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Noam Chomsky y la causa palestina

Por: Tercera Información

El legendario filósofo Noam Chosmky cumplió el 11 de diciembre 95 años. A lo largo de su vida ha analizado y escrito varios libros sobre la historia de «Israel» y Palestina. Revisitarlos hoy es fundamental para encontrar una forma de pacificar el conflicto en la región.

Noam Chomsky, uno de los intelectuales más importantes del mundo que no necesita presentación, es famoso por sus precisos análisis de cuestiones geopolíticas y de la política exterior de Estados Unidos. Sus contribuciones a la erudición política y su crítica incisiva le han convertido en una de las principales autoridades en política mundial, aportando argumentos e ideas críticas para debates complejos como el actual conflicto entre «Israel» y Palestina y el papel de Estados Unidos. La perspectiva y la investigación únicas de Chomsky han dejado una huella indeleble en el estudio de la política y la diplomacia.

El conflicto entre «Israel» y Palestina, un asunto de larga data, ha recibido una gran atención por parte de académicos, políticos y activistas de todo el mundo. Dentro de este debate, las aportaciones de Chomsky revisten especial importancia. A lo largo de su vida, este distinguido lingüista y comentarista político examinó ampliamente este conflicto a través de sus obras escritas.

En sus primeras obras, como Guerra o paz en  Oriente Medio (1975) y El triángulo fatal: Estados Unidos, Israel y Palestina (1983), Chomsky criticó duramente la política de «Israel». Destacó que la creación de «Israel» en 1948 provocó la expulsión de cientos de miles de palestinos, un acontecimiento conocido como la Nakba, que en su opinión no se había abordado ni remediado lo suficiente.

La opinión de Chomsky sobre la Nakba (el desplazamiento palestino que se produjo durante y después de la invasión israelí de 1948 y la creación del Estado de «Israel») es de profunda preocupación y condena. Chomsky reconoce la Nakba como un acontecimiento central y definitorio del conflicto entre «Israel» y Palestina y la considera una injusticia histórica. He aquí los principales ejes de la perspectiva de Chomsky sobre la Nakba.

Injusticia histórica

Chomsky sostiene que la creación de «Israel» en 1948 provocó la expulsión y el desplazamiento forzoso de cientos de miles de palestinos de sus hogares y que este acontecimiento tuvo consecuencias duraderas y devastadoras para el pueblo palestino. Para él, reconocer la Nakba es esencial para comprender las causas profundas del conflicto entre «Israel» y Palestina.

Entiende que las cuestiones sin resolver derivadas de la Nakba, como el derecho al retorno de los refugiados palestinos, siguen siendo fundamentales para la dinámica del conflicto y apoya la reivindicación palestina del derecho al retorno, un aspecto clave para abordar las injusticias históricas de la Nakba. Reconocer y abordar el derecho al retorno es fundamental para cualquier resolución justa y duradera del conflicto.

Pertinencia permanente

Chomsky afirma que la Nakba no es solo un acontecimiento histórico, sino un problema actual. Subraya que el legado de la Nakba sigue marcando las vidas y aspiraciones de los refugiados palestinos y sus descendientes hasta el día de hoy y argumenta que reconocer la Nakba y sus secuelas es una responsabilidad moral y política.

Para el filósofo, reconocer el sufrimiento del pueblo palestino y comprometerse a hacer frente a las injusticias históricas derivadas de los acontecimientos de 1948 es esencial para encontrar una solución justa y duradera al conflicto entre «Israel» y Palestina. Su punto de vista destaca la importancia de reconocer las injusticias históricas y abordar sus consecuencias como parte de un debate más amplio sobre la paz y la reconciliación en la región.

La crítica de Chomsky a la ocupación israelí de los territorios palestinos es un tema recurrente en sus libros. El triángulo fatal aborda ampliamente esta cuestión. El detallado análisis de Chomsky revela su preocupación por el hecho de que la construcción de asentamientos israelíes en estas zonas ocupadas complique aún más la posibilidad de una solución de dos Estados, solución que considera necesaria para una paz duradera. Las opiniones del intelectual sobre la ocupación de los territorios palestinos y la construcción de asentamientos israelíes forman parte integrante de su análisis del conflicto.

Siempre ha expresado su profunda preocupación por estas cuestiones, que desempeñan un papel crucial en su valoración crítica. Su trabajo nos muestra que la ocupación israelí de los territorios palestinos, incluidos Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este, es una violación directa del derecho internacional. En varias ocasiones ha citado resoluciones de las Naciones Unidas y principios jurídicos —incluida la Cuarta Convención de Ginebra— que declaran ilegales estas ocupaciones y la ocupación continuada de «Israel».

Chomsky cree que la ocupación israelí es el principal obstáculo para lograr una solución pacífica al conflicto, ya que perpetúa las tensiones, obstaculiza el desarrollo económico y erosiona gradualmente la confianza necesaria para unas negociaciones significativas entre israelíes y palestinos. El filósofo ha criticado duramente la política israelí de construcción de asentamientos en los territorios ocupados. Los considera no solo una violación del derecho internacional, sino también una estrategia deliberada para crear «hechos sobre el terreno» que dificulten cada vez más el establecimiento de un Estado palestino viable. Los asentamientos, afirma, fragmentan los territorios palestinos y hacen menos probable una solución de dos Estados.

Su historial de conferencias, clases, entrevistas y producción teórica hace hincapié en el impacto de la ocupación y los asentamientos en los derechos y la vida cotidiana de los palestinos. Sostiene que los palestinos que viven en estas zonas se enfrentan a graves restricciones de desplazamiento, acceso limitado a la tierra y los recursos y frecuentes enfrentamientos con el Ejército israelí. Estas condiciones han llevado a una situación en la que muchos palestinos sufren una falta de libertades básicas y de dignidad.

Además, Chomsky señaló que la expansión de los asentamientos contribuye a los cambios demográficos en los territorios ocupados, incluido un número cada vez mayor de colonos israelíes. En su opinión, este es un factor que complica la perspectiva de una solución de dos Estados, ya que los asentamientos están profundamente arraigados e interconectados con la sociedad israelí.

Chomsky pide la intervención internacional para resolver la cuestión de la ocupación y los asentamientos. Cree que la comunidad internacional, incluido Estados Unidos, debería utilizar su influencia para presionar a «Israel» para que detenga la construcción de asentamientos y entable negociaciones con los palestinos. Las opiniones del autor sobre la ocupación y los asentamientos son una parte central de su crítica más amplia a las políticas israelíes y al papel de Estados Unidos en su apoyo. Defiende una solución justa y duradera al conflicto que reconozca los derechos y aspiraciones de israelíes y palestinos y respete el derecho internacional.

Violaciones de los derechos humanos

En varios libros, entre ellos Gaza en crisis: reflexiones de la guerra de «Israel» contra los palestinos (2010) y Conversaciones sobre Palestina (2015, en coautoría con Ilan Pappé), Chomsky llama la atención sobre las violaciones de los derechos humanos que sufren los palestinos que viven bajo la ocupación israelí. Las palabras de Chomsky siempre han alertado sobre una serie de violaciones de los derechos humanos e injusticias que sufre la población palestina que vive bajo la ocupación israelí y también han puesto de relieve cómo los palestinos de los territorios ocupados se enfrentan a importantes restricciones a su libertad de movimiento.

Los militares israelíes han establecido puestos de control, barreras y controles de carretera que dificultan a los palestinos ir a trabajar, a la escuela o incluso acceder a los servicios básicos. Chomsky nos demuestra que estas restricciones afectan gravemente a la vida cotidiana de los palestinos y ha criticado la construcción de la barrera de separación, a menudo llamada «barrera israelí de Cisjordania» o «Muro del apartheid». Considera que esta barrera, que «Israel» erigió para separar Cisjordania de «Israel», es un símbolo de injusticia que perturba a las comunidades palestinas, las aísla de su tierra y agrava las dificultades a las que se enfrentan en su vida cotidiana.

Chomsky también expresó su preocupación por el trato que reciben los prisioneros palestinos bajo custodia israelí. Refuerza los informes que existen desde hace tiempo según los cuales muchos palestinos, incluidos niños, son detenidos y sometidos a tratos vejatorios, como detención prolongada sin juicio, confinamiento en solitario y presuntos casos de tortura, lo que supone una nueva violación de las normas internacionales de derechos humanos.

Chomsky criticó lo que califica de castigo colectivo contra las comunidades palestinas. Esto incluye medidas como la demolición de casas y acciones punitivas contra comunidades enteras en respuesta a las acciones de individuos, y argumenta que estas prácticas violan el principio de responsabilidad individual y causan sufrimiento a personas inocentes. El célebre intelectual se ha pronunciado abiertamente sobre el bloqueo de la Franja de Gaza, en vigor desde 2007, lo considera una forma de castigo colectivo contra la población de Gaza y ha llamado la atención sobre las graves consecuencias humanitarias del bloqueo, como las restricciones a la circulación de personas y mercancías.

También ha criticado a «Israel» por fomentar el desplazamiento de sus ciudadanos a los territorios ocupados, lo que contribuye a la desposesión de los palestinos. La perspectiva de Chomsky sobre las violaciones de los derechos humanos y las injusticias en el conflicto palestino-israelí es una parte central de su crítica más amplia a las políticas israelíes y al papel de Estados Unidos en el apoyo a estas políticas en Oriente Medio. Pide que la comunidad internacional preste más atención a estas cuestiones y subraya la necesidad de respetar el derecho internacional y las normas de derechos humanos para hacer frente a los continuos desafíos de la región.

El papel de Estados Unidos

El análisis en profundidad de Chomsky gira generalmente en torno a la implicación de Estados Unidos. El apoyo militar y económico estadounidense a «Israel» refuerza y sostiene la ocupación. En El triángulo fatal se aborda este tema en profundidad, afirmando que Estados Unidos, en tanto superpotencia mundial, tiene la responsabilidad moral y política de fomentar una solución justa y duradera al conflicto.

Chomsky, conocido crítico de la política exterior estadounidense, ha argumentado que Estados Unidos presta un apoyo sustancial a «Israel» por varias razones interconectadas. Para nosotros está claro que Estados Unidos ve a «Israel» como un aliado estratégico en Oriente Medio: su importancia geopolítica de la región —incluidas sus reservas de petróleo y su papel político mundial— lleva al país a considerar a «Israel» un socio valioso para proteger sus intereses. Chomsky argumenta en este artículo que Estados Unidos ve a «Israel» como un socio estable y fiable en una región caracterizada a menudo por la inestabilidad política.

Al apoyar a «Israel», Estados Unidos pretende mantener una sensación de orden y estabilidad, que sirve a sus intereses y a los de sus aliados regionales, destacando el influyente papel de los grupos de presión pro-«Israel» en Estados Unidos, especialmente organizaciones como el Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC). Estos grupos tienen una gran influencia financiera y política, y animan a los políticos estadounidenses a apoyar a «Israel».

Estados Unidos tiene una larga historia de apoyo a «Israel», que se remonta a su creación en 1948. Las conexiones culturales, religiosas e históricas contribuyen a conformar este apoyo. Chomsky destaca los beneficios económicos que supone para Estados Unidos su relación con «Israel», ya que Estados Unidos es uno de sus principales proveedores de ayuda y equipamiento militar, lo que a su vez refuerza económicamente la industria militar estadounidense.

El autor sugirió que el recuerdo del Holocausto, junto con un sentimiento de culpa, influyeron en el apoyo de Estados Unidos a «Israel». Algunos ven la creación del Estado israelí tras la Segunda Guerra Mundial como una forma de rectificar los errores del pasado. Aunque Estados Unidos no es oficialmente un Estado religioso, Chomsky sostiene que los factores religiosos influyen en el apoyo a «Israel». Para muchos estadounidenses, «Israel» tiene un significado religioso similar al de Tierra Santa para el cristianismo, lo que puede moldear la opinión pública y las decisiones políticas. Algo similar ocurrió durante el gobierno del expresidente Jair Bolsonaro en Brasil.

Los políticos estadounidenses a veces utilizan el apoyo a «Israel» para atraer a bloques específicos de votantes, especialmente judíos estadounidenses, que pueden sentir una fuerte conexión con Israel basada en lazos culturales e históricos. Estos factores, en opinión de Chomsky, contribuyen al multifacético apoyo a «Israel» en Estados Unidos. Esta perspectiva, de más está decirlo, ofrece un punto de vista alternativo al discurso dominante: la opinión pública sobre el tema es diversa y existen varias interpretaciones de los factores que influyen en la relación entre ambos países.

Noam Chomsky sobre Hamas

Noam Chomsky ha criticado en ocasiones las políticas estadounidenses hacia Hamas y ha abogado por un enfoque más matizado hacia el grupo político. Ha defendido que Hamas, como partido político electo en los territorios palestinos, no debe considerarse una organización terrorista. Sostiene que comprender los factores políticos y sociales que contribuyeron a la aparición de Hamas es esencial para abordar el conflicto palestino-israelí.

Aunque no respalda ni apoya al grupo, Chomsky ha abogado por el compromiso diplomático y las negociaciones como forma de abordar las causas profundas del conflicto. Su perspectiva hace hincapié en la importancia de considerar el contexto político y social más amplio a la hora de debatir sobre Hamas y subraya la importancia de comprometerse con el contexto político y social en el que opera Hamas.

Perspectivas sobre la paz

El escepticismo de Chomsky sobre las perspectivas de paz en el conflicto palestino-israelí es otro tema destacado en sus obras y conferencias. Sostiene que las condiciones para una solución de dos Estados se han deteriorado constantemente debido a la expansión de los asentamientos israelíes, los cambios en la dinámica política y la violencia constante.

En Gaza en crisis plantea que es necesaria la presión internacional sobre «Israel» para que cambie su política y cree que la solución de los dos Estados, con «Israel» y Palestina conviviendo en paz y seguridad, es el camino más viable para una resolución duradera. Sin embargo, expresa su profunda preocupación por la disminución de las probabilidades de una solución de este tipo debido a la continua expansión de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados y sostiene que los asentamientos están dificultando cada vez más el establecimiento de un Estado palestino viable.

El pensador afirma que las condiciones para la paz se han deteriorado constantemente con el paso del tiempo. Atribuye este deterioro al conflicto en curso, a las políticas israelíes de asentamientos, a la cambiante dinámica política y a la violencia. Estos factores, afirma, han dificultado la celebración de negociaciones significativas. Chomsky ha apoyado el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), cuyo objetivo es presionar económica y políticamente a Israel para que resuelva las causas profundas del conflicto.

Aunque Chomsky aboga principalmente por una solución de dos Estados, reconoce a quienes han propuesto una solución de un Estado (en el que israelíes y palestinos compartan un único Estado democrático). Aunque no es su planteamiento preferido, lo considera una opción si la solución de los dos Estados resulta inalcanzable. Sin embargo, también ha expresado su preocupación por los posibles retos y complejidades de una solución de un solo Estado.

La perspectiva de Chomsky, en definitiva, hace hincapié en la necesidad de reevaluar el conflicto actual y renovar el compromiso de encontrar una solución justa y duradera. Destaca el papel de la presión internacional y de un cambio en el statu quo para crear condiciones que conduzcan a negociaciones significativas y a un camino hacia la paz. Sus reflexiones sobre el conflicto palestino-israelí, minuciosamente detalladas en sus obras, conferencias y entrevistas, ofrecen una visión profunda del contexto histórico, los problemas contemporáneos y las posibilidades futuras de este conflicto.

Se esté o no de acuerdo con sus fundamentos teóricos, los libros de Chomsky invitan a sus lectores a explorar esta cuestión desde un punto de vista analítico, crítico, histórico e inteligente. Sus contribuciones nos desafían a replantearnos la forma de ver el mundo y a buscar activamente una solución justa y duradera para Palestina.

Fuente: Jacobin

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/opinion/13/12/2023/noam-chomsky-y-la-causa-palestina/

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Opinión | Guerra, paz y un Santa Claus anti consumista

Por: Andrés García Barrios

Desde que hace más de tres décadas empecé a hacer teatro de divulgación científica, mis ensayos literarios se inclinaron sobre todo al tema educativo. Esto se acentuó desde que escribo para el Observatorio del IFE, donde casi siempre combino lo pedagógico con algún otro asunto, como ciencia, arte, lingüística, filosofía, etcétera. Ahora, este diciembre, el tema será la Navidad e inevitablemente la religión que le da origen.

Hablar de religión (o quizás prefiramos el término espiritualidad) obliga a todo el que publique en un medio laico, a ser discreto y a tener presente la mala reputación de esos términos. Estoy convencido de que, en muchísimos casos, esa mala reputación se debe a la también mala, muy mala educación que hemos recibido en materia de eso que llamamos lo espiritual. El dicho Más vale prevenir que lamentar se aplica perfectamente en este caso, dada la pésima experiencia que en general tuvimos desde la infancia con todo lo que suene a iglesiaclerodogma, religión, pecado, culpa y cosas por el estilo; después, cuando fuimos más grandes (y estábamos ávidos de conocimiento confiable), con el horror que sentíamos al encontrar esos términos en textos que dañaban o al menos ofendían nuestro criterio (y que aún lo dañan y ofenden).

¿Podré yo hacer en este texto algo distinto? He intentado ─siempre que puedo─ demostrar que en general no estamos bien enterados acerca de qué es realmente eso de la espiritualidad. A los cientificistas he intentado hacerles ver que lo teológico e incluso lo místico están presentes en grandes pensadores del siglo XX, incluso en aquellos de corte analítico que han cimentado la teoría actual de la ciencia; a los racionalistas, les he insistido que nombres como el de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino ─padres privilegiados del catolicismo─ se repiten una y otra vez en la filosofía contemporánea. Y en última instancia, he querido convencer a mis lectores de que, si de verdad queremos renunciar a lo religioso, vale la pena tener claridad ─al menos claridad personal─ de qué es de lo que nos estamos alejando.

A pesar de esta aparente firmeza mía, confieso que mientras escribo esto me tiño de cierto rubor y cierta vergüenza; quizás sea porque yo mismo fui criado en el centro de una coalición entre lo religioso y lo científico, en la cual el criterio de la ciencia acabó prevaleciendo; y sin embargo una y otra vez vuelvo a mis orígenes y me asalta la añoranza por ese algo desconocido y trascendente.

A mediados del siglo pasado la filósofa española María Zambrano lamentaba que su Dios era apenas tolerado. Hoy es mucho más frecuente ver a personas de muy diversos medios, incluidos los académicos, mostrando abiertamente su interés por la espiritualidad. Esto no significa que siempre se trate de una espiritualidad consistente y seria. Ciertamente, nuestro mundo posmoderno ha caído en el extremo de intentar que todas las afirmaciones individuales sean aceptadas. Yo no creo que deba ser así; pero tampoco creo que los criterios científicos y racionales puedan definir el valor de toda “verdad”. Mucho mejor me parecería ir en busca de una educación que nos ayude a acercar nuestro pensamiento a eso que sabemos que nunca podremos saber, y por lo tanto, a una resignación ante nuestra ignorancia (resignación que puede ser entendida también como resignificación del conocimiento humano en términos un poco más humildes).

Los siguientes textos son una reflexión acerca de temas que, por estar en época navideña, pueden ser un poco mejor tolerados por aquellos que aún se escandalizan ante la posibilidad de vincular la educación con cualquier cosa que suene a espíritu. El primer texto es un acercamiento a la Navidad desde una perspectiva nada idílica pero sí próxima a los jóvenes estudiantes, que están despertando a este mundo tan maravilloso como de barbarie; es también una forma de mostrarles a ellos un tipo intuitivo de interpretación del arte. El segundo texto ─más explícitamente pedagógico─ es una crítica a los rituales canónicos y una reflexión digamos “navideña” sobre cómo una verdadera educación espiritual podría estar presente desde la infancia en nuestras vidas.

Pasión Navideña

El 26 de abril de 1937, en el marco de la Guerra Civil Española, varias escuadras de aviones alemanes e italianos sobrevolaron un pequeño pueblo del País Vasco, llamado Guernica, y bombardearon y ametrallaron a sus habitantes. Fue una cruel matanza. Las causas han sido analizadas por varios estudiosos y casi todos ellos concluyen que se trataba de un ensayo para entrenar a las tropas nazis, que años más tarde ─en la gran guerra que ya se preparaba─ lo repetirían en otros lugares del mundo. La estrategia fue impulsada por el general ─y después dictador español─ Francisco Franco, quien quiso imputarle la masacre a sus enemigos republicanos, pero no tuvo éxito.

Apenas enterado de aquel terrible suceso, el pintor español Pablo Picasso decidió plasmar el tema en el cuadro que el gobierno republicano le había encargado hacía poco. El Guernica ─así se llamó la obra─ representó a España en la Exposición Internacional de París y suscitó todo tipo de comentarios aprobatorios y desaprobatorios, para con los años constituirse en uno de los grandes iconos de la pintura universal.

Confieso que en mi juventud, mi idea del cuadro coincidía con la de los críticos alemanes presentes en París, que decían que aquello no era más que “garabatos que cualquier infante puede pintar”. Pero yo era un ignorante, igual que esos críticos. Recuerdo que una de las cosas que no entendía era cómo la destrucción de un pueblo entero podía representarse con la imagen de unas cuantas personas en una estrecha habitación. A pesar de su tamaño (casi ocho metros de largo por tres y medio de alto), la obra no tenía la espectacularidad que según yo merecía el tema, más acorde con un paisaje interminable de casas incendiadas y personas huyendo, como ocurre en esos cuadros de guerra que yo había visto en autores clásicos.

El cuadro acabó expuesto muchos años después en el Museo Reina Sofía de Madrid, a donde tuve la fortuna de ir a verlo. Aunque en materia de arte yo ya había avanzado un poco, el cuadro no logró conmoverme. Lamentando mi impasibilidad, compré ahí mismo un folleto sobre la obra y me fui a una cafetería a leerlo. Aquel texto si me provocó una verdadera epifanía: la palabra Nacimiento, que saltó sobre mi desde aquellas páginas, en alusión a esos pequeños retablos artesanales que representan el natalicio de Jesús, me reveló de golpe todo el sentido del Guernica. ¡¿Cómo había podido pasar tanto tiempo sin que yo oyera esa explicación del cuadro, conocida por todos los expertos?! Fui a la portada del folleto… ¡y ahí estaba todo!, la Navidad transfigurada en un drama infernal, con su estrechísimo establo, su Virgen María y el niño Jesús muerto en sus brazos, San José también asesinado en el piso,  la estrella de Belén en lo alto, degradada hasta convertirse en un foco eléctrico; la paloma, apenas delineada, símbolo de un Espíritu Santo caído y moribundo; la mula y el buey, invertidos en un toro enfurecido y un caballo herido por una lanza en el costado, como anticipación de Jesucristo en la cruz; y finalmente, esas tres figuras femeninas que irrumpían en la escena, desesperadas y sufrientes, y que bien podían representar ─en esta subversión del Portal de Belén─ a los Reyes magos.

Era todo.

No quedaba duda, el Guernica era la representación de la muerte de Jesús apenas nacido. Volví las páginas apresurado para seguir leyendo detalles de aquella explicación, pero donde yo había encontrado ésta ahora no había nada: ni portal, ni Navidad, ni Jesús muerto. Yo había leído mal: la palabra nacimiento en realidad no hacía referencia a los nacimientos tradicionales sino a algo así como el nacimiento de una nueva época inaugurada por el famoso cuadro. Yo me lo había inventado todo.

Rápidamente traté de averiguar en otras fuentes si aquella versión mía existía ya, pero tampoco encontré nada. Ningún crítico aludía a esta interpretación que inesperadamente yo había hallado, y sólo años después pude encontrar el texto de un conocedor que coincidía conmigo. Ahora, hace muy poco, he descubierto algunos ensayos que también lo hacen. Las versiones difieren en algunos matices, por ejemplo en el significado de las tres presencias femeninas o en el del ave, pero refieren a la misma mitología que aquella mañana me convenció rotundamente.

Tal vez Picasso no tenía esa versión en mente, o no la tenía de forma consciente; o tal vez sí la tenía pero nunca la reveló para no ofender a millones de creyentes. Entiendo que tampoco quiso hablar nunca del “significado” de su obra. Sin embargo, si fue consciente de ella, habrá sabido también que, no por no hacerla explícita, el Guernica dejaría de ser un rayo fulminante ante los ojos de quienes habían traicionado a la República Española para supuestamente defender al catolicismo.

Sea cual sea la versión que tengamos del Guernica, la muerte de aquellos hombres, mujeres e infantes del pueblito vasco se emparenta con la de tantas otras poblaciones civiles, y hoy se extiende inevitablemente hacia la tragedia de las incursiones en Israel y la mucho más atroz de los bombardeos sobre Gaza. Por eso sugiero que, al menos en esta temporada, miremos por un momento el cuadro de Picasso con ojos navideños para mantener presentes esas tragedias que nos envuelven; también, que volteemos con una sonrisa triste hacia esa casi invisible flor en la mano del San José muerto, último reducto ─roto pero aún presente─ de la esperanza.

Santa Claus y la culpa

En mi juventud hubo un tiempo en que busqué en la religión el sentido de la vida. Era la religión que me habían inculcado mis padres, pero cuyo catecismo había aprendido sobre todo de mi abuela. Por eso, el día que ─dejándome llevar por un impulso─ entré a la iglesia y comulgué por primera vez en muchos años, fue a ella a quien me acerqué a contárselo. Llena de dicha, exclamó: “Qué alegría, ¿y con quién te confesaste?” El cielo que yo ya sentía cerca volvió a su lejano sitio: había olvidado que, para poder comulgar, uno debía haberse confesado por lo menos una vez en el último año.

─ No lo hice ─le dije.

También su cielo se vino abajo, mucho más abajo que el mío: en un instante su rostro se desencajó y pareció perder un par de kilos. Aquello era un pecado grave.  Afortunadamente, yo ya había pasado suficiente tiempo alejado de la religión como para que aquel susto de mi abuela no solo no me atemorizara sino que, por el contrario, me hiciera alejarme aún más del catolicismo.

No pasaron muchos años antes de que mi hermana mayor, quien también se hallaba en indagaciones espirituales, me pidió que asistiera a visitar a un sacerdote que para ella había sido un gran preceptor. El padre Manuel Jiménez Fernández era uno de los grandes sabios mexicanos de la iglesia católica: teólogo, historiador, consejero del Concilio Vaticano II, participante en las excavaciones del monasterio de los esenios en Qumrán… Fue él quien en la larga hora y media que me dedicó, aclaró, entre otras cosas, mis dudas sobre aquel grave pecado que supuestamente había yo cometido tiempo antes.  “No, nada de pecado ─me dijo─. Hiciste bien en comulgar. Dios no pone obstáculos a quien quiero acercársele.”

Fue también el padre Jiménez quién me explicó que en siglos anteriores la confesión no era un acto de una sola y rápida sesión sino un largo proceso de autoconocimiento que implicaba numerosos encuentros.

Hace apenas unos días volví a toparme con el polémico tema de la confesión mientras revisaba el segundo capítulo de uno de los libros más bellos e inquietantes que he leído en torno a la pedagogía y el psicoanálisis. Se trata de La causa de los niños, escrito en los años ochenta por la gran psicoanalista y pedagoga francesa Francoise Doltó (muchos de mis lectores han oído de ella), quien no por estar ligada a la ciencia dejó nunca de reconocer públicamente su catolicismo y de hacer frente a las críticas que continuamente recibía por ello. En el capítulo del que hablo, titulado Dejad que los niños vengan a mí (conocida frase de Cristo en el evangelio), Doltó profundiza en cuestiones que se pasan por alto cuando uno piensa en los sacramentos de la confesión y la comunión. A mí me sirven ahora para reflexionar sobre la forma en que la mala educación religiosa, el pésimo catecismo que tantos de nosotros recibimos, ha influido para que interpretemos la espiritualidad de forma equivocada.

No quiero plantear aquí preguntas sobre la realidad de lo espiritual en nuestras vidas; primero prefiero señalar, siguiendo a Doltó, algunos de los obstáculos que enfrentamos cuando queremos indagar sobre esa posible realidad. La pedagoga francesa nos explica cómo, a principio del siglo XX, durante el papado de Pío X, se redujo a siete años la edad mínima para recibir la primera comunión, precedida ésta siempre de una primera confesión. “Este decreto de la Iglesia católica ─nos dice Doltó, dolorosamente─ culpabilizó de forma inútil a todas las generaciones de nuestro siglo, en nombre del mismo Jesús a quien supuestamente los niños podrían acercarse.” La explicación que da a esta radical afirmación es la siguiente: a esa edad, ningún infante puede realizar una verdadera revisión de sus actos bajo un enfoque espiritual. Pequeñas y pequeños de siete años solo alcanzan a valorar las consecuencias de su forma de actuar por la reacción de los adultos, es decir, por si les agradan o desagradan a éstos. Un infante así, “es feliz o desdichado según que reciba felicitaciones o castigos por parte de sus educadores”. Es una edad en la que, si se le orilla a “confesarse”, el niño y la niña confundirán “la imaginación con el pensamiento, el deseo inconsciente con la acción, el decir con el hacer y, lo que es peor, a Dios con sus padres y maestros”. El pequeño que se confiesa, “calibra el bien y el mal ante Dios según los caprichos o las neurosis” de los adultos más cercanos, de tal suerte que los sacramentos sólo “inducen en él culpabilidad en vez de confianza en sí mismo y en los demás”, que es su verdadera misión. Con esa “desconfianza de si y de los demás”, con ese “miedo a las experiencias” ─sigue Doltó─, la culpabilidad acaba extendiéndose por todas partes.

Muchos dirán que son casos aislados aquellos en los que los infantes hacen la primera comunión antes de los nueve años o diez. Opino que esto no importa. En realidad, dada la inmadurez que abunda en nuestro mundo, no es raro que los fieles se acerquen al confesionario con esta triste y nada espiritual confusión entre lo divino y lo humano. Muchos sabemos, además, que esa confusión que Doltó refiere a padres y maestros, se extiende también hacia los sacerdotes en general (símbolo de autoridad como pocos) y se recrudece en el confesionario: arrodillados ahí, la mayoría de infantes y adultos creen que deben rendir cuentas de sus actos al hombre vestido de sotana que está frente a ellos, y avergonzados esperan su reprobación y su perdón, cuando el verdadero arrepentimiento no tiene nada que ver con rendir cuentas, ni con ser reprobado o sentirse avergonzado, y mucho menos con ser perdonado por otro ser humano.

Llevando esto al contexto navideño, es justamente la confusión entre los planos divino y humano lo que fomenta que, tras acercar a niñas y niños a un Santa Claus misterioso que los ama (es decir, alguien bastante cercano a Dios), perversamente acabemos  pidiéndoles que se resignen a qué todo eso era solo una mentira de los adultos (¿una más?). A mi parecer, una correcta educación espiritual  permitiría que los infantes creyeran plenamente en ese ser amoroso que piensa en ellos y desea su felicidad, y los iría acompañando durante el desengaño de la parte fantástica (por ejemplo, la de que Santa fabrica o compra los juguetes de la publicidad y recorre en una sola noche todos los hogares del mundo), teniendo siempre el cuidado de no lastimar el vínculo amoroso con un ser trascendente.

Termino este texto recomendando a todos que vean ese maravilloso clásico del cine que se llama Milagro en la calle 34 (yo conozco la versión de 1947, que está en Youtube), para que al menos por unas horas recuperemos al auténtico Santa, emisario de Dios, ser genuinamente espiritual… y por lo tanto un poco loco si se le compara con nuestra navidad humana, demasiado humana.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/opinion-guerra-paz-y-un-santa-claus-anti-consumista/

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PISA también certifica el empeoramiento de la equidad del sistema educativo

Por : 

Los datos de rendimiento del alumnado por nivel socioeconómico, por origen migrante y por género empeoran en la mayor parte de las comunidades autónomas según un informe publicado por EsadeEcPol y Save the Children y elaborado por Lucía Cobreros y Lucas Gortázar en el que analizan estas variables con los microdatos de PISA 2022 en comparación con la edición de 2018.

Es verdad, España ha aguantado mejor que muchos de nuestros países vecinos, la bajada de la última edición de PISA. Un descenso que no solo se justifica por la pandemia y el cierre de escuelas (que también), sino que viene siendo casi un clásico, lento pero implacable, desde hace una década.

En cualquier caso, además de que las puntuaciones en el examen internacional, dedicado esta edición a las matemáticas, hayan caído (diez puntos, frente a los 20 de la media de la OCDE y el total de la UE), hay otros datos preocupantes que se desprenden de este último informe. Los sacan a la luz EsadeEcPol y Save the Children y tienen que ver con la equidad.

Las dos organizaciones han querido poner el foco en algunos de los asuntos que trabaja el informe en relación a la equidad del sistema educativo, como son las diferencias de resultado en función del estatus socioeconómico de las familias, del origen migrante (primera o segunda generación) del alumnado y del género. Las diferencias en estas puntuaciones siempre han estado presente, pero ahora han ahondado la distancia.

El gráfico muestra cómo el factor socioeconómico, el llamado índice ISEC, explica una parte del resultado que sacan chicas y chicos en las pruebas de matemáticas. Como se aprecia, la mitad de las autonomías han mejorado o igualado el porcentaje que este índice impacta en la evaluación. Cantabria es la que mejora más llamativamente, mientras que Cataluña, País Vasco y Castilla-La Mancha.

Junto a esto habría que tener en cuenta los porcentajes de repetición que bajaron en todas las comunidades autónomas gracias a la política más o menos pública de aprobado general tras el cierre de escuelas en 2020. Las cifras, a pesar de este salto abajo no alcanzan las de la OCDE o la UE, salvo el caso de Cataluña, comunidad que ya era cercana a ambas.

Capítulo aparte merece la puntuación del alumnado migrante, ya sea de primera o de segunda generación. Es decir, que hubiese migrado desde su país de origen o que hubiese nacido en España de madre y padre extranjero. Las puntuaciones siempre han sido más bajas que las del resto del alumnado, una constante que se mantiene.

Las y los investigadores han querido eliminar el impacto que tiene el ISEC, además de ser migrante, en las puntuaciones en PISA para igualar las condiciones con las de sus compañeras y compañeros nativos. En todas las comunidades autónomas las cifras mejoran, pero en algunas de ellas siguen siendo tan altas como para que PISA las considere un curso completo.

En este punto hay que recordar que la OCDE asegura que una diferencia de 20 puntos en la evaluación PISA equivale a un curso lectivo completo. En País Vasco, la diferencia media del alumnado migrante es de 70 puntos, más de tres cursos. Cuando se descuenta el ISEC baja a 35,2, todavía por encima de un curso completo, casi dos. La misma diferencia media del estudiante migrante en España. En el otro lado de la gráfica, Andalucía, autonomía en la que prácticamente no existe ninguna distancia y cuando se elimina el índice socioeconómico y cultural, el estudiantado migrante pasa por encima del nativo.

Una cosa que aflora entre los datos del estudio de EsadeEcPol y Save the Children es el hecho de que en varias comunidades autónomas, el alumnado migrante consigue mejores resultados en matemáticas que el nativo, tanto el de primera como el de segunda generación. Según Lucas Gortázar, director de Educación de EsadeEcPol, no es algo tan extraordinario ya que en el informe que elaboró Save the Children en 2018 sobre equidad ya apareció este hecho. Según el investigador, “habla bien del proceso de integración”.

Otro de los asuntos recurrentes en PISA cuando se centra en Matemáticas es la diferencia entre chicas y chicos a favor de estos últimos. Nuevamente, las cifras señalan una diferencia que ha aumentado desde la última evaluación. Solo en cuatro comunidades las cosas han mejorado. Baleares, Andalucía, Canarias y La Rioja, aunque es esta última la que realmente marca la diferencia.

El documento, además de poner negro sobre blanco todos estos problemas, así como también las diferencias entre los centros urbanos y rurales, a favor de los primeros por culpa del ISEC principalmente, aborda algunas posibles líneas de acción con la idea de mejorar la situación del sistema educativo.

Seis son las propuestas que han elaborado conjuntamente las dos organizaciones para intentar mejorar la inequidad del sistema educativo. Algunas ya son viejas conocidas de ambas organizaciones que llevan algunos años colaborando en diferentes estudios. Entre ellas, la “mejora del acceso” a la educación de 0-3 años para niñas y niños de entornos socioeconómicamente deprimidos y para migrantes. Como aclara Lucía Cobreros, otra de las investigadoras del EsadeEcPol que ha participado en la elaboración del documento, principalmente se trataría de plazas gratuitas, principalmente e, idealmente, públicas.

También apuestan, como en varios de sus escritos, en la gratuidad de la red concertada con un equilibrio complejo entre la elección de centro y la planificación de la red escolar de manera que se luche contra la segregación escolar que agrupa a estudiantes por nivel socioeconómico y por origen nacional o étnico.

La extensión de la jornada escolar sería otra de las medidas. Una extensión en la que no entran si pasa por la jornada partida o por el aumento de las actividades extraescolares en el propio centro escolar. “La idea con esta medida es garantizar que estén en el centro más tiempo”, explica Cobreros y que se garantice que todo el alumnado tiene acceso, algo que pasaría por la gratuidad de servicios como el comedor, el transporte escolar y el acceso a materiales educativos.

También defienden más tiempo para hacer tutorías de apoyo y refuerzo individualizadas o en grupo pequeño tanto dentro como fuera del horario escolar. A esto habría que sumar alguna clase de formación docente que se centre en la gestión de la diversidad en el aula y en “cambiar creencias y prácticas pedagógicas relacionadas con la repetición de curso”, puesto que España sigue estando a la cabeza de la OCDE y de Europa en dicho índice.

Finalmente, apuestan por un aumento de recursos y una reducción de las ratios alumnado/profesorado en los centros que escolaricen al alumnado más desfavorecido, aunque el documento no explica más en relación a cómo podría acometerse esta última propuesta, en qué centros, con qué clase de alumnado o cuál debería ser el porcentaje a partir del cual recibiese esos recursos materiales y humanos extra.

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Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2023/12/12/pisa-tambien-certifica-el-empeoramiento-de-la-equidad-del-sistema-educativo/

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PISA 2022: los factores asociados a los resultados educativos

Por: Erick Juárez Pineda

Resulta urgente atender todas aquellas condiciones en las que se ejerce el derecho a la educación

Los resultados negativos de México en la prueba PISA no son nuevos. Se explican por la intervención de diversos factores que van más allá del actual contexto: las precarias condiciones en las que se ejerce el derecho a la educación, una urgente y verdadera revalorización del magisterio, la atención prioritaria a las secuelas que trajo las crisis sanitaria y la nula continuidad de las políticas educativas.

Para atender esta situación, se requieren diversas acciones conjuntas y coordinadas que, desafortunadamente, parecen imposibles de atender.

En primer lugar es fundamental darle continuidad a las políticas públicas. Los proyectos educativos no tienen una lógica transexenal y pareciera que están subordinados a las lógicas partidistas y electorales. En los últimos tres gobiernos, las reformas al artículo 3 de la Constitución, las diversas leyes y reglamentos han sido completamente distintos y no existió posibilidad alguna de rescatar y fortalecer aquellos programas o acciones que daban buenos resultados.

Posteriormente, resulta urgente atender todas aquellas condiciones en las que se ejerce el derecho a la educación, pues la gran inequidad en la que alumnos y docentes se desarrollan influye directamente en los procesos de enseñanza aprendizaje. Seguimos viendo alumnos con necesidades básicas de vestido, alimentación y hogar seguro; además de escuelas que no cuentan con infraestructura necesaria para su operación como techos, agua, drenaje o instalaciones eléctricas.

Finalmente, no se debe dejar atrás la promesa de una verdadera revalorización del magisterio. Esto no solo significa revisar los salarios y prestaciones, sino establecer acciones pertinentes de formación y profesionalización docente.

Si bien, la prueba PISA resulta ser una evaluación estandarizada que no toma en cuenta los contextos en los que se aplica, sí es un buen termómetro que nos da indicios para saber cómo estamos, cómo hemos avanzado o retrocedido y cuál es nuestra posición frente al mundo.

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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El vaso medio lleno de PISA

Por: Marcelo Trivelli

PISA en español significa Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes. PISA no es una prueba, sino que aporta a los tomadores de decisiones midiendo el desempeño, bienestar y equidad de los estudiantes en sus respectivos sistemas educacionales. El estudio se realizó con 700.000 estudiantes de 81 países y representa a 29 millones de estudiantes de 15 años de edad.

Repito que PISA no es una prueba de conocimiento. Los impulsores de este programa, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) entendió que el mundo, cada día más, retribuye a las personas no por lo que saben, sino por lo que pueden hacer con aquello que saben. Un mayor puntaje en PISA significa tener la capacidad de extrapolar en base a sus conocimientos y aplicarlo de manera creativa a situaciones desconocidas y cruzar límites.

La conclusión más importante de los resultados PISA es que los sistemas educacionales son capaces de entregar instrucción de calidad, junto con oportunidades equitativas de aprendizaje y que se puede aspirar a “una educación de excelencia no a costa del bienestar estudiantil, sino que a través del bienestar de las y los estudiantes”.

En lectura, matemáticas y ciencia, Chile se ubica en la medianía de la tabla. Está en primer lugar en América Latina, por supuesto sobre México, Brasil, Uruguay y Argentina. Comparados con países europeos, estamos estadísticamente iguales con Eslovaquia en lectura, con Moldavia y Bulgaria en matemáticas y con Grecia, Islandia y Serbia en ciencias.

PISA detectó en 2012 que en matemáticas le va mejor a aquellos alumnos que tienen menos ansiedad por esta área. Es sorprendente que el resultado de Chile en matemáticas se obtiene a pesar de que nuestro país muestra uno de los más altos índices de ansiedad en este tema. El aprendizaje en general está también determinado por la actitud hacia las materias y por ello es tan importante la actitud que transmiten a sus estudiantes los profesionales de la educación.

Una actitud positiva y optimista determinará el desempeño y aprendizaje de las y los estudiantes. Una sociedad como la chilena que vive en el negativismo, la depresión y el catastrofismo poco contribuye a que niñas, niños y jóvenes crean en sí mismos y en sus capacidades.

Pocos países mejoraron sus resultados entre los años 2018 y 2022. La gran mayoría disminuyó en matemáticas y lectura mientras ciencias presentó muy poca disminución en su actuación. Llaman la atención la disminución de 30 puntos de Noruega en matemáticas y 30 puntos de Finlandia en Lectura. Por su parte, Chile, que fue unos de los países en que mantuvo más tiempo suspendidas las clases presenciales debido a la pandemia de COVID-19, se mantuvo muy cerca del desempeño de 2018 en cada una de estas áreas y casi sin variación de ciencias.

Compromiso docente y vinculación con el estudiantado aparece como la variable que mejor explica este resultado para Chile. En Fundación Semilla lo dijimos entonces y se reafirma con datos de PISA que el magisterio estuvo en la primera línea; se reinventó a nuevas metodologías pedagógicas y demostró gran compromiso y vinculación con las y los estudiantes.

Por el bien de la educación y sin autocomplacencia es bueno ver el lado medio lleno de PISA.

El reporte completo lo pueden ver en https://www.oecd-ilibrary.org

Fuente de la información e imagen:  https://www.pressenza.com

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Un acercamiento a PISA 2022: El caso de México

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

 

La prueba PISA es relativamente valiosa porque evalúa, sobre todo, aspectos cognitivos, pero deja de lado otros aspectos clave de la educación

 

Este 5 de diciembre, 2023, se dieron a conocer los resultados de la aplicación de la prueba estandarizada y muestral del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA por sus siglas en inglés), que es un ejercicio que realiza cada tres años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), popularmente conocido como el club de los países ricos.

Los instrumentos de este programa permiten evaluar el uso de los aprendizajes (conocimientos y habilidades cognitivas estratégicas en formato de “competencias”), de los estudiantes de 15 años de diferentes países, mismos que han sido diseñados por la dirección de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Según los documentos oficiales de esta evaluación internacional, “PISA ayuda a identificar las características de los sistemas educativos de mayor rendimiento, lo que puede permitir a gobiernos y educadores reconocer políticas efectivas que pueden adaptar a sus contextos locales”. (Informe 2015, versión digital).

La prueba PISA se aplica a estudiantes que se encuentran al término de la educación secundaria o en la fase inicial del bachillerato. Se parte de la premisa de que, al evaluar a estos estudiantes, se tendrían elementos para retroalimentar a los sistemas escolares, específicamente, de la educación básica de las naciones miembros de la OCDE y de otros países participantes de la prueba.

PISA indica que “La evaluación no determina únicamente si los estudiantes pueden reproducir lo que han aprendido, sino que también examina cómo pueden extrapolar lo que han aprendido (aprendizaje significativo por transferencia) y aplicar ese conocimiento en circunstancias desconocidas, tanto dentro como fuera de la escuela. Este enfoque refleja el hecho de que las economías modernas recompensan a los individuos no por lo que saben, sino por lo que pueden hacer con lo que saben”. (p. 3 del Informe 2015, versión digital).

Para el caso de México, si esta evaluación PISA fue aplicada en 2022, a estudiantes de 15 años, entonces éstos debieron haber iniciado preescolar a los 4-5 años, en 2011-2012, y la primaria en 2013. Por lo tanto, ellas y ellos transitaron la educación básica durante los dos recientes sexenios. Ese antecedente es importante considerarlo en la interpretación de los datos.

Análisis que aparece en el documento PISA (2022) sobre los datos publicados para el caso de México (intercalo algunas preguntas):

1) “Los resultados promedio de 2022 fueron inferiores en comparación con 2018 en matemáticas y ciencias, y aproximadamente los mismos que en 2018 en lectura.” ¿Significa que en habilidades de comprensión de lectura la variable «confinamiento por pandemia» no influyó de manera crítica o determinante en estos resultados?

2) “En matemáticas, la reciente caída (2018-2022) revirtió la mayoría de los avances observados durante el período 2003-2009, y las puntuaciones promedio se acercaron a las observadas en 2003 o 2006. En lectura y ciencias, solo pequeñas, y en su mayoría no significativas. A largo plazo se observaron fluctuaciones en torno al promedio histórico. Los resultados más recientes de PISA no difieren significativamente de los observados diez años antes, en 2012.”

3) “Durante el período más reciente (2018 a 2022), la brecha entre los estudiantes con puntuaciones más altas (10% con las puntuaciones más altas) y los estudiantes más débiles (10% con las puntuaciones más bajas) se redujo en matemáticas, mientras que no cambió significativamente en lectura y ciencia. En matemáticas, casi todos los estudiantes se debilitaron, pero los de alto rendimiento disminuyeron más que los de bajo rendimiento.” ¿Se consideran las historias de vida escolar (tipo de sostenimiento y organización de la primaria cursada, por ejemplo) de las y los estudiantes que participan en la prueba, independientemente de la condición socioeconómica?

4) “En comparación con 2012, la proporción de estudiantes con calificaciones inferiores a un nivel básico de competencia (Nivel 2) aumentó en 11 puntos porcentuales en matemáticas; aumentó cinco puntos porcentuales en lectura; y no cambió significativamente en la ciencia.” ¿Cuál es la causa estructural de este resultado, específicamente en la resolución de problemas de ciencias naturales y tecnologías?

5) «Resiliencia educativa»: «Alrededor del 12% de los estudiantes desfavorecidos en México lograron obtener puntajes en el cuarto superior del desempeño en matemáticas. Estos estudiantes pueden considerarse académicamente resilientes porque, a pesar de su desventaja socioeconómica, han alcanzado la excelencia educativa en comparación con los estudiantes de su propio país. En promedio en la OCDE, el 10% de los estudiantes desfavorecidos obtuvieron calificaciones en el cuarto superior del rendimiento en matemáticas en sus propios países

6) Importancia de la educación preescolar, según el documento PISA (2022): «En México, el 98% informó que había asistido a educación preescolar durante un año o más (promedio de la OCDE: 94%). En promedio en los países de la OCDE, los estudiantes que habían asistido a educación preescolar durante un año o más obtuvieron puntuaciones más altas en matemáticas a la edad de 15 años que los estudiantes que nunca asistieron o que habían asistido durante menos de un año, incluso después de tener en cuenta los factores del nivel socioeconómico.» Ello no debe hacernos olvidar que en México aún no se ha logrado la meta de atención universal en preescolar, es decir, para niñas y niños entre los 3 y los 6 años.

Una vez mostrado lo anterior, ratifico algunas reflexiones y observaciones críticas que he externado en este mismo espacio y en diferentes tiempos, tanto en 2019 como en 2021 (ver referencias al final de este texto) sobre el valor de la prueba PISA para la toma de decisiones en el ámbito de las políticas públicas educativas:

En prime lugar, hay que decir que esta evaluación hay que tomarla con extrema cautela. Aparte de la variable “confinamiento por pandemia”, las evaluaciones estandarizadas y diseñadas mediante métodos muestrales rigurosos no dejan de ser relativas y limitadas. Como lo dijera alguna vez un profesor de estadística: Las evaluaciones estandarizadas y por muestra nos dan una fotografía o una imagen verdadera, pero superficial. Es como tratar de conocer profundamente una ciudad a través de fotografías captadas desde un puente peatonal.

En comentarios sobre ediciones anteriores de PISA me pronuncié, por ejemplo, en torno al valor relativo de los datos presentados por la OCDE (PISA, 2015 y 2018), en el sentido de que los “rankeos” (ordenamientos por puntuaciones entre países) resultan ser verdaderas simplificaciones de la complejidad educativa que viven las naciones y sus sistemas-centros educativos locales. Por lo tanto, hay que mantener en duda la razón de fondo y las intencionalidades de los llamados “rankeos”.

Sobre las limitaciones y falta de profundidad acerca de lo educativo en la prueba PISA, me he preguntado: ¿Acaso no hay otros procesos de aprendizajes escolares que, hasta el momento, no han sido evaluados por esos proyectos internacionales y nacionales de evaluación tales como los aprendizajes generados a través de la educación artística, la educación física, la formación cívica y ética o la formación en ciencias sociales y humanas?

Más que pensar en las evaluaciones educativas de las y los jóvenes para el mundo del trabajo y para insertarlos a los círculos de la mercancía (con visión instrumental) ¿no sería conveniente evaluar los procesos educativos, formativos y aprendizajes que están implicados a lo largo de la vida?

Por otra parte, la visión “economicista” de la Prueba PISA es quizá uno de sus inconvenientes principales, que han sido, por cierto, señalados por especialistas críticos de diferentes partes del mundo, porque dicha prueba o instrumento no evalúa otro tipo de conocimientos o habilidades cognitivas distintas de aquellas que son identificadas como del tipo “llave” (key skills), en el enfoque de las llamadas “competencias educativas” (que pueden ser evaluadas por su desempeño o logro en términos de resolución de problemas).

Tanto la versión 2018 como la de 2022 de PISA se han dado a conocer en contextos complejos de cambios sociales importantes, a nivel global, que tienden a agudizarse no sólo en los planos de la cultura, la evolución vertiginosa de las tecnologías (sobre todo de la información y la comunicación); el cambio climático y las dificultades económicas en todas la latitudes, sino que, además, los informes se presentan en medio de otros conflictos sociales no registrados en los reportes anteriores como la migración de sectores sociales vulnerables y desplazados por conflictos étnicos, religiosos, políticos o socioeconómicos; por las guerras o conflictos armados regionales, y por los problemas generados por la discriminación y la violencia locales, entre otros.

PISA reconoce al respecto que “En promedio, en los países de la OCDE en 2018, el 13% de los estudiantes tenían estatus de inmigrantes, en comparación con el 10% en 2009. Los estudiantes inmigrantes obtuvieron un promedio menos bueno en lectura, alrededor de un año de escolaridad.”

La prueba PISA es relativamente valiosa porque evalúa, sobre todo, aspectos del desarrollo cognitivo (“competencias lectoras y desempeños mediante resolución de problemas matemáticos y de otras ciencias”), pero deja de lado otros aspectos clave de la educación escolarizada como son el desarrollo físico, las interacciones sociales, el trabajo en equipo y los “climas” de relaciones sociales entre los diferentes actores que conviven en la escuela.

Textos recuperados y recomendados:

PISA 2018: Cinco reflexiones”, SDP Noticias, 4 de diciembre, 2019. https://www.sdpnoticias.com/columnas/pisa-2018-cinco-reflexiones.html

Una crítica metodológica de las evaluaciones PISA”, SDP Noticias, 7 de mayo, 2021.

https://www.sdpnoticias.com/columnas/juan-carlos-miranda-arroyo-una-critica-metodologica-de-las-evaluaciones-pisa.html

Fuente de la información e imagen:  https://profelandia.com

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Educación, sociedad y pobreza: entre miradas y quimeras. Brasil

En este artículo el autor reflexiona sobre la estrecha relación entre sociedad, educación y pobreza, sosteniendo que favorecer el acceso a la escuela de la población sin recursos, sin intervenir en otras esferas, nunca será la solución a la pobreza.

 

En general, la expresión “lo social” tiene dos acepciones. En sentido amplio, significa la sociedad en su totalidad y se utiliza al comparar la sociedad con la naturaleza, la forma social de movimiento de la materia con la biología. En sentido estrecho, el término expresa la presencia de relaciones sociales entre las personas.

 

Las relaciones sociales son los vínculos de interacción de los individuos y grupos de individuos que persiguen determinados objetivos sociales en condiciones concretas de tiempo y espacio. En documentos gubernamentales, junto con el desarrollo cultural, político y económico de la sociedad, se habla del desarrollo social y de la política social. Se utilizan expresiones como “esfera social”, “justicia social”, “aspectos sociales”, etc.

 

Sin embargo, el desarrollo social y la política social, si bien se estimen primarios al nivel de las relaciones sociales y del sistema social, no pueden considerarse como “del mismo orden” que la economía, la política y la ideología. En este sentido, es necesario discutir la relación entre educación (escolaridad) y pobreza. Por ejemplo, es importante preguntarse lo siguiente: ¿hemos de ubicar la carencia de educación como una consecuencia de ser pobre? ¿El no educado será pobre mientras no se eduque? ¿Es acaso posible que no exista relación entre educación y pobreza?

 

En términos generales, se entiende por pobreza la falta de acceso o dominio de los requisitos básicos para mantener un nivel de vida aceptable. Ello significa que una persona es pobre si no tiene suficiente comida o si carece de acceso a una combinación de servicios básicos de educación, atención de salud, agua potable, sistemas de saneamiento adecuados y un lugar de residencia seguro. Tradicionalmente, los economistas utilizan el ingreso como medida representativa de la pobreza, porque brinda los medios para asegurar la atención debida a las demás necesidades básicas.

 

De este modo, la mayoría de las estrategias para combatir la pobreza debieran dedicar suma atención a la generación de ingresos como la principal solución del problema. No obstante, es notable cómo, en los últimos tiempos, la preocupación está en proporcionar compensaciones a quienes se ubica por debajo de la “línea de pobreza” mediante programas muy amplios de focalización de los “pobres”, a fin de entregarles algún tipo de ayuda compensatoria. Por otro lado, se considera la pobreza como un fenómeno que ocurre porque las personas no han adquirido las habilidades cognitivas básicas para ser exitosas en el mundo. Así que basta con educarlas, darles acceso a la escuela o proporcionales compensaciones educacionales, y por lo tanto se disminuirán al mínimo las posibilidades de recaer en la pobreza.

 

Esta perspectiva ha sido adoptada tanto por gobiernos de derecha como de izquierda, pero es una falacia. Como ya he subrayado al principio, el desarrollo social y la política social, si bien se estimen primarios al nivel de las relaciones sociales y del sistema social, no pueden considerarse como “del mismo orden” que la economía, la política y la ideología. No se puede ignorar, por ejemplo, que los contenidos curriculares (y también, muchas veces, la práctica docente) son diferentes según la clase social de los alumnos, lo cual reproduce la desigualdad, y más aún, la legitima, aún que no se lo quiera así.

 

Tal perspectiva hace de la igualdad de oportunidades el centro de la política educativa para superar la pobreza, pero tiene dificultades para explicar el por qué de la existencia de la desigualdad. Como se pregunta el investigador mexicano Miguel Bazdresch Parada, ¿por qué, si la política educativa trata de ofrecer “educación para todos”, persiste la desigualdad de oportunidades? La respuesta tiene que ver con la imposibilidad de ofrecer a desiguales sociales una oportunidad igual a la de otros grupos cuyo “capital cultural” es de entrada diferente y con perspectivas de futuro también diferente. Es la lógica operativa del sistema social.

 

La formación económico-social que mueve dicho sistema se caracteriza por la acción de algunas regularidades. Destaco dos: las regularidades estructurales relacionadas con el funcionamiento de los distintos aspectos de la actividad vital de la sociedad y las regularidades genéricas relacionadas con el desarrollo de la sociedad. Si la relación entre educación y pobreza no se concibe teniendo esto en cuenta, la tendencia es que los enfoques desarrollados al respecto se limiten a la superficialidad y las falacias.

 

Además, considerar la función de las regularidades en la reproducción de las estructuras del sistema es una condición indispensable para pensar en proyectos de cambio social. En este sentido, conviene recordar las palabras del “red doctor”, en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte: los hombres, o mejor dicho, los seres humanos hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.

 

Ivonaldo Leite es profesor en la Universidad Federal de Paraíba (Brasil).

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Educación, sociedad y pobreza: entre miradas y quimeras

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