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La declaración del Centenario de la OIT y los derechos maltrechos de los trabajadores

Por: Eduardo Camín

Nunca han coexistido tantas normas, instituciones, autoridades encargadas de proteger la dignidad humana de los trabajadores a lo largo y ancho del planeta. Y sigue siendo una de las paradojas más desafiantes de nuestro tiempo la contradicción entre el bienintencionado discurso sobre los derechos laborales que producen las instituciones internacionales y los Estados nacionales y la desdichada realidad que prevalece en la mayoría de los países.

 

El pasado 8 de agosto se dio a conocer públicamente la declaración del Centenario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el futuro del trabajo adoptado por la conferencia en su centésimo octava reunión, en Ginebra el 21 de junio de 2019.

 

Como único organismo tripartito de las Naciones Unidas, la OIT esta reúne a representantes de gobiernos, empleadores y trabajadores de 187 Estados Miembros para establecer normas internacionales, elaborar políticas y diseñar programas para promover el trabajo decente.

 

En estos documentos no se dan directivas precisas, son una serie de recomendaciones, plenas de buenas intenciones, pero no que necesariamente presupongan que la OIT es competente en materia de política económica y financiera internacional.

 

Asimismo, en el primer periodo de sesiones del Comité Preparatorio sobre la festividad del centenario de la (OIT), la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, anunció desarrollar su enfoque del futuro del trabajo centrado en las personas, tomando en consideración las profundas transformaciones en el mundo del trabajo.

 

Resaltando que el diálogo social (la conciliación de clases), incluida la negociación colectiva y la cooperación tripartita, es un fundamento esencial de todas las actividades de la OIT y contribuye al éxito de la elaboración de políticas y la toma de decisiones en sus miembros.

 

En realidad, se ha redactado este documento que publicamos parcialmente en consonancia con el espíritu de la Declaración de Filadelfia según el cual “incumbe” a la OIT examinar y considerar cualquier programa o medida internacional de carácter económico o financiero con arreglo al objetivo fundamental de la justicia social.

 

La necesidad de actuar

 

Este año, en el que la OIT ha celebrado su centenario, era una oportunidad única para recordar que los derechos de los trabajadores son sistemáticamente violados en muchas partes del mundo. De hecho, algunos Estados hacen letra muerta de los convenios y recomendaciones de la OIT. Incluso en países que los han ratificado, sin olvidar que la OIT se enfrenta a la uberización del mundo del trabajo, una nueva economía basada en un sistema salvaje de derechos de los trabajadores.

 

Pero, en nuestros días, el trabajo se ha convertido para centenares de millones de personas en un bien escaso; un sufrimiento o un peligro para aquellos que tienen “la suerte” de trabajar.

 

Sin embargo, después de un siglo, el derecho al trabajo (relaciones y condiciones de trabajo) está codificado y las políticas laborales se elaboran en el seno de la OIT. Ciertamente, sus reglamentos han hecho posible una cierta mejora de las condiciones laborales en ciertas regiones del mundo, en particular en Europa durante el período siguiente a la II Guerra.

 

Pero hay que constatar que ni esa región del mundo escapa ya a los problemas citados y que sus países se encuentran en plena regresión en estos temas

 

Es necesario buscar el origen de todos estos problemas en la organización de la producción y la orientación de las políticas económicas. Además, tres decenios de política neoliberal, aplicada a nivel planetario y la llamada mundialización, han exacerbado las crisis.

 

Al poner a competir no sólo a los trabajadores sino también a los Estados entre ellos, y al excluir aún más la economía del campo político, esta mundialización neoliberal ha provocado una regresión en las legislaciones que regulan las relaciones de trabajo y ha debilitado aún más al ya desorientado movimiento sindical.

 

En este contexto, si bien el derecho laboral es conocido por todo el mundo, el derecho al trabajo no lo es tanto. Por supuesto, la reglamentación de las relaciones de trabajo es extremadamente importante, pero hay que gozar previamente de un empleo del que poder beneficiarse, algo nada fácil hoy en día.

 

El derecho al trabajo, que es reconocido a nivel internacional y en la mayor parte de las legislaciones, responde a esta condición previa. Como derecho humano que es, aporta al tratamiento de estas cuestiones una dimensión que rara vez se pone por delante y no es tenido en cuenta en la elaboración de las políticas y las estrategias de lucha contra el desempleo y el subempleo.

 

En todo el mundo, los derechos de los trabajadores están disminuyendo gradualmente. Más que nunca, es esencial luchar para garantizar que todos los que trabajan -en cualquier lugar del mundo- puedan hacerlo con dignidad, al tiempo que reciban un salario decente.

 

El trabajo es esencial para todas las personas en la organización de la sociedad actual. Contribuye no sólo a la formación de los individuos, sino que también es necesaria para que cada uno pueda hacer frente a sus necesidades y a las de su familia, entablar y mantener vínculos sociales y cumplir con sus deberes para con la sociedad.

 

¿Qué clase de trabajador requiere nuestra sociedad para poder funcionar bien? Las clases dominantes ya lo tienen claro. En realidad, se necesitan hombres que cooperen dócilmente en grupos numerosos con salarios paupérrimos, que deseen consumir más y más y cuyos gustos estén estandarizados y puedan ser influidos fácilmente.

 

Es decir, hacer lo previsto por el sistema.

 

Anexo: La declaración del Centenario

 

La Conferencia declara que:

 

i) asegurar una transición justa a un futuro del trabajo que contribuya al desarrollo sostenible en sus dimensiones económica, social y ambiental;

 

ii) aprovechar todo el potencial del progreso tecnológico y el crecimiento de la productividad, inclusive mediante el diálogo social, para lograr trabajo decente y desarrollo sostenible y asegurar así la dignidad, la realización personal y una distribución equitativa de los beneficios para todos;

 

iii) promover la adquisición de competencias, habilidades y calificaciones para todos los trabajadores a lo largo de la vida laboral como responsabilidad compartida entre los gobiernos y los interlocutores sociales a fin de:

 

— subsanar los déficits de competencias existentes y previstos;

 

— prestar especial atención a asegurar que los sistemas educativos y de formación respondan a las necesidades del mercado de trabajo, teniendo en cuenta la evolución del trabajo, y

 

— mejorar la capacidad de los trabajadores de aprovechar las oportunidades de trabajo decente;

 

iv) formular políticas eficaces destinadas a crear empleo pleno, productivo y libremente elegido y oportunidades de trabajo decente para todos y en particular facilitar la transición de la educación y la formación al trabajo, poniendo énfasis en la integración efectiva de los jóvenes en el mundo del trabajo;

 

v) fomentar medidas que ayuden a los trabajadores de edad a ampliar sus opciones, optimizando sus oportunidades de trabajar en condiciones buenas, productivas y saludables hasta la jubilación, y permitir un envejecimiento activo;

 

vi) promover los derechos de los trabajadores como elemento clave para alcanzar un crecimiento inclusivo y sostenible, prestando especial atención a la libertad de asociación y la libertad sindical y al reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva como derechos habilitantes;

 

vii) lograr la igualdad de género en el trabajo mediante un programa transformador, evaluando periódicamente los progresos realizados, que:

 

— asegure la igualdad de oportunidades, la participación equitativa y la igualdad de trato, incluida la igualdad de remuneración entre mujeres y hombres por un trabajo de igual valor;

 

— posibilite una repartición más equilibrada de las responsabilidades familiares;

 

— permita una mejor conciliación de la vida profesional y la vida privada, de modo que los trabajadores y los empleadores acuerden soluciones, inclusive en relación con el tiempo de trabajo, que tengan en cuentan sus necesidades y beneficios respectivos, y

 

— promueva la inversión en la economía del cuidado;

 

viii) asegurar la igualdad de oportunidades y de trato en el mundo del trabajo para las personas con discapacidad, así como para otras personas en situación de vulnerabilidad;

 

ix) apoyar el papel del sector privado como fuente principal de crecimiento económico y creación de empleo promoviendo un entorno favorable a la iniciativa empresarial y las empresas sostenibles, en particular las microempresas y pequeñas y medianas empresas, así como las cooperativas y la economía social y solidaria, a fin de generar trabajo decente, empleo productivo y mejores niveles de vida para todos;

 

x) apoyar el papel del sector público como empleador relevante y proveedor de servicios públicos de calidad;

 

xi) fortalecer la administración y la inspección del trabajo;

 

xii) asegurar que las modalidades de trabajo y los modelos empresariales y de producción en sus diversas formas, también en las cadenas nacionales y mundiales de suministro, potencien las oportunidades para el progreso social y económico, posibiliten el trabajo decente y propicien el empleo pleno, productivo y libremente elegido;

 

xiii) erradicar el trabajo forzoso y el trabajo infantil, promover el trabajo decente para todos y fomentar la cooperación transfronteriza, inclusive en áreas o sectores de alta integración internacional;

 

xiv) promover la transición de la economía informal a la economía formal, prestando la debida atención a las zonas rurales;

 

xv) adoptar y ampliar sistemas de protección social que sean adecuados y sostenibles y estén adaptados a la evolución del mundo del trabajo;

 

xvi) profundizar e intensificar su labor sobre migración laboral internacional en respuesta a las necesidades de los mandantes y asumir una función de liderazgo en materia de trabajo decente en la migración laboral, y

 

xvii) intensificar la participación y cooperación en el sistema multilateral a fin de reforzar la coherencia de las políticas, en consonancia con el reconocimiento de que:

 

— el trabajo decente es clave para el desarrollo sostenible, así como para reducir la desigualdad de ingresos y acabar con la pobreza, prestando especial atención a las zonas afectadas por conflictos, desastres y otras emergencias humanitarias, y

 

— en un contexto de globalización, la no adopción por un país de condiciones de trabajo humanas constituiría más que nunca un obstáculo al progreso en todos los demás países.

 

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/201599

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El Pensamiento Único y el Monopolio Cultural

Por: Jorge Molina Aranda

La única solución posible es contar en algún momento con una población sumamente politizada y cuestionadora del sistema mundial vigente, solo así paulatinamente se romperán las cadenas de la tiranía hegemónica del pensamiento único. Recordemos que el mismo Rousseau hace siglos nos advirtió en su Contrato Social que el ser humano nace libre pero en todos lados está encadenado.

Para muchos cientistas políticos, el comunismo era un muro de contención contra el capitalismo, una especie de amenaza constante que obligaba a los Estados capitalistas a buscar el bienestar social de las masas trabajadoras para tratar de evitar potenciales huelgas y alzamientos; con ello cobró más fuerza la idea del Estado del Bienestar.
Actualmente el capitalismo, en su versión más radical denominada neoliberalismo, es hegemónico en la mayor parte del orbe y, como todo poder monopólico, corre el riesgo de sufrir constantes y severos descontroles.
El pensamiento único es la versión neoliberal de la economía de mercado que implanta la razón económica del beneficio sobre las motivaciones éticas y políticas; además, enaltece la excelencia del mercado y del capital, que es donde se subordinan los demás aspectos de la vida individual y social.
Algunos filósofos vinculan el pensamiento único con la actitud posmoderna, vale decir, el pensamiento a contracorriente es incapaz de esgrimir valores y razones sustantivos capaces de enfrentarse a las razones del mercado neoliberal.
El pensamiento único se define por las siguientes características:
Primacía del Poder Económico: se atribuye a la economía la toma de decisiones y se considera que los intereses del conjunto de las fuerzas económicas constituirían los reales intereses de la comunidad global. La política está ligada al poder de los medios de comunicación y estos, a su vez, frecuentemente se subordinan al poder económico-financiero mundial. Las corporaciones transnacionales y las instituciones financieras son muy poderosas y adoptan como ideal unos pseudo procedimientos democráticos formales que carecen absolutamente de significado real. Amén la ciudadanía, en términos generales, no se entromete en la “cosa pública” e ignora las directrices que configuran su vida. Sin embargo, si en algún momento, por utópico que parezca, se devolviese el poder económico a su rol de subordinación a los intereses sociales, podría existir alguna posibilidad de alcanzar una sociedad libre y democrática.
Indiferencia Ecológica: el pensamiento único occidental concibe al ser humano como desarraigado de la naturaleza, por lo tanto, se observa a la misma con afán depredador. La economía capitalista de línea dura no evalúa ni reduce los costes ambientales de la salvaje y malintencionada interacción explotadora del hombre hacia la naturaleza.
Desigualdad Económica: el pensamiento único capitalista es indiferente hacia las secuelas negativas y desestabilizadoras que genera en el ámbito social, es decir, los ricos se hacen más ricos y los pobres, más pobres. Ergo, aquella brecha provoca una grave segmentación y polarización social.
El pensamiento único se conecta con la llamada razón instrumental, descubierta por los teóricos de la Escuela de Frankfurt, según la cual, y siguiendo a Horkheimer, esta consiste en una pequeña esfera de la racionalidad humana que ha ayudado a convertir a las personas en amos y señores de la naturaleza, les colma de innumerables medios materiales pero, coetáneamente, les deshumaniza y les domina. El imperialismo de la razón instrumental, del pensamiento calculador y pragmático, ha debilitado el pensamiento crítico-reflexivo, aquél que nos orienta y conduce a instaurar nuestra identidad personal con arraigo en la naturaleza y con pleno sentido de solidaridad social.
Horkheimer y Adorno criticaron a la sociedad de su tiempo, señalando que la razón instrumental puso en marcha la industria cultural, que impone sus modelos alienantes a través de los medios de comunicación.
La industria cultural y sus medios de comunicación están formados por: internet, cine, radio, televisión, revistas, música, publicidad y todas las demás actividades de ocio. Merced a estos medios, los grandes magnates de la economía mundial imponen suavemente un monopolio cultural –hegemonía la llamaría Gramsci– que margina cualquier creación que busque emancipar al individuo y estimule la creatividad no controlada por ellos.
Los productos de esta industria están diseñados para que el espectador no disponga de tiempo para pensar, pues lo que se ve, escucha o lee ya ofrece la «panacea» a cualquier interrogante planteada por una mente adormecida por la pirotecnia mediática. La industria cultural implanta valores, conductas, necesidades y lenguajes uniformes y acríticos para todos.
La única solución posible es contar en algún momento con una población sumamente politizada y cuestionadora del sistema mundial vigente, solo así paulatinamente se romperán las cadenas de la tiranía hegemónica del pensamiento único. Recordemos que el mismo Rousseau hace siglos nos advirtió en su Contrato Social que el ser humano nace libre pero en todos lados está encadenado.
Fuente: https://kaosenlared.net/el-pensamiento-unico-y-el-monopolio-cultural/

 

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La desigualdad educativa tiene cara de hombre en el Uruguay

Por: Claudio Rama

La educación superior en Uruguay se caracteriza por su carácter desigual, y entre esas desigualdades destaca la inequidad de los géneros dada por la escasa y decreciente participación de los hombres a medida que se desarrollan los trayectos educativos. La desigualdad existe en tanto no se representan en igualdad los diversos sectores de la sociedad y que a medida que la formación tiene más importancia en los niveles superiores decrece la incidencia de un sector y se distancia de un acceso equitativo. En el 2017, las mujeres fueron mayoría en el ingreso y en el egreso en todas las áreas (tecnicatura, licenciatura, especialización, maestría y doctorado), siendo el 60,3% de todos los ingresos y el 62,6% de todos los egresos. En salud, por ejemplo en el egreso, los hombres son apenas el 22,8%.

A inicios de los 2000, al frente de la Unesco impulsé una serie de estudios y reuniones de discusión en toda la región para iluminar, reflexionar y formular políticas sobre la inequidad del acceso para el caso específico de las mujeres que se ha resuelto positivamente superando aquella desigualdad. Hoy, casi 20 años después, la desigualdad se ha invertido y mi visión se focaliza en la necesidad de impulsar políticas que impulsen la participación de los hombres. Era tan injusto aquello como este escenario.

La desigualdad de los accesos y egresos en los distintos ciclos educativos y especialmente en la educación superior se podría deber meramente a una escasa disposición al estudio por parte de un sector social, genero, raza o religión como parte de decisiones personales de abandono por selección de otras opciones en contexto de libertad, y ello no implicaría que existe una desigualdad sino diferencias. Cuando la desigualdad en las trayectorias personales es resultado de contextos culturales o sociales, sí nos encontramos frente a fenómenos educativos derivados de problemas sociales y en los cuales se requiere una atención particularizada para su superación.

El feminismo durante muchos años se constituyó en un conjunto de ideas y políticas que contribuyeron a procesos de empoderamiento, desarrollo individual y social y políticas para impulsar el acceso a la educación y superar las desigualdades existentes antes. Con ese mismo enfoque cabe hoy poner en la mesa visiones de género que tomen en atención el marginamiento continuo de los hombres de los sistemas educativos, analicen sus causas y formulen políticas de soluciones que contribuyan a la igualdad, y que con ello permitan que la educación sea un motor real en la equidad en la sociedad.

En este contexto, cabe analizar la existencia de algunas barreras implícitas o explícitas que han ido provocando la des-masculinización de la educación superior, en tanto es claro que cualquier enfoque que se soporte en que las mujeres tienen más capacidades que los hombres no sólo es racista o xenófobo, sino que se basa en un paradigma no sustentado en la biología o la genética. La creciente marginación de los hombres de los sistemas educativos, y especialmente en los niveles superiores, es una derivación de situaciones sociales y culturales, lo cual se verifica que aunque la expulsión de los sistemas escolares a través de la deserción y el abandono se produce en todos los sexos y grupos, sin embargo es mucho más significativo en los hombres de menores ingresos económicos, los hombres del interior del país, los que trabajan, los casados y los que tienen hijos.

El sistema educativo se constituye en una estructura que margina y expulsa en las trayectorias escolares a un amplio sector de la población, siendo esa tasa de deserción más alta en los hombres que en las mujeres, incluso en condiciones de embarazo y maternidad. La deserción y el abandono superior de los hombres hace que el avance de la feminización de la cobertura y del egreso sea más notorio, y ella se está expresando en una feminización muy elevada en el mercado laboral en las áreas de educación, salud y justicia, y que continuará en cada vez más mercados laborales, dadas las tasas de titulación referidas.

Esta dinámica requiere una atención particularizada y la necesidad de políticas de compensación o proactivas. La Real Academia Española de la Lengua define la discriminación positiva como una «protección de carácter extraordinario que se da a un grupo históricamente discriminado, especialmente por razón de sexo, raza, lengua o religión, para lograr su plena integración social». Es una expresión de una concepción democrática de la construcción de los equilibrios sociales y una derivación de la igualdad de las personas ante la ley en nuestras sociedades.

Algunos movimientos feministas consideran que no hay una desigualdad, o incluso que la desigualdad en los procesos de formación es la base para construir la igualdad –que aún no existe plenamente– en las remuneraciones en los mercados de trabajo privados. Otros vemos que en la transición de los mercados laborales, de una dominancia de una demanda de fuerza bruta típica masculina a mercados laborales con mayor composición del trabajo intelectual, donde a su vez se está dando también la transición hacia una mayor igualdad en las estructuras salariales, se está construyendo una nueva desigualdad estructural de géneros que impactará fuertemente en la sociedad.

Más allá del movimiento del masculinismo como un conjunto aún muy confuso de ideologías y movimientos políticos, culturales y económicos centrados en el análisis de la «construcción masculina de la identidad y los problemas de los hombres frente al género», y como un movimiento análogo al feminismo, se debe buscar comprender la desigualdad en la participación de los hombres en el sistema educativo y construir una agenda de igualdad real. La alta desigualdad del índice 20/20 en la educación superior en el Uruguay (13 veces entre el quintil más alto y el más bajo) es resultado de que la cobertura de las mujeres es (2014) 80% para las mujeres y 62% para los hombres, o sea, 18 puntos de diferencia, y casi la mayor de todo el continente luego de Argentina, que tiene 19, y donde en el mundo desarrollado es mucho menor (España 7 puntos o USA 10). Este enfoque falta en la actual política educativa.

Fuente: https://www.republica.com.uy/la-desigualdad-educativa-tiene-cara-de-hombre-en-el-uruguay-id719213/

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La cuota y la crítica: sobre la mirada masculina en el mundo literario

Por: Mario Granda Rangel

El medio literario latinoamericano aún no reconoce a las escritoras por aquello que deben ser realmente reconocidas, esto es, la literatura.

En una reciente columna publicada en el diario español El País, la escritora nicaragüense Gioconda Belli expresó su desacuerdo con la tan extendida idea de las cuotas para mujeres. Su posición surgió a partir del debate que desató la mesa inaugural de la última Feria Internacional del Libro de Lima, que solo estuvo compuesta por hombres. Como se recuerda, muchas escritoras e intelectuales reclamaron la falta de representación femenina en el evento literario más importante de la ciudad. Para Belli, sin embargo, es un error que el feminismo concentre sus críticas en este aspecto: “Me opongo a la idea de cuotas. Me parecen un precedente funesto que nos dejarán para siempre en el limbo de no saber por qué se nos toma en cuenta”. 

Me parece importante detenernos en esta última observación, pues advierte el peligro que significa convertir una acción en un mero gesto protocolar. Con el paso del tiempo, las organizaciones aprenderán a “resolver” la situación de la desigualdad de género (esto es, cumpliendo con la cuota requerida) y no colaborarán con el verdadero cambio. En este sentido, las declaraciones de la autora tienen como primer destinatario a las propias feministas. Lo que quiere decir, en otras palabras, es que hay que apuntar hacia otra dirección. La igualdad de género no se reduce a pretender que en un panel de expositores o en un gabinete ministerial haya un mismo número de hombres y mujeres. Estos “espacios seguros” que garantizan la presencia de las mujeres son en realidad engañosos, pues en vez de visibilizar el problema, lo ocultan.

En realidad, la columna de Belli, titulada “La pluma femenina reclama su importancia”, está dirigida a ese mundo literario que aún se encuentra dominado por la mirada masculina y no reconoce a las mujeres por aquello que deben ser realmente reconocidas, esto es, la literatura. En este mundo, señala, las mujeres suelen ser relevantes cuando son populares, jóvenes y bonitas, o porque han ganado un lugar como columnistas o editoras. La máxima expresión de esta actitud se encuentra también en lo exigentes que se vuelven los escritores cuando se trata de juzgar literariamente una obra escrita por una mujer. Un pedido que, por supuesto, no se observa cuando se juzga una obra de un hombre: “Cantidad de hombres celebrados actualmente escriben literatura light, novelas románticas, eróticas o pueblerinas, narco novelas intrascendentes o tomos impenetrables, sin que les haga mella”. A las mujeres, en cambio, se les somete a los más rigurosos exámenes de una “calidad literaria” que nunca ha sido explicada con claridad. “El ojo crítico leve que usan para sus congéneres se transforma en implacable cuando se trata de la obra de una mujer”.

La advertencia de Gioconda Belli (una reconocida feminista a nivel latinoamericano que participó en esta última FIL) es una seria llamada de atención al juicio crítico de la hegemonía masculina. En estos nuevos escenarios, es necesaria una crítica literaria libre de los prejuicios mencionados y, sobre todo, mucho más creativa. Esto es lo que nos llevará a una paridad de género auténtica y, por lo tanto, a una imaginación literaria más arriesgada y más potente. 

Fuente: https://rpp.pe/columnistas/mariocarlosgrandarangel/la-cuota-y-la-critica-sobre-la-mirada-masculina-en-el-mundo-literario-noticia-1213578

 

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Deshumanización y guerras en el mundo

Por: Víctor Arrogante

Los conflictos armados producen desigualdad y millones de personas desplazadas y refugiadas. La concienciación de lo que ocurre en el mundo empieza con la información, pero es tanta y tan poco rigurosa que no se termina de entender la dimensión de la tragedia, salvo por las cifras escandalosas. Escuchamos hablar en los medios de la guerra de Siria y Afganistán, Irak, Yemen, República Democrática del Congo, Libia o Somalia, pero existen más guerra en el mundo, sobre las que va disminuyendo la información, hasta su desaparición total.

En la actualidad, se están dando los niveles más altos de desplazamiento registrados. Según datos de ACNUR; 70,8 millones de personas, se han visto obligados a abandonar su hogar. Entre ellos 25.9 millones de refugiados de los que más de la mitad son menores de 18 años. También hay millones de apátridas a quienes se les niega la nacionalidad y el acceso a derechos básicos como la educación, la atención médica, el empleo y la libertad de circulación. En el mundo, casi una persona es desplazada por la fuerza cada dos segundos, como resultado de un conflicto o persecución.

La guerra en Siria es una de las más largas y cruentas de la región. Por el tamaño y la población del país, ha generado una de las crisis de refugiados más graves desde la Segunda Guerra Mundial. Todo empezó en el año 2011, cuando miles de personas pidieron en las calles la dimisión del presidente Asad y que se realizaran diversas reformas políticas. Los opositores tomaron fuerza y se creó el Ejército Sirio Libre. Con el paso del tiempo entraron en escena los partidarios del yihadismo y el Estado Islámico. En el año 2014 se formó una coalición internacional liderada por Estados Unidos que comenzó a bombardear al Estado Islámico. El país se dividió en zonas, unas controladas por el régimen de Asad y otras por los rebeldes.

Tras ocho años de guerra, la ONU está tratando de crear un comité para redactar una nueva constitución, el primer gran paso para lograr la paz definitiva. En 2019, ocho años después del inicio de los combates, 6,1 millones de personas están desplazadas de sus hogares y 5,6 millones son refugiados en otros países de la región. La cifra de refugiados sirios aumenta cada día, en la mayor crisis de refugiados en el ámbito mundial de los últimos 25 años. Aunque países como Turquía, Líbano y Jordania han abierto sus puertas a las personas que huyen de los bombardeos en Siria, la ayuda humanitaria escasea tras tantos años de conflicto.

Azotado por la guerra y la violencia política desde los años 70 del siglo XX, Afganistán ha sido uno de los grandes focos de inestabilidad y desplazamientos forzados en Asia Central. Tras la salida de las tropas soviéticas en 1989, comenzó una nueva etapa de violencia interna que culminó con la intervención de la OTAN en 2001. En octubre de 2017 se cumplieron 16 años desde que Estados Unidos bombardeara por primera vez Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre. En este tiempo se han sucedido tres presidentes: George W. Bush, que declaró la guerra; Barack Obama, que la dio por terminada sin éxito en el año 2014; y Donald Trump, que ha visto cómo se han intensificado las acciones terroristas en los últimos meses. Para presionar en las negociaciones de paz, los Talibanes impiden a las ONG hacer su trabajo, cerrando clínicas y centros de ayuda.

El conflicto en Irak entre grupos armados y fuerzas gubernamentales, en los últimos años ha generado que en 2018 hubiera 1,8 millones de desplazados internos en el país, de los que el 53% son niños. A finales de 2017, la ofensiva gubernamental para recuperar el control de la ciudad de Mosul llevó al conflicto a su punto álgido. Aunque el país no se encuentra totalmente pacificado y muchos desplazados siguen sin poder regresar a sus casas, Irak fue el país con mayor número de retornados en 2018, con 945.000. Antes, el 20 de marzo de 2003, se produjo la llamada guerra de Irak, segunda guerra del Golfo, o conocida como Operación Libertad Duradera. El Estado Islámico ya no tiene el control efectivo de territorios, pero se mantiene fuerte en zonas desérticas o montañosas, desde donde lanza ataques estratégicos contra líderes tribales y políticos, tratando de aumentar la tensión entre las comunidades árabes y kurdas.

Se da la circunstancia de que una parte importante de la sociedad española se manifestó en contra del apoyo a la intervención en Irak, mostrado por el entonces presidente del gobierno José María Aznar. Este hecho y los atentados del 11-M, entre otros, motivaron un cambio de gobierno en el que el PSOE obtuvo mayoría tras las elecciones generales el 14 de marzo de 2004. Una de las primeras medidas del nuevo Gobierno, fue ordenar la retirada de España de Irak, restando apoyo internacional a la ocupación. La coalición comandada por Bush, no encontró ninguna de las armas de destrucción masiva que fue el engaño para invadir Irak. (Ver Guerra de Irak, participación de España y armas de destrucción masiva).

Yemen, con más de cuatro años de guerra, se ha convertido en el escenario de una de las peores crisis humanitarias del planeta. El alto el fuego en Hodeidah en 2018 disminuyó significativamente la cifra de muertes de civiles, pero no así en otras zonas del país. La extensión del conflicto, el colapso de la economía, la inseguridad alimentaria y el derrumbamiento de los servicios públicos básicos, han generado que el 80% de la población necesite ayuda humanitaria para sobrevivir. La ONU alerta de que la hambruna en Yemen, podría ser la peor de los últimos 100 años en el mundo. El 53% de la población no tiene nada que comer y más de un millón y medio de niños sufren desnutrición aguda. La guerra se ha cebado con los más débiles, en uno de los países más pobres del mundo.

Yemen sufrió un golpe de Estado en 2014, y la guerra se ha convertido en un conflicto que enfrenta a las diferentes entidades que quieren formar el gobierno. En este caso también ha intervenido el Estado Islámico y Al-Qaeda. El problema se agravó cuando una coalición de estados árabes dirigida por Arabia Saudí comenzó a bombardear el país en el año 2015. Tras cinco años de guerra, servicios básicos como la Sanidad o la Educación prácticamente ya no existen. Además, según la ONU, hay más de tres millones de desplazados y el 80% de la población necesita ayuda. Los más pequeños, como siempre, se llevan la peor parte. Unicef ha calificado el país como «un infierno en la tierra» para los niños, donde miles de ellos se están convirtiendo en niños soldado.

Si hay una guerra que no termina nunca es la de la República Democrática del Congo. Comenzó en el año 1996 y todavía perdura, produciendo personas refugiadas, hambre y muerte. La tensión aumentó gravemente a raíz de la negativa del presidente Kabila a dejar el poder después de haber sucedido a su padre en el año 2001. La guerra ha arrasado los campos de cultivo, han aumentado los precios y miles de personas se han visto obligadas a dejar sus casas. En julio de 2019, la OMS ha calificado como emergencia internacional un nuevo brote de ébola. Esto se une a un brote de sarampión con más de 115.000 afectados. Guerra interminable, epidemias, campamentos de refugiados superpoblados e insalubres, donde la situación es desesperada.

Otro conflicto vivo es el de Libia, que se encuentra a un paso de la guerra civil y amenaza a toda la región, sin signos de una paz en un futuro cercano. El panorama muestra una probable fragmentación del país. Durante 2019 ha ido fortaleciéndose el Ejército Nacional de Libia, una facción bajo el mando de Khalifa Haftar, opositor al gobierno reconocido internacionalmente, que cada vez cuenta con menos territorio bajo su control. El ENL ha ampliado su presencia e influencia en el sur de Libia desde mediados de enero. Ha firmado la paz con grupos armados tuareg y se ha enfrentado con otros, para mantener el control de campos petrolíferos.

Somalia, considerado como ejemplo paradigmático de estado fallido, lleva en guerra interna desde los años 90 del siglo pasado. La mayor parte del país está fuera de control del Gobierno, que en los últimos años ha logrado recuperar su influencia en el sur del país tras una ofensiva apoyada por la Unión Africana. A la violencia armada hay que sumar los estragos del cambio climático. Más de 2 millones de personas se han convertido en desplazados a causa de la sequía, las inundaciones y el propio conflicto. Esto ha provocado que la población desplazada se duplique hasta los 2,6 millones.

En la medida que EEUU deja de liderar el orden internacional, más países tratan de reforzar su influencia, mediante la intromisión en conflictos de otros Estados. Desde el inicio del siglo XXI las guerras se han multiplicado principalmente en África y Oriente Medio, conflictos que provocan un mayor número de desplazamientos forzados y víctimas en pleno 2019; conflictos interminables que tienen consecuencias muy graves sobre los países y especialmente sobre, la población civil, que es siempre la principal damnificada y las mujeres son las principales víctimas de los conflictos armados.

Más de 24.000 niños fueron asesinados, heridos, mutilados, reclutados a la fuerza y secuestrados, o sufrieron abusos sexuales y otras violaciones de sus derechos humanos durante el año 2018, según el último Informe Anual del Secretario General sobre Niños y Conflictos Armados. De esa cifra, más de la mitad corresponde a quienes perdieron la vida o quienes resultaron con graves heridas, como la pérdida de algún miembro de su cuerpo, principalmente por incidentes de fuego cruzado, restos de explosivos de guerra, minas terrestres y otras acciones de combate perpetradas tanto por grupos no estatales, como actores estatales y fuerzas multinacionales.

La paz es el estado ideal de armonía, libertad, seguridad en un mundo democrático. Podemos construir un mundo en el que impere la paz, la justicia y la solidaridad, trabajando de manera colectiva, enriqueciéndonos con las diferencias culturales y aprendiendo cada día. Somos responsables de crear un mundo mejor.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259296

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Clases de civismo: una oportunidad para enseñar habilidades del siglo 21

Se debe enseñar civismo en las escuelas para crear una sociedad más justa y equitativa.

Aunque no ha sido aceptada aún, la nueva Ley de Educación en México ha generado mucho nerviosismo en el país. Lo que busca es rescatar valores éticos y morales por medio de clases de civismo para ofrecer a los alumnos una preparación más integral.

El civismo es importante porque ayuda a fortalecer los valores y cultura cívica a las nuevas generaciones. Es una clase que permite a los niños practicar varias de las habilidades poderosas que desarrollan su pensamiento crítico. En este tema, los alumnos aprenden a discernir entre buenas y malas conductas en la sociedad, así como a estar informados y conscientes sobre sus derechos y deberes en la sociedad.

Según un estudio del 2016, realizado por la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educativo (IEA por sus siglas en inglés), aquellos países con un buen programa de educación cívica son los que mejor salieron evaluados. Esos programas que ellos ofrecen están bien consolidados y enfocados en formación de estudiantes de kínder hasta educación superior, así como preparación de docentes especializados.

Entre los países con mayor desempeño se encuentran Suecia, China, Dinamarca, Noruega y Finlandia. En América Latina de los países que les fue mejor fueron Chile y Colombia, seguidos por México, aunque se encuentran por debajo de la media.

La educación cívica en las distintas etapas

La educación cívica debería de iniciar desde el kínder ya que ayudaría al estudiante a entender los conceptos de civismo, dignidad, responsabilidad, tolerancia y ética. Se inicia enseñando sus deberes ciudadanos y la importancia de cumplirlos. Además, entre más aprenda el estudiante sobre el tema, más oportunidad tendrá de “vivir” el significado del civismo, derechos humanos y de conocer su rol en su comunidad.

Conforme el estudiante vaya avanzando en su educación, y quede asentado lo básico sobre civismo, se volverá más sencillo ir enseñando conceptos más complejos. Esos temas pueden abarcar desde ciudadanía, justicia, equidad, legalidad, e institucionalidad.

Al llegar a secundaria los jóvenes deberían tener la capacidad de aprender y entender sobre el orden y funcionamiento de la sociedad y el rol que desempeñan dentro de la misma.

 Ya en bachillerato y educación superior el estudiante debe dominar los temas de democracia, estado de derecho, equidad social, resolución de conflictos y derechos humanos.

En la clase de civismo se deben abordar los temas con una metodología adaptada a cada etapa estudiantil y verla como una materia transversal ya que cualquier otra materia puede ser compatible.

El juntar diversas clases con civismo también ayuda a ofrecer distintas oportunidades para enseñar sobre valores y ciudadanía, siempre y cuando vaya de la mano de un programa de formación cívica.

Con el gran auge de las habilidades poderosas, las asignaturas como civismo deberían de ser imprescindibles en la educación de los alumnos de cualquier etapa. No sólo porque los ayudará a desarrollar habilidades como el pensamiento crítico sino porque ayuda a formar ciudadanos modelo en la sociedad.

El Observatorio quisiera saber: ¿De qué manera se aplica las clases de ética en su escuela? ¿Existe algún programa o ley que busque enseñar cívica en los salones de clase?

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/clases-de-civismo-una-oportunidad-para-ensenar-habilidades-del-siglo-21

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El problema de los libros de texto y su vigencia como herramienta didáctica

El debate sobre la utilidad de los libros de texto es mucho más complejo que la antítesis “impreso vs. digital”. Hay que tomar en cuenta sus procesos de producción y distribución.

Los libros de texto han sido la columna vertebral de los métodos de enseñanza por siglos y muy posiblemente lo sigan siendo durante más tiempo. Pero hay cuestionamientos válidos en la comunidad educativa acerca de qué tan efectivos son en su forma actual.

La Revolución Digital del siglo XXI trajo consigo un cambio fundamental en la forma en la que producimos y consumimos contenido. Los medios digitales como periódicos, blogs y sitios web generan grandes volúmenes de información diariamente y las redes sociales nos mantienen en un estado de conversación constante.

Los métodos y fuentes para el aprendizaje ya no pueden ser estáticos, necesitan ser flexibles, adaptativos y conectados con la dinámica de tiempo real. ¿Los libros de textos cumplen con estos requisitos?

Lo que funciona

Los libros de texto tienen una razón de ser, brindan a los estudiantes la experiencia de interactuar con un libro en físico, actividad que, por si sola, conlleva beneficios propios que no están presentes en la lectura de textos digitales.

Un estudio realizado en 2013 demostró que los niños de tres a cinco años son capaces de comprender mejor lo que leen cuando viene de un libro en formato impreso. Los elementos interactivos inherentes a los libros digitales pueden volverse una distracción para los niños que están formando las estructuras cognitivas para aprender a leer.

De la misma forma, no ayudan tampoco a los estudiantes más avanzados, puesto que aunque ya conocen la técnica para leer, es más difícil generar una experiencia de inmersión cuando leemos en una tableta o en cualquier dispositivo con conexión a internet debido a los estímulos externos como las redes sociales, las notificaciones, los correos y los mensajes. El entorno digital tiende a la sobre exposición y facilita la procrastinación, no la concentración.

Aun si se trata de un libro digital descargado en un dispositivo sin conexión, nuestra calidad de lectura puede verse afectada. Estamos condicionados a no leer de forma enfocada cuando estamos frente a una pantalla porque asociamos el entorno digital a contenidos breves y entretenidos, como las conversaciones en redes sociales o artículos de sitios que visitamos por ocio más que por educación. Nuestra capacidad de retención se ve reducida en estos casos, como lo sostiene un estudio realizado en la Universidad Stavanger, en Noruega, en el que se midió la capacidad de los participantes para recordar noticias tras leerlas.

“Los lectores de Kindle tuvieron un desempeño mucho menor en la reconstrucción de elementos cuando se les preguntaron 14 eventos en el orden correcto”

Explicó Anne Mangen, autora del estudio. Mangen agregó que hay características inherentes a la lectura de un libro físico que facilitan la memorización y el aprendizaje. Cuando se lee en papel, hay una sensación táctil del progreso, palpable en el hecho de ir pasando las hojas de derecha a izquierda mientras estas se acumulan generando un peso tan físico como psicológico que refleja el avance del lector. No hay nada comparable a esto en el entorno digital, sostiene Mangen.

Todos los puntos anteriores refuerzan la utilidad de contar con libros físicos en los programas escolares, ya sea de material académico directo o recurso auxiliar. Sin embargo, aspectos de la producción y distribución de libros de texto generan preocupaciones válidas en el personal educativo. ¿Qué es lo que está causando que tantos expertos en educación y tecnología digan que el libro de texto es una herramienta obsoleta?

Lo que no funciona

Durante la última década hemos visto como el avance de la tecnología nos ha llevado a una democratización de los contenidos y filosofías educativas, como la del aprendizaje a lo largo de la vida, que nos motivan a usar cualquier herramienta para permanecer en un estado de aprendizaje continuo, sin embargo, decir que esta es la única razón por la que debemos evaluar la forma en que se producen los libros de texto, es simplista y poco productiva.

Para entender cuáles son las áreas de oportunidad de los libros de texto, necesitamos ir más allá del frecuente debate “digital vs. impreso”. Empatar el propósito de los libros de texto con los objetivos que deben cumplir y su mercado meta: los estudiantes.

Usualmente los editores a cargo de la producción de los libros de texto tienen un excelente nivel de conocimiento sobre los materiales académicos fuente y dominan a la perfección los procesos de un proyecto de publicación académica, pero no tienen mucho contacto con la experiencia educativa al momento que escriben la publicación.

No hay una preocupación por mantener un canal de comunicación abierto con lo que pasa en las aulas y los avances o cambios en cómo aprenden los estudiantes para generar herramientas óptimas y actualizadas.

Como resultado, tenemos materiales de estudio anacrónicos, que sirven para presentar exámenes y olvidar todo lo leído al día siguiente, en el que se estudia para la siguiente prueba. El insight más preocupante de esta reflexión es que entrenamos máquinas de almacenamiento de información, más que formar personas con habilidades competitivas en el mundo laboral y aptitudes para llevar una vida plena fuera del aula.

El enfoque comercial con el que se producen los libros de texto es un agravante, dado que los libros solo son vigentes por un par de ciclos escolares antes de necesitar otra versión revisada y actualizada. Por lo tanto, la inversión que las escuelas y padres de familia deben destinar a este recurso es enorme, e inútil a largo plazo.

Bajo este contexto, en lugar de ser una herramienta provechosa, el libro de texto incrementa los gastos escolares innecesariamente, aumentando la brecha de acceso a la educación de acuerdo al estatus económico.

Ante esta situación, el libro de texto gratuito se presenta como la mejor opción para defender la idea de que los libros de textos son indispensables. En el caso de México no podemos sostener este argumento con tanta presteza, dado que los libros de texto gratuitos son exactamente el mismo libro cada año, con todo y los errores ortográficos o de contenido.

Los cambios fundamentales en los libros de texto mexicanos gratuitos normalmente tardan décadas en hacerse y los estudiantes terminan con contenidos muy similares que no reflejan el avance del conocimiento en los distintos campos que cubren.

¿Cómo se puede mejorar?

No hay una sola solución para resolver el problema de los libros de texto. Se necesita un conjunto de estrategias que incluyan a los estudiantes, al personal educativo, a los especialistas en contenido educativo y a las editoriales que los publican.

El material didáctico no tiene que ser 100 % digital y abierto, pero la manera en que se producen necesita inclinarse más hacia ese rubro. Además, hacen falta plataformas y métodos para que el proceso de elaboración y distribución de los libros de texto sea más dinámico e involucre a todos los que hacen el material didáctico y los que se benefician de este.

Así como las instituciones educativas han puesto especial atención en el desarrollo de habilidades socio-emocionales y el mantenimiento de la salud mental de los estudiantes, creando departamentos exclusivamente para procurar los medios que logren estas metas, es necesario que las escuelas hagan un esfuerzo consciente por ser críticos con los materiales que ellos mismos usan.

Ningún especialista en contenidos, aun si se trata de un experto en fuentes y procesos, redacción, edición, métodos de enseñanza o cualquier otro tema relevante, será capaz de producir una herramienta que sirva al cien por ciento en el salón de clases si no recibe retroalimentación de estudiantes y maestros.

La tecnología digital no vino a sustituir a los libros de texto, de suceder esto, estaríamos incurriendo en un error que sacrificaría aspectos importantes de la lectura y el aprendizaje. Pero lo que sí podemos hacer es utilizarla para mejorar los procesos de creación y divulgación del conocimiento.

Esquemas como el de los contenidos abiertos, en el que los docentes colaboran para crear contenidos educativos mejor adaptados para las necesidades de sus cursos, ofrecen un buen ejemplo de métodos de cooperación para crear materiales más flexibles y conectados con la realidad educativa.

Las ventajas únicas de los libros impresos son suficiente razón para que los libros de texto continúen siendo una herramienta didáctica básica, pero para poder aprovecharlos más como recursos para enseñar la lectura y ejercitar la memoria, tienen que dejar de ser productos unilaterales y comenzar a ser un proceso colectivo sin miedo a la evolución ni al cambio.

Fuente:https://observatorio.tec.mx/edu-news/libros-de-texto

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