“En la cancha comienza la vida de un barrio”: esta certeza resume la razón por la cual varios jóvenes vienen trabajando, junto con Caracas mi Convive y Alimenta la Solidaridad, en el proyecto de recuperación de las canchas deportivas en sectores populares. Ya son quince los espacios intervenidos en esta iniciativa de organización popular, una cifra discreta si se compara con el tamaño de las aspiraciones de nuestras ciudades, pero todo un logro en lo que implica para los vecinos involucrados en estos proyectos.
Es mucho más que reparar una cancha, es recuperar el sentido de pertenencia de una comunidad con sus espacios, es una forma de apoyar la organización comunitaria, una vía para empoderarse de lo público de manera responsable, una excusa, reconocen, para formar una verdadera comunidad de vecinos. Y es que “la cancha” en el barrio va más allá de unas marcas en el suelo para hacer de deporte, es la plaza de una comunidad, el punto de encuentro, la referencia social y geográfica de los vecinos, el espacio de “lo público” donde nacen todas las iniciativas de trabajo por el bien común y donde debutan los nuevos liderazgos populares.
En Caracas Mi Convive somos muy conscientes de este universo de significados que hay que respetar, por eso la recuperación de estos espacios cumplen con una agenda de trabajo que incluye la presentación de la organización, la convocatoria de los vecinos, un taller de prevención de violencia, el trabajo organizativo y cultural en los “puntos calientes” y la divulgación de información sobre el proyecto Monitor de Víctimas.
Más adelante se avanza con un taller sobre identidad social y organización comunitaria donde se explora, junto a los vecinos, todo aquello que los vincula, se trabaja en la reconstrucción de los vínculos con su entorno, se les invita a formar parte de un proyecto para que “la cancha” les pertenezca. Esta es la única garantía, nos dicen nuestros líderes en la comunidad, de que estos espacios recuperados sobrevivan al paso del tiempo.
Junto a la comunidad se realizan los primeros bocetos del proyecto. La idea, es hacer de la cancha un lugar especial, diferente y visualmente distintivo, se aspira a unir un trabajo de cemento, cabilla y pintura a un sentimiento de orgullo por aquello nos hace únicos como comunidad, algo por lo cual debemos sentirnos como en casa. Más adelante, según el cronograma de trabajo, se delegan las funciones entre los vecinos, a fin de lograr que el mayor número de personas hagan un aporte en el proyecto.
Todos tienen que dar algo, nos dicen los involucrados en estas experiencias, ya sea su tiempo, sus conocimientos, sus herramientas o apoyando en las convocatorias; hay que buscar que el mayor número de personas se sientan involucradas para que este espacio les pueda pertenecer realmente. Más adelante vendrá el momento de la limpieza, la reparación de las imperfecciones, el taller de pintura con los voluntarios, el sellado de la superficie, la aplicación del diseño y la demarcación del espacio.
Uno de nuestros líderes nos insiste en el valor que tiene esta iniciativa al decirnos que, más allá del profundo aprendizaje personal que le ha dejado estas experiencias, está convencido que el crecimiento de su comunidad y la unión de sus vecinos, serán las mejores referencias al momento de hablar de su vida. ¿Existe acaso un mejor legado?
Quienes formamos parte de Caracas Mi Convive nos las jugamos en la cancha porque hemos descubierto que allí se refuerza el sentido de comunidad, porque es el lugar donde se hace realidad la esperanza que mueve a la gente que quiere un cambio, inspirados en los valores de la solidaridad, el trabajo y la democracia. Desde allí miramos a nuestros vecinos y pensamos, junto a ellos, todo aquello que podemos hacer por Caracas, si nos atrevemos a imaginar un futuro donde todos juntos luchemos por el cambio que necesitamos.
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Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/la-cancha-es-la-plaza/
La segunda ola reactualiza el grave problema en las villas y asentamientos. Barrios de Pie piensa en dos soluciones: generar vía impuesto más fondos mediante un impuesto a las empresas que prestan servicios de internet y de telefonía y darle más fortaleza a los acompañantes comunitarios y promotores educativos dentro de cada barrio
Con la llegada de la segunda ola de covid no quedan dudas de que la escuela tiene por delante, todavía, un buen tiempo de educación combinada. Y en los barrios populares, la falta de conectividad y de computadoras vuelve a aparecer como un grave problema, la principal restricción para que los chicos mantengan una continuidad en sus aprendizajes. En marzo, vecinos que integran los movimientos de la UTEP realizaron una encuesta educativa en villas y asentamientos de todo el país. Relevaron 16 mil casos y encontraron el siguiente panorama: la mayoría de los alumnos se conecta con la escuela con whatsapp, mientras que los que pueden hacer clases por zoom o meets son muy pocos, apenas el 14 por ciento.
Por otra parte, en 6 de cada 10 hogares hay un sólo dispositivo, en general un teléfono celular, y que es de uso compartido. Para conectarse, la mayoría depende de datos móviles.
La investigación pudo hacerse por el despliegue que tienen los movimientos sociales en los territorios. Las vecinas y vecinos que trabajan en comedores populares realizaron las entrevistas, en 14 provincias –aunque con acento en el conurbano bonaerense– que luego procesó el Movimiento Barrios de Pie. “Es una encuesta muy amplia, si se tiene en cuenta que los muestreos suelen tomar unos 2 mil casos y este incluyó 16 mil”, señaló Lucía Bianchi, directora de la Universidad Nacional de BdP.
El primer dato que llama la atención de la encuesta es que el 76 por ciento de los alumnos mantienen el contacto con la escuela por whatsapp. Obviamente, esto está relacionado a que en los barrios no hay conexiones estables de acceso a internet que les permitan usar otras herramientas como las reuniones por meet o zoom, que son las empleadas para poder seguir una clase virtual.
Así, la mayoría aseguró que se contactó todos los días con la escuela, pero se puede pensar que si prácticamente todas las comunicaciones son por whatsapp, la actividad principal es recibir tareas, mientras que la posibilidad de que los docentes desarrollen temas o den explicaciones complejas queda limitada.
En los hogares, quienes ayudan a hacer las tareas son las madres … y casi nadie más. Los números son muy claros en esto. La pregunta fue ¿quién te acompañó a hacer las tareas escolares? y las respuestas fueron: mi mamá (63,3 por ciento), seguido de un hermane (8,8 por ciento), otro familiar o persona (6,3 por ciento) y como último y menos mencionado el padre (5,9 por ciento). Más de la mitad de los chicos dijeron que necesitarían tener una ayuda externa para hacer los deberes o trabajos prácticos.
Otro dato lapidario sobre la desigualdad es la falta de dispositivos: Sólo 17 de cada cien chicos tienen una computadora o teléfono propio para conectarse a la escuela. En el mismo sentido, 66 de cada cien viven en hogares donde el único recurso es un celular de uso compartido.
Finalmente está el tema de la conectividad: entre los que se conectan con datos móviles (44%), los que tienen conexión fija pero con mala señal (15%)y los que no tienen ningún tipo de internet (18% por ciento) hay más de un 75 por ciento de alumnos con problemas graves de conectividad. Es decir que las tres cuartas partes de la población escolar de las villas y asentamientos no puede conectarse a clases virtuales.
Con los resultados de la investigación, en Barrios de Pie piensan en dos caminos para implementar soluciones. Uno es generar más fondos para dar conectividad a los barrios populares, mediante un impuesto a las empresas que prestan servicios de internet y de telefonía, que con la pandemia han tenido ganancias extraordinarias.
“Evaluamos presentar un proyecto de ley que grave los beneficios de estas grandes empresas prestadoras de servicios. En el país ya existe un fondo fiduciario que depende del ENACOM para llevar conectividad a los barrios, pero necesitamos que esa inversión llegue a más lugares y lo haga a mayor velocidad”, dijo Daniel Menéndez, coordinador de Barrios de Pie, a Página/12. “Si no se acelera el proceso de dar conectividad, la inequidad educativa va a ser enorme.
Otra política que consideran necesaria es la de darle más fortaleza a los acompañantes comunitarios y promotores educativos dentro de cada barrio, es decir, que haya una red de vecinas y vecinos que puedan acompañar a los chicos con las tareas y mantenerse en contacto con los maestros. Esto implicaría articular a los movimientos sociales con la escuela para ampliar el acceso a la educación, siguiendo un camino que ya se hizo para garantizar el acceso a la comida, al coordinar el trabajo del Estado con el de los trabajadores de los comedores populares.
Lucía Bianchi agregó que “el acompañamiento que pueden dar las comunidades es muy grande, porque en los barrios ya existen centros comunitarios, educativos y comedores con gente que puede acompañar a la escuela, no como algo antagónico,sino con un trabajo comunitario y en relación con el acompañamiento a la escuela. Ese encuentro sería muy positivo, aunque hay que tener en claro que en el primer año de pandemia tampoco hubo un trabajo con los espacios comunitarios para dotarlos de computadoras y conectividad. Pero pensar en esa trama es central porque vamos a tener, por mucho, esquemas de educación mixtos”.
“No más ejecuciones en el barrio” es el nombre de una campaña contra la violencia policial organizada por Surgentes. Surgentes es un colectivo de derechos humanos que viene impulsando y acompañando procesos de construcción de poder popular y auto-gobierno en el barrio de San Agustín del Sur, en Caracas.
Según cifras del Ministerio del Interior, el porcentaje de homicidios responsabilidad de los cuerpos del Estado ha aumentado drásticamente en los últimos años, y esa violencia tiene lugar en los sectores populares.
En esta entrevista hablamos con Ana Barrios y Martha Lía Grajales, integrantes de Surgentes, sobre los motivos y objetivos de la campaña, la referencia que es Chávez en este tema, y las dificultades en torno a la crítica en el contexto venezolano actual.
¿Qué motivó Surgentes a realizar esta campaña contra la violencia policial en los barrios?
Ana Barrios – La campaña tiene como base la preocupación sobre el incremento pronunciado de las muertes que son homicidios cometidos por las fuerzas de seguridad, las llamadas “muertes por resistencia a la autoridad.” Esas muertes han tenido un incremento de 384 % entre 2013 y 2018, según las cifras oficiales. Aunque exista una disminución del número total de homicidios ha aumentado la proporción de homicidios ocasionados por el Estado. En el trabajo territorial que Surgentes lleva desde hace muchos años en San Agustín del Sur hemos sido testigos de como la violencia policial se ha incrementado, afectando a la gente en el barrio. Eso fue un disparador de la necesidad de investigar y caracterizar lo que está pasando.
Martha Lía Grajales – Nosotros creemos que existe una gran necesidad de abrir el debate. La represión de los cuerpos de seguridad en los sectores populares no es un tema discutido entre la izquierda, pese a la gravedad que evidencian las cifras oficiales. Así que en primer lugar creemos que esta campaña podría contribuir a abrir ese debate desde un discurso y un posicionamiento de izquierda, rompiendo la auto-censura por miedo de que seamos tildados de contrarrevolucionarios. Otro motivo muy importante es que, frente a la impunidad con que se están cometiendo estas prácticas, esta campaña constituye un mecanismo alternativo de denuncia. Permite ponerle rostro, humanizar a esos chamos ya esas familias que han sido victimizadas.
¿Qué características tiene esta violencia de los cuerpos de seguridad?
AB – La campaña tuvo como antecedentes una investigación cuantitativa y cualitativa sobre la violencia policial y los patrones que están ocurriendo. El patrón es claramente clasista. La violencia que están aplicando los cuerpos de seguridad, y en especial el FAES (Fuerzas de Acciones Especiales), ocurre solo en los sectores populares, y afecta de manera casi exclusiva a jóvenes varones entre 18 y 25 años. Muchos de ellos están vinculados a prácticas delictivas, por ejemplo en régimen de presentación, o que estuvieron presos. Sin embargo estamos hablando de delitos que no son graves, como pequeños robos, venta de drogas, o el cobro de alguna vacuna.
En los operativos lo que hemos encontrado es un patrón de ejecución. Lo que suele suceder es que agentes de seguridad ejecutan a los jóvenes una vez que ya están sometidos y rendidos, y después simulan un enfrentamiento. También hemos encontrado situaciones de tortura, maltrato, amenazas a familiares, además de un total incumplimiento de los protocolos. Por ejemplo, son los propios agentes del FAES quienes trasladan el cuerpo. Hay todo un patrón de actuación que no es espontáneo, pareciera planificado para dificultar la denuncia y la investigación. En la mayoría de los testimonios que levantamos las personas no han denunciado, fundamentalmente por miedo. Porque fueron amenazadas, o ellas directamente o algún familiar, por ejemplo sus otros hijos. Por otro lado hay muy poca fe en la justicia.
¿Cuáles serían entonces los principales objetivos de la campaña?
MLG – Una cuestión a tener en cuenta es que hay una alta legitimidad social de estas políticas de “mano dura”. Y en este sentido consideramos que al abrir el debate la campaña permite interpelar esa legitimidad social. Otra apuesta que tenemos con esta iniciativa es articular voces desde la izquierda, desde quienes reivindicamos el chavismo y los procesos de cambio, que nos permita acumular fuerzas porque creemos que es importante plantear una rectificación necesaria a nuestro gobierno.
AB – En primer lugar buscamos visibilizar una realidad que, desde muchos sitios y por muchas razones, es invisibilizada. Esta actuación de los cuerpos policiales está afectando a muchas personas, reforzando la desigualdad de clase, lo que no contribuye a los procesos de fortalecimiento del poder popular y de consolidación de la revolución. Y luego el segundo objetivo es buscar llegar a quienes tienen capacidad de decisión, de manera de iniciar una reflexión y un debate sobre la necesidad de hacer cambios. Es una campaña que reivindica una política de seguridad desde los principios de la izquierda, donde lo fundamental es construir una sociedad distinta, de iguales, una sociedad socialista. Nosotros no podemos hacer una revolución socialista si mantenemos cuerpos represivos que profundizan la desigualdad de clase.
Un elemento importante de la campaña es esta consigna “No en nombre de Chávez.” ¿Cuál era la visión de Chávez sobre este tema?
MLG – Para nosotros Chávez es central en todo este proceso. Es un referente desde el cuál nosotros como izquierda debemos transitar hacia la transformación del problema de la violencia, atacándolo desde sus dimensiones estructurales y no solamente desde las consecuencias. Chávez desde el inicio de su gobierno tuvo un discurso consistente con la denuncia y necesaria transformación de estas prácticas que históricamente han caracterizado el comportamiento clasista y racista de los cuerpos de seguridad, y siempre asumió que el problema de la inseguridad debería ser atacado desde la prevención.
De hecho, al inicio de su gobierno Chávez apostaba a que el mejoramiento de los indicadores sociales llevaría a la disminución de los índices de criminalidad. Cuando eso no ocurrió se interesó por entender este fenómeno desde su complejidad, entendió que los chamos en los barrios necesitan opciones que les den un proyecto de vida. No se trata solamente de un tema material, también es un tema de reconocimiento, de poder. Así fue que surgió la Gran Misión “A Toda Vida Venezuela” y el proyecto de reforma policial.
¿En qué consistió este proyecto de reforma policial?
AB – Hay que recordar que la política de seguridad ciudadana en Venezuela antes de Chávez se caracterizaba por su clasismo. Acentuaba la desigualdad, criminalizaba y estigmatizaba a los pobres, los chamos de barrio. En ese contexto existía por ejemplo este grupo dentro de la Policía Metropolitana conocido como “Los Pantaneros” que se dedicaba a hacer este tipo de operativos en los barrios.
Luego de algunos casos de asesinatos a manos de funcionarios policiales se empieza a dar en 2006 toda la reflexión acerca de la necesidad de hacer una reforma policial, y Chávez impulsa todo el proceso de la CONAREPOL (Comisión Nacional para la Reforma Policial), la reforma policial que dio lugar a un nuevo modelo, nueva legislación, incluso a la UNES (Universidad Nacional Experimental de la Seguridad). Chávez es el impulsor de esta nueva mirada, no criminalizadora, de la seguridad. Una mirada pensada de manera participativa, democrática, respetuosa de los derechos humanos. Como señalamos en la campaña, Chávez siempre denunció la criminalización de los pobres y la política de “plomo al hampa”.
El proceso generó muchas expectativas positivas. Por ejemplo, cuándo se inició el despliegue de la policía comunal, que es un componente de la PNB, en Catia, los primeros estudios indicaban una reducción importante de los índices de delito. Eso tenía que ver con el despliegue de una policía cercana, que buscaba la resolución de los conflictos, que no perseguía, no criminalizaba.
¿Y cómo contrasta ese proyecto de reforma policial con el actuar de cuerpos como el FAES actualmente?
AB – Nosotros consideramos que hoy en día la reforma policial está abandonada. Por ejemplo, el FAES es un “cuerpo de élite” dentro de la policía, muy especializado, con armas muy sofisticadas, para el tratamiento y abordaje de situaciones complejas de seguridad. La recomendación siempre fue que estos cuerpos deben existir pero tienen que ser pequeños y muy controlados. Y lo que estamos viendo es que el FAES ha crecido tremendamente, y hace un uso indiscriminado de la fuerza.
Además que el FAES aparenta ser un cuerpo que se ha autonomizado y que actúa prácticamente sin control. Una de las principales medidas para lograr el control de la policía es que exista una adecuada contraloría, evaluación de cada procedimiento, y eso no está ocurriendo.
En el contexto actual de agresión externa contra Venezuela hay una tendencia, intencional o no, de suprimir la crítica, porque puede hacer el juego a la derecha, o porque “no es el momento”. Cuáles son sus reflexiones sobre el tema?
MLG – Nuestra posición es que realmente lo que está haciendo el juego a la derecha no es la crítica, es la actuación de los cuerpos de seguridad en contra de los jóvenes pobres. Es una actuación que está dirigida a los eslabones más bajos de la cadena, ese ejército de reserva de jóvenes pobres, que se va renovando a cada muerte, mientras permanece intacta la gran estructura del crimen organizado. Eso es lo que realmente está haciéndole el juego a la derecha, porque este tipo de prácticas lo que están sembrando es tristeza y resentimiento, mientras siguen reproduciendo la desigualdad.
Además sentimos que ese chantaje sobre callar la crítica le ha hecho mucho daño a la revolución porque hay fortalecido las posiciones más conservadoras y regresivas. Más aún, creemos que si hay algo que caracteriza el chavismo es su capacidad de interpelación. Chávez animaba la crítica, porque solo de esa manera se puede sostener un verdadero diálogo entre la dirigencia y el pueblo organizado. Cuando ese vaso comunicante se rompe se enquistan prácticas como ésta que estamos denunciando, y el silencio lo único que hace es debilitar el proceso revolucionario. Por eso es importante la crítica, desde la izquierda, para generar una articulación de fuerzas que nos permita empujar una rectificación por parte de nuestro gobierno.
AB – Entendemos que en este contexto se levantan muchas reservas cuando se hacen este tipo de denuncias, que tienen que ver con la actuación del gobierno. Hay una predisposición frente a este tipo de campañas porque se considera que “no es el momento” para hacerlas. Y lo que queremos reivindicar es que el momento de la gente es siempre.
También hay que aclarar que no estamos impulsando una campaña con el intento de socavar o desprestigiar el gobierno. Lo que queremos es hacer un llamado a que el gobierno revise lo que está pasando y rectifique en lo que haya que rectificar. Esa es una cuestión fundamental. Finalmente es una campaña que está en línea con el trabajo de Surgentes de acompañar el proceso de construcción del socialismo, defendiendo el legado del Chávez.
Director del departamento de Pediatría Medioambiental en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia:
“Las cosas pequeñas importan”. Juan Antonio Ortega, director del departamento de Pediatría Medioambiental en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, repite la frase varias veces a lo largo de la entrevista. En este caso, este pediatra se refiere a un gesto tan pequeño como ir andando al colegio para combatir un doble problema: la generalizada obesidad infantil (“globesidad”, la llama) y los altos índices de contaminación en las ciudades. Para ello, el Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría que él coordina se ha volcado, junto a otras organizaciones, en la propuesta Caminando al cole, con la que pretenden recuperar esa costumbre tan habitual antes y tan escasa ahora de ir el colegio andando o en bici. El documento, que se presentará en forma de Proposición No de Ley (PNL) para una hipotética aprobación en el Congreso, alerta sobre las consecuencias negativas de las hileras de vehículos acudiendo en los colegios, tanto para los propios menores como para las ciudades y el medioambiente.
Vamos a fijar el marco primero. ¿Qué es la pediatría ambiental?
Constituye un área del conocimiento dentro de la pediatría dedicada a comprender, manejar, evaluar los factores de riesgo de salud ambiental en la salud de los niños. Es un área clínica que incorpora una mirada nueva a las enfermedades, muchas de ellas ambientalmente relacionadas. Hay pocas áreas así en el mundo, pero constituye unos de los desafíos de la Organización Mundial de la Salud más importantes para la infancia y la UE insta al desarrollo de unidades clínicas de este tipo. En un futuro, gran parte de las tareas de los profesionales será asesorar sobre la salud de las personas. La salud medioambiental viene a cambiar de plano la forma estructural en que se organizan los sistemas sanitarios. Hay un pool de enfermedades ambientalmente relacionadas que señala la UE: las enfermedades respiratorias, asma, trastornos endocrinos y del desarrollo sexual en los niños, cáncer infantil… hay una creciente conciencia social, cada vez más padres y madres preguntan si tal o cual cosa puede afectar a su hijo. Cada vez hay una mayor conciencia social sobre medioambiente y enfermedad. Es mucho lo que las familias y los enfermos pueden hacer para mejorar su calidad de vida y su salud sin necesidad de pensar en lo grande, haciendo pequeñas cosas.
¿Cuál es el objetivo de su propuesta ‘Caminando al cole’?
Tenemos un problema en España de obesidad infantil, y llevamos 25 años aplicando el mismo método para combatirla: “Vete al médico, que te dará las pautas”. Los resultados indican que a lo mejor no se están dando los resultados esperados. Y seguimos igual. Necesitamos innovar, explorar nuevas vías. Las cosas pequeñas importan. ‘Caminando al cole’ constituye un acercamiento para abordar un problema global de obesidad que tienen nuestras ciudades con una mirada nueva. Hacemos un llamamiento a la participación en la comunidad y en el barrio. Les pedimos a los pediatras de atención primaria que participen en los proyectos de su ciudad, que contribuyan con su conocimiento. ‘Caminando al cole’ es un cambio importante, porque lanza mensajes a las familias, barrios y ciudades. Creo que se va a colocar en dos estrategias importantísimas: el control y prevención de la obesidad infantil y de la contaminación atmosférica urbana. A todos nos vienen a la cabeza los atascos que se montan en los entornos escolares. Conseguir que las escuelas tengan entornos saludables es clave también. Esta PNL viene a reclamar esta necesidad de construir entornos saludables en su espacio natural, donde juegan y pasan 40 horas a la semana.
¿Cómo de importante es el problema de obesidad del que habla?
Hasta un 40% de los niños en edad escolar tiene exceso de peso. Es un disparate, es una bomba de relojería en el tiempo. La obesidad relaciona con enfermedades crónicas, cardiovasculares, respiratorias, neurológicas, el 8% de los cánceres de la vida adulta se asocian al exceso de peso…
¿Puede tener que ver también con que no se ven ya niños jugando en la calle, aparte de ir caminando al colegio?
Se ha perdido barrio, se ha perdido calle. Los niños cada vez pasan más tiempo en espacios cerrados. Cuando un padre te dice que el niño está jugando todos pensamos que está en la habitación con un par de pantallas. Hace unos años el pensamiento habría sido que está jugando al balón en la calle. La calle se ha perdido como un espacio de recreo, socialización y juego para la infancia. Tenemos que recuperar la calle para los niños. Trabajar para la peatonalización de las ciudades, la horizontalización, abrir espacios para que la gente camine, crear espacios públicos donde los niños puedan pisar la tierra y abrazar los árboles. Necesitamos conectar a los niños con la naturaleza y crear entornos más saludables.
Se dice en la PNL que los padres empezaron a llevar a sus hijos en coche al colegio por una sensación de inseguridad indefinida. Pero se ha dado la paradoja de que para evitar un riesgo difuso se ha creado un riesgo concreto: más contaminación en los entornos escolares y más posibilidades de accidentes/atropellos.
En el piloto que hemos hecho, uno de los elementos que explorábamos era si las familias consideraban seguro ir al colegio y por qué. Intentamos explorar la explicación, si no lo consideraban seguro por qué era. Antes había una serie de elementos clave para que los críos fueran andando al colegio. Influía la cultura, el diseño urbano y, lo que más, era la distancia del hogar al colegio. También la edad del crío. En los menores de 7-8 años los padres consideraban que podían andar unos 800 metros. A partir de los 10 años, 1,8 kms aproximadamente. Las familias piensan en la distancia a la hora de valorar ir andando al colegio. La percepción de que el barrio es seguro es importante, con un máximo de dos kilómetros de distancia. Los colegios también podían hacer mucho. En las comunidades escolares que habían desarrollado materiales y habían hecho algo de campaña esos niños caminaban más, los centros con más aparcabicis también utilizaban más la movilidad activa. En los municipios donde los guardias estaban en los cruces, también.
Supongo que existe una relación directa entre el tamaño del municipio y cuántos niños van andando al colegio. ¿O es una cuestión de distancia al colegio, más allá del tamaño del núcleo?
En los municipios más pequeños es más fácil implementar estos proyectos. ‘Caminando al cole’ va vinculado también a un proyecto de barrio, es recuperar la comunidad de vecinos del barrio. No es solo acompañar a los hijos andando, se crean experiencias. Hemos visto proyectos en los que los padres se rotaban. También le damos utilidad a los abuelos, que a las 8.10 estaban preparados para llevar a sus nietos y otros niños al colegio. Esto también crea vínculos entre los pequeños y los mayores. Al final de algunos procesos hemos visto cómo los más mayores cuidaban de los más pequeños. La experiencia en valores es muy positiva. Construye vínculos, barrio, incorpora a los ancianos a una ciudad más viva y saludable. También influye en la obesidad infantil y en la calidad del aire. Pusimos en un centro un medidor de calidad de aire y se venían abajo los niveles en las horas puntas. Alcanzaba los 70 ppm de materia particulada. El proyecto ‘Caminando al cole’ redujo la presencia de estas sustancias a ocho veces menos. Se nota mucho y es un proyecto comunitario, no son solo las AMPA. Implica rediseñar las ciudades, que adultos y pequeños podamos ir seguros por nuestras ciudades, coger la bici, recuperar barrios que nunca debimos perder. Estoy convencido de que los alcaldes son auténticos ministros de salud pública, pero algunos no lo saben aún. Tienen competencias para mejorar el diseño urbano de las ciudades y para construir barrios y ciudades saludables.
En el texto habláis de la “amenaza invisible” de la contaminación. ¿Minimizamos los riesgos que presenta?
Es muy importante. La contaminación del aire constituye una de las mayores amenazas para la salud. Y una de las más descuidadas en las últimas décadas. Su impacto es enorme. Un 20% de las muertes por riesgo cardiovascular de la infancia se asocia a la contaminación del aire. Es mucho. La comunidad científica lo tiene claro, cada vez más observamos la necesidad urgente de mejorar la contaminación atmosférica urbana. La buena noticia es doble: todos los efectos son 100% prevenibles y ya hay experiencias positivas en ciudades, como prohibición del tráfico más pesado o el cierre de vías para crear entornos más saludables. Es una excelente noticia para implementar que haya modelos. Quizá haya sido de lo más descuidado en los últimos años, pero la evidencia lo sitúa en el eje central.
¿Se puede actuar sobre la contaminación localizada en un punto concreto como un colegio?
La contaminación atmosférica no es invisible, aunque hayan intentado hacérnoslo creer desde hace años. Una de las características es que cuánto más cerca estés del foco, las probabilidades de exposición son mayores y la concentración de contaminantes es mayor, aunque pueda influir el viento, etc. Tenemos colegios construidos con aglomeraciones o construidos al lado de un autovía. En estas cosas también se ve el entorno urbano. ¿Están los colegios en un lugar seguro? ¿Está en una avenida o rambla? ¿Está junto a un lugar de alto tráfico? Esto es clave, es la pregunta que hay que hacerse. Hace 50 años, la escuela estaba en el centro de las ciudades, en el corazón. Hemos ido viendo cómo ese urbanismo descontrolado desplazaba a los niños hacia las periferias y zonas inseguras a veces, con avenidas, autopistas, lugares donde la presión del tráfico es tremenda. Hablamos de caminar al cole, pero aún hay colegios con barracones, y esto ocurre porque los niños no votan y nosotros decidimos por ellos. Oímos a padres quejarse de escuelas con amianto, barracones, patios a veces inseguros, niños soportando temperaturas increíbles en las aulas, algo impensable para los adultos. Además, esto influye en su rendimiento posterior. Hablamos de niños que pasan 40 horas en la escuela y carecen de medio regulador dedicado a la protección de la salud medioambiental escolar. Es la salud laboral de la infancia, entiéndase. Esto va a ser uno de los desafíos más importantes de los próximos años, la salud medioambiental escolar.
¿Las familias son conscientes de esto?
Creo que se piensa poco. Los niños no votan, luego son invisibles. Y la escuela tiene el paradigma de espacio mágico, pero creo que el tejido social en España está poco organizado para proteger la salud ambiental escolar, aunque hay una creciente conciencia social de esa relación entre la salud de los niños y el medio ambiente escolar. Pero necesitamos avanzar en la cristalización activa de esa sociedad que haga valer los derechos para proteger la salud de la infancia en el entorno escolar.
¿Han hablado con los partidos?
Se les ha hecho llegar a distintos activos dentro de la política y tendrán que hacer un ejercicio de reflexión importante. Es una oportunidad extraordinaria para que piensen un poco. Pero nos falta una cultura política para entender que hablamos del futuro de la nación. A los políticos les pedimos algo muy importante. El 90% del peso cerebral que tenemos todos como individuos se construye en la primera década de vida. Cuando hablo de peso cerebral hablo de la inteligencia individual o las matemáticas, pero también la inteligencia colectiva, al emprendimiento, a cómo nos relacionamos con los demás. Pues desarrollar a estos individuos construyendo entornos más saludables en su medio natural, la escuela, es una prioridad. Esto trasciende de forma horizontal a todos los partidos, deberían defenderlo como a sus propios hijos. Recuperar entornos y barrios saludables, el diseño de las ciudades, potenciar que los niños vayan andando, activen sus neuronas desde primera hora de la mañana, contribuyan a que el aire sea más limpio, que las escuelas sean más cercanas a donde viven los chavales.
¿Pero sabéis qué opinan?
A nivel individual todos lo reciben como algo que hay que hacer. Hay gente comprometida porque esto trasciende a la filiación política porque es hacer barrio, es algo cercano. Hay comunidades interesadas en sacar esto. Creo que los municipios van a ser clave. Y los padres y madres. A los pediatras, animarles a que participen en la comunidad, salgan a aportar el conocimiento científico. Queremos ver a través de una serie de cuestionarios online cómo disminuye el perímetro abdominal de los niños. Dos tercios de la actividad diaria recomendada (2 kms andando) lo harían con esto. Sabemos que en la obesidad el impacto puede ser importante. Las cosas pequeñas importan, sobre todo sin son diarias. Diez meses de escuela son 400 kilómetros al año andando. Esto se va a notar en el diámetro abdominal y en la calidad del aire. También repensar el diseño urbano, la ubicación de las escuelas que comentábamos antes.
Ha hecho mención dos veces un poco de pasada a que ir andando al colegio mejoraría el rendimiento académico.¿Cómo?
En el documento que hemos revisado hay trabajos científicos que asocian mejoras en el rendimiento cognitivo y los resultados académicos. Es lógico. Cuando movemos el corazón, el sistema, el oxígeno, activamos el riego cerebral. Los estudios muestran cómo los niños que van andando al cole mejoran sus resultados académicos, su rendimiento, su autoestima, aumenta el sentido de pertenencia. También disminuye la ansiedad, mejora la atención, ahora que hay niños con tanta actividad hiperactiva. Les hace centrarse más. Las cosas pequeñas importan, este es un desafío extraordinario.
Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/20/tenemos-que-recuperar-la-calle-para-los-ninos/
A pesar de su aparente simpleza, el acto cotidiano de nombrar las cosas, la vida, el entorno, es algo de suma importancia. Acciones insertadas imperceptiblemente en nuestras vidas cotidianas: decir, calificar y distinguir las cosas son operaciones que a la vez reflejan y configuran la realidad. Si queremos poner en marcha otros saberes y otras formas de generar conocimiento, hay que jugar fuerte en el terreno del lenguaje y en el combate por las palabras y los conceptos. Primero, mostrando la desnudez del lenguaje que se dice legítimo, culto y correcto. Segund, o más bien a la vez, reconociendo y abriendo la enorme y compleja carga de signicados de los saberes periféricos, que nunca son la referencia de lo adecuado y difícilmente encontrarán hueco en diccionarios de referencia, ni siquiera los de uso, acuciados como están por la brevedad, la concisión y lo correcto.
En este libro encontrarás un análisis sobre los orígenes históricos de la periferia madrileña, así como de aquellos elementos que caracterizan eso
que hoy hace de una barrio una periferia. Este libro es también una pequeña caja de herramientas compuesta por númerosos utensilios: mapas, cartografías, paseos, encuentros y sobre todo es el resultado de muchas horas de diálogo y debate junto a otras que se plasman en una hipótesis: las 3 (+1) periferias de Madrid. Este libro es una apuesta política por buscar y generar relatos distintos a los hegemónicos y ociales, un pequeño texto para pensar las periferias y sus lenguajes, pero ante todo es una invitación, sí, a leer, pensar y combatir.
Carabancheleando es una plataforma de investigación-militante fruto del encuentro entre el Grupo de Periferias del Observatorio Metropolitano y una red de movimientos sociales y vecinales revitalizados al calor del 15M en el barrio de Carabanchel. Concebida como una investigación militante con un objetivo claro, testear las periferias en crisis con el fin de producir un conocimiento útil sobre el ecosistema para y desde los movimientos, se ha convertido en un dispositivo permanente de refexión sobre el entorno urbano como herramienta de intervención política.
La zona educativa de San Juan que abarca los barrios de San Juan, Labradores y Salesas no tiene oferta educativa pública, y en Sancti-Spíritus-Canalejas, que abarca los barrios de Sancti-Spiritus, San Cristóbal, Santo Tomas, San Esteban y Fontana, la educación pública solo escolariza el 18 por ciento del segundo ciclo de educación infantil y el 21,5 de primaria. En Garrido y La Alamedilla los porcentajes también son muy bajos.
El próximo jueves 16 de marzo comenzará el plazo de presentación de solicitudes del periodo ordinario de admisión del alumnado que quiera cursar segundo ciclo de Educación Infantil, Primaria, Educación Secundaria Obligatoria o Bachillerato en el curso escolar 2017-2018. Hasta el 5 de abril, las familias podrán presentar la solicitud en el centro docente en el que desean que sus hijos cursen sus estudios.
El proceso de escolarización en la ciudad, tal y como está planteado en la actualidad, genera desigualdades entre barrios. Así lo recoge un informe elaborado por Miguel Grande, ex profesor de Educación Primaria, Secundaria y Universidad, y miembro de la Comisión Permanente del Consejo Escolar de Castilla y León a propuesta del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Castilla y León (STECyL).
“La educación es lo más importante que necesita una persona y un pueblo o una sociedad para construir su presente y su futuro. ¿Qué estamos haciendo con la educación y las escuelas públicas en nuestros pueblos y barrios en un momento social, cultural y económico tan complejo? ¿Las administraciones educativas y sociales están asumiendo sus responsabilidades en la planificación educativa que garantice el derecho a la educación con la participación de la comunidad educativa y de la sociedad
pensando en el bien común y las necesidades de las personas en cada pueblo y barrio?”, se pregunta.
Y añade: “Es momento de evaluar la realidad y proponer las mejores soluciones de escolarización en un momento tan preocupante de la evolución demográfica, envejecimiento y despoblación ¿Los procesos de adscripción del alumnado en vigor qué consecuencias producen en pueblos y barrios? Los datos de la investigación que hemos realizado son muy preocupantes y nos obligan a exigir su modificación ya”.
La Resolución de 19 de enero de 2017, de la Dirección General de política Educativa Escolar, establece que el director Provincial de Educación es el responsable de la constitución de las comisiones de escolarización, de las unidades territoriales de admisión, de las adscripciones entre centros docentes y de las tipificaciones y determinaciones de los mismos, así como de la determinación de las plazas vacantes y del criterio complementario de centro docente, etcétera.
Al analizar la ciudad de Salamanca con el criterio principal seguido
en la nueva ordenación territorial basada en las Zonas Básicas de Salud hay once zonas educativas que agrupan a los cuarenta y cinco barrios históricos que conforman la ciudad. Esto siempre será más ajustado a la diversidad y equidad entre barrios que la unidad territorial única para toda la ciudad y alrededores, establecida e impuesta actualmente que tanto daño está haciendo al patrimonio educativo y las escuelas públicas de algunos barrios.
La zona educativa de San Juan que abarca los barrios de San Juan, Labradores y Salesas no tiene oferta educativa pública, y en Sancti-Spíritus-Canalejas, que abarca los barrios de Sancti-
Spiritus, San Cristóbal, Santo Tomas, San Esteban y Fontana, la educación pública solo escolariza el 18 por ciento del segundo ciclo de educación infantil y el 21,5 de primaria. La zona Garrido Sur, que incluye los barrios de Garrido Sur, Estación y Puente Ladrillo, solo matricula al 18 por ciento de educación infantil y el 29 de primaria. Por su parte, la Zona Alamedilla, que se conforma con los barrios de Alamedilla, Delicias, Prosperidad, Rollo y San Isidro, solo matricula el 24 por ciento de educación infantil y el 26 de educación primaria.
“Estos datos, junto a los de los 38 barrios restantes con situaciones igualmente alarmantes, no pueden justificarse ni
explicarse solo por la ley del mercado, oferta y demanda o por el poder e intereses de los titulares de centros privados. La educación debe estar por encima de esos criterios y valores y su planificación debe realizarse con otros criterios y parámetros que respondan a las necesidades de las personas y de los barrios y pueblos donde vivimos”, añade el informe.
Por eso, concluye: “¿Podemos quedarnos indiferentes ante el despilfarro o brutal desatención a la educación de las zonas
citadas y al conjunto de barrios de la capital? ¿Cómo puede estar garantizado el derecho a la educación en igualdad de condiciones para los vecinos de estos barrios de la ciudad que no llegan a disponer en su ámbito ni de la quinta parte de su alumnado del segundo ciclo de educación infantil o de la cuarta parte del alumnado de la educación primaria?”.
Y se pregunta cómo puede justificarse que se suprimen unidades o se pone en riesgo de cierre centros públicos como Buenos Aires, Caja de Ahorros, José Herrero, Lazarillo de Tormes, Nicolás R. Aniceto, Nuestra Señora de la Asunción, “que tienen que enfrentarse a situaciones sociales de discriminación por el perfil de alumnado que reciben y el consiguiente desplazamiento de familias buscando fuera otras dudosas expectativas. ¿Queremos que desde los tres años nuestros hijos tengan que desplazarse diariamente en coche para ir al colegio y desarraigarse de su entorno?”.
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