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La mascarilla en Primaria, ¿deja de ser obligatoria?: Así es la normativa de Madrid que confunde a padres y colegios

Por: ABC

Los progenitores están acudiendo a los centros educativos con la orden que publicó este lunes la Consejería de Educación y Juventud de la Comunidad de Madrid, que asegura que en Educación Primaria la mascarilla «no es obligatoria siempre que se esté con el grupo estable de convivencia»

La orden que publicó este lunes la Comunidad de Madrid está enfrentando a familias y colegios. Los centros educativos, desbordados ante las medidas que están teniendo que tomar por la pandemia, desde hace dos días tienen un nuevo frente abierto con padres y madres por lo que consideran un error de la administración.

La clave está en la orden 2162/2020, de 14 de septiembre que publicó este lunes la Consejería de Educación y Juventud de la Comunidad de Madrid por la que se establecen las medidas que han de adoptar los centros docentes para la organización del curso 2020-2021 en relación con la crisis sanitaria provocada por la COVID-19. Con este documento en mano están asistiendo algunos progenitores a los colegios de sus hijos para hablar con el centro e informar de que su pequeño no tiene por qué llevar mascarilla.

Según consta en la página 50 del documento, en Educación Primaria la mascarilla «no es obligatoria siempre que se esté con el grupo estable de convivencia». Sin embargo, especifica que sí hay que llevarla si se está «fuera del grupo estable de convivencia» y «si no se puede mantener una distancia interpersonal superior a 1,5 metros».

Fruto de esta situación, algunos progenitores se están quejando en el colegio de sus hijos y no entienden que los menores tenga que llevar mascarilla cuando la ordena recién publicada por la Comunidad de Madrid dice lo contrario.

Además, el documento también especifica que para los profesionales en contacto directo con el alumnado, el «uso de mascarilla (es) voluntario cuando esté con el grupo de convivencia» en los cursos de Infantil y Primaria «y uso obligatorio fuera del grupo cuando no se pueda mantener distancia interpersonal superior a 1,5 metros. Para el resto de profesionales, uso obligatorio de mascarilla si no se puede mantener distancia interpersonal superior a 1,5 metros».

Los más llamativo de todo, y que pasa desapercibido para muchos progenitores, es que en las páginas 38 y 49 de la orden se dice justamente lo contrario a lo anteriormente descrito: «El uso de mascarilla será obligatorio para todas las personas a partir de los seis años, independientemente de la observancia de la distancia de seguridad interpersonal». Todo ello está provocando un caos entre familias y centros escolares.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-coronavirus-madrid-mascarilla-primaria-deja-obligatoria-normativa-madrid-confunde-padres-y-colegios-202009231018_noticia.html

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Escuelas y pedagogías con memoria

Por: Jaume Martínez Bonafé

  • ¿Qué nos pasa en la escuela y en las políticas educativas de la escuela para que se mantenga una ruptura epistemológica tan profunda entre los modelos rígidos de las administraciones y las investigaciones, desarrollos teóricos y potentes experiencias de renovación pedagógica?

¿Imaginan un hospital en el que cada cambio de Gobierno o cambio en la Consejería de Sanidad, o en la Dirección General, o en la dirección del hospital, suponga partir de cero otra vez, iniciar nuevos protocolos, definir de nuevo los conceptos nucleares de cada especialidad médica? Además de estúpido y caro pondría en peligro nuestra salud.

Damos por supuesto, al entrar en el hospital, que el conocimiento acumulado, la investigación, los debates profesionales, el intercambio de publicaciones, congresos y reuniones, van haciendo crecer un saber acumulado que nos da confianza en el cuidado y la cura. También conocemos que ese saber ha ido sufriendo transformaciones, en muchos casos profundas, relacionadas con el avance de la investigación pero seguramente relacionadas también con las políticas sanitarias, presupuestos etc. Y sabemos, además, que en algunos hospitales los equipos médicos de cierta especialidad destacan por el avance en sus investigaciones con lo que llegan a ser considerados por los otros colegas unidades de referencia, a las que se tiene en cuenta y de las que se aprende.

En resumen, parece que la actividad profesional hospitalaria tiene memoria. ¡Ah! y otra cosa: imagino que si los y las profesionales cambian la conceptualización, un modo de nombrar, cambia con ello la práctica de referencia. Es decir, no cambian el lenguaje para dejar las cosas como estaban. La doctora no pide un TAC con contraste para que le entreguen la lámina de rayos X de toda la vida, con etiqueta nueva.

Pues vengo aquí con el caso de la sanidad hospitalaria para invitar a reflexionar sobre porqué en la escuela y en las políticas educativas de la escuela el comportamiento institucional es tan diferente. ¿Cuál es la memoria de la escuela? ¿Qué acumulación de saberes docentes ha venido provocando cambios sustanciales en el desarrollo del curriculum?

Sabemos que hay escuelas en las que el equipo pedagógico logró liberarse de los encorsetados códigos curriculares para ensayar, desde la cooperación y la investigación-acción, formas de enseñanza en las que el proceso de aprendizaje y no la estructura de las disciplinas es la que gobernaba el desarrollo curricular. Sabemos que hay escuelas que, frente a la lógica de la fragmentación disciplinar, trabajan con un conocimiento situado, integral, anclado en el territorio y el diálogo de saberes ¿Qué aprendimos de estas experiencias? ¿Dónde quedó inventariado ese conocimiento? ¿Qué nuevos escalones pudimos ensayar a partir de los peldaños subidos? Sabemos que el conocimiento humano es globalizador, que no se desarrollan capacidades intelectuales al margen de la resolución de problemas, que la vida cotidiana del niño y de la niña es el punto de partida si queremos posibilitar la reconstrucción crítica del conocimiento experiencial construido en ese contexto de lo cotidiano, pero esto lo sabemos desde hace mucho tiempo y son saberes de la profesión docente fundamentados en investigaciones y experiencias de autorías relevantes. ¿Hace falta citar a Dewey, a Bruner, a Freire, a Freinet, a toda la corriente de la Escuela Nueva, a Stenhouse? ¡El siglo pasado! Sin embargo, en algunos recientes debates profesionales a los que he podido asistir alguna de estas ideas se reciben no ya como novedad sino como un deseo inalcanzable.

¿Qué nos pasa en la escuela y en las políticas educativas de la escuela para que se mantenga una ruptura epistemológica tan profunda entre los modelos rígidos de las administraciones y las investigaciones, desarrollos teóricos y potentes experiencias de renovación pedagógica? ¿Y qué justifica la ignorancia o el desprecio hacia experiencias innovadoras con éxito cuando se diseñan las prescripciones curriculares? ¿Se acuerdan del ejemplo del TAC y los rayos X? Pues es como si el Conseller dice que la escuela del siglo XXI bla, bla, bla y luego financia la gratuidad del libro de texto, sin ocuparse ni preocuparse por otras experiencias alternativas que ejemplifican desde metodologías muy diversas desarrollos curriculares innovadores.

Imaginen una escuela y un gobierno de la escuela en el que los posibles cambios y mejoras se corresponden con un modelo de educación pública discutido públicamente. Una escuela y un gobierno que saben que su propuesta cultural para definir el marco curricular no es neutra y la saben defender en la esfera pública (no es lo mismo un ministro de Ëducación del Opus que un ministro o una ministra ilustrada defensora de la laicidad). Pero esa escuela y ese gobierno respetan que el desarrollo de lo definido en el marco curricular está en manos de un profesorado investigador, formado y preparado para tomar en sus manos el proyecto de innovación y mejora, sabiendo que hay memoria, investigación sobre la memoria y un potente banco de experiencias de innovación inventariadas, en las que poder apoyar las suyas. Imaginen.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/09/24/escuelas-y-pedagogias-con-memoria/

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‘Apps’ educativas para rediseñar la educación del futuro

Por: Nacho Meneses

La tecnología educativa, o ‘EdTech’, crece significativamente durante la pandemia y acelera la transformación digital de los centros educativos en todo el mundo

La nueva realidad social que ha traído la pandemia ha afectado a todos los ámbitos de nuestra vida, cambiando la forma en que nos comunicamos, cómo nos relacionamos y, por supuesto, la manera en que enseñamos y aprendemos, ya sea dentro o fuera del aula. Escuelas y universidades regresan a una actividad que aspira a mantener una cierta normalidad, y lo hacen girando hacia un modelo digital que pueda dar respuesta a las cambiantes necesidades de los docentes, los alumnos y sus familias. Un contexto en plena transformación en el que destacan soluciones como Google Classroom, recursos audiovisuales como Zoom o YouTube y numerosas aplicaciones educativas, cuyo uso, a nivel global, creció un 105 % solo durante el pasado mes de marzo.

A juzgar por los números, el desarrollo de las tecnologías educativas (o EdTech) será clave en los próximos años, ya que apenas el 2 % de la educación global está hoy digitalizada. Un mercado que en España es aún muy joven y que AEFOL, la empresa que organiza cada año Expoelearning junto a IFEMA, cifra en torno a los 1.000 millones de euros. A nivel global, tiene un valor de algo más de 65.000 millones de euros, y se cree que, para 2027, puede superar los 243.000, según un reciente estudio de Grand View Research. Statista, por su parte, considera que solo el gasto en realidad virtual y aumentada aplicada a la educación pasará de unos 1.400 millones de euros en 2018 a 11.000 millones en 2025.

“La educación se está transformando, y cobran protagonismo metodologías activas como la clase invertida, el aprendizaje basado en proyectos o el aprendizaje cooperativo, así como el desarrollo de habilidades blandas como el trabajo en equipo, la resolución creativa de problemas o el liderazgo”, explica Gonzalo Romero, responsable de Google for Education España. Un objetivo a corto, medio y largo plazo que exige la participación de familias, escuelas, administraciones y compañías tecnológicas, de manera que se cuente no solo con los recursos materiales necesarios, sino también con los humanos, para saber cómo utilizarlos. “Las facultades de Pedagogía deben incorporar en sus planes de estudio tanto el EdTech como el e-learning, y los graduados deberían realizar un máster práctico en empresas y centros educativos para conocer y aplicar estas tecnologías, indispensables para crear una sociedad competitiva y tecnológica, a la vez que más humana, porque no son aspectos incompatibles”, sostiene José Lozano, CEO de AEFOL.

Lo que está claro es que la pandemia de coronavirus ha acelerado la transformación digital de los centros educativos porque, aunque la tecnología ya existía, muchos centros no la habían todavía incorporado a su proyecto pedagógico, esgrime Javier Arroyo, cofundador de Smartick, una app española para el aprendizaje de matemáticas. “Creo que la incorporación de metodologías online sigue siendo la asignatura pendiente de los colegios. Lo que es un error, y es algo que se ha repetido hasta ahora, es replicar lo que haces presencialmente en un entorno digital”. Esa adaptación, tan necesaria como desigual en los meses de confinamiento, exige a su vez un cambio de rol por parte de los docentes, que han de pasar de ser meros transmisores de conocimiento a convertirse en facilitadores o gestores del aula, “que puedan dar una clase de grupo pero que luego lleven a cabo un entrenamiento superpersonalizado, algo que solo es posible con tecnología. Y que esas herramientas les den una información de mucho valor añadido, donde vean exactamente cómo va avanzando cada alumno, y qué es lo que sabe o no sabe”.

Beneficios de los contenidos digitales

Se trata, en cualquier caso, de tecnologías que vienen a complementar la labor del docente en el aula, de manera que mejoren el proceso de aprendizaje. “Sirven para optimizar su trabajo con recursos que enriquecen los contenidos y dinamizan el aprendizaje; no convierten a los alumnos en máquinas de aprender, sino que multiplican su potencial de formarse y crecer tanto en el plano académico como en el personal”, afirma David Murillo, director de producto de Telecoming. Entre sus beneficios, los expertos citan la capacidad de retener la información y una mayor motivación para el aprendizaje, lo que contribuye a reducir las tasas de abandono escolar temprano y al desarrollo de habilidades no cognitivas “como pueden ser el sentido de la responsabilidad, el desempeño, el pensamiento crítico, la colaboración, la sana competitividad, la creatividad o incluso la puntualidad”, de acuerdo con un estudio de la Fundación Junior Achievement España.

Un contexto que, de la mano de la tecnología, sirve también para transformar el tiempo de ocio en tiempo de aprendizaje, dentro de lo que se conoce como edutainment, y que se traduce en aplicaciones para móvil o tableta que sirvan para divertirse o entretenerse sin renunciar al aprendizaje, independientemente de la edad del usuario. No en vano los estímulos audiovisuales contribuyen a mejorar la memoria y la retención de la información. Según Telefónica, el 54 % de los usuarios de Internet en España ven vídeos educativos, y una encuesta de GP Strategies arroja que el 81 % de las personas colocan a los vídeos entre las tecnologías de aprendizaje más útiles.

Las aplicaciones educativas más populares

Las circunstancias tan especiales que envuelven este 2020 han hecho que, solo en el primer trimestre de 2020, Apple Store tuviera 470 millones de descargas de aplicaciones educativas, frente a los 466 de Google Play; en ambos casos, las cifras más altas en el histórico de descargas de ambas plataformas. Un futuro lleno de oportunidades para los profesionales especializados en el desarrollo de contenidos digitales y los perfiles de usabilidad (UX/UI), ya que la de los niños es muy diferente a la de los adultos: botones más grandes, colores brillantes… Aspectos importantes para que se interactúe de forma correcta. Sin olvidar, por supuesto, la ciberseguridad, para que los menores naveguen en un entorno 100 % seguro.

En general, la utilización de las aplicaciones educativas en España ha aumentado un 25 % con respecto a septiembre de 2019, y se prevé que el nuevo curso escolar registre también un aumento significativo, según datos de Qustodio, plataforma de seguridad y bienestar digital para las familias que ha analizado también cuáles son las apps educativas más usadas en estos momentos por los menores españoles. Un top 10 encabezado por Smartick, cuyo método para aprender matemáticas con 15 minutos diarios ofrece, gracias a la inteligencia artificial, un plan de estudios personalizado que identifica en cada momento las áreas de mejora para cada alumno. Y no solo eso. “Para nosotros, saber matemáticas es mucho más que el cálculo; es saber resolver problemas. Y por eso, le damos mucha importancia a la lógica y el razonamiento”, cuenta Arroyo.

  1. Smartick. Ofrece un método gamificado para aumentar la motivación de los menores (de 4 a 14 años), que van acumulando estrellas que les permiten luego acceder a un mundo virtual donde pueden jugar y personalizar su propio avatar.
  2. Duolingo. Permite aprender más de 20 idiomas y personalizar las lecciones, y en su versión para escuelas, los profesores pueden hacer un seguimiento del progreso de cada alumno.
  3. Google Classroom. Ayuda a organizar las tareas e incrementar el aprovechamiento de las clases. En mayo ocupaba el primer puesto del ranking en España y, con el inicio de las clases, es fácil que vuelva a ocuparlo.
  4. Photomath. Una herramiento que permite leer y resolver problemas matemáticos de forma inmediata utilizando la cámara del móvil.
  5. Bible app for kids. Ofrece la posibilidad de conocer y entender la biblia, y está disponible en más de 60 idiomas.
  6. Kahoot! es una plataforma gratuita para crear cuestionarios que los estudiantes contestan usando sus propios dispositivos móviles, con un formato de concurso que fomenta la competitividad entre los alumnos.
  7. U-Dictionary. Diccionario en línea en una docena de idiomas.
  8. Khan Academy. Un sistema de educación personalizado y gratuito y que permite a los docentes hacer un seguimiento del progreso de sus clases en las diferentes materias.
  9. Wordreference. Diccionario online que permite traducir en varios idiomas, con acceso a un foro de discusión en el que los propios usuarios formulan y responden dudas.
  10. BinkLearning. Plataforma digital que permite a las editoriales adaptar su contenido y libros para que los alumnos puedan acceder a ellos por Internet. También permite a los profesores poder gestionar sus clases.

La seguridad en Internet, fundamental

No se trata de amenazas nuevas, pero sí de un aumento en las probabilidades de que algo malo pueda sucederles a nuestros hijos por Internet. Es una simple regla matemática: a mayor uso (y lo hay, claramente), mayor riesgo, porque ahora la familia pasa mucho más tiempo en casa y hay, por lo general, más dispositivos, tanto de entretenimiento como de productividad. “Hemos visto que los niños han pasado jornadas laborales completas conectados a Internet, hasta 10 o 12 horas diarias; y eso se ha quedado ahí. Eso significa que hay una mayor probabilidad de que caigan en problemas como adicciones, descontrol de prioridades, bullying, fraude, actuaciones ilegales…”, explica Eduardo Cruz, CEO de Qustodio. Hace unos meses, Google lanzó, en colaboración con la Policía Nacional, el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) y la FAD el proyecto Sé Genial en Internet, para ayudar a familias y educadores a fomentar en los niños y adolescentes buenos hábitos para que puedan manejarse de manera segura en el entorno digital.

La mejor manera de proteger a los menores, sin embargo, no es nueva: la implicación de los padres y las madres. “Si todos estamos en nuestra pantalla, de manera unitaria y aislada, y no compartimos ni disfrutamos de alguna de esas cosas en familia, estamos creando mundos paralelos, sin que tú te enteres de lo que me pasa a mí o con lo que yo disfruto”, argumenta Cruz. “Es necesario que haya momento de conciliación, ya sea viendo un contenido juntos, charlando de lo que hemos descubierto o visto en Internet, o interesándonos por las experiencias e interacciones que tienen nuestros hijos”. De igual manera que en el mundo físico no les dejaríamos hacer muchas cosas, como salir a la calle y no volver en ocho horas, tampoco conviene hacerlo en Internet.

Para Cruz, lo primero que tiene que haber es higiene y salud digital, un equilibrio: “Si tomo helado a todas horas, tarde o temprano me va a pasar algo. Pues con esto es lo mismo: mi dieta digital ha de ser saludable, no basada exclusivamente en horas y horas de juego, por ejemplo. Hay cosas que se pueden hacer y cosas que no; tampoco le damos click a todo ni descargamos todo”. Y, en segundo lugar, es imprescindible asegurarse de que las relaciones que establezcan online estén gestionadas de una manera inteligente, porque lo que se hace en el mundo digital puede perdurar para siempre. “Si lo que define quién soy mañana son las relaciones que yo llevo hacia adelante, y no lo hago de manera correcta, puedo encontrarme con que, dentro de 10 años, muchos de esos niños que hoy están en casa, y que a lo mejor van a pasar en casa los próximos tres años, tengan un vacío temporal de madurez en sus relaciones que les pasará factura”.

A través de Qustodio, las familias pueden tener un sentido de cómo y para qué se usa Internet en su hogar, así como gestionar el tiempo que le dedican a cada cosa. “Los niños muy pequeños, por ejemplo, no necesitan que todo Internet esté disponible en su dispositivo, porque con un año ya están usando contenido de YouTube Kids, por ejemplo, o de Blippi, en el mundo anglosajón. Y, si el día de mañana sucede lo que no tiene que suceder, yo puedo saber qué ha pasado durante los últimos días y dónde ha estado este niño, o dónde estaba físicamente en el momento que desapareció”.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/09/23/actualidad/1600864548_666566.html

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Otra presencialidad es necesaria

Por: Julio Rogero

  • Se hace necesario salir de esta crisis con una nueva concepción de la presencia, más comprometida, más acogedora, inclusiva, respetuosa, tierna, cuidadosa, atenta, transparente, fraterna, humanizada y apasionada.

Después de la experiencia vivida en los meses de confinamiento, donde se ha experimentado la enseñanza online, hay un acuerdo generalizado de que la educación presencial es necesaria para ir más allá de una concepción de la educación centrada en lo puramente académico y eliminar así las consecuencias perniciosas de la enseñanza digital. Esa presencialidad se percibe como necesaria para avanzar en los procesos de educación integral. Se ha escrito mucho sobre las carencias de todo tipo experimentadas durante la educación no presencial. Se apela a las limitaciones que pone al derecho de todos a la educación. Entre otras, la más evidente es la profundización de las desigualdades donde los más débiles salen más dañados. Tampoco podemos olvidar las consecuencias de tipo emocional provocadas para la falta de relaciones que constituyen la centralidad del hecho educativo. Todo ello nos ha puesto de acuerdo, a pesar de todos los temores entendibles, en que la enseñanza presencial es necesaria. No podemos olvidar que una enseñanza presencial de calidad requiere lo que se está reclamando en estos días: seguridad sanitaria, disminución de ratios, dar estabilidad al profesorado y aumento constante de la inversión una vez recuperado lo recortado en los últimos años.

A pesar de este consenso, veo pocos análisis de cómo se percibe y se entiende esa presencialidad, y creo que es un momento oportuno para hacer un análisis y una reflexión sobre el tema. Hasta ahora la enseñanza presencial ha sido una característica central en nuestro sistema educativo. Y lo ha sido para cumplir fielmente los designios del poder: confinar a una parte de la población durante un tiempo de su vida, clasificarla, reproducir la exclusión de los excluidos y producir la docilidad generalizada de la ciudadanía. En definitiva, sirve para reforzar el dominio de las élites económicas y meritocráticas.

Cuando hablamos de presencialidad ¿de qué tipo de presencia hablamos?, ¿de la que se nos impone para seguir controlando a los ciudadanos?, ¿de la presencia de la autoridad impuesta que genera relaciones de sumisión y obediencia ciega en el alumnado y autoritarismo en los docentes?, ¿de la que inculca en las conciencias que no es posible ser sujetos de la propias vidas y que son otros los que las dirigen?, ¿de la que produce valores de competitividad, de individualismo, de adoración al mérito y al éxito, de desprecio y culpabilización del perdedor?

Vivimos en la sociedad de la distancia, profundizada por los acontecimientos de los últimos meses donde la comunicación virtual ha adquirido especial protagonismo. Todo parece indicar que la virtualidad se quiere completar con la presencialidad, y no que la enseñanza presencial se complemente con la enseñanza online. Ahora comienzan a proponerse desde las administraciones, ante la dificultad de una “vuelta a la normalidad escolar”, que se impartan algunas asignaturas online y que no es necesaria la presencia en los centros todos los días de la semana. ¿Será una forma de ir demostrando que el currículo escolar puede hacerse online y desarrollarse en la casa?, ¿es el comienzo, de forma generalizada, del abandono del espacio y el tiempo escolar?, ¿para aprender no hace falta la escuela (y el maestro)? En el mundo de la educación hay una apuesta por la tecnología para que esta vaya adquiriendo la centralidad del proceso educativo como solución ante pandemias u otros cataclismos imprevisibles. Los que pretenden recortar recursos lo tienen muy claro, pero no solo ellos. También lo tiene claro una parte de la clase media aspiracional, que defiende “la escuela en casa”. Los recursos de que se dotará a los centros educativos para los próximos cursos tendrán un contenido fundamental de dispositivos electrónicos. Cuando estos se dominen por parte de todos, será posible dar el paso siguiente. Los que apuestan por una educación cada vez más clasista y privatizada ven ahora mayores oportunidades para sus intereses.

La pedagogía de la presencia que nos importa es una llamada a la forma de ser y de estar presente acompañando el proceso educativo del alumnado. Me parece necesario, en un momento como el que vivimos ahora, retomar la reflexión sobre la educación liberadora. El objetivo ha de ser poner en el primer plano la calidad y la calidez de la educación y la necesidad de una presencia transformadora al servicio colectivo de la autoeducación y autorrealización del alumnado.

Lo vivido en estos meses nos ha llevado a constatar la dureza de la pérdida de la presencia cercana y amigable, del encuentro afectuoso, del abrazo sincero, de la mirada cómplice, del calor de la acogida. Creo que para muchas personas esta negación de la relación, del contacto entre los cuerpos está siendo muy traumática y eso solo puede ser contrarrestado con la posibilidad de una nueva forma de presencia física y del contacto real. Y no estoy hablando solo del contacto físico, cuyas limitaciones hoy están justificadas, sino de una forma diferente de relacionarnos. Una presencia con un contenido relacional que pueda hacer de ella una de las realidades educativas más necesaria e innovadoras en estos momentos.

Hay presencias ineludibles y vitales en el proceso educativo reconocidas todavía hoy. El maestro es insustituible por una pantalla. La relación entre los iguales es central en el proceso educativo. El espacio y el tiempo escolar son un espacio y un tiempo de convivencia positiva y de reciprocidad compartida. La conciencia de comunidad solo se adquiere y se construye desde la presencia y la relación positiva de cooperación y colaboración comunitaria. Hay presencias que promueven la distancia porque son ausencias de relación educativa por ser autoritarias, descomprometidas, negligentes, impositivas, controladoras, opresivas o asfixiantes. La capacidad de hacerse presente es una aptitud que se puede aprender, no es innata a los educadores. La calidad y calidez de la acogida solo es posible cultivando la pedagogía de la presencia.

¿De qué presencia o educación presencial hablamos cuando no se tiene en cuenta o se ignora a los que más lo necesitan, al niño que molesta, al que tiene determinadas discapacidades y le situamos en otro mundo? ¿Cuántos niños y niñas son invisibilizados en la educación presencial como si no estuvieran presentes? Con frecuencia vivimos presencias que son ausencias y carencias en la relación educativa, porque no muestran acogida, afecto, comprensión de la realidad que vive cada uno. Por eso se hace necesario salir de esta crisis con una nueva concepción de la presencia, más comprometida, más acogedora, inclusiva, respetuosa, tierna, cuidadosa, atenta, transparente, fraterna, humanizada y apasionada. Esa nueva presencia será el signo de que salimos de la prehistoria de la educación y entramos en una nueva era educativa, como la que se persigue en otros muchos ámbitos, como el del respeto a la naturaleza. En la escuela del cuidado mutuo esta presencia es el punto de partida de una educación integral y emancipadora.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/09/22/otra-presencialidad-es-necesaria/

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Crisis: solidaridad o caos

Por: Josep M. Puig

  • La situación de crisis que ha provocado la Covid requiere de una manera prioritaria, aunque no exclusiva, destacar el valor de la solidaridad. Creo que hoy más que nunca, para conectar la educación a la vida, se debe invitar a vivir el valor de la solidaridad.

Escribir en estos momentos en un medio destinado a educadores y educadoras para hacerles una sugerencia es un atrevimiento presuntuoso. Todo el mundo está bastante atareado, y un poco saturado de opiniones, para añadir una nueva recomendación. No es momento de discursos, sino de hacer con honestidad el trabajo que a cada cual le corresponde. Justo el que hoy están haciendo tantos y tantos docentes: todo lo que pueden y más para echar a andar en un curso difícil, un curso que tiene que movilizar mucha inteligencia y mucho optimismo. A pesar de todo, quizás para aclararme a mí mismo y quizás para hacer una cosa que puedo hacer, he escrito estas notas sobre un aspecto de la educación de los chicos y chicas que hoy me parece especialmente pertinente.

Transmitir los conocimientos y las competencias que corresponden a cada nivel educativo es relevante, aunque no hay que exagerar porque los currículos suelen estar demasiado cargados de contenidos y ahora puede ser un buen momento para limitarse a lo fundamental. Sin embargo, antes de entrar en materia tendremos que aprender a cumplir las medidas de protección que los centros hayan implantado y tendremos que explicarlas como una contribución de la escuela al bien común y al control de la pandemia.

También durante los primeros días se impone hablar de cómo se han vivido estos meses, quizás compartiendo los momentos malos y los buenos, las angustias y las alegrías, las pérdidas y todo lo que cada chico y cada chica quiera expresar. Estos tres ámbitos tienen que ver con valores –la responsabilidad ante el trabajo, el respecto a las normas como una forma de respeto mutuo y la acogida y el cuidado de todos y todas–, pero la situación de crisis que ha provocado la Covid requiere de una manera prioritaria, aunque no exclusiva, destacar el valor de la solidaridad. Creo que hoy más que nunca, para conectar la educación a la vida, se debe invitar a vivir el valor de la solidaridad.

La razón es sencilla: ante una situación de crisis, de cualquier crisis, no sirve de nada buscar salidas individuales, que solo consiguen empeorar los problemas. Salir de una crisis exige colaborar de manera solidaria, ir a la par para contribuir a la solución. Las crisis se superan aunando esfuerzos para producir una fuerza colectiva que permita vencer la situación de dificultad: ejerciendo la solidaridad como acción común.

No se trata de una solidaridad de declaraciones y palabras, sino de la solidaridad como compromiso e implicación. La solidaridad como acción común es un esfuerzo para reunir a las personas afectadas por una dificultad, un esfuerzo para crear las condiciones que les permitan dialogar a pesar de no pensar igual y, finalmente, un esfuerzo para impulsar el trabajo conjunto con el objetivo de aplicar un plan de acción ideado para paliar la dificultad a la que se enfrentan. Esta idea de solidaridad como acción conjunta para enfrentarse a una dificultad expresa un comportamiento imprescindible ante una situación de pandemia, pero es también un valor necesario para avanzar hacia una sociedad mejor, porque tenemos varias crisis.

Hemos visto que la solidaridad no solo es adhesión verbal –es un proceso de trabajo conjunto para enfrentarse a un problema–, pero también es un proceso que tiene efectos positivos en diferentes ámbitos. En primer lugar, la solidaridad tiene un efecto moral en la medida que predispone a la ayuda mutua y al cuidado del otro, abre un espacio de altruismo y llena de orgullo silencioso a quien lo ejerce. En segundo lugar, la solidaridad tiene un efecto práctico en la medida que reúne participantes, despierta la creatividad colectiva e impulsa la cooperación. En tercer lugar, la solidaridad tiene un efecto terapéutico para los implicados en la medida que reunirse, deliberar y actuar juntos es un remedio ante el miedo, la angustia y la incertidumbre que a menudo generan las crisis.

Por todo ello, hoy es más que oportuno que nunca destinar tiempo escolar a la solidaridad. La pandemia nos obliga a cooperar para vencerla y la pandemia nos recuerda que la solidaridad es una de las herramientas de supervivencia humana más efectiva. La salvación no está en el individualismo y la competición, el futuro es de las comunidades que cooperan solidariamente. Y esta idea se puede enseñar y es urgente enseñarla.

La cuestión ahora es ver cómo trabajar la solidaridad en la escuela. Solo con explicaciones ya sabemos que es una didáctica poco atractiva y casi completamente ineficaz. La mejor manera de trabajar la solidaridad en la escuela es practicándola, en el ámbito del grupo clase o bien ofreciendo un servicio en la comunidad. Cuando los chicos y chicas se distribuyen tareas necesarias para el buen funcionamiento de la clase, están ejerciendo una forma de solidaridad recíproca. Cuando los chicos y chicas de un mismo grupo aplican un sistema de ayudas mutuas para impedir que nadie se atrase y quede marginado, practican la solidaridad en el seno de su grupo de convivencia. Pero también cuando participan en un proyecto de ciencia ciudadana destinado a estudiar los mosquitos, los pájaros o la cantidad de microplásticos en la arena del mar, están realizando una tarea sanitariamente segura que se convertirá en un servicio con utilidad social. Cuando los chicos y chicos preparan programas de radio que se emitirán desde la radio escolar o desde la emisora local y tienen como objetivo informar, entretener y reflexionar, están ofreciendo un servicio solidario en la comunidad de sus oyentes. Y así otros muchos ejemplos de aprendizaje servicio, esta metodología común a tantas y tantas experiencias provenientes de diferentes tradiciones pedagógicas. Todas ellas con unos rasgos comunes: se aprenden conocimientos, se realiza una acción de servicio y se adquieren valores.

He empezado diciendo que no quería agobiar y acabo dando trabajo. Es verdad, disculpadme, pero no he podido evitarlo porque educar para la solidaridad es urgente y es una muestra imprescindible de inteligencia, de optimismo y de esperanza.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/convivenciayeducacionenvalores/2020/09/15/crisis-solidaridad-o-caos/

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Eutanasia: un derecho fundamental

Por: Víctor Arrogante

LAS COSAS YA NO PUEDEN SER COMO ANTES Y MENOS SI SON SOMETIDAS A PRINCIPIOS MORALES VINCULADOS A LA IGLESIA CATÓLICA, QUE NO SOLO NO PROMUEVE LA FELICIDAD, SINO QUE SIEMBRA EL SUFRIMIENTO PARA ACCEDER AL «REINO DE SUS CIELOS».

Si vivir con dignidad es un derecho, también lo es morir dignamente. Un derecho para poder ejercer la última libertad. Hace unos días, el Congreso de los Diputados rechazó las enmiendas a la totalidad del PP y Vox a la proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia. La proposición de ley aún debe pasar por la Comisión de Justicia, ser debatida en la Cámara Baja, ir al Senado y volver al Congreso para la aprobación definitiva; todo está en marcha y espero poder utilizar sus mecanismos cuando llegue la ocasión.

«Quien quiera vivir que viva, pero a los demás que nos dejen morir dignamente». Con estas palabras de Fernando Cuesta, enfermo de ELA, que tuvo que viajar a Suiza para poner fin a su vida, arrancó en el Congreso de los Diputados la toma en consideración de la proposición de ley para regular la eutanasia en España presentada por el PSOE en el pasado febrero. Recibió el apoyo de 201 votos, 2 abstenciones, y 140 en contra (PP y Vox), que acusan al resto de partidos de querer aprobar la norma, para ahorrar en pensiones y tratamientos médicos. Estos grupos siempre han sido indeseables, pero en esta ocasión vuelven a representar las vergüenzas de España

«El sufrimiento no tiene ideología», insistió la diputada socialista y exministra de Sanidad María Luisa Carcedo. El texto aprobado, convierte la eutanasia en un derecho que será incorporado a la sanidad pública, para quienes lo soliciten y sufran una enfermedad grave e incurable o «invalidante», que cause un sufrimiento insoportable. Las cosas ya no pueden ser como antes y menos si son sometidas a principios morales vinculados a la iglesia católica, que no solo no promueve la felicidad, sino que siembra el sufrimiento para acceder al «reino de sus cielos», que no es sino una aberrante idea que avaló la esclavitud y ahora el trabajo precario indigno.

El recuerdo de quienes han muerto en España sin la eutanasia legalizada −Ramón Sampedro, Maribel Tellaetxe o María José Carrasco−, ha sido una constante en un debate que ha tenido momentos con una alta carga emocional y que se ha crispado cuando el indeseable diputado del PP, José Ignacio Echániz, ha acusado a los impulsores de la ley de querer ahorrar a costa de «los más vulnerables».

Pablo Echenique, de Unidas Podemos, ha mostrado su orgullo por participar en la tramitación: «Nadie tendrá que hacer como Ángel Hernández», encausado por ayudar a morir a su esposa, sino que quienes requieran la eutanasia podrán hacerlo en la sanidad pública. Echenique ha calificado a PP y Vox de «gente sin escrúpulos».

El Parlamento holandés viene tramitando un polémico proyecto de ley, por el que los progresistas del D66, defienden el derecho de los mayores de 75 años que, aun estando sanos, opten por solicitar la eutanasia al considerar que han vivido bastante. Esta iniciativa provocó alarma entre los socios conservadores de la coalición de Gobierno, que están en contra de legalizar esta opción. Unos 10.000 holandeses mayores de 55 años mostraron su interés en ello. El problema es cada vez mayor, cuando la diferencia entre la vida biológica y la vida biográfica aumenta gracias a los avances médicos. La gente deja de formar parte del sistema laboral a los 67 años, pero vive más que antes, sin participar en la sociedad y con quejas como la soledad o los achaques de la vejez.

Actualmente la eutanasia está considerada como un homicidio, por lo que el objeto de la Proposición de Ley «es regular el derecho que corresponde a toda persona que cumpla las condiciones exigidas a solicitar y recibir la ayuda necesaria para morir, el procedimiento que ha de seguirse y las garantías que han de observarse». Esta ley supone una regulación histórica en España y en el resto del mundo.

Eutanasia y muerte digna, no son conceptos idénticos, aunque si conexos. La eutanasia es un derecho individual subjetivo de las personas ante situaciones en las que, sin estar abocadas a un proceso de muerte inminente, deciden, por su situación de invalidez o sufrimiento solicitar ayuda para morir anticipadamente. Esto, según defiende el PSOE, da seguridad jurídica a los profesionales que participan de esta práctica sin obligarles a ello. La muerte digna, en cambio, engloba la serie de derechos y garantías de todas las personas a una asistencia sanitaria y social en el final de sus vidas que respete su autonomía y su voluntad para morir en condiciones dignas. Se trata del rechazo a la obstinación terapéutica, la garantía de unos cuidados paliativos integrales, intimidad, acompañamiento y apoyo. También consiste en establecer un régimen que obliga y dota de seguridad jurídica de todos los profesionales implicados

La regulación de la eutanasia exige una regulación no solo sanitaria, sino también civil y penal, pues exige la derogación parcial del artículo 143 del Código Penal (1.- El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho años). La muerte digna, ya contemplada en varias comunidades autónomas, es una cuestión de legislación sanitaria y no demanda cambios en el CP. A día de hoy, la eutanasia, considerada como un homicidio, es ilegal en España, mientras que la sedación terminal sí está permitida. El PSOE ha venido insistiendo en que son dos debates muy diferentes, y por eso han de caminar por carriles distintos.

El PSOE abre la puerta al suicidio médicamente asistido, aunque solo en condiciones de enfermedad incurable o discapacidad crónica (no válido para cualquier situación), y con presencia del facultativo hasta el final. El PSOE calcula que todo el proceso, desde la petición hasta la resolución final, no debería tardar menos de 32 días. En el suicidio médicamente asistido, el médico indica al paciente qué fármaco debe ingerir por sus propios medios para morir. Este supuesto es legal en Suiza (y en algunos estados de EEUU) y ha generado un cierto «turismo de la muerte».

La ley de la eutanasia divide a los partidos entre una medida «garantista» y los cuidados paliativos. Para el PSOE, la Ley es una respuesta jurídica, sistemática, equilibrada y garantista. No solo busca la legalización, sino también controlar todo el proceso, desde la información al paciente hasta la labor del médico. Consideran que de aprobarse la ley, se introduciría en el ordenamiento legal «un nuevo derecho individual». Podemos, que ya había registrado su propuesta sobre la eutanasia antes que el PSOE, respalda de manera casi total la iniciativa. No considera que este cambio tenga que asentarse «en el sufrimiento del paciente», sino en la «libertad de decidir». «No es una competencia para ver quién sufre más, sino cuando alguien dice no puedo más y en el camino me quedo«.

La eutanasia conecta con un derecho fundamental de la persona constitucionalmente protegido como es la vida, pero que se debe conectar con otros derechos y bienes, igualmente protegidos por la Constitución, como son la integridad física y moral de la persona (artículo 15 CE), la dignidad humana (artículo 10), el valor superior de la libertad (art. 1.1), la libertad ideológica y de conciencia (art. 16) o el derecho a la intimidad (art. 18.1). Cuando una persona plenamente capaz y libre se enfrenta a una situación vital que a su juicio vulnera su dignidad e integridad, el bien de la vida puede decaer en favor de los demás bienes y derechos. No existe un deber constitucional de imponer o tutelar la vida a toda costa y en contra de la voluntad del titular del derecho a la vida. En estos casos, el Estado está obligado a proveer un régimen jurídico que establezca las garantías necesarias y de seguridad jurídica.

Junto con la Ley propuesta por el PSOE, hay que promover el derecho de toda persona a disponer con libertad de su cuerpo y de su vida, y a elegir libre y legalmente el momento y los medios para finalizarla; especialmente el derecho de los enfermos terminales e irreversibles a morir sin sufrimientos, si este es su deseo expreso.

La legalización y regulación de la eutanasia se asientan sobre la compatibilidad de unos principios esenciales que son basamento de los derechos de las personas, y que son recogidos en la Constitución. De un lado, los derechos fundamentales a la vida y a la integridad física y moral, y de otro, bienes constitucionalmente protegidos como la dignidad, la libertad o la autonomía de la voluntad.

Si el Sistema difícilmente es capaz de proteger mi vida y que se desarrolle dignamente y en bienestar, al menos que me de protección para que el fin de mi vida sea cómo y cuando yo quiera. Vivir puede ser una maravilla, dejar de vivir, hacer desaparecer la vida, es como un acto de magia, que los magos conocemos; como cuando hacemos desaparecer una paloma blanca entre sedas de colores.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/eutanasia-un-derecho-fundamental/

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No es frenar, es cancelar las concesiones mineras

Por:  Daliri Oropeza

 

Aunque el presidente ha reiterado desde que inició su sexenio que no dará más concesiones mineras, la Dirección General de Minas informa por lo menos 21 con fecha de diciembre de 2018 a febrero de 2020. Actualmente el 30% del territorio está concesionado a empresas privadas. La señal de alerta se encendió en varios pueblos por el incremento de las exploraciones en sus territorios. La minería no suspendió actividades durante la pandemia.

¿Cómo llegué a la conclusión de que es una falacia lo que repite AMLO en su conferencia de “no habrá más concesiones mineras”?

Entré a una de esas reuniones virtuales que ahora son cotidianas. En ella, encontré a representantes de muchos pueblos y organizaciones, académicos e investigadores comunicando y expresando que urge encender una alerta: la minería se acelera. Contaron sus experiencias ante esta imparable industria, que se tornó voraz.

¿En qué momento se tornó voraz?

Durante el sexenio de Salinas había menos de 3 mil concesiones. Con Fox La Secretaría de Economía (SE) otorgó 12 mil 652 concesiones más, equivalentes a casi 8 millones de hectáreas. Con Felipe Calderón, esta misma secretaría dio 11 mil 616 concesiones adicionales. Parecen menos, pero equivalen a 22.1 millones de hectáreas, el doble del territorio. La sumatoria es de por lo menos 31 mil concesiones, equivalentes a 56 millones de hectáreas. El 30% del territorio nacional.

Y, aunque AMLO dice que no han dado ni darán más concesiones mineras, rasqué en el CartoMinMex (Mapa de la Cartografía Minera en México de la Dirección General de Minas de la SE).   Allí hay registradas por lo menos 21 concesiones desde diciembre de 2019 a febrero del 2020 (es la última actualización). Los estados involucrados son Zacatecas, Durango, Chihuahua, Hidalgo, Oaxaca, Sonora, Estado de México, San Luis Postosí, Chihuahua.

El abogado ñuu savi Francisco López Bárcenas expuso en esta reunión virtual un análisis con datos de las investigaciones que realiza.

“En 10 años se extrajo más mineral del país que en los 300 años de la colonia”, asegura. La minería antes de 1992 —detalla— estaba en el lugar 65 de las actividades económicas de México. Ahora está se encuentra en la cuarta posición, solo después de la industria automotriz, la petrolera, las remesas y, después de la minería, el turismo.

López Bárcenas es investigador adscrito al programa de Agua y Sociedad y al programa de Estudios Antropológicos de El Colegio de San Luis. Tiene más de dos décadas de investigación sobre la minería.

En su exposición detalló que el ascenso de la minería como actividad económica fue drástico desde la firma del Tratado de Libre Comercio duarnte el Salinismo, al grado de ser considerada ahora como actividad preferente. Y en la pandemia no paró. Varias habitantes de pueblos con minas lo reportaron. En México, esos 10 años son el equivalente a las últimas dos generaciones que, prácticamente, son afectadas por esta actividad y pierden sus tierras, su tejido social, su salud.

Recalcó que por lo menos 5 mil concesiones están en territorios de los pueblos indígenas. Representan el equivalente a 28 millones de hectáreas o el 17% del territorio. Más de la mitad del territorio concesionado.

Uno de los problemas más graves es que las empresas mineras pueden hacer lo que quieran como su propiedad o concesión, reitera el abogado Lopez Bárcenas. A esto se suma la especulación que realizan. Es -explicó- como apostar en la bolsa de valores, como si fueran de ellos el territorio y los minerales, sin que realicen actividad minera, solo por la titularidad de la concesión. Recordó que las concesiones duran 50 años, pero son prorrogables.

“El negocio minero no necesariamente pasa por la explotación y la extracción de minerales, pasa sobre todo por la especulación. Un minero puede pagar solo 125 pesos semestrales por hectárea, no importa cuanto mineral va a sacar”, recalca Francisco, al detallar los pocos réditos que tiene esta actividad para el país.  A esto suma que hay 833 proyectos en exploración y 81 en operación o producción, 35 en desarrollo y 52 en suspensión.

Pueblos como Los Chimalapas, denuncian los recientes intentos de exploración minera en su territorio. A su vez, los ejidatarios guerrenses denuncian la devastación provocada por las minas a cielo abierto como Carrizalillo.

López Bárcenas recordó que son 207 empresas Canadienses y 48 estadounidenses las que tienen concesiones en el país. Otras empresas son del Reino Unido, Japón y China.

La cuestión no es solo dejar de dar concesiones, sino impedir que las ya otorgadas no se vuelvan una amenaza a la vida del 30% del territorio.

¿Cuántas veces se debe repetir una falacia para que sea verdad?

Fuente e imagen: https://piedepagina.mx/no-es-frenar-es-cancelar-las-concesiones-mineras/

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