes en las áreas rurales, constituyen la muestra indiscutible de la situación de marginación en la cual crecen las niñas, cuyos cuerpos están a la disposición de quien quiera tomarlos, explotarlos y desecharlos.

En países como Guatemala, en donde falta la presencia del Estado en grandes extensiones del territorio y, por tanto, tampoco hay un sistema de justicia y protección, el escenario es aún más devastador. Quienes sufren los abusos sexuales y otras agresiones físicas, psicológicas y económicas, callan por temor o por un arcaico convencimiento –transmitido por generaciones- de que así es la vida para las mujeres.

El reciente informe divulgado por UNICEF y CICG sobre La Trata de Personas con fines de Explotación Sexual en Guatemala, pone en claro la dimensión dantesca de este fenómeno y cómo existe y prospera gracias a sus poderosos nexos con las autoridades de Gobierno y algunas de sus instituciones. El análisis, sobre una muestra de sentencias judiciales –lo cual solo refleja parte de los casos reales- determina que un 57 por ciento de las víctimas son niños, niñas y adolescentes y, en el caso de las niñas, la mayoría destinadas a explotación sexual, muchas veces dando servicios a más de 30 hombres por día. Un horrendo escenario de esclavitud, de impunidad y una evidencia del subdesarrollo humano de nuestras sociedades.

Los números, sin embargo, son fríos. No reflejan el drama cotidiano de las víctimas, quienes pierden su vida y oportunidades en un sistema que las margina desde su nacimiento. Determinar la responsabilidad por este fracaso colectivo es la tarea pendiente para la ciudadanía.

elquintopatio@gmail.com

Blog de la autora: https://carolinavasquezaraya.com

@carvasar

Foto tomada de: http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2016/05/13323569_848619968614740_6012271757412244167_o-1024×669.jpg

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¿Educar o vigilar?

  • Por. ,
  • La educación formal e informal es clave para estos cuestionamientos, se esperaría que quien está educado o se está educando no tendría que ser vigilado; porque si se está educado, se sabe lo que es correcto en su hábitat.

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la palabra alumno, como la “persona que recibe enseñanza, respecto de un profesor o de la escuela, colegio o universidad donde estudia”; y la palabra estudiante como la “persona que cursa estudios en un establecimiento de enseñanza”, a lo que podemos llamar sinónimo, pero si formuláramos una pregunta a los habitantes de cualquier ciudad incluyendo a nuestro amable lector, que responderían a lo siguiente ¿estaría usted de acuerdo en colocar videocámaras de vigilancia en las escuelas donde estudian sus hijos?, llámense escuelas de educación preescolar, básica, media o superior; a lo que vendría inmediatamente el porqué de su respuesta: ¿por qué si? ó ¿por qué no?

Pregunta semejante deberíamos contestar los habitantes de diferentes ciudades alrededor del mundo, ¿estás de acuerdo en colocar videocámaras de vigilancia en las calles de tu ciudad?, obviamente se tendría que argumentar el ¿por qué si? ó el ¿por qué no?, aunque también se podría cuestionar en ambos escenarios el ¿para qué?, así mismo en ambos casos también nos podemos preguntar ¿quién decide que en una escuela o en una ciudad se coloquen videocámaras? O más directo aun, ¿por qué y para que se colocaron? Estas interrogantes no surgen como planteamientos críticos, sino constructivos y de meditación, ¿a donde nos lleva la video vigilancia?

Para reflexionar un tanto la importancia de la vigilancia, conviene recordar a Michel Foucault, quien en 1975 publico su libro Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión, texto en el cual nos habla sobre los métodos de castigo y vigilancia desde la sociedad medieval, pasando por la moderna, hasta la contemporánea en el siglo XX (vale la pena recordar que con el nacimiento del siglo XXI nuevas formas de control y vigilancia aparecieron).

Foucault nos habla de una estructura piramidal jerarquizada en donde el superior (llámese patrón, jefe, directivo, gobernante, etc.), se concede la facultad de observar a todos con facilidad, para vigilar y sancionar o castigar según sea la falta; también nos habla del panóptico, el cual es como una estructura en forma de domo con una cúpula circular la cual está dividida en cámaras o celdas que albergaban animales o personas, los cuales son vigilados desde una torre central en que se puede observar y controlar todo lo que en las cámaras sucede, a las vez sin ser observado.

Este modelo se implemento en las sociedades del mundo por parte de quienes ostentan el poder, para vigilar sin ser detectados, cosa que no debe asombrarnos pues es una forma de saber lo que sucede en la sociedad de quienes gobiernan o quienes tienen o aspiran a tener el control de su(s) semejante(s) (llámese padre o madre de familia, políticos, funcionarios, escuela, institución, empresa, cárcel, agencia de investigación, etc.). Esta práctica de vigilar está muy de moda en nuestros días pues con la evolución de la tecnología digital, los dispositivos móviles y el internet, prácticamente desde la palma de la mano se puede saber que sucede en cualquier otro parte, por lo tanto el panóptico digital (a lo que he definido como el palmoptico ) está presente en nuestras vidas.

A propósito de esta situación en que muchas escuelas, centros educativos y sobre todo las calles de las ciudades están llenas de videocámaras para vigilar, conviene dimensionarnos sobre la palabra vigilar, es necesario precisar que su definición es “observar algo o a alguien atenta y cuidadosamente”; lo cual quiere decir que no necesariamente se esté haciendo algo malo; también podría ser para algo bueno, es decir se puede observar para aprender, para comprender, para informarnos y sobre todo para educarnos; observar es pues es el primer paso del método científico; vigilar es estar atento a algo o a alguien.

¿Acaso los estudiantes y los ciudadanos deben ser vigilados?, o más lamentable aún deberían ser sancionados. Sin duda la educación formal e informal es clave para estos cuestionamientos, se esperaría que quien está educado o se está educando no tendría que ser vigilado; porque si se está educado, se sabe lo que es correcto en su hábitat y por lo tanto no se debería infringir las normas, actitudes y conductas que se demandan en una sociedad civilizada. Es mejor educar que sancionar.

Aceptando y aprovechando las modernas y revolucionadas tecnologías, en la actualidad lo importante debería ser que hacer cuando se ha observado algo, cuando se logra tener evidencias reales de algo que se ha vigilado y sobre todo considerar quien es el observador y quien el observado, quien vigila y quien es vigilado.

Menciono lo anterior ya que como sabemos la violencia y delincuencia se manifiesta cada día con más intensidad en la sociedad mundial, donde hace unos días en una colonia de la Ciudad de México un grupo de vecinos logro detener a un par de delincuentes, mismos que procedieron a entregar a la policía ahí presente, la cual al no haber querella (declaración ante el juez) en la instancia correspondiente, dejo en libertad a dichos ladrones. Las videocámaras habían grabado lo sucedido como a menudo nos lo presentan en los diversos medios de comunicación actuales. Las videocámaras habían cumplido su cometido, vigilar y almacenar la evidencia de lo sucedido. ¡De nada sirvió! quien sanciona no puede proceder porque no hay quien personalmente ante un juez señale a los ladrones.

Así mismo día con día las cientos de videocámaras que el gobierno de la Ciudad de México a instalado para vigilar y tener una ciudad más segura, almacenan cientos o miles de actos de violencia, de robos, de secuestros, de agresiones, de sucesos que una persona educada no debería de cometer; ahí están las grabaciones que en poco o casi nada han ayudado a mejorar la seguridad de nuestra sociedad, no se ha sancionado a los maleantes por el solo hecho de haber sido video grabados.

Por el contrario con el nuevo reglamento de tránsito implementado en la Ciudad de México, todos los días son vigilados con videocámaras más modernas cientos de automóviles cometiendo infracciones que alteran o violan las reglas señaladas, recibiendo a su vez la sanción respectiva que el reglamento indica; en este caso las videocámaras si proyectan un dictamen, si sancionan al vehículo infractor, que lamentable y que contrariedad, pues a quien se graba cometiendo un delito ante un ser humano no se le sanciona.

Preguntémonos si queremos más videocámaras que sancionen automóviles o mejor videocámaras que sancionen delincuentes, si es el caso habrá que ponerles placas (códigos numéricos) a los delincuentes para que sean grabados, foto multados y etiquetados para siempre, en tanto pensemos y reflexionemos que será mejor ¿Educar o vigilar?

Fuente: http://www.lavanguardia.com/participacion/20160602/402225107065/educar-o-vigilar.html

Imagen: http://www.lavanguardia.com/r/GODO/LV/p3/WebSite/2016/06/02/Recortada/img_agarcial_20160502-074158_imagenes_lv_getty_gettyimages-1329678-kmbH-U4022251070657m-992×558@LaVanguardia-Web.jpg

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Lo que podemos aprender del inemuri, la costumbre japonesa

Lo que podemos aprender del inemuri, la costumbre japonesa de quedarse dormido en cualquier parte

Por. Eco portal.

Los japoneses no duermen. Eso es lo que todos -especialmente los japoneses- dicen.
No es cierto, por supuesto. Pero como declaración cultural y sociológica es muy interesante.
Mi encuentro con esa intrigante actitud se produjo durante mi primera estancia en Japón a finales de la década de 1980.
En ese momento el país estaba en la cima de lo que se conoce como la economía de la burbuja, una fase de extraordinario auge especulativo.

vida cotidiana era agitada. La gente llenaba sus calendarios con citas de trabajo y ocio y apenas tenía tiempo para dormir.

Sin embargo, al mismo tiempo, observé a un sinnúmero de personas que dormitaba en los trenes subterráneos. Algunos incluso dormían mientras estaban de pie, y a nadie parecía sorprenderle.

Me pareció contradictorio.

La imagen positiva de la abeja obrera, que reduce el sueño por la noche a su mínima expresión y desdeña dormir hasta tarde en las mañanas parecía estar acompañada de una amplia tolerancia a la llamada ‘inemuri’: siestas en el transporte público y durante las reuniones de trabajo, clases y conferencias. Hombres, mujeres y niños aparentemente tenían poca inhibición para quedarse dormidos cuando y dondequiera se sentían con ganas de hacerlo. Si dormir en una cama o un futón era considerado un signo de pereza, ¿entonces por qué dormir durante un evento o incluso en el trabajo no es considerado como una expresión aún mayor de indolencia?

«Colecho«

Esas contradicciones aparentes me llevaron a involucrarme más intensamente en el tema del sueño para mi proyecto de doctorado varios años más tarde.

Las horas de sueño nunca han sido un asunto sencillo, ya sea en Japón o en otro lugar.

Incluso antes de la invención de la luz eléctrica, la evidencia documental muestra que las personas eran regañadas por quedarse hasta tarde en la noche para charlar, beber y otras actividades placenteras. Sin embargo, los estudiosos -sobre todo los samuráis jóvenes- se consideraban altamente virtuosos si interrumpían su sueño para estudiar, a pesar de que esta práctica no puede haber sido muy eficiente, ya que requerían de aceite para sus lámparas y a menudo se dormían durante las clases.

Otra cuestión interesante es el «colecho«.

Hay países en que a los padres se les recomienda que los bebés duerman en una habitación separada para que puedan aprender a ser independientes, estableciendo así un horario regular de sueño.

En Japón, por el contrario, los padres y médicos insisten en que el hecho de que los niños duerman con los padres hasta que tengan por lo menos la edad escolar va a tranquilizarlos y ayudarles a convertirse en adultos independientes y socialmente estables. Tal vez esta norma cultural ayuda a los japoneses a dormir en presencia de los demás, incluso cuando son adultos: muchos dicen que a menudo duermen mejor en compañía que solos.

Tal efecto se pudo observar en la primavera de 2011, después de la catástrofe del tsunami que destruyó varias ciudades costeras.

Los sobrevivientes tuvieron que permanecer en los refugios, donde decenas o incluso cientos de personas compartieron el mismo espacio de vida y sueño.

A pesar de los diversos conflictos y problemas, los sobrevivientes describieron cómo compartir un espacio comunitario para dormir les proporcionó cierta comodidad y les ayudó a relajarse y recuperar su ritmo de sueño.

No es siesta

Sin embargo, esta experiencia de dormir en la presencia de otros no es suficiente por sí misma para explicar la tolerancia generalizada al inemuri, especialmente en la escuela y en el trabajo. Después de algunos años de investigación, finalmente me di cuenta de que en un cierto nivel, el inemuri no se considera en absoluto sueño. No sólo es visto como diferente del sueño nocturno en la cama, sino que también se ve como algo diferente a tomar una siesta.

¿Cómo podemos entender esto?

La clave reside en el propio término, que se compone de dos caracteres. «I», que significa «estar presente» en una situación en la que se está alerta, no dormido y «nemuri», que significa» sueño». A pesar de que la persona que hace inemuri podría estar mentalmente alejada, tiene que ser capaz de volver a la situación social cuando se requiere. También tiene que mantener la impresión de que encaja socialmente por medio de la postura, el lenguaje corporal y el código de vestir.

Señal de trabajo duro

Hacer inemuri en el centro laboral también se ve como el resultado del agotamiento. Puede ser justificado porque las reuniones son generalmente largas y con frecuencia involucran simplemente escuchar informes. Y el esfuerzo realizado para asistir a menudo se valora más que lo que se consigue. Como me dijo alguien: «Nosotros, los japoneses tenemos el espíritu olímpico: la participación es lo que cuenta».

Cumplir largas jornadas laborales y darlo todo en el trabajo es muy apreciado como un rasgo positivo moral en Japón.

              Se ve como una señal de que una persona ha estado trabajando duro, pero aún tiene la fuerza y la virtud moral necesaria para mantenerse a sí mismo y sus sentimientos bajo control»

Valerie Henderson, portavoz del Pentágono

Alguien que hace el esfuerzo de participar en una reunión a pesar de estar agotado o enfermo demuestra un sentido de la responsabilidad y voluntad de hacer sacrificio.

Por otra parte, la modestia es también una virtud muy valorada.

Por lo tanto, no es posible presumir del esfuerzo. Esto crea la necesidad de métodos sutiles para lograr el reconocimiento social. Dado que el cansancio y la enfermedad a menudo son vistos como el resultado de los esfuerzos laborales, inemuri -o incluso simular inemuri cerrando los ojos- se ve como una señal de que una persona ha estado trabajando duro, pero aún tiene la fuerza y la virtud moral necesaria para mantenerse a sí mismo y sus sentimientos bajo control. Por lo tanto, la costumbre japonesa de inemuri no necesariamente revela una tendencia a la pereza.

En cambio, es una característica informal de la vida social japonesa destinada a garantizar el ejercicio de sus funciones regulares, ofreciendo una forma de estar temporalmente alejado dentro de estas funciones. Y para que quede claro: los japoneses no duermen. Ellos no toman la siesta. Hacen inemuri. No podría ser más diferente.

Ecoportal.net

Fuente: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Salud/Lo-que-podemos-aprender-del-inemuri-la-costumbre-japonesa-de-quedarse-dormido-en-cualquier-parte

Imagen: http://3.bp.blogspot.com/-kBV6o4CFELE/UJ5RYw-rolI/AAAAAAAAAX4/xnHz21dx7Do/s1600/dormir_y_aprender.jpeg

 

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(Lo siento) el conocimiento no se puede transferir

Por. Javier Martínez Aldanondo

Imagino que la mayoría de personas que leéis esta columna sabéis conducir un coche. Si hacéis uso de vuestra memoria y os trasladáis a la época en que tuvisteis que aprender a conducir, os daréis cuenta que antes de llegado ese momento, habíais pasado largas horas (y también innumerables kilómetros) sentados en un automóvil, muchas de ellas posiblemente como copilotos.

Sin embargo, en el momento que iniciasteis el proceso de aprendizaje y os situasteis en el asiento del conductor, os disteis cuenta que todo ese tiempo transcurrido a bordo de un coche no suponía aporte alguno a vuestra capacidad de conducir. Qué sorprendente resultaba haber visto tantas veces a tus padres maniobrar el coche familiar con facilidad y sin embargo, una vez en los mandos del vehículo y cuando te tocó el turno a ti, debiste reconocer la imposibilidad de sacar siquiera el coche del estacionamiento.

En un principio te pudo resultar inesperado pero hoy, te parece evidente que haber empleado años como testigo privilegiado del desempeño de otras personas, no te habilita para realizar las actividades que ellos son capaces de ejecutar. Y la razón es muy simple: el conocimiento no se puede transferir.Mi hijo menor me pidió recientemente que le quitase las ruedas pequeñas de su bicicleta para poder seguir en sus correrías a su hermano mayor. No sólo ha visto muchas veces a otros niños andar en bicicleta y sabe perfectamente qué elementos la componen sino que él mismo lleva ya varios meses manejando la suya.

Pero en el momento que le quité las 2 ruedas supletorias, lo primero que hizo (para su asombro) fue… caerse al suelo. Carece del conocimiento necesario para andar sin ruedas que le ayuden y dicho conocimiento, lejos de poder ser transferido, necesita aprenderlo, algo que nadie puede hacer por él.

El hecho de que el conocimiento se pudiese transferir directamente sería posiblemente uno de los principales descubrimientos de la historia y le resolvería a la humanidad una cantidad inimaginable de problemas, empezando por el más importante: la educación.

Me encantaría anunciar a voz en grito que es posible transferir conocimiento pero ya va siendo hora de que asumamos la mala noticia. El conocimiento no es un objeto sino que es una estructura neuronal y como tal, no es susceptible de ser transferido a otra persona. Los conocimientos que tiene mi hijo mayor sobre cómo andar en bicicleta, cómo sumar o cómo leer son estructuras neuronales ubicadas en su cerebro, en sus manos, en sus pies, en sus ojos… fruto de un largo esfuerzo y, por más que quisiera, no puede regalárselos a su hermano.

La buena noticia es que mi hijo pequeño puede adquirir dichos conocimientos, puede generar sus propias estructuras neuronales, mediante un proceso que resulta capital para tanto para las personas, las organizaciones y los países: Aprender.

Tú puedes adquirir cualquier conocimiento que otra persona tenga si sigues un proceso de aprendizaje similar al que ella siguió.

Tener claridad sobre esta evidencia tiene unas consecuencias de incalculable trascendencia. Sin embargo, y para mi sorpresa, nadie parece ser consciente de esta realidad. Durante el discurso anual que el recientemente elegido Presidente de Chile pronunció para todo el país, la educación ocupó un lugar muy destacado. Se pronunciaron frases como “la educación es el principal motor para el desarrollo y la movilidad social… es el gran instrumento para construir el país de las oportunidades.

Por eso, la batalla por el desarrollo y contra la pobreza, la vamos a ganar o perder en la sala de clases”.“Porque nuestro sistema educacional -digámoslo con todas sus letras- no da una educación de calidad a todos los estudiantes, y en vez de corregir las desigualdades sociales, muchas veces las perpetúa, traspasándolas de generación en generación. Este, queridos compatriotas, es el verdadero y mayor escándalo de la sociedad chilena, del cual se ha hablado mucho para denunciarlo, pero se ha hecho poco para corregirlo”.

Una vez más, se proclama la educación como un bien superior, como la principal herramienta de desarrollo de los países y de sus ciudadanos. Partiendo de esa base ¿Cómo actúa el sistema educativo para hacerse cargo de ese desafío? Asume que dado que los niños deben adquirir conocimientos, habilidades y actitudes para funcionar en la vida, lo que hay que hacer es organizar todos esos elementos en asignaturas (física, historia, matemáticas, geografía…) y horarios perfectamente estructurados para cada día, hora y minuto del año escolar. En ese modelo, es tarea del profesor enseñar esas asignaturas y del alumno estudiar y aprenderlas y para verificar que las aprendió, hacemos exámenes y ponemos notas.

Cuando los alumnos sacan buenas notas (lo que no ocurre casi nunca), todos los estamentos se muestran felices, los padres en primer lugar junto a los políticos, los profesores y por último, los perplejos alumnos. Cuando no es así, hablamos de crisis en la educación, algo que resulta crónico. El primer gran problema de este enfoque es que su punto de partida considera el conocimiento como un OBJETO que se puede trocear en asignaturas, se puede transferir (en un flujo que discurre en un sólo sentido, desde los profesores hacia los alumnos) y se puede medir con números (basta hacer tantos exámenes como sea necesario). Quien más se beneficia de este sinsentido es la universidad que recibe a los alumnos adecuadamente ordenados después de que el colegio hace el “trabajo sucio” de clasificarlos según sus notas. No caemos en la cuenta de que en el colegio se enseña pero no se aprende, tan solo se estudia. No aprendes algo hasta que lo haces repetidamente (escuchar o leer sirven de muy poco).

El fenómeno de enseñar es pasivo para un alumno mientras que el de aprender es activo. Hoy leía en un periódico cómo el director de un colegio se quejaba amargamente de que la errónea evaluación (por parte del ministerio) de un examen realizado por alumnos de su institución había afectado el promedio de notas y por tanto el “ranking” del colegio lo que automáticamente llevó a que varios padres, que habían matriculado a sus hijos para el próximo curso, retirasen sus postulaciones.

La falacia de creer que el conocimiento se transfiere lleva a cometer la aberración de organizar la educación para que gire alrededor de los exámenes que son el mayor veneno del sistema porque desde ese momento, lo único que importa ya no es aprender sino obtener determinada calificación y peor aún, lo que hacemos es enseñar lo fácil, lo que se puede medir en un examen y no lo verdaderamente importante.

La prueba de acceso a la universidad, las diferentes pruebas internacionales (Simce, Pisa, etc) y desde luego, los exámenes cotidianos que se rinden en cada colegio, son un ejemplo más del absurdo imperante: todos esos exámenes son inútiles, no tienen ningún valor, miden cosas irrelevantes y, lo peor de todo, parten de la base de que el conocimiento es un objeto. El emperador no sólo está desnudo, sino que en su obcecación por desnudarnos a todos, nos está perjudicando gravemente y nadie es capaz de denunciarlo. Os recomiendo que leáis la transcripción de esta conferencia en la que Jeff Jarvis llama al SAT (examen de acceso a la universidad que se rinde en EEUU) por su nombre.

En las empresas no pueden sino ocurrir cosas similares e incluso agravadas. Todas las organizaciones son verdaderos yacimientos de conocimiento, están sentadas sobre montañas de know how que les permiten obtener resultados. Cuando formulas la pregunta, ¿dónde está el conocimiento en esta empresa?, la respuesta es siempre la misma: En las cabezas de sus empleados. La tentación entonces es inmediata: Dado que el conocimiento es un objeto susceptible de ser explicitado y almacenado, basta que los mismos empleados lo pongan por escrito (en manuales, procedimientos, sistemas, procesos…), lo organizamos en bases de datos (o en la intranet) y se acabó el problema.

Pero en realidad, es justo a partir de ese momento cuando comienza el problema. La cruda realidad insiste tercamente en demostrarnos a diario que cuando el conocimiento se explicita en documentos, se convierte en información y que las personas, no sólo somos todavía muy poco diestras en la documentación de procesos y en la organización y búsqueda de información sino que, cuando por suerte encontramos lo que necesitábamos, tenemos graves problemas para aplicarlo para el problema que queríamos resolver.

Muchas instituciones reconocen en privado tener graves problemas para que sus colaboradores visiten de vez en cuando la intranet, usen los gestores documentales o participen en las comunidades. La verdad es que no queremos buscar información ni tampoco usar buscadores, no tenemos tiempo que perder. Lo que queremos es encontrar.

Lo que sí se puede almacenar y transferir es la información. Todo conocimiento está compuesto por información. Nuestro cerebro procesa continuamente patrones de información que provienen del exterior mediante los sentidos y nuestra respuesta sólo será conocimiento si lleva consigo aparejada una acción, si es verificable. El conocimiento sólo existe si se aplica. Cómo reza un proverbio hindú “A los ignorantes los aventajan los que leen libros. A éstos, los que retienen lo leído. A éstos, los que comprenden lo leído. A éstos, los que ponen manos a la obra». Un pendrive que contenga todos los libros escritos por el ser humano desde el inicio de los tiempos no contiene conocimiento por sí solo. Por eso es necesario no confundir los términos: el proceso por el que la información se convierte en conocimiento se llama aprender y ocurre en el cerebro.

El mecanismo por el que se te habilita oficialmente para conducir un coche está bastante estandarizado en todos los países. Para obtener el carnet de conducir debes realizar 2 exámenes: Uno bastante prescindible, el teórico, que se supone te enseña a interpretar las señales y demás elementos del tráfico. Y otro ineludible, el práctico, cuyo objetivo es cerciorarse de que tienes el suficiente conocimiento antes de salir a manejar a tu libre albedrio por la ciudad.

Obviamente, este último examen no tiene lugar en un aula con un lápiz en la mano, tampoco es un test de respuesta múltiple ni importa mucho que le expliques al examinador si “debes o no ceder el paso a otro vehículo al entrar en una glorieta en la que no hay señal que regule la preferencia de paso”. Lo que debes demostrar es si sabes desenvolverte adecuadamente en un contexto idéntico al que te espera cuando conduzcas sin el auxilio de nadie.

Perfectamente podrías responder de forma correcta todas las preguntas en el examen teórico (haber memorizado toda la información del código de circulación) y no tener absolutamente ni idea de cómo conducir un automóvil. Es más, la mejor manera de aprender la teoría es sentado al volante del coche que es como realmente las vas a enfrentar… No importa cuanta información acumules, importa cuánto conocimiento puedes demostrar.

Ocurre que mientras no demuestres suficiente conocimiento para conducir, sin importar cuanta teoría sepas, ningún país puede arriesgarse a poner en manos de sus ciudadanos un dispositivo tan complejo y peligroso como un coche. Es curioso resaltar que cuando realmente nos importa asegurarnos que las personas aprendan adecuadamente (por lo peligrosas que puedan resultar las consecuencias), no vacilamos en usar el mejor método: Aprender haciendo. ¿Por qué no ocurre lo mismo con el resto de ámbitos de la educación del ser humano? Uno de los grandes errores que comete la formación a nivel empresarial es considerar el conocimiento como un objeto transferible de forma directa por un experto que lo imparte a lo largo de un curso y que, en la mayoría de ocasiones, ni entiende de procesos de aprendizaje ni siquiera sabe lo que sabe (no olvidemos que el conocimiento es inconsciente) y que por tanto solo puede explicar “teoría”.

Hace aproximadamente 1 mes tuve la fortuna de participar en un evento de gestión del conocimiento celebrado en Sao Paulo. Al ser la primera ocasión en que visitaba la ciudad, la opción de transporte para desplazarse entre el hotel y el auditórium sede de las conferencias se reducía prácticamente al taxi. Sin embargo, junto con varios extranjeros más, decidimos arriesgarnos a atravesar la metrópoli a bordo de un coche equipado con un GPS.

Evidentemente, contábamos con el conocimiento sobre cómo conducir un automóvil pero carecíamos del conocimiento sobre cómo movernos por Sao Paulo. Este déficit lo suplimos con bastante facilidad haciendo caso, al pie de la letra, de las instrucciones del GPS. Podría decirse que el conocimiento de la ciudad lo tenía el GPS y que por más que nos fuese entregando indicaciones muy precisas sobre qué debíamos hacer, no nos estaba transfiriendo conocimiento por 2 razones: La primera es que sin conocimiento sobre cómo conducir, la información entregada por el GPS es inútil. La segunda es que para poder navegar por Sao Paulo sin GPS, necesitaríamos un proceso de aprendizaje que posiblemente tomaría varios años.

En uno de los recorridos, surgió la discusión sobre qué ocurrirá en el momento en que el GPS no sólo transmita instrucciones sino que también sea capaz de manipular el volante, el acelerador y el freno para de esa forma poder guiar el vehículo sin necesidad de intervención humana. ¿Tendrá en ese momento conocimiento el GPS? Uno de los pasajeros, ex responsable del programa de Gestión del Conocimiento de la Armada de EEUU sostenía que el GPS tendrá conocimiento sobre cómo conducir aunque no sepa cómo lo hace. Hacia este escenario transitan las iniciativas relacionadas con la automatización. No cabe duda que si ejecutas tareas que son susceptibles de ser realizadas por máquinas, tarde o temprano así sucederá. Si YouTube te sustituye como profesor, significa que el valor que agregabas era nulo.

El conocimiento no se puede transferir, por eso aprender es tan importante y por eso, la forma que escojamos para que las personas aprendan tiene tanta importancia porque no todos los métodos son iguales ni dan los mismos resultados. En otra columna profundizaremos sobre el camino más sensato que consiste, no en almacenar “conocimiento” sino facilitar el intercambio y la colaboración entre personas y sobre todo las oportunidades de aprender.

Un amigo me envió en cierta ocasión, la receta de un postre que era su especialidad. Si nos guiamos por el paradigma imperante, este es un proceso de gestión del conocimiento donde mi amigo es quien sabe cómo hacer ese postre, yo no y él me trasfiere su conocimiento por medio de la receta. ¿Suficiente? ¿Se puede transferir el conocimiento en un documento? ¿En una conversación? Ojala fuese tan simple… La receta sólo es una condición necesaria pero no suficiente, falta el proceso fundamental que consiste en que yo haga el postre a partir de esa receta, que yo aprenda, genere mi propia estructura neuronal y adquiera ese conocimiento.

Imagino que el futuro Basque Culinary Center que se está construyendo en San Sebastián, que impartirá el Grado en Ciencias Gastronómicas y Culinarias y que está llamado a ser un referente mundial en su campo, habrá tomado buena nota. Igual que ocurre con el examen de conducir, no importa que sepas muchas recetas, importa que cocines buenos platos o gestiones bien un negocio gastronómico.

Publicado originalmente en :http://www.rrhhmagazine.com/articulos.asp?id=898

Imagen: http://1.bp.blogspot.com/-heeAjXJTkXk/Va-1uOD5SmI/AAAAAAAADaM/WvJtBau7UIA/s1600/dificultades.jpg

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Propuesta para resolver el abandono adolescente en la escuela secundaria

Por Cristián Parodi*

Wilfredo Pareto (1848-1923) fue un economista, matemático y filósofo italiano que describió la existencia de dos grandes grupos que explican hechos sociales y económicos de manera práctica. Esos grupos se definen en “los pocos de mucho” y los “muchos de poco”. Este principio – que se conoce como la Ley de Pareto o la Ley del 20/80 – dice, muy resumidamente, que el 20% de “A” se explica por el 80% de “B” (y viceversa). Por ejemplo, el 20% de un territorio concentra el 80% de la población; el 80% de las personas compra el 20% de los libros que se publican; el 20% de los proyectos requieren el 80% de los recursos.

¿Qué tiene que ver Pareto con la educación? En este post me gustaría explicar cómo podemos utilizar este concepto para mejorar el desempeño escolar de los alumnos y de las escuelas en general, proponiéndonos una meta concreta: que haya menos repitencia y abandono, y que más adolescentes terminen sus estudios con título (y con los conocimientos que necesitarán para continuar su vida post secundario).

¿Por qué es importante que nos fijemos esos objetivos? Porque en nuestro país el abandono escolar del secundario es una de las crisis sociales más graves y silenciosas que avanza sostenidamente. Se estima que alrededor de 500.000 adolescentes dejan sus estudios cada año. No hay manera de  proyectar futuro en una sociedad que tiene en su núcleo la imposibilidad de construir caminos para el desarrollo de sus jóvenes. El sistema educativo no cuenta con la agilidad necesaria para solucionar este problema rápidamente. Necesita que nosotros, la comunidad, despleguemos nuestra inteligencia, apoyos y recursos para que los adolescentes permanezcan en las escuelas adquiriendo conocimientos y desarrollando su potencial.

El abandono empieza por darnos señales claras: jóvenes que se llevan varias materias y que a partir de segundo año – o tercero – la sumatoria de las previas provoca su abrupta salida del sistema. El desafío consiste en abordar el problema antes que esas señales surjan. Si podemos monitorear el desempeño de los alumnos desde el primer día de clase, podremos desplegar a tiempo los apoyos que esos jóvenes necesitarán para aprobar y continuar con sus estudios.

¿Cómo podríamos activar ese seguimiento?. Retomemos a Pareto. Aplicando su principio podemos decir que el 20% de las materias que se dictan en un curso generarán el 80% de los aplazos. Esta hipótesis, que se puede validar con las estadísticas que registra la escuela y que deberían ser difundidas por cada institución, es un punto de partida muy importante para poder concentrar y orientar a tiempo – es decir antes que finalicen los trimestres – los acompañamientos y apoyos que necesitará un amplio grupo de alumnos para aprobar las materias más difíciles.

Las redes de apoyo de la escuela

Nuestros esfuerzos y recursos se tienen que concentrar en ese 20% de materias críticas. El siguiente paso consistirá en diseñar cómo instrumentaremos los  acompañamientos que nos ayudarán a aumentar la cantidad de aprobados.

Una idea válida es acudir a las “redes de apoyo” de la escuela. ¿Qué son esas redes? Son grupos de afinidad interesados en sumar su tiempo, recursos e inteligencia para complementar los esfuerzos que la escuela necesita. Esas redes pueden ser de ex alumnos, ex docentes y la comunidad de padres, que están dispuestos a asistir y apoyar a los grupos más vulnerables. La participación del docente en este proceso será esencial, a partir de su diagnostico y recomendaciones para reforzar el desempeño de esos grupos. Será quien informará las calificaciones cuando sucedan, requisito fundamental para desplegar los acompañamientos.

Implementando la idea

Como todo proyecto colaborativo, esta iniciativa se puede poner en marcha por el impulso de algunas de las partes que lo conforman.

Si los docentes ven que esta idea es potable, que será un apoyo esencial para el dictado de sus clases y para mejorar el desempeño de su sus alumnos, serán ellos los que presentarán la iniciativa al equipo directivo de la escuela.

Si los padres, que sí están interesados en que sus hijos aprendan y terminen sus estudios, que viven la etapa del secundario con mucha preocupación y temores respecto del futuro de sus hijos,  tuvieran la oportunidad concreta de sumar sus esfuerzos para ayudarlos – y a sus compañeros – a entender lo que les resulta más difícil, también llevarán esa iniciativa a la escuela.

Si los ex alumnos y ex docentes, que tienen un fuerte sentido de pertenencia con la institución que los formó, o en la que estuvieron trabajando durante años, vieran que esta propuesta es un aporte concreto para que haya más egresados y menos abandono, comenzarán a compartirla con ex colegas y ex compañeros para que tome impulso y se pueda poner en marcha.

No esperamos que todos los miembros de esos grupos sumen sus apoyos, bastará con que el 20% se involucre genuinamente para conseguir un aumento del 80% en el desempeño escolar de los alumnos. En otras palabras, que más estudiantes aprueben las materias difíciles, y que menos adolescentes abandones sus estudios. Así iremos impulsando este proyecto curso por curso, año tras año, provocando mejoras sustanciales en los procesos de aprendizaje de los adolescentes.

El drama del abandono escolar dejó de ser únicamente un desafío de la educación pública. Es un problema de nuestra sociedad que tiene la responsabilidad de desplegar el potencial de sus jóvenes en la etapa más importante de sus vidas: la escuela secundaria.

Nota: Escuelas interesadas en poner en marcha esta iniciativa les ofrecemos nuestra colaboración para concretarla. Invitamos a escribirnos por email a porlaeducacionhoy@gmail.com o por mensaje interno en Hagamos algo por la educación

Publicado originalmente en: https://laescuelacolaborativa.com/2016/03/22/propuesta-para-resolver-el-abandono-adolescente-en-la-escuela-secundaria/

Imagen: http://www.monografias.com/trabajos99/desercion-educativa/image001.jpg

 

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Política y educación, ¿para qué?

 Rafael Mendoza Castillo

Enmarco esta reflexiones con el pensamiento de Manuel Pérez Rocha: “El pensamiento crítico también implica que el conocimiento se valora, se busca, se ama, no por lo que podemos obtener a cambio de él (dinero, honores, poder, “buenas calificaciones”), sino por lo que aporta para dar sentido a la vida propia y comunitaria, y para mejorarlas y enriquecerlas”. Ningún conocimiento, saber o creencia son neutrales o inocentes. Reforma Educativa prianista como máscara, para reprimir la voluntad del otro, del inconforme, del insumiso.

Este es el fondo del asunto. Por eso decimos que la Reforma Educativa que defiende no con razones, con ideas, sino con autoritarismo e irracionalidad el sargento Aurelio Nuño Mayer (practica el monólogo), como miembro de una mafia de mirreyes, no es neutral, porque afecta en lo laboral y administrativo a los trabajadores de la educación. Lo educativo, dejar sin clases a los niños, evaluar, se usan para golpear al otro, al disidente, al que protesta y descubre las mentiras del poder de dominación y explotación. Aurelio Nuño Mayer debe ser enjuiciado en lo político, moral y ético por mentirle a la sociedad y golpear a los maestros y maestras de México. No olvidemos. El discurso dogmático del político y del burócrata Aurelio Nuño Mayer apunta no al esclarecimiento del destino del pueblo mexicano, sino hacia la fundamentación del concepto vacío de autoridad (autoritarismo prianista), desde donde se descalifica, como catastrofista, la rebeldía y la crítica de las personas, clases o grupos, los cuales tienen otro proyecto de país, de cultura y de educación. Hoy el Estado mexicano, achicado y simplificado, otorga preferencia al proyecto acumulativo de capital sin importar las secuelas de hambre, miseria, desigualdad y enfermedad que van quedando en los amplios sectores de la población.

El pensamiento racionalizado, tecnocrático del prianismo en el poder, que escinde medios y fines, niega toda posibilidad de convivencia y rechaza la incorporación de la conciencia protestativa, y más bien apunta hacia el fortalecimiento del dogmatismo, de la intolerancia, donde la “verdad” única es la que emana del poder de dominación y explotación. Escuchemos al amo Aurelio Nuño: “Pedir diálogo en esas condiciones es buscar no tenerlo, y son ellos los que se están cerrando la puerta porque es una puerta que siempre ha estado abierta, pero a partir de que acepten la Reforma Educativa”. A este funcionario le importa defender a los ricos empresarios (Mexicanos Primero), la oligarquía, y no le importa la educación.

El país no sólo está atravesado por una aguda crisis económica, sino que también se presenta el derrumbe de los valores humanos y, por ende, la aceleración de la destructividad, de la violencia política y social. Todo lo anterior afecta en lo más profundo a los ciudadanos. Nos parece que los grupos hegemónicos y los poderes fácticos que manejan los asuntos públicos en el país, por alguna circunstancia o razón han perdido la orientación correcta del proceso histórico en todos los órdenes. La política desde el poder y su capitalismo corporativo, mediático, empresarial, militar y policiaco cancela todo movimiento de los trabajadores, del campo y de la ciudad (huelgas de puertas abiertas) que luchan por mejorar sus condiciones de vida.

La derecha en el poder, insensible socialmente, niega de raíz la opinión, la duda y la disidencia de los otros, de las mayorías sociales (movilización en contra de las reformas estructurales). Quienes rechazan la duda de los demás, la crítica, como Aurelio Nuño, no sólo se ubican o se encaminan hacia un pensamiento autocrático, absoluto, sino que cierran todo posible espacio democrático como única posibilidad para el reencuentro con las auténticas fuerzas sociales del cambio y de la utopía.

Todo grupo político como el prianismo, que sustenta sus prácticas en ideologías circulares, maniqueas, esquemáticas, se pone de antemano anteojeras que no le permiten observar y asimilar lo novedoso del movimiento real de la sociedad y de la historia viva del país. Aceptar la opinión del “otro” es ascender a los peldaños de una estructura social que ha alcanzado madurez política en el ejercicio de la democracia directa, y no reconocerlo es mantener a una sociedad civil ajena a la verdad y, sobre todo, provocar el aislacionismo del conjunto social en la decisiones claves que hoy reclama el país. Como decía Carlos Fuentes: “Más bien más cultura centrífuga, más heterogénea que homogénea, más empeñada en recuperar diferencias que en imponer semejanzas”. La grave problemática que vive el país ya no puede ser decidida únicamente desde la cúpula del poder o poderes, sino que el desarrollo social exige la incorporación de otros sectores sociales para que se produzca un debate nacional sobre la reorientación de la política económica neoliberal hacia la solución de las necesidades cotidianas de la población.

Es muy riesgoso para la paz social que en México se continúe, por capricho, por autoridad, con un sistema social que produce y reproduce enormes desigualdades sociales, y además se defienden esquematismos políticos que fundan relaciones sociales en el egoísmo y el individualismo. El pensamiento político que no duda, que ve la historia como dogma, como herencia lineal, en sus acciones se encamina hacia la destrucción de la inconformidad, de la protesta; estas situaciones se pueden efectuar muchos años pero jamás toda la vida, ya que las contradicciones sociales y las fuerzas actuantes buscan lo posible, las revoluciones. En las últimas décadas el tiempo histórico ha sido dirigido por un pensamiento vertical, caracterizado por el monolitismo en las acciones y por decisiones unipersonales. Estos aspectos invalidan la participación de otras fuerzas políticas que intentan dar un viraje al modelo neoliberal hacia otros proyectos de país. De continuar por el camino de la apropiación individual de lo social, de lo histórico, entonces el conflicto de lo individual y lo colectivo será inevitable.

Es necesario que se haga evidente, o al menos clarificar, las condiciones importantes para que los análisis institucionales conlleven la posibilidad de trastocar las propias instituciones, descubriendo el significado y actuación de las mismas y el campo de la ideología dominante como sustento de las relaciones entre política y educación. De acuerdo con la ideología dominante, de derecha, conservadora y fascista, se intenta ocultar lo político de todo acto educativo, y a partir de esa premisa se fetichiza todo el proceso. De esa forma la educación estaría, en cuanto a sus posibles funciones, más allá de cualquier compromiso con el cambio de las relaciones sociales en que aquella se inscribe, confirmando con esos planteamientos un marco total de “neutralidad política” en las instituciones de educación. Otro mundo es posible.

Fuente: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc5235

Imagen: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/fotos/_7541589a87369366116ffff0a77eb203,aurelio.jpg
Este texto ha sido publicado en el sitio Cambio de Michoacán, en la dirección http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc5235
Si lo cita por favor cite la fuente, manteniendo un enlace a la información original. Derechos Reservados, Sociedad Editora de Michoacán S.A. de C.V.

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Calculadoras en el aula: ¿herramienta o ayuda?

Estados Unidos/01 junio 2016/ Autor:Jo Craven McGinty/ Fuente: The Wall Street Journal

¿Las calculadoras son una muleta computacional que desalienta a los niños para memorizar las tablas de multiplicar? ¿O son una herramienta matemática que los ayuda a resolver problemas complejos?

El debate sobre la educación matemática moderna puede no haber terminado, pero la batalla sobre el uso de las calculadoras en el aula está en gran medida resuelto—al menos en teoría. Las calculadoras, dicen los expertos, pueden ayudar a los niños en la escuela primaria y en los primeros años de la secundaria a desarrollar habilidades que les permitan resolver problemas matemáticos complejos. Pero los estudiantes en los grados más bajos no suelen utilizar esa herramienta.

De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Ciencia y Educación Matemática de EE.UU., realizada en 2012, el 58% de los alumnos de clases de matemática en la escuela primaria tuvo acceso a las calculadoras, pero sólo el 13% de ellos las utiliza al menos una vez a la semana. Una disparidad similar existía en el nivel de secundaria, donde el 77% de las clases de matemáticas tuvo acceso a las calculadoras, pero sólo el 40% las utiliza semanalmente.

Esto va en contra de la recomendación del Consejo Nacional de Profesores de Matemáticas, que fomenta el uso de calculadoras a todos los estudiantes en todos los grados.

“El enfoque no debe ser si se debe utilizar calculadoras, sino cómo…y cuándo deben utilizarse”, dijo el presidente del consejo Matt Larson.

En un meta análisis de cerca de 200 estudios de investigación, el Consejo encontró que el uso de calculadoras como herramienta de enseñanza, y no simplemente como un dispositivo computacional, mejora la comprensión de conceptos matemáticos por parte de los estudiantes.

El Consejo reafirmó su apoyo a estas herramientas en un documento publicado el año pasado, en donde dijo que las calculadoras promueven el pensamiento de orden superior y el razonamiento necesario para resolución de problemas y que ayudan a los estudiantes a aprender las operaciones aritméticas, algoritmos y relaciones numéricas.

Sin embargo, hay algunas advertencias.

Tom Loveless, un experto en rendimiento estudiantil de Brookings Institution, advierte que se han realizado pocas investigaciones sobre el uso de calculadoras en los primeros grados, y que al menos un estudio encontró que el uso frecuente de la calculadora puede haber obstaculizado la adquisición de destrezas de computación en algunos estudiantes de cuarto grado.

“Hay muy pocos estudios en cuarto grado o grados inferiores, y los resultados son mixtos”, dijo Loveless.

Además, algunos países limitan el uso de calculadoras y aun así sobresalen en las pruebas internacionales. En Japón, por ejemplo, las calculadoras casi nunca se utilizan en las clases de matemáticas de octavo grado, y cuando se utilizan, de acuerdo con un estudio, el rendimiento de los estudiantes parecía decaer.

La discusión filosófica de fondo sobre si calculadoras ayudan o impiden el aprendizaje persiste, pero puede estar influenciada por un debate paralelo sobre lo que debería enseñarse en los primeros grados: simplemente una aritmética enfocada en la realización de cálculos, o matemáticas más complejas, enfocadas en la resolución de problemas.

“La gente aún no ha descubierto qué es la matemática”, dijo Barbara Reys, experta en la enseñanza de esa disciplina y autora de numerosos libros sobre aprendizaje y planes de estudios de matemáticas.

“¿Son los cálculos, o es el pensamiento que va dentro de la producción de los cálculos? En los últimos 40 años, nos hemos dado cuenta que los estudiantes pueden producir una gran cantidad de cálculos en papel y lápiz y no saber cuándo utilizar esos cálculos”.

Los expertos que apoyan el uso de las calculadoras en el aula no abogan por el abandono de la aritmética de papel y lápiz, pero piensan que los niños deberían realizar menos cálculos para dejar espacio a una mayor resolución de problemas.

Shannon Guerrero, una profesora de matemáticas en la Universidad Estatal de Arizona del Norte que ha estudiado el uso de calculadoras en los grados inferiores, utiliza gráficos como ejemplo.

Ella enseña a sus alumnos a hacer cálculos con lápiz y papel antes de usar una calculadora. Las calculadoras gráficas, que se utilizan en algunas escuelas intermedias y secundarias, son capaces de trazar gráficos y resolver ecuaciones simultáneas.

“Si uno repite el proceso 20 veces en papel, se queda atrapado en el cálculo”, dijo. “El poder de la tecnología es que permite a los niños responder de manera dinámica a preguntas del tipo ‘qué pasaría si’. No tienen que sentarse y calcular 10 cosas antes de poder contestar” esas preguntas.

Reys ofrece otro ejemplo. Una vez que los estudiantes entienden cómo calcular promedios, ¿deben seguir calculando a mano, o podrían utilizar una calculadora para probar, por ejemplo, de qué manera afecta al resultado de un cálculo la inclusión de un número inusualmente grande o pequeño?

“Ese es el momento perfecto para usar una calculadora”, dijo. “Mi enfoque no era [pedirles que] hicieran una lista de 20 números de tres dígitos y luego dividieran. Quería hacerles entender qué significa obtener un promedio en relación con el conjunto de números con el que comenzaron el cálculo”.

Para que los alumnos se beneficien con el uso de calculadoras en el aula, los profesores deben saber cuándo y cómo incorporarlas en las lecciones y, una vez incorporadas, en qué medida utilizarlas.

“No se puede simplemente poner una calculadora en la mano de un alumno”, dijo Penélope Dunham, una investigadora asociada del Bryn Mawr College en Pennsylvania que ha estudiado el uso de calculadoras en la enseñanza de matemáticas. “Tienes que tener un plan de estudios que saque provecho de las calculadoras [y] proporcionar un desarrollo profesional a los maestros para que sepan cómo enseñar bien con calculadoras”.

La resultado de este enfoque, dicen estos expertos, es que cuando los maestros están capacitados para enseñar con calculadoras y equipados con un plan de estudios que incorporan la tecnología junto con la aritmética básica, la herramienta puede mejorar el aprendizaje.

Fuente:

http://lat.wsj.com/articles/SB12739813861383313909404582086891710405920

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