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La inversión en educación

Por: Guillermo E. Zuñiga

Siempre entendimos que cualquier esfuerzo que se hiciera para dotar de más recursos a la educación nacional, era una buena decisión de los gobiernos. De unos dos años para acá, los sectores que quieren recortar el gasto público a como haya lugar, se han dado a la tarea de poner en entredicho ese esfuerzo nacional. Como las finanzas públicas andan maltrechas, un rubro que ha estado en la mira de las tijeras ha sido el sector educación. ¡Qué error más grande sería ese recorte!

GASTO EDUCATIVO ES UNA INVERSIÓN. Para empezar creo que el gasto que se hace en educación es una inversión y no deber ser considerado un “gasto corriente”, que es lo que les gusta recortar. Lamentablemente los registros contables universalmente aceptados asocian a la inversión “con varilla y cemento”. Entonces de los recursos que se destinan a educación, solo cuentan como inversión los que se utiliza en equipos o en edificios escolares. Por ahí empieza el problema.

Por el contrario, si se considera que a través de los procesos educativos transformamos a nuestra población en una que sea productiva, con destrezas y habilidades para el trabajo, para la vida y la creación, en realidad lo que estamos haciendo es invertir en la formación de nuestro recurso humano. Un ciudadano con profundos valores democráticos, con claridad de sus responsabilidades, no solo de sus derechos, que sea sensible al arte y a las ciencias, formado de manera integral, será una mejor persona para las actividades productivas, para la convivencia social y para la vida en democracia. Personas bien educadas es lo que necesita el país para desarrollarse. 

El uso de estos recursos, así entendidos sus propósitos, es claramente una inversión, posiblemente de las mejores inversiones que haga cualquier sociedad. Considerarlo como gasto corriente es un error de concepto que algún día deberá corregirse. Y cuando escribo esto estoy pensando en lo que D. Pepe nos dijo hace muchos años: “¿Para qué tractores sin violines?”. Lamentablemente hay grupos a los que les cuesta entender esto.

MAL PARADOS. Ahora bien, por donde se le quiera ver, el sistema educativo está dejando mucho que desear. Las pruebas internacionales así lo indican; los reclamos de los empleadores también lo confirman; los resultados de los exámenes de bachillerato, desnudan debilidades y hasta “curvas” se hacen. Y en esto hay que poner oídos a lo que los críticos de la educación están señalando. 

Hay resistencia al cambio y a la revisión de contenidos y estrategias pedagógicas, cuando el entorno social y tecnológico cambia a velocidad de la luz. Si las cosas se siguen haciendo igual, los resultados serán los mismos. Y esto no es asunto de recursos económicos, como ya se ha dicho. Lo que se debe exigir son mejores resultados que justifiquen y rentabilicen el esfuerzo que todos hacemos para dotar de recursos a la educación. El mandato constitucional que asigna los recursos es claro, y sobre este punto no debe ni siquiera insinuarse una revisión. Pero sí exigimos evaluación de resultados. Si pagamos los impuestos, también tenemos derecho a pedir cuentas. 

Las organizaciones magisteriales, legítimas y necesarias, deben entender que su tarea es ser parte de la solución y no del problema. Y las universidades no están exentas de esta evaluación, pues no son torres de marfil aisladas de la realidad económica nacional. Por eso harían bien las universidades enseñando con claridad sus resultados.

EL 8% DEL PIB A LA EDUCACIÓN. Cuando en el 2010 le dimos primer debate a la reforma constitucional para llevar el gasto en educación al 8% del PIB, llamé la atención en el Plenario Legislativo sobre la necesidad de que la reforma “viniera con el bollo de pan debajo del brazo”. Mi llamado cayó en el vacío. Pues se dio el derecho, se creo la obligación financiera, pero no se le dieron los recursos frescos para financiarla. Hoy es fuente de tensión fiscal y una gran tentación de recorte de gasto.

CONCLUYO. Como la educación es una inversión, la solución no es el recorte. Es la exigencia y control de resultados.

Fuente: https://www.diarioextra.com/Noticia/detalle/318967/la-inversion-en-educacion

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Aprendamos a Regenerar Realidades con Mayor Conciencia

Por Manuel Martínez Mendoza

Estamos en los primeros días del año, abriendo la puerta de una nueva habitación del tiempo a la que ingresamos para vivir nuevas experiencias, con la sola exigencia de volver a pensar, con mayor conciencia, en lo que hacemos como educadores alternativos de poblaciones postergadas. Es una buena oportunidad que tenemos para ponerle ganas a la regeneración de las realidades de la educación y la sociedad, de la que somos parte.

¿Regeneración?

Sí, la regeneración es una constante de la vida. La biología la define como  la capacidad de un organismo para reconstruir, por sí mismo, sus estructuras dañadas o perdidas.

Las estrellas de mar, las lagartijas y otras especies cuando se ven amenazadas distraen a sus depredadores cediéndoles un pie o la cola para huir y después, progresivamente, “auto repararse”, hasta completar su cuerpo de una manera autónoma, valiéndose de sus propias potencialidades.

En el caso de las mariposas la regeneración convierte a los huevos de la especie en  larvas y a estas en crisálidas, antes de su última conversión en su estado adulto. Este proceso denominado metamorfosis pone en evidencia sucesivos estadios en los cuales un individuo se regenera, cambia su morfología y fisiología de modo radical, al extremo de adquirir diferentes formas siendo un mismo individuo.

En esa gradualidad también podemos observar las regeneraciones que se manifiestan en el reemplazo y crecimiento de pelos y uñas de los mamíferos, la muda de los exoesqueletos de los muy y cangrejos, la piel de los reptiles, etcétera.

¿La regeneración se produce en todas las especies?

En la especie humana el huevo se convierte en embrión y, luego del alumbramiento, el niño se convierte progresivamente en adulto, pasando de modo natural por diversas etapas de la vida, en las cuales se manifiestan características propias de cada una de ellas.

La regeneración es, por tanto, un proceso biológico común, en el cual cada individuo expresa sus propias potencialidades para dar un gran salto cualitativo, “un nuevo nacimiento”, una metamorfosis que asegura una continua renovación de lo más importante de la realidad natural.

Es importante este concepto de regeneración porque implica: a). Una modificación esencial de las estructuras biológicas, b). Durante un proceso inexorable, b) Realizado por cada individuo de todas las especies, incluida la especie humana.

¿La regeneración es solo un fenómeno natural de individuos?

No, la regeneración tiene una doble dimensión que depende una de otra. Se inicia como un proceso natural individual pero, simultáneamente, se desarrolla como un proceso colectivo social, de interacciones entre pares de una misma especie.

En el caso de las sociedades humanas solo existen características específicas que la diferencian de las sociedades de otras especies, sobre todo por la forma de organización y funcionamiento en las que priman, cada vez más, sofisticadas relaciones de poder de clase que obstaculizan o inhiben la regeneración individual, principalmente, de los postergados, la convivencia y el aprendizaje.

Entonces ¿Regenerar es transformar?

El concepto de regeneración enriquece radicalmente el concepto mayor de transformación, principalmente de la transformación social, debido a que define la participación de los individuos en ella, de modo que se plantea el desarrollo como un proceso endógeno sobresaliente, desde el individuo hacia el colectivo desde el uso de sus potencialidades hacia la construcción y uso de las potencialidades de su contexto.

Los factores endógenos o intrínsecos de todas las personas son primordiales porque caracterizan al proceso de desarrollo en una dinámica social con una trayectoria de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera, al encuentro entre personas y sus organizaciones en un proceso constructivo en el cual los individuos no pueden ser reemplazados, ni sustituidos, ni representados del modo como se acostumbra en la relaciones de poder de las élites, instituciones, estado y gobiernos que afecta el concepto y práctica de democracia, manteniéndola como una burbuja en la cual los demócratas sustentan su vida a expensas de una práctica antidemocrática.

Los factores exógenos, desde una lectura de progreso, son valiosos si permiten el desarrollo de los individuos facilitando, mediante políticas y recursos, la creación de oportunidades para el despliegue de las facultades y derechos individuales en la construcción de relaciones de poder democrático y constructivo.

Entonces, ¿Es posible regenerar realidades en las que existen grietas abismales entre una minoría de privilegiados y una mayoría de postergados?

No solo es posible sino que es una exigencia social concertar voluntades entre los ciudadanos –educadores, en nuestro caso- que constituyen la poca visible reserva moral del país, sin exclusiones de ningún tipo, para regenerar la educación y, en general, la sociedad, pensando en un futuro deseable de bienestar para todos.

Para eso es imprescindible soltarse de las amarras y levar anclas. Es necesario desaprender los viejos paradigmas acostumbrados con los que se mira la realidad desde arriba, patriarcalmente, desde el atávico centralismo, con políticas elaboradas entre las cuatro paredes de las cimas del poder nacional[1], reproducido en las regiones y localidades, “validadas” mediante “muestras representativas” que solo sirven para “aprobarlas democráticamente” y que arreglan temporal y parcialmente los focos de atención que satisfacen las estadísticas y gestiones pasajeras, en periodos de gobierno basados en caudillismos y personalismos.

La educación, en su más amplia comprensión y extensión, es decir, la que se realiza de modo cotidiano mediante las interacciones políticas, económicas y sociales, en la que se incluye a la educación escolar, constituye parte de los factores exógenos que pueden potenciar el desarrollo humano en armonía con el desarrollo de la sociedad en su conjunto.

 Así la transformación tiene su base en la acción de todos los individuos de la especie como elemento fundamental de la acción colectiva, respetando sus ritmos y estilos. Por esta razón, el papel de la educación deviene en un factor fundamental siempre y cuando esta se construya, en oposición a la existente, como una cultura emancipatoria, liberadora, de auto-transformación de las personas, en su doble condición de individuos-sociales, sin excepción, valorando que los individuos formamos parte de una realidad natural y social, sin la cual no existiríamos.

Sabemos que la otra cara de la educación, con su modelo prescriptivo y conductista, sirve más para reproducir la cultura social predominante y sus particulares formas de entender el cambio como parte del estado del momento actual, por tanto, si los expertos y especialistas en el clásico modelo escolar enseñante deciden asumir una posición crítica y desmitificadora de lo que hay que cambiar, igualmente y con buena voluntad, pueden desaprender los viejos paradigmas que los hacen mirar desde arriba las soluciones de los problemas de los de abajo, perdiéndose la oportunidad de facilitar la actuación constructiva de educadores, estudiantes y comunidades locales en la solución de los problemas  que, en primera instancia, les corresponde solucionar.

La actual visión de desarrollo personal-social en la práctica es básicamente una visión de crecimiento económico, de preferencia por escuelas privadas, de empleabilidad exigida por el modelo productivo existente en el que los derechos de los trabajadores, incluyendo el de los educadores, son conculcados.

En esa perspectiva tradicional la educación alimenta una práctica pedagógica  basada en  un currículo único que es ajeno a las diversas culturas, mediante  el  aprendizaje de conocimientos denominados “universales” y no de competencias reales.

El liderazgo del director asumido como patriarca de la escuela, la capacitación y meritocratismo en función de perfiles homogeneizadores y realidades desiguales; la atención de las demandas con una oferta  exclusiva de áreas curriculares y de prioridades de focalización que excluyen poblaciones, el uso de “herramientas” de todo tipo que “innovan” y consolidan la actual cultura escolar, son productos de las nubes de un poder cuyas jerarquías no construyen igualdad social.

Estas manifestaciones de una cultura predominante que sesga la atención a solo una parte de la población, “porque no se puede atender a todos al mismo tiempo”, constituye una coartada muy utilizada por la gran mayoría de “representantes” políticos, económicos y religiosos, que solo han servido para lavar la cara de  los modelos que quieren conservar, proponiendo innovaciones que aceitan solo algunos engranajes de los mecanismos que crean brechas sociales.

La experiencia nos ha demostrado que esta es la forma con la que se mantienen los mismos problemas esenciales de siempre y, de paso, es el modo de fomentar la ilusión de la salvación futura. Incluso, en defensa de intereses particulares, se apela a las estadísticas para vanagloriarse de sus logros o para atacar a  sus adversarios, pero se elude los números pendientes de alcanzar al extremo de no ser tomados en cuenta, adecuadamente, por los planes “estratégicos”.

Si las prácticas pedagógicas están en cuestión, ¿La búsqueda de coherencia nos plantea el  aprender haciendo?

Parece que la principal derrota del sistema educativo no está en caerse muchas veces tropezando con la misma piedra, sino en lo que llaman logros que, incluso, son celebrados oficialmente en una fecha del año.

Desaprender el viejo discurso de cambio que se basa en una teoría desvinculada de la práctica pedagógica rutinaria es una tarea pendiente de los educadores que trabajan, principalmente, con poblaciones excluidas en los centros de educación básica alternativa y en las comunidades y organizaciones sociales.

Para eso hay que revalorar el campo de acción con mayor conciencia y empatía social, promoviendo la participación activa, la  praxis siguiendo una ruta de práctica-teoría-práctica; cuya experiencia propia produzca ideas que se materialicen en prácticas regeneradoras, continuas y relacionadas unas con otras, sistémicamente, producto del aprendizaje diario, autónomo y cooperativo, con mirada de un futuro pensado democráticamente en función de todos, desde el presente.

En esa lógica, la ciudadanía, de la que tanto se habla como tema educativo de salón pero muy poco se hace, no puede ser un producto futuro sino que se debe ejercer como derecho desde hoy en los quehaceres de la vida y también en los quehaceres de la educación, tanto en los aprendizajes en la escuela como en los de la comunidad.

La misma condición de educador y de estudiante o persona, en el marco de una educación que despliegue las facultades de las personas en su propio beneficio, no puede ser un producto de la culminación de la escolaridad sino que se debe ejercer desde hoy como un ciudadano pleno, emancipado, en el acto de aprender-enseñar-aprender en su vida cotidiana.

Una cosa es promover aprendizajes con enlatados curriculares[2] y, otra, es partir de la experiencia vital de los estudiantes, descentralizada y contextualizadamente, como eje de integración de los conocimientos de la llamada cultura universal y de los saberes que tienen todos los que aprenden.

Así los planteamientos sobre la autoría de los estudiantes en su aprendizaje, el protagonismo derivado de su autonomía y solidaridad en el acto de aprender, adquieren sentido y otorgan valor a la movilización democrática por el aprendizaje siempre y cuando este tenga diferentes puntos de partida y de llegada.

En vez del punto de partida único y general representado por los contenidos de las áreas curriculares y de temas preestablecidos sobre derechos u otros, en escuelas y comunidad respectivamente, debemos plantearnos como puntos de partida a las diversas situaciones de vida de los estudiantes y personas en sus familias, trabajos y comunidad, elegidas democráticamente como motivo de aprendizaje transdisciplinario.

En vez del punto de llegada en función de la calificación del rendimiento escolar, supuestamente académico, debemos plantearnos como puntos de llegada los diferentes desempeños de estudiantes y personas en la solución de sus principales problemas de su vida diaria, auto gestionado como parte de sus propios proyectos de vida.

Aprender, como educadores alternativos en escuelas y comunidades, a regenerar la educación regenerando el currículo formal y los contenidos de la educación fuera de las escuelas con la intención de construir ciudadanía plena es ingresar por la principal puerta que debemos abrir para aprender a regenerar y transformar la realidad social sin postergaciones hacia una modernidad de Bien- Estar para todos.

Desde este punto de vista la transformación, mediante la educación se podrá vislumbrar como instrumento de regeneración de sí misma y de la sociedad a la que pertenece, del impulso de “un nuevo nacimiento”, encargado de facilitar la superación del paradigma conductista que le gusta donar contenidos e ilusionarse haciendo mal uso de las invenciones de la ciencia y tecnología, en desmedro del uso de las potencialidades intrínsecas de las personas, estableciendo un contacto cultural dominante, en el que una cultura enseña y otras solo aprenden.

Manuel Martínez Mendoza

[1] Un ejemplo fresco es lo que señala Ricardo Cuenca, investigador principal del IEP, en un artículo periodístico reciente: “La mejora del aprendizaje parece ser el lugar favorito para el fantasma de la exclusión. En un contexto donde la solución del problema curricular parece complicar más las cosas y se sabe poco de las iniciativas para atender a las zonas rurales, se busca segregar a los estudiantes (a través de la instalación de colegios de alto rendimiento), bajo el supuesto de que una élite formada resulta la locomotora del cambio. Ni la coherencia social ni la convivencia democrática son posibles en sistemas escolares que separan a los estudiantes por ciertas habilidades cognitivas.

El fantasma de la exclusión tiene la gran habilidad de escudriñar entre las políticas públicas, entre algunas normas técnicamente viables y en programas basados en evidencias. Pasa inadvertido entre los sofisticados lentes de la tecnocracia y se instala en la opinión publica disfrazada de inclusión”.

[2] En las normas y orientaciones para el desarrollo del año escolar de 2015 en la educación básica alternativa se mantiene, por vacío de propuestas de cambio, el diseño curricular básico de la EBA, aprobado en el 2009, que se propone un currículo por competencias pero que en la práctica se realiza como un currículo de conocimientos disciplinares desarticulados y contradictorios por su falta de claridad en su organización y que hace discutible su pertinencia y viabilidad.

Fuente: http://educadoresalternativos.blogspot.com/2015/01/aprendamos-regenerar-realidades-con_5.html?spref=fb

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Arte y transformación social en Venezuela para el 2017

Por Néstor Viloria
Profesor de UNEARTE

El arte original

La premisa de todo creador es producir una obra original, Simón Rodríguez afirmó “La América no ha de imitar servilmente… si no ser original…”
Esa búsqueda nos lleva inevitablemente a la batalla cultural, a la batalla de los símbolos, la cual se libra en la mente de los seres humanos.
Adolfo Colombres, antropólogo, escritor, e investigador Argentino sostiene que “Toda dominación cultural y estética, cualquiera sea el contexto en que opere, de hecho implica una negación de la diversidad o, al menos, de que esa diversidad pueda generar propuestas tanto o más válidas que las del sector dominante. O sea, la dominación consiste en negar al arte de los otros la condición de tal, o, en el mejor de los casos, reconocerle algún valor, pero declararlo inferior”.
Luis Britto García advierte que “la guerra cultural, como la internacional, no es peleada sólo por el aparato político: para ella se movilizan todos los recursos económicos y sociales. Comienza cuando ante la cultura dominante surge una subcultura que diverge de ella. La batalla se traba cuando esa subcultura contradice abiertamente a la cultura dominante: desde entonces se convierte en contracultura”.

Laboratorio de Danza UNEARTE Mérida

         Entre las adversidades a vencer, para creadores y creadoras, artistas, está el no sucumbir ante la tentación de imitar la estética de los centros de poder, incluso hay que mantenerse atento para que esa obra original a la que muchos llegan, no se convierta en un objeto más del mercado, siendo despojado  de su esencia y  convertidos  en mercancía. El solo hecho de crear obras musicales, escénicas, plásticas, audiovisuales, con rasgos propios genera, en los Centros de Poder que ejercen la hegemonía Cultural en el planeta, la sensación de amenaza puesto que el impacto en la población de una producción simbólica que no esté controlada por esos centros de poder puede colocar en jaque al aparato de dominación, por esta razón se activan  sus mecanismos o más bien su metabolismo depredador para transfigurar la obra, hasta llevarla a ser una mercancía para la venta, despojándola de sus rasgos fundamentales o naturalizando esos rasgos hasta el punto en que adquieren una significación banal.

Ejemplo de este proceso se puede ver en lo ocurrido en la primera década del siglo XXI en Venezuela, con la producción musical comercial llamada “neofolclor”, lo cual ocurre precisamente en un momento histórico donde las músicas populares pasan de una condición de resistencia, una postura contracultural, a una posición de vanguardia o de avanzada en la construcción de una nueva hegemonía cultural, contextualizada en plena efervescencia en el ejercicio de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, donde se expresa que las culturas constitutivas de la venezolanidad gozarán de especial atención. En este ejemplo se puede ver con claridad como canciones con poesía, ritmos o instrumentaciones propias de la música popular-tradicional venezolana sufrieron intervenciones que las transformaron en una mercancía, en un producto despojado de toda sensibilidad propia de la cultura popular a la cual pertenece y pasándola al campo de la cultura dominante, en consecuencia, incidiendo a través de esta en la mente de los seres humanos, debilitando el carácter insurgente y su valor identitario para insertarla en el sistema de consumo.

Ciclo de Conversas Descolonizadoras
Cátedra Libre de las Culturas Populares – UNEARTE

En la Venezuela del siglo XXI el objetivo estratégico es, en palabras de Zacarías García, mantener la búsqueda de la “estética necesaria”, trabajar para alcanzar una producción simbólica que contribuya en el fortalecimiento de la identidad nacional y regional, no como reliquia intransmutable, fetiche, ni panfleto,  si no como obra de arte legítima, auténtica, que se reconozca en nuestros imaginarios, que agite las consciencias sensibles y permita derrotar el sistema de consumo y restablecer el sistema de valores.

El arte y la transformación social

En UNEARTE, a través de los Proyectos Artísticos Comunitarios, se viene transitando de la formación estrictamente enfocada en la disciplina artística, que mantiene su dinámica dentro de los límites de la propia disciplina, evitando salir de su campo de conocimiento,  hacia la formación artística que se vincula con la sociedad, con su contexto, que dialoga con las comunidades, lo que nos conduce a una formación transdisciplinaria.

En palabras de Boaventura de Sousa Santos expuestas en su libro La universidad del siglo XXI se transita del conocimiento universitario definido como “un conocimiento predominantemente disciplinar cuya autonomía impuso un proceso relativamente descontextualizado con relación al mundo cotidiano de las sociedades”. Por el contrario,  “el conocimiento pluriuniversitario es un conocimiento contextual en la medida en que el principio organizador de su producción es la aplicación que se le puede dar. Es un conocimiento transdiciplinar que por su propia contextualización obliga a un diálogo o confrontación con otros tipos de conocimiento”.

Grupo Estable Danza Tradicional
Programa UNEARTE va a la Escuela

El compromiso de todo uneartista apunta al diálogo respetuoso con nuestras culturas populares, con nuestros saberes ancestrales, con nuestra sociedad, con nuestras ciudades, con nuestras comunidades. Desde que el Comandante Chávez creó UNEARTE en el año 2008 hasta diciembre de 2016, han egresado 1312 profesionales de las artes, estos creadores y creadoras cuentan con herramientas para avivar ese diálogo con las comunidades, a través de este pueden reconocer al otro, a la otra, como fuente de saberes, condición fundamental para un ejercicio profesional que contribuya con la convivencia pacífica y respetuosa, esas fortalezas adquiridas deben mantenerse en el compromiso con el país.
En 2017 se presenta la tarea de iniciar el  Programa Nacional de Formación Avanzada (PNFA) en “Artes y Culturas del Sur”, el primer programa de post-grado de UNEARTE,  diseñado por el equipo del Vicerrectorado Académico bajo la responsabilidad de la profesora Inés Carolina Pérez Wilke. El PNFA está diseñado para formar profesionales, investigadores y creadores que aporten al país y al mundo, conocimientos y prácticas artísticas que contribuyan en el ejercicio de la soberanía, la independencia; a través de la producción simbólica e intelectual que reflejen identidades locales, nacionales y regionales. De esta forma se plantea la superación de paradigmas de la modernidad, que no reconocen los saberes y formas de creación latinoamericanas, la tarea es la descolonización del conocimiento y de la producción simbólica.

El arte en Venezuela es una inversión social


Jornadas de Investigación UNEARTE 2016

En el neoliberalismo  la educación pública es un “gasto social”, esto lo vemos en países vecinos donde la educación universitaria es privada en más del 80%. Para nosotros no es así, en la República Bolivariana de Venezuela, por norma constitucional la educación es pública gratuita y de calidad hasta el nivel de pregrado, es decir, la educación es una “Inversión Social” concepto desarrollado por el fundador de UNEARTE el Comandante Hugo Chávez y defendido  por el Presidente Nicolás Maduro para beneficio de la juventud creadora de Venezuela.
A pesar de todos los intentos hechos desde la Asamblea Nacional, la MUD y los poderes fácticos internacionales, para restablecer el neoliberalismo en Venezuela; expresados en la guerra contra nuestra moneda y nuestra economía, y a pesar de los bajos precios del petróleo, la inversión Social del Gobierno Bolivariano por cada estudiante de UNEARTE en este año 2016 ha sido cercano a dos millones de bolívares, calculado con base en la matrícula total de estudiantes.

El Presidente Nicolás Maduro ha dado muestras claras de voluntad para defender la inversión social, ha tomado medidas para neutralizar el ataque al bolívar y ha logrado un acuerdo histórico entre países productores OPEP y no OPEP para recuperar los precios del petróleo, con lo cual entramos al 2017 en mejores condiciones que las que tuvimos al inicio de este año. Es momento de mantenernos en batalla, el aporte voluntarioso y consciente de cada joven, cada hombre, cada mujer, cada creador, creadora, cultoras, cultores, artistas, será decisivo para alcanzar nuevas victorias en el 2017.

Referencias:

Boaventura de Sousa, Santos (2008). La universidad en el siglo XXI, para una
reforma democrática y emancipadora de la universidad. Caracas: Centro
Internacional Miranda.
Britto García, Luis (2015). El imperio contracultural. Del Rock a la Postmodernidad.
Caracas: Fondo Editorial FUNDARTE.
Colombres, Adolfo (2014) Teoría transcultural de las artes visuales. Caracas:
Ediciones ICAIC-CNAC.
García, Zacarías (2016). Conferencia en Jornadas de Investigación UNEARTE.
Caracas.

Fuente: http://arteyculturanesviloria.blogspot.com/2016/12/arte-y-transformacion-social-para-el.html?spref=tw%20%E2%80%A6
Todas las imágenes insertas en el texto de este artículo son parte del archivo de la Universidad Nacional Experimental de las Artes.

La imagen del encabezado pertenece a la colección  Africa Imens. (1980)  de Bertina Lopes (1924 – 2012) expuesta en el Centro de Arte Moderna Manuel de Brito (CAMB), Parque Anjos, Algés, Lisbon, Portugal. Disponible en: https://c2.staticflickr.com/8/7259/27172623985_ede57bfd05_b.jpg

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Capitalismo, corrupción y la necesidad del Bien Común

Por Vicente Berenguer

La corrupción azota nuestras sociedades. No es un fenómeno pasajero sino que está bien asentado dentro de nuestras estructuras políticas y económicas. No es un mal que exista solo en determinados países –aunque predomine más en unos que en otros– teniendo que hablar lamentablemente de algo generalizado. Algunos afirman que el ser humano es corrupto por naturaleza, otros en cambio advierten que se trata de un fenómeno derivado de una deficiente educación, pero lo cierto es que es esta una lacra que nos acompaña y que golpea la esencia misma del que debería ser uno de nuestros valores supremos: la justicia social.
¿Por qué se ha llegado a esta deteriorada situación en la política y en la economía? ¿Por qué la corrupción es algo sistémico? ¿Es la corrupción algo exclusivo de la política o más bien la corrupción política es el reflejo de la corrupción en potencia que se halla en la sociedad y que en ella se manifiesta por pura posibilidad? ¿Cuáles son las razones profundas para que la corrupción sea la norma? Creemos que varias son las causas de esta situación pero en este texto solo nos referiremos a una que pensamos que es básica, fundamental, algo que Aristóteles siempre tuvo presente en sus reflexiones sobre la mejor forma de gobierno, algo que en la actualidad no existe ni en lo práctico pero que ha desaparecido incluso del nivel teórico: nos estamos refiriendo al concepto de bien común.

La inexistencia del bien común
El bien común –básico para Aristóteles– ha desaparecido y no queda rastro de él. No estamos descubriendo nada nuevo si decimos que el sistema en el que nos encontramos es individualista y que en este sistema, además, uno debe ser enormemente competitivo si quiere establecerse en una posición cómoda, una posición que le asegure unos buenos beneficios económicos o simplemente sobrevivir. Este juego de las sillas incrementa la individualidad e incluso provoca que muchos sujetos utilicen a otros en su propio beneficio llegándose incluso a la mentira, a la traición o a cualquier herramienta que facilite el ascenso social. La consigna termina siendo un “sálvese quien pueda” en el que todo vale y en el que el bien común es algo que solo existe semánticamente pero ni tan solo está ya en un rinconcito de nuestra mente.
El bien común se halla ausente y esta es una de las causas profundas de por qué la corrupción es generalizada en política –y en cualquier ámbito–: nadie piensa, reflexiona, tiene presente ni tan siquiera concibe algo que signifique “el bien común”, y esto supone que no se tenga el menor problema en robar lo de todos: ¿a quién se está robando si no existe un bien que es de todos? A nadie, responderán las conciencias –o lo que quede de ellas–, quedando así diluida la responsabilidad o carga moral en un abstracto por no existir nada en la mente del corrupto que tenga que ver con nada compartido, con nada común.
El sistema económico capitalista fomenta el individualismo como base de crecimiento. Subyace de esta filosofía que la base del sistema es la búsqueda del bien particular y que esta búsqueda provocará que la sociedad en general se beneficie también al crease riqueza, pero no se ocupa el sistema –ni tan solo preocupa– por contrarrestar esta tendencia de buscar absolutamente el bien particular con búsquedas del bien compartido. Reconocemos que no hemos hecho una encuesta para llegar a esta conclusión, a la conclusión de la inexistencia de una concepción social de un bien común; tampoco hemos hurgado en las mentes de los ciudadanos para saber si en ellas existe, como hemos señalado, al menos en un pequeño lugar algo que se le pueda parecer. Pero es tarea necesaria intentar “adentrarse y navegar” en la mente colectiva y ver cuáles pueden ser las causas de la desbocada corrupción política y empresarial, y en este caso, al no hallar en ella nada parecido al concepto de bien común, estamos seguros de que si no de forma total pero sí de forma muy importante, su inexistencia es la causa profunda de la lamentable situación que se vive en la política a nivel mundial.

La necesidad del bien común
Hemos llegado a la conclusión de que no existe una concepción general en la población de nada que tenga que ver con un bien común. Al no existir este bien, el político no podrá gobernar para algo inexistente y lo hará, por tanto, para lo que único que existe, el bien particular, ya sea el propio o el del partido. Además, al no haber algo común, algo de todos, un sentimiento compartido, la corrupción no será sino una consecuencia natural de todo esto pues el que roba, el que se corrompe, no puede tener una clara conciencia de que está robando, por decirlo así, a un ente común y existente que seríamos todos pues no concibe –ni puede concebir– la existencia de algo así. No concibe un ente común por tanto lo que está robando tampoco sería de nadie en particular; sus robos quedan en una especie de limbo para él mismo e incluso para los demás. La falta de un bien común es una de las causas profundas de la situación. Se deberá fomentar por tanto la “reaparición” de este tipo de bien, su presencia, su existencia para que la política sea lo que debe ser, un servicio a los ciudadanos, un servicio al bien compartido, un servicio a todos y para todos.
Se nos antoja fundamental pues avanzar hacia un ideal, un lugar en el que además de pensarse en uno mismo se piense también en el conjunto de toda la sociedad. Este lugar queda claro que es un lugar en el que todos, racionalmente, concebiríamos el bien común como algo básico y fundamental para la política, para la convivencia. El ideal aún podría ser mayor si a la racionalidad le añadiésemos el sentimiento, es decir, si además de concebirnos como una entidad colectiva –además de nuestra entidad individual–, nos sintiéramos de alguna manera conectados al resto, nos sintiéramos, en definitiva, como un todo.
¿Cómo podría conseguirse esto? ¿Cómo se podría fomentar aquello que venimos reivindicando, la concepción en la ciudadanía de un interés compartido, un bien de todos? Sería necesaria, entre otras muchas cosas que quizás abordemos en otra ocasión, una planificación en el ámbito educativo en la que se fomentase la idea, ya desde la infancia, de que existe algo muy valioso y que nos une a todos, algo que uno debe siempre procurar y es la defensa del otro –pues de alguna manera forma parte de mí–, la defensa de un bien que es compartido y que no solo me compete a mí pero también a mí. Este sería un largo proceso en el que se iría instruyendo a las futuras generaciones en la defensa de lo colectivo y no solo de lo individual, defensa que creemos que no se fomenta desde el sector educativo. Porque educar no debería ser solo la transmisión de contenidos culturales sino también y sobre todo el fomento de comportamientos y modos de ser que nos beneficien a todos ya que el ser humano no vive solo sino en comunidad.

Conclusión
Si esto es así, la corrupción no es sino un efecto necesario por la ausencia, en las mentes de las ciudadanos en general, de algo que tenga que ver con un bien compartido, un bien que nos pertenece a todos y que somos nosotros mismos. Hemos dicho que la ausencia de este concepto se debe sobre todo a un sistema capitalista salvaje en el que no cabe la existencia de algo llamado “bien común” debido a la consolidación del individualismo exacerbado siendo la característica principal de este el egoísmo.
El individualismo, en efecto, se impone y anula en la sociedad cualquier resquicio de nada que tenga que ver con algo compartido. El egoísmo y la búsqueda del interés propio es, para los liberales, la premisa que permite que haya beneficio para la sociedad. Uno no busca el interés social pero la búsqueda del suyo propio implica que se genere un beneficio para todos:
Cada individuo está siempre esforzándose para encontrar la inversión más beneficiosa para cualquier capital que tenga. Es evidente que lo mueve su propio beneficio y no el de la sociedad. Sin embargo, la persecución de su propio interés lo conduce natural, o mejor dicho, necesariamente a preferir la inversión que resulta más beneficiosa para la sociedad. […] una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en sus propósitos.1
Así, el interés social no es buscado y solo se obtiene de forma indirecta no siendo la solidaridad el valor social supremo sino la búsqueda del puro beneficio personal. Se deberá fomentar por tanto el egoísmo en la sociedad ya que este posibilita que haya beneficio para los demás. Triste modelo social.
Pero si el egoísmo es la base del sistema capitalista salvaje, si el individualismo más exacerbado es el motor que genera crecimiento, si se nos educa en la necesidad de ser altamente competitivos para alcanzar el éxito siendo la alternativa el quedarse rezagado pero más: si los depredadores tienen más posibilidades de éxito económico que las personas solidarias, no debe extrañarnos que, en primer lugar, el egoísmo esté venciendo a la solidaridad y en segundo, y como avanzábamos, que la sociedad en general no conciba la existencia de un bien común, un bien de todos. Con lo cual, si no hay ni la concepción de vínculos con los demás a nivel teórico ni a nivel emocional, la corrupción es algo que se deriva de forma necesaria de todo lo dicho.
En conclusión, será necesario la construcción de un sistema alternativo que no base su motor en el egoísmo sino en la solidaridad, un sistema en el que la búsqueda del bien para todos no sea un efecto indirecto de la búsqueda del bien propio sino un fin en sí mismo, un modelo que no fomente en los individuos el interés exclusivamente personal sino el interés por el otro, el interés social, la existencia del bien común. Será necesaria la construcción, en esencia, de un modelo definitivamente humano.

1 Adam Smith, La riqueza de las naciones.

Vicente Berenguer, asesor filosófico
vaberenguer@gmail.com

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El discurso del rey

Por: Lidia Falcón

El mensaje con que  Felipe VI nos  ha obsequiado por Navidad está siendo comentado por los políticos y medios de comunicación mayoritarios, siempre serviles a la monarquía, con el tono y los contenidos de adulación que les son habituales, mientras el pueblo llano parece bastante ajeno a los consejos y admoniciones del monarca, que tuvo la menor audiencia de todos los tiempos.

Únicamente la asociación de la Memoria Histórica ha presentado su queja al Defensor del Pueblo, ante la descarada postura que ha adoptado el rey apoyando la negativa a investigar los crímenes de la  dictadura, “en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas”. Una declaración que únicamente pueden aprobar los fascistas y  herederos de los vencedores de la Guerra Civil, aquellos que difícilmente pueden abrigar rencores ni mantener heridas cuando fueron los asesinos y perseguidores de toda libertad, y que contradice los veredictos de la ONU así como todas las recomendaciones de las organizaciones de DDHH y de Amnistía Internacional. Y aunque tal denuncia no tenga recorrido, dados los blindajes que protegen a tan regia figura, cierto es que no se merece menos.

Algunos medios de comunicación y periodistas le han recordado que no ha hecho mención alguna de la corrupción ni de los numerosos procesos que por tal causa se están instruyendo y juzgando, con lo que el retrato que de nuestro país dibuja el discurso real, queda distorsionado, difuminado como una pintura despintada, que parece la versión que realizó Cecilia Giménez Zueco del cuadro Ecce Homo de Elías García Martínez en el Santuario de Borja. Aunque hay que reconocer más buena intención en la pintora aficionada que en nuestro monarca.

Según las palabras de este,  no parecen existir en España más problemas que los planteamientos secesionistas de una parte de la clase política catalana, superada “esta compleja situación política” que nos ha tenido sin gobierno 10 meses. Por lo que ya no hay ni tensiones ni incertidumbres, obviando la evidencia de que son varios los partidos que están viviendo la convulsión de dimisiones, divisiones y enfrentamientos cuyo resultado sigue siendo incierto, y que sin duda están dificultando el gobierno del país.

Para añadir el sarcasmo al sermón que nos ha endilgado, Felipe VI ha tenido el atrevimiento de mencionar “el gran patrimonio común que compartimos. Un patrimonio que merece el cuidado de todos y que todos debemos ayudar a proteger como lo mejor que tenemos y somos”, cuando en los últimos años la Iglesia Católica ha tenido la desfachatez de apropiarse de una parte inconmensurable de ese patrimonio común, inmatriculando miles de terrenos, edificios, iglesias, basílicas, catedrales, capillas, ermitas y hasta la Mezquita de Córdoba, aplicando una ley franquista, sin que ni el Parlamento, ni los gobiernos, ni los Ayuntamientos implicados hayan actuado con la contundencia debida ante semejante expolio del “patrimonio común”. Ni en estas fechas el representante máximo de  nuestro patrimonio considere ni aún curioso mencionarlo.

En tal retrato disneyano de nuestro país, nos encontramos con la absoluta indiferencia con que el jefe del Estado olvida las terribles situaciones que están sufriendo miles de mujeres y niñas y niños, víctimas de  malos tratos y abusos sexuales, esclavizadas en la prostitución, alquiladas para la reproducción; de las denuncias que se multiplican sobre el calvario que se obliga a padecer a menores sometidos a la custodia compartida;  las sospechas, cada vez más evidentes, de que se sigue ejerciendo tráfico de menores por parte de las instituciones que deberían protegerlos, entre otros horrores que sufre parte del 52% de la población, que son también ciudadanas del país que lidera Felipe VI. Y frente a tal desprecio,  ¿qué tenemos que decir o ante quien podemos denunciar las mujeres?

Nadie más que las compañeras del Partido Feminista han alzado la voz por el inaceptable olvido en el discurso del rey  de lo que han significado las 102 asesinadas por violencia machista del infame año de 2016. En este 12 aniversario de la aprobación de la Ley Orgánica de Violencia de Género, contamos 1.400  víctimas, en un cálculo muy prudente. ¿Y qué significa que miles de maltratadas no accedan a la protección que se pretende con dicha legislación? ¿Y de qué modo se pretende remediar esta masacre continuada?

Según el anestesiante mensaje, hoy, liberado el país de la presión política, con “la serenidad” y la “tranquilidad” recuperadas, el monarca  nos explicó que los ciudadanos pueden centrarse en sus proyectos de vida. Pero las ciudadanas difícilmente podrán centrarse en proyecto alguno cuando su situación económica es tan deplorable como que el 82% de la renta nacional la perciben los hombres y solo el 18% les corresponde a las mujeres. Cuando el trabajo a tiempo parcial, los empleos de más baja cualificación y los salarios miserables hacen que las pensiones de jubilación de las mujeres sean el 38% menores que las de los hombres. Cuando, en fin, todas estas, y más, desgracias femeninas no parecen importar ni conmover a nuestro Jefe del Estado, ¿a quién tendremos que recurrir?

En este panglosiano sermón se insta a que los españoles desarrollen al máximo sus habilidades en la ciencia y en la cultura, “considerando la educación la clave esencial que prepare a nuestros jóvenes para ser ciudadanos de este nuevo mundo, más libres y capaces”, en un año en que el informe PISA ha vuelto a situarnos en la mediocridad derivada de un sistema educativo decimonónico, sometido a la normativa de un gobierno beato y reaccionario,  que ocasiona que el 50% de los jóvenes, los más preparados de todas las generaciones anteriores, esté en paro y deba exiliarse para ganarse la vida.

Ciertamente en poco se parece este discurso de aquel que Jorge VI, del Reino Unido, a pesar de sus dificultades fonéticas, dirigió en 1939 a sus súbditos para hacer frente “a los tiempos oscuros que se avecinaban”. Y bueno hubiera sido que, con un poco de sinceridad, este rey que nos han impuesto  reconociera que ni los tiempos de hoy son tan esplendorosos ni la vida de las ciudadanas y ciudadanos españoles es tan agradable y tranquila como nos la ha descrito.

Aunque cierto es también que estos son los tiempos de la posverdad.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2016/12/31/el-discurso-del-rey/

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El sombrío futuro de la crisis

Por Michel Husson

La crisis no ha terminado, pero deja ya un paisaje social devastado. Tras describir sus efectos sociales, este estudio se interroga sobre la existencia de alternativas a las políticas neoliberales llevadas a cabo en la actualidad en Europa.

Las marcas de la crisis

El balance sobre el empleo se puede resumir, simplemente, señalando que en la actualidad hay el mismo número de personas que disponen de un empleo que cuando estalló la crisis: la creación neta de empleo ha sido nula en la zona euro en el curso de estos ocho últimos años. No es pues, nada asombroso, constatar que la tasa de paro sea en la actualidad del 10%, es decir casi dos puntos más que al inicio de la crisis. Esta media coexiste con importantes disparidades entre países: la tasa de paro sobrepasa el 20% en Grecia y en España, mientras que es inferior al 5% en Alemania y el Reino Unido. Pero sobre todo, estas cifras globales no dan cuenta de las transformaciones estructurales desencadenadas por la crisis.

Esta tiene, en primer lugar, un impacto sobre la demografía: a partir de 2009, la población total ha disminuido en los países más golpeados por la crisis, especialmente en España, Portugal y Grecia. Ese fenómeno se explica por la inversión de los saldos migratorios: las entradas de inmigrantes se agotan y la emigración se desarrolla. Pero la crisis deja también su marca sobre otro indicador del que se podría pensar que es relativamente independiente, el número de nacimientos. Es llamativo constatar que ha tenido la misma evolución en España y en Grecia: baja hasta mediados de los años 1980, estabilización, después aumenta desde el inicio del siglo (ver gráfico 1). Y, en los dos países, la irrupción de la crisis provoca un nuevo giro a la baja.

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Gráfico 1 – Número de nacimientos en Grecia y en España

En millares. Fuente: Eurostat

Estas involuciones contribuyen a la desvitalización de los países concernidos por la salida de la juventud cualificada. Refuerzan el círculo vicioso de la austeridad, a corto plazo pero también a largo plazo al hacer más difícil el equilibrio y la financiación de las pensiones.


Los movimientos subterráneos

Las cifras del paro y del empleo ocultan movimientos menos visibles, transformaciones que corresponden, en su mayor parte, a inflexiones irreversibles.

El paro de la gente joven se aprecia mejor por la parte de los jóvenes (de 15 a 29 años) que no trabajan y ni estudian ni están en formación (NEET, Not in Education, Employmentor Training) que por la tasa de paro. Esta proporción ha aumentado en la Unión Europea, pasando del 13,2% en 2007 al 15,9% en 2013. Ha comenzado a bajar a continuación para volver al 14,8% en 2015. Pero permanece muy elevada en los países más tocados por la crisis, como Italia (25,7%), Grecia (24,1%) o España (19,4%). El paro de larga duración aumenta desde 2008 y retrocede desde 2014, pero más lentamente que el paro global. La crisis ha alejado duraderamente del empleo a una parte de la gente trabajadora, a menudo la de mayor edad y al mismo tiempo ha inscrito en la realidad social el largo y difícil acceso de la gente joven al empleo.

En un primer momento, la duración del trabajo ha servido de variable de ajuste entre actividad económica, empleo y paro. Bajo formas diversas (desempleo parcial, mantenimiento negociado de los efectivos, trabajo a tiempo parcial, etc.) la caída del tiempo de trabajo ha permitido amortizar el impacto inmediato de la crisis sobre los efectivos empleados. Pero este homenaje del vicio a la virtud era provisional: el movimiento se ha interrumpido desde que ha parecido instalarse una cierta recuperación económica. Después todo ocurre como si las modulaciones de la duración del tiempo de trabajo estuviesen puramente ligadas a la coyuntura: la crisis no ha conducido a hacer de una reducción colectiva del tiempo de trabajo un elemento estructural del combate contra el desempleo. Muy al contrario, las reformas tienden a una utilización diferenciada de la duración del trabajo: tiende a aumentar para los empleos “competitivos” y a reducirse para permitir la multiplicación de los pequeños trabajos.

El trabajo a tiempo parcial es en efecto el medio de crear un mayor número de empleos para un mismo volumen de horas trabajadas. No es pues asombroso constatar que ha sobrepasado una escalera en los países más golpeados por la crisis. Entre 2007 y 2015, la parte de las personas asalariadas a tiempo parcial ha pasado así del 13,4% al 18,3% en Italia y del 11,4% al 15,6% en España. Esta evolución es tanto más regresiva que la parte del tiempo parcial forzoso es muy elevada (68,8% en Grecia, 63,9% en Italia y 63,4% en España) y que se acompaña en estos países de una progresión aún más rápida de los contratos cortos (de menos de 15 horas por semana).

Como los empleos a tiempo parcial son mayoritariamente ocupados por mujeres, nos podemos dar cuenta que la progresión del tiempo parcial equivale a otra báscula importante en la estructura del empleo. Entre 2008 y 2015, el número de empleos a tiempo completo ha caído en 7,6 millones en la Unión Europea y este retroceso ha sido aproximadamente compensado por un aumento de 3,7 millones de empleos a tiempo parcial. Al mismo tiempo, el empleo masculino ha retrocedido en 4,7 millones mientras que el empleo femenino ha aumentado en 0,8 millones. La parte de las mujeres en el empleo total ha continuado pues progresando durante la crisis, pero esta progresión ha estado ampliamente condicionada por la del tiempo parcial (ver gráfico 2). La crisis ha reafirmado y generalizado así la “fatalidad” del tiempo parcial para las mujeres.

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Gráfico 2 – Empleo de las mujeres y trabajo a tiempo parcial

Fuente: Eurostat


La bipolarización del empleo

La crisis ha acentuado las tendencias a la segmentación y a la bipolarización del mercado de trabajo, entre los “pequeños trabajos” y los empleos cualificados y mejor remunerados. Un muy interesante estudio loha mostrado recientemente a nivel de la Unión Europea. El estudio clasifica los empleos en cinco quintiles o tramos de remuneraciones y observa su progresión entre 2011 y 2015 según los diferentes estatutos de empleo. El gráfico 3 ilustra los principales resultados de este estudio: cada columna representa la progresión del número de empleos según el tramo de salarios considerado. La primera columna corresponde al 20% de los menos bien pagados, la segunda a los 20% siguientes y así hasta el 5º quintil mejor pagado.

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Gráfico 3 – Crecimiento del empleo en la UE entre 2011 y 2015 según el tramo de salario y el estatuto

En millones. Fuente: Fernández-Macías y otros |1|

Se pueden observar cuatro evoluciones significativas.

  1. se acentúa la polarización de los empleos: solo las categorías extremas ven progresar significativamente sus efectivos;
  1. se instala la precarización: en todas las categorías de empleo, salvo en el 20% de los mejor pagados, retroceden los empleos a tiempo completo;
  1. se consolidan las desigualdades salariales: el empleo de los 20% mejor pagados aumenta principalmente bajo la forma de tiempo completo;
  1. retrocede el empleo autónomo, salvo entre las personas asalariadas mejor pagadas.


Hacia la fragmentación salarial

La progresión del poder de compra de los salarios ha sido evidentemente frenada por la crisis pero no ha sido completamente anulada. De media, este poder de compra ha aumentado el 4% en la Unión Europea entre 2008 y 2015. Pero ese resultado global es engañoso al no tener en cuenta los efectos de estructura: la crisis ha destruido, sobre todo, los empleos de bajos salarios, lo que da lugar a que el salario medio vaya hacia arriba |2|. Y, por supuesto, las personas asalariadas que pierden su empleo pierden una parte de su ingreso. Y, por supuesto también, esa media encubre grandes disparidades según los países: también aquí, hay que citar a Grecia donde el retroceso del poder de compra alcanza un record del 17%.

De forma aparentemente paradójica, la crisis ha hecho incrementar la parte de los salarios en el valor agregado. Pero eso no es verdaderamente una paradoja: de media siempre, ni el freno salarial ni las supresiones de empleo han compensado plenamente el retroceso de la producción. Se podría entonces hablar de una “vuelta a la normalidad”, en la media en que la parte de los salarios ha reencontrado su nivel de inicios de los años 2000.

Sin embargo, esta evolución global encubre procesos menos visibles que conciernen a la estructura sectorial de la masa salarial. En una precedente contribución |3|, analizábamos los proyectos tendentes a desconectar la evolución relativa de los salarios entre los dos grandes sectores de la economía: el sector expuesto a la competencia internacional y el sector “protegido” de la misma. Se podía ya mostrar que se esbozaba un cambio de régimen salarial, desde una progresión relativamente homogénea de los salarios en estos dos grandes sectores a una desconexión |4|.

Por otra parte una recomendación de la Unión Europea, en su jerga característica, invoca una “necesaria reasignación de los recursos de los sectores no intercambiables hacia los sectores cambiables”. Dicho de otra forma, la “devaluación interna” (el otro nombre de la austeridad salarial) no bastaría, sería también necesario devaluar “la tasa interna de intercambio” entre los salarios de los sectores expuesto y protegido. En resumen, la austeridad debería centrarse especialmente en los salarios del sector llamado protegido, el que no está expuesto a la competencia internacional. Y es ello lo que ocurre: en casi todos los países |5|, el salario medio en los servicios se distancia del salario medio en la industria (ver gráfico 4).

Gráfico 4 - La desconexión salarial. Diferencial de evolución del salario medio entre los servicios y la industriaBase 100 en 2000. Fuente: Ameco

Una tal tendencia a la desconexión de los salarios entre grandes sectores de la economía significa que la mayoría de los países europeos converge hacia un modelo “a la alemana”, donde la progresión de los salarios ya no sigue la productividad del trabajo medio en el conjunto de la economía sino la productividad específica de cada sector, incluso de cada empresa. El sector expuesto a la competencia internacional ya no estaría afectado por los costos del trabajo “excesivos” en el sector de los servicios.

Las reformas estructurales de los mercados de trabajo tienen como principal función hacer posible esa desconexión. El objetivo es descentralizar al máximo la negociación colectiva para acercarla a la realidad de las empresas y ajustar la progresión de los salarios a los resultados de cada empresa. La “ley del trabajo” francesa es un buen ejemplo de esta lógica, puesto que la mayor parte de sus disposiciones tienden a hacer posibles los acuerdos derogatorios en relación con los convenios colectivos de sector (en esta web se han dedicado varios artículos al análisis de esta ley y a las movilizaciones contra la misma; el último es de Patrick Le Moal, “Formas inéditas y problemas políticos”, ndt).

Las transformaciones que se acaban de describir no son el producto de evoluciones espontáneas. Han sido acompañadas de la puesta en práctica de “reformas estructurales” que marcan ya su sello al funcionamiento de los mercados de trabajo. Una encuesta del Banco Central Europeo sobre los salarios |6| muestra así que el 10% de los empleadores europeos considera que es más fácil “ajustar el empleo” en 2013 que en 2010. Este porcentaje es particularmente elevado (el 30% y más) en los países más afectados por las citadas “reformas”, como Grecia, España y Portugal. Los resultados son similares en lo que concierne al ajuste de los salarios, que se ha hecho más fácil en todos los países, especialmente para las nuevas contrataciones.

Los cambios en el mercado de trabajo se prologan en los sistemas de negociación colectiva. Las tendencias desfavorables a las personas asalariadas (reducción de la cobertura convencional, retroceso de la sindicalización, descentralización de las negociaciones salariales) estaban en marcha antes de la crisis y engendraban una profundización de las desigualdades |7|. Pero la crisis ha introducido una “ruptura política”, como señala Jelle Visser |8|. La intervención del Estado se ha hecho mucho más presente en materia especialmente de formación de los salarios: los planes sociales que tendían a conseguir un relativo compromiso han desaparecido del paisaje y, en los países más afectados por la crisis, la negociación salarial ha “más o menos desaparecido”. Ahí también, el efecto de la crisis ha sido la profundización de la separación ente algunos países “regulados” y los otros, más numerosos, “donde son los mercados quienes deciden, en los que las negociación salarial está fraccionada y no coordinada y donde los niveles de desigualdad de los ingresos son más elevados” |9|.


Gran recesión, ¿gran bifurcación?

Este rápido examen panorámico ha permitido ilustrar la variedad de los procesos de ajuste entre diferentes países, que hace bastante vanas las tentativas de comparaciones internacionales basadas sobre tal o cual indicador unidimensional. La constatación más llamativa de esta revisión es sin duda que la crisis ha acelerado la divergencia entre las diferentes zonas de la Unión Europea. No ha golpeado a todos los países de la misma forma y las políticas de austeridad han sido desigualmente severas. En los países del “Norte” se han acentuado las tendencias ya presentes antes de la crisis, mientras que en los países del “Sur” el retroceso del empleo se acompaña de inflexiones irreversibles en el funcionamiento de los mercados de trabajo. En fin, la desconexión salarial entre sectores protegidos y expuestos parece haberse generalizado al conjunto de los países europeos: el auge del tiempo parcial es sin duda el indicio de una inflexión duradera hacia un nuevo modelo social esencialmente dualista.


There is no alternative

El rápido cuadro que acaba de ser esbozado muestra que las reformas neoliberales del mercado de trabajo traen consigo una regresión social sistemática. Se podría generalizar este diagnóstico al conjunto de las políticas europeas |10|. Más allá de esa constatación, la cuestión que se plantea es la de interrogarse sobre la coherencia y la eficacia de esas políticas.

Es necesario empezar por sobrepasar por el análisis marxista básico sobre las cuestiones de la crisis. Consiste en decir que la austeridad y las reformas estructurales son políticas coherentes porque tienden a restablecer la tasa de beneficio y que no hay otra forma para el capitalismo de salir de la crisis.

Ello es cierto, pero incompleto. La austeridad salarial no basta para salir de una gran recesión; es necesaria también una desvalorización masiva del capital que ponga los contadores a cero. Pero, y esto es uno de los parámetros de la situación actual, el capitalismo financiero no lo quiere. Una lectura sin duda más adecuada podría se la siguiente. Las diferentes fracciones del capital persiguen (en proporciones diversas) dos objetivos: restablecer la tasa de beneficio, ciertamente, pero también conservar y validar los derechos de giro adquiridos antes de la crisis bajo forma de capital ficticio. En resumen, los capitalistas rechazan “asumir sus pérdidas”: ellos lo quieren todo.

Pero esos dos objetivos son manifiestamente contradictorios. Lo son todavía más si se tiene en cuenta otros dos parámetros esenciales del período abierto por la crisis, es decir el agotamiento de las ganancias de productividad y el freno de la globalización. Por presentar las cosas de otra forma, en el fondo hay tres formas de hacer aumentar la tasa de beneficio: desvalorizando el capital, logrando ganancias de productividad o bajando los salarios. Los capitalistas no quieren desvalorizar el capital. No pueden lograr aumentos de productividad. Si se deja de lado la apuesta por las “reformas estructurales” que provienen del pensamiento mágico, solo queda una palanca: la compresión salarial.


El atolladero reformista

En todo ello hay una lógica implacable y por ello tienen algo de patético todas las tentativas de convencer a los capitalistas de que existe una forma más racional de salida de salida de la crisis. Esta es una de las enseñanzas de la crisis griega que se puede evocar rápidamente: el gobierno Syriza ha llegado a las negociaciones con la Troika con un proyecto de reestructuración de la deuda. Se había concebido un plan en colaboración con el banco Lazard, cuyas grandes líneas fueron presentadas por el banquero Mathieu Pigasse: es suficiente con escuchar su entrevista |11| para comprobar que ese plan era perfectamente racional, razonable y que constituía a priori un buen punto de partida para un compromiso asimismo razonable.

Se sabe lo que ha sucedido y desgraciadamente se podría generalizar esta lección a todas las alternativas racionales, por coherentes que sean: no es por la convicción que podrán ser puestas en práctica, ya que las mismas implican forzosamente el abandono de uno u otro de los objetivos citados anteriormente, sea frenando la carrera a la rentabilidad, sea cuestionando los derechos adquiridos sobre la plusvalía.


El espanto burgués

No es posible otra política de los dominantes, pero eso no quiere decir que funcione la que ellos imponen a los pueblos. Ya hemos comentado las inquietudes del FMI |12| en relación con la economía mundial. Son todavía quizá más grandes en Europa, como testimonian estos gritos de alarma lanzados por tres responsables europeos: “Nunca jamás había visto tal fragmentación y tan poca convergencia en nuestra Unión”, “La Unión Europea está en peligro. Nadie puede decir si (ella) existirá todavía en diez años”, “Europa no produce suficientes resultados” |13|.

Más recientemente todavía, una tribuna (que ha pasado relativamente desapercibida) es propiamente alucinante |14|. Los firmantes componen un extraño equipo, ya que se encuentran Christine Lagarde, directora general del FMI y Pascal Lamy, antiguo director general de la OMC (Organización Mundial del Comercio, Ndt), pero también los PDG (Presidente Director General, Ndt) de Air France-KLM y de Veolia. E incluso el del PMU (Pari Mutual Urbain) más acostumbrado sin duda a las apuestas hípicas que a la prospectiva económica.

Las quince personalidades deploran que “la búsqueda excesiva de una finalidad exclusiva –maximizar los beneficios para los accionistas- ha aislado a la empresa y alimentado la sospecha sobre la misma”, rechazan “la idea falsa de que una empresa pertenece a sus accionistas” y retoman a su cuenta “el consenso cada vez más fuerte” según la cual “la financiarización del capitalismo es un error”. Se pronuncian pues “a favor de una economía de mercado responsable” y, para llegar a ella, nuestros aprendices altermundialistas se limitan a proponer la modificación de los artículos 1832 y 1833 del Código Civil francés, lo que seguramente va a trastornar el funcionamiento del capitalismo.

Sin embargo, hay que tomar en serio estas manifestaciones de inquietud ya que expresan la sensación de los gestores de los intereses capitalistas de que no disponen de los útiles necesarios para “morder” sobre todos los aspectos de la realidad. Desde este punto de vista, merece ser detallado el desasosiego manifestado por la Unión Europea en una reciente Comunicación |15|. Se encuentra en primer lugar una autocrítica sobre la austeridad presupuestaria llevada a destiempo: “la orientación presupuestaria de la zona euro ha sido restrictiva en el curso del período 2011-2013, en un momento en el que la economía se deterioraba”.

La Comisión va todavía más lejos, cuando descubre los problemas planteados por la ausencia de coordinación presupuestaria a nivel europeo. La política óptima no debe ser “el resultado espontáneo de la aplicación de las reglas presupuestarias de cada Estado miembro” y es difícil de alcanzar “en ausencia de un presupuesto centralizado que podría desempeñar un papel más activo”. La Comisión se pone incluso a soñar: sería necesario “considerar a la zona euro como una entidad única, como si hubiera un Ministro de Hacienda para el conjunto de la zona euro y definir a la política presupuestaria en términos agregados”.

Sin embargo hay fondos estructurales, el Banco Europeo de Inversiones y su Fondo Europeo para las Inversiones Estratégicas, el plan Juncker, pero ello no le parece suficiente a la Comisión que sugiere un relanzamiento equivalente al 0,5% del PIB europeo, es decir, equivalente a 50 000 millones de euros. Pero ¿quien a va a relanzar? “Los que no tienen margen de maniobra presupuestario querrían utilizarlo; los que tienen no quieren utilizarlo”, tal es la “paradoja” que subraya la Comisión. Este emplazamiento a Alemania para que tome su parte en una “orientación presupuestaria más positiva” está evidentemente llamado a ser letra muerta (el 5-12-2016, el Eurogrupo ha rechazado, por una amplia mayoría, el paquete fiscal propuesto por la Comisión, ndt).

Las manifestaciones de este “espanto burgués” remiten a otra fuente de inquietud: la regresión social –que se desprende mecánicamente de las políticas capitalistas de salida de la crisis- es el trampolín que propulsa a las corrientes soberanistas polarizadas por la extrema derecha. Los desastres sociales del neoliberalismo suministran su base económica, el recubrimiento xenófobo y reaccionario solo es el fondo la “superestructura” que sirve para desviar la cuestión social hacia las afirmaciones identitarias.

 

Notas

|1| Enrique Fernández-Macías, John Hurley, Martina Bisello, What do Europeans do at work? A task-based analysis, Eurofound, European Jobs Monitor 2016. https://goo.gl/O3Wb9Z

|2| Sobre esta cuestión técnica (pero esencial en las negociaciones salariales) ver: Michel Husson, “Les salaires ne baissent pas assez en France?”, note hussonet n° 79, 20 de enero de 2015. https://goo.gl/6tl8tk

|3| Michel Husson, “Europe. Le tout-compétitivité contre les salaires”, A l’encontre, 24 de diciembre 2014. https://goo.gl/lNFj5X

|4| Para un análisis más detallado, ver: Odile Chagny y Michel Husson, “Quel régime salarial optimal pour la zone euro?, La Revue de l’Ires, n° 81. https://goo.gl/4MizMn

|5| Las principales excepciones son Suecia y Alemania. Suecia mantiene una estructura estable de salarios. En Alemania, el período abierto por la crisis ha corregido la tendencia anterior a una desconexión muy marcada y que era anteriormente una excepción en Europa, especialmente con la puesta en marcha de un salario mínimo interprofesional.

|6| “New evidence on wage adjustment in Europe during the period 2010-13”, ECB Economic Bulletin, Issue 5/2016. https://goo.gl/fQDhzN

|7| Florence Jaumotte y Carolina Osorio Buitron, “El poder desde el pueblo”, Finanzas & Desarrollo, marzo de 2015. https://goo.gl/n0HVRF

|8| Jelle Visser, “What happened to collective bargaining during the great recession?”, IZA Journal of Labor Policy, 2016, 5:9.https://goo.gl/8hZiMO

|9| Paul Marginson y Christian Welz, Changes to wage-setting mechanisms in the context of the crisis and the EU’s new economic governance regime, Eurofound, 2014. https://goo.gl/XPc6EL

|10| Para una revisión sistemática de los efectos económicos y sociales de estas políticas, ver: Thomas Fazi, “How Can Europe Change? Civil Society Proposals”, ISI growth, Octobre 2016.https://goo.gl/FTjcCV

|11| Mathieu Pigasse sobre la deuda griega, France Inter, 3 de febrero de 2015. https://goo.gl/YkIe6k

|12| Michel Husson, “Los desconciertos del profesor Obstfeld”, Viento Sur, 30 de abril 2016 https://goo.gl/fQRbLG

|13| Las citas son respectivamente de: Jean-Claude Juncker (presidente de la Comisión Europea), Discurso sobre el estado de la Unión 2016, 14 de septiembre de 2016; de: Martin Schulz (presidente del Parlamento Europeo), “Die Europäische Union ist in Gefahr”, Die Welt, 07.12.2015 y de: Pierre Moscovici (Comisario europeo de asuntos económicos y financieros), “L’Europe ne produit pas assez de résultats”, FranceTVinfo, 11 de septiembre de 2016.https://goo.gl/v3YGmN https://goo.gl/OFPyz6 https://goo.gl/QRR0Ev

|14| Colectivo, “Plaidoyer en faveur d’une économie de marché responsable”, lemonde.fr, 16 de noviembre de 2016. https://goo.gl/3sbzlu

|15| European Commission, “Towards a Positive Fiscal Stance for the Euro Area”, Communication, 16 de Noviembre de 2016. Ver también el comunicado de prensa: “En pro de una recuperación económica más firme e integradora”. https://goo.gl/ULnCdP, https://goo.gl/ov3swu

Fuente: http://www.cadtm.org/El-sombrio-futuro-de-la-crisis

 

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EL legado de Leibniz

Por: Ignacio Mantilla

De esos grandes personajes que trascienden en la historia, hay sin embargo muy pocos que son realmente universales. Y precisamente el año 2016 ha permitido conmemorar, hace apenas unas semanas, tres siglos de la muerte de uno de estos grandes hombres, de los más sobresalientes en las ciencias. Se trata de Gottfried Wilhelm Leibniz, un nombre que nos resulta familiar para quienes hemos estudiado formalmente las matemáticas o la filosofía.

De Leibniz se afirma que fue el último hombre capaz de dominar todas las ciencias en su época. En efecto, ocupa un lugar igualmente importante tanto en la filosofía como en la matemática, se anticipó a desarrollos científicos y contribuyó con nuevas nociones a otras áreas como Medicina, Ciencias de la Computación, Ingeniería, Teología, Geología, Biología, Derecho, Mecánica, Astronomía, Política y Diplomacia, Lingüística, Historia; en fin, a todas las existentes en su época y algunas que estaban por aparecer.

Sus aportes en matemáticas son especialmente conocidos y reconocidos. Contemporáneo de Newton, los trabajos de ellos dos en matemáticas convergieron, en forma independiente, a los mismos importantes resultados que dan la paternidad al Cálculo y al Análisis Matemático formal. A Leibniz se le atribuye haber “inventado” el Cálculo Infinitesimal y haber introducido la notación científica que aún hoy se usa.

En efecto, todos los lectores que hayan tenido que aprender (o estudiar) Cálculo Diferencial recordarán la regla para derivar un producto. Pues fue Leibniz, quien en 1675 introdujo por primera vez, en un manuscrito, con toda sencillez esta expresión, que para un matemático es como un hermoso verso: d(xy)=xdy+ydx.

De la misma forma en que los aficionados disfrutan de un partido de fútbol cuando se juega “bonito” y los jugadores exhiben gran talento, también quienes nos dedicamos a las matemáticas podemos deleitarnos y disfrutar con la elegancia de la demostración de un teorema o con la ingeniosa presentación de una solución. Y ese es el caso de Leibniz.

Por ejemplo sus aportes al estudio de las series son fascinantes. Y para que todos los lectores lo comprendan mejor, me voy a permitir ilustrar con sólo un pequeño ejemplo, una de sus geniales contribuciones: en 1672 el profesor Huygens despertó el interés de Leibniz en el tema de las series infinitas cuando le planteó el problema de calcular la suma S=1/2+1/6+1/12+1/20+1/30+···. A Leibniz se le ocurrió escribir el término general de la serie, 1/[n(n+1)], en la forma [1/n]-[1/(n+1)] y luego de demostrar que esta suma S es igual a 1, se decidió entonces por hacer un estudio general de las series alternadas. Una de las más conocidas hoy es:  Pi/4 = 1-1/3+1/5-1/7+-···.

Un invento de Leibniz, poco conocido, es una máquina diseñada y construida por él mismo hacia 1672, capaz de realizar cálculos aritméticos. Es la primera invención de su género y una clara demostración de su interés por la computación. La máquina, conocida como la “Stepped Reckoner” fue presentada a la Royal Society de Londres y por esta contribución se le nombró miembro externo.

La mente inquieta de Leibniz produjo también obras de gran valor para la filosofía y se le reconoce como uno de los tres principales filósofos de la escuela racionalista, al mismo nivel de Spinoza y de otro portento matemático como lo fue René Descartes.

Como racionalista, su filosofía se concentró en demostrar que todo lo que sucede en el universo depende de un único principio, el Principio de Razón Suficiente, que en últimas postula que todo lo que ocurre tiene una causa de ser como es. Ahora bien, como buen hijo de su época, Leibniz, científico, filósofo y político era un ferviente creyente en Dios y en su propuesta  filosófica pudo ubicarlo sin contradicción en el lugar más importante. Para Leibniz, dado que todo tiene una causa o razón, si uno rastrea las razones de todo lo que pasa en nuestro mundo, se encontrará con que al final de esa investigación hay una única causa de donde todo se deriva. El origen, el punto inicial de todo, esa “causa incausada», es para Leibniz el mismo Dios.

Su referencia a Dios se hace explícita y frecuente en sus escritos. De acuerdo con el matemático E. E. Kummer, al final de su trabajo sobre series infinitas alternadas, por ejemplo, expresa su admiración por las propiedades impredecibles que él mismo descubre, con la cita: «Gott freut sich über die ungeraden Zahlen» (“Dios se alegra de los números impares”).

Leibniz fue un escritor prolífico, además de los numerosos libros publicados en vida y que en ocasiones firmó con seudónimos, escribió cerca de 15 000 cartas dirigidas a más de mil destinatarios; muchas de ellas más que cartas eran tratados sobre las distintas materias que en su momento le interesaban. Por esta abundante razón, aún hoy se sigue editando la obra completa de Leibniz que ya supera los 25 volúmenes.

Este legado que acaba de cumplir 300 años debe ser apreciado con la vigencia actual de sus trabajos, aunque pase inadvertida en nuestro medio la conmemoración de su muerte ocurrida el sábado 14 de noviembre del año 16 del siglo XVIII.

Recibamos con mucho optimismo este nuevo año impar 2017, que además es un número primo. A propósito ¿sabe usted, apreciado lector, cuál será el siguiente año primo?

“Numero Deus impare gaudet!” – Virgilio.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/el-legado-de-leibniz

Imagen: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Leipzig_Leibniz_Denkmal_07.JPG

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