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¿La Reforma educativa a revisión?

Arcelia Martínez Bordón

La Reforma educativa ha estado presente en la discusión pública desde el día en que se anunció. No ha habido tregua; la polémica ha ido entre posturas y debates sobre su sentido, utilidad, y, ahora, incluso, sobre si debe continuar o echarse para atrás.

A unos meses de las elecciones presidenciales, el debate se ha intensificado, y hoy se pueden identificar varias posturas, entre las cuales se destacan dos, que, por ser extremas, resulta interesante analizar. Por un lado, está la postura oficialista, con poca autocrítica, representada por el PRI, a través del coordinador de campaña de José Antonio Meade, Aurelio Nuño, quien hasta hace unos meses fuera Secretario de Educación, y defensor férreo de la Reforma.

Cuando Nuño era titular de la SEP fue enfático al señalar que, para avanzar en la implementación del Nuevo Modelo Educativo (NME) y de la Reforma se necesitaba continuidad (¿qué siguiera gobernando el PRI?), pues muchas de las cosas planteadas en el Modelo apenas estaban en fase de diseño. A esta visión se le suman las declaraciones triunfalistas del nuevo Secretario de Educación, Otto Granados, quien hace unos días dijo que la implementación del Modelo Educativo reportaba un avance de entre el 90 y 95%.

En el otro extremo, se encuentra López Obrador, precandidato de MORENA, quien, en reiteradas ocasiones, ha dicho que de llegar a la presidencia revocará la “mal llamada Reforma educativa”. Hace unos días señaló que lo primero que haría es convocar a una amplia consulta con los docentes (¿para debatir los alcances o disolución de la Reforma?).

Una tercera postura, “intermedia”, es la de Ricardo Anaya -candidato del Frente Amplio-, quien ha dicho que la Reforma debe revisarse y, a partir de ello, replantearse. Sin embargo, tampoco abunda mucho en ello ni dice cómo hacerlo.

Ante las propuestas extremas, en blanco y negro –de echar para atrás la Reforma, o darle continuidad- es necesario buscar distintas tonalidades de grises… Es indispensable discutir por dónde se puede o debe comenzar a evaluar la Reforma educativa.

Considero que, en el planteamiento original de la Reforma y a la luz de los resultados arrojados a la fecha, hay aspectos valiosos como, por ejemplo, buscar que la evaluación educativa, no sólo la docente, oriente una mejor toma de decisiones. Otro gran acierto fue pasar, al menos constitucionalmente, de la exigencia de brindar educación, a que ésta, sea de calidad, entendiendo a ésta última como el máximo logro de aprendizajes. Además, la Reforma no sólo colocó el tema de la calidad en el corazón de su propuesta, sino a la evaluación como un medio para valorar si los componentes, procesos y resultados del Sistema Educativo Nacional están garantizando el derecho de niños, niñas y adolescentes a recibir una educación de calidad.

A partir de la Reforma, el INEE, no sólo adquiere autonomía constitucional, sino la tarea fundamental de coordinar el Sistema Nacional de Evaluación Educativa y evaluar los distintos componentes, procesos y resultados de la educación obligatoria. Ello ha permitido generar diagnósticos más integrales del sector, a partir de los cuales se han emitido directrices de mejora.

El INEE ha trabajado de manera importante la integración de distintas evaluaciones: de aprendizajes de los alumnos, de las condiciones para la enseñanza y el aprendizaje en las escuelas, de las políticas y programas existentes, entre otras, para emitir recomendaciones de política para mejorar la planeación y la oferta del servicio educativo. De ahí derivan directrices de política sobre la formación inicial de los docentes, la atención educativa de niños, niñas y adolescentes de poblaciones indígenas y de familias jornaleras migrantes, y, más recientemente, sobre la permanencia de los jóvenes en la educación media superior.

Si bien la evaluación docente ha tenido descalabros, que llevaron, incluso, a su replanteamiento, también es cierto que ha habido avances importantes para que el ingreso, la permanencia y la promoción de los docentes sea a partir del mérito.

La SEP, por su parte, en coordinación con otras instancias, como el INEGI, ha realizado acciones importantes en materia de generación de información. A partir del levantamiento del Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial (CEMABE), por ejemplo, será más factible diseñar un Sistema de Información y Gestión Educativa (SIGED). Cabe destacar que, en ese punto, hay que ir con cautela, pues el sistema no está completo y además aún está pendiente el levantamiento del Censo de Educación Media Superior.

A simple vista es necesario señalar que se han hecho cosas y hay otras tantas que es necesario revisar y a partir de ver sus alcances, replantear. Sin duda, el proyecto de Reforma no se puede echar simplemente para atrás, sin más. También es cierto que nada está escrito sobre piedra, ni firmado con sangre. Por ello, los candidatos, sus asesores y también los ciudadanos, tenemos la obligación de mirar de forma crítica los avances de la Reforma, sus cuellos de botella y los problemas de implementación. Seguramente hay muchas cosas que se deben revisar, y, en su caso, replantear.

Una primera forma de analizar los alcances de la Reforma, implica mirar detenidamente, entre otras cosas, tanto las acciones que se consignan en el documento Reforma Educativa, como aquellas que se incluyen en el documento Ruta de implementación del Nuevo Modelo Educativo. En este último se indican acciones y metas específicas, con instancias responsables, para cada uno de los ejes del Modelo, a saber: la implementación de un nuevo planteamiento curricular, poner la Escuela al Centro, lograr la idoneidad docente, buscar la inclusión y equidad educativa y garantizar la gobernanza del Sistema.

Si miramos por ahí, podemos empezar a poner, ahora sí, en blanco y negro, a manera de balance, qué pasos se han dado en cada uno de estos ejes y plantear qué falta por hacer y cuándo podemos esperar resultados tangibles. También hay que evaluar, de ser posible, el planteamiento de las metas, porque muchas de estas sólo incluyen actividades de gestión –como la capacitación de docentes para el uso de los nuevos materiales educativos- pero, como sabemos, se necesita más que capacitación.

En este punto retomo la declaración del Secretario, quien hace unos días afirmó que se tiene un avance del 95% en la implementación del Modelo Educativo; en efecto lo hay en aspectos como la revisión de los nuevos planes y programas de estudio, la revisión y producción de nuevos materiales educativos y libros de texto, e incluso, en la planeación de la capacitación de los docentes para que se familiaricen y aprendan a utilizar las nuevas guías y materiales de estudio. Omite decir, sin embargo, que hay retos muy importantes en materia de formación inicial y continua de docentes, por ejemplo, que es un elemento indispensable para implementar el NME. Sobre esto último, el propio documento de la Ruta de Implementación del NME plantea que: “las escuelas, para funcionar bien, requieren de plantillas de maestros completas, infraestructura digna, acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, presupuesto propio, asistencia técnica pedagógica de calidad, mayor participación de los padres de familia”, entre otras cosas.

Es cierto, sí, que para cada eje del NME se han realizado acciones, pero hay que preguntarnos ¿qué tantas y con qué porcentaje de avance? ¿son éstas suficientes y relevantes? ¿son las acciones cruciales? ¿deben armonizarse mejor? ¿qué otras acciones que no están en los ejes deberían incluirse? ¿las acciones que se han realizado están llevando a los resultados esperados? En materia de formación continua, que se ubica en el eje de idoneidad docente, por ejemplo, importa conocer no sólo qué cursos se han dado, sino las habilidades que los y las maestras están alcanzando con dichos cursos.

A partir del arranque formal de las campañas es necesario elevar el nivel del debate y discutir a fondo lo que planteó la Reforma, sus objetivos, cómo se vinculan con las acciones y metas del NME, así como los avances que se han tenido en cada uno de los ejes o dimensiones de este último.

La academia y la ciudadanía debemos exigir a los candidatos que nos presenten propuestas serias a partir de la revisión y el análisis del planteamiento original de la Reforma, de las acciones que se implementaron y del presupuesto ejercido. Es preciso señalar que el problema no parece ser de diseño; éste es impecable, en él conviven distintos ejes o dimensiones sobre los que se tiene que trabajar simultáneamente, y en donde el docente, por cierto, no es el único responsable del aprendizaje de sus estudiantes.

Los discursos triunfalistas y tremendistas fomentan la radicalización de posturas; no ayudan a conciliar las distintas visiones de país, en donde la gran mayoría, si no es que todos, debiéramos caber. Decir que todo está bien es ser autocomplaciente. Pero, hablar de un cambio de viraje radical pareciera querer echar por la borda años de construcción de instituciones, por ejemplo, el trabajo que desde el 2013 realiza el INEE, como órgano autónomo. Necesitamos, sin duda, más definiciones, más profundidad en el debate del tema educativo y de otros temas fundamentales como la economía, la seguridad, el combate a la corrupción.

Respecto a la Reforma educativa es muy importante revisar, a partir de lo que se hizo esta administración, qué cambios pueden plantearse, para llegar más pronto a la meta final del Sistema Educativo Nacional que es garantizar a todos los niños, niñas y adolescentes una educación de calidad, que no sólo se refleje en mejores resultados en sus aprendizajes, sino en oportunidades reales para mejorar sus vidas.

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¿La Reforma educativa a revisión?

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El vocho rojo de la SEP

Por: Manuel Gil Antón

El dueño de un descascarado y tosigoso Volkswagen rojo, cansado de su lentitud e incesantes fallas que lo dejaban tirado un día sí y otro también, decidió llevarlo al taller. El maestro Milo revisó el auto y le dijo: su carro está muy mal, y empeorando. Para que funcione bien se necesita reparar el motor, y en una de esas hasta cambiarlo. Hay problemas con la marcha, se requiere una reparación mayor de los frenos, las velocidades se atoran porque el clutch no tiene ni remiendo ni remedio.

La suspensión está destrozada y se puede mirar el aire de las llantas por lo lisas que están. De veras, le explicó a don Eusebio, si no se corrigen al menos estas cosas que le digo (por no hablar de la pintura, los focos fundidos, el chicote del acelerador y las vestiduras rasgadas) su coche va a reventar. ¿Y cómo en cuánto sale? Al decirle el precio aproximado de piezas y mano de obra, y el tiempo que llevaría, exclamó alarmado: ni hablar, no me alcanza; tengo otras cosas más importantes en qué gastar y no puedo quedarme tantos días a pie. ¿No habría de otra? Pues sí, dijo Milo, ya otros clientes me lo han pedido y sale muy barato. La cosa es ajustar el velocímetro. ¿Cómo? Mire: tengo un amigo que sabe imitar los números y donde marca 60, le pone 80; y donde estaba el 80, le aplica el 100, y así… Le damos una pulida, pintamos de negro las llantas para que de lado se vean como nuevas, y ponemos un pequeño ventilador el ladito del volante. ¿Para qué? Cuando llegue a 60 por hora, como va a marcar 80, prende el aparatito y el viento en la cara le va a dar una sensación muy cercana a la de ir rapidísimo. Se lo tendría listo mañana. Órale: trato hecho. Hacer de cuenta que las cosas cambian, y mejoran, sin entrar a fondo a resolver los entuertos, es costumbre de los malos gobiernos. Justo es eso lo que propuso el secretario de Educación Pública a finales de enero.

Sin pudor, en la reunión del Consejo Nacional de Autoridades Educativas, anunció que la SEP aplicará, de inmediato, una estrategia “de capacitación” para preparar a los alumnos de 15 años a los que se aplicará el test de la OCDE. Se trata, explicó, de un instrumento que tiene como objetivo que los alumnos tengan el mejor desempeño posible en ese examen internacional. Sus palabras: “se trata de una estrategia muy rápida, focalizada y efectiva de preparación para la próxima presentación de la prueba PISA, que deberá ocurrir en los primeros días de abril. Hemos diseñado una estrategia que tiene dos componentes: uno de entrenamiento y capacitación, pero otro también de motivación”. No se trata, como en el caso del automóvil, de realizar un cambio a fondo de los procesos de aprendizaje. Eso es muy complicado, lleva tiempo e implica contar con un horizonte educativo que vaya mucho más allá del resultado en el examen.

Es demasiado pedir a los gerentes de la administración educativa este sexenio. Urge, para fines políticos, que México salga mejor en ese examen, como prueba fehaciente de las maravillas de la reforma educativa, y la necesidad de su continuidad sin revisión alguna. Es necesario incrementar los puntajes del velocímetro educativo a como dé lugar y de volada. ¿Cómo? Entrenando a los sustentantes para pasar la prueba, sin modificar lo que ocurre en las aula.

No es lo mismo evaluar lo que se aprende, en nuestro sistema, que “aprender” lo que se va a evaluar. Si prospera esta lógica de orientar los procesos educativos a la resolución de exámenes, el currículo se reducirá a conseguir lo necesario para lograr mayores puntajes, calificaciones, y no el aprendizaje que vale la pena. ¿Aprender a aprender cómo se responde un examen? Se impone, al parecer, no cambiar, sino hacer de cuenta. La SEP va, con el ventilador a todo lo que da, en el vocho rojo “reformado”, de bajada al despeñadero. Sin freno.

Fuente del Artículo:

El vocho rojo de la SEP

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Los pilares de la educación

Por Jesús Montero Tirado

La educación que ofrecemos no responde a las necesidades y exigencias del presente, menos aún a las que tendrán los niño actuales cuando egresen del sistema educativo. Casi lo digo de balde porque todos lo sabemos. Ya es inútil echar la culpa de esta situación a los maestros, al Ministerio de Educación y Ciencias, a los políticos y sus partidos, a la reforma o al bilingüismo mal resuelto, a las universidades o a la corrupción. Solo hay tiempo para trabajar inteligentemente y con la mayor rapidez posible. En veinticinco años, el mundo ha cambiado vertiginosamente, por ejemplo, no existía la sociedad virtual y hoy hasta los niños están sumergidos en ella. En estas circunstancias, la educación no puede seguir igual.

En cualquier plan que se haga, algo es necesario: que trabajemos todos con entusiasmo, escuchando el clamor silencioso de los derechos de los niños y que colaboremos: quien tenga ideas que crea interesantes y fundadas sobre qué y cómo hacer, que las proponga y que el Congreso y el Ministerio lideren la firma de un pacto social para salvar el presente y el futuro de nuestro país.

Cualquier proyecto educativo que se emprenda tiene que construirse sobre cuatro “pilares pedagógicos”, que no tenemos definidos: 1) el modelo de hombre y mujer que queremos encarnen y desarrollen los niños; 2) la corriente sicológica principal en la que vamos a inspirarnos para promover su desarrollo psicológico; 3) el modelo de sociedad que deseamos construyan; 4) la educación y desarrollo de su natural dimensión espiritual.

Estos cuatro pilares, que responden a las cuatro dimensiones esenciales constituyentes de todo ser humano, según la antropología integral, deben estar orientados por una “filosofía de la educación” que fundamente sólidamente todo el sistema educativo en las coordenadas de nuestro tiempo acelerado.

Si el sistema necesita cuatro pilares pedagógicos fundamentales, los estudiantes tienen que afrontar cinco desafíos básicos: 1) aprender a ser, 2) aprender a conocer, 3) aprender a hacer, 4) aprender a vivir juntos y 5) aprender a aprender permanentemente.

En consecuencia los educadores, “pilar central de la educación”, son requeridos y serán competentes para enseñar con los “pilares pedagógico-didácticos” correspondientes, de manera que los estudiantes puedan lograr tales aprendizajes.

“El ser humano es el único que tiene que saber lo que es, para poder serlo”. Por eso, para que los niños “aprendan a ser”, el MEC necesita definir explícitamente la antropología, la psicología, la sociología y la espiritualidad de la educación que ofrece. Para que los educandos aprendan a conocer, aprendan a hacer, a vivir juntos y aprendan a aprender continuamente necesitan adquirir “competencias” y no solo conocimientos ya elaborados, porque ellos mismos deben saber “producir conocimientos” y no solo repetir los que otros produjeron. Y en una sociedad, en la que el poder y la riqueza están en el conocimiento, la educación incorpora en sus procesos el dominio de la investigación y los lenguajes y recursos de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). No basta el cognitivismo, ni siquiera el constructivismo, hoy necesitamos además el paradigma del “conectivismo”.

Nuestro sistema educativo es parte del sistema socio-económico-político nacional y se apoya e integra en él con muy débil “pilar jurídico-legal”. El cuerpo de leyes del sistema educativo es radicalmente insuficiente por ausencia de leyes fundamentales y por vulnerabilidad de las pocas vigentes, que necesitan ser actualizadas y coordinadas entre sí y con la Constitución Nacional.

Igualmente podemos insistir en la debilidad del “pilar de la infraestructura” de las instituciones educativas, empezando por el mismo MEC, que amerita por razones obvias una infraestructura acorde con su misión, sus altísimas responsabilidades y funciones, y en consonancia con las exigencias de la nueva Ley Orgánica del MEC. Recordemos la sabida debilidad de la infraestructura de las demás instituciones educativas escolares e incluso de la casi totalidad de las universitarias.

Y, por falta de espacio, aludo no más a la extraordinaria debilidad del “pilar financiero”. Mientras quienes tienen poder de decisión se mantengan tercamente en la obstinación de no invertir en educación como mínimo el 7% del producto interno bruto, el sistema educativo no podrá sostenerse.

Sin solidez en estos pilares, imposible será la calidad de currículos, programas, procesos y resultados.

Fuente del artículo: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/los-pilares-de-la-educacion-1674262.html

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Las ciencias agógicas y su importancia en la actualidad

Por Flavio Castillo

Resumen

En el presente artículo, se hizo un breve análisis de la limitante que actualmente tiene la Pedagogía para atender los procesos formativos del ser humano en diferentes etapas de su ciclo vital, sin la intención de descalificar, sino más bien justificando el uso de otras ciencias educativas especializadas que están inmersas en las ciencias agógicas tales como la Hebegogía y la Andragogía que pueden atender a los adolescentes y adultos respectivamente.

Palabras clave: Pedagogía, Hebegogía, Andragogía, Ciencias Agógicas.

Introducción

Recientemente vi la película “Las Sufragistas”, cuya trama se desarrolla en la Gran Bretaña de inicios del siglo XX y el guion describe cómo los hombres de acuerdo con su sociedad y tiempo tenían las condiciones para votar y las mujeres, por el contrario, eran consideradas con pocas capacidades y por consecuencia no tenía sentido que tuviesen el derecho al voto y justamente, el argumento principal de la película es denotar la lucha de éstas para tener la misma condición que los varones.

Esta trama me remitió a situaci

ones educativas actuales, en donde la Pedagogía con un gran posicionamiento sigue siendo para muchos la única ciencia relativa a la educación, dejando afuera y desdeñando cualquiera otra alternativa educativa que se presentase, en contraste, cada vez son mayores las voces que reclaman que la educación no ha avanzado en décadas y hacen comparaciones con otras ciencias y áreas de conocimiento que han evolucionado impactantemente. El presente artículo discierne al respecto a través de un recorrido breve en las Ciencias Agógicas.

Desarrollo

La educación sufrió un cambio sustancial gracias a las aportaciones de Comenio que hasta la fecha siguen reproduciéndose en miles de aulas del mundo, sin embargo, a pesar que ya han pasado siglos, pareciese que no hay muchas modificaciones, Barrera (2016) dijo en su conferencia “…la educación ha cambiado poquísimo, si regresase hoy a una clase de Derecho, ¿creen que sería muy diferente a la mía de hace 30 años?, no”, para el autor, este es un síntoma que la Pedagogía ha alcanzado su tope máximo, podría ser algo cercano a lo que se conoce como principio de Peter, que en palabras de Paredes (2010), “en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”, con esta definición podría expresar que la Pedagogía ha llegado a este nivel, en donde, ante una sociedad cambiante, con personas sumergidas en esos cambios, ya no encuentran respuestas en ella para algunas situaciones educativas. Los tiempos en donde se concebía a la Pedagogía como aportadora de respuestas para procesos formativos de los seres humanos desde los cero años y hasta los 99 años, ya no son tan sostenibles.

En 1977, el Dr. Félix Adam, en su libro sobre Andragogía enunció el término de Antropogogía, misma que definió como “es la ciencia y arte de instruir y educar permanentemente al hombre en cualquier periodo de su desarrollo psicobiológico en función de su vida cultural, ergológica y social” (Adam, 1977, p. 42). Muchos años después, la misma idea surgió ahora con el título de Ciencias Agógicas que coincidentemente tienen la misma concepción aplicativa, dichas ciencias están compuestas por la Pedagogía, Hebegogía y Andragogía.

Figura 1. Antropogogía o Ciencias Agógicas ajustadas al sistema educativo mexicano.

 

En estos tiempos, dividiendo la educación en el sistema educativo mexicano (SEM) de acuerdo con el interés del presente artículo, los niños están inmersos en la educación primaria o básica en edades de 6 a 12 años aproximadamente, los muchachos[1] de secundaria y jóvenes de bachillerato están en edades que oscilan de 11 a 18 años y los adultos jóvenes hasta de la tercera edad en estudios universitarios y hasta posgrado.

Para el primer caso, la Pedagogía sostiene su lugar en la educación básica, en donde el Proceso de Enseñanza – Aprendizaje (PEA) está dirigido y mediado por el profesor o pedagogo haciendo que los niños alcancen el máximo de desarrollo de sus conocimientos, habilidades y destrezas de acuerdo con lo estipulado en el modelo educativo correspondiente. Que entre sus características está: comunicación vertical, dependencia del cognoscente, proceso formativo dirigido y mediador. En este nivel y por la manera en que los pedagogos actúan, hacen mucho énfasis en la parte disciplinaria (reguladora de conductas en el aula) y no hay aprendizaje si no hay enseñanza, sobre todo en los primeros grados.

Para el caso de los muchachos y jóvenes tanto de secundaria como de bachillerato en una encuesta que realicé hace un par de años, estos se quejaban de que sus docentes aún les dictaban, que hacían grandes discursos y ellos estaban siendo sometidos a estar “bien” sentados y a escucharlos, además debiesen con estas acciones tener aprendizajes, situación que fuese imposible de realizar.

Pareciese que los docentes que colaboran tanto en secundaria como en Bachillerato desconocen acerca de la adolescencia (incluyendo la pubertad) y ellos, los docentes, quisiesen tener estudiantes bien portados y estudiosos, de tal manera que cumplan con las tareas que se les deje y además estén “bien” portados en el salón de clases haciendo con esto un acto contra natura. Barrera (2016) mencionó que las clases son de mucho Blá, blá, blá y él quisiese que fuesen de acciones que sorprendiesen a los estudiantes, además que tuviesen un grado de desafío y esto hace más atractiva la clase a los adolescentes (para este caso).

Los adolescentes en la encuesta antes mencionada pedían que las clases ya no fueran aburridas y que los docentes no los subestimaran ya que los trataban en ocasiones como tontos y por su precario conocimiento de lo que es un adolescente, para muchos de ellos representan a un rebelde que por el hecho de tener una opinión diferente al del docente, éste le cargue la mano con actividades extras o denigrantes o con apelativos que busquen ridiculizarlos o con palabras altisonantes.

 

Y todo lo anterior me da la lectura que el Proceso de Enseñanza – Aprendizaje de la Pedagogía les queda incómodo por ya no estar a la par de sus intereses y condiciones psicobiológicas, como si uno se comprase una prenda de vestir de talla diferente a la que uno debe portar, para el caso del docente, es insostenible que intente seguir siendo la única fuente de conocimiento para estos adolescentes, ya no sienten una dependencia hacia el docente para adquirir conocimiento, ya están en tiempos de querer probar sus capacidades, de encontrar caminos diferentes a lo establecido, de enfrentarse de manera desafiante a la vida.

Según Rosado (2015) en la adolescencia se da una remodelación en algunas partes del cerebro, en donde el adolescente siente esa necesidad de comprobar lo que se le ha enseñado, de formar criterios propios y de tomar sus propias decisiones, porque a pesar de buscarse así mismo a la vez está renunciando a lo que ha sido, dándose cuenta que mucho de lo que es en ese momento no ha sido por sí mismo y esa contrariedad le provoca hasta cambios en su estado anímico.

Si esto es así, entonces, el Proceso de Enseñanza-Aprendizaje no es el apropiado y por ende la Pedagogía no tiene respuestas hacia ese periodo de edad, bueno, excepto las represivas, ya que es más fácil disciplinar, intentar mantener el status quo que se les ha inculcado desde la primaria de que el docente es el que sabe y ellos van a que se les enseñe, sin embargo, en un plano propositivo no satisface al adolescente, por eso la educación para el adolescente desde la Hebegogía[2] es bajo un Proceso Problematización-Aprendizaje  (PPA) en donde a través de la estrategia didáctica AS (acuerdos-seguimiento) se le empodera al adolescente en el porcentaje de acuerdo de su aprendizaje, quedando la praxis hebegógica en una representación 3C (colaborativa, creativa y celebrando logros), esto permitirá apoyar al desarrollo de toma de decisión del adolescente, aunado a esto, un plan ético podrá preparar al adolescente al mundo futuro que le espera tanto en la universidad como en su sociedad, ya sea como ciudadano o como trabajador.

El adulto per se tiene características propias que los distingue de sus etapas anteriores en su ciclo vital, como participante tiene antecedentes académicos por los años de estudio que ya posea o tiene experiencia por su actividad laboral o simplemente tiene experiencia de vida, aunado a lo anterior, puede ser que ya tenga ingresos económicos y si se somete a un proceso formativo seguramente será porque sus intereses se mueven hacia cuestiones económicas, por capacitarse profesionalmente, por continuar estudios superiores o extender su sociabilidad y relaciones (Adam, 1977).

A este tipo de cognoscentes la Pedagogía ni la Hebegogía cubrirán sus expectativas, por lo que la Andragogía[3] es la ciencia educativa especializada que está hecha para atender a los adultos en cualquiera de sus etapas (joven, intermedio o tardía), con su proceso exclusivo de Orientación-Aprendizaje (POA) y los principios enunciados por Adam (1977), horizontalidad y participación, hacen que el aula se democratice de tal manera que entre todos tomen decisiones por el hecho que son adultos, de esta manera, cada equipo de trabajo podrá determinar el rumbo basado en los contenidos de aprendizaje del proceso formativo, determinando los productos o evidencias de aprendizaje que presentarán para que en otro proceso igual de importante que es la evaluación, se base en la autoevaluación, coevaluación y evaluación del facilitador, en los porcentajes de intervención acordados desde el inicio en la fase de encuadre y el facilitador será aquel que realmente conozca de las características del adulto en situaciones de aprendizaje.

El adulto participante en un proceso formativo está consciente que todos aprenden de todos y a la vez, cada uno generará su conocimiento a través de las actividades colaborativas que dan posibilidades de expandir y enriquecer sus aprendizajes.

 

Figura 2. Niveles de participación en procesos formativos entre el facilitador y el participante.

 

 

 

Conclusión

En este breve recorrido por las ciencias agógicas y su aplicación en las diferentes etapas del ciclo vital del ser humano, se puede apreciar que la Pedagogía ya no es funcional para niveles educativos más allá de la educación básica y que ahora con los cambios sustanciales que hay en nuestro entorno, es conveniente atender al ser humano – educativamente hablando – a través de la Hebegogía para los adolescentes, que en palabras del Mtro. Faustino Rodríguez citado por Castillo (2018), “ni son niños ni son adultos” y tienen características propias. Asimismo, la Andragogía debiese estar presente en las aulas universitarias y de posgrado, centros de formación y capacitación, ya que el facilitador en un proceso formativo entre adultos es de una total desconsideración y falta de respeto tomar decisiones sin incorporar la opinión y decisión de sus participantes.

Referencias

Adam, F. (1977). Andragogía. Caracas: FIDEA.

Barrera, R. (2016). Sorprendizaje.. España: TEDx Sevilla.

Castillo, F. (2018). Hebegogía. La alegría del aprendizaje del adolescente. Manuscrito inédito. México: Soluciones Educativas.

Rosado, Y. (2015). El cerebro de los adolescentes y ¿por qué actúan así?. México: TEDx Coyoacán.[1] Se hace la aclaración que se está utilizando palabras apegadas a lo dictado por la Real Academia Española, en donde no se hacen diferencias de género en plurales.

[2] Ciencia y arte que, estando inmersa en la Antropogogía, atiende al ser humano en su etapa psicobiológica entre 12 a 18 años a través de la educación formal y no formal que promueve la alegría del adolescente en sus procesos de aprendizaje y que tiene como objeto de estudio al adolescente en situación de aprendizaje (Castillo, 2018, p. 10).

[3] La ciencia y el arte que, siendo parte de la Antropogogía y estando inmersa en la  educación permanente, se desarrolla a través de un hecho sustentado en: la institución educativa, el ambiente,  el contrato de aprendizaje, la didáctica, la evaluación y el trabajo en equipos, cuyo proceso, al ser orientado con el fin de lograr horizontalidad,  participación  y sinergia positiva por el Facilitador del aprendizaje, permite incrementar el pensamiento, la autogestión, la calidad de vida y la creatividad del participante adulto, en cualquiera de sus etapas vitales, con el propósito de proporcionarle una oportunidad para que logre su autorrealización.

 

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Aprendizajes

Por Rosalía Nalleli Pérez-Estrada.

La llegada de un alumno nuevo a clases es una nueva oportunidad de aprender para todos los que somos maestros, pero jamás imaginamos  que antes de que acabe su profesión, tengamos que aprender de él  a valorar la vida, cuando debemos de ir a dejarlo a un cementerio para siempre. Desafortunadamente esta es una vivencia inevitable en las instituciones de educación superior: alumnos que se van por una enfermedad mal cuidada, por un accidente, por una decisión apresurada o por desgracia, por haber sido privados de su libertad. Todas estas situaciones del que fallece hacen que nos preguntemos cuánto valió la pena tanta exigencia en conocimientos, si ese alumno ya se fue. También, cuando es una decisión el irse, qué fue lo que faltó para ayudarlo a abrazar la vida. Sin embargo, el peor momento se vive cuando  el cuestionamiento embota los sentidos y  después de buscar varios días desesperadamente, se pasa entre calles y casas, imaginando dónde puede estar alguna alumna perdida y escuchando el tic tac interminable del reloj ahí, que no oculta cómo late el corazón, triste por la ausencia.

Después,  y viendo una foto compartida entre todos los que conocemos a la persona y entre los que son solidarios, finalmente se anuncia que  se ha encontrado su cuerpo pero en un estado inimaginable, que grita su sufrimiento. Así, víctima del comportamiento irracional, aparece en un desenlace fatal, en una búsqueda finalizada que ahora se llena de dolor y de tristeza  al saber que alguien, igual que ella, se atrevió a olvidar su humanidad, para convertirse en ejecutor y en destino a la vez. ¿Qué viene después? Dolor, coraje, frustración y odio pero no se sabe contra quién exactamente, sólo se conoce el desenlace. Como docentes de quien ha sido objeto de tal atrocidad, nos preguntamos la causa de tanto mal y buscamos escudriñar comportamientos que arrojen algún posible indicio, sin tener éxito. Sólo sabemos de la ausencia de autorregulación que predomina en la mente consciente para provocar  dolor o muerte para satisfacer un placer momentáneo.

En esos momentos, los aprendizajes logrados, las evaluaciones y los contenidos escapan de nuestro entendimiento y se apodera de nosotros la melancolía de lo que pudo haber sido y ya no fue.

Conscientes estamos de que formamos parte del eslabón educativo y que posiblemente nos hayamos encontrado en clase a aquél que no supo detenerse para no dañar y de manera discreta nos cuestionamos qué nos ha faltado hacer para llegar a tales circunstancias.  Sabemos que en momentos de dolor, la razón y el diálogo se esfuman, dejando su esencia molesta, mientras nos esforzamos por recordar alguna respuesta que surja de un diagnóstico hecho a tiempo o la posible descripción de un contexto. Y así se pasan los días, sumergidos en el recuerdo de quien se ha ido, entre tanto, nos aferramos a la vida llenándonos de más actividades para no pensar. Mientras, seguimos aprendiendo de los alumnos que quedan e intentamos copiar su  fortaleza y sus sueños de que cambiarán los tiempos. Ellos no flaquean, siguen fluyendo,  desafiando estos tiempos modernos. Definitivamente, esos aprendizajes del que todavía sueña nos ayudan a seguirnos moviendo.

Escrito hecho en honor para quienes siendo tan jóvenes se han ido y a quienes tuvimos la suerte de conocerlos y también para aquellos de quienes seguimos aprendiendo.

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Película: «Merli» críticas del sistema educativo

Película Merli.

La llegada de Merlí Bergeron, nuevo profesor de filosofía, al Instituto Ángel Guimerá provoca reacciones adversas. Mientras cautiva y se gana a los alumnos, al profesorado le molesta su manera de ser y de relacionarse con la plantilla. En casa, Merlí intenta recuperar la relación con Bruno, su hijo adolescente.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=e3N7YVTWw-

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Querellas y disputas en la educación pública

Por Pablo Imen.

Hace casi 90 años, Aníbal Ponce escribió un texto titulado “Educación y lucha de clases” en el cual denunciaba aspectos reproductivos de los sistemas educativos en el marco del capitalismo. Frente a corrientes que defendían un educacionismo ingenuo, Ponce demostraba cómo históricamente se fue estructurando un modelo educativo relativamente funcional a las necesidades de perpetuación del orden dominante. La pretensión de que la educación iba a resolver todos los males sociales ignoraba que esta práctica social e histórica –la educación- era parte de la vida colectiva organizada dentro del bloque histórico capitalista. Es decir, la educación –y sobre todo la educación sistemática- era la expresión de unas relaciones de fuerza y de unas tendencias dominantes. Pero también lugar de resistencias, contratendencias y conflictos. Así nos proponemos leer la política educativa nacional que es sede de gigantescas luchas entre proyectos y sujetos. Las luchas no se libran sólo en la Argentina, desde luego, sino que atraviesan la región y el mundo. Nuestro país no es una burbuja dentro de un orden global que sufre profundas convulsiones. El planeta tramita un tránsito brumoso hacia otras formas de organización de la especie.

En suma, este presente oscuro de la humanidad se debate entre alternativas civilizatorias mientras el neoliberalismo muestra señales de agotamiento apurando una crisis múltiple: ecológica, productiva, social, cultural, política, institucional y militar. Nada escapa a la configuración de un modo de reproducción de la vida cada vez más insostenible, inviable e inadmisible. En este marco, las élites dominantes no ahorran ningún recurso para perpetuar una cultura de la injusticia, la desigualdad y la muerte.

Aquí la propia educación –las propuestas político-educativas, los modelos pedagógicos, la esfera de la educación pública- resulta objeto de la acción de las élites. El campo de la educación pública es vislumbrado como un terreno fértil para la ampliación de las oportunidades de negocios y también (esto sí no es nuevo) para la construcción de hegemonía neoliberal, neoconservadora y neocolonial.

El gobierno de Cambiemos no es, pues, sino una expresión nacional de una tendencia planetaria que vive una crisis orgánica. La política educativa de Macri –según desplegamos en columnas previas– expresa casi sin contradicciones esta perspectiva tecnocrática, mercantilista y autoritaria. Por supuesto que no lo hace en un vacío histórico sino en un sistema educativo con una robusta tradición de educación pública y con sindicatos docentes aguerridos. Tales circunstancias y sujetos hacen del escenario un agudo y creciente lugar de conflicto.

Sobre el proyecto educativo de Cambiemos

Las tendencias neoliberales desplegadas en las últimas décadas se propusieron reconfigurar radicalmente las políticas educativas tradicionales (de signo liberal democrático)  así como las alternativas de inspiración emancipadora.

La idea promovida sobre “calidad educativa” se asocia linealmente con el logro de buenos resultados de operativos estandarizados. Esta “pedagogía de la respuesta correcta” supone una noción tecnocrática de educación ligada con la medición y rankeo de rendimientos en competencias con las cartas marcadas. Es en los países centrales donde se diseñan las pruebas que serán aplicadas de manera uniforme en todas las latitudes planetarias. Supone no sólo la definición de lo que los y las educandas deben aprender sino que apuntan al control exhaustivo del proceso de enseñar, enajenando la relación pedagógica y alejándola de intereses, necesidades y requerimientos de las comunidades educativas.

Mientras se intenta imponer un modelo pedagógico tecnocrático se acompañan tales propuestas de mecanismos de mercantilización educativa. Son al menos tres los caminos para abrir paso a una concepción privatizada de educación.  La primera es la apertura a una serie de actividades históricamente específicas de los sistemas educativos a empresas especializadas. Así ocurre con  la industria editorial, con las empresas que diseñan instrumentos de “medición de la calidad”, con otras que proveen tecnología o implementan oportunos cursos de formación para fortalecer una pedagogía de la respuesta correcta. Fundaciones, Organizaciones No Gubernamentales o empresas privadas constituyen prestadores de nuevas áreas abiertas generosamente al lucro.

Una segunda vía de privatización es la orientación a la formación o bien de “emprendedores” –capitalistas capaces de autogenerar sus propias alternativas de supervivencia- o bien de “sujetos empleables” con las competencias que exigen las empresas capitalistas. Desde el punto de vista de los resultados se busca producir un sujeto dócil, productivo, individualista y competitivo adecuado a la lógica y dinámica de la economía dominante. El discurso oficial del gobierno argentino ha sido en este punto consistente. Lo fue cuando el ex ministro Bullrich se plantó ante un auditorio de empresarios y declaró que él se paraba allí como gerente de recursos humanos. El hecho complementario de que el funcionariado del Ministerio difunda la categoría de “emprendizaje” evidencia toda una definición cultural, ideológica y pedagógica del sentido último de su política educativa.

Una tercera orientación empresarial tiene que ver con los documentos que inducen a las instituciones escolares a adoptar unos criterios y modos de funcionamiento análogos a las empresas.

No es tan solo un modelo tecnocrático y mercantil, sino también autoritario que sólo puede imponerse por la violencia simbólica o -lisa y llanamente- física. No puede esperarse algo distinto de un modelo que considera a lxs docentes verdaderos “enemigos internos” a quienes se les acusa de ser conservadores, resistentes al cambio e ineficientes. Esta retórica tiene una contraparte pedagógica clara: se trata de que asuman un papel de meros ejecutores de un paquete pedagógico elaborado por expertos, traducidos por editoriales y evaluados por el Ministerio (o una institución evaluadora privada). Y tiene un complemento de modelo laboral fundado sobre la precarización, la enajenación del trabajo, la amenaza permanente y la competencia como relación predominante entre estudiantes, entre docentes y entre instituciones educativas.

Las resistencias

El proyecto político educativo que estamos analizando tiene puntos de contacto con la política educativa desplegada en la década del 90. No es exactamente igual pero la direccionalidad apunta en un mismo sentido tecnocrático, mercantilista y autoritario.

En estos dos años de gobierno de Cambiemos, algunas declaraciones oficiales o de campaña parecían tender algunos puentes de convergencia con la construcción de los últimos 12 años. La declaración de Purmamarca de febrero de 2016 reconoce  “la unánime voluntad de construir sobre lo construido a lo largo de estos años, en pos de concretar los desafíos pendientes…”

En todo caso, declaraciones y acciones concretas avanzaron en el desmantelamiento de muchas de las creaciones del período previo.

Pero las imposiciones de Cambiemos se topan con distintos obstáculos adicionales. En primer lugar, una muy fuerte tradición de educación pública y de Estado docente. La herencia sarmientina –con sus alcances y sus límites- ha sido una barrera eficaz para el avance de objetivos del neoliberalismo educativo.

De modo complementario, la configuración de una estructura secular muy estable hace de las instituciones escolares ámbitos que sólo pueden cambiar de manera prolongada en el tiempo y con el concurso de las comunidades educativas. El ensayo de reingeniería -negando en bloque lo existente-  y los tiempos largos del cambio de estructuras, culturas y subjetividades es otro problema para los entusiastas abanderados de Cambiemos.

Por su lado, hay actores –muy particularmente los sindicatos docentes de la CTERA- que han defendido un proyecto político educativo alineado con la construcción del proyecto continental de Patria Grande, revitalizado en toda la región a partir del triunfo electoral de Hugo Chávez Frías. La creación en 2011 del Movimiento Pedagógico Latinaomericano es una expresión orgánica de las apuestas de amplios colectivos docentes para refundar un proyecto político-educativo y un modelo pedagógico propio, de cuño libertario y sustancialmente democrático.

Acción y reacción: educación y lucha de clases

El gobierno avanzó en los últimos dos años en procesos de reducción y subejecución presupuestaria, de ataque a los sindicatos docentes, de estigmatización de sus dirigentes más reconocidos, de desmantelamiento de los equipos ministeriales, de introducción de ONGs en prestación de distintos segmentos de la vida institucional del sistema educativo, de promoción de empresarios educativos a responsabilidades de gestión ministerial, de empeoramiento de las condiciones laborales docentes y de descalificación de la educación pública, sus mejores tradiciones y sus actores más comprometidos con una educación emancipadora.

Lo que el propio Bullrich definió como “una campaña del desierto, pero educativa” se viene corporizando en medidas que amenazan con efectos devastadores.

El 17 de enero se publicó el decreto 52 del PEN eliminando las paritarias nacionales y disminuyendo la representación de la CTERA – la confederación más representativa del mapa sindical docente- a los fines de debilitar su capacidad de presión frente al Estado.

No fue la única medida: la gobernadora Vidal de la provincia de Buenos Aires habilitó un link donde invitaba a los afiliados a SUTEBA –de manera directa y excluyente- a abandonar su pertenencia al sindicato. No fue la única acción contra esa organización y sus principales dirigentes.

Antes de eso, Vidal había sostenido una política de tensión y presión permanentes contra las organizaciones gremiales de la provincia de Buenos Aires: en 2016 la gobernadora descontó días de paro (que la justicia obligó a devolver) y en la paritaria de 2017 intentó imponer un reconocimiento económico a quienes no participaron de las medidas de fuerza.

En abril de 2017 el Gobierno nacional reprimió con gases, golpes y detenciones el intento de colocar una Escuela de la CTERA en la Plaza de los Dos Congresos.

Ese año se desató una furiosa campaña oficial y mediática contra Roberto Baradel, secretario general de SUTEBA. En mayo hubo elecciones en las cuales fue ratificado por más del 70% de las y los docentes para decepción de las espadas del fundamentalismo antisindical de Cambiemos. En esos días recibió amenazas de muerte, él y su familia. No fue la última vez que ocurrió. En enero de 2018 recibió un nuevo y brutal mensaje: “Te avisamos que no te metas más con el gobierno. Ahora vamos por vos y tu sindicato. Pudiste ser parte de todo esto, pero decidiste ser el enemigo, ahora te vamos a hacer desaparecer (…) Controlamos la ciudad, la provincia y el país, controlamos jueces y legisladores, las fuerzas de seguridad y las leyes, intendentes y gobernadores, jueces y medios, tenemos el apoyo de los más poderosos del país y controlamos la opinión pública”.

La sumatoria de hechos parece converger en una acción consistente y coaligada del gobierno, factores del poder mediático y judicial, así como oscuros residuos del aparato represivo ahora revitalizado
contra los sindicatos.

Los y las trabajadoras de la educación han sido un blanco predilecto de este proyecto. En primer lugar, por una inconfesable tentación de reducir y reconfigurar el espacio de lo público y, dentro de tales esfuerzos, avanzar en la mercantilización educativa fue, es y será para ellos un objetivo de primer orden.

En segundo término, porque el proyecto necesita –para viabilizarse- disciplinar a los colectivos laborales. Los sindicatos docentes, además de tener la primera paritaria testigo del año, se han caracterizado por altas dosis de combatividad y coherencia. Las amenazas de carpetazos judiciales carecen aquí de todo margen de eficacia.

Las organizaciones docentes no se han dejado amilanar. Respondieron con una doble agenda. Por un lado, una agenda defensiva a través de paros, masivas movilizaciones, la creación de la Escuela Itinerante. Pero a la par sostuvieron una agenda ofensiva, en las múltiples acciones del Movimiento Pedagógico Latinoamericano: producciones, publicaciones, espacios de formación, círculos pedagógicos expediciones pedagógicas, seminarios, jornadas, congresos constituyen algunos de los múltiples ejemplos de estas iniciativas.

La complejidad de la lucha no puede ser obviada. Por un lado, la derecha gobernante ha logrado instalar un cierto común consistente con el ideario tecnocrático o con la idea de formar para el empleo.

A sus planes más radicales de transformación mercantil del orden educativo se le opone la tradición escolar liberal que hizo del Estado un actor garante del derecho a la educación. El fantasma sarmientino se erige como un obstáculo a los planes neoliberales. Pero esa educación no fue plenamente democrática: tuvo a la vez componentes clasistas, patriarcales y racistas.

Frente a esas configuraciones una tercera corriente –preocupada por construir una pedagogía emancipadora- debe crear una alternativa pedagógica emancipadora que emerja desde las más potentes tradiciones acumuladas así como desde las prácticas actuales experimentadas en la escuela pública y los movimientos sociales.

En este mapa complejo, nadie tiene el éxito asegurado. Sin embargo, es posible aventurar los límites históricos, sociales y culturales del modelo educativo de Cambiemos: el neoliberalismo no puede prosperar sin apurar el fin de la Humanidad como proyecto colectivo.

Fuente del artículo: http://www.iade.org.ar/noticias/querellas-y-disputas-en-la-educacion-publica

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