22 de marzo de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com
Por: Tania Pasarín Lavín
Hace unas semanas podíamos encontrar en las redes sociales una imagen en la que se leía “Ser maestro es…” y la cual nos invitaba a la reflexión. Me pareció una bonita y creativa manera de abrir mentes y presentar un trabajo lleno de amor, vocación y aprendizaje. Se trataba de Raúl Bermejo, maestro de Educación Infantil que posteriormente sorprendió a sus seguidores con su experiencia en el libro Ser Maestro, el cual da la posibilidad a muchos docentes de aportar su granito de arena si no sabe como hacerlo.
Esto me llevó a pensar que actualmente vivimos en una sociedad en la que en la educación encontramos, por desgracia, desigualdad, elitismo, dificultades. Vivimos en un mundo en el que ser médico, abogado o ingeniero está más valorado que ser maestro, a pesar de saber que sin un maestro no hubiésemos llegado a ser nada de lo anterior. Es obvio que se trata de una carrera en la cual no exigen una nota alta y por tanto mucha gente accede por el mero hecho de tener un estudio superior, pero, ¿por qué no valoramos esta profesión? ¿Por qué cuando se nos dan bien otras ramas nuestros profesores nos recomiendan estudiar para trabajar en otra profesión “menos demandada”? ¿Por qué no empezamos los propios profesionales a valorarnos más y aportamos nuestro granito de arena para cambiar esto?
Ya en el s.XIX pedagogos como Friedrich Fröbel se habían dado cuenta de la importancia de una educación temprana en la que la familia es muy relevante para favorecer un buen desarrollo. ¿Por qué entonces en el s.XXI no conseguimos esta unión familia-escuela? Son muchos los docentes que están dedicando su tiempo y esfuerzo a intentar cambiar la perspectiva actual de la educación, perspectiva que infravalora esta labor y en la que todavía existe distancia entre familia y escuela.
Estos docentes están demostrando que la educación tiene que cambiar y dejar a un lado esta lucha sociedad-escuela, para abogar por una enseñanza adaptada al momento en que vivimos y alejada de la enseñanza tradicional, en la que el protagonista solo era el docente.
Nos encontramos con docentes muy conocidos por sus charlas o libros publicados, pero también están aquellos que prácticamente son invisibles porque no muestran lo que realizan en sus aulas al resto del mundo, y no por ello menos importantes. Pero también están aquellos como Raúl, que buscan las herramientas, y ha encontrado en las redes sociales (a través de @thinksforkids) la posibilidad de aportar al resto de compañeros, futuros maestros, alumnos y familias una forma nueva de enseñar, en la que los niños y niñas son los verdaderos protagonistas.
Nos encontramos también con jóvenes que inician carreras que abandonan al segundo año de estudios, personas que comienzan estudios de magisterio y no los terminan, o personas que empiezan otros estudios y al final acaban siendo maestros o profesores. Es el claro ejemplo de alumnos desmotivados que no concluyen sus estudios por querer dedicarse a aquello que les gusta… y, al fin y al cabo, lo importante es acabar donde quieres estar.
Este ejemplo nos sirve para demostrar que debemos dejar ser a los niños lo que quieran ser, si una niña quiere ser bombero no le quitemos la ilusión y si un niño quiere ser bailarín ¿por qué no? Dejemos los estereotipos a un lado y crezcamos con ellos, desarrollemos su creatividad y veamos hasta donde pueden llegar. Tal y como aporta Vygotsky, en su libro La mente absorbente, el niño es una impresión fotográfica que lo capta todo, por ello tenemos que ser un modelo a seguir e intentar ayudar a nuestros alumnos a encontrar su sitio en la sociedad.
Ser maestro significa eso, tener en cuenta lo que necesita el alumno para adquirir aprendizajes útiles para la vida, una profesión en la que recibes lo que das y en la que tienes que comprometerte con la sociedad para crear a los mejores profesionales del futuro. Ser maestro es vocación, y solamente aquellos que la sienten serán capaces de transmitir conocimientos verdaderamente importantes a los alumnos que los reciben. Ser maestro es sentir orgullo cuando oyes a un alumno decir “esa fue mi maestra en el colegio”.
Animo a todos mis compañeros docentes a vernos como un equipo en el que el engranaje falla si abusamos de la competitividad; un equipo en el que, si aportamos nuestro granito de arena, podemos hacer una montaña tan grande que cambie el sistema; un equipo que se siente orgulloso de ser maestro; un equipo que enseñará al mundo que, si los niños aprenden a aceptar la diversidad, no será necesario hablar de inclusión, sino de convivencia.
Como manifestó Jean Piaget: “El principal logro de la educación en los colegios debe ser crear hombres y mujeres capaces de crear cosas nuevas. No simplemente repetir lo que las generaciones anteriores han hecho”.
Y, para ti, ¿qué es ser Maestro?
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