08 de noviembre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com
Rafel Bisquerra
¿La educación emocional está bien integrada en el sistema educativo actual?
No, porque actualmente esto solo depende del voluntarismo del profesor que lo quiera hacer. No está legislado, excepto en Canarias, que a partir de este curso propusieron una asignatura de educación emocional. Es la única comunidad que tiene una asignatura específica sobre el tema. Las demás comunidades autónomas del estado español no prevén impartir en sus aulas de forma reglada la educación emocional. Es una iniciativa personal del profesor que puede estar apoyada o no por el claustro de profesores.
¿Y por qué cree que pasa esto?
Esto sucede por múltiples razones. Pero quiero pensar que la principal es que la educación emocional es una innovación relativamente reciente. Los cambios en educación requieren tiempo, a veces incluso años. Hablamos de educación emocional desde mediados de los años noventa. En los últimos 10 años los profesores se han ido sensibilizando, pero no existe una legislación ni una implicación por parte de la administración pública.
Los profesores que se comprometen con la educación emocional, ¿tienen margen para trabajar con todo el grupo, o por cuestión de tiempo se limitan a trabajar casos concretos de niños con problemas específicos?
Aquí hay que distinguir mucho entre la educación emocional y lo que es la atención a la diversidado la psicoterapia. Estas dos últimas prácticas están muy bien y son muy interesantes, pero lo que entendemos por educación emocional es una innovación educativa dirigida a la totalidad de los estudiantes, no exclusivamente a los que tienen problemas, con la intención de contribuir a la prevención y el desarrollo de competencias emocionales. Cuando hablamos de prevención nos referimos a detección precoz y respuesta a estados de ansiedad, depresión, violencia, suicidio, etc. Pero esto es preventivo. Cuando se trata de atención personalizada hablamos de otras perspectivas, otros conceptos.
Estamos incorporando el concepto resiliencia y en algunos centros se asume ya como nueva competencia. ¿Se ha trabajado con anterioridad en nuestras aulas?
En el mundo educativo hay personas que han investigado sobre la resiliencia, y conozco profesores que desde su aula trabajan con sus alumnos en este sentido.
Muchas competencias de resiliencias coinciden con las competencias de la educación emocional: tener una actitud positiva frente a la vida, capacidad de hacer frente a las adversidades, mantener relaciones positivas con otras personas a pesar de la conflictividad, etc. Es interesante incorporarlo a nuestras aulas para dar respuesta a muchas actitudes de los alumnos.
¿Podemos trabajar estas capacidades en clase con los más pequeños y con los adolescentes?
Claro, hay una serie de competencias transversales de desarrollo personal que no estan contempladas en ninguna área académica ordinaria. Se pueden desarrollar a través de la práctica, como con la tutoría, que es ideal para ello. También se puede trabajar de forma integrada en el resto de asignaturas o, si se considera oportuno, encontrar espacios específicos.
¿Qué iniciativas propondría a los profesores que quieran trabajar estas competencias en clase?
En primer lugar creo que deben contribuir a una sensibilización de los profesores, las familias y la sociedad en general sobre la importancia de las competencias emocionales para la vida personal, familiar, social, de tiempo libre, etc. Los profesores sensibilizados con ello enseguida sienten la necesidad de formarse al respecto, por tanto debemos proporcionar a los docentes materiales interesantes y atractivos donde puedan encontrar respuestas y recursos.
Algunos docentes aquejan la falta de formación inicial en los estudios universitarios al respecto.
Y tienen toda la razón. Los actuales profesores o los que estudian para ello no han recibido formación en educación emocional a no ser que por casualidad algún profesor de la universidad haya tenido una mínima sensibilización por hacerlo, pero por ahora esta asignatura no está especificada ni reglada en los estudios superiores de nuestros docentes.
Los profesores que quieren implicarse, ¿tienen suficientes recursos para hacerlo a nivel metodológico y didáctico?
En la Universidad de Barcelona, por ejemplo, para dar respuesta a esta necesidad organizamos un postgrado específico sobre educación emocional. Desde entonces hemos intentado contribuir a la difusión, formación y sensibilización del profesorado y de la sociedad. Para apoyar esta iniciativa también hacemos una jornadas en la universidad que abordan el tema. Para las personas que no pueden asistir a estas formaciones vamos a habilitar a partir de julio de 2015 un postgrado semipresencial. Seran 15 dias en Barcelona y el resto del curso será a distancia con una tutoría personal. En Lleida, en Cantabria, en Málaga o en la UNED, hay otros ejemplos y propuestas para dotar a los profesores de las herramientas necesarias.
¿Qué acogida tienen las iniciativas vinculadas a la formación en educación emocional?
Yo diría que hay de todo. Me consta que hay un porcentaje importante de profesores que está interesado y que se está formando. Hay otro grupo que no lo consideran necesario incorporar a su clase porque no está relacionado con las materias y contenidos que ellos imparten. Y también hay otro porcentaje de profesores que piensan que la educación emocional no forma parte de las competencias de los profesores, ya que ellos deben limitarse a la enseñanza de las materias ordinarias.
Nosotros pensamos que la educación tiene dos caras, por un lado la de las materias, pero por otro el desarrollo personal, ético, moral, etc. Esto no queda recogido el actual currículum.
La educación emocional es el eje vertebrador del desarrollo de la personalidad integral.
¿Por qué cree que el currículum escolar no prevé desarrollar correctamente la educación emocional?
Por un lado, creo que es una cuestión de sensibilidad; por otro lado, un tema de transición y, por último, que en el currículum cabe lo que cabe y cuando toca priorizar prefieren incluir los que para ellos es lo más importante, aunque luego no veamos aplicaciones prácticas reales de lo que han aprendido en la escuela en la vida real.
¿Qué cambiaría del currículum?
Para empezar, incluir la educación emocional como eje vertebrador del desarrollo personal. Cuando hablamos de educación emocional debemos tener en cuenta que las emociones se procesan en el mismo lugar del cerebro donde se procesan los valores éticos y morales. Todo esto constituye un núcleo importantísimo en el desarrollo integral de las personas.
Tenemos la idea de que la educación se centra en la adquisición de conocimientos de asignaturas ordinarias y todo lo que quede fuera de esta área, como no va por nota, queda relegado.
Es triste, tanto para los profesores como para los alumnos, que todo lo que no entre en selectividad, o todo aquello que no cuenta para subir nota, no interese y sea de menos categoría.
¿Es posible trabajar dentro de la familia en el ambito de la educación emocional?
No solo es posible si no que es indispensable. Las emociones empiezan a educarse desde los primeros momentos de la vida de las personas. El niño se manifiesta emocionalmente desde sus primeros minutos de vida. Sus primeros años son explosiones de emociones en estado puro. Las familias, padres y madres, no están formados ni sensibilizados para responder a las necesidades emocionales de sus hijos. Las respuestas que las familias dan a sus hijos van educando o deseducando a los niños en su faceta emocional.
Desde las escuelas, pero también desde otras instancias, deberíamos intentar llegar a las familias para proporcionar los recursos necesarios, la formación conveniente para que las familias puedan trabajar en este sentido.
¿Qué pautas daría a las familias?
Es importante seguir un proceso determinado. En primer lugar, hay que observar, tener consciencia emocional. En segundo lugar, regulación, donde la paciencia es un elemento clave. En tercer lugar, trabajar la autonomía emocional, es decir, que los estímulos que a veces nos provoca el niño no nos hagan perder el equilibrio. A partir de aquí, trabajar la competencia social, la capacidad de escuchar más allá de lo que dice, sino desde las emociones que está exteriorizando. Debemos establecer conexiones empáticas.
Cuando tenemos niños, lo que queremos es gozar de momentos agradables, de emociones caracterizadas por la satisfacción, la plenitud, la felicidad,o la alegría. Todo esto no viene dado, se ha de construir, con esfuerzo y con competencias emocionales.
08 de noviembre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com/
Pau López Vicente
¿Los adolescentes de hoy en día son iguales que los de hace 20 años? ¿Comparten las mismas problemáticas?
Los cambios propios de la pubertad es evidente que no varían sustancialmente en 20 años. Sin embargo, la manera de experimentar y vivir estos cambios sí que es diferente. La sociedad evoluciona, prioriza, pone esperanza en el futuro o vive la incertidumbre como una tragedia, se impone el concepto de crisis, el desconcierto, la desconfianza… ¡o todo lo contrario! Pues los adolescentes captan estos efluvios sanos o venenosos que revolotean en las conversaciones de los adultos, en las noticias, etc. Aparecen nuevas preocupaciones y retos, nuevas ilusiones, nuevos “sentidos” para hacer o no hacer las cosas que exigen esfuerzo. Si observamos las preocupaciones de la sociedad, de los adultos, sus aciertos, fallos, miedos y esperanzas… descubriremos las preocupaciones de los adolescentes. Son nuestro espejo.
En una sociedad como la actual en la que “ser joven” es un valor que persiguen muchos adultos, ¿qué modelo o referente se les plantea a los adolescentes?
Buena pregunta. Pienso en “referentes” mediáticos, artísticos, deportivos… algunos de gran interés, pero no se me ocurren “héroes sociales” de referencia para los adolescentes. Y, si los hay, son muy pocos. Cuando saltamos a la “juventud” el panorama cambia positivamente. Es un gozo contemplar a los miles de jóvenes que colaboran en el voluntariado, aquí y lejos de aquí, en proyectos de cooperación, educación en el tiempo libre, etc. Pero a los adolescentes se les deja entre dos aguas: entre la infancia protegida y la juventud con proyectos interesantes. Buena pregunta, insisto. El valor “ser joven” es un elemento comercial, de marketing, para los adultos. Además de la falta de aceptación del paso del tiempo, del ciclo vital, y del miedo, posiblemente mucho miedo. En algunos casos, claro.
La comunicación entre adultos (padres, madres, profesores) y adolescentes suele ser compleja. ¿Por qué?
Las dificultades en la comunicación son reales y yo diría que positivas. La dialéctica es necesaria para crecer. El conflicto, el contraste, la gestión de las situaciones problemáticas son fuente de crecimiento: así nos hacemos adultos, así construimos criterios y nos emancipamos. Yo diría que hay que relativizar los tópicos sobre esta problemática de la comunicación. Ellos nos piden que estemos por ellos, a pesar que en ocasiones no sean muy generosos y se muestren demasiado exigentes. Hay que hablar y después hablar, y después volver a hablar, y acordar, y pactar, y volver a hablar. Así se construyen los humanos, desde la infancia hasta el final. Realmente las máquinas son menos complicadas que las persona, pero trabajamos con personas y es más emocionante que trabajar con objetos.
¿Se ha complicado la comunicación con la integración de las nuevas tecnologías en nuestro día a día?
Posiblemente. Pero yo diría que lo que es novedoso para los adultos, es “normal” para los adolescentes. Es aquella idea de Marc Prensky sobre los “nativos digitales” y los “inmigrantes digitales”. Los adolescentes son hábiles y rápidos y los adultos vamos a remolque, pero no es una tragedia. Hay una posibilidad de relación simbiótica adulto-adolescente que jamás se había producido en la historia: el adolescente nos puede enseñar a descargar un programa o acceder a una site determinada, y los adultos podemos ayudarle a organizarse, a establecer prioridades. Una relación simbiótica interesante, ¿no? También nos podemos centrar en los peligros del acceso a todo tipo de contenidos, o el ciber bullying, pero ¿vemos el vaso medio lleno o medio vacío? Tendremos que convivir con la incertidumbre y hacer el camino mientras caminamos.
¿Las nuevas tecnologías nos acercan o nos alejan de los alumnos adolescentes?
Como siempre: depende. Hay muchos aspectos a tener en cuenta.
Más concretamente: ¿qué oportunidades ve en la tecnología para gestionar la relación entre alumnos y profesor en el aula?
Las TIC realmente ofrecen una posibilidad muy real y comprobada de acercamiento y de seguimiento personalizado del alumno en su aprendizaje. Podemos comunicarnos con él, felicitarle y darle apoyo en cualquier momento. Y no hablo de sustituir la comunicación directa cara a cara, ni que haya que hacerlo todo el día, a todas horas y con todos. Sin obsesiones exageradas, la inmediatez puede ser una ventaja. Pensemos, por un momento, en un alumno que nos comunica que ahora, hoy, se siente muy mal, o que le pasa algo muy importante y necesita unas palabras de apoyo. Para algunos alumnos esta posibilidad ha sido su “salvación”. Estoy pensando en problemas de acoso, de relaciones difíciles, de angustias de exámenes…
¿Y las desventajas?
Tal vez confiar demasiado en que las TIC nos lo resolverán todo, magnificar su uso y su alcance real. Nos hacen dudar que la “alianza pedagógica” entre profesor y alumno es la base de la educación y del aprendizaje. Nos hace pensar que los profesores somos menos necesarios pero, ¡es bueno hablarlo entre adultos! Es una discusión que creo que muchos docentes tenemos pendiente.
¿Cómo cree que debemos gestionar el uso de las TIC en una aula con alumnos de ESO y Bachillerato?
Utilizarlas, contrastar y debatir pros y contras, construir criterios de uso entre todos. Sí, hablar y generar criterio, y poco más. Ellos acabarán decidiendo qué hacer o no hacer. La red es libre y el control muy relativo.
Los conflictos nunca han estado exentos del entorno de los adolescentes. ¿Cómo valora los proyectos de algunos centros en los que los propios adolescentes se forman como mediadores de conflictos?
Realmente es una experiencia genial. Vuelvo con la idea de “construir criterios” desde situaciones reales. Esto sí que es educación experiencial, donde intervienen y se entrelazan aspectos emocionales, cognitivos y sociales. ¡Bien, bien!
Muchos profesores de las etapas educativas adolescentes acceden a la docencia a través de un curso, ahora un master más amplio. ¿Es una formación suficiente para atender las necesidades específicas de estos grupos de edad?
Creo que el máster supone una mejora sustancial. Mi propuesta sería abundar en el conocimiento de las adolescencias, desde la perspectiva bio-psico-social, e incrementar el tiempo del módulo genérico que se dedica a este tema básico y primordial.
¿Aconseja alguna formación complementaria o continuada para este colectivo de profesores?
Pues sí. Yo propondría organizar “espacios de contraste” con profesores y tutores de Secundaria para compartir experiencias y saberes en relación a los cambios de los adolescentes, a las dificultades de trato, a las formas de apoyo, a la manera de hacer frente a sus impertinencias, a sus preguntas, a sus impulsos, a sus emociones, a sus angustias. Se trata de conocer para atender: conocer mejor para poder educar mejor, para acompañarle en su crecimiento de la manera más adecuada. Los “espacios de contraste” con familias, con profesores y con adolescentes son una experiencia magnífica.
Acompañar adolescentes frente al fracaso y el abandono temprano, guiar en el tránsito a la vida adulta y ser espejo de lo bueno que hay en cada uno, en el instituto y en el barrio es la labor del Plan Integral de Convivencia (PIC) de Villaverde (Madrid).
Víctor Ávila, sociólogo de 39 años, y uno de los socios de la cooperativa Acais, recaló en Villaverde allá por 2007, de la mano del Plan Integral de Convivencia (PIC). Este llevaba en marcha desde 2004, y había surgido como una iniciativa de la sección de educación del distrito, ante la alarma de sus técnicos porque la mayor parte de los titulares que copaba entonces Villaverde hablaban de “bandas”, “peleas” o “apuñalamientos”, en el peor de los casos.
En 2007 se inauguraba también el metro a Villaverde, lo que contribuyó un poco más a la apertura de un territorio que, en palabras de Ávila, “viene muy condicionado por sus fronteras naturales, sobre todo en el caso de barrios como San Cristóbal de los Ángeles, que tiene a un lado las vías del tren; a otro, la Avenida de Andalucía; a otro, unos terrenos del Ejército; a otro, la M-40”.
Esto supone un sentimiento de pertenencia, un orgullo de barrio importante, y que, aunque Villaverde sea Madrid (su distrito más al sur), muchas veces a sus vecinos les salga un “me voy a Madrid”, para referirse a su desplazamiento a barrios más céntricos. También, que al edificio de la junta de distrito se le llame popularmente “el ayuntamiento”.
Algo similar les pasa a algunos adolescentes. A veces les faltan herramientas para moverse en según qué ámbitos (el académico, el laboral, el de las relaciones…) que determinan su tránsito a la vida adulta.
Y ahí están Víctor, hoy coordinador del PIC, y los otros nueve educadores del plan, que trabajan, eso sí, en coordinación con los equipos educativos de varios institutos del distrito (Celestino Mutis, San Cristóbal, El Espinillo), un centro concertado, el Addis, y, desde este año, de dos colegios, el San Roque y el Navas de Tolosa. No están solos y, según los casos, requieren de la cooperación del Centro Madrid Salud (CMS), el Centro de Atención a las Adicciones (CAD), de las asociaciones de vecinos, de los dinamizadores culturales, los educadores de familia y de las distintas entidades de la Red de Recursos de Infancia y Juventud.
El PIC fue premiado en 2012 por Unicef, lo que convirtió al distrito de Villaverde en Ciudad Amiga de la Infancia, y volvía a ser reconocido el curso pasado, como una de las Buenas Prácticas Municipales para la prevención del abandono escolar y la prevención y atención del acoso destacadas por el Ministerio de Educación y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).
Por la mañana, en el insti
Los educadores del PIC trabajan en los centros por las mañanas, por parejas (salvo en el Addis, donde solo hay una educadora, por sus reducidas dimensiones). Lo hacen en el aula abierta, con el alumnado expulsado o derivado por jefatura de estudios u orientación. Se practica un acompañamiento y un seguimiento, bien en el centro, bien en un espacio habilitado, por ejemplo, en centros culturales, y se analiza qué ha pasado, la responsabilidad del alumno, y se incide en su vuelta, su reincorporación, dotándole de herramientas y habilidades, recordándole las normas que hay que cumplir para evitar lo sucedido y lograr una buena convivencia. Se está con ellos una o dos horas, en un número variable de sesiones (en función de la duración de la expulsión, que puede abarcar los 28 días).
Uno de los mayores riesgos de la expulsión es que derive en expulsiones crónicas, absentismo y abandono. Desde el PIC trabajan para intentar paliarlo: “Se busca que no pierdan el vínculo con el centro, a ti te asocian con él, y les ayuda el hecho de seguir viéndote, de que revises con ellos las tareas que les han asignado, pero que también les hagas conscientes de las consecuencias de la expulsión. Muchas veces te reconocen que se aburren, y ahí es donde les muestras que el centro es importante entre otras cosas porque en él están sus compañeros, sus amigos, tratas de generar un sentimiento de pertenencia”, señala Ávila.
“Si su postura es la de ‘no aprendo nada en el insti’ les enseñamos que siempre hay algo bueno, les motivamos para titular, les explicamos que, aunque quieran hacer ‘algo de Sonido’, van a necesitar Matemáticas, les orientamos”, añade Eduardo Izquierdo, uno de los educadores PIC del IES El Espinillo.
Les ayudan en la transición a secundaria, lo que en muchos casos supone pasar de centros de línea 1 a centros de línea 9, 10 u 11. Al menos en 1º y 2º de ESO, pues los grupos se reducen mucho a partir de 3º, un filtrado que pone de manifiesto una de las grandes fallas del sistema: “Vienen del cole y de repente se les pide un trabajo más autónomo, cuando no dejan de tener 11 años, lo que en ocasiones se traduce en conflictividad en las aulas”, asevera Ávila.
La mayoría de los alumnos del aula abierta son de 1º y 2º, pero también los hay de 3º y 4º. Izquierdo lo ilustra con la diferencia en los pasillos del instituto según se va aumentando de curso. A partir de 3º, aparte del considerable descenso del número de alumnado, se percibe una sensación incluso de calma, frente a los espacios de los primeros cursos de ESO.
Con los alumnos que han sido apercibidos con partes se aborda una reflexión alternativa, a la que también deriva jefatura de estudios, el equipo de orientación o el PTSC del centro. “El caso paradigmático es el del chico o chica que no ha tenido ni un parte en todo el curso y de repente acumula tres en una mañana. En el recreo o a séptima hora se intenta ver qué está fallando y qué puede hacer”, resume Ávila. A veces se escapa el típico ‘Tú no eres así…’ porque, en realidad, el adolescente está pasando una mala racha, se ha llevado el problema puesto de casa o de la calle, y eso está repercutiendo en su situación en el instituto.
En los centros en los que operan se han convertido en una figura muy visible, de referencia, tanto para los alumnos como para los tutores. El plan de acción tutorial, por ejemplo, se elabora mano a mano, con temáticas que son recurrentes (prevención de consumos y presión grupal, en colaboración con el CAD, afectivo-sexual, con el CMS) y otros que se incorporan a demanda del tutor u orientador o de los propios educadores del PIC. Desde 2004 se ha abordado la prevención de la violencia, el buen trato, la orientación y diversidad sexual, la autoimagen, el buen uso de las redes sociales o las nuevas masculinidades. Los educadores colaboran, asimismo, con el plan de convivencia del centro, sea cual sea la fórmula elegida (alumnos ayudantes, mediación, grupos interactivos…) y desarrollan un programa de educación emocional en horas de tutoría.
Este se incorporó en 2006. Incide, de modo transversal, en la motivación para el logro académico, personal y social, pero además se centra en la prevención del acoso. A través de 12 sesiones a lo largo del curso se hace primero un diagnóstico del grupo aula para detectar sus necesidades, que se trabajarán después desde el enfoque de la inteligencia emocional.
“Se funciona en los dos niveles, el individual y el grupal, y hay una secuencia: conectar con el mundo emocional, identificar las emociones, lograr la capacidad para expresarlas y para gestionarlas”, relata Elena Segura, coordinadora del programa. “Si hay un autoconocimiento, si me doy permiso para la rabia, o para llorar, no me costará tanto darte permiso a ti para la rabia, o seré capaz de tolerar mejor tu tristeza”, sostiene.
Se busca el empoderamiento del grupo, empezando por el autoconocimiento y por la autoestima, que acaban desembocando en la empatía y el respeto: “Si yo empatizo, no tengo por qué aceptar todo lo que hace el otro, pero entiendo que le pasan cosas, lo tengo en cuenta”. “Se trata de transmitir que todas las emociones son positivas, aunque unas nos resulten agradables y otras, desagradables”, prosigue, “y tras la fase de alfabetización emocional nos volcamos bastante con la gestión del enfado y la ira, una emoción muy presente en los conflictos, para introducir los distintos estilos de regulación (inhibido, agresivo, asertivo y no violento…)”.
Aunque en un principio trabajaban solo con 1º y 2º de ESO pronto se vio la necesidad de extenderlo a 5º y 6º, de crear un itinerario de cuatro niveles en que se va dotando a los niños de una serie de habilidades y herramientas para mejorar su gestión emocional y la vida en su grupo. Además, el equipo de psicólogos y educadores sociales trabaja también en red, con los profesores, con asesorías individuales, y las familias, a través de talleres.
Por la tarde, en la calle
Pero, además, los educadores del PIC trabajan en entornos informales, también por parejas, de lunes a jueves, en rutas por las calles. Es allí donde se resuelve “lo pendiente”. Lo hacen con grupos conformados de chicos y chicas, con actividades vehiculares (baile, arte urbano, fotografía…) y con los grupos naturales (los del parquecito, los de la Rosaleda, los de Palomares…). No son agentes tutores, ni mucho menos –los chicos les saludan como a uno más del grupo, y saben que no les van a juzgar o criticar–, pero su presencia resulta disuasoria. “Al final se crea un vínculo, y les da vergüenza que les veas en una conducta poco honrosa, cuando has hablado de eso con ellos mil veces”, asegura Ávila.
“Somos como un goteo constante, gota, gota, gota… Somos muy pesados”, sonríe. En la persistencia basan su éxito. De un modo natural, en conversaciones espontáneas, los educadores extraen información de los chicos y chicas, ven cómo les va en los estudios, en casa, en sus relaciones… “Analizamos los factores de riesgo y proponemos factores de protección”, explica Ávila. Y lo hacen sin que los adolescentes lo perciban como una intromisión, de un modo sutil, y sin adoptar la pose de hermano mayor. No se rinden ante el primer “me da pereza” de los chicos, ni ante el segundo, ni ante el tercero. No les ríen las gracias cuando no hay que reírlas, o incluso les ponen en evidencia, haciéndoles cuestionar actitudes que normalmente el grupo aplaude.
En emergencias de fin de semana, no es extraño que recurran a ellos (prácticas sexuales de riesgo, consumo de sustancias) como lo hacen ante acontecimientos que les hacen sentirse inseguros (admisión en centros educativos, preparación de entrevistas de trabajo, etc.). “Nosotros no les damos la solución, ejercemos como espejo. Es una especie de “Párate, piensa”, y ellos mismos descubren cuál es el problema concreto y cómo pueden mejorar”, expone Ávila.
“Tienen un radar”, asegura una alumna, acerca de los educadores del PIC. De hecho, una de sus funciones dentro de los centros, en el apartado de mediación, es adelantarse, actuar antes de que se haya llegado a las manos e intentar lograr a un acuerdo entre las partes, con los educadores presentes. También en este caso ejercen como facilitadores, conscientes de que “si los compromisos han partido de ellos tienen más validez”.
En los márgenes del sistema
Quizá la clave de la permanencia en el tiempo del PIC (con sus altibajos, con la crisis también ellos perdieron un educador y pasaron de 30 a 25 horas semanales) es que trabaja en los márgenes del sistema, donde este no puede llegar, pero en colaboración con él. En los “te espero a la salida”, en esas expulsiones en que los chicos, de no ser por ellos, matarían el tiempo fumando porros en un banco, en las tardes entre semana, cuando hay poco qué hacer, y de repente el educador propone montar un taller de baile. Ahí está el equipo del PIC con su espejo, en el que mostrar a los chicos lo que son y lo que pueden llegar a ser. “Puede que al principio, en ese taller, no les saques del twerking, pero incluso eso lo puedes utilizar para estudiar la imagen que transmiten, lo que representan, para hablar del género, para avanzar hacia otros tipos de baile”, explica Ávila.
En el colegio Addis, su orientadora, Rosa García, trabaja en el despacho con Lexuri Martínez, educadora del PIC. Para García, es clave este trabajo en los márgenes, donde el sistema no puede (en unos casos) y no debe (en otros) llegar. El centro se transformó en 2009 en una cooperativa de 31 profesores y fue entonces cuando se abrió, entre otras cosas, a la colaboración con los educadores del PIC. “La filosofía cambió, pues para nosotros un colegio cerrado a su entorno no tiene sentido, y el tiempo nos ha dado la razón: El nivel de conflictividad es mucho menor”. El Addis cuenta con unos 400 alumnos de secundaria, y en su aula de enlace conviven unas 14 nacionalidades distintas. “El trabajo del PIC se nota con los alumnos más permeables, pero también con aquellos que no lo son tanto, a los que les ayudan en la integración en el barrio y en la adquisición de hábitos más saludables”, apunta García.
La configuración del sistema educativo tiene para esta orientadora variadas “armas de doble filo” en secundaria, como lo son el hecho, por ejemplo, de que se pueda acceder a FPB desde los 15 años, y que se otorgue al final el título de ESO. De no ser porque es necesario un informe del equipo educativo, muchos alumnos huirían en desbandada, lo que, según García, no les beneficiaría. También se muestra crítica con los PEMAR, “bien concebidos sobre el papel, pero que acaban siendo un cajón de sastre”. Muchos alumnos terminan en ellos por falta de trabajo personal, cuando la Lomce insiste en que se dirigen “a alumnado que presenta dificultades relevantes de aprendizaje que no se puedan imputar a falta de estudio o esfuerzo”.
Su mayor enemigo en estos cursos, insiste García, es “la desidia”, “la dificultad para demorar la recompensa” de una gran parte del alumnado. Les apoyan agentes externos, como educadores del PIC, pero en muchos casos, la pata fundamental, la de la familia, cojea, “cuando es clave, y ha sido la que ha tirado de muchos de nosotros para llegar donde estamos”.
Historias de éxito
Quizá por eso, a veces los chicos y chicas a los que les han ayudado desde el PIC sueltan a un educador al que ven por la calle: “Tú fuiste casi como mi padre” o “¿Qué hubiera sido de mí sin vosotros?”. Mariam es una de ellas. Nos la encontramos a la salida del centro EHASE, donde cursa 2º de FPB en Servicios Administrativos. Se levanta cada mañana a las 7.00, come a la carrera, y por las tardes trabaja de 15.00 a 21.00 como secretaria en una empresa de mudanzas de Fuenlabrada.
Nada que ver con la Mariam que hace tres años repetía 1º de ESO en el IES Celestino Mutis, como ella misma reconoce: “Si estoy aquí es por ellos (los educadores del PIC, a los que cita: Víctor, Elena, Edu, Isa, Bea), aun hoy guardo su teléfono, por si los necesito. Yo en 1º llegué del cole al insti y me creía la mejor, no estudiaba, tonteaba con bandas, andaba con gente que no vale… Todos los días la liaba, contestaba a los profesores, les gritaba… Me ponían partes, me expulsaban, y me pasaba el día dando vueltas por ahí. Hasta que empezaron a ayudarme con sus consejos, me apunté al grupo de baile en el parque los martes y los jueves, me convertí en alumna ayudante en el insti, y fui saliendo de todo eso, motivándome para seguir estudiando y trabajar”.
Víctor Ávila, a quien, junto con su equipo, Mariam le acaba de espetar este “ha sido por vosotros”, revisa las estadísticas, en busca de alguna cifra que resuma su actuación: “586 intervenciones con alumnos el último curso en el IES Celestino Mutis (aunque algunos de los alumnos pueden repetirse, por ser objeto de distintas acciones)…”, ojea. Sin embargo, las cifras se quedan cortas, no hablan de las historias de Mariam, de Silviu, de Omar, de Rosemary, de Samuel… historias de éxito del plan, historias de chicos y chicas vulnerables al fracaso que un día descubrieron que la meta máxima no era ser reponedor del Alcampo y fardar de coche a la salida del instituto, con la música a todo volumen, que la buena vida no era levantarse a las once cada mañana y liarse un porro. Que su barrio, que recibe su nombre del gran número de huertas que lo poblaban en su día, no tiene por qué ser un vivero de parados, que ellos no tienen por qué engrosar irremediablemente esa estadística. Y que Villaverde, su barrio, atesora belleza, talento, potencial.
Trabajo en red
Ávila insiste en que su trabajo es en red, y en que con él les gustaría darle una vuelta al estigma que pesa sobre Villaverde. Defiende, por ejemplo, el trabajo que se está llevando a cabo por parte de distintas asociaciones, como Educación, Cultura y Solidaridad, la Liga de la Educación y OMC Radio, o el tejido vecinal. Villaverde bulle, no dejan de surgir iniciativas, también para los chicos y chicas (taller de radio, de arte urbano, grupos de barras…).
Un paseo por sus calles hace que no suenen a ironía sus nombres (Avenida de la Felicidad…), permite disfrutar del colorido del mercadillo de los jueves en Ciudad de los Ángeles, deleitarse con el crisol de suculentos aromas que, cercana ya la hora de la comida, se mezclan en el ambiente, admirar la imponente biblioteca María Moliner o hacer un alto en la camino en la apacible plaza vieja.
Hay problemas, como la elevada tasa de paro, la más alta de la capital, las dificultades en el acceso a la vivienda, con mafias proliferando en determinados puntos de San Cristóbal, o tendencias incidentes y preocupantes, aunque marginales, como el consumo de opiáceos entre la población adulta, pero también hay esperanza y, ahí es donde incide el PIC: Lla hay, y la hay de la mano de los adolescentes, un mensaje que tratan de transmitir también a los vecinos.
El retroceso que sufre Latinoamérica en materia de educación sexual puede agravar la desigualdad económica y perpetuar la pobreza de muchas adolescentes de la región, ya que los embarazos no deseados entorpecen su incorporación al mundo laboral, alertó hoy el Fondo de Población de la ONU (UNFPA).
El director para Latinoamérica del UNFPA, Esteban Caballero, explicó en una entrevista con Efe que Latinoamérica hizo importantes avances en la década pasada, pero en los últimos años está experimentando un «franco retroceso» en materia de educación sexual.
Esta involución se explica principalmente por el auge del conservadurismo ideológico y de ciertas creencias religiosas, así como por la crisis económica, apuntó Caballero con motivo del Informe del Estado de la Población Mundial 2017, que se publicó hoy en Londres y que destaca la relación que existe entre la desigualdad económica y la falta de salud sexual y reproductiva.
«Nunca ha habido mucha educación sexual en la región, pero ahora, la poca que hay, genera más controversia y polarización que antes. Las iglesias y el pensamiento que tienen varias de ellas influye mucho en la opinión pública y en la visión que tiene la población sobre la educación sexual», reconoció el experto en la sede regional del UNFPA, ubicada en la capital panameña.
Según Caballero, hay sectores de la sociedad latinoamericana que están «confundiendo» la educación sexual con la llamada ideología de género, que presionan para frenar iniciativas públicas y que se dedican a denunciar que enseñar sexualidad en las escuelas es «una imposición de la globalización y de la agenda internacional».
«Es una ilusión creer que eliminando la educación sexual en las escuelas se acaba el problema, porque cada vez hay más espacios donde los niños pueden aprender, como las redes sociales, la televisión o internet, donde la información no está controlada y les puede llegar cualquier cosa», aseguró.
«Una de las características de la región es la dificultad de aceptar que los adolescentes tienen sexualidad», añadió el experto.
La otra razón que explica el retroceso en salud sexual y reproductiva es la crisis económica que ha empujado a miles de personas al trabajo informal, ha reducido la recaudación tributaria y, por tanto, la inversión en programas sociales,.
«No hemos conseguido blindar las políticas sociales, pero no podemos permitir que en momentos de crisis o incertidumbre se desande el camino», denunció.
El informe divulgado este martes revela que el 30 % de las latinoamericanas entre 15 y 49 años no tiene acceso a métodos anticonceptivos modernos y que, por tanto, no pueden decidir cuándo y con qué frecuencia ser madres.
El director regional del UNFPA alertó, sin embargo, de que esta cifra «es un espejismo que resulta de la tiranía de los promedios», ya que se registran grandes diferencias en la tasas de prevalencia del uso de anticonceptivos entre países de la región, así como dentro de los propios países.
«El acceso a los servicios sexuales y reproductivos es un factor que pueda empobrecer o aligerar la economía de una familia o de una persona», indicó Caballero.
La falta de control sobre su vida reproductiva tiene grandes repercusiones en la vida laboral de las mujeres, ya que restringe su acceso a la educación, retrasa su incorporación al trabajo remunerado y reduce sus ingresos.
«Las soluciones no son tan complejas ni tan caras, simplemente es cuestión de darle más importancia a las políticas de salud sexual y reproductiva. Uruguay es el país que está siendo puntero», concluyó.
América del sur/Brasil/14 Octubre 2017/Fuente: Prensa Latina
Brasil ostenta hoy un negativo índice récord de homicidios en la adolescencia (IHA) de más de tres víctimas por cada millar de muchachos de entre 12 y 19 años de edad, reveló un informe de Unicef.
Este es el número más alto registrado desde que comenzaron a elaborarse investigaciones en este sentido, señaló en su más reciente edición el Boletín ONU Brasil, según el cual si las condiciones que prevalecían en 2014 no cambiaran, unos 43 mil adolescentes podrán ser muertos hasta 2021 en los 300 municipios analizados.
En todos los casos se trata de ciudades con más de 100 mil habitantes, precisa el estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que identifica a la ciudad de Fortaleza, capital del estado de Ceará, como la más peligrosa para los adolescentes, con un índice de 10,94 homicidios por cada mil jóvenes.
La relación de las 10 urbes brasileñas más violentas para este grupo etáreo la completan Maceió con 9,37 asesinatos por millar de adolescentes, Vitória (7,68), Joao Pessoa (7,34), Natal (7,10), Salvador (6,87), San Luis (6,68), Teresina (6,59), Belém (5,32) y Goiánia (4,76).
Paradójicamente, las dos ciudades más violentas del país, Río de Janeiro y Sao Paulo ocupan, respectivamente, las posiciones número 19 y 22 entre las capitales con un IHA de entre 2,71 y 2,19.
De acuerdo con la pesquisa, en casi todos los estados del Nordeste brasileño, con excepción de Pernambuco, existen por lo menos dos municipios con índices superiores a seis. En su conjunto, la región presenta un IHA medio más elevando: de 6,5 por mil.
Si la situación no mejora, 16 mil 500 jóvenes nordestinos podrán perder la vida entre 2015 y 2021, advirtió el estudio.
Al detallar la situación prevaleciente en 2014, el informe subraya que los adolescentes del sexo masculino tenían un riesgo de morir 13,52 veces superior al de las muchachas, mientras los jóvenes negros afrontaban 2,88 veces más posibilidades de ser víctimas de un homicidio que los blancos.
De los adolescentes asesinados, la gran mayoría (67,1 por ciento) eran pobres y el 70 por ciento no asistía a ningún centro de educación por lo menos seis meses antes de perder la vida.
Una organización que conglomera a varios grupos de adolescentes y jóvenes exigen una mejora de la educación integral de la sexualidad en la sociedad y centros educativos. Como argumento, dan alarmantes datos sobre abusos y embarazos de adolescentes.
Alejandra Amarilla, coordinadora juvenil “Somos Pytyvõhára”, conversó con radio ABC Color y explicó de qué se trata la reunión. “Son grupos de adolescentes y jóvenes organizados, movimientos estudiantiles, comité de niños y niñas que conversan sobre la educación integral de la sexualidad”, contó.
“Nos parece importante a raíz de los embarazos de adolescentes, de los abusos sexuales. Este año hicimos un proceso, con talleres, y este sería como el cierre”, detalló.
Según datos oficiales dados a conocer por los organizadores del evento, cada día nacen, en promedio, 54 bebés de madres adolescentes de entre 15 y 19 años y dos bebés de niñas menores de 15 años. En los últimos 10 años, hubo un incremento del 62,6% de embarazos en estas niñas menores de 15 años.
La violencia sexual es, muchas veces, la causante de los embarazos prematuros. En el 2015 hubo 668 partos de niñas menores de 15 años. En Clínicas, por ejemplo, hubo en 2016 1.995 partos de los cuales 263 fueron de adolescentes. Cada año hay 150.000 embarazos y el 20%, es decir, 30.000, son de mujeres adolescentes.
“Son cifras alarmantes. Hay una falta de información”, afirmó Amarilla, quien dijo además que dada la experiencia de la conversación con los adolescentes y jóvenes recabaron la información que la educación sexual en las escuelas y colegios es deficiente. “Hay información desfasada, incompleta. Muchos docentes no están preparados para enseñar. Se habla con muchos mitos, tabúes. Nosotros, como adolescentes y jóvenes exigimos la educación integral de la sexualidad”, concluyó Amarilla.
El grupo “Somos Pytyvõhára” y la Base Educativa y Comunitaria de Apoyo (BECA) hacen este sábado un taller llamado “Ñemongeta Guasu por nuestros derechos”. El encuentro, que se realiza en el hotel Santo Domingo de Asunción hasta las 16:00, aborda el tema de la educación integral de la sexualidad.
Lima / 27 de septiembre de 2017 / Fuente: http://www.wradio.com.co
Una educación sexual libre de prejuicios y espacios de atención médica exclusivamente para menores son algunas de las medidas que pueden contribuir a prevenir el embarazo adolescente en Perú, que afecta al 12,7 % de la población de 15 a 19 años, según explicó hoy una portavoz feminista en Lima.
Una educación sexual libre de prejuicios y espacios de atención médica exclusivamente para menores son algunas de las medidas que pueden contribuir a prevenir el embarazo adolescente en Perú, que afecta al 12,7 % de la población de 15 a 19 años, según explicó hoy una portavoz feminista en Lima.
Con ocasión del día internacional de la prevención del embarazo no planificado en adolescentes que se celebra mañana, la organización feminista Flora Tristán realizó un concurso de teatro en escolares del distrito de Villa El Salvador para hablar sobre los derechos reproductivos de los adolescentes.
«Es fundamental la educación que brinde el Estado, con un adecuado enfoque donde esté libre de estereotipos, libre de prejuicios, para que podamos hablar de la sexualidad de los adolescentes como algo normal y evitemos problemas, como tener una de las tasas más impactantes en la región por embarazo adolescente», explicó a Efe Liz Meléndez, directora del centro Flora Tristán.
El embarazo adolescente en Perú afecta al 23 % de adolescentes en la selva, al 22,7 % del área rural, y a 6,7 % de menores en Lima, la ciudad capital con 10 millones de habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
El año pasado hubo 1.158 niñas de 11 a 14 años que fueron madres, donde 218 fueron en Lima y 149 en la región amazónica de Loreto, mientras que 55.330 jóvenes entre 15 y 19 años también dieron a luz.
El centro feminista organizó a cinco colegios de Villa El Salvador, uno de los distritos más populosos del sur de la capital, para que, a través de obras creadas por los estudiantes, envíen mensajes de prevención del embarazo, educación sexual, derechos humanos e igualdad a sus compañeros.
Actualmente, los contenidos sobre educación sexual impartidos en los colegios de Perú «están plagados de estereotipos» y «no abordan la sexualidad adolescente como una realidad, sino con un halo de tabú», que limita a los menores en su búsqueda de información, anotó Meléndez.
Asimismo, los centros de salud pública deberían tener un espacio diferenciado para atender a los adolescentes, pero al acudir «encuentran barreras, como actitudes simbólicamente sancionadoras», afirmó la experta, y la exigencia a las mujeres adolescentes de que vayan acompañadas por sus padres.
Meléndez declaró que hay «una responsabilidad del Ministerio de Salud porque los menores esperan que esos espacios diferenciados de orientación funcionen, porque no les pueden pedir que vayan con sus papás, eso no va a suceder».
«Mientras nos entercamos en una forma de ver las cosas, las chicas siguen quedando embarazadas y enfrentándose a abortos clandestinos, o a maternidades a muy tempranas edades», agregó.
La directora de Flora Tristán insistió en que hay embarazo adolescente producto de la mala información, y de una mala orientación frente al cuidado al inicio de las relaciones sexuales en adolescentes, «pero también nos habla de un porcentaje oculto de violencia sexual que no se denuncia».
«En Perú se denuncian la tercera parte de los abusos que se producen» y los 1.158 casos de madres entre los 11 y 14 años, reportados en 2016, son considerados legalmente como abusos sexuales.
Tanto para los embarazos producto de una violación, como de un inicio temprano de la vida sexual, es fundamental la educación para la igualdad, para prevenir las relaciones de violencia y promover las relaciones igualitarias, remarcó.
El próximo sábado se realizará la premiación del concurso escolar de obras de teatro sobre los derechos sexuales de los adolescentes en Villa El Salvador, una localidad que reportó 17 embarazos en adolescentes de entre 10 y 14 años, y 956 embarazos en jóvenes entre 15 y 19 años en el 2015.
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