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Ciencias sociales, violencia epistémica y el problema de la invención del otro Santiago Castro Gómez

 

América del Sur/ Colombia/Septiembre 2016/Santiago Castro Gómez/http://www.clacso.org.ar/

Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR, de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá.

Durante las últimas dos décadas del siglo XX, la filosofía posmoderna y los estudios culturales se constituyeron en importantes corrientes teóricas que, adentro y afuera de los recintos académicos, impulsaron una fuerte crítica a las patologías de la occidentalización. A pesar de todas sus diferencias, las dos corrientes coinciden en señalar que tales patologías se deben al carácter dualista y excluyente que asumen las relaciones modernas de poder. La modernidad es una máquina generadora de alteridades que, en nombre de la razón y el humanismo, excluye de su imaginario la hibridez, la multiplicidad, la ambigüedad y la contingencia de las formas de vida concretas. La crisis actual de la modernidad es vista por la filosofía posmoderna y los estudios culturales como la gran oportunidad histórica para la emergencia de esas diferencias largamente reprimidas.

A continuación mostraré que el anunciado «fin» de la modernidad implica ciertamente la crisis de un dispositivo de poder que construía al «otro» mediante una lógica binaria que reprimía las diferencias. Con todo, quisiera defender la tesis de que esta crisis no conlleva el debilitamiento de la estructura mundial al interior de la cual operaba tal dispositivo. Lo que aquí denominaré el «fin de la modernidad» es tan solo la crisis de una configuración histórica del poder en el marco del sistema-mundo capitalista, que sin embargo ha tomado otras formas en tiempos de globalización, sin que ello implique la desaparición de ese mismo sistema-mundo. Argumentaré que la actual reorganización global de la economía capitalista se sustenta sobre la producción de las diferencias y que, por tanto, la afirmación celebratoria de éstas, lejos de subvertir al sistema, podría estar contribuyendo a consolidarlo. Defenderé la tesis de que el desafío actual para una teoría crítica de la sociedad es, precisamente, mostrar en qué consiste la crisis del proyecto moderno y cuáles son las nuevas configuraciones del poder global en lo que Lyotard ha denominado la «condición posmoderna».

Mi estrategia consistirá primero en interrogar el significado de lo que Habermas ha llamado el «proyecto de la modernidad», buscando mostrar la génesis de dos fenómenos sociales estrechamente relacionados: la formación de los estados nacionales y la consolidación del colonialismo. Aquí pondré el acento en el papel jugado por el conocimiento científico-técnico, y en particular por el conocimiento brindado por las ciencias sociales, en la consolidación de estos fenómenos. Posteriormente mostraré que el «fin de la modernidad» no puede ser entendido como el resultado de la explosión de los marcos normativos en donde este proyecto jugaba taxonómicamente, sino como una nueva configuración de las relaciones mundiales de poder, esta vez ya no basada en la represión sino en la producción de las diferencias. Finalizaré con una breve reflexión sobre el papel de una teoría crítica de la sociedad en tiempos de globalización.

1. El proyecto de la gubernamentabilidad

¿Qué queremos decir cuando hablamos del «proyecto de la modernidad»? En primer lugar, y de manera general, nos referimos al intento fáustico de someter la vida entera al control absoluto del hombre bajo la guía segura del conocimiento. El filósofo alemán Hans Blumemberg ha mostrado que este proyecto demandaba, a nivel conceptual, elevar al hombre al rango de principio ordenador de todas las cosas2. Ya no es la voluntad inescrutable de Dios quien decide sobre los acontecimientos de la vida individual y social, sino que es el hombre mismo quien, sirviéndose de la razón, es capaz de descifrar las leyes inherentes a la naturaleza para colocarlas a su servicio. Esta rehabilitación del hombre viene de la mano con la idea del dominio sobre la naturaleza mediante la ciencia y la técnica, cuyo verdadero profeta fue Bacon. De hecho, la naturaleza es presentada por Bacon como el gran «adversario» del hombre, como el enemigo al que hay que vencer para domesticar las contingencias de la vida y establecer el Regnum hominis sobre la tierra3. Y la mejor táctica para ganar esta guerra es conocer el interior del enemigo, oscultar sus secretos más íntimos, para luego, con sus propias armas, someterlo a la voluntad humana. El papel de la razón científico-técnica es precisamente acceder a los secretos más ocultos y remotos de la naturaleza con el fin de obligarla a obedecer nuestros imperativos de control. La inseguridad ontológica sólo podrá ser eliminada en la medida en que se aumenten los mecanismos de control sobre las fuerzas mágicas o misteriosas de la naturaleza y sobre todo aquello que no podemos reducir a la calculabilidad. Max Weber habló en este sentido de la racionalización de occidente como un proceso de «desencantamiento» del mundo.

Quisiera mostrar que cuando hablamos de la modernidad como «proyecto» nos estamos refiriendo también, y principalmente, a la existencia de una instancia central a partir de la cual son dispensados y coordinados los mecanismos de control sobre el mundo natural y social. Esa instancia central es el Estado, garante de la organización racional de la vida humana. «Organización racional» significa, en este contexto, que los procesos de desencantamiento y desmagicalización del mundo a los que se refieren Weber y Blumemberg empiezan a quedar reglamentados por la acción directriz del Estado. El Estado es entendido como la esfera en donde todos los intereses encontrados de la sociedad pueden llegar una «síntesis», esto es, como el locus capaz de formular metas colectivas, válidas para todos. Para ello se requiere la aplicación estricta de «criterios racionales» que permitan al Estado canalizar los deseos, los intereses y las emociones de los ciudadanos hacia las metas definidas por él mismo. Esto significa que el Estado moderno no solamente adquiere el monopolio de la violencia, sino que usa de ella para «dirigir» racionalmente las actividades de los ciudadanos, de acuerdo a criterios establecidos científicamente de antemano.

El filósofo social norteamericano Immanuel Wallerstein ha mostrado cómo las ciencias sociales se convirtieron en una pieza fundamental para este proyecto de organización y control de la vida humana4. El nacimiento de las ciencias sociales no es un fenómeno aditivo a los marcos de organización política definidos por el Estado-nación, sino constitutivo de los mismos. Era necesario generar una plataforma de observación científica sobre el mundo social que se quería gobernar5. Sin el concurso de las ciencias sociales, el Estado moderno no se hallaría en la capacidad de ejercer control sobre la vida de las personas, definir metas colectivas a largo y a corto plazo, ni de construir y asignar a los ciudadanos una «identidad» cultural6. No solo la reestructuración de la economía de acuerdo a las nuevas exigencias del capitalismo internacional, sino también la redefinición de la legitimidad política, e incluso la identificación del carácter y los valores peculiares de cada nación, demandaban una representación científicamente avalada sobre el modo en que «funcionaba» la realidad social. Solamente sobre la base de esta información era posible realizar y ejecutar programas gubernamentales.
Las taxonomías elaboradas por las ciencias sociales no se limitaban, entonces, a la elaboración de un sistema abstracto de reglas llamado «ciencia» – como ideológicamente pensaban los padres fundadores de la sociología -, sino que tenían consecuencias prácticas en la medida en que eran capaces de legitimar las políticas regulativas del Estado. La matriz práctica que dará origen al surgimiento de las ciencias sociales es la necesidad de «ajustar» la vida de los hombres al aparato de producción. Todas las políticas y las instituciones estatales (la escuela, las constituciones, el derecho, los hospitales, las cárceles, etc.) vendrán definidas por el imperativo jurídico de la «modernización», es decir, por la necesidad de disciplinar las pasiones y orientarlas hacia el beneficio de la colectividad a través del trabajo. De lo que se trataba era de ligar a todos los ciudadanos al proceso de producción mediante el sometimiento de su tiempo y de su cuerpo a una serie de normas que venían definidas y legitimadas por el conocimiento. Las ciencias sociales enseñan cuáles son las «leyes» que gobiernan la economía, la sociedad, la política y la historia. El Estado, por su parte, define sus políticas gubernamentales a partir de esta normatividad científicamente legitimada.

Ahora bien, este intento de crear perfiles de subjetividad estatalmente coordinados conlleva el fenómeno que aquí denominamos «la invención del otro». Al hablar de «invención» no nos refirimos solamente al modo en que un cierto grupo de personas se representa mentalmente a otras, sino que apuntamos, más bien, hacia los dispositivos de saber/poder a partir de los cuales esas representaciones son construidas. Antes que como el «ocultamiento» de una identidad cultural preexistente, el problema del «otro» debe ser teóricamente abordado desde la perspectiva del proceso de producción material y simbólica en el que se vieron involucradas las sociedades occidentales a partir del siglo XVI7. Quisiera ilustrar este punto acudiendo a los análisis de la pensadora venezolana Beatriz González Stephan, quien ha estudiado los dispositivos disciplinarios de poder en el contexto latinoamericano del siglo XIX y el modo en que, a partir de estos dispositivos, se hizo posible la «invención del otro».

González Stephan identifica tres prácticas disciplinarias que contribuyeron a forjar los ciudadanos latinoamericanos del siglo XIX: las constituciones, los manuales de urbanidad y las gramáticas de la lengua. Siguiendo al teórico uruguayo Angel Rama, Beatriz González constata que estas tecnologías de subjetivación poseen un denominador común: su legitimidad descansa en la escritura. Escribir era un ejercicio que, en el siglo XIX, respondía a la necesidad de ordenar e instaurar la lógica de la «civilización» y que anticipaba el sueño modernizador de las elites criollas. La palabra escrita construye leyes e identidades nacionales, diseña programas modernizadores, organiza la comprensión del mundo en términos de inclusiones y exclusiones. Por eso el proyecto fundacional de la nación se lleva a cabo mediante la implementación de instituciones legitimadas por la letra (escuelas, hospicios, talleres, cárceles) y de discursos hegemónicos (mapas, gramáticas, constituciones, manuales, tratados de higiene) que reglamentan la conducta de los actores sociales, establecen fronteras entre unos y otros y les transmiten la certeza de existir adentro o afuera de los límites definidos por esa legalidad escrituraria8.

La formación del ciudadano como «sujeto de derecho» sólo es posible dentro del marco de la escritura disciplinaria y, en este caso, dentro del espacio de legalidad definido por la constitución. La función jurídico-política de las constituciones es, precisamente, inventar la ciudadanía, es decir, crear un campo de identidades homogéneas que hicieran viable el proyecto moderno de la gubernamentabilidad. La constitución venezolana de 1839 declara, por ejemplo, que sólo pueden ser ciudadanos los varones casados, mayores de 25 años, que sepan leer y escribir, que sean dueños de propiedad raíz y que practiquen una profesión que genere rentas anuales no inferiores a 400 pesos9. La adquisición de la ciudadanía es, entonces, un tamiz por el que sólo pasarán aquellas personas cuyo perfil se ajuste al tipo de sujeto requerido por el proyecto de la modernidad: varón, blanco, padre de familia, católico, propietario, letrado y heterosexual. Los individuos que no cumplen estos requisitos (mujeres, sirvientes, locos, analfabetos, negros, herejes, esclavos, indios, homosexuales, disidentes) quedarán por fuera de la «ciudad letrada», recluidos en el ámbito de la ilegalidad, sometidos al castigo y la terapia por parte de la misma ley que los excluye.

Pero si la constitución define formalmente un tipo deseable de subjetividad moderna, la pedagogía es el gran artífice de su materialización. La escuela se convierte en un espacio de internamiento donde se forma ese tipo de sujeto que los «ideales regulativos» de la constitución estaban reclamando. Lo que se busca es introyectar una disciplina sobre la mente y el cuerpo que capacite a la persona para ser «útil a la patria». El comportamiento del niño deberá ser reglamentado y vigilado, sometido a la adquisición de conocimientos, capacidades, hábitos, valores, modelos culturales y estilos de vida que le permitan asumir un rol «productivo» en la sociedad. Pero no es hacia la escuela como «institución de secuestro» que Beatriz González dirige sus reflexiones, sino hacia la función disciplinaria de ciertas tecnologías pedagógicas como los manuales de urbanidad, y en particular del muy famoso de Carreño publicado en 1854. El manual funciona dentro del campo de autoridad desplegado por el libro, con su intento de reglamentar la sujeción de los instintos, el control sobre los movimientos del cuerpo, la domesticación de todo tipo de sensibilidad considerada como «bárbara»10. No se escribieron manuales para ser buen campesino, buen indio, buen negro o buen gaucho, ya que todos estos tipos humanos eran vistos como pertenecientes al ámbito de la barbarie. Los manuales se escribieron para ser «buen ciudadano»; para formar parte de la civitas, del espacio legal en donde habitan los sujetos epistemológicos, morales y estéticos que necesita la modernidad. Por eso, el manual de Carreño advierte que «sin la observacia de estas reglas, más o menos perfectas, según el grado de civilización de cada país […] no habrá medio de cultivar la sociabilidad, que es el principio de la conservación y el progreso de los pueblos y la existencia de toda sociedad bien ordenada»11.

Los manuales de urbanidad se convierten en la nueva biblia que indicará al ciudadano cuál debe ser su comportamiento en las más diversas situaciones de la vida, pues de la obediencia fiel a tales normas dependerá su mayor o menor éxito en la civitas terrena, en el reino material de la civilización. La «entrada» en el banquete de la modernidad demandaba el cumplimiento de un recetario normativo que servía para distinguir a los miembros de la nueva clase urbana que empezaba a emerger en toda Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XIX. Ese «nosotros» al que hace referencia el manual es, entonces, el ciudadano burgués, el mismo al que se dirigen las constituciones republicanas; el que sabe cómo hablar, comer, utilizar los cubiertos, sonarse las narices, tratar a los sirvientes, conducirse en sociedad. Es el sujeto que conoce perfectamente «el teatro de la etiqueta, la rigidez de la apariencia, la máscara de la contención»12. En este sentido, las observaciones de González Stephan coinciden con las de Max Weber y Norbert Elias, para quienes la constitución del sujeto moderno viene de la mano con la exigencia del autocontrol y la represión de los instintos, con el fin de hacer más visible la diferencia social. El «proceso de la civilización» arrastra consigo un crecimiento del umbral de la vergüenza, porque se hacía necesario distinguirse claramente de todos aquellos estamentos sociales que no pertenecían al ámbito de la civitas que intelectuales latinoamericanos como Sarmiento venían identificando como paradigma de la modernidad. La «urbanidad» y la «educación cívica» jugaron, entonces, como taxonomías pedagógicas que separaban el frac de la ruana, la pulcritud de la suciedad, la capital de las provincias, la república de la colonia, la civilización de la barbarie.

En este proceso taxonómico jugaron también un papel fundamental las gramáticas de la lengua. González Stephan menciona en particular la Gramática de la Lengua Castellana destinada al uso de los americanos, publicada por Andrés Bello en 1847. El proyecto de construcción de la nación requería de la estabilización lingüística para una adecuada implementación de las leyes y para facilitar, además, las transacciones comerciales. Existe, pues, una relación directa entre lengua y ciudadanía, entre las gramáticas y los manuales de urbanidad: en todos estos casos, de lo que se trata es de crear al homo economicus, al sujeto patriarcal encargado de impulsar y llevar a cabo la modernización de la república. Desde la normatividad de la letra, las gramáticas buscan generar una cultura del «buen decir» con el fin de evitar «las prácticas viciosas del habla popular» y los barbarismos groseros de la plebe13. Estamos, pues, frente a una práctica disciplinaria en donde se reflejan las contradicciones que terminarían por desgarrar al proyecto de la modernidad: establecer las condiciones para la «libertad» y el «orden» implicaba el sometimiento de los instintos, la supresión de la espontaneidad, el control sobre las diferencias. Para ser civilizados, para entrar a formar parte de la modernidad, para ser ciudadanos colombianos, brasileños o venezolanos, los individuos no sólo debían comportarse correctamente y saber leer y escribir, sino también adecuar su lenguaje a una serie de normas. El sometimiento al orden y a la norma conduce al individuo a sustituir el flujo heterogéneo y espontáneo de lo vital por la adopción de un continuum arbitrariamente constituido desde la letra.

Resulta claro, entonces, que los dos procesos señalados por González Stephan, la invención de la ciudadanía y la invención del otro, se hallan genéticamente relacionados. Crear la identidad del ciudadano moderno en América Latina implicaba generar un contraluz a partir del cual esa identidad pudiera medirse y afirmarse como tal. La construcción del imaginario de la «civilización» exigía necesariamente la producción de su contraparte: el imaginario de la «barbarie». Se trata en ambos casos de algo más que representaciones mentales. Son imaginarios que poseen una materialidad concreta, en el sentido de que se hallan anclados en sistemas abstractos de carácter disciplinario como la escuela, la ley, el Estado, las cárceles, los hospitales y las ciencias sociales. Es precisamente este vínculo entre conocimiento y disciplina el que nos permite hablar, siguiendo a Gayatri Spivak, del proyecto de la modernidad como el ejercicio de una «violencia epistémica».

Ahora bien, aunque Beatriz González ha indicado que todos estos mecanismos disciplinarios buscaban crear el perfil del homo economicus en América Latina, su análisis genealógico, inspirado en la microfísica del poder de Michel Foucault, no permite entender el modo en que estos procesos quedan vinculados a la dinámica de la constitución del capitalismo como sistema-mundo. Para conceptualizar este problema se hace necesario realizar un giro metodológico: la genealogía del saber-poder, tal como es realizada por Foucault, debe ser ampliada hacia el ámbito de macroestructuras de larga duración (Braudel / Wallerstein), de tal manera que permita visualizar el problema de la «invención del otro» desde una perspectiva geopolítica. Para este propósito resultará muy útil examinar el modo en que las teorías poscoloniales han abordado este problema.

2. La colonialidad del poder o la «otra cara» del proyecto de la modernidad

Una de las contribuciones más importantes de las teorías poscoloniales a la actual reestructuración de las ciencias sociales es haber señalado que el surgimiento de los Estados nacionales en Europa y América durante los siglos XVII al XIX no es un proceso autónomo, sino que posee una contraparte estructural: la consolidación del colonialismo europeo en ultramar. La persistente negación de este vínculo entre modernidad y colonialismo por parte de las ciencias sociales ha sido, en realidad, uno de los signos más claros de su limitación conceptual. Impregnadas desde sus orígenes por un imaginario eurocéntrico, las ciencias sociales proyectaron la idea de una Europa ascéptica y autogenerada, formada históricamente sin contacto alguno con otras culturas14. La racionalización – en sentido weberiano – habría sido el resultado de un despliegue de cualidades inherentes a las sociedades occidentales (el «tránsito» de la tradición a la modernidad), y no de la interacción colonial de Europa con América, Asia y Africa a partir de 149215. Desde este punto de vista, la experiencia del colonialismo resultaría completamente irrelevante para entender el fenómeno de la modernidad y el surgimiento de las ciencias sociales. Lo cual significa que para los africanos, asiáticos y latinoamericanos el colonialismo no significó primariamente destrucción y expoliación sino, ante todo, el comienzo del tortuoso pero inevitable camino hacia el desarrollo y la modernización. Este es el imaginario colonial que ha sido reproducido tradicionalmente por las ciencias sociales y la filosofía en ambos lados del Atlántico.

Las teorías poscoloniales han mostrado, sin embargo, que cualquier recuento de la modernidad que no tenga en cuenta el impacto de la experiencia colonial en la formación de las relaciones propiamente modernas de poder resulta no sólo incompleto sino también ideológico. Pues fue precisamente a partir del colonialismo que se generó ese tipo de poder disciplinario que, según Foucault, caracteriza a las sociedades y a las instituciones modernas. Si como hemos visto en el apartado anterior, el Estado-nación opera como una maquinaria generadora de otredades que deben ser disciplinadas, esto se debe a que el surgimiento de los estados modernos se da en el marco de lo que Walter Mignolo ha llamado el «sistema-mundo moderno/colonial»16. De acuerdo a teóricos como Mignolo, Dussel y Wallerstein, el Estado moderno no debe ser mirado como una unidad abstracta, separada del sistema de relaciones mundiales que se configuran a partir de 1492, sino como una función al interior de ese sistema internacional de poder.

Surge entonces la pregunta: ¿cuál es el dispositivo de poder que genera el sistema-mundo moderno/colonial y que es reproducido estructuralmente hacia adentro por cada uno de los estados nacionales? Una posible respuesta la encontramos en el concepto de la «colonialidad del poder» sugerido por el sociólogo peruano Aníbal Quijano17. En opinión de Quijano, la expoliación colonial es legitimada por un imaginario que establece diferencias inconmensurables entre el colonizador y el colonizado. Las nociones de «raza» y de «cultura» operan aquí como un dispositivo taxonómico que genera identidades opuestas. El colonizado aparece así como lo «otro de la razón», lo cual justifica el ejercicio de un poder disciplinario por parte del colonizador. La maldad, la barbarie y la incontinencia son marcas «identitarias» del colonizado, mientras que la bondad, la civilización y la racionalidad son propias del colonizador. Ambas identidades se encuentran en relación de exterioridad y se excluyen mutuamente. La comunicación entre ellas no puede darse en el ámbito de la cultura – pues sus códigos son inconmensurables – sino en el ámbito de la Realpolitik dictada por el poder colonial. Una política «justa» será aquella que, mediante la implementación de mecanismos jurídicos y disciplinarios, intente civilizar al colonizado a través de su completa occidentalización.

El concepto de la «colonialidad del poder» amplía y corrige el concepto foucaultiano de «poder disciplinario», al mostrar que los dispositivos panópticos erigidos por el Estado moderno se inscriben en una estructura más amplia, de carácter mundial, configurada por la relación colonial entre centros y periferias a raíz de la expansión europea. Desde este punto de vista podemos decir lo siguiente: la modernidad es un «proyecto» en la medida en que sus dispositivos disciplinarios quedan anclados en una doble gubernamentabilidad jurídica. De un lado, la ejercida hacia adentro por los estados nacionales, en su intento por crear identidades homogéneas mediante políticas de subjetivación; de otro lado, la gubernamentabilidad ejercida hacia afuera por las potencias hegemónicas del sistema-mundo moderno/colonial, en su intento de asegurar el flujo de materias primas desde la periferia hacia el centro. Ambos procesos forman parte de una sola dinámica estructural.

Nuestra tesis es que las ciencias sociales se constituyen en este espacio de poder moderno/colonial y en los saberes ideológicos generados por él. Desde este punto de vista, las ciencias sociales no efectuaron jamás una «ruptura epistemológica» – en el sentido althusseriano – frente a la ideología, sino que el imaginario colonial impregnó desde sus orígenes a todo su sistema conceptual18. Así, la mayoría de los teóricos sociales de los siglos XVII y XVIII (Hobbes, Bossuet, Turgot, Condorcet) coincidían en que la «especie humana» sale poco a poco de la ignorancia y va atravesando diferentes «estadios» de perfeccionamiento hasta, finalmente, obtener la «mayoría de edad» a la que han llegado las sociedades modernas europeas19. El referente empírico utilizado por este modelo heurístico para definir cuál es el primer «estadio», el más bajo en la escala del desarrollo humano, es el de las sociedades indígenas americanas tal como éstas eran descritas por viajeros, cronistas y navegantes europeos. La característica de este primer estadio es el salvajismo, la barbarie, la ausencia completa de arte, ciencia y escritura. «Al comienzo todo era América», es decir, todo era superstición, primitivismo, lucha de todos contra todos, «estado de naturaleza». El último estadio del progreso humano, el alcanzado ya por las sociedades europeas, es construido, en cambio, como «lo otro» absoluto del primero y desde su contraluz. Allí reina la civilidad, el Estado de derecho, el cultivo de la ciencia y de las artes. El hombre ha llegado allí a un estado de «ilustración» en el que, al decir de Kant, puede autolegislarse y hacer uso autónomo de su razón. Europa ha marcado el camino civilizatorio por el que deberán transitar todas las naciones del planeta.

No resulta difícil ver cómo el aparato conceptual con el que nacen las ciencias sociales en los siglos XVII y XVIII se halla sostenido por un imaginario colonial de carácter ideológico. Conceptos binarios tales como barbarie y civilización, tradición y modernidad, comunidad y sociedad, mito y ciencia, infancia y madurez, solidaridad orgánica y solidaridad mecánica, pobreza y desarrollo, entre otros muchos, han permeado por completo los modelos analíticos de las ciencias sociales. El imaginario del progreso según el cual todas las sociedades evolucionan en el tiempo según leyes universales inherentes a la naturaleza o al espíritu humano, aparece así como un producto ideológico construido desde el dispositivo de poder moderno/colonial. Las ciencias sociales funcionan estructuralmente como un «aparato ideológico» que, de puertas para adentro, legitimaba la exclusión y el disciplinamiento de aquellas personas que no se ajustaban a los perfiles de subjetividad que necesitaba el Estado para implementar sus políticas de modernización; de puertas para afuera, en cambio, las ciencias sociales legitimaban la división internacional del trabajo y la desigualdad de los términos de intercambio y comercio entre el centro y la periferia, es decir, los grandes beneficios sociales y económicos que las potencias europeas estaban obteniendo del dominio sobre sus colonias. La producción de la alteridad hacia adentro y la producción de la alteridad hacia afuera formaban parte de un mismo dispositivo de poder. La colonialidad del poder y la colonialidad del saber se encuentraban emplazadas en una misma matriz genética.

3. Del poder disciplinar al poder libidinal

Quisiera finalizar este ensayo preguntándome por las transformaciones sufridas por el capitalismo una vez consolidado el final del proyecto de la modernidad, y por las consecuencias que tales transformaciones pueden tener para las ciencias sociales y para la teoría crítica de la sociedad.

Hemos conceptualizado la modernidad como una serie de prácticas orientadas hacia el control racional de la vida humana, entre las cuales figuran la institucionalización de las ciencias sociales, la organización capitalista de la economía, la expansión colonial de Europa y, por encima de todo, la configuración jurídico-territorial de los estados nacionales. También vimos que la modernidad es un «proyecto» porque ese control racional sobre la vida humana es ejercido hacia adentro y hacia afuera desde una instancia central, que es el Estado-nación. En este orden de ideas viene entonces la pregunta: ¿a qué nos referimos cuando hablamos del final del proyecto de la modernidad? Podríamos empezar a responder de la siguiente forma: la modernidad deja de ser operativa como «proyecto» en la medida en que lo social empieza a ser configurado por instancias que escapan al control del Estado nacional. O dicho de otra forma: el proyecto de la modernidad llega a su «fin» cuando el Estado nacional pierde la capacidad de organizar la vida social y material de las personas. Es, entonces, cuando podemos hablar propiamente de la globalización.

En efecto, aunque el proyecto de la modernidad tuvo siempre una tendencia hacia la mundialización de la acción humana, creemos que lo que hoy se llama «globalización» es un fenómeno sui generis, pues conlleva un cambio cualitativo de los dispositivos mundiales de poder. Quisiera ilustrar esta diferencia entre modernidad y globalización utilizando las categorías de «anclaje» y «desanclaje» desarrolladas por Anthony Giddens: mientras que la modernidad desancla las relaciones sociales de sus contextos tradicionales y las reancla en ámbitos postradicionales de acción coordinados por el Estado, la globalización desancla las relaciones sociales de sus contextos nacionales y los reancla en ámbitos posmodernos de acción que ya no son coordinados por ninguna instancia en particular.

Desde este punto de vista, sostengo la tesis de que la globalización no es un «proyecto», porque la gubernamentabilidad no necesita ya de un «punto arquimédico», es decir, de una instancia central que regule los mecanismos de control social20. Podríamos hablar incluso de una gubernamentabilidad sin gobierno para indicar el carácter espectral y nebuloso, a veces imperceptible, pero por ello mismo eficaz, que toma el poder en tiempos de globalización. La sujeción al sistema-mundo ya no se asegura mediante el control sobre el tiempo y sobre el cuerpo ejercido por instituciones como la fábrica o el colegio, sino por la producción de bienes simbólicos y por la seducción irresistible que éstos ejercen sobre el imaginario del consumidor. El poder libidinal de la posmodernidad pretende modelar la totalidad de la psicología de los individuos, de tal manera que cada cual pueda construir reflexivamente su propia subjetividad sin necesidad de oponerse al sistema. Por el contrario, son los recursos ofrecidos por el sistema mismo los que permiten la construcción diferencial del «Selbst». Para cualquier estilo de vida que uno elija, para cualquier proyecto de autoinvención, para cualquier ejercicio de escribir la propia biografía, siempre hay una oferta en el mercado y un «sistema experto» que garantiza su confiabilidad21. Antes que reprimir las diferencias, como hacía el poder disciplinar de la modernidad, el poder libidinal de la posmodernidad las estimula y las produce.

Habíamos dicho también que en el marco del proyecto moderno, las ciencias sociales jugaron básicamente como mecanismos productores de alteridades. Esto debido a que la acumulación de capital tenía como requisito la generación de un perfil de «sujeto» que se adaptara fácilmente a las exigencias de la producción: blanco, varón, casado, heterosexual, disciplinado, trabajador, dueño de sí mismo. Tal como lo ha mostrado Foucault, las ciencias humanas contribuyeron a crear este perfil en la medida en que formaron su objeto de conocimiento a partir de prácticas institucionales de reclusión y secuestro. Cárceles, hospitales, manicomios, escuelas, fábricas y sociedades coloniales fueron los laboratorios donde las ciencias sociales obtuvieron a contraluz aquella imagen de «hombre» que debía impulsar y sostener los procesos de acumulación de capital. Esta imagen del «hombre racional», decíamos, se obtuvo contrafácticamente mediante el estudio del «otro de la razón»: el loco, el indio, el negro, el desadaptado, el preso, el homosexual, el indigente. La construcción del perfil de subjetividad que requería el proyecto moderno exigía entonces la supresión de todas estas diferencias.

Sin embargo, y en caso de ser plausible lo que he venido argumentando hasta ahora, en el momento en que la acumulación de capital ya no demanda la supresión sino la producción de diferencias, también debe cambiar el vínculo estructural entre las ciencias sociales y los nuevos dispositivos de poder. Las ciencias sociales y las humanidades se ven obligadas a realizar un «cambio de paradigma» que les permita ajustarse a las exigencias sistémicas del capital global. El caso de Lyotard me parece sintomático. Afirma con lucidez que el metarelato de la humanización de la Humanidad ha entrado en crisis, pero declara, al mismo tiempo, el nacimiento de un nuevo relato legitimador: la coexistencia de diferentes «juegos de lenguaje». Cada juego de lenguaje define sus propias reglas, que ya no necesitan ser legitimadas por un tribunal superior de la razón. Ni el héroe epistemológico de Descartes ni el héroe moral de Kant funcionan ya como instancias transcendentales desde donde se definen las reglas universales que deberán jugar todos los jugadores, independientemente de la diversidad de juegos en los cuales participen. Para Lyotard, en la «condición posmoderna» son los jugadores mismos quienes construyen las reglas del juego que desean jugar. No existen reglas definidas de antemano22.

El problema con Lyotard no es que haya declarado el final de un proyecto que, en opinión de Habermas, todavía se encuentra «inconcluso»23. El problema radica, más bien, en el nuevo relato que propone. Pues afirmar que ya no existen reglas definidas de antemano equivale a invisibilizar – es decir, enmascarar – al sistema-mundo que produce las diferencias en base a reglas definidas para todos los jugadores del planeta. Entendámonos: la muerte de los metarelatos de legitimación del sistema-mundo no equivale a la muerte del sistema-mundo Equivale, más bien, a un cambio de las relaciones de poder al interior del sistema-mundo, lo cual genera nuevos relatos de legitimación como el propuesto por Lyotard. Sólo que la estrategia de legitimación es diferente: ya no se trata de metarelatos que muestran al sistema, proyectándolo ideológicamente en un macrosujeto epistemológico, histórico y moral, sino de microrelatos que lo dejan por fuera de la representación, es decir, que lo invisibilizan.
Algo similar ocurre con los llamados estudios culturales, uno de los paradigmas más innovadores de las humanidades y las ciencias sociales hacia finales del siglo XX24.

Ciertamente, los estudios culturales han contruibuido a flexibilizar las rígidas fronteras disciplinarias que hicieron de nuestros departamentos de sociales y humanidades un puñado de «feudos epistemológicos» inconmensurables. La vocación transdisciplinaria de los estudios culturales ha sido altamente saludable para unas instituciones académicas que, por lo menos en Latinoamérica, se habían acostumbrado a «vigilar y administrar» el canon de cada una de las disciplinas25. Es en este sentido que el informe de la comisión Gulbenkian señala cómo los estudios culturales han empezado a tender puentes entre los tres grandes islotes en que la modernidad había repartido el conocimiento científico26.

Sin embargo, el problema no está tanto en la inscripción de los estudios culturales en el ámbito universitario, y ni siquiera en el tipo de preguntas teóricas que abren o en las metodologías que utilizan, como en el uso que hacen de estas metodologías y en las respuestas que dan a esas preguntas. Es evidente, por ejemplo, que la planetarización de la industria cultural ha puesto en entredicho la separación entre cultura alta y cultura popular, a la que todavía se aferraban pensadores de tradición «crítica» como Horkheimer y Adorno, para no hablar de nuestros grandes «letrados» latinoamericanos con su tradición conservadora y elitista. Pero en este intercambio massmediático entre lo culto y lo popular, en esa negociación planetaria de bienes simbólicos, los estudios culturales parecieran ver nada más que una explosión liberadora de las diferencias. La cultura urbana de masas y las nuevas formas de percepción social generadas por las tecnologías de la información son vistas como espacios de emancipación democrática, e incluso como un locus de hibridación y resistencia frente a los imperativos del mercado. Ante este diagnóstico, surge la sospecha de si los estudios culturales no habrán hipotecado su potencial crítico a la mercantilización fetichizante de los bienes simbólicos.

Al igual que en el caso de Lyotard, el sistema-mundo permanece como ese gran objeto ausente de la representación que nos ofrecen los estudios culturales. Pareciera como si nombrar la «totalidad» se hubiese convertido en un tabú para las ciencias sociales y la filosofía contemporáneas, del mismo modo que para la religión judía constituía un pecado nombrar o representar a Dios. Los temas «permitidos» – y que ahora gozan de prestigio académico – son la fragmentación del sujeto, la hibridación de las formas de vida, la articulación de las diferencias, el desencanto frente a los metarelatos. Si alguien utiliza categorías como «clase», «periferia» o «sistema-mundo», que pretenden abarcar heurísticamente una multiplicidad de situciones particulares de género, etnia, raza, procedencia u orientación sexual, es calificado de «esencialista», de actuar de forma «políticamente incorrecta», o por lo menos de haber caído en la tentación de los metarelatos. Tales reproches no dejan de ser justificados en muchos casos, pero quizás exista una alternativa.

Considero que el gran desafío para las ciencias sociales consiste en aprender a nombrar la totalidad sin caer en el esencialismo y el universalismo de los metarelatos. Esto conlleva la difícil tarea de repensar la tradición de la teoría crítica (aquella de Lukács, Bloch, Horkheimer, Adorno, Marcuse, Sartre y Althusser) a la luz de la teorización posmoderna, pero, al mismo tiempo, de repensar ésta a la luz de aquella. No se trata, pues, de comprar nuevos odres y desechar los viejos, ni de echar el vino nuevo en odres viejos; se trata, más bien, de reconstruir los viejos odres para que puedan contener al nuevo vino. Este «trabajo teórico», como lo denominó Althusser, ha sido comenzado ya en ambos lados del Atlántico desde diferentes perspectivas. Me refiero a los trabajos de Antonio Negri, Michael Hardt, Fredric Jameson, Slavoj Zizek, Walter Mignolo, Enrique Dussel, Edward Said, Gayatri Spivak, Ulrich Beck, Boaventura de Souza Santos y Arturo Escobar, entre otros muchos.

La tarea de una teoría crítica de la sociedad es, entonces, hacer visibles los nuevos mecanismos de producción de las diferencias en tiempos de globalización. Para el caso latinoamericano, el desafío mayor radica en una «descolonización» las ciencias sociales y la filosofía. Y aunque éste no es un programa nuevo entre nosotros, de lo que se trata ahora es de desmarcarse de toda una serie de categorías binarias con las que trabajaron en el pasado las teorías de la dependencia y las filosofías de la liberación (colonizador vesus colonizado, centro versus periferia, Europa versus América Latina, desarrollo versus subdesarrollo, opresor versus orpimido, etc.), entendiendo que ya no es posible conceptualizar las nuevas configuraciones del poder con ayuda de ese instrumental teórico27. Desde este punto de vista, las nuevas agendas de los estudios poscoloniales podrían contribuir a revitalizar la tradición de la teoría crítica en nuestro medio28.

Notas

  1. Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR, de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá.
    2. Cf. H. Blumemberg, Die Legitimität der Neuzeit, Suhrkamp, Frankfurt 197, parte II.
    3. Cf. F. Bacon, Novum Organum # 1-33; 129.
    4. Cf. I. Wallerstein, Unthinking Social Science. The Limits of Nineteenth-Century Paradigms. Polity Press, Londres, 1991.
    5. Las ciencias sociales son, como bien lo muestra Giddens, «sistemas reflexivos», pues su función es observar el mundo social desde el que ellas mismas son producidas. Cf. A. Giddens, Consecuencias de la modernidad. Alianza Editorial, Madrid, 1999, p. 23 ss.
    6. Sobre este problema de la identidad cultural como un constructo estatal me he ocupado en el artículo «Fin de la modernidad nacional y transformaciones de la cultura en tiempos de globalización», en: J. Martín-Barbero, F. López de la Roche, Jaime E. Jaramillo (eds.), Cultura y Globalización. CES – Universidad Nacional de Colombia, 1999, pp. 78-102.
    7. Por eso preferimos usar la categoría «invención» en lugar de «encubrimiento», como hace el filósofo argentino Enrique Dussel. Cf. E. Dussel, 1492: El encubrimiento del otro. El orígen del mito de la modernidad. Ediciones Antropos, Santafé de Bogotá, 1992.
    8. B. González Stephan, «Economías fundacionales. Diseño del cuerpo ciudadano», en: B. González Stephan (comp.), Cultura y Tercer Mundo. Nuevas identidades y ciudadanías. Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1996.
    9. Ibid., p. 31.
    10. Id., «Modernización y disciplinamiento. La formación del ciudadano: del espacio público y privado», en: B. González Stephan / J. Lasarte / G. Montaldo / M.J. Daroqui (comp.), Esplendores y miserias del siglo XIX. Cultura y sociedad en América Latina. Monte Avila Editores, Caracas, 1995.
    11. Ibid., p. 436.
    12. Ibid., p. 439.
    13. B. González Stephan, «Economías fundacionales», p. 29.
    14. Cf. J.M. Blaut, The Colonizer`s Model of the World. Geographical Diffusionism and Eurocentric History. The Guilford Press, New York, 1993.
    15. Recordar la pregunta que se hace Max Weber al comienzo de La ética protestante y que guiará toda su teoría de la racionalización: «¿Qué serie de circunstancias han determinado que precisamente sólo en Occidente hayan nacido ciertos fenómenos culturales que, al menos como solemos representárnoslos, parecen marcar una dirección evolutiva de universal alcance y validez?» Cf. M. Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Península, Madrid, 1984, p. 23.
    16. Cf. W. Mignolo, Local Histories / Global Designs. Coloniality, Subaltern Knowledges and Border Thinking. Princenton University Press, Princenton, 2000, p. 3 ss.
    17. Cf. A. Quijano, «Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en América Latina», en: S. Castro-Gómez, O. Guardiola-Rivera, C. Millán de Benavides (eds.), Pensar (en) los intersticios. Teoría y práctica de la crítica poscolonial. CEJA, Santafé de Bogotá, 1999, p. 99-109.
    18. Una genealogía de las ciencias sociales debería mostrar que el imaginario ideológico que luego impregnaría a las ciencias sociales tuvo su origen en la primera fase de consolidación del sistema-mundo moderno/colonial, es decir, en la época de la hegemonía española.
    19. Cf. R. Meek, Los orígenes de la ciencia social. El desarrollo de la teoría de los cuatro estadios. Siglo XXI, Madrid, 1981.
    20. La materialidad de la globalización ya no está constituída por las instituciones disciplinarias del Estado nacional, sino por corporaciones que no conocen territorios ni fronteras. Esto implica la configuración de un nuevo marco de legalidad, es decir, de una nueva forma de ejercicio del poder y la autoridad, así como de la producción de nuevos mecanismos punitivos – una policía global – que garanticen la acumulación de capital y la resolución de los conflictos. Las guerras del Golfo y de Kosovo son un buen ejemplo del «nuevo orden mundial» que emerge después de la guerra fría y como consecuencia del «fin» del proyecto de la modernidad. Cf. S. Castro-Gómez / E. Mendieta, «La translocalización discursiva de Latinoamérica en tiempos de la globalización», en: Id., Teorías sin disciplina. Latinoamericanismo, Poscolonialidad y Globalización en debate. Editorial Porrúa, México, 1998, p. 5-30.
    21. El concepto de la confianza (trust) depositada en sistemas expertos lo tomo directamente de Giddens. Cf. op.cit., p. 84 ss.
    22. Cf. J.-F. Lyotard. La condición postmoderna. Informe sobre el saber. Rei, México, 1990.
    23. Cf. J. Habermas, Die Moderne – Ein Unvollendetes Projekt. Reclam, Leipzig, 1990, p. 32-54.
    24. Para una introducción a los estudios culturales anglosajones, véase: B. Agger, Cultural Studies as Critical Theory. The Falmer Press, London / New York, 1992. Para el caso de los estudios culturales en América Latina, la mejor introducción sigue siendo el libro de W. Rowe / V. Schelling, Memoria y Modernidad. Cultura Popular en América Latina. Grijalbo, México, 1993.
    25. Es preciso establecer aquí una diferencia en el significado político que han tenido los estudios culturales en la universidad norteamericana y latinoamericana respectivamente. Mientras que en los Estados Unidos los estudios culturales se han convertido en un vehículo idóneo para el rápido «carrerismo» académico en un ámbito estructuralmente flexible, en América Latina han servido para combatir la desesperante osificación y el parroquialismo de las estructuras universitarias.
    26. Cf. I. Wallerstein, et.al, Open the Social Sciences. Report of the Gulbenkian Commission on the Restructuring of the Social Sciences. Stanford University Press, Stanford, 1996, p. 64-66.
    27. Para una crítica de las categorías binarias con las que trabajó el pensamiento latinoamericano del siglo XX, véase mi libro Crítica de la razón latinoamericana, Puvill Libros, Barcelona, 1996.
    28. S. Castro-Gómez, O. Guardiola-Rivera, C. Millán de Benavides, «Introducción», en: Id. (eds.), Pensar (en) los intersticios. Teoría y práctica de la crítica poscolonial. CEJA, Santafé de Bogotá, 1999.

    Referencias bibliográficas

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González Stephan, Beatriz: «Modernización y disciplinamiento. La formación del ciudadano: del espacio público y privado», en: B. González Stephan/ J. Lasarte / G. Montaldo / M.J. Daroqui (comp.), Esplendores y miserias del siglo XIX. Cultura y sociedad en América Latina. Monte Avila Editores, Caracas, 1995.
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Quijano, Anibal: «Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en América Latina», en: S. Castro-Gómez, O. Guardiola-Rivera, C. Millán de Benavides (eds.), Pensar (en) los interticios. Teoría y práctica de la crítica poscolonial. CEJA, Santafé de Bogotá, 1999.
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Fuente

http://www.clacso.org.ar/biblioteca

Fuente imagen:

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Uso educativo de las redes informáticas por Jesús Salinas Ibáñez

Europa/España/Septiembre 2016/Jesús Salinas Ibáñez/http://ardilladigital.com

Uso educativo de las redes informáticas.

Dr. Jesús Salinas Ibáñez Dpt. Ciencias de la Educación Universidad de las Islas Baleares dcejsi0@ps.uib.es

1.- ¿Por qué las redes informáticas nos ocupan (y preocupan) a los pedagogos? Responder a este interrogante supone, hoy por hoy, indagar en las experiencias de tipo educativo en internet. La red de redes era, en sus comienzos, una red telemática que, salvando los problemas de la guerra fría para la que fue creada, permitía intercambiar opiniones a los científicos e investigadores de todo el mundo.

Podríamos comenzar diciendo, pues, que a través de internet se han desarrollado actividades académicas desde su creación, fundamentalmente de ámbito universitario. Sin embargo, las posibilidades para la formación, con existir y utilizarse, no dejaban de ser asuntos de carácter marginal: Algunas escuelas con profesores innovadores se comunicaban por correo electrónico y los alumnos compartían experiencias e información, aparecieron ‘universidades virtuales’ que mediante texto plano se accedía a comunicaciones on-line, correo electrónico con profesores que participaban en la experiencia, abundaban los bancos de documentos y bases de datos a disposición de los usuarios, etc…

Las redes informáticas se han ido convirtiendo en un fenómeno social mediante un imparable proceso de comercialización. Después de haber estado en manos de una élite de científicos e intelectuales, el ciberespacio vuelve a estar dominado por grandes empresas de la comunicación audiovisual y del ocio que se erigen en emisores privilegiados, concentrando el control sobre los contenidos y sobre las audiencias (segmentadas, individualizadas,..).

Pero junto esta organización, convive la comunicación horizontal, el intercambio, los emisores-receptores que vienen siguiendo la tradición de lo que a través de redes se ha venido haciendo. En la medida que puedan convivir ambos aspectos, la red tendrá un gran potencial educativo, porque eso permitirá un gran flujo de comunicación institucional, personal, informal.

A pesar de la paulatina comercialización, en el ámbito educativo también ha creado ciertas expectativas los últimos avances y al parecer ‘las redes van a solucionar algunos de los graves problemas que tiene planteados la formación’ (por enésima vez).

Dadas sus posibilidades, el fenómeno recaba nuestra atención ya que la comunidad educativa con sus modos, medios y técnicas necesita adaptarse a una sociedad cada vez más apoyada en las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y desde esta perspectiva el fenómeno de las redes debe ser analizado, investigado y experimentado para la enseñanza. Es desde esta perspectiva desde la que pensamos sobre las redes en la educación, sobre las posibilidades de crecimiento de la intercomunicación, la comunicación horizontal, multidireccional que ha caracterizado a internet.

En cualquier caso, lo que si podemos dar por seguro es que la educación parece ser uno de los campos privilegiados de explotación de las posibilidades comunicativas de las redes informáticas, y ante semejantes perspectivas los pedagogos no podemos quedar indiferentes.

2.- Cambios en los usuarios, cambios en los escenarios, cambios en los modelos La introducción de las TIC en el sector educativo viene enmarcada por una situación de cambios: cambios en los usuarios de la formación, cambios en los entornos o escenarios de aprendizaje, cambios en los modelos y concepciones.

Las circunstancias tecnológicas, culturales y sociales en las que se desenvuelve la actual sociedad exigen, ya, cambios en todos los elementos del proceso didáctico, incluidos nuevos objetivos para la educación. Stonier en un trabajo titulado «Education: Society’s number-one entreprise» (1989) señalaba algunos de los objetivos que comienza a requerir nuestra sociedad y que complementan, necesariamente, la educación para el empleo.

Ésta, que ha sido una de las principales preocupaciones de la era industrial, pasa a constituir uno solo de los objetivos del nuevo orden de la educación caracterizado por los siguientes objetivos:

• Educación para el empleo: La sociedad va necesitando fuerza de trabajo cada vez más versátil, capaz de responder a las cambiantes necesidades de la economía y la sociedad, mediante destrezas básicas necesarias en una economía avanzada de la información.

• Educación para la vida: Implica entender la realidad que a uno le toca vivir y entenderse él mismo, cambiar de ganarse la vida al aprendizaje de cómo vivir.

• Educación para el mundo: Entender el impacto que la ciencia y la tecnología en todos los aspectos de la sociedad, que requiere, además de las disciplinas tradicionales, un punto de vista más global (educación para la responsabilidad ambiental, para el desarrollo armonioso de las relaciones intra e inter sociedades,…), junto a algunas destrezas de que no suelen enseñarse.

• Educación para el auto-desarrollo: Desarrollar las facultades críticas de tal manera que los estudiantes sean capaces de entender conceptos y desarrollarse por sí mismos (favorecer una imaginación más creativa, pero también destrezas artísticas, físicas y sociales, y en particular destrezas comunicativas y organizativas).

• Educación para el ocio: Debemos educar para un uso constructivo del tiempo de ocio y al mismo tiempo la educación debe ir convirtiéndose en una actividad placentera. Los estudiantes van hacia una explosión de información donde ellos mismos deben buscar aquello que consideran interesante y divertido. El influjo de la evolución de la sociedad, a la que ha contribuido si duda la evolución misma de las tecnologías de la información, requiere plantear estos nuevos objetivos. En el futuro la obtención y organización de la información se convertirá en la actividad vital dominante para mucha gente.

Al mismo tiempo que contribuyen al vertiginoso cambio que exige nuevas destrezas y cambios en los objetivos, deben contribuir a su logro. Ello constituye uno de sus grandes desafíos, atender a las nuevas necesidades educativas que la evolución de la sociedad y la evolución misma de las TIC generan, y la anticipación de las necesidades educativas que la evolución futura planteará.

En este contexto, surgen diversos elementos de reflexión relacionados con el impacto de las TIC en la educación y los cambios que en esa se general para adaptarse, entre los que podemos destacar: 2.1.- Cambios en el ciudadano Las posibilidades que las redes ofrecen en la formación, hacen que surjan nuevos usuarios-alumnos caracterizados por una nueva relación con el saber y nuevas prácticas de aprendizaje adaptables a situaciones cambiantes.

Lograr este tipo de personas flexibles para adaptarse a situaciones de continuo cambio, responder a los desafíos que la evolución de la tecnología, la cultura y la sociedad plantea, va a depender de la puesta en marcha de acciones educativas relacionadas con el uso, selección, utilización y organización de la información de forma que el alumno vaya formándose como un maduro ciudadano de la sociedad de la información, vaya formándose, como dice Bartolomé (1996), para un nuevo modo de conocer.

No se trata de convertir a los ciudadanos en especialistas en comunicaciones, sino que la cultura de la comunicación esté en la formación básica para que la persona pueda desarrollar mejor sus posibilidades individuales y profesionales. No hay que quedarse en el mensaje estereotipado de McLuhan (‘el medio es el mensaje’), sino en su reflexión más profunda, cuando comprobó que la nueva revolución de la tecnología de las comunicaciones suponía en realidad la extensión de las capacidades del ser humano hasta límites desconocidos y poderosos, y que eso abría una dinámica infinita en nuestra vida y en la humanidad.

Los cambios generan dificultades e incertidumbres, pero también nuevos espacios de oportunidades. Por eso hay que adaptarse y crear esos nuevos espacios. Paralelamente, se hace necesaria una formación del profesorado en la misma dirección. Esto es: dominio de las tecnologías (no para enseñarlas, sino como usuario aventajado) y preparación para la función de guía y orientación en el uso y consumo de la información.

En este contexto podemos considerar que una persona educada debe ser un conocedor, un pensador y un aprendiz. En otras palabras, ser (o estar) educado supone la adquisición de un dominio específico de conocimiento, la posesión de destrezas cognitivas generalmente útiles y la habilidad y deseo de aprender.

2.2.- Cambios en los escenarios del aprendizaje Al analizar los posibles escenarios propiciados por las redes informáticas tendremos que distinguir entre los cambios que puedan producirse en el ámbito de la enseñanza convencional de aquellos escenarios que se ven fuertemente potenciados pro el uso educativo de las redes y que caen preferentemente en el ámbito de la enseñanza flexible y a distancia.

En general y con la actual tecnología, al menos en un futuro próximo, no parece que vayan a incidir en la enseñanza básica y media. Incidir, en el sentido de transformar el sistema. Se irá introduciendo como un recurso más, como un importante banco de recursos tal como hemos visto, sin provocar cambios importantes en la forma de enseñar. Constituyendo, eso sí, un preciado recurso para profesores y alumnos.

Quizá esta forma constituya la aportación más positiva de las redes a la educación básica. Junto a la explotación como fuente de recursos dentro de la institución educativa, debemos atender al efecto que pueda tener el cada vez más creciente acceso doméstico en fórmulas que pueden caer en el ámbito de la educación informal.

Es indudable que los alumnos que utilizan internet, en cualquiera de ambas fórmulas, se benefician de varias maneras: mejoran su contacto con la informática y la tecnología; aprenden a trabajar en un mundo transnacional; se desenvuelven en otros idiomas; tienen acceso a miles de informaciones antes inalcanzables (bancos de datos, catálogos, museos, bolsas de trabajo internacionales, etc..). En este sentido quizá convenga reflexionar sobre las conclusiones que se desprenden del documento «Highways for Learning: The Internet for Schools and Colleges»:

• Internet cobra un especial interés didáctico cuando es necesario acceder a fuentes de información no disponibles en la localidad. O que resultan cambiantes. La información se consigue entonces por medio de bases de datos remotas, por e-mail o conferencia y en muchos caso a un precio inferior que el de la vía impresa, el CD ROM o la Televisión.

• Los proyectos que implican la utilización de Internet contribuyen de manera decisiva a desarrollar las destrezas de comunicación interpersonal y estimulan la comprensión mutua entre países y culturas. Sin embargo, este tipo de actividad se ha de desarrollar atendiendo a la especificidad del medio.

• El uso de internet permite a las instituciones ofrecer un curriculum mucho más amplio. Ahora es posible agrupar a los alumnos de diversas instituciones y compartir el personal docente. • Supone un estimulo excepcional para los alumnos avanzados que pueden tomar parte en conferencias y debates y consultar bases de datos diseñados expresamente para proyectos de investigación que se llevan a cabo desde las instituciones educativas.

• Internet ayudará a profesores y alumnos a desenvolverse en un mundo donde la capacidad para manejar y acceder a la información será crucial. También les ayuda a desarrollar la capacidad de aprender de manera independiente, que pueden luego proyectar sobre otras situaciones de aprendizaje.

• Permite a los profesores y estudiantes aislados por las condiciones personales, geográficas, sociales o económicas. Comunicarse con los demás y participar en proyectos de enseñanza aprendizaje.

• La edad condiciona el uso de Internet: En la escuela primaria, los alumnos suelen participar en proyectos dirigidos y que incluyen la utilización del correo electrónico, mientras que en edades avanzadas se impone una mayor independencia en la búsqueda de información.

• Equipamiento y formación. Los proyectos piloto llevados a cabo en países como el Reino Unido evidencian que es necesario prever más dedicación de la que inicialmente podría considerarse para solventar los problemas técnicos y formar al personal docente. Es seguro que se extenderán y multiplicarán las experiencias exitosas de explotación de las redes en los niveles de enseñanza primaria y secundaria.

Pero, donde seguramente se producirán un mayor número de experiencias será sin duda en la enseñanza superior (universitaria, actualización profesional, educación permanente). Las redes de comunicación introducen una configuración tecnológica que potencia este aprendizaje más flexible y, al mismo tiempo, la existencia de nuevos escenarios del aprendizaje.

Del abanico de posibilidades que ofrecen podemos contemplar tres escenarios (Hiltz, 1992; Salinas,1995): Aprendizaje en casa, aprendizaje en el puesto de trabajo y aprendizaje en un centro de recursos de aprendizaje o centro de recursos multimedia. 2.3.- Cambios en los modelos Las posibilidades de las redes para la enseñanza superior en el contexto de estos nuevos escenarios (formación encaminada a mejorar la competencia profesional de manera constante, renovación, ampliación y puesta al día del conocimiento científico y de las habilidades técnicas necesarias para mantener los estándar profesionales lo más alto posible, la formación de los profesores en procesos de tipo colaborativo), todavía no han sido explotadas.

Es indudable que asistiremos, y asistimos, a una inflación tanto de cursos on-line, como de aprendizaje abierto. Cualquier persona con una conexión a internet puede apuntarse a los cientos de cursos de idiomas, mecanografía o informática que aparecen en la red. También en el terreno de la formación continua y superior se observa un incremento de las demandas de aprendizaje. Este incremento del mercado de formación lleva consigo mayores oportunidades y mayor competitividad, tanto para las instituciones existentes, como para las de nueva creación. Basándonos en Hanna (1998), podemos diferenciar distintos modelos de enseñanza apoyados en las posibilidades que hoy brindan las redes para la formación:

1.- Universidades de educación a distancia basadas en la tecnología. Se trata de las universidades online o universidades virtuales cuyo número está creciendo constantemente y que ofrecen un modelo de enseñanza organizado en función de la tecnología (utilizando fundamentalmente sistemas de aprendizaje asíncrono, apoyándose en las ventajas de los sistemas de conferencia mediante ordenador y en las posibilidades crecientes de world-wide-web)..

2.- Instituciones privadas dirigidas a adultos. La formación de adultos es uno de los mercados emergentes para universidades privadas y organizaciones o empresas privadas existentes y nuevas que operan dirigiéndose a segmentos muy determinados de ese mercado, atentos a las necesidades que presentan, en ámbitos como el de la cualificación técnica o de gestión, ofreciendo cursos estándar, etc…

3.- Universidades corporativas. Se trata de organizaciones de formación que diversas corporaciones empresariales han puesto en funcionamiento para cubrir necesidades de formación específica de sus propios recursos humanos (desarrollo de competencias base para el puesto de trabajo, integración en la cultura de la compañía, aumento la cooperación, la comunicación y las competencias de los empleados de forma individual y en equipo, etc.) y que proporcionan estudios que tienen acreditación.

4.- Alianzas estratégicas universidad-industria. La asociación y las alianzas estratégicas se están desarrollando entre universidades y organizaciones con ánimo de lucro. Esto supone el contacto entre diferentes culturas organizativas, diferentes objetivos, y diferentes principios operativos.

5.- Organizaciones de control de acreditación y certificación. La emergencia de un extenso mercado de formación continua ha hecho surgir organizaciones que se encargan certificar las competencias individuales (adquiridas autónomamente o a través de programas de formación), tanto de cara a los trabajadores, como a los empresarios.

6.- Universidades tradicionales extendidas. Muchas universidades convencionales diseñan y organizan programas específicos para ofrecerlos a una audiencia de adultos en modalidades no presenciales. Las experiencias van desde unidades poco dependientes de la organización tradicional y que deben autofinanciarse, hasta universidades que modifican y ofrecen los programas convencionales para una audiencia no convencional. Se trata, en cualquier caso, de atender a un mercado de formación continua que cada vez requiere mayor especialización.

7.- Universidades Multinacionales Globales. Generalmente apoyados en alguna universidad convencional (Universidad tradicional extendida o Universidad a distancia basada en la tecnología), se trata de servicios de formación superior de carácter internacional -o mejor global- que se pueden apoyar o no en universidades de los otros países.

El éxito de cualquiera de estos tipos de proyectos dependerán de varios factores (Salinas, 1997): el prestigio de las instituciones, la flexibilidad del profesorado (su capacidad para adaptarse a las condiciones impuestas por las nuevas tecnologías), calidad de los contenidos frente a los fuegos de artificio multimedia, interactividad no limitada a profesor-alumno, reconstrucción de los ambientes de comunicación humana, …

3.- ¿Qué tipos de experiencias educativas pueden darse? Un aspecto que nos puede ayudar a comprender el fenómeno es conocer si existen experiencias educativas en internet, qué tipos de experiencias y cómo pueden ayudarnos a enfocar una mayor y mejor explotación de las posibilidades educativas que encierra. Es decir, ¿Para qué se está utilizando internet? Entre las funciones que están cumpliendo las redes (internet, intranet,…) en educación y que crecerán sin duda, podemos hablar de banco de recursos, red de intercambio, acceso a recursos de aprendizaje en experiencias de aprendizaje abierto, educación informal, …

La diversidad de experiencias educativas que están explotando las posibilidades de las redes podemos agruparlas tal como hicimos en otro trabajo (Salinas, 1996a) de la siguiente manera:

1.- Redes de aulas o círculos de aprendizaje. Se trata de experiencias complementarias de las modalidades organizativas convencionales y que enlazan aulas de diferentes lugares donde se comparten información y recursos, y se potencian los proyectos comunes y la interacción social. Estas experiencias abarcan desde redes internacionales de aulas de primaria o de preescolar hasta redes universitarias o de formación profesional. Participan en programas de formación coordinados o se intercambian experiencias, información y participan en proyectos relacionados con los acontecimientos actuales, con problemas y temas sociales, ambientales, políticos, científicos o de investigación: Este tipo de experiencias, como puede suponerse, han proliferado con el auge de internet. Al mismo tiempo, han diversificado los medios que ponen en juego: explotan las posibilidades hipertextuales y multimediales del WWW, se perfeccionan las comunicaciones por correo electrónico y conferencias electrónicas, etc… 2.- Sistemas de distribución de cursos on-line (clase virtual o clase electrónica). Se pretende la sustitución de las aulas tradicionales por el acceso a los programas y experiencias de aprendizaje a través de redes y se dirige a los alumnos o usuarios de una misma institución. Los alumnos desde distintos lugares dentro o fuera de la institución siguen los cursos, o algunas actividades del mismo, a través de conferencias electrónicas sincrónicas o asincrónicas y utilizando algunos otros recursos de la red. La acción formativa forma una red cerrada. 3.- Experiencias de aprendizaje abierto. En este caso las redes son utilizadas para facilitar la comunicación entre tutor y estudiante, para potenciar el aprendizaje colaborativo y los proyectos de grupo y para facilitar la discusión entre los protagonistas de la formación. El acceso a los recursos de aprendizaje es flexible. 4.- Experiencias de aprendizaje informal. Se trata fundamentalmente de la utilización de las redes de información formadas por los enlaces electrónicos entre diferentes comunidades de enseñanza y aprendizaje para facilitar la adquisición de información y la construcción de conocimiento que representa una activa forma de aprendizaje informal e intercambio de información. En esencia, abarca el uso de los recursos que están disponibles en Internet en procesos de aprendizaje autónomo: Contactos e intercambios con personas (expertos, colegas,..), acceso a archivos de instituciones formativas, participación en grupos de discusión moderados o no,… En definitiva, el acceso desde una estación multimedia (ya sea desde el hogar, desde el aula, desde el puesto de trabajo o desde un centro de recursos de aprendizaje) a las distintas redes puede proporcionar un entorno de comunicación -sincrónica y asincrónica- multidireccional, un espacio -un ciberespacio- que puede reforzar la colaboración e interacción y que puede complementar, simular, y en algunos casos incluso mejorar, la clase convencional. 4.- ¿Qué posibilidades ofrece para la enseñanza ‘convencional’? La utilización de las redes en este ámbito supone cambios en todos los elementos del proceso educativo: organización, alumno, curriculum, profesor. Tomemos el profesor, p.e., su rol cambiará de ser el transmisor del conocimiento a actuar de guía, de facilitador, en la búsqueda del saber. Cada vez más, los alumnos tendrán acceso a la misma información, a los mismos recursos que el profesor. En estas circunstancias, de nada servirá que este se dedique a transmitir conocimientos, tendrá que actuar de facilitador, de guía para que el alumno seleccione, integre, reelabore la información y consiga aprendizajes significativos. La enseñanza continua y superior ‘convencional’ se ve transformada evolucionando hacia modalidades de aprendizaje abierto, donde se produce una oferta educativa flexible, que sirva tanto para aquellos alumnos que siguen la enseñanza ’presencial’, como aquellos que siguen la enseñanza a distancia o por cualquiera de las formulas mixtas. Este tipo de oferta flexible requiere materiales diseñados para un doble uso: tanto los estudiantes presenciales, como aquellos que no pueden estar físicamente presentes, conseguirán el acceso al aprendizaje a través de una variedad de medios y con la posibilidad de clases tutoriales y entrevistas personales. Todo ello avanza en la dirección de cubrir necesidades de formación que se manifiestan en la sociedad: Profesionales que necesitan readaptarse, actualización, personas que quieren acceder a la formación superior desde el propio entorno, que deben combinar la formación y el trabajo, personas que buscan una segunda oportunidad de formación, etc… Se trata de proporcionar oportunidades de formación a las personas sin tener que transformar su ámbito de trabajo y de vida. Ello requiere modelos pedagógicos nuevos y un fuerte apoyo de tecnologías multimedia interactivas. No obstante, en aquellas situaciones que podemos calificar de convencionales en las instituciones de enseñanza superior, la utilización de internet provoca cambios parecidos a los que hemos apuntado para los otros niveles: El acceso a un inmenso banco de recursos para el aprendizaje y las posibilidades de intercambiar experiencias e información. Pero no debemos detenernos ahí. El concepto de distancia, al menos en relación a la comunicación educativa deja de ser exclusivamente geográfico al apoyarse en las redes. La distancia que obliga a una persona a utilizar sistemas alternativos de aprendizaje puede ser ‘distancia’ física, psicológica, cultural o económica. Un aprendizaje ‘a distancia’ puede ser el medio de solucionar necesidades de una educación más individual y flexible con respecto al ritmo de aprendizaje, a la frecuencia, al tiempo, al lugar, el grupo de compañeros, etc… Las distancias, desde la perspectiva de la comunicación, son un factor determinado por el medio de comunicación que podemos utilizar y no por la distancia física real. Lo verdaderamente importante en las posibilidades de internet es la utilización de una variedad de tecnologías de la comunicación para proporcionar la flexibilidad necesaria para cubrir necesidades individuales y sociales, lograr entornos de aprendizaje efectivos, y para lograr la interacción de estudiantes y profesores. Los verdaderos objetivos a lograr serían: • Constituir un medio de solucionar necesidades de una educación más individual y flexible relacionada con necesidades tanto individuales (combinación del trabajo y estudio, reciclaje, o relativas al ritmo de aprendizaje, a la frecuencia, al tiempo, al lugar, al grupo de compañeros, etc..) como sociales (formación a grupos específicos -segunda oportunidad para el estudio, empleados de la pequeña y mediana empresa, etc- o diferenciación de programas de estudio dirigidos a una nueva y mejor cualificación en el mercado de trabajo). • Mejorar el acceso a experiencias educativas avanzadas permitiendo a estudiantes e instructores participar en comunidades de aprendizaje remoto en tiempos y lugares adecuados, utilizando ordenadores personales en el hogar, en el campus o en el trabajo. • Mejorar la calidad y efectividad de la interacción utilizando el ordenador para apoyar procesos de aprendizaje colaborativo, entendido el aprendizaje colaborativo como aquel proceso de aprendizaje que hace incapié en los esfuerzos cooperativos o de grupo entre el profesorado y los estudiantes, y que requiere participación activa e interacción por parte de ambos, profesores y alumnos, frente a los modelos tradicionales de aprendizaje acumulativo. El ámbito de aprendizaje variará. Las tradicionales instituciones de educación, ya sean presenciales o a distancia, tendrán que reajustar sus sistemas de distribución y comunicación. Pasan de ser el centro de la estrella de comunicación educativa a constituir simples nodos de un entramado de redes entre las que el alumno-usuario se mueve en unas coordenadas más flexibles y que hemos denominado ciberespacio.

Los cambios en estas coordenadas espacio-temporales traen consigo la aparición de nuevas organizaciones de enseñanza que se constituyen como consorcios o redes de instituciones y cuyos sistemas de enseñanza se caracterizan por la modularidad y la interconexión. En relación a las posibilidades de las instituciones educativas en internet parece que las cosas van por la creación de estos consorcios de instituciones (sobre todo en la e.superior) que permitan el acceso a variados y valiosos recursos de aprendizaje. 5.- ¿Educación flexible y a distancia? Cómo se puede concretar la propuesta que acabamos de hacer sobre los consorcios de instituciones o redes de aprendizaje explotando las posibilidades educativas de las redes informáticas.

Recordemos que al presentar los tipos de experiencias educativas en internet, situábamos en segundo y tercer lugar las experiencias de tipo on-line y las de aprendizaje abierto, respectivamente. La puesta en marcha de experiencias de este tipo viene a constituir lo que en otros trabajos hemos descrito como redes de aprendizaje (Salinas, 1995, 1996b), donde instituciones educativas convencionales – sean estas a distancia o presenciales- se desdibujan con las redes dando lugar a consorcios, a redes de cooperación en las que se integren las instituciones para rentabilizar los recursos de cara a su utilización en redes de aprendizaje, entendidas como aquellas formadas por los actores del proceso de enseñanza-aprendizaje (profesor y alumno), los componentes electrónicos y los materiales y apoyo administrativo y organizativo necesarios. Esto necesariamente exige, sea el acceso libre o restringido, una serie de consideraciones:

• La primera es que una red de aprendizaje la constituirían instituciones y/o personas que quieren promover un proyecto de formación en común en el que los usuariosalumnos acceden a los materiales de aprendizaje independientemente de la institución de origen y puede establecerse una interacción entre los profesores y alumnos de las distintas instituciones.

Y, para desarrollar proyectos de esta naturaleza es obligado apoyarse en las telecomunicaciones. • La importancia de organizar experiencias de aprendizaje colaborativo. Tradicionalmente los cursos de educación a distancia han sido diseñados primando la independencia del alumno y apoyándose en materiales autosuficientes. Aquí, se potencian no solo la interacción profesor-alumno, sino también entre el grupo de alumnos. Permiten observar las contribuciones de los otros, contrastarlas, cooperar en proyectos de complementación de los materiales de aprendizaje o de desarrollo de proyectos. Las estrategias de esfuerzo cooperativo son de gran valor en la enseñanza superior, donde el aprendizaje efectivo, además de ser activo debe ser cooperativo. • En relación al tipo de comunicación, parece conveniente una combinación de comunicación sincrónica y asincrónica.

La primera contribuiría a motivar la comunicación, a simular las situaciones cara a cara, mientras que la segunda ofrece la posibilidad de participar e intercambiar información desde cualquier sitio y en cualquier momento, permitiendo a cada participante trabajar a su propio ritmo y tomarse el tiempo necesario para leer, reflexionar, escribir y revisar antes de compartir las cuestiones o información con los otros. • La necesidad de un mercado de créditos académicos, de tal manera que un estudiante pueda seguir créditos en una y otra universidad, , y se le reconozca el título por la suma de los esfuerzos.

En el terreno de la educación continua y superior, el éxito de estos proyectos dependerá de la transformación de algunas de las actuales estructuras que provocan el aislamiento institucional para potenciar equipos que conjuguen la calidad docente en sistemas presenciales con la interacción a través de las redes y que lleven a la cooperación en el diseño y la distribución de los cursos y materiales de educación a distancia en el marco de consorcios de instituciones dando lugar a verdaderas redes de aprendizaje, descritas en otros trabajos ( Harasim y otros, 1995; Salinas, 1995, 1996b). Al mismo tiempo, proporcionarían instrumentos para desarrollar otra de sus importantes funciones: la investigación (mediante experiencias que pueden catalogarse de teleinvestigación) o también se puede participar en directo en el proceso de creación de una idea, en la creación de nuevo conocimiento, en el proceso colaborativo de creación de nuevos materiales para la enseñanza.

El uso educativo de las redes en experiencias de aprendizaje abierto, sean a cargo de una sola institución, sean mediante proyectos asumidos por consorcios de instituciones, ofrece un doble efecto: mejora y aumenta el acceso a las experiencias y materiales de aprendizaje a personas que tienen dificultades para el acceso a acciones convencionales y contribuye a una actualización y al desarrollo profesional del profesorado que participa en la experiencia.

Referencias:

BARTOLOME,A. (1996): Para un nuevo modo de conocer.

EDUTEC. Revista electrónica de Tecnología Educativa, n4. «Highways for Learning: The Internet for Schools and Colleges» (http:// ncet.csv.warwick.ac.uk/WWW/randd/highways /full.html)

HILTZ,S. (1992): The Virtual Classroom: Software for Collaborative Learning. En BARRET,E.(Ed.): Sociomedia. The MIT Press, Cambridge (Massachusetts).

SALINAS,J. (1995): Organización escolar y redes: Los nuevos escenarios del aprendizaje. En CABERO,J. y MARTINEZ,F. (Coord.): Nuevos canales de comunicación en la enseñanza. Centro de Estudios Ramón Areces, MAdrid. 89-117

SALINAS,J. (1996a): Las Redes: ¿Una nueva modalidad organizativa para la Formación Ocupacional. En BERMEJO,B. DOMINGUEZ,G. y MORALES,J.A. (Coord.): Formación Profesional Ocupacional. Perspectivas de un futuro inmediato.

GID, Universidad de Sevilla – FETE-UGT, Sevilla, 235-244. SALINAS,J (1996b): Campus electrónicos y redes de aprendizaje. En SALINAS,J. y otros (Coord): Redes de comunicación, redes de aprendizaje. Universidad de las Islas Baelares – EEOS, Palma de Mallorca. 91-100.

SALINAS,J. (1996c): Las redes un desafío paa la educación, o la educación un desafío para las redes. En CABERO,J.,

CERDEIRA,M. y GOMEZ,G. (Coord.): Medios de comuinicación, recursos y materiales para la mejora educativa II. Secreatiado de Recursos Audiovisuales de la Universidad de Sevilla – Area de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, 227-243.

SALINAS,J. (1997): Nuevos ambientes de aprendizaje para una sociedad de la información. Revista Pensamiento Educativo, 20. 81-104.

SALINAS, J. (1.999): «Uso educativo de las redes informáticas». Rev. Educar, 25. Univ. Autónoma de Barcelona. 81-92.

Fuente:

http://ardilladigital.com/DOCUMENTOS/TECNOLOGIA%20EDUCATIVA/TICs/T2%20NNTT%20Y%20N%20ED/SALINAS%20uso%20ed.%20redes.pdf

Fuente Imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/7m0ea3eaBT2TzIZMq-x8FzRe6BN0uTk8NSa4PKAiaSX9C1CKuCJrAVmoRepc8DuwUnJe8A=s152

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Pedagogía por vocación y praxis educativa por convicción

    América del Sur/Venezuela /Septiembre 2016/   Rodríguez Torcatt, Yuleima  /

                                                                                                   Por:  Rodríguez Torcatt, Yuleima

 

 Pedagogía por vocación y praxis educativa por convicción

¿Cuál es la capacidad y vocación de atención que poseen las y los maestros para atender en su totalidad y con calidad a la heterogeneidad estudiantil? ¿Efectivamente se dará atención integral a los niños, niñas, a sus familias y a la comunidad? ¿Qué consideran las y los maestros como educación a nivel comunitaria?… Interrogantes que abren paso al proceso investigativo y sistematizado sobre la pedagogía de vocación y la praxis educativa por convicción.

Pedagogía por Vocación:

Inicialmente la pedagogía por vocación parte del deseo,  la curiosidad y la inclinación que tiene una persona para el ejercicio de la enseñanza. Esta labor se considera favorecedora y factible para desarrollarla. Ante estos conceptos encontramos un trillado sobre su concepción tradicional, en cuanto a que nuestra labor esta socialmente  ausente o presente, simplemente se determina la posibilidad de ejercerla sin tomar en cuenta la intervención del sujeto.

Praxis educativa por convicción:

La praxis educativa por convicción aparentemente esta invisibilidad porque en ninguna fuente de información aparecen conceptos o definiciones para ella o hasta la fecha no ha sido considerada con antelación a la presente investigación, alegatos estos que permiten crear desde la reflexiva una concepción propia en el marco del estudio. La praxis educativa por convicción es aquella en la cual el maestro y la maestra están convencidos de tener una misión de amor magisterial, donde el espacio tiempo de aprendizaje y enseñanza están desterritorealizados.

En los procesos llevados a cabo para dilucidar las interrogantes iníciales nos encontramos con dos escenarios educativos, el convencional y el no convencional. A continuación se exponen incidencias directas que posteriormente dieron cabida a este documento:

La comunidad La Carrizalera, ubicada en Palo Negro- Estado Aragua , cuenta con un espacio educativo denominado Simoncito, allí las y los estudiantes hace aproximadamente 5 años atrás eran atendidos solo por madres integrales, en pocas palabras, mujeres con necesidades económicas que sin mayores exigencias eran contratadas por la instancia SENIFA, en calidad de colaboradoras en cumplimiento de funciones como :el cuido, aseo y educación de los niños y niñas que en estos espacios eran admitidos por ellas mismas, tomando desde sus concepciones los siguientes criterios: ¿El padre y la madre trabajan? ¿Posee el estudiante alguna enfermedad? ¿El padre y la madre son poco o mucho dominadores de la zona (malandros)? ¿Tienen el poder económico para cumplir con las colaboraciones que solicita el Simoncito? ¿Son tolerables los estudiantes para darles el cupo?… así sucesivamente eran tomadas en consideraciones criterios desvirtuados al propósito de la creación de este espacio educativo. Posteriormente y en pro de mejorar la calidad de atención fueron contratadas profesionales de la educación, para dar mayor respuesta de atención a las y los estudiantes. A partir de ahí, la primicia de las maestras seria la atención integral de los estudiantes y sus familias en el seno comunitario. Lamentablemente esta propuesta no generó en el transcurrir del tiempo los objetivos previos, ya que a través de algunas maestras se logró crear la sinergia institucional y familiar, con trascendencia comunitaria. Afirmaciones anteriores que están sustentadas a partir de sistematizaciones, registros, actas, fotografías, entrevistas, entre otros. Recursos que surtieron de mayor motivación investigativa, donde no se pretende fichar, acusar o demeritar la labor docente, por el contrario, se refiere a la idea de que a través de dos experiencias encontradas y contrastadas se llegue a un mayor entendimiento sobre lo que hoy día se puede concebir como maestra de vocación y maestra por convicción.

Por una parte se encontró maestras de vocación, pasibles, tiernas y delimitadas  en poner en  práctica los saberes adquiridos en la universidad, motivada por el interés de desarrollar  técnicas y metódicas para enseñar. Sus espacios para impulsar su práctica se encontraban en buenas condiciones, en cuanto a ambientación, recursos didácticos facilitados por los medios impresos capitalistas, otros a partir de los recursos económicos de las madres,  padres o representantes, establecían divisiones del grupo de estudiantes para su atención por sexo, condición económica, condición física, condición cognitiva, clasificación por edades, entre otras. ¿Esto será culpa de la maestra? ¿… y la universidad que las formo que rol cumplió?

A partir de los ejemplos anteriores encontramos las primeras coincidencias entre las maestras populares denominadas madres integrales y la maestra universitaria. En consecuencia decir que la universidad transforma es un hecho casi nulo, ya que si analizamos ambas prácticas podemos encontrar la reproducción que desde lo histórico ha sido inculcada con la visión excluyente en los pueblos del mundo. Por un lado encontramos a unas maestras populares que llevan sus prácticas supuestamente educativas sin haber pasado por procesos formativos en el ámbito formal (en desconocimiento teórico y metodológico), por el otro lado tenemos  maestras reproductoras de las practicas anteriores, pero con mayor acentuación suponiéndose que si transitaron un proceso de estudio formal que le otorgo herramientas para ser más humanistas en correspondencia a enseñar (maestras de profesión).

En la búsqueda de respuestas sobre el por qué en el centro educativo aun cuando se asignaron maestras supuestamente capacitadas por la universidad para que propiciara los cambios requeridos a las necesidades de la población estudiantil, de la comunidad y de las mismas madres integrales, por el contrario se seguían cometiendo los mismos actos castrantes, enajenantes, excluyentes, entre otros.

En una entrevista las maestras facilitaron los siguientes alegatos y experiencias:

-Yo estudie en la universidad educación inicial porque era lo que me gustaba, es una profesión bonita que busca enseñar a los niños y a las niñas para que sean personas con valores, educadas y no repitan los modelos de sus familias.

-Las madres integrales siempre tenían el control sobre el Simoncito. Cuando  me incorpore a mis labores hubo una resistencia abismal, porque no aceptaban que yo las corrigiera sobre las cosas en las que no estaba de acuerdo, trataban de arroparme con sus concepciones y cambiar eso no es tarea fácil.

-Mi labor en definitiva esta en enseñar a mis estudiantes para que salgan del centro preparados en base a las exigencias del Ministerio de Educación. Creo que luchar por cambiar todo lo que ya venían haciendo las madres integrales se llevara mucho tiempo, dedicación y pasar por momentos incómodos, entonces decidí obviar cosas y solo hacer lo que me corresponde con los estudiantes para llevar las cosas en paz.

En  contraste a las experiencias anteriores se abordó a otras maestras del Simoncito,  donde se encontró espacios con diversas carencias de recursos materiales. Según los datos obtenidos, allí se repetía el mismo modelo  suscitado con las madres integrales en mención, pero a su vez cambiante en cuanto a la praxis pedagógica. Las maestras en el caso contrario a las anterior, llegaron a ser asignadas al centro educativo a partir de tomarse en cuenta su currículo en reconocimiento de sus experiencias a nivel comunitario.

Al llegar al espacio educativo se encontraron con los vicios repetitivos, pero sucesivamente estos fueron sufriendo una fractura que los hizo mermar significativamente. Esto causo curiosidad y generó nuevas interrogantes: ¿Cómo puede suceder esto cuando las maestras apenas están recién graduadas? ¿Qué técnicas y métodos utilizan para los alcances palpables? ¿De dónde adquirieron las herramientas necesarias para hacer cambios favorables en el Simoncito y en la comunidad?

A partir de diversos recursos y en entrevista directa a las maestras, a las madres integrales y a personas relacionadas con el hecho educativo se pudo constatar que ciertamente las maestras implementaron una serie de estrategias que podemos apreciar en mínimos casos con relación al conglomerado educativo, mismas que se exponen:

En sus actividades iníciales las maestras en consenso implementaron como estrategia diagnostica el establecimiento de mesas de discusión con las madres integrales, donde se desprendió la necesidad de apertura espacios formativos e informativos sobre temáticas inherentes a la educación y derechos de los niños y niñas. Entre ellas, facilitaron talleres y conversas sobre: El currículo Nacional, Ley de los Consejos Comunales, Ley de Protección del niño, niña y adolescente, Ley del ejercicio docente, Currículo de Educación Inicial, Educación Popular, entre otras. A partir de estas acciones las madres integrales empezaron a sentir que eran tomadas en cuenta y en consecuencia fueron adquiriendo más conciencia sobre las prácticas que venían llevando con relación a loa niños y niñas. Necesario es acotar que los procesos formativos se propiciaban cada quince días fuera del horario laboral, donde en lo progresivo se fueron incorporando  madres, padres, representantes, integrantes del Consejo Comunal, entre otras.

 Otras de las estrategias implementadas fue elaborar un registro de saberes comunitarios partiendo de la labor social, desprendidas de un horario y de la paga, con pertinencia y beneficios para el centro educativo, como para la comunidad. En este aspecto el saber popular también estaba siendo exaltado y sumado al trabajo educativo, ya que desde la comunidad y con la comunidad se fueron creando lazos comunicativos, en reconocimiento que de una u otra forma todos y todas podían fungir como maestros y maestras en la socialización y aportes de saberes. En este sentido, mensualmente o tomando en cuenta las celebraciones correspondientes a las efemérides ,el Simoncito fomentaba encuentros dentro y fuera de él, ya que los niños y niñas con previa organización eran llevados a visitar a cultores y cultoras, quienes les compartían sus saberes, de igual forma también se realizaban visitas a los espacios propios del contexto.

También era significativo que para las actividades con pertinencia histórica o cultural todos participaban y tomaban decisiones sobre qué hacer, cómo, dónde, cuándo, quienes… interesante resulta esta propuesta, porque por ejemplo: las carteleras, pancartas, entre otras, eran elaboradas por los estudiantes y maestras (madres integrales y docentes).

Es de resaltar que de igual forma los recursos utilizados por la docente en los procesos de enseñanza- aprendizaje no correspondían a líneas fijadas por un libro o guía de texto, así como tampoco material impreso o fotocopiado… puesto que las docentes creaban los recursos de trabajo, utilizando las técnicas y métodos que considerabas eran apropiados, siempre apuntando a la reutilización de materiales y al aporte para la merma del capitalismo.

Ante el análisis y la reflexión sobre las experiencias anteriores,  se afirma que en el devenir histórico, los campos de batalla se deben trasladar al ámbito de la educación para ir progresivamente otorgando a las ciudadanas y los ciudadanos en el aspecto educativo un paisaje cultural y social democrático y protagónicos. El amor y la ternura son prácticas que debemos tener constantemente en el proceso de acompañar a los y las estudiantes, así como a sus grupos de familias. En este sentido, la escuela tiene que servir para que todos y todas las personas involucradas piensen, analicen, sueñen y actúen.

El maestro y la maestra transformadores son aquellos que salen de lo común, lo que quiere decir, distintos, pero con conciencia del amor magisterial. Es ahí donde está la necesidad de pensar con cabeza propia, para crear viabilidad en superar  las utopías. Esto se alude a la necesidad de hacer conciencia de las realidades sociales e ir al accionar con conocimiento de causa, es por ello que se debe entender que no se llegan a conocer las decadencias y realidades sociales si no nos acercamos a ellas. Para lograr esos cambios que requiere la praxis educativa del maestro y la maestra de vocación debemos tener un mínimo de condiciones, entre ellas: apertura a los cambios, tener motivación a partir de los diversos medios magisteriales, incorporación a los procesos de formación permanente y contextual. Entre tanto la maestra y el maestro por convicción rompe con la linealidad y avanza en su revolución por lo que cabalga sin temor en ella. En este sentido, una de sus características es el trabajo directo con las familias y comunidades a partir del conocimiento que vaya adquiriendo de estas, en cuanto a: Sus medios de comunicación, sus principios, sus puntos divergentes

o convergentes, su memoria histórica.

Comparemos ambas prácticas:

PEDAGOGIA POR VOCACION PRAXIS EDUCATIVA POR CONVICCION
§  Catalizadores de talentos. ·          Enfrentados al enorme desafío epistemológico para entender la implicancia de la emancipación.
§  Son luces para la gente que tiene necesidad de aprender. ·         Comprende y redimensiona las perspectivas desafiantes y confrontantes en la praxis educativa.
  Efectúa diagnósticos superfluos, ya que parten solo del ámbito escolar. ·         Combate los diagnósticos que niegan la existencia de distingos sociales.
§  Considera la conversa, discursos y encuentros que se desarrollan en el ámbito institucional. ·         Aplica la investigación y la formación permanente para construir en el ámbito social donde se desenvuelve.
§  Mantiene el poder y el conocimiento sobre el eje compartir. ·         Piensa en un campo integrado donde todas las personas e instancias involucradas en el hecho educativo se transforman como entes inter-comunicativos.
§  Pone en dialogo matrices universales. ·         Desarrolla la imaginación sobre todos los elementos del contexto que conlleven a la creatividad y constante redimensión de sus prácticas.
§  Su filosofía es la de relación Estado y educación, apresurándose a realizar al pie de la letra las tareas emanadas por el ente rector. ·         Parte de la auto-crítica y la formación permanente para transformar la universidad a través de si mismo.
§  Dialoga solo las ideas encontradas en la parcela denominada aula. ·         Toma en cuenta y respeta las diferencias subjetivas.
§  Expresa en el campo laboral los conocimientos, habilidades y condiciones adquiridas en la universidad. ·         Exalta la idea de la producción colaborativa entre la escuela, la familia y la comunidad.
§  Codifica los modelos previos de la universidad. ·         Promueve la reeducación  de estudiantes y familias en su propio contexto comunitario.
§  Promulgan: hace falta que el Estado construya una estructura física para la escuela. ·         Es transdisciplinario y practica la movilidad global del trabajo, ya que concibe que donde ponga en puesta su praxis allí estará la escuela.
§  Trabaja la pedagogía enmascarada del des-coloniaje sobre el poder del coloniaje. ·         Reflexiona y hace propuestas sobre la pedagogía y la coloneiad vía a la crítica revolucionaria, en consecuencia constructiva.
§  Aborda la educación desde el marco legal e inherente a su parcelamiento como educador. Ejemplo: (LOE, Protección del Niño, Niña y Adolescente, Plan de la Patria, CRBV, otros). ·         Se preocupa en conocer a sus semejantes para empezar hacer una lucha en contra las decadencias sociales y se empodera integralmente al conocimiento sobre marcos legales y sustanciales que viabilicen los procesos emancipadores.

Desde la percepción y entendimiento se crean dos nuevas concepciones:

Practica pedagógica por vocación: El maestro y la maestra mantiene en movimiento sobre un mismo eje lo complementario y usual (cuantifica- cualifica).

 Praxis educativa por convicción: El maestro y la maestra crea e implementa procesos de acumulación transformante a partir de la sinergia que se va propiciando en el todo que toca y mueve, desde su praxis que conllevan a: cualificar el todo, facilita los saltos delante de la praxis y revoluciona colectivamente con conciencia.

Hay maestras y maestros que tienen miedo a la libertad de ser autónomos para discernir y redimensionar lo que ya existe, razón por la que llevan una vida de tensión y limitación intelectual, (Yo estudie para dar clase de historia, matemática……)

Necesitamos ser docentes de los que si sospechan, buscan y descubren. Esto indica que debemos empezar por ser investigadores e investigadoras inicialmente en el aula de clases, luego ir al grupo familiar y en consecuencia al contexto comunitario, ya que no se puede transformar sin mover el todo, puesto que se aprende gratamente en comunión y en reflexión del todo con todos.

Necesario es comprender que cada escuela, cada familia y cada comunidad están conformadas por un contexto humano, el cual implica diversidad, complejidad e interpretaciones subjetivas de lo que es y no es diferente, esto tiene en su incidencia la historicidad. Ante estas reflexiones insto a las maestras y a los maestros a carecer de situar y discriminar  lo distinto.

La transformación residirá en el núcleo sinérgico que podremos conformar cuando consideremos a la comunidad una escuela.

Fuente : Yuleima Rodríguez

Fuente imagen: Yuleima Rodríguez

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Pizarrón y tizas: los docentes se forman lejos de la tecnología

Por: Javier Drovetto

Llegan al aula sin entrenamiento y con dificultad para manejar grupos.

La mayoría de los docentes del futuro, los que enseñarán en aulas donde las notebooks y los celulares estarán integrados a la pedagogía, aprenden en salones equipados con un pizarrón en el que un profesor no se cansa de gastar tizas. La mayoría de esos maestros del mañana, que sin dudas tendrán como aliados en sus clases decenas de programas alojados en la Nube, hoy apenas aprenden a usar el Word, armar presentaciones en Power Point y administrar una cuenta de mail.

El buen manejo de las herramientas que ofrece la tecnología es uno de los principales atributos que los directivos de las escuelas primarias buscan en los docentes recién egresados. Pero rara vez lo encuentran. Además, la falta de entrenamiento en el aula y la poca capacidad para adaptarse a cursos integrados por chicos emocional y socialmente heterogéneos son otros aspectos que las autoridades reconocen como debilidades en la formación docente.

Según reconocen funcionarios del área de educación, dirigentes gremiales y directivos de institutos de formación docente, esas características son vitales para los maestros de grado, pero no están adecuadamente consolidadas en el perfil del egresado.

A María Guerra le queda apenas una materia para recibirse de maestra en el Mariano Acosta y ya tomó varias suplencias como docente. Dice que se sintió preparada para estar al frente de un curso, pero advierte algunos puntos débiles. «El uso de las nuevas tecnologías se aprende como una herramienta. Aprendemos a armar un Excel, una presentación en Power Point y hasta un blog. Pero en lo que debemos trabajar es en cómo usamos esa tecnología», describe. Y cuenta que hay una dificultad más para aquellos estudiantes que ingresan sin siquiera saber manejar bien un e-mail.

Algo parecido ocurre en los institutos de formación bonaerense. «La tecnología debería ser algo transversal en la formación y debe estar presente en todas las materias. Y se debe enfatizar en lo importante: qué hacemos con esas tecnologías. Encargar un video a los alumnos debe implicarles un proceso cognitivo y no el simple hecho de la operación de la cámara», argumenta Laura Marolakis, directora provincial de Planeamiento de la Dirección General de Escuelas, desde donde se proyecta promover «un cambio significativo» al diseño curricular de la formación de docentes de primaria que está vigente desde 2008.

La escasa tecnología en el entorno donde se forman los futuros docentes genera una disociación con las aulas que empiezan a conformarse principalmente en los colegios privados. «Acá, trabajamos con pantallas interactivas con contenido digital y conectadas a Internet. Los alumnos también pueden ingresar en esa plataforma desde sus computadoras. Cuando incorporamos un docente puede ocurrir que no sepa trabajar con esa herramienta o en el caso de la mayoría de los jóvenes puede ser que sepa operarla, pero no tiene una idea cierta de cómo aplicarla para dar una clase», advierte Norma Cerutti, directora general del colegio Esteban Echeverría, del barrio de Constitución.

«Los intentos de superación del plan de estudio apuntaron más a las formas que las necesidades: fueron preeminentemente teóricos y con muy pocas oportunidades para que los futuros maestros puedan vivenciar la realidad escolar», dice Luis Barletta, director de la Escuela Argentina General Belgrano y presidente de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada, que nuclea a 80 colegios laicos porteños.

Actualmente, en los 11 profesorados estatales y 17 privados porteños, las observaciones y clases tuteladas en escuelas representan un tercio de las 3900 horas de formación. Sin embargo, esa carga horaria no produce la efectividad que supone la proporción. «El estudiante dejaba esas prácticas para el final de la carrera y las hacía todas juntas. Pero el plan de la formación supone ir acompañando con teoría, año a año, la experiencia de los talleres», explica Marcela Pelanda, directora general de Educación Superior de la Ciudad. La decisión de los estudiantes tiene una explicación: si además de estudiar trabajan, se les hace difícil ir a las prácticas. Por eso la Ciudad promete crear la figura de «auxiliar pedagógico», un cargo de ayudante que les permitiría a los estudiantes cobrar $ 6000 mensuales y cursar las prácticas en los tiempos propuestos en el programa.

La formación de docentes en primaria se da principalmente en institutos estatales. «No creo que difiera la formación que obtiene en uno u otro. Lo que sí pienso es que si hoy se les pide a los docentes que dicten clases dinámicas, atractivas y con prácticas innovadoras así tendría que ser en el proceso de su formación», indica la magíster en Políticas y Administración de la Educación Diana Capomagi, que es asesora pedagógica de la Red Vaneduc, que suma 12.000 alumnos y casi 1300 docentes en siete colegios de la ciudad y la provincia. Capomagi se ocupa de la selección de los docentes e identifica la falta de habilidad para trabajar con realidades distintas en una misma aula: «Les cuesta romper con las propuestas hegemónicas y planificar acorde a las necesidades de cada niño».

En el instituto privado Santa Catalina, de Barracas, coinciden en la necesidad de que el egresado aprenda a trabajar en la diversidad. Por eso, definieron clases prácticas en distintos entornos además de escuelas. «Dentro de las materias de prácticas tenemos actividades de apoyo escolar a chicos de villas», apunta su rector, Carlos Diego Massa.

Los gremios reconocen como una de las principales falencias del egresado la falta de mayor contacto con aulas. «Es muy importante que los docentes conozcan distintas realidades. Los institutos de formación trabajan sobre un sujeto pensado en términos abstractos. Pero creemos que deben interactuar con la realidad de una comunidad humilde, de clase media y de sectores altos. Y abordar esas condiciones problematizándolas, no dándolas como naturales», opina Silvia Almazán, secretaria de Educación de Suteba.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1937533-pizarron-y-tizas-los-docentes-aun-se-forman-alejados-de-la-tecnologia

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Atilio Borón analiza semejanza entre el Chile de 1973 y el Brasil de 2016

Por: Atilio Borón

El pensador argentino analiza los limites do Estado burgués en América Latina y las semejanzas entre ambos golpes

Después de 43 años del golpe de Estado en Chile que derrocó al gobierno de Salvador Allende, el pensador latinoamericano Atilio Borón conversó conBrasil de Fato para leer, a la luz del proceso chileno, los recientes acontecimientos que violentan el orden democrático en América Latina.

Según el sociólogo argentino, los cambios constitucionales emprendidos por los gobiernos de Hugo Chavez, en Venezuela; Evo Morales, en Bolivia; y Rafael Correa, en Ecuador, crearon un nuevo orden institucional que permitió a los lideres hacer las reformas necesarias para mejorar la calidad de vida de la población.

Sin embargo, la victoria electoral de Mauricio Macri, en Argentina, y el reciente impeachment de la presidenta Dilma Rousseff, en Brasil, marcan las flaquezas de los procesos de estos países, que mantuvieran la estructura del Estado burgués. Esas fragilidades fueron aprovechadas por los Estados Unidades en la tentativa de recobrar su posiciones en el escenario internacional.

“Yo creo que Lula cayó víctima de su postura tecnocrática. Él mandó al pueblo a sus casas y, cuando los lobos fueron a atacar a Dilma ella abrió la ventana y no tenia a nadie. Confió e hizo alianzas con sectores del poder que claramente iban a traicionarlo. Hasta un ciego podría verlo”, evaluó.

Brasil de Fato – ¿Qué enseñanzas dejo el golpe en Chile en septiembre de 1973? ¿Cómo la experiencia chilena nos ayuda a pensar el proceso actual que vivimos en América Latina? ¿Y como los procesos de hoy nos ayudan a repensar nuestra historia como pueblo latinoamericano?

Atilio Borón – Yo creo que el golpe en Chile fue una tragedia que de alguna forma anunció lo que sucedería después en la mayoría de los países de América Latina. Brasil ya había tenido el golpe en 1964, Argentina también, en 1966. Pero el de Chile, en 1973, fue otra cosa. Fue un experimento radical de terapia de “shock” que sería aplicado en el resto de los países de América Latina y, también, en algunos países del capitalismo avanzado.

La experiencia chilena fue una experiencia muy desigual, en relación a otras regiones. El gobierno de Salvador Allende fue manteniendo el marco institucional del Estado burgués. O sea, no hubo reforma de la Constitución. Simplemente hubo un debate en torno de la posible interpretación de ciertas clausulas de la Constitución que le impidió al gobierno de Allende avanzar en políticas de nacionalización, control de precios e intervenciones de los mercados.

Pero [Allende] no hizo lo que hicieron los venezolanos, los bolivianos y ecuatorianos. Ellos crearon un nuevo orden constitucional, una nueva institucionalidad, introduciendo las reformas necesarias para mejorar la calidad de vida de la población.

¿Qué podemos aprender? En principio, un Estado burgués con una Constitución burguesa, con relaciones capitalistas de producción, con fuerte peso de grandes corporaciones y con la presencia de grandes empresas multinacionales y trasnacionales, impone límites mucho estrechos. Y, cuando los cambios trascienden, van más allá de los límites, el proceso democrático entra en una zona de riesgo y rápidamente es eliminado por los agentes de la conservación social, o sea, de las clases dominantes.

En contextos económicos muy complejos, inevitablemente, se generan esos procesos, porque la burguesía provoca sabotajes permanentes, las “huelgas de la burguesía”. Ellos dejan de invertir, comienzan las fugas de capitales y se entorpece el proceso productivo en todo los niveles, provocando un gran malestar de la población. Eventualmente, se prepara la base social para una revuelta fascista.

Esa fue la reacción chilena en 1973. Y yo creo que fue aprendida por Chávez y, después de él, por Evo y por Correa. Porque la primera cosa que ellos hicieron fue ampliar el marco institucional de los procesos transformadores en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Fue muy significativo, muy importante. Introdujeron innovaciones que potenciaron el protagonismo popular, el refrendo revocatorio, hasta el reconocimiento, en el caso de Bolivia, de formas de gobierno de los pueblos originarios.

Entonces, yo creo que sí, hay un cierto aprendizaje. Pero no en todo lo países. Argentina, Brasil y Colombia continuaron transitando por las vidas de la institucionalidad democrática propia del liberalismo. Y esa es la fuente de muchos problemas.

Entonces, ¿en términos regionales, podemos decir que este avance de la derecha, desde el golpe el Honduras hasta el reciente impeachment de Dilma, nos encuentra mejor posicionados?

Mira, la experiencia chilena fue única, porque, en aquel momento, Argentina estaba regresando al peronismo, que tuvo corta vida y terminó en un gran cataclismo. Hubo un repique en Bolivia – recuerde que, en el año 1971, Bolivia inauguró un breve proceso de radicalización popular sobre el comando de Juan José Torres y de la Asamblea Popular Boliviana, pero Torres terminó depuesto rápidamente y fue asesinado en Buenos Aires. También mataron al general Carlos Prats Gonzalez en Chile. O sea, era un contexto muy diferente al actual.

Los procesos actuales se dan en un momento en que se acentuó el proceso de decadencia del imperialismo norteamericano. En la segunda mitad de la década de 1990, algunos hablaban del inicio de un nuevo siglo americano. Y, lejos de eso, fue el inicio de una lenta y persistente decadencia de los Estados Unidos.

Algunos de nosotros advertimos esta decadencia, pero éramos dejados de lado por cuestiones ideológicas. Hoy, cuando se consulta la literatura especializada de los geoestrategas, de los pensadores del imperio, entre los cuales los más importantes son [Henry Alfred] Kissinger y [Zbigniew Kazimierz] Brzezinski, los dos argumentaron que los Estados Unidos ya no son la potencia que fue en el pasado.

Los pronósticos económicos llevan a concluir de que en 2030 la economía norteamericana representará apenas el 18 % del producto bruto mundial, y la de china, el 28%. Y esta decadencia se ve también en la creciente impotencia de los Estados Unidos. Eso se muestra cuando un pequeño país de América del Sur, como Ecuador, da asilo diplomático a Julian Assange, de Wikileaks, y, además de eso, obliga la salida de las tropas inglesas de su embajada!

En el pasado, eso habría provocado la invasión de los marines en Ecuador, y habría detenido y asesinado al presidente Rafael Correa, como hicieron en 1982, com Maurice Bishop, en la Isla de Granada.

Después, el debilitamiento de los Estados Unidos es un dato inocultable. Hoy, ellos tienen enemigos tan fuertes como la URSS – Rusia por una lado y China, por el otro. Entonces, ¿qué sucede? Cada vez que los Estados Unidos se encuentran problemas en el contexto mundial, ellos retroceden para reafirmar su dominación sobre América Latina. Eso acontece en los años 70 y está sucediendo ahora.

Los Estados Unidos quieren frenar el ciclo de los gobiernos progresistas y avanzar en la conformación de una nueva América Latina, totalmente blindada, donde no exista ningún gobierno que dispute su hegemonía. Mientras tanto, los pronósticos del Pentágono se preparan para 20 o 30 años más de guerra. Está asegurada la retaguardia.

Y, por eso, se lanzó a fomentar la destitución de esos gobiernos, a crear una nueva derecha en América Latina. En Argentina, lo hizo muy claramente, y, en Brasil, han fortalecido los vínculos con el PSDB [partido de derecha]. En este proceso, Fernando Henrique Cardoso tuvo un papel fundamental.

¿Cuál es el significado de Brasil en términos geopolíticos? ¿Por que este último golpe fue en Brasil?

Por varios motivos. Primero, Brasil es el país que mayor peso en la región de América Latina y el Caribe, y eso nos permite decir que, para donde se inclina Brasil, se inclina América Latina.

En segundo lugar, porque Brasil siempre fue aliado estratégico de los Estados Unidos. No se olvide que Brasil fue elegido por los Estados Unidos para desarrollar empresas siderúrgicas después de la Segunda Guerra Mundial, con crédito aprobado por ellos.

Y, en tercero, porque Brasil es un emporio de recursos naturales. Los Estados Unidos tienen mucho interés en controlar la Amazonia y el acuífero Guarani y, para eso, precisan tener presencia en el país. Ahora, también van a tener presencia en Argentina y desde allí pretenden controlar la parte sur del acuífero Guarani.

Sin contar con el petróleo. ¿Sabes cuándo se movilizó la 4º Tropa de los Estados Unidos, que estaba desactivada desde hacia más de 50 años? Dos semanas después de Lula anunciar el descubrimiento del pré-sal. ¿Usted cree que eso es casualidad? No! Es reacción. Entonces, claro que Brasil es muy importante.

Y, además, preservaron las riquezas del consenso progresista, o sea, los errores cometidos por los gobiernos del PT [Partido de los Trabajadores] que, por ejemplo, no avanzaron en la profundización de la reforma agraria en un país con una estructura agraria absolutamente anacrónica. Fueron gobiernos que desmovilizaron su base popular.

[Nicolás] Maduro [presidente de Venezuela] no cae simplemente porque cuando él grita tiene un montón de gente en las calles. Y eso es una situación económica mucho más compleja que la de Brasil.

Yo creo que Lula cayo víctima de su postura tecnocrática. Él mandó al pueblo para sus casas y, cuando los lobos fueron a atacar a Dilma, ella abrió la ventana y no tenía a nadie. Confió e hizo alianzas con sectores del poder que claramente iban a traicionarlo. Hasta un ciego podría verlo.

Fuente: http://brasildefato.com.br/2016/09/12/atilio-boron-analiza-semejanza-entre-chile-de-1973-y-brasil-de-2016/

Traducción: María Julia Giménez

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Más que un colegio

Por: Misiones Salesianas

Tras el verano, como cada año, llega la vuelta al cole. Una rutina para muchas familias, pero no para todos los niños y niñas. En el mundo, 59 millones de niños y niñas en edad de ir al colegio no lo hacen y, según alerta Naciones Unidas, si la tendencia no se revierte, dos de cada cinco de esos niños y niñas no pisarán un aula en su vida. Es cierto que las cifras de acceso a la educación básica han ido mejorando año tras año, pero la realidad es que mientras haya niños privados del derecho a la educación, no podemos bajar la guardia ni un segundo.

Dos de las graves amenazas con las que se encuentra la educación son los conflictos y las guerras en las que el mundo está inmerso hoy. Más de 24 millones de niños, niñas y adolescentes no pueden acudir a las escuelas para formarse debido al conflicto en sus países. Sudán del Sur, Siria, Afganistán, Níger… son lugares donde ir a la escuela puede suponer jugarse la vida.

Millones de niños y niñas necesitan una escuela integradora que los prepare para el futuro. Que consiga desarrollar las capacidades de cada uno y los convierta en jóvenes llenos de oportunidades y agentes de cambio de un mundo injusto.

La educación de los niños, niñas y jóvenes más desfavorecidos es el punto clave para el desarrollo, para luchar contra la pobreza y mejorar la calidad de vida de millones de personas.

Ir al colegio es más que recibir educación y conocimientos, es tener la oportunidad de desarrollarse como personas, de ser ciudadanos de provecho y de conseguir un futuro esperanzador. Los misioneros salesianos se esfuerzan cada día en los más de 130 países en los que están presentes para que el derecho a la educación sea una realidad para todos los niños y niñas del planeta.

TÚ PUEDES CAMBIAR EL FUTURO
DE MILLONES DE NIÑOS, NIÑAS Y JÓVENES

Fuente: http://www.misionessalesianas.org/especiales/2016/mas-que-un-colegio-0109/

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¿Debemos pagar por leer ciencia?

Por: CONACYT

Las primeras revistas científicas comenzaron a publicarse en Europa a mediados de 1600. Antes de esto, los científicos no podían beneficiarse fácilmente de los resultados de los avances de sus colegas, pues existía una «secrecía» que se daba entre la mayoría de los investigadores. Incluso grandes personajes como Isaac Newton y Galileo Galilei enviaban sus descubrimientos codificados a sus colegas y no revelaban el contenido hasta asegurarse que podrían obtener un beneficio de ellos. Esta falta de colaboración hacía el avance científico mucho más lento.

Pero hoy en día, cuando gran parte de la ciencia se produce con dinero público —sobre todo en América Latina— y existen mecanismos para reconocer debidamente la autoría de un trabajo científico, ha nacido un movimiento internacional denominado Ciencia Abierta (conocido también como Open Science) que busca convertir la ciencia en una práctica basada en la colaboración.

Este movimiento se pregunta por qué la ciencia sigue siendo inaccesible para la mayoría de la población, y si debemos pagar por tener acceso a algo generado mediante los impuestos de los ciudadanos, refiriéndose a la necesidad de pagar por leer algunos artículos científicos publicados en las editoriales internacionales.

400 Dr. Jesus Rogel Salazar.68Doctor Jesús Rogel Salazar.Hasta qué punto debe ser abierta la ciencia y las ventajas de tener una Ciencia Abierta fueron temas tratados en la mesa Ciencia abierta. Datos abiertos de investigación, presentada en el evento Entre Pares, organizado por el Consorcio Nacional de Recursos de Información Científica y Tecnológica (Conricyt).

Ciencia para pocos

Como miembro de la mesa, el doctor en física experimental Jesús Rogel Salazar afirma que comunicar la ciencia es importante, pero no solo para anunciar los logros personales, sino para ayudar a que los otros avancen o no repitan los errores pasados.


Pero comenta que en la actualidad se publican miles de artículos científicos que requieren de un pago para ser leídos, pero además solo pueden reproducirse si se cuenta con unsoftware secreto, por lo tanto es difícil comprobar los resultados o que la comunidad científica pueda basarse en ellos para desarrollar alguna innovación. Por lo que abrir la ciencia a la sociedad es un tema imperante.

¿Debemos pagar por leer ciencia?

El 14 de febrero de 2002, se firma en Hungría la Iniciativa Budapest para el Acceso Abierto, con la cual comienza formalmente una campaña mundial para lograr el acceso abierto a la literatura científica revisada por pares.

Desde entonces, gobiernos de todo el mundo han puesto en marcha políticas para que los ciudadanos logren acceder a artículos científicos sin necesidad de pagar por ello. Sobre todo si en el desarrollo de la investigación hubo recursos públicos involucrados.

Pero las editoriales de contenido científico se han mantenido gracias a las suscripciones que las universidades o los pagos que los individuos realizan para poder leer las publicaciones que ellas han trabajado. Por lo que hay diferencias entre los que abogan por un acceso abierto a las publicaciones y los que obtienen el sustento realizando el trabajo editorial.

Tony Roche, director editorial de grupo Emerald, empresa que se especializa en la publicación de contenido científico y de divulgación para la industria y los encargados de la política pública, presenta cómo se vive el movimiento del acceso abierto desde el punto de vista de las editoriales y las empresas que se dedican a la publicación científica.

Tony Roche74Tony Roche.Las editoriales como Emerald deben anticiparse a la inminente llegada del acceso abierto, como comenta el editor y maestro en estudios del clima. El ecosistema de publicación científica está cambiando y las empresas quieren seguir formando parte de él; para ello deben evolucionar a tiempo.

Tony Roche opina que en el futuro se tendrá un mercado mixto que combine el acceso abierto y el método de pagar por leer, en donde el financiamiento público apoye cierta cantidad de publicaciones, además de los nuevos modelos que se vayan generando dependiendo del origen de los recursos que financien las investigaciones científicas.

“Creemos que gracias a la colaboración con las instituciones y el gobierno generaremos soluciones correctas para hacer el acceso abierto sostenible. Además permitirá que se aproveche toda la experiencia que las editoriales hemos ganado con nuestro trabajo a través de los años”.

¿Debe el gobierno pagar a las editoriales?

Pero para el físico Jesús Rogel, que los gobiernos paguen a las editoriales es una de las formas para lograr la ciencia abierta, pero definitivamente no es ni la única ni la mejor. Existen otras opciones que permiten compartir el conocimiento y los avances en la investigación.

Con el desarrollo del Internet ahora se puede divulgar la información por medio de blogs, de sitios web, se pueden publicar borradores de los artículos o versiones modificadas, o de manera más cercana generar comunidades de investigación que se sientan libres de compartir información.

“Es importante que los científicos enganchemos a más personas a este movimiento, pero no solo a nuestros colegas investigadores, porque ellos en realidad ya saben sobre esta filosofía”, recalca Jesús Rogel.

¿Cómo lograr el acceso y la ciencia abierta? Alternativas personales

Jesús Rogel considera que la solución vendrá junto con un cambio personal en la forma de ver la ciencia. Se necesita de gente que esté convencida de los beneficios de la ciencia abierta, gente en la investigación, en la política y en la sociedad en general.

“Una manera mediante la cual podemos iniciar es hacerlo entre los colegas, dentro de la universidad hacer un Conricyt chiquito. Existe una fragmentación muy fuerte entre los científicos, incluso de la misma universidad. Es común el que yo tenga un programa, pero si los del departamento de economía no lo tienen y lo necesitan, igual no se los comparto, pues yo lo pagué de mis fondos”.

Abriéndose aún más

Pero Jesús Rogel, quien actualmente trabaja como Lead Data Scientist en IBM, aclara que la ciencia abierta es mucho más que poder leer artículos científicos gratis. La ciencia abierta se refiere a abrir el proceso de creación científica para permitir su análisis y reproducibilidad. Es decir, tener acceso a todos los datos, la metodología y el software que llevaron a la conclusión de la investigación.

cuad 1609 edPara que la ciencia se comparta de manera abierta es necesario trabajar sobre los principios que incluyen las metodologías abiertas, el código,software y hardware abierto, los datos abiertos, la revisión por pares abierta, los recursos educativos abiertos —como los cursos masivos en línea (Mooc)— y claro, como una de las partes, el acceso abierto.

La ciencia abierta puede ser usada, reproducida y distribuida por cualquiera. Esto permite verificar la reproducibilidad, acelerar la investigación, los descubrimientos y puede ayudar a identificar el fraude.

Jesús Rogel pone de ejemplo el caso de un artículo de ciencias económicas, publicado por Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, en el que concluían que los países que acumulaban una deuda mayor a 90 por ciento de su producto interno bruto tendrían tasas de crecimiento muy bajas, incluso negativas.

Este artículo fue utilizado por varios gobiernos europeos para tomar decisiones de política pública, para recortar gastos sociales, que afectaron a gente real. Pero después de varias dudas que surgieron ante la comunidad científica, se pidió acceso a sus datos y a la metodología que utilizaron para obtener los resultados, y se descubrieron errores básicos en la programación del sistema que realizaba los cálculos. Esto después de que las decisiones políticas ya habían sido tomadas.

Es por ello que Jesús Rogel insiste en que la «secrecía» nunca ha sido parte de las buenas prácticas científicas, y recalca: “Por favor, por favor, por favor, piensen en la necesidad de tener datos abiertos y no solo en tener artículos gratis”. Recordando la necesidad de tener accesos al software, la metodología y los recursos educativos para lograr un avance más universal de la ciencia.

¿Por qué compartir mis datos?

Jesús Rogel opina que es necesario que se reconozcan las labores completas de los científicos y no solo se analice si han realizado publicaciones en revistas de cierto prestigio, pues esto último ocasiona que la comunidad se cierre a la posibilidad de compartir datos,software o metodología, y se acostumbre a actitudes poco cooperativas.

Tony Roche comenta que, según un estudio realizado por la empresa, los autores que mandan sus artículos a Emerald no manifiestan haber tenido presión alguna por publicar sus datos en formato abierto, y muy pocos manifiestan la intención de hacerlo.

Afortunadamente la ciencia abierta ya es parte de la agenda de los gobiernos y es considerada como necesaria por muchos organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) o la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), concuerdan Jesús Rogel y Tony Roche. Esto ocasionará que en algún momento se encuentren soluciones sostenibles para generarla.

El caso del repositorio nacional de México

VIctor Carreon 1609Víctor Carreón.En México, desde mayo de 2014 se han iniciado esfuerzos para lograr avanzar hacia la ciencia abierta. Fue en esta fecha cuando se establece, por mandato de ley, desarrollar estrategias nacionales para lograr un mayor acceso a las publicaciones financiadas científicas —mediante el Conricyt—, generar repositorios de calidad y lograr la difusión pública de la ciencia, señala el director adjunto de Planeación y Evaluación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Víctor Gerardo Carreón Rodríguez.

En el encuentro Entre Pares 2016, explicó cómo los repositorios institucionales y el repositorio nacional tienen como objetivo alentar a los científicos a que compartan sus publicaciones, ya sean artículos, libros, tesis y demás documentos.

Tener esta información disponible para los investigadores mexicanos permitirá acortar el tiempo de espera necesario para enterarse de avances y desarrollos científicos, lo cual resultará en una mayor socialización de la ciencia, la generación de redes de investigación y la vinculación con la sociedad.

Este es un primer paso para seguir hacia la publicación de bases de datos y otros elementos de la ciencia abierta, comenta el doctor en economía. El trabajo debe continuar, pues aún falta por resolver algunos detalles, como la metodología y la tecnología necesaria para compartir bases de datos, o generar incentivos adecuados para que los científicos compartan sus conocimientos.

Tanto Víctor Carreón como Jesús Rogel consideran que es necesario generar una cultura de la ciencia abierta, pues introducir información a los repositorios o compartir datos ysoftware no es un requisito obligatorio.

Fuente: http://www.conacytprensa.mx/index.php/sociedad/politica-cientifica/10234-debemos-pagar-por-leer-ciencia

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