Por: Tatuy Televisión Comunistaria.
“No más ejecuciones en el barrio” es el nombre de una campaña contra la violencia policial organizada por Surgentes. Surgentes es un colectivo de derechos humanos que viene impulsando y acompañando procesos de construcción de poder popular y auto-gobierno en el barrio de San Agustín del Sur, en Caracas.
Según cifras del Ministerio del Interior, el porcentaje de homicidios responsabilidad de los cuerpos del Estado ha aumentado drásticamente en los últimos años, y esa violencia tiene lugar en los sectores populares.
En esta entrevista hablamos con Ana Barrios y Martha Lía Grajales, integrantes de Surgentes, sobre los motivos y objetivos de la campaña, la referencia que es Chávez en este tema, y las dificultades en torno a la crítica en el contexto venezolano actual.
¿Qué motivó Surgentes a realizar esta campaña contra la violencia policial en los barrios?
Ana Barrios – La campaña tiene como base la preocupación sobre el incremento pronunciado de las muertes que son homicidios cometidos por las fuerzas de seguridad, las llamadas “muertes por resistencia a la autoridad.” Esas muertes han tenido un incremento de 384 % entre 2013 y 2018, según las cifras oficiales. Aunque exista una disminución del número total de homicidios ha aumentado la proporción de homicidios ocasionados por el Estado. En el trabajo territorial que Surgentes lleva desde hace muchos años en San Agustín del Sur hemos sido testigos de como la violencia policial se ha incrementado, afectando a la gente en el barrio. Eso fue un disparador de la necesidad de investigar y caracterizar lo que está pasando.
Martha Lía Grajales – Nosotros creemos que existe una gran necesidad de abrir el debate. La represión de los cuerpos de seguridad en los sectores populares no es un tema discutido entre la izquierda, pese a la gravedad que evidencian las cifras oficiales. Así que en primer lugar creemos que esta campaña podría contribuir a abrir ese debate desde un discurso y un posicionamiento de izquierda, rompiendo la auto-censura por miedo de que seamos tildados de contrarrevolucionarios. Otro motivo muy importante es que, frente a la impunidad con que se están cometiendo estas prácticas, esta campaña constituye un mecanismo alternativo de denuncia. Permite ponerle rostro, humanizar a esos chamos ya esas familias que han sido victimizadas.
¿Qué características tiene esta violencia de los cuerpos de seguridad?
AB – La campaña tuvo como antecedentes una investigación cuantitativa y cualitativa sobre la violencia policial y los patrones que están ocurriendo. El patrón es claramente clasista. La violencia que están aplicando los cuerpos de seguridad, y en especial el FAES (Fuerzas de Acciones Especiales), ocurre solo en los sectores populares, y afecta de manera casi exclusiva a jóvenes varones entre 18 y 25 años. Muchos de ellos están vinculados a prácticas delictivas, por ejemplo en régimen de presentación, o que estuvieron presos. Sin embargo estamos hablando de delitos que no son graves, como pequeños robos, venta de drogas, o el cobro de alguna vacuna.
En los operativos lo que hemos encontrado es un patrón de ejecución. Lo que suele suceder es que agentes de seguridad ejecutan a los jóvenes una vez que ya están sometidos y rendidos, y después simulan un enfrentamiento. También hemos encontrado situaciones de tortura, maltrato, amenazas a familiares, además de un total incumplimiento de los protocolos. Por ejemplo, son los propios agentes del FAES quienes trasladan el cuerpo. Hay todo un patrón de actuación que no es espontáneo, pareciera planificado para dificultar la denuncia y la investigación. En la mayoría de los testimonios que levantamos las personas no han denunciado, fundamentalmente por miedo. Porque fueron amenazadas, o ellas directamente o algún familiar, por ejemplo sus otros hijos. Por otro lado hay muy poca fe en la justicia.
¿Cuáles serían entonces los principales objetivos de la campaña?
MLG – Una cuestión a tener en cuenta es que hay una alta legitimidad social de estas políticas de “mano dura”. Y en este sentido consideramos que al abrir el debate la campaña permite interpelar esa legitimidad social. Otra apuesta que tenemos con esta iniciativa es articular voces desde la izquierda, desde quienes reivindicamos el chavismo y los procesos de cambio, que nos permita acumular fuerzas porque creemos que es importante plantear una rectificación necesaria a nuestro gobierno.
AB – En primer lugar buscamos visibilizar una realidad que, desde muchos sitios y por muchas razones, es invisibilizada. Esta actuación de los cuerpos policiales está afectando a muchas personas, reforzando la desigualdad de clase, lo que no contribuye a los procesos de fortalecimiento del poder popular y de consolidación de la revolución. Y luego el segundo objetivo es buscar llegar a quienes tienen capacidad de decisión, de manera de iniciar una reflexión y un debate sobre la necesidad de hacer cambios. Es una campaña que reivindica una política de seguridad desde los principios de la izquierda, donde lo fundamental es construir una sociedad distinta, de iguales, una sociedad socialista. Nosotros no podemos hacer una revolución socialista si mantenemos cuerpos represivos que profundizan la desigualdad de clase.
Un elemento importante de la campaña es esta consigna “No en nombre de Chávez.” ¿Cuál era la visión de Chávez sobre este tema?
MLG – Para nosotros Chávez es central en todo este proceso. Es un referente desde el cuál nosotros como izquierda debemos transitar hacia la transformación del problema de la violencia, atacándolo desde sus dimensiones estructurales y no solamente desde las consecuencias. Chávez desde el inicio de su gobierno tuvo un discurso consistente con la denuncia y necesaria transformación de estas prácticas que históricamente han caracterizado el comportamiento clasista y racista de los cuerpos de seguridad, y siempre asumió que el problema de la inseguridad debería ser atacado desde la prevención.
De hecho, al inicio de su gobierno Chávez apostaba a que el mejoramiento de los indicadores sociales llevaría a la disminución de los índices de criminalidad. Cuando eso no ocurrió se interesó por entender este fenómeno desde su complejidad, entendió que los chamos en los barrios necesitan opciones que les den un proyecto de vida. No se trata solamente de un tema material, también es un tema de reconocimiento, de poder. Así fue que surgió la Gran Misión “A Toda Vida Venezuela” y el proyecto de reforma policial.
¿En qué consistió este proyecto de reforma policial?
AB – Hay que recordar que la política de seguridad ciudadana en Venezuela antes de Chávez se caracterizaba por su clasismo. Acentuaba la desigualdad, criminalizaba y estigmatizaba a los pobres, los chamos de barrio. En ese contexto existía por ejemplo este grupo dentro de la Policía Metropolitana conocido como “Los Pantaneros” que se dedicaba a hacer este tipo de operativos en los barrios.
Luego de algunos casos de asesinatos a manos de funcionarios policiales se empieza a dar en 2006 toda la reflexión acerca de la necesidad de hacer una reforma policial, y Chávez impulsa todo el proceso de la CONAREPOL (Comisión Nacional para la Reforma Policial), la reforma policial que dio lugar a un nuevo modelo, nueva legislación, incluso a la UNES (Universidad Nacional Experimental de la Seguridad). Chávez es el impulsor de esta nueva mirada, no criminalizadora, de la seguridad. Una mirada pensada de manera participativa, democrática, respetuosa de los derechos humanos. Como señalamos en la campaña, Chávez siempre denunció la criminalización de los pobres y la política de “plomo al hampa”.
El proceso generó muchas expectativas positivas. Por ejemplo, cuándo se inició el despliegue de la policía comunal, que es un componente de la PNB, en Catia, los primeros estudios indicaban una reducción importante de los índices de delito. Eso tenía que ver con el despliegue de una policía cercana, que buscaba la resolución de los conflictos, que no perseguía, no criminalizaba.
¿Y cómo contrasta ese proyecto de reforma policial con el actuar de cuerpos como el FAES actualmente?
AB – Nosotros consideramos que hoy en día la reforma policial está abandonada. Por ejemplo, el FAES es un “cuerpo de élite” dentro de la policía, muy especializado, con armas muy sofisticadas, para el tratamiento y abordaje de situaciones complejas de seguridad. La recomendación siempre fue que estos cuerpos deben existir pero tienen que ser pequeños y muy controlados. Y lo que estamos viendo es que el FAES ha crecido tremendamente, y hace un uso indiscriminado de la fuerza.
Además que el FAES aparenta ser un cuerpo que se ha autonomizado y que actúa prácticamente sin control. Una de las principales medidas para lograr el control de la policía es que exista una adecuada contraloría, evaluación de cada procedimiento, y eso no está ocurriendo.
En el contexto actual de agresión externa contra Venezuela hay una tendencia, intencional o no, de suprimir la crítica, porque puede hacer el juego a la derecha, o porque “no es el momento”. Cuáles son sus reflexiones sobre el tema?
MLG – Nuestra posición es que realmente lo que está haciendo el juego a la derecha no es la crítica, es la actuación de los cuerpos de seguridad en contra de los jóvenes pobres. Es una actuación que está dirigida a los eslabones más bajos de la cadena, ese ejército de reserva de jóvenes pobres, que se va renovando a cada muerte, mientras permanece intacta la gran estructura del crimen organizado. Eso es lo que realmente está haciéndole el juego a la derecha, porque este tipo de prácticas lo que están sembrando es tristeza y resentimiento, mientras siguen reproduciendo la desigualdad.
Además sentimos que ese chantaje sobre callar la crítica le ha hecho mucho daño a la revolución porque hay fortalecido las posiciones más conservadoras y regresivas. Más aún, creemos que si hay algo que caracteriza el chavismo es su capacidad de interpelación. Chávez animaba la crítica, porque solo de esa manera se puede sostener un verdadero diálogo entre la dirigencia y el pueblo organizado. Cuando ese vaso comunicante se rompe se enquistan prácticas como ésta que estamos denunciando, y el silencio lo único que hace es debilitar el proceso revolucionario. Por eso es importante la crítica, desde la izquierda, para generar una articulación de fuerzas que nos permita empujar una rectificación por parte de nuestro gobierno.
AB – Entendemos que en este contexto se levantan muchas reservas cuando se hacen este tipo de denuncias, que tienen que ver con la actuación del gobierno. Hay una predisposición frente a este tipo de campañas porque se considera que “no es el momento” para hacerlas. Y lo que queremos reivindicar es que el momento de la gente es siempre.
También hay que aclarar que no estamos impulsando una campaña con el intento de socavar o desprestigiar el gobierno. Lo que queremos es hacer un llamado a que el gobierno revise lo que está pasando y rectifique en lo que haya que rectificar. Esa es una cuestión fundamental. Finalmente es una campaña que está en línea con el trabajo de Surgentes de acompañar el proceso de construcción del socialismo, defendiendo el legado del Chávez.
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