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La Reforma y la glosa

Por: José Julio León

A estas alturas, no caben dos opiniones: el proyecto de reforma a la educación superior presentado por el gobierno no es idóneo para alcanzar los objetivos que él mismo se plantea y deberá ser objeto de cambios sustantivos para permitir su aprobación en el Congreso. Las causas son varias: error o falta de diagnóstico de los problemas que se quiere resolver; mala técnica legislativa; escaso liderazgo y capacidad de diálogo del Ministerio de Educación; un inadecuado diseño institucional y falta de coherencia entre los medios y los fines que se quiere perseguir.

Lo anterior es extraño, dado que el actual gobierno se tomó dos años y medio para elaborar el proyecto y sus objetivos -formulados de modo general- son ampliamente compartidos en nuestra comunidad política. En efecto, el proyecto pretende: 1. “Consolidar un sistema de educación superior”; 2. “Dar garantías de calidad y resguardo de la fe pública”; 3. “Promover la equidad e inclusión”; 4. “Fortalecer la educación superior estatal”, y 5. “Fortalecer la Formación Técnico (y) profesional”.

Pero incluso el expresidente Lagos vaticina que la ley deberá ser concluida por el próximo Gobierno (que él, de paso, espera encabezar). El proyecto no consolida un sistema de educación superior (un conjunto articulado de instituciones que persiguen propósitos comunes), ni establece incentivos o mecanismos para la mejora de la calidad, ni asegura que los estudiantes más necesitados puedan acceder en mayor proporción a las IES acreditadas, ni tiende a fortalecer la educación pública (ni siquiera la estatal, que es la única a la que se refiere) o la formación técnica.

En lo que se refiere a la gratuidad, el proyecto fue calificado por el Rector Carlos Peña como el estreno de un nuevo tipo de ley: las “leyes contrafácticas”, que consisten en conceder algo (el derecho universal a la educación gratuita), bajo la condición de una realidad actualmente inexistente e improbable (cuando nuestro PIB sea equivalente al de Japón). Es muy difícil que todo esto pueda ser corregido –como anunció la ministra Delpiano- dentro del mes en curso (pero no sería la primera vez, en esta reforma, que los plazos no se cumplen).

Pero desde el Ministerio se insiste en que elaboran una indicación sustitutiva, que corregirá “sustantivamente” los defectos, descartando la división del proyecto para avanzar por capítulos, partiendo por aquellas materias que generan mayor consenso, como podrían ser ordenar la acreditación obligatoria y dar mayor transparencia al sistema de aseguramiento de la calidad; o asegurar la prohibición efectiva del lucro (en las universidades) y establecer una mayor regulación (vía superintendencia) con resguardo de la autonomía. El Ministerio niega lo que en realidad hace, y esta táctica es tanto más riesgosa para la institucionalidad del sector en cuanto puede resultar muy efectiva para el cumplimiento (parcial) de las “promesas” del programa.
Mientras todos los actores siguen discutiendo las falencias e inconsistencias del proyecto de ley, y proponiendo mejoras, el proyecto de ley de presupuesto del sector público sanciona el avance a la gratuidad, incluyendo ahora a (algunos) IP y CFT que no tienen o están en condiciones de transformarse en instituciones sin fines de lucro. La glosa respectiva repite, casi textualmente, los requisitos que el Tribunal Constitucional estimó contrarios a la Constitución (STC  2935-2015), a saber: Estar organizados como personas jurídicas sin fines de lucro y contar con acreditación institucional vigente, de acuerdo a la ley N° 20.129, por 4 años o más. Seguramente, el Gobierno confía en la aprobación previa de la llamada “ley corta” que permitirá la transformación de IP y CFT a entidades sin fines de lucro, ley que también podríamos calificar de “evangélica”, ya que –como advirtió Raúl Figueroa- les pide (a los dueños de los IP y CFT) que demuestren su vocación educacional abandonando su patrimonio, esto es, un “deja todo y sígueme”. Esto quiere decir que el próximo año podría haber un 25% de estudiantes del sistema con gratuidad y un conjunto de IP y CFT que acepten las condiciones de la gratuidad y se transformen en entidades sin fines de lucro. A eso se sumará la apertura de oferta en 2 nuevas universidades y 5 CFT estatales en regiones. Todo ello estaría sin duda cambiando la fisonomía del sistema.

El problema es que –otra vez la “negación”- esta fue, precisamente, la manera de hacer política pública en los gobiernos precedentes, ante la imposibilidad de vencer las “trampas” institucionales (el alto quórum de reforma de la LOCE) o de articular una agenda y un diseño global coherente para el sector. Y las reformas parciales, comandadas por el Ministerio de Hacienda vía ley de presupuesto, han generado tantas distorsiones como beneficios y no han logrado torcer la trayectoria del “modelo” privatista sino que la han terminado profundizando. Y eso es lo que ha venido ocurriendo con la gratuidad vía glosa. Las instituciones que más aumentaron su matrícula en 2016 fueron universidades privadas; no las estatales ni las entidades formadoras de técnicos. Justo cuando la matrícula y el número de titulados CFT e IP, había logrado superar los indicadores de las universidades. Al revés del objetivo que (se dice) se quiere perseguir.

De seguir avanzando la gratuidad vía glosa y la reforma bajo lógica financiera, el Gobierno de seguro podrá hacer cuentas alegres al final de su período, pero –desde la perspectiva de la consolidación de un sistema nacional de educación superior- no habrá, en verdad, muchos motivos para celebrar.

Fuente: http://www.latercera.com/voces/la-reforma-la-glosa/

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¿La universidad como contratista?

Por: Pedro Flores Crespo

A las madres y padres de los 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa

Una vez escuché a una colega decir que las universidades no podemos ser el reflejo de los vicios de la sociedad y de los políticos. Debemos ser, en cambio, un ejemplo de honestidad, apertura, conducta ética y actitud crítica. Cuando una Institución de Educación Superior (IES) empieza a reproducir las malas prácticas que en México condenamos a diario (dedazo, opacidad, conflicto de intereses, abuso de poder, nepotismo, irresponsabilidad, clientelismo), podemos decir que algo en el fondo empezó a descomponerse.

El pasado 6 de septiembre Juan Manuel Portal, titular de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), estuvo en el noticiero de Carlos Loret de Mola y ante la pregunta de los reporteros sobre si había irregularidades en las cuentas de la Universidad Autónoma de Morelos (Uamor), contestó que sí y que tal información era pública. ¿Qué encontraron? Según Portal, hallaron contratos que se asignaron para hacer entrega de bienes o servicios cuando la universidad “está para educar, está para investigar; no para ser un comprador intermediario”.

Pero ahí no paró la cosa. De acuerdo con el auditor, de los recursos que se contrataron, esta universidad se quedó con un porcentaje para subcontratar otros servicios y así sucesivamente, pero lo más grave es que, al realizar la auditoría, no se encontraron tales servicios. Es decir, ni recursos ni servicios. En ésta y otro tipo de irregularidades han caído varias universidades públicas, no es sólo la Uamor.

El Informe del Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2014, asegura que “[d]urante 4 años consecutivos la ASF ha observado contratos y adquisiciones que las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal adjudican para la prestación de servicios sin realizar licitación pública, al amparo del artículo primero, párrafo quinto, de la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público, lo cual ha sido informado en revisiones anteriores independientemente de que se ha solicitado se transparenten y acoten este tipo de operaciones, para prevenir e inhibir actos ilícitos en las adquisiciones con proveedores que en colaboración con servidores públicos desvían el recurso público”.

Pese a que la ASF ha hecho un llamado para transparentar y moderar la contratación directa de servicios, algunos universitarios parecen hacer caso omiso. Utilizar de manera discrecional y opaca los recursos públicos para beneficio de un actor privado es un acto que no se espera de una institución que debería ser la consciencia crítica de la nación. En el caso de la Uamor, se detectó que se transfirieron recursos a una empresa “ajena a los servicios solicitados”, es decir, aparte de la opacidad, contrataron a un proveedor sin perfil idóneo. Esto abre la puerta a suspicacias de toda índole.

¿A quién echarle la culpa de este mal comportamiento institucional? ¿Al “neoliberalismo”, cualquier cosa que eso signifique? ¿A la ignorancia, cuando muchas universidades mantienen buenas facultades y escuelas de contaduría y administración? ¿A la Secretaría de Educación Pública (SEP) o al sindicato que peor nos cae? ¿A la lacerante pobreza? ¿A los malquerientes del rector? No hay excusa, el problema es interior (inner) de los propios agentes universitarios.

Cuando uno lee estas historias de actos ilícitos, se pregunta al menos dos cosas. Uno, ¿por qué a pesar de los esquemas de evaluación, certificación y acreditación de la “calidad” que las IES han promovido desde hace más de 20 años, no se ha logrado que los universitarios pensemos y actuemos distinto al cínico y al indecente? Dirán algunos que para eso no sirve la evaluación institucional, ¿entonces para qué?

Segundo, pese al excesivo control administrativo y burocrático que se ejerce dentro de nuestras IES, siguen existiendo actores que tiene manda ancha para actuar discrecionalmente y a su favor. ¿Mientras que “abajo se aprieta, arriba se gana”? Esta conducta quiebra cualquier esquema de confianza y por tanto, de cooperación entre universitarios.

Así como muchos universitarios criticamos la posición de la Panamericana ante el plagio que cometió Enrique Peña Nieto siendo estudiante, no debemos callar ante la opacidad, impunidad y discrecionalidad de algunas IES públicas de México. La sociedad aún confía en la universidad, pero nada es para siempre.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=4973:la-universidad-como-contratista&Itemid=152

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El palito de selfie

Por: Enrique Amestoy

La llegada de los teléfonos inteligentesi o smartphones, ha hecho que la industria toda se ponga a trabajar para producir servicios y productos que complementen a los dispositivos, que generen nuevas funcionalidades, mejoren otras y siempre, siempre, generar la necesidad de consumo, para que el ciclo de vida del sistema en el que vivimos siga rodando y engordando.

Sin lugar a dudas los teléfonos inteligentes, junto con todo el desarrollo tecnológico que hemos logrado en esta etapa de evolución de la raza humana, para que dichos aparatos funcionen con todas sus posibilidades (redes de datos y telefonía veloces, cableados de fibra, tecnología GSM, 3G y 4G, nanotecnología y tantos otros etcéteras), marcan ya un punto de inflexión en la historia de la humanidad. No soy tipo que viene de las ciencias sociales por lo que por adelantado pido mis disculpas a todos ellos por los “horrores” que pueda deslizar en los próximos párrafos.

Rumbo al trabajo, por la mañana, un edificio emblemático de mi país: el Palacio Legislativo. Era temprano, la llovizna acariciaba mi rostro, caminaba tanto o mas despacio que cuando lo hago bajo la cálida caricia del sol de un día primaveral. Como casi siempre pasa, el Palacio Legislativo está en la ruta de los “city tour” y por eso me cruzo con un grupo de turistas que utilizaban sus 5 minutos (normalmente no se autoriza mas de eso para bajar de la camioneta u ómnibus que realiza el tour) para tomar fotografías con sus teléfonos inteligentes. Muchos de ellos tomaban auto retratos o “selifes”. Pucha: ya casi no queda nada por globalizar: la moneda, la deuda, la pobreza, las marcas de ropa, la comida, los vehículos, los programas de TV, todos utilizando formatos comprados a alguna cadena internacional, poniendo actores o conductores locales, pero creo que lo mas jorobado es globalizar el idioma en tanto poco a poco perdemos identidad como nación, como sociedad.

Pero quiero detenerme en los auto retratos. Me hice alguno, claro está, a lo largo de los mas o menos 15 años en que utilizo teléfono con cámara fotográfica (o cámara fotográfica, radio, agenda, recordatorio, alarma despertador, aparato para jugar, navegar por Internet, con la posibilidad, ADEMAS, de hablar por teléfono y enviar mensajes de texto). Sin embargo el palito es mas reciente. Y tiene la lógica óptica de permitir mejorar la perspectiva y abrir el plano a ser fotografiado. El palito de selfie es un invento genial! Si estamos en La Habana podemos ir a la Plaza de la Revoluciónii y hacernos –nosotros solitos– la foto con el Che a nuestras espaldas (vieron que nadie la hace con la de Camilo Cienfuegosiii que está a menos de 100 metros?) y distribuirla por doquier, so pena de que se nos acuse de no haber ido a Cuba si no la tomamos!! Esto último es solo para decirles que no me crean cuando digo que una vez fui a La Habana, no tengo el testimonio fotográfico.

Recuerdo al “corto” Buscaglia y el “Cuento de Sensemayá”iv cuando escribo: lo escucho retumbando en mi cabeza diciendo “ya volví a irme por las ramas” (no se si es en la versión que cito pero lo tengo muy presente, con el bajo de Gonzalo Moreira, supongo, haciendo una musiquita como para abajo “plin, plin, plin, plin…”) y pucha ando por La Habana sin comenzar a decir lo que realmente quería decir cuando me decidí a escribir luego de cruzarme con los turistas y sus fotos. Ahí vuelvo….

Recuerdo años atrás cuando en Buenos Aires me senté en el banco con Mafaldav y quería una foto con la pequeña gran gurisa salida de esa inigualable pluma de Quino. Andaba solo, de pasadita nomás, unas horas a un debate en un programa de televisión y me volvía. No tenía palito de selfie! No se habían inventado! Pero en la calle había cientos de personas por lo que le pedí a un grupo de adolescentes que andaba por ahí si me tomaban la fotografía. También recuerdo los cientos de comentarios del tipo “pudieron robarte el teléfono! Sos un inconsciente!”

Y a ese punto es al que me llevó esta gente con el palito de selfie: eran varios, iban todos juntos por lo que debo suponer que los unía al menos el mismo viaje por Montevideo. Sin embargo no se tomaban fotos ni todos juntos ni uno le solicitaba a otro que le tomara la fotografía. De forma cuasi onanista cada cual tomaba su propia fotografía. Y entonces pensé en Mafalda, en las bondades de la tecnología y en la sociedad en la que vivo y en cientos de cosas que reconozco no me dan los dedos para poner todas juntas: porque es bien sabido que la mente va mas rápido que las manos, aunque los magos insistan en decirnos que las manos van más rápido.

Y esas fotos seguro están, desde el minuto siguiente, en Instagram, Facebook, Twitter, Dropbox, Icloud y demás redes sociales. Obviamente en los discos duros de las agencias como la NSAvi, las bases de datos del gigante acaparador, goloso, glotón, Google, para su posterior desparramo por todo el mundo y su imposibilidad de ser borradas.

La georeferenciación de los GPS’s o la simple conexión telefónica de cada uno de esos aparatos, haciendo que se marque un puntito en algunos mapas en el mundo indicando que estamos exáctamente en ese lugar parados, con uno o dos metros de error en la precisión pero mas que suficiente para que manden un misil que le pegue a cada uno en la cabeza si es que así lo indicara alguna orden de algún loco en algún lugar.

Realmente no miré al resto de quienes caminaban por esa vereda. Quizá algunos cazaban pokemones, otros hablaban solos (porque cuando los miras parece que hablan solos: no logro que primero se me venga la idea de que tienen enchufado un aparato bluetooth en la oreja o un simple auriculares para ir conversando), seguramente sin pagar la llamada gracias a las nuevas tecnologías que nos permiten hablar gratis por internet, cosa que en los papeles está prohibida en mi país debido al monopolio estatal sobre las comunicaciones y puchaaaaaa!!! volveeeee!!!! el palito de selfieeeee!!!. Confieso que no miré al resto ni tomé mi celular para fotografiar ese instante.

Y ahora es el contador de palabras de mi LibreOfficevii, uso software libreviii si, para quienes aún no lo sepan, dice que voy en 7000 y algo de caracteres por lo que de eso y el consumismo y la lectura política que tengo de las tecnologías lo dejo para otros escritos que he ido dejando por ahí con el correr de los años o simplemente para otros que me surjan mas adelante.

Solo me quedé con una foto en la retina: estamos extremadamente solos, en sociedades cada vez mas hostiles, con toda la tecnología a nuestra disposición para estar conectados, sin siquiera la capacidad de pedir a quien tenemos al lado que nos tome una fotografía. Y no se quien pone el cascabel a ese gato pero lo cierto es que quiero escuchar, ansioso, a los profesionales de las ciencias sociales contemporáneos, a los de vanguardia, que me cuenten para donde entienden que estamos yendo. Por lo pronto un simple informático debe confesarse: nos vamos al carajo y sin retorno!

Notas:

i https://en.wikipedia.org/wiki/Smartphone

ii https://en.wikipedia.org/wiki/Plaza_de_la_Revoluci%C3%B3n#/media/File:Plaza_of_the_Revolution.JPG

iii https://en.wikipedia.org/wiki/Camilo_Cienfuegos#/media/File:Homenaje_a_Camilo_Cienfuegos_en_La_Habana.jpg

iv Cuento de Sensemayá – https://www.youtube.com/watch?v=2a0kBtHyvEU

v http://wikimapia.org/14223641/es/Estatua-Homenaje-a-Mafalda

vi https://es.wikipedia.org/wiki/Agencia_de_Seguridad_Nacional

vii https://www.libreoffice.org/

viii https://www.gnu.org/philosophy/free-sw.es.html

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217713&titular=el-palito-de-%3Ci%3Eselfie%3C/i%3E-

Imagen:http://www.indicepr.com/noticias/2014/12/08/nova/32964/prohiben-baston-para-hacer-selfies/

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Una propuesta que nos interpela

Por: Aurora Lacueva

El proceso de transformación curricular que ha puesto en marcha el Ministerio para la Educación (Mppe) está basado en nueve referentes éticos que nos invitan a la reflexión y al mejoramiento de nuestra acción. No se dirigen solo a las educadoras y los educadores, aunque desde luego ellas y ellos son destinatarios principalísimos de este llamado, interpelan también a las familias, al personal no docente de las escuelas, a las comunidades, a los propios estudiantes –de acuerdo a su edad-, a los sindicatos, a la sociedad en general, y también, y en primer lugar, al mismo gobierno que los propone.

En efecto, postular los referentes compromete al gobierno a elevar cada día la calidad de su actuación, derivando de estos principios los planes y las iniciativas concretas que permitan pasar del papel a la realidad.

En el caso de la ciudadanía, creo que al conocerlos la mayoría estará de acuerdo con tales patrones, y deberíamos así preguntarnos cómo podemos ayudar, desde nuestra particular situación, a que se cumplan. Incluso, llevándolos más allá de lo que el ministerio pueda haber pensado. El necesario diálogo que debe darse en nuestra sociedad tiene aquí un área clave.

Es de destacar que estos referentes éticos están explicados en un lenguaje claro y directo, no se quedan en frases vagas ya muy repetidas y que poco expresan. Por ejemplo, ¿qué significa el primero: “Educar con, por y para todas y todos”? Es, dice el ministerio, no solo garantizar el acceso a la educación básica, sino desarrollar las condiciones para que cada estudiante permanezca y aprenda. Por eso: “Una educación inclusiva no discrimina a ningún estudiante ni lo etiqueta”. Y añade el Mppe que este referente: “nos obliga a que la educación tenga sentido para quien estudia, a buscar activamente sus intereses y explorar en ellos y ellas la curiosidad, la necesidad de aprender que portan como condición humana”. ¡Hermoso reto! Para una profesora puede significar, pongamos por caso, cuidar desde el inicio del año a quienes “salen mal”; para un estudiante, no burlarse de ningún compañero; para un vigilante, reportar el retraimiento de un niño antes alegre; para el Mppe, ofrecer materiales educativos diversos e interesantes…

Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/aurora-lacueva-una-propuesta-que-nos-interpela/

Imagen: http://www.unesco.org/new/es/our-priorities/education-for-all/

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La Educación: currículo normado versus currículo oculto

Por: Rafael Lucio Gil

Toda educación formal se expresa en la filosofía que la orienta y contenidos de enseñanza a través de un currículo explícito. La educación inicial, básica y media, a cargo del Ministerio de Educación, cuenta con este currículo general, que acoge los diversos niveles y modalidades educativas, derivándose en competencias, contenidos y metodologías para cada una de ellas. Este mandato constituye el referente obligado de la acción educativa práctica que el personal docente debe ejercer en los centros educativos, aportando sentido y significado a la educación.

Dicho referente curricular no es autónomo, ha de estar conectado íntimamente al modelo de desarrollo de la sociedad nicaragüense, por la cual, las políticas educativas demandarán  articularse con las políticas sociales, ambientales, de salud, etc., solo así, se podrá concretar la incidencia necesaria entre educación y desarrollo.

Este currículo concretado por dirigentes y docentes, acaba siendo interpretado, desde un plano cognitivo, emocional y ético. Entran en acción, por tanto, el currículo oculto o implícito (contenidos y valores no escritos), y el currículo nulo (lo escrito, pero que no se cumple). Al respecto, la investigación científica curricular y sus didácticas, demuestra que la incidencia en los educandos de estos dos currículos llega a ser más determinante, incluso, que la del currículo normado.

Esto explica que la influencia de la educación escolar dependerá, y mucho, de la brecha que exista entre lo prescrito por el currículo oficial y lo que realmente se hace, o no se hace, en la práctica. Podemos entender, así, la poca o ninguna efectividad que tienen en la niñez y adolescencia, las actitudes y valores que mandata el currículo oficial. Algunos ejemplos  facilitan comprender esta paradoja educativa y curricular a la que el país debería prestar mayor atención:

-Mientras el discurso curricular oficial establece aprovechar al máximo los horarios escolares, la práctica se traduce en pérdidas de cuantiosas horas-clase por razones no educativas.

-Si bien, el discurso y documentos oficiales se refieren al rescate de la educación como derecho humano, el presupuesto que la asamblea destina a la educación viene disminuyendo hasta  menos del 3% del PIB, cuando debiera crecer gradualmente hacia el 6%. La paradoja es doble, por cuanto los datos nacionales hablan, también, de un Presupuesto de la República que ha venido creciendo significativamente, mostrando que el país está creciendo más del 4%.

-Es sabido que el personal que dirige la educación desde el nivel central, delegaciones y centros educativos, deben dedicar el tiempo debido a los temas educativos, sin embargo, las preocupaciones y ocupaciones reales, en la práctica, dan prioridad a temas y tareas alejadas de la educación.

-El discurso simbólico afirma que el personal docente ha recuperado un trato justo y recibe una formación pertinente y de calidad, sin embargo, es evidente que el magisterio vive en pobreza y proletarizado, con un salario que no cubre ni la mitad de la canasta básica, con formación precaria y eventos de formación enfáticos en aspectos políticos,  que le impiden proporcionar una educación de calidad.

-La administración afirma que se está logrando una educación de calidad en competencias, sin embargo, en general prevalecen en el centro educativo formatos y metodologías que priorizan la memorización y repetición mecánica de contenidos.
-Mientras el documento curricular mandata desarrollar el pensamiento crítico, en las aulas se prioriza el pensamiento único, la repetición de slogans y consignas, prohibiéndose otras miradas en formas de pensar y valorar la problemática social, política y económica.

-Los resultados estadísticos de los indicadores educativos reclaman transparencia para ser conocidos por la sociedad, sin embargo, no son accesibles a la ciudadanía, y algunos que se divulgan suelen estar sobrevalorados.

-El currículo  aporta un legado de valores muy reconocidos (el respeto, la solidaridad, la justicia, etc), pero tanto en la sociedad como en los centros educativos, se castiga el pensamiento político divergente y penaliza la solidaridad; mientras tanto, el centro educativo enseña valores copiándolos y memorizándolos.

-Por último, el centro educativo demanda ser un “espacio letrado” (todo en él promueva cultura y conocimiento), en cambio, todos los espacios áulicos y ambientales se atiborran de propaganda de un solo partido.

Nuestra educación demanda transformaciones profundas. Coherencia entre el currículo y la práctica del centro educativo, en valores y actitudes que promueva el Estado y sus instituciones fundamentales; y el respeto a los derechos humanos de todos los actores, a su libertad de pensamiento y derecho a decidir. Todo ello debe abonar a un currículo de una ciudad o comunidad educadora. Transformar los currículos educativos, sin esta coherencia del Estado y toda la sociedad con la práctica educativa, sería un trabajo postizo.

Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/406965-educacion-curriculo-normado-versus-curriculo-ocult/

Imagen: http://www.teinteresa.es/mundo/UNICEF-UNESCO-denuncian-adolescentes-educacion_0_1288072266.html

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Días de octubre

Por: Graziella Pogolotti

Para los antillanos, octubre ha sido un mes particularmente de ciclones. Al­gu­nos de estos huracanes entraron en la leyenda, transmitida de padres a hijos. Los habaneros constituyeron una cultura en torno al fenómeno meteorológico.

Todo empezaba con el claveteo de puertas y ventanas. Según las posibilidades de cada hogar, se acopiaban comestibles, velas y luz brillante. Luego, se em­prendía un recorrido para evaluar las consecuencias del desastre y enhebrar al anecdotario para conversaciones en los lugares frecuentados por el vecindario.

El paso periódico de huracanes parece una advertencia de la naturaleza, maltratada por la humanidad de manera irresponsable. Su gruñido nos recuerda que está ahí y que de ella dependemos. Para los cubanos, este mes tempestuoso tiene una carga histórica fundamental. Un 10 de octubre, Carlos Ma­nuel de Céspedes inició la lucha por la independencia. En el mismo acto, dio la libertad a sus esclavos. Estaba a pun­to de cumplirse un siglo del acontecimiento cuando caía en Bolivia Ernesto Guevara. Ambos sucesos eslabonan un largo proceso histórico. El análisis de cada uno demuestra que lo político y lo social son inseparables. Similar conexión existe entre el destino de cada una de nuestras naciones y el conjunto de la América Latina, sobre todo en época de agigantamiento de la asimetría entre el poder hegemónico y los países que emergen del neocolonialismo. En este batallar colectivo, no es descartable el papel de las personalidades en la conducción de los movimientos de libe­ración.

Ingenio de pequeña dimensión, La Demajagua se convirtió en símbolo re­dentor. Sin embargo, después de tanto batallar, en 1902 nacía una república lastrada por la impronta neocolonial. Los cubanos de entonces sufrieron una amarga decepción. Algunos escépticos se acomodaron a la nueva situación. En la república de generales y doctores, algunos oportunistas se unieron al ca­rro republicano. Otros con grados conquistados en los años de guerra, sacaron provecho de los méritos acumulados. Existieron también los insobornables, punto de partida de un reacomodamiento de fuerzas y del diseño de distintas estrategias para proseguir la lucha en las nuevas condiciones. Las ideas orientaron acciones que definieron los programas forjados en el enfrentamiento a Machado y Batista.

A pesar del abandono gubernamental, de la carencia de una legislación que protegiera los bienes de la nación y la venta incontrolada de documentos por quienes afrontaban necesidades pe­cuniarias, con el siglo XX comenzaron a fundarse instituciones de carácter pa­trimonial. Los lo­cales eran inapropiados, pero de alguna manera se preservaron bienes en el ám­bito de la Bi­blioteca Nacional, el Ar­chivo Nacional y el Museo Nacional. Con el triunfo de la Revolución, se produjo un intenso trabajo de rescate sustentado en un esencial cuerpo legislativo. Ha sido in­suficiente, sin embargo, la popularización del entendimiento de la importancia de los bienes documentales. Asis­timos a veces al triste espectáculo que ofrecen libros valiosos tirados junto a contenedores de basura. Así mismo, la ignorancia ha conducido a la desaparición de testimonios del proceso político, económico, social y cultural de la nación.

Entender la historia exige engarzar los grandes acontecimientos con el vivir cotidiano de los grupos sociales en los distintos territorios. Por ese motivo interesan los registros notariales de matrimonio y transmisión de herencias, el movimiento de pasajeros por los distintos puertos, los anuncios publicados en la prensa, los manuales utilizados en la enseñanza a través del tiempo, los programas de manos de espectáculos. En la América Latina toda, importa saber qué libros circularon legal e ilegalmente, factor clave para saber de qué manera en el intercambio entre el acá y el allá, entre el subcontinente sojuzgado y las metrópolis dominantes, se fue consolidando un pensamiento propio, ma­triz del independentismo y la emancipación. Rodríguez Morey se atrincheró en el conglomerado heterogéneo que constituye el antecedente y origen de nuestro Museo Nacional. Por el archivo y la biblioteca pasaron intelectuales cu­banos con conciencia patriótica. La re­ciente publicación de la Órbita de José Antonio Ramos, a cargo de la investigadora Cira Romero, rin­de homenaje a un singular testimoniante de la república neocolonial que sufrió amarga decepción ante el espectáculo de la república corrupta y dependiente. Lúcido buscador de verdad, escribió ensayos, novelas, obras de teatro. Aferrado siempre a sus reservas morales, sus ideas atravesaron un lento y orgánico proceso de radicalización.

Instalada en el Castillo de la Fuerza, la Biblioteca Nacional se convirtió en el último refugio de una vo­luntad de servicio a la patria. Pocos lectores concurrían al vetusto local. Pe­ro allí se conservaron bienes que revelaron to­da su riqueza después del triunfo de la Revolución. Libros, periódicos, manuscritos, grabados, mapas habían tenido albergue, protección y resguardo en es­pera del momento en que hornadas de investigadores y estudiantes in­vadieron las salas del edificio erigido en la Plaza de la Revolución.

El patrimonio documental de la na­ción desborda las fronteras capitalinas. Las bibliotecas y archivos provinciales conservan tesoros muchas veces subestimados. La codicia de los mercaderes se ha valido de la penuria económica de algunos para extraer del país valiosos documentos. Quienes así actúan, saben lo que están haciendo en términos mercantiles y en detrimento de va­lores fundamentales de la nación. Aun­que permanezcan aparentemente dormidos durante años, algún día, alguien tropezará con ellos. Le ofrecerán la llave para penetrar en un territorio ignorado, pródigo en respuestas y abierto a nuevas interrogantes.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2016-10-10/dias-de-octubre-10-10-2016-00-10-56

Imagen: http://noticias.eltiempo.es/2015/09/30/octubre-de-2015-que-nos-espera/

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Un crecimiento educativo sostenible

Por: Mariano Fernández Enguita

El momento que vivimos, en la Gran Recesión a la que no se ve un claro final y tras varios años de recortes presupuestarios, contribuye a concentrar el debate público en una obsesión simplificadora por los recursos o, más exactamente, con el gasto público. Este es, indudablemente, parte del problema o de la falta de soluciones. Su medida más convencional, el gasto público en educación como porcentaje del producto interior bruto del país, estaba en 2011 (último año con datos comparables de Eurostat) para España en el 4.82, por debajo del 5.25 de la Unión Europea de los 28 y del 5.15 de la zona euro. Si se acumula el gasto público y privado, como hace la OCDE para el mismo año, el porcentaje sobre el PIB en España alcanzaría el 5.5, por debajo del 6.1 de la OCDE y el 5.8 de la UE21 (por encima, sin embargo, del 5.1 de Alemania y Japón y el 4.6 de Italia).

Pero el gasto total no solo depende de cuánto se gasta por alumno sino también del número de estos, y por tanto de la tasa de natalidad, baja en España, y la estructura demográfica, comparativamente envejecida. Un indicador que tiene en cuenta esto es el gasto por alumno como porcentaje del PIB per cápita, que en 2011 era en España del 27.5%, frente al 26.9 en la UE28 (Eurostat), quedando el país algo mejor que la media. Este indicador acumula gasto público y privado, por lo que el paso de la desventaja a la ventaja se explica también por el esfuerzo de las familias, no del Estado. La relación gasto público/privado es 4.7/0.8 en España, más favorable que en la OCDE, 4.8/1.5, pero menos que en la UE21, 5.3/0.5, por la especificidad del modelo de bienestar europeo.

Es importante tener en cuenta esta diversidad de indicadores, y otros que no cabe tratar aquí, frente a la simplificación de la relación gasto público/PIB. Si se trata de ver lo que la institución logra con los recursos que recibe, por ejemplo, importa muy poco que estos sean de origen público, privado o celestial, pues el dinero es fungible, non olet. Si se quiere evaluar el trato económico que se da a los titulares del derecho, los alumnos, hay que tener en cuenta su número, por lo que tampoco basta la relación gasto/PIB. No obstante, este indicador, el más popular, sirve en parte para valorar tanto el esfuerzo público (en particular el esfuerzo presupuestario) en general como las políticas de gobierno en particular, sobre todo a través de su evolución.

La recesión ha hecho, según la OCDE, que entre 2010 y 2012 el gasto educativo total descienda en más de un tercio de los países miembros, pero España es, además, uno de los cinco únicos en que lo ha hecho un 5% o más (con base 2008=100 lo habría hecho de 105 en 2009 a 100 en 2011; con base 2009=100, a 96 en 2011). Medido por su relación con el PIB y según cifras del MECD, el gasto público en educación habría descendido del 4.99% en 2009 al 4.31% en 2014 (si bien es cierto que el elevado indicador de 2009 se debe más a la caída del PIB que al aumento del gasto).

A primera vista, que el descenso del PIB se traduzca en un descenso de los ingresos, y por tanto del gasto público, incluido el educativo, no puede sorprender a nadie. Pero gastar en educación no es como hacerlo, por ejemplo, en cultura o en nuevas infraestructuras. En principio el gasto educativo depende de la estructura de la población, y la escolarización es un trayecto continuado y regular, por lo cual debería poder ser un gasto estable; si un país tiene ya déficits que cubrir, como en el caso español el bajo nivel de retención tras la escolaridad obligatoria (el elevado abandono prematuro), debería tal vez aumentar; en términos prácticos es incluso algo contracíclico, pues la menor o peor oferta de empleo anima a los jóvenes a seguir estudiando (o los desanima a dejar de hacerlo). Lo que es más, toda gran crisis económica se termina resolviendo, en buena parte, con una intensificación de la innovación, lo que Schumpeter llamaba destrucción creativa, es decir, la desaparición de viejos empleos y la aparición de otros nuevos, que entrañará nuevas y seguramente mayores necesidades de cualificación del trabajo. Dicho de otro modo, la crisis no es el momento de reducir sino de aumentar la inversión educativa; sin duda es más difícil, pero los individuos, grupos o países que lo hagan saldrán con ventaja en la próxima fase, y viceversa.

¿Qué educación debe ser gratuita? En España ya lo es la obligatoria, pero incluso ahí las familias afrontan una serie de gastos necesarios (libros y materiales escolares) relevantes, sobre todo para las de menos recursos. Una política ambiciosa debería asegurar la gratuidad total de la enseñanza obligatoria, asumiendo esos gastos anejos, y extenderla al siguiente nivel en que ya se aspira a la saturación, es decir, a la Secundaria superior (Bachillerato y CFGM, hoy fuertemente subvencionados pero no gratuitos, aparte de sus propios gastos anexos), toda vez que se ha asumido el objetivo europeo de que la culmine el 85% de la población, ya elevado en numerosos países al 90%.

¿Y la Educación Infantil? Hoy es de oferta obligatoria, por tanto gratuita, la de segundo ciclo en los centros públicos, pero, en la perspectiva de un sistema público unificado, formado por centros estatales y concertados, debería ser también acogida en los conciertos. En cuanto al primer ciclo, aunque se ha hecho una propaganda que creo exagerada, con débil base empírica, sobre los efectos de la escolarización temprana en el logro escolar posterior e incluso en la trayectoria económica adulta, no cabe duda de que cumple una función social para todas las familias, que beneficia en particular a las madres, ni de que sí puede ser decisiva para la infancia socialmente más desfavorecida. El coste de asumir la gratuidad, no obstante, sería elevado, por lo que requeriría un acuerdo, asimismo, sobre cómo, dónde y de quién obtener los recursos fiscales (o sobre qué otros gastos reducir).

Cuestión distinta es la educación superior. A pesar de ser el segmento en el que los recortes (la elevación de tasas y la reducción de becas) ha producido un malestar más visible, sencillamente por su capacidad de movilización, aquí se trata de una (amplia) minoría de la población financiada con los recursos de todos, por lo que la simple gratuidad sería regresiva y cabría pensar en mecanismos blandos y condicionales de financiación individual, que eviten dejar en la cuneta a nadie sin recursos familiares pero que entrañen el compromiso de devolver a la sociedad el trato de favor recibido.

Un gasto educativo de este orden de magnitud requiere un amplio acuerdo político, que comprometa a la totalidad o a una amplia mayoría del arco parlamentario, y un mecanismo de sostenibilidad, que bien podría inspirarse en el modelo del fondo de reserva que ya existe para las pensiones.

La otra cara de un modelo sostenible es la productividad del sistema. El esfuerzo social por financiar la educación debe tener como contrapartida un esfuerzo profesional por hacer un uso más eficaz y más eficiente de los recursos encomendados. La economía de la información y la sociedad del conocimiento requieren una ciudadanía mejor educada y más cualificada, pero esto no puede basarse en el simple engorde de la escuela de siempre. Desde que existen series homogéneas del IPC (índice de precios al consumo), enero de 1993 (base=100) hasta los últimos datos de julio de 2016, el IPC general ha aumentado un 79,5%, pero el de la enseñanza lo ha hecho casi el doble, un 174%, muy por encima de la Medicina (el servicio más homologable, 46,7%), la vivienda (la burbuja, 108,3%) o la alimentación (lo más básico, 81,5%), y solo por detrás del alcohol y las bebidas alcohólicas (con fines disuasorios, 250,6%). En lo que va de esta década lo ha hecho más que cualquier otro capítulo. Existe poco acuerdo sobre cómo medir la productividad de la educación (y una fuerte oposición a que sea medida), pero siempre que se ha hecho ha resultado una tendencia claramente decreciente o, en el mejor de los casos, plana.

Lo primero que hace falta es abandonar los dogmas sobre las ratios, que deberán ser reducidas no por doquier sino solo allí donde resulte demostrablemente beneficioso; no de manera indiscriminada, como si fuera un derecho de los profesores, sino donde produzca una clara mejora para el alumno, que es el único titular de derechos a este respecto, el derecho a una educación de calidad atendiendo a la diversidad y a las necesidades especiales.

Lo segundo es prolongar la vida útil del profesorado, enterrando de una vez por todas cualquier pretensión de jubilación anticipada como la que se generalizó en las dos décadas anteriores, un injustificable privilegio gremial (abandonar el trabajo a los 60 años, incluso con los mismos ingresos) con un elevado e insostenible coste económico y de pérdida de experiencia para el sistema escolar público. Cuestión distinta es que las funciones de un docente puedan conocer modificaciones, estatutarias o voluntarias, con la edad, la antigüedad o la evolución de su salud.

La tercera es fomentar la innovación tecnológica y organizativa para elevar la productividad, desde la mera sustitución de recursos analógicos por recursos digitales (por ejemplo, los libros), pasando por la reorganización de espacios, tiempos y actividades (por ejemplo, vía la fusión de grupos sin reducción de docentes), hasta un desplazamiento parcial, también dentro del espacio y bajo la tutela de la escuela, del propio aprendizaje escolar hacia la instrucción por los pares y uso de hardware y software didácticos interactivos, algo que el nuevo entorno digital bien permite.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/2016/09/25/5-crecimiento-educativo-sostenible/
Imagen: http://educacionsociedaduclm.blogspot.com/2015/04/el-coste-de-la-educacion-mas-inversion.html

 

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