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¿Debería Francia ampliar la educación obligatoria hasta los 18 años?

Jean-Pierre Terrail

 

Tras varias revisiones en la primera mitad del siglo XX, Francia fijó la educación obligatoria a los 16 años en 1959. Hoy en día, esta edad permanece inalterada, y algunos sindicatos y organizaciones políticas exigen una ampliación. Sin embargo, extender la educación obligatoria requeriría reformas significativas en el sistema educativo para que las personas puedan desarrollar todo su potencial y alcanzar los objetivos de la educación

***

En 1947, se redactó el Plan Langevin-Wallon, elaborado por un comité de reforma educativa dirigido primero por el físico Paul Langevin y luego por el psicólogo Henri Wallon, sucesor de Paul Langevin tras su fallecimiento. Ambos eran miembros del Partido Comunista Francés. Sin embargo, esta propuesta, al igual que las demás reformas importantes del Plan Langevin-Wallon, quedó en letra muerta.

Casi 75 años después, ¿no es hora de extender la educación obligatoria? En 1947, era un objetivo ambicioso, pero ahora parece estar al alcance de la mano. Nueve de cada diez jóvenes asisten a la escuela al menos hasta la edad adulta. La creciente demanda de habilidades científicas y tecnológicas en la sociedad respalda afirmaciones similares. La demanda de educación a largo plazo nunca ha sido tan generalizada. Según encuestas, independientemente del entorno familiar, entre el 80 % y el 90 % de los padres desean que sus hijos continúen su educación hasta al menos los 20 años, cuando ingresan a la escuela secundaria  ( 1 ) .

Sin embargo, la mayoría de las organizaciones políticas y sindicatos se oponen a la extensión de la educación obligatoria y han adoptado políticas alternativas, como la formación laboral obligatoria, que entró en vigor en septiembre de 2020. Esta formación, dirigida a jóvenes de 16 a 18 años, no pretende prolongar la escolarización de los estudiantes con dificultades de aprendizaje, sino brindarles apoyo laboral personalizado tras el abandono escolar. Finalmente, solo las organizaciones de izquierda de transición (el Partido Comunista Francés, el Partido Francia Indomable, la Confederación General del Trabajo, la Unión Solidaria y la Unión Solidaria) declararon explícitamente el objetivo de extender la educación obligatoria, pero no propusieron un plan de implementación específico.

La Ley de Ferry de la década de 1880 fijó la escolarización obligatoria a los 13 años, medida que la coalición del Frente Popular extendió un año más en 1936. En 1959, como parte de las reformas educativas de Charles de Gaulle, el ministro del Interior, Jean Berthoin, emitió un decreto que elevaba la escolarización obligatoria de 14 a 16 años. El objetivo era estimular la expansión económica mejorando la educación básica para las generaciones más jóvenes. Este decreto, que unificó los sistemas de educación primaria y secundaria, tuvo una importancia histórica. Durante la Tercera República, aunque existían escuelas primarias y secundarias, estas se limitaban a los pobres y las secundarias a los ricos. Sin embargo, a mediados de la década de 1970, la mayoría de los estudiantes podían asistir a la escuela secundaria. Incluso hoy en día, la duración de la escolarización continúa aumentando.

¿Aumentar la cantidad de tiempo dedicado al estudio mejora la calidad de la educación? La respuesta no está clara. En 1989, los sociólogos Christian Baudelot y Roger Establet notaron que los jóvenes estaban logrando mejores resultados académicos que sus mayores  ( 2 ) . Hoy, las cosas son muy diferentes. Durante las últimas tres décadas, los niveles de aprendizaje de los estudiantes han seguido disminuyendo. Las estadísticas del Ministerio de Educación muestran que en 2017, los puntajes de matemáticas de la mayoría de los estudiantes de primer año de secundaria fueron inferiores al puntaje promedio de los estudiantes en 1987. En francés, el dominio de la ortografía y la gramática de los estudiantes ha disminuido significativamente. Esto indica que el dominio del lenguaje escrito y las habilidades de comprensión lectora de los estudiantes se han debilitado significativamente. Si bien todos los estudiantes han experimentado una disminución en los niveles de aprendizaje, la disminución ha sido aún más pronunciada para los estudiantes de familias comunes  ( 3 ) .

Hoy en día, algunos empleadores otorgan importancia a la alfabetización y contribuyen a las acciones de las agencias nacionales de alfabetización. Sin embargo, estos empleadores no están de acuerdo con aumentar el número de estudiantes admitidos en instituciones de educación superior. Además, en 2001, funcionarios de educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señalaron que «no todos pueden participar en las actividades de la nueva economía… aún hay futuro para los trabajos esporádicos y sencillos»  ( 4 ) . Sucesivos ministros franceses han utilizado informes de la organización y de la Unión Europea como argumentos. Estos informes señalan que las escuelas deben fortalecer la educación en torno a la empleabilidad y mejorar la educación para la élite. Para otras personas que no pertenecen a la élite, las escuelas deben permitirles adquirir habilidades básicas y poder encontrar empleo. Estos expertos altamente cualificados se niegan a extender la educación obligatoria con el argumento de luchar contra la búsqueda ciega de títulos (el número de títulos otorgados ha aumentado considerablemente y su valor ha disminuido) o de promover la necesidad de empleos poco cualificados.

Poner fin a la competencia por las plazas educativas

A menudo se pasa por alto la cuestión de si las cualificaciones de un empleado se ajustan a los requisitos reales del puesto. ¿Son realmente la educación y las cualificaciones de las generaciones más jóvenes demasiado altas para los puestos disponibles? Ante la creciente demanda de alta eficiencia y diversas habilidades, ¿no están los empleados utilizando más habilidades en el trabajo de las que los empleadores están dispuestos a admitir?

Desde la perspectiva de los partidos y sindicatos de centroizquierda, también deben lidiar con el legado de la Federación Nacional de Educación (FEN)  ( 5 ) . Estos partidos y sindicatos siempre se han opuesto a la extensión de la educación obligatoria hasta los 18 años y han abogado por la fusión de las escuelas primarias y secundarias existentes para establecer una nueva «escuela básica con un período de escolarización hasta los 16 años». Creen que algunos jóvenes no pueden continuar aprendiendo después de los 16 años y que, con el tiempo, se necesitarán personas para realizar trabajos poco cualificados. Por lo tanto, los partidos y sindicatos de centroizquierda apoyan la política de una «base común de conocimientos». Esta política estipula el nivel mínimo de conocimientos que todos los graduados de la escuela secundaria deben tener. Sin embargo, esta política está dirigida básicamente a los estudiantes que abandonan su educación sin obtener un diploma de secundaria. Los partidos de derecha incluyeron esta política en la «Ley Fillon» de 2005; En 2013, durante el gobierno del presidente François Hollande, el ministro Vincent Peillon continuó esta política, aunque también hizo hincapié en que todos los estudiantes deberían tener la oportunidad de continuar sus estudios después de los 16 años. Sin embargo, las diferencias entre las listas de «base común de conocimientos» propuestas por Fillon y Peillon son bastante pequeñas.

Sin embargo, dado el rápido ritmo de generación de conocimiento tecnológico actual, extender la educación obligatoria hasta los 18 años se ha convertido en una necesidad. Además, aumentar universalmente los requisitos de cualificación profesional alteraría profundamente nuestros patrones de producción y consumo, cambios esenciales para la supervivencia humana. Elevar los requisitos de cualificación profesional empoderaría a todos para reflexionar sobre el mundo y debatir sobre su propio futuro, debilitando así la autoridad de los expertos basada en conocimientos y cualificaciones. Además, la revolución informática ha hecho realidad la «uberización» del trabajo. Esta implica establecer conexiones directas entre clientes y proveedores, prestando servicios bajo demanda a través de la tecnología móvil. Ante esta situación, aumentar los requisitos de cualificación profesional desplazaría el enfoque del trabajo humano hacia el control de algoritmos.

Sin embargo, la propuesta de extender la educación obligatoria también ha encontrado un contraargumento: algunos estudiantes pueden haber tenido un bajo rendimiento académico desde preescolar. Para estos estudiantes, la escuela secundaria es un entorno educativo insignificante e insoportable. ¿Cómo se puede retener a estos estudiantes en la escuela? La respuesta es simple: extender la educación obligatoria es irrealista sin reformar el sistema educativo para abordar el fracaso académico y la desigualdad educativa. De igual manera, extender la educación obligatoria hasta los 18 años también es inalcanzable sin una revisión integral de la estructura de las instituciones educativas, el contenido de la enseñanza y los métodos de transferencia de conocimientos  ( 6 ) .

El sistema educativo actual, mediante su triple sistema de evaluación: valoración, clasificación y orientación evolutiva, impone a los estudiantes una competencia por las puntuaciones más altas, las mejores clases y los mejores cursos. Sin embargo, el resultado de esta batalla por las plazas ya está decidido incluso antes de comenzar. La segunda generación adinerada ya cuenta con una posición de partida más alta que otros niños, por no mencionar las ventajas derivadas de su estatus social: escuelas de mejor calidad con mejores instalaciones, profesores con más experiencia, objetivos educativos más ambiciosos y apoyo de los padres y otras personas. Entre las décadas de 1960 y 1990 existió una considerable desigualdad social, que ha seguido aumentando. Dada esta desigualdad, este resultado es lógico.

Pero eliminar la competencia por sí solo no es la panacea para el fracaso educativo; es solo una de las condiciones necesarias. Sin embargo, eliminar la competencia implica eliminar la fuente de la competencia: las calificaciones. Las escuelas pueden evaluar bien a los estudiantes sin usar un sistema de clasificación. De igual manera, las diferentes trayectorias formativas son innecesarias. Esto es especialmente cierto en el nivel de secundaria. En esta etapa, los centros de formación profesional se han convertido en un punto de encuentro para estudiantes con dificultades de aprendizaje. La solución es establecer un tipo de escuela pública que abarque desde primaria hasta secundaria y reemplazar las escuelas existentes por estas escuelas. Estas escuelas ofrecen un programa de formación único, con el objetivo de garantizar que todos los estudiantes tengan un nivel común de conocimientos culturales al cumplir los 18 años.

Extender la educación obligatoria a los 18 años de edad traería consigo un cambio más radical que extenderla a los 16 años de edad, siempre que esté respaldada por una reforma más profunda del sistema educativo. Todos los jóvenes tendrían la oportunidad de asistir a la universidad. Hoy en día, solo un pequeño número de jóvenes puede ir a la universidad, y la mayoría solo tiene un diploma de escuela secundaria  ( 7 ) . La masificación resultante de la educación superior reduciría el número de personas sin título que trabajan en empleos poco calificados y sufren explotación económica. Además, la condición necesaria para la acumulación de capital en las economías desarrolladas es la oposición entre trabajadores intelectuales (planificadores y diseñadores) y trabajadores manuales (ejecutores), que la educación superior masiva socavaría.

¿Qué conocimientos debemos enseñar a la nueva generación? Para establecer la base común de conocimientos culturales mencionada, es necesario un debate profundo y proponer los siguientes principios. El primero es que esta base común de conocimientos culturales debe ofrecer a los estudiantes más opciones: a los 18 años, los estudiantes deben poder elegir entre estudios de corta duración en centros de formación profesional superior y estudios superiores de larga duración. Para lograrlo, debemos introducir conocimientos técnicos y científicos en la educación primaria, a los que la mayoría de los estudiantes no tienen acceso hoy en día. El segundo principio es que la educación debe combinar estrechamente el aprendizaje de conocimientos con el cultivo del espíritu cívico, es decir, formar recursos para el pensamiento independiente. Las escuelas deben enseñar a los estudiantes cómo pensar, no qué deben pensar. Esto abarca todas las disciplinas, pero algunas están más estrechamente relacionadas. Tomemos como ejemplo la filosofía, que puede introducirse en la educación desde una edad más temprana.  ( 8 ) Lo mismo ocurre con las asignaturas de humanidades y ciencias sociales, a las que los estudiantes pueden acceder en la educación primaria. Es fundamental que los estudiantes comprendan el espíritu y el método de la investigación, lo cual es, sin duda, más valioso que las asignaturas de moral y ética.

Recursos para el pensamiento independiente

El tercer punto que queremos abordar es el enfoque educativo. La filosofía educativa establecida en las décadas de 1970 y 1980 buscaba fortalecer la motivación de los estudiantes para aprender, posiblemente indecisa. En este contexto, la instrucción directa cayó en desuso. En cambio, favoreció el desarrollo de los conocimientos que los niños probablemente ya poseían, guiándolos en un viaje de descubrimiento y exploración, permitiéndoles adquirir conocimientos con delicadeza. Este enfoque atractivo, empático y, sobre todo, con delicadeza, sigue impulsando la reforma de la educación secundaria de 2015. Sin embargo, dados sus resultados poco favorables, este enfoque merece una reevaluación.

Hay dos puntos importantes a destacar: primero, las dificultades intelectuales son inevitables y deben afrontarse con decisión; segundo, como seres capaces de usar el lenguaje, todas las personas, incluidas las de bajos recursos, poseen la capacidad de abstraer, reflexionar y razonar lógicamente. Esto significa que los docentes no deben quejarse de las «barreras socioculturales» de los estudiantes, sino que deben movilizar estas habilidades. Solo así las escuelas pueden ayudar a todos los estudiantes a superar las dificultades de aprendizaje, algo que sus familias no pueden hacer.  ( 9 )

En resumen, extender la educación obligatoria hasta los 18 años equivaldría a desmantelar y reconstruir completamente nuestro sistema educativo, lo que dificultaría su consecución. La tendencia a que los estudiantes permanezcan más tiempo en la escuela y sus resultados de aprendizaje se deterioren ha persistido desde finales de la década de 1980. Extender la educación obligatoria sin reconstruir nuestro sistema educativo solo exacerbará esta tendencia y dejará sin abordar muchos de los problemas que enfrentamos en la sociedad actual.

Jean-Pierre Terrail

Traducción: Meng Zichu, Qu Xiaotong, Soule de Lafont Victoire
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Paradigma disciplinar: una grieta sin cerrar en la epistemología universitaria

Cuando escasea el sentido común los problemas aumentan: ¿a quién favorece el engaño sobre la supuesta superación del paradigma disciplinar por parte de la universidad?

                                        Luis Bonilla-Molina[1]

  1. Introducción: Seamos Realistas: pidamos lo imposible

La universidad, históricamente hablando, ha sido el espacio privilegiado para el pensamiento crítico comprometido con la justicia social, la igualdad económica y la inclusión. En distintos momentos ha sido el espacio que ha guiado conquistas importantes de la sociedad. Lamentablemente, en las últimas décadas la ofensiva del capital sobre las instituciones de educación superior (IES) resultó de tal magnitud que ha invisibilizado muchas de estas luchas e incluso generado retrocesos impensables hace 50 años.

En la resistencia anticolonial, los procesos de independencia, la construcción de las repúblicas, el surgimiento de los Estados nacionales, el desarrollo de la democracia y el auge de la progresividad de los derechos, la universidad jugó un papel estelar. La revolución cubana hecha por universitarios, las revueltas del ´68, las batallas antineoliberales de las últimas cuatro décadas, evidencian que la rebeldía sigue estando presente. Este trabajo lo inscribimos en esa perspectiva, y como hemos pensado en dedicar un artículo de la serie sobre La Universidad,al tema de las resistencias anticapitalistas, en esta oportunidad nos concentraremos en mostrar otras aristas de la arquitectura de la ofensiva del capital sobre la educación universitaria, especialmente alrededor de los intentos por la superación del paradigma disciplinar en la construcción de conocimiento, ciencia y tecnología.

  • 2. Los tres momentos del capitalismo industrial en materia de políticas universitarias

El capitalismo en su relación con la construcción de conocimiento tiene tres momentos paradigmáticos. Primero, de carácter disciplinar propio de las dos primeras revoluciones industriales, segundo, de exigencia transdisciplinaria a partir de la tercera revolución industrial y el tercero, en el cual aspira alcanzar convergencia heurística en la transición a la cuarta revolución industrial.

Si analizamos las políticas educativas, con la metodología de los estudios comparados internacionales, en los marcos temporales de las primeras revoluciones industriales (1760/1780 – 1870/1914), tercera revolución industrial (1961) y la transición a la cuarta revolución industrial (2011 –  ), sin que esta última aún se haya expresado en toda su potencialidad en el modo de producción capitalista, podemos tener una comprensión mas precisa de la racionalidad de las propuestas del capitalismo para el sector universitario.

Esto se debe a la epistemología del capitalismo industrial, para quien existe una relación inmanente del conocimiento con la innovación científica-tecnológica y esto solo tiene sentido en la medida que contribuya a la reproducción simbólica y material de la lógica producción-mercado-ganancia. En consecuencia, cuando se produce un giro en la espiral de innovación se modifican las exigencias del capital para la producción de conocimiento, y esto adquiere forma de políticas públicas para el sector educación.

El asumir esta perspectiva analítica, permite entender en otra dimensión, sentido y direccionalidad eventos como la reforma de Córdoba (1918), los ciclos y localización de la expansión universitaria reciente -especialmente después de la segunda guerra mundial- y la cultura evaluativa institucional (a partir de 1961), potenciada a partir de la égida neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, modelo de movilidad académica-estudiantil y propósito del reconocimiento de títulos y estudios a escala internacional), el paradigma STEM, los acuerdos de Bolonia y los contornos que ha tomado la internacionalización universitaria.

Uno de los elementos centrales de las tensiones instaladas a partir de la tercera revolución industrial tiene que ver con el paradigma hegemónico para la construcción de conocimiento -disciplinar- y la necesidad que tiene el capitalismo de transformarlo, inicialmente en transdisciplinario y ahora en convergencia heurística. En el primero de los casos generó desde 1961 una fisura paradigmática que no fue -ni es- aprovechada por los sectores anticapitalistas críticos de la disciplinariedad para abrir paso a otra universidad posible, generándose una anomalía sin precedentes, propia de la existencia de una brecha epistémica:   si bien el capitalismo y el anticapitalismo critican el paradigma disciplinar, la escuela y universidad transdisciplinaria no ha nacido en el largo periodo de sesenta años que ha permanecido abierta esta grieta.

Parafraseando a Gramsci respecto al pesimismo del intelecto y el optimismo de la voluntad (2011), diríamos que los sectores progresistas y anticapitalistas han contado con el optimismo desbordado de la voluntad para enfrentar las políticas del capital en torno a la educación superior en el marco de la tercera revolución industrial, pero ha fallado la fuerza del pesimismo del intelecto para comprender la dimensión de las tareas a acometer para enfrentarlo. Uno de las causas de este vacío se debe a la precaria vinculación analítica entre revoluciones industriales y políticas universitarias. Por eso, el esfuerzo para encontrar las claves interpretativas que contribuyan a salir del marasmo del intelecto, no puede ser confundido con desesperanza, todo lo contrario, es un triunfo de la voluntad consciente, un tributo a la utopía de otra universidad posible desde la fuerza de la deconstrucción de la dominación.

  • 3. Enfoque disciplinar: la nostalgia por lo que fue exitoso (primera y segunda revolución industrial)

Para el capitalismo industrial de las dos primeras revoluciones industriales, el conocimiento adquiere características de elemento dinamizador de las ganancias, especialmente cuando se relaciona con la innovación tecnológica a ser usada en la optimización de los tiempos y resultados de producción de mercancías, así como la extracción de plusvalor. En ese sentido, el capital procura la mejora, no la irrupción de un nuevo modelo productivo, y esta “optimización” fue vista en sus inicios, como un proceso que iba desde “las partes hacia el todo”. Los cambios bruscos convocaban a la prudencia, los progresivos se iban evaluando en su desempeño para evitar quiebres en las cadenas productivas.

En el marco de las dos primeras revoluciones industriales, cuando ocurrían “saltos” inusitados en el ritmo de la creatividad, esto demandaba la elaboración de prototipos y ensayos limitados, para que su implementación y efectos se pudieran escalar, a partir de la demostración de su eficacia en la mejoran de la producción. Solo entonces la innovación se podía generalizar. En consecuencia, era más confiable la mejora progresiva de las partes, para prevenir posibles daños en el todo.

La especialización disciplinar se convierte en el paradigma preferido del capital en el periodo de las dos primeras revoluciones industriales. La necesidad de incentivar la innovación y transferencia de la misma al modo de producción, puede ser explicada inicialmente por la cercanía con la ruptura del modelo feudal de acumulación, más tarde por la aspiración incesante de ampliar los márgenes de ganancia.

La especialización implica una visión maquinal de la innovación, en la cual hay que ver el objeto de estudio como un artefacto, al cual aproximarse delimitando un área de trabajo específica, en procura de mejorar la totalidad de su funcionamiento. En ese sentido, la división de campos de conocimiento como disciplinasresultó de especial utilidad.

Un tornillo rediseñado, elaborado con un material más liviano, pero doblemente resistente, podría prevenir los desajustes de la máquina. La tarea, como ejemplo, se le encarga por separado a disciplinas distintas para construirle viabilidad y confiabilidad a la mejora, disminuyendo el error de implementación a su mínima expresión, aunque el error experimental fuera inevitable. Para la localización de los nuevos materiales y sus procesos de extracción se comisiona a la geología, su combinación y aleaciones a la ingeniería química, la calidad requerida de los materiales a la ingeniería industrial, el rediseño de la máquina para el nuevo acople a la mecánica especializada, el ajuste de los procesos humanos de producción de mercancías a las ciencias del desarrollo organizacional y la sociología del trabajo. Se trataba a su vez del control de las partes fragmentadas, la compartimentación del ensamblaje de las mismas.

Cada disciplina fue construyendo su sello de identidad “corporativa” expresado en paradigmas teóricos, métodos, lenguajes y criterios de validación propios, que permitían además la acumulación sistemática y coherente de conocimientos.

Esta lógica también se extendió a la estructura social, con una epistemología maquinal de lo humano y las relaciones societales, profundizando el humanocentrismo que subordinaba la vida animal y la naturaleza, a la mejora de la maquinaria colectiva dividida en clases sociales.

Para conjurar el riesgo de crear una “torre de babel” en el campo de la innovación, se le construyó hegemonía académica a la normalización de un método de comunicación unificado para los procesos de investigación, experimentación y presentación de resultados, que es lo que hoy conocemos como método científico. Esto garantizaba la interoperabilidadde las innovaciones y la construcción de interfases entre las disciplinas.

Todo el mundo sabe hoy, que no se construye conocimiento siguiendo una receta mecánica, sino que la creatividad es un proceso caótico invadido por el error, en el cual el acierto es el nuevo incluido, dinámica a la que se le procura justificación teórica y procedimental, estableciendo protocolos para replicar los logros, aunque todo ello sea presentado a la inversa, como si la teoría conociera por anticipado los resultados de la experimentación o el análisis prospectivo a los hechos concretos de una coyuntura social específica.  Todo se invirtió, pero no era de buenos modales académicos alzar la voz al respecto. El método científico es más una ruta para la comunicación de resultados que para la creación disruptiva.

Además, en las dos primeras revoluciones los ciclos de innovación tenían particularidades que favorecían el enfoque disciplinar. La teoría de las ondas largas de la innovación (kondratieff, 1984) plantea una duración de 60-65 años del ciclo de cada una de las dos revoluciones industriales. Dentro de ellas, Carlota Pérez (2003) distingue el ciclo especulativo o de instalación de la innovación (20-30 años), y la fase de despliegue o estabilización (20-30 años), mientras que Joseph Schumpeter (1939) adiciona la idea de destrucción creativa que se refiere al periodo de obsolescencia y renovación tecnológica, que puede variar en cada caso. La tendencia en las dos primeras revoluciones industriales fue a la introducción progresiva de la innovación sustantiva que aparecía cada 15-20 años.

En ese sentido, el conocimientoque se aprendía en la universidad, podía ser usado por largos periodos en la sociedad y los sitios de trabajo, cuyo manejo prestigiaba, al gozar de permanencia y estabilidad en ciclos de 20 años cuando menos. Lo que aprendía un biólogo, físico, químico o profesor universitario, le resultaba útil por un periodo largo de tiempo, sin que ello perdiera el barniz de innovación y conocimiento de punta. Estos ritmos de permanencia se expresaron en protocolos y procesos institucionales.

Eso facilitó la adopción del diseño organizacional (estructura, funcionamiento, evaluación institucional) que hoy consideramos como propio e inamovible de las universidades, cuando en realidad existía una mayor variabilidad al respecto, antes del surgimiento del capitalismo industrial.  Las universidades naturalizaron el modelo de organización por facultades, escuelas, departamentos, centros de investigación, observatorios y líneas de investigación que favorecían el enfoque disciplinar de trabajo, construyendo una idea de tradición universitaria -haciendo analogía con las ideas de Hobsbawn,1983- que en realidad era un invento, para institucionalizar el paradigma disciplinar.

Este enfoque organizacional cuando había resultado útil en experiencias previas a la hegemonía alcanzada en el capitalismo de las dos primeras revoluciones industriales, se debía a que ocurría en universidades relativamente pequeñas, si consideramos los estándares actuales de número de estudiantes y profesores por IES. La masificación de las universidades y la matrícula universitaria, ocurrida en el marco del periodo liberal del capitalismo de las dos primeras revoluciones industriales, terminó calcificando el paradigma disciplinar como estructurante de la gestión institucional, haciendo impensable un modelo organizacional universitario distinto al de facultades, escuelas, departamentos, centros, observatorios y líneas de investigación. El adagio popular dice “si quieres crear un problema funda un departamento”.

En síntesis, las dos primeras revoluciones industriales, en el capitalismo tardío (Mandel,2023) y el desarrollo desigual y combinado (Novack,1965) de su implementación, no solo construyó hegemonía académica para el paradigma disciplinar en la construcción de conocimiento e innovación, sino que posibilitó la estructuración de un desarrollo organizacional universitario que hiciera posible su expansión en todas las esferas de las Instituciones de Educación Superior (IES). Esta estructura funcional se convertiría paradójicamente en el mayor obstáculo para poder cumplir con las demandas del capital, de renovación del paradigma de construcción de conocimiento en la tercera revolución industrial.

  • 4. Lo transdisciplinario: ¿mentirle al espejo? (tercera revolución industrial)

La llegada de la tercera revolución industrial (1961) complejizó el asunto, por cinco razones básicas. Primero, la incorporación de la programación virtual y la robótica a la producción industrial, hecho que implicaba una ampliación del paradigma mecánico newtoniano propio de las dos primeras revoluciones industriales; ello comportaba tensionar los límites de las viejas disciplinas e hibridar campos que habían permanecido estancos. La fusión entre robótica, programación, ingeniería de procesos, dinámicas de innovación y reordenamiento del know-how para la generación de mercancías exigía procesos cada vez más complejos de integración disciplinar. Por ejemplo, un video juego (mercancía) demanda el trabajo integrado de la psicología, programación, diseño gráfico, antropología, cálculo, ciencia de los algoritmos, legislación, administración, neurociencia, entre otros campos, no solo en su producción sino para impulsar las innovaciones que sustentan la acumulación de capital (ganancias).

Segundo, los ciclos de innovaciónal interior de cada revolución industrial comenzaron a acortar los tiempos de la espiral creativa, pasando de 20 a 15-10 años, luego a 6, y ahora se habla en muchos campos del conocimiento de giros de 1 a 3 años. La generación que hemos laborado los últimos cincuenta años en las universidades, hemos conocido la aceleración de la innovación de manera singular. Por ejemplo, en la presencia cada vez más efímera de algunos artefactos y su rápida obsolescencia: de las computadoras de escritorio con discos de memoria externos, con capacidad limitada, se pasó rápidamente de los disquetes de 8 pulgadas con capacidad de 80 KB (1971), a los de 5-1/2 con capacidad entre 110 KB y 1.2 MB (1976), hasta llegar a las memorias portátiles de varios TB y el almacenamiento en la nube, saltando del celular fijo al móvil analógico, y de éste al celular digital, los primeros dispositivos con mensajería de texto, las redes sociales hasta la Inteligencia Artificial generativa en dispositivos como Alexa.

Tercero, los modelos de gestión empresarial, implementados en las dos primeras revoluciones industriales (Taylorismo-Fayolismo, Fordismo) resultaban obsoletos para incorporar de manera expedita los productos de la inusitada aceleración de la innovación en la mejora continua de la producción de mercancías. Los modelos posfordistas comenzaron a expresar la pérdida de interés por las titulaciones y los enfoques disciplinares, porque las novedades en la tercera revolución industrial eran en buena medida el resultado de la integración de múltiples campos de estudio y para su implementación resultaban insuficientes las simples experticias disciplinares. Surge la necesidad de gestión transdiciplinaria del conocimiento, como se manifestó en la Conferencia Internacional sobre Crisis Mundial de la Educación (1967), donde el capitalismo hace pública y notoria la demanda de otra forma de construir saber, que trascienda los protocolos disciplinares.

La presión sobre la academia comenzó a hacerse cada vez más evidente, como lo demostró el Informe Faure (1973) generado por UNESCO, especialmente en su capítulo 2, dando inicio al drama cognitivo colectivo de los académicos, quienes deberían superar el enfoque disciplinar para la gestión de los procesos de generación de conocimiento e innovación; el problema era ahora ¿cómo hacerlo?  Las décadas de los setenta y ochenta marcaron la búsqueda de formas, maneras, caminos para lograrlo, pero todas las iniciativas reformadoras chocaban con las estructuras institucionales formalizadas para la gestión de la enseñanza y el aprendizaje. La UNESCO promovió el llamado pensamiento complejo (Morín,1990) para intentar destrancar el juego, pero cambiar la arquitectura funcional que hacía posible generar y reproducir conocimiento universitario disciplinar, implicaba afectar relaciones de poder internas y externas. La solución “salomónica” fue dejar el edificio organizacional prácticamente intacto -en algunos casos con cambio de denominaciones o adición de otras instancias- y asumir la transdisciplinariedad como “eje transversal” para la producción de conocimiento; denominación bonita, pero con serios problemas para su operabilidad concreta en la lógica que demandaba el modo de producción capitalista de la tercera revolución industrial. Muchos de los intelectuales progresistas y antisistema se entregaron a esta solución mágica, que terminó siendo una capitulación del pensamiento crítico, sin efectos prácticos posibles.

Paradójicamente, la izquierda educativa que propugnaba la superación de la perspectiva disciplinar, terminó prisionera del paradigma funcional universitario que le impedía construir una propuesta alternativa antisistema; las soluciones no procuraban escapar del influjo del modelo de facultades y escuelas disciplinares.

El neoliberalismo de los ochenta y noventa encontró una solución práctica para el atasco, privatizar la investigación universitaria y extraer una parte importante de los laboratorios y centros de investigación del ámbito universitario, pasándolos ahora a la tutela y financiamiento empresarial.  Más que la formación profesional, lo que le interesaba al capitalismo neoliberal era la aceleración de la innovación, el control de su transferencia y su implementación de la manera más eficiente bajo enfoques que trascendieran la disciplinariedad. Todo pareciera indicar, que en términos empíricos el capital desarrolló formas pragmáticas inter y multidisciplinarias para mantener la aceleración de la innovación y su transferencia a los circuitos de acumulación de ganancias.

Cuarto, la externalización de la innovación universitaria. En el proceso de intentar impulsar la transición del paradigma disciplinar al transdisciplinario, el capitalismo pareciera haber perdido la esperanza en la capacidad auto reformadora de la universidad. Aunque la mayoría de universidades iniciaron en los setenta y ochenta del siglo XX un proceso de actualización de su visión y misión, contemplando la transdisciplinariedad como paradigma emergente, la realidad fue que la distancia entre el decir y el hacer fue -y es- descomunal. No se puede pretender surcar los cielos con las “plumas y cera de abeja de Ícaro”, se requiere una infraestructura adecuada para ello, y el modelo organizacional universitario hegemonizado en las dos primeras revoluciones industriales (facultades, escuelas, departamentos, etc.) le imposibilitaba a la universidad escapar de la isla disciplinar de “Creta”. Mientras el “sol” de la aceleración de la innovación derretía las alas de Ícaro, haciendo evidente la falsación del cambio de paradigma, el “minotauro” capitalista optó por impulsar la externalización de las dinámicas que requería, dejando a la academia prisionera de la tentativa de Dédalo.  Esto ha hecho, por ejemplo, que la mayoría de avances en el área tecnológica y otros campos ocurran fuera de la universidad, lo que debería encender todas las alarmas académicas; por suerte no se trata de tierra arrasada, porque la universidad mantiene su capacidad de inventiva, lo que hay que recuperar es su potencia expansiva y contrahegemónica.

Quinto, las empresas del área tecnológica, que se convirtieron incluso en el gran boom de acumulación en la era de la financiarización de la economía, construyeron una nueva cultura para la creación y gestión de la innovación a partir de dinámicas inter, multi y transdisciplinarias. Más que la titulación, comenzaron a primar las habilidades y competencias para trabajar en equipos inter/multi/trans disciplinarios que construían dinámicas pragmáticas que potenciaban la generación de conocimiento que contribuyera a la aceleración de la innovación. Cuando había que fortalecer las capacidades de actuación bastaba la formación adelantada en espacios empresariales, lejos del ruido y los tumultos académicos. Por supuesto, que en todos los equipos había profesionales titulados, pero la preminencia de este criterio para la selección, comenzó a parecer sobrestimado. De la explosión del gerencialismo posfordista de los setenta, ochenta y noventa se pasó al declive de los gerentes como tribu especializada en la conducción, surgiendo una etapa en la cual los creadores y propietarios, no solo de las start-upsino de las grandes corporaciones, pasaron a ser sus propios gerentes. La tendencia fue que los CEOs-propietarios ahora lideraran los equipos creativos.

Desde el mundo empresarial la universidad adquirió una nueva centralidad en la reproducción del sistema, la difusión de novedades para la orientación del consumo (ganancia + renta), mediante las dinámicas inherentes a la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, movilidad académica y reconocimiento de estudios). Este giro facilitaría la adopción de lo que hoy se promociona como la gran novedad para las instituciones de educación superior: las micro credenciales o la micro acreditación.

Al no lograr romper la universidad con el peso de la tradición inventada del paradigma disciplinar, se inicia un peligroso periodo de inestabilidad estructural de todo su aparato institucional. Incluso la Universidad Multidiversidad Mundo Real Edgar Morín, tan promocionada como génesis de nuevos arquetipos funcionales no logro trascender ni convertirse en un prototipo de la nueva universidad por surgir. En ese largo periodo de vaciamiento de la potencialidad reformadora universitaria (1961-2011), se evidencia una nueva vuelta de tuerca en las revoluciones industriales. La llegada de la cuarta revolución industrial encuentra a la universidad con saldo deudor (paradigma transdisciplinario) y ahora se le demanda un nuevo viraje paradigmático.

  • 5. La convergencia heurística: ¿si no hablamos de ello no ocurrirá? (transición a la Cuarta revolución industrial)

En el 2011 se anunció en Hanover Alemania el pronto desembarco de la cuarta revolución industrial (Schwab, 2016). El horizonte de cambio previsto contemplaba unos veinte años, es decir su pleno despliegue está previsto alrededor de 2030. No se trataba de un simple giro concéntrico, sino que ahora la espiral se distanciaba de la transdisciplinariedad para exigir nuevas formas de convergencia entre campos del conocimiento. Sus voceros -cuarta revolución industrial- hablaban de nuevas formas de pensamiento y generación de conocimiento requerido, pero no terminaban -ni lo hacen aún- de darle forma conceptual a ese requerimiento, comunicando solo sus expresiones operativas.

La academia, de manera temeraria pareciera haber dejado vacío e inerte el terreno de esta convocatoria a pensar un nuevo paradigma de conocimiento. Es como una pulsión colectiva de fuga, que pareciera expresar el síndrome cognitivo que, si no se habla de ello, el evento no ocurrirá. Como en el amor y la política -en este caso educativa- no existe espacio vacío y este suele ser llenado por otros actores, ideas y deseos. Son las bancas de desarrollo, el multilateralismo, las corporaciones tecnológicas y los consultores corporativos quienes comienzan a rasgar el velo de lo emergente. En ese sentido, invitamos a salir de la inercia y retomar la iniciativa.

Convergencia heurística

A partir del estudio de las demandas epistemológicas emergentes que acompañan a la cuarta revolución industrial, especialmente en lo relacionado a las dinámicas de aprendizaje en contextos de creciente aceleración de la innovación, hemos hecho una aproximación conceptual, en lo que hemos denominado como la convergencia heurística, paradigma emergente para la construcción de conocimiento en la transición a la cuarta revolución industrial.

Si bien, la convergencia heurísticano es un término normalizado, estandarizado ni incorporado aún al tesauro educativo, nos sirve para intentar expresar la demanda creciente de trascender los límites de la transdisciplinariedad. La convergencia heurística tiene dos componentes base, el primero la convergenciaque no es sumatoria sino integración y complementariedad según sea el caso; el segundo, la heurística entendida como estrategia de descubrimiento y construcción de sentido.

En consecuencia, la convergencia heurística puede interpretarse como un concepto emergente, asociado a la integración de diversas heurísticas -métodos o estrategias basadas en la experiencia o el razonamiento práctico- con el propósito de alcanzar una solución mucho más precisa, eficiente, robusta, ante problemas complejos derivados de la aceleración de la innovación. Aparece como un nuevo paradigma cognitivo, pedagógico y epistémico, que trasciende integrando, la disciplinariedad, multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad, para responder a las demandas de habilidades blandas, pensamiento crítico creativo y abordaje contingente de los problemas de la relación conocimiento-tecnología-producción.

La convergencia heurística conserva del paradigma disciplinar el rigor analítico y la profundidad metodológica, trascendiéndolo de su encierro epistemológico, su compartimentación del saber, conservando la coexistencia entre múltiples saberes propios de la multidisciplinariedad, expandiéndose más allá de sus límites al posibilitar el diálogo real entre saberes, manteniendo la articulación entre disciplinas propias de la interdisciplinariedad, superando la dependencia respecto a los marcos académicos formales; finalmente, está llamada a convocar y contener los saberes extra académicos que comportan la transdisciplinariedad.

El fundamento heurístico de la convergencia paradigmática, está lejos de entenderse como una fusión de partes, es más bien una integración dinámica y cambiante, que procura abordar la incertidumbre sin necesidad de certezas absolutas, facilita el establecimiento de múltiples entradas y puntos de contacto inter paradigmático, postula el aprendizaje desde el error, la experimentación, el diálogo y la intuición, favoreciendo procesos de pensamiento emergentes, propios de la activación delpensamiento lateral y divergente.

La convergencia heurísticapareciera ser un camino para el desarrollo de las llamadas habilidades blandas, al facilitar pensamiento crítico (funcional, pragmático, consensual a partir del contraste de diversas perspectivas), creatividad (conexión inusual de ideas), comunicación efectiva (traducción y mediación entre lenguajes disciplinares y experenciales), colaboración (negociar significados y metas), resolución de problemas complejos (abordar situaciones reales desde enfoques múltiples), adaptabilidad (aprender en entornos no lineales y cambiantes) y empatía(integrar saberes comunitarios). Su abordaje desde una perspectiva emancipadora procura ser antídoto al instrumentalismo del productivismo economicista.

En Inteligencia Artificial Generativa (IAG) se habla de algoritmos heurísticos(algoritmos genéticos[2], búsqueda tabú[3] o recocido simulado[4]) y metaheurísticas híbridas, reglas heurísticas para la toma de decisiones, verdad común (múltiples perspectivas agrupadas en torno a un consenso).

La cuestión central no consiste en esperar la definición del capital, sino en procurar su propia elaboración desde el campo alternativo, trascendiendo el carácter defensivo y reactivo. Estamos ante la inminente apertura de una nueva grieta paradigmática, que es urgente aprovechar. No podemos repetir la experiencia del pasado, donde no usamos la oportunidad para avanzar en el terreno de lo empírico, conceptual, operacional y la arquitectura organizacional. Tenemos un breve espacio para ello, pues la cuarta revolución industrial tiene formato de fábricas 4.0 y estas aún no han encendido el interruptor que marcará su inicio pleno. En la transición acelerada entre la tercera y cuarta revolución industrial, estamos obligados a pensar lo alternativo en clave de los de abajo.

Hablar del inicio de una quinta o sexta revolución industrial como si fuera un proceso que se está construyendo objetivamente en este momento, es una mirada tecnologicista y desconectada de la relación entre innovación y modo de producción (mercancías, ganancias, gobernabilidad, reproducción). La producción inmaterial aún es marginal, sus cadenas productivas aún estás estrechamente asociadas a la materialidad de la producción y los mecanismos para la generación de plusvalor adicional son en la mayoría de casos experimentales o inestables. Lo que asedia en el presente a la universidad es el inminente desembarco de la cuarta revolución industrial en la producción programada de mercancías y ganancias a escala global[5].

Lo abstracto y lo concreto

Hay demasiado ruido en el salón, lo cual dificulta identificar con nitidez los distintos tonos de muchos de los discursos que están apareciendo. Uno de los debates más interesantes es el que están librando sobre tecnofeudalismo como crítica de la economía digital, Cédric Duran (2025) y Evnegy Morozov (2025). Básicamente Durand plantea que la economía digital es una regresión al modo de acumulación previo al capitalismo, en el cual las ganancias de las grandes corporaciones tecnológicas está signada fundamentalmente por la extracción de la renta de los usuarios conectados y las pequeñas empresas del campo virtual, mientras que Morozov señala que las corporaciones digitales operan en la lógica del mercado capitalista, invirtiendo en innovación, compitiendo por mercados y obtenidos ganancias (no solo renta); Durand considera que los dueños de corporaciones actúan con la lógica terrateniente, copando territorios, y en vez de fomentar la innovación priorizan el control de datos y plataformas, generando una economía basada en la dependencia, mientras que Morozov responde que las empresas tecnológicas son actores capitalistas clásicos, como una evolución del capitalismo hacia la hiper concentración y financiarización, que tiene a la innovación como uno de sus componentes centrales, y no estamos ante una vuelta al pasado.

Este debate no es ajeno a las políticas universitarias en la transición a la cuarta revolución industrial. En la lógica de Morozov, para mantener el ritmo de la innovación, el capitalismo digital requiere crecientes volúmenes de inversión que están sobrepasando incluso la capacidad de la especulación financiera, razón por la cuál vuelve su mirada sobre los fondos públicos, especialmente los destinados al sector de educación. La virtualidad, los modelos híbridos de enseñanza y el metaverso se constituyen en mecanismos de captura de fondos públicos mediante la venta especulativa (valor inflado, ganancia especulativa) de servicios digitales-virtuales; esta voracidad por la captura de recursos para la inversión en innovación está creando un horizonte de riesgo para la educación presencial universitaria, la estabilidad docente y la vuelta al paradigma de instrucción (en este caso remota).

Desde nuestro punto de vista Morozov acierta al definir que los dueños de corporaciones no quieren tener ninguna relación de vasallaje que le signifique dependencia, sino que apuestan por la más feroz competitividad en la esfera social, a partir de lo cual ellos puedan poner en marcha la maquinaria de absorción de ganancia con parámetros que incluyen renta (datos).

En cualquiera de los casos, que tengan razón Durand o Morozov, lo que se deriva de la lectura de sus planteamientos es que se aproxima un tsunami sobre las instituciones que expresan las ideas liberales, progresistas y socialistas de progresividad de derechos, entre ellas las universidades y, desde mi punto de vista, la presencialidad es un obstáculo para los fines iliberales. Por ello, los modelos híbridos, tal y como se están estructurando de manera creciente en la cotidianidad universitaria, son una peligrosa concesión al capitalismo digital que coloca en riesgo la universidad que conocemos. Lo abstracto se muestra en lo concreto, los debates sobre la naturaleza actual del capitalismo en la superestructura tienen correlato en la estructura.

Este no es una abstracción academicista, que esté a la espera de la voluntad de cambio de la universidad. Todo lo contrario, se han puesto en marcha un conjunto de iniciativas cuya epistemología podría resumirse en la frase “la universidad se transforma de manera rápida o va a desaparecer por obsolescencia social”. Veamos algunas de estas propuestas que intentan hacer transferencia del plano económico-político al académico, las cuales se desarrollan en el plano superestructural, estructural y concreto: crisis universitaria, paradigma STEM y STEM+A, llamados a la reducción de las titulaciones, microcredenciales, Inteligencia Artificial Generativa para la superación de los estilos de pensamiento rutinarios, formación desde las empresas, giro de 180 grados en el desarrollo organizacional, desmantelamiento de los modelos fordistas de seguridad social. .

Lo estable y lo cambiante: la tecnología se innova día a día

Eric Sadín (2022) explica de manera lúcida el impacto de la aceleración de la innovación en su giro conminatorio de la técnica. Desde la pasión perturbadora de los humanos por crear dobles de sí mismos (IAG), pasando por la idea de tecnologías de la perfección, hasta aterrizar en las interfases ergonómicas (tecnología como prótesis humana) y llegar a externalizar el régimen de la verdad, todo procura integrar aceleración de la innovación con ganancia. Estaríamos entonces, entrando a una especie de psicoesfera (Berardi, 2022) de la época viral (lo digital transforma el entorno psíquico colectivo).

Esta transformación está diluyendo percepciones institucionales y culturales, proceso que ocurre de forma más nítida en las nuevas generaciones. La adaptación del mundo universitario al sistema, el acople perfecto a la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, esquemas neoliberales de movilidad académica y protocolos de reconocimiento de títulos) está haciendo que lo académico pierda toda referencia épica ante los jóvenes, y se convierta exclusivamente en espacio de formación. Esta claudicación del mundo universitario respecto a la utopía, paradójicamente rompe los vínculos de afectividad con las nuevas generaciones -rebeldía encapsulada- y vacía la presencialidadcomo dimensión necesaria para hacer posibles los sueños intergeneracionales de cambio. Si la universidad es solo para formarse, entonces se pueden buscar otras alternativas como la virtualidad, piensan muchos jóvenes. Es decir, la universidad, producto del impacto de la cultura digital en el marco de la aceleración de la innovación está siendo asediada de manera liquidacionista por el corporativismo tecnológico y sectores de la población, que otrora le consideraban algo singular.  Por increíble que parezca, la lógica del mercado y las ganancias está empujando la universidad a la virtualidad con todas las consecuencias que ello trae.

Crisis de lo universitario para proveer, prever y actualizarse

El Informe Faure (1972/1973) fue la continuación discursiva de los debates de la Conferencia Internacional sobre la Crisis Mundial de la Educación Superior (1967). Al definir la problemática por la que atravesaban los sistemas escolares y universitarios, el informe Aprender a ser: el mundo de la educación hoy (1972) señala que han perdido su capacidad de anticipar el futuro, facilitar la información que requiere el presente en el marco de la aceleración de la innovación y tienen dificultades para socializar en tiempo prudencialmente rápido el conocimiento de punta.

Esta síntesis del Informe Faure, revisada cincuenta años después, expresa de manera contundente la lógica del capital sobre la noción de crisis educativa. Los informes “La Educación encierra un tesoro” (1996) de Delors, “Replantear la educación: ¿hacia un bien común mundial?” (2015), “Reimaginar juntos nuestros futuros. Un nuevo pacto social por la educación” (2022) expresan intentos por actualizar los elementos de la falta de sincronía en la esfera de la innovación, de la educación con el modo de producción capitalista.

Eso ha hecho, que no solo las empresas, sino incluso gobiernos poderosos como el de los Estados Unidos, hayan entrado en conflicto abierto con la UNESCO. La “razón política” de la administración Trump de retirarse del organismo multilateral (2025), es justificada con el argumento que no está en el interés nacional, especialmente porque su foco discurre en aspectos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero en realidad tiene que ver con los tiempos que requiere el multilateralismo para diseminar orientaciones estratégicas del centro capitalista, algo que ocurre más a los ritmos y velocidades de las dos primeras revoluciones industriales que a los que impone el presente de la financiarización globalizadora y el reposicionamiento imperial gringo. Esto se complementa con sus políticas sobre el sector universitario local, lo que refiere a una política estructural orientada a repensar el rol de la formación profesional en la economía.  Este “cisma” debería ser una campanada de alerta, superando la lectura superficial que lo presenta como tremendismos trumpianos.

Síntesis paradigmática: STEM – STEM+A

El paradigma STEM se fue construyendo en los Estados Unidos, en el marco de la disputa de la guerra fría, especialmente en la década de los sesenta cuando se hace evidente el impacto de la tercera revolución industrial en el modo de producción capitalista. Pero sería en la década de 1990 del siglo XX, cuando la National Science Foundation (NSF) acuña el acrónimo STEM como nuevo paradigma formativo, que procura focalizar el trabajo de los sistemas escolares y las IES en la potenciación de la aceleración y diseminación de la innovación científico tecnológica, asociada a la generación de plusvalor y ganancias. Luego vendría el STEM+A que incorpora las artes (diseño) como complemento.

El STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) como prioridades educativas, resume las nuevas demandas del capital en materia económica y tecnológica(informática, inteligencia artificial, biotecnología, entre otras), las crecientes competitividades internacionales (EEUU, China, Sudeste Asiático, Unión Europea),así como las brechas de habilidades para el empleo (especialmente en áreas técnicas), el emerger del paradigma transdisciplinar como requerimiento para la producción de conocimiento y tecnología que muta progresivamente a la convergencia heurística (integrando ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), el reposicionamiento del pensamiento crítico (orientado a la aplicabilidad) y los enfoques pragmáticos en la relación con las ciencias sociales(interoperabilidad, gobernabilidad, reingeniería social).

Al impular la formación en las llamadas habilidades del siglo XXI, la promoción de la innovación tecnológica, el rediseño de la formación laboral, la renovación del interés por la ciencia “útil” para el modo de producción y el fomento de nuevas relaciones sociales a partir de la introducción de los temas de inclusión, ello tiene una expresión concreta en las políticas para el sector universitario. Inicialmente esto se expresó en las reformas curriculares (90s y siglo XXI), el financiamiento de agendas de investigación centradas en el STEM (especialmente a través de los órganos nacionales de Ciencia), potenciando la internacionalización de las instituciones de educación superior (mediante la bibliometría, acreditación, rankings, nuevos modelos de movilidad académica y reconocimiento de estudios) pero luego ha ido tomando forma con los mecanismos externalizados de micro aprendizaje y micro acreditación. Todo esto potenciado con el renovado ímpetu del espíritu competitivo intra e interinstitucional que fue alineando las políticas universitarias a escala global.

El STEM se mide con indicadores de calidad, impacto, pertinencia, innovación y eficiencia, empalmando con las orientaciones de la cultura evaluativa neoliberal.

Obsolescencia de las titulaciones: ¿escenarios de reducción de número de profesiones?

El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) viene insistiendo en sus Future of Jobs Report sobre la obsolescencia de las titulaciones (proyecta que el 39% de las habilidades actuales quedaran obsoletas para 2030), la necesidad de reforzar el enfoque de competencias en permanente actualización, ir más allá de la transdisciplinariedad como paradigma para el aprendizaje, la producción de conocimiento y la generación de tecnología, así como un nuevo modelo de colaboración público-privado (currículos asociados a requerimientos del mercado, racionalización de las titulaciones ofrecidas).

En el caso de las competencias el WEF postula que se sustituyan los títulos específicos por sistemas de formación fundamentados en las micro credenciales, la recapacitación (reskilling) y la mejora de habilidades (upskilling), procurando la adaptación continua de la fuerza laboral, sin que tenga que pasar por largos procesos de titulación, que además implican importantes erogaciones de presupuesto público.

Esto implica una crítica frontal a tres aspectos: a) el modelo disciplinar que no ha logrado ser cambiado en casi sesenta años (1967-2025) de intentos desde el sistema, b) los problemas derivados de estructuras funcionales petrificadas para la formación profesional (facultades, escuelas, departamentos), c) la lentitud con la cual las universidades incorporar paradigmas nuevos, algo que pretende ser ocultado con la circulación de información novedosa. El capital promueve un modelo ecléctico profesional, algo que resulta muy difícil de lograr con los actuales paradigmas formativos del mundo universitario.

La pregunta es ¿este espíritu conservador de la universidad contribuye a la transformación social?  La respuesta tiene que ser ambigua, porque si bien lo que ocurre es una forma de resistencia a la hegemonía del economicismo empresarial en las IES, proceso en el cual los hijos de la clase trabajadora y sectores populares aún tienen la posibilidad de asistir a la universidad pública, también es cierto que ese mismo espíritu conservador cada vez contribuye de manera más precaria a los proyectos emancipatorios.

Modelo de movilidad académica y estudiantil

La internacionalización universitaria como constante en la historia de Latinoamérica y el Caribe (Bonilla-Molina; Goes y otros; 2025), ha contado con la movilidad académica y estudiantil como una dinámica que le ha sido propia. Sin embargo, al llegar la globalización neoliberal este proceso se reconfigura y amplia, entre otras razones debido a:

  1. La necesidad que tiene el capitalismo de desterritorializar la formación profesional, en un contexto de aceleración inusitada de la innovación, para intentar trascender el proceso de atasco catastrófico entre las necesidades del modo de producción en general y la formación para la innovación que discurre en las universidades, las ideas de cambio que proponía el sistema y la solidificación de las estructuras organizacionales convocadas a hacerlo, la urgencia de los requerimientos empresariales y la lentitud de los cambios institucionales. Los flujos externos, podrían ser un catalizador de la flexibilización institucional;
  2. El escalamiento de la movilidad académica, sin precedentes de fomento institucional activo respecto a periodos anteriores, apuntaba -y lo sigue haciendo- a procurar una formación menos disciplinar, mucho más multi e interdisciplinaria, que posibilitara pensar y construir nuevos protocolos que abrieran paso a desarrollos organizacionales post disciplinares. La movilidad académica se asume como catalizador de la interdisciplinariedad en la transición a la convergencia heurística;
  3. Romper con el paradigma disciplinar no era solo un cambio de método, sino una ruptura epistémica, algo que podía ser facilitado y hacerse permeable mediante los encuentros multiculturales. Además, la idea de esta mudanza paradigmática ocurría en la lógica centro periferia, inicialmente al interior de los Estados Unidos, la propia Unión Europea y, luego desde los países de ingreso alto como polos de atracción para los estudiantes de naciones de ingresos medio y bajo;
  4. El enfoque de empleabilidad y competitividad que promueve el neoliberalismo a través de la cultura evaluativa institucional. Así, la movilidad académica se expresa e impacta a los restantes componentes de la medición y jerarquización que da identidad a la etapa de la internacionalización: acreditación, bibliometría, rankings y reconocimiento de estudios;
  5. Usando el desarrollo tecnológico, se amplia el impacto mediante la combinación de modelos de movilidad académica presencial, híbrida y virtual, en estos últimos casos fue posible escalar las experiencias a partir de la pandemia del COVID-19. Se diversifica y amplia la movilidad;
  6. Se instaura otro modelo de fragmentación y modularidad que procura abrirle paso a la convergencia heurística, algo que se expresaría luego en las micro credenciales y los micro aprendizajes, instrumentos normativos (Convenio de Lisboa -1997; Proceso de Bolonia -1999; Erasmus+ -2014- Recomendación del Consejo de la UE sobre micro credenciales -2022-; Europass y EUDIW), instrumentos evaluativos(Estándares y directrices para la garantía de calidad -ESG 2015-; Evaluación basada en los resultados de aprendizaje; Rankings y Métricas; Verificación Digital -European Digital Identity Wallet – EUDIW);

En síntesis, el modelo de movilidad académica hegemónico en la actualidad, forma parte de las iniciativas para producir un quiebre paradigmático en la universidad, aunque la institución siga pensando que eso se inscribe en el prestigio histórico de la formación profesional.

Proceso de Bolonia

El llamado Proceso de Bolonia (1999) ha sido un esfuerzo por crear y fortalecer el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), como práctica a escalar a nivel planetario. Sus antecedentes fueron la Declaración de la Sorbona[6] (1998), el Programa Erasmus[7](1987), el Sistema Europeo de Transferencia de Créditos -ECTS- (1989), las exigencias de la globalización neoliberal y la mundialización cultural capitalista.  En especial, la Declaración de la Sorbona sirvió de inspiración para la creación de los Estándares y Directrices para la Garantía de Calidad (ESCG), el Suplemento al Título universitario, la tendencia a la estandarización de los créditos por ciclos de formación profesional (pregrado, maestría, doctorado), y la micro acreditación.

El Proceso de Bolonia será muy importante para imponer el modelo de movilidad académica (docente, estudiantil y otros sectores) que se viene convirtiendo en central dentro de la cultura evaluativa neoliberal. Es a partir de Bolonia que la movilidad académica logra construir el performance y características que le permitan acoplarse con la acreditación universitaria, los rankings, la bibliometría y los estándares para el reconocimiento de estudios y títulos profesionales.

El mejoramiento de la empleabilidad es uno de los motivos centrales de este proceso, procurando alinear la educación superior a los requerimientos del mercado laboral.  El mayor desafío en este sentido es romper con la matriz disciplinar, algo que corre el riesgo de desdibujarse en la maraña procedimental.

En este sentido, el Proceso de Bolonia asume también el enfoque de mercado educativo, procurando captar la demanda de formación de los estudiantes de Asia, Estados Unidos y Latinoamérica. Esto implica convertir al EEES en un lugar atractivo para aprender y titularse en un contexto de aceleración de la innovación, las demandas de ruptura con la matriz disciplinar y la hegemonía del paradigma STEM. Por ello, el proceso de Bolonia va de la superestructura del sistema educativo a la estructura universitaria, construyendo consensos “por arriba” que se legitiman “por abajo” en la esfera operacional.  En ese sentido, la competitividad adquiere los contornos de las demandas empresariales y las herramientas de la cultura evaluativa neoliberal.

El alcance del Proceso de Bolonia involucra a más de 4.000 instituciones de educación superior, llegando a más de 38 millones de estudiantes de manera directa, pero marcando el horizonte de las reformas del sector a escala global, mediante el impulso de un sistema comparable de títulos, la adopción del Sistema Europeo de Transferencia y Acumulación de Créditos (ECTS), acuerdos de movilidad estudiantil que involucran cada vez a más instituciones de educación superior (IES) y  el reconocimiento de cualificaciones.

Su implementación ocurre mediante Conferencias Ministeriales (cada 2 a 3 años), herramientas comunes para el EEES (ECTS, Suplemento al Título, Marco de Cualificaciones QF-EHEA, Estándares de Calidad para Instituciones), Programas de financiación, especialmente para la movilidad académica y proyectos específicos como MICROBOL, CertiDigital y DC4EU. En la actualidad, el foco central de atención del Proceso de Bolonia lo constituyen la Digitalización y las micro credenciales, el fortalecimiento de las dinámicas asociadas y el apoyo a proyectos emergentes como el Plan Microcreds (que involucró a 41 universidades participando en 2024).

A partir de las crisis migratorias y las humanitarias por guerras, el Proceso de Bolonia ha desarrollado acuerdos e instrumentos normativos como la Comunicación de Tirana(2024), para favorecer la movilidad de personas con discapacidades o de entornos desfavorecidos, que ha implicado una nueva mirada sobre el tema de refugio, asociado a la captación de talento humano en situaciones de precariedad de trabajo y vida.

El Convenio de Lisboa (1997/1999) ha facilitado avanzar en procesos de reconocimiento de títulos y micro credenciales en el EEES. La salida del Reino Unido (Brexit) no ha significado hasta ahora una ruptura con el Proceso de Bolonia.

El Proceso de Bolonia no puede ser visto como un caso aislado o singular, sino como parte del rompecabezas sistémico para superar la brecha epistémica entre producción de conocimiento e innovación universitaria y modo de producción.

Micro aprendizajes, micro acreditación y micro credenciales

Las micro credenciales se han puesto de moda en los últimos años, pero la mirada fragmentada y super especializada, propia del paradigma disciplinar, limita las posibilidades de comprenderla en el marco de una estrategia integrada de reorientación de la formación profesional y laboral en la transición a la cuarta revolución industrial.

Las micro credenciales, micro acreditación y micro aprendizajes son las denominaciones que se han adoptado, normalizado y se procura estandarizar para los procesos de certificaciones digitales asociados a la validación de conocimientos, competencias formativas, habilidades adquiridas a través de experiencias delimitadas por su utilidad pragmática, que se realizan en el ámbito académico, empresarial o extra institucional.

Uno de los procesos más acabados en esta orientación es el Sistema Europeo de Transferencia de Créditos (ECTS), que se constituye a partir del reconocimiento de un determinado número de horas de trabajo[8], como crédito educativo. El ECTS creado en 1989 -en plena égida del neoliberalismo- ha sido parte del Programa Erasmus de la Unión Europea (UE) para fortalecer el modelo de movilidad estudiantil en esa región. El propósito construir mecanismos flexibles de reconocimiento formativo, debido a la rigidez y lentitud de algunos sistemas escolares y subsistemas universitarios para producir las transformaciones que requería el modo de producción en el marco de la aceleración de la innovación, propia de la tercera revolución industrial en el periodo 1971-2025.

El ECTS establece parámetros de medición, comparación y reconocimiento del trabajo académico inter y extra universitario. En el marco del Proceso de Bolonia (1999) evolucionaría a un sistema de acumulación y transferencia integrado, que sería la base para el impulso de la externalización radical de la formación profesional (2021). Los resultados de los procesos formativos bajo este esquema, que en promedio ponderan un crédito en 25-30 horas de trabajo, son medibles y alineados con los parámetros del Marco Europeo de Cualificaciones (EQF).

Todas las directrices del proceso están contenidas en la Guía ECTS[9], el Course Catalogue[10], Learning Agreement[11], Diploma Supplement[12] y el Transcript of Records[13]. Uno de los propósitos no declarados del sistema es ampliar la base disciplinar de la formación, abriéndose a modelos inter, multi, transdisciplinarios y de convergencia heurística, aspecto que tanto ha costado desarrollar en cada universidad, entre otros elementos por el peso de la falsa tradición académica, las relaciones de poder y la microfísica para la construcción de conocimiento heredada de las dos primeras revoluciones industriales.

Entre 2020-2022 se adelantó el proyecto de Micro-credentials linked to the Bologna Key Commitments (MICROBOL), con financiamiento de Erasmus+KA3 para mejorar la precisión de las herramientas del Proceso de Bolonia, a partir del cual se evaluó el sistema ECTS, los Marcos de Cualificaciones (QF-EHEA[14] y EQF) y los Mecanismos de Garantía de Calidad (ESG), concluyendo la necesidad de mayor flexibilización, especialmente para incluir aprendizajes no formales.

El ECTS tiene un gran alcance geográfico, especialmente en los 48 países que forman parte del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), así como otros de Asia, Turquía, Latinoamérica, entre otros, y organismos como UNESCO. Es aplicado a la formación profesional (pregrado), maestría y doctorados, así como programas completos y modulares de micro aprendizaje.  Desde 2025, CertiDigital[15] y DC4EU[16] facilitan certificaciones digitales de ECTS.

Como todo proceso en la lógica del capital que tiende a la homogenización internacional, la European University Association (EUA) y el Grupo[17] Crue[18]-RUEPEP[19] de España están avanzando en la normatividad para la estandarización de los procesos de micro acreditación, algo que facilitaría su expansión y consolidación en Latinoamérica (expansión neocolonial de centro a la periferia).

El Instituto para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) de la UNESCO se ha convertido en uno de los principales promotores de los micro aprendizajes y la micro acreditación, como parte de los énfasis de coyuntura del organismo multilateral.

En la perspectiva de la convergencia heurística para la construcción de conocimiento, la micro acreditación se alinea en la medida que:

  1. Rompe los esquemas de autonomía universitaria que partían del paradigma de cambio formulado desde adentro. Es decir, externalizan los procesos de toma de decisión, revestidos de aparente autonomía del sector universitario, cuando en realidad su lugar de enunciación es el campo de la economía, producción y generación de ganancias, en las dinámicas de transición de la tercera a la cuarta revolución industrial;
  2. Avanzan en la transferencia político-económica como transferencia educativa, legitimando la trasnacionalización del cambio educativo;
  3. Evitan la conflictividad institucional, al crear una cultura de la inevitabilidad de la alienación debido al peso de la innovación;
  4. Abren marcos institucionales distintos que orienten el aprendizaje y el reconocimiento de los mismos, superando las trabas burocráticas institucionales de los modelos organizacionales basados en facultades, escuelas, departamentos, propios del paradigma disciplinar para la construcción de conocimiento. Emerge una nueva institucionalidad supranacional que trasciende los organigramas instituidos, con marcos que permiten evolucionar a partir de la inter, multi y transdisciplinariedad;
  5. Posibilitan el ensamblaje de experiencias de aprendizaje que diluyen las barreras de los campos disciplinares, lo cual posibilita la reingeniería curricular desconcentrada, propia del paradigma de la convergencia heurística;

Sin embargo, el riesgo es que:

  1. Al ser quienes lo implementan, profesionales formados por el paradigma disciplinar, está dinámica termine estancando su propósito de trascenderlo;
  2. La externalización del lugar de enunciación de la micro acreditación facilita el giro hacia el modelo de empleabilidad empresarial y sus lógicas corporativas de financiamiento, lo cual hace que cada vez más se materialicen procesos de homogenización al paradigma STEM, pérdida creciente de real libertad y autonomía académica, parámetros de validación que tiendan al productivismo, competencia y jerarquización;
  3. El pensamiento crítico se reconfigure como elemento de funcionalidad, es decir para la operabilidad de la formación recibida;
  4. Al ser precaria o nula la participación de las organizaciones docentes de base, los sindicatos y gremios de trabajadores de la educación, las organizaciones estudiantes y el movimiento social pedagógico, en los procesos de construcción de propuestas -porque se les convoca en algunos casos a legitimarlas- esto puede terminar aumentando la distancia de la universidad con los requerimientos ciudadanos que exceden la empleabilidad;

Empleabilidad como apellido del derecho humano a la educación

En la tercera Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES,2022) se terminó de legitimar el complemento restrictivo para el derecho a la educación. El movimiento social pedagógico internacional había logrado posicionar el paradigma del derecho humano a la educación a lo largo de la vida, que comportaba la exigencia a los estados nacionales de garantizar el acceso oportuno a sistemas escolares y universitario. Esto implicaba, acceso a cualquier edad -aunque existieran modalidades para ello- independientemente del origen social, creencia religiosa o política, color de piel e incluso si era nacional, migrante o refugiado. La educación era desde estos principios una herramienta para la construcción de ciudadanía crítica en cualquier momento de la vida.

En la CMES 2022 se habló del derecho humano a la educación a lo largo de la vida para la empleabilidad, abriéndose peligrosamente a la razón económica. La expresión última de esta variante sería que se te garantiza el derecho a educarte siempre y cuando compruebes que lo aprendido te va a servir para acceder a un lugar de trabajo. Esta perspectiva es la que subyace en iniciativas como la que realiza Google y que ya comienzan a plantearse Meta y otras empresas. La forma como construye hegemonía este camino de espinas sin rosas, es la micro acreditación.

La forma como la racionalidad economicista toma cuerpo en el derecho a la educación tiene su expresión máxima en las exigencias del Contralor General de la República de Panamá (2025), al plantearle a la Universidad de Panamá (UP) revisar – ¿o excluir? – los casos de los estudiantes mayores de 30 años que cursan estudios en esta institución, porque ello -a juicio del contralor- constituyen despilfarro de recursos públicos o una muestra de uso ineficiente para la empleabilidad. Claro ello ocurre en el marco de un conflicto social generalizado, en el cuál los estudiantes universitarios tuvieron un protagonismo especial en la defensa de la soberanía y defensa de los regímenes solidarios de seguridad social.

A veces, los agregados limitan y no amplían derechos, eso lo deberíamos tener claro a la hora de las disputas desde una perspectiva de los excluidos, pobres y las clases subalternas. El derecho humano a la educación debe ser a lo largo de la vida para la ciudadanía integral crítica.

Formación para la empleabilidad en las propias empresas

Las dificultades para iniciar una transición sostenida del paradigma disciplinar al transdisciplinario, y ahora a la convergencia heurística, está haciendo que se multipliquen las iniciativas de formación corporativa de la fuerza laboral.

En el año 2008 se crea La Universidad de la Singularidad (SU, por sus siglas en inglés). No es una universidad formalmente establecida, porque asume una estructura funcional distinta a las IES clásicas, hecho que seguramente no le permitiría su acreditación formal. Tiene un diseño organizacional de centro de investigación que complementa con formación.

Creada por Ray Kurzweil -el gurú del transhumanismo y director de ingeniería de Google- y Peter Diamandis, su actividad central no está orientada al gran público sino a los decisores nacionales e internacionales. Parten de la premisa que uno de los problemas que impidió evolucionar del paradigma disciplinar al transdisciplinario, transformar el organigrama centrado en facultades y la cultura de compartimentación de saberes, se debió a la incapacidad que había tenido el liderazgo para comprender las dimensiones, alcance y sentido del cambio propuesto. Al evidenciar que el giro de la cuarta revolución industrial va a ser mucho más drástico, enfatizan en la formación de alto nivel. Sus estudiantes son candidatos a ministros, directores de departamentos, jefes de organizaciones políticas, tecno-políticos en general. En la actualidad su actividad abarca más de 70 países.

Los antecedentes que llevaron a justificar la creación de la Universidad de la Singularidad son el cambio tecnológico exponencial (tasas de aceleración que desafían los marcos universitarios), la necesidad de liderazgo adaptativo (brecha entre líderes lentos formados en paradigmas disciplinares versus pensamiento disruptivo, ágil y colaborativo), inspiración en la singularidad tecnológica(punto de transformación del concepto humano) y modelo Silicon Valley (emprendimiento innovación rápida, impacto global, ruptura de estructuras educativas rígidas).

En consecuencia, procuran educare inspirar a líderes, emprendedores y organizaciones, abordar desafíos globales, fomentar ecosistemas colaborativos y sustituir los arquetipos disciplinares para la generación de innovación. En su visión del trabajo creativo, de enseñanza y aprendizaje, postulan una matriz transdisciplinaria y convergente, sistémica y heurística para la construcción de conocimiento asociado a la creación.

Es decir, Singularity University (SU) es un proyecto del capital para garantizar una adecuada, oportuna y eficiente gestión del cambio en general y universitario en particular. Esto se complementa con otras iniciativas de formación empresarial de la fuerza de trabajo de base.

El 17 de julio de 2025 la revista Forbes publicó un trabajo de Jason Wingard sobre la promesa de Google de crear una fuerza laboral de educación superior. En este artículo señala que “las grandes tecnológicas no están esperando a la educación superior: la están remplazando”. Solo dos días antes Google había anunciado la iniciativa en el marco de la Cumbre de Energía e Innovación de Pensilvania, con el lema “AI Works for América”, la cual tiene previsto desarrollarse en los cincuenta estados de la unión.  El autor se pregunta ¿qué sucede cuando empresas como Google dejan de publicar anuncios de empleo y comienzan a construir su propia fuerza laboral desde cero?

Unos años atrás, el Ex – CEO de Google Eric Schmidt publicaba su libro “Cómo trabaja Google” (2015), en el cual destaca como puntos claves la cultura de la innovación, la contratación estratégica de talento excepcional(habilidades técnicas, creatividad y alineación cultural con la empresa), toma de decisiones basadas en datos, estructura organizativa flexible, visión a largo plazo, para lo cual han establecido una gestión colegiada mediante un triunvirato conformado por los fundadores de Google Sergey Brin, Larry Page y el propio Eric Schmidt. En su libro destaca, las dificultades crecientes que tenía la empresa para ubicar profesionales con capacidad adaptativa, creativa y que acompañara la evolución interna. La clave para Schmidt es la cultura de la innovación, algo que cada vez ve más distante en la formación universitaria clásica y se vincula a lo que hemos denominado como convergencia heurística.

Desde esta visión corporativa, para Schmidt existe un desajuste entre la educación universitaria y las demandas del mercado, producto de las dificultades que tiene los egresados para desarrollar aprendizaje continuo y flexible, especialmente por el impacto de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) en la educación, elementos que conflictúan con los esquemas de meritocracia y evaluación basada en resultados que implementan las empresas tecnológicas. Se podría contrargumentar que la universidad tiene una función social y su tarea no es complacer al sector empresarial de la innovación, lo cual es una verdad a medias, porque quienes dicen eso suelen suscribir los acuerdos de los gobiernos para colocar la empleabilidad como eje central de las instituciones de educación superior. Más aún, si revisamos la estructura curricular de la mayoría de carreras profesionales, a pesar que existen principios de responsabilidad y compromiso social, el eje lo tiene la formación para el empleo.

Se necesita romper con cierta hipocresía conceptual que usa lo social cuando se quiere parecer progresista, mientras se avanza en la transformación de la extensión como una ventana para la obtención de financiamiento mediante la venta de servicios, dejando cada vez a un lado la energía y focalización que requiere la transformación social. Como lo señalamos, elementos de la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, ranking, modelo de movilidad académica y políticas de reconocimiento de título) cada vez producen una alineación mayor de las instituciones de educación superior con las demandas del mercado y no de la ciudadanía. Claro que existen resistencias, voces de denuncias, hitos significativos de protestas ante esta dinámica, pero no se ha logrado revertir la tendencia.

Wingard (2025) afirma que Google procura darles a sus estudiantes una oportunidad real de empleo y desarrollo profesional, algo que hoy no ofrecen los sistemas universitarios, precisando que “no es altruismo, es dominio del mercado”. La posición de este analista resume la lógica de una parte importante de la dirección empresarial del presente, especialmente del campo tecnológico.

La formación profesional que hoy se desarrolla desde las universidades, formalmente está pensada para la empleabilidad, pero en realidad lo hace desde los principios, esquemas y estereotipos de las dos primeras revoluciones industriales, la administración pública y el diseño de puestos de trabajo gubernamentales, lo cual no es equivocado per se. El problema es que -en los últimos dos casos- el eje de las reformas estatales que impulsó desde los ochenta del siglo XX el neoliberalismo, propició el achicamiento del Estado, poniendo de relieve la potencialidad del emprendimiento y la autogestión de la vida, así como el carácter dinámico y cambiante de los puestos de trabajo en el sector privado de la economía. Las tensiones que esto generó condujeron a un esquema de adaptabilidad de las IES, procurando conseguir un punto intermedio, entre los requerimientos de los sectores público, privado y la ultra flexibilización del emprendimiento; el resultado un híbrido que no complace a casi nadie.

Además, a pesar de la moda de formación gerencialista en las universidades que conocimos en los 70s. 80s y 90s, en las últimas dos décadas el manejo de datos, la inteligencia artificial generativa y los modelos de gestión abierta han operado un cambio sustantivo en la noción clásica de gestión, algo que pareciera no haber tomado debida nota la universidad.

Lo que hoy vemos, expresado en la iniciativa de Google en Pittsburg, pareciera ser es un movimiento que tiende a expandirse, abriendo de manera nítida una nueva fase escalada de la formación profesional en las propias empresas.  Si solo fueran un grupo atolondrado de CEOs corporativos quienes estuvieran impulsando este movimiento, quizá no tendríamos tanto de que preocuparnos. Pero este es un discurso que ha permeado a instancias como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), como se evidencia en la entrevista que Juan David Olmos le hiciera a la especialista en educación de ese organismo Mercedes Mateo (2019), que encabeza con la frase “el diploma universitario se está quedando obsoleto”. Señala Mateo que a diferencia del pasado cuando la estabilidad en un puesto de trabajo era parte de la cultura laboral, hoy un egresado universitario puede tener un promedio de “15 empleos distintos en su vida … eso quiere decir que cada tres o cuatro años, más o menos debe inventarse, actualizar sus competencias y adaptarse a las exigencias de un mundo cambiante” (Revista semana, 4 de julio de 2019). Agrega que las competencias blandas son requeridas y que la formación en ese sentido es precaria, citando el Informe de Manpower Group de ese año que indicaba que el 50% de las empresas no encuentran el personal que requieren, a pesar de contar con profesionales que si deberían poseerlas.

Las ideas de Mateo sugieren varias cosas. Primero, la disposición de las grandes empresas de asumir el diseño y los costes de la formación en competencias y habilidades que las universidades no enseñan, lo cual auspicia la tentación empresarial de tomar las riendas de la formación profesional y calificada que requieren. Segundo, la demanda de competencias y habilidades es cambiante, lo cual implica el rediseño de la formación continua y la puesta en marcha de procesos de validación de títulos cada 3 a 6 años; esta actualización ha pretendido ser impulsada en las IES con el formato de la Bibliometría, pero como lo comentamos en el artículo anterior eso no se ha logrado. Tercero, en la transición entre el modelo profesional actual a cargo del sector universitario hacia el autogestionado por las empresas, la micro acreditación y las micro credenciales aparecen como la interfase, que puede lograr no solo pivotear el problema sino hacer traspaso del lugar de ejecución de la formación para el empleo.  Cuarto, el impacto político y social de esto es tremendo, por lo cual se requiere el emerger de nuevos actores políticos que lo pongan en marcha, es decir una ola neoconservadora, iliberal que disipe cualquier rasgo en el ADN social asociado al Estado de Bienestar Keynesiano. Eso lo encarna el auge de la ultraderecha, con gobiernos como el de Milei y Trump que disuelven y reconfiguran el ministerio de educación o el departamento de Educación, rompiendo con más de 100 años desde que comenzaron a constituirse y expandirse en la región, como expresión -en distintas medidas y con desarrollos desiguales- del derecho humano a la educación. Los ataques de Milei y Trump a las universidades, no son desafueros personales sino parte de una política estructural de desmantelamiento de los sistemas escolares y universitarios, como lugar de enunciación de la formación profesional.  Quinto, el rol de la universidad está siendo transformado de lugar para la docencia, investigación y universidad a sitio para la validación de los micro aprendizajes obtenidos fuera de su esfera; no es lo mismo acreditar aquello que ha sido parte de la formación que otorgar micro credenciales a procesos que incluso no se realizan en universidades; aunque hoy el porcentaje de micro créditos es bajo, se corre el riesgo de ir ampliándose la banda. Sexto, todo esto requiere una externalización de los mecanismos de validación de la micro acreditación, haciéndolos parecer universitarios, cuando en realidad están localizados fuera de su esfera.

Esta lógica, que se presenta como requerimiento sectorial, tiende a transformar la ontología y epistemología universitaria, abriendo paso a nuevos paradigmas de la formación profesional que pueden cambiar radicalmente lo que hoy conocemos como universidad.

Renovación del desarrollo organizacional y un nuevo know-how para la empleabilidad

En 1961 el reconocimiento social del docente era superior al actual, aunque los salarios siempre hayan sido bajos para la digna tarea que desempeña. En estas seis últimas décadas se han agregado asignaturas, eliminado o fusionadas otras, pasando de la pizarra para trabajar con tiza, a la acrílica con marcadores, las proyecciones dinámicas y ahora las aplicaciones con inteligencia artificial. El timbre escolar sigue sonando con el mismo tono y los uniformes escolares no han cambiado mucho, los bloques horarios no se diferencian mucho a los del pasado e inexplicablemente sigue existiendo la comisión de disciplina. Ingresé a la educación primaria en 1967 y el organigrama institucional colgado en la ofician del director sigue siendo el mismo, aunque desde ese momento a la actualidad, varios de ellos han fallecido después de ocupar el cargo. Las materias se organizan y se facilitan por disciplinas, la lámina del sistema solar no se enteró del periodo en el cuál Plutón fue degradado a planetoide, los libros de texto hablan poco del fitoplancton dejándole toda la tarea de preservar el oxígeno a las plantas.

En la década de los ochenta ingresé a la universidad formadora de docentes, donde el paradigma disciplinar había escalado al punto de fragmentar la pedagogía. La didáctica se enseñaba separada del currículo, la evaluación de la gestión del aula y la planificación era normativa. La innovación se abordaba como recursos instruccionales y la curricularización de la formación dejaba poco margen para integrar y crear, a pesar que estaba de moda la correlación de objetivos, transversalidad e integralidad.  No se enseñaba el impacto de los modelos de gestión empresarial en la docencia, aunque luego en la maestría de gerencia estudiáramos a Goleman, Peter Senge y la gestión de calidad total. En el pregrado, maestría y doctorado pensar en sistemas escolares y universitarios alternativos parecía un disparate, pero eso sí todo el mundo procuraba ser un docente informado.

De esta rutina, recién comenzó a ocurrir una fuga masiva de la matrix disciplinar con la pandemia del covid-19, aunque era patético el papel de los coordinadores de departamento supervisando el cumplimiento (cumplo y miento) de los horarios por medio de pantallas, como si lo presencial y virtual tuvieran los mismos ritmos y metódicas de trabajo. Eso sí, la pandemia sacudió a las universidades, pero como suele ocurrir después de un terremoto, de lo que se trata es de hacer control de daños, reconstruir para volver a lo conocido.

Lamentablemente, el sector empresarial, bancas de desarrollo, las grandes corporaciones tecnológicas y espacios como el WEF fueron quienes comenzaron a hablar de un nuevo performance pedagógico, de un nuevo know-how docente. Nuevamente las demandas de transformación implicaban una transferencia de lo político-económico a lo educativo.

Una integración de las características más solicitadas de know-how docente son las competencias digitales integradas y críticas (en sentido pedagógico), con manejo suficiente de plataformas, inteligencia artificial generativa, datos masivos (big data), realidad aumentada, sesgos algorítmicos, ciberactivismo educativo; el pensamiento sistémico y heurístico, para trascender el paradigma disciplinar y alcanzar una comprensión abierta y compleja de la realidad; aprendizaje permanente (lifelong learning), donde la formación continua es realmente a diario y el saber docente es abierto a nuevas, sin afirmaciones concluidas, haciendo manejo creativo de la incertidumbre; capacidad de colaboración sincrónica y asincrónica, presencial, virtual o híbrida; uso pedagógico de datos (data literacy) para el análisis de patrones de desempeño escolar y anticipación de dificultades, personalización del aprendizaje y toma de decisiones situadas; innovación didáctica continua que permita la creación de secuencias pedagógicas, evaluación alternativa (gamificación, portafolios digitales), microaprendizajes y manejo adecuado del error en la experimentación; gestión del conocimiento y creación colectiva  para superar la lógica de consumo de ideas, conocimientos y paradigmas; capacidad de comunicación multicanal y multimodal para diversificar la interacción con los estudiantes, entre otros.

Cuando hago el trabajo de recuperación de expectativas de know-how laboral, claramente me doy cuenta que estas superan las capacidades institucionales de la media de universidades, por razones que van desde la desinversión gubernamental hasta las rutinas como expresión del que hacer. Por supuesto que en la lógica del capital el compromiso social no aparece, ni la lucha de la universidad por la justicia social, la ecología y la igualdad de género. Es como si las IES fueran simples extensiones de la fábrica, empresa u oficina de los CEOs tecnológicos. Pero el capital sabe que en la medida que avancen las dinámicas de la cultura evaluativa neoliberal (bibliometría, acreditación, rankings, modelo de movilidad académica y reconocimiento de títulos) será mucho más fácil suprimir el pensamiento crítico anti sistema. El problema es que por ese camino podemos llegar al delete de la propia universidad presencial.  

  • 6. Conclusión

La universidad quisiera “pasar agachada” en esta situación, como el alumno que no estudió y trata de hacerse invisible para que no le pregunten en el interrogatorio y verse afectado en la calificación, o el niño que juega al escondite tapándose la cara con su pequeña mano pensando que todo se cuerpo está oculto, o peor aun asemejando a los mentalistas de la nueva era, quienes piensan que, si no se habla del tema … ello no ocurrirá.

Claro que es posible transformarla, pero ello demanda un equilibrio creativo entre voluntad y conocimiento. Paradójicamente la universidad pareciera contener más voluntades que experticia, respecto a cómo producir un quiebre a las lógicas de producción y reproducción disciplinares.

Precisamente, por distintas razones, desde lo empresarial pero también desde lo popular y clasista la disciplinariedad es algo que había que superar, como ahora lo es la ampliación del paradigma transdisciplinario para dar paso a la convergencia heurística. El problema es que para avanzar tenemos que pensar la universidad “patas arriba” saliendo de la comodidad de lo conocido.  ¿nos atrevemos?

Lista de referencias

Berardi, F (2022) El tercer inconsciente: la psicoesfera en la era digital. Caja Negra Editores. Argentina

Durand, C (2025) Tecnofeudalismo: crítica de la economía digital. Ediciones La Cabra. Argentina

Faure y otros (1971) Aprender a ser: el mundo de la educación hoy. Ediciones UNESCO. Paris. Francia.

Gramsci, A. (2011) Selección de escritos. Ediciones porrua. México.

Kondratieff, N. (1984). The long Wave Cycle. Ediciones Richardson & Snyder. NY. Estados Unidos.

Mandel, E. (2023) Capitalismo tardío. Ediciones Sylone. España

Mateo, M. (2019) El diploma universitario está quedando obsoleto. Entrevista para la revista Semana, 4 de julio de 2019.

Morin, E. (1990) Introducción al pensamiento complejo. Ediciones UNESCO. Francia

Morozov, E. (2025) ?La tecnología digital nos está llevando de vuelta a la edad media? Otras Voces en Educación. Venezuela

Novack, G (1965) Uneven and Combined Development in History. Pioneer Publisher. Estados Unidos

Pérez, C (2003) Technological revolutions and financial: the dynamics of bubbles and golden ages. Elgar. Londres

Sadin, E (2020) La inteligencia artificial o el desafío del siglo: anatomia de un anti humanismo radical. Caja Negra Argentina

Schmidt, E. & Rosenberg, J. (2015). Como trabaja Google. Editorial Aguilar. España.

Wingard, J. (2022) The College devaluation crisis. Market disruption, diminishing rol, and an alternative future of learning. Stanford Business Book. Estados Unidos

Wingard, J. (2025) Google Building The Workforce Hogher ed Promised – But Never Delivered. Edition digital de Forbes del 17 de julio de 2025.


[1] Profesor visitante en la Universidad Federal de Sergipe (UFS) de Brasil. Director de Investigación del Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación. Integrante del Movimiento del Congreso Mundial contra el Neoliberalismo Educativo

[2] Técnicas que simulan el proceso de selección natural, a partir de un baremo de posibles soluciones cuyo uso evoluciona a partir de las distintas generaciones de eventos de selección, cruce y mutación digital.

[3] Es una técnica de orden interactivo, que comienza con una solución, procurando mejorarla al compararla con otras soluciones similares, con memoria de corto plazo que no permite (tabú) aproximarse a soluciones ya exploradas.

[4] Simulación que permite aceptar las peores soluciones con carácter temporal, escapando de la entropía de la decisión óptima no lograda.

[5][5] Esto no es solo un problema productivo, si básicamente de geopolítica del poder, porque previo se deben resolver el impacto de las fábricas 4.0 en los flujos de dinero y su impacto en la fianciarización de la economía.  Estos procesos se expresan hoy en las tensiones comerciales entre EEUU-China, EEUU-Unión Europea, Europa-Rusia, EEUU-BRICs, entre otros. Mi hipótesis de trabajo es que estas tensiones tienden al acuerdo, no a la resolución por la vía de una nueva guerra a escala global, lo cual no descarta guerras locales como parte de estas tensiones.

[6] Firmada por los ministros de educación de Francia, Italia, Alemania y Reino Unido, plantea la urgencia de armonización de la arquitectura de los sistemas de educación superior, la promoción de la movilidad estudiantil y profesional, el reconocimiento de cualificaciones y créditos, el fortalecimiento de la competitividad europea, la cooperación y la promoción de la calidad educativa, una identidad europea en la educación superior. Desde nuestra perspectiva, la Declaración de la Sorbona es una respuesta de países europeos con pretensión hegemónica, al curso Latinoamericanista que venía teniendo los debates previos y deliberaciones de la Conferencia Mundial de Educación Superior, especialmente en temas como autonomía y libertad de cátedra, financiamiento público de la educación superior, la educación como derecho humano, entre otros. Es una lectura de ensamblaje con la globalización neoliberal, no de resistencia.

[7] El Programa Erasmus, acrónimo de las European Región Action Scheme for the Mobility of University Students, inició el 15 de junio de 1987, con énfasis en el modelo de movilidad académica de la cultura evaluativa en la era neoliberal. En 2014 evolucionó a Erasmus+, operando en ciclos plurianuales (actualmente 2021-2027). Procura promover la competitividad mediante la promoción de la movilidad educativa (profesores, estudiantes, personal administrativo), mejorar la calidad educativa y los indicadores de la cultura evaluativa en la educación superior (calidad, pertinencia, innovación, impacto y eficiencia), aumentar las posibilidades de empleabilidad de los egresados, promover la internacionalización de la educación superior, apoyar el aprendizaje permanente mediante el modelo de micro credenciales. Erasmus financia proyectos vinculados como MICROBOL, CertDigital y el DC4EU, a partir d ellos cuales propuso un Marco Común Europeo para Microcredenciales. El programa de Erasmus de Alianzas para la Innovación de Erasmus+ desarrolla e implementa una estrategia con las empresas privadas para el desarrollo de micro credenciales de interés para el sector generador de mercancías y servicios. Erasmus promueve el Europass con tecnología Blockchain. Un tema de especial atención para la próxima Conferencia Ministerial del EEES (2027) serán las micro credenciales.

[8] Por ejemplo, una materia o asignatura con 6 créditos ECTS puede estar conformada por 30 horas de trabajo presencial en las aulas, 60 de estudio individual, 30 de prácticas y 30 de estudio para las pruebas, para un total de 150 horas acreditables.

[9] La versión más reciente a la que hemos tenido acceso es a la de 2015

[10] Catálogo de asignaturas, em el cuál están contenidos los programas, asignaturas, resultados de aprendizaje y créditos ECTS por institución.

[11] Es el acuerdo de aprendizaje o contrato entre el estudiante, la institución de origen y la de destino, donde se especifican los cursos a desarrollar y su valor en términos de créditos reconocidos. Los modelos de maestría y doctorado interinstitucionales han popularizado y fortalecido este modelo.

[12] Suplemento al título donde se detallan las competencias adquiridas y los créditos ECTS, para posibilitar la comparación de cualificaciones.

[13] Registro oficial de las calificaciones, así como de los créditos obtenidos por cada uno de los estudiantes. Durante la Conferencia Mundial de Educación Superior (2022) de Barcelona, organizada por UNESCO, el debate se centró en los mecanismos de registro, siendo prácticamente aceptado sin mayores resistencias el curso de la micro acreditación. Por ejemplo, los alemanes mostraban resistencias respecto al uso del Blockchain para estos fines, mientras algunos países asiáticos y latinoamericanos lo veían con simpatía.

[14] Calidad de la Microacreditación en el Área Europea de Educación Superior

[15] Proyecto de universidades españolas junto a universidades europeas para la promoción de la digitalización de credenciales, su interoperabilidad, la integración con ECTS, la portabilidad de micro credenciales en sistemas como el European Digital Identify Wallet (EUDIW), la calidad asociada al ESG, a partir de las Recomendaciones del Consejo de la Unión Europea sobre Micro credenciales (2022).

[16] El Digital Credentials for Europa (DC4EU) es un proyecto de 24 meses (2023-2025) que involucra a 80 organizaciones del espacio europeo de universidades y más (Ucrania, Noruega, entre otras), centrado en implementar el European Digital Identity Wallet (EUDIW). Su propósito avanzar en infraestructura sólida y confiable para la implementación de las micro credenciales, la interoperabilidad y escalamiento del sistema, el fortalecimiento del modelo de movilidad estudiantil y académica, el logro de estándares de privacidad y confianza, la estandarización de procesos. El DC4EU usa como referencia la micro credencial ECTS de 1 crédito equivalente a 25-30 horas de trabajo.

[17] El Grupo Crue-RUEPEP no es una entidad formalmente establecida, sino la expresión de un esfuerzo de convergencia para la normalización y estandarización de la micro acreditación orientada a la empleabilidad.

[18] Agrupación de universidades españolas

[19] Red Universitaria de Estudios de Posgrado y Educación Permanente. Se reúne de manera anual, siendo la asamblea del 26 de marzo de 2025 en la Universidad de Oviedo su cita más reciente. Suele trabajar con la agencia española de acreditación ANECA y los espacios universitarios europeos.

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En Los Ángeles irrumpe la agresión policial-militar de la administración Trump

En Los Ángeles irrumpe la agresión policial-militar de la administración Trump

Luis Bonilla-Molina[1] & Jorge Lefevre Tavárez[2]

 

  1. Introducción

José es un conductor hondureño, trabajador precario de la plataforma de Uber, quien ha tomado un servicio para buscar a Olivia en el distrito de Hollywood, de los Ángeles. Aunque hace más de una década obtuvo la ciudadanía norteamericana, no puede evitar sentir temor al percatarse que su pasajera es latina, así que enmudece para no asumir el riesgo de tener que hablar en el idioma prohibido del español.

La ruta solicitada no pertenece a una de las zonas de acción del Servicio de Control de Inmigración de Aduanas (Immigration and Customs Enforecement, llamados en todos lados por sus siglas en inglés, ICE), ni las fuerzas policiales anti migrantes, pero prefiere tomar un par de desvíos por calles que acaba de comprobar que están exentas de operaciones policiales y protestas. El temor del conductor y la pasajera se expresan en las miradas que se cruzan en el retrovisor, como si ambos supieran que estaban en riesgo, como los centenares de migrantes detenidos los últimos días.  Prende la radio y las noticias hablan de incidentes callejeros y el incremento de detenciones a la población trabajadora del Estado de California.

Miles de niños quedan atrapados en sus casas por temor a ser separados de sus padres, mientras la juventud latina prefiere perder el semestre en la universidad antes que ser tratados como delincuentes, por el único delito de ser hijos de trabajadores pobres que fueron tras el sueño americano. En estos días, enfermarse y tener que acudir al médico, puede convertirse en el boleto a una celda. La indignación recorre las calles de Los Ángeles y las ciudades de California.

  1. Antecedentes

En su campaña electoral de 2024, Donald Trump prometió liderar la ¨mayor operación de deportación¨ en la historia de los Estados Unidos. Esto, como parte de su discurso reaccionario, nacionalista y xenofóbico, que culpa a la población migrante de robar empleos, y criminaliza esta población llamándoles ilegales y criminales. Esta promesa de campaña no impidió que, según Prensa Asociada, un 43% del voto latino haya sido emitido a favor de Trump en los comicios de noviembre. Esto en parte se debe a que la política del Partido Demócrata hacia los migrantes está lejos de ser un trato humano; Joseph Biden, como presidente, llegó a deportar a un número mayor de migrantes que Trump en su primera presidencia, y Barack Obama, más que George Bush, hijo. Pero la política de terror que ha implementado Trump en su segundo mandato no tiene precedente reciente.

Luego de las elecciones, y habiendo triunfado, el proyecto racista de Trump arrancó desde el inicio de su mandato el 20 de enero de 2025, cuando aprobó la Ley Ejecutiva anti migrantes. Esta moviliza las fuerzas del estado, particularmente a ICE, para hacer redadas y prácticamente secuestrar a personas para procesarlas y deportarlas de Estados Unidos. Al ser política del gobierno federal, requiere la complicidad de los gobiernos estatales. Se ha dicho que en ocasiones se les ha puesto una cuota de deportaciones a las agentes federales. Ha habido, igual, detenciones de personas que cuentan con documentos para permanecer en territorio estadounidense, y son igualmente desplazados. Son verdaderas campañas de terror, que tienen a la población migrante en una situación de extrema vulnerabilidad, y que ha llevado a grandes ausentismos en los trabajos y en las escuelas por miedo al acecho.

En los meses transcurridos desde que asumió su segundo mandato, Trump ha intensificado las acciones contra la población migrante, especialmente la latina. Una de las poblaciones más afectadas es la venezolana, que tiene una diáspora de cerca de 8 millones de ciudadanos, muchos de los cuales se encuentran en los Estados Unidos. A pesar de que Nicolás Maduro se ha convertido en el gran aliado energético de los Estados Unidos, entregando en condiciones coloniales el petróleo venezolano a los gringos, Trump usa el fantasma del enemigo ideológico para expulsar y devolver a Venezuela la población del país dirigido por su aliado seudo izquierdista.

Ningún rincón del territorio estadounidense queda a salvo de esta política. Puerto Rico, colonia caribeña de Estados Unidos desde el 1898, con una población latina, también es víctima de esta política, en este caso, en particular la comunidad migrante de República Dominicana y de Haití. Esto, lamentablemente, con la complicidad del actual gobierno trumpista del Partido Nuevo Progresista y la gobernadora Jenniffer González. El Departamento de Transportación y Obras Públicas le entregó a ICE la dirección de 6,000 personas indocumentadas que contaban con licencias de conducir, desvirtuando una ley aprobada originalmente con la intención de incorporar a personas indocumentadas a la vida social del país. A esta fecha, ya ICE ha arrestado a 568 inmigrantes en Puerto Rico, de los cuales 421 son dominicanos.

Después de eliminar, restringir y someter a evaluación los estatus de toda la población migrante, ahora ha lanzado una ofensiva policial-militar sobre California, el Estado con mayor población extranjera, quienes juegan un papel esencial en la economía regional; en 2022, California aportó 692 millones de dólares en impuestos federales, equivalente al 15% el total de los ingresos federales de los Estados Unidos, mientras que se estima que en 2023 California envió 78 millones de dólares más de lo que recibió de fondos federales.

  1. Narrativa de los hechos de junio 2025

Las redadas masivas de captura de migrantes iniciadas el 6 de junio mostró que se estaba entrando en un escalamiento de las políticas anti migración. Las operaciones de ICE se ejecutaron con especial brutalidad y violación de los derechos de la población migrante. El despliegue de la Guardia Nacional de California, el 7 de junio, generó respuestas y resistencias sociales en Paramount, Compton y el propio centro de Los Ángeles. No es para menos: la Guardia Nacional, un cuerpo militar que cada estado tiene y que responde simultáneamente a cada estado y al gobierno federal, en los Estados Unidos no suele movilizarse para acciones como esta (la propia propaganda de reclutamiento indica que se espera que un miembro de la Guarda Nacional sea movilizado “una vez cada dos o tres años”). Esto ha llevado a una pugna entre el gobierno estatal de California, que repudia la movilización de la Guardia Nacional en estas protestas, y el gobierno federal que los movilizada. Esto explica, también, la razón por la que grandes sectores de la Guardia Nacional han ignorado el llamado de Trump y no se han dejado movilizar (se estima que de los 2000 efectivos de la Guardia Nacional que se pretendía movilizar, solo han podido hacerlo con 300).

El 6 de junio, entre 8 y 10 de la mañana, agentes del ICE junto con agentes el Departamento de Seguridad Nacional (Department of Homeland Security, DHS), el Buró Federal de Investigación (Federal Bureau of Investigation, FBI) y la Administración de Control de Drogas (Drug Enforcement Administration, DEA) realizaron redadas en un almacén textil arrestando a unos 44 trabajadores que fueron trasladados al Centro de Detención Edward R. Roybal, lo cual provocó protestas frente a este centro de confinamiento. Esto generó las primeras contradicciones en el establishment gringo.

En paralelo, ICE había tomado la Tienda Home Depot, en Paramount CA, deteniendo a latinos, a lo cual respondieron con protestas unos 400 manifestantes.  Surgieron las primeras denuncias respecto a la imposibilidad que tenían los prisioneros de acceder a un abogado, poniéndose de manifiesto la violación de los derechos humanos y las garantías mínimas procesales a quienes eran calificados como ilegales y sujetos a deportación.

El 7 de junio, continuaron las operaciones anti migrantes en el Atlantic Boulevard, incrementando las detenciones, pero también las protestas que culminaron en la quema de un vehículo. Los protestantes marchaban con banderas nacionales de los países de la región. Algo similar ocurrió en Compton.

Mientras la policía disparaba balas plásticas y gases lacrimógenos para dispersar las protestas, el funcionario de la administración Trump, Tom Homan, anunciaba el despliegue de 2.000 efectivos de la Guaria Nacional, lo cual generó que los concejales de Los Ángeles aprobaran 500 millones de dólares para fondos legales de protección a migrantes. Esa noche, centenares de manifestantes se concentraron frente al Edward R. Roybal Federal Building, vociferando la consigna de “¡ICE fuera de los Ángeles!”, a lo que Trump respondió en la red social Truth Social defendiendo las redadas.

El capítulo de la American Civil Liberties Union (ACLU, una organización sin fines de lucro que vela por los derechos de la población) del Sur de California expresó su intención de retar las medidas represivas en los Tribunales, y calificó la jornada como un operativo militar.

El 8 de junio, 300 guardias nacionales, armados hasta los dientes, con rifles largos y escudos anti motines, se apostaron frente al Metropolitan Detention Center en el propio centro de Los Ángeles. Mientras esto ocurría, al grito de “¡Paren las deportaciones!”, miles de manifestantes se reunían en la Mariachi Plaza con banderas de México, Honduras y El Salvador. La Policía de Los Ángeles (LAPD) y la Patrulla de Caminos de California (CHP) dispersaron con gases lacrimógenos a los manifestantes.

El gobernador de California, Kevin Newson, y el sheriff, Robert Luna, exigieron por la red social X que la Guardia Nacional debía retirarse. Esa noche, comenzaron los llamados a taxis autónomos (sin conductores) que al llegar al sitio eran quemados por pobladores indignados, como señal de protesta.

El 9 de junio, las protestas continuaron frente a los centros de detención, con un saldo de 27 manifestantes detenidos. Mientras el gobernador Newson anunciaba que demandaría a Trump por movilizar a la Guardia Nacional del estado de manera ilegítima, la congresista Nanette Barragán por un distrito de California develaba que el gobierno federal intencionaba que las redadas en Los Ángeles continuarían por 60 días, apareciendo Nueva York como el próximo territorio a ser ocupado por las fuerzas anti migrantes.

El 10 de junio el Pentágono confirmaba que había desplegaría en Los Ángeles 700 marines, fuerzas militares con alta capacidad destructiva y aniquiladora de vidas humanas. Esto sería una nueva escala de las políticas migratorias que coloca a la clase trabajadora latina como enemigo ideológico de los Estados Unidos, no obstante, al parecer este contingente no ha podido ser movilizado por resistencias internas de efectivos de esta fuerza élite. Ante este anuncio el gobernador de California solicitó públicamente revertir la medida, lo que muestra la agudización de las contradicciones entre sectores del capital norteamericano, cuya evolución y correlación de fuerzas será determinante en los acontecimientos de los próximos días.

Si bien los datos oficiales son escasos, es un hecho que las protestas ciudadanas y las contradicciones entre la administración federal de Trump y el liderazgo local, especialmente del Gobernador de California y la alcaldesa de la ciudad de Los Ángeles, han hecho disminuir el número de arrestos los días 10 y 11 de junio.

Mientras tanto, se eleva el número de manifestantes que protestan las medidas, con pancartas que señalan Fuck ICE; ciudadanos norteamericanos salen de sus casas a evitar la deportación de vecinos, mostrando que el verde oliva y las armas de la Guardia Nacional no son suficientes para detenerlos

  1. Las resistencias antifascistas

Las manifestaciones y choques de la población migrante contra el aparato policial-militar y ICE, si bien son un reflejo de sobrevivencia, son también signos de maduración política contra las políticas reaccionarias del gobierno federal, incluyendo sectores que incluso votaron a Trump. El alto apoyo de la población latina con voto hacia Trump, por ejemplo, que se mencionó al inicio de este artículo, ha decaído estrepitosamente, según encuestas recientes. Una parte importante de las movilizaciones en Los Ángeles ha sido de la comunidad latina, a la vez de las más vulnerables y de las más militantes. Se dice que las actuales movilizaciones pueden ser un presagio de un movimiento similar al “Black Lives Matter” de hace algunos años. Además, estas resistencias comienzan a ser expresión de enfrentamiento a las políticas fascistoides de la administración norteamericana.

Si bien los sectores liberales se oponen a las políticas de Trump, ha habido una oposición igualmente insistente a la manera en que estas manifestaciones se han desarrollado. La alcaldesa de Los Ángeles se ha expresado en contra de las manifestaciones violentas. La policía de Los Ángeles declaró que las concentraciones en el centro de la ciudad, eran asambleas ilegales y los participantes serían castigados con el peso de la Ley. Bernie Sanders, incluso, ha manifestado simpatía con la resistencia no-violenta que promovía Marthin Luther King, en oposición a lo que se ha visto en Los Ángeles. Ante eso, conviene recordar las propias palabras de Marthin Luther King:

“Y debo decir esta noche que un motín es el lenguaje de los que no son escuchados. ¿Y qué es lo que Estados Unidos no ha escuchado? … No ha escuchado que las promesas de libertad y justicia no se han cumplido. Y no ha escuchado que grandes segmentos de la sociedad blanca están más preocupados por la tranquilidad y el statu quo que por la justicia y la humanidad”

Ya hay una convocatoria para manifestaciones a nivel nacional para el 14 de junio, en el que los sectores en lucha han llamado a una protesta “No Kings”, o “sin reyes”. Si bien esta se había convocado con anterioridad a los motines en Los Ángeles, estos hechos han aumentado el interés y la participación en ella.

El mismo 14 de junio, Trump pretende simultáneamente conmemorar su nacimiento – cumple 79 años – y celebrar los 250 años del ejército estadounidense, con un despliegue militar en Washington, D.C que se indica que costará unos $45 millones. Los sectores en lucha, para denunciar el autoritarismo de Trump, favoreciendo el llamado a un gobierno sin “rey” y la vuelta a la “democracia”, convocan a manifestaciones en cada uno de los 50 estados de los Estados Unidos para ese día. Sin embargo, las manifestaciones no se limitan a 50 ciudades, sino que ya superan en número a las 2,000, y también se celebran fuera del territorio estadounidense: en las Islas Vírgenes, en México, en Canadá, en países en Europa y en África y en Puerto Rico (donde el llamado es doble: contra Trump, contra la gobernadora Jenniffer González). A estas manifestaciones se han unido importantes sectores sindicales. Se acrecienta el entusiasmo y la militancia de camino a la manifestación.

  1. La amenaza de guerra civil para consolidar el poder

Gaby Hinsliff advierte en una columna en The Guardian que el despliegue militar en Los Ángeles tendrá un impacto directo en la democracia norteamericana. En efecto, la intervención del gobierno federal en los estados, y el despliegue militar de estas semanas, demuestra la tendencia creciente del gobierno de Trump hacia el autoritarismo, impulsando el poder ejecutivo por encima del estatal e incluso de la rama judicial.

El 9 de junio de 2025, Sunny Hostin señalaba en el programa de televisión The View que el caos fascistoide que genera esta situación está abriendo la posibilidad de una guerra civil en los Estados Unidos. Sin embargo, un escenario de guerra civil no pareciera estar planteado -al menos en el corto plazo- porque aún no se ha afectado de manera decisiva las cadenas productivas y los círculos de inversión en ese país. Solo una quiebra del modelo de acumulación de capital, en el cual los migrantes participan como mano de obra, podría plantear un riesgo de este tipo, pero en realidad no ha sido rota aún la proporción entre necesidades de absorber empleo y el ejército de reserva que sigue siendo aún muy numeroso.

Lo que es evidente, es que el caos le favorece a la consolidación del modo autoritario unipersonal que quiere implementar Trump. Este caos programado, le permitiría gobernar con poderes especiales, disminuyendo el margen de acción del Congreso y el poder judicial, especialmente con este último con el cuál se incrementan las tensiones a partir del desarrollo de la política anti migratoria.

  1. La urgencia de la solidaridad internacional

Las políticas de ataque a la población migrante están en el corazón de las políticas de la nueva derecha mundial y los expresiones fascistas cada vez más comunes en gobiernos dirigidos por la ola neoconservadora mundial que encarna Trump. En ese sentido, la solidaridad hacia el pueblo estadounidense y hacia la comunidad de indocumentados debería incluir, no solo actividades y manifestaciones a favor de esta, sino también acciones y manifestaciones en contra de las expresiones reaccionarias y autoritarias en cada país. Todas las fuerzas progresistas, democráticas, defensoras de los derechos humanos y de izquierdas tienen que conformar un amplio frente mundial que enfrente con la movilización y las ideas este ataque a la clase trabajadora migrante.

Esta alianza mundial alternativa no puede ocultar los acuerdos a los que han llegado muchos gobiernos de la región para servir de anillo de contención y apoyo a las políticas trumpistas, deteniendo y criminalizando a quienes se mueven por necesidades, hacia el norte imperialista. Tampoco se pueden ocultar las políticas anti clase trabajadora de gobiernos nacionales, aliados a sus burguesías de sus países, quienes sostienen niveles de precarización salarial que expulsan a los migrantes; muchos de estos gobernantes quieren pescar en río revuelto, criticando a Trump a la par que destruyen el salario de la clase trabajadora de sus connacionales. Por tanto, una expresión internacional alternativa tiene también que poner los puntos sobre las íes, y promover una visión democrática de la sociedad, lejos del irracionalismo reaccionario, pero también de las políticas anti obreras del establishment liberal. Esta alianza alternativa mundial tiene que ser construida, además, dialogando con la población migrante, organizando junto a ellos acciones internacionales de enuncia y protesta, que tengan en la movilización su estrategia central.

  1. Los migrantes no son números sino vidas humanas

Hoy, cuando han transcurridos días de la ofensiva policial-militar del gobierno fascistoide de Trump, trabajadores migrantes como José, Olivia, Marcos, Raúl, Luis o Pepe, se debaten entre salir de sus casas para buscar el sustento diario de los suyos corriendo el riesgo de ser arrestados y deportados o aumentar la situación de miseria en la que viven. Mientras tanto, las luces de neón de Hollywood le siguen mostrando al mundo un sueño de país y economía que dista mucho de la tragedia en la que viven los humildes que con esperanzas llegan a los Estados Unidos.

Pero no todo está perdido, cada hora se eleva el número de nacionales norteamericanos, de la clase trabajadora de ese país, que se unen a las protestas y rechazan el fascismo trumpista. Solo un despertar el pueblo norteamericano puede salvar al pueblo migrante de este ataque del complejo policial-militar liderado por Trump. En lo inmediato, las manifestaciones – locales e internacionales – del 14 de junio deberán, como mínimo, demostrar la capacidad que tiene el pueblo estadounidense en lucha de movilizarse, y, de esa manera, aguarle no solo el cumpleaños a Donald Trump sino también su inhumana política migratoria.

 

 

 

 

 

[1] Profesor e investigador venezolano. Actualmente profesor visitante em la Universidad Federal de Sergipe (UFS) de Brasil. Integrante del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) e integrante del movimiento del Congreso Mundial contra el Neoliberalismo educativo.

[2] Profesor universitário. Vicepresidente de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) y militante del Movimiento Político Victoria Ciudadana.

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La CNTE deja el Zócalo

La CNTE deja el Zócalo

Hugo Aboites*


Es una equivocación del gobierno de Claudia Sheinbaum asumir que ha triunfado porque la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se retira del Zócalo. La coordinadora mantiene su fuerza intacta y la rebelión se ha extendido por todo el país. Hoy está en manifestaciones contra la Ley del Issste en Hermosillo, Zacatecas, Mérida, Ciudad Juárez, San Luis Potosí, Valladolid, Fresnillo y en los estados de Jalisco, Morelos, Durango, Michoacán, Oaxaca y Chiapas. Además, gana fuerza porque, como dice su documento de partida, con su movimiento ha desenmascarado que la 4T no está del lado de los trabajadores.

Esta pequeña frase representa un mundo, un cambio de rumbo en la apreciación de un gobierno, cuyo efecto no es notorio de inmediato, pero es el comienzo de un paulatino y callado deterioro y, lo más importante, desde dentro, en el corazón del proceso educativo de una enorme masa de estudiantes y familias.

Con más de 30 millones de estudiantes y casi 2 millones de profesores, su valor es estratégico. Después de la Revolución de 1910, ha sido en la educación en la que se han generado muy importantes movimientos y, por eso, también las más fuertes y sangrientas represiones, a fuerza de repetirse, le han dado un tono antigobiernista. Además del 68 y el 10 de junio, el encarcelamiento y juicio contra más de mil estudiantes de la UNAM en 2000, los 43 desaparecidos de Ayotzinapa en 2014 y, como un goteo constante, el asesinato de estudiantes cada año e incluso en este 2025.

Los profesores que ahora regresan a sus estados, parafraseando a Adolfo Gilly, no son los mismos que llegaron al Zócalo en 2016 y en mayo pasado. Los primeros pudieron estar, durante meses, rodeados de policías militarizados, y los segundos marcaron su presencia con fuertes y masivas manifestaciones durante casi un mes: coparon terminales del aeropuerto, cercaron con sus tiendas y plásticos el Palacio y, también, mostraron su enojo profundo ante una ley injusta e indignante. Y el gobierno se ausentó no sólo de las calles, sino también de la mesa de negociación al declarar que no había nada más que discutir. Y se ausentó, además, porque sabía que lo peor sería reprimir. Y por ausente, perdió.

Es también una equivocación de las autoridades universitarias asumir que con dureza es posible prevenir el impacto que tiene en los estudiantes y trabajadores la presencia políticamente beligerante del magisterio. Lo ocurrido hace unos días en la UAM Xochimilco lo ilustra bien. De manera sorpresiva y aludiendo irregularidades tan graves como que se publicaran más ejemplares que los aprobados (!), las autoridades rectoría-División de Ciencias Sociales y Humanidades obligaron a renunciar a un trabajador (Miguel Ángel Hinojosa), quien durante 27 años y con sólo dos personas más venía publicando un promedio de 40 libros cada año (más que ninguna otra división de la UAM).

Con esto, las autoridades ”recuperaron” el control de un área que es importantísima, pues de ahí depende la publicación del trabajo de cientos de académicos. Pero el tono simbólicamente tan violento de esta recuperación (como si esa área se hubiera vuelto independiente) ha generado enojo y preocupación entre las y los profesores no sólo por el trato indigno a un compañero trabajador, egresado de la carrera de comunicación de la UAM, sino porque ha traído incertidumbre e incluso temor de represalias entre las y los docentes que han firmado cartas de apoyo y sin resultado se han entrevistado con dichas autoridades.

La incertidumbre y el temor se potencian aún más si se tiene en cuenta que en un documento que discretamente se distribuye entre trabajadores se hace un recuento de los despidos y abusos en esa división en los últimos meses. Algo que se interpreta –no sin razón– como un esfuerzo por acomodar fichas ante el proceso de elección de rector general (julio) y el de la unidad Xochimilco (noviembre). Una coyuntura que como nunca muestra la bancarrota que han sufrido las posibles candidatas a esos puestos (rectoras de Azcapotzalco e Iztapalapa) debido a su agresivo trato a estudiantes que mediante paros protestan por medidas unilaterales. Y las autoridades de Xochimilco que, con una excepción, habían asumido un notable tono conciliador, ahora se suman a la campaña hostil contra trabajadores y están generando un clima tan inhóspito que será muy costoso para la UAM, para su trabajo académico y su imagen ante la sociedad.

Perdido el rumbo y el carácter de faro reflexivo y de amplios horizontes de la universidad pública y autónoma, ahora queda la lucha encarnizada por el poder, con la agravante de que la designación de rector la hacen nueve personas y en secreto. Así, sin pretenderlo realmente, el movimiento magisterial ha contribuido, además de mostrar la pobreza de los pequeños grandes intereses gubernamentales (no perturbar al capital), también los de las autoridades de las instituciones (ganar puestos).

*UAM-X

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¿Qué hay detrás del discurso de la reducción de las profesiones y titulaciones universitarias?

¿Qué hay detrás del discurso de la reducción de las profesiones y titulaciones universitarias?

Luis Bonilla-Molina

  1. Introducción

A partir de los debates que impulsa el Foro Económico Mundial (WEF), -que han venido asumiendo como propios las Bancas de Desarrollo (Banco Mundial, OCDE, BID), el multilateralismo (UNESCO) y muchos gobiernos- parece inminente que alrededor del 2030 se puede producir el estallido de la “burbuja educativa” o un “crash escolar”, si las universidades y ministerios de educación no trabajan en el sentido de redefinir los campos profesionales.

Se argumenta que la Inteligencia Artificial (IA) y la Transformación Digital de la Educación (TDE), pueden acelerar la unificación de los campos profesionales, para hacerlos corresponder a los nuevos empleos que se van a generar.

Klaus Schwab (2016) ha anunciado que en el horizonte de corto plazo se vislumbra la primera crisis humanitaria laboral en Europa, cuando se enciendan las fábricas 4.0, que dejarían sin empleo a por lo menos seis millones de personas en esa zona, lográndose recuperar en el mediano plazo solo 4 millones de trabajos, pero para hacer cosas que nunca ha hecho la humanidad, oficios vinculados a lo virtual-digital, metadatos e inteligencia artificial generativa.

Ciertamente estamos ante una importante disrupción paradigmática, pero sus efectos dependerán de como encaremos la transformación de los paradigmas asociados. Y en esto tiene que ver mucho la educación, los sistemas escolares y la universidad.

  1. ¿Podremos salir del paradigma disciplinar, atravesando el fracasado intento de construir institucionalidades y formas de aprender transdisciplinarias?

Este es el debate de fondo que lleva más de sesenta años intentando institucionalizarse, por lo menos desde la Conferencia Internacional de la Crisis Mundial de la Educación (1967), convocada por el presidente norteamericano Lyndon Johnson y, el Informe Faure (1973) resultante de la constitución de un grupo de expertos por parte de UNESCO. Y es que el modo de producción capitalista, en la tercera revolución industrial, mostraba desde ese momento, que demandaba no solo el desarrollo de modelos de enseñanza y aprendizaje transdisciplinarios, sino la creación de una institucionalidad transdisciplinaria.

Esto implicaba romper con siglos de cargas epistémicas disciplinares, pero sobre todo con el estatus de titulaciones profesionales, en la academia y fuera de ella. Es decir, ya la sociología, antropología, derecho, ciencias políticas, filosofía, química de materiales, para solo citar algunas titulaciones, comenzaban a aparecer obsoletas para las nuevas demandas de empleo, producción y reproducción del sistema.

Los académicos y autoridades educativas intentaron “correr la arruga”, hablando del cambio, pero sin que este ocurriera. Todas las universidades adoptaron en su visión o misión la transdisciplinariedad y los sistemas escolares hicieron lo propio, creando un eje transversal denominado transdisciplinariedad.

No engañamos a nadie, menos al capital, quien optó por crear sus propios centros de investigación y formación, con la flexibilidad necesaria para que lo nuevo (en sentido de su utilidad para el modo de producción) fuera parido por trabajo transdisciplinario.

A tal punto llegó esta bifurcación entre formación profesional y producción de tecnología de punta, que, para muchas empresas como Google, Microsoft, Apple, entre tantas, el título es lo que menos vale (o no vale), sino la forma como los innovadores construyen conocimiento, saltando las barreras de los campos disciplinares. Pero de eso poco se habla en la academia, porque lesiona el orgullo del “estatus quo intelectual”.

El cambio pareciera ser tan drástico en el performance laboral diario, que mejor es apurar el tiempo que resta para la jubilación y, la transformación que la hagan las nuevas generaciones.  Esa pareciera ser la conclusión de un sector importante de la educación superior, justificado en muchos casos con la necedad del discurso de “nativos” y “migrantes” digitales, como si el cambio fuera una cosa de edades.

La mayor cachetada a la luz pública -que no logró que despertáramos- la dio la pandemia del COVID-19, cuando las universidades tuvieron que doblegarse ante la tecnología privativa, porque no tuvieron como montar de manera contingente plataformas virtuales propias.

Incluso hasta el orgullo de la autonomía se ha venido diluyendo porque hoy las GAFAM controlan más del 70% del tráfico de correos electrónicos que se usa en las universidades de Latinoamérica.  Pero de ello es mejor no hablar.

No se trataba solo de la creciente desinversión en presupuesto educativo en la égida neoliberal, sino que no pudimos asumir la transdisciplinariedad como forma de trabajo real. Las universidades y escuelas transdisciplinarias no nacieron, mucho menos los laboratorios de experimentación transdisciplinarias, salvo algunos honrosos casos.

Seguimos apegados a nuestros campos disciplinares y ahora peor, muchos académicos ven a la tecnología con recelo y tratan de “hacer control de daños”, intentando organizar un aterrizaje suave y lento de la innovación, “habilitando una pequeña pista de aterrizaje para ello”, mientras en el aire cientos de nuevas tecnologías piden pista para aterrizar. La innovación va a 120 km/h y su adopción a 20 Km/h en las universidades, lo cual está creando un gran desfase. De hecho, muchas de nuestras universidades ni siquiera cuentan con internet de acceso libre para todos y todas.

Y para colmo, cuando se superan estas limitantes, entra en escena la hegemonía neoliberal que procura flexibilizar el mundo del trabajo, precarizando el “know how” pedagógico, procurando economizar sustituyendo horas de trabajo humano por tecnologías. Y los universitarios les seguimos el juego cuando asumimos modelos híbridos de enseñanza sin cuestionar la privatización implícita en ella, porque son estudiantes, docentes y familia quienes están pagando los costes de las formas multimodales de aprendizaje (internet, planes de datos, equipos de conexión remota, acceso a plataformas privativas).

Tamaña disrupción se basa en la lógica del mercado, de lucro, que quiere usar la innovación para elevar sus ingresos. En este escenario, muchos sindicatos, gremios y colectivos pedagógicos no terminan de entender el presente y siguen combatiendo solo las formas de mercantilización y privatización del pasado, llegando a la peor de las conclusiones: “quienes hablan de cambio universitario son agentes del capital”

De pronto, la “carreta se ha colocado detrás de los bueyes”, y el “inmovilismo” se viene convirtiendo en sinónimo de revolucionario. Por supuesto que hay una versión del cambio que es capitalista, pero la universidad como el mundo debe estar en permanente transformación, eso si desde la lógica del trabajo, del mundo laboral, de los que no tienen riqueza. Que no nos quede duda, hay que cambiar si queremos que en el futuro los pobres y desheredados cuenten con la posibilidad de acceder a universidades públicas presenciales.

Pero el cambio no puede ser asumido como simple dotación de equipos y nuevas infraestructuras, se trata de un cambio radical de paradigma que exige, de verdad, salir del atasco del paradigma disciplinar.

  1. La convergencia teórico-experiencial como paradigma para la enseñanza y el aprendizaje

No hay tiempo de espera, la demora afecta las posibilidades concretas de defensa de la educación pública presencial.

Lo que anuncia la cuarta revolución industrial es un nuevo paradigma del conocimiento, más allá de la frontera de la transdisciplinariedad: la convergencia teórico-experiencial.

Pero, ¿cómo podemos llegar allí, sino nos quedamos anclados en el paradigma disciplinar y no nos sumergimos en la transdisciplinariedad?

Un especialista en video juegos ya no es solo un programador, sino que maneja las reglas básicas de la psicología social, sociología, antropología, diseño, matemáticas diferenciales, comunicación y currículo educativo, entre otras muchas capacidades. Ha tenido que aprender a ensamblar sus formas de percibir el mundo y hacerlo operativo en un solo producto. Y no hay universidad en el mundo que forme en eso, por ello, las corporaciones tecnológicas no priorizan las titulaciones para contratar, sino los estilos de trabajo creativo.

Es la convergencia teórico-experiencial, como paradigma de conocimiento y trabajo, lo que lleva al Foro de Davos y sus colegas a plantearse que alrededor del 2030 no deben haber más de 30 profesiones en el mundo. ¿Dónde estamos discutiendo esto con la seriedad y profundidad requerida?

Seguimos aferrados a nuestros modelos de universidades formadas por facultades y escuelas, disciplinares, y nos cuesta siquiera hacer el ejercicio de cómo sería una universidad inclusiva con 30 campos formativos en nuestras propias casas de estudio.

Como si estuviéramos ante el tablero de un juego nuevo, pretendemos preguntar por las reglas del mismo, obviando que esas reglas deben ser una construcción colectiva, eso sí para la transformación. Las preguntas que se suelen hacer son ¿Dónde quedo yo? ¿cuál va a ser mi campo de trabajo académico? ¿pero si yo soy es sociólogo, como encajo en una carrera que integre antropología, ciencias políticas, educación, trabajo social, sicología, derecho, comunicación y diseño gráfico? Como en la expresión popular de “no hay cama para tanta gente”, el temor nos asedia y el conservadurismo se impone. Mejor nos quedamos como estamos, pareciera ser la respuesta colectiva no declarada.

Todas las teorías de desarrollo organizacional, que estudian las resistencias al cambio, se quedan cortas en este caso, porque no se trata de una reforma universitaria, manejable, suave y que no rompe las comodidades establecidas, sino de un tsunami paradigmático que exige formatear nuestra forma de entender la enseñanza y el aprendizaje.

Solo si nos atrevemos a explorar sus profundidades lograremos ser parte del futuro desde una perspectiva de la clase trabajadora, de lo contrario corremos el riesgo de caer en la obsolescencia programada que está instaurado la lógica del capital para las universidades.

Para quienes defendemos la universidad pública, éste es el debate más importante del momento. No digo que tienen que ser 30, 50 o 100 titulaciones las que queden, pero es evidente que algo está cambiando en la sociedad producto del choque tecnológico, la aceleración de la innovación y la disrupción paradigmática. O le damos respuesta a estos asuntos para defender la universidad pública presencial y evitar que sea arrasada por la lógica devastadora del capital con consenso social, o, vamos a ser testigos del momento en el cuál las antorchas se ciernan sobre la esperanza para los pobres que ha sido la universidad.  Cambiamos o erramos diría Simón Rodríguez.

 

  1. Pensamiento crítico operacional

El pensamiento crítico fue por siglos el oxígeno de las universidades, especialmente de las públicas y autónomas. Y el pensamiento crítico se orientaba a cuestionar el estatus quo, la legitimación de la división de clases y lo que conlleva, el acceso diferenciado a la ciencia, tecnología y el desarrollo humano integral.

Enseñábamos en informática como ese software que estábamos usando o produciendo, ayudaba o no a impulsar un cambio en el entorno del usuario, como la medicina no se convertía en una mercancía sino en un derecho humano, problematizábamos respecto al prototipo que se estaba diseñando y como pudiera llegar a ser usado por los más pobres, generando la menor transferencia posible de recursos a las grandes corporaciones.  Ese pensamiento crítico, del cuál nos hemos sentido orgullosos, era en esencia anticapitalista o por lo menos promovía la democracia económica, que es otra forma de anticapitalismo.

Ahora, el capital está usando el tema de la innovación tecnológica para:

a. Ocultar las formas e implicaciones del cambio paradigmático. Es como si dijeran, “si no se dan cuenta mejor, así  podemos limitar y eliminar la inversión pública en universidades, con mayor legitimidad social»,

 

b. La tecnología digital-virtual se ha convertido en una caja negra para el mundo académico, donde nos asignan el rol de aprender a usarla, no a comprender su estructura, mucho menos a crearla. Instalan la idea que eso es un tema de tecnólogos y la zona de confort académico lo ha aceptado pasivamente,

 

 

c. Promueven la lógica del operario ilustrado en la academia, que se limita a aprender a encender, usar y apagar un hardware, software o desarrollo de IA, sin interrogarnos respecto a cómo podemos crear ese “milagro”,

 

d. Están legitimando la lógica del creyente culto, que asume que la tecnología es neutra y que nuestra relación con ella es funcional, no de posible alienación

 

A partir de estas premisas han instalado la noción de “pensamiento crítico operacional”, es decir, que no pensemos el impacto de la innovación tecnológica en las relaciones de poder y las estructuras de clase, sino en las “fallas” o “vacíos” que se presentan a la hora de operarla.

Convierten al pensamiento crítico en una faceta de la mejora continua de la mercancía, propia de los modelos de producción post fordistas.

Ahora, los programas educativos critican al “viejo pensamiento crítico” como “política que se había introducido a la educación”, y reafirman el nuevo “pensamiento crítico operacional” como la neutralidad ideal, que hay que adquirir para obtener empleo.

Pero lo que no terminamos de entender es que esta es una operación de transición, a la destrucción de la educación presencial. Si todos lo limitamos a lo operativo, pronto tendremos que aceptar que es más viable aprender detrás de una pantalla, con contenidos elaborados y supervisados por las empresas, orientados al mundo del trabajo.

El ”pensamiento crítico operacional” promueve desarrollos curriculares que van dando viabilidad a la integración profesional, a las nuevas profesiones de convergencia teórico-experiencial, especialmente a través de las micro acreditaciones. Hay que aprender lo que se necesita y los procesos de “micro learning”, de conocimiento situado, lo que hacen es enseñar habilidades que integran técnicas y conocimiento de antiguas disciplinas estancos.

Por dejar de hacer, no va a dejar de ocurrir.

 

  1. La larga marcha: competir para sobrevivir

La cereza del pastel es el emprendimiento, la auto gestión de la vida y el conocimiento, que ha impuesto el neoliberalismo y su psicopolítica (Chul-Han, 2021). Como todos tenemos que ser competitivos, lo que hay es que adquirir habilidades, no saber a que paradigma corresponden. Entre más “competencias” se tengan, sean viejas o nuevas, se va a ser más competitivo y se tendrá más posibilidades de tener empleo y “éxito” laboral.

Las universidades han entrado a esta lógica con la bibliometría, que enseña a estudiantes y profesores a ser competitivos con la publicación, ahora se complementa con las convocatorias a aprender IA y gestión de datos.

Por supuesto que estos aprendizajes son necesarios, pero en un marco epistemológico distinto.

Aunque muchos, para evitar comprometerse, vean el tema de la perspectiva de clase como algo añejo, hoy más que nunca las contradicciones entre capital y trabajo se expresan en el mundo universitario y la construcción de conocimiento. Eludirlos es una forma de complacencia que no nos podemos permitir.

  1. ¿Qué hacer?

Nadie tiene hoy todas las respuestas. No hay genio personal que pueda encarar un proyecto de transformación tan radical desde la perspectiva del derecho humano a la educación. Solo la inteligencia colectiva nos puede salvar.

Pero lo colectivo no puede seguir siendo un acto retórico en foros, seminarios, congresos, papers y charlas. Necesitamos que se multipliquen espacios de pensar-convencer-hacer que abran paso al cambio y la transformación radical.

En este camino, necesitamos renovar la alianza entre académicos, investigadores, estudiantes, familias y sindicatos de trabajadores de la educación. El neoliberalismo logró lo que parecía imposible, satanizar las formas organizativas que tenían tradición clasista y que hoy cobran especial vigencia. Eso tiene que cambiar.

Solo lograremos pensar-convencer-hacer para defender la universidad pública TRANSFORMÁNDOLA si logramos construir un potente músculo social de pensamiento y acción. Necesitamos que las agrupaciones de rectores universitarios, las redes académicas y los sindicatos construyan un frente unificado para actuar en el corto plazo. Procrastinar en este momento equivale a       elaborar el obituario de la universidad pública.

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Inteligencia Artificial y Educación: ¿Herramienta de Emancipación o Nueva Forma de Alienación?

Inteligencia Artificial y Educación: ¿Herramienta de Emancipación o Nueva Forma de Alienación?

Luis Bonilla-Molina

  1. Introducción

Vivimos en una era donde la inteligencia artificial (IA) basada en redes neuronales se integra cada vez más en la educación. Desde plataformas de aprendizaje automático hasta sistemas de tutoría automatizados, la promesa de personalización y eficiencia seduce a gobiernos y corporaciones. Pero, como educadores críticos, debemos preguntarnos: ¿la IA está ampliando el pensamiento crítico de nuestros estudiantes o simplemente reforzando estructuras de control y estandarización del conocimiento?

En este artículo intentaremos invitar a la reflexión colectiva respecto a las luces y sombras del uso de la IA generativa en los procesos de enseñanza y la forma como aprendemos. Evidentemente, el uso de la IA con fines educativos implica un quiebre sin precedentes con las rutinas y el performance pedagógico de los últimos 300 años. Hemos asumido como incuestionables los modelos de sistemas escolares, estructuras educativas y modelaje de las propuestas pedagógicas (didáctica, evaluativa, curricular, planificación y gestión del aula), a tal punto que nos da “escalofrío” pensar en otra forma de organizar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Mi consejo es calmarnos y asumir que estamos en un momento de la historia donde todo esta cambiando como presagio de una transformación mucho más radical en educación.

El gran problema transicional a resolver, para quienes estamos en el campo de la pedagogía crítica es como este cambio opera en sociedades y sistemas escolares impactados por las diferencias de origen social de clase. Muchos gobiernos hablan de incorporar la innovación de la IA en instituciones sin electricidad ni agua, en escuelas rancho, cuyos estudiantes apenas si logran una comida al día. La IA no puede ser un espejismo para ocultar o desentenderse de la lucha por la justicia social y la democratización de la riqueza, por el contrario, ahora es más necesario. Todo ello tampoco puede ser un pretexto para darle la espalda a lo nuevo. La innovación tiene que llegar a todos en condiciones de igualdad.

El capitalismo y sus apologetas ya lo resolvieron diciendo que, si las dos primeras revoluciones industriales dejaron atrás a 1.200 millones de personas sin acceso al agua o la electricidad, la cuarta revolución industrial en su despegue dejará atrás a la mitad del planeta (Schwab, 2016). O sea, unos 4.000 millones de vidas. A la desvergüenza capitalista tenemos que responderle con la ética de la inclusión y la justicia social.

 

Presentación en power point del artículo

Inteligencia-Artificial-y-Educacion-Herramienta-de-Emancipacion-o-Alienacion

 

  1. Lo que no debería estar en debate

Este “escalofrío pedagógico” que recorre a los sistemas escolares ha generado que gobiernos conservadores y progresistas, de derecha, centro u izquierda, al unísono comiencen a prohibir el uso de celulares, cuando solo en el 2020 clamaban por su uso en medio de la cuarentena por la pandemia. La tecnología comienza a ser vista como enemiga de lo educativo, cuando en realidad afecta es la permanencia de las rutinas escolares conocidas durante los últimos 300 años.

Muchas universidades se atrincheran en una especie de romanticismo de seguir “perforando la roca con el cincel” antes que usar la IA en las aulas, porque le asusta que muchas rutinas puedan ser sustituidas por la IA. Le temen a que la reproducción mecánica desaparezca y se abra la posibilidad de liberar el pensamiento humano y la creatividad como centro de la producción académica. Claro es más fácil alimentar la cultura evaluativa y la bibliometría que asumir que el pensar sin repeticiones innecesarias y crear para enseñar cada día, que es la esencia del mundo universitario y no el Sísifo de la publicación de artículos que repiten paradigmas de manera incesante. La IA usada adecuadamente se puede encargar de rutinas repetitivas, mientras los docentes y estudiantes nos dedicamos a la creación, elevando el potencial transformador.

Pero nada es tan fácil. Las corporaciones tecnológicas sueñan con erradicar la presencialidad y conducir el presupuesto educativo a sus arcas, olvidando que hemos aprendido que el aprendizaje es un acto humano compartido, propio del encuentro y la reflexión. Para eso quieren usar la IA, debemos estar prevenidos, pero no por ello cerrarnos a explorar otras formas de uso.

No es lo mismo usar la IA en soledad que hacerlo juntos, no solo para aprender de los otros lo que no vemos cada uno, sino para construir un sentido colectivo de su uso.  La tecnología digital tiene que ser parte de la educación presencial, no su sustituto, para ello tenemos que construir un equilibrio entre tradición e innovación.

Lo que no podemos discutir a estas alturas es si la IA generativa debe o no ser parte de la educación en la tercera década del siglo XXI. Pero hay demasiada publicidad, pues aún la IA está en un estado embrionario de acuerdo a su potencialidad, por lo cuál debemos tener cuidado en dejar demasiados procesos pedagógicos  en sus manos en la actualidad. Veamos los límites actuales de la IA generativa

 

 

  1. Límites de la IA generativa basada en redes neuronales

En este artículo exploraremos cinco principios fundamentales de la IA, desde una perspectiva pedagógica crítica, analizando su impacto en las formas de aprender en la educación primaria y universitaria. Veamos cada uno de ellos.

  • Procesamiento Paralelo y Distribuido: ¿Plasticidad o Reduccionismo?

Las redes neuronales artificiales (RNA) imitan el funcionamiento del cerebro humano: consistente en múltiples nodos que procesan información en paralelo, generando patrones emergentes. Para Benítez, Cencerrado Barraqué y Escudero (2020), este principio cuestiona la visión reduccionista de la inteligencia como mera acumulación de datos.

Sin embargo, en la práctica educativa, la IA suele utilizarse para evaluar a los estudiantes con modelos predefinidos, ignorando la diversidad de procesos cognitivos. Un niño o adulto, quien resuelve un problema matemático de manera creativa puede ser penalizado por un algoritmo diseñado para reconocer solo respuestas estándar y cuyos patrones emergentes no hayan alcanzado la creatividad humana.

  • Aprendizaje Automático: ¿Innovación o Reproducción de Sesgos?

Se postula que el aprendizaje automático permite que las RNA mejoren con la experiencia, similar a cómo los seres humanos aprendemos a través de la práctica. Russell y Norvig (1995/2023) explican que estos sistemas reconocen patrones, establecen asociaciones y generan respuestas basadas en grandes volúmenes de datos.

El problema es que esos datos se agrupan con paradigmas de aceptación de desigualdades existentes. Si un sistema de IA es entrenado con información sesgada—como la predominancia de autores varones en ciertos campos académicos—terminará reforzando esas desigualdades. En educación, esto se traduce en plataformas de aprendizaje que privilegian contenidos hegemónicos y excluyen conocimientos locales, indígenas o comunitarios, mucho más la teoría crítica anticapitalista.

Por ejemplo, un sistema de IA entrenado para seleccionar estudiantes en una universidad podría, sin intención aparente, favorecer perfiles de sectores privilegiados si los datos históricos indican que estos tienen mejor desempeño en pruebas estandarizadas. Así, la IA reproduce una estructura de exclusión social. El problema es que instancias como el IESALC UNESCO, difunden iniciativas de este tenor como si fueran en la orientación correcta.

  • Adaptabilidad y Autoorganización: ¿Autonomía o Control Algorítmico?

Las RNA ajustan sus parámetros con retropropagación, lo que recuerda a la plasticidad sináptica del cerebro humano. La retropropagación es una forma de afrontar el error calculado en IA, usando la llamada cadena de cálculo diferencial, y se fundamenta en el “Forward Pass” (error entre lo esperado y lo obtenido, “Backward Pass” (error calculado se propaga hacia atrás en la red) y el “ajuste de pesos” (otorgar importancia en dirección opuesta al determinante del error).

Pero como advierte Jones (2018), esta adaptación carece de conciencia crítica. En el aula, esta automatización se traduce en sistemas de evaluación y asistencia que “se ajustan” al estudiante, pero sin considerar su subjetividad. Un algoritmo puede detectar que un estudiante tiene dificultades con la lectura, pero no comprenderá que esto se debe a problemas emocionales, fatiga o falta de acceso a libros en casa. Mucho menos es capaz de entender aún, los distintos tonos del capital cultural de cada estudiante.

La enseñanza, en cambio, requiere una comprensión dialéctica del aprendizaje. Los errores no solo indican deficiencias, sino también procesos de transformación. Un maestro crítico no se limita a corregir, sino que problematiza junto con sus estudiantes a partir de los errores o las omisiones, algo que una IA, con su lógica determinista, está limita de hacerlo en grupos grandes (al menos todavía).

 

Accede a video síntesis

 

  • Simulación de Funciones Cognitivas: ¿Inteligencia sin Conciencia?

Susan Schneider (2023) señala que, aunque las RNA pueden imitar la toma de decisiones humanas, carecen de subjetividad y conciencia. En educación, esto es crucial. Los asistentes virtuales pueden corregir textos, pero no captar la ironía, la creatividad o el contexto político de un ensayo. Un programa de IA puede generar una respuesta correcta, pero no tendrá la capacidad de cuestionar la premisa de la pregunta. ¿Queremos que nuestros estudiantes sean autómatas eficientes o pensadores críticos?

Un estudiante puede pedirle a una IA que escriba una reseña de 1984 de Orwell. La IA producirá un texto bien estructurado, pero sin la capacidad de hacer una crítica realmente situada y comprometida sobre el control tecnológico en la actualidad. Puede aproximarse a algunas críticas, pero no logra captar el sentido crítico anti sistema, porque eso sería un “error de salida”. Depende del docente guiar la discusión para evitar la reproducción mecánica del conocimiento.

  • Integración en Sistemas Socioeducativos: ¿Personalización o Estandarización?

Arroyo Sagasta et al. (2025) sostienen que la IA en educación promete personalización del aprendizaje, pero su implementación real tiende a estandarizar. Las plataformas educativas adaptativas ajustan contenidos según respuestas previas, pero dentro de un marco algorítmico rígido. El rendimiento individual desdibuja la construcción compartida de conocimiento.

Un caso evidente es el uso de plataformas como Khan Academy, que adaptan ejercicios según el rendimiento del estudiante. Pero estas herramientas no fomentan la construcción colectiva del conocimiento ni la reflexión crítica. La IA prioriza eficiencia, mientras que la pedagogía crítica prioriza la problematización y el debate.

  1. Acoplamiento Crítico entre IA y Mente Humana: Desafíos

Para evitar que la IA se convierta en un instrumento de alienación, debemos enfrentar de manera urgente, por lo menos nueve desafíos claves:

  • Epistemológico: La IA opera con lógicas deterministas, mientras que el pensamiento humano integra incertidumbre, ética y creatividad. La educación no puede reducirse a respuestas correctas o incorrectas.
  • Ético: La IA reproduce sesgos estructurales (género, raza, clase), lo que exige marcos regulatorios críticos. Si un algoritmo decide qué libros deben leer nuestros estudiantes, ¿quién programó ese algoritmo y con qué intereses?
  • Pedagógico: La “descajanegrización” (Artopoulos y Lliteras, 2024) demanda transparencia en los algoritmos para evitar la alienación tecnológica en las aulas. Si no comprendemos cómo decide un algoritmo, estamos delegando nuestra autonomía como educadores.
  • Operacional: resistir a la lógica del operario ilustrado que aprende a usar la IA pero desconoce como crearla. En educación se tiene que avanzar hacia la creación disruptiva de la IA.
  • Social: el acceso a la IA será desigual en la medida que se sostengan las actuales diferencias por origen social, en los procesos educativos. Luchar por políticas compensatorias desde la equidad, es decir que promuevan mayor apoyo a quienes menos poseen para reconstruir condiciones de igualdad de aprendizaje en las escuelas y universidades.
  • Humano: la IA no sustituye la presencialidad, sino que su uso ayuda a mejorar los tiempos de ejecución de labores en el aula que ocurrían de manera lenta en la era analógica. Esto puede hacer más eficiente en términos de transformación social el aprendizaje.
  • Creativo: la belleza de la creación artística está en el toque intersubjetivo entre creadores y resto de la sociedad, promoviendo sinergias donde todos seamos parte del arte de inventar. Esta perspectiva de artesano colectivo es una forma de posicionarse ante la creatividad instrumental de la IA.
  • Ecología: cada vez que usemos la IA debemos preguntarnos cuál es el impacto de ello en la sostenibilidad planetaria, colocando como prioritario el equilibrio ambiental.
  • Inclusión: la IA es una construcción humana, por lo tanto, no está exenta de estereotipos de raza, género, o clase. Siempre debemos estar vigilantes en ello.

 

 

Conclusión: IA, Educación y Emancipación

La IA basada en redes neuronales es una herramienta poderosa, pero no un sustituto de la educación crítica. Como advierten Schneider y Russell, no debemos subordinar la agencia humana a la eficiencia técnica.

En lugar de aceptar pasivamente la IA en nuestras aulas, o rechazarla a priori, debemos preguntarnos: ¿cómo podemos usarla para fortalecer el pensamiento crítico y no para imponer una pedagogía tecnocrática? Esto implica exigir transparencia en los algoritmos, desafiar los sesgos inherentes a los datos y, sobre todo, reafirmar la educación como un proceso colectivo de emancipación, no de domesticación.

La IA no debe reemplazar la labor docente ni la interacción humana en el aula. Nuestra tarea no es preparar estudiantes para adaptarse a la IA, sino formar ciudadanos capaces de cuestionar su impacto en la sociedad.

Pero la educación tiene que estar en capacidad de contribuir a que sus estudiantes y docentes tomen el control de esta innovación y la usen para mejorar el aprendizaje crítico, conscientes de sus límites y momentos en los cuales es necesario pulsar el off de las IA, para encender todo el potencial creativo en las aulas. Lo que no podemos permitir es que las IA nos apaguen por la inercia de su uso o la poca capacidad de situarnos críticamente ante ella.

Referencias

Artopulos & Literas (2024). Alfabetización crítica en IA: recursos educativos para una pedagogía de la descajanegrización”. Revista trayectorias universitarias, volumen 10, número 19. Universidad de La Plata. Argentina

Benitez, R y otros (2020) Inteligencia Artificial avanzada. Papel de trabajo. España

Jones, H (2018) Aprendizaje profundo. Alienta Editorial. España.

Russel, S y Norving, P. (2023). Inteligencia Artificial: un enfoque moderno. Pearson Educación. México.

Sagasta, A. (2025) Inteligencia Artificial y educación: construyendo puentes. Grao. España

Schneider, S (2023). Inteligencia Artificial: una exploración filosófica sobre el futuro de la mente y la conciencia. KOASN. España.

Schwab, K (2016) Cuarta Revolución Industrial. Ediciones debate. México.

 

 

 

 

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Apuntes sobre la organización docente universitaria en Puerto Rico

Historia del sindicalismo y el gremialismo docente

Otras Voces de la Educación

Apuntes sobre la organización sindical docente en Puerto Rico.
El caso de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU).
Jorge Lefevre Tavárez

Fecha de constitución de la APPU: 9 de marzo de 1961
Fecha de reconocimiento como sindicato: 3 de noviembre de 2023

 

La historia de la organización gremial y sindical docente en Puerto Rico está por escribirse. Si escasos son los estudios históricos de organizaciones sindicales, incluso de aquellas con mayor impacto nacional, más dramática es la situación con respecto a esfuerzos organizativos con aportaciones humildes. La mayoría de los intentos de organización sindical docente, sobre todo de aquellos que ocurrieron en universidades privadas, o en universidades públicas que no forman parte del Sistema de la Universidad de Puerto Rico, consisten en esfuerzos importantes de organización laboral, pero de corta vida y sin grandes logros. Las presentes notas para este proyecto de Otras Voces de la Educación tiene el propósito de presentar un panorama general de la organización docente en Puerto Rico centrado, sin embargo, en la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU), el actual sindicato de docentes del Sistema de la Universidad de Puerto Rico. El material que se ha utilizado para prepararlas consiste en documentos primarios, las pocas publicaciones secundarias existentes, entrevistas a algunos protagonistas de esta historia[1] y la experiencia reciente vivida por el autor de estas líneas. Esperemos que este esquema ayude a educar sobre esta historia, pero, más que eso, que sirva de incentivo para futuras investigaciones que puedan rápidamente superar estos apuntes.

 

Algunos esfuerzos por organizar sindicalmente a docentes en Puerto Rico

Las primeras noticias sobre la organización sindical docente se remontan a la década del 1930, con alusiones en la prensa sobre el interés de parte de la docencia en crear una organización sindical en la Universidad de Puerto Rico. En la actualidad, se desconoce cuáles fueron, si algunos, los resultados de tales conversaciones.

 

Existen, también, múltiples esfuerzos pasados en universidades privadas de organización docente, que no lograron consolidarse, por razones de desorganización interna, por ataques y represalias patronales, o una combinación de ambos factores.

 

Carlos Alá Santiago, por otro lado, alude a dos iniciativas para la organización sindical docente en el sector privado que, en términos relativos, tuvieron mayor éxito: la Asociación de Maestros Universitarios (AMU) y la Unión de Profesores Universitarios (UPU). La AMU se funda en el 1974 en el sistema universitario privado Puerto Rico Junior College, y logra convertirse en el sindicato docente en dos de sus unidades, la de Río Piedras y la de Cupey, luego de triunfar en sus elecciones sindicales el 22 de enero de 1975. La AMU logra un convenio colectivo docente en Puerto Rico el 31 de octubre del mismo año. Es, por tanto, la primera organización docente en ser reconocida como sindicato y firmar convenio. Sin embargo, parecería que la AMU desaparece, producto de crisis internas luego de iniciar las negociaciones de su segundo convenio en el 1979.

 

Ese mismo año, la UPU sometió una petición en la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo para convertirse en representante exclusivo de la docencia de la Universidad Central de Bayamón (UCB). Luego de varios procesos legales por parte de la UCB que buscaban frenar la organización sindical, la UPU ganó sus elecciones celebradas en enero del 1980 y se le certifica oficialmente como sindicato el 7 de febrero. Pero los intentos patronales de impedir la negociación colectiva continuaron, con actos represivos y nuevas impugnaciones en los tribunales. Según Alá, la corte terminó por favorecer a la UPU en el 1986, por lo que esta “mantuvo su derecho a negociar pero nunca lo ejerció”; desapareció como organización en esos años[2].

 

Estos esfuerzos de organización sindical en el sector privado, mayormente olvidados hoy día, forman momentos importantes de este relato, por los retos que lograron superar y por constituirse en las primeras organizaciones docentes en ser reconocidas como sindicatos. Actualmente, si bien existen conatos de esfuerzos organizativos en ciertas universidades privadas, no existe en ninguna un sindicato reconocido.

 

Una mención aparte merece, por otro lado, la Asociación de Profesores del Conservatorio de Música de Puerto Rico, corporación pública de Puerto Rico que no forma parte del Sistema de la Universidad de Puerto Rico. Esta Asociación peticionó ser reconocida como sindicato ante la Junta de Relaciones del Trabajo en el 1987 y logra el reconocimiento como sindicato el 3 de julio de 1991 luego de celebradas las elecciones sindicales. Sin embargo, el Conservatorio se rehúsa a negociar al sindicato. Un fallo del Tribunal Supremo de Puerto Rico del 20 de marzo de 1996 finalmente dictamina, de manera arbitraria, que los empleados del Conservatorio no tienen derecho a sindicalizarse, como era la realidad de entonces en las agencias del gobierno de Puerto Rico[3]. Actualmente, existe una Asociación, de reciente creación, sin relación directa con el intento sindical anterior, aunque con el mismo nombre, que no cuenta formalmente con reconocimiento como representante exclusivo de la docencia de la institución, pero impulsa reivindicaciones laborales y ha llevado a cabo actividades de militancia y arte que han captado la atención nacional en los últimos años, particularmente alrededor del tema salarial. Sobre este tema, han logrado que se apruebe un nuevo Plan de Clasificación y Retribución para el Conservatorio, que ha elevado los salarios de la docencia.

Sin embargo, el centro de la historia de la organización sindical docente en Puerto Rico se encuentra en la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios, a la que se le dedica el espacio restante de este trabajo.

 

Accede a la presentación en power point 1 con un click OVE 1 Historia-del-sindicalismo-y-el-gremialismo-docente-en-Puerto-Rico

 

La fundación de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios

La centralidad de la APPU en la historia sindical docente se debe a múltiples factores. En primer lugar, la APPU se funda en el sistema público de enseñanza universitaria, en el Sistema de la Universidad de Puerto Rico, que es el de mayor prestigio y que en gran medida dicta las pautas para la educación universitaria en Puerto Rico, incluyendo las condiciones laborales. La Universidad de Puerto Rico se crea en el 1903, siendo la primera institución de educación superior del país. En la segunda mitad del siglo XX, en décadas de creciente expansión del sistema universitario, la UPR crecerá a lo largo de la isla, hasta constituirse, como lo es en la actualidad, en un sistema de once recintos universitarios, y con oficinas y centros en distintos puntos de Puerto Rico. Sobre todo, la APPU ha tenido una vida extensa y activa en su unidad principal, el Recinto de Río Piedras. Ha estado, además, vinculada con el movimiento obrero de una manera en la que ninguna otra organización o asociación docente universitaria lo ha hecho, lo que la resalta, no solo dentro del ámbito universitario, sino dentro del movimiento obrero en tanto organización universitaria.

 

Es posible, también, que el hecho de que exista una cultura política y una tradición sindical en la UPR – a diferencia de lo que ocurre en el sector privado – haya fomentado una mayor libertad de expresión y organización sindical para la docencia. La UPR, y con especial énfasis en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, ha sido la cuna de los movimientos estudiantiles más importantes del país, con huelgas que han marcado épocas en la educación superior. Muchos docentes de la UPR fueron, también, estudiantes de la UPR en estos momentos claves.

 

Desde el punto de vista sindical, la UPR igualmente ocupa un lugar aventajado con respecto a las demás instituciones de educación superior. El Sindicato de Trabajadores de la Universidad de Puerto Rico, que agrupa a los empleados de mantenimiento y ornato, se funda el 20 de mayo de 1939 y es reconocida por la Universidad de Puerto Rico el 29 de agosto de 1942. El SUPR formó parte de importantes centrales obreras, como la Confederación General de Trabajadores, y ha sido consistente en movilizarse militantemente para adelantar los derechos laborales de quienes representa. Décadas más tarde, la Hermandad de Empleados Exentos No Docentes se fundaría en el 1972 y declararía una huelga de reconocimiento que tuvo el efecto de que la UPR la aceptara como representante de los empleados de oficina, laboratorios y bibliotecas. Existe, por tanto, un ambiente de organización sindical militante en la UPR.

 

La Asociación Puertorriqueña se funda el 9 de marzo de 1961 en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Para las y los 74 fundadores de la APPU, esta se crea “en un momento de crisis al interior de la Universidad”, que se debía a la falta de agencia de la docencia por las transformaciones gerenciales en la universidad y la falta de autonomía que poseía la comunidad universitaria ante el control irrestricto del Rector Jaime Benítez[4]. El discurso pronunciado en la primera Asamblea General de la APPU, el 4 de noviembre de 1961, por la reconocida profesora del Departamento de Estudios Hispánicos, Margot Arce de Vázquez, da cuenta de estas transformaciones en el ámbito académico que promovió la autoorganización del cuerpo docente.

 

“Cada vez más las estructuras universitarias y su funcionamiento se van pareciendo a las estructuras y funcionamiento del Estado y los profesores empiezan a ser considerados tan solo como funcionarios. Sucesos recientes lo comprueban en todas partes del mundo y aún aquí en Puerto Rico. […] Si al profesor universitario le corresponde como tarea específica y propiamente suya formar a sus alumnos para que sean hombres libres, justos, fieles a sí mismos y a esa verdad que han de descubrir cada día mediante el ejercicio delicado, tenaz, generoso, desinteresado y perseverante de sus facultades intelectuales, su primer deber y responsabilidad será rescatar la universidad de su creciente institucionalización burocrática (perdónese el feo terminacho), de su carácter cada vez más abstracto, impersonal y deshumanizado. Situar de nuevo la universidad dentro de un contexto humano, devolverle su carácter esencial de libre unión de diversidades: he aquí nuestra ineludible tarea […]”[5].

 

Más adelante, vincula la autoridad ética que debería cumplir un profesor con la intervención activa en la vida pública, y sostiene:

 

“Un profesor universitario no puede encerrarse en su torre de marfil ni desentenderse de los problemas de su tiempo, de su país y de los del mundo. Ha de estar bien enterado, formarse una opinión y un juicio personal y tomar honradamente partido sobre ellos. Precisamente, la desaparición del maestro […] se debe en gran parte a esa neutralidad que se exige hoy en todas partes de los profesores […] que les impide pronunciarse, justamente sobre las cosas esenciales y que más nos importan: sobre la religión, sobre la filosofía, sobre la política” (276).

 

Accede a la presentación en power point 2 con un click  OVE Historia-del-sindicalismo-y-el-gremialismo-docente

 

La constitución como sindicato y las relaciones con el movimiento obrero

Es importante señalar que, al crearse la APPU, si bien había un interés evidente en que esta organización activamente defendiera e impulsara los intereses de la docencia, que siempre ha vinculado con los intereses universitarios generales, esta no se fundó con la intención de convertirse en sindicato. Más bien, hubo posiciones distintas, que convivieron en su fundación: una, más “gremial”, otra, más sindical. La organización le dedicó sus primeros años de vida a intervenir en los debates a favor de una reforma universitaria que se articulaban en un proyecto de ley altamente discutido en esos años, finalmente aprobado en el 1966, con resultados mixtos. No es hasta mayo de 1970 que la APPU finalmente comienza a autodenominarse como organización sindical e incorpora a sus objetivos programáticos tres puntos relacionados al sindicalismo[6].

 

Los casi diez años que separan la fundación de la APPU y su declaración de constituirse como organización sindical tiene múltiples explicaciones, entre ellas las distintas visiones sobre lo que debería ser la organización y el entusiasmo que hubo en el sistema con respecto a una nueva ley universitaria y la participación activa de la APPU en este proceso.

 

Pero la progresión de la docencia de la APPU en términos de consciencia de clase y sindical no se da de manera aislada. En un marco más amplio, se puede afirmar que un proceso análogo ocurría en el movimiento docente en los Estados Unidos, que influirá a su vez en la isla. Organizaciones como la National Education Association, la American Association of University Professors y American Federation of Teachers se originaron como organizaciones gremiales que, con el tiempo y la experiencia, fueron aspirando y constituyéndose también como sindicatos[7]. Rodríguez Fraticelli, además, reconoce que la tendencia sindical que se encuentra en la fundación de la APPU “estaba fuertemente influenciada por el resurgimiento del sindicalismo docente en las universidades estadounidenses. Entre ellos estaban los hermanos Ramón y Arturo Meléndez”[8].

 

Más allá del marco universitario y docente, en el contexto puertorriqueño, también hubo un proceso importante de renovación del movimiento obrero, enmarcado en los años entre el 1969 y el 1975[9], a veces conocido popularmente y en la historiografía como el momento del “nuevo sindicalismo” por la fuerte influencia que ejerció sobre él la “nueva lucha por la independencia”[10]. No es de extrañar, por tanto, que la fundación de la HEEND haya sido en el 1972, ni que los esfuerzos exitosos de organización sindical en el sector privado se hayan dado a mediados y finales de la década.

 

Por supuesto, este proceso de toma de conciencia, o “radicalización”, como afirman algunos no se dio sin controversias. Como reacción a esta transformación en la APPU, que también fue acompañada por una activa participación en contra del Servicio Militar Obligatorio, de la presencia del Reserve Officers’ Training Corps (ROTC) en el campus universitario y a favor de las distintas luchas obreras y estudiantiles de la época, se da una escisión en la que se crea la Organización de Profesores Universitarios (OPU).

 

En la década del 1970 también se aprecia una vinculación de la APPU con el resto del movimiento obrero en Puerto Rico. Así, por ejemplo, la APPU, a través de su Comité de Acción Sindical, participó del Movimiento Obrero Unido (MOU), una coordinación sindical militante y clasista que marcó estos años de renovación sindical. Cuadros de la APPU se convertirían en figuras destacadas de este movimiento, como Guillermo Bobonis, profesor de filosofía, quien fungirá por varios años como Secretario Ejecutivo del organismo[11]. Al MOU disolverse, la APPU será miembro fundador del Concilio General de Trabajadores en el 1980, con una Declaración de Principios que proponía desarrollar un sindicalismo clasista en Puerto Rico, favorecer la abolición de la explotación de la clase obrera y por una “sociedad justa” en que la clase obrera administrara la riqueza[12]. La CGT será una pieza clave del sindicalismo puertorriqueño hasta principios del siglo XX.

 

Un último comentario debería decirse sobre la APPU al interior del movimiento obrero. Por las particularidades del trabajo docente y la cultura universitaria, por la ausencia de incentivos materiales para el liderato de la organización y quizás también por la tensión a veces productiva entre la visión gremial y sindical, la APPU se ha caracterizado por ser un sindicato profundamente democrático. Por un periodo extenso, la Directiva de la APPU se elegía cada año; actualmente, los términos son de dos años. En escasísimas ocasiones se ha tenido una Presidencia por más de cuatro años, y solo en una ocasión fueron estos años consecutivos. A eso se le añade que ha contado con mujeres presidentas desde poco después de su fundación. La APPU, por tanto, presenta una consistente consciencia democrática al interior del movimiento obrero puertorriqueño.

 

 

Los esfuerzos de organización docente nacional

La APPU se funda en Río Piedras en el 1960 con la misión de “extender la misma a todas las instituciones universitarias que existían en la isla”[13], lo que incluía no solo a los demás recintos de la UPR sino también a las instituciones privadas. Poco después, sin embargo, el Sistema de la Universidad de Puerto Rico se expande, con la creación de 8 unidades adicionales[14]. Si bien había una intención de abarcar todas las universidades públicas, el crecimiento de la UPR llevó a la creación de Asociaciones Docentes particulares a cada recinto, cuyas historias también están por investigarse. Solo excepcionalmente hubo organizaciones de la APPU en otros recintos, como el caso de Mayagüez, poco después de fundada la APPU. Igualmente, existió la APPU en Cayey en los primeros años de los 1970, hasta que la represalia posterior a una huelga universitaria en el 1973 desarticularía ese esfuerzo con la expulsión masiva del profesorado. Por estas complejidades, la APPU se convirtió en una asociación docente de Río Piedras, a veces compitiendo con asociaciones rivales como la OPU, si bien siempre contó con miembros en otros recintos.

 

La década del 1980 presenta una situación paradójica. Según todos los recuentos y las entrevistas concedidas, estos fueron años de debilitamiento organizativo y de pérdida de afiliados para la APPU. Pero fueron también años en que el reclamo docente a favor de la negociación colectiva se fortalece en las demás asociaciones docentes[15]. Además, el 28 de mayo de 1987, la APPU oficialmente sometió una petición ante la Junta de Relaciones del Trabajo (JRT) para ser formalmente considerado como sindicato docente, aunque exclusivamente en el Recinto de Río Piedras.

 

Sobre esto, hay que decir algunas palabras. Cuando la APPU se declara sindicato en el 1970, sigue un modelo similar al del STUPR y la HEEND. Ninguna de estas organizaciones requirió ser reconocidas bajo las leyes del estado como sindicatos, sino que, a través de actividades concertadas, lograron que el patrono les reconozca. Así, la APPU redacta y presenta un Pliego de Peticiones en el 1971[16], y busca, en el nuevo contexto nacional de organización sindical, negociar colectivamente como lo hacían otras organizaciones universitarias. Sin embargo, ni la APPU ni ninguna asociación docente habían logrado movilizarse de manera tan contundente como estas otras organizaciones como para obligar a la UPR a negociar las condiciones laborales de la docencia. Obtuvo victorias en concesiones específicas, pero se encontraba lejos de poder aprobar un convenio colectivo con la UPR. La petición que lleva a cabo ante la JRT, tantos años luego de fundarse e incluso de constituirse como organización sindical, buscaba subsanar esta situación.

 

La petición de reconocimiento ante la JRT provocó que la UPR llevara el caso a los Tribunales para impedir que la docencia lograra constituir un sindicato al amparo de la ley. Entre los argumentos principales del patrono, sostenía que los docentes eran empleados gerenciales, por lo que no tienen derecho a la negociación colectiva.

 

La controversia legal no vino a resolverse hasta julio de 1994. Pero ese periodo entre 1987 y 1994 resultó en experiencias sistémicas (es decir, a lo largo del Sistema UPR) y de organización docente que representaron importantes avances en este relato. Si bien la docencia se encontraba organizada en distintas asociaciones, una (o más) por unidad institucional, el deseo de agruparlas bajo un esfuerzo unitario poco a poco se materializó en estos años, primero a través de la Federación Nacional de Asociaciones de Profesores Universitarios (1989) y, luego, la Confederación de Asociaciones de Profesores Universitarios (CONAPU), fundada en el 1992[17].

 

La vida de la CONAPU, aunque breve, marca un periodo importante en la historia de la negociación colectiva docente. Como parte del proceso de reconocimiento sindical, la APPU había empezado a articular un borrador de Convenio Colectivo, más ambicioso que el Pliego de Peticiones del 1971. Al formarse la CONAPU, esta adopta el borrador y continúa con el proceso de desarrollarlo. Más importante aún, se empieza un proceso de amplia discusión a lo largo del Sistema de la UPR. La negociación colectiva y el desarrollo de un convenio se volvió tema de discusión en todas las unidades universitarias. Finalmente, propone que de cada facultad se elija representación para constituir un Comité Negociador del Personal Docente, que se formaliza en abril del 1994. Es decir, articulan “un esquema de negociación colectiva sin sindicato”[18].

 

La gerencia de la UPR se niega a reconocer el Comité. Apenas unos meses después, en julio, el Tribunal Supremo de Puerto Rico decide en contra de la APPU, al determinar que los docentes eran empleados gerenciales.

 

El proceso que impulsó la CONAPU y el Comité Negociador del Personal Docente, sin embargo, se desarrolló con tal entusiasmo e independencia de la petición legal, que la decisión del Tribunal Supremo, en ese momento, no sirvió como un gran desaliento. Tan es así que la APPU llamó a un paro laboral en Río Piedras para el primer día de clases, el 22 de agosto de 1994, exigiendo que la gerencia reconociera al Comité Negociador de la CONAPU. El resultado inmediato fue positivo, ya que la gerencia estuvo obligada a entablar conversaciones con el Comité Negociador y eventualmente crear mecanismos institucionales que, en un principio, buscaban similar un proceso de negociación colectiva, primero bajo el Comité de Asuntos Laborales (CAL) y luego el Comité de Diálogo (CODI). Con el tiempo, el CODI pasará a ser repudiado por las asociaciones docentes por ser solo un simulacro, pero, en sus inicios, y con el impulso del borrador de convenio y de la CONAPU, se lograron importantes reivindicaciones económicas, como aumentos salariales anuales y mayores oportunidades de sabáticas[19].

 

La reorganización de la APPU

Luego de una difícil década para la APPU, los años 90 (sobre todo, los últimos años de esta década) representaron un crecimiento acelerado de la organización, educación sindical – como acompañante a la petición de reconocimiento sindical – y una militancia activa en las principales luchas de Puerto Rico, incluyendo la Huelga del Pueblo[20].

 

A finales de la década, dos hechos parecían hacerse evidente: el CODI, en la medida en que se institucionalizaba, perdía importancia como herramienta de negociación; y la CONAPU, a pesar de los importantes pasos que dio, carecía de la estructura necesaria para convertirse en vehículo de lucha docente. Por eso, la APPU apostó por salirse de la CONAPU y reestructurarse como sindicato nacional. Esto lo hizo creando un nuevo reglamento y estructura que permitía que en cada recinto existiera un “capítulo” APPU. La APPU se expandiría, entonces, a lo largo del Sistema UPR. La reacción inmediata en las distintas unidades fue diversa: en algunos recintos, la asociación existente se disolvía para convertirse en capítulo APPU; en otros, coexistieron o coexisten los capítulos de la APPU con las asociaciones antiguas. Luego de poco más de dos décadas, la APPU finalmente logra presencia a lo largo de la UPR, cumpliendo la intención que se trazó al fundarse[21].

 

En todo este proceso, la organización no ha dejado de estar presente en las luchas más importantes del país. La APPU fue un apoyo importante en las huelgas estudiantiles del 2010 y del 2017, las primeras huelgas sistémicas en la UPR. Ha sido una voz consistente contra las políticas neoliberales, oponiéndose a la Junta de Control Fiscal, impuesta por el gobierno de los Estados Unidos, al igual que participando activamente en los procesos contra la privatización de la energía eléctrica. Así, también, se ha insertado en las luchas populares, como las que se dieron en el Verano del 2019 y que resultaron en la renuncia del gobernador electo de Puerto Rico.

 

A este contexto se le debe añadir una transformación en la consciencia de clase de la docencia con el cambio de siglo. Las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI presentaron un cambio dentro de la manera en que la docencia se entendía a sí misma. Era común apreciar una ausencia de consciencia de clase dentro de la docencia universitaria, en la medida en que docentes pensaban que, por las particularidades de su trabajo, no formaban parte de la clase trabajadora. Dadas las transformaciones sociales y económicas que deterioraron las condiciones laborales de la docencia y la profundización de la política pública neoliberal, se fue haciendo más común que la docencia se concibiera dentro del marco de la clase trabajadora. Un elemento importante en este cambio fue el aumento dramático de docentes por contrato, es decir, docentes sin un puesto permanente en la UPR. Su estado de inseguridad laboral y la mayor precariedad hacía más fácil desvanecer la ilusión de una docencia desclasada. Quienes contaban con contratos a tiempo parcial, además, obtenían salarios que los ubicaban por debajo del nivel de pobreza oficial[22]. Si antes era común que sectores docentes se resistieran al discurso sindical de la APPU, estos representarían ya una minoría.

 

Veinte años luego del fallo del Tribunal Supremo declarando a la docencia empleados gerenciales, la APPU, el 15 de septiembre de 2015, volvió a peticionar una elección sindical en la JRT. Ya no en momentos de debilidad, sino de cierta solidez, como estructura nacional; ahora no para representar a docentes en una unidad, sino con la intención de representar a la docencia a nivel del sistema. Por razones técnicas y legales, este proceso nuevamente quedó paralizado, hasta su reactivación el 14 de septiembre de 2021. La APPU, para este momento, redefinió la unidad apropiada. Por un lado, para incluir a los docentes por contrato. Por otro lado, para eliminar de ella algunos docentes que podía argumentarse que ejercían tareas gerenciales.

 

La investigación que llevó a cabo la JRT al reactivar la petición determinó, contrario a lo que sostenía todavía el patrono y contrario al fallo del Tribunal Supremo, que la docencia tal como se encuentra definida en la unidad apropiada peticionada no cumplía funciones gerenciales y, por tanto, mandató a celebrar elecciones sindicales, del 23 al 26 de octubre del 2023[23]. El 3 de noviembre, la APPU fue oficialmente certificada como representante de la docencia de la UPR, con el apoyo de 97% de quienes emitieron su voto.

 

La negociación colectiva docente en la actualidad

El proceso para negociar un primer convenio docente en la UPR, todavía encaminado, se da en momentos de una crisis profunda en Puerto Rico, como pocas en la historia del país. Desde el 2006, Puerto Rico vive bajo una crisis económica estructural, que ha llevado a una reducción de su economía en un 20%, una emigración masiva que redunda en una reducción poblacional y el recrudecimiento de la política colonial de los Estados Unidos, bajo una Junta de Control Fiscal (JCF)[24]. El ataque a la negociación colectiva en el sector público ha sido de tal grado que se legisló para limitar la capacidad de mejorar ciertos beneficios marginales (Ley 26), además de una política impuesta por la JCF para excluir los aumentos salariales del convenio y limitarlo a ser tema para trabajarse a través de Planes de Clasificación y Retribución que deberían seguir parámetros que la misma institución colonial impone.

 

La política neoliberal y colonial en Puerto Rico, además, ha conllevado recortes sustanciales del presupuesto de la UPR. Actualmente, el gobierno le otorga la mitad de lo que establece la ley presupuestaria de la UPR[25].

 

Si la fundación de la APPU se daba en momentos de radicalización del sector docente, y su constitución como organización sindical en una época de renovación del movimiento obrero puertorriqueño, su reconocimiento oficial como sindicato se da en momentos de una crisis profunda del sindicalismo en Puerto Rico. No existe coalición similar al MOU o el CGT; sindicatos históricos han sido diezmados (como la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y de Riego, o la Federación de Maestros y Maestras de Puerto Rico) o desmovilizados por la política patronal; la tasa de sindicalización continúa decayendo y hay una falta de dinamismo por parte de los sindicatos existentes como para organizar nuevos talleres[26].

 

Sin embargo, también es cierto que, en el contexto del sindicalismo estadounidense – con el que, por distintas razones históricas, el sindicalismo puertorriqueño mantiene estrechos vínculos – la organización de docentes universitarios ha sido una pieza clave en la ola de organización sindical y en la expansión y democratización de las centrales obreras de los Estados Unidos. El movimiento obrero puertorriqueño, y el público más atento a las luchas sociales en Estados Unidos (incluyendo el sector patronal y el gobierno), tienen plena conciencia de la importancia del sector sindical en el movimiento obrero estadounidense.

 

Por el panorama descrito, el proceso de elección sindical y el eventual reconocimiento de la APPU como sindicato docente produjo gran entusiasmo en la comunidad universitaria, en el movimiento sindical e incluso en otros sectores del pueblo trabajador. Por eso, las negociaciones del primer convenio docente de la UPR han sido de un destacado interés público. Hay grandes esperanzas, quizás incluso demasiadas expectativas, puestas actualmente sobre este proceso de negociación. Se espera que el convenio pueda revertir la congelación salarial de la docencia con puestos permanentes, que hace más de una década no reciben aumento, y terminar con la extraordinaria desproporcionalidad salarial de los docentes por contrato. Las limitaciones mayores del proceso son de carácter político, más que sindical, con un presupuesto universitario tan limitado y con la imposición de una política pública neoliberal.

 

La elección sindical de la APPU, finalmente, ha producido entusiasmo en otras universidades del país. Ha habido cercanía entre la APPU y la Asociación de Profesores del Conservatorio de Música; docentes en la Escuela de Artes Plásticas e incluso en universidades privadas han hablado de organizar un proyecto sindical. Esto en parte se propicia también por la precariedad de la docencia por contrato, y el que muchos docentes laboren en más de una universidad. Es decir, viven en la UPR la experiencia de la sindicalización a la vez que en universidades privadas no cuentan con sindicato reconocido. El contraste sirve de incentivo para pensar proyectos organizativos. Si el convenio tiene logros importantes, sobre todo con respecto a los docentes por contrato, no cabe duda de que ese entusiasmo pudiera inspirar proyectos que contribuyan a esta historia y a la lucha por las mejores condiciones laborales de la docencia en Puerto Rico.

 

Notas

[1] Agradezco a Félix Córdova Iturregui, Javier Córdova Iturregui, Carlos Rodríguez Fraticelli, Lida Orta Anes, Ángel Rodríguez Rivera y Jaime Bofill por su ayuda y sus comentarios.

[2] Carlos Alá Santiago. Negociación colectiva y reingeniería universitaria. Debates en torno a la organización sindical de profesionales. Fundación Atlantea, 1998. pp. 42-51.

[3] Tribunal Supremo de Puerto Rico, “Junta de Relaciones del Trabajo, demandante y recurrida, v. Corporación del Conservatorio de Música de Puerto Rico, demandada y peticionaria”, Decisiones de Puerto Rico, Tomo 140. pp. 407-452.

[4] Carlos Rodríguez Fraticelli. “A 50 años de la creación de la APPU”. Conferencia presentada en celebración del 50 Aniversario de la APPU. Escuela Hotelera de la Universidad de Puerto Rico en Carolina, 10 de diciembre de 2011. pg 3.

[5] Margot Arce de Vázquez, “La responsabilidad del profesor universitario”. Obras Completas. Volúmen 3. Puerto Rico: lengua, educación, reforma universitaria, política, cultura y religión. Ed. Matilde Albert Robatto. Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2008. p. 272-279. Las citas son de las páginas 274-275.

[6] “1) Promover el uso de la negociación colectiva como instrumento de justicia para todos los profesores universitarios de Puerto Rico; 2) Promover derechos sindicales en otras organizaciones docentes; 3) Promover la solidaridad sindical”. Citados en Vélez Cardona, “Historia y desarrollo de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU)”, documento presentado en el Seminatio-Taller ofrecido a la Junta de Directores de la APPU el 13 de febrero de 1999. p. 6.

[7] “En la medida en que las instituciones crecen y expanden sus funciones, las regulaciones gubernamentales y el papeleo aumentan geométricamente, la necesidad de la organización académica por una gerencia parecida a la empresarial se hace más y más evidente. Entonces, la gerencia universitaria comienza a parecerse a la de cualquier otra organización empresarial grande. Cuando esto sucede, se ensancha el abismo que separa a los docentes de la administración. Los administradores comienzan a perder el sentido tradicional de estar entre pares y se convierten en gerentes”. Waldemiro Vélez Cardona, “La participación claustral por medio de la negociación colectiva”. Congreso de Investigación sobre la universidad. Actas de Congreso organizado por la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios celebrado el 13 y 14 de septiembre de 2001. Publicado por la APPU en el 2003. pp. 291-304.

[8] Rodríguez Fraticelli, “A 50 años de la creación de la APPU”, 4.

[9] César J. Ayala y Rafael Bernabe, Puerto Rico en el siglo americano: su historia desde 1898, Ediciones Callejón, 2001. p. 326.

[10] “A partir de 1959 y durante la década del sesenta, el movimiento obrero y el movimiento independentista marcharán paralelamente guiados por diferentes ideologías: el independentismo por el nacionalismo y el movimiento obrero por el economismo. Será necesario el encuentro de ambas fuerzas con el marxismo para que pueda darse el nuevo sindicalismo que ha de caracterizar al movimiento obrero a principios de la década de 1970”. Juan Ángel Silén, Apuntes para la historia del movimiento obrero puertorriqueño. Editorial EDIL, 1978. p. 141.

[11] Carlos Carrión, “Hacia una historia del Movimiento Obrero Unido”. Pensamiento Crítico XVIII.82 (nov-dic 1995).

[12] Vélez Cardona, “Historia y desarrollo”, p. 9; Conferencia Sindical (autor), Entre la huelga del pueblo y la cumbre social. El movimiento obrero puertorriqueño en la encrucijada. p. 47.

[13] Citado en Rodríguez Fraticelli, “A 50 años de la creación de la APPU”. pg. 5.

[14] La fundación de las distintas unidades se da en las siguientes fechas: Río Piedras (1903), Mayagüez (1911), Ciencias Médicas (1950), Arecibo (1967), Cayey (1967), Humacao (1967), Ponce (1969), Bayamón (1971), Aguadilla (1972), Carolina (1973), Utuado (1978).

[15] Javier Córdova Iturregui. “Negociación colectiva y sindicación para el personal docente de la UPR”. Congreso de Investigación sobre la universidad. Actas de Congreso organizado por la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios celebrado el 13 y 14 de septiembre de 2001. Publicado por la APPU en el 2003. pp. 277-285.

[16] Un resumen accesible del pliego se encuentra en Alá Santiago, Negociación colectiva y reingeniería universitaria, pp. 53-54.

[17] La CONAPU agrupó a las siguientes organizaciones docentes: la APPU, la Asociación de Profesores del Colegio Universitario de Cayey, la asociación de Profesores del Colegio Universitario de Humacao, la Asociación de Profesores de Arecibo, la Asociación de Profesores de Aguadilla, la Asociación de Profesores del RUM, la Asociación de Profesores del Colegio Regional de la Montaña, la Asociación de Profesores del Colegio Universitario de Bayamón, el Comité de Apoyo a la Negociación Colectiva en el Colegio Universitario de Tecnológico de Ponce, el Comité de Apoyo a la Negociación Colectiva en el Colegio Universitario de Carolina. Alá Santiago, Negociación colectiva y reingeniería universitaria, 56-58.

[18] Córdova Iturregui, “Negociación colectiva y sindicación docente”, 282-283; Alá Santiago, Negociación colectiva y reingeniería universitaria, 56-60. La cita es de Vélez Cardona, “Historia y desarrollo de la APPU”, 15.

[19] Alá Santiago, Negociación colectiva y reingeniería universitaria, 69-81.

[20] Conferencia Sindical, De la Huelga del Pueblo a la Cumbre Social. “La APPU tuvo una enorme proyección en todo ese proceso ya que el superintendente de la policía, Pedro Toledo y algunos legisladores de mayoría la emprendieron contra el presidente de la APPU y lo acusaban de instigador y provocador de confrontaciones en el proceso huelgario. En ese ‘verano huelgario’ los docentes vieron a la APPU por televisión y en las líneas de piquete”. Cita de Vélez Cardona, “Historia y desarrollo de la APPU”, p. 19.

[21] Las fechas de fundación de los capítulos son las que siguen: Ciencias Médicas (10 de marzo de 2004), Utuado (23 de marzo de 2004), Ponce (21 de mayo de 2004), Carolina (26 de mayo de 2005), Arecibo (4 de abril de 2013), Bayamón (16 de febrero de 2017), Cayey (30 de junio de 2017), Aguadilla (23 de mayo de 2023), Humacao (12 de septiembre de 2024). Solo en Mayagüez falta constituir un capítulo de la APPU, si bien ya hay trabajo adelantado en esa dirección.

[22] Sobre el tema de los docentes por contrato, ver: Gazir Sued, Profesores desechables, La Grieta, 2020.

[23] Junta de Relaciones de Trabajo, “Orden de elección – Caso Número P.2015-01”, emitida el 30 de agosto de 2023.

[24] Rafael Bernabe, “La crisis multinivel en Puerto Rico”. Sin Permiso (25 de abril de 2021). https://www.sinpermiso.info/textos/la-crisis-multinivel-de-puerto-rico

[25] Iyari Ríos González, “Panorama general de la situación económica en Puerto Rico”. momento crítico (11 de abril de 2024). https://www.momentocritico.org/post/panorama-general-de-la-situación-económica-de-puerto-rico-un-contexto-al-mensaje-de-estado-del-gobe

[26] Jorge Lefevre Tavárez, “Reconfiguraciones en la economía y su impacto sobre el movimiento sindical (apuntes)”. Categoría Cinco 3.2 (Verano-Otoño). https://categoria5.org/reconfiguraciones-en-la-economia-y-su-impacto-sobre-el-movimiento-sindical-apuntes/

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