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El Índice de Desempeño Ambiental pinta de verde a los ricos

 Red del Tercer Mundo

«Esta evaluación lleva a los autores a concluir que los gobiernos que tienen un buen funcionamiento son capaces de gestionar el medio ambiente en beneficio de todos”.

Un índice de desempeño ambiental (Environmental Performance Index, EPI), que será lanzado el 9 de mayo en las Naciones Unidas, pretende alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero en realidad esconde el impacto de los patrones de consumo y producción insostenibles en el Norte, así como las contribuciones del Hemisferio Sur para el logro de los objetivos acordados internacionalmente.

El EPI (se encuentra disponible aquí), ahora en su 10ª edición, fue creado por el Centro Yale de Derecho y Política Ambiental en colaboración con el Foro Económico Mundial (Davos).

El informe de este año dice tener un “enfoque paralelo” a los ODS acordados internacionalmente en su “uso de métricas cuantitativas para evaluar el rendimiento de las políticas” y sostiene que “la alineación de los indicadores del EPI con los ODS proporciona una línea de base para evaluar el desempeño nacional y muestra qué tan lejos están los países de alcanzar los objetivos globales”.

Es significativo este lanzamiento en las Naciones Unidos en un momento en el que aún se discuten los indicadores que permitirán monitorear los ODS. Según el EPI, de los 180 países evaluados, los mejores resultados son para Finlandia, Islandia, Suecia y Dinamarca, mientras que Singapur es el único país en desarrollo entre los mejores 30. Alemania es el número 30, superado por Francia (10) y Estados Unidos (26). En el otro extremo, en el “tercio inferior del índice, compuesto en su mayoría por países africanos, hay una lista de países con problemas cuyas dificultades se extienden más allá de su incapacidad para mantener la salud ambiental y humana. Esta evaluación lleva a los autores a concluir que “el rendimiento en medio ambiente es un problema de gobernanza. Sólo los gobiernos que tienen un buen funcionamiento son capaces de gestionar el medio ambiente en beneficio de todos”.

Esta es una conclusión bastante sorprendente, ya que el EPI no incluye explícitamente ningún indicador de gobernanza, a diferencia de los ODS, que incluyen varios de estos indicadores en la Meta 16. Lo que el EPI evalúa está organizado en torno a nueve temas principales (salud, calidad del aire, agua y saneamiento, recursos hídricos, agricultura, silvicultura, pesca, biodiversidad y hábitat, y clima y energía). En cada una de estas áreas las “puntuaciones de los países (de 0 a 100) están determinadas por que tan cerca o lejos están de los objetivos, los cuales son seleccionados por los autores de acuerdos internacionales, umbrales científicos y por su propio análisis de los “que obtienen mejores resultados”.

Así, en el caso del clima, por ejemplo, ya que “no hay objetivos de reducción de CO2 acordados globalmente”, el EPI mide las mejoras en la intensidad de carbono. Como resultado, los contaminantes en exceso (Gran Bretaña, Dinamarca y Estados Unidos) aparecen como “sobre-cumplidores”, mientras que los que emiten muy poco año tras año han sido bajados de categoría. Las tendencias históricas sólo cuentan para medir el progreso, pero no se dice nada acerca de las responsabilidades acumuladas. Del mismo modo, la sección sobre la biodiversidad y el hábitat no mide la pérdida real de la biodiversidad, pero en su lugar la expansión de las áreas protegidas.

En el caso del agua, el objetivo del EPI es lograr el 100% de tratamiento de aguas residuales, lo que obviamente ubica a los países desarrollados en la parte superior. Tal vez este tipo de enfoque, que mide la capacidad de abordar un problema y no la contribución a la creación, explica la correlación de índices como el EPI con el ingreso per cápita. ¿No sería justo, para empezar, hacer algún reconocimiento a aquellos que producen menos residuos?

El índice parece razonable al excluir a los países sin litoral de la evaluación de las reservas marítimas, ya que de lo contrario se los estaría penalizando por no haber creado ninguna. Pero ¿por qué excluir a los países menos desarrollados de la evaluación del clima en lugar de acreditarles por la no emisión? ¿Estaría Bangladesh al final de la tabla (173 en el ranking de 180) si el daño climático creado por los demás fuese reconocido?

Podría ser de interés para comparar los enfoques entre los países con capacidades similares y averiguar por qué España rankea mejor que Francia. Sin embargo, la clasificación de todos los países, independientemente de sus capacidades y la medición de los esfuerzos para arreglar el desorden si no se reconoce a aquellos que ni siquiera puede permitirse el lujo de perder el recurso no es útil para resumir la sostenibilidad global. El mensaje básico del EPI a las Naciones Unidas parece ser que los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tienen buenos desempeños ambientales, mientras que los países africanos están dañando la naturaleza.

¿Están Yale y el Foro Económico Mundial diciendo en realidad que los ricos contribuyen más a los ODS? ¿O el EPI encuentra culpables a los pobres solo porque no pueden permitirse costosas alfombras para barrer su pequeña suciedad debajo?

Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Noticias/El_Indice_de_Desempeno_Ambiental_pinta_de_verde_a_los_ricos

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EE.UU: Hispanos avanzan en la obtención de títulos en tecnología pero aún les falta mucho para alcanzar a otros grupos

Un nuevo reporte contextualiza la situación de los latinos respecto a otros grupos y la brecha entre hombres y mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), materias de las que cada vez se escucha más como apuesta educativa.

Hay una brecha en el interés de hombres y mujeres en STEM desde secundaria. GettyImages

Los estudiantes hispanos están haciendo avances y cada vez obtienen más títulos universitarios en materias de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), pero la brecha con sus compañeros asiáticos y blancos persiste y está bien afianzada, según un nuevo reporte elaborado por la publicación U.S. News & World Report y la empresa Raytheon.

El reporte titulado Índice STEM, que ofrece un panorama sobre la educación en materias STEM en el país y sus perspectivas de empleo, reveló otra tendencia preocupante: Estados Unidos dependerá de extranjeros para suplir sus necesidades en carreras de ciencia y tecnología en el futuro inmediato y de que estos no regresen a sus países porque no hay suficientes locales para suplir el mercado laboral.

La importancia de las carreras en ciencia y tecnología radica en que el país las necesita para mantener un desarrollo pujante, crecimiento económico y mantenerse al frente en la innovación tecnológica.

Los empleos en carreras STEM también pagan mejores salarios que los empleos en otros campos, y según el estudio, desde el año 2000 los trabajos en campos de ciencia y tecnología han crecido casi cinco veces más rápido que los empleos en otras carreras.

El Índice STEM, que toma datos de varios estudios del gobierno y entidades privadas, registró un aumento de 9% en la obtención de títulos en ciencia y tecnología de dos años de estudio entre los hispanos, de 18,518 en 2014 a 20,230 en 2015.

Así mismo, se registraron aumentos de 13% en bachilleratos STEM entre los hispanos (37,583 en 2014 a 42,524 en 2015), y de 8% en estudios posgraduados (de 6,890 en 2014 a 7,438 en 2015).

Cientos de robots luchan por la educación /Univision

Sin embargo, los estudiantes blancos siguen obteniendo la mayoría de los títulos en STEM (376,958 en total en 2015) por el simple hecho de que «hay muchos más estudiantes blancos en (universidades de) Estados Unidos que negros, hispanos, asiáticos o nativos americanos», y esa brecha no da señales de disminuir en el futuro inmediato.

La brecha también está presente entre hombres y mujeres, y ya desde la secundaria. Por ejemplo, según el reporte, solo el 4% de las estudiantes de preparatoria dijeron estar interesadas en estudiar ingeniería, comparadas con el 34% de los varones.

En tecnología, solo el 2% de las jóvenes dijo estar interesada en la materia, comparadas con el 18% de los varones.

Ese interés se traduce en mejores calificaciones para los varones que para las jóvenes en exámenes avanzados AP en secundaria, puntuaciones en los exámenes de admisión SAT y obtención de títulos universitarios en STEM, según el reporte.

Por otro lado, el informe halló una tendencia preocupante y es que si bien en 2015 se otorgaron 30,835 títulos universitarios más en STEM que en 2014, cada vez son más los estudiantes extranjeros con visa temporal quienes los obtienen, con grandes posibilidades de que se lleven ese conocimiento a su país.

«Aunque nuestras universidades están produciendo más graduados en STEM, muchos de estos estudiantes son extranjeros con visas temporales», dijo en un comunicado Brian Kelly, editor en jefe de contenido de U.S. News.

«A pesar de una significativa inversión pública y privada no estamos desarrollando una fuerza laboral de STEM estadounidense para ocupar los trabajos del futuro. Es claro que necesitamos enfocar nuestros esfuerzos en que más niños, particularmente mujeres y afroamericanos, se interesen en las STEM desde jóvenes«, agregó.

El año pasado, según el reporte, se crearon 230 mil empleos en STEM más que títulos universitarios otorgados, y la tendencia es a que siga ocurriendo.

Las carreras más populares en ciencia y tecnología son en el campo de las computadoras, y el Índice STEM halló que tres de las cinco carreras mejores pagadas en el campo tienen que ver con tecnología de la Información, con salarios anuales que van desde $141 mil dólares para los Gerentes de Sistemas de Información, a $114 mil para los Ingenieros en Computación.

Fuente:http://www.univision.com/noticias/universidades/hispanos-avanzan-en-la-obtencion-de-titulos-en-tecnologia-pero-aun-les-falta-mucho-para-alcanzar-a-otros-grupos

Imagen: http://cdn2.uvnimg.com/dims4/default/ae21a67/2147483647/thumbnail/1240×698/quality/75/?url=http%3A%2F%2Fcdn3.uvnimg.com%2F6e%2F17%2F569b389b42bdb1c9abff30cb153e%2FSTEMIndex.jpg

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15 de mayo

Hugo Aboites

El clima oficial anteriormente existente en la celebración del 15 de mayo proclamaba a los maestros como apóstoles de la enseñanza; pero hoy se les ha convertido en sujetos de desconfianza y hasta de persecución institucional, mediante una evaluación cuyo desenlace puede ser la separación de la docencia o el despido. Eran antes considerados como una presencia tangible en miles de comunidades del compromiso de Estado con la educación para mejorar la suerte de las hijas e hijos de asalariados, jornaleros, empleados, obreros, desempleados, trabajadoras domésticas, pero ahora se les demanda que conviertan a los niños –en palabras de la conducción empresarial que hoy priva en la educación– en capital humano. De ser orgullosos estudiantes de una profesión de Estado, reconocida socialmente, los normalistas pueden ahora ser muertos por policías en una autopista a pleno sol de mediodía y 43 de ellos pueden ser desaparecidos violentamente sin que la SEP emita aún lo que debería ser una enérgica protesta y una reiterada exigencia de verdad y justicia. Hoy el Estado se encarga de convertir a maestros en criminales por la vía de acusar y encarcelar por razones claramente políticas, convertidos en rehenes para amedrentar y contener las protestas de los restantes.

También los maestros universitarios llegan a este 15 de mayo en circunstancias mucho más agresivas y difíciles que las de hace apenas unos años. Se enfrentan a una fuerte tendencia al recorte de los presupuestos universitarios, incluso a retener lo que les pertenece, y las consecuencias las pagan los estudiantes y los trabajadores universitarios, especialmente los académicos. Desaparecen los sistemas institucionales de pensiones, se generalizan las formas de trabajo precario (profesores de asignatura, interinos, temporales), se popularizan los enajenantes sistemas de estímulos, se mediatiza o se vuelve inocua cualquier forma de democracia, se fortalecen las burocracias y apenas hay ya recursos para la investigación y difusión, y para nuevas plazas académicas. Al mismo tiempo, se establecen cada vez más estrictos sistemas de control y supervisión de las instituciones y de los maestros e investigadores. De ser entusiastas constructores de instituciones, de innovadores programas de docencia e investigación (en la UPN, la UAM, UAP, UAS, Veracruzana, Unison y muchas otras) las y los profesores universitarios, como gremio nacional, está ahora desleído, disperso, callado. Sus antiguas iniciativas creativas son sustituidas hoy por programas verticales, burocráticos y enajenantes. Triunfó en medida importante la modernización tecnoburocrática, pero las consecuencias ahora están a la vista.

La posible salida de este marasmo ya no está en las nuevas formulaciones de las viejas tesis de los 90 sobre la universidad del siglo XXI, sino en los nuevos modelos que se construyen a partir de las exigencias y demandas de quienes se rebelan contra décadas de desmantelamiento de la educación pública mexicana. En estos años de anquilosamiento para muchas instituciones y maestros, las grandes propuestas están surgiendo de los movimientos de protesta y exigencia de una nueva educación y una nueva sociedad. Cada movimiento social encierra profundas lecciones para la educación, porque surgen del más elemental motivo, la falta de alternativas y de la necesidad, por tanto, de repensar al mundo de tal manera que se abran nuevas alternativas. La CNTE ha demostrado –a un muy alto costo– por qué en 2013 era indispensable para una buena educación el sostener un diálogo con los educadores. Para impedir que la reforma se hundiera en un conflicto que cada vez más no tiene salida. Las juntas del buen gobierno de las comunidades zapatistas demostraron que con la autonomía, a pesar de los recursos escasos, mucho puede lograrse en la educación. Las escuelas altamiranistas de Guerrero, las integrales de Michoacán, el Proyecto de Transformación de la Educación de Oaxaca, las de Chiapas están mostrando que aún en las peores condiciones de hostigamiento oficial, político y presupuestal los maestros pueden generar visiones, propuestas y ejercicios concretos de una nueva educación. Los movimientos universitarios (hoy emblemáticamente encabezados por el Politécnico) refrendan a su vez la importancia de la autonomía, de la lejanía de la injerencia gubernamental, y la necesidad de cambio de estructuras y relaciones.

Toda esta creatividad que se cuela entre las grietas de una estructura de modernización prematuramente envejecida, es una energía enorme de transformación que se desperdicia. Una SEP e instituciones universitarias abiertas, con estructuras capaces de reconocer y recoger esas nuevas tendencias de cambio, traducirlas a propuestas concretas de carreras, investigaciones, difusión de la cultura pero sobre todo a estructuras de una modernidad distinta. Es decir, nuevas formas de participación y comunicación; nuevas maneras de aprender y enseñar, horizontales, pertinentes, liberadoras; estructuras distintas y horizontales de gobierno; el surgimiento de nuevos roles hombre-mujer, estudiante-maestro, gobernante-gobernado, estudiante-estudiante, y también una relación distinta entre sistema educativo o institución y el trabajador de la educación. Esto, que es lo moderno desde abajo, si se le deja entrar a un sistema o una institución es capaz de provocar una revolución pacífica y profunda. Generar una educación creativa, mucho más noble y rica. Aún en medio de la protesta que hoy arranca, y que anuncia la convergencia de estudiantes y maestros y, precisamente por ella, este 15 de mayo puede ser radicalmente diferente para quienes ven todo lo que está mal y debe cambiarse.

*Rector de la UACM

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/05/14/opinion/016a2pol

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La sexta extinción ya está aquí

Por: Joana Branco

En su historia, la Tierra ha sido azotada por cinco extinciones masivas desatadas por causas naturales o cósmicas; esta vez el responsable es el ser humano.

Extinción es una palabra que suele evocar imágenes de tiranosaurios, velocirraptores o pterosaurios picudos y de anchas alas. Todos tenemos algunas nociones sobre la época en que estos gigantescos reptiles vagaron por el planeta y, en general, sentimos una fascinación casi morbosa por sus dientes y garras. Obviamente, todos sabemos también que ya no existen. Se extinguieron hace 65 millones de años, en el Cretácico, cuando una bola de fuego cruzó los cielos e impactó violentamente contra la superficie del planeta.

Esta fue la última pero no la peor de las grandes extinciones. Ese dudoso honor le corresponde a la que ocurrió hace 250 millones de años, en el Pérmico, tan masiva que se la conoce como la Gran Mortandad. Otras tres ocurrieron en distintos momentos, desde que hace 3.800 millones de años surgiera por primera vez la vida. Ahora, todo apunta a que asistimos en primera fila a la sexta gran extinción.

Corría el año 1998 cuando una encuesta realizada por el Museo Estadounidense de Historia Natural de Nueva York hizo sonar por primera vez las alarmas. “La mayoría de los biólogos del país están convencidos de que está en marcha una extinción en masa de animales y plantas”, se podía leer a principios de abril de ese año en las páginas de The Washington Post. Según el museo, siete de cada diez biólogos afirmaban que una quinta parte de todas las especies vivas podría desaparecer en menos de tres décadas y que el ritmo de desaparición era mayor que en cualquier otro momento de la historia.

Cualquiera imaginaría que, ante unas predicciones tan dramáticas, se tomarían decisiones políticas y sociales, pero no fue así. La encuesta solo contaba con la opinión de cuatrocientos expertos y no fueron pocos los que pusieron en tela de juicio las conclusiones. Sin datos sólidos que respaldaran el argumento de la extinción, el asunto cayó en el olvido, hasta que las cosas adquirieron un tinte bastante más grave.

¿Se han realizado estimaciones alarmistas?

Hoy por hoy, el programa científico de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, auspiciado por Naciones Unidas, estima que se extinguen a diario entre 150 y 200 especies. Y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) afirma que están en peligro el 41?% de los anfibios, el 33?% de los corales, el 34?% de las coníferas, el 25?% de los mamíferos y el 13?% de las aves. Pese a ello, aún se escriben artículos, como uno publicado en la revista Science en 2013, en los que se afirma que estos datos no son más que “estimaciones alarmistas”. Evaluar con rigor esta cuestión no es cosa fácil.

Para empezar, ni siquiera estamos seguros de cuántas especies existen. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) considera que los datos más fiables son los de un estudio publicado en la revista PLOS Biology, en 2011, que afirma que existen 8.700.000 especies. Una cantidad inmensa si tenemos en cuenta que solo un millón y medio han sido catalogadas. Además, para conocer su ritmo de desaparición, es necesario saber la tasa de extinción actual y la velocidad a la que se extinguían en el pasado. Una información muy difícil de obtener.

Declarar sin sombra de duda una extinción es un desafío. Existen ejemplos de especies que, a pesar de que se las consideraba extintas, regresaron de entre los muertos. También hay casos como el del tigre de Tasmania, cuya pérdida está bien documentada, pero que, aun así, supuestamente se avista de vez en cuando. Además, para concretar el ritmo promedio de desaparición de especies en el pasado, conocido como tasa de extinción de fondo, hay que recurrir a los fósiles, con todas las dificultades que eso conlleva.

Con el objetivo de zanjar esta cuestión, a principios de 2015 un grupo de expertos de las universidades de Stanford, Princeton y Berkeley, liderado por Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología de la Universidad Autónoma de México, decidió poner manos a la obra para llegar a una conclusión más o menos definitiva. ¿Es verdad que el ritmo de extinción se ha incrementado en las últimas décadas? Según sus resultados, sí.

Para eliminar cualquier posibilidad de que sus estimaciones se consideraran exageradas, los expertos limitaron el análisis al grupo mejor estudiado de organismos, los vertebrados. Además, “usamos tasas de extinción de fondo muy elevadas, que minimizan la diferencia con las actuales”, explica Ceballos. “Y solo tuvimos en cuenta –continúa– especies cuya extinción estuviera asegurada, sin incluir otras que es probable que también se hayan perdido, aunque aún no estemos seguros”.

Hasta hoy, ningún estudio había seguido unos patrones tan conservadores, ni arrojado unos resultados tan descorazonadores. “No nos esperábamos que fueran tan malos”, confiesa Ceballos. Según el artículo publicado en Science Advances, lo normal sería que desde 1900 hubieran desaparecido nueve especies de vertebrados. Sin embargo perdimos 468 entre mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces.

“Es un número que en otras circunstancias habría tardado entre 800 y 10.000 años en desaparecer”, señala. Estamos ante una tasa de extinción cien veces superior a la normaly “si obtenemos un valor tan elevado usando un enfoque conservador, que sin duda minimiza el problema, entonces es que la situación es realmente grave”, aclara Ceballos. En este sentido, Anthony Barnosky, profesor en la Universidad de California en Berkeley y otro de los autores del estudio, propone un sencillo ejercicio: “Mira a tu alrededor y de todo lo que ves mata la mitad”.

El hombre invade todos los rincones del planeta

Esta es la verdadera dimensión del problema y, por primera vez en la historia de la Tierra, la fuerza detrás de este desastre no son el clima, los volcanes o un meteorito. El responsable es el  Homo sapiens. Un artículo publicado a mediados de junio de 2015, en el que también participó Barnosky, detalla por qué y cómo hemos logrado desestabilizar la biosfera de una manera tan increíble. Es fácil de resumir: “No hay lugar en la Tierra que no haya sido alterado por los seres humanos”.

La Sociedad Geológica Estadounidense apunta que hemos transformado la mitad del suelo disponible y sobra poco más que los de los desiertos, la tundra, las grandes montañas y algún que otro trozo de bosque. Además, nunca se liberó tanto dióxido de carbono a la atmósfera. Es algo sin precedentes y tan geológicamente inusual que, según explicaban hace poco varios expertos en la revista Oceanography, es probable que convierta a este periodo en “uno de los más notables, por no decir cataclísmicos, de la historia del planeta”.

Quizá nos hemos vuelto insensibles hacia un problema que solo vemos a largo plazo. Pero debemos empezar a preocuparnos, porque ya convivimos con unas “tasas de extinción comparables a las que existían cuando desaparecieron los dinosaurios”, señala Barnosky. Y una pérdida de biodiversidad tan dramática pondrá en peligro nuestra propia supervivencia.

La inmensa mayoría de las especies actuales, nosotros incluidos, evolucionaron para hacer frente a las condiciones climáticas que han existido durante los últimos dos millones de años. Sin embargo, a partir de ahora, tendrán que afrontar escenarios muy distintos. “La temperatura media será quizá mayor en 2070 que en cualquier otro momento de la evolución humana”, añade el experto. Si el calentamiento sigue su ritmo, en el año 2100 se llegarán a las temperaturas más elevadas de los últimos catorce millones de años. Es poco probable que las adaptaciones y estrategias de supervivencia que favorecieron a las especies actuales les sean de gran ayuda.

El hombre invade todos los rincones del planeta

Esta es la verdadera dimensión del problema y, por primera vez en la historia de la Tierra, la fuerza detrás de este desastre no son el clima, los volcanes o un meteorito. El responsable es el  Homo sapiens. Un artículo publicado a mediados de junio de 2015, en el que también participó Barnosky, detalla por qué y cómo hemos logrado desestabilizar la biosfera de una manera tan increíble. Es fácil de resumir: “No hay lugar en la Tierra que no haya sido alterado por los seres humanos”.

La Sociedad Geológica Estadounidense apunta que hemos transformado la mitad del suelo disponible y sobra poco más que los de los desiertos, la tundra, las grandes montañas y algún que otro trozo de bosque. Además, nunca se liberó tanto dióxido de carbono a la atmósfera. Es algo sin precedentes y tan geológicamente inusual que, según explicaban hace poco varios expertos en la revista Oceanography, es probable que convierta a este periodo en “uno de los más notables, por no decir cataclísmicos, de la historia del planeta”.

Quizá nos hemos vuelto insensibles hacia un problema que solo vemos a largo plazo. Pero debemos empezar a preocuparnos, porque ya convivimos con unas “tasas de extinción comparables a las que existían cuando desaparecieron los dinosaurios”, señala Barnosky. Y una pérdida de biodiversidad tan dramática pondrá en peligro nuestra propia supervivencia.

La inmensa mayoría de las especies actuales, nosotros incluidos, evolucionaron para hacer frente a las condiciones climáticas que han existido durante los últimos dos millones de años. Sin embargo, a partir de ahora, tendrán que afrontar escenarios muy distintos. “La temperatura media será quizá mayor en 2070 que en cualquier otro momento de la evolución humana”, añade el experto. Si el calentamiento sigue su ritmo, en el año 2100 se llegarán a las temperaturas más elevadas de los últimos catorce millones de años. Es poco probable que las adaptaciones y estrategias de supervivencia que favorecieron a las especies actuales les sean de gran ayuda.

El ciclo de la vida, en juego

Incluso quienes son conscientes de ello no se asustan demasiado. ¿Qué importa si hay leones en África o ranas en Panamá? Pero la verdad, señala el experto, es que “para que un ecosistema sea capaz de mantener el equilibrio, necesita especies, porque la diversidad asegura la resiliencia (capacidad del ecosistema de sobreponerse a las dificultades)”. Cuando una especie se extingue, este delicado equilibrio de­saparece, lo que provoca un efecto en cascada que amenaza a muchas otras.

“Aunque solemos olvidarlo, nuestra supervivencia depende en gran medida de los sistemas biológicos y geoquímicos que regulan el planeta”, señala Barnosky. Todas las especies juegan un papel importante. La biodiversidad es uno de los factores que sostienen una infinidad de recursos que el hombre necesita para sobrevivir. Alimentos, agua potable, madera, fibras, combustibles y medicamentos son solo algunos ejemplos de los llamados servicios ecosistémicos. Y cualquier cambio que afecte a la biodiversidad puede poner en riesgo el acceso a estos recursos.

Un ejemplo: ¿qué ocurriría en África si no existieran leones? Sin un gran depredador al acecho, lo más probable es que el número de herbívoros aumentara sin control. Más bocas comiendo plantas darían origen a importantes cambios en el paisaje, una degradación gradual de la cubierta vegetal, erosión del suelo y un aumento de las enfermedades relacionadas con parásitos como las garrapatas, muy comunes en estos animales.

No sería la primera vez que algo así ocurre. Hacia el final de la última Edad del Hielo, casi todas las regiones del mundo estaban habitadas por animales que, a día de hoy, consideraríamos gigantescos. Mamuts, dientes de sable o enormes perezosos desaparecieron, paulatinamente, en una serie de pulsos de extinción que algunos científicos relacionan con la llegada de los seres humanos a sus territorios.

En Australia, los grandes herbívoros se extinguieron hace 41.000 años. Sin animales de gran porte que consumieran la vegetación, los bosques crecieron y acumularon materia orgánica. Los fuegos eran más frecuentes y, según los sedimentos de esa época, provocaron alteraciones drásticas en el paisaje. Donde antes prosperaban especies frondosas, propias de bosques tropicales, empezaron a predominar las plantas adaptadas a climas más secos y con una mayor tolerancia a los incendios, como las acacias.

“Dentro de doscientos años”, argumenta la primatóloga Jane Goodall en el recién estrenado documental Racing Extinction, “las personas van a mirar hacia atrás, hacia este periodo particular de la historia, y se preguntarán a sí mismos: ‘¿Cómo es posible que la gente de aquel tiempo permitiera que desaparecieran todas estas criaturas maravillosas?”. Para la mayoría de los científicos, “el enorme problema ambiental al que nos enfrentamos deriva del crecimiento desmedido de la población humana”, explica Ceballos. Y añade: “Es imperativo frenarlo. Si no, tal vez estemos perdidos”.

Ceballos estima que, en menos de tres generaciones, no tendremos acceso a muchos servicios del ecosistema. Pero evitar una pérdida masiva de biodiversidad es “aún posible si se intensifican los esfuerzos de conservación… Somos la última generación con el poder de tomar decisiones”, defiende. Pero lo que sea que hagamos establecerá el mundo en el que viviremos en las próximas décadas y siglos. No habrá vuelta atrás.

Ecoportal.net

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Nuevos roles en la educación…Todo un reto

 Por

La educación transformadora e innovadora tiene como misión el ser humano. Así como, la construcción del conocimiento como forma para reconocer nuestra realidad sociocultural y así  resolver problemas desde el quehacer educativo.

Esta misión permite relacionar el ser– competencias antropológicas- con el saber- competencias académicas- y con el saber hacer- competencias ocupacionales, y desarrollar la capacidad de sentir – competencias afectivas, pensar- competencias cognitivas-, y actuar- competencias éticas y morales – de quien aprende.

De allí que, para crear espacios transformativos deben generarse nuevas alternativas educativas y pedagógicas, que replanteen el cambio de roles en losagentes educativos:

?El educando-líder emprendedor como sujeto y agente activo de su propio desarrollo, constructor de su propio proyecto de vida y de sus propios aprendizajes; autónomo, significativo y colaborador; artífice de la construcción de su propia cultura y de su propio futuro y devenir.

El educador-mediador como promotor del bienestar y el desarrollo humano; como facilitador de los aprendizajes y del desarrollo bio-psico-social, afectivo y cognitivo de los educandos; como orientador en la construcción de los conocimientos disciplinares, los contenidos del aprendizaje y el desarrollo del pensamiento científico desde uno estándares de calidad; como formador de líderes transformadores y de mentes emprendedoras, eficientes, eficaces, efectivas y con excelente desempeño en los campos del saber y en la práctica cotidiana; como ingenioso, creador, innovador e inventor, con pensamiento divergente, de estrategias pedagógicas, didácticas, curriculares y evaluativas coherentes y pertinentes.

?Los nuevos saberes relacionados con los nuevos aprendizajes antropológicos, afectivos, éticos, morales, axiológicos, espirituales y ciudadanos –aprender a ser, sentir, pensar, actuar, vivir y convivir– y, los nuevos aprendizajes académicos, científicos, laborales, ocupacionales, cognitivos, investigativos, tecnológicos, de liderazgo y emprendimiento –aprender a saber, saber hacer, pensar, aprender, liderar y emprender.

?Las condiciones del entorno expresadas en los contextos histórico, familiar, social, económico, político, cultural, ambiental, ético, científico y tecnológico en los que se da la acción educativa y las concepciones y prácticas pedagógicas que permiten poner a operar los nuevos roles.

Este cambio de roles exige actualizar los fundamentos educativos filosóficos, psicológicos, epistemológicos, sociológicos y pedagógicos tradicionales y, con ello, responder a las tareas del desarrollo humano, la educación por procesos, la construcción del conocimiento, la transformación sociocultural y la innovación educativa y pedagógica.

Fuente: http://revistaeducacionvirtual.com/archives/2007

Imagen: http://www.brightedge.com/sites/default/files/Webinar.jpg

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Machismo, continuidad y repetición

MIGUEL LORENTE ACOSTA *

La afirmación del machismo pasa por la negación de la realidad que él mismo crea, ésa es la forma de hacerse invisible en una sociedad que lo señala en cada uno de sus actos. Desde el piropo como halago y el maltrato como un tema de pareja, hasta el homicidio por celos o alcohol, todo forma parte de lo que el machismo presenta como verdad para así mantener su mentira. Da igual que sean 70 las mujeres asesinadas cada año y 700.000 las maltratadas, al final, para el machismo cada uno de esos casos es un accidente o una excusa, y todos juntos ninguno.El problema de la violencia de género no son esos 700.000 hombres que maltratan ni los 70 que matan, el problema de la violencia de género es el machismo que los alimenta a todos ellos y al resto de la sociedad. Un machismo que lleva a que el 3% de la población de la UE manifieste que la violencia de género está justificada en algunas ocasiones, y que un 1% afirme que lo está en todas las ocasiones (Eurobarómetro, 2010).

A partir de esas referencias creadas por la cultura, cada agresor desarrolla su estrategia de violencia de manera diferente, aunque todos persiguen lo mismo: controlar a las mujeres para que no se salgan del guión establecido, corregirlas cuando consideran que se han desviado de sus dictados, y castigarlas cuando la desviación alcanza cierta gravedad. La propia dinámica de la violencia muestra claramente que cada agresor reacciona ante el comportamiento y actitud de las mujeres, y frente a las circunstancias que envuelven los hechos.Y cuando el machismo y los machistas ven que la sociedad está cambiando al incorporar y defender la Igualdad como derecho, al observar que las mujeres y el feminismo rompen con la injusticia de la desigualdad de la que nacen sus privilegios, y al comprobar que se incorporan con normalidad a los espacios y funciones que le habían sido negados, interpretan que esa nueva realidad es un ataque a sus posiciones y responden con su argumento habitual, que es la violencia.

«Ante esta realidad hay que informar y mucho, mandando un mensaje crítico a los agresores y a su entorno»

Por eso no es casualidad que ante una norma como la Ley Integral, dirigida a abordar globalmente el problema de la violencia de género, el machismo responda e intente confundir con argumentos tramposos y falaces como el de las denuncias falsas (en verdad suponen el 0,01% según la Fiscalía General del Estado y el Consejo General del Poder Judicial), que todas las violencias son importantes, que las mujeres también maltratan, que es una ley dirigida contra los hombres, o que que en verdad lo que se busca es enriquecerse a través de esa violencia, como incluso llegan a escribir algunos columnistas con total impunidad. Nunca se han preocupado de las otras violencias, ni del maltrato que ejercen las mujeres, ni de las agresiones de los hombres por parte de otros hombres… nunca lo han hecho hasta que no se ha hablado de violencia de género, porque en realidad lo que les preocupa es perder un instrumento tan necesario para ellos a la hora de mantener el orden establecido, como es la violencia contra las mujeres.

Tan necesario que, tal y como recoge la Macroencuesta de 2015, el 44% de las mujeres no denuncian por considerar que la violencia que sufren no es lo suficientemente grave, es decir, porque piensan que esa violencia es «normal» dentro de las relaciones de pareja. Y quien les dice que es normal no es el doble cromosoma X ni los estrógenos circulantes en sangre, sino la cultura machista que las paraliza.Esa reacción del machismo no es abstracta e impersonal, sino que es la reacción coordinada de cada uno de los machistas. Y si es fácil entender que hay una respuesta individual ante los cambios sociales que hablan de Igualdad, también debe serlo entender que cada uno de los agresores que ya está ejerciendo la violencia, reaccione de forma particular ante las circunstancias que envuelven su relación y el contexto social del momento.

De ahí las diferentes influencias que actúan en la construcción de sus conductas criminales.Los homicidios por violencia de género son la consecuencia de una historia de violencia que los maltratadores van desarrollando en el tiempo, unas veces de forma acelerada, otras más lenta. Se trata de un proceso en el que van integrando elementos que refuerzan su decisión y aquellos otros que de alguna manera la cuestionan, y la evolución final dependerá de la mayor presencia de elementos a favor del homicidio o de factores críticos con la idea de matar. Se trata, pues, de un proceso dinámico que va consolidándose conforme avanza, dificultando y limitando las posibilidades de incidir sobre él.

«Los machistas no son hombres extraños a la realidad social que ellos mismos crean a través del machismo. Son hombres muy integrados en ella, en su valores y en sus ideas»

Cuando se produce un homicidio por violencia de género el impacto social de la noticia es muy diferente. Y la valoración que hace el agresor que está pensando en matar a su mujer no es en términos de solidaridad o compasión con la víctima y su familia, sino que lo hace identificándose con el hombre que acaba de hacer aquello que él ya está pensando realizar. Ésa es una de las razones que hacen que un homicidio previo en violencia de género pueda actuar como refuerzo en la idea que manejan estos agresores, algo que se refleja en la acumulación de casos alrededor del homicidio cometido con anterioridad. El estudio realizado en 2011 por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género y la Universidad de Granada, demostró esa realidad al comprobar que al día siguiente de un homicidio se producía un aumento «no justificable por azar», lo cual sitúa la asociación en el conocimiento del caso anterior, puesto que se trata de sucesos aislados e inconexos.Esta situación demuestra que son homicidios que nacen de la voluntad y de la decisión de matar del agresor, quien actúa por motivaciones internas y posicionándose ante los elementos del contexto.

En ningún caso se puede interpretar esta influencia como un acto impulsivo e incontrolado surgido del simple conocimiento del homicidio previo, ni tampoco debe entenderse como un factor que incide en todos los homicidas. Se trata de un factor que influye «un poco en algunos casos», no en todos, pero como tal debe ser tenido en cuenta a la hora de valorar el riesgo y de adoptar medidas de protección. Y tampoco debe llevar a la errónea conclusión de que ante esta realidad no se debe informar, todo lo contrario. Lo que hay que hacer es informar, e informar mucho, pero mandando un mensaje crítico hacia los agresores (por ejemplo, en lugar de titular «una mujer muere a manos de…» hacerlo con «un hombre mata a…»), y a esos entornos posmachistas que buscan generar confusión y desviar la atención sobre el significado y la gravedad de la violencia de género.Los machistas no son hombres extraños a la realidad social que ellos mismos crean a través del machismo.

Son hombres muy integrados en ella, en su valores y en sus ideas, tanto que responden con la violencia que habitualmente utilizan ante lo que interpretan como ataques, partan estos de la sociedad a través de las iniciativas políticas o de las manifestaciones que los cuestionan y critican, o surjan de la conducta de las mujeres a quienes están pensando asesinar. Creer que los machistas contemplan la realidad como si miraran un paisaje o al mar es un error que se traduce en más riesgo para las mujeres que sufren la violencia. Los machistas se refuerzan entre ellos a través de las palabras y las conductas, lo vemos a diario en la calle y en las redes sociales; y los machistas que están usando la violencia se refuerzan identificándose con la violencia que utilizan otros hombres violentos, de ahí que la violencia de género continúe y se repita.

Fuente: http://www.elmundo.es/opinion/2015/11/14/56462c31e2704e8b538b4571.html

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La violencia Escolar

Por: Victor Montoya

La violencia en la escuela, al ser un fenómeno integrado en el contexto social, es una de las expresiones más naturales de una sociedad violenta. Por eso mismo, son cientos los alumnos que solicitan asistencia médica a consecuencia de los golpes recibidos en el patio o los corredores de la escuela; un hecho que, por su magnitud, alarma a los implicados en el sistema educativo, pero también a quienes, en cumplimiento de su deber de ciudadanos, están obligados a analizar las causas que motivan este ineludible problema.

Si se parte del principio de que la escuela es el reflejo de la sociedad y no una institución aislada de ella, entonces la espiral de violencia en las escuelas es un reflejo de la violencia social. El niño, como todo individuo, no hace otra cosa que proyectar en la escuela los conflictos psicosociales que experimenta en su entorno más inmediato como es el hogar.

La conducta del niño es un barómetro que permite constatar el ambiente familiar que lo rodea, considerando que las familias más aquejadas por la violencia corresponden a los sectores excluidos de la sociedad, donde abunda la desocupación, el alcoholismo y la violencia intrafamiliar; un entorno en el que, según cifras ofrecidas por los expertos en la materia, se cometen 16 casos de violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes, y que el 90% de estos casos son cometidos por los propios progenitores.

Cuando la escuela, en uso de sus atribuciones, no logra resolver los conflictos por sí sola, es lógico que genere un debate general que cuestiona, en primer lugar, la función formadora de una de las instituciones más respetadas de la sociedad; peor aún cuando se cree que la solución de los problemas -tanto pedagógicos como disciplinarios- está en manos de la policía; una instancia que no genera recursos para combatir los hechos de violencia y que cae rendida a los pies de la burocracia y corrupción del poder judicial.

A la pregunta: ¿A qué se debe la violencia en las escuelas? La respuesta es única y concluyente: la violencia en la escuela se debe a la violencia social, cuyas causas son diversas y que no pueden ser resueltas de un modo inmediato, debido a la crisis existente en el poder judicial y el Estado de Derecho que, en lugar de proteger a los ciudadanos más vulnerables, independientemente de su raza y condición social, actúan bajo el lema delsálvese quien pueda.

Educación a palos

Siempre que se celebra el Día del Profesor, cada 6 de junio, en conmemoración a la fundación de la Normal de Maestros de Sucre en 1917, cabe preguntarse si acaso todos los profesores tienen el derecho a conmemorar ese día y ser agasajados tanto por los padres de familia como por los alumnos.

Pienso, sin temor a equivocarme, que no, pues existen individuos en los establecimientos educativos que no merecen ni siquiera ostentar el título de profesores, ya que, más que educadores de hombres libres y democráticos del presente y el futuro, son verdugos de los seres más indefensos de nuestra colectividad.

No es casual que en algunos establecimientos educativos existan profesores cuya incompetencia profesional en el campo psicopedagógico los conviertan en el terror de los niños, acostumbrados a soportar los castigos bajo las consabidas advertencias: No soy gente si no rompo cinco palos en un curso. Por lo tanto, no es casual que un niño, que recibió cinco golpes por haber tenido un ataque de hipo y haber jugado en el aula, declare textualmente: Me cargó en la espalda de otro compañero y ahí empezaron los golpes… en el quinto no pude más y lloré. Te has salvado por llorar, le dijo el profesor, quien tenía previsto darle 15 golpes, como era costumbre en él a la hora de descargar su desenfrenada furia.

¿Qué hubieran opinado Georges Ruma, el pedagogo belga, y el venezolano Simón Rodríguez, impulsores de la educación boliviana, al enterarse de que en la hija predilecta del Libertador todavía se ejerce la violencia contra los niños?

Los bolivianos seguimos mal en nuestro sistema educativo, donde hace falta aplicar con mayor rigor la ley de la justicia para procesar a quienes, sujetos a su conducta autoritaria y poco tolerante, cometen abusos físicos y psicológicos contra los alumnos.

Los maltratos, que incluyen las agresiones sexuales, van desde los jalones de orejas, pasando por las bofetadas y los pellizcos, hasta los golpes con objetos contundentes como ser monederos y llaveros. Las agresiones psicológicas se manifiestan a través de los gritos, insultos, amenazas, abusos de autoridad y otros, que se usan como métodos correctivos.

Cuando se les pregunta a las víctimas de la violencia: ¿A quiénes recurren para denunciar los maltratos? La mayoría responde que optan por el silencio en un contexto social donde aún no se aprendió a respetar ni defender los derechos legítimos de los niños, niñas y adolescentes, y donde la educación a palos está todavía considerada como un acto disciplinario.

En tales condiciones, pienso que la frase: El porvenir está en manos del maestro de escuela, es una verdad a medias, al menos cuando se aplica una política educativa que no estimula la formación permanente de los profesores, quienes se quejan de sus salarios de hambre y sus pésimas condiciones de trabajo.

La única garantía para superar estas deficiencias estriba en consolidar una escuela más democrática, moderna y equitativa, por un lado, y en concederles un mejor salario y mejores condiciones de trabajo a los profesores, por el otro. Sólo así se evitará tener una escuela donde prime la pasividad, apatía y falta de materiales didácticos.

Si se considera que el porvenir de la patria está en manos del profesor de la escuela, entonces, cabría preguntarse: ¿Quiénes educaron a los políticos corruptos que tanto criticamos y a los profesores que hacen de tiranuelos de nuestros niños? La respuesta la tenemos todos y cada uno de nosotros.

Por lo demás, las instancias pertinentes de la educación boliviana tienen el deber de dar a conocer los derechos y las obligaciones de los niños y adolescentes; hacer que estos derechos sean difundidos por los medios de comunicación a modo de instrucción y sean respetados por todos los ciudadanos.

Se debe admitir que las intenciones de mejorar la situación de los alumnos y los preceptos de la educación boliviana andan por buen camino. Desde el punto de vista pedagógico, y gracias al empeño por enmendar los errores del pasado y el presente, se están logrando avances significativos, como haber cuestionado el uso obligatorio del uniforme escolar y haber aprobado una ley que prohíbe las tareas escolares en vacaciones, salvo que las actividades fuera del aula sean motivadoras, variadas, ágiles y adecuadas a las posibilidades del alumno y a su realidad familiar y social, sin comprometer el descanso que le corresponde.

Una escuela menos autoritaria

La escuela no siempre va hacia el encuentro de los niños, sino que, por el contrario, son los niños quienes van hacia el encuentro de la escuela, donde se enfrentan a las normas y sistemas pedagógicos establecidos por los tecnócratas de la educación. Lo único que tienen que hacer los niños es adaptarse a las condiciones que le presenta la institución educativa, cuya única función es la de impartir los conocimientos establecidos en los programas de educación.

La escuela es una suerte de máquina clasificadora que exime a los alumnos provenientes de hogares normales, en tanto sucumbe a los alumnos provenientes de hogares problemáticos. No es casual que la escuela haga más hincapié en los resultados de las pruebas o exámenes, clasificando a los alumnos en excelentes y deficientes, que en los programas de prevención de los factores psicosociales.

Los problemas escolares son, asimismo, consecuencias de la incompetencia profesional y pedagógica de algunos profesores, quienes, aparte de desconocer los elementos más básicos de la psicología infantil y juvenil, tropiezan con los alumnos que exigen de él no sólo los conocimientos que debe impartir, sino también la comprensión y la tolerancia, en un marco de motivación y respeto mutuo.

Los alumnos saben, intuitivamente, que el buen profesor es aquel que educa a los alumnos en un marco democrático, respetando la libertad de opinión y las inquietudes de cada uno. El profesor, en su función de adulto y educador, es el responsable no sólo del proceso de enseñanza/aprendizaje, sino el responsable de forjar la personalidad del educando, con la participación activa de los padres de familia y los demás profesionales que conforman el tejido social de la escuela

La actitud rebelde de ciertos alumnos suele ser una respuesta al autoritarismo escolar y a la incompetencia profesional del profesor que, en la mayoría de los casos, está más centrado en transmitir los conocimientos que en atender los conflictos sociales existentes en el aula, aun sabiendo que los alumnos clasificados como deficientes provienen de los sectores más vulnerables de una sociedad desigual y competitiva.

La experiencia enseña que un profesor incompetente, sin previos conocimientos pedagógicos y psicológicos, está destinado a fracasar en una escuela que refleja los conflictos de una sociedad donde impera la violencia y la inseguridad ciudadana. En estos casos, como en todo lo concerniente a la crisis estructural del sistema imperante, no basta con aplicar normas disciplinarias -y menos recurrir a los registros de la policía-, intentando desalojar la violencia que se metió en las aulas.

De nada sirve que la institución escolar se convierta en un reformatorio destinado a imponer a rajatabla la disciplina y el respeto hacia la autoridad, ya que la ola de violencia en la escuela no es más que un síntoma del malestar social que sacude los cimientos de toda la sociedad, donde prevalecen las leyes de los más fuertes sobre los débiles.

Con todo, para superar los problemas de la escuela -entre otros, el de la violencia debe cambiarse no sólo la actitud autoritaria de ciertos profesores, sino también ajustar los programas de enseñanza/aprendizaje a la realidad contextual del alumno. Es decir, a la realidad social existente fuera de las aulas, puesto que la escuela no puede -ni debe- mantenerse al margen de una sociedad que requiere de su participación para resolver los conflictos que, de un modo general, afectan negativamente en el proceso educativo.

*Articulo tomado de: http://victormontoyaescritor.blogspot.com/2016_05_01_archive.html

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