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Cómo El COVID-19 Está transformando Los Rankings Universitarios

Por: Paola Villafuerte

El Times Higher Education lanza el más reciente ranking mundial y el efecto de la pandemia se vuelve visible en la disposición de lugares.

El 2020 ha sido definitivamente uno de los periodos más desafiantes que la educación superior ha tenido que sobrellevar. La pandemia por coronavirus (COVID-19) ha mostrado la manera en la que las universidades alrededor del mundo han sido pieza crucial para el desarrollo de departamentos de investigación, salud pública y conocimiento científico en sus países originarios. Entre escenarios complicados, existe una preocupación por el futuro financiero de estas mismas instituciones que durante este período, han contribuido considerablemente.

Estos efectos producidos por la pandemia, se vuelven visibles en la disposición de lugares de la última publicación del World University Rankings publicado por el Times Higher Education (THE). Esta clasificación, llevada a cabo desde el 2001, se rige bajo 13 indicadores agrupados en las siguientes cinco áreas: docencia (30 %), investigación (30 %), citas o influencia de investigación (30 %), visión internacional (7,5 %), e ingresos de la industria (2,5 %).

La edición del 2021, incluye más de 1500 universidades provenientes de 93 países, de los cuales, 27 de ellos tienen al menos una universidad entre las 200 mejores. El top 10 no nos toma por sorpresa, la Universidad de Oxford (Reino Unido) por quinto año consecutivo se lleva el primer lugar, seguido de Stanford (Estados Unidos) y Harvard (Estados Unidos), quienes escalaron varios lugares de la edición del 2020.

Top 10 THE World University Rankings

  1. Universidad de Oxford (Reino Unido)

  2. Universidad de Stanford (EE. UU.)

  3. Universidad de Harvard (EE. UU.)

  4. Instituto Tecnológico de California (EE. UU.)

  5. Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE. UU.)

  6. Universidad de Cambridge (Reino Unido)

  7. Universidad de California, Berkeley (Estados Unidos)

  8. Universidad de Yale (EE. UU.)

  9. Universidad de Princeton (Estados Unidos)

  10. La Universidad de Chicago (EE. UU.)

Entre los mejores países representados en las tablas, están Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Australia, Países Bajos, China y Japón. Estos dos últimos han ascendido ampliamente en distintas clasificaciones universitarias, como el QS Ranking y el Shanghai Ranking. Especialmente, China avanza aceleradamente tras los expertos prevén un crecimiento en el país catalizado por la pandemia.

China se abre paso en las clasificaciones mundiales

Según el reporte de resultados de THE, en el último año el país asiático ha duplicado el número de instituciones dentro del top 100, de tres a seis, y la mayoría de sus mejores 20 universidades ha mantenido o mejorado su desempeño.

Wei Zhang, profesora en la Universidad de Leicester, mencionó para Times Higher Education, que el hecho de que la pandemia estuviera teniendo un mayor impacto en Estados Unidos, podría acelerar el progreso de China para ponerse al día con la investigación del país. «La pandemia puede brindar a las universidades chinas la oportunidad de cerrar la brecha con las instituciones estadounidenses».

China en los rankings mundiales

  1. Universidad de Tsinghua (# 20 en la clasificación mundial)

  2. Universidad de Pekín (# 23 en la clasificación mundial)

  3. Universidad Fudan (# 70 en la clasificación mundial)

  4. Universidad de Ciencia y Tecnología de China (# 87 en la clasificación mundial)

  5. Universidad de Zhejiang (# 94 en la clasificación mundial)

  6. Universidad Jiao Tong de Shanghai (# 100 en la clasificación mundial)

Se anticipa que el país asiático se convertirá en hogar para universidades con mucho potencial de contribución en materia de investigación. Sin embargo, tanto la pandemia como la tensión geopolítica podrían obstaculizar su progreso.

La educación superior de Estados Unidos, por otro lado, se encuentra en una situación no tan prometedora. Aunque el país sigue dominando las tablas, la mitad de sus 20 principales instituciones han descendido en clasificaciones. Zhang afirma que la crisis del coronavirus deja al sector de la educación superior de EE. UU. en una “posición financiera crítica” con consecuencias como “la reducción de los ingresos y gastos universitarios y el despido de personal docente e investigador temporal, lo que afecta la productividad de la investigación y la reputación institucional, que son fundamentales para los rankings universitarios mundiales».

Esta comparación toma relevancia al analizar las expectativas de los líderes educativos en ambos países. La encuesta Leader Survey, encontró que el 87 % de las autoridades educativas participantes de Norte América espera quiebras financieras en universidades, a comparación del 17 % de los encuestados pertenecientes al este de Asia.

«La pandemia puede brindar a las universidades chinas la oportunidad de cerrar la brecha con las instituciones estadounidenses».

Igualmente, el reporte del THE World University Rankings, apunta que el país asiático está eliminando disparidades entre estos dos países en materia de investigación. Por primera vez este año, la calidad de exploración científica perteneciente a universidades de rango medio, están comenzando a nivelarse. Esto se replica en el ingreso por investigaciones, donde China supera a Estados Unidos en esta última edición.

“A largo plazo, el ascenso de China podría representar una amenaza para el dominio de las universidades estadounidenses en las clasificaciones”, menciona Marijk van der Wende, profesora en la Universidad de Utrecht.

Academia Latinoamericana

Las consecuencias que supone este periodo no se replican de la misma manera en la Academia Latinoamericana. Ellie Bothwell, escribe que la pandemia ha forzado una reevaluación de la educación superior, especialmente en esta región. “Las universidades brasileñas se han visto afectadas por grandes recortes de fondos desde 2019 y enfrentan restricciones en la cantidad de investigadores que pueden viajar a conferencias internacionales. En Chile, ha habido protestas por el alto costo de la educación superior. Y en Venezuela ha habido una gran caída en la cantidad de investigación producida por académicos”.

“El papel que las universidades ejerzan en la investigación científica y calidad docente representará una pieza importante de su perfil en el futuro”.

En el ranking, la representación de las universidades latinoamericanas decae en algunos sectores y se refuerza en otros. Un total de 18 instituciones, la mayoría pertenecientes a Brasil, se encontraron entre los 800 primeros lugares. Además del último mencionado, los países mejor representados en las tablas son Chile, México, Colombia, Costa Rica y Perú.

En la clasificación de universidades latinoamericanas, THE Latin American University Rankings, publicada en Julio, Jamaica se posiciona por primera vez en el top 20 y la Pontificia Universidad Católica de Chile encabeza la lista. Uruguay es el único nuevo país que ingresa al ranking y en México, el Tecnológico de Monterrey escala y se encuentra en el cuarto lugar.

Top 10 universidades latinoamericanas 2020

  1. Pontificia Universidad Católica de Chile (Chile)

  2.  Universidad de São Paulo (Brasil)

  3. Universidad de Campinas (Brasil)

  4. Tecnológico de Monterrey (México)

  5. Universidad Federal de Minas Gerais (Brasil)

  6. Universidad Federal de São Paulo (UNIFESP) (Brasil)

  7. Pontificia Universidad Católica de Rio de Janeiro (PUC-Rio) (Brasil)

  8. Universidad de Chile (Chile)

  9. Universidad Federal de Santa Catarina (Brasil)

  10. Universidad Estatal de São Paulo (UNESP) (Brasil)

Pero muchas otras instituciones se encuentran en declive en las posiciones por bajas puntuaciones en docencia. Por otro lado, el QS califica a la Universidad Autónoma de México y al Tec de Monterrey entre las mejores cinco universidades de Latinoamérica y las dos mejores en el país.

Universidades Españolas

En esta clasificación del de España destacan respectivamente, la Universidad Pompeu Fabra (#152), la Universitat Autònoma de Barcelona (#182), y la Universidad de Barcelona (#198).

Cabe destacar que  la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), fundada en 1994, es la única universidad en línea española que se encuentra en la tabla entre las posiciones 601-800. Esta institución, con sede en Barcelona, ofrece más de 27 licenciaturas y 44 maestrías ofrecidas y cuenta con cerca de 50,000 alumnos inscritos. Esta universidad online comparte posición con la Open University del Reino Unido, también líder en e-learning.

Secuelas de la pandemia

Los efectos del coronavirus son visibles en medidores específicos de las tablas, como la investigación científica y calidad docente. El cambio imprevisto de la educación superior a modalidad online ha surgido, en algunos escenarios, como potencializador de las interacciones internacionales entre universidades y un aumento de investigaciones científicas sin precedente alguno.

Sin duda, el papel que las universidades ejerzan especialmente en estos dos rubros representará una pieza importante de su perfil en el futuro. Louise Richardson, vicerrectora de la Universidad de Oxford, explica para THE, que su perfil de investigación “nunca ha sido más alto que en la actualidad”, aspecto que ha destacado exitosamente a la institución en las clasificaciones.

Sin embargo, la cantidad tan creciente de investigaciones científicas durante este periodo ha generado ciertas sospechas en áreas educativas. Un artículo de Nature, plantea que la rapidez y tasa de publicaciones de investigaciones sobre el coronavirus, representa un riesgo para la calidad y transparencia de la información. Muchas revistas científicas se vieron en la necesidad de trabajar con colaboradores antes desconocidos, produciendo artículos bajo límites de entrega sumamente estrechos. Esto termina por hacer de las publicaciones científicas durante la pandemia, un reto añadido a la crisis del COVID-19.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/rankings-universitarios-pospandemia

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La escuela sin paredes

Por: Manuel Gil Antón

 

El aula tradicional perdió los tabiques o el adobe que impiden asomarnos. Amaneció traslúcida. ¿Vemos lo que pasa adentro, el misterio se revela?

 

¿Quién lo iba a decir? En estos días, sin poder ir a las escuelas, nos ha sido dado entrar a conocerlas. Hoy, cuando están cerradas, vaya paradoja, han quedado abiertas a la mirada de millones. Ingresamos al sitio secreto, ese espacio que al cerrar la puerta es caja negra, territorio incógnito, lugar sin ventanas donde rige, manda y ordena una persona. Ella, en el rol que ocupa la silla del saber, dice lo que hay que hacer y dicta el deber. El aula tradicional perdió los tabiques o el adobe que impiden asomarnos. Amaneció traslúcida. ¿Vemos lo que pasa adentro, el misterio se revela?

Ocurre sin querer. Los actores principales de conducir el proceso escolar están a la vista. A través de su voz, movimientos y acciones paridas por instrucciones superiores, muestran, a las claras, lo que la autoridad educativa concibe como lo que ha de ser una clase: pantomima.

El programa Aprende en Casa II, al no poder (ni tratar de evitar) la estructura de “la clase”, sino recargarse en ella (enseñar un tema específico de equis materia, de tal hora a tal hora para cada uno de los grados en todo el país) hace visible lo que, se supone, acontece por parte de quienes somos maestras o maestros todos los días en millones de espacios escolares. Según ellos, los meros jefes, nos retrata de cuerpo entero.

Desde este punto de vista, no son vehículo de información que llega, sino espejo en que nos reflejan, como creen que somos y hemos de ser, los que mandan. Es representación de lo cotidiano que imaginan para las y los niños, con el único cambio que no se puede preguntarle a la tele ni tiene botón de pausa: ¿no entendiste? ¿No te dio tiempo de hallar en tu casa una caja de cartón? ¿Buscaste una goma de borrar y al regresar ya estaban en otro tema? Lástima.

Estos días, enciendo el espejo (perdón, la tele) y veo, filmado, lo que “ocurre” cada día en miles de salones de los primeros grados de primaria, según los expertos hacedores de la farsa: una señora, o dos; a veces un señor y una señora hacen las veces de maestros. Saludan con afecto afectado por lo cursi a las niñas y los niños que suponen están atentos a sus palabras y gestos más allá de las cámaras. Siempre me ha dado coraje que a las criaturas pequeñas les hablen como si fuesen tontos, con un tonito que, en sí mismo, los coloca en la galería de los infelices inferiores infantes carentes de voz. Me imagino a la niña pensado: ¿por qué me hablará como tarada la maestra de la tele de tercero? Chorrean miel y falso aprecio: les abunda la soberbia, la superioridad del adulto que condesciende a hablar con animalitos del señor.

Lo peor es cuando se hacen los graciosos: aprendices malos de payasos de fiesta infantil, creen que impostar la voz y dar saltitos de alegría mientras dicen que aprendieron mucho es educativo. No se dan cuenta que es ridículo, sí, penoso a secas. Hablar claro no es lo mismo que fingir que la comunicación tiene que ser lenta y la voz lo más aguda posible, so pena que no me entiendan quienes ignoran todo.

“Pongan atención. Hay dos características de los sonidos: tono y duración. TO-NO. Hay dos tipos de tono: GRA-VE y A-GU-DO”, escribe el maestro en el pizarrón, aunque la lección sea para quienes no saben aún leer. Y el del suéter verde brinca de emoción más falsa que un sábado que se cree martes. “¡YU-PI! Ya aprendí”.

Circo pedagógico, espejo de la idea dominante de enseñanza, forma segura de no aprender. Espejo de la idea educativa de los que no han pisado un salón. O, ¿así es? Sería terrible.

Fuente e imagen: https://proyectoambulante.net/?p=3539

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Nos están matando

Por: Raúl Zibechi

El grito resuena en todo el continente. Se mezcla con el torrente de los ríos, vuela encima de las cordilleras, se interna en los vericuetos de las metrópolis y sigue andando más allá de los poblados. “Nos están matando”, se escucha una y otra vez en la inmensa geografía que va de las calles resistentes de Portland a la villas de Buenos Aires, de las ardientes de Bogotá a las favelas de Rio de Janeiro, pasando por las comunidades de Tila (Chiapas) y del Cauca colombiano. “Nos están matando”.

El brutal asesinato de un abogado en Bogotá, por el delito de violar la cuarentena para comprar alcohol, disparó la rabia contenida de las 55 masacres durante lo que va de 2020, sumadas a la desesperación de semanas de cuarentena, desocupación y hambre. En apenas tres días de revuelta, hubo 11 muertos reconocidos, 72 con heridas de bala y un reguero de balazos disparados por uniformados impunes para contener lo inevitable.

La rabia de jóvenes y jóvenas se llevó alrededor de 70 Comandos de Acción Inmediata (CAI) de la Policía, 47 de ellos quemados y el resto destruidos. No es justicia, que no la habrá, sino rabia, bronca, enojo multiplicado por millones. No la habrá porque los crímenes de los policías pasan a la justicia militar, como sucedió con Dilan Cruz, asesinado en una manifestación pacífica de estudiantes en noviembre pasado.

Qué decir del Cauca, donde este año hubo ya cinco masacres y los paramilitares operan a sus anchas. El 11 de setiembre, Oliverio Conejo Sánchez, coordinador del Programa de Salud del Cabildo Indígena de Totoró, y su hija Emily de 22 años, fueron interceptados en la carretera y asesinados por pertenecer al Consejo Regional Indígena del Cauca, que enarbola el lema “Cuenten con nosotros para la Paz, nunca para la guerra” (https://bit.ly/3kdRI58).

En Chile el Ministerio del Interior informó que entre el 18 de marzo y el 7 de julio Carabineros y la Policía de Investigaciones detuvieron a 51.439 personas, a lo que debe sumarse las detenciones por toque de queda que son otras 43.157. Es casi el doble de todas las detenciones practicadas durante el periodo anterior, comprendido entre el 18 de octubre y el 18 de marzo, que afectaron a 27.432 personas y 2.431 por toque de queda, en plena revuelta con millones de personas en las calles.

Esto indica que aprovechan la pandemia para descerrajar una represión feroz sobre los sectores populares que resisten el modelo neoliberal. La “nueva normalidad” es más represión y violencia que, según los datos de la propia Fiscalía, se verifican mayoritariamente en las zona sur de Santiago, foco de concentración de pobreza, y en la zona centro, escenario de las movilizaciones.

En Argentina la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) viene denunciando una escalada represiva que se ha cobrado alrededor de cien víctimas durante la pandemia, bajo las modalidades de “gatillo fácil”, muertes bajo custodia policial y otras modalidades. Son 6.000 asesinados en “democracia”.

Luego de la asonada policial del 9 de setiembre, cuando los uniformados se manifestaron armas en mano frente a la quinta presidencial y la vivienda del gobernador de Buenos Aires, en una supuesta demanda de aumentos salariales que fue atendida por el gobierno de Alberto Fernández, la represión siguió creciendo en los barrios populares.

El relato de Miguela, pobladora de la villa Ciudad Oculta, que la Policía le mató a su hijo Damián en diciembre de 2019, lo dice todo: “La cosa está muy picante en el barrio, no dejan a la gente ni ir a comprar. El otro día agarraron a unos niños que iban al kiosko, los pararon, los tocaron por todo el cuerpo y les pusieron el arma en la cabeza. Uno de los chicos tenía tres años” (https://bit.ly/35yTr0N).

Un artículo aparecido esta semana en Le Monde Dilomatique, sobre la asonada policial, revela para qué está la policía: “De los 90.000 policías, alrededor de un 75% son suboficiales. Muchos de estos subordinados entienden que el trabajo de sus jefes es “recaudar”; así lo dicen: “un comisario es un recaudador” (https://bit.ly/3ivjSbg). Dicen que la violencia policial se incrementó porque ya no cuentan con los ingresos de la “caja negra”, porque sus negocios los frenó la pandemia. Bronca policial que pagan los pobres.

En Tila el Congreso Nacional Indígena-Concejo Indígena de Gobierno denuncian el asesinato de un compañero, “cuando el grupo paramilitar Paz y Justicia junto con personas allegadas al Ayuntamiento municipal, atacaron con armas de grueso calibre a la población de Tila que, por acuerdo de la asamblea general, se dirigía a liberar los bloqueos que estos grupos habían instalado en los accesos a la cabecera del ejido para cercar a nuestro pueblo” (https://bit.ly/2ZDRxIC).

Como señala el periodista Hermann Bellinghausen: “Pueden cambiar los gobiernos, pero la guerra de contrainsurgencia en Chiapas contra los pueblos no termina, y a juzgar por los acontecimientos de los últimos meses en las montañas de los territorios mayas, en 2020 empeoró a una escala hace años no vista” (https://bit.ly/33sAVEM).

Mientras con una mano envían paramilitares contra los pueblos, con la otra, la Cuarta Transformación amenaza centros de derechos humanos, medios de comunicación y organismos civiles que se oponen al Tren Maya y a otros mega proyectos. Sus nombres quedarán grabados a fuego en la memoria popular, al igual que los asesinos de Emiliano Zapata. Los gobiernos duran menos, mucho menos que la memoria de abajo.

“Nos están matando”. Un genocidio recorre todos los rincones de nuestra América. Los pueblos resisten, resistimos. Como sucede en Bogotá, donde el CAI del barrio Suba-La Gaitana fue incendiado y sobre sus ruinas los vecinos crearon una biblioteca popular que bautizaron como “Nuevo Centro Cultural Julieth Ramírez”, el nombre de una joven de 18 años asesinada con disparos de arma de fuego el 9 de septiembre. Luego la policía tapó el rostro de la joven, empezando por sus ojos, todo un símbolo. Más tarde, los vecinos retornaron al lugar y reconstruyeron los daños (https://bit.ly/3hqWquF).

Fuente: https://desinformemonos.org/nos-estan-matando-2/

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Feminismos.

Por: Ernesto Kavi

 

El combate de las mujeres por un mundo diferente ha estado siempre presente en la imaginación. Pero como una advertencia o una fabulación, a veces terrorífica, de lo que podría ocurrir si las mujeres tuviesen poder o se rebelaran. Basta pensar en el mito de las Amazonas, mujeres guerreras que asesinaban a los niños, o les sacaban los ojos y los volvían inválidos para hacerlos sus esclavos. Mucho más tardío, Aristófanes imagina en Lisístrata una huelga sexual para alertar a los hombres del peligro de la guerra y llamarlos a la paz. O, en La asamblea de las mujeres, imagina un gobierno formado sólo por mujeres, un gobierno comunista, en el que todo le pertenece a todos. No debemos olvidar que son comedias, y que Aristófanes las escribió precisamente para hacer reír, pues un mundo donde la mujer tuviese poder sobre la vida pública, sobre la guerra o la paz, era inimaginable.

Hoy, ese mundo que para los antiguos era risible e imposible de acontecer, se ha vuelto necesario. Se ha vuelto necesario simplemente para que podamos seguir llamándonos «seres humanos». Después de la Shoah, comprendimos que la «humanidad» no era un rasgo inherente a nosotros, algo que nos era dado al nacer, sino que era un trabajo diario, una calidad por alcanzar, y que debíamos esforzarnos cada hora en ello, en ser humanos, o nuestra animalidad se volvería de nuevo patente.

Mientras el cuerpo de la mujer siga siendo violentado, no podremos llamarnos «humanos». El cumplimiento pleno de nuestra existencia necesita de la mujer. Sin ella, toda la memoria humana, todas nuestras civilizaciones, todo el arte y toda la ciencia, todo aquello que hemos construido durante siglos, se derrumbará y perderá todo sentido. Seremos sólo simios reclamando cráneos, y sangre, y poder.

Una de las primeras causas de muerte (y en ciertos países es la primera) entre mujeres de catorce y cuarenta y cinco años es la llamada «violencia de género», eufemismo para hablar del asesinato de mujeres por el sólo hecho de serlo. Los feminismos son diversos, y cada uno es necesario en el contexto en el que surge. Pero todos, como principio, combaten por el fin de esa violencia. Otros combaten el poder, o el capitalismo, o la discriminación por pertenecer a una cultura o por tener un determinado color de piel. El feminismo es el combate de todos los que son o han sido oprimidos.

Para conocer mejor lo que hay en juego bajo el nombre de «feminismo», y nos ayuden a reflexionar entorno a esa lucha, hemos convocado en este número a profesoras, escritoras, sociólogas, periodistas y activistas, todas implicadas en el combate por un mundo, no feminista, sino simplemente más justo, donde no haya exclusión, ni opresión social ni económica. Un mundo donde, por fin, podamos llamarnos a nosotros mismos, sin vergüenza, sin cinismo, «seres humanos».

Chiara Bottici, profesora en la New School of Social Research, escribe sobre el anarcafeminismo, un término que ella acuña y que representa, quizá, el movimiento actual más radical en la teoría feminista; Anita Botwin, periodista y escritora, critica el feminismo de las élites, que sólo buscan «empoderar » a las mujeres para que ocupen los mismos puestos que los hombres, pero sin cuestionar la estructura social que las oprime; Fàtima Aatar, socióloga, quien nos habla, en un artículo muy polémico, sobre el feminismo como una de las herramientas ideológicas de Europa, una herramienta racista, para oprimir a las mujeres y a los hombres musulmanes; Elsa Dorlin, filósofa, escribe un manifiesto sobre la autodefensa femenina y el cuidado de sí; y, finalmente, Angela Davis, filósofa y célebre activista estadounidense, nos entrega el discurso que leyó en la marcha de las mujeres contra Trump, realizada en Washington en enero de 2018. A pesar de las grandes diferencias de estilo, de trayectoria y de pensamiento, todas nuestras colaboradoras apuntan a un mismo enemigo, el mayor opresor, el más brutal y violento de todos: el Capitalismo. Es una muestra de que el feminismo no es una batalla contra los hombres, como todavía algunos imaginan. Es una batalla por nuestra vida, la de todos, y por nuestra dignidad. Louis Aragon decía que la mujer es el porvenir del hombre. Quizá ahora podamos decir que el feminismo es el porvenir de la humanidad, si queremos aun perseverar en ella.

Fuente e imagen:  http://reportesp.mx/feminismos-ernesto-kavi

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La «América crece» de Trump: nueva forma de neocolonialismo

Por: Hedelberto López Blanch

 

La Alianza para el Progreso impulsada por el ex presidente estadounidense John F. Kennedy a principios de la década de 1960 hasta la nueva “Iniciativa América Crece” lanzada por Donald Trump en 2019 son mecanismos utilizados por Washington para dominar económica y políticamente a las naciones latinoamericanas.

Mediante la Alianza para el Progreso, Estados Unidos pretendía buscar modelos capitalistas de desarrollo en la región para neutralizar el ejemplo que significaba la naciente Revolución cubana.

De esa forma se enviaron especialistas a la América Latina para explorar las riquezas naturales y las posibles fuentes de progreso de cada país, las que en los años siguientes fueron controladas y explotadas por empresas transnacionales, en su mayoría norteamericanas.

Washington brindaba entonces la asesoría económica con empréstitos provenientes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y enviaba grupos denominados “cuerpos de paz” que impulsaban la animadversión contra Cuba y el sistema socialista. Todo desembocó en un rotundo fracaso que llevó más hambre y miseria a los pueblos donde los políticos corruptos de turno los acogieron, a la par que ellos se enriquecían con las abundantes prebendas.

A la tristemente célebre Alianza para el Progreso le siguieron unos tras otros los ensayos estadounidenses para controlar a los países de América Latina en la que en los últimos años ha jugado un pernicioso papel la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID).

Ahora, dentro del enorme esfuerzo que hace la administración Trump para controlar Latinoamérica, a semejanza de la Doctrina Monroe que proclamaba América para los americanos, se ha lanzado la “Iniciativa América Crece” que permite a Washington evadir controles parlamentarios en los países que la acepten y va dirigida a modificar la dependencia económica, financiera, social y política de la región.

Un análisis divulgado por Rusia Today, señala que esa Iniciativa es expedita, escueta, y no requiere de negociación alguna entre instancias gubernamentales. Tampoco precisa de consultas a los Parlamentos y mucho menos involucra a segmentos de la sociedad civil, porque el formato de Memorando de Entendimiento (MoU, por sus siglas en inglés) así lo permite.

Mediante el MoU, los gobiernos que se acojan al mismo, sellan el compromiso de cumplir la hoja de ruta que trazarán los distintos organismos y agencias norteamericanas, lo que es igual a una nueva forma de neocolonialismo.

La ex diplomática boliviana Maria Luisa Ramos, en entrevista con la publicación panameña Bayano Digital, denunció que la fórmula avanza hacia un reformateo de la dependencia económica, financiera y política de la región, sin requerir de negociación alguna entre instancias gubernamentales, ni consultas a los Parlamentos y mucho menos incluye a segmentos de la sociedad civil.

Agregó que mediante ese procedimiento ya no se involucrarán en engorrosas negociaciones de Tratados de Libre Comercio (TLC) para mejorar su balanza comercial, para obtener jugosos contratos estatales, realizar cambios a la legislación y en general adecuar a sus intereses el diseño del esquema de inversiones de los países.

En realidad se trata de un subterfugio mediante el cual Estados Unidos y los gobiernos latinoamericanos hacen un compromiso diplomático de alto nivel para encaminar la agenda trazada por los organismos y agencias norteamericanas con homólogos empresariales de los hasta ahora firmantes en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras, Jamaica y Panamá.

El programa América Crece también sale de la órbita de la Organización Mundial del Comercio ya que la agenda general será delineada y encaminada por los organismos y agencias estadounidenses y sus homólogas entidades empresariales de esos países.

En el amplio panorama del MOU (que lo firma cualquier ministro y no los presidentes de las naciones como ocurre con los Tratados de Libre Comercio) aparecen los intereses del régimen norteamericano y sus compañías para realizar obras de infraestructura en aras de explotar yacimientos petrolíferos, todo tipo de minerales y recursos naturales que sean beneficiosos para sus intereses.

O sea, es un saqueo autorizado de las riquezas de los países en cuestión, que no tiene que contar con las aprobaciones de los diferentes Parlamentos.

Como “sublime artimaña” de este convenio se indica que acelerará el acceso del sector privado a los recursos financieros de Estados Unidos fundamentalmente a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La Casa Blanca bajo enormes presiones a los gobiernos latinoamericanos impuso hace unos días, al frente de esa organización bancaria al ultraderechista Mauricio Claver Carone, principal asesor de Trump para América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional (CSN).

También en este programa están envueltos los Departamentos de Estado, Tesoro, Comercio y Energía, la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), la Agencia de Comercio y Desarrollo de los Estados Unidos (USTDA) y la Corporación de Inversiones Privadas en el Extranjero (OPIC).

En definitiva, América Crece es una forma más moderna de neocolonialismo que busca controlar económica, política y financieramente al continente. Esperemos que los pueblos despierten.

Fuente e imagen: https://rebelion.org/la-america-crece-de-trump-nueva-forma-de-neocolonialismo/

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¿Porqué aún no nos escuchan?

Por:  Paula Albornoz

Para muchas, gracias a la incansable lucha de cientos de mujeres antes que nosotras, no poder ir a la universidad, no poder votar o acceder a bancas políticas y no poder reivindicar nuestros derechos en nuestras casas y en las calles es solo un recuerdo amargo que vemos en películas o encontramos en libros, para no olvidar nunca que sucedió, y que podría volver a suceder. Sin embargo, la lucha está lejos de ser ganada y llegar a su fin. Todavía faltan demasiadas mujeres que incluir para llegar al “para todas…”
Hace muy poco tiempo, viendo la televisión, me encontré con una investigación realizada por Agustina Gradin y Karina Iummato junto al Observatorio Julieta Lanteri de FUNDECO, el Observatorio Electoral de COPPAL y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), donde profundizaron en las violencias ejercidas hacia las mujeres involucradas en la política. Incluye tanto violencia verbal, psicológica, económica, sexual, física y simbólica. ¿Por qué? Por el simple y a la vez complejo hecho de que seamos mujeres y participemos en el ámbito político. Los tiempos cambian, más las rancias mentes conservadoras de una mayoría de hombres que luchan por mantener firmes las bases del patriarcado, no. Estas mujeres son blanco de amenazas, campañas de desprestigio, acoso y, principalmente, violencia verbal basada en su sexo, sus cuerpos, sus vidas sexuales y sus capacidades que, claramente, para los ojos de estar personas, son escasas o inexistentes.
Gorda, puta, inútil, mala madre, mala esposa, fea, vieja, pendeja. ¿Qué tienen que ver cualquiera de esos adjetivos con participar en la política, nos preguntamos? Y más aún, ¿alguna vez los hemos visto siendo usados hacia el género contrario? No hay comentarios acerca de los cuerpos de los hombres, sean políticos o no, porque los hombres tienen permitido envejecer y modificar sus cuerpos sin culpas, con naturalidad, sin que sus canas o sus arrugas se vuelvan razón para descalificar sus ideas. Tampoco oímos nunca que se comenten las vidas sexuales de los hombres; no importa si está con muchas mujeres o si es infiel, de hecho, muchas veces eso es motivo de orgullo. Aunque claro, no sería lo mismo si cambiáramos el “muchas mujeres” por “muchos varones”… Mucho menos se comenta jamás si el hombre que ocupa un puesto político (o un hombre en cualquier ámbito laboral, realmente) es o no buen padre. No importa si está presente y participa en la educación de su descendencia o si tiene hijos e hijas abandonados en cada lugar que visita. Tal cosa es irrelevante y tiene poco que ver con su desempeño laboral, a menos que nos refiramos a una mujer.
Aunque mucho nos guste creer y sentir que hemos avanzado como sociedad, y muchas personas visibles en la política insistan en que la equidad y la igualdad entre géneros ya ha sido alcanzada, toda esa mentira se cae fácilmente con las más ligeras y superficiales observaciones, como las que acabo de hacer.


Más allá de la interesante investigación planteada anteriormente, quise saber qué sentían y cómo vivían esta realidad las mujeres que me rodean, las que hacen política día a día sin ser presidentas, diputadas o senadoras; las militantes, las feministas, las que forman parte de alguna agrupación social o partido político. Decidí hacer dos simples encuestas en la red social Instagram, que podían ser respondidas por “sí” o por “no”. La primera rezaba “¿alguna vez las violentaron o menospreciaron por su ideología política?”, a la cual un abrumador 92% de las casi trescientas mujeres participantes contestó que sí. La segunda pregunta era: “¿alguna vez sufriste de violencia machista en las redes?”, a lo que un 90% también respondió que sí.
Las redes son el lugar ideal para la descalificación y el acoso; ocultos en el anonimato, en la distancia y en el poder de abandonar la conversación o borrarla en cualquier momento, muchos se creen impunes y omnipotentes para decir absolutamente cualquier cosa, casi siempre sin el menor sustento, sabiendo que seguro aparecerá una horda de machitos igual que ellos dispuesto a apoyarlos en su ataque. Durante siglos, la política fue cosa de hombres. Debe molestar y mucho a varios que ahora las mujeres nos hayamos ganado el lugar de hablar, exponer, debatir, votar y gobernar. La mujer con poder les molesta casi tanto como les asusta. Hay una frase muy famosa que creo que puede ilustrar la relación de los hombres con las mujeres políticas: tienen miedo de que les hagamos lo que ellos nos hicieron a nosotras.
Entonces, ¿por qué aún no nos escuchan? No es una pregunta tan difícil de
responder, al fin y al cabo. No nos escuchan porque no les conviene. Sí, podemos ocupar puestos cada vez más altos en la jerarquía e incluso llegar a ser presidentas, pero mientras sigamos viviendo en un sistema capitalista y patriarcal, jamás lograremos que el conjunto de la población, tanto machistas como alienadas, nos vean como lo que somos: motores para el cambio, idealistas, intelectuales, poderosas. No nos escuchan porque aún no somos del todo libres. No nos escuchan porque no les importamos. No nos escuchan porque no nos ven como iguales. No nos escuchan porque no están interesados en darnos el lugar.
La mujer con ideas, molesta. Vuelven a querer imponernos aquella mentalidad arcaica que coaccionó y encerró a tantas mujeres durante siglos: no quieras pensar ni aprender, porque la mujer que estudia y se mete en “asuntos de hombres” es gorda, puta, fea, inútil, vieja, pendeja, mala madre, mala esposa. Ninguna mujer debería querer ser todo eso, ¿no? Ninguna mujer debería desear que un hombre la vea o la califique de semejante forma, ¿verdad? ¿Y qué pasa si no nos importa cómo nos ven y cómo nos llaman? Pasa el feminismo.
La mujer con ideas, molesta. Por eso, no dejemos de pensar. No dejemos de
hacer política.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/porque-aun-no-nos-escuchan/

 

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Cada acontecimiento nos obliga a recolocar la mirada y a redefinir lo que es “luchar”

Por: Amador Fernández Savater

 

Aquí algunas dificultades que he encontrado, en mí mismo o en mi entorno “de izquierdas”, para encontrar potencias en la situación que vivimos, para no verla o vivirla como una situación cerrada, de dominación total:

-pensar que el confinamiento es lo que más quería el Estado, cuando todos los Estados han tratado más bien de minimizar lo que estaba pasando para no tener que suspender la producción y el consumo (lo que más quieren evitar).

-pensar que aceptar la mascarilla o la distancia física es un signo de sumisión o de interiorizacion del control y la paranoia, cuando puede verse más bien como conciencia cuidadosa de una situación común de la que se forma parte.

-pensar que la crítica y la transformación pasa siempre por la acción, la palabra y la movilización, cuando puede haber crítica y transformación en el silencio, la pasividad, la interrupción…

-dificultad de pensar otros modos de estar juntos donde quepan la distancia y las soledades, otros modos de “poner el cuerpo” aunque no haya contacto físico. No dejo de querer a los míos porque no les pueda tocar.

-dificultad para pensar la política sin calle…

-dificultad de pensar que la libertad no es siempre “lo voluntario”, sino a veces también lo que nace o puede nacer a partir de la aceptación de una situación que no elegimos…

Fuente:  https://www.filosofiapirata.net/cada-acontecimiento-nos-obliga-a-recolocar-la-mirada-y-a-redefinir-lo-que-es-luchar/

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