Los supersticiosos tienen por bueno el refrán “año bisiesto año siniestro”. Para fundamentar ese mal fario echan mano de la historia y en ella pueden encontrarse numerosos desastres que ocurrieron en años con 366 días. A modo de ejemplo se puede citar la obsesión de Napoleón en 1812 por conquistar Rusia, campaña en la que perdió 600.000 hombres. El pasado 2024 fue bisiesto y en él se registraron miles de muertes en los conflictos de Rusia con Ucrania y los ataques de Israel a la Franja de Gaza.
El pueblo saharaui también sufrió numerosos ataques a sus derechos humanos. En el arranque de 2025 el horizonte se vislumbra también sombrío para los saharauis. Ha vuelto Donald Trump a la Casa Blanca y hay que recordar que en su primer mandato respaldó la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. La Administración marroquí aspira a ser el gran aliado estratégico de EEUU en el norte de África.
Este no es un año bisiesto y no hay que apoyar supersticiones, pero es evidente que en su primer mes presenta múltiples acciones de acoso y maltrato hacia el pueblo saharaui y un esfuerzo especial de las autoridades marroquíes para impedir la entrada de observadores extranjeros en el territorio del Sáhara Occidental para recabar testimonios directos de lo que está ocurriendo allí. El Gobierno español sigue mirando para otro lado, a pesar de que España es la potencia administradora del Sáhara Occidental según la ONU y la Audiencia Nacional.
En enero de este año se ha intensificado la persecución de los activistas saharauis mientras organizaciones defensoras de los derechos humanos claman contra el maltrato a la población saharaui residente en la antigua colonia española -un territorio no autónomo pendiente de descolonizar que invadió Marruecos a finales de 1975- y contra los presos políticos saharauis en cárceles marroquíes.
La siguiente es una relación aproximada de hechos contra los derechos humanos ocurridos en enero de 2025 en el Sáhara Occidental ocupado por el régimen marroquí, según información de ONG y medios de comunicación saharauis y españoles.
Mujeres trans y su lucha por acceder a espacios educativos: “Estos espacios también son de nosotras”
Mujeres trans y su lucha por acceder a espacios educativos: “Estos espacios también son de nosotras”
Cansadas de ser marginadas y discriminadas debido a los prejuicios por sus identidades y expresiones de género, las mujeres trans en el Perú se abren camino en espacios académicos con el objetivo de incursionar en distintas profesiones.
Alejandra Fang tiene 28 años, es directora de la Casa Trans Zuleymi y desde hace algunos años comenzó su carrera universitaria. El camino no ha sido fácil. Sus padres la botaron de casa cuando inició su transición a los 15 años. Sin un hogar ni dinero, tuvo que ingeniárselas para sobrevivir en una Lima sumamente discriminatoria y violenta.
“Cuando transicioné y me botaron de casa, mi primer pensamiento no fue: ‘Oye, voy a ser trabajadora sexual, quiero ser una trabajadora sexual como profesión’. Eso nunca pasó por mi cabeza”, cuenta Fang, haciendo alusión a la realidad que enfrentan muchas personas trans en situación de trabajo sexual como opción de supervivencia económica, y ante el rechazo que sufren en el ámbito laboral, familiar, y educacional.
La realidad de una sociedad excluyente y discriminatoria contra las personas trans la llevó a dejar de lado sus sueños de incursionar en otras profesiones, pues los veía inalcanzables. Ahora, su situación ha cambiado.
“Cuando estaba en el colegio, mi pensamiento era, ‘Yo quiero aspirar a ser de repente abogada o quiero ser de repente una contadora o ser administradora o lo que fuese’. Siempre mi aspiración ha sido a eso. Pero ahora, por ejemplo, ya con mis 28 años, he trabajado de trabajadora sexual y estoy pudiendo estudiar una carrera que a mí me gusta”, manifiesta la defensora de derechos humanos.
Ingresar a un espacio universitario ha sido todo un reto para Alejandra, que como cientos de personas trans se tienen que enfrentar trabas en el sistema educativo, como el persistente uso de su nombre legal en documentos de la institución, el correo electrónico y por parte de profesores, que no reconocen como válido su nombre social.
“Yo siempre he impulsado a que se reconociera al menos los nombres sociales en los correos electrónicos; sin embargo, la universidad dice que no es posible ello y se escuda en que es un tema administrativo y que la SUNEDU exige, de cierta manera, que estén los nombres legales como tal”, explica.
Pero no es solo el sistema que las discrimina, sino también profesores y compañeros, sobre todo varones, que tienen actitudes transfóbicas hacia ella y otras tres compañeras en la misma situación. En ese contexto, la tolerancia, aceptación y sobre todo reconocimiento de profesoras surgen como un soporte que las impulsa a seguir.
“Había una profesora, que en plena aula, decía: ‘Ay, Alejandra, cómo estás’. A pesar de que mi nombre legal no es de esa forma, ella reconocía mi nombre social como tal y lo reivindicaba delante de todos los compañeros. Eso es totalmente positivo porque refuerza tu autoestima, ya que hay alguien que sí te está te está identificando como tal”, apunta Fang.
El rechazo de una sociedad conservadora y sus barreras les dificulta acceder a una educación formal, lo que produce que muchas personas trans se encuentren en situaciones vulnerables de riesgo económico, físico y emocional al exponerse a mafias de proxenetas.
Según un informe del 2022 de la Defensoría del Pueblo, solo el 5,1% de las mujeres trans ha terminado estudios secundarios. El 62,2% se dedica al trabajo sexual debido a la falta de oportunidades de empleo y el 95,8% ha sido víctima de violencia al menos una vez en su vida por su identidad o expresión de género.
“Yo creo que si acá en el Perú nos darían las oportunidades de estudiar en la universidad, de un trabajo, no habría mucha vulnerabilidad hacia nosotras, que ahora nos arriesgamos a trabajar en la calle. De mi parte, a mí me encantaría trabajar donde sea, en cualquier cosa donde tenga un trabajo seguro”, señala Vanessa, una mujer trans en situación de trabajo sexual que migró de Pucallpa tras ser rechazada por su familia.
Compañeras como Vanessa, expresan abiertamente su disposición para estudiar, pero sus recursos económicos no les permite costear estudios superiores.
Las realidades son distintas incluso entre mujeres trans, como apunta Alejandra Fang, quien lidera la Casa Trans Zuleymi. Resalta que aspectos económicos, como la capacidad adquisitiva, la clase social y el racismo imperante en la sociedad peruana ejercen aún más opresión entre ellas.
Alejandra, por ejemplo, tiene una piel clara y cispassing (su aspecto físico la hace ver como lo que la sociedad considera ‘femenino’). “En cambio, una mujer trans que se ve como una mujer trans no tiene la misma cantidad de ingresos que de repente pueda tener yo. Ahí ya existe un privilegio”, señala.
Asimismo, sus compañeras trans universitarias provienen de otros estratos económicos, lo que les permite enfocarse únicamente en los estudios y no pensar en cómo distribuirán el dinero entre el pago de la universidad, alquiler de casa y subsistencia económica.
“No voy a poder comparar su realidad con la mía, que soy una mujer trans en situación de trabajo sexual. Entonces, en ese sentido, ahí tiene que ver mucho el tema de la clase”, resalta Alejandra.
Ley de identidad de género sería un paso importante
Ante esta problemática, Alejandra Fang no está sola al pedir que se apruebe una ley de identidad de género. Este proyecto fue presentado en diciembre de 2016 y desde entonces está estancado en el Congreso por influencia de grupos conservadores antiderechos que se muestran en contra.
“La ley de identidad de género no solamente se basa en el cambio de nombre en el DNI, sino que es una ley mucho más integral que te da acceso a vivienda, a educación, a salud, que es lo principal. El proyecto de ley enfoca que cuando se realiza el proceso del cambio de nombre y sexo en el DNI, la vida de las personas trans cambia significativamente y yo lo creo totalmente”, destaca Fang.
La activista apunta que esto también permitiría que las mujeres trans con menos recursos puedan postular a las becas que ofrece el Estado peruano como Beca 18 o Beca Permanencia. Actualmente, no lo hacen debido al miedo de ser rechazadas o discriminadas por el nombre que aparece en su DNI y por la escasa capacitación del personal educativo que desconoce cómo recibirlas.
“Yo, por ejemplo, cuando postulé para la beca de la propia universidad, fue un proceso difícil. La persona que me entrevistaba no sabía si yo era yo. Ahí te das cuenta qué tan atrasados estamos, porque inclusive me preguntó hasta mi fecha de nacimiento para saber si era yo”, explica Alejandra.
Con más espacios educativos inclusivos, en los que las personas trans puedan utilizar su nombre social, las cosas empezarían a cambiar para ellas. “Sería la revolución total porque habría muchas más mujeres trans disputando esos espacios que usualmente han sido negados”, señala.
En Casa Trans Zuleymi se imparten talleres de empleabilidad laboral, pero también se pone énfasis en la formación de habilidades blandas que permitan a mujeres trans fortalecer su autoestima y lidiar con una sociedad ultraconservadora y violenta. Como directora de uno de estos espacios, Alejandra Fang, asegura que cada vez ve a más jóvenes trans ven la opción de entrar a la universidad.
“Es un avance de las nuevas generaciones que se están atreviendo a estar en esos espacios y disputarlos, porque esos espacios también nos corresponden a nosotras, por más de que la sociedad pretenda relegarnos o segmentarnos en ciertos trabajos. Yo creo que ese es el mayor mensaje: que las compañeras que vienen detrás de mí se atrevan a ser disruptivas, que ocupen esos espacios de poder, porque esos espacios también son de nosotras”, sentencia Fang.
Economía verde, reordenamiento fiscal y reformas ayudarán a América Latina y el Caribe
Los países de América Latina y el Caribe recaudan solo el 2 % de los ingresos tributarios provenientes de los impuestos a la propiedad —un porcentaje inferior al promedio mundial—, pese a que el 80 % de su riqueza se mantiene en el sector inmobiliario
La región de América Latina y el Caribe enfrenta mucha incertidumbre en el 2025, por los numerosos cambios políticos en el mundo, el impacto de las guerras en curso, la creciente ola de crimen y violencia en sus países y las cada vez mayores dificultades fiscales y de gestión de la deuda.
Pero centrarse en lo negativo puede hacer que uno se pierda lo positivo. Este nuevo año ofrece grandes oportunidades que pueden ayudar a los países a prosperar en estos tiempos de incertidumbre. Estas posibilidades se encuentran en la economía verde, lo digital, el reordenamiento fiscal y las reformas, de acuerdo con el Banco Mundial.
En primer lugar, el BM reconoce los retos que puede plantear un panorama político cambiante en términos de políticas comerciales y migratorias. Al mismo tiempo, las tensiones geopolíticas y los realineamientos prometen seguir cambiando las alianzas y las cadenas de valor, y los países buscan socios comerciales confiables.
El 2024 será recordado por las impactantes imágenes de una espiral de violencia. Las bandas criminales la están propagando en países donde antes no era un problema importante.
Además de reducir la calidad de vida cotidiana, la violencia también tiene un alto costo económico: puede costar hasta el 8 % del producto interno bruto. Los países quieren gastar más en seguridad para hacer frente a este creciente desafío, pero se ven limitados por grandes deudas de la época de la pandemia y sus economías no crecen lo suficientemente rápido como para aliviar esta carga.
Pero no todo tiene que ser pesimismo. En medio de la oscuridad, hay oportunidades. Para beneficiarse de ellas.
Aprovechar las oportunidades verdes para atraer más inversiones. América Latina y el Caribe ya es líder en energía verde con una de las redes eléctricas más limpias y las economías con menor intensidad de carbono del mundo. «Hay un enorme potencial para la energía solar, eólica y geotérmica. Esto le da a la región una ventaja como lugar para la venta de productos libres de emisiones de combustibles fósiles», destaca el Banco Mundial.
La región cuenta con importantes reservas de litio y cobre para vehículos eléctricos y otras tecnologías con bajas emisiones de carbono. El hidrógeno verde tiene un gran potencial para lograr que industrias difíciles de electrificar, como la de fertilizantes y acero, queden libres de emisiones de combustibles fósiles.
Para capitalizar estas oportunidades se necesitará una combinación de incentivos, instituciones, coordinación e inversiones públicas clave.
Ampliar las oportunidades digitales para que más personas puedan disfrutar de una vida más próspera. La región ya ha logrado grandes avances en el comercio y el empleo digital, y las nuevas empresas tecnológicas con altas valoraciones de mercado, conocidas como unicornios.
Países como Argentina, Colombia y México están invirtiendo en capacitación tecnológica para los jóvenes. Esto está ampliando las oportunidades de empleo digital y difundiendo la adopción de la inteligencia artificial. Hay un boom en el número de unicornios. La cifra se cuadruplicó entre 2018 y 2021, y aumentó aún más a partir de entonces.
El desafío que enfrenta ahora la región es lograr el acceso y el uso universal de la banda ancha. Esto requerirá una gran inversión en infraestructura y habilidades digitales, en lugar de una acción incremental.
Avanzar en el tema fiscal. Esto podría hacer que las sociedades sean más justas, promover el crecimiento y crear más espacio en los presupuestos públicos para invertir en el futuro.
Hay un gran enfoque en los impuestos sobre la riqueza. Gravar los activos financieros puede ser difícil debido a lo complicado que puede ser la tributación de los bienes muebles, como las acciones y los bonos. Una opción más efectiva es gravar la propiedad, ya que esta no se puede trasladar y representa una proporción mucho mayor de la riqueza de la región.
Por lo general, los países de América Latina y el Caribe recaudan solo el 2 % de los ingresos tributarios provenientes de los impuestos a la propiedad —un porcentaje inferior al promedio mundial—, pese a que el 80 % de su riqueza se mantiene en el sector inmobiliario. En relación con la oportunidad digital mencionada anteriormente, los Gobiernos pueden utilizar nuevas plataformas digitales para evaluar el impuesto a la propiedad y mejorar la cartografía, la recopilación de datos y el intercambio de datos.
Aprobar e implementar reformas que promuevan el crecimiento con inclusión.
Una reforma importante debe ser la introducción de más competencia. La gente paga precios demasiado altos por bienes y servicios de menor calidad. Esto reduce el bienestar general y contribuye a aumentar la desigualdad. Una mayor competencia puede dificultar las cosas para las empresas poco competitivas y sus trabajadores.
Por ello, las políticas de competencia justa y que fomenten la competencia deben combinarse con políticas de innovación y sistemas nacionales de innovación que funcionen, incluidos mejores sistemas educativos y de formación de habilidades.
El aumento de la productividad a nivel empresarial puede ayudar a que un mayor número de empresas compita a nivel internacional.
América Latina y el Caribe enfrentará enormes desafíos en 2025. Los titulares de las noticias a veces podrán ser inquietantes. Pero la región puede buscar oportunidades en la economía verde, lo digital, el reordenamiento fiscal y las reformas, que pueden ayudarla a prosperar en la economía mundial de hoy.
Es el momento de aprovechar al máximo estas oportunidades y ofrecer a los habitantes de la región el mejor futuro que se merecen.
Fuente de la Información: https://acento.com.do/economia/economia-verde-reordenamiento-fiscal-y-las-reformas-pueden-ayudar-a-america-latina-y-el-caribe-9454070.html
Realizado por: Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación (CII-OVE)
Biografía Crítica de Friedrich Fröbel (1782-1852)
1782–1792 (Infancia)
El contexto histórico-político de ese momento encontraba a Europa bajo monarquías absolutas. La Revolución Francesa (1789) inicia transformaciones políticas importantes, mientras Alemania está fragmentada en principados, entre ellos Turingia, donde nace Fröbel, la mayoría de ellos bajo influencia protestante.
Fue el momento de los primeros avances de la Revolución Industrial en Inglaterra, con la máquina de vapor.
En Europa los debates pedagógicos giraban alrededor de las propuestas de Rousseau, quien proponía educación natural en Emilio (1762) y, de Pestalozzi quien desarrolla métodos centrados en la infancia.
Nace en una familia luterana, con un padre pastor. La muerte de su madre a los 9 meses marca su visión de la educación maternal.
1792–1802 (Adolescencia)
En este momento el contexto era determinado por las Guerras napoleónicas (1792–1815), con una expansión francesa que altera Europa. Alemania vive el surgimiento del nacionalismo alemán contra Napoleón.
En materia de Cultura y Ciencia, el romanticismo alemán de la época exalta naturaleza y subjetividad (Goethe, Schiller).
Los debates pedagógicos giraban en torno a críticas al autoritarismo escolar y el impulso a métodos intuitivos como el de Pestalozzi.
Fröbel fue autodidacta en matemáticas y botánica, aunque su educación fue influenciada por la ética protestante.
En ese periodo, el contacto con un tío afectuoso contrasta con rigidez paterna.
1802–1812: Formación universitaria y primeros trabajos
Napoleón es coronado emperador (1804), como parte de la dominación francesa en Europa.
En materia de Ciencia y Tecnología destaca el hecho que Dalton publica su teoría atómica (1808), se dan avances en cartografía y agrimensura.
Los debates pedagógicos del momento eran marcados por las ideas de Pestalozzi quien funda escuelas en Suiza, enfatizando en el aprendizaje activo.
En 1805, Fröbel inicia como maestro en Frankfurt bajo influencia pestalozziana.
Fröbel Critica el sistema educativo tradicional, alineándose con las ideas liberales antinapoleónicas.
1812–1822: Guerras y fundación de instituciones
En este periodo ocurre la derrota de Napoleón (1815) y el Congreso de Viena restaura monarquías
El Romanticismo de moda enfatiza en la espiritualidad y la unidad cósmica, lo cual influenciaría la pedagogía de Fröbel.
Alemania y Europa vivían las tensiones entre educación religiosa vs. Secular, en cuyo debate Fröbel aboga por autonomía infantil.
En 1816 funda el Instituto General Alemán de Educación en Keilhau, en 1821 publica sus fundamentos, fin y vida interna del Instituto universal alemán de la educación en Keilhau.
1822–1832: Consolidación teórica
Se vive un periodo de represión liberal en Europa, con edictos como el Decretos de Carlsbad,
En materia de Ciencia, Faraday descubre el electromagnetismo (1831) y se vive un renovado auge de las ciencias naturales.
Los debates pedagógicos se focalizaban en las críticas al paidocentrismo. En esos debates, Fröebel defiende el juego como herramienta educativa.
En 1826 publica “La educación del hombre”, obra fundacional donde sistematiza su visión holística de la pedagogía.
Entre 1828–1829 realiza los planes para un Instituto de Educación Popular en Helba, proyecto que no cristaliza.
Fröbel es acusado de panteísmo por vincular naturaleza y divinidad, lo cual le genera tensiones con la autoridades luteranas.
1832–1842: la Creación del Kindergarten
Europa vive las revoluciones liberales (1830) y un auge del socialismo utópico (Fourier, Owen).
Se da una notable expansión ferroviaria en Europa, producto de la industrialización creciente, que altera las estructuras familiares. Es el periodo de desarrollo de la familia bajo la premisa burguesa.
Fröbel participa en discusiones sobre educación preescolar, lo que le permite innovar con su propuesta del jardín de infancia.
En 1837 funda el primer Kindergarten en Bad Blankenburg.
Colabora con mujeres pedagogas, como Bertha von Marenholtz.
1842–1852: Legado y persecución
Se produce las revoluciones de 1848, que generan represión en Prusia, donde se prohíben los Kindergarten (1851).
Se da un nuevo aire al realismo literario, pero Fröebel enfatiza la creatividad humana frente a la industrialización.
Los conservadores critican su modelo pedagógico, como «subversivo», mientras que sus defensores lo vinculan a innovación educativa.
En 1843 publica “Canciones y conversaciones maternas”, un manual lúdico para madres que sería una de las obras de referencia de su propuesta.
En 1840 había acuñado el término Kindergarten y diseñado los dones (materiales educativos) de su propuesta pedagógica.
Sus trabajos e ideas, prohibidas en Prusia por «socialista y ateo», lo llevan a refugiarse en Marienthal (Sajonia) bajo protección ducal.
Fröbel vivió en una Europa convulsa, donde su pedagogía revolucionaria —centrada en autonomía, juego y naturaleza— chocó con estructuras autoritarias. Su legado, aunque perseguido, sentó las bases de la educación preescolar moderna, influyendo en Montessori y Dewey. Su enfoque, sin embargo, reflejó tensiones entre romanticismo científico y control estatal, evidenciando cómo la educación nunca es ajena al poder.
Principales debates pedagógicos en Latinoamérica y el Caribe durante el periodo que vivió de Friedrich Fröbel (1782–1852)
El siglo XIX, fue marcado por procesos independentistas, la formación de Estados-nación y las tensiones entre tradición colonial y modernidad.
La educación era valorada como una herramienta de construcción nacional. En consecuencia, el rol de la educación aparecía vinculado a la formación de ciudadanos para los nuevos Estados independientes.
Se buscaba consolidar identidades nacionales mediante la alfabetización y la difusión de valores patrióticos.
A pesar de ello, persistían las tensiones entre modelos educativos centralizados, inspirados en la Europa conservadora, y prácticas locales ligadas a culturas indígenas, afrodescendientes y de los pardos criollos.
Crecía en toda la región la Influencia de modelos pedagógicos europeos, que llevan a una progresiva adopción de métodos como los de Pestalozzi y Fröbel:
La pedagogía froebeliana, centrada en el juego y el desarrollo integral del niño, comenzó a difundirse en círculos intelectuales de la región, aunque su aplicación masiva en Latinoamérica se haría muchas décadas después.
Los debates y discusiones giraban alrededor de la pertinencia de trasplantar modelos europeos a contextos con realidades sociales y económicas distintas, como la ruralidad y la desigualdad, como fue el caso de Simón Rodríguez.
Otro debate central fue el de Educación religiosa vs. educación laica, que expresaba un conflicto abierto entre Iglesia y Estado.
La Iglesia Católica mantenía control sobre la educación, pero los gobiernos posindependentistas promovían una educación secular para reducir su influencia.
La alfabetización y el acceso a la educación seguían marcados por la exclusión de los grupos marginalizados o subalternos.
La educación formal era privilegio de las élites criollas, mientras que indígenas, afrodescendientes y mujeres tenían acceso limitado a ella.
Iniciativas incipientes, como las escuelas para adultos o proyectos de alfabetización rural, se generaban, aunque no eran el producto de políticas estatales consistentes.
Otro debate en educación, era el referido al género y los oles tradicionales vs. incipientes demandas de equidad: Las mujeres eran educadas principalmente en labores domésticas y religiosas. En ese contexto, surgieron voces críticas, como las de Juana Manso en Argentina, que cuestionaban la exclusión femenina de la educación formal, prefigurando debates del siglo XX.
Otro debate era sobre pedagogía y resistencia cultural, que expresaba las tensiones entre homogenización y diversidad, ya que los sistemas educativos buscaban uniformizar la cultura, marginando lenguas indígenas y conocimientos ancestrales.
Esto generó resistencias, mediante prácticas educativas informales en comunidades, aunque sin reconocimiento institucional.
Aunque Fröbel no tuvo influencia directa en Latinoamérica durante su vida, sus ideas —junto a las de Pestalozzi— sentaron bases para reformas posteriores, como los Kindergártenes y la educación preescolar para todos.
Los debates del siglo XIX reflejaron tensiones entre colonialidad y modernidad, que seguirían vigentes en textos y conferencias de autores de las pedagogías críticas como Paulo Freire, Prieto Figueroa y otros.
Descarga aquí la presentación en Power Point que realizamos sobre esta propuesta pedagógica:
La transformación ineludible de las universidades ante la expansión de la educación a distancia
Las universidades enfrentan un escenario disruptivo en el que la educación a distancia no solo se ha consolidado como una alternativa viable, sino también como una competencia formidable para los modelos educativos tradicionales. Impulsada por avances tecnológicos y un acceso creciente a la conectividad, esta expansión global obliga a las instituciones universitarias, a la política educativa y a la sociedad en general a replantear sus estrategias académicas y organizacionales. El objetivo es claro: mantener su relevancia y legitimidad en un mundo donde la educación ya no está limitada por fronteras geográficas ni estructuras rígidas.
Desde la Open University de 1970 a hoy, la oferta de programas en línea ha alcanzado niveles de calidad y prestigio que rivalizan directamente con las propuestas de las universidades tradicionales. Instituciones de renombre como Harvard, MIT y Stanford han adoptado plataformas virtuales para ofrecer cursos masivos abiertos (MOOCs) y programas de grado completos, eliminando barreras geográficas y económicas. Este fenómeno no solo democratiza el acceso al conocimiento, sino que también redefine el concepto de exclusividad territorial, desafiando el monopolio que las universidades han mantenido históricamente sobre la formación superior en sus regiones.
Además, la competencia transnacional se ha intensificado. Universidades extranjeras, ya sea de manera directa o a través de alianzas estratégicas, campus virtuales y programas híbridos, están captando estudiantes de todo el mundo. Esto representa una amenaza para las instituciones que dependen de la matrícula local, especialmente en países con mercados educativos saturados o en declive demográfico. Paralelamente, entidades no educativas, como Google, IBM y Microsoft, están acreditando saberes y habilidades con certificaciones que gozan de una credibilidad equiparable a la de las universidades tradicionales en ciertos campos. Este fenómeno no solo amplía las opciones de formación, sino que también cuestiona el rol exclusivo de las universidades como únicas proveedoras de conocimiento válido.
Frente a este panorama, las universidades con trayectoria histórica y prestigio consolidado tienen una ventaja competitiva única: su tradición de excelencia académica, redes de egresados y reconocimiento global. Sin embargo, esta ventaja puede diluirse si no adoptan cambios estratégicos inmediatos. La clave está en combinar su reputación con la innovación, ofreciendo programas híbridos y virtuales que mantengan la calidad histórica mientras incorporan la flexibilidad y ubicuidad que requieren los estudiantes de hoy. Entre estos cambios, es fundamental cuestionar la extensión innecesaria de muchas carreras, cuyas estructuras y duraciones no se corresponden con las demandas del mercado laboral especializado. Si no reducen sus rigideces curriculares, las universidades corren el riesgo de quedarse atrás en un contexto donde el tiempo se percibe como un recurso cada vez más valioso.
No se puede ignorar que la educación no formal a distancia ofrece una alternativa dinámica, accesible y de calidad en constante crecimiento. Esta modalidad permite desarrollar habilidades y competencias de manera eficiente, adaptándose con rapidez a las demandas cambiantes de los distintos sectores. Hay plataformas que están revolucionando el aprendizaje de idiomas, y en muchos otros campos surgen oportunidades comparables que compiten directamente con las universidades y con la educación formal. Cada vez más estudiantes prefieren estas opciones, que no solo se adaptan mejor a sus tiempos y necesidades, sino que también les permiten acceder al mercado laboral de manera más temprana y efectiva.
El desafío que enfrentan las universidades no es meramente tecnológico, sino estratégico y cultural. No se trata solo de adoptar herramientas digitales para complementar las propuestas actuales, sino de rediseñar currículos, flexibilizar trayectorias académicas y priorizar la formación en competencias globales y adaptables. En este nuevo paradigma, los estudiantes, como usuarios de servicios educativos, valoran cada vez más la flexibilidad, la accesibilidad, la especificidad de lo estudiado y su relevancia en el mercado laboral. La inacción no es una opción; la rápida transformación es la única vía hacia la supervivencia y la trascendencia.
Por supuesto, es obvio que la función de las universidades no se limita a la formación profesional. Su tarea esencial sigue siendo analizar e incrementar el conocimiento -hacer ciencia-, una actividad por la que históricamente se las reconoce como merecedoras de prestigio.
Fuente: Alberto Taquini / infobae.com
Fuente de la Información: https://www.redem.org/la-transformacion-ineludible-de-las-universidades-ante-la-expansion-de-la-educacion-a-distancia/
Inteligencia Artificial y Educación: ¿Herramienta de Emancipación o Nueva Forma de Alienación?
Luis Bonilla-Molina
Introducción
Vivimos en una era donde la inteligencia artificial (IA) basada en redes neuronales se integra cada vez más en la educación. Desde plataformas de aprendizaje automático hasta sistemas de tutoría automatizados, la promesa de personalización y eficiencia seduce a gobiernos y corporaciones. Pero, como educadores críticos, debemos preguntarnos: ¿la IA está ampliando el pensamiento crítico de nuestros estudiantes o simplemente reforzando estructuras de control y estandarización del conocimiento?
En este artículo intentaremos invitar a la reflexión colectiva respecto a las luces y sombras del uso de la IA generativa en los procesos de enseñanza y la forma como aprendemos. Evidentemente, el uso de la IA con fines educativos implica un quiebre sin precedentes con las rutinas y el performance pedagógico de los últimos 300 años. Hemos asumido como incuestionables los modelos de sistemas escolares, estructuras educativas y modelaje de las propuestas pedagógicas (didáctica, evaluativa, curricular, planificación y gestión del aula), a tal punto que nos da “escalofrío” pensar en otra forma de organizar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Mi consejo es calmarnos y asumir que estamos en un momento de la historia donde todo esta cambiando como presagio de una transformación mucho más radical en educación.
El gran problema transicional a resolver, para quienes estamos en el campo de la pedagogía crítica es como este cambio opera en sociedades y sistemas escolares impactados por las diferencias de origen social de clase. Muchos gobiernos hablan de incorporar la innovación de la IA en instituciones sin electricidad ni agua, en escuelas rancho, cuyos estudiantes apenas si logran una comida al día. La IA no puede ser un espejismo para ocultar o desentenderse de la lucha por la justicia social y la democratización de la riqueza, por el contrario, ahora es más necesario. Todo ello tampoco puede ser un pretexto para darle la espalda a lo nuevo. La innovación tiene que llegar a todos en condiciones de igualdad.
El capitalismo y sus apologetas ya lo resolvieron diciendo que, si las dos primeras revoluciones industriales dejaron atrás a 1.200 millones de personas sin acceso al agua o la electricidad, la cuarta revolución industrial en su despegue dejará atrás a la mitad del planeta (Schwab, 2016). O sea, unos 4.000 millones de vidas. A la desvergüenza capitalista tenemos que responderle con la ética de la inclusión y la justicia social.
Este “escalofrío pedagógico” que recorre a los sistemas escolares ha generado que gobiernos conservadores y progresistas, de derecha, centro u izquierda, al unísono comiencen a prohibir el uso de celulares, cuando solo en el 2020 clamaban por su uso en medio de la cuarentena por la pandemia. La tecnología comienza a ser vista como enemiga de lo educativo, cuando en realidad afecta es la permanencia de las rutinas escolares conocidas durante los últimos 300 años.
Muchas universidades se atrincheran en una especie de romanticismo de seguir “perforando la roca con el cincel” antes que usar la IA en las aulas, porque le asusta que muchas rutinas puedan ser sustituidas por la IA. Le temen a que la reproducción mecánica desaparezca y se abra la posibilidad de liberar el pensamiento humano y la creatividad como centro de la producción académica. Claro es más fácil alimentar la cultura evaluativa y la bibliometría que asumir que el pensar sin repeticiones innecesarias y crear para enseñar cada día, que es la esencia del mundo universitario y no el Sísifo de la publicación de artículos que repiten paradigmas de manera incesante. La IA usada adecuadamente se puede encargar de rutinas repetitivas, mientras los docentes y estudiantes nos dedicamos a la creación, elevando el potencial transformador.
Pero nada es tan fácil. Las corporaciones tecnológicas sueñan con erradicar la presencialidad y conducir el presupuesto educativo a sus arcas, olvidando que hemos aprendido que el aprendizaje es un acto humano compartido, propio del encuentro y la reflexión. Para eso quieren usar la IA, debemos estar prevenidos, pero no por ello cerrarnos a explorar otras formas de uso.
No es lo mismo usar la IA en soledad que hacerlo juntos, no solo para aprender de los otros lo que no vemos cada uno, sino para construir un sentido colectivo de su uso. La tecnología digital tiene que ser parte de la educación presencial, no su sustituto, para ello tenemos que construir un equilibrio entre tradición e innovación.
Lo que no podemos discutir a estas alturas es si la IA generativa debe o no ser parte de la educación en la tercera década del siglo XXI. Pero hay demasiada publicidad, pues aún la IA está en un estado embrionario de acuerdo a su potencialidad, por lo cuál debemos tener cuidado en dejar demasiados procesos pedagógicos en sus manos en la actualidad. Veamos los límites actuales de la IA generativa
Límites de la IA generativa basada en redes neuronales
En este artículo exploraremos cinco principios fundamentales de la IA, desde una perspectiva pedagógica crítica, analizando su impacto en las formas de aprender en la educación primaria y universitaria. Veamos cada uno de ellos.
Procesamiento Paralelo y Distribuido: ¿Plasticidad o Reduccionismo?
Las redes neuronales artificiales (RNA) imitan el funcionamiento del cerebro humano: consistente en múltiples nodos que procesan información en paralelo, generando patrones emergentes. Para Benítez, Cencerrado Barraqué y Escudero (2020), este principio cuestiona la visión reduccionista de la inteligencia como mera acumulación de datos.
Sin embargo, en la práctica educativa, la IA suele utilizarse para evaluar a los estudiantes con modelos predefinidos, ignorando la diversidad de procesos cognitivos. Un niño o adulto, quien resuelve un problema matemático de manera creativa puede ser penalizado por un algoritmo diseñado para reconocer solo respuestas estándar y cuyos patrones emergentes no hayan alcanzado la creatividad humana.
Aprendizaje Automático: ¿Innovación o Reproducción de Sesgos?
Se postula que el aprendizaje automático permite que las RNA mejoren con la experiencia, similar a cómo los seres humanos aprendemos a través de la práctica. Russell y Norvig (1995/2023) explican que estos sistemas reconocen patrones, establecen asociaciones y generan respuestas basadas en grandes volúmenes de datos.
El problema es que esos datos se agrupan con paradigmas de aceptación de desigualdades existentes. Si un sistema de IA es entrenado con información sesgada—como la predominancia de autores varones en ciertos campos académicos—terminará reforzando esas desigualdades. En educación, esto se traduce en plataformas de aprendizaje que privilegian contenidos hegemónicos y excluyen conocimientos locales, indígenas o comunitarios, mucho más la teoría crítica anticapitalista.
Por ejemplo, un sistema de IA entrenado para seleccionar estudiantes en una universidad podría, sin intención aparente, favorecer perfiles de sectores privilegiados si los datos históricos indican que estos tienen mejor desempeño en pruebas estandarizadas. Así, la IA reproduce una estructura de exclusión social. El problema es que instancias como el IESALC UNESCO, difunden iniciativas de este tenor como si fueran en la orientación correcta.
Adaptabilidad y Autoorganización: ¿Autonomía o Control Algorítmico?
Las RNA ajustan sus parámetros con retropropagación, lo que recuerda a la plasticidad sináptica del cerebro humano. La retropropagación es una forma de afrontar el error calculado en IA, usando la llamada cadena de cálculo diferencial, y se fundamenta en el “Forward Pass” (error entre lo esperado y lo obtenido, “Backward Pass” (error calculado se propaga hacia atrás en la red) y el “ajuste de pesos” (otorgar importancia en dirección opuesta al determinante del error).
Pero como advierte Jones (2018), esta adaptación carece de conciencia crítica. En el aula, esta automatización se traduce en sistemas de evaluación y asistencia que “se ajustan” al estudiante, pero sin considerar su subjetividad. Un algoritmo puede detectar que un estudiante tiene dificultades con la lectura, pero no comprenderá que esto se debe a problemas emocionales, fatiga o falta de acceso a libros en casa. Mucho menos es capaz de entender aún, los distintos tonos del capital cultural de cada estudiante.
La enseñanza, en cambio, requiere una comprensión dialéctica del aprendizaje. Los errores no solo indican deficiencias, sino también procesos de transformación. Un maestro crítico no se limita a corregir, sino que problematiza junto con sus estudiantes a partir de los errores o las omisiones, algo que una IA, con su lógica determinista, está limita de hacerlo en grupos grandes (al menos todavía).
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Simulación de Funciones Cognitivas: ¿Inteligencia sin Conciencia?
Susan Schneider (2023) señala que, aunque las RNA pueden imitar la toma de decisiones humanas, carecen de subjetividad y conciencia. En educación, esto es crucial. Los asistentes virtuales pueden corregir textos, pero no captar la ironía, la creatividad o el contexto político de un ensayo. Un programa de IA puede generar una respuesta correcta, pero no tendrá la capacidad de cuestionar la premisa de la pregunta. ¿Queremos que nuestros estudiantes sean autómatas eficientes o pensadores críticos?
Un estudiante puede pedirle a una IA que escriba una reseña de 1984 de Orwell. La IA producirá un texto bien estructurado, pero sin la capacidad de hacer una crítica realmente situada y comprometida sobre el control tecnológico en la actualidad. Puede aproximarse a algunas críticas, pero no logra captar el sentido crítico anti sistema, porque eso sería un “error de salida”. Depende del docente guiar la discusión para evitar la reproducción mecánica del conocimiento.
Integración en Sistemas Socioeducativos: ¿Personalización o Estandarización?
Arroyo Sagasta et al. (2025) sostienen que la IA en educación promete personalización del aprendizaje, pero su implementación real tiende a estandarizar. Las plataformas educativas adaptativas ajustan contenidos según respuestas previas, pero dentro de un marco algorítmico rígido. El rendimiento individual desdibuja la construcción compartida de conocimiento.
Un caso evidente es el uso de plataformas como Khan Academy, que adaptan ejercicios según el rendimiento del estudiante. Pero estas herramientas no fomentan la construcción colectiva del conocimiento ni la reflexión crítica. La IA prioriza eficiencia, mientras que la pedagogía crítica prioriza la problematización y el debate.
Acoplamiento Crítico entre IA y Mente Humana: Desafíos
Para evitar que la IA se convierta en un instrumento de alienación, debemos enfrentar de manera urgente, por lo menos nueve desafíos claves:
Epistemológico: La IA opera con lógicas deterministas, mientras que el pensamiento humano integra incertidumbre, ética y creatividad. La educación no puede reducirse a respuestas correctas o incorrectas.
Ético: La IA reproduce sesgos estructurales (género, raza, clase), lo que exige marcos regulatorios críticos. Si un algoritmo decide qué libros deben leer nuestros estudiantes, ¿quién programó ese algoritmo y con qué intereses?
Pedagógico: La “descajanegrización” (Artopoulos y Lliteras, 2024) demanda transparencia en los algoritmos para evitar la alienación tecnológica en las aulas. Si no comprendemos cómo decide un algoritmo, estamos delegando nuestra autonomía como educadores.
Operacional: resistir a la lógica del operario ilustrado que aprende a usar la IA pero desconoce como crearla. En educación se tiene que avanzar hacia la creación disruptiva de la IA.
Social: el acceso a la IA será desigual en la medida que se sostengan las actuales diferencias por origen social, en los procesos educativos. Luchar por políticas compensatorias desde la equidad, es decir que promuevan mayor apoyo a quienes menos poseen para reconstruir condiciones de igualdad de aprendizaje en las escuelas y universidades.
Humano: la IA no sustituye la presencialidad, sino que su uso ayuda a mejorar los tiempos de ejecución de labores en el aula que ocurrían de manera lenta en la era analógica. Esto puede hacer más eficiente en términos de transformación social el aprendizaje.
Creativo: la belleza de la creación artística está en el toque intersubjetivo entre creadores y resto de la sociedad, promoviendo sinergias donde todos seamos parte del arte de inventar. Esta perspectiva de artesano colectivo es una forma de posicionarse ante la creatividad instrumental de la IA.
Ecología: cada vez que usemos la IA debemos preguntarnos cuál es el impacto de ello en la sostenibilidad planetaria, colocando como prioritario el equilibrio ambiental.
Inclusión: la IA es una construcción humana, por lo tanto, no está exenta de estereotipos de raza, género, o clase. Siempre debemos estar vigilantes en ello.
Conclusión: IA, Educación y Emancipación
La IA basada en redes neuronales es una herramienta poderosa, pero no un sustituto de la educación crítica. Como advierten Schneider y Russell, no debemos subordinar la agencia humana a la eficiencia técnica.
En lugar de aceptar pasivamente la IA en nuestras aulas, o rechazarla a priori, debemos preguntarnos: ¿cómo podemos usarla para fortalecer el pensamiento crítico y no para imponer una pedagogía tecnocrática? Esto implica exigir transparencia en los algoritmos, desafiar los sesgos inherentes a los datos y, sobre todo, reafirmar la educación como un proceso colectivo de emancipación, no de domesticación.
La IA no debe reemplazar la labor docente ni la interacción humana en el aula. Nuestra tarea no es preparar estudiantes para adaptarse a la IA, sino formar ciudadanos capaces de cuestionar su impacto en la sociedad.
Pero la educación tiene que estar en capacidad de contribuir a que sus estudiantes y docentes tomen el control de esta innovación y la usen para mejorar el aprendizaje crítico, conscientes de sus límites y momentos en los cuales es necesario pulsar el off de las IA, para encender todo el potencial creativo en las aulas. Lo que no podemos permitir es que las IA nos apaguen por la inercia de su uso o la poca capacidad de situarnos críticamente ante ella.
Referencias
Artopulos & Literas (2024). Alfabetización crítica en IA: recursos educativos para una pedagogía de la descajanegrización”. Revista trayectorias universitarias, volumen 10, número 19. Universidad de La Plata. Argentina
Benitez, R y otros (2020) Inteligencia Artificial avanzada. Papel de trabajo. España
Jones, H (2018) Aprendizaje profundo. Alienta Editorial. España.
Russel, S y Norving, P. (2023). Inteligencia Artificial: un enfoque moderno. Pearson Educación. México.
Sagasta, A. (2025) Inteligencia Artificial y educación: construyendo puentes. Grao. España
Schneider, S (2023). Inteligencia Artificial: una exploración filosófica sobre el futuro de la mente y la conciencia. KOASN. España.
Schwab, K (2016) Cuarta Revolución Industrial. Ediciones debate. México.
No es racista meramente Trump, sino el Estado y la sociedad estadounidenses.
La orden ejecutiva de Donald Trump para cancelar fondos del gobierno federal a instituciones en que se enseñe la ‘Teoría crítica de la raza’ (Critical Race Theory) promete numerosos desafíos en los tribunales. Como otras órdenes que emitió, luce que se empantanará en objeciones legales y confrontará problemas prácticos para aplicarse, entre otras cosas por lo inexacta y confusa que es, como si hubiese sido formulada a la ligera.
La fiereza de la nueva administración en sus primeros días sugiere una angustiosa resistencia del Estado norteamericano a aceptar su disminución en el mundo. Trump abandona el interés usual en el consenso en las relaciones políticas y genera relaciones de antagonismo comercial y diplomático con otros países. Concentra esfuerzos en Latinoamérica y el Caribe, históricamente la zona más oprimida y controlada por Estados Unidos. En política interior intenta desmantelar a toda velocidad el sistema que empezó FD Roosevelt, que en el último medio siglo se hizo predominante, de incluir los afroamericanos y pobres en un clientelismo social de abundantes subsidios y amplia burocracia federal, en un ‘estado benefactor’ agrandado.
Varios autores acuñaron en los años 70 y 80 el nombre ‘teoría crítica racial’, si bien continuaban antiguas y amplias discusiones sobre la cuestión afroamericana y la sociedad estadounidense. Argumentan que el racismo no es simplemente un ‘prejuicio’ personal, sino que está en la formación misma de instituciones principales de Estados Unidos. En Estados Unidos esta idea es escandalosa, pero para muchos alrededor del mundo es evidente.
Desde hace largas décadas las discusiones sobre sociedad e historia admiten que la opresión racial es parte de la cultura de la nación norteamericana, la cual instaló un ‘colonialismo interno’, ya que sus plantaciones de esclavos no estaban fuera del país (como en los casos de Gran Bretaña, Francia, etc.), sino dentro.
Textos como The Black Jacobins (1938), de CLR James, Capitalism and Slavery (1944) de Eric Williams, y How Europe Underdeveloped Africa (1973), de Walter Rodney, aumentaron la conciencia de que la opresión de los negros ha sido inseparable de la historia moderna y de Occidente. Después siguió un torrente de investigaciones, publicaciones y cursos académicos en Norte y Latinoamérica, el Caribe, África y Europa.
Asimismo, el conocimiento científico, e incluso la cultura general, ya admiten que desde hace milenios la división social del trabajo y el desarrollo tecnológico producen un excedente cada vez mayor que hace posible el progreso histórico, y las clases dominantes suelen apropiarse. El capitalismo occidental es un perfeccionamiento de este mecanismo, especialmente por expandir la actividad financiera como nunca antes.
La teoría que ve el progreso –el conocido– inseparable de la explotación del trabajo, inicialmente elaborada por Karl Marx, ya no es tabú y ha enriquecido las ciencias sociales e incluso las naturales. Ha incidido en los temas del colonialismo, la formación del sistema global, y la extraordinaria experiencia del trasiego y trabajo de africanos esclavizados, entre los siglos XV y XIX, en un vasto mercado que incluyó África, las Américas y Europa occidental y en que participó gran cantidad de gobiernos, bancos, empresas, y las iglesias católica y protestante. Estuvo en la base de la era moderna.
El presente, pues, encierra un complejo ‘pasado’ lleno de contradicciones. Por ejemplo, las naciones americanas actuales no existirían sin el sometimiento y el genocidio de las sociedades indígenas, desde el tiempo de Cristóbal Colón, en el Caribe, Centroamérica, México, los países andinos suramericanos y el resto del hemisferio. En Estados Unidos, el crecimiento industrial, financiero y militar del norte no hubiese sido posible sin las plantaciones esclavistas del sur –el algodón iba a la industria de ropa en Inglaterra– que producían riqueza que se convertía en dinero y en actividad bancaria que financió la expansión del norte.
Parece que muchos votantes de Trump, a los cuales éste quiere cumplir lo prometido, se sienten ofendidos al escuchar estas duras realidades, que resultan claras una vez se les estudia y desmontan la historia tradicional oficial idealista y ‘blanca’. Creen que comprender la historia de manera crítica es un ‘racismo contra los blancos’.
No debe subestimarse que Trump reproduzca esta actitud infantil atacando la libertad de expresión y de cátedra y la discusión sobre la sociedad y la historia, en una suerte de regreso a la represión medieval del conocimiento y del debate de ideas libre e informado. El temor a la discusión delata la crisis de Estados Unidos, cuyo actual declive –junto al de Occidente– en el mercado mundial hace aflorar muchas inseguridades.
La orden de suprimir la ‘teoría crítica’ confirma la sensación de que Trump expone el racismo más crudamente que otros presidentes y políticos de Washington, al menos desde que en los 70 se hizo políticamente incorrecto ser racista, y alimenta la ignorancia e impulsividad de grupos supremacistas blancos.
Si Trump persigue liberar las contribuciones intelectuales y los debates sociales del paternalismo y los subsidios del gobierno, su forma de hacerlo es bastante torpe.
Pero, de nuevo, la orden encontrará obstáculos para aplicarse en la práctica, cuando menos referentes al derecho a la libre expresión. Es confuso además si persigue suprimir las específicas lecturas que en los 70 y 80 se llamaron Critical Race Theory, o más ampliamente la enseñanza de la historia y del carácter contradictorio y complejo del proceso social, que durante siglos ha incluido opresión de pueblos y explotación del trabajo y de la mujer. En cualquier caso sería una involución reaccionaria.
No es racista meramente Trump, sino el Estado y la sociedad estadounidenses. Trump lo expone crudamente también con la deportación de miles de inmigrantes latinoamericanos en pocos días, de forma destemplada y carente de consideraciones legales y humanitarias en muchos casos. Ha sido como el traslado de ganado, en vez de seres humanos.
Las ordenanzas de Trump, y la forma en que se anuncian y ejecutan, han agudizado la tensión nerviosa y moral de la sociedad. Puede preverse que restarán aún más solvencia a Estados Unidos.
Fuentes: Rebelión – Imagen: Manifestantes afrodescendientes de EE.UU. Crédito: Bettmann / Ernest C. Withers. 1968
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