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La reducción del tiempo de trabajo en los tiempos de la pandemia

La crisis de la Covid ha provocado un descenso de la actividad y, por tanto, del número de horas trabajadas. Es un fenómeno global: según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), la caída en el número de horas trabajadas a nivel mundial en 2020 equivale a 255 millones de empleos equivalentes a tiempo completo, cuatro veces más que durante la crisis de 2009. Pero la repercusión en el empleo se ha visto atenuada por lo que la OIT llama una “reducción de las horas de trabajo en el interior del empleo”. Como se verá más adelante, Francia no es una excepción. Pero, previamente, resulta esclarecedor inscribir la coyuntura actual en una perspectiva histórica más amplia.

¡Todos a medio tiempo!

El gráfico de abajo da una evaluación de la duración media anual del trabajo en un amplio período. Ciertamente, tal ejercicio plantea numerosos problemas metodológicos (ver el anexo). Dos historiadores, Corine Maitte y Didier Terrier, acaban de publicar un libro magistral, Les Rythmes du labeur [Los ritmos del trabajo] (La Dispute, 2020), una encuesta sobre el tiempo de trabajo en Europa occidental desde el siglo XIV al XIX. Muestran hasta qué punto la definición misma del tiempo de trabajo es difícil e incluso escurridiza. Se puede consultar esta recensión de la obra y escuchar esta entrevista con los autores. Reconocen sin embargo el interés de los trabajos estadísticos que tienen el mérito “de plantear una cuestión que hasta entonces apenas se ponía en evidencia”. Sea como sea, la tendencia histórica a la baja es innegable: en la actualidad se trabaja aproximadamente la mitad del tiempo en relación con el inicio del siglo veinte.

Un declive secular de la duración del tiempo de trabajo

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Número total de horas trabajadas en Francia, por año. Fuente: Olivier Marchand y Claude Thélot, Pierre Villa, INSEE

El reparto del trabajo

El número total de horas trabajadas es el producto del empleo por la duración media del trabajo: esto es una igualdad contable. Ella plantea evidentemente problemas estadísticos de los que los principales son el campo de estudio (el conjunto de los empleos o solo los asalariados) y el tratamiento de los empleos a tiempo parcial o reducido. Se utilizarán aquí los datos del INSEE [Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos, ndt] sin entrar en esta discusión. Una mirada rápida sobre los cuatro últimos decenios a partir de las cuentas nacionales trimestrales lleva a las siguientes observaciones: entre el primer trimestre de 1980 y el cuarto trimestre de 2019, el número de personas en empleo ha aumentado en la cuarta parte. Esta progresión del empleo se hace en escalones en función de los diversos episodios de recesión. En este mismo período, el número de horas trabajadas solo ha aumentado en el 6%. La duración del trabajo ha disminuido el 17% pero esta caída se ha producido hasta 2002: desde el paso a las 35 horas, la duración del trabajo no se mueve. Es posible (en datos anuales) ensanchar más el foco para volver hacia la inmediata post-guerra. Se obtiene entonces la representación de aquí abajo.

El reparto del trabajo en un período amplio

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Empleo, número de horas trabajadas y duración del trabajo en Francia, base 100 en 1950. Fuente: INSEE, cuentas nacionales anuales

La principal constatación es que el número de horas trabajadas en Francia es hoy, aproximadamente, el mismo que hace 60 años: 43 mil millones en 2019, contra 46 en 1950, porque la productividad horaria del trabajo ha aumentado aproximadamente como el PIB en el conjunto de ese período. Al mismo tiempo, el número de empleos ha aumentado en casi la mitad, pasando de 19,5 a 28,5 millones. Esta progresión solo ha sido posible porque la duración del trabajo ha bajado.

Un volumen de horas constante, un empleo que aumenta la mitad (o sea 1,5 veces o 3/2) y una duración del trabajo que baja en un tercio (es decir, 2/3 de su nivel inicial): la cuenta (3/2 x 2/3=1) es correcta.

¿Una regla de tres simplista?

El 10% de reducción del tiempo de trabajo = 10% de empleo, ¿es una contabilidad simplista? Esa es la opinión dominante entre muchos economistas que se han dedicado a descalificar la aparición de las luchas sociales por la jornada de ocho horas. Lo atestiguan estas dos citas:

“Existiría una cantidad dada de trabajo y sería interés de los obreros trabajar menos, a fin de que este volumen de trabajo se reparta entre el conjunto de los trabajadores”.

“Los economistas condenan casi unánimemente el sofisma del empleo en cantidad fija, un concepto según el que el número total de empleos en una economía es fijo y, por lo tanto, debe ser repartido equitativamente”.

La primera cita proviene de 1891. Es del economista británico David F. Schloss. Observemos que se produce un año después de la primera fiesta del trabajo, celebrada el uno de mayo de 1890 a favor de la jornada de ocho horas. La segunda cita es de 2016 y su autor solo hace traducir al francés la expresión acuñada por Schloss, cuando habla del “sofisma del empleo en cantidad fija”. Este autor es Jean Tirole, nuestro premio del Banco de Suecia en economía, en su libro Economie du bien commun. Se atrevía a hacer una amalgama entre los partidarios de la reducción del tiempo de trabajo y las tesis del Frente Nacional, de la que mostramos en su tiempo que revelaba una burda confusión entre número de empleos y número de horas de trabajo. Imaginemos por un momento lo que habría podido pasar si ese volumen de horas de trabajo aproximadamente fijo (a pesar de que ello disguste a Schloss y Tirole) no hubiera sido repartido gracias a una reducción de la duración del trabajo: en ese hipotético escenario habría habido menos empleos y así más paro. Es un tal reparto lo que efectivamente ha tenido lugar en Francia desde hace medio siglo, ciertamente no siempre equitativamente, con altos y bajos, en función de las relaciones de fuerza, ya que no se trata de una ley económica sino de una cuestión social.

El choque del virus

Tras esta perspectiva histórica es el momento de volver a la coyuntura actual. El gráfico de abajo muestra que la caída de la duración del trabajo ha permitido de absorber la mayor parte del impacto en el empleo del retroceso del número de horas trabajadas. Es llamativo el paralelismo entre número de horas trabajadas y duración del trabajo. Más precisamente, el balance en un año (entre el último trimestre de 2020 y el de 2019) queda como sigue: el número de horas trabajadas ha bajado el 7%, la duración del trabajo el 5,7% y el empleo el 1,4%. Retengamos esta última cifra: la duración media del trabajo es hoy inferior en casi el 6% a la de hace un año, lo que equivale a un poco de más dos horas por semana.

Después del Covid: ¿aumentar el tiempo de trabajo o el empleo? 

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Empleo, duración del trabajo y número de horas trabajadas. Base 100 en el primer trimestre de 2018 Fuente: INSEE, cuentas nacionales trimestrales

Esta pequeña aritmética permite subrayar una de las cuestiones centrales que va a plantearse en los próximos meses. Imaginemos que el número de horas trabajadas colma el agujero y aumenta así el 7 %. Se puede entonces considerar dos escenarios. Si la duración del trabajo sigue en su actual nivel, el empleo puede aumentar el 7%. Pero si vuelve a su nivel de antes de la crisis, el empleo aumentará solo el 1 %. Se trata evidentemente de escenarios hipotéticos, pero que enmarcan la posible evolución. Entre los dos, la diferencia es considerable: son 1,7 millones de empleos cuya suerte depende de la trayectoria de salida de la crisis. La crisis actual podría ser entonces la ocasión de recuperar el tiempo perdido, no alargando la duración del trabajo como proponía el Institut Montaigne desde mayo de 2020, sino renovando con una caída interrumpida desde hace al menos quince años. La mera preservación de los empleos es a este precio.

Anexo

Además de las cuentas nacionales del INSEE, las fuentes utilizadas provienen de trabajos preciosos de los investigadores del Insee. El primero es el libre Deux siècles de travail en France de Olivier Marchand y Claude Thélot (1991). El segundo es la impresionante colección de Series macro-económicas reunida por Pierre Villa (1997). Marchand y Thélot suministran estimaciones de la duración anual para diversos años comprendidos entre 1831 y 1989. Esta duración es aproximadamente constante hasta 1896, fecha en la comienzan las estimaciones de Villa sobre la duración semanal. Se han intercalado los puntos de Marchand y Thélot con los datos de Villa, de forma que se obtiene una primera serie 1896-1989. Los datos del INSEE permiten calcular la duración anual del trabajo a partir de 1949. Se dispone así de dos series para el período 1949-1989, una coherente con las evaluaciones de Marchand y Thélot y otra del INSEE. No coinciden: la principal diferencia concierne a la inmediata postguerra, en la que la duración calculada por el INSEE es superior a la de Marchand y Thélot. Se ha procedido pues a un ajuste en silbido para el decenio de postguerra. La curva obtenida es pues el resultado de un ajuste razonado entre diferentes fuentes, de forma que se obtenga una trayectoria de largo plazo lo más coherente posible.

Evolución del tiempo de trabajo efectivo por semana en el Estado español

En el Estado español la población ocupada, mayoritariamente asalariada, realiza en torno a 600 millones de horas efectivas de trabajo semanal. Habiéndose alcanzado 720 millones antes de la crisis que se inició en 2008, el mínimo anterior a la pandemia en la serie disponible en el INE son los 520 millones de horas semanales tras la campaña de verano en 2013. En ese periodo, el número de ocupadas ha pasado de 16,5 millones en 2002 a casi 19,5 millones de personas en la actualidad, suponiendo las mujeres una gran mayoría de ese incremento, en torno al 90%. Es sabido que las mujeres perciben menores salarios y sufren una incidencia mucho mayor del empleo temporal y, sobre todo, de las jornadas a tiempo parcial. El tiempo parcial, en gran parte involuntario, afecta al 20% de las mujeres con contrato indefinido (solo al 4% de los hombres) y al 30% de las mujeres con contrato temporal.

Esa evolución relativamente estable del número de horas trabajadas, junto al aumento de la población ocupada por una fuerte activación de las mujeres de todas las generaciones, nos muestra una jornada efectiva decreciente, desde las 36 horas de media de hace casi 20 años a las 31 horas en la actualidad. Siendo el diferencial entre mujeres y hombres estable en unas 5 horas semanales, se puede ver una dualidad reforzada, con más mujeres trabajando a tiempo parcial y peores salarios, al tiempo que varios millones de hombres en empleos industriales y de la construcción perdían sus trabajos para siempre, mientras otros hombres que siguen ocupados hacen más horas extras, cada vez más no reconocidas ni pagadas.

La pandemia ha dejado una evolución del tiempo de trabajo por trimestres que merece ser también analizada. Si el 2019 terminaba en niveles altos de horas trabajadas y personas ocupadas, el primer confinamiento nos muestra que para final de junio se habían dejado de realizar más del 25% de las horas y se destruyeron más de 1,3 millones de empleos asalariados, con un impacto negativo leve sobre la cantidad de autónomos y empresarios. El impacto económico y social de esa primera ola se llevó casi el 8% del empleo, en el que históricamente ha sido siempre el mejor trimestre del año (el segundo). Un impacto relevante, a pesar del encarecimiento del despido por decreto y sin contar los más de 4 millones de personas que fueron protegidas del despido por la generalización del ERTE, habiendo resultado un mecanismo eficaz de nacionalización del salario y salvaguarda del empleo.

Para finales de 2020 y en relación a un año antes, el número de horas trabajadas solo ha caído un 6% y el total de ocupadas un 3%, 620.000 personas menos y a la espera de ver como se desenvuelve el desarrollo del trabajo y el empleo en la nueva normalidad actual. Indudablemente existe la posibilidad de que algunos ERTE deriven en otras modalidades de regulación de empleo y finalicen en despidos. Para minimizar o evitar esa posibilidad sería preciso derogar las últimas reformas laborales y promover la estabilidad en el empleo mediante el refuerzo de la negociación colectiva, lo que no está asegurado por la negativa de la mayoría del gobierno de coalición a implantar reformas que aseguren esos derechos. Esa evolución por trimestres muestra que más que despidos masivos, como en la anterior crisis, en el primer confinamiento más severo se dio una reducción del tiempo de trabajo a una media de 25 horas semanales en el segundo trimestre, habiendo recuperado una cierta normalidad en torno a las 31 horas para final del año. Quitando la hostelería y la cultura, que han perdido en torno a un 20% de sus efectivos asalariados, según datos de la Seguridad Social, el impacto sobre el resto de sectores ha sido en 2020 muy moderado, a la vista del fuerte impacto sobre la producción y la caída de un 11% del PIB (Redacción Viento Sur).

Fuente: https://vientosur.info/la-reduccion-del-tiempo-de-trabajo-en-los-tiempos-de-la-pandemia/

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Macron anuncia el cierre de la prestigiosa escuela de formación de la élite política francesa

  • La ENA será reemplazada por una nueva institución más accesible para los estudiantes de orígenes modestos

  • La iniciativa se inscribe en el plan del presidente francés para reformar la administración pública e implantar la igualdad de oportunidades

Ha sido uno de sus más prestigiosos alumnos, Emmanuel Macron, el encargado de dar la estocada final a la Escuela Nacional de Administración (ENA). El presidente francés ha anunciado este jueves el cierre de la “fábrica de las élites” y su reemplazo por una nueva institución destinada a formar al alto funcionario. Creada al término de la Segunda Guerra Mundial, la prestigiosa institución contribuyó a reconstruir la administración pública en una época turbulenta. 75 años después, la ENA cierra sus puertas acusada de privilegiar y reproducir una élite política, económica y social.

La idea de suprimir la histórica institución surgió en 2019, tras las protestas protagonizada por los ‘chalecos amarillos‘. “¡Hartos de la ENA!”, “¡Cierren la ENA!”, eran, por aquel entonces, algunas de las consignas lanzadas contra un sistema que beneficiaba a una minoría privilegiada en detrimento de una mayoría desfavorecida. En este contexto, el jefe de Estado prometió el cierre de la prestigiosa institución, una medida incluida en un amplio plan de reformas del alto funcionario destinado a favorecer la creación de un Estado más abierto, más diverso y más conectado con la realidad de los franceses.

“La nación se desmorona si no hay igualdad de oportunidades”, explicó Emmanuel Macron, el pasado 11 de febrero, anunciando en aquella ocasión que la histórica escuela no sería suprimida sino reformada para permitir a los estudiantes de origen modesto acceder a sus aulas. “Ningún joven en nuestra República debería decirse: esto no es para mí”, insistió. Como reza el refrán, “donde dije digo, digo Diego”: dos meses después el jefe de Estado ha decretado el cierre, puro y simple, de uno de los símbolos educativos del país.

Según ‘Europe 1’, la ENA “desaparecerá para dar paso a una nueva institución […] que operará en el ámbito de la formación inicial [absorbiendo la ENA] y la formación continua, con una nueva gobernanza”. La nueva institución contará con un concurso específico reservado a los candidatos más desfavorecidos. “Una vez integrados, los alumnos seguirán un tronco común que les permitirá adquirir nociones y valores comunes a los alumnos [fruto] de las grandes escuelas de funcionarios, aquellas que forman a magistrados, comisarios o directores de hospitales”, explica el diario ‘Le Monde‘.

Un sistema ineficaz

“[La supresión de la ENA] es uno de mis caballos de batalla desde hace mucho tiempo”, ha explicado François Bayrou, presidente de la formación MoDem y alto comisario del Plan, encargado de coordinar los proyectos de planificación y reflexión impulsados por el Estado. Esta cuestión es “un tema de preocupación para el presidente de la República desde su campaña electoral”, ha asegurado en la antena de ‘France Info’. La decisión de clausurar la cuna de las élites se basa en “dos razones profundas”: “la ruptura entre la base [de la sociedad] y los que están arriba” y “un sistema ineficaz de bloqueo perpetuo que hace que nunca podamos cambiar nada […] la inmovilidad es más fuerte que toda la energía desplegada”.

Acusado de gobernar por y para la élite francesa, Macron juega una baza ganadora: la defensa de la igualdad de oportunidades. Una iniciativa que parece concretizarse en la recta final de su mandato, quizás demasiado tarde a los ojos de la Francia más desfavorecida.

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/internacional/20210408/macron-anuncia-cierre-principal-escuela-11643105
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France: Communiqué – 7 avril : journée mondiale du travail invisible

Europe/France/09-04-2021/Auteur et Source: www.ferc-cgt.org

Chaque mois, la Fédération de l’Éducation, la Recherche et la Culture CGT s’associe à une journée internationale pour alerter sur les conditions de travail et de rémunération des femmes, mais aussi sur les questions d’éducation, de recherche, et de culture qui construisent les changements de société nécessaires à une véritable et réelle égalité entre les femmes et les hommes au travail.

Depuis 2001 au Canada, l’AFEAS (Association féminine d’éducation et d’action sociale) oeuvre pour que le 1er mardi du mois d’avril soit une journée de réflexion et de revendication sur le travail invisible.

Cette Journée mondiale du travail invisible est l’occasion de dénoncer une inégalité persistante et quotidienne entre les femmes et les hommes dans notre société.
« Travail domestique » : ce terme a été créé dans les années 70 en France, par les féministes matérialistes, afin de mettre en lumière l’ensemble des tâches réalisées gratuitement par les femmes en raison de leur rôle dans la société, la famille, le couple. Ces féministes ont été les premières à soulever la profonde inégalité de la répartition des tâches ménagères entre les femmes et les hommes dans le quotidien de nos sociétés patriarcales.

Cinquante ans plus tard : le poids du « Travail domestique » varie. Si on appartient à une classe « aisée », on peut « sous-traiter » certaines tâches contre rémunération. Les travaux essentiels sont cependant toujours si peu valorisés et majoritairement pris en charge par des femmes.

Le « travail invisible » quant à lui est à visage multiple. Aujourd’hui encore, le travail non reconnu et non rémunéré se glisse partout.

Au travail, on le voit dans toutes sortes de tâches réalisées gratuitement par les femmes : en pause, qui le plus souvent prépare le café et lave ensuite les tasses ? Qui a pensé à faire livrer des pizzas quand une réunion s’éternise ? etc.
Dans la société, et alors qu’elles occupent des emplois moins bien rémunérés, les femmes sont souvent, à titre gratuit, les personnes aidantes auprès d’un parent vieillissant ou d’un proche malade.

Dans une même journée, les femmes peuvent ainsi cumuler travail salarié, travail domestique et soin à la personne.

Dans un ouvrage intitulé Travail invisible. Portrait d’une lutte féministe inachevée, dirigé par Camille Robert et Louise Toupin (Editions du remue-ménage), les auteures estiment que les ménagères ont été les grandes oubliées du mouvement féministe. Pour Camille Robert, alors que « toutes les femmes sont des ménagères, il n’y a pas eu de victoire significative du mouvement féministe sur le front du travail invisible par rapport aux autres dossiers féministes ». Une étude de l’INSEE réalisée en 2015 montre que le travail domestique gratuit représente deux tiers du temps de travail des femmes. Chez les hommes, c’est seulement un tiers, pour deux tiers de travail rémunéré, reconnu et valorisé. Et il apparaît également dans cette étude que les tâches les plus répétitives, ingrates et peu créatives des tâches ménagères incombent surtout aux femmes.

Il n’y aura pas d’égalité femmes/hommes sans conquêtes politiques et sociales telles que la création d’un véritable congé parental égal pour les deux parents, l’égalité salariale entre les femmes et les hommes, la valorisation des métiers dits « féminins ».

La FERC- CGT rappelle

  • qu’elle combat le système patriarcal, fondé sur une domination des hommes sur les femmes et toute forme de discrimination.
  • Qu’elle lutte pour l’égalité filles-garçons et dénonce les stéréotypes de genre.
  • Qu’elle défend l’accès des femmes aux postes de responsabilités dans tous les métiers et à tous les niveaux.
  • Qu’elle revendique l’égalité salariale et professionnelle.

Télécharger (PDF): travail-invisible-_com-presse_vf

Source et Image: https://www.ferc-cgt.org/communique-7-avril-journee-mondiale-du-travail-invisible

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Profesores franceses denuncian al ministro de Educación por no protegerles contra la covid

Macron se reúne con el Consejo de Defensa y esta misma tarde podría anunciar nuevas medidas urgentes para frenar la pandemia ante el radical deterioro sanitario del país

Profesores franceses han presentado una denuncia en los tribunales contra el ministro de Educación nacional, Jean-Michel Blanquer, por «poner en peligro vidas ajenas» al considerar que el ministerio «no protege al personal que está en contacto con los niños» en plena pandemia de la covid-19.

La denuncia fue presentada el lunes ante la comisión de peticiones del Tribunal de Justicia de la República (CJR, en sus siglas en francés) por miembros del colectivo «»Stylos rouges« (bolígrafos rojos), que agrupa a profesores y personal de la Educación nacional. La comisión de peticiones deberá ahora decidir si acepta o no a trámite la denuncia.

Este tribunal es el único competente para juzgar a los miembros del gobierno (primer ministro, ministros y secretarios de estado) por actos cometidos en el ejercicio de sus funciones, pero no al presidente, que tiene inmunidad durante la duración de su mandato.

«Estamos ante un ministro que está en la negación total de la realidad», consideró Nicolas Glière, portavoz de los «Stylos rouges. Glière cree que hay que cerrar los colegios e institutos, ya que «los niños difunden el virus» y los centros son «focos» de contagio. En cambio, la Sociedad Francesa de Pediatría y la Federación de Padres de Alumnos PEEP piden que se mantengan abiertos.

A diferencia del personal médico, los profesores franceses no han sido todavía vacunados como colectivo contra el coronavirus. Francia ha establecido un orden de vacunación por edad. Actualmente se pueden vacunar los mayores de 70 años y los mayores de 50 que tengan alguna comorbilidad.

El presidente Emmanuel Macron está reunido esta mañana con su Consejo de Defensa del coronavirus para analizar si es necesario imponer más restricciones a la población y si hay que cerrar o no los colegios para frenar los contagios, ante el deterioro de la situación sanitaria en el país. El Elíseo ya ha informado que el jefe del Gobierno ofrecerá esta tarde, a las 18.00 horas, una rueda de prensa, lo que algunos medios interpretan con pesimismo, ya que Macron habitualmente solo comparece ante los medios en la crisis sanitaria cuando debe hacer un anunció de mucho peso o enviar un mensaje de alerta a la población de gran envergadura. En el resto de casos, es el primer ministro, Jean Castex, o el titular de Sanidad quienes suelen comparecer.

París ya ha reforzado esta semana el protocolo sanitario en los colegios e institutos. La confirmación de un solo caso de la covid-19 en una clase, conlleva a su cierre temporal en los 19 departamentos en los que se aplican «medidas de frenado reforzado». Antes, se necesitaban tres casos positivos para cerrar una clase. La mascarilla es obligatoria a partir de los seis años y se realizan test de saliva en los centros.

Se teme que el nuevo protocolo haga aumentar considerablemente el número de clases y establecimientos cerrados temporalmente por casos de la covid-19. La semana pasada el 0,24% de los centros escolares en Francia estaban cerrados por coronavirus y el 0,5 % de las aulas. Hasta ahora, el Gobierno ha defendido que el cese de la actividad escolar y educativa en general sólo sería el último recurs. Por eso, los medios aventuran que si Macron anunciase esta tarde el cierre de escuelas e institutos sería una señal de que la pandemia ha alcanzado cotas de extrema gravedad.

Fuente: https://www.elcorreo.com/internacional/union-europea/profesores-franceses-denuncian-20210331125809-ntrc.html

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Francia: ¿Son las mujeres las grandes perdedoras de la pandemia?

Sabine Germain

No es necesario prolongar el suspenso. Las mujeres se ven más afectadas que los hombres por los efectos de la pandemia. De forma inequívoca y en todos los frentes: empleo, carga de trabajo y mental, ingresos… En junio de 2020, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dio la voz de alarma al constatar que «la crisis de Covid-19 afecta de forma desproporcionada a las trabajadoras». Y en más de un sentido.

Las mujeres están «sobrerrepresentadas» en todos los frentes de la crisis sanitaria. En primera línea, ya que las profesiones sanitarias están feminizadas en más de un 70%, llegando hasta el 90% entre las enfermeras y auxiliares de enfermería. Pero también en la segunda línea: en el momento álgido del encierro, las profesiones de la distribución (el 82% de los empleados son mujeres), la ayuda a domicilio (el 98% de las mujeres) o la limpieza (el 67%) proporcionaban «continuidad económica y territorial» asumiendo todos los riesgos, mientras que los equipos de protección seguían siendo difíciles de encontrar.

Las mujeres también cayeron masivamente en el paro parcial, que les permitió mantener su empleo cuando las actividades estaban paralizadas, pero que les hizo perder el 16% de su remuneración neta, excepto a las que reciben un salario mínimo. Los sectores de actividad más afectados por la crisis, es decir, los que se han beneficiado de una mayor asignación parcial de actividad desde el 1 de junio de 2020, son el turismo, la hostelería, el deporte, la cultura, el transporte de pasajeros y los eventos.

También en este caso se trata de actividades muy feminizadas: en el turismo o la hostelería, por ejemplo, más del 80% de los empleados son mujeres. Para el conjunto del año, aún no se conoce la distribución de mujeres-hombres entre los beneficiarios de la actividad parcial. Pero la OIT está convencida de lo siguiente: «Los empleos de las mujeres corren mucho más peligro que los de los hombres, sobre todo a causa de la crisis del sector de los servicios». A diferencia de la crisis de 2008, que afectó más a la industria.

Las mujeres que pueden teletrabajar no se libran. Según un estudio realizado por Ipsos y el Boston Consulting Group, el 34% de las mujeres encuestadas dijo estar «al borde del colapso» (frente al 28% de los hombres). Porque la frontera entre el trabajo y la vida personal se está erosionando, porque las mujeres tienen 1,3 veces menos probabilidades que los hombres de tener un espacio de trabajo aislado, porque son 1,5 veces más interrumpidas por los hijos o las tareas domésticas..

Por ello, no es de extrañar que la carga mental de las mujeres aumentara durante el aislamiento físico de la pandemia. Según la encuesta EpiCov realizada por el Inserm (Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale) y la DREES (Direction de la Recherche, des Études, de l’Évaluation et des Statistiques) entre el 2 de mayo y el 2 de junio de 2020, las mujeres de entre 20 y 60 años que declaran dedicar al menos cuatro horas al día a las tareas domésticas habituales son el doble que los hombres (19% frente al 9%). Además, el 58% de las madres de niños pequeños pasan más de cuatro horas al día cuidando de ellos, frente al 43% de los padres. Por último, los hombres son 2,3 veces más propensos que las mujeres a dedicar menos de una hora al día a las actividades domésticas (40% frente al 17%).

Índice distorsionado

En este contexto, el Ministerio de Trabajo (Francia) publicó el 8 de marzo su índice 2021 de igualdad profesional entre mujeres y hombres. Hay que tener en cuenta que las empresas de más de 50 trabajadores están obligadas a medir cada año cinco indicadores: la brecha salarial entre hombres y mujeres (40% de la puntuación), la diferencia de aumentos anuales (20%), la diferencia de ascensos (15%), los aumentos al regreso de la baja por maternidad (15%) y la presencia de mujeres entre los salarios más altos de la empresa (10%).

Este año, el ministerio se ha alegrado de que el índice de respuesta haya aumentado considerablemente (ha pasado del 59% en 2020 al 70% en 2021) y de que la puntuación media haya progresado ligeramente hasta alcanzar los 85 puntos sobre 100 (+ 1 punto en comparación con 2020). Sin embargo, los interlocutores sociales consideran que estos resultados están sesgados por la crisis. El rango de empleados que se tiene en cuenta en estos cálculos excluye a los que trabajan a tiempo parcial, es decir, alrededor del 10 % de la plantilla de las empresas con más de 50 empleados.

Por lo tanto, este índice de igualdad ocupacional debe analizarse con cautela, incluso si se espera que la crisis de Covid se traduzca en un descenso histórico de la igualdad ocupacional. Rachel Silvera, investigadora asociada de la Universidad París-Nanterre, lamenta que se sacrifiquen «los peores trabajos». Con la modesta subida del salario mínimo (+ 0,9% el 1 de enero de 2021), en particular, «el 13% de las mujeres cobra el salario mínimo, frente al 5,5% de los hombres», señala este economista especializado en igualdad profesional. Además, «el 43% de los trabajadores que perciben un salario mínimo trabajan a tiempo parcial, mientras que esta forma de contratación alcanza al 17,5% de todos los asalariados».

Por lo tanto, podemos concluir con la OIT que «existe el riesgo de perder algunos logros de las últimas décadas y de empeorar las desigualdades entre hombres y mujeres en el mercado laboral». Esta es una de las especificidades de esta crisis: «A lo largo del siglo XX, a pesar de sus efectos devastadores, las guerras y las recesiones han hecho avanzar la igualdad de género en los países de renta alta», señala la economista Cecilia Garcià-Peñalosa en una columna publicada por Le Monde el 8 de marzo. Por ello, cree que «la reinserción de las mujeres en el mercado laboral debe ser un aspecto fundamental del plan de recuperación».

Fuente: https://rebelion.org/son-las-mujeres-las-grandes-perdedoras-de-la-pandemia/

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Entrevista a Ludivine Bantigny: “La Comuna nos interpela sobre el significado de una verdadera democracia”

Por: Enric Bonet 

Ludivine Bantigny (Lille, 1975) es una historiadora experta en movimientos sociales y revolucionarios. Cuando se conmemoró el 50 aniversario del Mayo del 68, publicó 1968. De grands soirs en petits matins, uno de los libros más destacados entonces sobre la última gran revuelta en Europa occidental. Tres años después, la rica tradición revolucionaria francesa vuelve a estar de celebración. El 18 de marzo se cumplen 150 años del inicio de la Comuna de París de 1871.

“La memoria de la Comuna sigue presente porque nos interpela sobre el significado de una verdadera democracia”, asegura Bantigny en una extensa entrevista telefónica. Integrante de la revista Contretemps, fundada por el filósofo trotskista Daniel Bensaïd, esta profesora de la Universidad Rouen Normandie ha aprovechado el aniversario de esta insurrección para adentrarse en la última revolución francesa del siglo XIX con el libro La Commune au présent. Une correspondance par-delà le temps. En este trabajo original establece una relación epistolar con una sesentena de communards. Y así muestra el mosaico de actores que participaron en una revolución breve, solo 72 días, pero que dejó una profunda huella en la historia.

¿Por qué decidió escribir un libro en el que dirige cartas a los protagonistas de la Comuna como si siguieran vivos?

Porque quise tomarme al pie de la letra la fórmula del poeta, cantante y communard Eugène Pottier, quien decía que “la Comuna no está muerta”. Esta fue una idea omnipresente entre los supervivientes de la revolución de 1871. El hecho de escribir cartas también me permitió estar lo más cerca posible de los hombres y mujeres que participaron en la Comuna y darles más vida que en un libro de historia clásico con un relato lineal. Además, me sirvió para establecer vínculos entre los ecos del pasado y el presente, entre aquellas cosas que nos preocupan actualmente y que ya eran debatidas en la Comuna.

¿Cómo resuena en el presente el legado de la Revolución de 1871?

En movimientos sociales recientes en Francia observamos muchas referencias a la Comuna. Por ejemplo, en las protestas de los ‘chalecos amarillos’ había pancartas de “Viva la Comuna” y “Viva Louise Michel (una de las figuras revolucionarias)”. En la Nuit Debout, la Plaza de la República de París fue bautizada como “Plaza de la Comuna”. La herencia de 1871 está muy viva en las Zonas a Defender (ZAD) [comunidades anarquistas gestionadas por asambleas]. También resurge ahora con el interés por lo común. A nivel internacional, la revuelta zapatista de Chiapas o en Rojava en el Kurdistán sirio han tomado como referencia la Comuna parisina. La memoria de la Comuna sigue presente porque nos interpela sobre el significado de una verdadera democracia.

Uno de los aspectos interesantes de la Comuna es su apuesta por llevar la democracia más allá de los límites de su modelo liberal. No solo se eligió un consejo municipal de París con sufragio universal (masculino), sino que sus representantes podían ser revocados por el pueblo.

Sí, sin duda. Esta promovió una forma de democracia directa, construida desde la base y en la que se daba una gran importancia a las asambleas y clubs populares. Se elegían a representantes para las asambleas de los distritos y barrios. Los cargos del consejo municipal de París, bautizado como Comuna, eran considerados como mandatarios del pueblo, ya que tenían un cargo revocable. El pueblo controlaba diariamente cómo funcionaba la democracia.

Además, la Comuna fue una de las cámaras de representantes con una mayor presencia de obreros en la historia.

Fue una revolución popular, en la que el mundo obrero ejerció como actor principal. Aquellos que ocuparon el Hôtel de Ville de París el 18 de marzo de 1871 eran personas con vidas ordinarias. Obreros, empleados y artesanos lideraron la insurrección, aunque también hubo comerciantes y periodistas. Mientras que en el gobierno creado tras la Revolución de 1848 solo hubo un obrero, las clases populares y trabajadoras eran mayoritarias entre los 70 miembros de la Comuna. Supuso una gran novedad respecto a las revoluciones de 1789 y 1848 en las que la burguesía cultivada estaba al frente de las instancias de poder. Todo esto fue un reflejo del París de la época, una ciudad muy obrera, nada que ver con las clases sociales que predominan actualmente en la capital francesa.

¿Qué medidas sociales destacaría de la Comuna? ¿Algunas de ellas conservan cierta vigencia?

La Comuna promovió una forma de democracia directa, construida desde la base y en la que se daba una gran importancia a las asambleas y clubs populares

Un aspecto importante fue una reorganización del trabajo que cuestionaba la propiedad de los medios de producción. Los miembros de la Comuna debatieron sobre la sociabilización de los medios de producción; por ejemplo, al decidir requisar los talleres abandonados y las viviendas vacías para alojar a las muchísimas personas sintecho que malvivían en el París de la época. Esta idea de poner en común los bienes fue planteada como una alternativa a la lógica del lucro, la competitividad y el funcionamiento del capital. La noción de lo común estaba muy presente en la Comuna y tiene una gran resonancia con problemas y debates actuales.

Pero muchos historiadores destacan que este cuestionamiento de la propiedad privada resultó más bien tímido. 

Sí, es cierto. Pero no podemos olvidar que la Comuna dispuso de muy poco tiempo para impulsar su proyecto. Solo duró 72 días. Los miembros de la Comuna solían hacerse preguntas sobre lo que era democrático y no lo era. Por este motivo, decidieron no hacerse con el control de las arcas del Banco de Francia, ya que llegaron a la conclusión de que al tratarse de la Comuna de París no disponía de la legitimidad para hacerse con las reservas de divisas de todo el país.

¿Qué puntos en común hay entre la insurrección de 1871 y las otras revoluciones francesas del largo siglo XIX (1789-1914), según la terminología del historiador británico Eric Hobsbawm?

Los vínculos son evidentes, ya que los miembros de la Comuna se referían constantemente a la Revolución Francesa (1789-1794). En 1871, hubo discrepancias entre aquellos que apostaban por imitar la Revolución Francesa, mientras que otros decían que la respetaban, pero que no debían copiarla. Sin embargo, el nombre de Comuna es una referencia a la primera Comuna de París de 1792 –la asamblea municipal y popular que en verano de ese año impulsó la revolución que derrocó a Luis XVI–. Y se consideraban como los descendientes de los sans-culottes.

La Revolución de 1848 también estaba muy presente en su memoria, ya que algunos de los actores de la Comuna habían vivido esa insurrección popular, que se había producido solo 23 años antes. Muchos de ellos la recordaban como una Revolución popular y de fraternización con el ejército, pero al mismo tiempo la consideraban un acontecimiento triste por la República burguesa implantada tras esa insurrección. Ese episodio les recordaba que el hecho de impulsar una República no era suficiente para que pudiera considerarse una verdadera república social.

La Revolución de 1871 fue bastante corta y en su época no tuvo un impacto tan inmediato como las revoluciones de 1789-94 y la de 1848. A pesar de ello, su referencia está muy presente en los movimientos de izquierdas actuales. ¿Cómo lo explica?

Porque se trató de una revolución pura. Los miembros de la Comuna dijeron que no se debía reproducir el Terror revolucionario. Por ese motivo, se quemó una guillotina en abril de 1871. Además, el final de la Comuna se produjo tras sufrir una represión brutal –en la que murieron entre 5.000 y 20.000 personas–. Este recuerdo trágico quedó marcado en los supervivientes. Una gran figura revolucionaria como Louise Michel, que sobrevivió y años después impulsó el movimiento anarquista en Francia, contribuyó a mantener viva esta memoria.

Mientras que en el gobierno creado tras la Revolución de 1848 solo hubo un obrero, las clases populares y trabajadoras eran mayoritarias entre los 70 miembros de la Comuna

Además de los anarquistas, era recordada por los socialistas y comunistas. El hecho de generar consenso entre las distintas corrientes de la izquierda favoreció que su memoria se mantuviera muy viva durante décadas. Las marchas hacia el Muro de los Federados y el cementerio parisino del Père Lachaise, donde fueron fusilados unos 147 miembros de la Comuna, se convirtieron en un acto ritual de la izquierda. En 1936, con el Frente Popular, allí se produjo una manifestación que reunió a unas 600.000 personas.

¿Qué presencia tuvo la Comuna en el imaginario de Mayo del 68?

Desde la primera noche de las barricadas en mayo de 1968, en los reportajes de televisión y radio solían repetirse frases del estilo: “Estamos bajo la Comuna de París”, “Se trata de la revancha de la Comuna”. Las paredes de la capital se llenaron de pintadas con eslóganes situacionistas con referencias a 1871. La construcción de las barricadas también resultó una herencia revolucionaria. Cuando las fuerzas del orden reprimieron las protestas, los estudiantes solían llamarlos “versalleses”. Era una referencia explícita a las autoridades francesas que se enfrentaron a la Comuna.

¿Hasta qué punto influyó la Revolución de 1871 en las distintas tradiciones de la izquierda (socialistas, comunistas o anarquistas) a nivel internacional?

Los elogios de Marx hacia la Comuna reforzaron su prestigio en el movimiento internacionalista. Aunque criticó algunos de sus aspectos, siempre defendió que el gran mérito era haber existido y que demostraba que un gobierno de los obreros era posible. Siguiendo las interpretaciones de Marx, Lenin tuvo constantemente presente esta revuelta. Cuando la Revolución de Octubre de 1917 superó los 72 días, bailó bajo la nieve mientras cantaba la Marsellesa. En las escuelas de la China popular se estudiaba esta revolución parisina. Y hace poco leí que en la Venezuela chavista hubo un movimiento comunalista de reapropiación de bienes que entroncaba con la Comuna.

¿Cuál fue la importancia del rol de las mujeres en la revolución de 1871?

Desde que empezó la insurrección el 18 de marzo, estuvieron muy presentes. En la colina de Montmartre fraternizaron con los soldados y contribuyeron a evitar que se hicieran con los cañones de la Guardia Nacional de París. Participaron en las manifestaciones, construyeron barricadas e intervinieron en los clubs de debate. También se organizaron en asociaciones femeninas como la Unión de Mujeres, en la que se reflexionaba sobre la explotación laboral. Algunas de ellas impulsaron iniciativas de educación laica y de pedagogía emancipadora. Aunque las mujeres ejercieron un verdadero rol político, en ningún momento pidieron que se les reconociera el derecho a voto. Entonces, les parecía inimaginable y comprendieron que podían tener una gran influencia sin ser reconocidas como ciudadanas con todos los derechos.

¿Cómo se abordó entonces la búsqueda de la igualdad entre mujeres y hombres?

La exigencia de igualdad entre hombres y mujeres estuvo presente en torno a las condiciones laborales y a la petición de igualdad salarial. Una de las conquistas de la Comuna fue que equiparó el salario de las maestras con el de los maestros. También combatieron la explotación laboral, pero lo hicieron más a partir de cooperativas que con la adopción de nuevas leyes.

En el caso de la Comuna, conocemos muy bien a revolucionarias como Louise Michel o Nathalie Le Mel. ¿Las mujeres tuvieron una mayor relevancia en 1871 que en revoluciones precedentes?

En realidad se trata de un papel mejor conocido, pero no más importante. No podemos olvidar que las  mujeres ya ejercieron un rol fundamental en 1789. Por ejemplo, en una de las grandes jornadas revolucionarias, el 5 y 6 de octubre, una marcha de mujeres se fue de París hasta Versalles para obligar a Luis XVI a que se instalara en la capital. De la misma forma que las mujeres de la Comuna eran llamadas de manera despectiva como las petroleuses –acusadas de cometer incendios con gasolina–, a las de la Revolución Francesa se las conocía como las tricoteuses, por las agujas que llevaban. Resulta interesante constatar que las mujeres de la Comuna solían recordar a las de 1789, mientras que en Mayo del 68 las manifestantes se referían a sus precursoras de la Comuna.

Fuente e imagen: https://ctxt.es/es/20210301/Politica/35389/Ludivine-Bantigny-entrevista-Comuna-Paris-revolucion-democracia-Enric-Bonet.htm

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Francia: Gloria imperecedera a la Comuna de París en su 150 aniversario

Gloria imperecedera a la Comuna de París en su 150 aniversario

Atilio A. Boron

El primer gobierno obrero de la historia: supresión del Ejército, sufragio universal, revocación de los mandatos, funcionariado remunerado con sueldos equivalentes a los de los obreros, separación Iglesia-Estado, educación laica, legislación laboral de avanzada, internacionalismo, fraternidad, solidaridad.

¡Durante 72 días el poder descansó en manos del pueblo! Fue demasiado para la burguesía francesa y para los invasores alemanes de Otto von Bismarck, que habían derrotado y humillado a las tropas del Segundo Imperio Francés, con Louis Bonaparte a la cabeza. La lucha de clases, la necesidad de borrar de la faz de la tierra el recuerdo heroico de la Comuna pudo más que las centenarias rivalidades nacionales entre franceses y alemanes y los hermanó para aplastar la insolente rebeldía de París. Ambos se acababan de enfrentar en la Guerra Franco-Prusiana pero unieron fuerzas para reprimir y escarmentar a las parisinas y los parisinos insurrectos. La inevitable derrota militar de la Comuna fue el preámbulo de una masacre de proporciones aterradoras: se desató una feroz cacería que culminó con 17.000 hombres y mujeres ejecutados, sin mediar proceso judicial alguno y enviando a la muerte a quien fuera, hombre, mujeres, adolescentes capturados como fieras salvajes en las calles de París; 40.000 prisioneros cayeron en manos del Ejército, muchos de los cuales luego serían fusilados y unos pocos deportados. Y así se restauró “el orden”, es decir, la dictadura burguesa bajo una farsa republicana.

Lección para jamás olvidar: la derecha será implacable contra cualquier gobierno que intente alterar el orden social existente y las relaciones de poder. Aunque lo intente gradual y moderadamente, jugando dentro de las propias instituciones de la “democracia capitalista.”. Eso fue así ayer, lo es hoy y lo será mañana: diría que es una ley histórica. No sólo en Francia, sino en cualquier lugar del mundo. Y especialmente en Latinoamérica, como es bien sabido (o debería ser bien sabido) en donde el carácter brutal y sanguinario de la derecha, potenciada por los nefastos influjos del imperialismo norteamericano se puso de manifiesto en todos nuestros países a lo largo de la historia. No hay uno sólo del que pueda decirse que estuvo a salvo de la barbarie represiva de la derecha.

Parafraseando la advertencia del Che sobre el imperialismo norteamericano: “¡a la derecha no se le puede creer ni un tantito así, nada!”

Fuente de la Información: https://rebelion.org/gloria-imperecedera-a-la-comuna-de-paris-en-su-150-aniversario/

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