La crisis de la pubertad y sus consecuencias pedagógicas constituye uno de unos primeros textos argentinos donde se problematiza la adolescencia y se la convierte en una cuestión social y de estudio. Para Víctor Mercante, la pubertad es un retroceso en el desarrollo evolutivo, un momento de «pereza intelectual» con oscuras amenazas que deben ser encauzadas por el currículo y la pedagogía. Publicada originalmente en 1918, esta obra integró el corpus del movimiento que defendía la reforma educativa impulsada por el entonces ministro Carlos Saavedra Lamas. Dentro de ese movimiento, Mercante muestra una posición a la vez conservadora y cientificista.
La situación sanitaria que estamos viviendo en estos momentos está repercutiendo en la vida social y educativa de muchos estudiantes como Jimena.
Jimena es una adolescente madrileña de 16 años estudiosa y responsable, que se ha adaptado sin problemas al obligado «home-schooling» debido al coronavirus. Se sigue levantando a las 7:00, se asea, se viste, desayuna, y se pone a estudiar siguiendo los mismos horarios que lleva en su colegio. Curiosamente, lo hace vestida con «el chándal del colegio. Ponerme el uniforme en casa es una forma de delimitar el tiempo de estudio, con el de ocio de la tarde. Es un consejo que nos dieron en el colegio. Todos mis compañeros de clase lo siguen, lo veo cuando hacemos videoconferencias«. «La verdad es que no le ha costado el cambio -reconoce Rocío, su madre- en parte porque ya estudiaban con medios tecnológicos y, en parte, porque Jimena es muy consciente de que tiene que delimitar cuál va a ser el tiempo de trabajo, de ocio y el dedicado a tareas domésticas para una correcta organización de la rutina familiar».
La situación sanitaria que estamos viviendo en estos momentos está repercutiendo en la vida social y educativa de muchos estudiantes como Jimena, y enfrentándonos a todos a nuevos retos, sobre todo el campo educativo, donde muchos colegios están adaptándose al «home schooling» que tan rigurosamente cumple esta adolescente. Ana Herrero, psicóloga y coordinadora del departamento de orientación del grupo Brains International Schools, comparte sus impresiones sobre las ventajas y desventajas del «home schooling» y ofrece algunos consejos para que otros padres, niños y profesores lo integren en su día a día.
Ana Herrero incide en la necesidad de realizar a primera hora una reunión familiar donde organicemos qué vamos a hacer en el día. En casa de Jimena, lo hacen durante el desayuno, que hacen todos los componentes de la familia. “En este momento tan excepcional, una correcta organización será clave para aumentar la motivación de los alumnos. Para ello, los padres deberán facilitar un espacio adecuado de trabajo, así como un horario en el que quede bien diferenciado el tiempo de estudio, el de descanso y el de ocio”, explica esta experta.
Rutinas familiares
En cualquier caso, el tiempo de ocio no debe faltar. De hecho, continua esta experta, dentro de la rutina establecida por cada familia, el tiempo de ocio debe ser igual de importante que el tiempo dedicado al estudio. «A los alumnos puede afectarles la ausencia de sus amigos, y echarán en falta la posibilidad de jugar con estos. Para ello, se les puede facilitar hablar con sus amigos a través de videoconferencias para que puedan contarse sus impresiones y ponerse al día». Es lo que hace Jimena, aunque reconoce que echa de menos «el contacto con mis profesores y amigos de Brains»».
«Podemos aprovechar esta oportunidad para disfrutar del tiempo en familia, hacer una obra de teatro, manualidades, cocinar un bizcocho, etc.», sugiere la psicóloga y coordinadora del departamento de orientación del grupo Brains International Schools.
Otra de las sugerencias de esta profesional es involucrar a los hijos en las tareas domésticas en función de sus edades. «Esto es siempre recomendable, y más cuando se pasa mucho tiempo en casa, para enseñarles a colaborar en familia. Además, el hecho de hacerles responsables de una tarea concreta cada día hará que los niños sientan que su participación es importante».
Sergio Calleja, docente de filosofía, recuerda a sus estudiantes que lo están «haciendo muy bien». Y les recuerda que los profesores, por muchos deberes que manden, «no quiere decir que estemos enseñando, mucho menos significa que estemos educando»
Deberes, teletrabajo y niños está siendo la combinación explosiva desde que el coronavirus obligase a cerrar los colegios. Son muchos los hogares españoles que denuncian la carga lectiva ya que, aunque se intente que los alumnos lleven el mismo ritmo, las familias recuerdan a los docentes que es imposible. Avanzar o no en el temario, tener clase de todas las asignaturas (incluidas las extraescolares, como la natación), etc. sumado a las situaciones personales de cada casa (niños con TDAH, familias numerosas…), está generando un estrés adicional en los progenitores, que no dudan en desahogarse en los grupos de WhatsApp de padres del colegio.
Si se decreta o no el aprobado general y la promoción automática de curso está por verse. Pero cada vez son más voces las que recuerdan que estamos en una situación excepcional que requiere de medidas excepcionales y donde el aprendizaje tradicional debe quedar en un segundo plano para dar protagonismo a otras enseñanzas derivadas de esta situación.
En esta línea se sitúa Sergio Calleja, profesor de filosofía, que ha escrito en su blog una carta a sus alumnos para manifestarles su admiración. «Lo estás haciendo muy bien», asegura el profesor, que recuerda a sus alumnos que no se agobien con la lista de tareas que les manda el colegio. «Esta lista no es ahora lo más importante. Aceptad cada uno vuestra situación y sacad lo mejor de vosotros mismos como en tantas ocasiones os he visto hacer», les dice.
Esta es la carta íntegra del docente:
«Querido alumno adolescente:
No tengo que ser yo el que te diga que el confinamiento continúa y que parece que va para largo, ya lo sabes y ya lo sufres. Para nadie es fácil y sé que para ti menos. Cuando se tiene la vida en los labios, cuando se tienen tantas ganas de volar, cuando soñabas con ese viaje con todos tus compañeros, cuando se estrena la libertad cada día y cuando se desean vivir experiencias cada noche, estar encerrado en casa no es fácil. Solo te puedo decir que lo estás haciendo muy bien. Realmente bien.
Cuando cada día os oigo en la pantalla del ordenador, cuando recibo vuestras reflexiones sobre la libertad y cuando cumplís en la entrega de todo lo que los profesores proponemos solo puedo sentir orgullo de vosotros. Sí, no sé si alguien te lo está diciendo, si te sirve te lo digo yo: lo estás haciendo muy bien.
Entendiste muy pronto el mensaje repetido de que no estábamos de vacaciones y que las clases continuaban con normalidad, es verdad, pero que no te engañen, esto no es normal. Las clases no continúan con normalidad, que los profesores te mandemos una lista interminable de tareas (sé que te está resultando agobiante) no quiere decir que estemos enseñando, mucho menos significa que estemos educando. Sé que las circunstancias de cada uno de vosotros son muy diferentes, vuestro acceso a la tecnología, vuestras situaciones familiares, vuestros hogares… no os agobiéis, esta lista de tareas no es ahora lo más importante. Aceptad cada uno vuestra situación y sacad lo mejor de vosotros mismos como en tantas ocasiones os he visto hacer.
Es un tiempo privilegiado para aprender, no precisamente matemáticas, física, literatura o latín sino para aprender grandes lecciones importantes que, tal vez, pasan desapercibidas en las clases presenciales por el agobio del «temario oficial». Es un tiempo privilegiado para educar la paciencia, sé que te cuesta mucho; admirar la solidaridad del ser humano, todo el mundo está sacando lo mejor de sí mismo y esta me parece la mejor orientación académico-profesional que puedes recibir; entender la verdadera libertad; vivir con menos cosas; pensar mucho; entender lo importante que son las clases, quién te iba a decir a ti que estabas deseando volver al instinto del que tantas veces dijiste que te querías ir y no volver; entender y valorar la utilidad de las redes sociales como herramienta de relación y aprendizaje, no olvides que somos relación… seguro que tú puedes continuar esta lista de aprendizajes.
Los balcones se han convertido en escenarios improvisados para el mundo donde se aplaude, se canta, se recita, se interpreta música, se homenajea, se vibra…y ahí también estás tú. Las calles se llenan de aplausos y ruido de sirenas que emocionan. ¿No te parece esto una lección magistral?
Al final ha tenido que ser un virus y no un filósofo, como yo pensaba, quien nos remueve la conciencia y nos enseñe qué es la vida, su significado más profundo y su verdadera esencia. Cuando salgamos de nuestras casas, que hoy son más que nunca nuestras «cavernas», será otra la realidad que nos encontremos, más verdadera, más humana, más real, más viva. De esta saldremos siendo mejores, sabiendo qué es el bien, la belleza y la verdad.
Un abrazo. Habrá primavera.
Sergio Calleja«.
Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-coronavirus-carta-viral-profesor-alumnos-no-agobieis-momento-aprender-grandes-lecciones-no-matematicas-fisica-o-literatura-202004070149_noticia.html
En los últimos días y semanas, nos hemos centrado en el mundo adulto. Ya es hora de hablar de las y los adolescentes sobre la situación que viven… y darles algunos consejos o pautas para llevarla lo mejor posible.
Querido y desconocido adolecente (o joven si lo prefieres):
Estos días, a menudo, he tenido que hablar y escribir para ayudar a los padres y madres a aguantaros. Sin embargo, hoy he pensado que no era justo, que también debía hablar y escribir considerando tu punto de vista, tus sentimientos, tus felicidades e infelicidades, tus rabias.
Seguro que una de las primeras cosas que has aprendido estos días es el sentido de la extraña palabra “confinamiento”. Es una expresión de los mayores que viene de cuando la tierra no tenia fin, un final conocido, y los aventureros se iban a descubrir mundo. Los poderosos, las naciones de entonces, ponían límites a las entradas y salidas y “confinaban” para impedir la circulación de peligros y enemigos (hoy prohibirán, ya prohíben, por ejemplo, Instagram).
Estos días, de golpe, nos han hecho saber que este mundo global en el que todo está en comunicación se reduce a tu casa (o, si tienes esa suerte, a tu habitación). Hasta ahora, cuando llevamos poco más de una semana encerrados, si el wifi que tienes es potente, no le has encontrado demasiados inconvenientes. Sólo uno muy importante: pasar 24 horas cada día al lado de tus padres (sin poder “salir”, huir, solo estar bajo su control).
Me temo que las tensiones se van acumulando. Acabo de preguntar a un chico al que intento ayudar a orientarse en la vida cómo le va a su saco de boxeo que tiene colgado en la terraza y me ha respondido esto: “Está fatal… ya le estoy dando sin guantes”.
Supongo que también te das cuenta de que no eres el único en esta situación, de que las personas que están a tu lado también se ponen “histéricas”, están a punto de explotar, especialmente si tú enciendes la mecha. Aunque, siendo honesto, la verdad es que tú y ellas vivís la mayor parte del día felizmente en paz.
Como me temo que esto va para largo, he pensado que te podía vender una “guía de supervivencia”. Por eso, me he puesto a escribir una lista de argumentos para construir y mantener una relación civilizada y razonable con tus padres (que, cuando nadie te ve o te escucha, puedes reconocer que los quieres y los necesitas):
A los padres y madres les suelo explicar que no hace falta que se peleen contigo por todo. A ti te tengo que decir que, aunque necesitas hacerlo porque ahora te sientes diferente, tienes que negociar cuántas batallas están dispuestos a aguantar (tú sabes muy bien que la mayoría de las veces son batallitas sin importancia real). Puedes pedir tolerancia, pero vigila. Tu madre y tu padre también tienen sentimientos y les haces daño.
Como te decía, si tienes la suerte de tener habitación para ti, deja claro que es tu espacio. Pero deja entrar a ratos (al menos el aire) y sal para compartir una parte de tu vida. Además de estar confinado, no te recluyas en una celda.
De tanto en tanto, sorprende a tu madre o a tu padre preguntándoles cómo les va la vida, la de ahora y la que tenían fuera (es posible que antes estuviesen tan ocupados que, como no os veíais demasiado, no tengas ni idea de lo que es importante en sus vidas).
No se me ocurrirá decirte que no vivas entre pantallas. Gracias a internet y a tu móvil puedes descubrir cada día que la vida sigue. Tan solo te sugiero que te pares en algún momento a hacer balance de todo lo que vas viviendo en la pantalla (cuánto tiempo conectado con los amigos, cuánto buscando información, cuánto escuchando música, cuánto con las series, cuánto leyendo, creando, escribiendo…). Así, cuando te digan aquello de “todo el día con la pantalla perdiendo el tiempo”, podrás tener argumentos para la respuesta.
Supongo que has comprobado de qué manera el encierro va poniendo un poco “neuras” a los adultos. Se ponen hiperactivos para no pensar. No te pido que te ralles, pero cuando estás tranquilo o tranquila en tu habitación, dedica un poco de tiempo a descubrir cómo te sientes, qué vives, qué te emociona. Como siempre afirmas que los mayores no pueden entender lo que vives tú, ahora tienes la ocasión para tratar de aclararte y descubrir los líos que tienes por dentro.
Estoy convencido de que no echas de menos el instituto (bueno…la vida del instituto sí). En cualquier caso, lo peor que te puede pasar es que pasen los días sin saber más. Destina tiempo a descubrir y aprender y creo que te iría bien preguntarte cada noche: “¿Qué he aprendido, descubierto, hoy?”. Si miras lo que mucha gente va difundiendo estos días en las redes, puedes comprobar que no suelen tener mucha idea de lo que hablan, se lo creen todo, no saben cómo funciona el cuerpo humano, confunden los sistemas políticos, no imaginan un mundo más justo, etc., etc. Estar encerrado no puede convertirte en analfabeto social ni en un pasota de la ciencia que se guía por el horóscopo. No te conformes con hacer (o no hacer) pasivamente los deberes que te han enviado por internet. Molesta un poco a tus profes (todas y todos tienen alguna manera de ser localizados y entrar en contacto) para que se preocupen por ti y por tus compañeros y compañeras. Habla con tus colegas de todo lo que ahora descubrís solos y luego podréis explicar a los que os enseñan.
A pesar de todo, tienes a los amigos y amigas bastante cerca. No estáis juntos, pero hacéis vida juntos. Ahora, puedes comprobar cuánto los necesitas y cuánto te necesitan ellos y ellas a ti. Si el encierro te cogió en la fase de los besos y los abrazos, la intensidad del amor y de la añoranza tendrá que ser virtual, pero no se va a romper. No todos tus amigos y amigas tienen las pequeñas comodidades que tú tienes y su wifi o sus datos del móvil son pobres. Nada te impide pensar en cómo ayudar a un amigo.
Tener que vivir inevitablemente juntos, a pesar del cariño, comporta ponerse de acuerdo en cómo vivir. Seguro que tu madre (o tu padre) desde el primer día ha querido repartir las responsabilidades de la casa. Lo que probablemente quiere tu padre (o tu madre) es que todo el mundo tenga su horario. A ti siempre te ha molestado que esté previsto lo que hay que hacer en cada momento. No tienes opción. Tu vida pasa ahora por acordar, pactar y recordar que la convivencia será fruto del acuerdo. Reclama opinar y participar, pero olvida por unas semanas tu tendencia a escaquearte y no desgastes más a tus padres haciendo que te lo tenga que repetir todo varias veces.
No tienes clase ni de sociales ni de historia ni de biología ni… pero seguro que has descubierto lo que significa vivir en un mundo global, sin fronteras posibles, desigual, injusto… También has comprobado que no sueles tener ese miedo especial que parecen sentir algunos adultos. Sin embargo, has descubierto lo que quiere decir vivir entre riesgos, qué significa aprender a protegerse (recuérdalo cuando te dé por llevar una vida algo loca).
Pienso y deseo que pronto podrás salir de la “prisión” y que la vida volverá a ser genial. Cuando llegue ese momento ya volverá ser tu vida sola. Habrás descubierto qué puedes ser tú y que has de ir decidiendo cómo crees que podría ser. Recordarás lo necesarios que son los amigos y amigas. Te sentirás seguro de nuevo porque has podido sentir que tienes una madre, un padre (pesados) siempre cerca.
Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/03/30/como-sobrevivir-a-un-largo-encierro-con-tus-padres/
Los alumnos de hoy en día son más digitales y están más conectados que los de hace unos años. Pensando en ellos, SM ha desarrollado su nuevo proyecto pedagógico ‘Savia nueva generación’ que potencia la motivación y fomenta el aprendizaje autónomo enfocado para la vida. Además, SM estrena perfil en Spotify con música inspirada para cada asignatura.
Los estudiantes que en la actualidad cursan la etapa de Secundaria no son como los de antes. Demandan nuevas competencias, quieren desarrollar nuevas habilidades y les mueven diferentes intereses. También son más digitales, activos, conectados y visuales. Para llegar a ellos, SMha creado el proyecto pedagógico ‘Savia nueva generación’ con el siguiente objetivo: potenciar su motivación a través de un material diferente para lograr un aprendizaje más autónomo enfocado para su día a día.
Asimismo, SM desea fomentar entre ellos la motivación con la ayuda de herramientas digitales. El entorno digital de este nuevo proyecto se ha cuidado de manera especial, de ahí que muestre un diseño actual con un lenguaje claro y cercano. Asimismo, cuenta con herramientas de innovación educativa para trabajar el aprendizaje cooperativo y aprender a pensar.
El planteamiento de las asignaturas
Como cada materia es distinta y necesita de unos determinados recursos, no se pueden impartir de igual forma. SM las plantea de la siguiente manera:
-Matemáticas: con un enfoque aplicado y directo para conectar con los alumnos, el proyecto se centra en el aprendizaje a través de la práctica. Apuesta por las TICS con el programa MATTIC y con Geogebra.
-Lengua Castellana: se aplica un lenguaje claro y un enfoque comunicativo y práctico, así como una gran variedad de tipologías textuales y un método de comprensión lectora.
-Geografía e Historia: los estudiantes tienen acceso a materiales rigurosos a la vez que prácticos y sencillos. Se integran talleres en cada unidad y proyectos al final de cada bloque.
-Biología y Geología: con contenidos concisos y estructurados, se emplean imágenes e infografías para facilitar la comprensión. También se proponen actividades competenciales y propuestas de experimentación.
-Física y Química: exposición clara de los contenidos y explotación didáctica de la imagen. Se aplican los conocimientos adquiridos, proporcionando una cultura científica básica.
-Plástica: exposición teórica rigurosa acompañada de una gran propuesta de actividades prácticas adaptadas a las nuevas metodologías.
Pensado también para los profesores
Para los docentes ‘Savia nueva generación’ incluye una diversidad de actividades para el aula ajustadas al currículo y al número de horas lectivas en un entorno digital intuitivo. Hace hincapié en el trabajo de la comprensión lectora, y apuesta por la innovación metodológica, el aprendizaje competencial y una educación en valores, ejes del proyecto educativo de SM.
Una banda sonora para cada asignatura
La otra novedad para destacar de SM es que estrena canal de música en Spotify, y lo hace con una decena de listas de canciones para cada asignatura de Secundaria que ha contado con la colaboración de un centenar de profesores de esta etapa.
Con la música aprendemos geografía, palabras nuevas; la música nos habla de números y ciencia. Nos enseña idiomas, nos descubre el arte. Además de enseñar contenidos, la música aporta otros beneficios destacados: por ejemplo, aumenta la capacidad de memoria, la atención y la concentración.
Desde ‘Born in the USA’ de Bruce Springsteen a ‘Space Oddity’ de David Bowie, pasando por ‘Palabras más, palabras menos’ de Los Rodríguez, ‘Lady Blue’ de Bunbury o ‘Todo se transforma’ de Jorge Drexler son algunos de los temas incluidos en las listas que motivarán a los estudiantes a aprender Tecnología, Matemáticas, Plástica, Lengua, Geografía e Historia, Física y Química, Francés, Biología y Geología.
SM invita a los profesores y alumnos a que propongan más canciones inspiradoras e irá completando esta lista de reproducción con podcasts educativos de interés para todas las materias. Por otro lado, ha lanzado un concurso para docentes en el que sortea 100 suscripciones a Spotify Premium.
Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/savia-nueva-generacion-proyecto-pedagogico-sm-secundaria/
Una tarde de este invierno mi hijo adolescente me recomendó ver Sex Education. La primera reacción fue pensar que cómo quería que me gustase una serie de su interés cuando estamos en momentos muy distintos y pocas veces coincidimos con los gustos. Pero la propuesta ya me había calado y, sea por curiosidad de saber de qué iba la serie o, probablemente, por conocer un poco mejor a esta personita que tan poco se comunica últimamente, reconozco que acabé devorando la serie.
La verdad es que agradezco la propuesta. Es una serie inglesa situada en un instituto con su abanico de personajes variados que capítulo a capítulo va tratando muchas de las cuestiones que rodean a los chicos de estas edades, cuestiones como los miedos, la aceptación, la homosexualidad, el travestismo, la masturbación, el acoso sexual, el feminismo, el aborto, las enfermedades sexuales, el bullying y algunas otras.
Algunos pensarán que es una serie más de adolescentes en un instituto, y de alguna manera así es; los que hemos trabajado en estos centros de secundaria reconocemos como reales muchos de los clichés típicos de estas series (las tribus urbanas, los frikis, el chico y la chica populares…), todos los hemos visto. Pero no es eso, evidentemente, lo que hace interesante Sex Education. No es una serie más. El gran mérito de esta serie progresista es la capacidad que tiene de hablar de la sexualidad desde la responsabilidad.
Un argumento original
Sex Education está entre las tendencias de Netflix, es una serie muy bien acogida por su frescura, originalidad, diversión y atrevimiento. Su éxito radica en la naturalidad con la que enhebra ocho capítulos en cada una de las dos temporadas, tratando básicamente el tema de la sexualidad.
El protagonista, Otis, es hijo de una terapeuta sexual y, a pesar de su inocencia y a veces falta de habilidades sociales, es empujado por otra de las protagonistas, la extrovertida y madura Meave, a ejercer como consejero sexual en el instituto de Moordale. El instituto está lleno de adolescentes en su despertar sexual; chicos y chicas con miedos, descubriendo sus nuevos cuerpos, obsesionados por la pérdida de la virginidad, desconociendo las ETS, buscando su orientación sexual… Capítulo a capítulo, Otis va aconsejando a cada uno de los alumnos que decide recurrir a su ayuda. ¿Pero de dónde saca la información para poder aconsejar? A veces de lo que escucha de las consultas de su madre y otras veces de su propio conocimiento.
También se van desarrollando las relaciones entre los alumnos del centro, relaciones de amistad, de enamoramiento, de competición o hasta de bullying. Y cuando no están en el centro educativo van sucediendo también situaciones hogareñas donde se ven diferentes tipos de vínculos entre padres e hijos, algunos marcados por la comprensión y otros, sobre todo, por la incomprensión.
Sin ánimo de hacer spoiler, cabe destacar especialmente el último capítulo, verdaderamente impactante.
Un reparto diversificado
En primer lugar es destacable los diferentes tipos de familias que podemos encontrar en la trama: familia tradicional, homosexual, desestructurada, monoparental, numerosa… Reflejando así la realidad que podemos encontrar en cualquier instituto.
En segundo lugar, y como pasa en la mayoría de series ambientadas en un instituto, Sex Education cuenta con una gran variedad de personajes: la chica o chico popular, las bandas o tribus urbanas, los frikis, el malote, el acosado… Podríamos decir que están bastante bien representados los diferentes tipos de alumnos que vemos en los institutos, pero quizás lo que es más difícil de encontrar en la realidad de los centros son las combinaciones o tipos de relaciones que aquí encontramos, a veces poco creíbles. A pesar de ello el producto no pierde ni un ápice de interés.
Un reconocimiento a la labor educativa
El valor máximo de esta serie es el valor educativo que acaba teniendo gracias a la manera natural y respetuosa con la que trata temas aún tabúes para gran parte de la sociedad. Ver estos capítulos es pasar un buen rato entre risas, pero también es información y nos hace reflexionar sobre temas de los que no hablamos fácilmente. Y más en un caso como el nuestro, cuando en un mismo período de tiempo la está viendo un adolescente y una madre, cada uno por su lado.
Permite, de vez en cuando, entablar alguna conversación, o comentar simplemente alguna situación que sin el precursor de la serie quizás nunca se hubieran comentado. Cualquier serie, película o libro que favorezca la comunicación entre padres e hijos para hablar sobre la sexualidad se merece un gran reconocimiento, sobre todo por parte de los que sabemos lo difícil que a veces es poder hablar tranquilamente con los adolescentes.
Una proposición para Laurie Nunn
Probablemente ya tendrá pensado el guión para la tercera temporada. O para la cuarta. A pesar de ello, y aprovechando la oportunidad, quisiera proponer alguna idea. La serie está ambientada y va sobre jóvenes, pero inevitablemente es visionada no sólo por cientos de miles de jóvenes sino que también ha sido muy bien acogida por cientos de miles de adultos. Sin querer cambiar en ningún momento su rumbo, propongo lo siguiente:
¿Qué tal si los profesores del instituto reciben un curso de educación sexual, pero no solo de la salud sexual (anatomía, anticonceptivos y enfermedades), que son los cursos que poco a poco se van incorporando, sino un curso mucho más amplio en el que se expliquen la diversidad de orientaciones sexuales, tipos de relaciones, etc.?
O, por ejemplo, igual que hay una madre terapeuta sexual que se cuida de resolver los conflictos de sus clientes, podría haber otro familiar que hablase más de la sexualidad consciente, más tranquila, más amorosa, que ayudara a entender el gran valor de la sexualidad.
Reflexión final
Con series como ésta sí que podemos empezar a alejarnos de la violencia sexual, de las agresiones y de la intolerancia todavía tan presentes en nuestra sociedad. Diariamente las noticias nos recuerdan que es una de las principales preocupaciones de la sociedad actual, por lo que es obligación de los educadores y de la sociedad en general cambiar estas actitudes tan graves.
Sabemos la influencia que tiene la pequeña pantalla sobre la sociedad en estos momentos, y en especial sobre los adolescentes. Aprovechemos bien este valioso recurso, recordemos su función educativa. Necesitamos más series como Sex Education: divertidas, atrevidas, actuales, y respetuosas; y menos reality shows donde impera el machismo, el insulto y la mala educación.
Lídia Codony Vidal. Maestra de Primaria especializada de Ciencias y Matemáticas (UAB). Máster en Innovación en Didácticas Específicas de Ciencias (UVic).
Reseñas/19 Marzo 2020/Autor: Javier Arazola/eldiariolaeducacion.com
En estos tiempos de confinamiento, el cine puede ayudarnos a reflexionar sobre la compleja relación entre profesores y adolescentes. Javier Arazola, director de cine, nos recuerda el poder salvador del cine y la educación
Dijo Mark Twain que la ficción salva mientras la realidad mata, así que imaginen que el aula de cualquier colegio es un teatro. El estrado, a modo de escenario, permite al profesor representar su obra ante un bullicioso público, sus alumnos. Lo más hermoso de todo es que la obra que interpreta está destinada a hacer de ellos seres humanos más ilustrados y por ello autónomos, abriéndoles las puertas del camino que les llevará, quizá algún día, a la plenitud de la madurez. Imaginen que la educación, como la ficción, salva.
Les confieso que si algo he echado de menos en mi juventud han sido profesores capaces de seducirme. Pocos tuvieron el talento de invitarme a adentrarme en su disciplina con curiosidad y placer, tal vez heridos la mayoría por el letal desencanto que nace de la rutina. Es precisamente contra ese desencanto que el cine suele retratar a los personajes que pueblan esas aulas en las que empieza todo, como rezaba el título de una celebrada película de Bertrand Tavernier.
Apuesto a que lo primero que les vendrá a la cabeza es la imagen de esos muchachos alzados sobre sus pupitres exclamando aquello de “Capitán, mi capitán” ante un abrumado Robin Williams en el momento del adiós. No soy especial amante de El club de los poetas muertos (1987) de Peter Weir. Creo que en ella prima más el sentimentalismo ‘buenista’ que el verdadero sentimiento, una pena, porque si por algo destaca Peter Weir es por su capacidad para reflejar poética y sensualmente su delicada, extrema y hasta hiriente sensibilidad.
En Semilla de maldad (1955), Richard Brooks situó al veterano de guerra y profesor de Gramática Richard Dadier (Glenn Ford) en un colegio situado en los barrios menos favorecidos de una gran ciudad, poblado por los más descarriados herederos de la posguerra. Y le enfrentó al problema eterno del educador, el que comentó una vez con ironía el músico Sting, él mismo antiguo profesor de instituto: “Cuando entras en el aula te das cuenta de que tu trabajo consiste en civilizar a 30 delincuentes en potencia que te esperan con los cuchillos afilados”.
Por supuesto, el liberal y progresista Richard Brooks denunció el riesgo de que triunfara el caos (el inquietante Vic Morrow, en su debut, encarnaba al temible líder de una “rebelión” salvaje y nihilista), pero el humanismo del profesor conseguía atraer a su causa al líder negro, orgulloso e insolente de la clase (Sidney Poitier, en falso precursor de los Panteras Negras). Semilla de maldad fue un filme potente y adelantado a su época, que puede ser interesante revisar hoy para comprobar cómo han evolucionado las cosas. Además, fue la película donde se escuchó por primera vez el Rock Around The Clock, de Bill Hayley, lo que equivale a decir que fue un faro que iluminó el nacimiento del rock and roll, movimiento musical juvenil por excelencia del siglo XX.
Hay que destacar que la manera que tiene de ganarse el profesor a sus alumnos es haciéndoles vivir sin que se den cuenta la estimulante experiencia de ver y pensar el cine. La ficción y la educación se alían para huir de la renuncia a la vida, es decir, para salvar a los que pueden ser salvados que, por desgracia, no son todos.
Otro profesor admirable es el especialista en la Roma antigua William Hundert (un impecable Kevin Kline) en El club de los emperadores (2002), de Michael Hoffmann, un espíritu clásico que se enfrenta totalmente solo ante jóvenes de familias adineradas que no están demasiado por la labor de cultivar un humanismo que les huele a rancio. Lo hermoso de este personaje es su vulnerabilidad plagada de dudas, sobre todo cuando en el ocaso de su vida descubre que su fe y su esfuerzo para hacer del más inteligente pero díscolo de sus alumnos un ser honesto y moral no han servido de nada. Triste y desoladora conclusión que nos obliga a preguntarnos: ¿Qué es lo que vale realmente la pena en la labor de educar?
En Profesor Lazhar (2011), de Philippe Falardeau, quizá nos da la respuesta un maestro argelino en perpetua lucha contra el desarraigo y el dolor causado por una trágica pérdida familiar. Al sustituir a una maestra de Montreal que se ha ahorcado en el aula donde daba sus clases, se ve enfrentado a la responsabilidad de hacer asumir lo que es la muerte a los traumatizados alumnos de la maestra, unos niños muy pequeños y vulnerables, especialmente los que han encontrado el cuerpo de la suicida. A través de la educación, el debate y la reflexión, no siempre fáciles de hermanar con lo más profundo de la sensibilidad infantil, pero también al compartir su dolor con el de los niños, consigue que estos pequeños aprendices de héroes den un paso fundamental hacia la complejidad de la vida.
Filme delicado y sensible, a mi juicio apasionante porque da prioridad a la vertiente más humana, más cercana y más cálida y no rehúye mostrar la fragilidad de la condición humana al tiempo que nos invita a asumirla como una terrible, inevitable pero fortalecedora compañera de viaje. La educación salva. También a los profesores.
En Francia, hay un largo y rico camino de películas sobre este tema, que va desde Cero en conducta (1933) hasta La clase (2008), de Laurent Cantet, pasando por el admirable documental Ser y tener (2002), de Nicolas Philibert.
En Cero en conducta, revolucionaria obra maestra de Jean Vigo, los niños se rebelan contra unos maestros casposos y mediocres, asfixiados por un sistema que, como suele ser habitual, premia al biempensante y castiga la vocación de libertad. Canto a la anarquía más jovial y desacomplejada, fue considerada en su momento hasta antipatriota por poner radicalmente en cuestión el sistema educativo de la Tercera República. Francesa.
En La clase, es el profesor quien descubre con perplejidad que sus valores tal vez ya no sirven ante una nueva generación de chavales que los rechazan por una incapacidad casi genética para comprenderlos. Al acercarse al teatro con ellos es cuando el cine se torna reflexión sobre sí mismo, como instrumento de análisis, como documento y, también, como recurso pedagógico. Filme rico, complejo, apasionante, abre puertas a afrontar la educación desde una perspectiva más actual que no siempre nos resulta cómoda.
No se puede acabar este texto sin hablar de François Truffaut, que jamás se imaginó –según confesó– rodando una película entera sobre un señor que se dedica a dar clases a un niño en una casa de campo y, sin embargo, lo hizo como nadie en El niño salvaje. Siempre atento y sensible al mundo de la infancia, Truffaut se aproximó por primera vez a la escuela con su mítica Los 400 golpes (1959), en la que la familia y la escuela se muestran incapaces de comprender, acompañar y ayudar al (muy a su pesar) conflictivo Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud) a encontrar su camino.
Retrato de un aprendizaje patoso hacia una posible, sólo posible, redención, el filme de Truffaut sigue siendo hoy una de las inamovibles cumbres del cine, tal es la fuerza de una valiente, radical y hasta impúdica honestidad que difícilmente dejará de conmovernos. En La piel dura (1976), un Truffaut más sereno y jovial se muestra encantado de presentarnos a un maestro más receptivo, cercano y cálido que el de Doinel y que, además, se convertirá en padre a lo largo de esta trama de niños que es, casi casi, una Historia de la Infancia.
Pero es en la sublime El niño salvaje (1970) en la que Truffaut alcanza uno de los momentos más bellos del cine en su relación con el mundo de la educación. Tratado con el distanciamiento de un falso documental, el filme narra la relación que, a finales del siglo XVIII, tuvo lugar entre el doctor Jean Itard y un niño asilvestrado, hallado en la región de Aveyron, un caso muy comentado en la época. En un tonificante esfuerzo, que en la realidad histórica acabó en fracaso, Truffaut consigue emocionar al describir con una frialdad casi clínica un proceso laborioso en el que la emoción más desarmante, constantemente presente, posee la inteligente virtud de la discreción.
Hay un momento en el que el doctor Jean Itard, cuya frialdad científica irá desvaneciéndose cuando se da cuenta de que tiene entre sus manos la posibilidad de convertir a una fiera en un ser moral capaz de distinguir lo justo de lo injusto, le dice a su maravillosa ama de llaves que entre los dos enseñarán al niño a ver y escuchar.
Truffaut, enamorado como pocos de su arte, nos invita así a amar el cine, gracias al que podemos descubrir este canto de amor a la educación. Porque el cine, como la educación, siempre estará ahí para resguardarnos de esa dura e implacable realidad que siempre acaba por matarnos.
Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/03/19/docentes-y-adolescentes-diez-peliculas-que-nos-pueden-salvar/
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
¡Ayúdanos a mantener abiertas las puertas de esta aula!