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Innovación educativa para la innovación social

España / 15 de abril de 2018 / Autor: José Blas García Pérez / Fuente: jblasgarcia.com

ESCENARIOS EDUCATIVOS

Que la escuela no es el único lugar de encuentro y de aprendizaje es algo que ya hemos asumido los docentes del siglo XXI. En una sociedad hiperconectada, los escenarios educativos reales y virtuales se multiplican como sitios de encuentro, de relación, de socialización y de aprendizaje de conceptos, de procedimientos y de habilidades para la vida.
La familia, el barrio e Internet se configuran como lugares de «extensa comunicación» en esta sociedad XXI. Una sociedad donde los centros educativos están mutando (necesitan transformarse) desde la posición de «centros de enseñanza» a «espacios estratégicos para el aprendizaje» y así no perder el rol de «escenario intensivo para desarrollo personal, convivencia y socialización de niños y adolescentes».

EDUCA LA TRIBU

Desde el siglo XX, con la universalización de la escolarización, a la ‘Educación’ se nos ha asignado responsabilidades «de constructores» de ciudadanía que hemos asumido sin rechistar. Paralelamente también se nos han achacado fracasos y problemáticas sociales que «debíamos resolver». Por contra, poco a poco, se nos ha restado profesión, se nos ha automatizado y burocratizado, se nos ha «estandarizado» como forma curricular «de control», y así se nos ha eliminando cualquier viso de ejercer una necesaria y responsable autonomía en la utilización de «herramientas las profesionales».

«Es decir, se nos pide que demos respuesta a unas problemáticas sociales, pero, al mismo tiempo, se nos «obliga» a desarrollar un currículo alejado de la realidad social, de sus problemáticas y sus necesidades.»

DE NUEVO, TRIBU

No es nuevo, (aunque lo parezca): «para educar a un niño siempre se ha necesitado a la tribu entera».
Por ello, es necesario ser de nuevo tribu. Es preciso, por un lado, que los diferentes subsistemas sociales recuperen sus propias responsabilidades y posibilidades; y, por otro, que en la escuela rompamos nuestra endémica balcanización y seamos capaces de tejer proyectos en formato tándem con los demás subsistemas, donde el pedaleo deba ser acompasado, cooperativo y entusiasta para buscar –entre todos– alternativas educativas que mejoren el desarrollo personal y social de todos los ciudadanos… utilizando todas las miradas y aprovechando todos los frentes. Es este un pilar básico de la construcción del bien común.

BIEN COMÚN

La búsqueda del bien común se intuye como una utopía necesaria para la trasformación social. Es más, se dibuja como el plan en el que la escuela puede tomar el papel cooperador para la mejora de la vida de los ciudadanos y por tanto, de la sociedad. Persevero en la idea de que la transformación social puede conseguirse a través de la educación y la escuela como constructor básico de del necesario concepto «bien común».
Para este fin, en otro artículo anterior me preguntaba si es posible diseñar centros educativos que se erigiesen como centros de innovación y mejora social de su comunidad o si hablamos de una utopía.

«¿es posible conseguir que cada escuela, cada centro de educación secundaria, cada facultad y centro universitario se convierta en «start-ups» social; en impulsores de una primavera sociocultural permanente; en diseminadores de las bases para asentar una sociedad innovadora, basada en valores y derechos humanos?»

Pregunto a directivos y líderes de centros educativos, a docentes de todas las etapas, si las escuelas pueden atraer en el entorno más próximo a su comunidad educativa iniciativas varias y así crear en el barrio «pequeños Silicon Valley» donde desarrollar propuestas, a modo de proyectos educativos de cultura social. Y si esto ocurre, me pregunto si las autoridades educativas pueden etiquetar a estos centros como Centros de Calidad en Educación, con grandes carteles en sus puerta que sean una forma de aplaudir estas inicativas.
La respuesta es rotunda:Sí se puede. Claro, siempre que consideremos que el desarrollo emocional y social es imprescindible como «contenido» curricular de la educación, especialmente en la básica y obligatoria. El problema es que no se puede evaluar, no se puede medir… ¡solo se puede sentir!… y los sentimientos se escapan del control estandarizado.
No es una utopía. En mi región, y en otras, ya se están desarrollando programas, como el de Educación Responsable, un programa desarrollado en colaboración con la Fundación Botín, que favorece el «crecimiento físico, emocional, intelectual y social de las personas, promueve la comunicación y mejora la convivencia en los centros escolares» a partir del trabajo con docentes, alumnado y familias.

INNOVACIÓN EDUCATIVA E INNOVACIÓN SOCIAL

¿Podemos desarrollar en la escuela las competencias tecnológicas y científicas necesarias para progresar y prosperar profesionalmente y abandonar las competencias necesarias para ser ciudadanos comprometidos con el bien común? ¿Pueden haber cientos de empresas que apoyen la digitalización de las aulas y muy pocas que aporten recursos y apoyen la humanización de las mismas?
¿Qué sucederá en la sociedad si continuamos la búsqueda de la excelencia desde la competitividad y descuidamos el potencial de la educación para el conocimiento de uno mismo, para promover la cohesión social, el respeto para todos y el reconocimiento de la diversidad como esencia humana?
Igualar innovación únicamente con el uso de medios tecnológicos es una forma reducida de entender la innovación en los centros educativos. Es una miopía de análisis de las necesidades del alumnado del siglo XXI. Es evidente que cada vez tenemos más medios, formación y conocimientos para, incluso, saturar de tecnología las aulas.
Si observamos, los cambios sociales están ralentizados, de hecho, si analizamos pareciera que van a peor:

  • La sociedad continúa albergando y consintiendo situaciones de injusticia.
  • Las brechas laborales, sociales y económicas son cada vez mayores.
  • La permisividad con la guerra que provocan exilio, terror y muerte en miles de ciudadanos, incluyendo niños, es cada día más invisible en nuestro paisaje.
  • Las disputas económicas, territoriales, de poder, de competición por ser mejor, por tener más, por vivir –supuestamente– mejor… son cada día más desgarradoras.
  • La utilización de la tecnología big data y los datos de facebook para conocer nuestra vida consumista, desarrollar mejor la industria, para dirigir los mercados, la intención de voto… sirven para diseñar nuevas formas de esclavitud… pero no las utilizamos para saber qué necesidades son acuciantes en grupos de personas, los sufrimos de medio mundo, qué nos provoca enfermedades incurables, qué cuestión esencial nos falta para completar de forma plena nuestra corta vida…

¡Cuánto cambiaría el mundo si las empresas tecnológicas se preocuparan de las personas y no del mercado!

Personas ≠ Mercado

A MODO DE EPÍLOGO

Tras este panorama –pelín catastrofista– dibujamos un escenario mucho más alentador: la innovación genuina en educación implica cambios estructurales y sustanciales en el qué y en el cómo de la educación y, como tal, muchos docentes somos conscientes de que nuestra actividad se debe orientar a la justicia escolar y social, y por ello estamos generando condiciones para que todos los sectores sociales y educativos, sin excepción, se puedan beneficiar del cambio educativo.
No es discutible que la innovación es uno de los retos de la educación el S. XXI, pero tampoco debería serlo la idea de que transformar la escuela implique, no sólo el desarrollo de innovaciones tecnológicas, sino, y esencialmente, que conlleve repensar interrogantes, a menudo, invisibles en los debates de los claustros educativos:
  • ¿Qué se hace en la escuela?
  • ¿Cuál es su papel?
  • ¿Por qué modelo social se apuesta?
  • ¿Cómo el centro educativo puede ayudar a construir una sociedad mejor?
  • ¿Cómo centrar la acción de la escuela para que repercuta directamente en la vida de las personas?
  • ¿Cómo elegir los conocimientos que son importantes para nuestra vida, para hacernos felices y para hacer felices a los que nos rodeen?
  • ¿Cómo implicar a toda la comunidad en estas decisiones que les afectan y darles voz?
La innovación educativa no debe ser superficial, no puede ser de lavado de imagen. Es preciso que la innovación implique promover cambios pedagógicos u organizativos concretos , que nos hagan mirar hacia una nueva lectura consensuada y un nuevo aprendizaje colectivo sobre los principales problemas que acechan la sociedad:
  • La falta de equidad y de consideración hacia lo diverso.
  • La falta de respeto por la naturaleza, los recursos de la misma y los seres vivos.
  • La desigualdad en la distribución de la riqueza, entre alumnos, familias y centros educativos.
  • El desequilibrio en la distribución de poder.
  • La falta de un diseño de alta atención, es decir, de acompañamiento, escucha y personalización de los procesos de aprendizaje constituye un acuciante problema.
Parece claro que el reto de la educación en el siglo XXI no consiste simplemente en el dominio de los contenidos del conocimiento científico o el uso de tecnologías, sino también el conocimiento de uno mismo y el control de los procesos que nos sirven para aprender y desarrollar valores que nos ayuden a entender el mundo como desarrollo del bien común. La ciencia y la tecnología sin humanidades no son relevantes para las personas.
 
«Los sentimientos se escapan del
control estandarizado»
La dicotomía entre ciencias y humanidades es ya un pensamiento del pasado.
En una sociedad cuya principal característica es el cambio tecnológico continuo, parece que la mayor innovación educativa sea prepararnos en habilidades básicas, personales y sociales que NO tengan obsolescencia programada.

«Ninguna innovación educativa deberá considerarse tal, a menos que sirva para enseñar a ser, para mejorar las relaciones humanas y para dejar un mundo mejor, más humano a nuestros hijos y nietos.» J. Blas Garcia

Fuente del Artículo:

http://www.jblasgarcia.com/2018/04/innovacion-educativa-para-la-innovacion.html

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La disputa por la educación

México / 15 de abril de 2018 / Autor: María de la Luz Arriaga Lemus / Fuente: El Universal

Han terminado las “precampañas” hacia las elecciones del 1 de julio. En la coyuntura actual, de una profunda crisis económica, social y política donde la falta de credibilidad en las instituciones es una de sus características más relevantes, lo que se enfrenta es una disputa por el rumbo del país.

El gobierno de Enrique Peña Nieto, aceleró la instrumentación de tres reformas estructurales que le aseguraran a las élites del poder, el control social y político: laboral, energética y educativa; y dejó en ciernes una cuarta, la de seguridad social.

De estas reformas, la educativa es la que concitó una resistencia social, por la organización del magisterio en la CNTE, a la que se sumó el malestar de algunos sectores dentro del SNTE, pero además por atacar uno de los derechos sociales más arraigados y que ha sido la base de los principios constitucionales que han contribuido a la construcción de la identidad nacional, de valores de soberanía, y un proceso de movilidad social reconocido por todos. El conflicto alrededor de la reforma educativa fue el conflicto social del sexenio de EPN, pues durante cinco años, una y otra vez, en foros nacionales e internacionales ha tenido que justificar su instrumentación. El saldo es una reforma cuestionada que no logra imponerse de manera cabal, pero que dio pasos firmes hacia el control del magisterio a través de la intervención en su sindicato, la represión administrativa, y política, con encarcelamiento y persecución de los docentes y la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, acompañado de una campaña en los medios de comunicación para devaluar el liderazgo social de las maestras y los maestros. Todo para avanzar en la imposición de un modelo educativo instrumental al servicio del mercado, que deja de lado el carácter científico, transformador y humanista de la educación pública, cumpliendo así con las exigencias de sectores empresariales y directrices de organismos como la OCDE.

En educación media y superior también vivimos una reforma, silenciosa y segmentada: Restricciones presupuestales, procesos de privatización y mercantilización, precarización laboral, ataque a la organización académica, falta de democracia en instituciones, y un agudo problema de contención o retroceso de la matrícula en UNAM, IPN y UAM, mientras sólo se abren opciones públicas que funcionen como centros de adiestramiento laboral, de carácter tecnológico. Al mismo tiempo, el avance de las políticas de desregulación y de libre comercio, promovieron el crecimiento de la educación privada: hoy las instituciones particulares cubren casi 35% de la matrícula total nacional en el nivel superior.

Además, desde 1996 se mantiene el Examen Único de Ingreso al Bachillerato, pretendiendo hacer creer que los exámenes estandarizados seleccionan a los mejores, pero en realidad es un discurso para esconder el hecho trágico de que sólo 30% de los jóvenes en el rango de edad correspondiente a los estudios superiores están inscritos en el sistema educativo y que 7 millones no cuentan con opciones de estudio o empleo formal.

Hoy más que nunca, requerimos tomar en nuestras manos la definición de qué educación queremos y necesitamos para el país; el magisterio democrático, los investigadores, los sindicalistas, los estudiantes, los trabajadores de diversos sectores, hemos desarrollado distintos ejercicios de elaboración de alternativas, recuperemos todas y confluyamos en un Congreso Nacional Educativo; ejerzamos el derecho a decidir el futuro de la educación. Un Congreso que sea un ejercicio democrático con los sujetos sociales de la educación.

Fuente del Artículo:

http://www.eluniversal.com.mx/articulo/maria-de-la-luz-arriaga-lemus/nacion/la-disputa-por-la-educacion

Fuente de la Imagen:

https://www.unicef.org/mexico/spanish/unicefenmexico_6894.htm

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Aulas inteligentes en Cuba: La tecnología al servicio del saber

Cuba / 15 de abril de 2018 / Autor: / Fuente: Cubadebate

Parece un entorno futurista o una imagen propia de naciones con un alto grado de desarrollo informático y computacional. Sin embargo, un grupo de 50 aulas inteligentes llegan a diferentes puntos de la geografía cubana y convierten los tradicionales salones de clases en laboratorios donde la interactividad y la tecnología toman la palabra.

Sustentadas en los sistemas operativos Nova y NovaDroid —ambos de producción nacional— las aulas inteligentes llegan al calor del proceso de informatización que vive la sociedad cubana. A su vez, representan un paso mayor de cara a elevar la presencia de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en las escuelas del país.

Esencialmente desarrolladas por la Empresa Industrial para la Informática, las Comunicaciones y la Electrónica (Gedeme) y la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), este proyecto se inserta como parte del tercer proceso de perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación y ofrece una herramienta capaz de combinar las aplicaciones más avanzadas con la experiencia de los mejores profesores.

De la tiza y la libreta a la wifi y los servidores

El ambiente de trabajo cambia respecto a los modelos tradicionales (Foto: Yunier Sifonte/Cubadebate)

Compuestas por una pizarra digital interactiva, varias tabletas o laptops, una antena wifi, dos servidores, un dispositivo para el profesor, un proyector y un equipo de carga, las aulas tecnológicas representan uno de los mayores cambios en los modelos de enseñanza a nivel mundial.

Más allá de un diseño que rompe los patrones clásicos del salón con libros, tiza y una relación frontal entre maestro y alumno, este equipamiento busca mejorar los estándares de aprendizaje y dotar a los estudiantes de una herramienta más cercana a sus prácticas comunicativas y de uso de las nuevas tecnologías.

Dentro de un aula inteligente el profesor tiene un mayor control sobre la actividad de sus estudiantes, puede enviar información personalizada, compartir links y reproducir videos directamente en cada dispositivo, seccionalizar las preguntas o realizar evaluaciones más profundas. A su vez, permiten la creación de bibliotecas virtuales, la utilización de recursos multimedia para el desarrollo de la clase y hasta el habitual registro de asistencia o el acto de levantar la mano para responder alguna pregunta.

De acuerdo a varios estudios, el uso de los recursos de las aulas inteligentes garantiza una mejor gestión del conocimiento, una mayor independencia de los alumnos y una relación más fluida con el profesor. Además, promueven el intercambio de información, un debate más amplio y una apropiación más sólida de las materias, sobre todo por el empleo de recursos multimedia e interactivos.

Con esos precedentes estas aulas llegaron a Cuba finales de 2015, vinculadas a los esfuerzos por informatizar sectores vitales para el país como la educación, la salud o las áreas de capacitación de los Organismos de la Administración Central del Estado. Luego de la adquisición en el extranjero de unas pocas de ellas, la Isla se dio a la tarea de lograr un equipamiento producido en su mayoría en el territorio nacional.

Para el Ing. Fernando Fernández tienen una diversidad de potencialidades (Foto: Yunier Sifonte/Cubadebate)

“La idea surgió a partir de las experiencias con algunos socios estratégicos de otros países. Basado en la tecnología que teníamos disponible aquí para la comercialización y los nuevos desarrollos creamos el conjunto de arquitectura que vemos hoy”, dice el Ing. Fernando Fernández, Director de la Unidad Empresarial de Base Gedeme Servimática.

Salvo los proyectores y la pizarra —todavía con el sello de productos importados— el resto de los dispositivos salen de la unidad comandada por Fernando, a todas luces la primera gran ventaja de la iniciativa. Productos nacionales al fin, tanto el equipamiento técnico como sus desarrolladores están al alcance de la mano, un elemento que ofrece seguridad para emprender nuevos proyectos en el menor tiempo posible.

Gracias a esa posibilidad y al trabajo conjunto entre el Centro de Tecnología para la Formación de la UCI y Gedeme, a mediados de 2016 la Feria Internacional CubaIndustria vio la presentación oficial de las aulas inteligentes nacidas en la Isla. En esa ocasión el stand recibió el Premio de Diseño de la Oficina Nacional de Diseño Industrial y atrapó la atención de la gran mayoría de los participantes.

Como parte de esa alianza Gedeme se encargaría del mobiliario, la marquetería, la iluminación y los componentes de hardware del sistema, mientras la UCI debía trabajar para garantizar el funcionamiento de los programas y aplicaciones.

De ese propósito surgió el software XAUCE ATcnea, una solución creada por la universidad cubana para controlar todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Según sus diseñadores, esa propuesta tiene éxito porque cuenta con iguales capacidades a las de su similar extranjero y permite un óptimo aprovechamiento de los recursos.

Sobre los requerimientos técnicos, Fernando Fernández asegura que otra de las ventajas de este modelo de aula inteligente radica en que no necesita de grandes prestaciones de hardware para funcionar. Según el directivo, los servidores parten de una arquitectura simple, pero convertida por los ingenieros de la UCI en un producto con las mismas opciones que los comercializados por las grandes empresas vinculadas a estas tecnologías.

Además, las aulas tecnológicas tienen disponibilidad para asumir los requerimientos de cualquiera de los niveles de la enseñanza general en el país, una característica que ofrece un amplio espectro de potencialidades de uso. Finalmente, la preponderancia de componentes de producción nacional tanto en hardware como en software garantiza una solidez en la búsqueda de la soberanía tecnológica en un sector tan complejo como el de la informática y las comunicaciones.

Así, 2017 cerró con la venta de las primeras 50 aulas tecnológicas para las pruebas de campo y de rendimiento técnico. De ellas, el Ministerio de Educación de Cuba (Mined) adquirió 27 para distribuirlas por todo el país, y las restantes fueron hacia otras entidades como el Ministerio de la Agricultura, el de Salud o el Grupo Empresarial Azcuba. A menos de dos años de su primera implementación, la Isla entró al entorno de las aulas virtuales o interactivas.

Aulas tecnológicas: el panorama de cara al futuro

Gedeme se encarga de la producción de todos los componentes de harware (Foto: Gedeme)

Según dijo al periódico Granma el Ms C. Fernando Eugenio Ortega Cabrera, Director de Tecnología Educativa del Mined, cada año Cuba destina cinco millones de CUC para la inversión y el mantenimiento de los equipos informáticos de las escuelas del país. No obstante, los años de explotación y la velocidad en las transformaciones de sus componentes dificultan mantener un nivel alto de prestaciones en los laboratorios.

Junto a ese panorama, y en un contexto con limitaciones de conectividad y otras cuestiones vinculadas a la velocidad de navegación —de acuerdo a Ortega Cabrera poco más del 15 por ciento de las instituciones docentes tienen acceso a la Red Informática del Mined—, muchos dudan sobre lo atinado de este proyecto o su verdadera efectividad más allá de las primeras experiencias. Sin embargo, Fernando Fernández aclara que las aulas tecnológicas no necesariamente deben tener acceso a Internet para cumplir su función.

“Estas aulas son una herramienta para la enseñanza-aprendizaje, no para el entretenimiento o la navegación. Esos servicios representan complementos a su objetivo esencial y aunque cada día resultarán más imprescindibles, su ausencia no implica un problema. En su diseño valoramos las cuestiones de acceso a la red y las aulas pueden intercambiar o no con el exterior sin perder su propósito fundamental”, comenta.

Los servidores  de las aulas tecnológicas están destinado a cumplir una función específica (Foto: Yunier Sifonte/Cubadebate)

Para ello, por ejemplo, uno de los servidores está destinado al almacenamiento de la información necesaria para la clase, y el otro concentra sus recursos en unificar las prestaciones telemáticas imprescindibles para el funcionamiento de una red local. “Allí tenemos chat, correo electrónico o portal de autenticación, unas herramientas que el profesor tiene a su alcance para garantizar la calidad de la docencia”, apunta Fernando Fernández.

Además, cada dispositivo lleva instalados los recursos para el aprendizaje desarrollados por la Empresa de Informática y Medios Audiovisuales (Cinesoft), así como con los contenidos disponibles en el portal Cubaeduca. Esas soluciones contribuyen a minimizar el impacto de los problemas de infraestructura y acceso a la red, aunque Ortega Cabrera anuncia la proyección de conectar todos los centros educativos antes de 2021.

Mientras tanto, de cara al futuro ya el aula tecnológica está cerca de una segunda entrega para responder a las expectativas de los clientes. De acuerdo al Ing. Sandy Núñez Padrón, asesor de mercadotecnia de la UCI, entre las solicitudes recientes para mejorar la herramienta aparecen concluir una versión solo para laptops o computadoras de escritorio y otra solo para tabletas. Además, trabajan para permitir la opción de importar y exportar la clase.

“Ahora mismo tenemos algunos sistemas en el proceso de verificación de calidad, porque nuestro objetivo es mejorar el software y sus prestaciones. Las aulas tecnológicas son una iniciativa ambiciosa, pero viene aparejada a la intención del país de incorporar la tecnología al proceso docente educativo. Los estudiantes de hoy son multimediales y multidispositivos, y es nuestra obligación hablar sus códigos para llegar mejor a ellos”, asegura.

Sobre el tema, el director de la UEB Gedeme Servimática confirma la existencia de un programa de desarrollo enfocado a la actualización de esa tecnología, sobre todo para llevar esa herramienta hasta instituciones con mayores requerimientos de procesamiento, como las universidades o los centros de investigación.

Según el directivo, para finales de 2018 debe salir una versión mejorada disponible para computadoras de escritorio. “Las aulas que tenemos hoy están montadas sobre protocolos Java a través de la conexión inalámbrica, pero no poseen equipos de altos niveles de cálculo. Con la nueva versión ese problema quedará resuelto”, asegura.

En este sentido, de acuerdo a Mary Laura Espinosa Hernández, Directora de Negocios de Gedeme, la intención de la empresa es contribuir a la existencia en los próximos años de un aula tecnológica funcional para cualquier tipo de dispositivo. “Si consideramos que nuestra entidad posee una línea de producción con una capacidad de 120 mil equipos al año, podemos dedicar en un futuro una parte importante a ese propósito”, asegura.

De cara a los retos que impone a la educación cubana la llamada Sociedad de la Información y el Conocimiento, iniciativas como estas se tornan vitales para no quedar rezagados en un camino que cada día evoluciona a mayor velocidad. Sin embargo, no desconocer el rol del profesor como ente regulador de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, y sobre todo cuán necesario es asumir su función con ética, compromiso, preparación y responsabilidad, resultan también elementos imprescindibles para garantizar la convivencia de lo tecnológico con lo tradicional.

De momento, las aulas tecnológicas continúan su periplo por la Isla entre esfuerzos compartidos para aprovechar todas sus ventajas y extenderlas por el país. Directivos, operarios de los talleres de montaje, desarrolladores de la UCI y pedagogos que llegan a ella por vez primera tienen conforman un equipo plural y tienen ante sí el reto de cumplir expectativas. Para ellos la visión de la Cuba del futuro sigue en las aulas con un buen profesor, pero ahora también junto a una pizarra electrónica, un software y una pantalla digital.

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Aulas inteligentes en Cuba: La tecnología al servicio del saber

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Profesor de escuela rural con Excelencia Académica 2017: “Todo gira en torno a la ciudad. Si no es Santiago, no existe”

Chile / 15 de abril de 2018 / Autor: María Gabriela Salinas / Fuente: EduGlobal

Cristián Contreras Navarrete, docente de la escuela rural Ranguel, estuvo siete meses sin sueldo y poniendo de su bolsillo para que el recinto pudiera funcionar. “El profe que trabaja en el campo es por pura vocación”, asegura.

En Chile hay más de 3.200 escuelas rurales a lo largo del país, con cerca de 20 mil profesores trabajando en este nivel educativo. Pese a ello, sus necesidades no suelen aparecer en los anuncios públicos. Tampoco están en el programa de Gobierno.

Bien lo sabe el profesor Cristián Contreras Navarrete, docente de la escuela rural Ranguel, quien hace años intenta instalar esta problemática de manera esporádica en los medios de comunicación. La primera vez fue en 2013 por el resultado Simce de la escuela donde trabajaba, establecimiento que le adeudaba siete meses de sueldo.

“La prensa me conoció ese año cuando trabajé sin sueldo y es parte de mi vida”, cuenta Contreras a El Dínamo. Hoy la historia es distinta. La escuela rural Ranguel, dónde es director y uno de los dos profesores, fue destacada con la Excelencia Académica por parte del Mineduc este 2017, lo que se suma a resultados Simce sobre los 330 puntos y un premio Enlaces en mayo pasado por las clases innovadoras en matemáticas

Pero tal vez uno de los momentos más recordados del docente en su participación en la prensa fue cuando enfrentó al entonces candidato presidencial Manuel José Ossandón en el programa Aquí Está Chile. Contreras le preguntó sobre sus propuestas para la educación rural. La respuesta del senador fue lapidaria: “si quieres una lista de supermercado, te vas a ir decepcionado”.

“Yo fui en representación de las escuelas rurales para saber si había una propuesta. La respuesta que me dio no me la esperaba, pero también sé que la educación rural a nivel país no es un tema que se toque”, cuenta el profesor.

Para Contereras, el problema es que “todo gira en torno a la ciudad. Si no es Santiago, es Viña, si no es Viña, es Concepción. Más allá, no existe. Para mí Ossandón fue sincero, dijo que no había ninguna respuesta, que me decía la verdad, que no es un tema que le preocupe a los políticos”.

En esa línea, reconoce que el senador “fue bien duro. Me dijo que no es un tema que se toque, que se habla para las masas, para la educación secundaria, la universitaria, para las masas. Que las escuelas rurales no existen para los encargados de Educación”.

Para el profesor, este encuentro vino a reafirmar algo que experimentó en carne propia. En 2013, la sostenedora de la escuela en donde trabajaba murió y el establecimiento quedó en un verdadero limbo.

“Me tocó vivirla duro. Me tocó tirar la escuela para arriba sin sueldo y con un Ministerio que no hacía nada sabiendo todo el tema. Yo iba todos los viernes donde el Seremi a preguntarle qué pasaba, porque me iba a dejar sin escuela, ¿qué le podía importar a un ministro? Me sentí sólo durante seis meses… hasta que llegó la tele”, cuenta.

“Yo no entendí cómo podían dejar a la deriva a los niños. Ellos sólo vieron el daño político cuando aparecieron en los medios. Nunca vieron el fondo. Yo no lo hice para destruir a figuras pública, sino para sacar adelante a los niños, pero parece que no se entendió ni aquí ni en Santiago. Me condecoraron, pero qué pasó: se cerró la escuela”, relata Contreras.

Si bien hoy la situación cambió, reconoce que aun hay problemas de fondo que son trasversales a todas las escuelas rurales del país. “Aquí en el campo no tengo prekínder o kínder. Aquí todos entran en primero básico sin saber nada y la prueba Simce es para todas las misma. Aquí todos corremos con desventaja. En las ciudades saben las vocales, los números, acá no. Es un doble trabajo que hay que hacer. Cuando en Santiago enseñan a leer, aquí estamos con las manitos aprendiendo números con los niños”, explica.

“La educación rural es hermosa. El profe que trabaja en el campo es por pura vocación. Viaja todos los días, no ve a su familia, se queda a dormir. Uno a veces usa recursos propios para mantener bien la escuela. Hay una entrega, una pasión, que no siempre tiene apoyo de las políticas públicas. Por ejemplo, enseñamos a todos en una sola sala de clases y la gente puede decir ‘a pero con 14 niños quien no saca un Simce bueno’, pero claro, hay que enseñar a esos 14 niños de todos los cursos. La gente habla y desconoce de la educación rural”, agrega Contreras.

Si pudiera hablar con el ministro de Educación, Gerardo Varela, o el mismo Presidente Sebastián Piñera, el profesor no duda en decir que “le diría que nos ayudara. Las escuelas rurales son parte de la educación. En la comuna de Hualqui sube sus puntajes no por los colegios urbanos, sino por las escuelas rurales porque los puntajes se suman. Eso no se sabe”.

“No somos dos ni tres escuelas. Estamos en el norte, en el desierto, en el sur, en el campo. Hay mucho desconocimiento. Si no es Santiago, pareciera que no existiéramos. Ojalá el nuevo Gobierno se preocupe de las escuelas rurales, que sepan que se hace un buen trabajo. Lo que pasa es que no nos toman en cuenta, de repente estamos muy lejanos…”, concluye.

Fuente del Artículo:

http://www.eduglobal.cl/2018/04/03/profesor-de-escuela-rural-con-excelencia-academica-2017-todo-gira-en-torno-a-la-ciudad-si-no-es-santiago-no-existe/

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La educación en las series y el cine. Juan Pablo Russo en Todo es Tango por FM La Patriada (Audio)

Argentina / 15 de abril de 2018 / Autor: FM La Patriada / Fuente: Radio Cut

Análisis comparado a través del cine y las series sobre la educación publica en diferentes culturas del planeta por las series y películas que nos ofrece la cartelera cinematográfica y virtual.

Link para escuchar el audio:

https://radiocut.fm/audiocut/la-educacion-en-las-series-y-el-cine-juan-pablo-russo-en-todo-es-tango-por-fm-la-patriada/

Fuente:

https://radiocut.fm/audiocut/la-educacion-en-las-series-y-el-cine-juan-pablo-russo-en-todo-es-tango-por-fm-la-patriada/

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Antón S. Makárenko: el arte de construir la vida de los hombres

Por: Jesús Aller

Nacido en 1888 cerca de Járkov (Ucrania), Antón Semiónovich Makárenko se formó como maestro, acumulando una extensa erudición que pronto comprendió que no era lo más importante a la hora de transmitir conocimientos. En el año 1920 su vida cambió cuando el delegado de Instrucción Pública del gobierno soviético le propuso la tarea de rehabilitar a jóvenes delincuentes. A partir de ese momento, Antón se esforzó a lo largo de nueve años tratando de enseñar el arte de vivir a los muchachos y muchachas que le encomendaban en la que bautizó como colonia Maksim Gorki. Ésta tuvo varios emplazamientos, y fue una experiencia desarrollada por ensayo y error cuyas vicisitudes están descritas en Poema pedagógico, publicado en tres volúmenes entre 1933 y 1935, y que Akal acaba de reeditar en castellano. Ayuno de elucubraciones teóricas, el libro narra la apuesta por una educación empírica y humanista, que entrelaza pupitre y trabajo y hace a los jóvenes asumir su destino de forma autogestionada y con énfasis en el compañerismo, la emulación y el fortalecimiento del espíritu de comunidad. Aunque éste es su libro más celebrado, Antón S. Makárenko es autor de una amplia obra basada en sus labores pedagógicas. Divergencias con Stalin lo llevaron a residir bajo vigilancia especial en Moscú, donde falleció de un infarto en 1939.

Libro I

Poema pedagógico arranca con los difíciles comienzos de la colonia Gorki. A cargo de media docena de holgazanes irreductibles, Antón se desespera y busca refugio en librotes de pedagogía hasta que un día en un arranque de cólera abofetea a uno de los desobedientes. A partir de entonces, los muchachos empiezan a colaborar. Él impone unas normas a los que quieran quedarse: reparto equitativo de los trabajos, obligatoriedad de asistir a la escuela y necesidad de su permiso para ir a la ciudad. Le resulta triste comprobar que el látigo es bienvenido en espaldas acostumbradas a la servidumbre, y se resiste a perseverar en ese camino. Pronto son ya unos treinta los educandos y aumenta la plantilla docente, aunque ropa y comida escasean y exigen peregrinaciones agobiantes por tortuosos senderos burocráticos. Por otra parte, la pesca y donativos más o menos voluntarios de los campesinos ayudan a la manutención. Cuando se producen algunos robos en la colonia, el culpable es descubierto y juzgado por un tribunal popular; tras unos días a pan y agua, se reintegra corregido en la comunidad.

El paso del tiempo y las labores compartidas fortalecen el espíritu de la colonia Gorki, que se convierte en una especie de hogar para todos los que la habitan. En la primavera de 1921 consiguen que se autorice su traslado a una extensa propiedad próxima, y sus actividades, con alguna ayuda y mucho entusiasmo, se diversifican hacia agricultura, carpintería y herrería, mientras el número de residentes se incrementa con los más jóvenes de los prisioneros de las últimas operaciones de la guerra civil. Antón y los otros educadores deben combinar amor y firmeza para que embriaguez, antisemitismo, naipes y reyertas no desvíen el rumbo de la nave, y así logran sacar de los infelices seres golpeados por la vida que les han sido encomendados lo mejor que yace escondido en ellos. La prosa cuidada y precisa de Makárenko, siempre abierta al humor y la ironía, nos hace partícipes de alegrías y amarguras. En el otoño de 1921, los gorkianos siembran centeno en la segunda colonia, que se esfuerzan en acondicionar y esperan ir a habitar en breve; los alumnos más instruidos ponen sus anhelos en ingresar en el Rabfak(universidad obrera).

En la primavera de 1922 una epidemia de tifus se abate sobre los muchachos y varios son hospitalizados, pero logran recuperarse felizmente. En esa misma época, la hostilidad que despierta entre algunos prebostes el experimento pedagógico de Antón, tildado de autoritario, está a punto de abortarlo, y sólo el apoyo entusiasta de los colonos y alguna mano amiga en las alturas consiguen salvarlo. Por otro lado, las relaciones con los campesinos se vuelven difíciles por los hurtos y robos que proliferan. Esto se resuelve de momento, pero en otoño obliga a la expulsión de dos educandos, uno de los cuales volverá corregido en unos meses. A veces cunde el desánimo, pero ese año de 1922 comienza ya el traslado a la nueva colonia, donde se trabaja la tierra duro con dos caballos cedidos por la Inspección Obrera y Campesina. La actividad es febril, pero los domingos hay diversión y baños en el río, los piojos son apenas ya un vago recuerdo y hasta tienen un piano que aporrea una de las educadoras y se las arreglan para conseguir una segadora. Se une a ellos además E. N. Shere, un experto agrónomo, hiperactivo y flemático, que revoluciona las labores y se convierte en un ídolo para los muchachos.

Al inicio de 1923, la colonia incorpora algunos rasgos de vida militar, como la organización en destacamentos. Los jefes de éstos son nombrados al principio por Antón, pero luego pasarán a ser elegidos democráticamente, y forman un consejo con poder ejecutivo, el sóviet de jefes. Un sistema de destacamentos mixtos, constituidos para una tarea concreta y dirigidos por alguien propuesto por el sóviet de jefes, permitía que todos se fueran turnando en el mando, lo que unido a que éste no otorgaba ningún privilegio, impidió que se formara entre los educandos una casta dirigente. En el verano, con la ayuda de unos amigos de la GPU, los jóvenes logran vencer las dificultades que les confiere su condición de exdelincuentes, y comienza a funcionar en la colonia una célula del Komsomol a la que se asigna un instructor político. El sueño de todos se materializa solemnemente el 3 de octubre de 1923, cuando desfilando marcialmente en pos de su roja bandera, con tambores y trompetas, los ochenta colonos toman posesión del nuevo hogar.

Libro II

El nuevo emplazamiento, con varios edificios amplios y tierras feraces, está a orillas del Kolomak. La Ayuda a la Infancia de Ucrania financia el acondicionamiento, pero obliga a admitir a otros cuarenta educandos y hace necesario repartirse entre agricultura y construcción. Makárenko nos presenta amorosamente a los habitantes de la colonia, surtido de edades y caracteres ligados en una vida de trabajo y estudio en la que no falta la diversión. Ésta tomó aquel invierno la forma sobre todo de actividades teatrales, que acabaron convirtiéndose en un trabajo más, y no de los menos importantes. De las aldeas vecinas e incluso de la ciudad acudían todos los sábados gentes entusiastas a conocer gratuitamente un variado repertorio del arte dramático ruso y ucraniano. Antón solía hacer de apuntador y director de escena, y entre los espectadores no se toleraba la embriaguez, ni las pipas de girasol. La fiesta del cumpleaños de Gorki abre la primavera y marca el fin de la temporada teatral.

En 1924 llegan novatos y se compran vacas, ovejas y nuevos caballos, mientras continúa la cría de cerdos y se consigue el arriendo de un molino próximo; la economía va viento en popa. En julio, la agotadora trilla congrega a todos afanosos en campos de los más variados cereales, y en agosto se celebra la boda (sin popes) de una chica de la colonia, a la que ésta dota espléndidamente, con un campesino. Un invitado manifiesta extrañado: –“Muchachos, ¿y es verdad que vosotros sois aquí los amos?”. -“¿Pues quién si no?”, le responde uno. Poco después se despide dolorosamente a los que van a estudiar al Rabfak de Járkov. Ante inspectores que les visitan, Antón expresa sin reparos su desprecio a la pedagogía oficial y defiende la necesidad de recurrir a castigos como arrestos o trabajos extraordinarios; la comunidad autogestionada y bien cohesionada que ha conseguido habla en su favor y a pesar de las críticas que suscita, el proyecto es respetado. En la pascua y el verano de 1925 los rabfakianos vienen de vacaciones y traen a todos noticias de un lejano mundo que aguarda.

El éxito de la colonia Gorki invita a buscar un nuevo emplazamiento donde pueda alcanzar mayores dimensiones. Se consideran posibilidades por toda Ucrania y al fin los muchachos muestran su coraje involucrándose en un asunto ciertamente arriesgado. En Kuriazh, un monasterio del siglo XVII muy cerca de Járkov, funcionaba otra colonia, con casi trescientos educandos, que era un completo y absoluto desastre. Los gorkianos, ciento veinte por entonces, y Antón, arrastrado por su entusiasmo juvenil, aceptan trasladarse a ella y tratar de reformarla con plenos poderes. Lo arriesgan todo por ver el triunfo de sus ideas, mientras sus enemigos confían en el fracaso de un proyecto que juzgan autoritario en exceso.

Libro III

Las primeras visitas a Kuriazh para preparar el traslado evidencian las condiciones terribles que allí imperan. Es necesario partir de cero, construir excusados, y comprar cucharas y platos, pero los gorkianos que llegan de vanguardia en poco tiempo consiguen elaborar un censo y organizan destacamentos que eligen a sus jefes. Cuando se asignan tareas, poner en movimiento sin violencia a los que ignoran la disciplina es complicado, pero la fiebre restauradora se extiende con fuerza y los trabajos imprescindibles avanzan. Algunos kuriazhanos colaboran francamente y los más se debaten expectantes.

El 17 de mayo de 1926, con sólo dos días de retraso respecto al plan previsto inicialmente, el grueso de los gorkianos llega a la estación de Rizhov en un convoy de cuarenta y cinco vagones y desde allí marcha en formación hasta Kuriazh. Antón, ante los muchachos reunidos, proclama solemnemente que ahora todos integran la colonia Gorki y expone las virtudes y el significado profundo de la vida que comienza. Al poco rato, en una asamblea general se detalla la nueva organización, que fusiona sabiamente las dos comunidades desmantelando posibles focos de resistencia, y se propone un ambicioso plan de trabajo hasta el verano. Todo se aprueba con 354 votos a favor y ninguno en contra.

Jabón, corte de pelo y desinfección son las prioridades. La ropa nueva y el entusiasmo hacen el milagro y la transfiguración es pronto un hecho. Las más felices son las niñas de Kuriazh, antes atrincheradas en el espanto y que disfrutan ahora de los vestidos que sus hermanas gorkianas han confeccionado amorosamente para ellas. En un comedor impoluto se celebra una comida de gala bajo retratos de Lenin y Gorki y carteles con las consignas y saludos, como el famoso “¡No gemir!”. Se lee una carta de Gorki y Antón habla a los muchachos de la suerte de vivir en un país donde el individuo puede desarrollar al máximo sus cualidades sin que nadie robe los frutos de su esfuerzo. Luego todos cantan la Internacional.

Los meses que siguen son de trabajo duro. Antón nos desnuda cómo se logra corregir eficazmente a los haraganes que añoran la vieja vida de Kuriazh, aunque reconoce que las bromas y burlas utilizadas y su sutil violencia psicológica no pueden menos que implicar su expulsión fulminante del Olimpo pedagógico. Ante la verborrea allí instalada, insiste en la necesidad primordial de educar a los jóvenes en el amor al trabajo bien hecho y a la disciplina que éste exige, y en infundirles una imagen de sí mismos que refleje sus anhelos más íntimos y esté adornada con el incitante estímulo que otorga lo que es posible construir y está de alguna forma al alcance de la mano. Ése fue siempre el hilo conductor de su labor, respetada por las autoridades, pero muy criticada por los prebostes pedagógicos de la URSS.

Se derriban las murallas del monasterio y los ladrillos son reutilizados en nuevas construcciones, mientras alrededor las cien hectáreas de la colonia comienzan a rendir frutos y el estanque es vaciado y se procede a su limpieza, descubriéndose todo tipo de objetos varados en el cieno. Para el verano ya hay electricidad, funciona la conducción de agua y los muchachos están en sus nuevos dormitorios, cuyas camas han sido forjadas en su herrería. Los trabajos del taller de carpintería se convierten en una fuente de ingresos, que se trasforman en libros y en instrumentos para una banda de música. La crónica se complementa con relatos emotivos que muestran cómo el espíritu de la colonia es capaz de corregir la deriva autodestructiva de algunos de sus miembros. No son raros ya los periodistas e investigadores extranjeros que vienen a visitarles.

Tras el invierno, tiempo como siempre de trabajo escolar intensivo, en la primavera de 1927 llegan noticias a Kuriazh de que la GPU construye al otro lado de Járkov un lujoso edificio con talleres anexos destinado a una comuna con capacidad para ciento cincuenta jóvenes que llevará el nombre de Félix Dzerzhinski, el recién fallecido fundador de la Cheká. Su puesta en marcha se encomienda a los gorkianos y cincuenta de ellos forman su primer contingente, con Antón como director, aunque él no abandone del todo Kuriazh. La inauguración es en diciembre, y la financiación corre a cargo al principio de los donativos de los chequistas, homenajeados en el libro como dechados de virtudes humanas. Ya en la primavera de 1928, la incorporación de un eficiente administrador abre una época de febril productividad (carpintería, fundición, etc.) y bonanza económica. Pronto los comuneros perciben un salario.

El final del libro reseña la condena pública en un congreso pedagógico del método de Makárenko, por estar basado en conceptos como deber, honor, disciplina y trabajo. Esto le obliga a buscar nuevos destinos para los muchachos de la colonia más próximos a él, y a dejar él mismo su dirección, lo cual se materializa tras una emotiva visita de Gorki en julio de 1928. A partir de aquí, Antón se refugia en el proyecto de la comuna Dzerzhinski, dependiente de la GPU y a cubierto, por tanto, de las altas instancias pedagógicas. Esta labor será asunto de libros posteriores como Banderas en las torres (1938), del que existe versión castellana. Poema pedagógico concluye con un epílogo de 1935 en el que vemos a algunos de los educandos transformados en ciudadanos ejemplares de la gran patria soviética y se recuerdan los retos tecnológicos asumidos en la comuna Dzerzhinski, como la fabricación de taladros y máquinas fotográficas.

Teoría tras el poema

En la censura de los pedagogos soviéticos al proyecto de Makárenko, se respira algo de la vieja polémica entre colectivistas y comunistas. El recurso a premios y castigos es criticado desde una perspectiva puritanamente comunista e igualitaria, pero tenemos la impresión de que es el método que mejor se ajusta a la realidad de unos seres humanos que sólo son capaces de desarrollar su personalidad con el estímulo de una recompensa. Poema pedagógico pone de manifiesto cómo jóvenes de inclinaciones y temperamentos diversos pueden alumbrar, en un proceso en el que es esencial su propia iniciativa, una sociedad armoniosa y al mismo tiempo económicamente viable, que les hace crecer como individuos. Hay sin duda una mano que dirige la experiencia, pero es la capacidad de liderazgo de los muchachos y su afán por integrarse en una entidad que satisface sus necesidades físicas y morales lo que determina la vitalidad del proyecto.

Entre la multitud de personajes que dan color al relato hay uno que desempeña un papel fundamental. La colonia Gorki no se afianza en el sendero del éxito hasta que un competente e infatigable ingeniero, Eduard N. Shere, se hace cargo de la dirección técnica de las labores agrícolas y ganaderas. Sus milimétricos y agotadores planes de trabajo sumergen a los muchachos en un frenesí de actividad que aceptan a regañadientes, pero que terminan viendo que sirve para que su existencia progrese de una forma extraordinaria. Al mismo tiempo, imperceptiblemente, trabajo y camaradería, esfuerzo y emulación van forjando su carácter y fortaleciendo la cohesión del grupo. La importancia de la técnica que permite al hombre adaptarse a su entorno y mejorar sus condiciones materiales queda realzada así como un recurso educativo esencial.

Poema pedagógico nos acerca a la complejidad de la vida soviética y a sus delicados equilibrios de poder, muchas veces sorprendentes, pero más allá de esto contiene también algo que le otorga un valor intemporal, en su crónica de un intento afortunado de encauzar la existencia de unos jóvenes maltratados por el destino y dotarla de sentido. Su conclusión es que el amor es el instinto más fuerte de la vida, y que crear una comunidad que resulte grata para los que la habitan y les ofrezca a la vez estabilidad material y la realización de lo mejor que llevan en su interior es el instrumento idóneo para enderezar cualquier contingencia de la forma más favorable.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=240130&titular=ant%F3n-s.-mak%E1renko:-el-arte-de-construir-la-vida-de-los-hombres-

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Fraternidad escolar

Por: Jerónimo Alayón Gómez

Maestro y discípulo constituyen una unidad. Es imposible pensar el uno sin el otro. Cuando el docente se hace condiscípulo de su alumno, permite que este pueda devenir en copedagogo. Se trata de una operación que involucra la identidad del conjunto, con lo cual el hecho pedagógico consigue alcanzar altas cotas en su dimensión antropológica. Desde esta perspectiva, enseñar viene a ser no solo un modo de aprender, sino un método humanizador del saber, puesto que es construido en el seno mismo de la fraternidad escolar.

Estamos tan acostumbrados a pensar que el conocimiento es un constructo casi exclusivo de ciertas cofradías académicas e intelectuales que parecería una herejía suponer siquiera algún grado de iniciativa productiva entre estudiantes. Son ellos, sin embargo, quienes están llamados a asumir la primigenia intelectual, a imprimir el sello de los nuevos tiempos a la sapiencia. Cuando el maestro se hace uno con el discípulo, por sobre lo diverso de cada cual surge un saber en el que se cumple la máxima de Ortega y Gasset: «El progreso no consiste en aniquilar el ayer, sino en conservar aquella esencia del ayer que tuvo la virtud de crear ese hoy mejor».

Dicha fraternidad escolar no significa la anulación de las diferencias en pro de una unidad artificial, fundada solo en las similitudes y coincidencias. El encuentro auténtico con la otredad entraña el diálogo entre las diversidades. El dialogismo de los símiles ha sido no pocas veces génesis del pensamiento único. Al inicio de las dictaduras suele habitar la premisa de sobrevalorar el discurso gemelo. Hacernos uno con el otro es tanto más exigente cuanto que supone entendernos en nuestras desigualdades y desencuentros. Allí radica el verdadero esfuerzo y reto de toda fraternitas asumida con autenticidad.

A menudo alumno y maestro confrontan grandes disimilitudes, que se profundizan aun más por el abismo generacional. Aquí no hay lugar para la teoría del rompecabezas, no se puede soñar con los laterales ideales que habrán de concatenar a la perfección. En todo caso, la fraternidad escolar es un puzle orgánico, cuyas piezas cambian continuamente de forma y tamaño, de manera tal que se hace indispensable reinventar a cada tanto el juego con el objeto de lograr finalmente el dibujo definitivo del saber. Las diferencias no solo constituyen el fundente de un diálogo maduro, sino que son el motor vigoroso de una fraternitas sembrada en el respeto al Otro.

En consecuencia, la fraternidad escolar es profesar el amor, más que ejercitar la tolerancia. Esta, por así decirlo, es un amor empobrecido por la resistencia al Otro. El amor, por el contrario, supone una atracción hacia la otredad, fundada en hacer de ella y sus diferencias una aventura. El que ama está siempre atento al cambio y a los modos de amar que ello implica. La novedad de la alteridad, que deviene a cada tanto en alguien parcialmente distinto de quien era, impone al amor interrogarse sobre sus posibilidades de realizarse en lo diverso. Amar debe ser, indefectiblemente, un acto creador.

Este amor del que hablamos es ciertamente de una textura distinta y se llama dilección. Se establece en torno de la mutua admiración. Proviene del logos y no del pathos, esto es, halla su origen más cerca de la razón que de la pasión. No es pariente del eros sino del ágape, por lo tanto no está atento a la pulsión sexual: su expectativa es la trascendencia de la palabra, el poder seductor de una inteligencia esbelta. Por ello nunca envejece. Tal era el sentido que correspondía a aquella expresión ya olvidada por los docentes de hoy: el alumno dilecto.

La fraternidad escolar, por consiguiente, descansa sus columnas sobre estas prerrogativas. La unidad maestro-discípulo es posible casi exclusivamente cuando el amor la habita intrínsecamente. En su defecto solo habrá la pasajera asociación entre un emisor de conocimientos y sus correlativos receptores, esto es, un acto burocrático de pedagogía institucional. ¿Cuántas veces hemos sido burócratas de la educación? ¿Cuántos podríamos asegurar que amamos a nuestros estudiantes, y que somos amados por ellos? ¿Acaso vale la pena impartir siquiera un ápice de conocimiento divorciados de la fraternitas que nos debía mover hacia el Otro, ese que cree tanto en nosotros como para recibir a manera de don el saber que atesoramos?

Fuente: https://www.viceversa-mag.com/fraternidad-escolar/

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