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Olga Cantó y Libertad González: “No hacer nada contra la pobreza nos cuesta millones a toda la sociedad”. España

Docentes universitarias, economistas, investigadoras y líderes de amplios grupos académicos sobre pobreza, desigualdad y políticas públicas. Olga Cantó (1970) y Libertad González (1975) atienden a elDiario.es días después de presentar un innovador estudio coordinado por ambas sobre el coste económico de la pobreza infantil en España. Una injusticia social y una vulneración de derechos de los menores, reiteran ambas, pero también una ineficiencia económica que resta miles de millones a la economía cada año.

La pobreza infantil no solo lastra de manera injusta a quienes la sufren, explican las académicas, sino también al conjunto del país con trabajadores más precarios, más desempleo y mayores problemas de salud que atender, entre otras consecuencias. Poner esta factura en números, en una oferta pública para el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, con colaboración de la Fundación La Caixa, no solo es pionero en España sino que rompe con dogmas capitalistas del pasado.

En su estudio concluyen que la pobreza infantil no solo es injusta para quienes la padecen, sino que también es claramente ineficiente desde un punto de vista económico. Estiman que nos cuesta a todos unos 63.000 millones de euros al año.

Libertad González: Con los datos que se habían publicado hasta ahora sobre la incidencia de la pobreza parecía como si fuera un tema que importa solo a un segmento de la población, quienes la sufren. Y, si te convences de que es relativamente poca gente, aunque no lo es porque en España la incidencia es muy alta, puede parecer que afecta solo a una parte pequeña de la población. Aquí lo que intentamos era mostrar que no solo afecta a las personas que viven directamente en situaciones de pobreza, sino también a la prosperidad económica de toda la sociedad.
Lo hace través de distintos canales, como con impactos sobre la productividad, menor crecimiento económico y el nivel de desarrollo de la economía en su conjunto. Pero afecta también a la recaudación impositiva, al gasto sanitario, al gasto social… Toda la sociedad se puede beneficiar de reducir los niveles de pobreza infantil, porque es un coste para todos.

Una lectora nos destacaba que la pobreza es en sí una vulneración de derechos, a la que habría que combatir aunque costara dinero. ¿Por qué era importante medir esta ineficiencia económica?

Olga Cantó: Libertad ha tocado un punto clave, mostrar que la pobreza afecta a toda la sociedad, y añadiría aquí que estamos indagando en la conexión entre la desigualdad y la pobreza con la eficiencia económica que hasta principios de la segunda década de este siglo estaba muy escondida en el análisis económico. La desigualdad parecía como una especie de externalidad negativa de un sistema capitalista competitivo, donde se quiere llegar a la mayor eficiencia posible y la pobreza parecía que no afectaba a este resultado. Pero es que la pobreza sí que afecta a la eficiencia económica.

Los países que realmente consiguen desarrollar su sociedad son países que intentan, por supuesto, tener una producción más eficiente, pero a su vez tienen unas políticas que son inclusivas. Y lo vemos en esta línea que estamos explorando sobre desigualdad-pobreza-eficiencia, que era muy evidente desde hace ya mucho tiempo, pero los organismos económicos, como el Fondo Monetario Internacional y la OCDE, no lo ponían en el foco.

Los países que realmente consiguen desarrollar su sociedad son países que intentan, por supuesto, tener una producción más eficiente, pero a su vez tienen unas políticas que son inclusivas

Ese coste de la pobreza para toda la economía lo cifran en alrededor de unos “1.300 euros por persona al año” en España.

Olga Cantó: Es importante poner en el foco en el coste de no hacer nada, que es como invisible, la población no lo percibe. Y es muy importante. Pasó por ejemplo cuando de pronto se lanzó el cheque bebé en 2007. Hubo mucha discusión sobre si se debía dar prestaciones a los más ricos y nadie se había planteado que en el impuesto sobre la renta las familias más ricas ya tenían una desgravación por hijo y por lo tanto estaban recibiendo dinero del Estado. Pero era algo como escondido, que no se ve.

Creo que el coste de no hacer nada no se ve ¿y cuándo se ve? Cuando ya no hay remedio, se ve cuando ya esos niños han pasado mucho tiempo por debajo de ese umbral de la pobreza, cuando ya tienen muchas dificultades educativas, laborales,… Por ello también creo que este estudio es fundamental.

El Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil lanza la convocatoria pública para que se investigue cuál es el coste de la pobreza infantil, pero apenas había precedentes académicos. ¿Cómo lo abordaron?

Libertad González: Lo primero fue acotar el problema. Es una pregunta que se puede abordar desde distintas perspectivas, así que en mi equipo pensamos en cómo afecta la pobreza infantil a la vida de las personas, a corto, medio y largo plazo, que luego se vaya a traducir en un coste para la sociedad. Con lo que ya sabemos de otros países y del análisis empírico, decidimos acotar y centrarnos en dos áreas que nos parecían muy importantes.

Una, los efectos sobre el capital humano. Es decir, crecer en una situación de pobreza va a afectar a tu desempeño educativo, desarrollo cognitivo y luego más adelante al mercado de trabajo, en el acceso al empleo, su calidad, ingresos laborales. Esta gran pata afecta a la productividad, a los ingresos, a la recaudación impositiva y también indirectamente a algunas prestaciones sociales.

El segundo gran bloque analiza el impacto de crecer en la pobreza sobre el estado de salud. En concreto, nos centramos en dos áreas principales: la salud mental, por un lado, ya que está documentado que la pobreza está asociada con tasas de enfermedades mentales y de depresión más altas, y las consecuencias derivadas del sobrepeso y obesidad, también más elevadas.

Libertad González, profesora de Economía e investigadora en políticas públicas en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona. Xavier Jubierre

Apuntaban en la presentación del estudio que el coste de la pobreza de 63.000 millones al año era un mínimo, porque hay más efectos sin incluir y distintos niveles de pobreza que pueden encarecer este resultado, ¿no?

Olga Cantó: Nuestro grupo se ocupó de caracterizar la pobreza para el equipo de Libertad. Y los resultados de coste que obtenemos realmente son un umbral inferior, porque hay cosas que no se han podido incorporar porque no hay datos. Sobre todo para conectar padres con hijos, que es muy difícil porque tenemos muy poca información longitudinal en España, mientras que hay otros países que lanzan análisis estadísticos de cohortes y pueden saber qué le ha pasado a esa cohorte desde que es pequeña hasta que es adulta. No se ha podido incluir por ejemplo una dimensión fundamental, que es el aumento de la cronicidad de la pobreza.

Libertad González: Vemos el efecto medio para todos los que han sido pobres en la infancia, pero para algunos de ellos la pobreza fue transitoria, con un efecto menor, mientras otros pasaron situaciones más persistentes de pobreza crónica y el efecto sería obviamente mayor.

Olga Cantó: Así que si añadiéramos esa dimensión de aumento de la cronicidad de la pobreza, esa herida probablemente sería más cara. La estimación realmente es como un mínimo, porque no tenemos otra información que creemos que empeoraría los resultados.

Su investigación es innovadora, con escasos referencias previas, alguno en Estados Unidos y Reino Unido. ¿Qué repercusión está teniendo?

Libertad González: Justo la OCDE en paralelo ha intentado hacer un estudio similar, para los 27 países de la Unión Europea. A la presentación de la investigación vino un representante de la OCDE para hablar de sus resultados y, aunque ellos no lo han podido hacer con tanto detalle como nosotros, sus resultados son de una magnitud similar al nuestro. Lo cual nos parece interesante porque son dos estudios independientes que concluyen cosas parecidas. Para el caso de España estiman que la pobreza infantil cuesta un 4,2% del PIB y a nosotros nos sale un 5,1%, porque medimos un poco diferente. Pero es relevante, porque tenemos dos estudios recientes en la misma dirección.

Olga Cantó: Eso también nos permite la comparación. Ahora puedes coger el informe de la OCDE y vemos que España está en la cola alta de coste de pobreza infantil. Eso ya te dice algunas cosas.

Vemos esa gran factura social que supone que millones de menores vivan por debajo del umbral en la pobreza. ¿Han estudiado qué medidas son más efectivas para reducirla?

Olga Cantó: Nos planteábamos inicialmente hacer esa extensión hacia las políticas, pero el informe empezó a ser realmente muy grande, haría falta otro documento completo para analizar esa parte. Pero sí indicamos que creemos que hay que extender las políticas, no solo a las monetarias, sino también a las educativas y sanitarias.

Por ejemplo, está aumentando la incidencia de la pobreza en 0-5 años, algo muy preocupante y sabemos que las políticas educativas de 0 a 3 años son muy preventivas. Hay mucha literatura que indica lo que realmente ayuda mucho para el desarrollo cerebral de los menores es tener una situación de suficientes recursos económicos cuando tienen esa edad, especialmente. La capacidad de llevarlos a una escuela desarrolla mucho más el cerebro de aquellos que vienen de familias con situaciones económicas difíciles, que de quienes vienen ya de una situación de ingresos mucho más estabilizada. Entonces, las políticas de 0 a 3, incluso de 0 a 6 años, hasta el primer año de primaria, son muy relevantes.

Pero también sabemos que el coste de un niño aumenta con la edad, el adolescente es más costoso que el menor en términos de ingresos, por lo que también habría que hacer políticas para ese grupo de 6 a 12 años particularmente. Pueden ser educativas, pero nos parece relevante que se simulen algún tipo de transferencias a esos grupos. La idea es que estaríamos ahorrando el gasto futuro, estaríamos gastando hoy para no gastar mañana.

El Gobierno ha desplegado una medida específica en este sentido, el ingreso mínimo vital (IMV) y el complemento de ayuda a la infancia, las ayudas entre 50 y 100 euros al mes por hijo.

Libertad González: En políticas públicas hay dos pilares. Por un lado, proponer cosas nuevas, pero también documentar los impactos de las políticas que ya se están implementando. Es muy interesante evaluar los impactos de políticas que se han aprobado desde 2019, como la subida del salario mínimo y sobre todo el ingreso mínimo vital, que se concretó en 2020 y tenemos que evaluarlo.

Aquí hay que mencionar la importancia de que se facilite el acceso a los investigadores a datos administrativos de prestaciones sociales, de la manera lo más urgente posible para que se pueda ir evaluando sobre la marcha, para poder ir reaccionando sobre lo que funciona y lo que no.

Mencionan el salario mínimo y también cómo ha cambiado la mirada sobre la desigualdad y la pobreza en la ciencia económica. ¿Se están desmontado ideas preconcebidas sobre medidas sociales, tradicionalmente más progresistas, que pueden hacerlas prosperar en gobiernos más conservadores?

Olga Cantó: Los académicos hacemos estudios y damos los resultados de impacto distributivo y sobre la eficiencia, por ejemplo. Y es el político que está votado por los ciudadanos el que ha de tomar la decisión respecto a qué quiere pesar más y qué peso le quiere dar a la equidad.

Lo que lo que subrayamos en este estudio es que la eficiencia económica se puede coordinar con la justicia social. Luego hay otra pregunta: ¿hasta dónde estarías dispuesto a reducir la eficiencia? Esa es la gran pregunta siempre. ¿Hasta dónde estás dispuesto a reducir la eficiencia para mejorar la equidad?

Libertad González: Pero es cierto que los economistas se han centrado, o nos hemos centrado, mucho en mirar los efectos sobre la eficiencia y sobre posibles destrucción de empleo, pero no han tenido tanto peso las investigaciones que hayan documentado el impacto que tiene el salario mínimo para producir la pobreza infantil, por ejemplo.

Hasta hace unos años, como apuntaban, en los que sí se están haciendo más estudios en este sentido.

Olga Cantó: En España en particular los estudios sobre desigualdad y pobreza no han sido suficientemente valorados por la academia. De hecho no hay muchas revistas que publiquen resultados sobre ello, está algo menos valorado. También hay pocos congresos donde haya sesiones sobre desigualdad y pobreza, es así. Esto ha traído que sea un área menos desarrollada.

Te vas al extranjero y ves la cantidad de sitios donde se trabaja ese tema y desde 2010 en adelante ha habido cada vez más trabajos sobre el impacto distributivo de las políticas, está muy presente ya en el ámbito europeo. Creo que hemos dado unos pasos de gigante en los últimos años, se está desarrollando mucho esa visión más heterogénea de las políticas públicas, que no inciden solo en el individuo medio, sino en muchos individuos con diferentes características.

En España los estudios sobre desigualdad y pobreza no han sido suficientemente valorados por la academia económica y esto ha traído que sea un área menos desarrollada

¿A qué adjudican ese aumento de las investigaciones sobre pobreza y desigualdad?

Olga Cantó: Esto es una creencia mía, no contrastada, pero creo que cuando hay movilidad social –y en España hubo mucha en las generaciones nacidas en los 70 y los 80– y hay personas de orígenes sociales bajos que tienen la oportunidad de estudiar y que pueden llegar a una educación superior, o incluso a tener becas para estudiar fuera de España, es obvio que pueden tener más interés en explicar esos temas. Mientras que en general, si uno viene de un entorno más rico, probablemente le pueda dar menos valor, lo cual no significa que no haya mucha gente de esos entornos que también sea consciente de estos problemas. Pero, en media, creo que sí sucede.

Hay ejemplos, por ejemplo, de economistas que han vivido una recesión, como le pasó a Keynes en su momento, y que estaba preocupado sobre por qué había esas colas de hambre en Nueva York o en Londres en los años 29 y 30. Se preocupó por eso y buscó un modelo de corto plazo para analizar la economía. Lo que has vivido influencia, creo.

En sus casos, ¿hay alguna vinculación con su trayectoria personal?

Libertad González: Yo nací en 1975 en Dos Hermanas, un pueblo de Sevilla que, digamos, no es la zona más próspera de España. Fui a un instituto público de mi pueblo y luego la Universidad Pública de Sevilla. Después estudié el doctorado en Economía en Estados Unidos gracias a una beca para hacer cursos de posgrado, un poco por casualidad, gracias a esa beca porque tenía buenas notas de la carrera. Pero no conocía a nadie que hubiera estudiado ni fuera de España, ni muchísimo menos en Estados Unidos. Esto me abrió completamente otro mundo, de ir de Dos Hermanas a Chicago.

Luego ya una vez que estuve un año en Estados Unidos, conseguí también una beca del Ministerio aquí en España que me permitió hacer el doctorado allí, que es carísimo, y a partir de ahí pues poder dedicarme a la investigación en los temas que me interesan, que son temas de tipo social. Pero eso es el resultado de que haya universidad pública en todas las provincias de Andalucía, que había becas para estudiar en la carrera y después para apoyar los estudios de posgrado.

Mi carrera es el resultado de que haya universidad pública en todas las provincias de Andalucía, de becas para la carrera y también para los estudios de posgrado

Olga Cantó: Yo soy medio andaluza, medio valenciana, porque mis padres son inmigrantes internos del país, como sucedió en tantos hogares. Mis abuelos tenían un nivel educativo muy bajo, por lo que fue un esfuerzo muy importante para ellos trasladarse, como hicieron todos los inmigrantes internos del país tanto en Cataluña como en Madrid.

También estudié en la Universidad Pública, en la de Alcalá de Henares (Madrid) y en el Erasmus, un esfuerzo para mis padres, fue donde vi el cartel para hacer la tesis en Florencia. Vi “economía laboral y desigualdad” y aquello me llamó mucho, porque yo vivía en Alcalá de Henares, una ciudad de aluvión, estilo lo que puede ser Hospitalet de Llobregat, en Barcelona. Me dieron la beca, me financiaron cuatro años y pico que tardé en terminar. Sin eso, no hubiera podido hacer la tesis en un instituto universitario europeo, ni vivir en Florencia. Así que también soy producto de las becas, como Libertad, y probablemente las dos cumplimos esa movilidad social de la que estábamos hablando al principio.

Son dos mujeres que lideran equipos de investigación, con autoridad dentro de sus ámbitos de estudio. ¿Cómo de frecuente es esto? ¿Qué dificultades específicas han afrontado como investigadoras por ser mujeres?

Libertad González: No siento que haya tenido muchos obstáculos particulares por el hecho de ser mujer, pero hay dos cosas que quiero mencionar. Por un lado, que por razones culturales, aunque también sistémicas, a veces nosotras mismas nos autolimitamos o somos menos ambiciosas de lo que podríamos ser. Por ejemplo, ahora mismo conseguí un proyecto bastante cuantioso del European Research Council y casi no lo pedí porque pensaba que era imposible, que no me lo iban a dar, que no daba la talla, me tuvieron que insistir en mi departamento. En cambio, para muchos hombres es más fácil lanzarse, atreverse y ser ambicioso.

La economista Libertad González, en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Xavier Jubierre

Lo segundo está relacionado con el tema familia y los hijos. Soy madre, tengo dos hijos y mi marido siempre ha sido maravilloso, pero escuché a una mujer economista decir: ‘Las mujeres lo mejor que podemos aspirar es una pareja que haga el 50%’. Es decir, que nuestra pareja va a hacer entre el cero y el 50%, pero la mayoría de mis compañeros tienen compañeras que llevan a todo el cuidado de los hijos, que dejan de trabajar o trabajan a tiempo parcial, que los han seguido de país a país,… Ellos tienen un apoyo en casa con el que nosotras no contamos.

También a veces el reto está los equipos de investigación y las universidades, ¿no?

Olga Cantó: Al principio cuando trabajé de regreso a España, en Vigo, tuve la gran suerte de que mis dos colaboradores que trabajaban en desigualdad y pobreza fueron muy equitativos conmigo, compartíamos los investigadores principales siempre, íbamos rotando y no había diferencias por hombres y mujeres. Pero esto no es lo común. Conozco bastantes casos de personas donde los hombres, a veces también las mujeres, se han resistido a que gente más joven, y sobre todo mujeres más jóvenes en particular, lideren los proyectos de investigación porque creen que lo debe liderar siempre el que ya lo ha hecho antes. Estas persistencias a las mujeres nos nos retrasan.

Luego en la práctica diaria, creo que nosotras tenemos una forma de trabajar y de funcionar mucho más horizontal y mucho menos jerárquica. Pero el sistema promociona lo jerárquico, porque cuanto más acumulas en una persona, más posibilidades de ganar. Es verdad que nos atrevemos menos, como dice Libertad, pero a la vez ellos acumulan más porque en gran medida se colocan en esa posición de liderazgo y no se mueven de ahí. Yo eso no lo he sufrido y por eso también he conseguido acreditarme como catedrática, sino no hubiera podido y tampoco estaría aquí.
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¿Por qué hay manifestación por la Educación (Marea Verde) este sábado en Madrid?

Las calles de la capital madrileña volverán a teñirse de verde este sábado 25 marzo debido a la manifestación en defensa de la educación pública que ha convocado Marea Verde Madrid. Estos son los porqués de la concentración.

El Gobierno de la Comunidad de Madrid es el que menos invierte en educación pública», así comienza el manifiesto en defensa de la educación pública realizado por Marea Verde; un texto que critica la escasa financiación y aborda la necesidad de construir nuevos centros públicos e incrementar el número de plazas de Formación Profesional y de la Universidad en la capital. Sus reivindicaciones son las que resonarán por las calles de Madrid el sábado 25 de marzo a partir de las 18:00 horas desde la plaza de Neptuno hasta la Consejería de Educación, en la calle Alcalá.

La divergencia existente entre la financiación estatal de los centros públicos y privados es uno de los motivos principales por los que se celebra esta manifestación. Tal y como denuncia Marea Verde, «cada vez se destina más dinero público a centros privados y concertados». Un ejemplo de ellos son los 1,9 millones de euros procedentes de los fondos ‘Next Generation’ que se destinan a centros privados y concertados pero que estaban pensados para dirigirse a fomentar el éxito académico de alumnos vulnerables quienes, principalmente, «están escolarizados en la pública», tal y como asegura el manifiesto.

No obstante, la escasa orientación de dinero público a Educación no es el único tema que se podrá escuchar este sábado. También podrán oírse proclamas a favor del aumento de plazas para la contratación de docentes, la necesidad de nuevos profesionales en las aulas como los orientadores que ayuden a los alumnos en cuestiones pedagógicas; y medidas para desmasificar las aulas y ejercer una educación más personal con los alumnos, entre otras. Aquí se pueden todas y cada una de las exigencias de Marea Verde para este 2023.

Las demandas de Marea Verde por la Educación

  • Se reivindicará una mayor inversión en educación pública: bajo esta pretensión, desde Marea Verde, se proclama una subida de la inversión en educación elevándolo al 7% del producto interior bruto (PIB). Actualmente el índice no asciende del 5% .
  • Una bajada de ratio a un máximo de 15 estudiantes por clase con el objetivo de reducir la masificación en las aulas y favorecer la enseñanza de calidad.
  • La construcción de nuevos centros públicos según los niveles demográficos en solo una fase: con ello se pretende agilizar la creación de nuevos centros y también crear nuevos colegios para el grueso de los estudiantes.
  • El aumento de más plazas públicas en Universidades y Formación Profesional con lo que se pretende que más alumnos entren a la universidad o a su FP y que les salga más barato e incluso gratis.
  • Creación de más Escuelas infantiles de 0 a 6 años con el objetivo de que los más pequeños no se queden sin su plaza, obligando a las familia a escolarizar a sus niños a partir de los 3 años.
  • Más Orientadores y docentes de Pedagogía y otros profesionales que no son exclusivamente profesores: entre ellos pueden encontrarse psicólogos e integradores sociales.
  • 18 periodos lectivos para todas las etapas educativas: se pretende disponer de más tiempo para coordinación.
  • La derogación de la Ley Maestra de Libertad de Elección Educativa de la Comunidad de Madrid con la que se regula el derecho a la educación y a la libertad de elección de un determinado centro escolar. Esta ley entra en conflicto con la LOMLOE y fomenta la segregación, según explica el manifiesto.
  • La revisión del Programa Bilingüe en Madrid con lo que se intenta que este programa no afecte a la enseñanza del castellano en las aulas.
  • La demanda de una mayor transparencia y sistemas democráticos con respecto a las políticas educativas de la Comunidad de Madrid: se espera erradicar la confusión y el autoritarismo en el sistema educativo teniendo en cuenta a las familias y los profesores.

¿Qué ocurre con los colegios concertados y privados?

Una de las razones de esta marcha son las desigualdades existentes entre los colegios privados-concertados y los públicos. La polémica surgió cuando la Comunidad de Madrid destinó las ayudas del programa PROA+ (Programa de Refuerzo, Orientación y Apoyo) a estudiantes vulnerables de centros privados y concertados, excluyendo a los públicos donde se encuentran la mayoría de los estudiantes. La Comunidad de Madrid destinó en total 1.937.021,69 euros de los fondos Next Generation a 46 centros concertados, y entre ellos no hay ninguno público.

Por otra parte la misma capital también ha confirmado que aumentará un 15% los fondos para contratar a personal no docente y otros gastos de funcionamiento, según Europa Press, de nuevo excluyendo a los centro públicos del aumento de estas partidas. Además según ha informado Comisiones Obreras Madrid, ya es una de las comunidades autónomas que menos invierte en educación pública, alrededor de 900 euros por alumno, mientras crece la financiación de los centros privados y concertados. Su secretario general, Jaime Cedrún, ya dijo en 2021 que «esta comunidad se estaba convirtiendo en la más segregadora de España y también de Europa, con abundancia de centros gueto en función de qué barrios».

Fuente: https://www.lasexta.com/noticias/sociedad/que-hay-manifestacion-educacion-marea-verde-este-sabado-madrid_20230324641d936396c07c0001954e6d.html

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Pueblos de México y el mundo exigen un alto al saqueo del agua

Pueblos indígenas y comunidades de México y países del mundo como Francia exigieron el pasado 22 de marzo un alto a la sobreexplotación y saqueo del agua por parte de empresas y gobiernos que despojan y mercantilizan el líquido, en el marco de la jornada global por el Día Mundial del Agua.

En la capital del país, integrantes del Congreso Nacional Indígena, de Pueblos Unidos de la Región Cholulteca y de los Volcanes y de la comunidad otomí residente en la Ciudad de México marcharon por avenida Reforma para denunciar el robo de agua a manos de trasnacionales como Bonafont-Danone en Puebla.

A la lucha contra Bonafont se unieron colectivos desde París, Francia, que con una jornada de conciertos, mítines y acciones frente a la sede de la empresa tiraron cientos de botellas «para recordar el papel de la empresa en la superproducción mundial de plástico», así como denunciaron el saqueo de los mantos acuíferos de México y Francia.

«Danone deseca y contamina al planeta», se lee en una manta que los parisinos usaron para protestar contra el corporativo francés en París.

Los pueblos de México también rechazaron los proyectos extractivos que amenazan el abasto de agua, despojan a las comunidades y contaminan los recursos, como las minas, las presas hidroeléctricas, los parques eólicos y las plantas industriales.

Finalmente, exigieron un alto a la criminalización de los defensores del agua en el país, como Miguel López Vega, de Puebla, a quien las autoridades estatales buscan encarcelar una vez más con delitos prefabricados.

Fuente de la información e imagen:  https://desinformemonos.org

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Ideología y educación: la reproducción

Por: Manuel Fernández Navas

El camino de la objetividad (siempre controvertida) pasa no por pretender desprendernos de la ideología (esto es imposible) sino por explicitarla de la forma más transparente posible para que cualquiera pueda examinarla, contrastarla y criticar o comprender los motivos que originan nuestras propuestas. Discutir sobre ella, ponerla en crisis, criticarla, elaborarla, re-elaborarla,… y, en última instancia, decidir si esa es la ideología que queremos que rija nuestras decisiones o si el sentido, razón, o finalidad que queremos alcanzar es el más adecuado o el que creemos que está más justificado para la decisión que estamos tomando.

Empieza la película “lugares comunes” de Federico Luppi (una película que recomienda todo el mundo, te dejo link a un hilo de Twitter con las mejores escenas) con una escena en la que él, que es profesor de universidad aparece discutiendo con su rector.

Parece ser que hay unos recortes en la universidad y lo van a obligar a acogerse a la jubilación forzosa y el rector le insinúa que uno de los motivos por los que lo van a despedir es por su ideología porque, a veces, “no es objetivo”.

Es entonces cuando se vuelve al rector y le dice:

«Mi opinión sólo puede ser subjetiva. Objetivos son los objetos… y los rectores».

Me encanta este ejemplo porque creo que ilustra muy bien uno de los problemas de la política, en general, y la educación, en particular, de nuestro país. Esta asociación interesada, y por parte de algunos colectivos muy concretos, entre la ideología, la legislación, la política o la toma de decisiones sobre cuestiones que pueden ser de todo tipo, pero que se dan más frecuentemente en sanidad y educación, como un asunto peyorativo.

La idea nuclear que nos venden del asunto (el relato) es que lo adecuado es separar la ideología de cualquier toma de decisiones.

Sin embargo, lo real, lo obvio, es que ideología es todo lo que nos rodea: que tengamos gobiernos democráticos es ideología; votar cada cuatro años es ideología; tener educación pública y obligatoria o cargarse esta educación pública y obligatoria, ambas, son ideología; decidir tener una sanidad pública y gratuita para todos los ciudadanos y ciudadanas es ideología; decidir cargarse esta sanidad para beneficiar negocios privados de amiguetes es ideología,…

En definitiva, todo lo que nos rodea es ideología porque la ideología es intrínseca, impregna, toda la toma de decisiones del ser humano.

Pero este fenómeno, como decíamos, se da mucho más en el binomio política-educación cuya relación es mucho más estrecha.

De hecho, simplificando los conceptos y haciendo un reduccionismo sobre qué es la política y la educación, podríamos decir que si la primera es una idea de qué sociedad queremos construir, la segunda sería uno de los principales mecanismos para conseguirla. Es decir, sería uno de los principales “cómos” para alcanzar la sociedad que queremos según una idea política.

Es por este motivo que me he manifestado públicamente en multitud de ocasiones diciendo que hay que huir de aquellas personas que nos digan que se debe buscar la objetividad, la asepsia, la neutralidad para la toma de decisiones.

En esta idea existe un gran peligro, ya que si recordamos esto de que la ideología es inherente al ser humano lo que pretenden estas propuestas es «ocultarnos la ideología que hay detrás de ellas» y esto hace que debamos plantearnos la pregunta de ¿Por qué alguien querría ocultarnos la ideología que subyace a sus propuestas?

Aquí, aunque sea un ad hominem de manual, conviene hacer una pausa y pararse a pensar en quiénes son, normalmente, aquellas personas o grupos que usan de forma recurrente este relato: reprochar a las propuestas ajenas que “sean ideológicas” en búsqueda de la legitimización de las suyas propias, estableciendo el marco mental que presenta un ficticio valor añadido a sus propuestas; las mías son neutrales, objetivas.

Mi opinión, sin pelos en la lengua, es que cuando ocultamos, no explicitamos, la ideología que hay detrás de nuestras propuestas, y las planteamos desde una pátina de objetividad o de neutralidad, lo que hacemos es tratar de manipular a nuestro interlocutor, privándolo de examinar de forma explícita a qué fines y desde qué presupuestos parten mis propuestas y que, como decíamos con anterioridad, si son sensatos y bienintencionados, no deberíamos tener problemas en plantearlos abiertamente.

A mí me parece que el camino de la objetividad (siempre controvertida) pasa no por pretender desprendernos de la ideología (esto es imposible) sino por explicitarla de la forma más transparente posible para que cualquiera pueda examinarla, contrastarla y criticar o comprender los motivos que originan nuestras propuestas. Discutir sobre ella, ponerla en crisis, criticarla, elaborarla, re-elaborarla,… y, en última instancia, decidir si esa es la ideología que queremos que rija nuestras decisiones o si el sentido, razón, o finalidad que queremos alcanzar es el más adecuado o el que creemos que está más justificado para la decisión que estamos tomando. Este, entiendo, sería el escenario más sano.

Porque existe además una cuestión fundamental en los temas políticos y especialmente en los vinculados con sanidad y educación, que tiene que ver con consensuar: que estos fines que queremos alcanzar sean fruto de un pacto social. Y esto es ideología y pasa por hablar de ideología: ¿Qué sociedad queremos? ¿Qué escuela queremos? Y si las propuestas que hacemos nos acercan a estos ideales o nos alejan de ellos.

No hablar explícitamente de ideología nos aleja de la relación medios-fines y ahí es donde anidan los relatos interesados y ocurren las cosas peligrosas.

¿Queremos una educación pública y obligatoria para todos los ciudadanos y ciudadanas o queremos que aquellos que más beneficios tienen puedan permitirse una educación y los que no lo tienen tengan que buscarse la vida?

En cualquiera de los dos casos hay ideología y, en función de cuál entendemos que es más acorde a nuestras ideas, las propuestas que implantemos deben acercarnos a unas u otras. Esto, como decimos, pasa por ponerla a la vista, discutir sobre ella, acordar sobre ella,… y, ahora sí, tomar decisiones coherentes con los fines propuestos.

En este escenario terriblemente complejo, además se suma que el campo de la educación es quizás “de los más ideológicos” porque la educación tiene finalidades muy relacionadas con la emancipación de los sujetos: que los ciudadanos y ciudadanas sean más críticos, que sepan desenvolverse en la sociedad que les rodea, que cuestionen las decisiones de las instituciones y empresas que ostenta el poder, que cuestiones sus propias normas sociales para construir las suyas propias sobre el conocimiento que se trabaja en la escuela. Esto es, el paso de la socialización a la educación de la que habla Pérez Gómez (2002).

Todo esto ya lo decía Freire (Marín, 1978) educar es hacer política. No hay un acto más político que educar a alguien:

Jamás pude admitir la mistificación de que la educación es un quehacer neutral. Yo pienso lo contrario, que la educación es siempre un quehacer político. No hay, pues, una dimensión política de la educación, sino que ésta es un acto político en sí misma. El educador es un político y un artista; lo que no puede ser es un técnico frío.

Y aquí, merece la pena hacer un alto y adoptar una postura crítica. Y es que, si hay un debe histórico entre los partidos de izquierdas de este país es el de la elaboración de un proyecto educativo de izquierdas y alejado de la tradicional permeabilidad de los conceptos educativos de la derecha: la cultura del esfuerzo, meritocracia, el nivel,…
Un proyecto educativo bien explicado, con una ideología transparente, planteada de forma abierta y en la que pueda verse la relación medios-fines para discutirla públicamente en la búsqueda de un pacto social educativo que cale en la ciudadanía.

La batalla por este relato ideología-educación es esencial si queremos un proyecto educativo estable, que se traduzca en prácticas de aula y que convenza al grueso de la sociedad.

Si no somos capaces de hacer entender a la ciudadanía la ideología y los fines que están por encima del proyecto educativo político que tenemos, este, al final, rara vez calará, y generará el efecto contrario: rechazo hacia una idea de educación que se sentirá impuesta y que, por lo tanto, permite un campo de abono para los mantras y mitos que vemos reproducidos constantemente por los estratos más conservadores.

Todos estos mantras que se reproducen generación tras generación crean opinión, porque no se ha sido capaz de crear un proyecto educativo y explicitar la ideología y los fines que hay detrás de una manera transparente y sensata y que así sea percibido por los ciudadanos y ciudadanas. Mientras esto no ocurra, el cambio educativo real -no en documentos legales que son papel mojado- en este país va a ser complicado y lo que tendremos serán semillas para que florezcan y campen a sus anchas estos mantras eternos vinculados al pensamiento conservador y que se corresponden con las claves que maneja la sociedad porque estos sí permean hacia ella.

A mi juicio, esto tiene que ver (es una idea que me ronda a menudo la cabeza) con una cuestión de cortoplacismo, con que cualquier cambio real en educación que no modifique sólo cuestiones meramente estéticas, requiere de mucho tiempo. Necesita de un proceso dilatado en el tiempo para abordar estas transformaciones profundas mediante consenso. Esto se daría, necesariamente, más allá de cuatro años y, por tanto, representa un problema para nuestros políticos cuyos objetivos se plantean en torno a qué pueden hacer-vender en cuatro años para justificar el voto de cara a la ciudadanía, para la legislatura siguiente.

Esto implica que la educación, que requiere de más tiempo para poder llevar a cabo cambios reales, se va quedando legislatura tras legislatura huérfana de este proyecto de izquierda que realmente podría calar en la ciudadanía y que podría suponer un cambio real en las prácticas educativas. Y esto, a su vez, retroalimenta que los ciudadanos y ciudadanas sean menos educados, menos expertos en cuestiones como analizar y contrastar la información, con lo cual, calan más fácilmente ideologías que, ahora sí, se presentan de forma subversiva, neutral como, por ejemplo, los discursos de ultraderecha que vemos florecer.

La paradoja es no querer invertir tiempo y recursos en un proyecto educativo de izquierdas sensato y fruto de un consenso social porque los resultados serían a medio-largo plazo. A medio-largo plazo, las ideas de izquierdas cada día se encuentran más en “extinción” fruto de que la ciudadanía tiene pocas o ningunas herramientas para “digerir de forma crítica” los discursos que se nos venden como objetivos, pero que provienen y tienen una ideología muy concreta.

Tenemos un problema de una pescadilla que se muerde la cola al que rara vez queremos prestarle atención, pero al que, si no lo hacemos con urgencia, va a condenarnos a medio-largo plazo a una sociedad y unas políticas nada democráticas.

Es un problema urgente que enfrentar, al que nuestros políticos y nuestras políticas no atienden nunca con urgencia.


Referencias

Marín, K. (1978). Paulo Freire: “La educación es siempre un quehacer político”. El Paíshttps://elpais.com/diario/1978/05/20/sociedad/264463223_850215.html

Pérez Gómez, Á. I. (2002). Las funciones sociales de la escuela: de la reproducción a la reconstrucción crítica del conocimiento y la experiencia. En J. Gimeno Sacristán y Á. Pérez Gómez. Comprender y transformar la enseñanza (pp. 17-33). Morata

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Suicidio en las aulas

Por: Antonia Martí

Desgraciadamente oír que un/a menor ha intentado suicidarse o lo ha consumado, es cada vez más frecuente y empieza a formar parte de nuestra vida diaria. Cuando oímos estas noticias, muchas son las preguntas que se nos vienen a la cabeza, pero sin duda la más frecuente es ¿por qué?, ¿qué puede haber que haga que un menor, que debería estar jugando, aprendiendo, negociando con sus padres y, al fin y al cabo, viviendo, decide poner fin a su vida?

La respuesta, por desgracia, no es única. Según datos del Observatorio de Salud Mental de la OMS, en el año 2019 se registraron en el mundo un total de 167.917 suicidios en población menor de 29 años, 10.196 en menores de 15 años y 157.721 en jóvenes entre 15 y 29 años. Según el último informe de la Asociación ANAR, con datos extraídos del Instituto Nacional de Estadística (2020), en el año 2020 se produjeron en España un total de 314 suicidios, 300 de jóvenes entre 15 y 29 años y 14 de niños/as menores de 15 años lo que supuso una tasa de variación respecto al año 2015 del +3,3%. Sin duda estamos ante datos realmente alarmantes sobre los que hay que actuar.

Aún no disponemos de un plan nacional escolar con pautas precisas y protocolos ante una situación de suicidio, tentativa de suicidio o autolesiones que los docentes puedan adoptar en el aula y en sus planes de acción tutorial. Los centros no disponen, en su mayor parte, de indicaciones de cómo deben actuar ante una situación de muerte o suicidio lo que provoca en muchas ocasiones desasosiego en el profesorado y respuestas erráticas para los alumnos y sus familias.

Los suicidios y tentativas de suicidio en los niños y adolescentes son multicuasales, es decir, no hay un único factor que provoca que un menor decida quitarse la vida y por tanto debe trabajarse con un equipo multidisciplinar, algo de lo que a día de hoy carecen los centros educativos. Aunque solo se habla del acoso escolar como la principal causa que detrás de los últimos suicidios, lo cierto es que el acoso escolar es un factor de riesgo entre muchos.

Existen factores de riesgo personales como la existencia de trastornos mentales incipientes, historias vividas traumáticas , consumo de tóxicos, enfermedades crónicas; factores de riesgo familiares, como puede ser la existencia de violencia intrafamiliar, consumo, carencias afectivas

También existen factores de riesgo sociales, como estar sufriendo algún tipo de violencia como acoso o ciberacoso, desarraigo socicultural, soledad o sentimientos de rechazo.

Los centros educativos deben estar preparados para trabajar de forma efectiva los factores de protección que puedan ayudar a los menores a pedir ayuda en caso de estar vivenciando alguna de estas situaciones, no estigmatizar el suicidio o la salud mental, trabajar con las familias, entrenar en resiliencia, en bienestar emocional y flexibilidad cognitiva y para ello se necesita mayor formación docente en estos aspectos y mayor presencia de psicólogos y trabajadores sociales en los centros.

Una evidencia clara que tenemos a día de hoy es que los menores que sufren acoso o ciberacoso padecen en mayor medida trastornos depresivos y ansiosos y trastornos por estrés postraumático. Estos trastornos emocionales conllevan mayor riesgo de terminar en una conducta suicida ya que las y los jóvenes no quieren seguir sufriendo, y solo ven en ello una salida. Recordemos que no desean morir, desean dejar de sufrir.

Para ello, es sumamente importante que los centros escolares cuenten con espacios seguros y privados donde estudiantes sepan que pueden acudir y se les va a tratar de forma confidencial, y poder pedir ayuda.

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Que corra el aire, o por qué abrir las aulas a los problemas sociales

Por: José Antonio Díaz Díaz, Javier E. Marrero-Acosta

Para algunos la realidad se define bajo el prisma de que cualquier tiempo pasado fue mejor, siendo una de sus consecuencias la vuelta al trono de los manuales -tal vez nunca lo abandonaron- como única fuente de selección de contenido y espacio de trabajo en el aula, especialmente en la ESO. Lo real está en el manual.

“Que corra el aire”, fue la expresión que usara a principios de los noventa el profesor de Filosofía Luis Pastor Tejera, -fallecido en enero del 2022-, para explicar la necesidad de abrir las aulas a los problemas sociales. Eran tiempos de racismo militante en parte de la sociedad española, que eclosionó, en el asesinato de Lucrecia Pérez Matos, migrante dominicana el 13 de noviembre de 1992 por cuatro fascistas, entre ellos un guardia civil.

La escuela de principios del siglo XXI se parece, -y mucho-, a la escuela del siglo XX. Aunque no tanto para aquellos que mitifican la escuela de la LGE -en cuanto modelo de exigencia y rigor-, por contraposición a todo lo que ha devenido después. Para estos, la realidad se define bajo el prisma de que cualquier tiempo pasado fue mejor, siendo una de sus consecuencias la vuelta al trono de los manuales -tal vez nunca lo abandonaron- como única fuente de selección de contenido y espacio de trabajo en el aula, especialmente en la ESO. Lo real está en el manual. El aula se cierra al exterior. Que no corra el aire, que la realidad sea la descrita en la lección. El placebo de la aparente normalidad y la previsión se adueña de una deseada acción educativa sin sobresaltos. Claro que para que ello funcione, hay que olvidar que internet existe, y prohibir los móviles. Hay que vallar todo el campo.

Una escuela que fracasa no parece una institución justa…

Aparece pues una doble verdad, la de los exámenes y la escuela, por contraposición a la de la vida, y la calle. En la primera, docentes y manuales; en la segunda, iguales e internet, y, afortunadamente, cierta divergencia docente imposible de cuantificar. La inexistencia de fuentes curriculares alternativas al monopolio de la interpretación del currículo por las editoriales no solo no resuelve el problema, sino que amplifica sus consecuencias. Ni siquiera el uso de las TIC en estos dos últimos cursos, debido a las demandas de estas por razón sanitaria, han traído consigo recursos diversos y distintos conectados con la realidad social de cada comunidad educativa. Salvo excepciones, se ha traslado el aula presencial al aula digital. Se mantiene el problema de fondo de la escuela española: un currículo despiadado, unas ratios imposibles, una escuela infradotada y un profesorado con un déficit de formación importante en el uso de las TIC en su ámbito curricular y sin acceso a materiales diversos y plurales conectados con los problemas de su comunidad.

La escuela es, primero, comunidad moral y, después, un consistorio de gremios de especialistas.

El resultado, es que una escuela que fracasa no parece una institución justa. Ni siquiera eficaz, si nos atenemos a los datos: a los quince años, treinta de cada 100 estudiantes han repetido curso, y 17 personas de cada 100 comprendidas entre los 18 y 24 años han abandonado la educación sin haber completado estudios de enseñanza secundaria obligatoria. Del alumnado matriculado en Bachillerato, solo el 56,4% culmina sus estudios en tiempo y cabe concluir que, de cada 100 estudiantes, 50 no terminan sus estudios en tiempo y forma.

La educación se construye sobre valores. Y educar, en su significado primigenio, es acción moral y política. Esto es mostrar el mundo como posibilidad (Emilio Lledó). La escuela es, primero, comunidad moral y, después, un consistorio de gremios de especialistas. Uno de los grandes problemas de la escuela del siglo XXI es la brecha creciente entre lo que se le demanda y lo que esta puede y debe ofrecer. A su vez se ha instalado en parte del profesorado y de forma creciente, la negación de la política. Es decir, una parte creciente del profesorado se abona al currículo oculto, reniega de la explicación de los valores que guía su praxis educativa, demandando una escuela protocolizada a través de los manuales y los exámenes. Vuelta a la uniformidad como criterio de igualdad y de valor.

¿Pero qué valores? Mientras tanto, reaparece el monstruo aquí al lado, -que nunca ha desaparecido, simplemente le mandamos a la periferia de nuestra atención-, vía invasión de Ucrania por parte de Rusia. El Leviatán pone Europa patas arriba y todos los miedos de los años setenta reaparecen. Hemos olvidado -en realidad nunca aprendimos- que hace treinta años hubo una serie de guerras en un país que se llamó Yugoslavia con 20.000 civiles muertos y 2,7 millones los desplazados, sin mencionar los miles de millones de dólares en perdidas económicas.

El Leviatán existe y no es creatura de ningún dios, ni fenómeno natural. Es la maldad, y sus manifestaciones en forma de guerra, terrorismo, crimen organizado, violencia intraindividual, pobreza estructural, racismo, y cualesquiera de las formas que adquiere el supremacismo y la forma de tratar al medio ambiente y a los seres que lo conforman; son fenómenos sociales, que aprendemos y heredamos en nuestro entorno familiar, clan, tribu, pueblo, ciudad, nación, etc., es parte de nuestra cultura.

No cabe predicar, de cualquiera de los imaginarios posibles de la maldad, determinación ni naturaleza alguna. No nacemos egoístas ni determinados a hacer el mal; y puestos a especular, posiblemente haya más probabilidades de empatizar en las relaciones con los otros, de propiciar comportamientos altruistas, que sus contrarios, aunque solo sea por la precariedad de nuestra naturaleza, e incapacidad consiguiente para sobrevivir sin la ayuda y la empatía de la sociedad en que nacemos.

Esos monstruos son nuestras “creaturas”. Los conocemos perfectamente. Sabemos de sus causas. Los hemos sufrido y a veces los hemos domeñado. No cabe responsabilizar del mal, a ninguna criatura que no sea humana, tampoco al error, ni a la falta de conocimiento. Sabemos de sus mascaras, de como piensa y actúa ora como sujetos individuales, ora como sujetos colectivos. Sabemos de su alternativa. La explicación de la maldad es posible, así como también su previsión; y, si hay buena voluntad, cabe evitarla, o al menos podríamos mitigar sus consecuencias. Por eso debe entrar en las aulas.

La banalidad del mal (Hanna Arendt) tiene su reverso en la indiferencia ante el bien, la solidaridad, y la necesidad de mitigar el sufrimiento de los demás.

No cabe reducir el mal colectivo, la socialización del sufrimiento, a explicaciones de comportamiento patológico individual. Stalin, Hitler, Franco, Mussolini, Mao, no estaban locos, y parece que tampoco lo esté Putin. Diseñaron y desarrollaron proyectos sociales malvados, supremacistas, incompatibles con la coexistencia de personas de distinto origen cultural, orientación sexual, salud, o creencia religiosa y política. Pero esa tarea, nunca lo es de una sola persona. Y en esa faena, encontraron millones de colaboradores, algunos entusiastas, y otros, los más, indiferentes, personas banales, que siguen la corriente. La banalidad del mal (Hanna Arendt) tiene su reverso en la indiferencia ante el bien, la solidaridad, y la necesidad de mitigar el sufrimiento de los demás.

Para explicar algunos de los peligros de esa indiferencia en nuestro país, tal vez convenga recordar lo sucedido con el partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP). El Partido Nazi, en las elecciones de 1928 recogió 810.127 papeletas, un 2,63% de los votos, y 12 escaños, -de hecho, perdió dos escaños- de un total de 491 del Reichstag. Cinco años más tarde, en 1933 en un ambiente de violencia, intimidación, mentiras y actos terroristas como el incendio del Reichstag, el Partido Nazi fue la primera fuerza política con el 43.91%, y 17.277.180 votos, 288 de los 647 escaños. Lo que siguió es historia publicada, pero cabe preguntarse si conocida, si estudiada en nuestras escuelas. Pensemos simplemente en las reacciones ante la cuestión de la memoria ante los leviatanes españoles recientes, la Guerra Civil, el régimen franquista, y el terrorismo de ETA.

Vivimos rodeados de guerra y conflicto: Ucrania, Etiopía, Siria, Egipto (Sinaí); Libia, Yemen, Afganistán, Myanmar, Armenia-Azerbaijan, Palestina, Yihadismo en África, narcotráfico y esclavismo a nivel planetario, deterioro medioambiental y crisis climática planetaria, y un largo etcétera que se repite. Avanza el populismo, los nacionalismos, y el supremacismo en la UE, RU, Brasil y los EE. UU. de Norteamérica. Se incrementa la pobreza estructural en el mundo y avanza en los países desarrollados. El patriarcado expande sus tentáculos en un mundo sin freno. En España “El porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social (tasa AROPE) aumentó al 26,4%, desde el 25,3% de 2019. El 7,0% de la población se encontraba en situación de carencia material severa, frente al 4,7% del año anterior” (INE, 2021).

La invasión de Rusia en Ucrania nos ha sacado del ensueño, pero ello no anula los dos principios que nos guían. Uno, otro mundo es posible; y dos, se requiere de la buena voluntad y esta de la democracia, pues hay modos distintos de pensar y construir la realidad e imaginar soluciones a los problemas de la coexistencia entre los sujetos humanos y resto de los seres que habitan el planeta en cualesquiera de las formas en que se manifiesta la vida. Necesitamos pensarlo y realizarlo. Y la educación es parte de la solución. Es la clave de una construcción cultural centrada en el desarrollo del derecho humano a la paz donde quepa “leer la calle” desde las aportaciones que conforman el conocimiento crítico, en palabras de Jaume Martínez Bonafé.

No se nos escapa que todo ello requiere de recursos y la colaboración necesaria, que no suficiente, de las Administraciones educativas, para que corra el aire …

La experiencia demuestra que el desarrollo del currículo no provendrá solo de las administraciones educativas. Se requiere que la sociedad civil -en este sentido el proyecto de Centro de Desarrollo Curricular podría ser un instrumento interesante- haga suya esa tarea en estrecha colaboración con el profesorado propiciando la elaboración de materiales para explicar las guerras y demás eventos que por razón de actualidad quedan fuera de los desarrollos más normalizados de los contenidos. En materia de evaluación del currículo, se trataría de mostrar todas las formas que adquiere el currículo, leer la calle, dar respuestas prontas ante las demandas de la escuela, conforme a las peticiones de esta. Necesariamente se habrá de partir de un acuerdo de mínimos, dada la diversidad de intereses y la falta de experiencia compartida entre protagonistas natos, y necesarios, sindicatos docentes, asociaciones de padres y madres, y del tercer sector que trabajan en educación, los movimientos de renovación pedagógica, lo que de ellos quede, y las universidades.

Una labor de esta índole garantizará la participación del profesorado, y de las familias cuando sea pertinente. Asimismo, podría servir de referencia a las administraciones educativas en todo lo referente a la evaluación del currículo y su desarrollo. No se nos escapa que todo ello requiere de recursos y la colaboración necesaria, que no suficiente, de las Administraciones educativas, para que corra el aire.

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España: Otra escuela infantil que cierra por las exigencias de la educación gratuita. “Son inviables, van a acabar con todas”

La Escuela Infantil Wattenberg, en Valladolid y con más de 30 años de historia, se ve obligada a cerrar ante las reformas en las aulas que Educación obliga a hacer para adherirse a la gratuidad en Infantil, una situación que ha puesto en la cuerda floja a muchas guarderías de la Comunidad.

“No va a quedar ni una, van a acabar con todas”. Este es el pensamiento de las escuelas infantiles privadas de Castilla y León que ven cómo la educación gratuita puesta en marcha desde el curso pasado por la Junta está provocando el cierre masivo de guarderías por no cumplir con los requisitos exigidos desde la administración autonómica. La última que se ha sabido que cierra sus puertas es la Escuela Infantil Wattenberg situada en la plaza Federico Wattenberg, un idílico lugar de Valladolid, donde crecen y educan a niños y niñas entre 0 y 3 años desde hace más de tres décadas.

Este cierre se suma al que hemos conocido esta semana en el Barrio San Pedro Regalado ante la falta de alumnos, pero en este caso el cierre es por otra circunstancia diferente, las reformas internas a las que la Consejería de Educación les obliga, ya que hacen muy complicada su continuidad. Y es que según la normativa, ahora es necesario que el patio exterior (que también es obligatorio y por el que muchas guarderías también están teniendo problemas de supervivencia) se comunique con un pasillo principal. En este caso, en la Escuela Infantil Wattenberg para salir al patio hay que pasar por un aula. Pues bien, según Educación tienen que hacer reforma y ‘comer’ espacio al aula, pero claro, si esto ocurre incumplirán con la normativa de metros cuadrados obligatorios para las clases. “Si no es por una cosa será por otra, está claro que quieren ir contra los centros privados”, lamenta Cecilia de la Red, propietaria del centro que abre las puertas a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y Leónpara denunciar una situación que considera “injusta”

Además, el realizar esta obra, que sería muy costosa y se alargaría en el tiempo, tampoco garantiza tener luz verde ya que la escuela se encuentra en casco histórico de la ciudad por lo cual habría que tener mucho cuidado con las paredes y tabiques que se reforman y en un plazo de mes y medio. Por ejemplo, la fachada es intocable en una plaza que tiene como testigo al Museo Nacional de Escultura. “Son demasiadas piedras en el camino las que nos están poniendo”, lamenta Cristina Vega, directora y tutura de la clase de 2 a 3 años.

Rabia, tristeza e impotencia es la sensación que tiene la plantilla del centro infantil formado por la dueña y tres trabajadoras que a partir del próximo mes de agosto se ven abocadas al paro después de casi 25 años trabajando en el centro. La noticia también ha sido “un mazazo” para los padres que llevan mucho tiempo confiando en esta guardería con más de tres décadas de dando una formación “cercana y de calidad” a los niños y niñas. En estos momentos son más de 30 los que cada mañana aprenden y juegan en las aulas y que a partir del próximo curso tendrán que buscarse a otro lugar.

Cecilia de la Red también critica que el pasado año cuando ya llegaron inspectores de Educación para formar parte de la gratuidad de 2-3 años no les pusieron este impedimento. Al contrario, todo fueron alabanzas y felicitaciones, “en especial por el patio y por las buenas instalaciones que tenemos”, recuerda. Ahora, un curso después, y con los trámites de matrículas ya en marcha, han llegado con esta reforma interna de la estructura con la que nadie contaba. “Nos quedamos en shock cuando conocimos que nos imponían también esta medida”, asegura De la Red.

La Escuela Infantil Wattenberg ve muy oscuro el futuro. Su única opción es no adherirse a la gratuidad de la Junta de Castilla y León, no recibir la subvención, y seguir con las mismas instalaciones. Aunque en este caso, la propietaria tiene claro que “la viabilidad es imposible” al tener que competir con centros cercanos que sí tienen esta gratuidad. “Podemos aguantar un año, pero es muy complicado luchar con otros centros que sí tienen la educación gratuita. Estamos condenados a desaparecer porque luchamos contra una competencia desleal”, lamenta casi entre lágrimas, al recordar que son los colegios los grandes beneficiados de esta implantación de la gratuidad para menores de tres años.

Tres personas sin trabajo

Y es que detrás de este cierre hay muchas horas de esfuerzo, de sacrificio y de ilusión para poner en marcha una guardería que se ha convertido El equipo educativo está formado por profesionales cualificadas con titulación oficial y comprometidas con su labor pedagógica. Cristina Vega se queda sin palabras para decir lo que siente. “Qué te voy a decir, si llevo más de 20 años aquí, si estos niños lo son todo para mí. A los padres no sé ni qué decirles. Ahora tendremos que echar currículums y comenzar de nuevo”, se sincera.

En este caso ha sido por la falta de un pasillo que comunique con el patio, en otros precisamente por no contar con ese espacio exterior, en otros obligan a una cantidad mínima de metros cuadrados, contratación de profesionales…unas exigencias que están provocando cierres y más cierres de escuelas privadas. Algo que contrasta con el mensaje lanzado hace unos meses por la Consejería de Educación, Rocío Lucas, cuando anunció que habría “flexibilidad” para los centros que ofrezcan gratuidad de 1 a 2 años. “Son las mismas normas que para las aulas gratuitas de dos y tres años, por lo que flexibilizaremos la norma para que en los próximos cursos puedan participar en la participación de subvenciones para hacerlo gratuito», zanjó Lucas el pasado mes de febrero.

Sin embargo, como denuncian desde estos centros es algo que no es cierto. “Nos están poniendo muchas trabas, por lo menos a las guarderías”. Según los datos de la Junta, las familias de Castilla y León ahorran unos 2.000 euros por alumno y año, según la estimación de la Junta. Sin embargo, en el otro lado de la balanza se encuentra todo un sector que reconoce que está “en peligro de desaparición” como afirman desde la Agrupación de Escuelas Privadas de Castilla y León (Aecip) que ya el pasado curso advirtió de que esto podría ocurrir.

https://www.elespanol.com/castilla-y-leon/cultura/educacion-y-universidad/20230322/escuela-infantil-cierra-exigencias-educacion-gratuita-inviables/750175206_0.html

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