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El respeto, esa rara cualidad

Carolina Vásquez Araya

Todos nacemos en circunstancias diferentes, con un código genético único, un ambiente determinado por el momento específico cuando comienza nuestra percepción del mundo y el modo como nos han arrojado en él. De esa cuenta, nuestra forma de aprehender el entorno es distinta para cada uno de nosotros y eso marcará nuestra perspectiva de las cosas. Sin embargo, por absurdo que parezca, la historia nos ha enseñado cómo esas diferencias básicas son forzadas a fundirse y perderse en una organización social específica cuyas normas, costumbres y tradiciones se nos imponen de manera rotunda y definitiva.

Por tal razón, el hecho aparentemente sencillo de abrir la mente para comprender en toda su dimensión la complejidad del pensamiento de otros, sus conflictos, sus aspiraciones y sus temores, se erige como una tarea para la cual no estamos preparados. De esa incapacidad vital deriva una serie de patologías sociales capaces de marcar profundamente todas nuestras relaciones humanas: el odio, el resentimiento, la intolerancia, el prejuicio, el racismo y la discriminación.

Desear la muerte de otro ser humano —y perpetrar el acto de privarlo de su vida— es una de las manifestaciones extremas de esta forma de ver al mundo como un monolito de piedra, fincado en una verdad unidimensional y cerrada, que es la nuestra. Es como quien solo ve el árbol ignorando la existencia del bosque, una manera muy práctica pero peligrosa de depositar en un solo elemento toda la fuerza de la negación.

En esta rigidez de un sistema social basado en el predominio de la fuerza y el poder de unos pocos está conformada la plataforma sobre la cual se erigen las religiones, las ideologías y la organización económica en las sociedades, el común denominador de todos los tiempos. Las diferencias de pensamiento y de objetivos —un factor capaz de generar conflictos de gran envergadura por su capacidad para crear nuevas rutas y ofrecer otras opciones— se convierte de inmediato en un objetivo a eliminar por cualquier medio, con el fin de mantener la estabilidad del estatus.

De ahí surge inevitablemente una relación de violencia basada, por lo general, no solo en una actitud de intolerancia sino —más grave aún— en el absoluto irrespeto por el otro, sus motivaciones, sus derechos y sus decisiones. Esto, dentro de una sociedad cuya complejidad invita a la polarización resulta extremadamente difícil de enfrentar, pero ese cuadro se convierte en un polvorín cuando los factores de divisionismo y discriminación surgen desde los ámbitos mismos del poder político, cuya misión es precisamente buscar y preservar la unidad y la concordia entre los ciudadanos.

El respeto por el otro es uno de los actos personales más difíciles de ejecutar. La tendencia a la violencia racial, física, social o psicológica se nos ha impreso desde la primera infancia, por medio de estereotipos profundamente enraizados en el discurso cotidiano. Creemos en nuestra verdad como si efectivamente fuera la única, sin dejar espacio al diálogo ni a un acto un poco más generoso de receptividad hacia la verdad ajena.

En este escenario en el cual la parte superficial de una crisis —lo aparente, sin prestar espacio a la investigación de las causas que la originan— se convierte en política y el remedio se aplica por la fuerza, los objetivos primarios tales como la estabilidad, la reparación del tejido social, la reducción de las desigualdades y el respeto por los derechos humanos, son conceptos absolutamente fuera de la discusión.

Fuente: http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=ES&cod=88638&langref=ES&cat=

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Evaluar para aprender

Aunque la finalidad de la enseñanza es que los alumnos aprendan, la dinámica de las instituciones hace que la evaluación se convierta en una estrategia para que los alumnos aprueben,” afirmaba hace unos años Miguel Ángel Santos Guerra en un recomendable texto titulado 20 paradojas de la evaluación.

Puestos ante la disyuntiva de elegir entre aprobar o aprender (Elena Cano), la práctica totalidad de nuestros alumnos optaría por aprobar y después, si se puede, aprender.

No es lo mismo evaluar que examinar, ni evaluar que calificar. Evaluar con intención formativa no es igual a medir ni a calificar, ni tan siquiera a corregir. Evaluar tampoco es clasificar ni es examinar ni aplicar tests (Juan Manuel Álvarez Méndez). Hemos confundido, en demasiadas ocasiones el acto de aprender con el de aprobar exámenesAprender no es aprobar exámenes.

Sabemos que la evaluación no sólo mide los resultados, sino que condiciona profundamente lo qué se enseña y cómo se enseña y, por tanto, determina qué aprendemos y cómo aprendemos (Neus Sanmartí) y puede limitar o promover los aprendizajes efectivos (Gordon Stobart) y profundos. Cómo estudia (aprende) unalumno (Pedro Morales) depende de cómo pregunta el profesor, depende en última instancia de la evaluación esperada por el alumno.

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No son pocos los profesionales de la educación que sostienen, desde hace años, que la clave para la transformación educativa radica en modificar nuestra manera de evaluar: revisando cómo evaluamos, repensando los objetivos de la evaluación, fomentando una evaluación formativa y experimentando con nuevas maneras de evaluar.

En este contexto, deberíamos preguntarnos si hacemos las cosas que hacemos porque estamos convencidos de que son mejores para nuestros alumnos o porque son más fáciles para nosotros.

Estamos seguros de que aprenden más cuando les ofrecemos a todos lo mismo, con un curriculum normalizado y dividido en materias; cuando solo nosotros decidimos lo qué deben aprender y cómo lo deben aprender; cuando ignoramos su voz y no les dejamos espacio para decidir sobre su aprendizaje; cuando les evaluamos a todos de la misma manera; cuando ignoramos o prohibimos en clase la tecnología con la que viven a diario.

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El aprendizaje no es solo una cuestión transmitir información. No se trata de verter información en la cabeza de nuestros alumnos. Aprender es un proceso activo. Construimos nuestro entendimiento del mundo mediante la exploración activa, la experimentación, la discusión y la reflexión. No adquirimos ideas. Las construimos (Mitchel Resnick).

Aprender hoy es ser capaces de buscar, recopilar y filtrar datos. Es ser capaces de trabajar colaborativamente, compartir y comunicar (Lafuente, Alonso y Rodríguez). Aprender hoy es aprender a pensar, hacer y conectar. Aprender hoy sería entonces aprender a editar. Aprender es también explicar, argumentar, preguntar, deliberar, discriminar, defender tus propias ideas y creencias. Aprender es aprender a evaluar.

Cada vez que evaluamos deberíamos preguntarnos cuál es la finalidad de esa evaluación y si es adecuada para esa finalidad. Deberíamos preguntarnos cuáles son las consecuencias, pretendidas y no pretendidas, de esa evaluación.

¿Qué ocurriría si en lugar de exigirles que repitan lo que han memorizado, les pidiéramos que resolvieran problemas, realizaran proyectos significativos y nos demostraran su autonomía y su sentido crítico?. ¿Qué ocurriría si en lugar medir la adquisición de conocimientos que quedarán obsoletos rápidamente les evaluáramos por su capacidad de aprender a aprender y trabajáramos para favorecer grandes capacidades que puedan recrearse, adaptarse y actualizarse a lo largo de la vida?.

¿Qué ocurriría si les permitiésemos poner en práctica estrategias de autoevaluación, coevaluación y de evaluación entre iguales? ¿Qué ocurriría si les evaluásemos por su capacidad para transformar sus entornos?, ¿por su capacidad para transformar la sociedad?. ¿Qué ocurriría si evaluásemos su capacidad para pensar, construir y conectar?. ¿Si evaluásemos su criterio y su capacidad para evaluar lo incierto?. ¿Qué ocurriría si evaluásemos su capacidad para vivir y trabajar en la incertidumbre?

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Nuestro objetivo debe ser potenciar la capacidad creadora y de innovación, la creatividad y la imaginación de nuestros estudiantes a través de la reflexión sobre sus propios procesos de aprendizaje. Desarrollar su autonomía e independencia, su espíritu emprendedor, su capacidad para gestionar proyectos y resolver problemas. Su capacidad de análisis, organización, gestión y toma de decisiones. Sus habilidades para trabajar tanto individualmente como de manera colaborativa dentro de un equipo. Su capacidad de gestión de riesgos y de manejo de la incertidumbre.

Sabemos que la evaluación debe estar diseñada en relación con los objetivos y los resultados de aprendizaje buscados. Ha de ser coherente con la metodología. Debe estar vinculada al nivel de contenidos trabajado y responder a criterios relevantes y transparentes. Debe promover el que los estudiantes respondan a situaciones contextualizadas, resuelvan problemas, tomen decisiones y realicen proyectos reales.

La evaluación tradicional responde con agilidad al reto de las competencias específicas, en tanto que apenas puede atender a las competencias transversales o genéricas, aquellas que nuestros estudiantes necesitan para convertirse en ciudadanos del siglo XXI, para participar en la sociedad de la información, para participar y sobrevivir en un proceso de globalización nunca antes vivido en este planeta.” (Elena Cano)

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Nuestro desafío es saber hacer todo esto. Crear instrumentos de evaluación más versátiles que sean capaces de reconocer las competencias específicas y las transversales. Tenemos que diversificar también los agentes que intervienen en la evaluación, de modo que los estudiantes participen y se puedan poner en práctica estrategias de autoevaluación y de evaluación entre iguales.

Debemos ser capaces de hacer visibles no solo los aprendizajes formales sino también los aprendizajes informales y los no formales.

Debemos hacer uso de opciones como los portafolios, las dianas de evaluación, las rúbricas, las entrevistas en profundidad y explorar nuevos formatos como los microcertificados, los pasaportes de habilidades, las credenciales basadas en competencias, el reconocimiento entre pares, las insignias digitales, las huellas digitales.

Debemos ser capaces de evaluar si hemos formado personas independientes que pueden adquirir, retener, recuperar y aplicar nuevos conocimientos por sí mismos. Si hemos formado personas a prueba de futuro(Cristóbal Cobo), es decir, si les hemos preparado para “habitar en la incómoda e incierta pero fértil condición de la duda” del que habla William Deresiewicz.

Al final, un buen sistema de evaluación será aquel “del que el estudiante no puede escapar sin haber aprendido.” Será aquel que evalúa para aprender. Y en el que aprendemos para evaluar.

Fuente: https://carlosmagro.wordpress.com/2016/05/05/evaluar-para-aprender/

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Todos en la Escuela

Por: Lilia Julieta Guzmán Acevedo

El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) nos ha permitido tener conocimiento casi inmediato de lo que ocurre en diversas partes del mundo. Las sociedades –y por ende, los individuos que las conformamos- experimentamos cambios a una velocidad a la que no estábamos acostumbrados.

Frente a esta situación, las sociedades reconocen cada vez más la necesidad de educar para un mundo global, interconectado; educar para desarrollar en las niñas, niños y jóvenes de todo el mundo las competencias que les permitan participar en este escenario de interacción intensa.

En grave contraste a esta tendencia a la apertura y el intercambio propiciados por el desarrollo de las TIC, las políticas migratorias en muchas partes del mundo se han endurecido. Por ejemplo, en la última década, en EUA han aumentado significativamente las detenciones y deportaciones de inmigrantes, lo que ha resultado en la dolorosa separación de muchas familias transnacionales.

Las familas en las cuales las madres y los padres deportados tienen la oportunidad de reencontrarse en México, con sus hijas e hijos nacidos en EUA o que nacieron en México pero que migraron a una corta edad, se ven afectadas principalmente por cuestiones de integración legal y social en nuestro México, su país de origen.

Esas niñas, niños y jóvenes retornados tienen limitado o impedido su acceso a escuelas y servicios sociales, al no poder cumplir con requisitos que incluyen actas de nacimiento originales o certificaciones con apostillas. Una “apostilla” es una forma de autenticación que se aplica a documentos para que se usen en los países que participaron en la Convención de la Haya de 1961. El proceso para apostillar un documento es largo y costoso, por lo que a las madres y padres de familia se les dificulta realizarlo. Además de ello, la generación joven de retornados enfrentan dificultades para ser recibidos con el aprecio y atención que les corresponde, debido a las barreras del idioma (pues a veces no dominan el español, o no han escrito o leído con él en su trayectoria escolar), por falta de asistencia lingüística adicional, y por las diferencias sociales y culturales en el sistema educativo.

La ironía es que, pese a los reclamos que hacen nuestras autoridades de Relaciones Exteriores para que a los emigrados no se les niegue acceso a la escuela en EUA, nuestras autoridades de Educación son omisas o contrarias a favorecer el acceso a la escuela en su propio país de origen.

Una educación de calidad es equitativa e incluyente, o no es de calidad. Para que estas niñas, niños y jóvenes hagan efectivo su derecho debemos presionar a las autoridades, sobre todo a las de Educación Pública en la federación y en cada estado, para que se eliminen las políticas internas –a veces, mera inercia- que actualmente exigen actas de nacimiento originales apostilladas para inscribirse en los servicios de educación, y también para que desarrollen programas lingüísticos complementarios para las hijas e hijos de migrantes. Todos en la escuela: ninguno nos puede faltar.

Fuente: http://www.mexicanosprimero.org/index.php/educacion-en-mexico/nuestra-opinion/item/todos-en-la-escuela

Fuente de la imagen: https://pixabay.com/static/uploads/photo/2015/09/27/03/40/japan-960260_960_720.jpg

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El voluntariado, fuerza social conectada por la solidaridad

Fausto Segovia Baus

En tiempos de paz y en tiempos de guerra o de catástrofes, el voluntariado se ha hecho presente. Cuestionados por el poder, los voluntarios constituyen una fuerza social de la sociedad civil, que debe ser apoyada y canalizada. Ser voluntario es algunos países es un honor, pero, ciertamente, no persigue ningún título o mención porque su característica básica es el servicio, sin remuneración alguna. Peor ser catalogado como ‘héroe’, cuando cumple una función para la cual se ha preparado.

Quienes en un momento de nuestras vidas fuimos voluntarios sabemos su esencia, nacida de una vocación de atender al prójimo que sufre, independientemente de su color, condición social, económica o religiosa.

• Todos somos voluntarios No es un eslogan. El terremoto de Manabí es un ejemplo real de la capacidad de la gente para organizarse y ofrecer lo más urgente –alimentos y vituallas- a sus hermanos. Decenas de camiones salieron de inmediato de las principales ciudades, llenos de pertrechos con fundas y cartones acumulados en los centros de acopio. Las llamadas de auxilio de los pobladores dieron resultados. Y las redes sociales entraron en acción, y todos nos conectamos para ayudar, sin esperar nada del oficialismo. Es que se trató de una reacción espontánea e inmediata ante una tragedia de grandes proporciones. Todos, sin excepción, nos convertimos en voluntarios en favor de una causa justa.

• ¿Qué es el voluntariado? La sociedad civil está vinculada al voluntariado, que es una fuerza social de carácter plural, no estatal, cuyo origen es la ciudadanía que asume responsabilidades sociales, sin otra recompensa que el servicio humanitario. El voluntariado no tiene partida de nacimiento precisa, pero existen hitos importantes donde los voluntarios comenzaron a actuar, en defensa de los seres humanos. Los inicios del Movimiento Internacional de la Cruz Roja, fundada por Henri Dunant, en 1863, es un claro ejemplo de la actitud humanitaria de personas y organizaciones en favor de la defensa de la vida. Otra organización mundial es el Movimiento Scout, con su lema ‘ser útil’ liderado por su fundador Robert Baden-Powell; también los Clubes de Leones, Kiwanis, Rotary, YMCA (Asociación Cristiana de la Jóvenes), y otras organizaciones altruistas, sin fines de lucro. El voluntariado se expresa en función de los problemas sociales y se orienta a ayudar a personas en situación de desventaja o de privación afectiva o económica. Sus campos son amplios: la educación, la salud, la microempresa, la agricultura, la artesanía, los derechos humanos, el ambiente, los migrantes, etc. Y ahora, con toda autoridad, en tiempos de emergencias y desastres.

• ¿Elitismo en el voluntariado? Este es un mito muy difundido. Hay que reconocer que existen numerosas organizaciones de la sociedad civil, que actúan como sociedades de beneficencia o fundaciones sin fines de lucro. Y que, inclusive, podrían formar parte de grupos pudientes. De hecho, algunas empresas privadas han creado corporaciones para atender a personas en situación de vulnerabilidad, en el ámbito de la responsabilidad social. Por ejemplo, los niños de la calle, los ancianos, el hombre doliente, las madres solteras, los enfermos de sida o cáncer, los indígenas, entre otros grupos. ¿Es que esta gente se organiza para aliviar los dolores de conciencia? Talvez sí, talvez no; pero lo cierto es que se rigen bajo estatutos y realizan o realizaban acciones sociales, que en los últimos tiempos han sido cuestionadas por el oficialismo, que ven intromisiones inaceptables de organismos internacionales (Decreto 16).

• Otra pregunta y la respuesta ciudadana ¿Quién dice que los voluntarios son exclusivamente los ricos que desean entregar las migajas que caen de la mesa? La respuesta a esta pregunta la ha dado el pueblo ecuatoriano –la sociedad civil- que actuó de inmediato en el terremoto de Manabí y Esmeraldas. El ciudadano del Ecuador ha dado muestras de su fortaleza moral y cívica, y ha actuado en forma libre; las diferencias socio-económicas fueron superadas por ese valor tan maravilloso como es la solidaridad. El voluntariado, por lo tanto, mira la humanidad y los principios, y no los intereses o ventajas. El voluntario da su tiempo, sus ideas, sus brazos y sus piernas, y sobre todo sus corazones al servicio de una noble causa. Y esto sucedió en esta catástrofe. Las lecciones del voluntariado del Ecuador –que se autoconvocó e integró a decenas de rescatistas, médicos, enfermeros, bomberos, estudiantes de diferentes carreras y activistas sociales- son aprendizajes valiosos que deben ser asumidos por la sociedad. ¿Un nuevo estatus para el voluntariado? ¿Cómo capitalizar estos aprendizajes de la sociedad civil?
Fuente: :http://www.elcomercio.com/blogs/la-silla-vacia/voluntariado-fuerza-social-conectada-solidaridad.html.

Fuente de la imagen: http://www.caritasecuador.org/wordpress/wp-content/uploads/2014/06/voluntariado.jpg

 

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El bluyín, el jersey y el órsay: La curiosa falta de lógica con que la Real Academia incorpora al español los vocablos del inglés

POR LEONARDO GARNIER /  07 MAY 2016

Me gusta el buen uso del idioma y entiendo, además, que este no puede ser estático. También comprendo la difícil tarea de la Real Academia Española (RAE) cuando debe decidir qué nuevos vocablos se van incorporando a su versión oficial de nuestro idioma y cómo incorporarlos: su sonido, su grafía.

Lo que no me gusta ni entiendo tanto es que la RAE haga su tarea exhibiendo una lógica tan peculiar que a mí más bien me parece una ausencia total de lógica.

Por ejemplo, para referirse a esa “prenda de vestir de punto, cerrada y con mangas, que cubre desde el cuello hasta la cintura”, la RAE agrega al español dos vocablos. Uno, el que más usamos en la América hispana es suéter, escrito así, tal y como suena la misma prenda en inglés: sweater. Y otro, el que resulta de uso común en España: el jersey.

En el primer caso se trata de una adaptación usando la lógica de la sustitución fonética: “escribir un vocablo tal y como se lee en la lengua de partida”. Lo mismo hicieron más recientemente, cuando incorporaron al español el vocablo bluyín, del inglés blue jean, al que define como pantalón vaquero. O con aquel “licor alcohólico que se obtiene del grano de algunas plantas” al que sugieren llamar güisqui –aunque también aceptan whisky (pero no whiskey). Y si bien la sustitución fonética puede ser una forma bastante aceptable de incorporar a la lengua extranjerismos como fútbol, resulta casi ridícula cuando a partir de una pronunciación más que cuestionable del idioma original se agrega oficialmente al español un vocablo como “órsay” –del inglés offside – para denominar un fuera de juego en este deporte (ya que iban a usar el anglicismo ¿por qué no ofsaid?). Y si en el estadio usted quiere un emparedado con tocineta, haría bien según la RAE en pedir un sánwich con beicon, ambos catalogados como español oficial, pero también podría pedirlo – aunque le cueste creerlo – con bacón, sí… bacón: español oficial.

En el segundo caso, sin embargo el suéter se define como sinónimo de otro anglicismo – jersey – para el que se mantiene la escritura inglesa pero no su pronunciación (yersi), que se transmuta en jersei. Para esto los Académicos de la RAE han aplicado la lógica de la pronunciación ortográfica que trata de leer el vocablo tal y como se escribe. Lo mismo hicieron con el enorme iceberg que, en lugar de pronunciarse con la lógica fonética (aisberg), se debe pronunciar tal y como se  escribe: i-ce-berg (a ver, inténtelo). Y por supuesto, con el famoso Wifi que casi suena güi-fi según la RAE, aunque los latinoamericanos, siempre revolucionarios, insistamos en llamar “guai-fai”.

¿Y la lógica? Pues de lógica nada. Uno habría pensado que por lógica la RAE habría debido seguir en forma consistente uno de dos caminos: O bien usar siempre la pronunciación ortográfica, respetando la escritura original y cambiando radicalmente el sonido de las palabras (como hacen con iceberg y jersey). O bien usar siempre la sustitución fonética manteniendo el sonido en detrimento de la escritura original (como en suéter, bluyín y beicon). Cabría esperar algunas excepciones, siempre que hubiera un buen argumento que les diera ese carácter excepcional.

Pero, más que excepciones, lo que hoy parece caracterizar al Diccionario de la RAE en la adopción de vocablos del inglés, son las ocurrencias. Porque una cosa es discutir si una palabra se escribe en español tal y como se escribe o como se pronuncia en inglés y otra muy distinta es hacerlo a veces así, a veces asá y a veces ni así ni asá: como cuando el diccionario oficial de nuestra lengua incorpora palabras como baby-sitter parking o backstage, escritas así tal cual, como en inglés. ¿Y la pronunciación? ¿beibi o babi? ¿bacstaje o bacsteich? Ah… en esos casos, juéguesela.

Ni qué decir, para terminar, de las palabras que se adoptan del inglés con un significado diferente al que tienen en su lengua original, como cuando el vocablo “Christmas” se incorpora oficialmente al diccionario español pero no para significar Navidad – que es lo que significa en inglés – sino ¡como una tarjeta de navidad! Ahí sí, mejor “apague y vamonós” o, como podría decir algún día la RAE “ternof an letosgó”.

Fuente: http://www.elfinancierocr.com/blogs/subversiones/Espanol-logica-Real_Academia-jersey-bluyin-orsay_7_952774714.html

Fuente de la imagen: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b9/Diccionario_de_la_Lengua_Espa%C3%B1ola,_on_side.jpg

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SOLILOQUIO: Reflexión sobre la coyuntura política actual

Mario Sanoja Obediente

Tratar de prevenir el futuro es una manera de conjurar las hades del pasado y del presente. Soliloqueando sobre lo que devendría nuestra sufrida Venezuela en el futuro inmediato, hallamos  la influencia fatal del imperio que, como en cada oportunidad que nuestro pueblo ha  tratado de emanciparse de su mefítica tutela, aparecen sus manos tenebrosas moviendo los todavía más tenebrosos políticos venezolanos que no tienen reparos en vender a la patria (que no es de ellos) por un plato de lentejas piches, por un puñado de devaluados dólares. Los que propiciaron con su falta de conciencia el triunfo de aquellos “malos hijos de la Patria”, no calcularon y quizás ni siquiera todavía están conscientes del daño que han hecho a nuestro pueblo (del cual ellos forman también parte) al permitir que llegue a controlar una porción del poder republicano  la peor manada de políticos, corruptos e incapaces de la cual se tenga memoria en la historia contemporánea de Venezuela. Otra parte importante del pueblo venezolano, felizmente, ha logrado alcanzar un buen nivel de conciencia histórica y política gracias a las enseñanzas de nuestro Comandante Chávez; esa presencia es ignorada por la estulticia de la derecha parlamentaria y empresarial que concibe la historia como un proceso mecánico donde basta jugar sibilinamente con la palabra “cambio” para que mágicamente éste se produzca de la manera deseada.

La Revolución Bolivariana, pese a los errores cometidos por parte de su dirigencia, ha logrado crear un nuevo contexto sociopolítico que constituye la verdadera amenaza contra la seguridad del establishment de los Estados Unidos: el hecho de que tengamos una democracia participativa y protagónica, la posibilidad de construir una nación donde los derechos sociales se cumplen y se respetan, donde se reduce al mínimo la desigualdad social, se vence la pobreza y la ignorancia y se logran las metas del milenio. Este logro alcanzado por una sociedad que los gringos consideran inferior, arroja un manto de oprobio sobre la faz de aquellos oligarcas estadounidenses que se consideran líderes de un pueblo escogido por la providencia para gobernar la humanidad. Como diría nuestro Libertador, en verdad han sido escogidos por Lucifer para llenar de muerte, destrucción y miseria a los pueblos del mundo, incluido el suyo propio.

Con base en lo anterior, objetivo del golpe electoral neoadeco del 6D es contar con una cabeza de playa para lanzar la ofensiva final contra el Presidente Maduro. Hemos resaltado en muchas notas anteriores los que consideramos han sido  sus inconsistencias a la hora de tomar decisiones cruciales para derrotar las amenazas de la derecha. Pero de la misma manera apoyamos sus políticas socioeconómicas y culturales que constituyen la única manera de resolver definitivamente esta crisis histórica, mundial y nacional del capitalismo que agobia a la nación venezolana. Consciente de ello el Imperio yankee y sus secuaces en la OEA, y la derecha venezolana se revuelven como fieras rabiosas contra el Presidente Maduro y la Revolución Bolivariana; desgraciadamente- también hay muchos camaradas que parecieran jugar con cartas marcadas el póker de la contrarevolución, y empeñan rabiosamente, cual un Henry Ramos cualquiera, en desacreditar los esfuerzos de la Revolución Bolivariana.

Que el imperio recurra al espantajo de la llamada Carta Democrática de la OEA significa que sus cómplices de la derecha venezolana no tienen mucha posibilidad de victoria en el corto plazo. Tanto la vía constitucional como la violenta para derrocar a Maduro, por ahora, parecen estar bloqueadas. La vía de la guerrilla bachaquera binacional tampoco tendría mucha opción… si el gobieno bolivariano se decidiese a reprimirla. La inflación inducida por Fedecámaras y la especulación voraz de los comerciantes podrían ser combatidas legalmente  mediante un decreto presidencial que permitiese pechar las ganancias excesivas y eventualmente, como hace el régimen capitalista en Francia, cancelar a los culpables la patente de trabajo-

El objeto de la ofensiva imperial contra los gobiernos (y los pueblos) progresistas de Suramérica es derrocarlos en este año electoral y presentar como trofeos de guerra al Congreso y al electorado de USA, como hacían los césares romanos, las banderas y los despojos de los gobernantes vencidos por el ejército imperial, presentando a los procónsules Macri, Temer y Ramos Allup como glorias imperiales. Pero no se dan cuenta que las revoluciones sociales no son gobiernos que se puedan derrocar, son procesos de cambio que ocurren cuando son históricamente necesarios. Las revoluciones son los pueblos. Por eso vemos que en cada caso a su manera los pueblos de Argentina, Brasil y Venezuela, tal como en otras escalas sucede en Grecia, España, Francia y Portugal, comienzan a tomar el pulso de sus movimientos revolucionarios, con o sin el acompañamiento del liderazgo político.

 

Algunos camaradas y amigos ven el futuro con pesimismo. Los procesos revolucionarios aunque son lineales en cuanto al logro de sus objetivos, en cuanto a su estrategia adoptan diversos mecanismos, tiempos históricos de lucha. La estrategia de la derecha es provocar el caos, desarticular el proceso revolucionario utilizando el miedo, utilizando la exaltación de los valores más egoístas del capitalismo para corromper los procesos de solidaridad social propios del socialismo.

El futuro pertenece a quienes tenemos fe en el triunfo final. Pero esa victoria solo será posible si sabemos bien lo que queremos lograr. La revolución socialista es ideología practicada; el pragmatismo y el oportunismo burgués solo conducen al logro de éxitos coyunturales. Sin haber creado el pueblo sujeto, la subjetividad revolucionaria a través de una verdadera politica educativa y cultural que ponga todos los medios de formación de conciencia (educación formal e informal, museos de historia y geografía nacionales y locales, medios de comunicación, música, literatura, teatro, cine, pintura, escultura, ciencia, etc….) al servicio de la lucha revolucionaria y la consolidación del pueblo como sujeto del cambio histórico venezolano, la derecha nos seguirá sorprendiendo. Ellos no tienen que cambiar nada, su tarea es lograr que gente quiera seguir viviendo bajo el antiguo régimen capitalista, impedir que lo nuevo se desarrolle, estimular la inercia social. Nosotros tenemos la tarea de preparar la nueva humanidad, la nueva sociedad justa y socialista. Y en la búsqueda de esa meta no podemos equivocarnos ni ser temerosos del futuro. Pensemos siempre en el comandante Chávez y en el sacrificio de su vida por la victoria revolucionaria. Ese es su legado principal.

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A tu salud

Luis Britto García

1.Amenazó en 2002 el director de PDVSA Luis Giusti  que Venezuela no sobreviviría una semana sin petróleo: cuando lanzó el sabotaje petrolero los venezolanos resistimos tres meses y fue Giusti quien no sobrevivió. Ahora juran los estrategas de botiquín que no aguantamos un día sin caña. Motivo por el cual el Estado debe dedicar los dólares preferenciales que le quedan para financiarle importaciones de cebada al grupo empresarial que más divisas ha recibido para importar lo que debería estar produciendo.  Veamos.

2. Una encuesta realizada en 9 países latinoamericanos por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) bajo la dirección de Carlos Sojo revela que Venezuela tiene una prevalencia regional de bebedores de alcohol del 83%, con un promedio de consumo de 8,9 litros de alcohol puro per cápita anuales. Este consumo es superior al promedio de América Latina, que se sitúa en 5,5 litros, pero inferior al de Estados Unidos, que promedia 9,8 libros al año, y al de Europa que se sitúa en 13 litros. En la región latinoamericana, el 75% de la población no bebe nada, o lo hace por debajo del nivel de riesgo fijado por la Organización Mundial de la salud en 40 gramos de alcohol puro para las mujeres y 60 para los varones. El 25% de la población restante supera estas dosis en forma ocasional o muy frecuente; de ella el 20% está en riesgo de sobrepasarlo y el 5% restante en un riesgo alto a largo plazo (“Venezuela lidera consumo de alcohol en Latinoamérica” Últimas Noticias/EFE, 24-05-2012).

3. En encuesta Enjuve, realizada en  2013 entre 10.000 jóvenes, 15% de las y los consultados admitió consumir cigarrillos y 46% alcohol, sin embargo, no se conoció el uso de otras sustancias ilícitas. En ambos casos, llama la atención en cuanto a la frecuencia del consumo, que 31% de los y las jóvenes dice que normalmente consume cigarros cuando consume alcohol y 56% que consume bebidas alcohólicas en eventos sociales. (ENJUVE 2013).

4. Tenemos allí las claves de uno de los más profundos misterios de nuestra sicología social. Así como el borrachín es el ser más encomiado en barras y poemas botiquineros, el más despreciado es quien bebe solo: el encapillado. Un borracho serio no necesita compañía, pero quien requiere compañía necesita estar borracho. Más que de ebrios presumimos de extrovertidos. Pero somos un pueblo de tímidos que se embriaga para atreverse a convivir. Más fácil es exaltarse con caña que con inspiración o con amor o con  gloria. La embriaguez es un estado sagrado, que no debe banalizarse. A tu salud.

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