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El bloqueo de EEUU y lo que de verdad está ocurriendo en Venezuela

El bloqueo de EEUU y lo que de verdad está ocurriendo en Venezuela

Atilio Borón

La agresión que Washington lleva a cabo en contra de Cuba, Venezuela, Irán y otros países es una flagrante violación de los derechos humanos ya que tiene como propósito destruir los fundamentos materiales y espirituales de una sociedad; es decir, el bienestar, la felicidad y la libertad de sus habitantes. En otras palabras, es un crimen de lesa humanidad que, sin embargo, no conmueve a los organismos internacionales que deberían exigirle a Washington que ponga fin a esas políticas, ni a las tantas ONGs, supuestamente interesadas en garantizar el respeto a los derechos humanos, que miran para otro lado cuando se trata de condenar los crímenes del imperio en los países arriba mencionados como en tantos otros.

Para los que estiman que estoy exagerando les sugiero visitar la página de Human Right Watch dedicada a Venezuela y comprobarán que estoy siendo demasiado bondadoso en mis críticas. Allí (https://www.hrw.org/es/americas/venezuela) puede leerse, textualmente, que:

“Venezuela atraviesa una emergencia humanitaria sin precedentes con grave escasez de medicamentos y alimentos a la cual las autoridades venezolanas no han respondido adecuadamente. En 2019, el presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó se declaró jefe de Estado y pidió al pueblo y a las Fuerzas Armadas que lo apoyaran. El país continúa en un impasse político.”

Esta organización, como tantas otras de su tipo que proliferan entre los países sometidos al imperialismo, nada dicen sobre las causas de la “emergencia humanitaria” y la falta de “medicamentos y alimentos”. La razón: son organismos de pantalla del gobierno de Estados Unidos, que por eso les destina enormes recursos para propalar mentiras como las que acabamos de citar más arriba.

Cada vez que Human Rights Watch (o alguna otra ONG de su tipo) hace alguna declaración o produce algún dictamen sepan que quien realmente habla y condena es el gobierno de Estados Unidos. Y que va a mentir como invariablemente lo hace la Casa Blanca cada vez que pronuncia alguna declaración sobre los países víctimas de su bárbara agresión. Mintió cuando aseguró al mundo que había armas de destrucción masiva en Irak, y no había; y cuando dijo que el gobierno de Libia había disuelto a sangre y fuego una manifestación opositora en Bengazi, y nada había ocurrido en esa ciudad; y las que dijo durante 18 años sobre Afganistán, según demostrara el Washington Post en su edición del 9 diciembre de 2019, con el solo propósito de favorecer los negocios del complejo militar-industrial financiero.

Enumerar las mentiras de la Casa Blanca y el Congreso de Estados Unidos (reproducidas por fraudulentas organizaciones como Human Rights Watch) llenaría centenares de páginas. Alguien deberá realizar esa tarea algún día de estos.

Final: para comprender lo que realmente está ocurriendo en Venezuela recomiendo leer esta breve nota que añado a continuación.

Venezuela en situación difícil de Juan Manuel Cagigal

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/el-bloqueo-de-estados-unidos-y-lo-que-de-verdad-esta-ocurriendo-en-venezuela/

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«Un TDAH no puede escuchar pasivamente durante 6 horas, pero sí investigar y experimentar mientras se mueve»

Por: Carlota Fominaya

Helix, el modelo de aprendizaje que sí que funciona para el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y otras dificultades.

Muchos niños y adolescentes con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (más conocido por sus siglas TDAH) son desahuciados por el sistema educativo español, en parte, apunta Irene Ranz, presidenta de Fundación Aprender y miembro del equipo directivo del colegio Jara, porque «la escuela tradicional se ha quedado con la forma y se ha olvidado de la esencia. El problema es de base: el colegio se ha quedado en las notas, el currículum y la evaluación, y se ha olvidado de que es un lugar por y para los niños. Porque para que los menores aprendan, necesitan sentirse atendidos y valorados».

Esa es la matriz, apunta Ranz, del modelo educativo Helix, que permite a los niños aprender a pesar de sus dificultades. «Muchos niños con TDAH son desahuciados por la escuela tradicional pero gracias a nuestros programas los chicos mejoran, recuperan la autoestima, y cuando consiguen volver a tener éxito y autoestima ya pueden con todo. Pero lo consiguen ellos, no se les quita contenidos y se les da más tiempo. Los chicos recuperan la vida, consiguen aprender, superar los retos y titular, ese es el éxito del modelo».

El modelo Helix, explica esta profesional, está basado en varios pilares. Uno de ellos es el interés. «Somos conscientes de que solo se aprende aquello interesa. Cuando hablamos con las familias de niños con dificultades y les preguntamos qué cosas les gustan a sus hijos, nos revelan que si algo le gusta e interesa ni déficit de atención ni nada. Una madre me decía que su pequeño sabía los 200 tipos de tiburones que existen pero era incapaz de aprobar un examen. Nosotros trabajamos el centro de interés del menor, a partir de intereses universales del ser humano. Provocamos el interés de los chicos y desde ahí seguimos el modelo científico: investigamos, descubrimos y aprendemos. Esto funciona tengamos o no dificultades. La clave es que todo lo que hacemos nosotros vale también para los que no tienen dificultades, no es un modelo para ellos, es un modelo para todos, es un modelo inclusivo. Si fuera un modelo solo para niños con dificultades no seríamos inclusivos».

Otro de las claves es que el niño es el protagonista. «El colegio existe para y por los niños, tiene que ser un lugar agradable donde los alumnos quieran venir y quedarse. Si decimos que son protagonistas no tiene sentido un modelo pasivo donde se cansen escuchando al profe. Si son los protagonistas tienen que estar en el escenario, no en el patio de butacas, de manera que el profesor entonces se convierta en el guía, el alma y guía de la acción educativa. El director el profesor es el director que consigue que los estudiantes que están en el escenario se conviertan en los protagonistas que interpretan algo fantástico». El docente, prosigue, «provoca ese interés, diseñar las actividades que tienen una finalidad: el desarrollo de las competencias. Posibilita ese el aprendizaje, que ocurre cuando los contenidos interaccionan con los chicos. No memorizan y lo sueltan. El aprendizaje y el conocimiento ocurre cuando los contenidos se integran».

Cabeza, cuerpo, corazón y contexto

El otro de los grandes valores o pilares de método es el aprendizaje que Ranz denomina «4C», o bien «cabeza, cuerpo, corazón y contexto». «Estas cuatro “ces” hay que trabajarlas de abajo a arriba, para que el aprendizaje sea de “yo” persona, “yo” niño, “yo” adolescente. Necesito un contexto, un entorno que me valore y me respete, que sepa que soy único porque todos somos diferentes, en el que yo sienta pertenencia, tanto en el entorno familiar como en el social o escolar. Por eso como colegio nuestra responsabilidad es generar un ambiente de clase nutritivo, acogedor, y que tenga muy claro que somos todos diferentes. no solo el adolescente guerrero, el que es disléxico o tiene TDAH».

El contexto es para esta docente una de las claves para que el corazón pueda desarrollarse de forma sana o saludable. «Debe ser un espacio por tanto en el que tengan cabida y comprensión las emociones. Solo si las conozco podré regularme y no ser esclavo de las emociones: si no estoy en manos de la rabia o la tristeza, puedo regular mi vida».

Inseparable de esto, continúa esta experta, se encuentra el cuerpo. « No podemos separar el cuerpo de lo emocional, las emociones viven y están y conectan con el cuerpo. El cuerpo es el vehículo donde está nuestra esencia, es el canal más eficaz y rápido para la reorganización neurológica, la madurez de las redes neuronales. Desde el cuerpo trabajamos procesos madurativos. trabajamos el neurodesarrollo, que va más allá de una psicomotricidad. El neurodesarrollo no puede separar el contexto del cuerpo, porque nos relacionamos a través del mismo. A veces al cole tradicional solo va el cuerpo, que se deja en casa la atención y el interés».

Así pues, añade Ranz, «solo si estas tres ces están bien consolidadas y constituidas se puede dar el conocimiento. Cuando todo esto está conectado, entonces aprender matemáticas, historia, sociales o cualquier cosa es posible. ¿Qué ocurre? Que en el colegio tradicional solo se desarrollan principalmente dos competencias: la memorización y la gestión del aprendizaje de cara al examen. Es verdad que hay colegios que dedican un ratito a las emociones, al trabajo en equipo, a los valores humanos… Pero no se trata solo un ratito, sino de desarrollarlas continuamente. ¿por qué no hacemos eso de forma transversa a la vez que aprendemos mates o lengua o cualquier asignatura?».

«Hay diferentes formas de aprender y ninguna es mejor que otra. Cada uno tiene que encontrar la suya. Nosotros tenemos que ayudar al niño a encontrar sus puntos fuertes. El colegio debería ser ese espacio donde me conozco y me encuentro mis talentos, de manera que utilizo esos talentos en mi favor y no en mi contra y puedo trabajar mis puntos débiles sabiendo cuáles son: si soy disléxico, soy disléxico, y ya está, pero si mi talento es la creatividad y el pensamiento visual, lo que me tienen que permitir en el cole es trabajar con mapas mentales y visual thinking. Y si un niño con TDAH tiene dificultad en la atención o en el control del movimiento, no puede estar 6 horas de escucha pasiva en el aula, pero sí puede engancharse si investiga, hace y experimenta mientras cambia de sitio. El modelo Helix en realidad es aplicar un poco de sentido común y mucha pedagogía con todas las herramientas metodológicas que existen, con unos profesores que tienen claro que están al servicio de los chicos y que todos merecen el éxito académico», concluye la presidenta de la Fundación Aprender.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-tdah-no-puede-escuchar-pasivamente-durante-6-horas-pero-si-investigar-y-experimentar-mientras-mueve-202010270141_noticia.html

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Hacia una concertación para la reapertura de las aulas

Por: Catherine Piña

En los últimos diez años hemos aprendido a concertar los intereses de diferentes actores con el objetivo de mejorar nuestro sistema educativo.  La apertura de nuestras escuelas con clases presenciales debe ser abordada bajo este mismo espíritu.

Hace unos meses se presentó la disyuntiva sobre si aplazar las elecciones ante la posibilidad de que pudieran provocar un pico de contagios de COVID-19 en nuestro país. Aunque no hubo unanimidad, la sociedad en su mayoría apoyó que enfrentáramos la situación tomando las medidas de lugar. Fue así como más de 4 millones de personas en un solo día nos presentamos en las urnas a ejercer nuestro derecho al voto y, como estaba previsto, el 16 de agosto de 2020 el nuevo Gobierno tomó posesión. Lograr el equilibrio entre la salud y la economía nos ha planteado la necesidad de sortear otras disyuntivas y hemos visto que se ha ido enfrentando con una apertura gradual de centros comerciales, tiendas, hoteles, bares y restaurantes.

Sin embargo, y en contraposición a lo que ha ocurrido en otros países del mundo, nuestras autoridades, sin dejar de tener sus razones, se han negado a retomar la presencialidad del sistema educativo.

El debate se postergó hasta ahora y nos encontramos en el proceso de decidir cómo y cuándo nuestros estudiantes deben volver a las aulas. Al parecer, la posición de los dirigentes del sistema educativo y el gremio profesoral de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) consideran un riesgo para la salud el regreso en cualquier esquema, lo cual contrasta con una gran parte de la sociedad que cree que con las medidas adecuadas podemos controlar el riesgo de contagio de COVID-19, a la vez que mitigamos los efectos perniciosos de tener a nuestros niños y jóvenes alejados de las aulas.

Estos efectos, el más directo la ausencia de aprendizaje en gran parte de los y las estudiantes, se expanden con otros aspectos indirectos como el aumento del abandono escolar, del trabajo infantil, embarazos en adolescentes, violencia de género, desnutrición, aislamiento social y pobreza extrema.

¿Qué hacer ante esta disyuntiva? Estoy entre las personas que cree que debemos abrir las escuelas en un plan que tome en cuenta las realidades de cada comunidad educativa y que sobre la base de cada contexto defina de forma flexible y gradual – y por supuesto con protocolos de seguridad- como retornar a las aulas.

Algo más importante aún: no perdamos las conquistas que en la última década hemos ganado con relación a concertar intereses entre los diferentes actores clave de la sociedad en lo que a la educación dominicana se refiere.

En el 2010 nos vestimos de amarillo para reclamar la asignación del 4% del PIB para la educación, un número que implica que uno de cada cinco pesos que gasta el Gobierno, va al sistema educativo pre universitario. En el 2012 creamos la Iniciativa Dominicana para una Educación de Calidad – IDEC, un foro permanente para dialogar, concertar y dar seguimiento a las políticas dirigidas a mejorar la calidad educativa de nuestro país. En 2014, con el mismo ánimo de hacer de los diferentes actores del sistema educativo un solo equipo, una amplísima representación de la sociedad dominicana firmó el Pacto Nacional para la Reforma Educativa.

Estimado lector, ha llegado el momento de enfrentar el desafío de recuperar la educación y de poner en marcha planes que nos permitan abordar el desastre que ha representado para muchos, y en especial para los más vulnerables, el cierre de los centros de estudio.

No es una decisión fácil porque cualquiera que sea, traerá daños colaterales, en algunos casos imposibles de evitar. Pero confiemos en el compromiso y la capacidad de los diferentes actores de la sociedad para ponderar los pro y contra de las diferentes opciones y tomemos esta decisión con espíritu democrático y colaborativo.  Por el bien de nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes, que al final es el bien de todos.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/hacia-una-concertacion-para-la-reapertura-de-las-aulas-8911987.html

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Cómo ha afectado el confinamiento a los niños con TEA

Por: ABC

Los síntomas del síndrome de Asperger afectan sobre todo a cuestiones concernientes con la comunicación, a la interacción social con otras personas y, además, a la capacidad para adaptarse a nuevas situaciones.

El estado de alarma y el cierre de colegios a causa de la pandemia de la Covid-19 afectó de forma muy negativa a los alumnos con necesidades especiales, concretamente a los niños y jóvenes con TEA. Muchos de estos estudiantes precisan de más refuerzos docentes, psicológicos, educativos y sociales que el resto de los estudiantes y la pandemia y sus consecuencias han provocado que se haya incrementado la problemática educativa y social de estos niños.

El síndrome de Asperger es un trastorno que afecta al desarrollo neuronal de una persona, es decir, que su cerebro funciona de manera diferente a la habitual. En la actualidad, el síndrome de Asperger se incluye dentro de los trastornos del espectro autista (TEA). El diagnóstico tardío, la escasa información, el desconocimiento de sus características y las barreras de inclusión en la educación provocan que estas familias no cuenten con todo el apoyo que necesitan.

Desde ELEInternacional, escuela online, manifiestan que son niños que sufren cierta discriminación por la falta de información sobre este síndrome, así como por la falta de herramientas de inclusión para establecer una interacción adecuada tanto para el niño como a su entorno.

Los síntomas del síndrome de Asperger afectan sobre todo a cuestiones concernientes a la comunicación, a la interacción social con otras personas y además, a la capacidad para adaptarse a nuevas situaciones como el uso de mascarilla o las restricciones sociales provocadas por la pandemia.

Además, a diferencia de otros trastornos autistas, las personas con este síndrome suelen tener un lenguaje fluido. En las últimas cuatro décadas, los casos de TEA han aumentado significativamente, situándose en 1 caso por cada 100 nacimientos, según datos ofrecidos por Autismo Europa, 2012. Sin embargo, el número de personas afectadas por este tipo de trastorno sería superior al millón si se tiene en cuenta el profundo impacto que produce en cada sistema familiar, siendo cada uno los miembros de la familia los afectados. A falta de datos oficiales actuales, según la Confederación Asperger España, estiman que hay entre 1 y 5 casos de Asperger por cada 1.000 nacimientos.

Marcar una rutina de trabajo cada día, establecer pocos y claros objetivos y ocio/deporte por la tarde, son las principales claves para ayudar a las rutinas que deben seguir llevando estos niños. Como explican desde ELEInternacional, todas las personas con TEA comparten características que definen su trastorno, sus comportamientos y sus dificultades en los procesos de aprendizaje. Además, las personas que sufren el síndrome de Asperger son contrarias a los cambios y a la espontaneidad, por eso necesitan de esa rutina instaurada con tiempo y constancia.

De acuerdo con el informe «¡Protegednos!», que publicó en 2016 la ONG Plan Internacional, el 84 % de los niños con algún tipo de discapacidad encuestados habían experimentado alguna forma de violencia en la escuela. Por este motivo, es esencial una correcta inclusión y darles un trato de igualdad e incluirlos en la educación convencional, utilizando recursos adecuados que favorezcan su aprendizaje.

Un niño con Asperger puede ser un reto para los educadores, por lo que su conducta va a ser esencial: la empatía, la flexibilidad, la paciencia, el buen humor y el respeto son condiciones necesarias para desarrollar una relación de confianza que, sin duda, van a contribuir positivamente en su desarrollo tanto dentro como fuera del aula.

En general, todos tienen dificultades para concentrarse y seguir el ritmo normal de la clase, para empatizar con los compañeros, para comunicar lo que han aprendido, para resolver dudas al momento o tan solo para recordar los deberes que tienen que realizar o estudiar. Como matizan desde la escuela online, «algunas de las adaptaciones que podemos poner en marcha en el aula serían: ponerles en primera fila, ofrecerles técnicas y estrategias para mejorar su proceso de aprendizaje, programaciones, material visual, son necesidades educativas que ayudan a construir un aula inclusiva para todos esos alumnos que lo necesitan».

Recomendaciones a las familias y profesorado para disfrutar de un aula segura

– Crear un buen clima dentro del aula, agradable y segura que favorezca el desarrollo personal de cada alumno y facilite la convivencia.

– Identificar las necesidades especiales del alumno, reforzando tanto sus fortalezas como sus debilidades.

– Adaptación del entorno al niño que tiene una discapacidad. Se recomienda crear grupos reducidos en los que convivan todos los alumnos y profesores ayudando a la inclusión. Aquí es fundamental la comprensión y la empatía hacia el punto de vista desde el que observa al resto del mundo el niño con necesidades especiales.

– Identificar las actividades más adecuadas para cada alumno entre las opciones de trabajo previstas en la programación.

– Planificar estrategias didácticas y metodológicas que faciliten la máxima participación de los alumnos, seleccionando y utilizando materiales creativos y específicos.

– Enfocarse en lo que cada uno puede dar en vez de centrarse en las limitaciones.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-como-afectado-confinamiento-ninos-202102181056_noticia.html

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Brasil: Coronavirus: el capitalismo opone la economía a la salud y a la educación. La respuesta ecomunitarista

Coronavirus: el capitalismo opone la economía a la salud y a la educación. La respuesta ecomunitarista

Sirio López Velásco

En este artículo el autor hace un balance de la respuesta capitalista durante la pandemia ante el desafío educativo y sanitario que contrapone a la respuesta ecomunitarista.


En todo el mundo, y especialmente en América Latina, la pandemia del coronavirus reveló un hecho mayor de la sociedad capitalista: empresarios y gobiernos han priorizado el lema “la economía no puede parar”, en detrimento de la salud de las personas. Ello dio lugar a que, sin hacer el lockdown casi total de las actividades económicas, reclamado por diversas instituciones médicas y científicas, tal priorización contribuyó al progresivo agravamiento de la pandemia.

Las causas de ello son muy simples, y basta citar, entre otras, la facilitación del contagio mediante el amontonamiento de millones de trabajadores que concurren a sus empleos en medios de transporte colectivo repletos de gente, y/o que se apretujan en lugares de trabajo en los que no existe el distanciamiento mínimo entre un trabajador y otro (aún en el caso en el que los mismos usen tapabocas y se higienicen las manos con jabón o alcohol con toda la frecuencia necesaria).

Reinó entonces, como siempre, la lógica y la sed de la ganancia que caracterizan a la producción y distribución capitalistas, en detrimento de la salud humana. Y cuando por algún tiempo los gobiernos han accedido a la suspensión de las actividades económicas que juzgaron “no esenciales”(dejando principalmente en funcionamiento la producción y distribución de alimentos y las farmacias), vino a luz una necesidad “insospechada”: para quedarse en sus casas las personas necesitan ingresos que les permitan comer y cuidar su salud, o sea, subsistir; ello motivó en algunos países la adopción de “auxilios de emergencia”, que, no obstante, han tenido una duración limitada y montos insuficientes.

Resultado: millones de los más pobres se vieron obligados a seguir trabajando en sus empleos informales, o (a veces acicateados y presionados por sus patrones) a pedir la vuelta al trabajo en sus ramas de actividad, exponiéndose a sí mismo y a millones de sus familiares y semejantes al peligro renovado del contagio.

Hay que notar que en las actividades económicas consideradas “esenciales”, que fueron mantenidas, ni las condiciones de trabajo fueron sistemática y seriamente fiscalizadas, ni el esfuerzo excepcional de sus trabajadores fue reconocido mediante aumentos de salario y otros beneficios.  Simultáneamente, y para enfrentar la atención de los millones ya contagiados, las sociedades capitalistas revelaron otra de sus falencias: no tienen un sistema de salud público capaz de atender eficaz y gratuitamente a millones de personas necesitadas de pronto socorro para preservar su vida, la de sus familias, y la de la comunidad en general (por el peligro social suponen quienes son potenciales transmisores del contagio). Así se constató la carencia de instalaciones, profesionales, equipos, remedios, y de algo tan elemental como el oxígeno, para atender a esa multitudinaria demanda. Entonces centenas de miles de personas desesperadas se amontonaron en los predios disponibles, o simplemente fueron rechazadas por el sistema de salud y condenadas a morir en sus casas, sin recibir la atención que necesitaban. Al tiempo en que todo esto ocurría, cuando para tratar de disminuir el ritmo del contagio se determinó también la suspensión temporal de las actividades escolares presenciales y se adoptó la modalidad de la enseñanza remota a través de internet, afloró otra faceta del capitalismo: buena parte de los niños pobres, o simplemente no contaban con internet, o la que tienen es inestable y de poca potencia; ambos fenómenos crearon para esos millones de niños una nueva brecha en las condiciones de aprendizaje que vino a sumarse a la que ya desde antes de la pandemia y por la división estructural de la sociedad capitalista los inferiorizaba en relación a los escolares de las clases alta y media (donde, además de internet, abundan los televisores, los libros y las madres o padres con escolarización y tiempo disponible para dar el apoyo requerido a los educandos). Finalmente, también se constató que a esas discriminaciones propias del capitalismo, se le suma otra: la racial; así, entre otras, en Brasil una investigación de la ABRINQ (Asociación de los empresarios fabricantes de juguetes) reveló que los niños negros (entre los que hay notoriamente mayor proporción de pobres que entre los blancos, en un fenómeno que se repite en el llamado “Primer Mundo” capitalista, por ejemplo en EEUU) padecen notoriamente más las citadas estrecheces que los niños blancos.

Todos estos fenómenos revelan una característica fundamental del capitalismo: la producción social acompañada de la apropiación privada de los bienes y servicios conlleva a una profunda desigualdad de condiciones de existencia; que también tiene un componente racial, pues la proporción de pobres es mucho mayor entre los no-blancos (en especial, en América Latina,  indígenas y negros) que entre los blancos.

A todo esto se contrapone el Ecomunitarismo con su propuesta de economía ecológica y sin patrones que aplique el lema “de cada un@ según su capacidad y a cada un@ según su necesidad, respetando los equilibrios ecológicos y la interculturalidad”. En esa organización económica la propiedad de los medios de producción es comunitaria, y también lo es la distribución equitativa y solidaria de bienes y servicios; y en ella las actividades productivas son rotativas, para que cada persona (que previamente ha obtenido gratuitamente de la comunidad la formación necesaria para tanto) ejercite rotativamente sus diversas vocaciones y se realice como individuo integral. De tal forma que cada persona (independientemente del tipo de actividad que desarrolle en ese momento en la trama social de la distribución de lo que en el capitalismo es esa tortura llamada “trabajo”) recibe del Fondo Común Comunitario disponible, lo que necesita para mantenerse sano y desarrollarse como individuo, y para que otro tanto pueda hacer su familia. Y cuando una emergencia natural y/o social como la que constituye la actual pandemia afecta seriamente la organización de la producción, en la medida en que todos los bienes y servicios que extrapolan la residencia familiar son comunes, la comunidad, regida por la “política de todos” que se basa en la democracia directa (hoy muy facilitada por los recursos de internet), determinará una nueva redistribución más ajustada, pero siempre solidaria, para que nadie quede excluido ni sea indebidamente privilegiado a costa de los demás. Simultáneamente, en el transporte de ida y vuelta de los trabajadores a/de cada centro de producción y distribución cuya actividad se juzgue indispensable mantener, y en dichos centros, serán adoptadas todas las medidas de protección de la salud de quienes allí laboren, al tiempo en que (una vez que todas sus necesidades materiales fundamentales ya están satisfechas) se los distingue con estímulos y premios morales públicos y repetidos, en  reconocimiento agradecido por su dedicación al bien colectivo.

Hay que notar que en esa economía ha desaparecido el dinero y el salario; el primero porque ya no es más necesario, y el segundo porque ha sido superada la esclavitud asalariada mediante la distribución comunitaria solidaria y equitativa de los bienes y servicios. Entre estos últimos figura una amplia red de salud pública y gratuita, preparada previsoramente para recibir a tod@s sin distinción y con la misma gran calidad de atención, tanto en épocas de normalidad como en situaciones de emergencia.   Al mismo tiempo, la educación ambiental ecomunitarista generalizada vela para que tanto en tiempos normales como en emergencias, como la de una pandemia, toda la vida social se desarrolle respetando los equilibrios ecológicos y la interculturalidad, superando la destrucción-devastación-contaminación irreversible de la salud de la naturaleza no humana que caracteriza al capitalismo, y practicando la solidaridad intercultural e inter-étnica que supera al racismo imperante en el capitalismo (heredero, también en lo que respecta a esa lacra, de las sociedades clasistas que lo precedieron). En esa educación ecomunitarista cada niño recibe de y en la comunidad gratuitamente todas las instalaciones, asesoría, equipos, bienes y servicios de los que necesite para desarrollarse como individuo universal; así, por ejemplo, la internet es gratuita y de calidad para todos los educandos, sin distinción de su localidad de residencia ni en función del tipo de actividad que sus respectivos padres estén ejerciendo temporalmente.

En y por todas las características citadas (y otras aquí no abordadas) el Ecomunitarismo hace realidad en su día a día las tres normas éticas fundamentales (deducidas argumentativamente de la gramática profunda de la pregunta que instaura la Ética, a saber, “¿Qué debo hacer?”), que nos obligan, respectivamente, a garantizar nuestra libertad individual de decisión, a realizar esa libertad en la búsqueda de respuestas consensuales con los demás en las diversas situaciones que nos depare la vida, y a preservar-regenerar la salud de la naturaleza humana y no humana.

Bibliografía mínima 

Sirio López Velasco (2009). Ética ecomunitarista, Ed. UASLP, México, disponible gratuitamente en https://issuu.com/filopoiesis/docs/etica_mexico_final_2009

y en https://rebelion.org/download/etica-ecomunitarista-etica-para-el-socialismo-del-siglo-xxisirio-lopez-velasco/?wpdmdl=654430&refresh=5ffa00fe3411b1610219774

Sirio López Velasco (2017). Contribuição à Teoria da Democracia: uma perspectiva ecomunitarista, Ed. Fi, Porto Alegre, Brasil, disponible gratuitamente en https://www.editorafi.org/196sirio

Fuente de la Información: https://rebelion.org/coronavirus-el-capitalismo-opone-la-economia-a-la-salud-y-a-la-educacion-la-respuesta-ecomunitarista/

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Brasil: Lección de la Covid-19: enfermamos a la Tierra y la Tierra nos enferma

Lección de la Covid-19: enfermamos a la Tierra y la Tierra nos enferma

Leonardo Boff

La irrupción del coronavirus en 2019 ha revelado la íntima conexión existente entre Tierra y Humanidad. Según la nueva cosmología (visión científica del universo), nosotros, los humanos, formamos una entidad única con la Tierra. Participamos de su salud y también de su enfermedad.

Isaac Asimov, científico ruso, famoso por sus libros de divulgación científica, a petición de la revista New York Times (del día 9 de octubre de 1982) con ocasión de la celebración de los 25 años del lanzamiento del Sputnik, que inauguró la era espacial, escribió un artículo sobre el legado de ese cuarto de siglo espacial.

El primer legado, decía él, es la percepción de que, en la perspectiva de las naves espaciales, la Tierra y la humanidad forman una única entidad, es decir, un único ser, complejo, diverso, contradictorio y dotado de gran dinamismo.

El segundo legado es la irrupción de la conciencia planetaria: construir la Tierra, y no simplemente las naciones, es el gran proyecto y desafío humano. Tierra y Humanidad tienen un destino común. Lo que pasa en una, pasa también en la otra. La Tierra enferma y al mismo tiempo enferma el ser humano; enferma el ser humano, enferma también la Tierra. Estamos unidos para el bien y para el mal.

En el momento actual, toda la Tierra y cada persona estamos siendo atacados por la Covid-19, especialmente Brasil, víctima de un jefe de estado de locura que no se preocupa por la vida de su pueblo. Todos, de una forma u otra, nos sentimos enfermos física, psíquica y espiritualmente.

¿Por qué hemos llegado a esto? La razón reside en la Covid-19. Es erróneo verla aisladamente sin su contexto. El contexto está en la forma como organizamos desde hace ya tres siglos nuestra sociedad: con pillaje ilimitado de los bienes y servicios de la Tierra para provecho y enriquecimiento humano. Este propósito ha llevado a ocupar el 83% del planeta, deforestando, contaminando el aire, el agua y los suelos. En palabras del pensador francés Michel Serres, promovemos una guerra total contra Gaia, atacándola en todos los frentes sin ninguna posibilidad de vencerla. La consecuencia ha sido la destrucción de los hábitats de miles de especies de virus. Para sobrevivir saltaron a otros animales y de estos a nosotros.

La Covid-19 representa un contraataque de la Tierra contra la agresión sistemática montada contra ella. La Tierra enfermó y nos pasó su enfermedad mediante una gama de virus como el zika, la chicungunya, el ébola, la gripe aviaria y otros. Como formamos con la Tierra una unidad compleja, enfermamos con ella. Y si enfermamos nosotros, terminamos también por enfermarla. El coronavirus representa esta simbiosis siniestra y letal.

De modo general debemos entender que la reacción de la Tierra a nuestra violencia se muestra por la fiebre (calentamiento global), que no es una enfermedad, pero apunta a una enfermedad: el alto nivel de contaminación por gases de efecto invernadero que la Tierra no consigue digerir y su incapacidad de continuar ofreciéndonos sus bienes y servicios naturales. El 22 de septiembre de 2019 se produjo la Sobrecarga de la Tierra, es decir, las reservas de bienes y servicios naturales, necesarios al sistema-vida, tocaron fondo. Entramos en números rojos, tenemos un cheque sin fondos.

Para tener lo necesario y, peor, para mantener el consumo suntuoso y el desperdicio de los países ricos, debemos arrancarle a la fuerza sus “recursos” para atender la demanda de los consumistas. ¿Hasta cuándo aguantará la Tierra?

Sabemos que hay nueve fronteras planetarias que no se pueden sobrepasar sin amenazar la vida y nuestro proyecto civilizatorio. Cuatro de ellas ya las hemos traspasado. La consecuencia es que tenemos menos agua, menos nutrientes, menos cosechas, más desertificación, mayor erosión de la biodiversidad y de los demás elementos indispensables para la vida. Por tanto, nuestro tipo de relación es anti-vida y es la causa principal de la enfermedad de la Tierra que, a su vez, nos vuelve también enfermos. Por esta razón, casi todos nosotros, especialmente a causa del aislamiento social y de las medidas higiénicas, nos sentimos prostrados, desvitalizados, irritables, en una palabra, atrapados por una pesadilla que no sabemos cuándo va a acabar. La muerte de miles de seres queridos, sin poder acompañarlos y darles la última despedida con un luto imprescindible, nos abruman y ponen en jaque el sentido de la vida y el futuro de nuestra convivencia en este planeta.

Por otro lado, con un alto costo, estamos aprendiendo que lo que nos está salvando no son los mantras del capitalismo y del neoliberalismo: el lucro, la competencia, el individualismo, la explotación ilimitada de la naturaleza, la exigencia de un Estado mínimo y la centralidad del mercado. Si hubiéramos seguido estos “valores”, casi todos seríamos víctimas. Lo que nos está salvando es el valor central de la vida, la solidaridad, la interdependencia de todos con todos, el cuidado de la naturaleza, un Estado bien pertrechado para atender las demandas sociales, especialmente las de los más necesitados, la cohesión de la sociedad por encima del mercado.

Nos damos cuenta de que cuidando mejor todo, recuperando la vitalidad de los ecosistemas, mejorando nuestros alimentos, orgánicos, descontaminando el aire, preservando las aguas, los bosques y las selvas nos sentimos más saludables y con esto hacemos la Tierra también más saludable y revitalizada.

Lo que la Covid-19 nos ha venido a mostrar de forma brutal es que ese equilibrio Tierra y humanidad se ha roto. Nos hemos vuelto demasiado voraces, arrancando a la Tierra lo que ella ya no nos puede dar. No respetamos los límites de un planeta pequeño, con bienes y servicios limitados. Antes bien, nuestra cultura ha creado un proyecto irracional de crecimiento ilimitado como si los bienes y servicios de la Tierra fuesen también ilimitados. Esa es la ilusión en la que continúan las mentes de casi todos los empresarios y de los jefes de Estado.

La Covid-19 nos hace recuperar nuestra verdadera humanidad, aunque sea ambigua por naturaleza. Ella está hecha de amor, de solidaridad, de empatía, de colaboración y de la dimensión humano-espiritual que da el debido valor a los bienes materiales, sin absolutizarlos, pero da mucho más valor a los bienes intangibles como los que hemos citado. Los materiales los dejamos atrás, los humano-espirituales los llevamos más allá de la muerte, pues constituyen nuestra identidad definitiva.

Cuanto más amigables sean nuestras relaciones con la naturaleza, y más cooperativas las relaciones entre nosotros, más se vitaliza la Tierra. Y la Tierra revitalizada nos hace también saludables. Nos curamos juntos y juntos celebramos nuestra convivencia terrenal.

Fuente de la Información: https://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=1018

 

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