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Educación para la democracia, paz y convivencia

En su libro “Education for the democracy: international experiences inventory”, el profesor Pedro Ignacio Leiva Neuenschwander afirma: “La educación para la democracia está orientada al desarrollo, socialización y discusión en torno a los valores democráticos, principios del buen vivir, derechos, deberes y obligaciones fundamentales que tenemos los peruanos y peruanas para lograr una convivencia armónica en la sociedad”. (https://tinyurl.com/bdduud9v)

En ese contexto, el proceso educativo se prolonga en la vida social con experiencias diarias de aprendizajes en la vida de los ciudadanos. De allí que el fortalecimiento y el impulso de la democracia depende del conocimiento y práctica activa de los valores y los principios del “buen vivir”, con participación de la ciudadanía protagonista y responsable de construir espacios de discusión.

Ante esta realidad social, es prioridad de los educadores poner en práctica, fomentar y difundir los valores y principios democráticos del “buen vivir” para formar a través del proceso de enseñanza a ciudadanos y ciudadanas solidarios, honestos, responsables, justos, tolerantes y comprometidos con su comunidad.

La democracia, como forma de vida, requiere del respeto de los derechos humanos y la práctica de los valores democráticos. La democracia es una forma de vida que hacemos cuando impulsamos la práctica de los valores democráticos como la justicia para contribuir al fortalecimiento de la cultura democrática.

La justicia es un valor que se ha convertido en un derecho garantizado por la Constitución Política del Perú en su artículo 139° sobre los Principios de la Administración de Justicia. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se considera que el respeto a la dignidad intrínseca y los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, constituye el fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el mundo.

La democracia, como sistema político moderno, es una forma de vivir en sociedad que sólo es viable si se fundamenta en conjunto de valores como la libertad, la igualdad, la justicia, el respeto, la tolerancia, el pluralismo y la participación, que requiere de una compleja estructura de procedimientos e instituciones que la hagan posible. Estos valores, que son fundamentales para su funcionamiento, son el resultado de la evolución de nuestras sociedades. Los siete valores fundamentales de la democracia son: Honestidad, Solidaridad, Responsabilidad, Pluralismo, Libertad, Justicia social, Tolerancia e Igualdad.

Estos temas se comentan en el estudio “La educación para una ciudadanía democrática en las instituciones educativas: Su abordaje sociopedagógico”.

“La educación ciudadana es uno de los temas educativos de mayor actualidad, además de abordar aspectos esenciales de la dimensión personal y social del estudiante, posee puntos de contacto importantes con otras direcciones de la práctica educativa”. (https://tinyurl.com/zfn5bmw2). Aun cuando en esta última década del siglo la democracia se ha perfilado como el sistema político en que se desarrolla la vida de los países latinoamericanos, el sistema democrático no ha sido capaz de dar respuesta a todas las necesidades sociales de sus naciones.

No olvidar el “caso peruano”. A propósito de la crisis de democracia, Alexander Benites y Luis Valverde en su ensayo “El estancamiento de la democracia en el Perú”, señalan que: “En las décadas de los años ochenta y noventa, los países latinoamericanos alcanzaron uno de los logros políticos más importantes desde su independencia: la conformación de regímenes con características mínimas para ser catalogados como democráticos”. (https://tinyurl.com/33zw3x3s). Sin embargo, los autores afirman que “el sistema político peruano empieza a degradarse de forma acelerada a raíz de la normalización del uso de mecanismos institucionales extremos, tales como la vacancia presidencial y la disolución del congreso”.

“Esta situación se produce, en parte, por la incapacidad de los gobiernos de la región para dar solución a las graves desigualdades sociales que han caracterizado al continente, pero también por la inexistencia de una institucionalidad realmente democrática. Los sistemas democráticos coexisten con una tradición política arraigada en el autoritarismo y la inexistencia de normas de tolerancia política o participación democrática” (Basombrío 1991, Chaffee, Morduchowiscz & Galperin 1997).

Educar para la ciudadanía democrática requiere pensar en forma integral y profunda en la organización completa del sistema educativo. Es fundamental que la escuela esté alerta a esta exigencia histórica que nos corresponde, el desarrollo del Perú.

Raúl AllainEscritor, sociólogo y analista político. Consultor Internacional en Derechos Humanos para la Asociación de Víctimas de Acoso Organizado y Tortura Electrónica (VIACTEC).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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Bogotá II. Descolonizando el arte

Por: Raúl Zibechi

“La calle y lo comunitario descolonizan el arte, porque aquí no tenemos escuela de muralismo y en la universidad te enseñan sólo arte europeo”, descerraja Jesús en la ronda que se fue formando en el local del colectivo Arto Arte, empeñado en intervenir la ciudad desde el distrito de San Cristóbal.

En grupo nació hace trece años en los Altos de Fucha, en el mismo distrito, a raíz de encuentros musicales. Se definen como “un colectivo interdisciplinar y de artistas que viene trabajando desde el año 2009, en la articulación de procesos comunitarios por medio de la intervención artística en el espacio público desde el muralismo y el accionar comunitario” y consideran que la participación de la comunidad es la clave de la creatividad artística y del derecho al acceso a la ciudad.

Más allá de esa definición que aparece en su web, son militantes sociales que se vuelcan en sus comunidades para fortalecerlas a través del arte, sobre todo de murales que siempre se elaboran en colectivo, de forma co-participativa y co-creativa.

Una de las cuatro integrantes actuales de Arto Arte, Clara, razona que “encontramos personas que no terminaron la primaria y nos mostraron sus habilidades en los talleres de arte”. Consideran el muralismo como una forma de comunicación popular y sostienen que se trabajo consiste en “acompañar los procesos populares y barriales”.

Ese acompañamiento los llevó a crear la Bienal de Arte Comunitario, cuya primera edición se realizo en 2017 y este año organizarán la cuarta en apenas dos meses bajo un lema decidido comunitariamente y muy adecuado para estos tiempos de progresismos: “Ninguna Decisión Sobre Nosotros Sin Nosotros”.

Se trata, señala Clara, de “encuentros a través de las artes para pensarnos colectivamente”. Jesús tercia diciendo que se trata de “encuentros para discutir, porque estamos viendo que lo cultural puede movilizar al barrio desde el momento que tomamos calles, parques, canchas deportivas y cualquier espacio público donde vamos forjando la gráfica popular”.

Una definición algo más formal, dice: “El trabajo del colectivo se ha enmarcado en revitalizar y reflexionar sobre los espacios comunitarios para la localidad y la ciudad a través de proyectos de investigación y creación artística, generando diálogos entorno a la importancia del espacio público, la memoria, el territorio, el patrimonio y el medio ambiente, lo que nos ha consolidado como un referente de la localidad y la ciudad en cuanto a proceso artísticos desde la artes plásticas, el arte urbano y el arte comunitario a partir de la investigación participativa artística y la creación colectiva de diversos lenguajes artísticos” (recorriendonuestrasvoces.com).

Un arte para la paz

Hace cinco años realizaron el mural más grande de Bogotá, “Conexión Arbórea”, que lo definen como “un mural en torno a la memoria y la vida”. Tiene 1.400 metros cuadrados y lo plasmaron con el apoyo de Machete Colectivo Gráfico, otro grupo de artistas comunitarios. Fue el fruto de un trabajo de investigación con la población de dos barrios de San Cristóbal, indagando sobre la memoria y el medio ambiente.

Se trata de una metáfora del modo en que las cosas encuentran su lugar y su relación con la vida. “La memoria y la vida encuentran en esas conexiones el puente de transición entre el pasado y el futuro, que se descubren en el diálogo con los más cercanos”, explican los autores.

Otro de los proyectos fue Cuadras Armónicas, que consiste en pintar fachadas de viviendas que de algún modo cuentan su historia, con el objetivo de que “al caminar pudieras detenerte frente a cualquier casa y contemplar la historia de tus vecinos, de tus abuelos, de las plantas y los animales que te rodean” (http://colectivoartoarte.blogspot.com/).

En su objetivo de embellecer los barrios y las calles de San Cristóbal, apelan a diferentes técnicas de intervención artística y de murales, como el mosaico, la pintoescultura, el stencil, el grafitti y el grabado. Lo que les interesa no es la búsqueda de la perfección artística, sino “reflexionar por medio de estos lenguajes artísticos sobre asuntos que nos tocan a todos: la memoria histórica barrial, la flora y fauna de los Cerros Orientales de Bogotá, el acceso al arte y la generación de una cultura de reconciliación y no violencia”.

En un país que lleva casi un siglo de violencias ininterrumpidas, la propuesta de Arto Arte y de otros colectivos volcados en el arte comunitario, nos dice que el impulso de una cultura de la no violencia puede ser uno de los modos del anti-capitalismo concreto, no teórico ni discursivo.


El estallido como viraje social y cultural

El video “Una plegaria por las víctimas del Estado” (https://goo.su/7M5FP) denuncia la violencia policial durante el estallido. Arto Arte incursiona en varias modalidades: murales, audiovisuales, gráfica, textos, fotos, y todo aquello que les permita conectar con la cultura popular y afianzar las redes de abajo. Este video se realizó durante la revuelta y trasmite denuncia y creación colectiva.

“Durante el estallido salieron muchos artistas a dejar impresa, en paredes y calles, su visión del conflicto y del país”, añade Jesús. Fue un desborde de creatividad y de expresión colectiva. “Abundaron los encuentros colectivos de primeras líneas, feministas, artistas y estudiantes, que tomaban las calles y pintaban en colectivo, en medio de diálogos políticos. Nadie salía a pintar solo”.

Relatan que en la realización de algunos murales se juntaban cien, doscientas o más personas, desafiando la represión policial. De ese modo surgió el colectivo Recorriendo Nuestras Voces (recorriendonuestrasvoces.com) en base a la respuesta de ocho organizaciones del distrito San Cristóbal, a las que se fueron sumando otros colectivos formados durante la revuelta.

“Lo colectivo cambia la estética”, agrega Edwin, generando un debate sobre la descolonización del arte. Luego de varios intercambios, parecen acercarse a una suerte de consenso: lo que descoloniza el arte es lo colectivo/comunitario, superando la herencia de la firma individual de la obra, de neto corte burgués y capitalista; pero no sólo, también hacerlo en el espacio público, ocupando sitios que se resignifican con murales, grafitis y sobre todo con la presencia masiva de vecinos y vecinas.

“Lo que descoloniza es la calle”, sería una buena síntesis del debate. Pero alguien agrega la influencia de lo indígena en todas las expresiones artísticas de la revuelta. Lo popular-barrial se va impregnando de las estéticas y cosmovisiones del principal actor colectivo de Colombia: los pueblos originarios, muy particularmente del mundo nasa y misak, pese a que son apenas el uno por ciento de la población.

Mural colectivo en la Unitierra de Bogotá

Luego de la revuelta, los colectivos de San Cristóbal hicieron una suerte de cartografía de todos los grupos del distrito: “Llegamos a 136 organizaciones, pero deben existir algunas más”, tercia Clara. Una cantidad enorme para una población de medio millón de personas.

Para cambiar el mundo, destacan los zapatistas, hace falta un tanto de dignidad. No se trata de herramientas ni de caminos. El mundo puede cambiarse desde cualquier lugar y con los modos más diversos. Los murales de Bogotá enseñan algo de eso: una sociedad otra está burbujeando, desde muy abajo, en el seno de este mundo decadente.

Fuente de la información e imagen:  https://desinformemonos.org
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Víctor Jara, el alma llena de banderas

Por: Oleg Yasinsky

Este 16 de septiembre de 2023 se cumplieron 50 años del asesinato del cantautor, compositor, poeta y director de teatro chileno Víctor Jara. No fue ningún «error» ni un «exceso» en medio del caos represivo después del golpe. Los que conocen el Ejército chileno entenderán que es una máquina perfecta que funciona con absoluto orden o mando vertical, sin la mínima posibilidad para realizar cualquier improvisación.

«…¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
Sin importarles nada
La sangre para ellos son medallas
La matanza es un acto de heroísmo…»,

escribía Víctor en las últimas horas de su vida desde el Estadio Chile, en el centro de Santiago, convertido por los militares en un campamento de reclusión y tortura. Él era uno de los símbolos artísticos del gobierno de la Unidad Popular, militante comunista, uno de los más talentosos directores teatrales de su generación en América Latina y el embajador cultural de Chile de Salvador Allende.

Tenía que ser uno de los primeros objetivos militares de los golpistas. Después de varios intentos de investigación de su asesinato —la más seria y efectiva fue realizada por el equipo de los periodistas del canal Chilevisión, a cargo de mi amigo Pedro Azocar—, por fin se pudo dar con los autores materiales y varios de ellos terminaron presos casi medio siglo después. Pero todavía no sabemos los nombres de los autores intelectuales ni los detalles del mecanismo de muerte que fluía en aquellos trágicos tiempos, entre Pinochet y los verdugos con uniforme en los centros de tortura y exterminio que funcionaban por todo el país.

El Ejército chileno sigue manteniendo sus macabros secretos y los asesinos siguen muriendo de viejos orgullosos de su «misión» cumplida. A cambio, la generación que en aquellos tiempos cumplía servicio militar continúa alcoholizándose y con graves trastornos sicológicos.
El asesinato de Víctor Jara, al igual que el saqueo del museo de Bagdad bajo la vigilancia de los militares norteamericanos o la destrucción de los monumentos y libros soviéticos por los nazis ucranianos, fue un operativo militar dirigido contra el corazón del enemigo: su cultura.

En 1970, después del asesinato en una manifestación del joven comunista chileno Miguel Ángel Aguilera, Víctor escribió una de sus más tremendas canciones; ‘El alma llena de banderas’ decía:

«Ahí, debajo de la tierra
No estás dormido, hermano, compañero
Tu corazón oye brotar la primavera
Que, como tú, soplando irán los vientos».

Mucho se habló de la profecía de varios de sus textos (‘Soldado, no me dispares’, etc.). No lo creo, era una lógica simplemente racional frente a la cruda realidad de una lucha a muerte, sin necesidad de adornos literarios sobre lo «místico», «los presentimientos» o los «destinos». Víctor, igual que sus compañeros del arte popular y políticamente comprometido, entendía perfectamente a qué se exponía. Fue un combatiente, no una víctima, visto desde esta perspectiva. Simplemente hasta el final cumplió con lo que cantó, igual que el presidente Allende.

Me parece muy escandaloso e increíble que lo que más impresiona a la gente sea la capacidad de los artistas o los políticos de ser consecuentes. Si lo que nos enseñaron como tan normal era cambiarse muchas veces de chaqueta cuando nos convenga, adaptar nuestros discursos «para evitar problemas», o después de escribir más de década sobre los crímenes de la dictadura en Chile, en los tiempos la Unión Soviética, después en la época de Yeltsin pedir luego entrevista a Pinochet para presentarle las disculpas públicas por criticarlo «siendo joven e influenciado por la propaganda comunista»; como lo hizo un conocido periodista ruso y luego, orgulloso, contárselo a sus lectores. Lamentablemente, no fue el único. ¿Cuántos artistas y políticos hicieron últimamente las mismas o peores cosas? En el caso de Chile al revés, muchos ex pinochetistas se arrepintieron y condenaron la dictadura porque hablar bien de Pinochet se hizo oficialmente un mal negocio. En este extraño mundo vivir y morir según lo que cantas o lo que dices parece ser lo más increíble y raro.

Hablar de Víctor Jara hoy no es solo recordar la tragedia de Chile de hace 50 años, es tocar la esencia de la gran construcción antiimperialista nacional y a la vez muy internacionalista latinoamericana del siglo pasado, una urgente búsqueda de la identidad propia y una cultura auténtica, arraigada en nuestras tierras y nuestra sangre. El arte de Víctor y el de los que como él han sido el antídoto a las modas enajenantes que nos imponen, un instrumento de profunda transformación humana:

«…Que no es guitarra de ricos
Ni cosa que se parezca
Mi canto es de los andamios
Para alcanzar las estrellas
Que el canto tiene sentido
Cuando palpita en las venas
Del que morirá cantando
Las verdades verdaderas
No las lisonjas fugaces
Ni las famas extranjeras
Si no el canto de una lonja
Hasta el fondo de la tierra…»

El mes de septiembre es primavera en Chile. Igual que las semillas de las flores del Atacama, que largos años pueden dormir bajo la arena del desierto, despertando cuando las nubes del Pacífico les traen agua, el corazón de Víctor un día escuchará brotar la primavera de Latinoamérica y del mundo. Con tantas letras, tantas notas y tantas vidas sembradas en el mapa musical del mundo, los hijos humanos del futuro descubrirán este sólido y tan necesario continente de sueños, el continente llamado Víctor Jara.

Fuente de la información e imagen: https://www.pressenza.com

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El suicidio en la edad escolar

Por: Manuel Alberto Navarro Weckmann

En la escuela, es igualmente importante que maestros y personal estén capacitados para identificar y atender estos signos.

«No siempre podemos ver el dolor que las personas sienten, porque el dolor no siempre es físico. Aprende a escuchar las palabras no dichas y a entender las miradas esquivas.» — Anónimo

En el México contemporáneo, nos enfrentamos a un desafío que trasciende las barreras de la edad, género y clase: el suicidio en niñas, niños y adolescentes. Las cifras no mienten; el alarmante aumento de jóvenes que consideran o intentan quitarse la vida es una llamada de atención urgente.

Es un error social considerar el suicidio como un tabú, un tema que se debe esconder y nunca discutir. Al contrario, el silencio solo perpetúa el estigma y la soledad que sienten aquellos que contemplan este acto. Hablar del suicidio no significa fomentar la idea, sino abrir un espacio seguro donde aquellos que lo consideran pueden sentirse escuchados y comprendidos, lo que puede, en muchos casos, ser un primer paso crucial hacia la recuperación.

Las redes sociales y la comunicación digital han cambiado la forma en que niños y adolescentes interactúan entre sí, lo que ha llevado a nuevos desafíos como el ciberacoso, que ha sido asociado con un aumento en el riesgo de pensamientos y comportamientos suicidas.

Desde el hogar, es vital que padres y tutores estén prestos a las señales de alerta. La baja autoestima, el aislamiento social, la disminución en el rendimiento académico o cualquier cambio drástico en la conducta son claras banderas rojas. No se trata de invadir su privacidad, sino de mostrar interés genuino, escuchar sin juzgar y reafirmarles constantemente que no están solos.

En la escuela, es igualmente importante que maestros y personal estén capacitados para identificar y atender estos signos. No se puede esperar que docentes sean psicólogos, pero sí se puede esperar que la autoridad capacite e informe y que se fomente un ambiente donde estudiantes sientan que pueden acudir a un adulto de confianza.

Desde las políticas públicas es necesario crear programas especializados, formar docentes, personal médico, trabajo social y oros para detectar señales de alerta, promover la salud mental, acceso a servicios de salud, campañas de sensibilización, apoyo a familias y fomento a la investigación en el tema entre otros elementos para apoyar en el tema.

Como sociedad, es imperativo reconocer y combatir las raíces del problema. Las presiones académicas, sociales, económicas y las expectativas desmedidas que se ponen sobre jóvenes son factores determinantes que contribuyen a su angustia.

Afrontar este reto nos exige a todos ser más empáticos, más observadores y dispuestos a actuar. El suicidio no es un acto de debilidad o egoísmo; es el resultado de un dolor que se siente insoportable. Y ese dolor puede aliviarse cuando nos tomamos el tiempo para entender, para escuchar, y para recordar que la conexión humana es, a menudo, el antídoto más poderoso contra la desesperación.

El tiempo de actuar es ahora. Por cada niña, niño y adolescente que se siente perdido en la oscuridad, recordémosle que hay una comunidad dispuesta a guiarles hacia la luz. Porque cada vida es valiosa, y cada sonrisa recuperada es una victoria para todos. Porque la educación, es el camino…

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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La señora democracia, ultrajada aquí, allá y más acá

Por: Aram Aharonian

Tal vez ningún término usado recurrentemente en el espacio público fue ultrajado de tal manera que no solo fue vaciado de contenido sino que perdió todo sentido para remitir a la realidad. Hoy se quiere confundir democracia con el derecho a votar, uno de los pocos derechos que les queda a los de abajo, para creer que participan en una elección, a sabiendas que su condición no cambiará radicalmente.

La voz democracia se usa indistintamente en los debates teóricos y políticos, pero premeditadamente se omite su carácter ilusorio y la falta de asideros históricos y empíricos para privilegiar, ante todo, una perspectiva de deber ser, de aspiración, que difícilmente se consuma.

En tanto ideología, la noción de democracia se emplea como un instrumento de legitimación de las estructuras de poder, dominación y riqueza. Más cuando desde 1968 el capitalismo fue cuestionado a fondo por las clases medias ante las promesas incumplidas luego de 200 años de prácticas y experiencias derivadas de su proceso civilizatorio, señala el mexicano Isaac Enríquez Pérez, en El carácter fetichista de la ideología de la democracia.

Mark Malloch-Brown, presidente de Open Society Foundations y exsecretrario adjunto de Naciones Unidas, señala que los reportes sobre la muerte de la democracia son muy exagerados, pero si no demuestra que puede dar mejores resultados concretos se arriesga a perder a los jóvenes. “Enfrentar la creciente desilusión con el gobierno democrático y algunos de sus principios fundamentales entre los más jóvenes implica restaurar la confianza en que el sistema puede generar calles más seguras, más vivienda, mejor educación y servicios de salud; alimentos y energías a precios más accesibles», afirma Malloch.

El intelectual francés Alain Touraine señala que hoy es más frecuente definir la democracia en función de aquello de lo cual libera la arbitrariedad, el culto de la personalidad o el reinado de la nomenklatura que teniendo en cuenta lo que construye o las fuerzas sociales en las que se apoya.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano sostenía que “La democracia es un lujo del norte. Al sur se le permite el espectáculo, que eso no se le niega a nadie. Y a nadie molesta mucho, al fin y al cabo, que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea. Cuando cae el telón, una vez depositados los votos en las urnas, la realidad impone la ley del más fuerte, que es la ley del dinero”.

“Así lo quiere el orden natural de las cosas. En el sur del mundo, enseña el sistema, la violencia y el hambre no pertenecen a la historia, sino a la naturaleza, y la justicia y la libertad han sido condenadas a odiarse entre sí”, añadía.

 «Con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura», señaló en su discurso de asunción en 1983, Raúl Alfonsín, el primer presidente democrático luego de la última dictadura militar argentina. La altísima desocupación, el 40 % de pobreza, la educación y la salud pública en crisis, no son imperfecciones o falta de maduración del ideal democrático. Se trata de una democracia burguesa, donde hay interés de clases en pugna, pero donde (casi) siempre pierden los de abajo.

¿La libertad de elección política, requisito indispensable de la democracia, es suficiente para considerar que ésta está consolidada? ¿La democracia se reduce entonces sólo a procedimientos? ¿Es posible definir la democracia prescindiendo de sus fines y, por ende, de las relaciones que instaura entre los individuos y las categorías sociales o limitar la democracia a la posibilidad de participar en elecciones?

El Consejo de Europa señala que hay tantos modelos diferentes de gobierno democrático que a veces es más fácil de entender la idea de democracia en términos de lo que definitivamente no es: no es la autocracia o la dictadura, donde una persona gobierna; y no es oligarquía, donde lo hace un pequeño segmento de la sociedad. Bien entendida, la democracia incluso no debe ser la “regla de la mayoría”, si eso significa que los intereses de las minorías son ignorados por completo.

Estados Unidos avanzó con el arte de convertir sus guerras de conquista en civilizadas formas de organizar el mundo y ordenarlo a su modo. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Europea lo tienen en el centro de su discurso público: democracia y derechos humanos. Todo se hace, se justifica, se impone, en nombre de ellos y de su defensa.

Pero la realidad muestra otra cara: las intervenciones humanitarias, la guerra contra “el terrorismo”, contra los gobiernos que según Estados Unidos no respetan los derechos humanos, contra los que Washington y sus repetidoras políticas y mediáticas en todo el continente llama “Estados delincuentes”.

La política del miedo y la incertidumbre se ha consolidado también como una de las consecuencias que más incidirá a largo plazo. En un estado de guerra multidimensional, el control de nuestros cuerpos y nuestras mentes se vuelve un objetivo estratégico.  El miedo se vuelve un arma poderosa de control social. Los medios de comunicación y las redes sociales, afectan la psiquis colectiva, desarticulan el tejido social y manipulan la opinión pública.

Son más de 500 intervenciones militares estadounidenses internacionales desde la fundación de Estados Unidos en 1776, con más de la mitad ocurridas entre 1950 y 2017, y un tercio del total después de 1999, reporta el Proyecto de Intervención Militar en la Universidad Tufts.

También hay una extensa lista del uso de fuerza militar estadounidense entre 1798 a 2023, según los archivos del Congreso. Es difícil calcular el número de veces en que Washington ha intervenido, tanto militarmente como de otras maneras, directas e indirectas, en América Latina con el objetivo de lograr un “cambio de régimen”.

El historiador John Coatsworth identificó por lo menos 41 casos entre 1898 y 1994,  uno cada 28 meses durante un siglo. Los ejemplos, sobre todo en América Latina, muestran de manera abrumadora que estas intervenciones de todo tipo han sido contra regímenes progresistas y ayudaron a instalar regímenes derechistas, no pocos de ellos entre los más brutales en el mundo.

Con el gobierno de Salvador Allende, Henry Kissinger dijo estar preocupado de que el éxito de la socialdemocracia en Chile fuera contagioso… Estaba preocupado por que un desarrollo económico exitoso, una economía que produce beneficios para la población general y no sólo ganancias para las empresas privadas

Así, Kissinger dejó al descubierto la historia básica de la política exterior de Estados Unidos durante décadas. Comentó Noam Chomsky en 1994. “En todas partes, lo mismo en Vietnam, Cuba, Guatemala, Grecia, Nicaragua; era la misma preocupación: la amenaza de un buen ejemplo”.

Repasando las distintas etapas de opresión, desde el colonialismo directo de las potencias europeas, al sojuzgamiento económico de la primera mitad del siglo XX, que fue respondido con los primeros movimientos populares en Latinoamérica, los  golpes militares contra los gobiernos populares y la imposición del neoliberalismo no llegaron por arte de magia: necesitó del financiamiento y dirección de EEUU.

A medida que avanzaba la resistencia popular a sus políticas, el neoliberalismo abandonó su disfraz democrático y demostró que no era otra cosa que un proyecto autoritario que pretendía esconderse tras el disfraz de la racionalidad y anonimato del mercado. Y tuvo dos etapas. Una, la anterior al 11 de septiembre del 2001, cuando el discurso y la práctica estaban orientados a la militarización de la política y a la criminalización de la protesta social.

La etapa posterior la marcó el traumático del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono y dio comienzo a un nueva doctrina estratégica estadounidense, en septiembre de 2002, poniendo en marcha el principio de la “guerra preventiva” luego de las palabras del presidente George W. Bush Jr.: “ésta es una guerra entre el bien y el mal, y Dios no es neutral”.

Y la rueda da otra vuelta: luego de haberse impuesto el neoliberalismo en toda la región comienzan a surgir nuevos movimiento populares y nacionales con otros nombres y protagonistas. Además de los golpes consumados, ha habido una desestabilización de signo claramente golpista contra otros gobernantes progresistas, como Rafael Correa en Ecuador y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, que sufren una implacable persecución política operada por instancias judiciales.

Luis Arce, quien restauró la democracia en Bolivia tras el gobierno de facto de Jeanine Áñez, tuvo que luchar contra la sedición de sectores ultraderechistas que aúnan el racismo y el separatismo a la defensa violenta de sus intereses de clase.

El presidente colombiano Gustavo Petro enfrenta un despiadado operativo de lawfare (uso de maquinaciones judiciales y legislativas para deponer a mandatarios incómodos a los intereses de las oligarquías y de las trasnacionales estadounidenses y europeas), así como amenazas directas de altos militares en retiro e intentos de atentar contra su vida.

En Guatemala, el presidente electo Bernardo Arévalo denunció que su país vive un golpe de Estado que se está llevando a cabo paso a paso, mediante acciones espurias, ilegítimas e ilegales en distintas instancias, cuyo objetivo es impedir la toma de posesión de las autoridades electas -Presidente, Vicepresidenta y diputados y diputadas” del Movimiento Semilla al Congreso.

Aunque México parece ajeno a estas asechanzas, la realidad es que en apenas cuatro meses se han producido dos conatos de golpe de Estado, ambos desactivados rápidamente por sus propios promotores al darse cuenta de que contaban con nulas posibilidades de éxito debido al abrumador respaldo social del que goza el gobierno federal.

En mayo, la fracción del ultraconservador Partido Acción Nacional (PAN) en el Senado solicitó a la Suprema Corte que destituyera al presidente Andrés Manuel López Obrador, y el 23 de agosto, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Luis María Aguilar Morales, presentó a sus pares un proyecto que proponía lo mismo.

Con las armas y/o las togas

Los mismos que antes financiaban los golpes de Estado, ahora financian los golpes judiciales para imponer las políticas neoliberales en América latina. Ya no hacen falta golpes militares, ahora hay que conseguir jueces educados en comisiones y foros», señaló la expresidente argentina Cristina Fernández de Kirchner, víctima reciente del lawfare y de un intento frustrado de magnicidio.

Los jueces juzgan no de acuerdo a los derechos y los códigos, sino de acuerdo a los intereses que, siempre, están en contra de las mayorías populares.

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador reconoció los avances que se han dado para la consolidación de la democracia en América Latina, pero advirtió que persisten riesgos de retorno del fascismo, intervenciones militares y de que los gobernantes elegidos por el pueblo sean depuestos por grupos oligárquicos.

Señaló que en la actualidad estas operaciones cobran la forma de golpes de Estado “técnicos o mediáticos”, en los que los medios de comunicación corporativos manipulan la información a fin de mantener el régimen de saqueo que los ha enriquecido. Basta con echar una mirada rápida a los acontecimientos del pasado reciente para constatar que éste es un peligro real y acechante.

Desde 2002, distintas configuraciones que reúnen a las fuerzas armadas, los parlamentos, los poderes judiciales, las cúpulas empresariales y los medios de comunicación han derrocado a Hugo Chávez (Venezuela; volvió al poder en 48 horas gracias a la movilización popular y la lealtad de algunos integrantes del Ejército), Manuel Zelaya (Honduras, 2009), Fernando Lugo (Paraguay, 2012), Dilma Rousseff (Brasil, 2016), Evo Morales (Bolivia, 2019) y Pedro Castillo (Perú, 2022).

Cuando el Estado reduce su presencia en educación, salud y la explotación que impacta en el cambio climático, nos queda un vacío, que es ocupado por el narcotráfico:  son los que construyen las escuelas -para controlar socialmente a la población- esas que el Estado no construye por tener que aplicar las políticas de ajuste de los organismos multilaterales.

Un artículo publicado en Rusia por Pyotr Romanov, muy cercano a la política internacional del gobierno de su país,  expresa en forma de pregunta un deseo oficial: «¿Se separa Sudamérica de Norteamérica?». Para explicar la «nueva independencia» de Sudamérica con respecto a EEUU, el autor menciona los triunfos electorales que han obtenido las centroizquierdas en diferentes países del continente.

Los que impulsan en toda América Latina el achique del Estado y las políticas de ajuste son los mismos que después hablan de combatir a los narcos, como si esa guerra se pudiera hacer con represión desde un Ministerio de Seguridad o con la milicia, y no desde el acceso al trabajo, a la salud, a la educación, al progreso.

La realidad de las últimas décadas muestra que algunos gobiernos, al carecer de recursos y renunciar a la facultad regulatoria que deben tener para preservar la calidad de vida de sus ciudadanos, terminan autorizando cualquier cosa a fin de conseguir ingresos. Y, cuando alguien llega a invertir exige sus condiciones; cuanto menos se invierte en seguridad ambiental, más rentabilidad tiene cualquier emprendimiento. La falta de regulación y presencia del Estado para controlar cómo se hace la explotación en materia de minería y petrolera, significa perder soberanía y entregar a las trasnacionales y la banca de inversión los grandes yacimientos minerales de la región.

No cabe dudas: la desaparición o reducción del Estado, lejos de traer seguridad y bienestar, trae otras cosas.

Aram Aharonian: Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Fuente: https://estrategia.la/2023/09/14/la-senora-democracia-ultrajada-aqui-alla-y-mas-aca/

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México: Con desigualdades sociales persisten desigualdades educativas: Sylvia Schmelkes

Con desigualdades sociales persisten desigualdades educativas: Sylvia Schmelkes

 

 

En el marco del X Congreso Iberoamericano de Pedagogía realizado en la Universidad Iberoamericana, la investigadora Sylvia Schmelkes, perteneciente al Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE), pronunció una conferencia magistral titulada “En busca de la equidad educativa”. Durante su exposición, abordó con profundidad la problemática de la inequidad en la educación y presentó reflexiones contundentes sobre los desafíos y oportunidades para lograr una educación más equitativa en México.

Schmelkes destacó la inequidad en la distribución de la educación, subrayando que esta realidad no ha mostrado mejoras sustanciales a lo largo del tiempo. Además, enfatizó que en América Latina, el cierre de brechas educativas se ha estancado, perpetuando situaciones de desigualdad en la región.

La investigadora planteó de manera directa que la educación actual es inequitativa en múltiples aspectos, desde el acceso hasta los procesos educativos, la permanencia y los aprendizajes. Argumentó que, en muchos casos, el sistema privilegia a los estudiantes que ya son privilegiados, mientras que los que más necesitan apoyo reciben menos.

La Dra. Schmelkes señaló que las situaciones de desastres naturales, pandemias y conflictos afectan de manera desproporcionada a aquellos que se encuentran en condiciones más precarias, exacerbando aún más las inequidades preexistentes en la educación.

La conferencista explicó por qué se busca la equidad educativa, haciendo hincapié en que a través de una educación inclusiva se contribuye directamente a la justicia social. Sin embargo, también destacó los desafíos en este camino. Utilizó la metáfora del “Efecto Mateo” para describir cómo las ventajas acumuladas tienden a perpetuar la desigualdad en el sistema educativo.

Explicó que el “Efecto Mateo” señala que “a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará, está presente en la educación como la distribución de turnos escolares, exámenes de colocación, infraestructura escolar y exámenes de ingreso. Además, exploró varias explicaciones adicionales para la dificultad de lograr la equidad educativa, como la capacidad de exigir, el desconocimiento de los derechos humanos, la preocupación por los promedios y la igualdad de oportunidades mal entendida.

La conferencia culminó con una llamada a la acción y un llamado a la reflexión profunda. La Dra. Schmelkes destacó la importancia de revertir la visión de déficit en la educación, alentar la valoración de la diversidad, cambiar el esquema de financiamiento, favorecer la profesionalización docente y fortalecer la gestión escolar. También resaltó la necesidad de una política educativa centrada en la equidad de aprendizajes de calidad, sin olvidar la cobertura y la permanencia.

En última instancia, la Dra. Sylvia Schmelkes subrayó que si bien el conocimiento sobre la inequidad en la educación es ampliamente reconocido, el desafío radica en implementar soluciones articuladas y de largo plazo que aborden esta problemática desde su raíz. Su discurso instó a los pedagogos, educadores e investigadores educativos a trabajar en conjunto para transformar la educación en una herramienta efectiva para construir un futuro más equitativo y justo.

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/con-desigualdades-sociales-persisten-desigualdades-educativas-sylvia-schmelkes/

 

 

 

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Internacional: ¿Cómo se originó la Cultura del Consumo?

¿Cómo se originó la Cultura del Consumo?

Casi todo lo que compramos NO es esencial para nuestra supervivencia, ni siquiera incluso para las comodidades humanas básicas, sino que está basado en el impulso, la novedad, un momentáneo deseo. Y hay un precio oculto del consumo que nosotros, la naturaleza y las futuras generaciones tendremos que pagar por todo ello.

La mayoría de las personas con quienes hablo hoy día saben que la humanidad está haciendo un daño terrible sobre los sistemas de soporte vital de nuestro planeta, que nos proporcionan aire y agua limpios, suelo y biodiversidad.
Pero al mismo tiempo se sienten tan insignificantes entre 6,2 billones de personas que cualquier cosa que puedan hacer para aligerar nuestro impacto sobre la naturaleza parece trivial.
A menudo me preguntan: ¿qué puedo hacer yo?
Bueno, ¿qué tal si nos fijamos en nuestros hábitos de consumo?
Hace no mucho tiempo, la frugalidad y sencillez se consideraban virtudes. Pero ahora dos terceras partes de nuestra economía están basados en el consumo. A ésto no se ha llegado por casualidad.

Un hecho histórico

El mercado de valores se hundió en 1929 desencadenando la Gran Depresión que sumió al mundo en terribles penurias.
La dos terceras partes de nuestra economía están basados en el consumo. La enorme base de recursos de América, su productividad, energía y tecnología se pusieron al servicio de la guerra y pronto su economía iba sobre ruedas. Con la victoria inminente, el consejo de asesores económicos del presidente se vio obligado a buscar la manera de transformar una economía de guerra, para la paz.

Poco después del fin de la guerra, el analista de mercado Víctor Lebow expresaba una posible solución: “Nuestra economía, enormemente productiva, exige que hagamos del consumo nuestro estilo de vida, que convirtamos el comprar y utilizar bienes, en auténticos rituales, que busquemos nuestra satisfacción espiritual, la satisfacción del ego, en el consumir… necesitamos que se consuman cosas, se quemen, se sustituyan, y se tiren, todo ello a un ritmo cada vez más rápido”.

El consejo de asesores económicos del presidente Eisenhower declaró: “el propósito último de la la economía americana debe ser el producir más bienes de consumo.” No una mejor atención sanitaria, educación, vivienda, transporte, ocio, o menos pobreza y hambre, sino abastecer de más y más cosas a los consumidores.
Cuando las cosas se diseñan para que estén bien hechas, y sean duraderas, llega un momento en que los mercados se saturan. Para lograr un mercado sin fin se introduce la obsolescencia rápida (pensemos en coches, ropa, ordenadores…) Y con lo desechable, cuando un artículo se usa una vez y se tira, el mercado nunca alcanzará la saturación.

Pero los productos de consumo no se crean de la nada

Los productos que consumimos proceden del material de La Tierra, y cuando ya no sirven serán devueltos a ella como basura y residuos tóxicos. Hace falta además energía para extraer la materia prima, procesar, fabricar y transportar esos productos; mientras el aire, el agua y el suelo se contaminan en muchos puntos del ciclo vital de un producto. En otras palabras, lo que consumimos tiene efectos directos sobre la naturaleza.

Y además hay costos sociales y espirituales. Allen Kanner y Mary Gomes escriben en “The All-Consuming Self”: “La compra de un producto nuevo, especialmente uno de los caros como un coche o un ordenador, típicamente produce un inmediato estallido de placer y plenitud, y generalmente proporciona estatus y reconocimiento al comprador. Pero, a medida que la sensación de novedad se desvanece, el vacío amenaza de nuevo con volver. La solución habitual para el consumidor suele ser centrar su ilusión en la próxima y prometedora compra.”

Al final, es algo que va más allá del placer o el estatus: comprar cosas se convierte en una exigencia imposible de saciar. Paul Wachtel escribe en “La pobreza de la Riqueza”: “Tener más cosas y más nuevas cada año se ha convertido no ya en algo que queremos, sino algo que necesitamos. La idea de una mayor y siempre creciente abundancia se ha convertido en el centro de nuestra identidad y seguridad, y quedamos atrapados como el adicto lo está por su droga.

Consumo innecesario

Casi todo lo que compramos no es esencial para nuestra supervivencia, ni siquiera incluso para las comodidades humanas básicas, sino que está basado en el impulso, la novedad, un momentáneo deseo. Y hay un precio oculto que nosotros, la naturaleza y las futuras generaciones tendremos que pagar por todo ello.

Cuando el consumo se convierte en la razón misma para la existencia de las economías, nunca nos preguntamos “¿Cuánto es suficiente?”, “¿Para qué necesitamos todas éstas cosas?”, o “¿Somos un poco más felices?”

Nuestras decisiones personales como consumidores tienen repercusiones ecológicas, sociales y espirituales. Es hora de re-examinar algunas de las ideas más profundas que subyacen detrás de nuestros estilos de vida.

* Autor: David Suzuki
Título original: “Consumer culture is no accident”

Traducción de: Ramón Santos www.ramonsantos.com

 

Fuente de la Información: https://www.ecoportal.net/temas-especiales/basura-residuos/de_donde_viene_la_cultura_del_consumo/

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