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Palestina: Feminismo Anti-Colonial para la Liberación

En Palestina, Israel viola los derechos humanos más básicos todos los días, lo ha hecho durante más de 70 años, y lo seguirá haciendo, hasta que la comunidad internacional ponga la presión suficiente para que Israel termine con sus crímenes.

Las mujeres en Palestina tienen un largo recorrido en acciones de oposición contra la colonización de sus tierras y sus cuerpos. Desde la organización de protestas en las calles, enfrentándose al ejército desde la primera línea, haciendo huelgas de hambre en las cárceles, documentando la violencia en los barrios, salvando vidas como doctoras y paramédicas, trabajando en el mundo político, el periodismo, todas las disciplinas del arte, la academia, el derecho, y activas en todos los aspectos de la vida cotidiana y familiar: las mujeres palestinas viven en constante lucha contra la opresión de la potencia israelí.

Es fácil ver en toda la ideología expansionista de Israel, sus ataques injustificados, el desarrollo y uso absolutamente desproporcionado de tecnologías de guerra y destrucción, el desprecio total por la vida humana, los brutales atropellos diarios contra mujeres, niñas, niños, y hombres desarmados, que luchan con sus cuerpos para defender su dignidad, lo profunda conexión entre el pensamiento patriarcal y el pensamiento colonial israelí con respecto a la sociedad palestina en su conjunto. Todos los procesos coloniales se ejercen con violencia y contra la voluntad de la población nativa, y aunque existen variaciones en las formas de colonización en el mundo, en general todos estos sistemas comparten valores con el sistema patriarcal, como la acumulación y el abuso del poder de parte de un grupo de personas sobre otro grupo. En este sentido, la potencia colonial de Israel percibe a las mujeres nativas palestinas como una amenaza para su proyecto de expansión territorial y crecimiento demográfico.

Para Israel la mujer palestina es justamente aquella persona a cargo de la reproducción de la población nativa no deseada, y por ello también son sometidas a distintas formas de violencia de género. Un ejemplo de esta doble violencia, colonial y machista puede verse en la declaración que hizo la actual ministra de Interior israelí, Ayelet Shaked, cuando publicó en Facebook el 2014 un llamado a atacar a toda la sociedad palestina, incluidas las mujeres para prevenir que sigan criando “pequeñas serpientes.” [1] Para Shaked la población originaria debe ser asesinada indiscriminadamente, y en especial las mujeres para que no sigan naciendo nuevas generaciones. La publicación de esta personera política recibió miles de “likes”, reflejando la enorme aprobación que da la sociedad colonial israelí a sus representantes.

Al igual que los hombres, las mujeres palestinas son sometidas a tratos crueles e inhumanos cuando son encarceladas, muchas veces sin cargos ni juicios, y por periodos prolongados que sirven a la potencia ocupante como castigo psicológico para romper la voluntad de resistencia palestina. El año pasado, Anhar Aldeek [2], madre de 25 años, estuvo encarcelada hasta los 9 meses de embarazo, sometida a torturas y tratos crueles.  Sólo gracias a la gran campaña de presión que lideró su familia y que llegó a nivel internacional, poniendo en riesgo la imagen pública de Israel, lograron que Israel “liberara” a Anhar en septiembre y pudiera dar a luz bajo arresto domiciliario. Hasta el último día antes de su liberación, Anhar corría el riesgo de dar a luz en un hospital militar, esposada de manos y pies a una cama rodeada por soldados. Pero el caso de Anhar no es el único. Desde 1972 existen 8 casos documentados de mujeres encarceladas forzadas a parir en la prisión bajo maltrato y abuso.  También existen muchos casos de mujeres y sus bebés que han muerto en los checkpoints intentando dar a luz mientras soldados israelíes no las dejan cruzar para llegar al hospital.

Las mujeres son muchas veces sujetas a tratos vejatorios en los puestos de control, agredidas sexualmente en la cárcel e incluso violadas. Otras formas de violencia que sufren las mujeres palestinas, especialmente bajo el asedio israelí en Gaza, es el alto índice de cáncer de mamas que no pueden acceder a los tratamientos necesarios [3]. En 2016 el 60% de las mujeres que lo sufrían murieron prematuramente, pero hubiesen sobrevivido si Israel hubiese dado los permisos para acceder a tiempo a los servicios médicos. [4]. De la misma forma Israel ha puesto enormes impedimentos durante la pandemia para la vacunación de gran parte de la población palestina, mientras que lidera los rankings mundiales en población israelí vacunada. Es aberrante ver cómo Israel decide a vista de todo el mundo quienes viven y quienes mueren.

Es fácil ver la profunda conexión que existe entre la militarización y la colonización con un sistema de violencia patriarcal. Estos sistemas fomentan la creencia de que un grupo humano tiene el derecho natural de dominar, explotar, perseguir, controlar, e incluso eliminar a otro grupo humano. El militarismo israelí es el medio para impulsar el proyecto de colonización de asentamientos, un sistema que defiende la misma dominación, explotación y eliminación de otro pueblo en base a la creencia de que un pueblo es superior a otro, o la idea de que existen razas que establecen un orden jerárquico entre distintos grupos humanos.

Según la activista Koldobi Velasco [5] “El patriarcado y el militarismo comparten contra-valores. Comparten la jerarquía, la obediencia, el individualismo, el desprecio por la vida, la sumisión, la subordinación, el autoritarismo, la victimización de las mujeres, el binarismo, o bueno o malo, o amigo o enemigo, hombre o mujer. Minoriza a las mujeres, porque las convierte o en menores de edad, o como si fuéramos un colectivo reducido en número, y [defiende] la uniformidad, la homogeneidad.” Todos estos valores que menciona Velasco son parte de la experiencia diaria que viven los palestinos bajo la violencia israelí. No sabemos cuándo Israel va a volver a bombardear Gaza, asesinar a una persona en un checkpoint, allanar un hogar y secuestrar a los niños, o atacar a los campesinos o pescadores. Y a pesar de que se vive con plena incertidumbre de lo que va a suceder en el futuro, también es cierto que esta práctica de eliminación sigue siendo la misma por más de 70 años. Mujeres y hombres palestinos viven una vida de estrés continuamente traumático.

A la complejidad de la opresión israelí que sufren las mujeres palestinas se suman los comportamientos patriarcales propios de su sociedad árabe, que Israel conoce perfectamente y explota para fortalecer su control sobre ella. En 1948 las milicias sionistas violaron a mujeres palestinas para sembrar el terror entre su población, facilitar su huida y establecer el estado de Israel. Los hombres palestinos viven bajo la presión de sostener económicamente a sus familias y protegerlas, pero bajo la sistemática opresión israelí estas obligaciones son para la mayoría casi imposibles de cumplir. La sociedad palestina no tiene control de sus tierras, la inseguridad de la vida es cada vez mayor y esto alimenta un recrudecimiento en el machismo de los hombres hacia las mujeres palestinas, desde las formas más sutiles hasta el femicidio.

Aquí no se trata en absoluto de quitar la responsabilidad del machismo de los hombres palestinos hacia las mujeres, pero debemos comprender que ambos sistemas, el patriarcado y la colonización israelí están profundamente entramados y finalmente son vividos por las mujeres palestinas como una sola realidad. La enorme presión del sistema colonial israelí empuja hacia abajo de manera aplastante a toda la sociedad palestina, desmembrándola y corrompiéndola, permeando hasta sus espacios más íntimos y formando muchas capas de violencia, manifestándose también al interior de los hogares y las familias, y reforzando los roles de poder que tienen los hombres en comparación a las mujeres. Es mucho más difícil cambiar un sistema patriarcal cuando se vive bajo una opresión tan destructiva como la violencia colonial de Israel. A partir de este análisis el movimiento feminista palestino Tali’at [6] ha declarado que la liberación nacional palestina es también inherentemente feminista, porque no pueden esperar a que Palestina se libere primero de la colonización y luego del patriarcado como si se tratara de dos dimensiones claramente separadas. Las mujeres palestinas tienen, y siempre han tenido, un rol activo e indispensable en la historia de la resistencia anti-colonial y merecen todo nuestro respeto y reconocimiento.

¿Qué podemos hacer?

Desde Chile podemos hacer mucho por apoyar la liberación de Palestina. El movimiento internacional del Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel (BDS), impulsado desde 2005 y liderado por la más amplia coalición de organizaciones civiles palestinas, es la estrategia más directa y efectiva que tenemos. El boicot es una forma activa de no ser cómplice de los crímenes de Israel, ya sea rechazando la participación en eventos culturales o intercambios académicos que limpian su imagen y fortalecen sus relaciones diplomáticas, o prohibiendo la importación de productos israelíes que claramente violan el derecho internacional. Las desinversiones son una manera de no apoyar financieramente un sistema nacional que claramente viola los derechos humanos, y las sanciones son otra forma de aislar esta potencia de los espacios internacionales que le dan legitimidad. Estas acciones sirven para exigir que Israel se comporte dentro de los límites de la normalidad y respete el derecho internacional, tal como deben hacerlo todos los estados. Y observando las reacciones que Israel ha tenido frente al movimiento BDS, sabemos que funciona.

En Chile, como feministas que buscamos la emancipación de las mujeres y las disidencias sexuales de las distintas formas de opresión, del machismo, las clases sociales y el racismo, no nos olvidemos de nuestras hermanas palestinas que luchan todos los días por una vida digna y libre de patriarcado y colonización. Comencemos por apoyarlas con el boicot a Israel, que es la petición que nos han hecho ellas y toda la sociedad palestina. Extendamos nuestras manos y solidaricemos con ellas porque las opresiones que vivimos son muy similares y juntas podemos trabajar para un futuro más justo.

Fuente de la información: Palestina Libre

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México: Sin el vuelo de las niñas indígenas

Las lágrimas de doña Jus, indígena Na Savi, inundan sus ojos por la ausencia de su nieta Alejandra, víctima de feminicidio en el 2020. Desde que nació siempre fue su hija. Le gustaba jugar con sus amigas y nunca faltaba su risa en su casa. Vivían en una choza de bajareque en el municipio de Cochoapa el Grande, en la Montaña alta de Guerrero.

Creció en la pobreza extrema, entre las veredas del olvido. Cuando no había que comer caminaba entre las hondas barrancas para cortar quelite. Así pasaban los días. En ocasiones se sentía la punzada en el estómago vacío. No había nada, solo dolor.  Sin embargo, para soportar una cotidianidad, marcada por las carencias, la violencia machista y patriarcal trataba de contemplar la niebla de las montañas. La niña A no imaginó que a sus 14 años le cortarían las alas para emprender el vuelo hacía el horizonte, donde hay esperanzas.

Estaba estudiando la secundaria, era su último año, cuando los agresores buscaron la forma de sacarla de su casa con la idea de entregarle un celular que le habían arrebatado dos días antes, pero no fue verdad. Al contrario, intentaron agredirla sexualmente, pero se defendió sin que pudiera detenerlos. Despúes la torturaron, cercenando su cuerpo hasta que le quitaron la vida.

Esta pesada y cruenta realidad la viven cientos de mujeres indígenas que son silenciadas, vejadas, vilipendiadas, humilladas y mancilladas. Este monstruo de la violencia machista continúa cobrando vidas, sin que las autoridades presten atención. Es más, las mujeres terminan siendo criminalizadas por alzar su voz y pelear por sus derechos. La misma ausencia de las autoridades ha propiciado el aumento de esta violencia feminicida.

Desde el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan presentamos la historia de un feminicidio acaecido en el municipio más pobre de Guerrero. Es un testimonio de la abuela y madre de la niña Alejandra, que con el llanto imparable exige justicia por su nieta.

Entre el dolor y la esperanza de justicia estas palabras pretenden ser un eco en los intersticios de la vida humana para erradicar la violencia machista, porque en Guerrero y México no se puede seguir sin el vuelo de las niñas indígenas.

Es un texto escrito en español y en lengua Tu´un Savi. Dejamos el testimonio completo:

Se acostó a dormir mi niña, estaba lloviendo mucho. Estaba triste porque le habían robado el celular. Fue cuando me dijo -abuela ayer me dijo [esa muchacha] que soy flaca. Estábamos por la barranca y me dijo que vaya por el celular. Así me dijo.

A qué vas a ir,  a dónde vas a ir, siéntate porque allá viven puros cholos y te vaya a hacer daño. Así le dije. No me tardo abuela, fue lo que me contestó [mi hija Alejandra].

Me dijeron que en la madrugada fue cuando empezó a forcejear mi niña, gritaba, pero a mí no me consta. Mi hija les dijo que no se quedaría así, no les tuvo miedo, si no hubiera hablado tal vez no la hubieran matado, pero rajaron toda su boca. Qué hizo ella para merecer eso.

Todo fue en la casa de material que está por allá arriba. Fue donde vinieron los ministeriales y quebraron la puerta para rescatarla. Por todos lados se regó la sangre, por todos lados de su cuerpo la cortaron y también sus manos.

En esa casa  la mataron y la fueron a tirar sobre el lodo, la embarraron toda, y como tenía el cabello muy largo se llenó de lodo. Mi hija estaba sin ropa. Qué tanto hizo mi hija, como si hubiera robado, pero no hacemos nada. Esto está complicado y no sabemos que hacer. Ella sólo tenía 14 años.

Eran dos mujeres las que la sacaban de la casa, desconozco sus nombres, pero estudian en la misma escuela [que mi hija]. La persona que la mató en ocasiones toma y me grita diciendo: te voy a matar porque soy hombre. Yo soy hombre, así dice.

Aquí tengo anotado sus nombres de los hombres y de las mujeres también, porque iba a sacar misa por ellos, creo que PL se llama uno.

Sus tíos y todas las personas lloran mucho por ella. Tenía muchas ganas de estudiar, ya hablaba muy bien el español, entendía muy bien las letras. Dicen que cuatro personas son las que saben de su asesinato, pero yo no las conozco, sólo conozco a dos hombres y sus nombres no.

Es triste. Sacaron su pantalón y lo escondieron en el temazcal por eso no lo encontramos, solo su blusa, su brasier y su ropa interior. Tenía mucha ropa mi hija porque hago huipil, los vendo y le compro ropa a mi nieta; tenía un costal  y una mochila lleno de ropa y huipil que también dejó. Se llevó tres huipiles. La quiero muchísimo porque yo no tengo hijas.

Su acta de nacimiento está con su maestro y todos sus papeles de estudios están allá [en su escuela]. Siento que como que no se va a hacer justicia por mi hija. Ella estaba estudiando y la cortaron. No me sé el número de su celular, ella me dijo que no tardaba en regresar [para que le cuente].

La amo mucho por eso la cuidé muy bien. Todas las noches y días lloro porque ella era estudiante. Nosotros no hacemos nada malo. De vez en cuando tenemos algo de dinero y es cuando nos compramos carne para comer. Somos muy pobres. Mi nieto fue el que me dio dinero para comprar el celular, porque ella le gustaba mucho el celular. [Recuerdo que] fui a Tlapa a recoger el dinero y allá compramos el celular, y mi nieta estaba muy feliz. Ese celular fue el que le robaron aquí. La [muchacha] que la venía a sacarla ya huyó al norte, vino cuatro veces aquí y yo no la dejé salir. Déjame ir por el celular abuela, pobre de nosotros porque nos costó mucho, así me dijo.

“El perro que maté no vale ningún dinero”, dijo el agresor. Él se dedica a vender terreno. Mi hijo le dijo que pagará por los daños porque ella es niña y es estudiante, pero él para nada quiso pagar. Gastamos 40 mil pesos para el funeral, con ese dinero compré carne y refresco para que comieran y bebieran los que fueron a dejar flores.

Yo qué hice si todos los días trato de vivir tranquila. Yo no he robado, vivimos bien pobres. Todos los día tengo miedo que entren a matarme también aquí en la casa. Allá del otro lado vive mi hija  y ahí me quedo a dormir. Nosotros no causamos daños a nadie. Mi difunto esposo siempre le decía a mis hijos, -los chivos, caballos o ganados de otras personas no se los roben, anden tranquilos, así les decía, por eso mis hijos no son así. Por qué esas personas nos hicieron esto si nosotros no cometimos ningún delito.

La historia del feminicidio de la niña A en lengua Tu’un Savi

Fernanda Lorenzo Ortiz, poeta Na Savi de la Montaña de Guerrero

Xikandu’u tikua’ái nikixie ra sa ra kuun ní sàvì, salulari kú nú ixaku’uíná ná mà, sá ka’aen ¡nana kuni kia nika’ae  kuyu laki kandu´u yu xi’ia yu’u ivi ka ra ka´aen xi’in ná ku’uin ndaki’in salulari káchie su’va! Kachie vae ma.

Ta nichun kie kù’ùn kun ra, yo ve’e kia kù’ùn kun kundu’u taxiun chi chòlò kú na kan ra kata’án na xi’iún kàchi xi’in ña ra ¡too vitin ku’uin nana! Kachie su’va.

Xa túvi kie kixaa ndakuiyo ña lo’o nda’ayu ña kachi na yuvi ta koe kundaa ini yu ma, ña nika’an kú tikua’ai, ní niká’án tukuen ra ká’áni nae ma, kaan ña yu’uen, ni ví kuachi tikua’a ma.

Ve’e tie’e chínínu kia nixa’aen ikan kia kìxi na sa’án má, ikan kie xàni na yé’e ta nìki’ivi na ra, in kua’a kua’a ká nìkàyù ini ve’e xi’in nìí, in tá kú ní yó’o tuvi nae yó’o tuvi na xa’andia ndi’i na, kuñu lo’o nda’ae yó’o xa’andia ndi’i nae.

Ve’e ta CN xa’ani nae ta nixa’an na sikana nae nú ndo’oyo, tuvi na ñá so’o, náni ka ví xini ña ra mí ndia’ayu kú ña, in ixa chala ví na se’ei ra ni kie ixa vie su ña nixakuina ví ku ña, táxîn ní ndee ndu, ndichi na kie, ndixi na kien koe ki’in ndu, sakan uxi kumî va kuiyae ta nixi’i ña.

Uvi kú mí na si’í tavâ ña’a xiní yu kìvi na, in nú ka’avi na, mí ra xa’ani kan ra, xá’an ra xí’i ra ta kíxaa ra ndia’ayu ko’ó ra kandú’u ra: xá’ani chi tiaa kui, yu’ù ku tiaa, Kachi ra su’va.

Yó’o ndesoi kivi na, xi’i mí na ña’a chi ña taa ndi ku’un tavai misa kia, an PL nani in ra.

Na xitoe chin tákundi’i na ra xáku ní na xa’aen ma, tiaa ní ka’aen ka’avi ña, vénu kaen, vénu letra ñá; kumi na xíni xa’ae xa’ani ña kachi na ra xíní yu na, uvi va na xíni yu ndi su xíní yu kivi na.

Tava na xatue ma nixa’an na ko’oni nae ini i’in kan ta nindáni’in ndia, ndia kotó vae kia ndani’i ndu, chikoto lo’o ndika vae xi’in xatu lo’o tixin vaen kia ndani’i ndu ma; iyo kua toto se’ei chi kunui xìkùn ra ixikoi ya ra satai tikotoe in koxta so’o ku ya, ndee machilae ra in chítu tun tikotoe ndee xiyo kunuu, uni xìkùn kunuu kua’an xi’in ña, tiaa ní xíní sîí tikua’ai chi koo na si’i se’ei.

Ñu’ún acta ña ra nda´a maxtro ñu’ún di’ia ikan ñu’ún ndi’i tutu ña ka’avia, ma koo ví kuachi xa’a se’ei ña kavi kian ra nixa’anda na ñá. Xìní númeroe salulari ña nana, tóviti kù’uen kachie xi’in.

Ñá nda’avi ní xíní sîí yu kuen ndaki’in yu ña ra veno níxa’anu ña, ini ñuu ni ká’añu ra tótoo xáku yu, ña xá’an ka’avi va kie, ta ni kóe ixa ndu nana, tá xa nini’in ndu xu’ún ra ki’in ndu kuñu kuxi ndi ndee ndi, nda’aví ni kú ndu, ra lo’o se’e ñanì vai taxi xu’ún ki’in ndi salulari chi xínísîí ní ña ña ra nixa’ain Tindia’ayu ndiki’in xu’ún ra ikan ki’in salulari ra kúsîì ka ví ini se’ei, ña kan kie ixakui’ina ri yó’o ña nú ndi’i; ñá xíka sanda’aví ña kan ra anda norte ndikáe xinu yuvie kua’aen ma, kumi ichi indikoen tava ña’aen yó’o ra nitáxi yu ña ma ¡ná kú’uin ra ndaki’in salulari nana nda’aví níyo chi xu’un ñue! Kachie.

Koo xu’un nda ví tina xa’aní, nina ñu’ún ixíko ra, nika’an se’ei ù’ùn ciéntoo ná chindu’u ra chi ñalo’o kavi kú ña ra iyo kuchi xa’aen kachi ra su’va ra nixíto mí ví ra. Uvi xiko mili xindi xundi, satai kuñu, tikui vixi, xi’i na kixi nú ita.

Ni kue ixai, ña nda’avi kandu’u vitin tian ku yu, ni koo ni ixakui’ina yu, nda’avi ní ndee ndu, ndia vichi ndia tan va ndatui ki’ivi ra ka’aní ra yu’ù ve’e yó’o, xiyo ká ndika in ña loó se’ei ikan xa’an yu kixin; koe ixa ndi, tata ra nixiyo xi’in ra xindaa yu’u ní ra se’ei: tixu’u sana na Kuri, kuayu sana na, ndiki sana na, ndaxin ndo sana na, taxin koo ndo;  kachi ra xi’in na. ñâkân kia sá iyo se’ei, ni ví ka’an na xa na sá xi’in ndu, ni lo’o kuachi ndu koo nana.

Fuente de la información e imagen:  Tlachinollan

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México: Mujeres con discapacidad, con menos posibilidad de ir a la universidad

Por: Valentina González

Las mujeres con algún tipo de discapacidad tienen la mitad de oportunidades de cursar estudios universitarios en comparación con los hombres que se encuentran en la misma condición, pues sólo 3.89% de la población femenina con discapacidad accede a la educación superior, de acuerdo con información del Observatorio sobre Inclusión Social de las Personas con Discapacidad (OBINDI).

La diferencia de género es más pronunciada en el caso de la educación profesional, donde los hombres con discapacidad tienen una participación proporcional casi del doble que en el caso de mujeres con discapacidad, pues 6.08% de ellos tiene acceso a una carrera universitaria.

En el OBINDI analizaron las diferencias por género respecto al derecho a la educación en las personas con discapacidad y encontraron que la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2018 registra una mayor exclusión en el caso de las mujeres con discapacidad que en los hombres con esta condición.

En el total de la matrícula de estudios profesionales, no es tan sensible la diferencia entre géneros, pues las mujeres con discapacidad registran 46.8% de participación contra el 53.1% de los hombres.

Las variaciones en los rubros que integran dicho nivel de estudios son significativas, pues en las carreras técnicas predomina la participación femenina (83.2%) por 16.75% de los hombres. Pero en estudios de posgrado, los hombres registran una mayor participación con 73.49%, a diferencia del 26.51% de las mujeres.

De acuerdo con el Mtro. Wilfrido Gómez Arias, investigador en Social Data Ibero – iniciativa multidisciplinaria y transversal que vincula la ciencia de datos que recientemente presentó el OBINDI en conjunto con la UAM-, señaló que la situación de vulnerabilidad que viven las mujeres, la cual se acentúa en jóvenes (en la edad universitaria) y con discapacidad visual, explicaría la baja participación de las alumnas en las universidades, sobre todo en las públicas, pues son espacios educativos a los que llega el grueso del estudiantado en transporte público.

Al considerar la situación de alumnos y alumnas con discapacidad que estudian a nivel superior, dos terceras partes (58%) concierne a estudiantes con discapacidad visual, y poco menos de un tercio (32%) a estudiantes con discapacidad motriz. En consecuencia, ambos grupos representan el 90.65% de los estudiantes con discapacidad realizando estudios superiores.

El OBINDI también encontró que las mujeres con algún tipo de discapacidad registraron un mayor porcentaje de personas sin estudios, con 22.09%, en comparación con el 17.08% de hombres con la misma condición; con lo cual, se genera una diferencia entre ambos géneros.

Fuente de la información e imagen:  IBERO

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Los efectos de la guerra en los niños y las niñas

Por:  Mark Calder, asesor de políticas humanitarias y de conflicto de World Vision/ europapress.es


Ningún niño ni niña debería tener que experimentar los horrores de la guerra, pero muchos lo hacen. En 2020, 450 millones de niños (uno de cada seis) vivían en contextos afectados por conflictos en el mundo.

Los efectos de vivir en un conflicto violento son numerosos, devastadores y no siempre obvios:

CAMBIO DE PERSONALIDAD

Para los niños y niñas más pequeños, la exposición a conflictos violentos puede producir efectos nocivos a largo plazo. El desarrollo emocional saludable depende de que sepamos que podemos confiar en nuestros padres y cuidadores para protegernos.

Pero la guerra infunde en innumerables niños pequeños, ya sea por la muerte violenta de uno de los padres, por lesiones físicas o por la pérdida de espacios seguros para dormir y jugar, el temor de que nadie pueda protegerlos.

Esto puede llevar a comportamientos de riesgo, así como a sufrir depresión, insomnio, ansiedad y otros síntomas del trastorno de estrés postraumático.

EXPLOTACIÓN

A menudo se retrata a los niños y niñas como víctimas no deseadas de los conflictos pero el hecho preocupante es que los niños son frecuentemente objetivos de la guerra, en riesgo de explotación. En un conflicto, es probable que las protecciones sociales y estatales estén en su punto más débil.

Los padres pueden morir o resultar heridos, o pueden verse empobrecidos e incapaces de proteger y mantener a sus hijos, lo que les puede llevar a tomar decisiones como comprometer a una niña en matrimonio a cambio de dinero, imponer un matrimonio temprano a un niño o aceptar dinero de un tercero que promete satisfacer las necesidades del niño o niña.

AUTO-CULPA

Los niños soldado corren un riesgo especial de sufrir lesiones físicas y morir, pero también de sufrir abusos sexuales y emocionales. Si sobreviven al conflicto en sí, pueden ser detenidos como perpetradores en lugar de víctimas, lo que agrava los impactos psicosociales de su explotación.

Es común que un niño o niña se sienta inseguro acerca de su condición de víctima, lo que a menudo lo lleva a culparse y a largos años de lidiar con relaciones enfermizas consigo mismo y con los demás. Esto es especialmente difícil cuando los niños han participado en atrocidades.

MARGINACIÓN ‘POSCONFLICTO’

En un artículo titulado ‘Cuando la guerra es mejor que la paz’, las autoras Denov y Lakor escriben sobre los niños nacidos de violaciones durante la guerra en Uganda y el estigma que soportaron en el llamado período ‘posconflicto’.

Describen, «formas debilitantes de estigma, violencia, marginación socioeconómica y exclusión social que tienen un impacto a largo plazo en su sentido de pertenencia, identidad y bienestar».

Hay una urgencia por poner fin a las hostilidades, pero este ejemplo extremo (aunque no poco común) nos recuerda que las experiencias de la guerra pueden afectar a los niños y niñas mucho después de que los enfrentamientos hayan terminado.

APRENDIZAJE A LARGO PLAZO

Sabemos que la guerra afecta al acceso de los niños y las niñas a la educación, pero también dificulta su aprendizaje desde las primeras etapas de la vida. Los niños en muchas partes de Siria, en guerra desde hace casi 11 años, a veces se describen como una ‘generación perdida’ en lo que respecta a la escolarización.

Por esta razón, nos esforzamos por abordar las causas de los conflictos violentos siempre que podamos porque son los niños y niñas quienes a menudo soportan la peor parte de los fracasos de los adultos para negociar sus intereses contrapuestos.

Fuente de la información e imagen: https://www.europapress.es/internacional/noticia-efectos-guerra-ninos-ninas-20220227083449.html

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Beneficios de aprender a tocar música desde pequeños

Escuchar música tiene muchos beneficios pero, además, aprender a tocar música desde pequeños resulta uno de los recursos más estimulantes tanto para el cerebro como para el organismo y todos sus sentidos. La música es en sí una herramienta con la que se puede conseguir resultados increíbles.

Aprender a tocar música desde pequeños

aprender a tocar música desde pequeños

La música, estudiada ya desde muy joven, ayuda a la estimulación de la creatividad. Un niño o niña, cuando toca por primera vez un instrumento con sus manitas, ya este le genera cierta curiosidad. El instrumento lo invita a que explore este nuevo mundo lleno de sonidos, melodías, notas y ritmos.

Los más pequeños se mueven por su propia curiosidad, esto les motiva enormemente. Si quieres la primera impresión para el pequeño podría ser llevarlo a una tienda de música y presentarle los distintos instrumentos. En su mirada y manos verás cuáles le llaman la atención.

La música es un instrumento o herramienta que ayuda a desarrollar la paciencia y también la tenacidad o la perseverancia. Son muchos los estudios que hay y que detallan como la música es capaz de mejorar la concentración y la paciencia del niño o niña. Además, para tocar cualquier instrumento hace falta paciencia y por ello es bueno fortalecer este campo.

Aprender a tocar música desde pequeños

aprender a tocar música desde pequeños

Estudiar música desde niños es importante por muchas cosas y una de ellas es que ayuda al desarrollo lingüístico. Esto se debe a que la música posee su propio lenguaje, el cual hay que aprender para poder entenderla del todo. Un lenguaje lleno de notas y escalas, las cuales hacen que los niños desarrollen este apartado poco a poco y fortaleciendo así sus habilidades comunicativas.

Aprender el lenguaje de la música llevará al menor, no solo a entenderla mejor y poder tocarla, incluso a poder escribir melodías y nuevas canciones. Con el paso del tiempo en algún momento le picará el gusanillo e intentará componer alguna melodía o canción.

Después de un tiempo notarás si al pequeño le gusta la música y le entusiasma o, por el contrario, no le gusta demasiado. De ser el primer caso poco a poco notarás como se establece un amor por los instrumentos musicales los cuales le ayudan a favorecer su bienestar emocional. A través de la práctica de un instrumento el pequeño puede expresar sus emociones. Esas emociones que lleva dentro y que quizás no pueda expresar, por el momento, de otra manera.

La música puede ayudar a canalizar, de alguna manera, las emociones que el pequeño lleva dentro. La música es una herramienta verdaderamente eficaz para esto.

Aprender a tocar música desde pequeños

aprender a tocar música desde pequeños

Otra de las cosas que puede hacer la música, por los más pequeños de la casa, es incentivar las habilidades cognitivas. Esto se debe a que tocar un instrumento desde pequeños ayuda muchísimo a la capacidad de concentración y también a la resolución de problemas.

Por otro lado, aprender a tocar un instrumento también ayuda a que el menor socialice con el resto. A no ser que el padre o madre sea el que le esté enseñando música, el niño deberá ir a clase. De esta manera el desarrollo social se verá fortalecido haciendo niños menos vergonzosos y más sociables. Si el menor se encuentra en una academia, además, podrá tener a otros niños como amigos.

Por último, decir que la memoria es un mundo maravilloso. En este mundo se es capaz de almacenar miles de millones de cosas, entre ellas el aprendizaje musical. Aunque de adulto no se siga tocando, si de niño se ha hecho seguramente de adulto aún recuerde muchas enseñanzas. Es como aprender a montar en bicicleta. ¿Qué te parece?

Aprender a tocar música desde pequeños

aprender a tocar música desde pequeños

Como ya sabemos la música es todo arte, disciplina, concentración y, además, es una potente herramienta de aprendizaje y de expresión. Incluso los beneficios que conlleva aprender a tocar un instrumento, son muchos. Y, aunque se deje de tocar el instrumento durante largos periodos de tiempo o años, nunca se olvida. Es como montar en bicicleta.

La música es una forma de expresión que ayuda a las personas a sacar lo que llevan dentro y a expresarse de manera libre. Además, hace que la persona quiera explorar nuevas melodías. Pero la música no solo se queda ahí, sino que puede abrir otras vías para nuevas formas de expresión artísticas.

Como hemos visto aprender música desde muy pequeños tiene grandes beneficios a muchos niveles. También logra el desarrollo de las destrezas motoras finas, puesto que tocar un instrumento necesita de cierta coordinación. Esta coordinación se va desarrollando poco a poco y con una práctica continuada.

Cuando la persona agarra el instrumento tiene que desempeñar la coordinación de sus extremidades para poder tocarlo. De esta manera se fortalecen los músculos también. Además, a la hora de afinarlo, tocarlo todo esto hace que se desarrollen ciertas destrezas motoras.

Como ves son muchos los beneficios de aprender a tocar un instrumento desde pequeños. La idea es acercar al menor a la música bien a través de melodías, de instrumentos o de las canciones. Hay muchas maneras de acerca la música, una herramienta estupenda para aprender a expresar sentimientos, a los niños. Pero es importante saber cuándo no les gusta y parar. Hay a niños que simplemente no les gusta tocar un instrumento puesto que pueden sentirse agobiados o simplemente les aburre.

Mantener un primer contacto con la música es bueno. Debe ser accesible para el niño, dejar que toque algún instrumento y luego ver cuál es su reacción. Si se le nota que le entusiasma es hora de que vaya aprendiendo música y así beneficiarse de sus múltiples beneficios. Pero si no les gusta, simplemente hay muchas otras cosas que se les puede ofrecer y muchos otros caminos artísticos que también pueden seguir y de los cuales también se pueden beneficiar.

Fuente de la información e imágenes: https://educacion2.com

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España: Los niños que viven cerca de espacios verdes sufren menos «estrés oxidativo»

Los beneficios de disponer de espacios verdes cerca del lugar de residencia se observan «independientemente de la actividad física» que lleven a cabo los menores

Un estudio del Institut de Salut Global de Barcelona (ISGlobal) de la Fundación La Caixa ha concluido que una mayor exposición a la vegetación se asocia con niveles más bajos de «estrés oxidativo» en niños. En un comunicado este martes, ha explicado que el estrés oxidativo se produce cuando los procesos de oxidación en el cuerpo generan sustancias reactivas nocivas, que el organismo no siempre puede neutralizar con rapidez o cuyo daño no es capaz de reparar.

ISGlobal ha añadido que los beneficios de disponer de espacios verdes cerca del lugar de residencia se observan «independientemente de la actividad física» que lleven a cabo los menores, y ha valorado que el estudio puede ser importante para conocer qué papel tiene la vegetación en enfermedades respiratorias y alérgicas.

El estrés oxidativo se midió analizando la concentración de isoprostano en orina, y los espacios verdes se definieron mediante una escala llamada Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada, teniendo en cuenta el del hogar, la escuela, y el tiempo que se pasa en cada lugar. La investigadora Judith Garcia-Aymerich ha enumerado varios mecanismos biológicos que podrían explicar esta relación directa: en primer lugar, una mayor exposición al verde puede contribuir al desarrollo inmunitario al poner a los niños en contacto con organismos que colonizan entornos naturales.

Además, puede aumentar la síntesis de vitamina D -un antioxidante que previene efectos negativos del estrés oxidativo y la inflamación- a través de la radiación solar, y la calidad del aire es mejor si hay vegetación. «Desconocemos los efectos a corto y largo plazo que un exceso de estrés oxidativo tiene en la salud, así que hay que seguir investigando y apoyando estrategias de salud pública y urbanas que favorezcan los espacios verdes», ha manifestado Garcia-Aymerich.

Fuente de la información e imagen: https://www.abc.es

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España: “Organizarse es empezar a vencer”. Algunas notas desde las II Jornadas de Feminismo Sindicalista

Por: Laboratoria Sur De Europa*

La Laboratoria, desde su nodo Madrid, lleva ya dos años incitando pensamiento y encuentros desde un feminismo sindicalista que, bajo diferentes nombres, va abriéndose paso en nuestro territorio y más allá. Entendemos que “trabajadoras somos todas” porque dedicamos todo nuestro tiempo y nuestras fuerzas a sostener nuestras vidas y las de los que nos rodean, enfrentándonos a las múltiples y entrelazadas opresiones y explotaciones que el proceso de huelga feminista nos ayudó a revelar, cual papel tornasol. Diversos colectivos compartieron esta misma intuición en las I las Jornadas «El feminismo sindicalista que viene» en otoño de 2020. Son colectivos cuyo feminismo se teje en el día a día, en una práxis a caballo entre lo comunitario y lo sindical.

Año y medio después, y tras un proceso de autoencuesta que nos sirvió para calibrar mejor deseos y necesidades de los colectivos en lucha, celebramos en Madrid entre el 16 y el 21 de febrero de 2022 las II Jornadas por un feminismo sindicalista, con la alegría de encontrarnos en persona después del aislamiento de la pandemia y con la urgencia de la dureza de nuestras condiciones de vida. El objetivo: tramar formas de estar más conectadas, de compartir redes y recursos, de apoyarnos en cada una de nuestras luchas. Desde La Laboratoria-Madrid pensamos que todas estas luchas de base comparten ya una forma de acción y un campo de batalla.

Las feministas marxistas, los ecofeminismos, los llamados feminismos del Tercer Mundo, los feminismo postcoloniales y descoloniales nos han enseñado que además de la explotación asalariada, existe una inmensa apropiación de trabajo no pagado, todo el trabajo de cuidados que realizan tradicionalmente las mujeres (y que se suma a la apropiación de la naturaleza). Existe también extracción a través de la deuda, extracción de nuestros estilos de vida y creaciones colectivas, extracción de la permanente movilización de nuestra energía y trabajo para sobrevivir.

Los feminismos negros nos han enseñado también que esta explotación asalariada, la apropiación de trabajo no pagado y el extractivismo, es diferente según una jerarquía racial que viene de la colonia y que es la forma de organización de la acumulación capitalista, no algo tangencial sino constitutivo, imprescindible para la acumulación.

Los feminismos marxistas y las economías feministas nos han enseñado que los roles de sexo-género normativos cumplen una función económica: para las mujeres, poner los cuidados por encima de los deseos propios, sea cuidando material y emocionalmente, sea trabajando en cualquier cosa para mantener a niñes y ancianes; para los hombres, llevar a casa el salario principal, sostén monetario de la familia. En estos roles de sexo-género se nos educa desde que nacemos, pero cuando esa educación falla, cuando la desobedecemos, llega la violencia; y escapar de esta violencia se hace muy difícil cuando se suma a la precariedad, a la falta de trabajo y casa y a la cuestión de la custodia de les niñes, al gran miedo de perder a les niñes.

Las historiadoras feministas nos han enseñado que estos roles de sexo-género con función económica no siempre han existido en su forma actual. Nos cuentan que este régimen de acumulación se inició con la desposesión de los medios de reproducción, la pérdida de la tierra y los comunes: la llamada acumulación originaria, iniciada en la Edad Moderna. Y llega hasta la actualidad, como vemos en la continuación del despojo en América Latina y tantos otros lugares del mundo.

Por eso en estas Jornadas no solo nos encontramos colectivos que luchan en el campo asalariado, sino un amplio arco de luchas feministas anticapitalistas con todas las letras, dentro y fuera de un terreno laboral cada vez más desdibujado. Y lo hacemos desde la convicción de que las luchas que no tienen en su centro de forma explícita el empleo no son luchas sectoriales o menores o divisorias; no son luchas que señalen algo superpuesto con el capitalismo, algo parcial, sino el corazón mismo del capitalismo: la forma en que construye jerarquías sobre las que acumula de forma diferencial, sin las que la acumulación misma no sería posible (imaginemos que las patronales del mundo tuvieran que pagar el ingente trabajo de cuidados no pagado sobre el que se sostienen sus beneficios) y que constituyen la base política de la dificultad misma de luchar juntas.

Vemos lucha anticapitalista en la pugna por ser menos dependientes del salario, por construir nuestros medios de producción, como hace el Nodo de producción del barrio madrileño de Carabanchel. O en la lucha por la vivienda y la luz, por desmontar la relación salarial como única legítima para el acceso a lo que necesitamos para vivir, como hace la Asociación Tabadol de La Cañada Real de Madrid, o los movimientos por el derecho a la vivienda como la Plataforma de Afectadxs por la Hipoteca o los sindicatos de inquilinos. O en la lucha contra esa violencia que busca atarnos a roles sexo-genéricos y raciales, que va dirigida a que no nos movamos ninguna de nuestra casilla asignada: de la violencia machista a las redadas policiales contra las economías populares o a la ilegalidad producida por la Ley de Extranjería. Mujeres supervivientes de Sevilla o AAMAS de la Red de estructuras populares y comunitarias de Manresa enfrentan esta violencia y lo hacen de forma colectiva, creando y espesando el tejido social.

Y es que todos los colectivos que nos encontramos en las Jornadas consideramos fundamental construir y fortalecer comunidades, redes sociales y de apoyo mutuo, que nos hagan más fuertes, más autónomas, frente a toda explotación y apropiación, y nos permitan imaginar y poner en práctica nuevas formas de relación y de vida. A estas luchas anticapitalistas, basadas en el apoyo mutuo y en la acción directa, que crean comunidad, que traen prácticas comunitarias de otras partes del mundo e inventan nuevas relaciones de cooperación en autonomía, las llamamos feminismo sindicalista. Lo hacemos sin ninguna pretensión de que sea un nombre canónico: lo hacemos para sentirnos más juntas.

Estas Jornadas han sido otro pasito en este sentirnos más juntas, para conocer nuestros nombres y nuestras caras, para compartir nuestra potencia y nuestros retos. Hemos decidido establecer formas de comunicación permanentes entre nosotras, poner por escrito nuestras exigencias más básicas, poner en común los recursos y las redes que tenemos y empezar a pensar modelos organizativos que puedan hacernos más fuertes. Porque organizarse es empezar a vencer y, también, empezar a vivir de otra manera.


  • La Laboratoria, espacio transnacional de investigación feminista


Fuente de la información e imagen:  https://desinformemonos.org

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