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Guillermo Jaim Etcheverry. «Los buenos docentes, y no la tecnología, son los que van a cambiar la educación»

Por: Daniel Gigena.

a cuarentena preventiva y obligatoria se decretó horas después del encuentro con Guillermo Jaim Etcheverry, presidente de la Academia Nacional de Educación y miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias. No obstante, Jaim Etcheverry, rector de la Universidad de Buenos Aires entre 2002 y 2006, saluda a dos metros de distancia y cualquier contacto será evitado. «Vivimos una circunstancia de excepción que alterará de manera radical nuestras vidas -dice en el departamento donde vive desde hace veinte años, rodeado de obras de artistas como Alicia Penalba, Fortunato Lacámera y Alfredo Londaibere-. También lo hará con la educación. Ante la suspensión de las clases, recurriremos a experimentar con las nuevas tecnologías. Coincido con el filósofo italiano Nuccio Ordine, cuando señala el peligro de transformar una educación de emergencia en la normalidad, el peligro de una enseñanza sin el docente mirando a los ojos del estudiante, que es lo que transforma sus vidas».

Este mes, cuando se cumplen poco más de veinte años de la publicación de su best seller La tragedia educativa , acaba de lanzar Educación. La tragedia continúa (Sudamericana). Durante veinte años, fue colaborador de la revista de la nacion con artículos en los que ahora trabaja con el propósito de darles nueva circulación. «El panorama educativo no solo no mejoró sino que ha empeorado», diagnostica.

¿Qué relación guarda el nuevo libro con el anterior?

Aquel libro, que tuvo como veinticinco reediciones, nunca lo reescribí. Ahora pensé que era un buen momento para volverlo a ver con la idea de modificar algo. Pero escribí otra cosa, con nuevos elementos y más datos. En esencia el mensaje es el mismo: la tragedia continúa. Algunos amigos me sugerían que le pusiera «la tragedia empeora», pero me pareció demasiado dramático.

¿No hubo mejoras en la educación en estas décadas?

Está peor. Las cifras indican eso; estamos estancados o peor que antes. En ese momento no estaban las pruebas PISA , por ejemplo. El mensaje es el mismo: tratar de llamar la atención sobre los graves problemas que tenemos. Muy poca gente educada, mucha desigualdad en la distribución de la educación y una calidad cuestionada. Las pruebas nacionales e internacionales demuestran lo mismo año a año. La mitad de los chicos que termina la escuela media no entiende lo que lee; dos de cada tres tienen problemas con las operaciones matemáticas más simples. Es un fracaso grande.

Sin embargo, la inversión en educación aumenta.

Sí, claramente ha aumentado, pero no se manifiesta en los logros. Sin el dinero es imposible, pero con el dinero solo no basta. Lo que está en crisis en el país es el valor social de la educación. A nadie le interesa realmente. Más allá de lo que se dice en los discursos, el interés social por la educación es muy pobre. El 70% de los padres manifiesta que está satisfecho con la educación de sus hijos y a la vez sostiene que la educación en el país está muy mal. El 80% afirma que no cambiaría a sus hijos de escuela para mejorar la educación. O sea que la gente está conforme y esa conformidad atraviesa todos los sectores sociales y niveles educativos. Por alguna razón misteriosa la mayoría piensa que la educación de sus hijos es extraordinaria.

En una entrevista, el Presidente dijo que la vuelta a las clases no le preocupaba ante la emergencia sanitaria por la pandemia.

Hoy es imposible anticipar cuál será la evolución del año escolar. La respuesta de nuestras autoridades educativas ha sido rápida y adecuada al promover el uso intensivo de las herramientas tecnológicas, como se ha procedido en muchos otros países. Una de las ventajas de esta lamentable situación es que docentes y alumnos se entrenarán en el empleo de esos útiles recursos complementarios. Pero, al igual que en otros aspectos de las relaciones interpersonales, el riesgo es que esta experiencia contribuya a instalar la idea de que la tecnología puede reemplazar el vínculo directo y presencial entre maestros y alumnos, que sigue siendo esencial, al menos en las etapas iniciales del aprendizaje.

¿Con la cuarentena estamos en pleno experimento educativo?

Vamos a ver qué va a pasar. Es muy incierto, pero entiendo que el docente es un modelo, es un ejemplo y la educación es ejemplo. El buen docente es el que sabe mucho de una materia, que siente pasión por eso que sabe y que transmite esa pasión. Cualquiera que recuerde a un buen docente lo sabe. Y además era el que exigía. Las pantallas no pueden hacer eso, son medios fríos, que no traducen emociones ni el poder de reflexión por su propia estructura. Como recurso son importantísimas, pero la tecnología no va a modificar la educación; la van a modificar los buenos docentes. En el libro menciono una entrevista a Streve Jobs, que se arrepentía de haber introducido la tecnología en las escuelas, no porque le pareciera mal sino porque había contribuido a dar la impresión de que la tecnología revolucionaría la educación. La educación depende de los docentes.

¿Qué papel deben desempeñar los padres o los adultos a cargo de chicos en esta circunstancia?

La colaboración de los padres en la educación de sus hijos durante la cuarentena es, obviamente, esencial. Es imprescindible su contribución en la selección de los materiales, en la supervisión de los aprendizajes, y sobre todo, demostrando interés por el cumplimiento de esas tareas. La imposición de horarios, la creación de hábitos de estudio, y en especial de lectura, constituye una tarea impostergable para los padres en el contexto actual.

¿En lengua y en matemática es donde más se advierte la mala calidad educativa?

Sí, y son herramientas básicas para encarar cualquier estudio. El fracaso universitario se explica por eso, porque carecen de herramientas de comprensión. Si no se entiende lo que se lee, es complicado acceder a textos de mediana complejidad. No se enseña bien lengua; el repertorio de vocabulario de los estudiantes secundarios es muy limitado. La escuela debe proveer el manejo de las herramientas intelectuales fundamentales y eso se ha perdido. Eso se adquiere con esfuerzo y trabajo.

¿Esos valores pasaron de moda?

Aprender a leer es difícil. El esfuerzo ya no le interesa a nadie, cayó en desuso. No se ha insistido más en eso.

¿A los docentes tampoco les interesa?

Han abandonado ese camino porque la pedagogía contemporánea ha acompañado ese cambio de valores. Con la entronización del «niño rey», que aprende cuando quiere y como quiere, la enseñanza es vista como una intromisión. ¿Por qué se le va a enseñar al chico si el chico ya sabe? Y la tecnología ha contribuido a eso, porque pareciera que el manejo de herramientas tecnológicas confiere inteligencia, aunque lamentablemente no es así. Los teléfonos no son inteligentes; inteligentes son los científicos que los crearon.

Otro cliché es que la escuela debe ser divertida.

Un entretenimiento más, como si fuera parte del mundo del espectáculo. Se apunta a eso: que sea light , que moleste poco. El pacto educativo básico que era la alianza de padres con maestros para educar a los chicos está roto. Hoy los padres están aliados con sus hijos en contra de los maestros o la institución escolar. Los padres quieren que no los molesten. En realidad, ser exigido es un derecho de los estudiantes, eso demuestra el interés que se tiene en el otro.

¿Estamos ante una situación irremontable?

¡No! Si creyera eso, ya estaría encerrado en la cuarentena final. Hay que llamar la atención sobre esto y hacer un esfuerzo para retomar esas cuestiones básicas. El dictado, por ejemplo, ahora es considerado una imposición, pero es fundamental para aprender a escribir. En un momento hay que sentarse a aprender algo.

¿Desde el Ministerio de Educación qué se hace, de un gobierno a otro?

Se hacen cosas y aportes, pero este es un problema social, de la base. Eso es lo que hay que cambiar. Las autoridades tienen que mostrar los problemas y no ocultarlos. A la escuela se le piden muchas cosas, pero la tarea fundamental es mostrarles a los chicos las posibilidades intelectuales que encierra la educación: ayudar a cada uno a ver sus propias dimensiones como ser humano.

¿Ahí radica la importancia de la educación?

Claro. Amoblarse por dentro, para enriquecerse como persona. Habrá que volver a poner de moda ideas así.

Durante el menemismo el objetivo era preparar a los chicos para el mundo del trabajo.

Y eso tampoco se consigue. Es una misión importante, claro, hay que saber lo fundamental para entrar en ese mundo. En todo el mundo, los mejores resultados los tienen los chicos que pertenecen a las familias del 25% de mayor nivel socioeconómico, los hijos de profesionales y los que van a escuelas con mayores recursos humanos y económicos. El nivel socioeconómico es el mejor predictor del éxito educativo. En la Argentina pasa lo mismo, pero el promedio de los argentinos mejor educados es inferior al promedio de los peores educados en treinta países. Vale decir que hay treinta países donde los estudiantes del nivel socioeconómico más bajo, y que van a escuelas de escasos recursos, están mejor formados que los mejores estudiantes argentinos.

¿Qué responsabilidad tienen los institutos de formación docente?

Fundamental. Es el tema central: no hay buena educación sin buenos docentes. Son claves. La Argentina tiene más de mil quinientos. ¿Cómo se puede controlar la calidad de semejante número? Los países desarrollados tienen cincuenta, setenta, noventa. Ahí hay un problema grave, que hay que revisar. No entendí nunca el proyecto de la UniCABA, donde convivían institutos terciarios y universidades. La docencia es una actividad social muy sensible y no puede ser una salida laboral más. El salario es un índice de la valoración social de la educación, de lo poco que se valora, pero no debe ser el único. La calidad de la formación es otro. Todos los países que mejoraron su educación lo hicieron mejorando la calidad de la formación en los institutos de formación docente.

¿Antes la escuela era una institución más democrática que en la actualidad?

Sí, debajo del guardapolvo blanco estaban el hijo del carnicero, el del obrero, el del médico, el del empresario. Se tendía no te digo a una igualdad, sino a cierta equivalencia de posibilidades. La escuela hoy eso no lo está haciendo. Eso sirvió para la cohesión social y se ha perdido. Los chicos se educan en guetos: los ricos con los ricos y los pobres con los pobres, y ahí se va reproduciendo esa estructura. Recién en la universidad, y en ciertos casos, se da la mezcla por primera vez. Son educaciones de países separados. Y hay desigualdades asombrosas entre las provincias. Después de la reforma de los años noventa, cada gobernador hizo lo que quiso y eso se ve. Es muy grave. Hay diferencias no solo dentro de las jurisdicciones, sino también entre ellas. Hay que volver a recrear una épica educativa, volver a Sarmiento.

¿Usted conoció a los tres premios Nobel de ciencias del país?

A los tres. Se sabe muy poco de las vidas de estas personas tan importantes para el desarrollo de la ciencia. Estos años no han sido favorables para las ciencias, y eso se siente. Esperemos que repunte. Ya lo decía Sarmiento, el éxito económico solo no hace a un país, en todo caso eso es una factoría; un país es éxito económico puesto al servicio de la cultura, la educación y la ciencia. Un país que no domina la ciencia está condenado al fracaso. Nuestros antecedentes son muy importantes: el primero educado y formado en instituciones públicas [Bernardo Houssay]; el segundo, Luis Federico Leloir, ya trabajando en una institución privada, y el tercero, César Milstein, trabajando en el exterior. Eso marca el derrotero de nuestra ciencia. Ojalá el próximo Premio Nobel de ciencia que tengamos trabaje en la Argentina. Si tenemos ciencia de calidad, es gracias a la labor de esta gente, sobre todo gracias a Houssay, que fue el constructor del sistema científico argentino.

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Stefania Giannini, subdirectora de la Unesco: «El mayor riesgo de cerrar los colegios es que aumente la desigualdad»

Por: Icíar Gutiérrez.

Stefania Giannini levanta el teléfono con preocupación. Desde su confinamiento en París, lo primero que hace tras responder a la llamada es lamentar «las tristes noticias» que llegan desde España. Las mismas, dice, que las que deja la epidemia de coronavirus en su país, Italia. «Es una situación muy complicada para todos», sostiene.

Giannini está siguiendo de cerca el impacto del cierre de centros educativos en todo el mundo como medida de contención del virus. Desde mayo de 2018, es subdirectora general de educación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el mayor cargo de responsabilidad de la ONU en el ámbito de la educación. Antes fue profesora de lingüística y ministra de Educación en el Gobierno de Matteo Renzi, entre 2014 y 2016.

Se trata de una «crisis sin precedentes e inesperada», reconoce. El escenario es muy complejo, sin final a la vista. Las medidas de cierre de colegios y universidades están alterando calendarios escolares, pero el impacto trasciende lo educativo. Los países no solo tienen que aplicar modalidades de enseñanza a distancia para evitar que el aprendizaje se interrumpa. Además, deben abordar las dimensiones sociales de la crisis que afecta a los menores de muchas formas. El confinamiento obligatorio les impide ver a sus compañeros y las actividades de socialización. Muchos niños y jóvenes, especialmente los que provienen de entornos empobrecidos, dependen de las comidas escolares para una nutrición saludable, recuerda la Unesco. También han alertado de que la medida tendrá mayores efectos en las niñas.

Desde principios de marzo, la organización internacional ha estado reuniéndose con ministros, impartiendo seminarios y dando seguimiento a la clausura de escuelas, que se ha extendido a una gran velocidad por todo el mundo para hacer frente a la pandemia. Durante semanas, la lista se ha actualizado prácticamente a diario. El 4 de marzo había 300 millones de alumnos afectados en una veintena de países. En menos de un mes ya son más de 1.500 millones los estudiantes desde primaria a universitarios que están fuera de las aulas en 188 países. Son casi el 90% de la población estudiantil del mundo, según sus datos. A ellos se suman 60 millones de profesores. El mapa de las aulas vacías está casi completo.

Cuando empezaron a documentar las cifras del impacto del cierre educativo, ¿se imaginaban que íbamos a llegar a una situación de esta magnitud?

Empezamos con el primer informe hace unas semanas y nadie podía imaginarse lo que iba a pasar a los pocos días, el crecimiento hasta los 1.500 millones. La cuestión central que estamos abordando en esta crisis es la salud, pero esto también tiene un impacto en la educación. Desde el principio teníamos la impresión de que podría convertirse en una crisis enorme y sin precedentes. Y eso es lo que está sucediendo. Por eso, inmediatamente después, decidimos enfrentar estar circunstancias insólitas en la educación. Hemos tenido que tomar algunas medidas excepcionales, como lanzar una Coalición Mundial por la educación -formada por Naciones Unidas, sector privado, sociedad civil- para responder.

¿Cuál es su análisis?

Es una crisis enorme, una de las mayores de la historia. Tiene un impacto dramático no solo en la salud, sino en diferentes niveles como el económico. En la educación, tiene dos vertientes. La primera, la necesidad de una reacción inmediata, y esto está muy relacionado con los Ministerios de Educación, intentando tranquilizar a las familias y asegurarse de que gracias a la comunidad educativa, se seguirá adelante y el aprendizaje no se detiene. Las organizaciones internacionales estamos para apoyarles con nuestras herramientas. Este es el lado negativo.

Luego está el lado positivo. Antes del coronavirus, hablábamos dela necesidad de cambiar el paradigma, del uso de nuevas herramientas, de tecnología… Y ahora  tenemos que hacerlo bajo presión. Quizás, estamos ante el ‘momentum’, la oportunidad de repensar el modelo. Estamos obligados a hacerlo. Las lecciones que seguramente vamos a aprender de esta crisis nos pueden ayudar de alguna manera a potenciar mucho más nuestros sistemas educativos, a hacerlos más flexibles y más ágiles, para ver cómo la tecnología puede realmente ayudar y no reemplazar la educación en su forma más tradicional. Es un gran desafío en una situación difícil.

Si echamos un ojo a la historia, ¿hay algún momento comparable a este?

Quizás es la primera vez en que el enemigo no está entre nosotros, no es una cuestión de equilibrio geopolíticos o guerra. El algo realmente fuera de la capacidad de control humana y la consecuencia de esto es bastante singular: hay que buscar un nuevo tipo de solidaridad global. Desarrollar alianzas entre distintos sectores. Mecanismos regionales como la Unión Europea tienen que encontrar la manera de demostrar que son lugares útiles para encontrar soluciones a los problemas de los ciudadanos y no para debatir sobre cuestiones difíciles. Pasa lo mismo para las organizaciones multilaterales. Estamos tratando de hacerlo. Hace dos semanas, organizamos una reunión con más de 70 ministros para debatir cómo se puede abordar el impacto que esto va a tener en la educación. Es un momento único en este sentido. Pero por supuesto, hay similitudes con otras crisis de la historia, como la Segunda Guerra Mundial. Aunque los actores principales o las motivaciones eran totalmente diferentes. Pero después de aquel momento se vio la necesidad de que hubiera algún tipo de gobierno global y un mecanismo de solidaridad también.

El cierre de colegios y universidades ha sido de las primeras medidas que han tomado los Gobiernos contra el coronavirus. En los inicios, siempre sobrevolaba la idea de la proporcionalidad. En este caso entraba el juego el derecho a la educación. ¿Ha sido proporcional?

Es una decisión de los Gobiernos. Por supuesto, no es una decisión fácil de tomar, al revés, es muy dura. Pero en momento de paquetes de medidas tan duras y fuertes como las que vemos ahora y hace unas semanas, tiene sentido. Si queremos que haya distancia social, la escuela es un lugar de contacto entre niños y los profesores. Y es una de las únicas maneras que tenemos ahora para abordar este momento crítico.

Lo que tenemos que hacer, y hacemos, es encontrar la forma más rápida de movilizar a la comunidad internacional y apoyar a los países. ¿Cómo? Propiciando el diálogo entre los sistemas educativos, que están encontrando sus propias formas de abordar la crisis. Y es muy interesante escucharlo. Irán, Italia, China, Francia, algunos países africanos vienen y dicen las herramientas que están usando: no solo el aprendizaje virtual, también usan la radio o los canales de televisión para llegar a los niños más excluidos, por ejemplo. Lo segundo es ofrecer herramientas, plataformas y recursos educativos. Aquí hemos estado sentándonos también con el sector privado. Los proveedores de conexión a Internet y las compañías tecnológicas pueden demostrar su apoyo a los países aceptando los principios éticos de protección de datos y seguridad y prestando servicios gratuitos.

Cerrar los centros educativos y continuar con las clases con la máxima normalidad posible es un desafío enorme. ¿Cómo están respondiendo los países?

Creo que todos los países se sienten parte de una comunidad global que se ha visto profundamente tocada por esta crisis. Hay diferencias en la calidad de las soluciones que se han tomado de manera inmediata. Hay países avanzados en alta tecnología que fueron más rápidos y mejores durante los primeros días a la hora de proporcionar herramientas de aprendizaje virtual a los niños, más o menos en función del nivel del país.

Si miramos al sur, hay países que están luchando más para poder hacerlo. Es nuestra prioridad apoyar a los países en desarrollo. Vemos, por ejemplo, que hay países africanos en los que se está solucionando con radios y canales de televisión. Mientras tanto, lo que tenemos que hacer es reforzar la conectividad, que llegue a donde no está. No es la misma fotografía para todos. La comunidad internacional tiene que encontrar el equilibrio sobre cómo garantizar, al final de este proceso, la educación de calidad.

¿Qué país destacaría por su actuación en este terreno?

Es una pregunta difícil (risas). China, que fue el primer país afectado por el virus, puso en práctica de inmediato una maquinaria impresionante de aprendizaje virtual. En un par de días, casi 200 millones de niños estaban conectados en una plataforma de educación a distancia. Pero después de dos semanas, podíamos hablar ya de otros modelos, como el de Italia, que no ha apostado solo por un sistema de educación virtual, sino también por un enfoque de integración. Ahora enfrenta algunos desafíos en cuanto a equilibrar el norte y el sur y la crisis está golpeando fuerte, lamentablemente. Todo cambia muy rápido. Es un laboratorio de nuevas herramientas y prácticas. Estoy segura de que en unas semanas tendremos una fotografía completa de la situación que nos permita apoyar a los países que van algo por detrás.

Mapa de cierre de colegios elaborado por la Unesco.
Mapa de cierre de colegios elaborado por la Unesco.

¿Qué problemas se están encontrando? ¿Qué efectos colaterales se están repitiendo más?

Hay muchos desafíos comunes. Hay niños y familias que se van a ver más afectados en su derecho a la educación porque no están tan bien equipados para poder continuar con su aprendizaje con plataformas educativas digitales. Hay que encontrar soluciones, algo que estamos haciendo es recurrir a aplicaciones que se pensaron en un primer momento para la asistencia online. Si volvemos a mirar el sur del mundo, esto ocurre en algunas regiones latinoamericanas -que se están viendo cada vez más afectadas por la crisis-. Esto también es una realidad en Europa si nos fijamos en las periferias y la población más excluida.

Después está el impacto en los profesores. No debemos dar por hecho que todos los maestros del mundo están bien preparados y formados en cómo pasar de la enseñanza tradicional, en una clase, con libros y pizarra, a la virtual. Nos estamos centrando mucho en ellos, colaborando con organizaciones de la sociedad civil para que los profesores puedan involucrarse en el proceso de pensar cómo aseguramos que la educación sea de calidad. Está habiendo, además, algunos centros educativos privados que no están garantizando las condiciones salariales durante la crisis. Los sindicatos están denunciándolo y nosotros nos debemos centrar en ello también.

Otro desafío es el nuevo ambiente familiar. Todos estamos experimentando lo que es tener en un mismo apartamento la oficina, con el teletrabajo, y las clases virtuales, además de los miembros de la familia que están haciendo las tareas domésticas. Esto tiene muchas implicaciones sociales y emocionales. Tenemos que ver cómo apoyar a los padres, que ahora tienen un nuevo trabajo. Es diferente recoger a tu hijo después de clase a que te pidan, como madre o padre, estar ahí con ellos, ayudándolos. Quizás el mayor reto está en la educación primaria, porque en secundaria puede que los estudiantes ya estén más experimentados en educación virtual antes de esta crisis sin precedentes. Ahora hay que poner en marcha la enseñanza online para niños muy pequeños, de primaria. Esto tiene componentes emocionales muy importantes.

Ha mencionado la desigualdad. ¿Cómo deben asegurarse los Gobiernos de que ningún estudiante, especialmente los más pobres, se queda atrás? La nutrición, por ejemplo, es un asunto vital, o la brecha tecnológica, como decía. 

Exactamente, la nutrición es un asunto muy importante y es parte de nuestra lista de consecuencias más inmediatas del cierre de colegios. Estamos trabajando con la OMS, con el Programa Mundial de Alimentos y Unicef. Hay algunas comunidades que ya se están organizando por su cuenta para encontrar instalaciones en las que asegurar la nutrición de los estudiantes más desfavorecidos. Sobre el acceso a la tecnología, desde el comienzo de la Coalición de Educación gran parte del trabajo se está centrando en cómo podemos garantizar el traslado a las aulas virtuales desde las tradicionales aulas físicas, o que haya plataformas y recursos educativos para todos los niños. Pero el proceso acaba de empezar.

En Italia hay un debate abierto sobre la necesidad de relajar las restricciones para que los niños puedan salir a la calle a dar un paseo. En España, no pueden. Esta es una consecuencia más del cierre de colegios, la falta de socialización o de actividad física durante la cuarentena. ¿Qué piensa?

Sí, esto tiene que ver con lo que mencionaba antes sobre el componente emocional y físico, totalmente. Pienso que es crucial garantizar, tanto como sea posible en las circunstancias en las que estamos, el derecho de los niños al ejercicio físico. Es algo que desde la Unesco estamos analizando porque hay una demanda muy fuerte por parte de los países para que se analice. Por supuesto, también se puede recurrir a clases virtuales para hacer deporte y demás. Pero mi opinión personal es que es importante salir un poco de los espacios cerrados a tomar el aire. Es cuestión de encontrar el equilibrio y encontrar las medidas correctas dadas las circunstancias que tenemos.

Si miramos un poco al futuro, ¿qué debemos tener en cuenta durante la ‘vuelta al cole’?

Que estemos enfrentando la crisis en plena crisis no significa que no nos tengamos que anticipar desde ya a la fase de recuperación. Tenemos que asegurarnos de que la educación reciba atención política, compromiso y financiación. Esto es muy importante para nosotros, no queremos que la educación se quede atrás después de la crisis. Y tenemos que ver cómo será la fase de recuperación para los estudiantes y los profesores. Tenemos que observar cómo será el impacto en los niños pasados de unos meses. No sabemos cuánto tiempo tenemos por delante. Así que creo que es vital que anticipemos esta fase de recuperación.

Por otro lado, también es crucial que aprovechemos este momento para mirar más allá de la crisis y ver cómo van a ser nuestros sistemas educativos en un futuro cercano. Cómo deben diferenciarse, tal vez, del modelo tradicional. Y esto está relacionado con el futuro de la educación. Hay un debate muy interesante sobre los nuevos desafíos y las nuevas oportunidades, el cambio de paradigma del aprendizaje y la enseñanza. Pero la presión que tenemos ahora los principales actores de la comunidad educativa es aprovechar este momento. Por ejemplo, con el uso de la tecnología y los principios éticos que tienen que garantizarse.

¿Cuál es el mayor riesgo de decidir echar el cierre a las escuelas?

El riesgo es aumentar las desigualdades, pero la oportunidad es que haya un sentido de la solidaridad y la colaboración más fuerte. Es hora de la colaboración y la solidaridad. Es lo que puede compensar el riesgo de aumentar la desigualdad, que sin duda es lo más peligroso de esta situación.

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Fuente de la entrevista: https://www.eldiario.es/internacional/Stefania-Giannini-subdirectora-Unesco-desigualdad_0_1012799785.html

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España: El Gobierno está negando a los niños y niñas lo que recomienda la OMS: una hora diaria al aire libre

El Gobierno está negando a los niños y niñas lo que recomienda la OMS: una hora diaria al aire libre

Heike Freire

Socióloga y pedagoga, Heike Freire señala la necesidad de que el Gobierno permita a las niñas y niños salir de casa una hora al día para su bienestar físico y emocional, una medida que ya han implementado en otros países, entre ellos Italia, y que recomienda la OMS.

El confinamiento ha empujado hacia afuera a la socióloga y pedagoga Heike Freire. “Cada día hablo con bastante gente, periodistas, organizaciones, recientemente con el presidente del consejo escolar de Aragón…”. No en vano se ha convertido en una de las principales voces en el Estado español que piden al Gobierno que respete las necesidades básicas de los niños y niñas, y les dejen salir al aire libre en estos tiempos de reclusión. Hablamos dos días antes de que, en Italia, el lugar de Europa con más casos positivos detectados, su gobierno haya aceptado que los más pequeños salgan a la calle una vez al día por su salud. ¿Por qué aquí no?

No es fácil estar casi tres semanas entre cuatro paredes. ¿Cómo de fácil puede serlo para los niños y niñas?
Depende de muchos factores. De donde vivas, en que entorno, de que salidas al exterior tengas… No es lo mismo un niño que vive en un chalet de La Moraleja de 600 metros cuadrados y 5.000 de parcela que una niña que viva en Barakaldo, en un piso que no tiene ni balcón, o que ni le entra la luz del sol a casa.

Tampoco es lo mismo vivir con una familia que está teletrabajando y que sus padres y madres tengan que asumir la crianza y hacerse cargo de los deberes, que vivir en una familia que ha perdido su trabajo. O si tiene hermanos o no, ya que eso es un factor de mayor resiliencia.

A mí lo que más me preocupa, te lo digo sinceramente, ahora mismo es la salud. La posibilidad de que muchos niños sufran inmunodepresión, de que sus sistemas inmunes bajen. Esto tiene que ver, por ejemplo, con la vitamina D. Pueden ayudar algo los suplementos y la alimentación, pero nunca sustituirán la importancia del sol en el metabolismo del calcio y del fósforo.

En determinadas etapas, los niños pegan estirones muy grandes y necesitan muchos nutrientes y vitaminas. Obviamente no tener sol les perjudica.

También influirá el ambiente que haya en casa.
Yo trabajo sobre los recuerdos infantiles de las personas adultas. Muchas personas han vivido en familias con dificultades, han tenido muchas discusiones en casa o han estado en medio en un proceso de divorcio, etc. Algunas de esas personas cuentan que, en esos momentos difíciles, salían a un descampado, a un lugar abierto, natural, y en ese lugar encontraban la tranquilidad y la paz que no tenían en casa. Entonces, el estar en un espacio exterior, además de ayudar en el aspecto físico, también lo hace en el lado psicológico-emocional. Es evidente que muchos niños hoy están viviendo situaciones estresantes en casa, sobre todo porque las viven sus padres, su entorno directo, y ahora no tienen esa vía de escape fuera de casa.

Un ejemplo: ayer me mando una persona un comentario, porque está muy angustiada de que sus hijos se puedan contagiar. Incluso salir a el supermercado para ella es algo peligroso. Al final, sus hijos le han dicho que no quieren salir a la calle hasta que se vaya el ‘cocovirus’ ese.

El miedo también se contagia.
Este es uno de los mayores problemas. Algunas de los padres que inicialmente querían que los niños pudieran salir se han echado atrás por el miedo. Los medios de comunicación han extendido muy efectivamente el miedo.

Pero la petición no es algo desorbitado…
A los niños se les está negando lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud: media hora diaria de ejercicio al aire libre para los adultos y para los niños una hora diaria como mínimo. Todos los y las expertas y todos los gobiernos legislan sobre los niños y niñas, y lo primero que protegen es su salud y bienestar. Mira Alemania, Francia, Bélgica, Austria, Suiza, Inglaterra… Pero aquí de lo único de lo que nos hemos preocupado desde el principio es de las tareas escolares y de que no pierdan el curso.

Esto es sintomático de este país. Pensamos que la educación es puro conocimiento y obviamos todas las facetas vinculadas con el desarrollo humano. Es decir, además de tener en cuenta sus conocimientos, preocuparse por su bienestar, de su salud, del movimiento, de la luz, del juego…

En los textos alemanes se habla del juego y dicen “los niños necesitan jugar, quieren jugar y deben jugar”. ¿Como es que aquí no? Llevo casi tres semanas dándole vueltas y no acabo de entender que nos pasa.

No faltan bulos sobre este tema.
Muchos. Por ejemplo, la idea de que los niños son vectores de contagio, que son más propensos a ser afectados por el coronavirus. Esto lo hemos encontrado en algunos medios de comunicación americanos e ingleses, pero seguimos sin encontrar estudios que sostengan esa idea. Por ahora lo que hay son algunos estudios que parecen demostrar justo lo contrario, que el coronavirus no afecta a los niños de ninguna manera.

La infancia como algo incontrolable.
“Es que claro, a los perros se les lleva con una correa a la calle”. Ósea, que los padres y madres somos unos irresponsables y tenemos unos niños salvajes, bárbaros y descontrolados. Hay madres que me han dicho “pues mira, ¿dónde tengo que firmar para que pueda ponerle un arnés al niño y salir con él a la calle?”.

¿Por qué se están muriendo los abuelos y abuelas? No se mueren porque los contagien sus nietos. Se mueren porque tenemos un 230% menos de UCI que en Alemania y porque se está aplicando medicina de guerra al no haber suficientes respiradores. El miedo es algo que impide pensar y reflexionar, y ahí aparecen estas falsas ideas que te atenazan.

A falta de aire libre, siempre nos quedara la PlayStation y la televisión.
Ese es otro gran problema. Ayer hablando con una madre me comentaba que muchos padres por desconocimiento tienen a los hijos haciendo las tareas escolares unas horas y después, como premio, les dejan jugar a videojuegos y ver más tele. Con lo cual, están muchas horas enchufados a una pantalla. No hace falta recordar el carácter adictivo de las pantallas, y mucho más si además las ofrecemos como premio.

El ser humano no está pensado para estar encerrado. Es una situación que no es beneficiosa. No sé si has visto un vídeo que se hizo viral de una niña de dos años de Cádiz que le decía a su papa “a la calle, ¡a la calle!” y su padre le respondía: “¡No! Que no se puede”. Y entonces se hizo viral el hashtag #todosSomosBea. Y yo les digo: no, no todos somos Bea. Digámoslo claro, para un buen desarrollo los niños y niñas necesitan estar al aire libre, es una necesidad vital, perentoria, urgente.

No es de recibo que en un real decreto que declara el estado de alarma se mencione a los perros hasta tres veces y ni una vez a los niños

Los niños no aparecen ni nombrados en el decreto para el estado de alarma.
No es de recibo que en un real decreto que declara el estado de alarma se mencione a los perros hasta tres veces y ni una vez a los niños. Sé que en comunidades como en Madrid hay muchos más perros que niños, sé que a lo mejor da más votos, pero los perros no son el futuro de la sociedad. Esto, por supuesto, no quiere decir que no haya que legislar sobre los perros. Claro que está bien que estén incluidos.

Esto un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Por eso está situación es una oportunidad que va más allá del hecho concreto de que los niños puedan salir de casa, que, por supuesto, es fundamental, pero también es una gran oportunidad para que se reconozcan como sujetos, como personas, en un texto de ley.

Pero no se está legislando de esa manera, precisamente…
Claro. Primero imponen prohibiciones para todos y luego, después, piensan las excepciones. En vez de regular qué sería lo propio. No. Lo primero es la prohibición general. Y luego, con el paso del tiempo, han hecho dos excepciones, hasta ahora.

La primera ha sido porque las familias monoparentales protestaron porque para ir al supermercado, ¿qué iban a hacer?, ¿dejar a los niños solos en casa o atados en la puerta del súper con una correa? Ante ello, el gobierno añadió esta excepción. A mí me han llegado a decir altos cargos de Infancia que esta excepción iba a ser un balón de oxígeno para las familias. ¡Pues vaya oxigeno!

De las cuatro paredes de casa a las cuatro del supermercado.
Exactamente. Un supermercado nunca va a ser un buen entorno para un niño, y en esta situación especial menos todavía. Esto lo dicen los textos alemanes, franceses… Es pura lógica.

La segunda excepción ha venido gracias a la presión de la Asociación Española de Autismo. Consiguieron que se permita salir a la gente con autismo o similares. Pero, fíjate, entonces empiezan a salir a la calle y los “chivatos de balcón” les recriminan, presionan y hasta insultan.

Y ahí aparece el lazo azul para identificarlos.
A mí me gusta como lo ha definido César Rendueles en El Pais: “Les ponen el lacito azul como si el problema fuera la puntería de los chivatos”. ¿Estamos convirtiendo esto en un campo de concentración? ¿De verdad? No nos damos cuenta de que prohibir para todos igual y luego añadir excepciones no es el camino. Se debería buscar el bienestar de todo el mundo. Hay que legislar para todas las infancias. Es también un asunto cultural porque seguimos sin reconocer al niño como sujeto. No es una propiedad privada de sus padres, es un ser con sus propios derechos. Legislar también es educar al pueblo.

Si legislas y educas desde la prohibición, podría entenderse casi como una consecuencia “normal” increpar desde el balcón a quien supuestamente incumpla esas prohibiciones.
Estoy de acuerdo. Hay varios estudios de psicología social sobre este tema de la relación con la autoridad. No es que la gente sea “así”. No. Depende de sus condiciones sociales. Yo estoy convencida de que las prohibiciones llevan a este tipo de conductas. Hay que educar al pueblo.

Mucha gente dice que “aquí no se puede regular porque la gente es muy irresponsable, que todo es jauja…”. ¿Somos más irresponsables que los franceses, que los belgas, los austriacos, los suizos…? Tenemos una imagen de nosotros mismos bastante negativa

También existe la idea de la irresponsabilidad. Mucha gente dice que “aquí no se puede regular porque la gente es muy irresponsable, que todo es jauja…”. ¿Somos más irresponsables que los franceses, que los belgas, los austriacos, los suizos…? Tenemos una imagen de nosotros mismos bastante negativa. Pero, ¿cómo se aprende la responsabilidad?

Practicándola.
Claro. ¿Cómo quieres que un niño aprenda a ser responsable? ¿Diciéndole “no hagas nada que lo hago yo todo por ti, tú quédate tranquilo ahí”? No. Se es responsable tomando responsabilidades progresivamente.

Mas allá del Gobierno español. ¿Se podría regular a nivel más local?
La ley del estado de alarma es del Gobierno central y hace falta que el Gobierno ofrezca un marco lo suficientemente amplio y claro para que luego, a nivel autonómico o local, se ofrezcan los apoyos necesarios, sobre todo pensando en las familias más desfavorecidas.

Nosotros hemos hablado con muchos ayuntamientos, y muchos están dispuestos a colaborar. Porque hay situaciones muy duras. Hay barrios donde las estanterías de alcohol de los supermercados están vacías. Al final, para no soportar esa angustia, te tiras al alcohol o a otra droga para intentar evadirte. Y con niños de por medio, ¿qué están viviendo en esas situaciones?

Hacen falta muchos apoyos. Los padres y madres que están enchufando a los niños a las pantallas todo el día lo hacen porque no tienen recursos para estar con ellos, para acompañarlos de otra manera. A lo mejor también habría que apoyarles.

¿Hay que socializar la crianza?
Tiene que ver con el fenómeno de la privatización de la infancia. Hace 40 o 50 años los niños vivían mucho más en la calle, en el espacio público y había todavía esa noción de que son de todos. Ese dicho que dice que para criar a un niño se necesita una tribu es totalmente cierto. El neoliberalismo lo está privatizando todo, y también a los hijos. Ahora, tras el cierre de las escuelas, los hijos ya son totalmente privados. El mensaje es: “Ahí te las entiendas con los tuyos”.

Incluir a los niños en el real decreto es volver a traerlos a lo común. Porque son de todos y todas, no son de los padres.

Entonces, en esta coyuntura ¿cuál sería una petición justa y realizable aquí y ahora?
Seguir el ejemplo de muchos países, por ejemplo. Pero lo primero sería reconocer en una ley a los niños como sujetos de derecho. Y lo segundo que se reconozcan sus necesidades. Por ejemplo, como en Francia, simplemente siguiendo lo que dice la OMS y permitiendo salir una hora al día a no más lejos de un kilómetro de casa y respetando las distancias de seguridad, y organizándose para que no salgan todos a la vez.

Entrevista original publicada en Argia.

Fuente de la Información: https://kaosenlared.net/heike-freire-el-gobierno-esta-negando-a-los-ninos-y-ninas-lo-que-recomienda-la-oms-una-hora-diaria-al-aire-libre/

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Entrevista a Martin Paul: «Habilidades de aprendizaje y programas híbridos»

Por: Observatorio de Innovación Educativa

El presidente de Maastricht University, Martin Paul, habla sobre las habilidades de aprendizaje independiente, los programas educativos híbridos, la necesidad de repensar el modelo de la universidad europea y cultivar ciudadanos del futuro.

Transcripción de la entrevista

Habilidades de aprendizaje independiente

Martin Paul: Después de cuatro años de universidad ya no estamos ahí para ayudar a los estudiantes, así que pienso que, desde el día uno, necesitamos de verdad empoderar a los estudiantes para que sean aprendices independientes porque necesitan aprender después en sus vidas. Recibimos a estas personas, tienen 17, 18, 19 años, vienen de escuelas donde pasaron 12, 13 años en un pupitre con alguien hablando enfrente. Estas personas son muy inteligentes, están estimuladas, y ahora necesitamos darles la oportunidad de desarrollarse como personas, como personalidades.

Programas educativos híbridos

Martin Paul: Hace unos años creamos una universidad de humanidades y ciencias donde los estudiantes y tutores puedan integrar su propio currículum. Porque otra cosa es que cuando los estudiantes que van a las universidades hoy, él o ella, no sabe probablemente, “quiero ser abogado, quiero ser ingeniero” y así. Por ello les damos la opción de tomar programas híbridos. El estudiante piensa: “me interesa la filosofía y las ciencias computacionales”, así que pueden combinar estos cursos, y en este programa de humanidades y ciencias hay algunos cursos base que todos deben tomar, como historia, historia mundial, filosofía de la ciencia, ética, o lo que sea. Ya sea que quieras ser ingeniero o biólogo o persona de negocios, tienes que tomar estos cursos. Esta es la tendencia que vemos, como programa, va a tener más integración holística de diferentes áreas y cosas que son importantes como ciudadano activo en la sociedad.

Las universidades jóvenes

Martin Paul: Yo solía trabajar en una universidad muy vieja, y así que existe cierta diferencia. Yo solía trabajar en Charité en Berlín, la cual tiene más de 300 años, y si estás en una posición administrativa o gerencial, probablemente puedes cambiar de curso si empujas con fuerza el volante, un poco hacia la izquierda, un poco hacia la derecha. Las universidades jóvenes aún están creciendo, aún son ideas por desarrollar.

Así que, para nosotros es, desde mi punto de vista, es más fácil desarrollar nuevas cosas. Una de las cosas que desarrollamos es, como sabemos que las ingenierías y ciencias duras son extremadamente dominadas por hombres, un gran porcentaje de los estudiantes son hombres, empezamos con un programa de humanidades orientado hacia las ciencias, donde le damos a los estudiantes la flexibilidad para decir “quiero hacer algo con ciencias, pero no sé si quiero ser un ingeniero en materiales  o matemático o científico computacional”. Es un tipo de enfoque flexible para guiar a los estudiantes hacia alguna disciplina. También el 50% de nuestros alumnos son mujeres en este programa. Esto es algo que podemos hacer con mayor facilidad que en una universidad de la vieja guardia. Como universidad joven, todos los trabajadores que vienen a nosotros vienen no porque Maastricht sea una ciudad hermosa, lo cual es cierto, sino porque están intrigados con nuestra filosofía educativa y eso es diferente, diría yo, a comparación con las instituciones que son más viejas de Europa. 

Repensar la universidad europea

Martin Paul: Maastricht es nuestra ciudad europea y de verdad necesitamos repensar la universidad europea. La universidad es una invención de Europa, si lo piensas así, y todos hablan de las ideas de Von Humboldt. Yo trabajaba en la Universidad de Humboldt en Berlín, y él, claro, tenía contribuciones fantásticas, pero creo que él también estaba desarrollando esta idea en un estado muy centralista, con ideas muy elitistas, ¿sabes? Su idea de la universidad era la universidad sólo para la élite. Yo creo que hoy, cuando hay muchos más estudiantes que van a la universidad, tenemos que repensar este concepto. Así que esta llamada nos provocó, y dijimos “vamos a poner a un grupo de universidades jóvenes, una de esas universidades que son más flexibles para rebotar ideas” y encontramos esta idea de que la educación superior de hoy necesita ser accesible, necesita ser inclusiva.

Acuñamos la frase:“queremos ser excelentes pero no elitistas”, y eso no significa que todos deban ir a la universidad. No, digo, también hay un lugar para escuelas de ciencias aplicadas y entrenamiento vocacional, pero cualquiera debería tener acceso a la universidad, debería tener esa posibilidad basada en su talento, no en la riqueza de sus padres o en la red de compadrazgos y amiguismos que no es tan buena, así que esta es nuestra idea.

Somos los nuevos chicos en la cuadra. Todas somos universidades de menos de 50 años de edad, y presentamos esta idea de crear un piloto en un espacio abierto donde los estudiantes puedan seguir los cursos donde quieran y si lo quieren hacer de forma integrada o no. Fueron como 54 aplicaciones admitidas para las alianzas de universidad de las cuales se eligieron entre cinco y ocho universidades. Nosotros obtuvimos la calificación más alta, tuvimos 97 de 100 puntos, nunca habíamos tenido una calificación tan alta.

Estamos provocando algo en Europa, repensemos la educación desde un espíritu académico, desde la calidad y de muchas cosas de las ideas que tenemos en Maastricht y necesitamos también proveer ciudadanos activos en la sociedad. Así que lo estamos haciendo con esta red de alianzas. El diseño que queremos tener en los cursos es que puedas empezar tu programa en Roma, hacer el siguiente bloque en Madrid, y luego seguir en Chipre. Claro, lo puedes hacer a través de varias universidades, es un programa privado, pero sabes, diseñamos algunos temas específicos, uno de ellos es Europa, el futuro de Europa. Todo ese curso es sobre Europa, la sociedad digital. Estos son cursos que están presentes en todas las universidades. También se tratan temas como sustentabilidad y ciudadanía, así que, diseñamos algunos temas al inicio para ver cómo pueden funcionar estos cursos abiertos, y luego los evaluamos después de tres años. Así que es un piloto y la idea es si hay evaluación positiva, entonces cierta cantidad de alianzas en universidades también podrán obtener lo que llamamos como un estatuto europeo. No eres solo una universidad nacional sino también una marca europea. 

Ciudadanos del futuro

Martin Paul: Yo pienso, número uno, que se debe tener algún tipo de entendimiento cultural. Un entendimiento de que las personas son diferentes, tienen contextos distintos, diferentes necesidades, y en un salón de clases internacional como los que usamos, necesitamos crear una red, tratamos de crear esa atmósfera. Número dos, necesitamos deshacernos de la idea de inequidad, lo cual es muy difícil en el proceso a largo plazo. Pero si le das a los estudiantes las herramientas, por ejemplo, de una educación de ciudadanía global donde los eduquemos en cierta forma, no solo conocimiento sobre los hechos, pero también, de nuevo, con las habilidades que necesitas para abordar esto, entonces generas una buena contribución.

Muchos de nuestros graduados trabajan en ONGs y son activos, también, junto a sus estudios en esa área. Así que, es un proceso de largo plazo, pero al final, yo pienso que la solución al populismo y al nacionalismo es el conocimiento, es proveer una educación, es lograr tener a gente inteligente. Recuperar una generación para que no dependa de tweets como base de conocimiento. Así que es un proyecto a largo plazo, pero, le llamamos a esto, sabes, generación Maastricht, no, no son solo estudiantes de Maastricht, son estudiantes que nacieron después de 1992, nunca han visto a Europa disolver fronteras. Para ellos Europa significa otra cosa de lo que significa para las personas mayores de 50, quienes votaron en su mayoría por el BREXIT. Así que necesitamos construir esta nueva base de conocimiento y necesitamos hacerlo desde abajo para arriba. Es una perspectiva a largo plazo, no puedes resolver esto mañana pero tienes que poner algo, una alternativa en tierra, una alternativa al nacionalismo o populismo basado en conocimiento y basado en entendimiento y basado en habilidades culturales. 

El futuro de la educación superior

Martin Paul: Es muy difícil predecir el futuro, pero yo pienso que la educación superior tendrá mucha más variedad para las universidades y para los estudiantes. Seguiremos viviendo en un sistema basado en el campus. Los estudiantes van irán a las universidades, es decir, tendrán contacto uno a uno. Yo pienso que, dado a las innovaciones tecnológicas donde los estudiantes tienen muy buenas habilidades y técnicas que los maestros no, la posibilidad de escoger tu propio curso o modificarlo, creo que tendremos una forma más holística de acercarnos a esto. Será mucho mejor, será una mezcla de tecnología y orientación basada en campus, y probablemente será algo que los modelos educativos no serán puestos en contexto de cuatro o tres años. También serán esparcidos más hacia una vida de estudio. ¿Cuál será el valor de un título? Se necesitan desarrollar comunidades académicas donde todos estos aspectos puedan florecer. Así que será una tarea mucho más compleja el organizar a las universidades. Sigue siendo un sistema de un solo tamaño, así que tendremos más variedad.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/entrevista-martin-paul-maastricht-university

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Ignacio Calderón Almendros: «hí adentro hay lo mismo que aquí adentro»

Ignacio Calderón Almendros

Después de una ponencia en Montevideo me hicieron una entrevista. Seguramente no sea apropiado que un profesor universitario hable de su madre en una entrevista, pero aquella comenzó recreando unas palabras de ella. Esas frases han ayudado a mucha gente a pensar, y a entender las conversaciones como negociaciones. Las interpretaciones sobre las diferencias están en lucha, y esas batallas se libran en muchos lugares, en todo momento, entre todas las personas. Mi madre, una mujer que apenas pudo aprender a leer y escribir, sigue educando. Esa resistencia, tan genuina y agitadora, merece lo inadecuado de mi intervención.
Comparto cinco minutos de aquella entrevista, que quizás inviten a la reflexión. Y a la transformación.

Entrevista realizada en el marco del Seminario para la Promoción de la Educación Inclusiva en las Américas OEA-ORITEL celebrado el 27 y 28 de Octubre de 2017 en Montevideo (Uruguay).

 

 

Profesor de Teoría de la Educación en la Universidad de Málaga (España). Interesado en la experiencia de exclusión e inclusión educativa de personas situadas en los márgenes, especialmente desde la discapacidad y la desventaja sociocultural. Empeñado en que la escuela sea un lugar donde todas las personas podamos crear sentido.
Fuente: http://www.ignaciocalderon.uma.es/index.php/projects/ahi-adentro-hay-lo-mismo-que-aqui-adentro/
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Entrevista a Achille Mbembe: “La pandemia democratiza el poder de matar”

Por: Diogo Bercito

“El sistema capitalista se basa en la distribución desigual de la oportunidad de vivir y morir”

 

El coronavirus está cambiando la forma en que pensamos sobre el cuerpo humano. Se convirtió en un arma, dice el filósofo camerunés Achille Mbembe. Después de salir de casa, después de todo, podremos contraer el virus o transmitirlo a otros. Ya hay más de 783.000 casos confirmados y 37.000 muertes en todo el mundo. “Ahora todos tenemos el poder de matar”, dice Mbembe. “El aislamiento es solo una forma de regular ese poder”.

Mbembe, de 62 años, acuñó el término «necropolítica» en 2003. Investiga, en su trabajo, la forma en que los gobiernos deciden quién vivirá y quién morirá, y cómo vivirán y morirán.

Enseña en la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo. El pasado viernes (27 de marzo), Sudáfrica registró las primeras muertes por el coronavirus.

La necropolítica también aparece en el hecho de que el virus no afecta a todos por igual. Existe un debate acerca de priorizar el tratamiento de los jóvenes y dejar morir a las personas mayores. Todavía hay quienes, como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, insisten en que la economía no puede detenerse incluso si parte de la población necesita morir para garantizar esta productividad. “¿Van a morir algunos? Van a morir. Lo siento, así es la vida”, dijo recientemente el mandatario brasileño.

“El sistema capitalista se basa en la distribución desigual de la oportunidad de vivir y morir”, explica Mbembe. “Esta lógica de sacrificio siempre ha estado en el corazón del neoliberalismo, que deberíamos llamar necroliberalismo. Este sistema siempre ha funcionado con la idea de que alguien vale más que otros. Los que no tienen valor pueden ser descartados «.

 

PREGUNTA: ¿Cuáles son sus primeras impresiones de esta pandemia?

ACHILLE MBEMBE – Por ahora, estoy abrumado por la magnitud de esta calamidad. El coronavirus es realmente una calamidad y nos trae una serie de preguntas incómodas. Este es un virus que afecta nuestra capacidad de respirar.

— Y obliga a los gobiernos y hospitales a decidir quién continuará respirando.

Sí. La pregunta es cómo encontrar una manera de asegurar que cada individuo pueda respirar. Esa debería ser nuestra prioridad política. También me parece que nuestro miedo al aislamiento, a la cuarentena, está relacionado con nuestro miedo a enfrentar nuestro propio fin. Este miedo tiene que ver con no poder delegar nuestra propia muerte a otros.

— ¿El aislamiento social nos da algún poder sobre la muerte?

Sí, un poder relativo. Podemos escapar de la muerte o posponerla. Contener la muerte está en el corazón de estas políticas de contención. Este es un poder. Pero no es un poder absoluto porque depende de otras personas.

— ¿Depende de otras personas aislarse también?

Sí. Otra cosa es que muchas de las personas que han muerto hasta ahora no han tenido tiempo de decir adiós. Varios de ellos fueron incinerados o enterrados inmediatamente, sin demora.

Como si fueran basura de las que debemos deshacernos lo antes posible. Esta lógica de eliminación ocurre precisamente en un momento en que necesitamos, al menos en teoría, a nuestra comunidad. Y no hay comunidad sin poder despedirse de los que se fueron, organizar funerales. La pregunta es: ¿cómo crear comunidades en tiempos de calamidad?

— ¿Qué consecuencias dejará la pandemia en la sociedad?

La pandemia cambiará la forma en que nos relacionamos con nuestros cuerpos. Nuestro cuerpo se ha convertido en una amenaza para nosotros mismos. La segunda consecuencia es la transformación de la forma en que pensamos sobre el futuro, nuestra conciencia del tiempo. De repente, no sabemos cómo será el mañana.

— Nuestro cuerpo también es una amenaza para los demás si no nos quedamos en casa…

Sí. Ahora todos tenemos el poder de matar. El poder de matar ha sido completamente democratizado. El aislamiento es precisamente una forma de regular ese poder.

— Otro debate que evoca la necropolítica es la pregunta sobre cuál debería ser la prioridad política en este punto, salvar la economía o salvar a la población. El gobierno brasileño ha estado haciendo señas para que se priorice el ahorro de la economía.

Esta es la lógica del sacrificio que siempre ha estado en el corazón del neoliberalismo, que deberíamos llamar necroliberalismo. Este sistema siempre ha funcionado con un aparato de cálculo. La idea de que alguien vale más que otros. Los que no tienen valor pueden ser descartados. La pregunta es qué hacer con aquellos que hemos decidido que no valen nada. Esta pregunta, por supuesto, siempre afecta a las mismas razas, las mismas clases sociales y los mismos géneros.

— Como en la epidemia del VIH, en la que los gobiernos se demoraron en actuar porque las víctimas estaban al margen: ¿negros, homosexuales, consumidores de drogas?

En teoría, el coronavirus puede matar a todos. Todos están amenazados. Pero una cosa es estar confinado en un suburbio, en una segunda residencia en una zona rural. Otra cosa es estar en primera línea. Trabajar en un centro de salud sin máscara. Hay una escala en cómo se distribuyen los riesgos hoy.

— Varios presidentes se han referido a la lucha contra el coronavirus como una guerra. ¿Importa la elección de palabras en este momento? Usted escribió en su trabajo que la guerra es un ejercicio claro en necropolítica.

Es difícil dar un nombre a lo que está sucediendo en el mundo. No es solo un virus. No saber lo que está por venir es lo que hace que los estados de todo el mundo reanuden las viejas terminologías utilizadas en las guerras. Además, las personas se están retirando dentro de las fronteras de sus estados nacionales.

— ¿Hay un mayor nacionalismo durante esta pandemia?

Sí. La gente está volviendo a «chez-soi», como dicen en francés. A su hogar. Como si morir fuera de casa fuera lo peor que podía pasar en la vida de una persona. Las fronteras se están cerrando. No estoy diciendo que deberían estar abiertas. Pero los gobiernos responden a esta pandemia con gestos nacionalistas, con esta imagen de la frontera, del muro.

— Después de esta crisis, ¿volveremos a ser como antes?

La próxima vez, seremos golpeados aún más fuerte que durante esta pandemia. La humanidad está en juego. Lo que revela esta pandemia, si lo tomamos en serio, es que nuestra historia aquí en la tierra no está garantizada.

No hay garantía de que estaremos aquí para siempre. El hecho de que sea plausible que la vida continúe sin nosotros es el tema clave de este siglo.

Fuente: https://lavoragine.net/la-pandemia-democratiza-poder-de-matar/

Artículo original publicado en Gauchazh 

Imagen: https://www.eldiario.es/interferencias/Achille-Mbembe-brutaliza-resistencia-visceral_6_527807255.html

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