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Respetar las lenguas indígenas en la educación es fundamental para reducir la exclusión.

El Día Internacional de la Lengua Materna de este año coincide con la declaración de 2019 de la ONU como el Año Internacional de las Lenguas Indígenas, que “es importante para el desarrollo, la construcción de la paz y la reconciliación ”.

Mld 3Hemos recorrido un largo camino para que esto sea considerado globalmente importante. En el pasado, en gran parte del mundo, los sistemas educativos no solo no proporcionaban educación relevante a las poblaciones indígenas, sino que se centraban en forzar la asimilación a través de la escolarización. El legado de discriminación y estigmatización que enfrentan los pueblos indígenas en países ricos, como Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos, no ha recibido suficiente atención pero es claramente visible en los datos de alfabetización.

Los países están buscando maneras de abordar los desafíos que enfrentan las poblaciones indígenas. El gobierno canadiense ha intentado reparar el legado de la educación residencial que separaba a los niños indígenas de sus familias y apuntaba a asimilarlos, incluso castigarlos por hablar su propio idioma.

Los tiempos han cambiado. Para empezar, existe un creciente sentido de conciencia y defensa sobre la importancia de que los sistemas educativos no contribuyan a la pérdida del lenguaje. Aparte de la inclusión, una razón clave para respetar el idioma indígena en la educación es la importancia de incorporar el conocimiento tradicional en las escuelas. Esto no es trivial: en estos días, por ejemplo, el conocimiento tradicional es reconocido como un recurso importante para adaptarse al cambio climático. Por esta razón, Mundiya Kepanga, de la tribu Huli en Papua Nueva Guinea, asistió al evento de lanzamiento de nuestro Informe GEM 2016 sobre Educación para las personas y el planeta, por ejemplo, describiendo cómo, en su escuela, “aprendió a vivir juntos en armonía y cuidando de nuestro planeta ”.

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Sin embargo, los desafíos para enseñar idiomas indígenas en las escuelas se han visto agravados por la migración de los pueblos indígenas a las áreas urbanas, lo que a menudo implica una mayor pérdida de idiomas y la erosión cultural. Las generaciones más jóvenes en las ciudades tienen una probabilidad significativamente menor de hablar lenguas indígenas en Ecuador, México y Perú, por ejemplo.

El caso de los maoríes en Nueva Zelanda también muestra cómo la migración ha cobrado su precio. La proporción de maoríes que viven en áreas urbanas creció rápidamente del 16% en 1926 al 85% en 2006. Luego, en 1960, se encontró que solo el 26% de los maoríes podía hablar el idioma maorí, lo que provocó un llamado a los maoríes culturalmente relevantes y bilingües. educación. Sin embargo, en 2013, el censo mostró que todavía solo el 21% de los maoríes podía mantener una conversación sobre las cosas cotidianas en maorí.

Del mismo modo, más del 50% de los indígenas de Canadá viven en ciudades. Los análisis encontraron que la incorporación de currículos y prácticas culturalmente apropiados, incluidos los idiomas aborígenes, las ceremonias y la participación de los adultos mayores, era importante para el desempeño de los niños en la educación infantil.

Aunque establecen el tono, no solo los gobiernos han sido responsables del abandono de las lenguas indígenas. Parte de la barrera para que se enseñe el idioma indígena en las escuelas proviene de las propias poblaciones indígenas: los padres y los niños a menudo ven con razón el aprendizaje en un idioma nacional oficial como una clave para el futuro empleo y mayores oportunidades de vida. Muchos países buscan encontrar el equilibrio adecuado a través de programas de educación bilingüe, pero rara vez se implementan sistemáticamente.

Se ha visto que las fuertes opiniones de todas las partes sobre este tema causan inquietud en muchas ocasiones, lo que a veces resulta en un progreso para el idioma indígena. La imposición del español en las escuelas por parte de Guatemala fue vista por los indígenas como parte de un patrón más amplio de discriminación social, por ejemplo. Los grupos armados que representan a los indígenas demandaron educación bilingüe e intercultural durante las negociaciones sobre un acuerdo de paz, lo que llevó a un compromiso constitucional.

La diversidad lingüística también crea desafíos, en áreas como la contratación de docentes, el desarrollo curricular y los materiales de enseñanza, y la implementación de políticas para la educación bilingüe a menudo no se implementan por completo. En Chile, cuando las lenguas indígenas se incorporaron en los planes de estudio oficiales en 2010, los maestros de una escuela preescolar intercultural y bilingüe sintieron que, además de aprender la lengua, necesitaban más conocimiento cultural y experiencia de primera mano con las comunidades indígenas.

Y sí, aunque algunos pueden negarlo, la educación no es necesariamente la respuesta a este problema. La educación puede ser tanto la razón por la que se puede perder el conocimiento indígena como una forma potencial de restaurarlo. Días como hoy, años como el 2019, nos ayudan a reevaluar nuestras políticas y programas educativos para asegurarnos de que no somos parte del problema, sino, en cambio, parte de la cura.

Fuente: https://gemreportunesco.wordpress.com/2019/02/21/respecting-indigenous-languages-in-education-is-core-to-reducing-exclusion/

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Las consecuencias inesperadas de reducir el número de alumnos por aula en las escuelas

Reducir el tamaño del número de alumnos en las clases suena a una gran idea.

Pero un análisis internacional sobre su impacto muestra consecuencias inesperadas: a menudo puede implicar una menor remuneración para los docentes y no hay mucha evidencia de que ofrezca buenos resultados para los estudiantes.

Hacer que los grupos en la clase sean más pequeños ha sido una política popular en muchos países, frecuentemente apoyada por padres, políticos y maestros.

Fue una de las grandes tendencias de la última década.

El tamaño de las clases disminuyó en promedio un 6% entre 2006 y 2014 en los años de secundaria en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Esto incluye a más de 30 de los países más desarrollados, la mayor parte de Europa occidental, Japón, Australia y Estados Unidos.

TeacherDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLos sistemas educativos altamente calificados en el este de Asia a menudo tienen clases numerosas.

Clases pequeñas, más profesores

La expectativa era que las aulas con menos alumnos significarían una educación más personalizada, con mejoras en el comportamiento y el aprendizaje.

Pero cuando se trata de invertir en escuelas, suelen aparecer también puntos negativos, y los países solo pueden gastar su dinero una vez.

Cuando los presupuestos en educación se centran en reducir el tamaño de las clases, las cifras muestran que usualmente hay reducciones en otros aspectos, en particular en el salario de los maestros.

En todo el sistema educativo, aulas con menos alumnos representan un mayor número de clases. Esto requiere de los servicios de más maestros, lo que a su vez significa costos más altos.

Además de necesitar más docentes, reducir el tamaño de alumnos por clase también puede necesitar la construcción de más aulas y ampliación de las escuelas.

Opciones de gasto

Por primera vez, la OCDE analizó las consecuencias de reducir la cantidad de alumnos en las clases y su magnitud es sorprendente.

Para compensar el costo de reducir el tamaño promedio de la clase en un solo estudiante, los salarios de los maestros tendrían que disminuir en más de US$3.000 por año en la mayor cantidad de países de la OCDE.

Clase en escuela.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionReducir el tamaño de los estudiantes en las clases ha sido una tendencia internacional popular en los últimos años.

En Suiza y Alemania significaría reducir la paga de los docentes en más de US$4.000 anuales y más de US$3.000 en países como Austria, Noruega, Estados Unidos, Finlandia, Australia, España y los Países Bajos.

Los sueldos de los maestros representan una parte importante del gasto escolar y cualquier medida que vaya a aumentar el número de docentes pronto tendrá un gran impacto en los presupuestos de Educación.

En la actualidad, los maestros de escuela secundaria reciben un pago de solo el 88% de lo que ganan otros trabajadores graduados.

Problemas de reclutamiento

Si los salarios de los docentes no son competitivos, habrá problemas de reclutamiento, y el riesgo de que los maestros dejen la profesión para buscar trabajos mejor compensados.

Entre 2005 y 2015, el salario de los docentes en la OCDE aumentó en promedio solo un 6% después de la inflación.

En un tercio de los países de la OCDE, hubo una disminución de la remuneración en términos reales.

En el país escandinavo se está experimentando con un nuevo entorno abierto de aprendizaje.

Pueden haber otros factores económicos en cada país que afecten el salario de los docentes, como una crisis financiera y políticas sobre salarios del sector público.

Pero reducir el tamaño de las clases significará tomar dinero que podría gastarse en otro lugar.

Existen otras opciones. Por ejemplo, los maestros podrían trabajar durante más horas en el aula y reducir su tiempo de preparación. O podría haber una reducción en el tiempo de la lección.

Pero alcanzar un equilibrio puede tener un precio alto.

En algunos países significaría reducir el tiempo de instrucción de los estudiantes en casi 70 horas por año para ahorrar el costo adicional de reclutar más maestros con el objetivo de reducir el tamaño de las clases.

¿Mejores resultados?

Clase en escuela.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl costo de clases más pequeñas puede terminar en que haya menos dinero para invertir en los maestros.

¿Vale la pena entonces reducir el número de alumnos por clase?

No existe un vínculo claro entre los sistemas educativos con clases más pequeñas y un mejor aprendizaje.

Los resultados de las últimas pruebas Pisa no muestran ninguna asociación entre el tamaño promedio de las clases y el rendimiento de los alumnos en ciencias.

De hecho, los países asiáticos como Singapur y China, a menudo encabezan las clasificaciones tanto en términos de rendimiento como en clases numerosas.

Otro dato que tal vez puede ser inesperado es que los resultados en ciencia muestran puntajes más altos en estudiantes en clases más grandes y en escuelas con maestros que deben enfrentar aulas más populosas.

Quizás lo que realmente se necesita es que se produzca una reducción significativa en el tamaño de la clase para tener un impacto positivo.

Pero parece que cada vez que los sistemas educativos con alto rendimiento tienen que elegir entre clases más pequeñas e inversiones en docentes, eligen lo último.

Maestros en huelga.Derechos de autor de la imagenREUTERS
Image captionLos salarios de los docentes son frecuentemente tema de conflicto.

Por supuesto, pueden surgir otras decisiones políticas y económicas, como un mayor financiamiento para las escuelas, con el objetivo de que los salarios de los maestros reciban un incremento.

Pero dado que los presupuestos son a menudo limitados, este estudio muestra cómo las opciones de gasto pueden tener resultados imprevistos.

Reducir el tamaño de la clase es una medida costosa, por lo que vale la pena considerar sus beneficios frente a otras políticas.

Si esta fuera una decisión financiera, ¿cómo obtendrías más por tu dinero invertido?

¿Cómo se compararía con gastar más en aumentar los salarios de los maestros, invertir en la capacitación de docentes o cambiar el plan de estudios?

¿Vale la pena, entonces, aplicar la popular política de reducción en el número de alumnos en las clases, a costa de la calidad de la enseñanza?

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-47312916

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Educación superior: autónoma, gratuita y obligatoria

Por: Pluma Invitada 

Las instituciones de educación superior (IES) públicas de México –universidades, tecnológicos, normales e interculturales– tienen historias, tradiciones, orientaciones académicas, regímenes legales y fines diferentes. Algunas son centenarias y otras fueron establecidas en las pasadas décadas. Casi todas desarrollan actividades de docencia, investigación y extensión en distintos grados, con propósitos más o menos especializados, con proyección y alcances nacional, estatal, regional o local.

Constituyen un proyecto cultural y educativo excepcional, construido a lo largo de la historia y hacen grandes aportaciones al país. En el ciclo escolar 2017-2018, las IES públicas atendieron a más de 2.8 millones de estudiantes y otorgaron más de 320 mil títulos, cerca de 70 por ciento de los conferidos a escala nacional. Además, atienden a más de 25 mil estudiantes de doctorado y en este ciclo graduaron 4 mil 200 doctores, 60 por ciento del total nacional.

La UNAM, otras universidades públicas federales junto con el IPN, y las públicas de los estados (UPES) realizaron más de 75 por ciento de la investigación nacional. Entre 1991 y 2018, las IES públicas han recibido 32 por ciento de las patentes aprobadas a instituciones de docencia o investigación. Publican más de 5 mil títulos al año, arriba de 20 por ciento de la producción editorial mexicana.

Históricamente han sido referentes de las luchas contra el autoritarismo, por la democracia y el cambio social. Desde 1929, destacaron por la huelga que devino la autonomía, la defensa de la educación popular en el IPN y las normales en los años 40 y 50; luchas universitarias en la década de los 60 y el movimiento estudiantil de 1968. Siguieron proyectos de democratización y construcción del sindicalismo universitario en los años 70; resistencia contra el ajuste estructural y las políticas neoliberales en los decenios de los 80 y los 90, y amplia participación por la democracia electoral en 1988, 2012 y 2016.

En el debate actual sobre el artículo tercero hay tres temas fundamentales para las IES públicas. En primer lugar, es imprescindible resarcir la omisión, por error o intención, de la actual fracción séptima que garantiza la autonomía universitaria. Este texto da jurisdicción federal a las atribuciones autonómicas –autogobierno e independencia– de las universidades que tienen esta condición. Además, reconoce y protege los derechos laborales de trabajadores académicos y administrativos, en el contexto del apartado A de la Ley Federal del Trabajo.

La autonomía es un derecho y una responsabilidad de las universidades y los universitarios. Es la máxima garantía para que las IES públicas cumplan con sus funciones y su compromiso social, a partir del análisis, la elaboración de alternativas y la crítica, fundadas en el conocimiento.

Sostengo que la autonomía debe servir para promover la obligatoriedad y la gratuidad, no para evadirlas. Por ello es necesario establecer en el segundo párrafo del artículo tercero que la educación superior pública, incluyendo la que se imparte en las instituciones públicas a las que la ley otorga autonomía, serán gratuitas y obligatorias.

Desde hace décadas miles de jóvenes han luchado por el acceso a la educación superior. La obligatoriedad atiende esta demanda. Implica, en la educación superior, una responsabilidad sólo para el Estado, no para los padres ni los educandos. Se trata del imperativo de atender a todos los que la quieran estudiar, habiendo cubierto el ciclo escolar anterior.

Han sido también históricas las luchas en defensa de la gratuidad, en la UNAM y en otras universidades del país. La iniciativa del Ejecutivo atiende estas demandas históricas por la gratuidad y el acceso a la educación superior pública.

Estos objetivos no son fáciles de cumplir. En 2018 había 4.2 millones estudiantes en la educación superior, 38.4 por ciento del grupo de edad entre 18 y 22 años. Para alcanzar una cobertura equivalente a 50 por ciento en 2024, es necesario incorporar a más de un millón de estudiantes a la matrícula actual, un incremento de 170 mil por año. La inversión para alcanzar esta meta es de 7 mil a 10 mil millones de pesos adicionales cada año. Y el costo para resarcir a las IES públicas el monto de las cuotas que dejarán de percibir por la gratuidad es de otros 14 mil millones.

Los poderes Ejecutivo y Legislativo tienen que ser coherentes. Aprobar la gratuidad y la obligatoriedad implican un compromiso de financiamiento suficiente para la educación superior pública. Si esto no se cumple, la gratuidad y la obligatoriedad serán letra muerta en el texto constitucional.

Así, las instituciones superiores publicas seguirán siendo la mejor garantía para la formación profesional y ciudadana de cientos de miles de jóvenes, así como para la creación de conocimientos y proyectos de bienestar, con capacidad crítica y autonomía intelectual. Por ello, son imprescindibles para transformar y para construir un nuevo proyecto económico, político y social en México.

Resumen de ponencia sobre normales y educación superior, en referencia a la reforma del artículo tercero

Fuente: http://www.educacionfutura.org/educacion-superior-autonoma-gratuita-y-obligatoria/

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Estancias infantiles, guarderías o abuelitos

Por: Eduardo Backhoff

En estos días se está discutiendo en la Cámara de Diputados la propuesta educativa del secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán. Entre las muchas ausencias de esta iniciativa destaco, por ahora, la eliminación de los programas de educación inicial. Simplemente lo borran de sus prioridades, en cambio anuncian con “bombos y platillos” la creación de 100 nuevos centros universitarios. Se les olvida, o posiblemente no lo saben, que en los primeros años de vida de un infante se desarrollan el lenguaje y las habilidades de comunicación, el razonamiento numérico, así como diversas capacidades cognitivas necesarias para conocerse a sí mismo y al mundo que los rodea.

La pobre concepción que se tiene de esta etapa de desarrollo del individuo hace que las autoridades del gobierno se refieran a ellas como guarderías o estancias infantiles, nombres que hacen alusión a lugares donde se dejan, se cuidan, se vigilan y se entretienen a los infantes. Bajo esta concepción se puede entender la gran torpeza del secretario de Hacienda de proponer que los abuelitos sean quienes pueden cuidar a sus nietos. Si solo se tratara de cuidar y vigilar a niños,  seguramente, no sería tan escandalosa tal idea. Sin embargo, éste no es el caso. La investigación sobre desarrollo infantil apunta en el sentido de que son los tres primeros años de vida los que pueden hacer la diferencia entre un infante que tenga éxito en la escuela de aquel que sufrirá un rezago que le impedirá alcanzar escolarmente al resto de sus compañeros.

Es sabido que los niños desarrollan el lenguaje durante los primeros 30 meses de vida, que adquieren las habilidades previas para la lectura (readiness) de los 2.5 a los cinco años, que aprenden-a-leer (learning to read) de los seis a los ocho años y que desarrollan la habilidad de leer-para-aprender” (reading to learn) de los nueve a los once años. Es común que, en las clases sociales más privilegiadas, esta cronología del aprendizaje y dominio del lenguaje se dé de forma muy natural y fluida. Por el contrario, generalmente, en las clases más desprotegidas, donde en las familias prevalece el analfabetismo y la baja escolaridad (ej.: zonas indígenas, campos migrantes agrícolas, áreas rurales y de alta marginación), los niños se retrasan considerablemente en la adquisición y dominio del lenguaje. Así, desde muy temprana edad se producen brechas en el dominio del lenguaje oral y escrito que, con el paso del tiempo, se van abriendo.

Ésta es la razón principal por la cual los niños que se desarrollan con severas carencias materiales y lingüísticas no logran aprender lo mismo que aquellos que gozan de buenas condiciones para el desarrollo infantil. Lo anterior está muy bien documentado en las evaluaciones de aprendizaje nacionales e internacionales, las que siempre muestran el mismo patrón de resultados: a mejores condiciones de crianza, mejores aprendizajes. Sin embargo, es posible revertir este efecto perverso del contexto social en que vive un niño pobre, siempre que el infante tenga la oportunidad, desde muy pequeño, de ser expuesto a un medio rico, en cantidad y calidad de interacciones lingüísticas y sociales. El proyecto norteamericano que documenta lo anterior se conoce como Head Start. Los niños tienen un mejor progreso si ingresan al preescolar con un lenguaje fuertemente desarrollado y con diversas destrezas de comunicación. Como ya se dijo, la regla general es que el desarrollo del lenguaje depende del grado de exposición que tengan los niños a un lenguaje abundante, rico y diverso. Un buen desarrollo del lenguaje a temprana edad permite que los niños puedan desarrollar: un conocimiento general de sí mismos y del medio que los rodea; habilidades sociales, comportamientos adecuados para el aprendizaje; así como una variedad de destrezas cognitivas. La habilidad de leer es fundamental para que el niño tenga éxito en la escuela y, a n de cuentas, a lo largo de toda la vida. La transición más crítica se da en las etapas de aprender-a-leer a leer-para-aprender. Esta transición se da en la mayoría de los estudiantes entre los 8 y 9 años de edad, lo que usualmente suele ocurrir al término del tercer grado de primaria.

Los escolares que no logran esta transición a tiempo se rezagan enormemente del resto de sus compañeros, a tal grado que la diferencia en la habilidad para comprender textos puede ser hasta de seis grados escolares para los estudiantes que terminan el tercer grado de secundaria. Es decir, estudiantes que al terminar la educación básica tengan una habilidad de comprensión lectora de un alumno de cuarto grado de primaria. La idea de terminar el programa de estancias infantiles para darles el recurso a los abuelitos para que alimenten y cuiden a sus nietos es una ocurrencia decimonónica, que muestra una gran ignorancia del gobierno en turno sobre el desarrollo intelectual y lingüístico de los niños. No se trata de invertir en guarderías o en estancias infantiles, sino en verdaderos centros de desarrollo infantil, con personal especializado que ayude a compensar las carencias cognitivas y de lenguaje que los niños más pobres padecen en su hogar. De no hacerlo, estos niños estarán destinados al fracaso escolar y, como lo documentó Gilberto Guevara Niebla, abonarán para que sigamos siendo un país de reprobados.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/estancias-infantiles-guarderias-o-abuelitos/

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Los siglos de las mujeres

Por: Elena Simón

Tras un siglo XX, «siglo de las mujeres», todavía quedan cosas pendientes para la igualdad: parar la socialización sexista, la violencia específica y superar el déficit de respeto y representación.+

El convulso e impredecible siglo XXI, del que aún no tenemos suficiente perspectiva histórica para calificar, nos permite introducir, desde nuestro pensamiento feminista y creativo, algunas hipótesis en forma de dudas o preguntas. No tenemos certeza de la dinámica que tomarán los acontecimientos sociales, culturales, políticos o económicos. Podemos inferir algunas consecuencias, avistar algunos itinerarios, deducir algunos hechos que se vayan a producir, derivados de otros que ya se producen. Pero, sin duda, no tenemos la bola de cristal para avistar lo que aún no ha ocurrido.

En el asunto de las mujeres y nuestros derechos ocurre esto exactamente: del acceso de las mujeres a derechos civiles, políticos y sociales se dedujo, en su momento, el fin de las desigualdades institucionales, jurídicas e, incluso, cotidianas. De la consideración de las mujeres como ciudadanas equiparables a los varones se esperaba el fin de la división sexual del trabajo y un trato igual para trabajo igual, el reparto de tareas domésticas y de cuidados y la consiguiente variación de los proyectos de vida en los jóvenes varones y mujeres. Del acceso de las mujeres a todo tipo de conocimientos, incluidos los más difíciles y especializados, se infería que ellas iban a tener una representación equilibrada en todos los ámbitos del saber y del poder. Se pensó que sólo sería cuestión de tiempo.

Transcurrió todo el siglo XX, al que podríamos llamar por derecho propio “el siglo de las mujeres” porque supuso un antes y un después en los derechos y oportunidades de las mujeres de buena parte del mundo (aunque no en todo el planeta) y también se hallaba bajo la influencia de las ideas de progreso lineal, continuo y ascendente.

El siglo XX iba arrastrando consigo una cierta ruptura de la división sexual del trabajo y de los espacios de reconocimiento y también una esperanza de que cada individuo, hombre o mujer, podría realizar proyectos de vida cada vez más elegidos y singulares, respecto a sus estudios, ocupaciones profesionales, formación de pareja y/o familia, dedicación a actividades y aficiones diversas en el tiempo libre, movilidad geográfica, disfrute de bienes culturales, etc…

Todo ello estaba significando pasos de gigante y, en el caso de las niñas, las jóvenes y las mujeres adultas de todas las edades, mucho más, pues salíamos de prohibiciones y prescripciones rígidas e innegociables que acarreaban castigos de marginación y apartamiento. Las mujeres nos fuimos apropiando de la parte sustraída y negada de lo humano, que también nos correspondía como humanas: espacios, tiempos, tareas, habilidades, rangos, títulaciones, etc…

Por eso podríamos decir que el siglo XX fue el siglo de las mujeres. Lentamente y de forma imparable íbamos saliendo de las madrigueras, de la hibernación y lográbamos cambiar progresivamente esa vieja piel dentro de la cual se nos había relegado a un solo espacio y oficio: el hogar y la condición de madresposas. Esta apertura de puertas, que habían perdido candados y llaves, invitaba a empujar y a ampliar el mundo. Se podía descubrir algo distinto y atractivo del otro lado, no sólo conocer dentro de los límites de la prudencia, decencia y oportunidad. Muchas mujeres empezamos a salir sin compañía masculina e, incluso, solas, a viajar, a trabajar, a acudir a distintos tipos de espectáculos o lugares de ocio y esparcimiento.

Se había producido una revolución silenciosa pero muy visible en las costumbres y modos de vida, acompañada de unos profundos cambios legislativos, tecnológicos e ideológicos, que permitían pensar y desear que las mujeres fueran seres humanos completos, con derechos, oportunidades y deberes equivalentes a los hombres.
Acabó el siglo XX y de todos estos cambios copernicanos, impensables para generaciones anteriores, que habían soportado prescripciones de género insoslayables y estáticas, no se derivó un proceso allanado y muchas secuelas se quedaron ahí para dificultar el fin del larguísimo período de las vindicaciones feministas en pro de la libertad, dignidad, presencia, representación, reconocimiento, voz e igualdad para las mujeres todas. Simplemente se fueron logrando parcelas de la igualdad formal.

Las secuelas que la enfermedad del sexismo va dejando se refieren tanto a aspectos materiales como simbólicos e ideológicos y son las que deberían constituir la agenda feminista del siglo XXI.

Tendremos que recordar, para terminar, la mayoría de cuestiones que tendrán que completar el ciclo de acceso de las mujeres a derechos y oportunidades, trato y condiciones, sin valores restados, sin conceptos y tratos denigrantes, sin carencias constatables en la representación, sin discusión ante las evidencias de desigualdad y aprobar las asignaturas pendientes, como son:

  • La persistencia de la educación y socialización sexista.
  • La violencia específica ejercida sobre las niñas, las jóvenes y las mujeres.
  • El déficit de respeto y representación.

Y, seguramente, mucho más que irá surgiendo a lo largo del presente siglo, aunque este valdría como un buen programa de mínimos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/02/21/los-siglos-de-las-mujeres/

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Cuotas escolares: entre la gratuidad y el abandono.

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

El Artículo Tercero Constitucional establece que uno de los rasgos fundamentales de la educación mexicana es la gratuidad. Asimismo, en el artículo sexto de las disposiciones generales de la Ley General de Educación, se determina la prohibición del pago de cualquier contraprestación que impida o condicione la prestación del servicio educativo a los niños y jóvenes. De esta forma, la inscripción, el acceso a la escuela, la realización de trámites o el otorgamiento de algún beneficio, no pueden estar condicionados al pago de alguna cuota, buscando así propiciar un trato igualitario para los alumnos. No obstante lo anterior, la Ley General de Educación no niega o prohíbe la existencia de las cuotas escolares, sino que les otorga el carácter de voluntarias y, por ende, intrascendentes para el goce del derecho a la educación.

Fue en el año 2013 cuando en el Senado de la República se abordó el tema de las cuotas escolares para hacer posteriormente una modificación al artículo mencionado de la Ley General de Educación. En la argumentación de los legisladores, se destacaba que las aportaciones voluntarias ascendieron, en 2010, a más de 6 mil 380 millones de pesos, lo que representaba un promedio de 690 pesos en casi la totalidad de las escuelas en contexto favorable. Ante tales cifras tan exorbitantes, vale la pena preguntarse: ¿qué está haciendo o dejando de hacer la autoridad educativa para que la operación de las escuelas requiera aportaciones con un monto de tales dimensiones? ¿son tales cifras un reflejo del deseo por maestros, directivos o asociaciones de padres de familia por lucrar con el derecho educativo o son consecuencia de los múltiples obstáculos en el funcionamiento normal de las escuelas del país?

La situación de infraestructura física de las escuelas mexicanas representa un caldo propicio para que las cuotas escolares proliferen. “El hecho es que ante la insuficiencia de recursos, los padres de familia tienen que aportar al gasto corriente para mantener la escuela de sus hijos en condiciones funcionales” (López, 2005, p. 249). Son los padres, en muchos casos, quienes se niegan a ver con indiferencia las carencias en los planteles escolares, no así quienes por ley deberían estar obligados a evitar esta situación. Las dolorosas e indignantes estadísticas de la situación física de las escuelas a las que asisten sus hijos sin duda pueden conmover a más de un padre de familia, para ello, una pequeña muestra: según el INEE (2018), “sólo una tercera parte de las primarias públicas tiene al menos una computadora para uso educativo” (p. 140), “uno de cada 10 preescolares y primarias no dispone de un sanitario en su inmueble” (p. 136) y “en alrededor de cuatro de cada 10 escuelas existe al menos un aula que requiere mantenimiento, pues presenta goteras o filtraciones de agua, o bien tiene fisuras o cuarteaduras graves en techos, muros o pisos” (p. 136).  Ante estos ejemplos de abandono, las cuotas escolares encuentran eco entre los padres de familia, quienes quizá por injusticia o por sentido de colaboración, terminan por asumir voluntariamente gastos que en realidad le corresponderían a otros cubrir.

Cabe decir también que la existencia de cuotas escolares, aunque sean voluntarias, son un factor que aumenta la de por sí alarmante desigualdad que impera en el panorama educativo mexicano. Sobra mencionar, como es lógico, que serán los padres en contextos socioeconómicos favorables los que mayores aportaciones económicas puedan hacer en beneficio de la escuela, situando así en desventaja a aquellas que se encuentran en entornos desfavorables. De este modo, se abona a uno de los principios más lastimosos del servicio educativo mexicana: dar las mejores experiencias educativas a quienes están mejor acomodados y dar las peores a quienes se encuentran en situaciones de mayor desventaja, perpetuando e incrementando así las diferencias sociales.

Así pues, se puede concluir en una situación contradictoria con respecto a las cuotas escolares: es inadmisible que sean utilizadas como pretexto para acceder al derecho a la educación, sin embargo, bajo las lamentables condiciones de infraestructura física que imperan a lo largo de la geografía nacional, su presencia en muchos casos, siempre y cuando sea voluntaria, se escuda en superar precisamente aquellos obstáculos que impiden que las escuelas operen con normalidad. A pesar del mañoso discurso que manejan las autoridades, en los que se presentan prácticamente como delincuentes a directivos escolares o asociaciones de padres de familia, cabe decir que el tema de las cuotas escolares no debería ser visto como un motivo de enfrentamiento entre la escuela y los padres de familia. La escuela se encuentra entre la espada (las condiciones para su operatividad) y la pared (la gratuidad). En todo caso, la existencia (y la necesidad) de cuotas escolares voluntarias debería ser un motivo de reclamo de los padres de familia hacia las autoridades que han propiciado que muchas escuelas estén en auténtico estado de abandono. No son los maestros, los directivos o las asociaciones de padres de familia quienes han provocado que existan escuelas con techos de cartón o sin sanitarios para los alumnos, como la misma estadística oficial lo puede confirmar.

Dentro de su ámbito de gestión, las escuelas deben buscar los medios para hacer viable su buen funcionamiento, aunque cabe aclarar que, de ninguna manera, el cobro de cuotas obligatorias debe ser una opción a considerar, pues es un atentado grave contra la gratuidad del derecho educativo. Las cuotas escolares, sean voluntarias o no, tampoco deben ser vistas como un remplazo de aquello que la capacidad de gestión de la escuela y, sobre todo de la parte directiva, debería lograr. No deben ser, en suma, un motivo para la exclusión de un solo alumno ni un medio exclusivo para la operatividad del plantel. Por otra parte, en vez de discursos condenatorios sobre las aportaciones económicas de los padres de familia a la escuela, la mejor manera que tienen los actores políticos para inhibir las cuotas escolares es procurar, como no lo han hecho hasta hoy, que ninguna escuela tenga carencias tan indignantes que ya no sólo les impidan ser espacios aptos para aprender, sino para estar seguros o, increíblemente, para satisfacer necesidades fisiológicas.  Como se observa, responder si son válidas o no las cuotas escolares voluntarias no cabe en un simple “sí” o “no”.

REFERENCIAS

DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Disponible en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/htm/1.htm

DIARIO OFICIAL DE LA FEDERACIÓN. Ley General de Educación. México: autor, 1993.

INEE. La Educación obligatoria en México. Informe 2018. México: autor, 2018.

LÓPEZ, Adolfo, et al. El sostenimiento de la educación en México. México: UAEM, 2005.

SENADO DE LA REPÚBLICA. Boletín 1516: Prohíbe Senado cuotas en escuelas públicas. Disponible en: http://comunicacion.senado.gob.mx/index.php/periodo-ordinario/boletines/6795-boletin-1516-prohibe-senado-cuotas-en-escuelas-publicas.html (consultado el 15 de febrero de 2019

Fuente e imagen: https://proferogelio.blogspot.com/2019/02/cuotas-escolares-entre-la-gratuidad-y.html?m=1&fbclid=IwAR2JR_s6Vx8Q1p2v8rOuAmgvUolfh-OtPUubxr95omVbs5wWAfl1QfKY22w

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Abajo las diez barreras que impiden una educación inclusiva y emancipadora

Por: Jaume Carbonell

Se trata de barreras físicas, sociales, ideológicas simbólicas, mentales o emocionales que impiden el desarrollo integral de todos los seres humanos así como el pleno ejercicio de sus derechos democráticos.

Ante todo, están todos aquellos obstáculos que a causa de la pobreza y la creciente desigualdad social cierran la puerta al disfrute de unas prestaciones y servicios básicos como es el derecho a la educación. Pero las barreras en este ámbito son muy diversas y algunas de gran calado. Las hemos sintetizado en este catálogo. Y nos hemos quedado cortos.

1. Las que excluyen a la infancia refugiada e inmigrante. Se les restringe la libre movilidad y, en algunos países, se les cierre literalmente el paso o se les ponen mil obstáculos para que sus familias pueden legalizar su situación y ser escolarizados. En otros malviven en los llamados campos de refugiados -de concentración y supervivencia-. Y cuando son escolarizados suelen hacerlo en guetos escolares o en centros segregados, con una concentración mayoritaria de alumnado inmigrante. Mucho habrá que bregar para modificar los estereotipos y prejuicios de aquellos imperios y nacionalismos excluyentes que no entienden ni respetan los derechos básicos de los seres humanos desde la más tierna infancia, vengan de donde vengan y sea cual sea su lengua. Y también habrá que repensar las políticas públicas para garantizar el reparto equitativo del alumnado autóctono e inmigrante -entre la escuela privada y la pública y también dentro de esta-; y para entender que la diversidad cultural es la mejor vacuna para la convivencia y para el éxito escolar de toda la población.

2. Las que afectan a las personas con cualquier tipo de diversidad funcional. Nos referimos a las barreras arquitectónicas que dificultan todo tipo de desplazamientos por el espacio rural o urbano o el uso de diversos códigos comunicativos en los distintos centros y espacios socioeducativos. Pero también a las que se ponen en el ámbito de la contratación laboral y dentro del ocio y la cultura. No hay inclusión real sin la normalización del libre acceso a todo tipo de servicios y trabajos por parte de toda la población. Y, lamentablemente, con la llegada de la crisis que mengua el estado de Bienestar y se producen recortes, los recursos y apoyos a estas personas suelen disminuir, aumentando la vulnerabilidad de unos de los colectivos más vulnerables.

3. Los muros del aula. Que impiden que penetre el viento de la libertad, los olores de la naturaleza, las voces del vecindario y el ruido de la ciudad: todo cuanto se vive y acontece en un entorno plagado de situaciones y experiencias de aprendizaje. Que encierra al alumnado dentro de cuatro paredes y aísla al profesorado que trabaja desde la soledad individual, ignorando lo que se puede llegar a aprender cuando entre aulas y grupos de distintas edades se comparten saberes ayudándose entre sí; cuando los pasillos, el patio y otros lugares del centro se convierten en espacios didácticos y educativos; cuando los docentes reflexionan conjuntamente sobre lo que hacen y por qué lo hacen; o cuando los centros se convierten en un laboratorio de investigación y experimentación donde el alumnado se mueve constantemente por distintos rincones, talleres y ambientes de aprendizaje, sustituyendo los tradicionales muros grisáceos de incomunicación por espacios abiertos, luminosos y polivalentes.

4. Los muros de la escuela. Que dificultan una conexión entre distintos centros para tejer redes de colaboración con el propósito de compartir dudas, deseos, retos, formación, experiencias y proyectos. Para avanzar juntos en la aventura de la renovación pedagógica y de la educación emancipadora. Un camino que recorrer en paralelo con otros agentes educativos y sociales que intervienen en el proceso de socialización infantil y juvenil. A esto, según sea el tiempo o el territorio, se le llama ciudad educadora, planes de entorno, sistema formativo integrado o educación a lo largo y ancho de toda la vida: porque se aprende siempre y en cualquier lugar. Por eso se denuncia la rigidez del currículo escolar que impide la relación con otros saberes y experiencias sociales que operan en la vida cotidiana, en las familias y en el grupo de iguales, en las actividades extraescolares y culturales o en las redes sociales. De ahí el valor de los proyectos de vida personalizados del alumnado que incorporan en el aprendizaje todo lo que aprenden dentro y fuera de la escuela.

5. La asignaturización del saber. El conocimiento parcelado y troceado en disciplinas y en compartimentos estancos contribuye a reducir y empobrecer el saber en un mundo cada día más complejo e interconectado. Además, empobrece las visiones globales acerca de la comprensión histórica y actual del mundo en todas sus dimensiones cognitivas y contextuales. Y, como muy bien dice Freire, el texto no se entiende sin el contexto en el que confluyen los conocimientos acumulados por la Humanidad pero también los saberes extraídos de la experiencia del sujeto. Por otro lado, existen suficientes evidencias acerca de la bondad pedagógica del trabajo por proyectos -cuando este es fruto de un riguroso proceso reflexivo y no de una mera moda pasajera- y de otras propuestas globalizadoras e interdisciplinares, que forman parte del ADN de las pedagogías innovadoras de los últimos tiempos.

6. La manipulación informativa y la posverdad. La propagación de noticias falsas (fake news) -sin ningún tipo de escrúpulos, prescindiendo de hechos y evidencias-, tiene hoy un efecto viral y letal merced a las consecuencias multiplicadoras de las redes sociales. La información se tergiversa y simplifica, la información se confunde con la opinión, y el cultivo de las emociones más primarias se antepone a la exposición y argumentación de razones. Y las mentiras, a base de repetirlas, se convierten en verdades en el imaginario colectivo. Por otra parte, cabe recordar que los grandes medios de comunicación refuerzan progresivamente los nexos entre el poder financiero y político, marcando la agenda de lo que se dice y se oculta. Ante este panorama, hegemonizado por la velocidad de la ingente información, la ciudadanía choca con un gran muro a la hora de acceder a una información veraz, honesta y rigurosa. También existen, afortunadamente, contrapoderes informativos más libres y críticos, aunque su presencia es minoritaria y menos visible. ¿Se trabaja en las escuelas con y sobre los medios de comunicación para despertar la conciencia y el pensamiento crítico?

7. El pensamiento conservador y neoliberal. La sombra del pensamiento que teoriza, justifica y legitima la conveniencia de mantener las actuales relaciones de poder y el orden establecido es muy alargada. Para ello se venden relatos continuistas o de mera adaptación epidérmica, o en otros casos -con una ofensiva creciente- se instalan discursos neoliberales, bajo una cierta pátina de modernidad, que significan un retroceso en toda regla de los derechos y conquistas sociales, acrecentando las barreras entre las distintas clases sociales y entre los colectivos visibles e invisibilizados. Para combatir el adoctrinamiento del pensamiento único neoliberal, que fomenta la ideología de la competitividad y del sálvense quien puede, se requieren fuertes dosis de pensamiento crítico; y la mejor forma de impulsarlo es a través de la conversación democrática horizontal, donde se planteen dudas, se hagan preguntas y se vaya formando una ciudadanía que se empodere día a día en contacto con una realidad plural, compleja y cambiante.

8. La burocracia de la Administración. No hay duda de que hay leyes y normas básicas que son necesarias para el buen gobierno y funcionamiento de una institución social como es la escuela. Pero cuando estas son excesivas, con la letra pequeña de decretos, disposiciones y normativas de todo tipo, el buen funcionamiento se entorpece y lo que sería un buen trampolín para gestionar un centro se convierte en una pesada carga y en una barrera entre la legalidad y la realidad. Un inspector decía que bastaba con pocas, poquísimas leyes, pero que estas fueran conocidas y se cumplieran. Pero estamos lejos de allanar este camino. Es más: la carga de tarea administrativa por parte de los directores se acrecienta ante el vendaval de evaluaciones, controles, informes, aplicativos, parrillas, etc. Parecía que con la introducción de las TIC todo esto se iba a simplificar pero no es así: porque existe un ejército de informáticos dispuestos a inventar nuevas tareas y protocolos. Por eso, con frecuencia, las leyes educativas circulan por una pista, y la realidad transita por otra, tomando un atajo siempre que pueden.

9. El academicismo y el recetismo. Dos muros desconectados situados en las antípodas. El uno, instalado en la torre de marfil de la Academia universitaria especulando, teorizando, investigando o simplemente reproduciendo saberes acontextualizados que se van repitiendo año tras año sin aterrizar en la escuela y, por tanto, desligados de la práctica docente cotidiana. El otro, enraizado en el aula pero obsesionado en buscar procedimientos, técnicas y recetas mágicas para resolver todo tipo de problemas, siempre guiado por la actividad inmediata y haciendo caso omiso a la reflexión. Es el muro que disuade de viajar de la acción al pensamiento, del qué tengo que hacer al por qué lo tengo que hacer, de mantenerse siempre con las luces cortas o de avanzar, de tanto en tanto, con las largas. Uno de los grandes desafíos de la innovación es precisamente el de tender puentes entre ambas culturas y actitudes para construir pensamiento a partir de la realidad y para enriquecer la práctica pedagógica con la reflexión.

10. La inercia y la indiferencia. La dinámica de instituciones sociales como la escuela anclada en el pasado se mueve por inercias muy arraigadas que se reproducen y enquistan con el paso del tiempo. El individualismo, el corporativismo, el autoritarismo clásico o suavizado o la resistencia al cambio son algunos de los componentes que explicitan un discurso que trata falsamente de apaciguar, neutralizar u ocultar cuantas situaciones conflictivas emerjan. Y, obviamente, no hay comunidad democrática que no se construya y enriquezca a partir del conflicto. Pero si este no se reconoce y se mira para otro lado, no hay reconstrucción sino parálisis e, incluso, destrucción. Es bueno recordar al respecto las palabras de Albert Einstein: “El mundo no será destruido por los que hacen el mal, sino por aquellos que miran sin hacer nada”. Por eso no hay educación inclusiva, transformadora y emancipadora sin conciencia ni compromiso. No hay posibilidad alguna de cambio si no se derriban los muros de la pasividad, la apatía y la indiferencia.

Fuente e imagen: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/02/20/abajo-las-diez-barreras-que-impiden-una-educacion-inclusiva-y-emancipadora/

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