Junio de 2017/Fuente: CEPAL
Palabras del Secretario Ejecutivo Adjunto de la CEPAL Antonio Prado, en la inauguración del seminario de Euroclima
30 de mayo de 2017
Lima, Perú
Señora Elsa Galarza Contreras, Ministra del Ambiente del Perú (por confirmar),
Señora Irene Horejs, Embajadora de la Delegación de la Unión Europea en Perú,
Señor Host Pfilguer, Representante de la División de Cooperación de la Comisión Europea,
Distinguidos representantes de los países participantes de Euroclima,
Colegas de la CEPAL y del Sistema de las Naciones Unidas,
Amigas y amigos,
El cambio climático es uno de los más grandes desafíos del siglo XXI. Es, como lo señaló Nicholas Stern, una externalidad negativa global y consustancial a nuestros estilos de desarrollo. Enfrentar sus desafíos implica modificar el rumbo del desarrollo en nuestra región para realizar los procesos de adaptación al cambio en curso y al venidero en sectores como la agricultura, el borde costero, la salud, entre otros. Y al mismo tiempo, tomar ventaja de tecnologías de producción y patrones de consumo de la energía de mejor calidad, de menor huella ambiental, más inclusivas, más eficientes y mejores para la economía.
Estos cambios se producirán de manera natural cuando los mecanismos con los que vamos construyendo el futuro expresen las ventajas tanto de la adaptación como de la mitigación. Hoy todavía no es así. Nuestras sociedades permanecen insertas en la economía petrolizada y las ventajas de la adaptación tienen ventajas futuras y de largo plazo que los mecanismos de decisión del presente no logran capturar.
Por ello la transición se ha venido construyendo con una combinación de avances tecnológicos, de recursos financieros concesionales, con cooperación técnica, identificando las medidas de política pública que son buenas en cualquier escenario y deseables desde el punto de vista de sus co-beneficios y, poco a poco, analizando mejor los riesgos asociados al cambio climático en las inversiones. Hay un camino prometedor que recorrer aún en todos esos campos para hacer que lo deseable para el desarrollo sostenible, incluido el combate al calentamiento global, como son las inversiones, también sean las más razonables desde el punto de vista económico y social. Esa combinación, donde las políticas públicas juegan un papel fundamental, nos puede llevar a realizar las modificaciones estructurales al actual estilo de desarrollo.
América Latina y el Caribe es una región fundamentalmente urbana que requiere la construcción de ciudades con infraestructuras de mejor calidad, que sean además más inclusivas, más resilientes y consistentes con un intenso proceso de mitigación de emisiones.
El tránsito hacia un desarrollo sostenible no es una tarea fácil. Requiere de la participación y el compromiso de una gran diversidad de actores, por ejemplo, el sector público, el sector privado, de los bancos de desarrollo y el sector financiero, y de la sociedad civil. Construir una agenda transformadora que permita hacer converger las visiones y los intereses de todos estos actores es, ciertamente complejo e implica profundizar conocimientos, fortalecer las capacidades humanas e institucionales y construir puentes de diálogo y de trabajo entre todos los actores involucrados.
El Acuerdo de Paris y la Agenda 2030 con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, tienen un carácter universal y global. Alcanzar estas agendas simultáneamente implica identificar las políticas públicas y las inversiones públicas estructurantes necesarias para cambiar la senda de las decisiones del sector privado, e ilustran la importancia para los países de trabajar coordinadamente en el espacio regional bajo el marco del conocido principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas.
Cumplir con las Metas Nacionalmente Determinadas del Acuerdo de París, como con el resto de los ODS, implica cambios importantes en la política pública económica, fiscal, ambiental, regulatoria, tecnológica, de inversión y hasta institucional, en algunos casos. Y la combinación de la meta de 2 grados y el presupuesto de carbono restante, junto con los muy distintos puntos de partida que tenemos en la región en estas materias, hace que el tiempo disponible para alcanzarlas sea relativamente reducido y, visto desde otro ángulo, que la oportunidad de acelerar nuestro propio desarrollo sea mayor.
América Latina y el Caribe pasa por una etapa de crecimiento lento en la mayor parte de los países, que probablemente se prolongue considerablemente. Ya dejamos atrás el punto más alto de ganancias en combate a la pobreza, y la desigualdad de ingreso apenas se reduce, mientras que otros ejes de desigualdad, como el de género, están prácticamente estancados. Es posible que el gasto social comience a bajar y no se ven reformas fiscales adicionales de magnitud en la región. Al mismo tiempo, el aumento del ingreso de la década pasada se ha traducido en una profundización del patrón de consumo dominante en la región, caracterizado por bienes importados financiados fundamentalmente con la exportación de materias primas, una expansión de la urbanización y sus consiguientes aumentos en la tasa de motorización y un importante crecimiento en el consumo de combustibles fósiles.
Modificaciones reglamentarias han permitido en los últimos 4 años una significativa penetración de la inversión en renovables en algunos países para la generación eléctrica. Sabemos que se está produciendo una transición en materia de movilidad hacia la eléctrica y la autónoma, pero para nuestra región ese cambio no es significativo, no resuelve oportunamente problemas como el de la congestión, la mala calidad del aire y la desigualdad en la calidad de los transportes públicos, ni siquiera en las décadas por venir. Otros servicios públicos, con alto impacto ambiental como el manejo de residuos sólidos y líquidos, mantienen importantes déficit en cobertura y calidad y se sigue produciendo la fuga, el aumento del ingreso, desde los servicios públicos hacia los privados.
Modificar estos patrones de producción y consumo son claves para la calidad del desarrollo, de hecho son el fundamento del desarrollo por su masividad y su inclusividad y sus consecuencias económicas. Y como efecto colateral, pueden ser también de menor huella ambiental.
En este contexto EURCOLIMA tiene especial relevancia. Es producto de la cooperación birregional, una figura singular, que comenzó apoyando la documentación de los impactos económicos del cambio climático en los países de América Latina y el Caribe. Posteriormente, sumó la documentación de los impactos sociales del cambio climático en desigualdad, pobreza, una visión de género, el seguimiento al financiamiento climático en América Latina y el Caribe.
Al cierre de esta etapa contamos con instrumentos suficientes para analizar los dilemas y complementariedades entre metas de desarrollo y metas climáticas. Esto nos permite analizar la magnitud de las brechas y la velocidad del cambio necesario para satisfacer distintos objetivos de política simultáneamente, como lo exige la Agenda 2030 y el Acuerdo de París, en campos diversos como la agricultura, el consumo energético, el empleo y el comercio exterior entre otros.
Estos avances, que se detallarán más adelante, entregan herramientas indispensables a los gobiernos para ver el efecto de tomar decisiones de política en los distintos ámbitos y su efecto en materia de contribución al cambio climático. Creemos que esto es oportuno vista la necesidad de evaluar y revisar las metas de cara a las siguientes revisiones de metas previstas en el Acuerdo de París. Creemos también que puede ayudar a la discusión intersectorial en los países.
Con Euroclima hemos podido desarrollar espacios técnicos de discusión sobre políticas públicas (seminarios y talleres) entre expertos nacionales, internacionales y tomadores de decisiones en la región. Pero no sólo eso. También hemos podido promover el aprendizaje entre los propios países, sur-sur, mediante el intercambio entre pares para que, a partir de experiencias significativas desarrolladas en un país, puedan ser compartidas con otros países interesados en ellas para su aplicación nacional.
Gracias a Euroclima pudimos compartir la exploración de herramientas cuantitativas y el fortalecimiento nacional en su manejo para abordar el estudio de la economía del cambio climático.
Finalmente, me parece importante subrayar la creación de otra herramienta que permite agrupar los paquetes estratégicos de medidas de adaptación y sus políticas públicas para ser jerarquizadas con base en las prioridades de cada país, y así facilitar su análisis y valoración.
CEPAL promueve como respuesta tanto a los déficit del desarrollo regional como a la actual etapa de bajo crecimiento, un gran impulso ambiental con base en opciones de inversión y que sean mejores económica, social y ambientalmente, y actualmente exploramos el perfil de política económica que permite materializar este enfoque. La etapa que inicia de Euroclima+, que incluye además de la generación de conocimiento sobre medidas de política económica, de seguimiento de las metas nacionales y de flujos de financiamiento climático, se verá complementada con el potencial de concretar opciones de inversión de relevancia regional. Esta nueva etapa es una oportunidad de profundizar el diálogo técnico y político regional al más alto nivel entre ambas regiones y de avanzar en el tránsito hacia la sostenibilidad de nuestro desarrollo. Damos pues la bienvenida a la realización de este evento en Lima con la participación del gobierno de Perú, de los puntos focales de EUROCLIMA, de las autoridades de la Comisión Europea y de otros socios de EUROLCIMA como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Asistencia Técnica del programa.
Muchas gracias.
Fuente: http://www.cepal.org/es/discursos/seminario-euroclima