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Comprensión lectora: Comrensión del mundo

Por: Adolfo del Ángel Rodríguez.

Constantemente en las aulas se habla de la comprensión lectora como un déficit en los alumnos, como uno de los obstáculos para la mejora de los aprendizajes dentro del aula, lo que conlleva a los docentes a buscar las mejores estrategias para “enseñar” a los pequeños a comprender lo que leen, sin reparar en que lo esencial de la lectura es que no se enseña: se contagia, y he ahí el problema: ¿cómo contagiar algo que no se posee? Por lo que merece la pena replantear la manera en que hasta el momento se ha abordado la comprensión lectora en las aulas.

Así las cosas, lejos de abordar la comprensión lectora como parte de la vida diaria, ésta ha sido concebida como una asignatura más, como un contestar preguntas acerca de un texto, como si las respuestas pusieran de manifiesto que se puede acceder a un significado de la lectura, aunque fuera del aula no trascendiera, aunque ni por error se tome un libro en casa ni se tenga un acervo significativo que estimule la práctica de la lectura.

Ahora bien, en las aulas y aun en las Cartillas de Evaluación de nuestro Sistema Educativo, en ciclos anteriores, se contemplaban rubros que pretendían institucionalizar la lectura como algo medible, como si la velocidad en que se lee o las respuestas que se den a las preguntas hechas acerca de un texto fuesen determinantes para una mejor comprensión de lo que se lee. Yendo más allá, al concebir la comprensión lectora como una asignatura debería trascender las aulas, es decir, debería dotar al lector de la capacidad de no solo comprender un conjunto de grafías sino de comprender e interpretar el mundo, puesto que no se concibe que alguien que lee no tenga intenciones de influir en su entorno inmediato, de querer combatir injusticias, de cambiar de actitud ante el mundo. Si la lectura no proporciona esas herramientas entonces algo está mal.

En la escuela, como ente social, se habla de la comprensión lectora como un problema-asignatura al que hay que enfrentar y no como un asunto social general, es decir, que no sucede solo en las aulas ni que el alumno es el único agente que sufre de ello, pues va el asunto va más allá, desde el papel de los medios de información (impresos, auditivos y visuales), los cuales en alguna ocasión promocionaron la lectura como un compromiso de “20 minutos”, pero que en su programación solo siguen una línea comercial que no es constructiva para la población, pues no promueve la investigación ni la exploración de materiales para expandir el conocimiento del mundo, basándose solamente en temas banales que privilegian el entretenimiento superfluo.

Entonces el trabajo no es solo en las aulas, sino que es todo un trabajo social, pues como dice Gabriel Zaid en su texto La lectura como fracaso escolar: “el interés (o desinterés) de los padres en la lectura se reproduce en los hijos. Habría que medir esto, no sólo en los hogares, sino en las escuelas y universidades. Una encuesta centrada en el mundo escolar, seguramente mostraría que los maestros no leen, y que su falta de interés se reproduce en los alumnos, por lo cual multiplicar el gasto en escuelas y universidades sirvió para multiplicar a los graduados que no leen”, por lo que es interesante hacer una revisión de los supuestos que ponen a la comprensión lectora como asignatura y comenzar  concebirla como un problema social que solo se puede comenzar a atacar desde nuestras propias trincheras haciendo de la lectura un modo de vida que se pueda “contagiar” a los pequeños y no enseñar.

Fotografía: adninformativo

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/comprension-lectora-comprension-del-mundo/

Imagen: insurgenciamagisterial.com/wp-content/uploads/2016/03/adninformativo.jpg

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Una basura que no es basura

El Viejo Topo

Reseña de Nessa Carey, ADN basura. Un viaje por la materia oscura del genoma humana, Vilassar de Dalt (Barcelona), Ediciones de Intervención cultural/ Biblioteca Buridán (traducción de Josep Sarret Grau) (edición original de 2015).

Es posible que algunas de las metáforas que usa la autora no les apasionen. Esta por ejemplo puede ser firme candidata a su rechazo: “Hay otras formas de enfocar la cuestión. Supongamos que visitamos una fábrica de automóviles, ta vez en busca de un modelo de gama alta como un Ferrari. Nos llevaríamos una buena sorpresa si viéramos que por cada dos personas que estuviesen trabajando en un brillante deportivo de color rojo, hubiese 98 personas sentadas sin hacer nada. Sería ridículo. ¿Por qué tendría, en cambio, que ser razonable en el caso de nuestro genoma…?”. Por supuesto, tienen razón: hay metáforas mejores y con más sensibilidad obrera y ecológica y menos elitismo “deportivo”. Por lo demás, hay otros ejemplos en el libro. Pero, por favor, no les den importancia alguna. Olvídense de estas de “tensión científica”. Son muy pero que muy secundarias.

Una más que pertinente aclaración sobre la nomenclatura abre este nuevo libro de la autora del magnífico ensayo de divulgación y enseñanza científicas de “gama alta” titulado La revolución epigenética (también en Budirán). La siguiente:

ADN basura es una expresión cuyo significado no para de cambiar. Constantemente aparecen nuevos datos que modifican nuestra percepción. En cuanto se descubre que un fragmento de ADN basura tiene una función, algunos científicos afirman que esto no es basura. Tienen razón admite Nessa Carey [NC] razonablemente. Este enfoque tiene un riesgo: hacernos perder de vista lo radicalmente que ha cambiado nuestra comprensión del genoma humano recientemente. La perspectiva, la posición de la autora es defendible: “en vez de perder el tiempo tratando de tejer un suéter con esa enmarañada madeja de niebla, he adoptado un enfoque más contundente. Cualquier cosa que no codifique una proteína será tratada como basura”. Este es un punto importante (un apretado glosario nos ayuda en el apéndice para la comprensión de determinados conceptos; propuesta: ubicar el glosario al inicio de la narración). Como se hablaba, prosigue NC, en los viejos tiempos… es decir, ¡en la segunda mitad del siglo XX! Los puristas pondrán seguramente el grito en el cielo ante su propuesta, admite NC. Pues estará bien que lo hagan. Si se pregunta a tres científicos diferentes que entienden por basura en este ámbito, obtendremos cuatro respuestas diferentes. Luego, por tanto, la diversidad es riqueza también en este asunto.

No es éste el único caso en discusión por lo demás. A pesar de la mala o precipitada lectura de algunas nociones de Kuhn, nadie dijo, nadie puede decir en verdad que “la ciencia normal” sea aburrida, que los científicos en períodos de consolidación y desarrollo de su disciplina, no en momentos de crisis, revolucionarias y espectaculares, se limitan a aplicar mecánicamente normas, métodos y conceptos aceptados por todos, sin disensos ni discusiones. Nada de eso. La disidencia no alocada es el alma (debe seguir siéndolo) del desarrollo científico bien entendido.

De la misma forma, NC nos advierte que usa el termino gen, una definición que evoluciona a lo largo del libro, para referirse a un fragmento de ADN que codifica una proteína.

Pero, ¿cuál es el tema del libro que comentamos? El siguiente (tomo pie en “Una introducción a la materia oscura genómica”): el ADN es el más extraordinario de los guiones “cinematográficos”. Utilizando un alfabeto de sólo cuatro letras es capaz de “codificar toda clase de organismos, desde bacterias a elefantes, y desde levadura de cerveza a ballenas azules”. Pero, como si fuera una especie de contradicción aparente, en un tubo de ensayo el ADN es muy aburrido. No hace nada, trabajar cansa nos decía Cesare Pavese. El ADN se vuelve mucho más emocionante cuando una célula o un organismo lo utilizan para montar una producción. El ADN se usa como código para producir proteínas que son vitales para “respirar, alimentarse, eliminar residuos, reproducirse y todas las demás actividades que caracterizan a los organismos vivos”.

Pues bien, a medida que intentamos comprender lo que distingue a los humanos de otros organismos a nivel del ADN, se ha hecho patente que los genes por sí mismos no eran la explicación. Los únicos aspectos genómicos que aumentan numéricamente a medida que los animales nos hacemos más complejos eran las regiones del ADN basura. Es decir, cuanto más sofisticado-complejo es un organismo vivo mayor es el porcentaje de ADN basura que contiene. ¿Contradicción?

De ahí que sólo muy recientemente los científicos “han empezado a explorar realmente la polémica idea de que el ADN basura puede contener la clave de la complejidad evolutiva”. Nada menos, este es el tema del libro. Aquí hay que saltar, explicar y conjeturar. Las preguntas se imponen: si el ADN basura es tan importante, ¿qué es lo que hace, qué papel desempeña en nuestras células si su función no es la de codificar proteínas? En opinión de NC, “se está poniendo de manifiesto que el ADN basura tiene en realidad unas multiplicidad de diferentes funciones, lo que es nada sorprendente si tenemos en cuenta lo abundante que es” (p. 18). En síntesis: el ADN-basura es una basura que no es basura. La denostada lógica hegelo-marxiana en estado impuro.

NC empieza su explicación con una historia que conmueve: “A veces la vida parece muy cruel por la forma que tiene de acumular los problemas en una misma familia…” Al final, tras veinte capítulos que no merecen saltos (y exigen algo de concentración a las personas no puestas en el tema como el que suscribe), se nos da la solución. Vale la pena, se lo aseguro, recorrer esta aventura, magníficamente descrita.

Hay, además, algunos apuntes culturales (no sé si suficientemente autocríticos), nada mistificadores respecto a las comunidades científicas realmente existentes, que tienen su interés. Este por ejemplo: “Pero no seamos demasiado duros con los políticos cuyas declaraciones hemos citado. Los propios científicos son los responsables de algunas de las exageraciones que se han divulgado. Si uno trata de llevarse una buena parte de la financiación de 3.000 millones de dólares destinados a la investigación, necesita tener la labia suficiente para convencer al menos a los políticos responsables de aprobarla” (p. 41). También este: “Conoce la secuencia del genoma humano no es realmente un fin en sí mismo, pero esto no hace que sea menos importante como empresa científica. Era esencialmente un proyecto infraestructural que tenía que proporcionar un conjunto de datos sin el cual un número enorme de cuestiones no podrían ser jamás contestados”.

No hay apenas notas a pie de página que dificulten la lectura. Unas 35 páginas, al final del todo, nos dan las referencias. Pueden saltárselas sin pérdida de comprensión. Son referencias para profundizar en el tema, para expertos si se quiere.

No estoy seguro que la información que se ofrece sobre ensayos corporativos en las páginas 264-266 no hubiera podido darse de otro modo. No sé -es decir, sí que sé- si la expresión adecuada para hablar de GladoSmithKline sea la “gigante farmacéutico”. ¿Qué tipo de gigante es ese?

De este modo, el título de la reseña, como ven, no es una contradicción. No me he inyectado de nuevo pulsión dialéctica en vena. ¿O sí y tiene su gracia?

El traductor, como está indicado, es Josep Sarret Grau. Cómo consigue este trabajador incansable, traducir tanto y dirigir tan bien esta colección, además de realizar también otras tareas complementarias (¡es también el traductor de Amor y Capital!), es un misterio que no estoy en condiciones de desvelar. No tengo ni idea. Una respuesta adecuada exigiría todo un programa colectivo de investigación. Posible conjetura: ¿y si estamos ante un superorganismo (otra de sus traducciones en Buridán) con un ADN basura-no basura privilegiado?

Fuente: El Viejo Topo, noviembre de 2016

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219873&titular=una-basura-que-no-es-basura-

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Donald Trump y el fin del intervencionismo

Por Manuel E. Yepe

Diario ¡Por esto! (Mérida)
Muchos observadores de la política internacional asocian a los Clinton -Bill y Hillary- con el auge del intervencionismo, en especial del llamado “intervencionismo humanitario”, violenta proyección imperialista de Estados Unidos que también permeó los períodos de gobierno de Barack Obama e hizo disminuir su aprobación popular interna, internacional e histórica.

Ciertamente, los grandes descalabros militares y los penosos desastres humanitarios que provocaron en Kosovo, Irak, Libia y Siria, contribuyeron a la derrota de Hillary Clinton por Trump pero han propagado un pronóstico – sin dudas precipitado- del obligado fin de la era actual de intervencionismo y el comienzo de otra nueva de aislacionismo en la política exterior de EEUU.

Según Marwen Bouassida, periodista tunecino residente en Cartago, la victoria de Trump en la puja por la presidencia de Estados Unidos se aprecia en el Medio Oriente como una liberación, una esperanza de cambio y una ruptura con la política belicista de Clinton, Bush y Obama. Una política que, oculta en el subterfugio de la «reconstrucción nacional», ha destruido algunas de las más antiguas naciones y civilizaciones de la tierra y para nada ha contribuido al bienestar de estos pueblos dejando en cambio miles de personas muertas en Yugoslavia, Irak, Libia o Siria.

La naturaleza selectiva de las intervenciones humanitarias refleja su naturaleza punitiva. Las sanciones se dirigen siempre contra regímenes que no le son incondicionales a la superpotencia; las intervenciones humanitarias son castigo disfrazado de ayuda; demuestran no ser más que una nueva excusa para imponer las ambiciones hegemónicas de Estados Unidos y sus aliados; han sido el nuevo fundamento para la existencia de la OTAN después del derrumbamiento de la Unión Soviética, y son una forma de atacar a Rusia y privarla de sus zonas de influencia.

Una propuesta con visión de futuro surgida en su Cumbre de La Habana en el año 2000 del Grupo de los 77 -coalición de los países del tercer mundo- formuló, en evidente rechazo de la doctrina de Clinton de 1999, un enérgico rechazo a cualquier intervención humanitaria que no respete la soberanía de los estados afectados. Enunciada a raíz de la guerra de Kosovo, la doctrina de intervención humanitaria se convirtió en la nueva fachada de la política exterior de Estados Unidos, y fue usada reiteradamente por Hillary Clinton durante su mandato como Secretaria de Estado.

Pero la derrota de Hillary Clinton y la elección de Trump no son razones suficientes para pronosticar una próxima disminución del intervencionismo.

Según Boussida, Trump es un nacionalista cuyo ascenso ha sido el resultado de una coalición anti-intervencionista dentro del partido republicano que profesa una política exterior que se basa en la utilización de la fuerza militar sólo en casos de vital necesidad para la seguridad nacional de Estados Unidos, “poniendo fin a los intentos de imponer la democracia derrocando a regímenes en el extranjero, ni participar en otras situaciones en las que no tenemos derecho a intervenir.»

Incluso presidentes en ejercicio pueden cambiar su política en el curso de su mandato, como lo hiciera George W. Bush que era un conservador republicano opuesto al intervencionismo y su política cambió tanto en el ejercicio del gobierno que llegó a ser uno de los más agresivas y brutales regímenes en la historia de la nación. Aun no están claros los vínculos de Trump con los neo-cons. Los más conocidos, Paul Wolfowitz, William Kristol y Robert Kagan, parecen haber perdido fuerza por haber apoyado la candidatura de Hillary. Pero otros, menos importantes o influyentes, parecen haber ganado por su apoyo a Trump: Dick Cheney, Norman Podhoretz y James Woolsey, su asesor y uno de los arquitectos de las guerras en el Medio Oriente, quien fuera Jefe de la CIA en el gobierno de Clinton y se unió a la campaña de Trump en los recientes comicios.

En este contexto, la derrota de Hillary Clinton y las promesas de no intervención de Trump no son razones suficientes para suponer que ha legado el fin de una era y el inicio de otra caracterizada por la disminución del intervencionismo.

El no intervencionismo prometido por Trump no equivale por necesidad a una política aislacionista. No intervenir no significa que Washington deje de proteger sus intereses estratégicos o de otro tipo en el extranjero. Podría significar que sólo intervendrá en el extranjero para defender sus propios intereses y no los de sus aliados. Es más realista suponer que mientras Estados Unidos tenga intereses en otros países del sur, no dudará en intervenir. “Pretextando llevar bienestar, la intervención humanitaria ha entregado miseria; en lugar de valores liberales, ha galvanizado recelo religioso; en vez de democracia y derechos humanos, ha instalado autocracias”, según sentenció el periodista Bouassida.

Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=220121
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¿Sirve PISA para gobernar?

Por JULIO CARABAÑA

Más que fortalecerla, los hallazgos de esta evaluación internacional crean dificultades a la posición de la OCDE como árbitro de la política educativa.

Otra vez, como cada tres años desde el 2000, PISA centra la atención del mundo de la enseñanza, y mucha gente vuelve a cuestionar que una organización fundada para la cooperación y el desarrollo económico (la OCDE) haya adquirido gracias a PISA tanta influencia sobre la educación. Podría ocurrir, sin embargo, que PISA estuviera más bien debilitando esta influencia.

Antes de PISA, en efecto, la OECD aconsejaba desarrollar el capital humano incrementando los recursos destinados a educación y distribuyéndolos con equidad, recomendaciones que eran acogidas con general acuerdo en el marco de un amplio consenso ideológico. Tras poner PISA en marcha, la OECD dispone de evidencia empírica rigurosamente recogida y elaborada a través de pruebas comunes a todos los países. Pero PISA no ha encontrado relación entre el incremento del gasto en educación y los resultados de sus pruebas, confirmando hallazgos anteriores de muchos economistas, en particular Eric Hanushek. Pasado un umbral, que superan casi todos sus países miembros, los recursos dejan de tener influencia en los resultados. Esta evidencia ha conmovido el consenso de los economistas sobre la relación entre escuela y capital humano y obligado a la OECD a ir dejando poco a poco de lado su consejo estrella.

¿Ofrece PISA sustitutos? Cada vez menos y más frágiles. En el informe PISA 2009 quedaron ya muy pocos. Dos de ellos tienen que ver todavía con el gasto: obtienen mejores puntuaciones los países que pagan más a sus profesores y los que distribuyen los recursos de modo más igual, si bien no los que disminuyen el número de alumnos por profesor; otro, basado en análisis hechos por Eric Hanushek y Ludwig Wössman, es nuevo y tiene que ver con la organización: fomentar la autonomía de los centros combinada con rendición de cuentas mediante pruebas externas. El informe de 2012 se lanza a recomendaciones sobre selección y formación del profesorado que no se basan en los datos de PISA, sino en ocurrencias de la consultora Mckinsey y otra literatura. El informe de 2015 desplaza el énfasis a lo que pasa en las clases y recomienda una enseñanza adaptada al nivel del alumno (‘adaptive’) y claramente dirigida por el profesor (‘teacher-directed’).

Más que fortalecerla, los hallazgos de PISA parecen estar creando dificultades a la posición de la OECD como árbitro en política educativa. El aviso de aumentar la autonomía de los centros suele ser recibido con general aplauso, pero lo de combinarlo con pruebas externas gusta bastante menos, como estamos viendo en España. A los profesores les agrada el aumento de sueldo , pero no el de alumnos. Modos de formar y seleccionar al profesorado hay muchos, pero casi todos han sido desechados en otras partes. Legislar esta o la otra didáctica es fácil, pero luego hay que conseguir que los profesores la apliquen antes de que pase de moda. Nada, en fin, comparable al viejo principio de invertir cada vez más y de modo más igual, tan claro y tan generalmente aceptado.

Julio Carabaña es catedrático de Sociología de la UCM y autor del libro La inutilidad del informe PISA

Fuente: http://politica.elpais.com/politica/2016/12/05/actualidad/1480954661_822076.html

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Innovar en educación

Por JOAN SUBIRATS

Debería preocupar que la falta de adaptación a los nuevos sistemas concentre el progreso en los sectores con más recursos

Son muchas las señales que indican que el sistema educativo, en su conjunto, no está siendo capaz de responder adecuadamente a las exigencias que está generando el cambio de época en el que estamos inmersos. Y ello es especialmente significativo dado el papel clave que el conocimiento juega en un nuevo escenario en el que muchas rutinas y formas de hacer van viéndose rápidamente arrinconadas. No es solo un problema de la enseñanza formal y obligatoria. Afecta a cualquier franja de edad y a cualquier espacio formativo. De la escuela infantil a la universidad pasando por la formación de adultos o continua. No hay que inventar la rueda. Se trata de aprovechar muchas prácticas y metodologías ya probadas y combinarlas con la imprescindible componente tecnológica que con tanta rapidez altera y transforma nuestras vidas.

Esa marea innovadora ha llegado al sistema educativo catalán. Bajo los auspicios de diversas instituciones como la Fundació Bofill, el Centre Unesco, la UOC o eduCaixa, se ha puesto en marcha Escola Nova 21. Las expectativas son importantes: “Generar un ecosistema educativo que dé respuestas a las necesidades del siglo XXI… creando un marco con las características educativas que debe tener una escuela avanzada”. La voluntad es contar con las escuelas que ya destacan por su capacidad de innovación y generar un sistema de aprendizaje cruzado y de acompañamiento que permita modificar de manera sustantiva los métodos y los contenidos del aprendizaje, situándolo en el nuevo escenario tecnológico. El documento de la Unesco, Repensar la educación, y sus precedentes (Informe Delors de 1996 y Faure de 1972) sirven de pauta.

Si algo ha quedado claro en estos años es que no todo el mundo quiere decir lo mismo cuando habla de innovación. Y también ha quedado claro, como siempre, que hay quienes ganan y hay quienes pierden en cada cambio generado. Desde una perspectiva crítica, se insiste en que dos parámetros a aplicar para diferenciar las distintas modalidades de innovación social que se propugnan (tanto desde la OCDE, el FMI o el Banco Mundial, como de movimientos sociales alternativos), son analizar el grado de impacto real que las propuestas de innovación generan en aspectos sustantivos relacionados con el bienestar ciudadano y sus condiciones de vida, así como examinar el cambio en las relaciones de poder pre-existentes. Las preguntas a hacerse son, por tanto, si las medidas innovadoras consiguen alterar de manera significativa temas clave hoy no resueltos en la enseñanza pública como son la equidad en el acceso a una educación creativa, que propicie la perspectiva crítica y la autonomía personal, y si eso lo hace cambiando los equilibrios de poder y de capacidad de decisión hoy existentes en el sistema de actores de la comunidad educativa. Nos debería por tanto preocupar, como bien dice el texto de la Unesco, que la falta de adaptación de los sistemas educativos acabe concentrando las dinámicas innovadoras en los sectores con más recursos y capacidades cognitivas y relacionales, incrementando así la desigualdad hoy ya significativa, como apunta el último informe del Síndic de Greuges.

Por otro lado, la perspectiva adoptada sigue estando básicamente centrada en la enseñanza, sin aspirar a modificar el conjunto del sistema educativo. No se trata de culpar a los promotores, sino de echar en falta perspectivas innovadoras similares en las universidades y en la formación de adultos, espacio este último que sigue estando dramáticamente desatendido. Es importante aprovechar la creciente preocupación por los desajustes entre prácticas tradicionales y entorno en transformación para replantear el papel de la educación. En el Informe de la Unesco se apunta a la necesidad de superar la división entre educación formal e informal, cuando los espacios formativos y de experimentación se multiplican y permiten experiencias educativas en procesos de “aprendizaje de servicio”, prácticas laborales o procesos de movilización social.

Pero también apunta ese informe a la necesidad de considerar la educación como un bien común. Como un derecho humano fundamental, garantizado por los poderes públicos, con la corresponsabilidad de cada comunidad, que asume así colectivamente la importancia del acceso de todos y la mejor provisión de ese bien común. El informe concluye: “El hecho de considerar la educación y el conocimiento como bienes comunes mundiales podría reconciliar el propósito y la organización del aprendizaje como una empresa social colectiva en un mundo cambiante”.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/12/03/catalunya/1480788069_988119.html

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Cristina, Dilma y Lula en Sao Paulo

 Por Emir Sader

Antes eran encuentros normales entre presidentes elegidos y relegidos democráticamente por sus pueblos para profundizar la democracia en Argentina y en Brasil. Reuniones que han hecho regularmente para coordinar acciones comunes y consolidar la solidaridad entre sus pueblos, a lo largo de más de una década, desde que Lula fue a la toma de posesión de Néstor, en 2004.

Desde aquel momento las relaciones entre los dos países se han vuelto las más cordiales en toda su historia. Se terminaron las rencillas, las pequeñas y grandes disputas con que el imperio pretendía alejarnos y contraponernos.

No había abrazos más calurosos y fraternales que los que se acostumbraron a dar Lula, Néstor, Dilma y Cristina. Porque se abrazaban dos pueblos, dos países hermanos, dos historias similares de lucha por la democracia, por la justicia, por la soberanía.

Hoy Dilma es una mandataria sacada de la presidencia de Brasil por un golpe parlamentario-mediático-judicial, cerrando el más largo periodo de vida democrática en un país tan marcado por dictaduras, incluso la anterior, que duró más de dos décadas. Con toda la dignidad de su vida de luchas, Dilma recorre el país y viaja al exterior para seguir, desde otra trinchera, la misma lucha que marca su vida desde su temprana juventud. Confirmando lo que ella siempre expresó: cambia el lugar desde donde pelear, pero no cambia nunca el lado desde donde se pelea.

Cristina es víctima de una feroz persecución política, que intenta descalificar su imagen, en la imposibilidad de descalificar su gobierno, que ha rescatado a Argentina de la peor crisis de su historia, ha retomado el crecimiento económico, esta vez con distribución de renta, ha rescatado la soberanía externa y la autoestima de los argentinos. Eso no le perdonan. Además de que ha sido una mujer quien ha liderado ese proceso, que ha logrado relegirse con una extraordinaria votación, superando las ofensivas golpistas de la derecha argentina.

Lula es igualmente víctima de una brutal persecución, que no logra probar nada en contra de él; al contrario, las dos decenas de testigos que han sido enviados para acusarlo, todos ellos han absuelto al primer presidente obrero de Brasil. El fantasma de Lula asusta a toda la élite golpista brasileña, que intenta sacarlo de la disputa electoral, porque él es el único político brasileño con prestigio popular, cuyo apoyo sólo aumenta, conforme los derechos conquistados en su gobierno van siendo sacados por el gobierno golpista de Michel Temer.

Cristina, Dilma y Lula se abrazan de nuevo, como las referencias fundamentales de sus pueblos, porque no son solamente personas, son la personificación de procesos políticos que han garantizado y extendido los derechos de la gran mayoría de argentinos y de brasileños. Representan a millones y millones de esperanzas de que nuestros países recuperen su dignidad, su capacidad de hacer justicia, de oír y de atender a toda la población.

Son dos mujeres y un hombre, a los que se hubiera juntado Néstor en caso de que estuviera todavía entre nosotros. Líderes latinoamericanos, líderes populares reconocidos por nuestros pueblos y por ello perseguidos. Los amamos, los protegeremos, los llevaremos de vuelta a la dirección de nuestros países, tan necesitados de abrazos, de justicia, de liderazgos con reconocimiento popular y prestigio internacional.

Bienvenida, Cristina, te saludamos una vez más, como la figura de la mujer argentina, como representante de las fuerzas populares de más larga tradición en Argentina. Te abrazamos, como abrazamos a Néstor, como abrazamos a todos los argentinos.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/12/06/opinion/020a1pol

Imagen: www.politicargentina.com/advf/imagenes/2016/03/56ee992b058e9_750x413.jpg

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