La guerra que se está librando en Ucrania ha supuesto un duro golpe para el continente europeo. La proximidad del conflicto y la gran cantidad de información disponible, está provocando que sea uno de los temas habituales de conversación cada día, incluido en las aulas de los centros educativos, donde poco a poco se empiezan a ver caras de niños ucranianos que han tenido que dejar su país por culpa del conflicto.
Segú ACNUR, se estima que ya son más de dos millones y medio de ucranianos los que han abandonado su país. En nuestro país, se estima que viven más de 112.000 ciudadanos ucranianos, por lo que el conflicto también nos golpea muy de cerca, ya no solo a los adultos, sino también a los niños.
Un conflicto ampliamente cubierto a través de los medios de comunicación, pero también a través de las redes sociales, donde las desinformaciones y los bulos campan a sus anchas. Precisamente por ello, en los centros educativos ha surgido la necesidad de redoblar esfuerzos para resolver las dudas y preguntas que pueden surgir entre los más jóvenes.
“La mayoría de los niños en nuestras aulas han oído hablar de que hay una guerra en Ucrania. Saben que algo grave está pasando, y además de escucharlo en conversaciones y noticias, muchos de ellos tienen acceso a internet y redes sociales, y pueden estar recibiendo informaciones sin el filtro adecuado a su nivel de madurez”, señala Ana Herrero, Coordinadora de los departamentos de Orientación del grupo Brains International Schools.
Educar en valores y la resolución de conflictos
La labor del profesorado pasa no solo por resolver las dudas que puedan surgir entre los alumnos, sino por dotarles de confianza y seguridad en el proceso de comprensión de esta guerra, para evitar que surjan el miedo y la ansiedad ante el conflicto. Una tarea en la que es necesario:
Preguntarles qué saben, qué han oído sobre este conflicto y ayudarles a expresar qué sienten. La expresión emocional es una incorporación relativamente reciente a las aulas, pero su importancia es cada vez mayor. Un bloqueo emocional conlleva a un bloqueo intelectual, por lo que es importante guiar y acompañar a los estudiantes en el proceso de expresión de sus emociones, como una labor de autoconocimiento, pero, sobre todo, como una vía hacia la empatía con los demás.
Ayudarles a diferenciar entre los ciudadanos y sus gobernantes. La deshumanización y estereotipación son dos de las primeras consecuencias de un conflicto bélico. Los alumnos han de ser conscientes de cuál es el papel de la ciudadanía en una guerra, generalmente víctima directa del conflicto en ambos bandos, y cuál puede ser nuestro papel activo como ciudadanos en la preservación de la paz y la democracia.
Detectar las fake news y fomentar el pensamiento crítico. Los alumnos más mayores, en muchos casos con acceso directo a fuentes de información y redes sociales, han de ser capaces de discernir si la información que reciben son bulos o propaganda. La verificación de fuentes oficiales y el acceso a medios de comunicación contrastados son dos de las herramientas que se han de inculcar entre los estudiantes. Además, el profesorado puede, a través de preguntas, desarrollar este modelo de pensamiento crítico, que les ayude a valorar la información relevante, y poder alcanzar sus propias conclusiones de forma autónoma e independiente.
Recalcar la Educación en Valores. Brains, como colegio internacional, apuesta por la riqueza que aporta conocer otras culturas, la mentalidad abierta, la tolerancia y la solidaridad. Estos valores, transversales al método educativo Brains, deben reforzarse en ocasiones como esta, como la única vía para la formación de los ciudadanos del futuro y la creación de sociedades más justas y pacíficas.
Valorar la resolución pacífica de conflictos. Es necesario poner en valor competencias como la escucha activa, la comprensión desde la perspectiva del otro, la negociación, la asertividad, buscando siempre soluciones respetuosas, tal y como trabajan en el colegio sus propios conflictos.
Poner en marcha propuestas de acción social y solidaria con los refugiados y víctimas del conflicto. Fomentar la solidaridad y tener un rol activo en catástrofes humanitarias como las que producen las guerras es posible. Porque toda ayuda, por pequeña que sea, puede marcar la diferencia en situaciones de conflicto. Además de recogidas de ropa, alimentos y abrigo, la llegada de refugiados a nuestro país requerirá de labores de asistencia y acompañamiento, que además de inestimable ayuda para los afectados, son una valiosa lección para los más pequeños.
“No podemos dejarles en la incertidumbre o el silencio, que puede producir más ansiedad o miedo. Pero es necesario que hagamos un ejercicio de serenidad y de calma, para poder tratar este tema tan doloroso con un tono tranquilizador, fomentando la reflexión, la expresión de sus dudas y sentimientos, y siendo sinceros cuando no sepamos dar respuesta. No podemos mentirles, aunque es conveniente evitar darles excesiva información o sobreexposición al tema”, concluye Ana Herrero.
Ucrania. Conferencia telefónica entre el Papa Francisco y el patriarca ruso Kirill para alentar el proceso de negociación en curso
“La importancia excepcional del proceso de negociación en curso” y “la esperanza de alcanzar rápidamente una paz justa” fueron subrayadas en la conferencia telefónica entre el Papa Francisco y el Patriarca Kirill de Moscú y toda Rusia. Así lo anunció una declaración oficial del Patriarcado de Moscú publicada en ruso a las 17:28 (hora de Moscú). En el encuentro, la Iglesia católica estuvo representada por el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y por el p. Jaromir Zadrapa, miembro del mismo Consejo. Por la Iglesia Ortodoxa Rusa estuvieron presentes: el presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Externas (DECR), Metropolita Hilarion de Volokolamsk, y un miembro de la secretaría de DECR para las relaciones intercristianas, I. Nikolayev.
El patriarca “saludó cordialmente al primado de la Iglesia Católica Romana, expresando su satisfacción por la posibilidad de organizar una entrevista”, indica el patriarcado, que no dice “Su Santidad” el Papa. Además, la misma fuente indica que “se llevó a cabo una discusión detallada sobre la situación en territorio ucraniano. Se prestó especial atención a los aspectos humanitarios de la crisis actual y a las acciones de la Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Católica Romana para superar sus consecuencias”.
“Las partes subrayaron la importancia excepcional del proceso de negociación en curso, expresando su esperanza de alcanzar rápidamente una paz justa”, se lee en la nota. El Papa Francisco y el Patriarca Kirill “también discutieron algunos temas actuales de la cooperación bilateral”, concluye el Patriarcado.
Fuente de la Información: https://www.farodiroma.it/ucrania-conferencia-telefonica-entre-el-papa-francisco-y-el-patriarca-ruso-kirill-para-alentar-el-proceso-de-negociacion-en-curso/
In answer to my friends on the left who are holding the US as primarily responsible for the invasion of Ukraine, I would respond as follows: Yes, we need to concede that the US broke agreements made with Russia after the Cold War, after German reunification and the collapse of the Soviet Union – a nation that is the guardian of the memory of the worst assault on any nation in human history, which saw the Nazis take the lives of millions of Russians (Ukrainians and Belarusians were the two nations most affected in terms of casualties for both civilian and military populations).
. The US did expand NATO up to the borders of Russia when, in fact, there was no longer any need for NATO to exist after the breakup of the Soviet Union. But arms manufacturers saw massive profits in making former Soviet Bloc countries upgraded militarily to NATO standards (thanks to the generosity of loans provided by US arms manufacturers), and they needed an enemy in order to do so, and we know the outcome of that story which goes by the name ‘Cold War.’ And look at the stock market right now – arms manufacturers are making profits heads over heels while Ukrainian civilians are literally flying head over heels as targets of Russian artillery fire. We can bring up the 1994 Budapest Memorandum and the like. Or bring up the argument about spheres of interest. Yes, we know that an integration of neighboring countries into U.S.-led military partnerships – bringing NATO to the doorstep of Russia – has helped fuel the crisis. And we can understand the security threat that the US-backed NATO alliance poses to countries bordering Russia, especially when Ukraine is also increasing its commercial ties with the European Union. Yes, we can be critical of the post-Maidan regime – since 2014, the US has been governing Ukraine in a de facto sense, and we know about the nationalist radicalization and the presence of neo-Nazis in Kyiv, the Azov Battalion, for instance – but let’s remember that they are not supported politically by the majority of the Ukrainian people. They have been integrated into the National Guard. We cannot support Nazi ideology anywhere, and one can certainly find it in the United States without looking any further than the increase in far-right militia movements throughout the United States. But it is important to remember that there is more political support for the far-right in Germany and France than in Ukraine. All this we know. Yes, we all remember the warning by George Kennan, the architect of the United States Cold War Policy designed to contain the Soviet Union, a warning seared into our memory, that expanding NATO would be a “fateful error” that would surely “inflame nationalistic, anti-western and militaristic tendencies in Russian opinion” and would certainly imperil east-west relations.
But, at the same time, we must denounce Putin’s imperialist invasion of Ukraine as illegal and barbaric, even if this means siding with the US and NATO. Putin chose war. This is Putin’s war. We remember what Putin did to Grozny in 1999-2000, completely destroying the city. Is Ukraine part of a Grozny option? Will Kyiv become another Dresden flattened to rubble? In denouncing Russia’s invasion, we need not be a supporter of NATO or the imperialist history of the US. The US has little moral credibility left, certainly after the fiascos of Vietnam, Afghanistan and Iraq. And let’s not forget the Cuban missile crisis. And the more recent NATO missile base that exists in Poland (Aegis SM-3 Block IB missiles for Poland are already on-site, only a hundred miles from Russian territory and 800 miles from Moscow). But let’s be clear, Russia clearly needs to pull back its troops. Leave Ukraine. Demilitarize Donbas and Russian border areas. Ukraine needs to be designated a neutral country, and the US must acknowledge this. Give it a status similar to Finland. Some version of the Minsk Accords. The US must not ‘play’ this war in a way that seeks only advantages for itself, its arms manufacturers, its possible electoral advantages, searching for strategic geopolitical advantages; too many lives are at stake. We are at a turning point that cannot countenance invasions like the Kremlin assault on Ukraine and expect to survive as a human race since, as Marx warned, we will be forging our own chains. We must support working-class, trade unionist, and socialist resistance to this unholy attack on Ukraine while remaining critical of the bourgeois aspects of the current Ukraine regime. But our first demand is that Russian troops leave Ukraine immediately and cease to fabricate hollow and shameless pretexts that Ukraine is overpopulated by Nazis and have made preparations to commit genocidal acts on Russians living in Donbas. Russia’s propaganda industry, as strong as it is, has failed in this instance, and only looks foolish.
But, at the same time, we need to understand why this war broke out. Understanding the war does not mean we are justifying this war. We are watching if not the first TikTok war, or the first war that is being viewed overwhelmingly through social media, in Twitterspace and Facebook, then at the very least a military conflagration that constitutes the first major Internet war where the power of social media is being felt to a greater extent than in all previous wars, in terms of scale, scope, evolution and the quality of the virtual experiences fed to the public. It is being brought to the world through live streaming, high-quality video, tweets and retweets and massive online platforms. More people are using the Internet than ever before, and there is a growing popularity of non-news sources and thus potentially more narrative control by the victims (Cuciu, 2022). We do have the issue of information being manipulated photoshopped, and that is and will be a persistent problem. Listening to many news reports that have decried the bloody violence inflicted by the Russian military in Ukraine reveals a disturbing trend: there appears to be a flagrant ethnocentricity and racism at work. Some pundits appear to be upset with the Russian attack on Ukraine mainly because (as they shockingly proclaim) it’s a war between prosperous middle-class people, between peoples that you would never find in Third World populations in Latin America or Africa, between ‘civilized’ people, people who ‘look like us’ – fashionable victims, unlike those unfashionable victims being bombed in, say, Yemen. If they were reporting on a war between tribal factions in Africa, they would not be nearly as emotionally invested. Those are the pundits whose demands for NATO to impose a no-fly zone are the loudest. But a physical engagement between Russia and NATO would be guaranteed to bring about mutually assured destruction.
Social media accounts of the war raise our emotions to a fever pitch. But we cannot lose our capacity for sound, rational judgement. And that means that those of us in the West must continue to challenge the imperialist playbook of NATO, as we continue to challenge Putin. And we must challenge the insanity playing out in the margins of the culture wars by Trump’s QAnon followers making the claim that Trump and Putin are working together to destroy the infrastructure of Ukraine because their actual goal is to destroy a bioweapons lab set up there by Dr Anthony Fauci. What about religious messianism playing out behind the scenes in this conflict? Russian President Vladimir Putin proclaimed that Ukraine ‘is an inalienable part of our own history, culture, and spiritual space.’ Since Putin has used the ‘defence of Orthodoxy’ argument to justify Russia’s invasion of Ukraine, we need to inquire as to the religious implications that stem from this ecclesiastical nationalism – ‘the Church tethered to the nation (autocephaly)’ – in this case, from Russia and Ukraine sharing the same Christian origins, that of the baptism of Prince Vladimir in 988 (De Gaulmyn, 2022). According to Isabelle de Gaulmyn, this “is a story that Vladimir Putin used in a speech tinged with Christian messianism. The Russian president’s spiritual confidant, Metropolitan Tikhon of Pskov and Porkhov, advocates for the unity of the peoples born of the baptism of Rus’ against a “decadent” West. This fits with the political views of many in Russian Orthodoxy.” However, Isabelle de Gaulmyn (2022) writes that the Ukrainian Orthodox Church of the Moscow Patriarch (UOC-MP), which opposes the invasion of Ukraine, is beginning to distance itself from Patriarch Kirill (Kirill is a Russian Orthodox bishop who became Patriarch of Moscow and all Rus’ and Primate of the Russian Orthodox Church on 1 February 2009). She notes that “[t]he patriarch has nothing to gain by encouraging the bombardment of Kyiv and its spiritual heritage, such as the Monastery of the Caves, where all the Russian saints have passed.” Pope Francis, the first-ever Roman pope to meet the Patriarch of Moscow, is sending a message through his diplomacy that by supporting Putin, The Russian Orthodox Church will lose not only Ukraine “but every bit of its influence in the Christian world.” Russian Orthodox priest and theologian Cyril Hovorun says his Church is too entangled with Vladimir Putin and is drifting towards fascism (Corre, 2022). Hovorun paints a picture of Russian orthodoxy that curdles the blood. Patriarch Kirill sees himself in a messianic light as a redeemer of Russia and is obsessed with the idea of a Manichean world consisting of a benevolent Russian civilization under siege by the ontologically evil West, which is complimented by the neo-imperialism of Putin. Hovorun asserts that the war in Ukraine “is being waged in the name of a special mission of religious unification, of protection of a kind of ‘holy land’ against the West – against the Western countries considered heretical, bad and liars, because they are Catholic or Protestant. It is first of all a logic of expansion of the ‘Orthodox civilization’” (Corre, 2022). It is a logic of expansion that knows no borders because its imperialist expansion is designed to bring Russian civilization to a corrupt Western world. Americans should recognize this logic because it has played an enormous role in its own Manifest Destiny narrative that has resulted in so much bloodshed in the name of defending and advancing American civilization against ‘barbarian hordes’. But US imperialism is not the only imperialism. Hovorun reports a sermon by Patriarch Kirill who stridently asserts “that the war in Ukraine is made necessary by the ‘genocide’ that would be perpetrated in the Donbass by Ukrainians against those who refuse Gay Pride” (Corre, 2022). Is hosting a Gay Pride parade now the litmus test for civilization? Is it the defining characteristic of what separates good from evil? The notion that a Gay Parade has become an excuse for invading countries and slaughtering innocents must be met with the most severe denunciation. But will denouncing Putin’s favorite Patriarch make any difference? Especially when the mass media are treating the invasion as a spectacle, with little room, it seems, for rational maneuvering in the theatre of dialogue and peace-making. Donald Trump, known for his great admiration for authoritarian leaders, was impeached for threatening to hold military aid from Zelensky unless he provided damaging information on Hunter Biden, the son of Joe Biden. And now Trump is taking credit for arming Ukraine with advanced American weaponry such as the FGM-148 Javelin (AAWS-M) is an American-made portable anti-tank missile.
At the beginning of the invasion Trump described Zelensky as a “genius” and “savvy” and then he changed his tune and condemned the invasion. While President, Trump attacked NATO, and now he is spinning the past and claiming he attacked NATO only to make it stronger. Congresswoman Marjorie Taylor Greene and Tucker Carlson of Fox News are spewing disinformation about the war, bending the truth in ways that favor Putin while both Republicans and Democrats are fighting over ways to use sanctions that will inflict the most pain on Russia. The media is playing the war like a farcical plot from a television soap opera.
This much is clear: Russia must pay for its criminal invasion. We must use every means available to support Ukraine, while at the same time trying to save the planet from nuclear devastation. This is a complex and difficult challenge, especially when we see babies that have been cut to ribbons by Russian missiles. We must denounce toxic forms of nationalism and imperialist intervention, while continuing to search for a socialist and humanist alternative to capitalist value production. Trump must be de-pedestalized and Russia must be de-Putinized. The people of Ukraine are fighting with an unflinching determination. We must try every means to combat the Russian imperialist aggression against Ukraine. We must hold all imperialist regimes accountable for their crimes the world over. That is why socialist internationalism is so important, especially at this inflection point in history. Russian or Western intervention must not be tolerated. Ukraine must be free to determine its own future. That means thatonlyUkraine and Russia must create the final framework for a negotiated settlement. Correspondingly, the United States needs to support a settlement that meaningfully preserves Ukraine’s sovereignty and the US must give up its dream of a U.S.-run Atlanticist framework for Europe.
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We must provide shelter and support for the refugees who have escaped this imperialist war that was initiated by the Kremlin. Putin must be placed in the dock for war crimes. And Putin’s bloody regime must be overthrown. All imperialist regimes must be consigned to the dustbin of history.
References
Corre, Mikael. (2022). «Orthodox theology must be de-Putinized,» says leading Church scholar. Interview with Cyril Hovorun. La Croix International. March 11.
La Unión Europea hiere de muerte a la libertad de prensa
OLLANTAY ITZAMNA
Unión Europea, dentro de las medidas contra Rusia, prohibe la emisión de RT y Sputnik
muy a pesar que la humanidad, en especial Europa, padece déficit informativo sobre lo que ocurre en Ucrania, y ante la inclemente hegemonía mediática made in USA, la Unión Europea (UE) acaba de prohibir la emisión de los medios informativos rusos como RT y Sputnik en el territorio europeo. Esta decisión es una constatación de un total retroceso en los avances del derecho a la información que asiste a la humanidad.
Ante la intervención militar de Rusia para finalizar la violencia descomunal desatada por el gobierno de Ucrania sobre las poblaciones rusohablantes en dicho país, la humanidad comenzó a prestarle atención a lo que ocurría y ocurre en aquel “desconocido” rincón del mundo, aunque siempre con limitadas fuentes de información o con alta dosis de infotoxicidad al respecto.
Para los pueblos de Abya Yala, los mundos de Asia y Medio Oriente, entre otros, son mundos desconocidos, no sólo por los idiomas diferentes, sino porque para las corporaciones mediáticas que tienen hegemonía en nuestra región simplemente no les interesa mostrarnos dichas realidades.
¿Cuántos de nosotros sabíamos que en la región de Donbass, por ejemplo, poblaciones completas estaban siendo exterminadas por el régimen de Kiev únicamente por ser rusófonas? ¿Cuántos de nosotros sabíamos que a los habitantes de Crimea el régimen de Kiev, desde hace ya 8 años, les secuestró y cerró el acceso al agua dulce? ¿Sabíamos que el conflicto de Ucrania era un negocio seguro para que EEUU termine vendiendo gas natural a Europa, evitando a los rusos como proveedores?
Medios de información masiva como RT y Sputnik, desde los mundo rusos, alivian en buena medida aquel “silencio” mediático y nos ayudan a ver y formarnos una opinión equilibrada sobre lo que ocurre en esa y otras partes del mundo.
Pero, muy a pesar que la humanidad, en especial Europa, padece déficit informativo sobre lo que ocurre en Ucrania, y ante la inclemente hegemonía mediática made in USA, la Unión Europea (UE) acaba de prohibir la emisión de los medios informativos rusos como RT y Sputnik en el territorio europeo. Esta decisión es una constatación de un total retroceso en los avances del derecho a la información que asiste a la humanidad.
Es explicable que la UE-EEUU/OTAN tomen medidas en contra del gobierno ruso por el conflicto en Ucrania. Pero, restringir a la población su derecho a la información diversa es injustificable y deplorable desde todo punto de vista. Con esta medida no “atacan al gobierno ruso”, agreden a toda la humanidad que creemos y apostamos por la democracia integral e informada.
Quienes conocemos el modus operandi del régimen hegemónico, y sobre todo lo tendencioso que son sus medios de desinformación, no estamos dispuestos a renunciar a nuestro derecho a la información establecido en normas internas e internacionales. Sabemos lo que hicieron en Bolivia, Argentina, Honduras… (por mencionar algunos países donde gobiernos defactos prohibieron la señal de TeleSur para aporrear y masacrar a los pueblos ante la complicidad silente de CNN y las corporaciones mediáticas de las industrias armamentistas) En Ucrania hacen lo mismo. Y, si la UE avanza en la dirección en la que va, más temprano que tarde terminará engendrando a su nuevo Hitler, antisujeto del derecho a la información.
Los pueblos originarios de Abya Yala, sobrevivientes a los genocidios recientes y de antaño, sabemos lo que significa el “silenciamiento de los medios de información”. Los genocidas clausuran o prohíben a los “incómodos” medios con la finalidad de ejecutar delitos de lesa humanidad en la oscuridad, sin cámaras, ni micrófonos.
Fuente de la Información: https://ollantayitzamna.com/2022/02/28/la-union-europea-hiere-de-muerte-a-la-libertad-de-prensa/
La guerra en Ucrania representa una amenaza inmediata para los niños
La guerra en Ucrania plantea una amenaza inmediata y creciente para la vida y el bienestar de los 7,5 millones de niños del país. Las necesidades humanitarias se multiplican cada hora a medida que se intensifican los combates. Los niños han sido asesinados. Los niños han resultado heridos. Para el 10 de marzo, más de dos millones de refugiados habían cruzado las fronteras occidentales de Ucrania hacia Europa mientras las familias buscaban desesperadamente seguridad y protección.
Los últimos ocho años de conflicto en Ucrania ya han causado daños profundos y duraderos a los niños. Ahora, la amenaza inmediata y muy real para los niños de Ucrania ha crecido. Hogares, escuelas, orfanatos y hospitales han sido atacados. La infraestructura civil, como las instalaciones de agua y saneamiento, se ha visto afectada, dejando a millones sin acceso a agua potable. UNICEF está trabajando con aliados para proporcionar suministros humanitarios vitales y para llegar a los niños y familias vulnerables con servicios esenciales, que incluyen salud, educación, protección, agua y saneamiento.
Cómo ayudar al trabajo de UNICEF con los niños en Ucrania
URGENT APPEAL – 7.5 MILLION CHILDREN IN UKRAINE ARE IN DANGER. WE NEED YOUR SUPPORT.
Fuente de la Información: https://www.unicef.org/emergencies/war-ukraine-pose-immediate-threat-children
La guerra en Ucrania ha paralizado las acogidas temporales en España de los menores afectados por la catástrofe de Chernóbil, que ya habían disminuido debido a la pandemia de coronavirus.
La ONU eleva a dos millones los refugiados que huyen de la guerra en Ucrania. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calcula que el conflicto podría causar un éxodo de hasta cuatro millones de ucranianos, cerca del 10% de la población del país.
Muchos de los refugiados son niños y niñas procedentes de las zonas afectadas por el accidente de Chernóbil de 1986, que participaban en programas de acogida en España, suspendidos por la guerra y la situación de emergencia en el país.
La explosión de Chernóbil provocó la evacuación de 135.000 personas y la nube radioactiva, arrastrada por el viento, contaminó zonas de Bielorrusia, Ucrania, Rusia, partes de Asia y Europa. Cinco millones de personas viven en zonas afectadas por la radiación, unas 100.000 habitan en zonas clasificadas por las autoridades como de “alto riesgo”, según informa la OMS.
Han pasado ya casi 36 años desde aquel día y las consecuencias del conocido como accidente de Chernóbil siguen estando muy presentes en las zonas afectadas: el nivel de oncología infantil en Bielorrusia es un 300% superior al resto de Europa y un tercio de la población sufre patologías relacionadas con la tiroides.
Con el fin de mejorar la salud y mostrar a los más pequeños que existen posibilidades más allá de las que les ofrece su forma de vida actual, nacen organismos como la Federación Española Pro Infancia Chernobyl (Fedasib), que aúna a todas las asociaciones de acogida temporal en España y que tiene como misión traer durante las vacaciones de Navidad o verano a menores afectados por la radiación, principalmente de la región de Gomel, la zona más radiada de Bielorrusia.
Bragin, capital de la región, se encuentra a muy pocos kilómetros de Ucrania y de la famosa central de Chernóbil, pero además a tan solo dos kilómetros y medio de la zona de exclusión a la que nadie puede entrar por los altos niveles de radiación que presenta.
Infancia radioactiva
Olga (nombre ficticio) es de origen bielorruso, tiene 27 años y reside actualmente en Tenerife junto a, como ella misma denomina, su «familia española». Con 8 años entró en el plan internacional de adopción temporal entre Bielorrusia y Canarias y comenzó a pasar largas temporadas en España, hasta que con 18 años decidió asentarse en la isla para comenzar “una nueva vida”.
“Era algo muy normal venir a España. Muchísimos niños de mi clase ya habían participado en el programa antes”, recuerda Olga, que asegura que lo más difícil para ella fue el idioma. Un obstáculo que, gracias a “la generosidad y paciencia” de su familia y al grupo de traductores que acompañan siempre a los menores, superó rápido.
Para los niños y niñas que participan en el programa, alrededor de 60 en la época de Olga, la radiación es algo desconocido, solo los más mayores entienden el porqué de su viaje a España.
“Teníamos que ir a revisiones médicas para controlar los niveles de radiación y beber yodo. Aún tengo la cartilla con los niveles en sangre de cuando era pequeña” cuenta Olga, que sufría de tiroides. La ONU calculó que la explosión ocasionó un total de 4.000 casos de cáncer de tiroides en niños y adolescentes. Nueve han muerto desde entonces por esta causa, por lo que se calcula que la tasa de supervivencia es del 99%.
Los niños y niñas llegaban a España con un nivel de cesio de 74 becquerelios por kilo, algo que según indica Nieves Sánchez, presidenta de Fedasib, es «una barbaridad”, ya que el cuerpo no tendría que presentar nada. “A partir de 20 becquerelios ya es peligroso», confirma Nieves. El cesio es un elemento químico que puede darse de forma natural, en la composición del suelo, por ejemplo, o de forma radioactiva, a partir de explosiones nucleares o de la degradación del uranio en barras de combustible.
Los “radionúclidos” que fueron liberados a la atmósfera durante el accidente de Chernóbil se depositaron en el suelo contaminando los pastos y cultivos. Las vacas lo incorporaron a su organismo y parte de la radioactividad fue transferida a la leche. “El consumo de leche fresca de vaca contaminada con yodo radioactivo fue la principal vía de exposición del tiroides al elemento”, cuenta la doctora Concha Blanco, especialista en Endocrinología y Nutrición Hospital Universitario Príncipe de Asturias.
“Con el paso del tiempo, se observó que los cánceres aparecían a edades más tempranas en niños y adolescentes, eran más agresivos, más invasivos y, con mayor frecuencia, tenían metástasis en el diagnóstico”. Esta mayor agresividad del cáncer de tiroides desarrollado en la población expuesta, hizo que también fueran necesarias “cirugías más agresivas”, con la extirpación de la totalidad de la glándula tiroidea y de los ganglios linfáticos regionales, “seguido de un tratamiento con radioyodo para destruir cualquier resto de tejido tiroideo”.
La estancia en España ayuda a los menores no solo a reducir el nivel de radiación en la sangre, sino que también les permite acceder a tratamientos dentales o vacunas y a conocer una realidad educativa distinta. Con la guerra todas estas posibilidades se han esfumado: los niños ahora son refugiados.
Familias desestructuradas
El derrumbe del sistema soviético de los años 90 trajo a las zonas rurales de la antigua Unión Soviética miseria y desempleo que en los menores se traduce en fracaso escolar y en familias desestructuradas que no tienen capacidad de cuidar a sus hijos.
El cese de actividades culturales y la suspensión de las clases, primero por la Covid y ahora por la guerra, se traduce en estas zonas, donde la mayoría de las familias son muy numerosas y viven de un solo salario, en situaciones muy complejas.
Las autoridades españolas permiten la adopción temporal de niños y niñas a partir de los 8 años de edad. Sin embargo, pueden viajar con 7 años, siempre y cuando vayan acompañados de un hermano mayor, y no tengan enfermedades graves, ya que el Gobierno ucraniano “no les permitiría salir del país”, cuenta Nieves.
“Yo era una de las niñas que siempre venía porque disfrutaba muchísimo de la experiencia”, dice Olga, que desde los 8 años visitó España “casi todas” las vacaciones, hasta que, con 18 años y recién terminado bachillerato, decidió quedarse de forma indefinida y estudiar para ser azafata de vuelo.
Su “familia española”, con la que hablaba constantemente por teléfono, ya le había ofrecido en numerosas ocasiones quedarse con ellos, pero su familia bielorrusa no quería. “Tenían miedo y desconfianza porque por aquel tiempo se decían cosas horribles sobre los niños adoptados o que pasaban una temporada en otros países”.
“No son muchos los afortunados que consiguen quedarse”, reflexiona la joven, que, aunque no ha sido adoptada formalmente, no necesita “ningún papel” para saber quién es su “verdadera familia”. “En mi casa nunca se me ha diferenciado y se me ha tratado igual que a mi hermano, que sí es hijo biológico”.
Para Olga, su historia “estaba escrita”. La primera vez que vino a España, su familia ni siquiera sabía qué aspecto tenía: “Iban a recibir a otra niña que, por motivos desconocidos, al final no pudo viajar”. Una decisión de última hora que cambiaría su vida “para siempre”.
A Korma, su pueblo natal y uno de los más afectados por la radiación de la zona, intentará ir “siempre que pueda”, pero confiesa que ya no le une nada allí: “No conocí a mi padre biológico y solo me quedan algunos parientes lejanos allí”.
Suspensión del programa
Desde que el programa de acogida comenzó en 1989, por entonces exclusivo para los niños de origen ucraniano, hasta la actualidad, que ha ido tomando forma, el proyecto ha ayudado a casi 12.000 niños.
La situación excepcional actual ha hecho que este año los programas de acogida se suspendan, primero por la Covid y ahora por la guerra, según anunció en marzo de 2020 el Departamento de Acción Humanitaria de la República de Bielorrusia.
El embajador en España, Pavel Pustovoy, destacó, mediante una carta, el papel ejemplar de España como país receptor de niños de acogida y el de las familias que tienen la generosidad de participar en esta actividad. Además, aseguró que, “en cuanto la pandemia termine, el proyecto volverá”, pero no ha sido posible por “la guerra del señor Putin”, dice Nieves.
Desde la Federación entienden las medidas preventivas y esperan “con impaciencia” que la situación mejore y todo vuelva a la normalidad. «En cuanto podamos vamos a seguir acogiendo a niños que estén dentro de las zonas afectadas por Chernóbil tanto rusos, ucranianos como bielorrusos”, asegura Nieves, a la que le preocupa que la sociedad genere “rusofobia”.
El fin del proyecto de acogida de niños es sanear su salud, a través de una alimentación variada y de revisiones médicas, posibilidades que no tienen en su país de origen. Ahora mismo, la federación ha recibido más llamadas que en ningún otro momento. “Estamos sobrepasados” dicen ante el número de familias que quiere acoger menores afectados por la guerra.
El número de niños que se acogerán, en calidad de refugiados, dependerá de “los espacios disponibles, de las familias y, sobre todo, del Gobierno de España”.
Previsiones futuras
Se calcula que aproximadamente, un total de 900 niños no vivirán la experiencia este año. Desde la Federación, aseguran que la situación, “en standby”, es “preocupante”.
«La pandemia fue un duro golpe que paralizó las acogidas en España», afirma la presidenta de las asociaciones de acogida, que asegura estar sorprendida y agradecida con las familias que, a raíz de la situación de guerra en el país, han llamado para ofrecerse a acoger a los menores afectados.
Teniendo en cuenta que estamos ante una población que, se ha de recordar, ya se encuentra inmunológicamente deprimida, las consecuencias que se prevén son terribles.
A día de hoy, aún no se ha conseguido definir un plan completo para deshacerse del problema de la radiación en las zonas más afectadas. Los elementos estructurales, que conforman el espacio que cubre el reactor dañado, se encuentran en mal estado y liberan polvo con partículas radioactivas.
Desde la OMS, alertan sobre los peligros de las sustancias radiactivas en la salud y sobre la necesidad de revisar los ambiciosos programas de rehabilitación para la población afectada y reformularse atendiendo a las necesidades actuales. Algo que, desde el organismo de las Naciones Unidas, señalan sólo se conseguirá con un mayor apoyo de la comunidad internacional mediante gestos como, por ejemplo, la acogida de los más pequeños durante la época de vacaciones, fundamental para la salud de los menores. “Cuarenta días al año fuera de tierra radiada alarga la vida de estos niños dos años”, remarcan desde la Asociación.
Olga comparte su historia con el fin de “dar visibilidad” y animar a todas las familias a vivir la experiencia. Cree que para impulsar la adopción temporal de niños, ambos gobiernos, tanto del país de destino como del de origen, deberían “dar ayudas a las familias para que puedan hacer frente a los gastos que supone traer a un niño durante un período de tiempo”.
“Ojalá pase esta situación pronto y tanto las familias como los niños tengan la oportunidad y la suerte de poder decir que tienen dos familias: una española y una bielorrusa”, concluye Olga emocionada.
On March 4, a high school was destroyed by air warfare in the city of Zhytomyr, Ukraine. There were no children in the school, which was closed as a result of the war, but teachers were found hiding in the basement after the strikes had ended.
Attacks that indiscriminately strike civilian objects, such as schools, violate international humanitarian law and would constitute a war crime. Schools should be entitled to heightened protections as long as they are not used for military purposes.
There are no verifiable statistics given the current circumstances of the number of schools that have been attacked in Ukraine, although one figure circulating on global media cites 211 schools so far. The conflict in eastern Ukraine since 2014 had already destroyed, damaged or forced the closure of more than 750 schools, according to Save the Children.
While all evidence online needs to be verified, many individual examples of school attacks can be found on Twitter, including a hole in the wall of a school caused by a missile, a video of a kindergarten blown to bits in Kharkiv, and photos of a kindergarten destroyed in Chernihiv. Amnesty International also confirmed that a 220mm Uragan rocket dropped cluster munitions on the Sonechko nursery and kindergarten in the town of Okhtyrka in Sumy Oblast, where local people were seeking safety from the fighting.
Despite the mounting evidence, the Russian military is denying targeting residential areas.
Quite apart from the long-term damage this bombardment will cause to Ukraine’s education system, the conflict has also created a more immediate challenge for the education of the country’s children and youth right now. There are well over 1.7 million people already on the move out of Ukraine. As was documented in the 2019 GEM Report on migration and displacement, it is vital that these children are quickly integrated into local schools, and their language and psychosocial needs met. Teachers will also require support to cope with their experiences and to find work in new countries.
There will be no child untouched by this fight. The determination and energy of high school students filmed in this video near the start of the war is something we should support as they cross into neighbouring countries looking for safe havens.
Our latest 2012/2 GEM Report reported against SDG Indicator 4.a.3, which serves to monitor the number of attacks on students, personnel and institutions. The data for this indicator are compiled by the Global Coalition to Protect Education from Attack (GCPEA), of which the GEM Report is a member, and are based on observations and reports by various actors on the ground.
In 2011, our team produced the 2011 GEM Report and turned the world’s attention to education in conflict. The volume of support for the messages in the Report resulted in a new UN Resolution recognizing attacks on schools as violations of human rights.
All attacks on schools are indiscriminate. There is no excuse.
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
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