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La educación de calidad no tiene sentido, si los funcionarios no son de calidad

Por: César Sagastume

Es preocupación de los distintos estratos sociales demandar una educación de calidad que el Estado debe proveer a los futuros servidores.  Muchas veces, las recomendaciones trilladas de especialistas y expertos que dan alrededor del problema en la formación de ciudadanía con conciencia cívica para trabajar por un patria deteriorada y desgastadas no ha logrado corrige el problema.

Se hace necesario analizar otras aristas del asunto, debiéndose considera el comportamiento de funcionarios que se ha enquistado que en todos los estratos sociales y entidades que fueron desmoronando al Estado Republicano para mantener el status quo  de pobreza ignorancia, violencia, corrupción, deterioro ambiental y desnutrición; lo que nos lleva a la conclusión que por varias generaciones el sistema educativo no ha establecido lineamientos claros en la formación de su recurso humano propiciando una educación elitista, que no permite las mismas condiciones educativas para todas la clases sociales.

Se puede afirmar que existe una educación elitista en todos los niveles educativos que reciben educación de calidad, empero la mayoría deben de conformarse con migajas de educación de baja calidad, que por ampliar la cobertura por mandatos externos implementan programas que apenas alcanzan a dar pinceladas del conocimiento necesario para responder a las exigencia profesionales que se dan en todos los niveles educativos desde la preprimaria hasta la universitaria, otorgando al final un titulo que da acreditación para su desempeño con baja calidad para atender las demandas de una nación libre y soberna.

No se puede negar que los objetos y sujetos del CNB están considerados, pero olvidan  los componentes del currículo subyacente que complementan la formación de un ciudadano digno y capaz, que dejan al margen el ejemplo de las estructuras criminales y poderosas que manejan el Estado, sin obviar las estructuras poderosas transnacionales que manejan condiciones para mantener a los Estados en esta caótica situación, y que deben dar ejemplo para complementar el currículo para la formación del ciudadano apto y competente.

Cuando estas organizaciones mal llamados partidos políticos,  nombran a los menos aptos a ser candidatos, proponiendo al pueblo elegir bajo nominaciones perversas y compuestas para crear maldad, y tener como única opción elegir a los menos aptos, que al final se pierden en la ambición, corrupción y la ineptitud, argumentando que el pueblo los eligió.

Estas circunstancias nos hacen caer al círculo vicioso de volver a equivocarnos  a sabiendas que nos tropezamos con la misma piedra, tendido nuevamente la trampa de que el pueblo no sabe elegir sus autoridades que al final estos, terminan pagando su incapacidad, contratando  asesores que se dicen expertos, que al final de cuentas ya están satanizados para orientar a los ineptos.

Lo anteriormente expuesto hereda una cultura negativa para propiciar la capacidad académica a cambio de ser listo, tramposo sinvergüenza, mentiroso para alcanzar los cargos más importantes en la toma de decisiones, haciendo al margen la preparación académica y el conocimiento científico en aspectos sociales, culturales, económicos, políticos Etc.

Constituyéndose en un mensaje subliminal y directo de una cultura equivocada a la juventud, que para gobernar no se necesita la academia de calidad y que no vale sacrificarse tanto en el estudio porque basta adquirir como sea un titulo que le de créditos de calidad poco deseable.  Es el momento de garantizar la elección de candidatos para elegir a los mejores hombres y mujeres de este país, para anhelar esperanzas que en las próximas elecciones, se cuente con el recurso humano mejor calificado para la recreación del Estado de la primaveral Guatemala.

Fuente: http://s21.gt/2017/07/28/educacion-de-calidad-no-tiene-sentido/

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«Somos los que sostenemos la educación pública»

Por: Luis Bel

Los y las docentes han venido sufriendo ataques constantes de parte de todos los gobiernos desde la vuelta de la democracia. Uno de los principales objetivos es la degradación de la tarea docente para así también atacar las condiciones de vida de los trabajadores.

La escuela es una de las tantas que se construyeron en los 80, aunque el verde musgo del hormigón premoldeado ya no muestra el “esplendor” de otros tiempos.

Empujé la puerta antes de leer el cartelito con la flecha que rezaba “Toque timbre”. Toqué. Una portera bajita me preguntó qué necesitaba:

─ Busco a la profe Julia ─le dije con cierto temor a que no me dejara pasar.

─ Está en el aula ─me dijo con cara de vuelva más tarde.

─ Sí, lo sé ─le dije y me imaginé sacando el ancho de espadas y pegándolo con saliva a mi frente─ me dijo que la esperara en la sala de profesores.

La portera (que después supe se llamaba Mercedes) me hizo pasar y señalándome el pasillo me dijo: ─ Al final, a la derecha, la segunda puerta a la izquierda.

En el recorrido esquivé uno de esos lampazos gigantes con los que limpian el piso. Siempre me llamaron la atención. De niño, pensaba que si me compraba uno podía terminar más rápido de barrer mi dormitorio para salir a jugar. Y en más de un recreo me puse a barrer el salón llevando el aserrín de una punta a la otra, cuidando que no se perdiera ni un poquito en el camino.

Las y los auxiliares escolares son unos de los sectores más precarizados de todo el sistema educativo. Una precarización que es implementada directamente desde el estado por Unión por Córdoba.

En la sala había 3 profesoras y un profesor. Les comenté que tenía que esperar a una docente y me hicieron pasar.

El profesor, de prolija barba candado, y una de las docentes, corregían una pila bastante considerable de exámenes. Otra profesora llenaba unas planillas, mientras se acomodaba los lentes con el dedo índice a cada rato murmurando por lo bajo, y la última (y la que más me interesaba) preparaba unos mates.

Se ve que mi mirada finalmente la conmovió porque extendió la mano ofreciéndome uno. “Es el primero” me dijo, lo agarré mientras le agradecía y en ese agradecimiento iba incluido un implícito: “no importa qué número sea”. Ya sentir el calorcito del mate en la mano me hizo revivir un poco el cuerpo.

─ ¿A qué profe buscás? ─me preguntó mientras le devolvía el mate. Era alta y tenía el pelo muy lacio.

─A la profe Julia… le vengo a hacer una pequeña entrevista.

Los que estaban corrigiendo levantaron su mirada curiosos.

─ ¡Es famosa la Juli! ─sonrió mientras me pasaba otro mate─ ¿Y para qué medio?

─ Para La Izquierda Diario.

─ Ah sí, lo conozco. Yo los voté en las últimas elecciones ─aseguró metonímicamente.

Afuera comienza a oírse el murmullo de los chicos saliendo al recreo. Recibo un tercer amargo y la cebadora se sienta y comienza a acomodar unos apuntes. “Tengo que preparar la clase ─me dice─ cebá vos”.

Un alumno ingresa a la sala y se esconde detrás de la puerta. Se lleva el dedo índice a la boca pidiendo que no lo delate. Pero es inútil, otro entra, lo descubre y comienzan las risas. El profesor se levanta y con tono paternal los invita a salir: “Acá no, chicos”.
Julia aparece abrazando unos rollos de cartulina. Me saluda afectuosamente.

─ Perdón, ¿hace mucho que esperás? Me demoré porque los chicos tenían algunas dudas.

Le digo que no, que cuando quiera empezamos.

Me hace una seña: “Seguime, vamos a dar una vuelta”. La sigo.
En el camino, Julia me muestra el estado de las aulas, de los bancos, los pizarrones y los baños. Humedad y grietas en las paredes, aulas sin calefacción, baños clausurados; la falta de medidas de seguridad básicas, como los matafuegos, son una constante.

Durante el recorrido los alumnos la saludan, le acusan cosas, preguntan por alguna evaluación. Ella habla con todos, llamándolos por su nombre.

Regresamos a la sala de profesoress, me reciben con otro mate.

─ ¿Terminaron? ─nos pregunta la docente que estaba corrigiendo mientras se prepara un té.

─ Faltan algunas preguntas, pero pensaba hacerlas acá ─me tiro el lance.

Recibo el consentimiento generalizado.

En marzo Macri dijo que existía “una terrible inequidad” entre los que pueden pagar una escuela privada y aquellos alumnos que deben “caer” en la escuela pública, ¿cómo tomaron estas declaraciones en medio de la gran lucha que estaban dando por abrir la paritaria nacional y en defensa de la educación pública?

─ Con mucha bronca e indignación ─primereó la profe cebadora de mates─ los que trabajamos todos los días en el sistema sabemos que somos los trabajadores de la educación los que sostenemos la escuela pública.

─ La educación pública ─agrega Julia─ hace décadas que viene recibiendo ataques de todos los gobiernos. Fue Cristina la que nos trató de vagos y la que dijo que teníamos 3 meses de vacaciones. Una mentira terrible.

─ Lo que muchos no saben es que en la escuela pública no solo se enseña la currícula de cada materia. Acá también tenemos que contener a los chicos de otras problemáticas sociales que se van profundizando. Muchos vienen a la escuela sin desayunar, su primera comida del día es el almuerzo que comen acá ─relata enfática la profe mientras remueve su té con una cucharita de plástico

─ ¿Cómo puede incorporar conocimientos un chico con el estómago vacío? En lo único que piensa es en que llegue la hora de ir al comedor.

A pesar de toda esta situación que relatan, el sentido común que se quiere instalar desde arriba es que el “bajo rendimiento” de los alumnos es a causa de la falta de formación docente. ¿Cómo responden a ese sentido común?

─ Antes que nada hay que aclarar que todo esto forma parte de un nuevo ataque a los docentes ─dijo rompiendo el silencio el profesor, que aún seguía corrigiendo exámenes─ el vergonzoso “Operativo Aprender” fue parte de lo mismo.

─ El principal problema de la educación pública ─agrega Julia─ es el desfinanciamiento constante desde el Estado.

─ A través de estos ataques, lo que quieren hacer es justificar que tengamos que ganar poco, que miles sigan precarizados y tengan que correr todos los días de una escuela a la otra para poder tener un salario que más o menos nos permita llegar a fin de mes ─cerró el profe, mientras se rascaba la barbilla.

Lo que se señala no es menor. Según una encuesta que realizó la agrupación Docentes D-Base en decenas de escuelas provinciales, un alto porcentaje debe trabajar en más de una escuela para poder llegar a fin de mes. Y a pesar de lo que se quiso instalar desde la presidencia, el 80% de los alumnos del nivel primario y alrededor del 50% del nivel medio asisten a escuelas públicas.

Sin dejar de señalar que los docentes que dan clases en ambos sistemas, público y privado, son los mismos y están formados en las mismas instituciones.

El desfinanciamiento estatal que citó Julia es una de las claves de la desigualdad, que en los hechos se transforma en desigualdad de clase. Mientras desde el estado se financia la educación católica y privada, adonde mientras una gran parte del pueblo trabajador hace un enorme esfuerzo para que sus hijos puedan acceder a una “educación de calidad”, otra gran mayoría precarizada queda afuera por las inalcanzables cuotas que se cobran; al mismo tiempo se reduce el presupuesto a la educación pública, donde la situación edilicia de los establecimientos educativos es, en algunos casos, de emergencia y donde las maestras y los maestros deben dar clases en aulas superpobladas, en condiciones precarias y muchas veces con falta de elementos.

La profesora termina de lavar la taza y la cucharita de plástico, se acomoda los lentes y mirando la hora en su celular nos avisa a todos que está por terminar el recreo.

Cada uno comienza a guardar prolijamente sus papeles. Les digo que me falta una última pregunta y terminamos, recibo un “sí” a coro.

El Frente de Izquierda está planteando en la campaña que todos trabajemos 6 horas diarias, 5 días a las semana, para repartir las horas laborales y que todos tengamos trabajo. ¿Conocían la propuesta? Y si es así, ¿qué les parece?

El profe se adelanta.

─ Uno de los problemas que tenemos es que no se nos reconoce el trabajo que realizamos fuera del ámbito escolar, ese trabajo invisible, es un trabajo extra que no se reconoce.

─ Primero, aclarar que sí conocía la propuesta, ─agrega Julia─ y coincido, a pesar de lo que se quiere instalar, una llega a su casa y tiene que preparar clases, corregir, leer, formarse, etc.

─ Yo no la conocía, ¡pero cómo estar en contra! ─dice enfática la profesora con la que compartí mates estos minutos.
Miro a la docente que falta responder

─ Yo sí escuché de la campaña de la izquierda, vi algunos afiches en mi barrio, pero la verdad que no sé muy bien cómo se aplicaría. Por ahí que en las 6 horas se engloben todas las tareas…

Todos comienzan a ponerse de pie. Me apuro y tiro una última mientras también me incorporo.

Y si trabajaran 6 horas nomás, ¿qué harían con el tiempo libre que tendrían?

Piensan unos segundos y dan una respuesta casi al unísono. Colectiva.

─Talleres de arte, literatura, música y teatro…

─ Asistiría a conferencias, charlas, cine …

─ Pasar tiempo con mi familia…

─ Disfrutar a mi nieta…

─ Capacitarme…

─ Hacer más prácticas, estudiar…

El timbre interrumpe la cadena de respuestas. El profe me da la mano y sale al pasillo, se escucha un “Vamos chicos, al aula…”. Las otras profes me saludan con un beso y se pierden en la marea de alumnos que comienza a dispersarse. Julia me agradece.

─ No ─respondo sorprendido─ gracias a ustedes.

Prometo mandarle la nota cuando esté lista y camino mirando las esteras hacia la salida. Algunas tienen trabajos de los alumnos en defensa de la educación pública, otras son sobre el Ni Una Menos.

Antes de llegar a la puerta me la cruzo a Mercedes que palmea las manos al grito de “Rápido chicos…”. La saludo y con una sonrisa me informa.

─ Está abierto.

A medida que me alejo el murmullo de la escuela se va apagando. Adentro quedan los alumnos, y los trabajadores y trabajadoras que a pesar de todos los ataques, siguen día a día poniendo sobre sus hombros a la escuela pública.

Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Somos-los-que-sostenemos-la-educacion-publica

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La reforma educativa: el orden de los factores

Por. Manuel Gil Antón

No es correcto que el consejero presidente del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) alabe la reforma educativa. No es propio de su puesto, ni de su encomienda, realizar panegíricos de lo que ha de tomar distancia, siempre, para conservar autonomía.

Tampoco atina al descalificar a los críticos que señalan “que los componentes de la reforma no se construyeron ni en el orden correcto, ni en el tiempo adecuado”, con el falso dilema de si fue primero el huevo o la gallina. Convendría que conversara con un estudioso de la evolución para desmontar el acertijo al que refiere.

En estas páginas (17/07/2017), armó que, con la emisión de los nuevos planes y programas de estudio a mitad de 2017, para que arranquen en 2018, acordes con el Nuevo Modelo Educativo (NME) presentado unos meses antes, “se empieza completar el círculo de la reforma educativa de 2013”. Tiene cuatro pilares, arma, y relata su aparición: primero, el servicio profesional docente (SPD) para que sean “los mejores profesionistas de la educación quienes ingresen al servicio”.

Luego, “el otorgamiento de la autonomía constitucional” al INEE para que haga muchas cosas, entre ellas “asegurar que las autoridades educativas realicen sus evaluaciones con altos criterios de calidad, entre las que se encuentran las del SPD”. En tercer lugar, el diseño del NME y los planes y programas ya señalados, y el cuarto pilar está “en construcción”: mejorar la formación inicial de los profesores (reforma a las Normales) para que “el país cuente con una planta de profesores altamente calicados para ejercer su función”.

Termina el recuento y hacen su aparición la gallina y el huevo, para “mostrar la poca utilidad que tiene preguntarse quién debe ser primero: ¿X o Y?”. Dice que es el caso cuando se critica que se haya iniciado (sin cesar y a la trompa talega, sostengo) la evaluación derivada del SPD y luego, muy luego, el NME. Qué debe ser primero, se pregunta y responde: “no importa su orden temporal, siempre que sea suficientemente corto, para que ambas hagan sinergia”. Ignorar la relevancia de la dirección causal de los factores en la acción política, implica que el orden de los factores no altera el producto. Es falso. El orden marca: primero se acusó al magisterio de los problemas. Luego se le acosó con la evaluación que aprobó el INEE, so pena de perder el trabajo.

Después se simuló una consulta para legitimar El Modelo, del que se desprenden planes y programas que orientarán, además, los cambios en las escuelas Normales. Dada esta secuencia, se simplificó el problema, se usó la evaluación como instrumento laboral —no como herramienta de mejora— y el proyecto educativo, para que relumbrara, requirió inventar un pasado oscuro en todos los aspectos. El producto, por haber seguido ese orden, se altera, es otro a pesar de su nombre: ha sido la reorganización administrativa del control vertical del magisterio, por la vía de hacer precarias sus condiciones de trabajo vía evaluaciones, inválidas y constantes, que los clasifican.

Remata señalando que sería lamentable que, por la “implementación” del Modelo al final del sexenio, “se truncara” la reforma: desea que “la racionalidad sexenal de hacer y deshacer proyectos de nación no prevalezca”.

Vaya paradoja: los gerentes de este sexenio sí se propusieron hacer todo de educativa. ¿De qué privilegio gozan para que sus ocurrencias sean, según quien preside al INEE, perennes? ¿Por qué la continuidad acrítica de la reforma sería una muestra de “querer construir un mejor país”? ¿Hasta que llegaron ellos apareció la luz que disipa las tinieblas pedagógicas en que vivimos durante décadas? Elogio en boca propia es vituperio. En ese orden

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-reforma-educativa-el-orden-de-los-factores/

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La patología del odio

Por: Adela Cortina

Las fobias sociales son enfermedades que se deben superar. Convertir en creencia la idea de la igual dignidad es el modo ético de superar los conflictos entre el discurso de la intolerancia y el respeto a la libertad de expresión.

Hacia 1944 vio la luz el libro autobiográfico de Stefan Zweig El mundo de ayer. Memorias de un europeo.En él recordaba el comienzo del siglo XX desde el peculiar observatorio en el que había vivido como austríaco, judío, escritor, humanista y pacifista. Y consideraba un deber moral contar ese relato para aviso de navegantes, porque nada podía llevar a pensar en los umbrales del nuevo siglo que ya en su primera mitad se iban a producir dos guerras salvajes en suelo europeo. Los jóvenes educados en la Austria imperial, en un ambiente seguro y estable, creían periclitado cualquier episodio de barbarie y no veían en el futuro sino signos de progreso. No podían sospechar que ya se estaba incubando el huevo de la serpiente.

Ese relato resulta familiar a quienes hemos vivido la experiencia de la transición española a la democracia. En los años setenta del siglo pasado creíamos haber ingresado en la senda del progreso social y político, quedaban atrás los conflictos bélicos, propiciados por ideologías enfrentadas, por la desigualdad en oportunidades y riqueza, y se abría un camino de cambios a mejor. Hoy, sin embargo, es urgente aprender de europeos como Zweig para tomar conciencia de que las semillas del retroceso pueden estar puestas y es necesario frenar su crecimiento destructivo. Como bien dice Federico Mayor Zaragoza, la Unión Europea debería ser el catalizador de la unión mundial. Una de esas semillas destructivas, como en el tiempo de Hitler y Stalin, es el triunfo de los discursos del odio.

Se entiende por discurso del odio cualquier forma de expresión cuya finalidad consiste en propagar, incitar, promover o justificar el odio, el desprecio o la aversión hacia determinados grupos sociales, desde una posición de intolerancia. Quien recurre a ese tipo de discursos pretende estigmatizar a determinados grupos y abrir la veda para que puedan ser tratados con hostilidad, disuelve a las personas en el colectivo al que se agrede y lanza contra el conjunto su mensaje destructivo.

Tal vez el rótulo “odio” no sea el más adecuado para referirse a las emociones que se expresan en esos discursos, como la aversión, el desprecio y el rechazo, pero se trata en cualquier caso de ese amplio mundo de las fobias sociales, que son en buena medida patologías sociales que se deben superar. Se incluyen entre ellas el racismo, la xenofobia, el antisemitismo, la misoginia, la homofobia, la aversión a los miembros de determinadas confesiones religiosas, o la forma más común de todas, la aporofobia, el rechazo al pobre. Y es que las emociones, a las que tan poca atención se ha prestado en la vida pública, sin embargo la impregnan y son especialmente manipulables por los secuaces del flautista de Hamelín. Así fue en la primera mitad del pasado siglo y está siéndolo ahora cuando los discursos fóbicos proliferan en la vida compartida.

Desde un punto de vista jurídico, el principal problema estriba en el conflicto entre la libertad de expresión, que es un bien preciado en cualquier sociedad abierta, y la defensa de los derechos de los colectivos, objeto del odio, tanto a su supervivencia como al respeto de su identidad, a su autoestima. El problema es sumamente grave, porque ninguno de los dos lados puede quedar eliminado.

En principio, por decirlo con Amartya Sen, la libertad es el único camino hacia la libertad y extirparla es el sueño de todos los totalitarismos, lleven el ropaje del populismo o cualquier otro. La experiencia de países como China, Corea del Norte o Venezuela no puede ser más negativa.

Pero igualmente el derecho al reconocimiento de la propia dignidad es un bien innegociable en cualquier sociedad que sea lo bastante inteligente como para percatarse de que el núcleo de la vida social no lo forman individuos aislados, sino personas en relación, en vínculo de reconocimiento mutuo. Personas que cobran su autoestima desde el respeto que los demás les demuestran. Y, desde esta perspectiva, los discursos intolerantes que proliferan en países de Europa y en Estados Unidos están causando un daño irreparable. Por sus consecuencias, porque incitan al maltrato de los colectivos despreciados, y por sí mismos, porque abren un abismo entre el “nosotros” de los que están convencidos equivocadamente de su estúpida superioridad, y el “ellos” de aquellos a los que, con la misma estupidez, consideran inferiores.

Naturalmente, el derecho está abordando desde hace tiempo estas cuestiones, preguntándose por los criterios para distinguir entre el discurso procaz y molesto, pero protegido por la libertad de expresión, y los discursos que atentan contra bienes constitucionales. Como se pregunta también por las políticas de reconocimiento desde el marco de las instituciones.

Sin embargo, el derecho, con ser imprescindible, no basta. Porque el conflicto entre libertad de expresión y discurso del odio no se supera solo intentando averiguar hasta dónde es posible dañar a otros sin incurrir en delito, hasta dónde es posible humillar su imagen sin llegar a merecer sanciones penales o administrativas. En realidad, las libertades personales, también la libertad de expresión, se construyen dialógicamente, el reconocimiento recíproco de la igual dignidad es el auténtico cemento de una sociedad democrática. Tomando de Ortega la distinción entre ideas y creencias, que consiste en reconocer que las ideas las tenemos, y en las creencias somos y estamos, podríamos decir que convertir en creencia la idea de la igual dignidad es el modo ético de superar los conflictos entre los discursos del odio y la libertad de expresión, porque quien respeta activamente la dignidad de la otra persona difícilmente se permitirá dañarla.

En su libro El discurso del odio se preguntaba Glucksmann si el odio merece odio y respondía que para combatirlo basta con sonreír ante su ridículo. Sin embargo, y regresando al comienzo de este artículo, no creo que haya que sonreír ante el odio, ni siquiera con desprecio. Porque es destructor y corrosivo, quiebra el vínculo humano y provoca un retroceso de siglos.

Cultivar un êthos democrático es el modo de superar los conflictos entre la libertad de expresión y los derechos de los más vulnerables. Porque de eso se trata en cada caso: de defender los derechos de quienes son socialmente más vulnerables y por eso se encuentran a merced de los socialmente más poderosos.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/03/16/opinion/1489679112_916493.html

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Generaciones vencidas

Por: Ilka Oliva Corado

América Latina, con sus multicolores, su fecundidad, sus Pueblos Originarios y sus mártires, es una tierra de contradicciones, entre éstas las generaciones vencidas; acomodadas en la sombra del descaro, el oportunismo y la indolencia. Generaciones que se niegan a una identidad propia y que pisotean todo rastro de memoria y dignidad.
Generaciones ineptas, adormecidas, incapaces de valerse por sí mismas. Incapaces de atreverse a crear, a cuestionar, a formular un análisis propio, que se acostumbraron a copiar y pegar; a esconderse atrás de las palabras y acciones de otras personas porque hacerlo no exige responsabilidad alguna por los actos propios. Son pues, las marionetas con las que se burla un sistema de dominación, que cada vez se cimienta más sobre la raíz inerte de los que olvidan con facilidad, porque viven flotando en una burbuja de indolencia e individualismo.

Incapaces de evidenciar y transformar políticamente el tiempo en el que les ha tocado vivir, estas generaciones se convierten en los escalones sólidos por donde trepan las clicas criminales que nos gobiernan.

Para no tomar compromiso se hamaquean en frases que repiten con fervor profundo de mojigatos en procesión de Semana Santa y, recitan pretextos con la seriedad de los cobardes. Generaciones que hacen de la poesía el peor de los ultrajes. Porque fácil es pretender no entender, carecer de conocimiento, jugar a ignorar; porque fácil es vivir de las explotación de otros.

Porque pensar por sí mismo es toda una revolución, porque expresar el pensamiento propio es una afrenta al sistema, porque analizar no es lo mismo que copiar y pegar; porque cuestionar lo que es injusto requiere sangre en las venas, porque actuar contra el abuso no es cosa de pusilánimes. Porque se pone en juego la comodidad, los favores, los contactos y los beneficios obtenidos del silencio y el encubrimiento. De la deslealtad.

Una América Latina fragmentada y mancillada por generaciones de apocados que se dejaron marcar el camino, que fueron incapaces de explorar, que se dejaron enclaustrar en un mundo de apariencias, corrupción, sobornos, abuso, asalto y consumismo. Generaciones que se negaron a sí mismas la oportunidad de diferir y la responsabilidad de objetar. Que se dejan arrastrar por una corriente de aguas negras que las deja pestilentes a sumisión.
Tan vencidas que son incapaces de reconocer y por el contrario mancillan la memoria de tantos que a lo largo de la historia les arrancaron la vida como pago por el sueño de una tierra libre y fecunda. Tan vencidas que prefieren aparentar no ver, porque observar obliga a cuestionar, a denunciar y a exigir. Tan vencidas que han tenido la capacidad de agachar la mirada o voltear a otro lado: cuando el abusador golpea, asesina y desaparece a quienes con agallas y amor han levantado la voz por los oprimidos.

Generaciones que jamás hicieron un intento por recuperar su identidad, su dignidad y su libertad. Que están tan vencidas que seguirán recibiendo migajas y creyendo todo lo que les digan quienes fabrican el sistema de dominio actual, es la verdad absoluta y la aprenderán como un hábito y un patrón que seguirán pasando a las siguientes generaciones. Haciendo de América Latina la tierra perfecta para la mancilla y la desmemoria. Mientras son cómplices y responsables de la opresión a sus pueblos, estas generaciones ignoran o pretenden ignorar que ellas también fueron mutiladas y que han perdido mucho más, porque sin dignidad la vida es un bagazo.

¿Son recuperables estas generaciones? Sí. Pero, es apostarle al delirio y se necesitan agallas de locos soñadores para recuperar la semilla y que germine.

En la locura no cabe la idea de que una golondrina no hace verano. En la resistencia habita el verde esperanza.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=229624&titular=generaciones-vencidas-

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Un país de aprendices

Por: Jose Antonio Marina

Carol Dweck es una psicóloga de Stanford, ampliamente conocida por sus estudios sobre el funcionamiento de la inteligencia. En un artículo publicado en la ‘Harvard Bussiness Review’, afirma que “el antídoto para nuestro angustioso tiempo de incertidumbre es la mentalidad de aprendizaje”. Recientemente, ‘The Economist’ publicó un análisis de la situación laboral, titulando en portada ‘Lifelong learning. How to survive in the age of automation’. La respuesta es clara: los individuos tienen que aprender continuamente, y también las instituciones, las empresas y la sociedad en su conjunto.

El mundo se rige por lo que llamo ‘Ley Universal del Aprendizaje’. Dice así: las personas, las organizaciones, las sociedades, para sobrevivir, tienen que aprender al menos a la misma velocidad con la que cambia el entorno. Y para progresar, a más velocidad. Es una ley implacable, de la que parece que no nos hemos enterado. Carol Dweck y su colega David Yeager, de la Universidad de Texas, han escrito sobre la necesidad de convertir EEUU en “un país de aprendices”, de ‘learners’.

Se suele identificar ‘aprender’ con ‘estudiar’, que es como si confundiéramos ‘salud’ con ‘dieta de adelgazamiento’

El consejo es válido para todas las naciones. “El aprendizaje nunca ha sido tan importante como ahora”, ha escrito Joseph Stiglitz, que no es un pedagogo, sino un premio Nobel de Economía, autor de ‘Creating a learning society’. Algunos países se lo han tomado en serio. Por ejemplo, Canadá, cuyo Gobierno ha publicado ‘Towards a Learning Society, Learning Economy: An Action Plan for Canada’, o el de Reino Unido, con ‘The learning age, a renaissance for a New Britain’.

Tanto a nivel personal como a nivel social, resulta imprescindible fomentar una cultura del aprendizaje, una pasión por aprender. En España resulta difícil, porque se ha instalado una mentalidad de opositor. Trabajo mucho para ganar una plaza en propiedad, que me permita vivir después tranquilamente. No van a funcionar así las cosas, en un mundo acelerado. Los puestos ‘en propiedad’ son ya un residuo arqueológico de un mundo burocratizado.

Foto: iStock.
Foto: iStock.

Otro obstáculo para la ‘educación permanente’ es que se suele identificar ‘aprender’ con ‘estudiar’, que es como si confundiéramos ‘salud’ con ‘dieta de adelgazamiento’. Lo valioso es la salud, lo otro no pasa de ser una molesta condición. En todas partes se buscan métodos para animar a continuar la formación a lo largo de la vida, incluso con desgravaciones fiscales. Dave Paunesku y Sarah Gripshover (Stanford) han estudiado cómo se podría animar a los adultos a ampliar su formación profesional. Encontraron dos ingredientes clave: conocer la disponibilidad de trabajos atractivos, y entender que se podían adquirir las capacidades necesarias para realizarlos. En España, entregar la gestión de los Fondos para la Formación a empresas y sindicatos no ha sido buena idea.

Programas a medida

La mentalidad de aprendizaje supone una actitud de curiosidad, la estimulante experiencia de ‘estar progresando’, un sentimiento de autoeficacia, que amplía las capacidades para aprender. Uno de los objetivos educativos actuales es, precisamente, fomentar esta mentalidad. Lo importante no es que nuestros alumnos aprueben, lo importante es que, además, sepan que van a tener que estar aprendiendo toda su vida, no solo laboralmente, sino personal, política, afectiva, técnicamente. En educación secundaria, y, sobre todo, en la formación de tercer nivel, necesitamos fomentar que los alumnos tomen la dirección de su propio aprendizaje. Una manera de hacerlo es ayudándoles a elaborar sus planes personales de aprendizaje (Personal Learning Plans).

La sociedad del aprendizaje está aquí. España, que perdió el tren de la Ilustración y el de la industrialización, no puede perder este último

Las titulaciones —los grados— van a ser una condición indispensable, pero inútiles para encontrar trabajo. Cada persona va a tener que diseñar su propio perfil de formación. Esto puede provocar situaciones muy injustas, no solo por las diferencias económicas de acceso a esas líneas de formación sino, sobre todo, por la falta de información para tomar las decisiones adecuadas y aprovechar las oportunidades que existen. La existencia de potentes departamentos de orientación —tanto en la enseñanza secundaria como de tercer grado— resultan imprescindibles.

Pero no basta. Hay que fomentar a todos los niveles la mentalidad de crecimiento, la cultura del aprendizaje. Necesitamos una universidad permanente que se ocupe de los sistemas académicos de actualización formativa. Muchas empresas están organizando sus propias instituciones educativas, sus universidades corporativas, que contribuyen también a este cambio de cultura. La sociedad del aprendizaje está aquí ya, y no podemos ignorarlo. España, que perdió los trenes de la Ilustración y la industrialización, no puede perder este último tren.

Espero que la comisión del Congreso para preparar un pacto educativo esté al tanto de lo que sucede en el mundo real, y no pierda el tiempo discutiendo si son galgos o podencos. Tengo poca confianza. En temas tan complejos, el método de comparecencias, en que decenas de personas van a contar sus impresiones, no vale para nada. Lo que hace falta es que aporten documentos, bien informados, razonados, con propuestas, para que la comisión los estudie con el detenimiento necesario. Para colaborar al advenimiento de la sociedad del aprendizaje, nuestros políticos también tienen que adquirir una pasión por aprender.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2017-07-18/pais-aprendices-jose-antonio-marina_1416768/

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¿Lenguaje sin lógica?

Por: Ignacio Mantilla

Si hay algo que los matemáticos aprendemos desde el inicio de nuestra formación es la diferencia entre un ejemplo, un lema, un contraejemplo y un teorema; especialmente aprendemos a diferenciar entre un caso particular y una generalización. También aprendemos muy temprano algunos métodos de demostración, entre los que aparecen siempre el de “reducción al absurdo” y el de “inducción”.

A veces es bueno usar ese conocimiento básico y examinar entonces, con criterio matemático, lo que se afirma en el lenguaje corriente, para detectar errores comunes que con frecuencia conducen a conclusiones falsas, desproporcionadas o absurdas, aparentemente muy bien sustentadas, pero que en realidad esconden engañosas demostraciones.

Los recientes sucesos que han empleado algunos para estigmatizar como “terroristas” a los estudiantes y egresados de la Universidad Nacional y demás universidades públicas, y como “corruptos” a los de las universidades privadas de élite, son un buen ejemplo de esas falsas conclusiones. Se trata de uno de los métodos preferidos, de aparente demostración por inducción: si se presenta un caso comprobado de un estudiante de universidad pública autor de un acto terrorista en 2015, de otro estudiante con el mismo delito en 2016 y un par más en 2017, se concluye que todos los estudiantes de universidades públicas son terroristas. Si hay un egresado de una universidad privada acusado de corrupción en 2014, dos más en 2015 y tres en 2017, la conclusión es que todos los egresados de universidades privadas son corruptos. Comúnmente se cree que la prueba es más contundente aún si se suma algún caso más antiguo conocido.

Recuerdo, como anécdota, que en la Universidad de Mainz (Alemania) el profesor de matemáticas Ernst Hölder sostenía una marcada rivalidad con algunos de sus colegas de física y no desperdiciaba oportunidad para hacer bromas sobre sus métodos y logros científicos. Era costumbre en la universidad hacer un acto especial de celebración para homenajear a los profesores cuando cumplían 60 años de edad. Tuve la oportunidad de asistir a la celebración del cumpleaños 60 del profesor Peter Paul Konder y recuerdo cómo el profesor Hölder, después del brindis, tomó la palabra y provocó risas entre los asistentes al decir: “El número 60 es muy importante en la vida de los matemáticos, pues es divisible por 1, por 2, por 3, por 4, por 5, por 6. Es decir que, como dirían mis colegas físicos, es divisible por todos los números”.

Pero más comunes que las falsas pruebas de tipo inductivo son las que usan frecuentemente algunos personajes que dominan una gran oratoria para demostrar que de una afirmación P se concluye otra Q, que es completamente falsa. Puesto que “P implica Q” es una proposición verdadera cuando P es falsa, independientemente del valor de verdad de Q (por ejemplo, es verdadera la proposición: “Si Colombia está en África entonces los caballos ponen huevos”), es usual que se parta de una afirmación falsa P y durante media hora se pronuncie un gran discurso en el que sólo se dicen cosas verdaderas, ojalá fácilmente comprobables, para concluir con una afirmación absurda Q, que al estar precedida de tan convincente discurso no despierta mayores dudas entre los oyentes de que se trata de una brillante y certera demostración de la verdad de Q, que además evidencia la elocuencia del orador (en la literatura reciente de las calumnias hay buenos ejemplos).

Frecuentemente encontramos también la generalización, no necesariamente con el interés de estigmatizar a partir de un ejemplo o de una pequeña muestra, como lo señalaba arriba, sino como costumbre de caracterizar grupos de personas con base en el conocimiento de una o de unas pocas personas de ese grupo. Igual si se trata de un país o de una región. Me refiero a sentencias como: “Todos los colombianos son narcotraficantes”, “a todos los costeños les gusta el vallenato”. Y qué decir de las generalizaciones para los grupos de profesionales o las culturas: “Todos los filósofos son aburridos”, “todos los mexicanos comen picante”, “todos los antioqueños son negociantes y todos los santandereanos son peleadores”. Combinada la generalización con una forma condicional puede afirmarse por ejemplo: “Todos los árabes huelen mal y los mejores ingenieros son árabes, entonces los mejores ingenieros huelen mal”.

Existe también la marcada tendencia a calificar a todos por una experiencia, casi siempre negativa. Si tuvimos un pésimo profesor de matemáticas, afirmamos que “todos los profesores de matemáticas son pésimos”. Si en Nueva York un taxista turco nos cobró más de lo indicado, entonces afirmamos que los turcos (todos) son “tumbadores”. Si en una oficina no nos contestaron el teléfono, aseguramos que “allá nunca contestan”. Pero peor aún es la tendencia a calificar a todos los habitantes de un país de acuerdo con sus gobernantes: “Todos los venezolanos son groseros e incultos” o “todos los gringos son ignorantes”.

No escapan a estas generalizaciones las que podemos clasificar entre las paradojas. Así, por ejemplo, el político que muy enfáticamente afirma que “todos los políticos son corruptos”. Esa es una buena paradoja, comparable a la antigua y famosa paradoja de Epiménides: “Todos los cretenses son mentirosos”. Como Epiménides era cretense, ¿es entonces verdadera la afirmación?

La mayoría de los profesionales necesitan de una buena capacidad argumentativa para desempeñar un trabajo. Y la lógica correctamente usada no necesariamente está en relación directa con la capacidad de oratoria, por eso creo que, tan importante como las clases de oratoria, son las asignaturas de lógica en todas las carreras profesionales.

Hace algunos años, mi colega Fernando Zalamea Traba ideó en la Universidad Nacional un exitoso curso que llamó “Lógica para Abogados”. Estoy seguro de que aun por fuera de un currículo formal este tipo de iniciativas despiertan el interés hasta en ilustres juristas que tendrán la satisfacción de conocer la formalidad de la lógica matemática básica que permite detectar con facilidad las engañosas y falsas demostraciones en el ejercicio profesional.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/lenguaje-sin-logica-columna-705408

 

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