Hace cuatro años dijimos partida y decidimos lanzarnos a esta maravillosa aventura muy comprometida con las maestras y los maestros a nivel regional y mundial.
Cumplimos 4 años de actividades ininterrumpida en defensa de la educación pública, gratuita, científica y de calidad, mas de 55.000 documentos, informaciones, entrevistas, artículos, libros… así lo evidencian y más de 25 millones de visitan muestran la utilidad de este espacio.
Hoy en día destacamos la tarea de construir la más potente base de datos sobre reformas educativas a nivel mundial.
Hemos tejido una red con maestras y maestros a nivel regional, somos un punto de coincidencia de hombres, mujeres, maestros y maestras que trabajan en las aulas, que estudian y se actualizan permanentemente, y que luchan en las calles.
En este cuarto año estamos decididos a internacionalizar el equipo para hacer más efectiva las tareas. Hemos propuesto lanzar en las próximas semanas una convocatoria para 100 reporteros de Ove en América Latina y el Caribe y así poder sembrar raíces en distintos territorios.
Seguimos creciendo con los aportes, ideas y colaboraciones de educadores de todo el mundo. El futuro de una educación auténticamente inclusiva vale este esfuerzo de un colectivo voluntario abnegado y comprometido.
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Gracias a todas y todos nuestros seguidores y lectores por su confianza en OVE.
Los ocho trabajos aquí reunidos debaten, en lo esencial. sobre el sustento cultural (necesario y ¿posible?) de las integraciones económica y política que encarnan los tratados de libre comercio regional: una materia compleja como el contexto que la engendra. En estos procesos de integración económica que se están dando en América Latina, se suelen subrayar las asimetrías que se evidencian al integrarse mercados de desarrollo económico tan dispar; pero no se pueden ocultar los buenos ejemplos que representan el empuje de las industrias audiovisuales de Brasil y México, y las posibilidades que parece aguardan a las editoriales en español y las artes plásticas latinoamericanas en Estados Unidos. Ante lo que ya es irreversible, una cosa parece urgente: avivar la discusión sobre los factores extraeconómicos que van aunados a los acuerdos de libre comercio o, lo que es lo mismo, dar cabida en dichos acuerdos a una «multiculturalidad democrática» donde la educación, la política social y el bienestar de las mayorías no sean «anexos» de pronto olvido.
Autores (as):
Néstor García Canclini. [Coordinador]
Rafael Roncagliolo. Miguel de Moragas. George Yúdice. Hugo Achúgar. Francisco Bustamante. Aníbal Ford. Stella M. Martini. Nora Mazziotti. José Manuel Valenzuela Arce. Enrique Oteiza. Néstor García Canclini. [Autores y Autoras de Capítulo]
Alex Beard era maestro en una escuela en el sur de Londres hasta que, después de un tiempo de sentirse estancado en su oficio como profesor, decidió partir en búsqueda de nuevas alternativas.
Y ese viaje, que incluyó más de 20 países, le sirvió a Beard para encontrarse con escuelas que incuban los principales métodos para afrontar los retos que presenta el siglo XXI.
Su recorrido terminó en el libro «Otras formas de aprender» (Natural Born Learners), en el que no solo recoge los ejemplos más destacados sino también reflexiona sobre lo que tal vez son los temas más importantes que afrontará la educación en las próximas décadas.
«La creatividad, la capacidad de resolver problemas y la importancia de los maestros son los grandes desafíos de las escuelas. Y todo esto, envuelto bajo la gran incógnita de cómo manejar las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial», señaló.
Esta es la entrevista de Beard con BBC Mundo con motivo del Festival Hay en Cartagena.
Es una buena pregunta, que nos tenemos que hacer con urgencia. Mira, yo comencé como maestro en una escuela del sur de Londres, en Kent Road -que, para que te des una idea, en el juego Monopolio es la propiedad más barata- y ahí me golpeó el hecho de que enseñaba con los métodos que utilizaba Sócrates en el ágora hace unos 2.000 años a unos niños que tenían sus celulares y vivían en el futuro.
Creo que ese es el mayor error que estamos cometiendo actualmente: las escuelas se quedaron en el pasado y, bajo estos métodos caducos, nos pasamos 12 años dentro de las aulas, por lo que es muy difícil cambiar nuestras ideas sobre cómo debe ser la escuela.
El segundo reto que afronta la educación de hoy es que no sabe con claridad en qué debe enfocarse, en qué debe centrarse teniendo en cuenta el futuro. Cuando me veo de nuevo en un aula de clases, me veo como un profesor que entrena a los niños para que superen un examen.
Para que saquen una nota aceptable, que es lo que necesitan, si hablamos en términos prácticos, para pasar de grado en el colegio.
Derechos de autor de la imagenVEJAAImage caption«Las escuelas está viviendo en el pasado y bajo estos métodos nos pasamos 12 años dentro del colegio, por lo que es muy difícil cambiar nuestras ideas sobre cómo debe ser la enseñanza».
Y eso no tiene nada que ver con formar profesionales del futuro…
Exactamente, los estamos entrenando para empleos y oficios que en el futuro van a poder hacer los robots. Me queda claro que no los estoy preparando para nada de lo que viene. Y el error que estamos cometiendo es que ponemos mucha de esa culpa en los maestros.
Lo que creo que debemos hacer es convertir al maestro o maestra en una de las personas más importantes de la sociedad. Porque al final son ellos los que van a moldear nuestra creatividad, nuestra cohesión social, los que van a sentar las bases que lleven a crear una economía fuerte y sostenible.
Debemos esforzarnos por darles autonomía y fortalecer su profesionalismo, en vez de culparlos porque las generaciones más jóvenes no dan la talla.
En ese sentido, ¿qué habilidades deben enseñar los maestros en las aulas para afrontar el futuro?
Creo que los niños requieren tres cosas. La primera es aprender a pensar, pero de una manera acorde a los retos del futuro. Deben pensar de forma crítica sobre el mundo, sobre el rol que quieren ejercer a partir de un conocimiento profundo de ellos mismos.
Lo segundo es aprender a actuar, pero especialmente cómo ser unas personas creativas. Ahora estamos afrontando retos inmensos en cuestiones ambientales, el aumento de la desigualdad, un escenario donde los trabajos actuales serán reemplazados por máquinas… Así que allí vamos a necesitar que los niños desarrollen a fondo su creatividad.
Y eso significa que los niños no solo deben aprender a ser creativos, sino también a trabajar, con la ayuda de las nuevas tecnologías, en conjunto con otras personas.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage caption¿Los maestros serán reemplazados por robots? Beard cree que no será así.
Y lo tercero, aplicar esa creatividad en la resolución de problemas que afronta el mundo moderno. Para cuidarse a ellos mismos y a las personas que los rodean.
Mientras la sociedad se polariza cada vez más, los estudiantes necesitan desarrollar su inteligencia emocional para ser capaces de conectar y sentir empatía con otras personas, ya sean de su comunidad o a nivel global.
Pero sobre todo que aprendan a comprender su propio desarrollo emocional, para que sean capaces de manejar su bienestar en un mundo en el que cada día es más difícil vivir.
Hay un tema que está presente en su libro «Nuevas formas de aprender», el papel de la educación en ayudar a buscar «el sentido en las cosas que estamos haciendo».
Una de las cosas que está transformando la forma en que entendemos la educación es la investigación sobre cómo funciona nuestro cerebro, en el campo de la psicología, el desarrollo temprano e incluso la neurociencia.
Y una de las cosas que los científicos cognitivos han encontrado es que hay una jerarquía en nuestras experiencias cuyos resultados nos llevan a aprender. Si insistimos en repetir y memorizar, entonces vas a retener una cierta cantidad de conocimiento y vas a aprender en alguna medida.
Pero, pero si las cosas que estás aprendiendo te causan una reacción emocional – o sea, te hacen sentir entusiasmado, triste, confundido, te estremecen y así- es posible que retengas más conocimiento que a través de la memorización.
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Las escuelas hoy en día no saben con claridad en qué deben enfocarse, en qué deben centrarse teniendo en cuenta el futuro»
Lo más importante de eso es que tanto los investigadores como los psicólogos han llegado a la misma conclusión: que si ese aprendizaje tiene un sentido para los estudiantes, es entonces cuando realmente ocurre.
¿Y qué significa que el aprendizaje tenga sentido?
Puede que una enseñanza tenga sentido porque hay un trabajo en particular que quieres tener y quieres que las cosas que aprendes te ayuden a conseguirlo y a ejecutarlo.
Pero esa es una visión muy estrecha del aprendizaje. Puede tener mucho sentido para ti porque es algo que amas hacer. Es importante para ti como persona. Tal vez ames las matemáticas, aprender nuevos idiomas, la música.
Y, cuando comienzas a hacer estas cosas que amas, tienen sentido para ti porque tienen que ver con tu identidad y tu manera de expresarte.
La gente incluso puede encontrar su propia autoexpresión en crear códigos. Por ejemplo, donde esta idea se convierte en una búsqueda creativa o donde puedes encontrar significado en lo que haces al ver que ayuda a resolver un problema sobre cosas que te importan en el mundo.
Por lo tanto, es posible que te interese el cambio climático, que te importe la creciente desigualdad dentro de la sociedad y si puedes aplicar el aprendizaje que se está llevando a cabo en el aula a intentar resolver problemas relacionados con esos temas que a ti te importan, entonces encontrarás significado en el aprendizaje y en la aplicación de ese aprendizaje.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionUno de los únicos recursos ilimitados que tendremos en el futuro será nuestra creatividad.
El libro habla de la conexión entre el aprendizaje, la tecnología y la inteligencia artificial ¿es posible que el ser profesor pueda ser considerado una profesión obsoleta en el futuro?
Bueno… una de las razones por las que emprendí este viaje es que cuando trabajaba como profesor en Londres sentía que estaba estancado.
Veía cómo las nuevas tecnologías, las redes sociales y el surgimiento del big data estaban tomándolo todo alrededor y, de un momento a otro, mi principal interés fue saber cómo esas nuevas tecnologías, entre las que se cuenta la inteligencia artificial, se aplicaban en el campo de la docencia. Si realmente las nuevas tecnologías podían transformar el modo en que aprendemos.
Por eso, si la premisa era que los robots nos iban a quitar nuestro trabajo, mi primer destino fue Silicon Valley. Yo pensaba que, tras la estrepitosa derrota de Gary Kasparov ante Deep Blue en 1997, la inteligencia artificial iba a arrasar con todo.
Pero mi visita al Silicon Valley me enseñó otra cosa. Y allí vi por primera vez a un robot profesor. Y no era un androide que estaba de frente a un salón de clases: era, en cambio, un software de inteligencia artificial dentro de un ambiente de aprendizaje por internet.
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El problema es que yo enseñaba con los métodos que utilizaba Sócrates en el ágora hace unos dos mil años a unos niños que tenían sus celulares y ya viven en el futuro»
¿Cómo funcionaba eso?
Ellos tenían un laboratorio de enseñanza donde había un profesor y unos diez niños de 5 años, cada uno frente a un computador, con audífonos. Todos los niños estaban callados, concentrados en su computadora, donde había programas diseñados para ayudarles con su aprendizaje de lengua o con la solución de problemas matemáticos.
Lo interesante allí era que mientras el programa ayudaba a los estudiantes, a la vez «aprendía» con los datos que obtenía en cada sesión cuáles eran las debilidades y fortalezas de esos niños y automáticamente adaptaba esa experiencia para la siguiente sesión.
Así que al final se ofrecía un trabajo casi personalizado de aprendizaje, a la vez que estos datos se pasaban a los profesores, que contaban así con más información sobre cada uno de sus estudiantes.
Este es un ejemplo de lo que ha ocurrido: la inteligencia artificial no ha sobrepasado a los maestros, sino que se ha convertido en una herramienta útil, en un complemento muy necesario.
Otro ejemplo: en 2013, un estudio de la Oxford Martin School reveló que había 700 profesiones que podrían ser reemplazadas por robots en el futuro, pero ninguno de los trabajos relacionados con la docencia -o sea, maestro de primaria, preescolar, profesor bachillerato e incluso universitario- iban camino a desaparecer. Y es verdad. Y eso ocurre porque enseñar es el proceso humano definitivo.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionSilicon Valley es sede de grandes avances en el tema de la educación para el futuro.
¿Y no hay riesgos en esas convivencias con los datos y la inteligencia artificial?
Aunque haya inteligencia artificial o robots, la educación depende de la interacción humana. Aprendemos de manera natural, pero nacemos para aprender en sociedad. Nosotros conocemos las cosas de otras personas. Y en el futuro, vamos ver muchos avances tecnológicos, pero van a ser incorporados y utilizados por los maestros.
El gran riesgo es que esa inteligencia artificial logre ser mejor que los peores maestros en algunas zonas del mundo. Y el riesgo existe porque la inteligencia artificial es barata. Y tal vez no sea la mejor educación que un maestro pueda dar, pero al menos va ser más barata. Y eso es un gran peligro.
Pero esa es mi versión pesimista del futuro. Yo creo que podemos evitarla si invertimos más en los maestros, en su formación, que dé como resultado profesores más expertos y mucho más capaces de manejar adecuadamente las herramientas tecnológicas.
Pero hablando de eso, varias veces has dicho que los profesores son bastante reacios a aceptar esas nuevas maneras de enseñar, ¿por qué ocurre esto y cómo se puede resolver?
Creo que, en primer lugar, la enseñanza va ser el trabajo más importante del siglo XXI.
Estamos viviendo una era en la que los recursos de la Tierra se están agotando, nos estamos quedando sin nada.
Y lo único que es ilimitado, el único recurso ilimitado que tenemos, es la inteligencia humana, el ingenio humano, nuestra capacidad para resolver problemas. Los maestros son los que cultivan ese potencial humano.
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El único recurso ilimitado que tenemos es la inteligencia humana, nuestra capacidad para resolver problemas y los maestros son los que cultivan ese potencial humano»
Así, sostengo que enseñar es el trabajo más importante de nuestro siglo. No tengo ninguna duda al respecto, pero por el momento no estamos preparando a los maestros para que tengan el mayor índice de éxito posible en ese trabajo.
Podemos tomar el caso de Finlandia: el curso más difícil de acceder es el de maestro de primaria. Y si entras, la carrera en sí es bastante rigurosa. Es difícil de aprobar y graduarse.
En mi mundo ideal, yo formaría a los profesores de la misma manera en que se enseña a los médicos. Es decir, los profesores se graduarían de la universidad y después deberían pasar tres años combinando la enseñanza con el aprendizaje de otros profesores más experimentados.
De ese modo, en su primer día como maestros no solo estarían aplicando lo que recibieron en la universidad, sino que además continuarían con su proceso en compañía de otro profesor que le ayudaría a mejorar sus capacidades.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionPara Beard, la educación siempre va a necesitar el elemento humano para ser efectiva.
Hablando de la región, ¿cuál crees que son los principales desafíos que enfrenta la educación en América Latina?
El principal es el tema de la inequidad. Creo que el sistema educativo en América Latina es significativamente desigual en el mayor nivel con relación al de los niveles más bajos.
Hay unos colegios excelentes, pero la gran mayoría de ellos solo son accesibles para el sector pudiente de la sociedad. Y al mirar hacia el otro lado del espectro, tienes unas escuelas que realmente están luchando por sobrevivir.
Esa desigualdad es mucho más evidente entre centros urbanos y zonas rurales. Y ése es un desafío al que debe prestarse atención no solo de manera integral, sino urgente.
El otro gran desafío creo que es el acceso a la educación misma para muchos niños. Ya ni hablar de educación de calidad: hay lugares donde los niños solo tienen acceso a cinco años de colegio, no más.
Y el tercer punto, creo que el más crítico, son los maestros. Que es el mayor desafío también alrededor del mundo. Hay que resolver los problemas de formación, pero no solo eso, sino de capacitación, de fomento de la vocación y de que no dejen el oficio por otros trabajos mejor pagos.
Creo que tenemos que hacernos la preguntas sobre varios aspectos: ¿cómo podemos formar mejores maestros dentro de las escuelas?¿Cómo podemos hacer que la enseñanza sea una profesión atractiva para las personas?
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En América Latina hay unos colegios excelentes, pero la gran mayoría de esas instituciones solo son accesibles para la parte pudiente de la sociedad»
Muchas de las escuelas en América Latina tienen un cariz religioso o confesional, ¿eso no es un obstáculo para un proceso de aprendizaje óptimo?
Bueno, creo que hay dos elementos que son fundamentales en el trabajo que realiza la escuela hoy en día.
Por un lado, ayuda a los estudiantes a entender quiénes son como ciudadanos, como miembros de una comunidad. Y transmite los valores de esa comunidad.
Y por otro lado, está el objetivo de formar personas creativas y comprometidas con la sociedad y que deseen acceder a la mayor cantidad de conocimiento posible.
Los colegios religiosos, en la mayoría de los casos, hacen muy bien lo primero, pero el error en el que no pueden caer estos colegios es el de limitar la ejecución de proyectos educativos excitantes que ayuden a desarrollar las habilidades necesarias para afrontar el siglo XXI.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionLa capacidad de crear proyectos colaborativos serán fundamentales para los desafíos que trae el siglo XXI.
Yo estoy convencido de que lo pueden hacer. También sé que es difícil porque requiere un cambio cultural, pero si logras separar estos aspectos es posible que puedas llegar a desarrollar proyectos maravillosos.
Por ejemplo, hay un colegio en Barcelona que se llama «Escola Nova 21», que es dirigido por religiosas pero a la vez es una de las escuelas más futuristas e interesantes de todas las que visité para documentar el libro.
Allí están verdaderamente conectados con el tema de la tecnología, con que los estudiantes lleven a cabos proyectos basados en temas de la vida real, donde aprenden a colaborar entre ellos para resolver problemas en un entorno de aprendizaje natural.
Pero, a la vez, todas las maestras son monjas. Y ellas viajan por el mundo hablando sobre la educación en el siglo XXI, sobre cómo preparar a los jóvenes para afrontar desafíos económicos y sociales actuales, como la inequidad y el calentamiento global.
Otro de los proyectos del que hablas en tu libro es la Academia Khan, que en América Latina funciona, por ejemplo, en algunas lugares del Amazonas.
Sí, uno de los retos que constantemente enfrentan los lugares como América Latina es que hay algunos lugares donde el acceso desde los centros urbanos es casi imposible.
Por esa razón se deben crear nuevos modelos, para que los niños y jóvenes puedan tener una buena educación en lugares donde es muy difícil que lleguen los maestros
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En mi mundo ideal, yo formaría los profesores de la misma manera en que se le enseña a los médicos»
Y el ejemplo de la Academia Khan es muy bueno porque logra utilizar de forma adecuada las nuevas tecnologías para crear proyectos de educación a distancia, que les funcionan muy bien y que pueden ayudar al buen desempeño de los estudiantes.
Pero lo cierto es que la idea de la Academia Khan necesita de una infraestructura de acceso a internet para funcionar. Y además, aunque tengas la infraestructura, uno de los grandes desafíos que enfrentaba este lugar es la baja retención que tenían los cursos de educación a distancia.
Así que es revolucionario lo que están haciendo allí, porque entendieron el proceso de educación a distancia pero no se olvidaron de la importancia de los maestros para optimizar la educación que se imparte.
«Nos estamos moviendo hacia una sociedad que comparte sus ideas, desde una fuente de conocimiento sin restricciones», esa es una frase tuya, ¿cómo se traduce ese concepto en la educación del futuro?
Uno de los grandes problemas que tiene el sistema educativo actual es que establece una especie de competencia constante entre los estudiantes.
En Corea del Sur -que es uno de los países que visité para escribir el libro- hay un ejemplo extremo de esto: los estudiantes practican un examen a los 18 años para establecer un rango nacional que casi decide cuál es el trabajo que puedes tener y a qué universidad puedes ir.
Básicamente, toda tu salud, riqueza y felicidad, y todo el sistema educativo hasta ese momento es esencialmente una carrera para llegar tan alto como sea posible.
Y esto causa una serie de comportamientos terribles. Los cuatro o cinco años antes del examen, los jóvenes deben pasar estudiando 15 horas diarias los días de semana y el fin de semana, 12 horas. Se vuelven muy competitivos en estos centros de entrenamiento.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEl siglo XXI debe ser el inicio de proyectos menos competitivos y mucho más colaborativos.
Allí no comparten el conocimiento. No hay colaboración. Les aterra la idea de hacer un proyecto alterno, porque eso significa que en el tiempo que ellos dedican a eso, los otros están preparando el examen.
Y eso crea un ambiente cerrado, de poca creatividad, nula colaboración. Y ahora sabemos que esos tres valores, apertura, creatividad y colaboración, son fundamentales para el mundo actual.
Estamos enfrentándonos a desafíos que solo podrán ser superados mediante la colaboración y la imaginación humana. Eso nos obliga a contar con personas que estén diseñadas para desarrollar una inteligencia colectiva más allá de una inteligencia individual.
Pero todavía vemos que en nuestros sistemas educativos los estudiantes no comparten el conocimiento ni colaboran porque están compitiendo. Incluso hay maestros que no aceptan que nadie venga a decirles cómo pueden hacer su trabajo mejor.
Una de las cosas que más me impactó cuando era maestro es que ningún colega venía a mi salón de clase y yo tampoco iba al salón de otros colegas. Parece que lo que estamos haciendo es tan vergonzoso que no merece que lo vea nadie. Personalmente, creo que hay que abrir nuestras aulas.
Hay muchos estudios y muy serios que demuestran la efectividad de los sistemas abiertos, donde se fomenta la creatividad, donde se generan más ideas, Y eso nos lo enseña la propia naturaleza: mientras un animal va creciendo, logra ser mucho más efectivo a la hora de concretar y canalizar la energía que necesita para sobrevivir.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Cartagena, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad colombiana entre el 30 de enero y el 2 de febrero de 2020.
Fuente e Imagen: https://www.bbc.com/mundo/noticias-51229314
Las vicisitudes de la construcción democrática en América Latina, los nuevos retos de la democracia en Europa y el peso de la tradición histórica en la política latinoamericana son analizados en este libro por un distinguido grupo de sociólogos, politólogos e historiadores latinoamericanos y franceses. El resultado es un enfoque realista y novedoso acerca de las posibilidades de la democracia latinoamericana, así como de sus más tenaces obstáculos.
Autores (as):
Fernando Calderón Gutiérrez. [Compilador]
José Aricó. François Furet. François-Xavier Guerra. José Arthur Gianotti. Norbert Lechner. Pierre Rosanvallon. Mario R. dos Santos. Alain Touraine. Fernando Calderón Gutiérrez. [Autores de Capítulo]
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=408&pageNum_rs_libros=127&totalRows_rs_libros=1362
América del Sur/Venezuela/26-01-2020/Autor(a) y Fuente: diariodelosandes.com
Bajo la consigna “ni una menos”, un grupo de mujeres se reunieron en la plaza Bolívar de Valera, en horas de la mañana del pasado 17 de enero, para alzar su voz en contra del femicidio y el maltrato contra la mujer, promoviendo una vida libre de estos delitos.
Las mujeres repartieron volantes a los ciudadanos para tomar conciencia e informar sobre estas violaciones, que pueden ser sancionadas con penas entre veinte y veinticinco años de prisión.
Defendiendo el artículo 14 numeral 20 de la reforma de la Ley Orgánica por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, publicada el 25 de noviembre del 2014 en Gaceta Oficial número 40.548, que establece el femicidio como “la forma extrema de violencia de género, causada por odio o desprecio a su condición de mujer, que degenera en su muerte producidas tanto el ámbito público como privado”.
Cifras
A comienzos de noviembre del año pasado, se registraban 335 casos de femicidio, esto según los medios Cotejo.info y Medianálisis. Para el momento del informe, Zulia y el área Metropolitana de Caracas lideraban como las entidades en las que más muertes de este tipo ocurrían, con 59 y 53 respectivamente.
En agosto del mismo año, el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), indicó que para la fecha habían ocurrido 1.180 casos de abuso sexual en el país.
La legislación establece además que existen 21 tipos de violencia, y prevé que quien fuere sancionado por este delito, no tendrá derecho a gozar de los beneficios procesales de ley ni a la aplicación de medidas alternativas de cumplimiento con la pena.
A pesar de los grandes avances en igualdad de género a nivel mundial, en Venezuela, las mujeres siguen siendo un blanco para los abusos, violencia, robo y muertes. Pero estas mujeres demostraron valentía, siguen en pie de lucha para revertir la situación y disminuir estas alarmantes cifras. /José Leonel Pineda ECS
Fuente e Imagen: https://diariodelosandes.com/site/mujeres-alzaron-su-voz-contra-el-femicidio-y-la-violencia/
América del Sur/ Venezuela/ 14.01.2020/ Fuente:www.elnacional.com.
Durante los primeros 10 días del año se registraron 8 casos en todo el país que han sido confirmados. Diferentes organizaciones feministas temen que la cifra pueda ser mayor por la falta de difusión. Solo en el estado Mérida, el 6 de enero hubo 2 desapariciones, de una niña y una adolescente, que terminaron en asesinato
La cifra de femicidios en Venezuela en lo que va de 2020 es alarmante. En un garaje y metido dentro de un saco estaba el cadáver de Anubis Contreras, de 10 años de edad.
La niña fue raptada por un adolescente de 16 años el 6 de enero después de jugar con varios amigos frente a su casa, ubicada en el barrio Pueblo Nuevo del municipio Libertador del estado Mérida.
El adolescente se llevó a la fuerza a Anubis a la casa donde vivía con una tía. En una habitación, amordazó con un trapo a la pequeña, abusó sexualmente de ella y le causó múltiples lesiones en el cuello con una tijera, de acuerdo con la versión policial.
Solo en los primeros 10 días de 2020, en Venezuela se cometieron alrededor de 8 femicidios. Pero varias organizaciones feministas consultadas por El Nacional temen que los números sean más alarmantes si se toman en cuenta los posibles casos que no han sido visibilizados.
«Es una realidad que las organizaciones feministas hemos denunciando desde hace años; tanto la grave situación del acceso a la justicia como la ausencia de programas de prevención», dijo Magdymar León, coordinadora de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa.
La muerte de Geraldine Quintero (de 16 años de edad) también conmocionó al estado Mérida. Cuatro jóvenes que tienen entre 19 y 20 años de edad fueron detenidos por funcionarios de la policía científica por el asesinato, ocurrido también el 6 de enero en el municipio Libertador de Mérida.
Las autoridades localizaron el cadáver carbonizado dentro de un maletín en una zona boscosa. José Hernández, con quien Quintero mantenía una relación amorosa, le dio un tiro en la cabeza en medio de una fuerte discusión.
La organización Tinta Violeta registró en Venezuela más de 140 femicidios en 2019.
«Hay una debilidad institucional importantísima en el acceso a la justicia y en la protección a las mujeres. Estamos ante un sistema de justicia que no está siendo eficiente a la hora de proteger y sancionar. Entonces se está generando una cultura de impunidad porque no se sancionan estos delitos», expuso León.
La experta subrayó que la situación, desde el punto de vista institucional, no ha variado. Alegó que existe un patrón que se presenta con el agravante de que las víctimas son muy jóvenes.
Fuente de la noticia: https://www.elnacional.com/venezuela/femicidios-evidencian-la-debilidad-institucional-con-la-que-venezuela-inicio-2020/
Con la karateca francesa Laurence Fischer, fundadora de la organización Fight For Dignity.
“Educar por el deporte” es la consigna que guió el trabajo de la francesa tricampeona mundial de karate Laurence Fischer durante sus 15 años de carrera en que, además de competir, ayudó a que mujeres en contextos vulnerables transformaran sus realidades a través de la práctica deportiva. Lo hizo primero mediante iniciativas de organizaciones civiles –la convocaron para que, justamente, bajara a tierra su premisa en distintos países de Centroamérica, África y Medio Oriente– y después con la creación de Fight For Dignity, que tiene como objetivo ayudar a mujeres en situación de violencia de género a empoderarse, reapropiarse de sus cuerpos y recuperar la autoestima a través del karate. El programa que plantea la organización francesa apunta a que las sobrevivientes puedan “reconectar cabeza, corazón y cuerpo”, según se puede leer en la página web. Las sesiones se adaptan al estado físico, psíquico, emocional y social de cada mujer.
Fight For Dignity trabaja en Francia y en la República Democrática del Congo. En el país africano funciona en la Casa Dorcas, un lugar de refugio y reposo para mujeres que atravesaron violencia sexual y sufrieron mutilación genital. En Francia, el programa forma parte de los talleres que promueve La Casa de las Mujeres de París, el único centro del país que tiene unidades especializadas en salud sexual y reproductiva, violencia de género y –también– mutilación genital. En los dos casos, el programa se enmarca en el trabajo de un equipo multidisciplinario que incluye psicólogos, médicos y abogados, entre otros especialistas. Este acompañamiento integral es “lo realmente innovador y necesariamente replicable” para ayudar a las mujeres que atraviesan violencias a salir de la situación y seguir con sus vidas, asegura Fischer en diálogo con la diaria y otros medios latinoamericanos.
Cada sesión de karate dura una hora y media y se basa en la respiración, la relajación y el trabajo de las caderas. “Se trabaja mucho en las caderas y en nombrar las partes del cuerpo, lo cual es muy importante porque a menudo las mujeres no saben dónde se sitúa cada parte”, explica la responsable de la iniciativa. “Trabajamos mucho, tanto en Francia como en el Congo, en el aparato genital y en particular en los músculos del periné, tratando de darle valor a esa zona, algo que sirve mucho de base para practicar el karate”, agrega.
El karate, en realidad, abarca sólo 20 minutos de la clase, “aunque es transversal a los ejercicios de yoga y sofrología” que se realizan antes, aclara Fischer. Todas las etapas de la sesión se realizan sistemáticamente en el mismo orden –así es más fácil para las mujeres, que suelen tener problemas de concentración debido a los traumas psicológicos con que conviven–, aunque en realidad el equipo adapta la metodología a lo que ellas quieran o pidan. La ex atleta resalta la importancia de que la práctica se realice entre mujeres, porque intercambian entre ellas y generan una complicidad en que ni siquiera es necesario hablar. “El deporte tiene esa capacidad de que no requiere la necesidad de hablar: se hace y listo. De hecho hay muchas mujeres en Francia que no hablan francés y no es un problema porque es el cuerpo en movimiento el que habla, especialmente en el momento en que la mujer toma conciencia de la fuerza que tiene y siente cómo pasa a través de su cuerpo”.
Reconectar para reconstruir
Según Fischer, la forma en como cambia el vínculo de las mujeres con sus cuerpos a través del deporte es “impresionante”. “Cuando las mujeres llegan, tienen la mirada vacía. Ni siquiera hay tristeza: no hay nada. Es algo muy fuerte que se llama disociación, que es básicamente que la mujer no está ahí presente”, relata la fundadora de Fight For Dignity. “En esa primera sesión hay algunas que no hacen nada y se quedan quietas, tienen miedo y aprensión. Pero cuando vuelven a la semana siguiente, y en el medio han hecho otro trabajo con un psicólogo, por ejemplo, la evolución se ve en la apertura. Llegan sonrientes y se ponen el kimono. Se ve hasta en la postura, porque al principio llegan encorvadas, con la mirada hacia el piso, y después empiezan a pararse mejor y a levantar la cabeza”.
Las sesiones tienen otro cometido que es ayudar a las mujeres a descargar la ira que muchas veces pueden tener contra la persona que las violentó. “Muchas de ellas llegan para aprender a defenderse pero terminan encerradas en un círculo vicioso en que piensan que todo lo hacen para golpear al agresor. Lo que tratamos a través de nuestro método es que tomen conciencia dando un golpe o pegando un grito, para que descarguen la ira y se llenen de energías positivas y de fuerza, no pensando en el agresor sino pensando en ellas mismas. Las mujeres entonces se llenan de confianza y energía y, eventualmente, se desprenden del depredador”, asegura Fischer, y aclara que este proceso no está ligado sólo al deporte sino “al contexto multidisciplinario” en general.
“En la mayoría de los casos, estas mujeres nunca habían hecho deporte antes y generalmente creen que no valen nada, porque es lo que les hicieron creer”, comenta la ex karateca. “Es extraordinario cuando muestran lo que aprendieron y sonríen al descubrir que lograron hacer cosas que nunca hubieran imaginado”. El objetivo último de la organización es que, eventualmente, las mujeres se animen a practicar karate en algún club deportivo, incluso si es mixto.
Fischer considera que lo que hace Fight For Dignity “es una gota de agua”, pero que puede convertirse en océano si otras atletas se comprometen con la promoción de la educación por el deporte y se convierten en modelos a seguir para mujeres en situaciones de vulnerabilidad. “Pienso que un tercio de las mujeres en el mundo son víctimas de violencia y que hace falta que haya un cambio en la manera en que nos relacionamos con el cuerpo; es necesario que podamos reconectar la cabeza con el cuerpo, que ha sido la fuente del sufrimiento”, asegura. “El deporte, tal como existe hoy, tiene un lugar en el acompañamiento de estas mujeres víctimas. Hay que dejar de estigmatizarlas y demostrarles que, de hecho, son fuertes”.
Todos los caminos que llevaron al Congo
Fight For Dignity fue fundada hace casi tres años pero empezó a gestarse en el imaginario de Laurence Fischer varios años antes. Quizás el primer antecedente tuvo lugar en 2006 en Kabul, Afganistán, en uno de los tantos viajes que la ex atleta realizó para promover la educación por el deporte, en esa oportunidad de la mano de la organización Plan Internacional.
Allí conoció a un grupo de adolescentes de entre 12 y 16 años que integraban por primera vez el equipo nacional de karate. El rol de Fischer era no sólo transmitirles conocimientos específicos sobre la disciplina sino también alentarlas para que practiquen el deporte pese a las circunstancias, que en muchos casos eran adversas. Después de pasar un mes en la capital afgana volvió a Francia con gusto a poco y decidió invitar a las jóvenes a su país para continuar el acompañamiento y convertirse en una especie de mentora. “Pude ver su evolución, sus condiciones, e incluso cuando para algunas de ellas la situación personal era muy complicada, era evidente el efecto que tenía el hecho de que practicaran deporte”, comparte Fischer. “Las mujeres que vinieron estaban muy comprometidas con hacer escuchar sus voces, compartir sus experiencias y mostrar la voluntad de continuar practicando y competir, porque, como atletas, era importante para ellas también poder identificarse como aptas para participar de una competencia”, agrega.
Para cuando terminó esa experiencia, que coincidió también con el fin de su carrera como deportista profesional, el trabajo de Fischer estaba cada vez más orientado hacia las cuestiones vinculadas a las mujeres. No sólo en una búsqueda por ayudarlas en situaciones difíciles, sino también comprometida con la visibilización de las desigualdades de género en el ámbito del deporte en Francia. “Entonces decidí de alguna manera alentar a las mujeres a que se sientan legítimas y a que se comprometan en la educación, en la formación y en los puestos de responsabilidad en materia de deporte”, recuerda.
A eso se dedicó en los años siguientes, hasta que en 2013 conoció en el Foro Mundial de Mujeres Francófonas al ginecólogo congoleño Denis Mukwege, quien marcó un antes y un después en el enfoque de su trabajo con mujeres vulneradas. “El doctor había contado su recorrido como ginecólogo en su país, el Congo, donde se convirtió en un especialista en cirugía reconstructiva de genitales de mujeres que durante la Guerra de Kivu (2004-2009) y otros conflictos armados eran y siguen siendo violadas, en un escenario en que la violación es utilizada como un arma de guerra”, cuenta Fischer. Desde 1998 a la fecha, Mukwege operó a unas 2.000 mujeres por año y se convirtió en un referente mundial en materia de operaciones reconstructivas. Su trabajo le valió el apodo doctor Milagro, y en 2018 recibió el Premio Nobel de la Paz junto a la activista yazidí Nadia Murad “por sus esfuerzos para erradicar la violencia sexual como arma en guerras y conflictos armados”.
“A estas mujeres víctimas de violencia sexual las llaman ‘sobrevivientes’ porque llegan muchas veces con fístulas, es decir que están perforadas por dentro, y con traumatismos psicológicos graves y muy específicos que van desde los pensamientos suicidas a la depresión, pasando por referencias a la hipersexualidad o a la frigidez, sin que conserven ningún vínculo con el cuerpo, porque ha sido una fuente de sufrimiento”, explica Fischer. Su recuperación, entonces, va mucho más allá de la cirugía reconstructiva. Por eso el doctor Mukwege creó en 2014 un lugar de convalecencia posoperatorio en donde las mujeres son atendidas por un equipo multidisciplinario que incluye médicos pero también especialistas en salud mental o talleristas: la Casa Dorcas, que anualmente atiende a cerca de 100 adolescentes de 12 a 18 años.
Fischer cuenta que el testimonio del doctor –que fue objeto de intentos de asesinato por comprometerse a acompañar a estas mujeres y denunciar, de cierta manera, que el Estado no asumía su responsabilidad frente a este flagelo– la “conmovió profundamente”. Entonces le propuso trabajar en la casa con un programa de deporte que estuviera centrado en transformar la relación de esas mujeres con sus cuerpos, más allá de lo que lograra la operación quirúrgica. El programa, que incluye tanto karate como fútbol, está a cargo de un profesor que fue especialmente entrenado por Fischer.
Fight For Dignity, en realidad, nació tres años después, cuando tres sobrevivientes le dijeron a la ex karateca que una vez que salieran de la Casa Dorcas querían volver a la ciudad donde vivían para transmitir lo que habían aprendido a las vecinas, amigas, madres y abuelas, porque no querían que las mujeres de su entorno sufrieran lo mismo que ellas. “Ahí fue cuando me dije: esto es más grande, no puedo abandonar”, recuerda Fischer. Y decidió crear la organización, que además de llevar adelante las sesiones deportivas trabaja en la formación de futuras entrenadoras. En 2018 la tricampeona quiso llevar el modelo a Francia y encontró el espacio ideal en La Casa de las Mujeres de París. “Estamos presentes en dos modos diferentes porque son dos contextos diferentes: en Francia, las mujeres van a La Casa de las Mujeres por las operaciones posmutilación genital, pero también encuentran allí un refugio a la violencia de pareja o al abuso sexual intrafamiliar”, aclara Fischer. “Son entonces dos estrategias diferentes, pero a pesar de todo el enfoque es el mismo en los dos países: recuperar la autoestima y reapropiarse del cuerpo que fue blanco de violencias”.
Desde Francia | Esta nota fue realizada en el marco de un programa para periodistas latinoamericanas sobre igualdad de género, organizado por el Ministerio de Europa y Asuntos Extranjeros de Francia.
Fuente de la reseña: https://feminismos.ladiaria.com.uy/articulo/2020/1/el-deporte-como-herramienta-de-empoderamiento-y-resiliencia-para-mujeres-en-situacion-de-violencia/
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