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Secretaría de Educación Pública (SEP) invierte en la Bolsa Mexicana de Valores 7,500 mdo del programa escuela al cien

Por: Laura Poy Solano

La Secretaría de Educación Pública (SEP), informó que este viernes colocó en la Bolsa Mexicana de Valores 7 mil 500 millones de pesos en bonos del programa Escuelas al Cien, con el que se pretende invertir 50 mil millones de pesos para el final del sexenio en infraestructura y equipamiento de más de 33 mil escuelas de educación básica, media superior y superior.

En un comunicado, detalló que realizó la tercera colocación de certificados bursátiles. Héctor Gutiérrez de la Garza, director general Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (Inifed), señaló que “una vez que se llegó al 73 por ciento de la meta total de los recursos por captar, el reto es continuar el ritmo de ejecución por parte de los institutos estatales de infraestructura educativa”.

Por lo que exhortó a iniciar a la brevedad los procesos de contratación de Escuelas al CIEN, “aprovechando para trabajar y acelerar el paso los días de descanso de los alumnos”.

Aseguró que “todos los días se trabaja en la revisión y preaprobación de los proyectos enviados por parte de los institutos estatales, por lo que la continuidad y en su caso conclusión con la mejor calidad de los trabajos en las escuelas, están garantizados”.

Indicó que en lo que va del año, se han podido colocar 13 mil millones de pesos, lo que revela que la “ejecución y desarrollo del programa se lleva a cabo con total transparencia”. Explicó que a la fecha se han colocado más de 26 mil millones de pesos en el mercado de valores.

Adicionalmente se cuenta con una línea de crédito a largo plazo por 10 mil millones de pesos, por lo que se tienen recursos disponibles por más de 36 mil millones de pesos.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/sep-invierte-en-la-bmv-7500-mdp-del-programa-escuelas-al-cien/

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Reflexionando sobre la discapacidad

Por James Dooley Sullivan

En diciembre pasado, James Dooley Sullivan empacó su silla de ruedas y viajó a Jamaica. Sullivan, un artista visual y editor de videos que trabaja en el Grupo Banco Mundial, quería ver de manera directa cómo es la vida de las personas con discapacidad en un país en desarrollo. Él comparte su experiencia y su propia historia en un video y una serie de blogs. Puedes acceder a otros blog de esta serie aquí: La vida en una silla de ruedas y Recorriendo Kingston.

Tiemblo cada vez que pienso en la fuerza externa que se generó cuando choqué con el árbol y cómo esa fuerza recorrió mi tabla de snowboard y subió por mi pierna izquierda, que se quebró, y luego trepó a mi columna vertebral, que se partió por la mitad. Duró solo un segundo, pero nunca dejaré de pensar en esa presión. Ahora, tengo una nueva presión en la que debo meditar: una úlcera por presión.

Imagínese que regresé de Jamaica y estoy ansioso por producir un film en que mostraré mis aventuras e ideas, y las vidas de las personas que conocí allá. Pero en vez de eso, estoy acostado reflexionando, reflexionando un largo tiempo sobre el tema de la presión.

© James Dooley Sullivan

Cualquiera puede tener una úlcera por presión, pero las personas con discapacidad somos particularmente vulnerables. Cuando un hueso pone demasiada presión sobre los músculos, el cuerpo protesta. Cambias de posición sin pensarlo realmente; sientes alivio. Pero, tengo que hacer esto de una manera similar al topo que sube y baja cuando lo golpean con un mazo de goma en ese juego que está en los parques de diversiones, con la excepción de que nadie en realidad me pega a mí. Cada 10 minutos más o menos, tengo que levantarme de la silla de ruedas y moverme de un lado a otro para que mi cadera descanse.

Una noche, después de regresar de Kingston, Jamaica, noté que las sábanas en mi cama se habían apilado debajo de mí y tenía la piel enrojecida. No me preocupé mucho porque mi piel generalmente se recupera. Además, tenía la presión de producir mi film y la presión financiera de tener que volver a trabajar.

Aquí está la palabra presión otra vez. La presión de intentar y hacer mi trabajo y vivir una vida social normal, sin parecer un inválido débil. Por primera vez, estaba tratando de contar una historia que realmente me importaba, y no estaba preparado para permitir que mi pasión y mi responsabilidad con las personas que conocí en Jamaica se vieran afectadas por un pedazo de piel dañada.

Sé que todo el mundo sufre todo tipo de presiones, pero argumentaría que las personas con discapacidad experimentamos esto con más intensidad, porque no somos normales. Cada vez que salgo de mi casa me pongo una capa de camuflaje invisible que me da plena confianza en mí mismo, y me hace irradiar independencia y fortaleza. Impulso mi silla de ruedas, moviéndome rápido para no bloquear las puertas y atraer atención adicional. En el fondo, sin embargo, hay un ser mucho más frágil que necesita un empujón extra para subir las cuestas, que le abran las puertas pesadas, y lo ayuden a subir y bajar las odiosas escaleras. Gracias a mi género masculino tengo la fuerza física para abrirme paso a través de prácticamente cualquier alfombra de felpa que esté en mi camino. Pero a fines de 2016, las presiones mentales y físicas que me mantienen andando cesaron de manera abrupta.

© Banco Mundial

La presión que me había impuesto a mí mismo tenía que terminar. Tenía que sanar. No tuve elección. Pasaron meses antes de que pude estar de nuevo en una sala de edición y en condiciones de hacer mi trabajo.

Cuando volví a trabajar en el film sobre mis experiencias en Jamaica con Patrick Rodin, sabía qué historia quería transmitir. Me hubiera gustado tener tiempo ilimitado para contarla. Tuve que recordarme a mí mismo cada cinco minutos que es imposible incluir en un relato de 10 minutos todo lo que Patrick y yo teníamos para decir.

Pero quería de veras mostrar —con el tiempo, el amor y la atención suficientes— qué es posible en dos países muy distintos.

Patrick, con su cadencia jamaicana, puede expresar mejor que yo lo que es estar en una silla de ruedas. “Cuando vas y no ves a nadie como tú, la mente se pregunta de alguna manera, qué tal si estás solo; cuando ves a alguien más acercándose en una silla de ruedas, piensas ‘ah, no estoy solo”. Patrick y yo somos parte de lo que ahora es una comunidad mundial de personas con discapacidad que está cada vez más conectada. Nos estamos encontrando en Internet y encontrando nuestra voz, poco a poco, a través de los blogueros y los foros de discusión. Pienso que será épico, transformador e inspirador a medida que este movimiento se desarrolle en todo el mundo. Será una buena “pandemia” que cura en vez de destruir.
Patrick está renovando una furgoneta que será un espectáculo asombroso. “Este vehículo podrá llevar a cinco de nosotros sentados en nuestras propias sillas de ruedas”, explica. “Es muy bueno, me encanta. Y me encanta que cinco o seis de nosotros en sillas de ruedas vayamos a un lugar y que todos puedan salir”.

Amontonarse en una furgoneta para ir a una tienda de comestibles podría parecer algo no muy revolucionario. Pero para Patrick y sus amigos, todo se trata de la idea de “ser visto, recibir atención, ser valorado”. Muchas personas pobres con discapacidad viven en zonas rurales, donde es difícil tener acceso, o donde permanecen encerradas en sus hogares, abatidas. No están a la vista y no se piensa en ellas. Cuando los jamaicanos giren la cabeza y vean a personas con discapacidad moviéndose a través de su mundo, entenderán la necesidad de realizar cambios en el paisaje físico. Patrick es, en primer lugar, un líder comunitario y mentor y, en segundo lugar, un mecánico.

Y yo también me veo de manera diferente. Me gano la vida siendo editor y artista visual, sin embargo ahora además soy educador. Puedo usar mi trabajo en el Banco Mundial para contar historias de personas como Patrick. Puedo hacer que ellas sean vistas; que reciban atención; que sean valoradas. Quiero ayudar a cambiar no solo las percepciones de las personas, sino también las leyes. Como un productor de videos desconocido, que se niega a estudiar derecho, eso es un objetivo bastante audaz, pero ojalá con eso transmita cuánto me ha cambiado esta experiencia.

Cuando finalmente terminé mi film, me pidieron que viajara a Nueva York y lo presentara en una reunión internacional de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, realizada en el emblemático edificio de las Naciones Unidas (ONU). En el encuentro había numerosos representantes de países como Jamaica que se han comprometido a mejorar el acceso para todos los ciudadanos con discapacidad. Muchos de los asistentes estaban en sillas de ruedas, como yo, o eran ciegos, sordos o tenían otros tipos de discapacidades. Me sentí que estaba con mi comunidad.

© Laura Fravel

Apenas terminó la proyección de mi film y se encendieron las luces, uno de los delegados me preguntó si iría a África para grabar una historia sobre la discapacidad en su país. Otro delegado me pidió si podía contar la historia de las personas pobres con discapacidad que están confinadas en sus hogares. Un grupo de asistentes incluso quería tomarse una fotografía y se pusieron alrededor de mi silla posando para la cámara con una gran sonrisa. Todo esto me da energías para concentrarme en contar más historias sobre lo que, en apenas unas décadas, será la nueva normalidad para millones de personas con discapacidad en todo el mundo. Pronto tendrá noticias nuestras.

Fuente del Artículo:

https://blogs.worldbank.org/voices/es/reflexionando-sobre-la-discapacidad

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¿Aprender a leer antes de los 6 años crea problemas de comprensión y escritura?

Por Arturo Sánchez Jiménez en La Jornada

Justo este domingo 4 de junio salió un artículo en el periódico la Jornada de México donde se expone uno de los principales diles que se tiene en el sistema educativo Mexicano, las ventajas o desventajas que implica que los pequeños de preescolar inicien con el aprendizaje de la lectoescritura de manera formal.

Desde mi experiencia me ha tocado ver varios casos que ofrecen aspectos positivos desde ambas propuestas, las escuelas preescolares que comienzan de lleno con el trabajo de lectura y escritura y otras que priorizan el aspecto psicomotriz. Por ejemplo existen generaciones de niños que llegan a primer grado de primaria leyendo y escribiendo perfectamente, pero también generaciones con una enseñanza completamente mecánica del lenguaje escrito que dificulta llegar a niveles de comprensión y reflexión de la lengua. Por su parte también tenemos generaciones de grupos ampliamente estimulados en su aspectos psicomotrices y de pensamiento lógico que el avance y progreso con ellos es rápido, pero también generaciones con nulos elementos básico de la lengua formal.

Desde mi perspectiva, todo redice en el modelo de enseñanza, aquel que estimule el pensamiento lógico del estudiante y que esté a su vez, por sí sólo, entienda la lógica del lenguaje para su adquisición. De nada sirve forzar al niño o la niña a leer con métodos mecánicos sólo para estar a la par de los demás.

¿Qué experiencia han tenido en este aspecto, compañeros y compañeras docentes?¿Qué se acostumbra en su Jardín de Niños?¿En qué nivel han recibido a sus grupos de primer año?¿A su hijo en preescolar cómo le están enseñando?, ojalá puedan responder estas preguntas en la parte de comentarios.

Aprender a leer antes de los seis años activa en el cerebro sólo mecanismos de memoria y no de comprensión, lo que incluso puede llevar a algunos alumnos a llegar a licenciatura sin entender los textos y con problemas de escritura, de acuerdo con un investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Alejandro de la Mora Ochoa, académico del departamento de Humanidades de la unidad Azcapotzalco de esa institución, explicó que por tal situación no sorprende que el país ocupe los últimos lugares en lectura del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (Pisa, por sus siglas en inglés) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), pues dan a los niños cargas cognoscitivas a las que no están preparados para soportar ni por memoria ni juicio ni inteligencia, porque sus capacidades aún no han madurado.

En el Seminario de Lenguas Otomangues –realizado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México– consideró erróneo que en escuelas primarias se imponga como requisito de ingreso saber leer y escribir o que los padres de familia presionen para que los niños adquieran esas destrezas en prescolar.
Si se enseña esa habilidad cuando las capacidades cognoscitivas de los niños no se han concluido e integrado, estamos destruyendo la posibilidad de que lean, agregó.

Los procesos de adquisición se relacionan con bases neurológicas, por lo que es necesario el desarrollo de conexiones que permitan hacer la inferencia y secuenciación relacionados con vincular, primero, el equivalente de un sonido a una grafía, y segundo, el valor que tiene ésta junto a otra en términos de sonido.

Éstos tienen que ver con el desarrollo de la memoria, la inteligencia y el juicio, que se dan en la medida en que se logran la madurez social y sicológica. Por eso hablamos de factores fisiológicos, sociales y cognoscitivos.

Mora Ochoa recomendó el ingreso a los centros de desarrollo infantil (Cendis) desde el nivel maternal y que los padres no fuercen a los pequeños a leer y escribir, debido a que esos conocimientos tienen sus momentos de maduración y deben respetarse. En Suiza, por ejemplo, comienzan a los ocho años.

El especialista realizó un estudio con pequeños de cuatro a cinco años en los Cendis de las unidades Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco de la UAM, el cual reveló que estos recintos son ejemplo y modelo de eficiente adquisición del lenguaje para el aprendizaje de lectura y escritura.

El éxito está fundamentado en que son proporcionadas las plataformas para la lectoescritura con elementos visomotores, sicomotores y semánticos que posibilitan la obtención de una sólida base para su ingreso a la educación primaria.

Fuente del Artículo:

¿Aprender a leer antes de los 6 años crea problemas de comprensión y escritura?

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El círculo de la barbarie

 

La violencia es una forma de acción que destruye las relaciones sociales, es, concep-tualmente, la negación de la educación —lo opuesto a racionalidad, inteligencia, humanidad, derechos humanos y moral. No obstante, sorprende advertir que en México algunos alumnos de normales y maestros, recurren frecuentemente a la violencia para obtener determinados fines: la violencia se ha instalado como cultura en algunos grupos del magisterio.

Siempre he defendido las escuelas normales, tengo muchos amigos normalistas y me consta que entre no pocos de ellos subsiste la idea de que el gobierno (federal o estatal) pretende destruir las escuelas normales. Esta idea ha alimentado durante años una agresiva política “de defensa y resistencia” de los grupos estudiantiles dirigentes de las normales rurales que proponen un continuo activismo violento contra los enemigos del pueblo, que son los mismos que buscan acabar con sus escuelas.

Las tácticas de lucha de los normalistas rurales son por definición violentas: cierre de carreteras, clausura de edificios públicos, destrucción de vehículos, asalto a camiones con mercancías, etc. La violencia provoca otra violencia, en este caso la policiaca y, cuando ésta irrumpe, los normalistas, siempre agraviados, comprueban en la práctica que, en efecto, el gobierno los agrede y que, una vez más, ellos son las víctimas.

Una coartada perfecta para los pregoneros del victimismo. El respeto a las leyes que rigen al país, desde luego, no es un valor para muchos de estos futuros maestros y el argumento para pisotear las normas es claro: ¿porqué respetar la ley cuando los demás la violan?

Este relativismo moral rudimentario —tan difundido en nuestro país—, olvida que ellos son futuros maestros: es decir, las personas que habrán de educar tarde o temprano a los futuros ciudadanos. Lo que cabría en todo caso es preguntar es: ¿Qué país aspiran a construir desde el salón de clases? ¿Se quiere construir una sociedad democrática (basada en leyes) o, por el contrario, se pretende edificar un mundo de anomia y barbarie?

Esa misma pregunta es válida para muchos maestros de Oaxaca y Chiapas que, año con año, o Guelaguetza a Guelaguetza, hacen ostentación de los recursos menos civilizados para lograr satisfacción a sus demandas (casi siempre ilegales o excesivas) clausurando carreteras, aeropuertos, lanzando bombas molotov a la policía o secuestrando a los funcionarios encargados de realizar la evaluación de docentes.

El problema se complica cuando del otro lado, del lado del Estado, actúa otra barbarie: las tragedias de Ayotzinapa y Nochixtlán ilustran el extremo demencial al que puede llegar la torpeza y perversión de las policías. Estos eventos son dos llagas dolorosas en el cuerpo de la nación, sin embargo, lo que es discutible es que, a partir del agravio educadores adopten actitudes vengativas y conductas violentas e irracionales que reproducen el circulo de la barbarie.

La violencia es el opuesto de la educación. Lo que la escuela busca es ayudar a construir una sociedad justa y democrática, lo cual implica un orden basado en el ejercicio libre del voto, en el diálogo inteligente y racional, en comportamientos que respeten los derechos humanos (consagrados en las leyes), en el respeto a las instituciones que la sociedad, a veces con muchos esfuerzos, ha creado.
Los valores que la escuela promete transmitir (autonomía, tolerancia, honestidad, legalidad, respeto a los derechos humanos, fraternidad, solidaridad, paz, solidaridad, altruismo, etc.) deben formar parte del equipaje intelectual, moral y emocional de los docentes. Ningún docente puede transmitir a sus alumnos una cualidad que no le sea propia. ¿Quién puede enseñar legalidad y tolerancia cuando en la práctica (lanzando bombas molotov a la policía) demuestra que no tiene el menor respeto por esos valores?

Fuente del Artículo:

El círculo de la barbarie

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Rallying Cry: Youth Must Stand Up to Defend Democracy

By Henry Giroux

According to famed anthropologist Arjun Appadurai, the central question of our times is whether we’re witnessing the worldwide rejection of liberal democracy and its replacement by some sort of populist authoritarianism.

There’s no doubt that democracy is under siege in several countries, including the United States, Turkey, the Philippines, India and Russia. Yet what’s often overlooked in analyses of the state of global democracy is the importance of education. Education is necessary to respond to the formative and often poisonous cultures that have given rise to the right-wing populism that’s feeding authoritarian ideologies across the globe.

 

Henry A. Giroux delivered this commencement speech upon receiving an honorary doctorate at the University of West Scotland in early July.

Under neo-liberal capitalism, education and the way that we teach our youth has become central to politics. Our current system has encouraged a culture of self-absorption, consumerism, privatization and commodification. Civic culture has been badly undermined while any viable notion of shared citizenship has been replaced by commodified and commercial relations. What this suggests is that important forms of political and social domination are not only economic and structural, but also intellectual and related to the way we learn and teach.

One of the great challenges facing those who believe in a real democracy, especially academics and young people, is the need to reinvent the language of politics in order to make clear that there is no substantive and inclusive democracy without informed citizens.

Democracy Demands Questions

It is imperative for academics to reclaim higher education as a tool of democracy and to connect their work to broader social issues. We must also assume the role of public intellectuals who understand there’s no genuine democracy without a culture of questioning, self-reflection and genuine critical power.

As well, it’s crucial to create conditions that expand those cultures and public spheres in which individuals can bring their private troubles into a larger system.

It’s time for academics to develop a culture of questioning that enables young people and others to talk back to injustice. We need to make power accountable and to embrace economic and social justice as part of the mission of higher education. In other words, academics need to teach young people how to hold politicians and authority accountable.

All generations face trials unique to their own times. The current generation of young people is no different, though what this generation is experiencing may be unprecedented. High on the list of trials is the precariousness of the time — a time in which the security and foundations enjoyed by earlier generations have been largely abandoned. Traditional social structures, long-term jobs, stable communities and permanent bonds have withered in the face of globalization, disposability and the scourge of unbridled consumerism.

Social Contract Shrinking

This is a time when massive inequality plagues the planet. Resources and power are largely controlled by a small financial elite. The social contract is shrinking: war has become normalized, environmental protections are being dismantled, fear has become the new national anthem, and more and more people, especially young people, are being written out of democracy’s script.

Yet around world, the spirit of resistance on the part of young people is coming alive once again as they reject the growing racism, Islamaphobia, militarism and authoritarianism that is emerging all over the globe.

They shouldn’t be discouraged by the way the world looks at the present moment. Hope should never be surrendered to the forces of cynicism and resignation.

Instead, youth must be visionary, brave, willing to make trouble and to think dangerously. Ideas have consequences, and when they’re employed to nurture and sustain a flourishing democracy in which people struggle for justice together, history will be made.

Youth must reject measuring their lives simply in traditional terms of wealth, prestige, status and the false comforts of gated communities and gated imaginations. They must also refuse to live in a society in which consumerism, self-interest and violence function as the only viable forms of political currency.

These goals are politically, ethically and morally deficient and capitulate to the bankrupt notion that we are consumers first and citizens second.

Vision Is More Than Sight

Instead, young people must be steadfast, generous, honest, civic-minded and think about their lives as a project rooted in the desire to create a better world.

They must expand their dreams and think about what it means to build a future marked by a robust and inclusive democracy. In doing so, they need to embrace acts of solidarity, work to expand the common good and collectivize compassion. Such practices will bestow upon them the ability to govern wisely rather than simply be governed maliciously.

I have great hope that this current generation will confront the poisonous authoritarianism that is emerging in many countries today. One strategy for doing this is to reaffirm what binds us together. How might we develop new forms of solidarity? What would it mean to elevate the dignity and decency of everyday people, everywhere?

Young people need to learn how to bear witness to the injustices that surround them. They need to accept the call to become visionaries willing to create a society in which people, as the great journalist Bill Moyers argues, can «become fully free to claim their moral and political agency.»

Near the end of her life, Helen Keller was asked by a student if there was anything worse than losing her sight. She replied losing her vision would have been worse. Today’s young people must maintain, nurture and enhance their vision of a better world.

The ConversationThis was adapted from a recent commencement address given in Glasgow, Scotland, by Prof. Giroux, named one of the top 50 educational thinkers of modern times.

Source:

http://www.truth-out.org/opinion/item/41378-rallying-cry-youth-must-stand-up-to-defend-democracy

The Conversation

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Alerta por el aumento progresivo de adolescentes que se cortan

Por: Raquel Quelar

  • La poca resistencia a la frustración y la falta de habilidades para canalizar el malestar, entre las causas.

“Empiezas a cortarte y no puedes parar; lo necesitas, es algo enfermizo”, relata una de las adolescentes que han quedado atrapadas por una conducta que cada vez más jóvenes exhiben en las redes sociales, como si de una proeza se tratara. Psicólogos y psiquiatras especializados han detectado en los últimos años un aumento progresivo de estos casos, la mayoría de los cuales no van asociados a ninguna enfermedad mental, sino más bien a una manera de canalizar una frustración o un malestar emocional.

Sin embargo, el fenómeno preocupa a padres, profesores y profesionales sanitarios porque, como señala el coordinador del Hospital de Día de Adolescentes de Salud Mental de Parc Taulí, Joaquim Puntí, “las autolesiones no suicidas incrementan el riesgo de lesiones suicidas”, excepto en los adolescentes que lo hacen de manera muy ocasional. Es por este motivo que, a pesar de que muchos de ellos no sufren una patología psiquiátrica, deben recibir tratamiento para superar esta conducta.

 

Cinco hospitales catalanes han creado un grupo de estudio

“Estamos teniendo un incremento exponencial” de jóvenes que se autolesionan, asevera la psicóloga clínica Anna Sintes, del Hospital Sant Joan de Déu, que concreta que en el centro hospitalario de Esplugues de Llobregat este tipo de casos se han sextuplicado en los últimos cuatroaños. Así es que si en 2012 atendieron en urgencias a 24 pacientes por autolesión que precisaron hospitalización, en 2016 la cifra aumentó a 173.

Mientras que el centro vallesano ha registrado en los últimos dos años un aumento de un 9% de las consultas de adolescentes que se autolesionan. Si en 2014 los jóvenes que se autoagredían representaban un 19% del total de los pacientes atendidos, al cierre del año pasado la cifra se había incrementado en un 28%.

La conducta de cortarse recibe una cierta aprobación en grupos de chicas, según los psicólogos

La conducta de cortarse recibe una cierta aprobación en grupos de chicas, según los psicólogos (Getty)

Estudios europeos ratifican también el comportamiento al alza de autolesiones no suicidas entre la juventud, como el estudio que recogió en 2014 la revista británica Journal of Child Psycology and Psychiatry. El informe ultima que un 27,6% de jóvenes europeos se han autolesionado al menos una vez en la vida.

La tendencia en Catalunya también se ha detectado, hasta el punto que se ha constituido el Grupo de Estudio y Tratamiento de las Autolesiones (Greta), formado por profesionales de cinco hospitales – el Clínic, Sant Pau, Parc Taulí, Sant Joan de Déu y Althaia, de Manresa-. El objetivo del grupo es elaborar un protocolo para atender de manera efectiva al número creciente de pacientes que sufren este problema psicológico.

“En la mayoría de los casos son cortes superficiales que se hacen con objetos tan comunes como sacapuntas, cuchillas y a veces también con un lápiz, con el que se van rascando hasta producirse una lesión”, detalla Joaquim Puntí. Los adolescentes, que en uno de cada diez casos son chicas, se hacen este tipo de heridas en antebrazos –el lugar más habitual-, pero también en nalgas y vientre.

La conducta de la autolesión empieza a detectarse entre los 11 y 14 años
La conducta de la autolesión empieza a detectarse entre los 11 y 14 años (iStockphoto)

Una de las cosas que más alarma a psicólogos y familias es el hecho de que, tras realizarse el corte, los jóvenes acostumbran a fotografiar el resultado y compartirlo con el grupo de amigos a través de aplicaciones como Whatsapp, o bien lo exhiben a través de redes sociales –por ejemplo, Instagram-, llegando a un público más amplio.

Es por ello que los profesionales no descartan que se esté produciendo una especie de contagio; que las autolesiones, que antaño se asociaban a una enfermedad psiquiátrica, se estén convirtiendo en una moda entre jóvenes aparentemente sanos. “No es extraño que en una clase cuando una chica se autolesiona, en pocos días tres o cuatro alumnas más imiten esa conducta”, comenta el psicólogo Joaquim Puntí.

No es extraño que en una clase cuando una chica se autolesiona, en pocos días tres o cuatro alumnas más imiten esa conducta

JOAQUIM PUNTÍ

Coordinador del Hospital de Día de Adolescentes de Salud Mental de Parc Taulí

Pero, ¿a qué es debido este fenómeno? “No se sabe con certeza”, contesta Anna Sintes. No obstante, la psicóloga clínica dilucida que “la expresión del malestar emocional cambia en función de la época y la cultura”. Y añade que si bien antes los adolescentes agobiados y con problemas se enganchaban a la heroína, ahora una de las tendencias es cortarse, seguramente “por influencia de las redes sociales y la facilidad con la que se transmiten las imágenes”.

El perfil de los jóvenes sin ninguna enfermedad psiquiátrica que se autoagrede es la de una persona con una autoestima baja, que tiene dificultades en las relaciones interpersonales –en muchos casos son víctimas de acoso escolar-, con poca capacidad para resolver problemas y escasa resistencia a la frustración. Además, sus relaciones familiares suelen ser complicadas y comparten un temperamento que los predispone hacia este tipo de conductas. “Aunque cada vez el perfil es más heterogéneo”, puntualiza el psicólogo clínico del hospital Parc Taulí.

Diversos grupos de jóvenes que se autolesionan

Otra pregunta que se hacen los especialistas cuando reciben a un paciente con un comportamiento de este tipo es “¿qué función tiene la autolesión en este caso?”. Puntí explica que hay que diferenciar entre grupos de adolescentes distintos: el primero, los jóvenes que forman parte de una subcultura urbana llamada “Emo” y que se autolesionan como una manera de significarse como miembro de esa tribu.

El segundo grupo estaría compuesto por los jóvenes con una enfermedad mental –un trastorno alimentario, por ejemplo-. Una patología a la que va asociado un escaso control de los impulsos. En estos casos las autolesiones suelen ser mucho más graves que las que se hacen los otros grupos.

Y, por último, el grupo mayoritario: el de los que se hacen cortes superficiales ante problemas triviales: un límite impuesto por los padres que no les gusta, una relación de pareja que se rompe o una discusión con alguien. El adolescente se autoagrede como una vía para comunicar su malestar a los demás o bien para sentir alivio al cortarse –el dolor que le produce la autolesión desvía su atención del sufrimiento psicológico-, o bien porque se marea al ver la sangre y esto le disminuye la ansiedad que está sintiendo.

Muchos adolescentes reciben en su móvil imágenes de contenido sexual
Muchos adolescentes reciben en su móvil imágenes de contenido sexual (Getty)

Esta conducta también provoca en ocasiones que el entorno próximo al joven se preocupe más y cambie su relación con él, con lo cual se siente más considerado y querido, lo que a su vez puede reforzar este comportamiento y convertirlo en más impulsivo. “Si la autolesión aparece en el contexto de una frustración, la familia cede en su objetivo porque teme que su hijo vuelva a autolesionarse”, añade el psicólogo del hospital Parc Taulí.

Entonces, ¿cómo tratar al adolescente que se corta para canalizar su malestar o frustración? No reforzando esa conducta, lo cual no quiere decir ignorarla. “No hay autolesión banal a la que no se le deba dar importancia, ya que puede ir en aumento”, avisa Anna Sintes. En este sentido Joaquim Puntí aconseja a los padres que “mantengan la calma” y que hablen del problema con su hijo o hija. No obstante, si rechaza la ayuda y continúa reproduciendo la misma conducta, el siguiente paso es acudir al especialista.

Los psicólogos consultados coinciden en que la clave para solucionar el problema es enseñar al joven a canalizar el dolor psicológico de una manera diferente. También aconsejan a los padres “controlar” los contenidos que sus hijos ven en internet, ya que la red –donde se pueden encontrar miles de resultados de cómo autolesionarse o suicidarse- “amplifica” esta conducta, aseguran.

No hay autolesión banal a la que no se le deba dar importancia, ya que puede ir en aumento

ANNA SINTES

Psicóloga clínica Hospital Sant Joan de Déu

Muestra de ello es el macabro juego conocido como la Ballena azul , por el que una menor ha sido hospitalizada en una unidad psiquiátrica en Catalunya. La práctica, monitorizada por otra persona a distancia, consiste en superar 50 retos, el último de los cuales es quitarse la vida. El juego ha generado alarma en diversos países por la sospecha que podría estar detrás de la muerte de varios adolescentes.

Para combatir el poder de persuasión de internet y del grupo de amigos, los expertos recomiendan que los padres pasen tiempo con sus hijos y mantengan una comunicación fluida. “Comer todos en la mesa en una buena recomendación”, dice Puntí, que alerta que cada vez es más común que los jóvenes hagan los almuerzos o las cenas solos en sus habitaciones.

Además, los especialistas también ven conveniente formar al profesorado para que pueda identificar este tipo de conductas y hacer una acción primeriza conveniente. “No es acertado hablar con todo el grupo del problema de las autolesiones”, advierte el psicólogo, y concluye: “Es mejor dedicar una clase a estrategias de gestión emocional para prevenirlo”.

La clave para solucionar el problema es enseñar al joven a canalizar su malestar emocional de una manera diferente

Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20170718/424187351914/aumento-adolescentes-cortan.html

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Eficacia de la afabilidad en la tarea docente

Por: Jorge Antonio Mansen Bellina

Cada profesor es diferente, pero aquel que está atento a las emociones y sentimientos de sus estudiantes, que da signos de valorarlos, que demuestra su estima y posee la cualidad de la amabilidad y la atención, además de confianza, tolerancia y sociabilidad; decimos es un profesor afable, pues pone de manifiesto uno de los sentimientos más valorados por los estudiantes. Un profesor afable siente que no hay nada tan recompensante como hacer que sus estudiantes se den cuenta de que son valiosas en este mundo (cf Bob Anderson).

La afabilidad, el agrado, la dulzura suponen la preocupación por el otro, sea quien sea, y el respeto solidario con él. Es, como solemos llamarlo ahora con otra palabra, la empatía. Y ésta es la manera de conectar con el otro, a un nivel más profundo, más allá de lo superficial y tangencial, y de tratar de responder a lo que necesita. Y esta virtud en el maestro acorta las distancias protocolares, abre las puertas para que sus estudiantes se acerquen, ayuda a una convivencia armónica (Definicion ABC).

«El hombre amable se distingue por su temple apacible y por la suavidad de sus modales; el afable por su llaneza, por su disposición a escuchar a todos. El amable lo es en su conducta; el afable lo es en su trato. Por lo común, se aplica el adjetivo afable al hombre de elevada jerarquía que no se desdeña de hablar con sus inferiores. De Federico II se cuenta que era amable con sus amigos y poco afable con sus súbditos» (José Joaquín de Mora).

Son estas actitudes positivas que hacen un profesor benevolente (que “quiere bien”) y benefactor (que “hace bien”) con sus estudiantes, con sus padres de familia, con sus colegas, con los cercanos y con las personas desconocidas. Un profesor afable provoca y hace que la gente le quiera y le respete; porque quien es afable es el que da el primer paso en este sentido, respetando y queriendo a los demás. ¿Vocación o formación? La Educación emocional docente, es el factor clave para la mejora de la convivencia en el aula y en el centro educativo, y para desarrollar esta virtud de la afabilidad en el aula.  Dice Daniel Goleman: «Las lecciones emocionales, incluso los hábitos más profundamente incorporados del corazón, aprendidos en la infancia, pueden transformarse. El aprendizaje emocional dura toda la vida», y empieza en el interior del maestro.

La Inteligencia Emocional entendida como la capacidad que tiene una persona de manejar, entender, seleccionar y trabajar sus emociones y las de los demás con eficiencia y generando resultados positivos (Álvaro Tineo); reviste, claramente, una importancia muy especial en la tarea docente, por lo que debe tener un lugar y un tiempo para “educarla” y para evaluarla durante todo el proceso de formación inicial y en el desempeño laboral. Sólo si el educador tiene la habilidad para gestionar bien sus emociones, podrá ayudar a que sus alumnos desarrollen su Inteligencia Emocional. Y ese proceso creará y potenciará un «respeto mutuo» de las propias sensaciones», y facilitará un ambiente positivo para el aprendizaje. Esto supone saber cómo nos sentimos y ser capaces de comunicar abiertamente nuestras sensaciones. Antes que intentar ser comprendido, el docente tiene que procurar comprender. Debe mostrarse comprensivo y empático y debe enseñar y modelar esas características tan preciadas de la interacción humana (cf Inteligencia emocional en el trabajo docente, sites.google.com).

“Si pensamos detenidamente en la trascendencia de nuestras emociones en nuestra vida diaria nos daremos cuenta rápidamente que son muchas las ocasiones en que éstas influyen decisivamente en nuestra vida, aunque no nos demos cuenta” (Bertrand Regader, Psicología y Mente). Una de las claves de la Inteligencia Emocional, es saber relacionarse con aquellas personas que nos resultan simpáticas o cercanas, pero también con personas que no nos sugieran muy buenas vibraciones. Y las expresiones del manejo de las emociones, son la sencillez por la que no se hace distinción entre las personas por su condición; la solidaridad por tomar en las propias manos los problemas ajenos haciéndolos propios; la comprensión, los buenos modales, el ponerse en el lugar de otros, consideración por los demás, respeto y atención a la exposición de sus interlocutores, dispuesto a la ayuda desinteresada y gratuita.

También será bueno tener en cuenta, entre otras cosas, nuestros bloqueos afectivos y emocionales con determinadas personas (dentro o fuera de la escuela), en algunas circunstancias. Esos bloqueos que se concretan y visibilizan de mil y una maneras diferentes, en acritudes, arrebatos, asperezas, durezas, enfados, rigideces, silencios, … seguramente, antes y ahora, en el pasado y en el presente, nos hace reconocer y agradecer a aquellas personas que nos han tenido estima, que nos han mostrado afecto, de manera gratuita, desinteresada, es decir, sin otra intención o interés que nosotros mismos. ¿Cómo superar esos obstáculos emocionales? El diálogo y el acompañamiento personal, son lo más recomendable para todo docente, que se valore como maestro por vocación y de corazón.

La afabilidad ejercitada diariamente por un maestro, que conduce a sus discípulos hasta la puerta de la Sabiduría (dicen los orientales), le convence que “la ternura y la bondad no son signos de debilidad y desesperación, sino manifestaciones de fuerza y resolución” (Khalil Gibran); y que, además le permite tomar las decisiones correctas en las situaciones más difíciles, propias de un profesor sabio (cf Plotino).

Y Usted, por ejemplo, ¿qué entiende por afabilidad en la vida escolar? ¿Recuerda alguna experiencia positiva de alguien que haya sido o esté siendo afable con Usted?

Fuente: http://educacioncmf.blogspot.com/

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