Por: Abelardo Carro Nava
Desde el pasado 20 de abril, cobró fuerza la idea de que los alumnos que estudian en algunos de los niveles educativos del país, tengan que elaborar o construir una carpeta de experiencias; esto, con la intención de asegurar que los contenidos derivados de la estrategia “Aprende en Casa” que la Secretaría de Educación Pública (SEP) implementó desde el pasado 20 de marzo, refleje los aprendizajes logrados durante la contingencia sanitaria (Unión, 27/04/2020). Sin embargo, aunque en el discurso se ha dicho que dicha carpeta no es una de evidencias (Profelandia.com, 15/05/2020), la verdad de las cosas es que prevalece una confusión en cuanto a lo que ésta significa y/o puede representar, tanto para los docentes como para los alumnos y padres de familia porque, si bien es cierto que una de experiencias difiere de una de evidencias, la línea que las une y separa es muy delgada y, como hemos conocido, las sugerencias que la SEP emitió sobre este asunto, poca claridad dan al respecto. Ahora bien, si a ello le agregamos que, en las diversas entidades federativas, cada autoridad la concibe como mejor considera conveniente, la situación se complica un poco más.
Y es que, para pocos es desconocido que la SEP y las Secretarías de Educación de los Estados, con el afán de asegurar que los maestros estén trabajando con sus alumnos, se les han ocurrido las ideas más descabelladas, sin considerar, lo que varios investigadores, académicos, profesores y/o padres de familia han dicho o expresado sobre las complicaciones que esto ha traído consigo, para que los estudiantes realmente “aprendan en casa”. De hecho, sobre los problemas que cientos de profesores están teniendo en estos momentos para trabajar con esta estrategia, no los abordaré en estas líneas; tampoco, de las circunstancias y condiciones de vida de miles de mexicanos para que sus hijos logren, por ejemplo, cumplir con las tareas vía internet; de eso ya he expresado mi opinión en anteriores entregas, en este y otros espacios. Lo que me parece importante y preocupante es que, conforme avanza el tiempo, las dependencias gubernamentales encargadas de dirigir la educación que se les brinda, o debe brindar, a los niños y adolescentes en nuestro país, no rectifiquen sus propuestas con el propósito de orientar el trabajo de los involucrados. Me explico (sin tanto tecnisismos, con la intención de que quien llegue a leer este texto, pueda comprenderlo. Pienso, en los padres de familia, por ejemplo, que no tienen un acercamiento o conocimiento profundo sobre los siguientes aspectos).
Para quienes nos encontramos inmersos en el magisterio, tenemos cierta claridad en cuanto a lo que significa una carpeta de experiencias o de evidencias. Tal vez, el rasgo común entre ambas, es que éstas se tratan de una estrategia – ya sea digital, electrónica o física –, que tiene como propósito recabar los productos que se obtienen de ciertas acciones, siendo éstas, la que marcan una diferencia importante pues, como su nombre lo indica, la de experiencias, recoge aquellos dibujos o relatos que surgen de la realización de una actividad o suceso, por ejemplo, sobre las dificultades que puede llegar a tener algún alumno para elaborar una historieta, sobre la lluvia o el calor intenso que se siente en el lugar en el que radica, sobre lo que vive a diario en el campo dado que ayuda a sus padres con la cosecha, etcétera. Para ello, la descripción y narración de hechos o sucesos que se desprenden de esas actividades, son un elemento fundamental en la construcción de esa experiencia. ¿Esto genera un aprendizaje? Por donde quiera que se vea, así es, porque en tal ejercicio, el estudiante pone en juego diferentes habilidades cognitivas/cognoscitivas para hacer su escrito o dibujo.
Por lo que se refiere a la carpeta de evidencias, como su nombre también lo indica, tiene como finalidad evidenciar/demostrar la realización de una actividad previamente definida por algo o por alguien, por ejemplo, resolver varios problemas matemáticos dados a conocer al niño o adolescentes a través de un libro de texto u hoja de ejercicios, contestar una serie de preguntas a través de un cuestionario, entre otras. ¿Esto genera un aprendizaje? También; solo que éste se logra a partir de varios factores que inciden en su adquisición tales como: la comprensión de los problemas matemáticos o de las preguntas del cuestionario, el razonamiento de esos problemas o de las preguntas planteadas, o bien, de la memorización/mecanización en la resolución de dichos problemas y/o preguntas. Obviamente que, al ser una tarea o actividad, tal y como lo argumentaba en el artículo que titulé: “La tarea, la madre de todas las batallas” (Carro, 5/05/2020), tiene que cumplirse y, por consiguiente, evidenciarse/demostrarse. Y en esa evidencia/demostración, juega un papel importante el mediador, en este caso, el padre de familia o el maestro que, como ya he sostenido, en el primer caso, no siempre tiene un conocimiento sobre las actividades encomendadas o bien, no puede brindar la orientación requerida porque, entre el educando y el profesor, no ha existido una posibilidad de comunicarse a la distancia.
En cualesquiera de los casos, la evaluación es inevitable. Y es aquí el punto fino de la discusión porque, si en resumidas cuentas pretendemos que se verifique el logro de un aprendizaje. Necesariamente tendría que afirmar que, en la construcción de ambas carpetas, se logran aprendizajes que, como bien sabemos, son adquiridos por los seres humanos de manera diferenciada. Por ello, considero, que no hay un procedimiento único para la adquisición de ese aprendizaje, pero sí se logra éste en términos de lo que tiene, o debería aprender, cierto alumno, dada su edad, capacidad cognitiva y del entorno/contexto que le rodea.
Llegado a este momento del texto seguramente usted se preguntará: ¿en dónde radica la confusión entonces? Ésta se haya en las finalidades de la evaluación de esas carpetas: la formativa y la sumativa. Esto, porque como bien se conoce, la primera tiende a valorar procesos; mientras que la segunda, la sumativa, tiende a valorar productos y, también, procesos, pero su prioridad es, indiscutiblemente, los productos. En todo caso, si pensamos en que una carpeta de experiencias recoge productos, lo interesante de esos productos no son éstos, sino el proceso que llevo a la consecución de los mismos. Por su parte, si pensamos en que una carpeta de evidencias recoge productos, lo interesante de esos productos son éstos y, en menor medida, el proceso que se siguió para el logro de esos productos. En resumidas palabras, si aceptamos tales consideraciones como válidas en la construcción de las carpetas en comento, tendríamos que aceptar que la carpeta de experiencias es formativa, porque su mirada está en el proceso y, por su parte, la de evidencias, califica, porque su prioridad son los productos – en términos de cantidad o, como la “nueva” escuela mexicana le ha nombrado, de “excelencia” –. En fin.
Como bien sabemos, cientos de niños no cuentan con los medios para seguir las trasmisiones en televisión, para ingresar a una plataforma o bien, para enviar las tareas que el profesor o profesora puede estar asignando vía correo electrónico o whatsapp, dados los contenidos que se tendrían que abordar en estos momentos; en consecuencia, tal parece que, a la SEP, se le olvidó un principio básico que se debe y tiene que considerarse en la construcción de una carpeta: que el alumno ELIGE qué productos puede integrar a ésta porque, tal decisión, es parte de esa formación y no de una calificación propiamente dicha. De nada sirve anexar mil productos a esta carpeta si, en su elaboración, solamente se “copió y pegó” información de alguna página de internet. Se trata pues, de incorporar aquellos productos que reflejen la decisión de elección de un proceso sobre un hecho o actividad que el estudiante haya vivido, ese día, en compañía de su padre o madre, solo por citar un ejemplo.
Imaginemos que en estos días en los que la cuarentena se ha extendido, en algún lugar de la República Mexicana, llovió intensamente en la comunidad donde radica “x” o “y” alumno. Este suceso, para él, puede ser significativo porque en su corta vida no había visto llover de esa manera, por qué no darle la oportunidad para que escriba cómo vivió este hecho, qué experiencia le dejó el suceso, cómo puede prevenirse la familia ante acontecimiento como éste, etcétera. ¿Necesariamente tiene que cumplir con la tarea que estipula un contenido sin que éste tenga una relación con lo que él haya vivido en esos días? Porque, desde mi perspectiva, esa historia, ese texto, esa serie de reflexiones, serían más valiosas y enriquecedoras, en todos los sentidos. Ya habría tiempo para trabajar en la relación entre esos hechos y los contenidos.
Por estas razones, de sobra estaría decir que lo intangible (aquello que no se ve en la adquisición de un aprendizaje) es, o deber ser, prioritario para que los procesos formativos de los estudiantes no se interrumpan y continúen. Desde luego, que lo tangible (aquello que sí se ve u observa), es necesario e importante, no lo niego; no obstante, tendríamos que pensar en las grandes brechas de desigualdad que existen en México y que, de alguna manera, imposibilitan trabajar mediante la tan llamada estrategia “Aprenda en Casa”. Consecuentemente, debemos reconocer que hay cientos de estudiantes que no la están siguiendo. La pregunta en todo caso sería: ¿no podría planearse una estrategia diferenciada, regionalizada y contextualizada, a partir de criterios y conocimientos claros en cuanto a lo que significa el aprendizaje a distancia? Reconozco que muchos de los maestros tienen conocimiento sobre ello, es decir, sobre la forma en que pueden o no trabajar con sus alumnos en un sentido formativo pero, desafortunadamente, la SEP y las Secretarías de los Estados, no lo tienen o, simplemente, tratan de evidenciar/demostrar que sus dependencias están trabajando. ¿Por qué no revisamos los procesos que la SEP está proponiendo?, ¿por qué no ser autocríticos al respecto?
Creo entonces, que algunas preguntas que podría o podrían responder algunas autoridades educativas, tienen que ver con el qué, por qué y para qué de una carpeta de… ¿aprendizajes?
Referencias:
–Redacción Unión (27/04/2020). Carpeta de experiencias, ¿cómo integrarla y qué debe contener? Unión.
https://www.unionguanajuato.mx/articulo/2020/04/27/educacion/carpeta-de-experiencias-como-integrarla-y-que-debe-contener
–Redacción Profelandia.com (15/05/2020). Dice Esteban Moctezuma que la carpeta es de experiencias, no de evidencias.
https://profelandia.com/dice-esteban-moctezuma-que-la-carpeta-es-de-experiencias-no-de-evidencias/
–Carro, A. (5/05/2020). La tarea, la madre de todas las batallas. Educación Futura.
http://www.educacionfutura.org/la-tarea-la-madre-de-todas-las-batallas/
Fuente: https://profelandia.com/carpeta-de-experiencias-vs-carpeta-de-evidencias-carpetas-de-aprendizaje/
Imagen: https://pixabay.com/