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De consumidores a sujetos políticos

El gran desafío es que la educación se convierta en el puente de un consumismo ciego y salvaje a un compromiso político por la realidad cercana y mundial.

La población infantil y juvenil es nuestra principal preocupación, nuestra prioridad. Eje y sentido de nuestro oficio como educadores. Por eso debe resultarnos angustiante lo que este mundo globalizado les impone.

Uno de los rasgos más elocuentes del escenario que vive la generación joven de hoy es su enorme adicción al consumo en todo sentido. Aquellos que no pueden, porque sus condiciones económicas se lo impiden, mantienen en su horizonte de vida esas cosas o productos que ven en los que pueden.

Consumidores de cosas, pero también de esa Cultura (con mayúscula) que nos impone una globalización neoliberal que nos hace adorar al dios del Mercado. Los avengers terminan siendo más importantes y de mayor conocimiento que cualquier personaje, pasado o actual, con incidencia en la lucha por la transformación de la realidad. La cultura es ese instrumento fundamental para que nuestro mundo se convierta en una masa homogenizada de pensamientos, visiones y modos de ser que son más útiles para los ejes de poder.

En todo esto la escuela tiene un papel crucial. Es allí donde se reproduce ese mundo impuesto, ese imaginario que adormece y enajena. Representa la herramienta fundamental para la construcción cultural. Por ello tiene mucha responsabilidad en el escenario actual en el cual la cultura juega un papel reproductor de los intereses económicos en el planeta, empezando por la imposición de una pretendida Cultura que destruye las culturas originarias.

Afirma Hervé Juvin: “La crisis en la que nos ha introducido el sistema de mercado es una crisis de cultura, dado que es una crisis de la relación con lo real, del juicio y la inteligibilidad del mundo. (…) El problema no es tanto la uniformación de todas las culturas en el seno de la cultura-mundo como la ignorancia convertida en cultura. Es conveniente y útil no comprender; comprender es empezar a desobedecer” (El Occidente globalizado, 106, 144).

Los jóvenes de hoy son los principales consumidores de esa Cultura que tiende a deformar la realidad, que tiende a afectar nuestras capacidades de comprensión del mundo. No es solo el móvil que se compra y desecha, sino el conjunto de hábitos y actitudes que se interiorizan sobre las cosas. Sobre el consumo en sí mismo.

El gran desafío es que la educación se convierta en el puente de un consumismo ciego y salvaje a un compromiso político por la realidad cercana y mundial. Es decir, que la educación asuma el riesgo de ser el camino para que la juventud encare su tarea política por la transformación del mundo. Pasar de consumidores a sujetos políticos, ¡semejante desafío!

No es fácil porque todo empieza con que las y los jóvenes constaten, en carne propia, las realidades que excluyen y generan sufrimiento. Que la indignación sustituya a su fascinación mediática o visual. Que dejen de admirar a los héroes futbolísticos o de Holywood y vuelquen su interés por las mujeres y hombres anónimos que luchan contra todo -incluida la misma oferta cultural-, y que están en sus realidades denunciando, levantando la voz, organizándose, buscando cambiar estructuras y sistemas. Las auténticas heroínas y héroes de este mundo tan inundado de falsos superhéroes.

Para que la educación contribuya al paso de consumidores a sujetos políticos, es necesario que el adulto que educa escuche, busque, se interese, sea curioso por la realidad estructural, que propicie diálogos permanentes, que sea creativo para la construcción de herramientas y estrategias de comprensión profunda de la realidad. Que esas iniciativas personales de educadores comprometidos con la transformación alcancen el nivel de iniciativas institucionales, de abajo arriba, desde adentro. (Aunque, por supuesto, la bidireccionalidad en esto es necesaria).

Se precisa, en otras palabras, que quienes ejercemos el oficio de educar, nos eduquemos hacia la comprensión del mundo y seamos testimonio de verdaderos sujetos políticos. Que a los miles de sustantivos con los que enseñamos, le incorporemos muchos verbos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/05/23/de-consumidores-a-sujetos-politicos/

Imagen tomada de: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/7/72/Elconsumismonosdomina.jpg/260px-Elconsumismonosdomina.jpg

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15 prácticas para la enseñanza y el aprendizaje

Por: Pluma Invitada

Existen muchos planteamientos que se hacen en función de optimizar el aprendizaje centrados en diversos factores derivados de la larga historia de la educación; la pedagogía ha sido objeto de múltiples estudios y estrategias, sin embargo, la educación, mas que avanzar, ha retrocedido debido a circunstancias diversas que no siempre está en nuestras manos controlar.

¿A qué se debe?, uno de los factores del atraso educativo radica, ya lo hemos dicho en notas anteriores, en que las políticas educativas se han estancado en eso, en la política. Desde el punto de vista de los juegos de poder, la educación no puede  sobrevivir en el remolino de la política, en un caos de ideas y de hasta ideologías incongruentes e inconexas; la política, así, no es más que politiquería de la que el educador, por simple conciencia, debe de permanecer alejado.

Sin embargo, existe otro ambiente educativo, uno indiferente a las posturas oficiales y propositivo de estrategias, sino más acordes con la realidad, al menos más congruentes.

Se trata de lo que a diario vemos en publicaciones nuevas –es muy sano darse una vuelta esporádica por las librerías-, en las redes sociales y/o en las múltiples páginas dedicadas al rubro de la educación, y que proponen consideraciones centradas en el aprendizaje efectivo y eficaz hacia la generación de competencias de toda índole, es decir, para ser competente y, por qué no, competitivo.

Se trata de foros que, gracias a la tecnología, alcanzan mucho más difusión, lo que nos lleva a ser selectivos, no porque estos espacios no sean bien intencionados, sino que, debido a su gran cantidad y variedad, no todos se adecuan a nuestras necesidades o a nuestras expectativas particulares, a nuestro tiempo o a nuestro contexto. Todo teórico de la educación, por definición, es positivo, plantea estrategias que, en teoría, son asertivas y funcionales; se trata de enseñar en el mejor de los mundos posibles, lo que, a veces, paradójicamente, resulta imposible, de ahí que en esta nota nos proponemos plantear, más que estrategias, prácticas no basadas en lo teórico, sino en la experiencia, y a partir de que no se debe caer en la utopía de la solución universal. Estas propuestas, en todo caso, están dedicadas a los desesperados.

Adecúate al contexto: todo educador sabe que ningún grupo es igual a otro, que ninguna escuela lo es, que la edad, el sexo, las condiciones de infraestructura, los intereses son distintos, que ayer no es igual que hoy y que mañana, las cosas podrán cambiar y, de hecho, cambiarán.

No enseñes lo mismo de la misma forma: cada aspecto de lo que se enseña tiene ángulos, aristas y vericuetos distintos y variables; un ejemplo puede llegar a ser bueno en el aquí y en el ahora, no en el todo y siempre.

Entrénate en la improvisación: improvisar no se trata de llenar espacios, se refiere, más bien, a saber “leer” al grupo, ya que a veces, una inquietud o una duda dan para el desarrollo de todo un tema.

Premia el esfuerzo: hay ocasiones en las que el número no refleja el aprendizaje o no, o el esfuerzo o la ausencia de él; fíjate en la perseverancia del alumno y en su preocupación por la mejora: el ensayo y error llevan al acierto.

Aclara dudas: no es necesario que lo sepas todo, pero sí que respondas con honestidad, usa términos o información que sí conozcas, y si no sabes, “no sé” puede ser la mejor respuesta.

Salpica de humor tu clase: no la inundes, pero muchas veces un comentario oportuno ayuda a relajar la tensión que se genera de forma natural en el aula.

Dale retos a tus alumnos: déjalos que usen sus teléfonos inteligentes y sus recursos para resolverlos. Pensamos que los alumnos saben todo acerca de la tecnología y, probablemente, así es, pero no siempre saben buscar y procesar la información: diles qué buscar y cómo; hay más en la red que Wikipedia o El Rincón del Vago.

Háblales con pasión de los libros que has leído: cuéntales historias que les llamen la atención, a veces, si cambias el tema del día por una historia, lo que se llevan aprendido podrá resultar más positivo. También ten algunos libros en tu salón de clases.

Usa el pizarrón como tu asistente educativo: no todo es cañón, Power Point o plataforma, y tú no eres un simple operador; propicia que tus alumnos tomen notas, que ni tu clase ni ellos se vuelvan dependientes de la tecnología; hasta la llegada de los millennials, durante milenios, hemos aprendido sin eso.

Genera tus propios ambientes de aprendizaje y busca que tus alumnos hagan lo mismo, que ellos vayan construyendo lo que necesitan, no ensayes teorías, más bien, fíjate en lo que tienes frente a ti y, en función de ello, actúa.

Sé exigente y poco tolerante en lo que se refiere a la entrega de productos escolares, como los ensayos o las presentaciones, no admitas faltas de ortografía, de acentuación, de puntuación o de sintaxis. Con los años, el alumno se va habituando al “yo así escribo”, pero no dejes que esto ocurra; el alumno debe seguir en la práctica de las estructuras lingüísticas aprendidas en cada grado escolar.

Revisa a conciencia los trabajos y tareas que asignaste: no acumules torres de papel que, al final, solo sirven para llenar los botes de basura, así, mejor deja trabajos y actividades cortas.

Explica tus objetivos al impartir una clase o asignar una actividad de esta manera, el alumno sabrá para qué la lleva a cabo.

Mueve de lugar a tus alumnos: no dejes que se empoderen en un espacio, porque estos se convertirán en áreas de influencia, casi siempre, negativas.

Haz que los alumnos participen en forma activa y mediante preguntas que activen el interés general.

Con lo anterior no se pretende echar abajo siglos de teoría pedagógica y con ello asegurar que se ha descubierto el hilo negro o el paradigma de la educación y la didáctica. Estas observaciones son de índole práctica, y producto de la experiencia, cuyo objetivo es el de transmitir algunas estrategias útiles en todo tiempo y lugar.

Quedan aparte la preparación del docente, sus años de formación y actualización, como herramientas invaluables a la hora de enseñar y a la hora de aprender.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/15-practicas-para-la-ensenanza-y-el-aprendizaje/

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El síndrome de docente quemado será considerado enfermedad relacionada con el trabajo

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo

La OMS ha cambiado la consideración de este síndrome desde los «problemas relacionados con dificultad en el control de la vida» a los relacionados con un estrés crónico en el trabajo.

Hace muchos años que el síndrome del profesor quemado o burnout no ocupa espacio en los medios de comunicación o en la discusión pública cuando se habla de enseñanza. Igual que hace una década eran muchos quienes hacían estudios o informes más o menos importantes sobre la prevalencia de ese síndrome entre el profesorado, hacer una búsqueda de datos hoy día no es tan fácil.

Y esto, precisamente, en un momento en el que las condiciones de trabajo del profesorado han empeorado de manera significativa, principalmente, dede el Real Decreto 14/2012 de razcionalización del gasto en el que se aumentaron las ratios de alumnos por docente o se ampliaba la jornada lectiva en todas las etapas. También, en un momento en el que se han amortizado más de 30.000 puestos de trabajo mientras el número de alumnos y alumnas crecía en decenas de miles.

Hasta la fecha, los casos que se producían dentro del mundo de la enseñanza tenían que pasar por los juzgados para conseguir el reconocimiento de esta situación como producto de la compleja labor de profesoras y profesores.

El burnout es un síndrome con diferentes estadios. El primero de ellos, el agotamiento, tanto físico como psicológico de la persona. Después viene el de despersonalización, en el que se produce un endurecimiento emocional y una mayor o menor despreocupación hacia el alumnado y sus problemas o circunstancias. Por último, el síndrome tiene impacto en la eficacia en el trabajo.

Para Francisco Javier Gómez, responable de Salud Laboral de STEs es una buena noticia que la Organización Mundial de la Salud haya dado este paso en la consideración de enfermedad producida por el trabajo. Para este experto, docente y que lleva 12 años trabajando temas de salud laboral en el sindicato, el sí¡ndrome del profesor quemado tiene muchos factores que interrelacionan. Desde la organización del centro educativo (o su desorganización), pasando por la falta de recursos materiales, el aumento de las horas lectivas, de las ratios o de la presión de una burocracia siempre creciente.

A pesar de la falta de datos oficiales, Gómez estima que entre un 10 y un 20% (más cerca del 20 que del 10) del profesorado se encuentra en esta situación de burnout. Pueden encontrarse, según su experiencia, en mayor medida en la etapa de la ESO, también en Bachillerato. Y en algunos casos en infantil o los primeros cursos de la primaria.

Uno de los posibles efectos de esta nueva consideración por arte de la OMS puede ser, además de evitar la judicialización de los procedimientos, que se sienten las bases para considerar las difíciles circunstancias en las que las y los docentes desarrollan su trabajo cotidiano.

Hasta ahora, y desde 1990, la OMS había catalogado el burnout dentro de los “problemas relacionados con dificultad en el control de la vida”. A partir de ahora, lo circunscribe a problemas de estrés crónico en el trabajo. “El burnout se refiere específicamente a los fenómenos en el contexto laboral y no debe aplicarse para describir experiencias en otras áreas de la vida”, explica la Organización.

Uno de los problemas más importantes que le encuentra a esta situación, frente a otras que pueden causar bajas laborales, está el hecho de que “te señalan a ti como el culpable”. Algo que no sucedería con otro tipo de enfermedades o causas de baja.

Entre las posibles propuestas que pone sobre la mesa Gómez, además de la mejora de las condiciones de trabajo y de la consideración del profesorado socialmente, estaría, para empezar, la recuperacón de los médicos inspectores de educación que poco a poco han desapareciendo de las comunidades autónomas con su jubilación y la amortización de la plaza. Según el sindicalista, estas figuras realizan una importante labor de formación y prevención, además de un trabajo en relación al estudio de la prevalencia de determinadas enfermedades desarrolladas por docentes. Hoy su labor la llevan a cabo las mutuas, que no hacen seguimiento en los centros ni llevan a cabo ninguna labor estadística, según dice Gómez.

Además, el responsable de Salud Laboral de STEs defiende la creación de la figura del docente acompañante que ayude a la reincorporación de quien vuelve de este tipo de bajas que, además, suelen ser de alta duración, rondando el año. Un docente que durante un tiempo determinado esté en el aula asumiendo la labor y responsabilidad de quien se reincorpora para que este pueda hacerlo con seguiridad y tranquilidad.

El burnout está muy relacionado, además de por causas materiales de desempeño del trabajo (cantidad de alumnado, necesidades educativas especiales de todo tipo, falta de recursos…), con elementos personales como una posible baja autoestima. Un problema que, además, aumenta según el o la docente se va adentrando en el síndrome.

Es necesaria una labor de prevención, así como recursos para la formación en el centro de trabajo relacionadas con la gestión de los conflictos en el aula, por ejemplo.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/05/29/el-sindrome-de-docente-quemado-sera-considerado-enfermedad-relacionada-con-el-trabajo/

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Educar para decrecer

Por: Enrique Díez

Todo el mundo lo sabe. Todos y todas somos conscientes, de una forma o de otra, de que la humanidad corre hacia el precipicio con nuestro actual modo de vida, basado en el aumento del crecimiento de la producción y el consumo. Aprendamos a vivir con menos.

Los jóvenes en Europa están diciendo que así no es posible, exigiendo a la sociedad y a sus representantes que frenen el cambio climático, el calentamiento global y salvaguarden el futuro de las próximas generaciones. Este movimiento estudiantil de protesta por el clima, Fridays For Future, cuestiona el capitalismo porque “sencillamente no hay recursos para seguir manteniendo esta economía de mercado salvaje”.

No es posible el crecimiento continuo en un planeta limitado. No sólo estamos destrozando el planeta a un ritmo acelerado, sino que estamos condenando a las futuras generaciones a heredar un planeta arrasado y esquilmado de sus recursos naturales. No podemos seguir viviendo en una sociedad en fuga permanente hacia adelante. Cuanto antes seamos conscientes de la necesidad de desprendernos de un modo de vida inviable, mejor para toda la humanidad y para el propio planeta. Nos va la vida y el futuro en ello.

De hecho, el crecimiento capitalista, lejos de producir bienestar y satisfacción de las necesidades para toda la humanidad, lo que ha conseguido es asentar la denominada sociedad el 20/80: que unos pocos, cada vez menos, sean muchísimo más ricos, mientras que la mayoría de las personas del mundo se precipitan en el abismo de la pobreza, la explotación y la miseria. Al mismo tiempo, el planeta es esquilmado, saqueado en sus recursos limitados y empujado hacia una catástrofe ecológica que pone en serio peligro la vida sobre la Tierra y la supervivencia de las generaciones venideras. Hemos de aprender a satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las de las futuras generaciones.

Todo el mundo lo sabe. Todos y todas somos conscientes, de una forma o de otra, de que la humanidad corre hacia el precipicio con nuestro actual modo de vida, basado en el aumento del crecimiento de la producción y el consumo. Pero nos negamos a asumirlo porque este capitalismo ha colonizado nuestro imaginario mental y utópico. De hecho, los planes de recuperación de las crisis se asientan en el imperativo del aumento del crecimiento, de la productividad y competitividad, del poder de compra y, en consecuencia, del consumo.

Sabemos que únicamente la ruptura con el sistema capitalista, con su consumismo y su productivismo, puede evitar la catástrofe. Es imprescindible, por tanto, educar en un modelo social económico acorde con un estilo de vida de “sobriedad voluntaria”. Un estilo que sea universalizable a todo el planeta. Apostando por una educación que rompa esa “razón productivista” que impregna las reformas educativas de orientación neoliberal como la LOMCE. No olvidemos que el emprendimiento neoliberal y la educación financiera, “materias estrella” que impulsa la LOMCE, defienden el crecimiento económico, la maximización del beneficio empresarial y la competencia como las reglas básicas de la economía planetaria y en torno a las cuales ha de girar ésta.

Se trata, pues, de romper con el modelo de la sociedad de consumo, orientada a producir necesidades superfluas y, seguidamente, diseñar campañas de marketing para convencer a la población de que serán infelices si carecen del nuevo fetiche que nos tratan de vender. Mientras perviva el modo de producción capitalista, cuya finalidad no es procurar la satisfacción de necesidades que mejoran nuestra calidad de vida, la de nuestras comunidades y la vida en el planeta, sino que es reproducir y acrecentar sociedades de consumo, existirá un conflicto manifiesto entre la destrucción de la naturaleza para obtener beneficios y su conservación para poder sobrevivir.

Sabemos, pues, cuál es la solución: que la salida está justamente en la dirección contraria al crecimiento, es decir, en el decrecimiento. Lo sabemos, pero procuramos mirar hacia otra parte, porque nos veríamos obligados a cuestionar las bases del sistema capitalista y nuestra propia forma de vida social y personal.

El decrecimiento nos propone otra manera de hacer las cosas, otra manera de vivir: supeditar el mercado a la sociedad, sustituir la competencia por la cooperación, acomodar la economía a la economía de la naturaleza y del sustento de las necesidades básicas. El decrecimiento nos lleva a vivir mejor con menos: menos comida basura, menos estrés, menos pleitesía al consumo.

No se trata de vivir todos en la miseria, ni renunciar a las conquistas de la ciencia y la técnica y volver a vivir alumbrándonos con velas y yendo en burro. El decrecimiento es la opción deliberada por un nuevo estilo de vida, individual y colectivo, que ponga en el centro los valores humanistas: las relaciones cercanas, la cooperación, la participación democrática, la solidaridad, la educación crítica, el cultivo de las artes, etc.

La construcción de una sociedad del decrecimiento requiere no sólo luchas y acciones; exige simultáneamente un planteamiento estratégico fundamental a más largo plazo: hay que acometer todo un trabajo de liberación de las mentalidades y de descolonización del imaginario dominante.

Mediante el proceso de socialización que vivimos tanto a través de los medios informales, principalmente los medios de comunicación, como de los medios formales, como es la educación, es como va siendo colonizada nuestra razón, nuestro pensamiento y nuestra imaginación. Por ello se hace imprescindible y crucial repensar este proceso de socialización. Repensarlo para reelaborar el currículum ecosocial, desarrollando una educación que desvele los auténticos mecanismos económicos, sociales, políticos e ideológicos del poder que construyen esta mentalidad.

Pero se trata también de evitar en el currículum la exaltación del crecimiento y la ausencia de la consideración de los límites físicos del planeta e introducir simultáneamente contenidos críticos con nuestra forma de producción y consumo, y experiencias alternativas que muestren que es posible vivir bien con menos. Igualmente se trata de facilitar estrategias y herramientas para ser capaces de analizar críticamente el entorno y el modelo de consumo y crecimiento constante que ofrece la publicidad, los medios, el cine, la música comercial, la moda, etc.

Se trata de transversalizar en todos los planteamientos educativos la filosofía de la simplicidad, de una vida sobria, para aprender a reducir y limitar deseos e, incluso, necesidades. Y simultáneamente ser ejemplo de ello en la dinámica cotidiana de los centros educativos reduciendo sustancialmente el consumo: romper el modelo de obsolescencia programada, reparando, reciclando y reutilizando los materiales y las tecnologías del centro; cuestionando el consumo innecesario y la propaganda, potenciar la bioconstrucción y las auditorías ambientales de los edificios, etc.

Educar, en definitiva, en que “se puede vivir mejor con menos”.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/05/29/educar-para-decrecer/

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Segregación hasta la Universidad

Por: Milagros Pérez Oliva

Las facultades está lejos de reflejar la diversidad social. La mayoría de los estudiantes son hijos de padres con alto nivel de estudios

En los años sesenta, la Universidad dejó de ser aquella fortaleza inexpugnable para los hijos de las familias humildes. Durante varias décadas, llegaron a las Facultades españolas miles de estudiantes que eran los primeros universitarios de su familia. El elevador social se había puesto en marcha y durante años fue uno de los principales mecanismos de progresión social. La ampliación y descentralización de los campus universitarios y el hecho de que España figure entre los países con mayor número de licenciados pueden dar la impresión de que la Universidad ha dejado de ser una institución elitista, que se ha democratizado de tal modo que cualquiera puede estudiar una carrera. En teoría, así es. En la práctica, el principal predictor de las posibilidades de ser universitario es tener padres universitarios con sueldos altos.

La Universidad está lejos de ser un reflejo de la diversidad social y, de hecho, cada vez lo es menos. Así lo indica el informe de la Red Vives Via Universitaria 2017-2019, con datos de 40.000 universitarios de Cataluña, Baleares y Valencia, extrapolables al resto de España. Si se clasifica a los estudiantes por el nivel social de la familia, no en función de la renta, que puede ser engañosa, sino por el nivel de formación y ocupación de los padres, vemos hasta qué punto esta institución perpetúa las desigualdades: el 55% de los universitarios pertenece a familias de clase social alta, el 34,4% a familias de clase media y solo el 10,6% a hogares de clase baja, cuando el 40% de la población adulta española tiene un nivel bajo de estudios.

La familia es la que mantiene y paga los estudios de seis de cada diez universitarios, y solo un 18,1% se beneficia de una beca. Otro 18,9% trabaja para poder pagar los estudios, lo que supone una dificultad añadida puesto que el modelo Bolonia no favorece poder estudiar y trabajar al tiempo. Otro elemento que muestra una evolución preocupante es la forma de acceso. El porcentaje de estudiantes que llega a la Universidad a través de las pruebas de selectividad ha subido en tres años del 67,4% al 82,4%, y en cambio, los que acceden desde ciclos formativos han caído del 18,2% al 11,5%. Además, los hijos de familias con bajo nivel de estudios que llegan a la Universidad tienden a elegir en mayor proporción carreras de humanidades y ciencias sociales que científicas o ingenierías.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/05/27/opinion/1558977741_059792.html

 

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La educación filosófica en la era digital

Por: Pedro Feal Veira.

Es imprescindible que el sistema contribuya a la formación de un criterio propio, autónomo y crítico en las mentes de los más jóvenes

En una sociedad de la información como la nuestra, plenamente mediatizada por la tecnología digital y por la que circulan continuamente millones de datos sin contrastar, es imprescindible que el sistema educativo contribuya a la formación de un criterio propio, autónomo y crítico, en las mentes de los más jóvenes que les ayude a discernir entre lo verdadero y lo falso, lo valioso y lo desestimable, lo decente y lo indecente, lo justo y lo injusto, dentro del inmenso aluvión de mensajes que reciben a diario en sus móviles, ordenadores y demás aparatos electrónicos. Discernir, por ejemplo, entre bulos (fake news) y auténticas noticias, o entre romanticismo y pornografía, o entre una teoría política coherente y el fervor populista sustentado en un manejo interesado de las emociones por parte de líderes más o menos carismáticos.

Por este motivo, la enseñanza de la Filosofía, antigua pero —como el mar del poema de Valéry— siempre recomenzada y perenne disciplina del pensamiento, se vuelve más necesaria que nunca, siendo como es una reflexión racional en la que se analiza con rigor qué es real y qué no lo es (ontología), qué es la verdad y cómo conocerla (epistemología o teoría del conocimiento), cuáles son los valores y normas morales que debemos seguir (ética), qué son la belleza y el arte (estética) y en qué consiste lo justo en la sociedad y en el ejercicio del poder (filosofía política). Además, la lógica estudia las formas válidas de razonamiento en contraposición a las falacias, y la metodología, los procedimientos de investigación, descubrimiento y comprobación científica de las afirmaciones y hechos. El aprendizaje de estas disciplinas filosóficas entrena al intelecto a discernir lo legítimo de lo espurio, lo auténtico de lo simulado, lo cierto de lo manipulado. Y el resultado es el desarrollo de una capacidad de juzgar (krinein, en griego) o criterio, que hace posible aplicar, en un primer momento, la duda metódica como filtro de las múltiples informaciones que recibimos sin desbastar, y en una segunda fase, asumir como válidas aquellas que pasen la prueba de la veracidad, la fiabilidad y la transparencia, así como los controles intelectuales de la ética, la estética y la política racional.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/02/06/opinion/1549445588_649435.html

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Argentina: El papel del cooperativismo en la superación del subdesarrollo y dependencia.

Por: José Yorg
“El desarrollo es un banquete con escasos invitados, aunque sus resplandores engañen, y los platos principales están reservados a las mandíbulas extranjeras” Eduardo Galeano

“El desarrollo económico es una de las bases de la soberanía, es que afirmamos que ese programa no es el de un partido o del gobierno. Es un programa nacional. Una política nacional es la que consulta los ideales e intereses de todo el país frente al mundo del que forma parte indivisible. Esos ideales e intereses se concretan en su soberanía. La soberanía de una nación no significa aislamiento o antagonismo frente a otras, sino interdependencia en términos de igualdad”
Arturo Frondizi

Asumimos nuevamente esta temática en el actual contexto argentino, signado esta vez por la contienda electoral, se puede auscultar el temor a la implosión económica y financiera, a la que los decisores políticos tratan de salvar y navegar hacia “aguas seguras” ¿Lo lograrán?

La democracia representativa ha sido desbordada por la situación de inequidad social por efectos de las políticas públicas ajustadas a los designios externos que la colocan en la dependencia económica, se pierde soberanía política y la justicia social no existe.

Así, la llamada “grieta” social está constituida por los sectores políticos y sus intereses y por el otro lado, el pueblo y su infortunio perenne: La pesada herencia, el ajuste, crisis eterna que lo margina del buen vivir.

Es este el modelo socio-económico mundial. El capitalismo financiero arrasa el crecimiento y desarrollo económico donde quiera. El subdesarrollo y dependencia económica y la falta de soberanía política, lo reiteramos, es el dato indiciario del capitalismo financiero actual.

En el presente análisis queda claro que la gestión que los Gobiernos de los países subdesarrollados están severamente condicionadas por estar ancladas como economía subsidiaria de otra economía dominante, todo ello mediante una alianza de agentes externos e internos, éstos últimos denominados “cipayos”.

Para nosotros, miembros de TECNICOOP, los factores de dependencia económica externa, ligadas por medio de la deuda externa, dan por resultado la falta de soberanía política, son la explicación concreta de la miseria social y de ninguna manera las “supuestas” equivocaciones e incluso las incapacidades de crear líneas políticas de crecimiento y desarrollo productivo y económico de los Gobiernos.

¿Y entonces? ¿Y la corriente progresista? Evidenciaron sus límites.

Todo lo expuesto, por cierto, de manera muy sintética, muestra que el espacio del accionar cooperativo está acotado. Su contribución al desarrollo económico y a la elevación social está limitada por los estrechos muros del subdesarrollo económico.

Salir de la situación objetiva de la categoría de país subdesarrollado y dependiente, implica, entre muchos, la elaboración y puesta en marcha de un plan tendiente a revertir esta situación y para ello debe enamorarse al pueblo con esa idea-fuerza para que el pueblo se asuma como protagonista o sujeto principal de la reconstrucción socio-económica. En nuestra opinión si no se promueve de esta forma, es otra farsa electoral más.

Hablar de cooperativismo es hablar de desarrollo, es hablar de un modelo productivo que quiebra la expoliación porque transforma la relación de dependencia y subyugación, promoviendo una relación equitativa, profundamente humana. He aquí el papel del cooperativismo en la superación del subdesarrollo y dependencia de las naciones.

Aún está ausente en los discursos proselitistas el papel que le otorgan al cooperativismo, y ello preocupa en verdad, porque es el síntoma más fuerte de la mentira institucionalizada de que los que vienen a gobernar, vienen a mejorar la vida de las personas de carne y huesos. Pongamos el acento en este detalle mayúsculo.

Concluimos que, si los políticos quieren servir al pueblo deben servir a las cooperativas porque éstas son el pueblo.

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

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