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Libro: Enseñando para la libertad, Compromiso Moral y acción en el salón de clase por William Ayer

América del Sur/ Venezuela /Agosto del 2016/Reseña/Centro Internacional Miranda

 Por  William Ayer

Resumen:

Se refiere a la indagación de la enseñanza-aprendizaje,  desde la experiencia. El autor quien refleja un espíritu libre desde el inicio de la lectura en el libro Enseñando para la libertad Compromiso Moral y acción en el salón de clase, expresa que ha encontrado en la literatura imaginativa una reafirmación de la vida plena, dela  libertad humana, y la complejidad según del  aparente potencial infinito de ser y de convertirse  en prácticamente nada. , en este sentido la literatura manifiesta nos ayuda  a encontrar un camino, a esa vida gratificante una vida señala  Ayer más allá de los precintos áridos de los programas y de políticas. Apuntó que los maestros  pueden ser promotores  ya sea  de esperanza o, al mismo tiempo, proveedores de determinismo y de desesperanzas. Todo argumenta depende el contexto, pueden enseñar para la libertad,  y también pueden , por el contrario  representar y practicar  un tipo de “sometimiento “ como  la subyugación, la represión y el generar agentes de dependencia  y servilismo .hace referencia  a maestros que  se convierten en  en maestros liberadores comprometidos  con la práctica de la libertad  que están guiados por  el compromiso  permanente de trabajar si se puede llamar así  con seres humanos  para que ellos alcancen  completamente su humanidad , un deseo m manifiesta  por alcanzar  un futuro prometedor para todos. Por último se reseña que la libertad de la que actualmente se hace énfasis es producto de luchas  sociales, movimientos laborales, abolicionistas,  entre otros que menciona.  Sin dejar ajenos a los maestros de todos los tiempos, que tienen en sus haber  la posibilidad de transcender , quizás dar a luces  y liberación  como lo señala .Ayer (2004).

Libro : Por Willians Ayer

Centro Internacional Miranda

IBSN: 978-980-7050-26-5

Impreso Caracas -Venezuela

Fuente : Fundación Centro  Internacional Miranda

Fuente imagen :Editores OVE.

 

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Fortalecimiento de capacidades y gestión del conocimiento para la gestión de paisajes forestales sostenibles en la gestión pública forestal

13 de agosto de 2016 / Por: Rodrigo Arce Rojas / Fuente: http://pcnpost.com/

El enfoque de paisajes forestales sostenibles tiene la virtud de tomar en cuenta la totalidad de elementos, estructuras, funciones y procesos que se dan en el paisaje de tal manera que se logren armonizar lo que se ha dado en llamar sectores productivos y la conservación ambiental.

Bajo esta perspectiva se promueve que la producción de bienes se integre con el mantenimiento de los servicios ecosistémicos. El enfoque de paisajes se fundamenta en una concepción territorial donde el territorio es entendido como flujos de materia, energía e información y por lo tanto no se reduce a cuestiones biofísicas sino que además incorpora la dinámica social, institucional, legal y el valor de la cultura.

Desde una perspectiva política la gestión de paisajes forestales sostenibles implica conceptos y prácticas claras de gobernabilidad y gobernanza. Desde una perspectiva sociopolítica se requieren procesos de ordenamiento territorial y de ordenamiento forestal. Por ello se necesita construir un proceso de toma de decisiones que refleje los consensos entre los funcionarios públicos y los actores involucrados (ciudadanos, organizaciones, empresas, pueblos indígenas) que se base en la mejor información. De ahí que la generación de evidencias sea una de las tareas fundamentales para la toma de decisiones.

Para lograr los propósitos de la gestión de paisajes forestales se requiere una administración pública efectiva que tenga una alta capacidad de coordinación que permita superar la fragmentación organizativa y la hiperespecialización profesional y técnica. Todo ello en el marco de un proceso de democratización de la gestión pública, gestión para resultados y la descentralización que no debe retroceder sino mejorarse.

Avanzar en la dirección de los paisajes forestales sostenibles implica captar, desarrollar y mantener los talentos humanos que hagan posible la aplicación de los principios de la gestión de paisajes. Precisa por tanto procesos de profesionalización desde la perspectiva de la complejidad. No solo se trata de funcionarios que sepan resolver problemas (que sigue siendo muy importante) sino que sepan identificar problemas, anticiparse a los problemas, aprender de los problemas, recrear nuevas posibilidades y alternativas en la solución de los problemas. Pero no se trata solo de una visión reactiva sino de incorporar una visión prospectiva que permita identificar tendencias.

Significa además que los funcionarios tienen la capacidad de superar una visión lineal de causa y efecto para reconocer la multicausalidad, la multidimensionalidad, las múltiples escalas y el comportamiento de los sistemas. Se necesita por tanto profesionales con capacidades de trabajo interdisciplinario y transdisciplinario, lo que implica mucha apertura, capacidad de tender puentes y alta predisposición para aprender desde otras perspectivas y métodos, capacidad para deconstruir y volver a construir a partir de las nuevas realidades.

Un gran reto de la buena burocracia alude a la capacidad de desarrollar un proceso de mejoramiento continuo de procesos y procedimientos. Muchas veces es la propia institucionalidad que genera camisas de fuerza de corte legal y administrativo que constriñen la creatividad y la innovación. No se trata solo de simplificación administrativa sino de optimización administrativa. Las propias presiones políticas internas con frecuencia constituyen limitantes para el despliegue imaginativo de nuevas y formas más efectivas para abordar una situación o proceso. Gran reto entonces de tumbar todos los muros que atentan contra el desarrollo y consolidación de talentos humanos necesarios para la gestión del cambio.

Promover las buenas prácticas ayuda, no obstante, es preciso avanzar hacia prácticas inteligentes y generar procesos de gestión del conocimiento de dichas prácticas. No se trata solo de enumerar las lecciones aprendidas sino de gestionar las lecciones aprendidas. No se trata solo de generar informes que aumentan los volúmenes de papel a imprimir y almacenar sino de promover procesos de reflexión y propuesta tomando en cuenta todos los aspectos de la complejidad anteriormente señalados.
Se requiere además un funcionario público con valores.

Un funcionario que sea capaz no solo de responder a la visión y misión institucional, lo cual es muy plausible, sino que sobre todo sea capaz de actuar y responder desde la perspectiva del usuario manteniendo siempre los principios de justicia, equidad y sostenibilidad. Tener en mente que la función pública es de servicio con los más altos estándares de calidad y ello implica no perder de vista la sostenibilidad. No se trata solo de cómo se facilita el desarrollo de negocios (los cuales son muy importantes por cierto) sino de cómo se construye la sostenibilidad de los paisajes forestales. Transparencia y lucha decidida contra la corrupción son elementos claves para avanzar en el sentido de la sostenibilidad.

Todo lo mencionado arriba implica entonces una adecuada conjugación entre los procesos de fortalecimiento de capacidades y la gestión del conocimiento. Abordar los retos de la complejidad de la gestión de paisajes forestales sostenibles implica la generación y desarrollo de los talentos humanos con pensamientos críticos y capaces de administrar la energía cultural en la dirección de los objetivos del desarrollo sostenible. Eso exige de los funcionarios enfoques y prácticas de participación, de diálogo intercultural, de inclusión, de derechos humanos, igualdad y equidad de género.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/rodrigo-arce-fortalecimiento-capacidades-gestion-del-conocimiento-la-gestion-paisajes-forestales-sostenibles-la-gestion-publica-forestal/

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La ilusión de la gratuidad y el fin de la autonomía universitaria

Por José de la Cruz Garrido

Al igual que en la magia, los distractores buscan ilusionar al público. Con la gratuidad, gran distractor que se ha puesto con éxito en el centro de la discusión, se esconde al público el fin a la autonomía económica y administrativa de las universidades a través del control de precios.

El proyecto de Ley de Educación Superior recientemente ingresado al Congreso tiene como objetivo acabar con la autonomía de las universidades públicas con financiamiento estatal y privado. Para ello, el gobierno ha diseñado una estrategia que se incubó en el denominado movimiento estudiantil (Confech), el que ha contado con la guía e instrucción del Partido Comunista y asesoría de Revolución Democrática, y que utiliza como distractor –al igual que la magia- la gratuidad. Poner el financiamiento gratuito en el centro del debate es un buen truco para construir una enorme burocracia de planificación estatal, sin que nadie lo note.

Ya el primero de los filósofos abocados a la educación, Platón, nos enseña el valor de la retórica para persuadirnos lo aparente como verdadero. En su diálogo Fedro, el personaje homónimo lee a Sócrates un extenso discurso de Lisias sobre el amor -probablemente el mayor representante de la escuela retórica ateniense de su tiempo-. En la respuesta de Sócrates, Platón nos muestra una ironía que es crítica a una conocida estrategia oratoria: si quieres engañar a tu audiencia, abulta información en largos discursos y revístelos de un tenor religioso. Rescatando esa vieja estrategia, la nueva ley de educación es un texto sin precedentes de más de 170 páginas. Y recién en el Artículo 198º se logra evidenciar la verdadera finalidad del cuerpo legal: derogar la autonomía universitaria, en sus dimensiones académica, económica y administrativa. En efecto, dicho artículo deroga el DFL1 de 1980, que define estos conceptos, y no los reemplaza por nada comparable. Cabe recordar que fue en la Constitución Política de 1925 -que el decreto mencionado recupera literalmente- donde la autonomía universitaria pasó a tener rango constitucional. En dicho cuerpo normativo, el artículo 10º Nº 7 referido al desarrollo de la libertad de enseñanza, suscribía la siguiente definición: “Las Universidades estatales y las particulares reconocidas por el Estado son personas jurídicas dotadas de autonomía académica, administrativa y económica”. En este contexto, la autonomía académica está definida en el DFL1 como “la potestad de la universidad para decidir por sí misma la forma como se cumplan sus funciones de docencia, investigación y extensión y la fijación de sus planes y programas de estudio”; lo que desaparece en el proyecto.

Al igual que en la magia, los distractores buscan ilusionar al público. Con la gratuidad, gran distractor que se ha puesto con éxito en el centro de la discusión, se esconde al público el fin a la autonomía económica y administrativa de las universidades a través del control de precios. No obstante los requisitos para la gratuidad transforman su implementación en algo ilusorio, el distractor sigue funcionando, y el público obnubilado espera que un bien, que es costoso de producir económicamente, sea libre de pago para sus beneficiarios. Lo que esconde el artilugio es un intrincado aparato estatal de control y planificación académica. En efecto, el Art. 3º del proyecto de ley condiciona cualquier autonomía al “marco que establece la ley”.

Así, sólo como ejemplo, el Art 9º del proyecto de ley establece que la nueva “Subsecretaria de Educación” tendrá 18 objetivos de control burocrático, que quedará a merced –como todo el aparato estatal- del cuoteo político. Sumado a ello, la Superintendencia –cuyo director será también nombrado por el Presidente- será la maquinaria fiscalizadora: auditorias, inspecciones e informes, todos ajenos a la institución académica. Así, supervigilará la “viabilidad financiera” de las universidades, al mismo tiempo que a éstas se las condiciona en sus ingresos, según lo que un panel de expertos (de perfil bastante ambiguo) considera razonable pagar.

Asimismo, la nueva ley señala la creación de un Consejo para la Calidad de la Educación afecto al Sistema de Alta Dirección Pública (Art 29º), que todos sabemos hoy es letra muerta. Este Consejo compuesto por un “panel de expertos” sustituirá los grupos colegiados autónomos, y estaría, supuestamente, en condiciones de tomar decisiones relacionadas con el diseño académico, por sobre las unidades académicas. ¿Ve usted algún espacio para la autonomía académica por aquí? En efecto, la última palabra sobre qué se enseña, cómo y a quiénes residirá finalmente en una burocracia elegida por el Presidente de la República –y su juicio partidista-.

Hoy, la amenaza a la autonomía universitaria es un hecho. Y esta amenaza ha contado con la complicidad de varios “expertos en educación”, algunos de los cuales al parecer han recapacitado frente al absurdo. Lo que está amenazado, bajo la retórica de una dialéctica del financiamiento público y privado, no es sino la esencia de la universidad: su capacidad de generar conocimiento fruto de la libertad académica y de cátedra. La nueva ley descansará en una serie de premisas sin precedentes en la historia de la economía política educacional, pero consecuente con una ideología que busca homogeneizar la educación y limitar la libertad de los académicos y las universidades.

José de la Cruz Garrido, Centro de Políticas Publicas UDD.
 FOTO: RAÚL ZAMORA/AGENCIAUNO
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¿Es Internet un bien común?

Sursiendo

Seguimos con la campaña de Pensar desde los comunes, para traducir y editar el libro de David Bollier. Este se trata de una síntesis breve y accesible que intenta romper con ciertos prejuicios:

“Cualquier cosa de valor se suele asociar al “libre mercado” o al gobierno. La idea de que las personas puedan, efectivamente, organizar por sí mismas acuerdos duraderos para gestionar sus propios recursos y que este paradigma de gobernanza social genere un enorme valor, bueno, parece utópica, comunista o, cuando menos, poco práctica. La idea de que lo comunal pueda ser un vehículo para la emancipación política y la transformación social, como sugieren algunos defensores, parece simple y llanamente ridícula”.

En Sursiendo, desde hace años, venimos trabajando esto de lo comunal, los bienes comunes, el procomún o commons (que hay varias formas de nombrarlo);  desde el debate teórico y la investigación hasta su puesta en práctica y en acción.

video_comunes1Además de vincular distintas luchas, alternativas y propuestas relacionadas con los comunes, uno de nuestro ámbitos de trabajo es Internet. Y aún nos seguimos preguntando: ¿Qué es Internet? ¿Un medio, una herramienta, un espacio, un territorio, una red…? Y también nos surge esta interrogante:¿Internet es un bien común?

Entonces, esta misma pregunta se la hemos trasladado a algunas amigas y amigos de las redes, para hacer un primer intento de respuesta colectiva, comunal:

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No sé si la infraestructura (que debería serlo) pero las ideas y el espíritu abierto de compartir si es un buen común que hay que proteger y mantener esa filosofía contra el embate de plataformas como Facebook; uber y el propio Google que crean una red y una infraestructura cerrada y no distribuida (Alberto Escorcia).

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Lamentablemente no. Internet tal y como la conocemos hoy día necesita de una infraestructura que sólo puede ser gestionada por estados o empresas. Entonces, la gestión de la Internet que conocemos no puede ser entendida como un bien común. Ahora, Internet como lógica sí es un bien común del cual pueden surgir gestiones abiertas como son las redes libres comunitarias basadas en estructuras distribuidas (mesh) (Daniel Cotillas Ruiz).

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Solemos definir internet como un conjunto de infraestructuras, protocolos, plataformas y aplicaciones que permiten la circulación de recursos y servicios. Sin embargo, lo que construye internet no es únicamente su materialidad, sino sus habitantes. Pensar internet como un bien común significa que es producto de una comunidad que genera valor gracias a sus interacciones, a su capacidad de creación colectiva y a los lazos afectivos que teje: algo que construimos entre todas y de lo que nadie puede apropiarse. Por esta razón, hoy que internet se encuentra amenazada por el control de las corporaciones y los estados, debemos defender nuestro derecho a una red descentralizada, libre, abierta y neutral a la que todo ser humano tenga acceso, sin restricciones. Debemos defender internet como un espacio para ejercer nuestras libertades. Internet no debe ser el espacio para el control de los individuos y del territorio, como ocurre en la actualidad. No es posible hablar de democracia si internet no es libre (Paola Ricaurte).

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Internet debe ser considerado como un bien común porque posibilita el desarrollo humano. Sin embargo, para alcanzar esto, se debe garantizar un acceso de calidad, en una red neutral y sin discriminación, que permita emplear todo su potencial para el ejercicio de los derechos y libertades humanas (Digital Rights LAC).

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Internet no es un bien común, pero puede llegar a serlo. Decir que es un bien común no significa solamente que todos tengan acceso por igual. Para que Internet sea un bien común se requieren infraestructuras distribuidas, nodos de propiedad social y formas de articulación federada que permitan mantener esas condiciones. Este es un enfoque comunalista que encuentra los retos de mantener alejados a los intereses burocráticos y mercantiles, y no obstante respaldar la expansión de una red más autónoma. Internet debe convertirse en una asociación de productores libres con identidad plural. Mientras tanto, continúa siendo una actividad económica dominada por el empuje monopolista del gran empresariado y un foco del interés de control de los gobiernos (Santiago Roca).

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Según el sociólogo Boaventura de Sousa Santos hay tres tipos de bienes: bienes privados, bienes públicos y los bienes comunes. Los bienes comunes pertenecen a todos, no son del gobierno ni de los poderes privados; para nosotros internet es un bien común. Esto es así porque en la construcción de internet, si bien han participado y participan los poderes públicos y privados, la red no se entendería sin la participación de todas las personas y sus aportaciones durante más de 30 años. Sobre internet hay poderes privados que han pensado que pueden mandar sea por su presencia dominante, por los servicios que ofrece o por la posibilidad de configurar la experiencia de millones de usuarios de lo que internet significa. Sobre esa visión hay que afirmar una y otra vez que internet es un bien común porque no puede reducirse a los servicios que las empresas privadas proveen y simple y sencillamente no existiría sin la participación de millones de usuarios, personas con derechos que configuran millones de intercambios cotidianos y con eso forman internet tal y como lo conocemos. Por la sola razón de que las plataformas no existirían sin la existencia de usuarios libres con derechos, por esa simple razón internet es un bien común (Compas ContingenteMX).

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Pregunta que parece fácil pero en realidad se vuelve difícil contestar. Todo depende de como entendemos o consideramos “bien común”. Si lo entendemos como “interés público” es quizás muy fácil decir claro que si.
Si lo vemos desde la definición económica puede ser más complejo – ¿se debe de asegurar que nadie se  excluye y que el uso por una persona de internet no afecta la disponibilidad de internet para otro? Suena muy onito la idea – pero en realidad es factible? ¿De quien es la responsabilidad asegurarlo y con cuales  mecanismos de regulación y financiamiento?  Estas preguntas nos llevan a debates sobre neutralidad en la red otro concepto muy peleado y en el mundo técnico descartado en términos puros, pues no hay neutralidad porque se tiene que optimizar desempeño. Es un concepto clave para la defensa de una internet abierta y libre. Hay quienes piensan que acceso a internet debería de ser garantizado como derecho básico, y en México hasta se incluyó en la constitución. Otrxs lo ven más bien como derecho que facilita los derechos básicos de acceso a información y comunicación (Erika).

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Desde mi punto de vista por el momento internet no es un bien común ya que el acceso igualitario con niveles de calidad semejantes para diferentes usuarias está lejos de ser una realidad. Sin embargo creo que desde su creación y en especial con el aporte de Tim Berners Lee y su liberación de código a dominio público se habilitó un trampolín  para que internet pudiera ser usada como un bien común. Creo que está en el esfuerzo de todas las personas que creemos en una internet libre (y feminista :-)) y que intentamos abrirla cual caja negra está la clave para que sea efectivamente un bien común: de acceso libre, igualitario y transformador. Para ésto claro debemos pensar y problematizar el papel de empresas y gobiernos , junto con la participación de comunidad técnica y sociedad civil en relación a sus diferentes capas, el financiamiento de su  funcionamiento y las guerras que se libran en internet, están más vinculadas al control de la publicidad y el manejo de datos para vender productos y servicios (Flor).

Para finalizar este post colectivo, regresamos a los comunes y le damos la palabra a Helene Finidori, coordinadora de Commons Abundance Network:

El procomún (o los comunes) se puede explicar como un sistema social que relaciona íntimamente a las personas o partes interesadas con sus recursos y con las formas participativas en las que los gestionan/producen y cuidan de ellos (…) Nutrir y cultivar el procomún en todas sus dimensiones y manifestaciones puede servir de referente para una ciudadanía global y una justicia global

¿Y ustedes qué opinan?

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PD: la imágenes que acompañan este post son del video Pensar los Comunes y los perfiles de la red Twitter.

Fuente del articulo: http://sursiendo.com/blog/2016/03/es-internet-un-bien-comun/#more-5491

Fuente de la imagen: http://sursiendo.com/blog/wp-content/uploads/2016/03/video_comunes3.png

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Saberes socialmente útiles

Por: Rosa Maria Torres

Durante la crisis de fines de los 1990s e inicios del 2000, en Argentina se extendió el trueque, tanto de objetos como de servicios. Millones de personas se organizaron en nodos, redes y clubes de trueque en todo el país. Vivía entonces en Buenos Aires y conocí varios sitios de trueque en diferentes lugares del país.

Uno que me llamó especialmente la atención fue un mercado de trueque de servicios, de los primeros que surgió. Las personas habían preparado carteles para anunciar los servicios que ofrecían; los tenían sobre una mesa, en el suelo, o bien colgados del cuello, Algunos carteles incluían el nombre del oficio: dentista, enfermero, profesor, diseñador gráfico, etc. Otros describían el servicio ofrecido: cuido a personas mayores, doy clases de guitarra, ayudo con las tareas escolares, pongo inyecciones, doy masajes, hago pasteles de cumpleaños, reparo televisores, hago planos, etc.

Mientras observaba y recorría el lugar pensaba qué servicios podría ofrecer yo en un lugar de intercambio como éste. Mis oficios – los que me gustan, de los que vivo y para los que soy buena – tienen que ver primordialmente con leer, escribir, editar, investigar, asesorar, enseñar, traducir, viajar, usar la computadora y navegar en internet. ¿Qué de eso puede servirle a personas en crisis que buscan satisfacer necesidades básicas con saberes y habilidades de otros?

Al llegar a mi departamento ese día me dediqué a pensar y anotar en una libreta mis saberes y habilidades prácticos, potencialmente útiles en situaciones de precariedad y emergencia. La verdad es que me sorprendí con lo que descubrí.

Empecé explorando mis habilidades manuales. No me sorprendió comprobar que son pocas, pero me ayudó refrescar que tengo algunas. No me sorprendió confirmar que mis fortalezas están alrededor de la lectura y la escritura, los idiomas, la enseñanza, la investigación, la comunicación, la asesoría, el uso de la computadora, los viajes, pero sí me sorprendió encontrar muchas tareas concretas en las que esos saberes pueden adquirir valor de uso y valor de cambio, ser herramientas útiles para otros y recursos para la propia supervivencia.

Nunca he participado en un mercado de trueque de servicios ni en los trueques que se hacen virtualmente, pero me he imaginado muchas veces en uno de ellos parada con mis carteles, ofreciendo mis habilidades:

– tejer (bufandas, suéteres, chalecos, ponchos, chales, bolsos, colchas)
– hacer crochet (cojines, agarradores de ollas, tapetes, cintillos, pulseras, marcadores de libros)
– manejar
– lavar platos
– fabricar velas
– llenar o ayudar a llenar un formulario
– hacer o ayudar a hacer carteles, rótulos, certificados, hojas volantes (bien hechos, sin errores)
– hacer o ayudar a hacer una hoja de vida (curriculum vitae)
– ayudar a prepararse para una entrevista de trabajo
– corregir errores de ortografía
– editar cualquier texto (carta, solicitud, menú, monografía, folleto)
– poner un texto difícil en fácil
– hacer guiones para radio
– enseñar a leer y escribir a niños, jóvenes y adultos
– hablar, leer y escribir en inglés
– leer y comprender portugués
– dar clases de español o de inglés
– traducir del español al inglés y viceversa
– enseñar a usar una computadora, a abrir y manejar una cuenta de correo, a buscar información
– crear y moderar una comunidad virtual
– hacer y enseñar a hacer y administrar un blog
– ayudar a pensar y a analizar
– enseñar a argumentar
– buscar y comprar artesanías, identificar de qué país o lugar son
– hacer, enseñar a hacer o ayudar a hacer un proyecto
– aconsejar sobre asuntos escolares y educativos
– aconsejar sobre cómo hacer una tesis
– aconsejar y acompañar a mujeres que están pasando por una crisis de pareja o un divorcio
– aconsejar sobre viajes y lugares

Conservo esa lista, que luego seguí ampliando con más habilidades ‘descubiertas’. Hacerla fue un ejercicio importante de introspección, de metacognición, de toma de conciencia y empoderamiento. Y me alegra constatar que hoy tengo más saberes y habilidades socialmente útiles que agregar a la lista: saber qué hacer en un sismo, usar y enseñar a usar Twitter, distinguir alimentos saludables y no saludables, conocer las propiedades de verduras y frutas y los usos medicinales de muchas plantas, saber comprar en la tienda o el supermercado, usar productos naturales en vez de muchas medicinas y productos de limpieza y belleza, cocinar, cocinar sin aceite.

En estos años incorporé este ejercicio de introspección (individual y colectivo) como método de trabajo en reuniones, talleres, consultas y asesorías. Lo recomiendo siempre.

Cada persona tiene su catálogo propio y único de saberes, aptitudes, habilidades, que amplía y renueva constantemente. Esos que, lastimosamente, nunca o casi nunca se dejan ver en el curriculum vitae. Y que se adquieren en una multiplicidad de lugares y de prácticas, gracias a aprendizajes formales, no-formales e informales, y a lo largo de la vida.

Ser conscientes de qué sabemos y de qué sabemos hacer (y de qué no), de cuáles son nuestros saberes socialmente útiles, reconocibles y valorados como tales por otros, es esencial para el aprender a aprender, el aprender a ser, el aprender a hacer y el aprender a convivir con otros.

  • Articulo tomado de: http://otra-educacion.blogspot.com/
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Educación popular y lucha social

Por: Pablo Díaz

Revista Hemisferio Izquierdo / Nro 4

“De lo que se trata es de ir abriendo, a nivel local, nacional y continental … espacios cada vez más amplios de autonomía con respecto a la dictadura del mercado trasnacional y a su cultura; autonomía primero intelectual y moral, es decir capacidad de pensar con su propia cabeza y de escoger el sistema de valores que corresponde a las aspiraciones más profundas de cada uno; autonomía, por supuesto, política, expresada en las organizaciones populares, sociales y políticas; autonomía económica en formas de autogestión y de cooperativas”…“El papel de la vanguardia puede ser el de dirigir desde arriba las luchas, elaborando los proyectos, tomando las decisiones fundamentales, bajando sus orientaciones al pueblo y limitándose a buscar su consenso; o puede ser el de promover la iniciativa del pueblo, estimulando su búsqueda, su reflexión colectiva, su investigación participativa, respetando la autonomía de las distintas instancias de poder popular” Giulio Girardi (1).

En Educación Popular decidimos tomar partido por el pueblo como sujeto, el sujeto popular en un largo proceso de emancipación y resistencia (Rebellato). Camino superador, complejo y dialéctico.

Pero debemos advertir que “no jugamos a ganar” para salir de la marginalidad, porque no jugamos del lado de los “favoritos” vencedores de la historia sino del lado de los vencidos de hoy. No jugamos a ganar, sino a ganar-perder-ganar…, y estamos dispuestos a una nueva Redota, si la misma implica ganar la dignidad que somos, o la dignidad que pueda quedar en la idea de política que conservaremos en una nueva síntesis.

Para esa “nueva” (vieja-nueva…) política educamos al pueblo, nos auto-educamos como sujeto popular en movimiento constante, caminando por las rayadas huellas de la historia.

Esta idea de una síntesis política y educativa en constante superación puede ser (y de hecho es) pasto para las fieras posmodernas del análisis del discurso y la retórica. Muy a tono en cualquier clase media intelectual de cualquier metrópoli latinoamericana, formadora a su vez de la tecnocracia que nos gobierna y “nos educa”. En la pedagogía nacional también el snob ha sido la regla, mientras que los problemas del Sistema Educativo mantienen tendencias invariables desde la época de la CIDE (2) (por ejemplo, en enseñanza media superior). Una pedagogía de espaldas a la educación, muda-enmudecida ante la política, sin horizonte.

Pero ¿con qué herramientas contamos para avanzar? Nos enseñaron que la construcción del sujeto popular se basa en arribar a una síntesis que referencia al conjunto pero: ¿cómo? ¿Representamos las iniciativas populares o generamos espacios para el protagonismo popular directo?

El vino nuevo en odres nuevos. Para nosotros la lucha social vale en sí misma, no precisa que alguien la represente, porque se puede presentar ella misma y disputar poder. Para la política partidaria convencional la lucha social es incompleta, requiere de la polea del partido. Por eso comprender la diferencia entre el momento de coincidencia y de divergencia de las valoraciones de las luchas sociales nos puede ayudar a trazar una estrategia política que no le llene las bodegas a “un partido de representantes” que sintetizan y se alimentan de las luchas sociales que representan, pero que terminan fagocitados por el sistema, sin espacios de autonomía política.

Lo otro ya es conocido: el perfilismo, la retórica, etc. Educar a “nuestros representantes” es lo que hemos tratado de hacer como pueblo, haciéndole el caldo gordo a… el progresismo. Básicamente nuestros antecesores le dieron la oportunidad al Frente, que “representaba” a un movimiento popular ausente en el sistema político. Pero a nuestros descendientes deberíamos dejarles el botón de muestra que como generación la historia nos exige.

Quizás el Frente Amplio se esté acercando a lo que implicó en el país vecino el “peronismo”: en constituirse la oposición y el oficialismo a la vez (ser en sí mismo un “sistema de partidos”) y en domesticar a las expresiones organizadas de la sociedad civil.

Pero igualmente bajo el progresismo ¿no les parece que cuando luchamos y conquistamos la dignidad con independencia nos sentimos dueños de nuestro propio esfuerzo? Sin embargo no hemos sido capaces de hacer de nuestra independencia un espacio pedagógico, ni de acumulación de poder, corriendo el riesgo de alimentar la vieja mecánica política de la polea de transmisión.

Educar al sujeto colectivo que somos implica poner la independencia arriba de la mesa y hacer de ella un desafío, que acompañe nuestra pelea por un proyecto popular nacido, sentido y defendido desde abajo.

Este problema político-educativo (el de la auto-educación colectiva del sujeto popular) nos lleva a ser creativos en buscar otras combinaciones entre la dinámica instituyente e instituida, entre el contra-poder y el doble poder, entre lucha social y disputa política.

En este sentido, el economista y pedagogo brasileño Marcos Arruda enseñaba a fines del siglo pasado que hay dos factores que pueden explicar lo “terminal o no” de esta crisis del sistema: “el agravamiento de las las contradicciones del propio capitalismo” y la “capacidad creativa de los trabajadores” de “introducir nuevas formas de organización del trabajo, de la producción, el consumo, las finanzas, el comercio, el conocimiento y el poder político”. Cuando coincidan estos dos factores una gran transformación ocurrirá.

Para ese otro “futuro posible” me parece más acertado el Tambero que el Tropero de Buenaventura. Dice la “Experiencia” del Tambero que a veces no hay que cuidar la “punta” porque el pueblo se encarga. El pueblo es el estratega.

* Profesor de la Universidad de la República. Integrante del Movimiento por la Tierra.


Notas

(1) Giulio Girardi (1999): “Desafíos ético-políticos de la Educación popular en la Transición al siglo XXI”, IIPS-CENTROTAC, La Paz, Bolivia (p. 149)

(2) CIDE: Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (1960-1967)

Fuente: http://www.hemisferioizquierdo.uy/#!Educación-popular-y-lucha-social/nnsaa/5797dc1b0cf24688e1992a65

Imagen: Fragmento de «La maestra rural», Diego Rivera (1922-1923)

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Informe: Equidad para los Niños. Una Tabla Clasificatoria de la Desigualdad respecto al Bienestar Infantil en los Países Ricos

Fecha de Publicación: 2016

En este Report Card se describen las desigualdades en el bienestar infantil en 41 países de la Unión Europea (UE) y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Se examina la desigualdad en el extremo inferior de la distribución, es decir, la brecha entre los niños que se sitúan en la parte baja y los que ocupan la posición media. Al mismo tiempo, se estudia hasta qué punto se deja que los niños se queden atrás en  términos de ingresos, educación, salud y satisfacción en la vida. En todos los países de la OCDE, el riesgo de caer en la pobreza era mayor para los ancianos, pero desde la década de 1980, el riesgo amenaza principalmente a los jóvenes. Esa evolución acentúa la necesidad de supervisar el bienestar de los niños más desfavorecidos —aunque la desigualdad de ingresos también tiene consecuencias de amplio alcance para la sociedad—, puesto que socava los logros académicos, los resultados sanitarios clave e incluso el crecimiento económico. El interés por instaurar la equidad y la justicia social obliga a determinar si la desigualdad que sufren algunos miembros de la sociedad es tal que afecta injustamente a su vida presente y futura. En este Report Card se plantea la misma pregunta básica que en el Report Card n.° 9, el cual se centraba en la desigualdad en el bienestar infantil, pero se emplean los datos disponibles más recientes y se abarca un mayor número de países.

Para descargar el informe:

https://www.unicef-irc.org/publications/832/

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