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Entrevista al filósofo Santiago Alba Rico: “El capitalismo oculta nuestra vulnerabilidad, descubrirla es una primera plataforma de resistencia”

Por: Amanda Andrades.

 

Santiago Alba Rico (Madrid, 1960) lleva tiempo pensando, reflexionando, con pasión intelectual y sosiego dialéctico, sobre el cuerpo. Cuerpos de los que, según él, en Occidente huíamos. Cuerpos que, con la crisis del coronavirus, han vuelto a encarnarse, a descubrir su condición humana, vulnerable. Ser o no ser cuerpo (2017) se titulaba precisamente el último de la quincena de libros y ensayos que ha publicado hasta el momento a lo largo de su trayectoria como filósofo y ensayista.

Acabado el confinamiento estricto y tan solo a unas semanas del inicio de la nueva normalidad, en esta entrevista, mediante videollamada, entre Madrid y un pueblo de Ávila, disecciona el impacto de la pandemia sobre los cuerpos y la política.

Durante los casi últimos tres meses el virus ha paralizado en gran medida el sistema capitalista. Ahora que hemos salido del confinamiento estricto y empezamos a recuperar algo parecido a la normalidad, ¿cree que hemos aprendido alguna lección y, sobre todo, alguna que se traduzca en cambios políticos y sociales?

Hemos descubierto que el confinamiento en algún sentido nos proporcionaba mucha más libertad que una vida social, económica y cultural caracterizada por una falsa tensión dramática

No sé, creo que a nivel individual, muchas personas sí han descubierto las ventajas de esa paralización del sistema. Otra cosa es saber si esas voluntades dispersas pueden constituir algún tipo de sujeto colectivo capaz de mantener el freno sobre el sistema. Naturalmente que ha habido nuevos elementos de estrés para mucha gente (ERTEs, paro, vivir el confinamiento en condiciones de angostura y de conflicto) pero creo que, en general, el efecto descongestivo que ha tenido el parón sí se ha traducido en la percepción por parte de los sujetos individuales de hasta qué punto lo que era patológico era la normalidad de la que procedíamos. Hemos descubierto que el confinamiento en algún sentido nos proporcionaba mucha más libertad que una vida social, económica, y diría que cultural, caracterizada por una falsa tensión dramática. Para mí uno de los grandes misterios y grandes sorpresas ha sido ver lo fácilmente que ha sobrellevado la sociedad española un mundo sin fútbol. Puede parecer anecdótico pero las noticias deportivas eran un poco el modelo de un sistema mediático y cultural en el que se estaba imprimiendo permanentemente una falsa tensión dramática, que cada día trajese algo nuevo, muchas cosas nuevas. Y una sociedad en la que todo es acontecimiento es un mundo en realidad sin acontecimientos. Esta descongestión ha servido para que distingamos lo que es un acontecimiento de lo que no lo es. Se puede vivir sin esa necesidad de estar viviendo permanentemente algo nuevo, algo intenso, algo dramático, algo en lo que se decide el mundo.

Algunos hemos podido vivir el confinamiento como esa oportunidad, pero ¿cómo se establecen alianzas con aquellas personas que lo han vivido en infraviviendas, en situaciones de mucha precariedad, en ERTE, teniendo que salir a trabajar, sufriendo una represión policial que además ha ido por barrios?

La primera pregunta es saber si hay alguna experiencia común, porque si no la hay, si realmente el abismo vital, vivencial, es tan grande que ni siquiera nos podemos poner de acuerdo sobre lo que hemos vivido, entonces no hay ninguna posibilidad. Yo diría que sí que ha habido una experiencia vivencial común más allá de estas diferencias terribles, sociales, de clase, económicas. Ha habido una experiencia vital común ligada al estado de excepción, no hablo del estado de alarma, sino de este estado de excepción antropológico que todos, incluso los que lo han vivido en peores condiciones, hemos compartido. Todo estado de excepción, una guerra, una revolución o incluso un eclipse de sol, tiene algo que sacude emocionalmente de manera colectiva. Se produce un cambio en el marco de la sensibilidad colectiva. Me preocupa más lo otro, la desproporción entre esa experiencia común y la capacidad para construir un sujeto colectivo a partir de ella. En una situación que, de origen, no era particularmente halagüeña o esperanzadora y en la que incluso los sujetos colectivos organizados, como el feminismo o el ecologismo, se han quedado muy opacados y curiosamente no han salido favorecidos de esta experiencia. La pregunta es cómo se convierte la sensibilidad común en política común. No tengo la menor respuesta. Veo más fácilmente los peligros que las posibilidades de construcción de alternativas. Sí veo, aunque sea algo derrotista describirlo así, que toda crisis también fragiliza a las élites dirigentes, las divide, revela sus grietas y sus conflictos. Como tienen más medios y más recursos van a tener siempre más facilidades para aprovechar esta oportunidad, pero que hay que intentar aprovechar esa fisura, ese disenso entre las élites dirigentes, y eso implica organizarse lo suficiente como para ejercer alguna presión.

Sorprende lo que plantea de que el feminismo y el ecologismo se han visto opacados en esta crisis cuando algunas de las cosas que esta ha sacado a la luz son, por un lado, la centralidad de los cuidados y, por otro, la relación que puede existir entre la expansión de este tipo de virus y la destrucción de la naturaleza.

Respecto al feminismo no estoy seguro de que la percepción repentina y dramática de la fragilidad del cuerpo se haya traducido en un consenso mayor ya minado por divisiones muy ‘izquierdistas’

Sí, eso es lo más preocupante. Es la sensación de que, al contrario de lo que se podría esperar y necesitamos que ocurra, no se ha establecido una relación experiencial, inmediata, dramática y trágica, que tampoco habíamos establecido antes, aunque había un movimiento incipiente en esa dirección, entre capitalismo y cambio climático. Incluso a nivel muy banal, ha habido más bien la esperanza de que el cambio climático y las altas temperaturas sirvieran para acabar antes con el virus. Y, respecto al feminismo tampoco estoy seguro de que la percepción repentina y dramática de la fragilidad del cuerpo se haya traducido, o al menos de una manera inmediata, en un consenso mayor dentro de un feminismo ya minado por divisiones muy ‘izquierdistas’ entre ‘facciones’ y ‘corrientes’ y que, en el marco de la pandemia, ha recibido golpes bellacos por parte del neomachismo de la derecha, cebado ideológicamente en la marcha del 8 de marzo.

Durante el confinamiento también hemos experimentado, y aún experimentamos, emociones, muy generalizadas, como el miedo, la angustia, la incertidumbre, ansiedad. ¿Es posible construir desde ahí propuestas políticas y sociales progresistas? 

A través de los psicofármacos, de las drogas y de la industria del entretenimiento, llevábamos muchos años viviendo al margen del miedo a la muerte

Hay que distinguir varias cosas. Para mucha gente el confinamiento ha sido fuente de estrés. Y el estrés y la ansiedad no son vectores de construcción de alternativas progresistas. Pero si hablamos de angustia, de miedo y de dolor, a lo mejor sí, porque creo que uno de los rasgos que caracterizaban esa anormalidad patológica de la que veníamos era precisamente la reclamación, la exigencia, de una seguridad total. Lo que se traducía en una medicalización, psiquiatrización, de todas las experiencias adversas de la vida. Ahora todos hemos vivido un miedo que no teníamos que reprocharnos: el miedo a morirnos, ese que habíamos olvidado radicalmente. A través de los psicofármacos, de las drogas y de la industria del entretenimiento, llevábamos muchos años viviendo al margen del miedo a la muerte. Habíamos aceptado como un derecho inalienable de nuestra condición de blancos europeos el derecho a la inmortalidad. Creo que, a partir de esa forma de miedo, sí que se puede construir una alternativa progresista. Lo que no era en absoluto progresista era la negación de la mortalidad, la ilusión de la invulnerabilidad, el imperativo de la felicidad. Es decir, los ejes en torno a los cuales estábamos construyendo vidas que, por debajo, eran constantemente erosionadas por la precariedad laboral, por las dificultades de llegar a fin de mes, por ese estrés del falso acontecimiento permanente. Así que creo que no está mal entrar radicalmente en contacto con algo que tiene que ver con nuestra condición humana. Y esto es muy político. Como civilización, el capitalismo lo que ha estado haciendo es ocultar, e incluso negar, a veces, nuestra condición humana. Que reaparezca es una primera plataforma de resistencia.

¿Este descubrimiento, en Occidente, de nuestra corporalidad, nuestra vulnerabilidad, podría llevarnos a la empatía hacia esos otros a los que hasta ahora solo considerábamos cuerpos? ¿O por el contrario, llegar a legitimar la defensa de nuestros cuerpos cueste lo que cueste, por ejemplo, el asesinato de esos otros en nuestras fronteras? 

El descubrimiento de que somos amenazadores es el verdadero descubrimiento de la corporalidad. Y eso da fragilidad, lo que puede traducirse en criminalización del otro

Pueden ocurrir las dos cosas y simultáneamente. Antes lo que había era un combate entre imágenes y cuerpos y estos siempre estaban fuera, en otros países, en Siria bajo las bombas, en Libia tratando de coger una patera, intentando entrar por la frontera turca, en México tratando de cruzar un muro. Ahí había cuerpos que se quedaban enganchados en las vallas. Y además aparecían como cuerpos amenazadores. Veíamos con alivio que no consiguiesen entrar. Y si lo conseguían, los veíamos claramente como amenazas. La más extrema, la amenaza terrorista, el cuerpo que se hace estallar en una plaza pública. Por lo tanto, antes éramos imágenes amenazadas por cuerpos. De pronto, el coronavirus nos asimila a todos. Todos ya somos cuerpos. Y además de una manera muy paradójica, porque nosotros mismos, como potenciales portadores del virus, somos también cuerpos amenazadores. Por decirlo de una manera un poco demagógica y provocativa, hemos descubierto que nosotros también llevamos un terrorista dentro. El descubrimiento de que somos amenazadores es el verdadero descubrimiento de la corporalidad. Y eso da fragilidad, lo que puede traducirse en criminalización del otro, soy frágil porque el otro me amenaza. Pero, en este caso, la fragilidad está asociada al descubrimiento de uno mismo como fuente de amenaza para el otro. De esa conjunción podría y debería salir una verdadera revolución en términos de relación con los otros. No va a salir, me temo, porque veníamos de un mundo en el que se nos había convencido de que estábamos a cubierto de cualquier amenaza y va a haber, hay, una reclamación muy fuerte de seguridad total, de un sector de la población. Y, sobre todo, hay grupos políticos orientados a generar la ilusión de que ellos sí pueden devolvernos esa seguridad. Es muy fácil que en estos momentos de miedo acabemos negando esa parte amenazadora que hay en nosotros, por la que somos realmente cuerpo. Y que, reclamando una seguridad total, criminalicemos más aún al otro.

Como decía, el coronavirus nos ha convertido a todos en sospechosos, a nuestros cuerpos en agentes contaminadores. ¿Qué impacto puede tener esto en nuestra vivencia de la amistad, la familia, nuestra relación con los demás, conocidos o desconocidos?

Hay que reivindicar el riesgo corporal frente al confinamiento tecnológico

Es difícil valorarlo porque los seres humanos somos capaces de convertir en costumbre cualquier cosa. No sé qué me da más miedo en estos momentos. Si que vuelva a convertirse en una costumbre el estrés social que iba acompañado obviamente de mucha irresponsabilidad corporal o que al final acabemos interiorizando de tal manera la necesidad de defender a los otros de nuestros propios cuerpos que acabemos negándonos a tocar. Esta amenaza ha estado muy presente. Éramos muy sociables y nos tocábamos mucho, pero, al mismo tiempo, vivíamos ya en un confinamiento tecnológico que era compatible con esa hipersociabilidad corporal. La imagen que puede resumir la conjunción de estos vectores es la de una terraza de un bar en la que ves a muchos amigos juntos cada uno absorbido en su teléfono. El cuerpo está ahí, pero está descorporalizado. Las dos cosas tienen que ver con lo que llama Stiegler la proletarización del ocio. Nuestro ocio había sido proletarizado por el capitalismo mediante dos vías, la del turismo, la hostelería, el contacto soluble, intenso y fugaz entre los cuerpos y la del confinamiento tecnológico. Esta última ha salido muy reforzada. Frente a esto, ¿qué deberíamos hacer? ¿Alimentar la otra vía? No, pero sí creo que hay que reivindicar el riesgo corporal frente al confinamiento tecnológico. Y eso significa distinguirlo de la cesión de tu cuerpo al vector de explotación económica del turismo o la hipersociabilidad soluble.

¿Y cómo se distingue?

Habría que hacer un verdadero discurso sobre el cuerpo. Primero para definirlo bien, para preguntarse realmente qué quiere decir tocarse. Mi tesis, que he recogido en Ser o no ser un cuerpo, tiene que ver con que ya casi no éramos cuerpo, podíamos estar todos juntos y abrazarnos e incluso mantener relaciones sexuales muy promiscuas sin que el cuerpo se jugara nada en todo eso. Frente a la combinación del confinamiento tecnológico y la turistización de las vidas, hay que reivindicar una corporalidad en la que cuando te tocas estás tocando realmente un cuerpo, cuando abrazas estás abrazando realmente un cuerpo y, por lo tanto, corres riesgos a sabiendas. Y el riesgo cuando hay implicados dos cuerpos no es tanto el de contagiarse, sino el de condolerse, el de amarse, el de entenderse o, al menos, el de escucharse y a veces el de discutir. Solo entre cuerpos ocurren esas cosas.

Algunos sentimos mucho miedo cuando nuestros padres ya pudieron salir a pasear, en ese momento les hubiéramos confinado permanentemente…

En una situación como la que estamos viviendo ahora, son los ancianos los que tienen que medir qué riesgos quieren correr y cuáles no

Lo entiendo perfectamente. La cuestión es si no hemos tratado durante la gestión del coronavirus a los ancianos como si fueran niños. Si no hemos tratado a los ancianos como si no fueran sujetos de derecho que tenían que asumir su propia responsabilidad. En una situación como la que estamos viviendo ahora, son ellos los que tienen que medir qué riesgos quieren correr y cuáles no, porque imagino que hay muchas personas mayores que durante el confinamiento han envejecido mucho, han perdido meses de vida por la tristeza, por no poder ver a sus hijos, a sus nietos. Todo esto tiene que ver con una cuestión muy difícil de solucionar, qué riesgos corremos, cómo conciliamos la responsabilidad con la libertad, con la seguridad, con la protección. Y a su vez hay una reflexión de más amplio calado que tiene que ver con un capitalismo tecnologizado que nos ha prometido la inmortalidad, pero que lo que nos ha dado ha sido vejeces más largas. Y esa longevidad está dominada enteramente por el cuerpo que revela toda su fragilidad y, a veces, también la necesidad de cuidados y dependencias. Tenemos que ver cómo lo gestionamos y lo que ha revelado el coronavirus es que lo estábamos haciendo mal. Habíamos ilusoriamente suprimido los cuerpos, los habíamos encerrado en residencias. Y nos hemos encontrado con esta atrocidad de ancianos que han estado muriendo sin que nadie se ocupará de ellos y sin que ellos pudieran decidir cómo querían morir. Por la sencilla razón de que previamente se les había impedido decidir cómo querían vivir esa vejez y cuán larga querían que fuese.

Más allá del uso perverso e interesado de una supuesta demanda de libertad que hemos visto en la derecha y la ultraderecha en las últimas semanas, hasta que no exista una vacuna el coronavirus sí que nos sitúa en un escenario en el que se hace necesario reflexionar sobre el concepto de libertad y sobre las contradicciones entre salvar vidas y las tentaciones de control y autoritarismo.

En un artículo reciente he defendido el derecho a sufrir, pero este no concede el derecho a hacer sufrir. Uno tiene el derecho a sufrir y la obligación de no hacer sufrir. La combinación de esas dos cosas se llama sentido de la responsabilidad. Y este tiene que tener necesariamente algún acomodo con la defensa de los derechos civiles y de la democracia. Estamos viendo cómo hay intereses partidistas, espurios, muy agresivos que están queriendo minar el suelo sobre el que se asientan esos derechos civiles y la propia democracia. La estrategia de la ultraderecha en todo el mundo, y en España, no tiene nada que ver con la libertad de correr riesgos, que hay que reivindicar, sino más bien con el negacionismo: no estamos poniendo en riesgo a nadie. El caso de España es distinto al de Hungría, al de Estados Unidos, o al de Brasil, porque aquí, digamos, que está gobernando la izquierda y, por lo tanto hay que acusar al gobierno de querer establecer una dictadura comunista y liberticida. Pero eso es compatible con el horizonte del discurso de la ultraderecha mundial, utilizar el coronavirus para reducir las libertades y erosionar democracias que ya estaban muy minadas.

Si hay un régimen que es indisociable del riesgo es la democracia. En todos los sentidos. La libertad de expresión consiste básicamente en correr el riesgo de que la opinión de otro te convenza o derrote la tuya. Las garantías jurídicas, el Estado de derecho, es el riesgo de que una persona detenida por un delito, y sometida a un juicio justo y con todas las garantías reincida. Tenemos que defender el riesgo de las libertades civiles, del Estado de derecho, de la democracia. No deberíamos de ninguna de las maneras, so pretexto de que hay un riesgo sanitario, y menos reclamando una imposible seguridad total, ceder más terreno del que ya hemos cedido en los últimos años.

En ese sentido, en una entrevista en La Marea planteaba una distinción entre responsabilidad y culpabilidad. Decía también que en España nos costaba entender el primer concepto y que eso estaba ligado a un déficit democrático. ¿Qué distingue a una de otra?

La culpa es siempre individual. Y un ejemplo es cómo funciona en estos momentos el neoliberalismo. Este que, mediante medidas austericidas, ha desmantelado el Estado de bienestar, precarizado el mercado laboral, la vivienda, etc., al mismo tiempo ha hecho culpable a cada una de las víctimas de esos procesos. A un sistema de control colectivo de las vidas como es el capitalismo le interesa muchísimo convertir su responsabilidad sistémica en culpabilidad individual, en pecado. Y esto tiene efectos políticos que todas podemos detectar cotidianamente. Si yo soy culpable, es obvio que la solución será individual. La responsabilidad es, sin embargo, una forma de incorporar el destino colectivo en el propio cuerpo. Tiene que ser individual, personal, soy yo quien decide ver o no a mis nietos, soy yo el que decido si salgo o no salgo con mascarilla, pero precisamente porque lo hago de manera responsable, o irresponsable, lo que estoy haciendo es introducir lo común como un factor de decisión fundamental. En estos momentos hay que reivindicar la responsabilidad y no la culpa, que tiene más que ver con la victimización, con el victimismo. Y eso siempre nos despolitiza.

¿Y por qué liga esto a un déficit democrático en España?

Si la responsabilidad es la conjunción de lo individual y lo colectivo, creo que nada define mejor el concepto de ciudadanía. Es decir, el concepto de responsabilidad es indisociable del concepto de ciudadanía y no es fácil un ejercicio de ciudadanía allí donde hay un déficit democrático. Y en España, por desgracia, este existe desde hace siglos.

Durante algunos años, una parte de la izquierda española se vanaglorió de que, gracias al 15M, España estaba vacunada contra la ultraderecha que despuntaba en otros países europeos. Ahora, sin embargo, hay 52 diputados de la ultraderecha, su presencia en las calles y en los medios de comunicación está en gran medida normalizada. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Nos dormimos en los laureles?

Toda la crisis ligada a Cataluña da la oportunidad a una minoría bien organizada para rememorizar el país de la peor manera

Bueno, yo fui uno de los que dije que el 15M nos había vacunado y creo que es verdad que nos había vacunado pero… Haría falta un recorrido histórico relativamente minucioso, pero básicamente creo que tiene que ver con la memoria. Con el hecho, en el que he insistido muchas veces, de que el 15M lo que revela es una España sin memoria. La gente llega al 15M no recordando los pecados de la Transición, ni los problemas territoriales, ni la historia de la dictadura. Es gente que, de repente, se da cuenta de que sus políticos no le representan y de que en España hay un déficit democrático, asociado además  a una crisis económica. La memoria es un ancla. Y en el caso de España tener una población sin ancla, teniendo en cuenta el anclaje histórico de este país, era una gran ventaja que había que aprovechar. Creo que por eso muchos apoyamos a Podemos, porque nos parecía que habían entendido que la desmemoria se podía encaminar hacia un proyecto transformador, más democrático, emancipatorio, y justo en términos económicos. En España, las dos diferencias respecto de otras ultraderechas son el problema de la memoria, que en este caso jugaba a nuestro favor en forma de desmemoria, porque no habíamos conseguido dar la voz a los enterrados en las cunetas, lo que es dolorosísimo, pero a cambio habíamos conseguido que la memoria del anclaje histórico, casticista, excluyente, católico-imperial, hubiese quedado, si no borrada, por lo menos momentáneamente entre paréntesis. Y la otra es el problema territorial. Son dos cuestiones que el destropopulismo francés o el húngaro no tienen.

Pero claro la desmemoria nos pone frente a una ciudadanía flotante, sin fraguar, que se puede inclinar en cualquier dirección. Toda la crisis ligada a Cataluña da la oportunidad a una minoría bien organizada para rememorizar el país de la peor manera. Y con esto estoy muy lejos de decir que la culpa la tiene el Procés, por muy mal que hayan hecho casi todo, diría yo. El filósofo Gaetano Mosca, que coqueteó con el fascismo, decía que una minoría organizada siempre puede más que una mayoría desorganizada.

¿Y entonces?

Toda la estrategia de Vox y del PP pasa por rememorizar el país en términos de confrontación ya establecida, de déjà vu que tiene que ver con la Guerra Civil

Quiero creer que la mayoría en España sigue siendo una mayoría más bien desmemoriada y que, si hay alguna posibilidad de que eso que llamaba el otro día guerra civil fría se enfríe y siga siendo fría, pasa por la desmemoria. Mientras solo haya una rememorización autista, en paralelo a las mayorías, de un sector más o menos minoritario, de ciertos barrios, se puede salvar la situación y contener. Toda la estrategia de Vox y del PP pasa por rememorizar el país en términos de confrontación ya establecida, de déjà vu que tiene que ver con la Guerra Civil. Utilizan el terrorismo verbal para que el contrincante político, que ahora mismo está en el gobierno, rememorice a su vez a otro sector de la población. Nada le puede venir mejor a Vox, y a todo este ejercicio de rememorizacion casticista de la peor memoria de España, que el que se les responda tratándolos como si fueran fascistas. ¿Por qué? Porque España es el único país de Europa en el que ser antifascista suena bastante más radical y amenazador que el término fascismo o fascista. En el imaginario español, frente al fascismo lo que hay son comunistas y mucho me temo que dan más miedo los comunistas que los fascistas, por la sencilla razón de que no hemos tenido una experiencia histórica de fascismo porque no lo vencimos como en el resto de Europa. Y porque, en definitiva, fascismo es un término de amplio espectro, completamente desemantizado, como la aspirina que sirve para todo, y que no define absolutamente nada. La estrategia de Vox pasa por hacer al mismo tiempo inaudible e increíble cualquier otro discurso que no sea el suyo.

¿Cómo?

En el imaginario español, dan más miedo los comunistas que los fascistas, por la sencilla razón de que no hemos tenido una experiencia histórica de fascismo porque no lo vencimos como en Europa

Cuando comenzó la I Guerra Mundial, Karl Kraus, el autor de Los últimos días de la humanidad, escandalizado y lleno de terror por la respuesta militarista de la sociedad alemana, incluidos los socialistas, dijo: “El que tenga algo que decir que dé un paso al frente y guarde silencio”. Naturalmente, él imaginaba una situación en la que se podía dar un paso al frente y en la que, por lo tanto, el silencio podía ser audible. Vox no quiere que haya silencio, no quiere que se oiga ninguna voz que no sea la suya o exactamente la contraria e igual de beligerante. Entonces, para hacer inaudibles todos los discursos, todos los matices, todo lo que no tenga que ver con la confrontación, siempre están ellos en el frente. Lo vemos en las redes sociales, en todas las tribunas públicas a las que tienen acceso. Tienen, sin embargo, un problema respecto de la audibilidad, y es que está gobernando la izquierda. El Gobierno es audible por su propia posición institucional. Así que, como no le puede hacer callar, lo que quiere es hacerle hablar más allá de las medidas del Gobierno, hacerle no creíble. Esa es la doble estrategia, o inaudible o increíble. Y, para eso, utiliza el terrorismo verbal o la pansemia, el uso de las palabras de una forma hasta tal punto indiscriminada y con intenciones tan diferentes que acaban por perder radicalmente todo significado. El lenguaje que sirve para comunicar ya solo contagia incomunicación o insignificancia, falta de sentido. Lo hemos visto con palabras como ‘libertad’ o ‘democracia’ que, de pronto, significa el derecho a dar golpecitos de Estado y derrocar gobiernos. O cuando se puede llamar terrorista al padre de Pablo Iglesias, un hombre que luchó contra el franquismo y por la democracia. A Vox y al PP, en estos momentos, no les importa nada, y por eso son capaces de minar el marco mismo de la inteligibilidad, de la credibilidad de los hablantes, si pueden conseguir sus objetivos. En un contexto de inseguridad lingüística también salen ganando. Frente a esa estrategia, ¿qué es lo que debería hacer el Gobierno? Siguiendo el consejo de Kraus, debería hacer oír el silencio, un silencio que solo se expresase a través de medidas de gobierno, como ahora el ingreso mínimo vital. Eso es mucho más poderoso que cualquier discurso.

Se puede entender ese planteamiento a nivel de la clase política, pero ¿cómo contrarrestar o cómo afrontar a esa ultraderecha, cada vez más normalizada y más visible, en el plano de lo social? ¿Les dejamos que ocupen las calles sin ofrecer respuesta?

El Gobierno debería hacer oír el silencio, un silencio que solo se expresase a través de medidas de gobierno, como ahora el ingreso mínimo vital. Eso es mucho más poderoso que cualquier discurso

De ninguna de las maneras, pero hay que ver qué tipo de respuesta. ¿Cómo vamos a dejar de manifestarnos y más ahora por la sanidad pública, por los servicios públicos? Hay que hacerlo y cuanta más presencia tengamos en todas partes, en la calle, en los medios, mejor será. Lo que digo es que no hay que olvidar que lo que era una minoría avergonzada se ha convertido en una amenaza política porque ha tenido acceso a tribunas públicas, porque ha habido medios de comunicación, claramente responsables de ese ascenso, que les ha dado voz. La diferencia entre un fenómeno marginal, más o menos inofensivo, y una amenaza política que ya atañe al corazón mismo de las instituciones tiene que ver con el lugar desde el que se hace el discurso y en este momento se está haciendo desde tribunas públicas y todo lo que se dice en público adquiere especial legitimación. En un país como España, con un déficit democrático histórico, las clases dirigentes, las élites políticas los medios de comunicación han demostrado un bajísimo sentido de la responsabilidad. No se ha protegido la esfera pública.

¿Pueden ser uno de los antídotos para evitar que la extrema derecha salga de sus nichos de clase alta o clase media alta y se extienda entre las clases más populares todas las redes de solidaridad vecinal que se han creado en estos momentos?

Lo que está salvando realmente a España de la ultraderecha es que Vox es un partido neoliberal

Sin duda alguna. Y los medios de comunicación deberían de contar una y otra vez esas experiencias que se están dando. Porque, si no, al final, hacen exactamente lo que desea esa minoría organizada ultraderechista, que se les dé más importancia de la que realmente tienen o incluso generar la ilusión de que son los dueños del rumbo político de este país. Si todos los medios se vuelcan en seguir las manifestaciones de Núñez de Balboa y nadie o casi nadie, o no los medios que llegan a más gente, da importancia a todas esas redes vecinales de solidaridad gracias a las cuales han literalmente sobrevivido miles de personas en el confinamiento, una vez más se consigue ese efecto de inaudibilidad. Solo se les oye a ellos y se elimina o se fragiliza toda una línea que hay que fortalecer. Es importantísimo moverse en esos dos niveles en estos momentos. Por un lado, no dejar morir todas esas redes que además son mucho más potentes contra la ultraderecha que las declaraciones o las manifestaciones, digamos, a la contra o agresivas. Y, por otro, es fundamental que la población más desfavorecida sienta que este gobierno se está ocupando de ella. Lo que está salvando realmente a España de la ultraderecha es que Vox es un partido neoliberal. Pero ya está entendiendo que si quiere acceder al poder tiene que cambiar un poco de discurso y asemejarlo más al de Le Pen u otros ultraderechistas europeos. En el momento en que Vox descubra eso, y más o menos ponga alguna medida en esa dirección, entonces sí que podemos vernos realmente muy amenazados por la ultraderecha. En la crisis que se avecina, que estamos ya, pero que se va a agravar, es obvio que los sectores más desfavorecidos de la población no van a votar a quien grite más alto ¡fascismo!, sino a quien las proteja mejor. Y conviene que sea un proyecto democrático y de derechos el que proteja a las clases desfavorecidas y no un proyecto neofascista o ultraderechista.

A raíz de la enésima patrimonialización de la bandera española por parte de la derecha y ultraderecha hemos asistido también al enésimo debate en torno a la necesidad o no de resignificarla. Ha planteado que el que no haya un símbolo –o varios– que todos queramos democráticamente disputar es indicio de la debilidad de la construcción nacional española, de la precariedad democrática en nuestro país. ¿Es posible generar ese símbolo o símbolos compartidos?

La nación española es un invento liberal, no muy afortunado, que disputa la tradición católico imperial, primero a remolque y a regañadientes, para acabar luego apoderándose de ella

Quizás hace cinco años hubiera sido más posible y, a lo mejor, dentro de cinco vuelve a serlo, pero en estos momentos lo veo realmente muy difícil. Por eso, la apuesta debe ser más bien por enfriar la guerra civil. Como reflexión general, diría, aunque parece una exageración, que el problema que tenemos es que España no existe como nación. O en todo caso, como dice Villacañas, es una nación tardía. Solo lo es a partir del siglo XIX. Y, como recuerda Álvarez Junco en Mater Dolorosa, lo es, en realidad, gracias a los liberales. O sea la nación española es un invento liberal, no muy afortunado, que disputa la tradición católico imperial, primero a remolque y a regañadientes, para acabar luego apoderándose de ella. En este proceso de confiscación, en el que la tradición católica imperial ha disputado y se ha apoderado del concepto de nación y de patria, originarios de la Revolución Francesa, lo que pasa es que eso que decía Podemos, que decía Errejón, que parecía retórica es históricamente cierto: esa derecha nunca ha tenido ni patria ni nación. Ha tenido rey negocios. Y eso es lo que ha defendido a lo largo de la historia. Un ejemplo muy claro es la imagen de Aznar en las Azores para declarar la guerra a Irak al lado de Bush. Está clarísimo que Aznar no está pensando en la nación española, está pensando en el rey y en el Imperio, en la rendición de Breda, en la conquista de Granada, en Hernán Cortés. En algo que no tiene nada que ver con la nación española, porque es muy anterior al siglo XIX.

El rey ha sido siempre, históricamente, un obstáculo para la constitución de una nación. Y no habrá nación ni símbolos que queramos disputarnos unos a otros, democráticamente, mientras haya uno

La otra imagen, en la que se ve cómo hasta qué punto es imperio y botín, rey y negocios, es que quienes inventan lo de la marca España son precisamente el PP y Aznar. Es decir, sustituyen la nación España por la marca España. Y esta convergencia de rey y negocios es la que explica por qué es la derecha la que no tiene nación, aunque no deja de nombrarla, y por qué la izquierda ha renunciado a disputarla, con bastante fundamento y con bastante razón, pero con un resultado trágico porque nos encontramos hoy con que tenemos o imperio o nada. No es una cuestión de reivindicar la república porque es el único régimen abstractamente democrático. Es porque en España el rey ha sido siempre, históricamente, un obstáculo para la constitución de una nación. Y no habrá nación ni símbolos que queramos disputarnos unos a otros, democráticamente, mientras haya un rey y mientras tengamos una derecha imperial-católica, cuyos ejes sigan siendo el rey, dios y los negocios.

Fuente de la entrevista: https://rebelion.org/el-capitalismo-oculta-nuestra-vulnerabilidad-descubrirla-es-una-primera-plataforma-de-resistencia/

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El movimiento feminista no retrocede ante la extrema derecha: «El machismo también es una pandemia que hay que combatir»

Autora: Sabela Rodríguez Álvarez

Con el inicio de la pandemia, la mirada de la ultraderecha buscó un objetivo concreto: el movimiento feminista. La celebración de la marcha del 8M, que congregó a más de cien mil personas en Madrid, ha sido utilizada por la extrema derecha institucional y social para cargar contra la gestión de la crisis. Esta batalla se ha desplazado ahora al terreno judicial y ha aterrizado en el Juzgado de instrucción número 51 de Madrid. Su titular, Carmen Rodríguez-Medel, investiga al delegado del Gobierno en Madrid por permitir la manifestación.

La Comisión 8M lo tiene claro: «No somos parte de ese juego. No queremos serlo. Y no vamos a entrar en él». Lo dicen a través de un comunicado en el que recuerdan que el movimiento «se ha convertido en la excusa para un discurso reaccionario que trata de opacar tanto lo que ya era invisible como cualquier posibilidad de debatir sobre ello». Los ataques, advierten, «no son sólo simbólicos», sino que han cristalizado en una serie de ataques por parte de «quienes estaban intentando manipular la realidad con informes falsos y maniobras políticas». Algunas activistas, denuncian, han sufrido «prácticas que se saltan las garantías de un estado de derecho». Y añaden: «Se nos ha presionado para que fuésemos a hacer declaraciones policiales en pleno estado de alarma. Se nos ha señalado con nombres y apellidos»

La Comisión 8M recuerda que quienes les «han puesto en la diana ni siquiera entienden qué es el 8M». «Somos mujeres comunes organizándonos para luchar por lo común. Somos un movimiento social, horizontal, asambleario. Somos tú y yo, somos nosotras. Y, sobre todo: no salimos a la calle solo el 8 de marzo. Y esto es, quizá, lo que más les asusta». En todo caso, las activistas dicen estar «acostumbradas» a que se las «criminalice». «También sabemos que, cuando se empieza a criminalizar las luchas sociales, ese camino no tiene fin. En un momento como este, salvaguardar los derechos fundamentales también es la garantía de que podamos seguir hablando de lo esencial, y trabajando por ello».

Yolanda Díaz es activista y una de las promotoras de la iniciativa Emergencia Feminista. En conversación con infoLibre insiste en que «es todo ruido» y forma parte de una estrategia bien conocida para las feministas: «Una vez más, culpabilizan a las mujeres». Pero ellas, afirma, llevan «más de tres siglos luchando por los derechos de las mujeres y a muchas les ha costado la vida». Recuerda que el discurso y los movimientos de la extrema derecha demuestran «más que nunca el machismo y la homofobia», pero sobre todo persiguen un fin: «Nos quieren ver temerosas, pero las mujeres somos valientes». «Quieren que nos quedemos en el ámbito privado y que sólo ellos tengan el poder». Pero el movimiento feminista no prevé desviarse del camino. «Nuestra senda va a ser la misma: seguir luchando». También durante el confinamiento, señala, mostrando su «disconformidad dentro de casa, a través de las redes y en las calles». A juicio de Díaz, «el ruido siempre ha existido, para tapar lo verdaderamente importante», pero no entra en los planes del movimiento amilanarse. «Los asesinatos machistas siguen, el machismo sigue y nosotras vamos a seguir diciendo que el virus del machismo es la pandemia que se debe combatir«.

En todo caso, insiste Soleto, «la batalla que se está librando en torno al 8M tiene más que ver con el clima de crispación política que con nosotras» y aunque entiende que el resultado no «beneficiará al movimiento feminista», se pregunta si realmente «alguien cree que esto puede ser perjudicial para todo el trabajo» hecho hasta ahora. «Yo en marzo de 2021 estaré manifestándome y conmigo al menos otras 120.000 más», augura.

«Este baile no va con nosotras». Lo resume así Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres. «A las posiciones de la ultraderecha siempre le ha venido muy bien el discurso agresivo contra las mujeres«, de manera que el «uso específico del 8M tiene más que ver con ese posicionamiento ideológico» y no con que «las manifestaciones tuvieran efectos relacionados con la pandemia». En Madrid, recuerda, la movilización congregó a «cerca de 120.000 personas que en ningún caso es comparable con los dos millones que nos subimos al metro ese día».

En todo caso, insiste Soleto, «la batalla que se está librando en torno al 8M tiene más que ver con el clima de crispación política que con nosotras» y aunque entiende que el resultado no «beneficiará al movimiento feminista», se pregunta si realmente «alguien cree que esto puede ser perjudicial para todo el trabajo» hecho hasta ahora. «Yo en marzo de 2021 estaré manifestándome y conmigo al menos otras 120.000 más», augura.

La extrema derecha y la crispación

Aunque las movilizaciones feministas se celebraron en decenas de países, únicamente en territorio español se ha vinculado, vía judicial, la expansión de la epidemia con la realización de las marchas. Diferentes colectivos feministas de dimensión internacional desconocen acciones similares en otros países y tampoco el Instituto Europeo por la Igualdad de Género (EIGE) tiene noticias al respecto, aunque está investigándolo. El uso de la denuncia como herramienta de la extrema derecha se ha consolidado en suelo español por parte de partidos como Vox o agrupaciones como Abogados Cristianos.

El equipo de Santiago Abascal ha encontrado en la vía judicial un instrumento al que aferrarse para ejercer su particular oposición, sin mirar los resultados: el partido ultra ha presentado decenas de querellas contra representantes políticos que han quedado en el archivo. Abogados Cristianos también ha ocupado titulares de manera habitual por constituirse como una máquina de presentar denuncias, esta vez relativas a delitos contra sentimientos religiosos.

Nuria Alabao, periodista y autora del capítulo Género y fascismo: la renovación de la extrema derecha europea, contenido en el libro Un feminismo del 99% (Lengua de Trapo, 2018), recuerda que «esta estrategia está muy vinculada con Vox», que a su vez procede de una «escisión neocon del PP». En ese sentido, destaca que existe un antecedente en cuanto a tensión emocional, en marzo de 2004, tras los atentados de Atocha en Madrid. Entonces «hay un intento, en un momento de tensión emocional muy fuerte, de utilizar eso para excitar los ánimos en una especie de necropolítica». En aquel momento, analiza Alabao, se utiliza una suerte de «teoría de la conspiración para introducir dudas sobre la autoría de los atentados», con el objetivo de «impugnar el resultado de unas elecciones que habían dado la victoria al PSOE».

A día de hoy, tanto las manifestaciones ultra como la batalla judicial «no llevan el membrete de Vox, pero la tonalidad de las expresiones sí lo son». El objetivo, entiende, pasa por «agitar los ánimos» para lograr sus objetivos políticos. «Ellos han puesto el foco en el 8M porque es algo de lo que pueden responsabilizar al Gobierno«, desgrana la periodista, pero «no llegarán muy lejos» porque aunque la celebración de las marchas «pueden ser discutibles, no podían prohibirse en aquel contexto». En todo caso, continúa, a la formación de Santiago Abascal «le viene muy bien porque es el único partido español manifiestamente antifeminista».

Sin embargo, la conexión de las filas ultra con otros movimientos europeos, especialmente del este, es evidente. Estos sectores han tenido sus propias expresiones misóginas durante la pandemia. La diferencia esencial tiene que ver con quién ostenta el poder: en Polonia y Hungría, con la extrema derecha en el Gobierno, la estrategia ha venido a golpe de legislación. En el primer país a través de la puesta en marcha de una ley restrictiva contra el aborto y en el segundo contra las personas trans.

Lo recuerda Violeta Assiego, activista y abogada por los derechos humanos. «El movimiento fascista, o los fundamentalismos contemporáneos, están centrando sus ataques en los derechos de las mujeres y las disidencias sexuales, pero está tomando un cuerpo diferente en cada país», dice al otro lado del teléfono. En España «lo hace por la vía judicial y contra el 8M», pero en otros países la estrategia se adapta a las circunstancias propias. «Mi sensación es que el 8M es el escenario que están utilizando aquí los fundamentalismos contemporáneos para desestabilizar al Gobierno», por tanto la peculiaridad en suelo español es que la ultraderecha «está tratando de recuperar el poder político» y lo hace intentando matar dos pájaros de un tiro: perjudicar al Gobierno y «desactivar la confianza de la gente en un movimiento imparable que está conquistando muchos espacios». Si la extrema derecha estuviera en el poder, sospecha la abogada, «impondría medidas que sí vemos en otros países».

 

Fuente de la Información: https://www.infolibre.es/noticias/politica/2020/05/29/el_movimiento_feminista_no_retrocede_ante_ruido_extrema_derecha_nos_quieren_ver_temerosas_pero_las_mujeres_somos_valientes_107246_1012.html

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España: Educación tratará de mantener las escuelas abiertas en caso de rebrote

Educación tratará de mantener las escuelas abiertas en caso de rebrote

La ministra Isabel Celáa explicó que establecerán un ordenamiento interno a los centros educativos que permita separar grupos sin necesitad de cerrar los colegios

Ha asegurado que el curso que viene estará «bien planificado» y la presencialidad será un «principio fundamental» para acabar con las desigualdades entre los niños

La ministra de Educación, Isabel Celaá, ha afirmado que intentará mantener las escuelas abiertas en caso de rebrote en octubre. En una entrevista a ‘Rac1 este lunes por la mañana, Celaá explicó que establecerán un ordenamiento interno a los centros educativos que permita separar grupos para que si hubiera un rebrote se pueda «perimetrar el grupo y no necesitar cerrar la escuela».

«Estamos mucho mejor informados en relación con la capacidad de detectar rebrotes», ha dicho. Celaá ha asegurado que el curso que viene estará «bien planificado» y la presencialidad será un «principio fundamental».

«Tenemos la firme determinación de avanzar con las escuelas abiertas», explicó Celaá, que ha dicho que la presencialidad es la «mejor compensadora» de las desigualdades.

La titular de Educación ha esperado que «la ciencia pueda proporcionar una vacuna o un remedio antes de fin de curso» y, en este caso, se podrían «readaptar» las escuelas y volver a tener un «curso ordinario». 

«A ver si a la Navidad podemos trabajar con normalidad», ha dicho Celaá, que ha esperado que las medidas excepcionales duren sólo «meses».

Celaá ha mostrado partidaria de que los niños puedan hacer deporte en la escuela, priorizando el aire libre, y con seguridad. «El aire libre es lo que necesitan los niños y niñas», dijo preguntada por los centros de verano.

«Sabemos que al aire libre el virus es más inofensivo», ha apuntado.De cara a septiembre, la ministra de Educación dijo que se tendrá una «observancia permanente» de las instrucciones sanitarias, como la distancia de 1, 5 metros entre personas y con la optimización de los espacios físicos así como horarios de entrada y salida diferenciados entre grupos escolares.

En relación con la reforma de la ley educativa, Celaá ha confiado en tener la LOMLOE aprobada antes de finales de año y tener partes del proyecto vigentes antes.

Fuente de la Información: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20200622/educacion-escuelas-abiertas-rebrote-celaa-coronavirus-8009434

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España: ¿Qué hemos aprendido sobre la educación durante el confinamiento?

¿Qué hemos aprendido sobre la educación durante el confinamiento?

El curso escolar marcado por la epidemia del coronavirus termina con la advertencia de los expertos de que el cierre durante tres meses de los centros educativos va a tener graves consecuencias para el alumnado, especialmente para los estudiantes de entornos desfavorecidos, y que su profundidad no se acabará de conocer hasta dentro de unos años. Al mismo tiempo, los especialistas en educación aseguran que, con todos sus problemas, el periodo deja también lecciones valiosas que pueden servir para mejorar el sistema.

El Foro de Educación de EL PAÍS plantea a sus lectores esa pregunta: ¿Qué hemos aprendido sobre la educación durante el confinamiento? Si quiere participar, puede enviar su opinión contando una sola conclusión, el principal aprendizaje que haya extraído como profesor, padre, alumno u observador. En los próximos días publicaremos una selección en este artículo.

Fuente de la Información: https://elpais.com/educacion/2020-06-21/que-hemos-aprendido-sobre-la-educacion-durante-el-confinamiento.html

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España: Se desploma la demanda de pisos de alquiler para estudiantes en Madrid tras la pandemia

Redacción: El Confidencial

La incertidumbre sobre las clases presenciales de las universidades deja en suspenso la decisión sobre el traslado a la capital.

El verano es una de las épocas de búsqueda activa de alquilares para los estudiantes que viven fuera de Madrid, pero asisten a clase en la capital. Normalmente, en el mes de junio muchas inmobiliarias ya tienen entorno a un 25-30% de toda la oferta de arrendamientos estudiantiles con pre-reserva o reservado para septiembre.

Pero este mes de junio está siendo diferente. La crisis sanitaria ha hecho que los universitarios se hayan visto afectados de cara al próximo curso. Existe cierta incertidumbre sobre qué va a pasar en cuanto a las clases presenciales. “El mercado de los estudiantes extranjeros ha decrecido muchísimo”, afirma la inmobiliaria Madrid Alquila.

Pues bien. Según ha podido saber ECD, la demanda de pisos de alquiler por parte de estudiantes universitarios para el curso 2020-2021 ha sido casi nula en algunas de las inmobiliarias. En otras como Mi Piso en Madrid, se ha llegado a reducir aproximadamente un 50% neto.

A pesar de estos datos, desde las inmobiliarias insisten en que aún es pronto. El piso de la demanda suele darse en el mes de julio y son optimistas ante una posible subida.

No saben qué va a pasar con las clases presenciales

La llegada del coronavirus a España hizo que los primeros en parar su actividad fuesen los estudiantes. De hecho, durante estos meses los universitarios han tenido que recurrir a las clases online para seguir con el curso 2019-2020.

Pero el próximo curso es todavía una incógnita para muchos estudiantes. Las universidades afirman que van a hacer lo posible por tener el mayor número de clases presenciales posibles, pero muchas todavía no confirman cómo van a ser.

Esto ha hecho que los estudiantes que se han trasladado a seguir su formación en Madrid y necesitan un piso para vivir a partir de septiembre no sepan qué hacer. “No tiene sentido desplazarse a Madrid para recibir clases por videoconferencia”, afirma la inmobiliaria Gilmar.

Algunos universitarios reclaman la falta de información: “Lo peor es que no nos dan información y ahora es cuando tenemos que estar buscando piso.” afirma una estudiante de la Universidad Autónoma.

El «efecto burbuja»

La demanda de alquileres de pisos para universitarios ha bajado, pero esto no quiere decir que los estudiantes no estén interesados. Algunas inmobiliarias hablan del “efecto burbuja” al describir lo que pasará con los alquileres de pisos este verano.

Aunque ahora ha habido un descenso en la demanda por toda la incertidumbre generada por la pandemia, en cuanto las universidades anuncien su plan, se puede crear una saturación en la demanda de alquileres y que no haya suficientes pisos disponibles.

Fuentes cuentan a ECD que muchos universitarios siguen interesados en alquilar pisos pero no quieren reservar hasta que las universidades confirmen su reapertura. “No quieren arriesgarse de momento a pagar una cantidad importante y luego no poder acudir a las clases,” afirman en Gilmar.

¿Qué proponen las inmobiliarias?

“La mejor solución que suelo proponer es esperar con toda tranquilidad pero seguir manteniendo ojos al mercado inmobiliario y a las oportunidades que surjan” afirman en Mi piso en Madrid.

Entienden que los universitarios no quieren desembolsar una cantidad dineraria ni firmar un contrato, si finalmente no van a poder entrar en el inmueble. Pero si animan a estar al tanto de los pisos disponibles por si se produjera el “efecto burbuja” que hará más difícil encontrar una vivienda.

 

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España: Gobierno y comunidades comprarán medio millón de ordenadores y tabletas para los colegios

Europa/España/18 Junio 2020/elpais.com

Se trata de un programa distinto del fondo de 2.000 millones para la vuelta a las aulas que el Ejecutivo dará a las comunidades, de los que 400 irán a las universidades

La ministra de Educación, Isabel Celaá, ha anunciado este martes un programa específico de 260 millones de euros para la distribución de 500.000 dispositivos electrónicos para cerrar la brecha digital en el sistema educativo. Los ordenadores y tabletas tendrán acceso a Internet y serán entregados a los centros públicos, que serán los dueños de los mismos y a su vez los prestarán a los estudiantes que los necesiten. El objetivo, ha declarado Celaá en la conferencia de prensa posterior al Consejo de Ministros, es que “todo el alumnado tenga el acceso garantizado”, a diferencia de los problemas de desconexión que se han puesto de manifiesto durante este periodo de cierre escolar, en el que prácticamente la única forma de enseñanza ha sido a distancia. El Ejecutivo también ha aprobado, en paralelo, ayudas para las universidades.

El programa de digitalización de las escuelas tiene una dotación total de 260 millones de euros. De ellos, 190 los pondrá el Gobierno, a través de la empresa pública Red.es, y el resto, 70 millones, deberán aportarlo las comunidades que se adhieran. Los territorios podrán utilizar para ello parte del dinero que reciban del fondo de 2.000 millones que el Gobierno se ha aprobado este martes, en una decisión aparte, transferir a las autonomías (y que se distribuirá en función de la población escolar). Los dispositivos electrónicos irán solo a centros públicos porque la práctica totalidad de la partida de Red.es procede de fondos Feder, que según indican fuentes del Ejecutivo solo pueden ir a colegios e institutos de titularidad pública.

La ministra de Educación, Isabel Celaá, este martes tras el Consejo de Ministros. En vídeo, Celaá anuncia la movilización de 260 millones de euros para la digitalización de las aulas. EP | QUALITY

11% del alumnado

Las cifras ofrecidas por Celaá en la conferencia de prensa posterior al Consejo de Ministros supone que cada ordenador o tableta costará, incluyendo la conexión a Internet que lleve aparejado, 520 euros. Su número representa el 9,7% de los 5,5 millones de alumnos de la enseñanza pública preuniversitaria. Pero si se toman solo los estudiantes de Educación Primaria, ESO, Bachillerato y Formación Profesional, que serán sus desinatarios naturales, el porcentaje cubierto con el nuevo programa se eleva al 11,6%.

No existe un censo claro de cuántos alumnos han sufrido la desconexión durante el cierre escolar. Las comunidades autónomas han ofrecido datos difícilmente conciliables, basados en sondeos o en la información que les han proporcionado los centros. Los porcentajes de alumnos desconectados declarados por las comunidades han oscilado, por ejemplo, entre el 2,5% de Castilla-La Mancha, el 2,9% de Andalucía, el 3% de Murcia, el 4,5% de Cataluña y el 10% de Navarra. El Ministerio de Educación ha señalado este martes que, según la edición de 2018 del informe PISA, el 9% de los alumnos no dispone de ningún ordenador en su casa.

La Fundación Cotec, especializada en innovación, advirtió en abril de la gran desigualdad social aparejada a la brecha digital. Si se divide a los hogares con alumnos preuniversitarios en cuatro grupos según su nivel de renta, el 14% de los más pobres no tienen ningún ordenador en casa y el 44% solo uno. En el siguiente grupo dichos porcentejes alcanzan el 4% y el 33% respectivamente. Las diferencias también son pronunciadas en función de la titularidad de la red. “Los centros públicos atienden de manera mayoritaria a los alumnos de entornos socioeconómicos más vulnerables”, señala el documento titulado Covid-19 y Educación, problemas, respuestas y escenarios, escrito por Ainara Zubillaga y Lucas Gortázar.

Padres teletrabajando

Leticia Cardenal, presidenta de la federación de asociaciones de padres mayoritaria en la pública, Ceapa, subraya, además, que en un escenario de confinamiento como el que se ha vivido y puede repetirse, tener un ordenador o incluso dos en un hogar con frecuencia no es una garantía. «Si en una casa viven cuatro o cinco personas y los padres teletrabajan, siguen faltando ordenadores», afirma Cardenal.

Las comunidades han puesto en marcha planes para repartir tabletas y tarjetas de datos para paliar la falta de acceso a la enseñanza online que los hechos demuestran que no han solucionado del todo el problema. Hace dos meses y medio, Kiko Romero, estudiante de segundo de bachillerato en un instituto público de Madrid, contaba en este periódico que estaba siguiendo la docencia a través del móvil, y este martes seguía igual. “No he tenido ordenador ni wifi para preparar la selectividad, lo he estado haciendo todo con el teléfono. Al final te haces a ello, pero es complicado. Ha habido clases en las que te subían la nota por ver vídeos y no he podido verlos, y tampoco he seguido las clases online porque no me llegaban los datos”, dice. Romero ha descartado estudiar Medicina porque no cree que vaya a tener suficiente nota. En las últimas semanas de estado de alarma ha pasado de pensar en hacer Enfermería a decantarse por Psicología.

Paquete para las universidades

El Gobierno ha aprobado también un paquete de 400 millones de ayuda para el comienzo de curso en las 50 universidades públicas españolas (48 imparten grados). De esta forma el Ejecutivo quiere paliar las necesidades de las universidades derivadas de la crisis provocada por la covid-19. Es decir, tal y como se afirmó en el documento de recomendaciones para el próximo curso del Ejecutivo, que se destinen fondos a mejorar las plataformas informáticas, acondicionar los espacios para mantener el metro y medio de separación interpersonal o formar a los profesores sin preparación para impartir las clases a distancia. Estos 400 millones son el 20% del fondo adicional para fines educativos que el Gobierno va a entregar a las comunidades para el inicio del curso, que asciende a 2.000 millones.

Los 400 millones se distribuirán entre las autonomías en función de la población de 17 a 24 años de cada comunidad en 2019, según las cifras del Padrón de 2019. Manuel Ortega, secretario de Universidades de UGT, se felicita de la partida pero cree que el reparto va a haber discusión: “Se van a quejar universidades receptoras de muchos estudiantes de fuera, como pueden ser las de Madrid, Salamanca o Granada, que salen mal paradas”.

Ramón Caballero Klink, de CSIF, también se alegra de la dotación que no esperaba porque al anunciarse los 2.000 milllones para educación nadie precisó que una parte serían para Universidad. Pero, como el secretario de UGT, remarca que el principal problema es la sobrecarga que pueden padecer las plantillas. “Un profesor de Medicina no se puede desdoblar para dar las prácticas si va a haber grupos más pequeños”.

En una nota la conferencia de rectores (CRUE) ha valorado positivamente la dotación, porque les “ayudara a que los procesos de adecuación que tengamos que poner en marcha en nuestros centros se realicen con rapidez y a que el impacto sobre la comunidad universitaria, especialmente sobre el estudiantado más vulnerable, sea mínimo”. Por eso reclaman a las administraciones que agilicen la ejecución y eviten “trámites burocráticos que ralenticen un proceso que debe ponerse en marcha cuanto antes”.

Rearmarse

La pandemia cogió con el pie cambiado a las universidades públicas muy volcadas tradicionalmente en la enseñanza presencial y el ministerio reconoció en sus instrucciones del 10 de junio que la mudanza lectiva al remoto había “interferido en el normal desarrollo de la actividad universitaria”. Por eso, los rectores, los sindicatos y los estudiantes han insistido mucho en la necesidad de rearmarse. “Dicha estrategia implica una mejora del equipamiento informático y redes telemáticas de las universidades, una capacitación del profesorado en el uso de la comunicación digital y una ayuda de la Administración universitaria para la conectividad adecuada del conjunto del estudiantado, de forma que ningún estudiante sea discriminado por la persistencia de la brecha digital”. La CRUE estimó, tras hacer una encuesta, que 36.000 universitarios no tenían dispositivos o conexión para seguir las clases que de un día a otro se mudaron a online.

Si no hay rebrote, la mayoría de las clases magistrales se impartirán online -dependerá del espacio del que disponga cada centro- y la parte de prácticas y seminarios pisando el campus. Castells, profesor en excedencia de la telemática Universitat Oberta de Catalunya, considera que se necesita una “estrategia de digitalización reforzada del sistema universitario”, no solo para la pandemia sino para “flexibilizar las modalidades de enseñanza”. Pero los rectores, una vez pasado el pánico inicial del confinamiento que les llevó a focalizarse en la enseñanza remota, se muestran cada vez más partidarios de la presencialidad que desaira el ministro.

Fuente: https://elpais.com/educacion/2020-06-16/el-gobierno-destina-262-millones-a-la-compra-de-500000-ordenadores-y-tabletas-para-los-colegios.html

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Monarquía deslegitimada

Por: Víctor Arrogante

 

La Monarquía no pasa por sus mejores tiempos. El que fuera rey de España, Juan Carlos de Borbón está contra las cuerdas y será investigado por sus negocios y su patrimonio muy relevante y poco edificante. Habrá que conocer cuánto conoce y cuánto calla su hijo Felipe sobre las actividades de su padre. La Monarquía española es heredera del franquismo y su popularidad está por los suelos. Quieren aparentar ser una familia normal y no lo consiguen porque no lo son. Viven en las alturas a costa de los españoles, cuya mayoría difícilmente puede sobrevivir.

En el artículo Perdiendo el trono, incluido en mi libro Reflexiones republicanas, contaba el intento fallido de la Casa Real de blanquear la imagen del rey, que entonces cumplía los 75 años. Siete años después, me permito retomar la idea principal, incorporando nuevos datos y algún que otro nuevo comentario.

Juan Carlos de Borbón, heredó del franquismo el trono; poco había hecho hasta entonces para conseguirlo. Juró ante los «santos evangelios» fidelidad a los principios del movimiento nacional, que inspiraban al régimen de Franco. Para unos fue un traidor, para la mayoría, quien facilitaba el tránsito a la democracia. Se terminó la dictadura, se aprobó la Constitución, pero no se resolvieron los problemas históricos de España, que son fuente permanente de conflictos: el territorio, las señas de identidad y la monarquía; que requiere de un referéndum para legitimarse democráticamente; o no.

La dictadura agonizaba y el nuevo modelo no llegó hasta la aprobación de la Constitución en 1978. Comenzaba la Transición desde la dictadura a la democracia, controlada desde dentro del Régimen intacto. Adolfo Suárez, no sometió a referéndum la monarquía, porque las encuestas le dijeron que perdería. Franco había dejado todo atado y bien atado en la figura de Juan Carlos de Borbón. El régimen del 78 legitimó al régimen franquista modernizándolo. Desde entonces la monarquía ha jugado un papel fundamental como institución conservadora, destinada a mantener el statu quo social y político, en defensa de los intereses empresariales y las élites sociales, por lo que sobran motivos para cambiar de modelo de Estado.

La monarquía, que es un símbolo, está muy alejada de los principios constitucionales de igualdad ante la ley y de igualdad de oportunidades. El acceso a la Jefatura del Estado, como a cualquier otro órgano de representación, no puede tener carácter hereditario, sino sometido a la libre y democrática elección. Se puede reconocer que la monarquía cumplió su papel durante la Transición, pero transcurridos cuarenta y dos años no tiene razón de ser. No se puede vivir siempre ni de herencias recibidas ni de rentas políticas del pasado. En un sistema democrático no caben privilegios de, familias o castas. La transparencia debe ser un principio de actuación; y la monarquía no es transparente.

Felipe de Borbón renunció a la herencia de su padre, hecho insólito, ya que no puedes renunciar a algo que todavía no se tiene y le retiró su asignación de los presupuestos de la Casa Real, después de que se publicara que la Fiscalía investiga una supuesta donación de 100 millones de dólares, que Juan Carlos habría recibido de Arabia Saudí. El gobierno español que continúa blanqueando al jefe del Estado valoró positivamente la renuncia a la herencia y calificó la decisión de respetable.

La Justicia se encuentra ante una situación decisiva: sentar a Juan Carlos en el banquillo o cerrar la causa en falso. Será difícil demostrar que el emérito cobró comisiones por su intermediación en las obras del AVE a la Meca. Cuando se trata de proyectos de grandes infraestructuras, las mordidas, comisiones y sobrecostes suelen estar a la orden del día. Ahí están los ingentes sumarios de corrupción que se instruyeron en España tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. El asunto que persigue al rey emérito es un ejemplo de manual: empresas en Panamá o Liechtenstein, países habitualmente empleados para ocultar patrimonios de dudoso origen y procedencia.

Técnicos de Hacienda ven justificado investigar a Juan Carlos y esperan que la Agencia Tributaria colabore de manera eficiente en la investigación para dilucidar su papel en las supuestas comisiones pagadas por la adjudicación a empresas españolas de las obras del AVE a La Meca. A su juicio, hay «indicios racionales» que justifican esa investigación. De hecho, Gestha ya apuntó que el emérito podía haber cometido delitos contra la Hacienda Pública y pidió la apertura de una investigación por presuntos delitos de fraude fiscal y blanqueo de capitales.

Hace unos años, en una entrevista para la emisora KPKF.org de Los Ángeles, USA, me preguntaron: ¿Controló la CIA la transición en España? y contesté: «Ustedes saben más de la CIA que nosotros, pero todo parece indicar que participó en el asesinato de Carrero Blanco y luego puso como rey a Juan Carlos». En aquellas fechas la monarquía no se ponía en discusión y de la República ni se hablaba. No solo todo estaba atado y bien atado, sino que todo estaba pactado y controlado. Alemania y EEUU venían a decir: Hay que establecer un régimen democrático, afín a nuestros intereses, sin algaradas callejeras, sin revoluciones, y Juan Carlos nos sirve.

El cerco judicial a Juan Carlos se está cerrando. Hay abiertas diferentes investigaciones para determinar el origen de su enorme fortuna que, según Forbes estima en dos mil millones de euros; un patrimonio de los mayores secretos de Estado. Ante el cerco judicial, fuentes dominicanas confirman que en el país caribeño, se está preparando la nueva residencia Juan Carlos, que podrá compartir charlas, sol y copas con grandes amigos como Felipe González, o la familia Clinton. Un ambiente donde el emérito, disfrutará de su fortuna sin que nadie le moleste.

El grupo parlamentario de Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia en Común en el Congreso, aspira a poder sentar en comisión a Juan Carlos, con el objeto de analizar «las relaciones diplomáticas y comerciales entre España y Arabia Saudí, su vínculo con instituciones y empresas españolas y sus efectos sobre el erario público». No se trata de una investigación sobre un particular, «sino sobre unos hechos que son de interés general y van más allá de las presuntas actividades corruptas de Juan Carlos». Unidas Podemos recalca al PSOE,  que ya no vale hablar de la inviolabilidad de Juan Carlos, al estar ya investigado. Lo cierto es que el rey Juan Carlos sigue blindado gracias a la alianza entre los partidos de la Transición y Vox.

La Fiscalía ve indicios delictivos de blanqueo de capitales y fraude fiscal en la Hacienda Pública en el emérito por su participación en la construcción del AVE a la Meca. El ministerio público se ha fijado en la compraventa de propiedades, con la sospecha de que pudieron servir de pantalla para un lavado de fondos de origen irregular en Marruecos y casas en Suiza. La investigación, iniciada por la Fiscalía de Suiza, ha examinado movimientos y cambios de manos en estas propiedades, en las que hay una serie de viviendas en Suiza que se habrían adquirido con parte de los 100 millones de dólares regalados al emérito por Arabia Saudí.

El CIS no pregunta a los españoles su opinión sobre la monarquía desde abril de 2015. A partir de 1994 había pedido en quince ocasiones a los encuestados que calificaran del 1 al 10 la confianza que tenían en la Corona, que fue descendiendo desde el notable hasta el suspenso, con un mínimo del 3,68 en 2013. El CIS se niega a preguntar sobre la valoración de la monarquía, porque «no es un tema que interese». Se conoce por otras fuentes que los españoles prefieren república a monarquía por una mayoría absoluta. Según Sináptica el rechazo de la población hacia la monarquía se ha acentuado durante la pandemia. Casi el 52% de los ciudadanos dicen preferir que España sea una república. Aún son más (58,2%) los que creen necesaria la celebración de un referéndum para decidir la forma de Estado; opinión que se acentúa entre los jóvenes.

Los privilegios que los miembros de la familia real ostentan, son un agravio comparativo. Es una flagrante injusticia. Una casta familiar que no rinde cuentas, ni económicas ni fiscales ni políticas ni penales. El solo hecho de ostentar el apellido Borbón les hace poseedores de los mayores privilegios. Todo tiene que cambiar.

La Monarquía ostentaba la legalidad fáctica heredada de Franco y la legitimidad dinástica de Juan de Borbón, pero le faltaba la legitimidad democrática, y no fue hasta el 23F (1981), cuando pasó de ser el rey de Franco, a «salvador de la patria». Fue una operación bien montada. Se trataba de consolidar al rey, ya fuese con el triunfo del golpe de Estado o con su fracaso. Y lo consiguieron.

Le Monde publica un reportaje sobre la situación que vive en la actualidad Juan Carlos y todos los problemas legales que le rodean. El artículo titulado Maleta de billetes en Suiza, sociedad opaca en Panamá: Juan Carlos, desorden de España, analiza la figura del exmonarca y el legado que ha dejado. Se define la atmósfera que rodea al emérito como «Un viejo rey devorado por la pasión a las mujeres y el dinero. Mientras, Felipe de Borbón se aprovecha del virus para intentar lavar su imagen y la de la Monarquía.

La Fiscalía ha tenido que asumir la investigación judicial del caso Juan Carlos, listo para huir al Caribe, empujada por la fiscalía suiza. El Tribunal Supremo español pasará una nueva vergüenza internacional cuando un juez suizo sea el primero en citar a declarar al rey emérito, que no disfruta de inmunidad pero está aforado en el Supremo. Hay que ir a la prensa extranjera para saber cómo va la investigación de la corrupción real. En la radio pública francesa RadioInter «El ex rey de España está desnudo. Juan Carlos está bajo investigación por fraude fiscal y blanqueo de comisiones ilegales. «Juan Carlos paseaba por Ginebra como un vulgar gángster de serie B» con dos millones en efectivo: un pequeño regalo de Bahréin que tenía que ingresar discretamente.

Soy republicano por convicción, principios y por la fuerza de la razón, aunque no creo que se terminen los males de España por instaurar una república; pero quiero decidir sobre su restauración. En un modelo decente de Estado no cabe la monarquía, que es antidemocrática por naturaleza, opaca por convicción, alejada de las necesidades de la gente y de los intereses reales del pueblo llano.

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/monarquia-deslegitimada/


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