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Parlatino expresa preocupación por desinterés de EE.UU. en el ambiente

Agosto de 2017/Fuente: Telesur

Durante la inauguración del II Encuentro de la Red Parlamentaria de Cambio Climático, celebrada este jueves en Panamá, el organismo lamentó que EE.UU. no firmara el Protocolo de Kioto y su retiro del Acuerdo de París.

El presidente del Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino), Elías Castillo, expresó este jueves su preocupación por el desinterés medioambiental de Estados Unidos (EE.UU.) al anunciar su retiro unilateral del Acuerdo de París sobre el clima.

«Es preocupante la no firma del Protocolo de Kioto por los EE.UU. y el anuncio de su retiro unilateral del Acuerdo de París», afirmó el diputado panameño durante la inauguración del II Encuentro de la Red Parlamentaria de Cambio Climático, al tiempo que resaltó que genera expectativa la posible propuesta que dicho país haga de un nuevo acuerdo global sobre la materia.

Castillo recordó que históricamente el Parlatino ha tenido al medioambiente dentro de sus prioridades institucionales, estrategia que corroboran los acuerdos de cooperación firmados con diversos organismos y agencias, porque «el ambiente está asociado al hambre, las migraciones forzadas y los desastres naturales».

Asimismo, destacó las acciones institucionales impulsadas por el organismo, como la formulación de leyes modelos para la región, como la de pesca artesanal y agricultura familiar.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, anunció el pasado 1 de junio el retiro de su país del Acuerdo de París, firmado por casi 200 países en 2015 con el objetivo de «mantener la temperatura media mundial por debajo de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales».

El Acuerdo de París entró en vigor en noviembre del año pasado y sustituye al Protocolo de Kioto, que estableció objetivos de emisiones solo para países desarrollados, una de las razones por las que EE.UU. decidió no participar en ese pacto.

Fuente: http://www.telesurtv.net/news/Parlatino-preocupado-por-desinteres-de-EE.UU.-en-el-ambiente-20170803-0066.html

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A reconectarse con la naturaleza antes de que sea demasiado tarde

Por: Baher Kamal

“Debemos ser plenamente conscientes de que sin un ambiente sano no gozaremos de nuestros derechos humanos básicos”, subrayó un experto de la ONU. Sin embargo, el presidente Donald Trump anunció el retiro de Estados Unidos, el mayor contaminador de la historia, del Acuerdo de París sobre cambio climático.

En el marco del Día Mundial de Ambiente, el relator especial de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para derechos humanos y ambiente, John H. Knox, declaró en Ginebra: “Todos debemos alarmarnos frente a la acelerada pérdida de biodiversidad, de la que dependen los ecosistemas saludables”.

Es tal la dependencia de ecosistemas saludables para la nutrición, la vivienda, la vestimenta y el agua misma que bebemos, además del aire que respiramos, que Knox recordó: “sin embargo, las áreas boscosas disminuyen, los ecosistemas marinos están cada vez más cercados y se estima que las poblaciones de animales vertebrados se redujeron en más de la mitad desde 1970”.

De hecho, muchos científicos temen que estemos al comienzo de la sexta extinción mundial de especies, la primera en más de 60 millones de años, indicó el profesor de derecho internacional de la estadounidense Universidad de Wake Forest.

“Los estados llegaron a acuerdos para luchar contra las causas de la pérdida de biodiversidad, que incluye a la destrucción de hábitats, la sobreexplotación, la caza furtiva, la contaminación y el cambio climático”, recordó Knox.

“Pero los mismos estados fallan de forma lamentable en el cumplimiento de sus compromisos, los que buscan revertir las tendencias perturbadoras”, apuntó.

Tala, pesca y caza ilegal

Knox recordó que casi una tercera parte de los sitios naturales que son Patrimonio Mundial soportan la caza furtiva, la tala y la pesca ilegales, lo que ha dejado a especies en peligro al borde de la extinción y ha puesto en riesgo a las fuentes de ingresos y el bienestar de comunidades que dependen de ellas.

“La extinción de especies y la pérdida de la diversidad microbiana socava nuestros derechos a la vida y a la salud al destruir posibles fuentes de nuevos medicamentos y debilitar la inmunidad de los seres humanos”, explicó.

“La menor variedad, producción y seguridad de la pesca y de la agricultura pone en peligro nuestro derecho a la alimentación. La capacidad diezmada de la naturaleza de filtrar, regular y almacenar agua amenaza el derecho al agua limpia y segura”, añadió.

El experto independiente de la ONU insistió en que la biodiversidad y los derechos humanos están “interrelacionados y son interdependientes” y que los estados tienen la obligación de protegerlos a ambos.

El mundo debe tomar medidas de forma urgente para reducir otro 25 por ciento las emisiones contaminantes previstas para 2030, señala el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Crédito: PNUMA.

Sin biodiversidad ni seguridad alimentaria ni nutrición

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) subraya que labiodiversidad es “esencial” tanto para la seguridad alimentaria como para la nutrición.

“Miles de especies interconectadas constituyen una red vital de biodiversidad en los ecosistemas de los que depende la producción mundial de alimentos”, señala la FAO.

“Con la erosión de la biodiversidad, la humanidad pierde el potencial para adaptar los ecosistemas a nuevos desafíos, como el crecimiento demográfico y el cambio climático. Alcanzar la seguridad alimentaria para todos está intrínsecamente vinculado al mantenimiento de la biodiversidad”, alerta.

La agencia aporta algunos datos clave al respecto.

De las 8.800 razas de animales conocidas, siete por ciento están extintas y 17 por ciento, en peligro de extinción. Y de las más de 80.000 especies de árboles, menos de uno por ciento ha sido estudiada para su posible uso.

El pescado aporta 20 por ciento de la proteína animal a cerca de 3.000 millones de personas. Solo 10 especies proporcionan 30 por ciento de la captura marina y 10 especies, alrededor de 50 por ciento de la producción acuícola.

Mientras, más de 80 por ciento de la dieta de los seres humanos procede de las plantas. Y solo cinco cereales aportan 60 por ciento del aporte calórico.

La tierra finita

La Convención de la ONU para la lucha contra la Desertificación (UNCCD) se concentra en la tierra, “que es finita en cantidad”.

La competencia por bienes y servicios aumenta las presiones sobre los recursos terrestres en prácticamente todos los países, alerta.

La conexión con la naturaleza nos convierte en guardianes de nuestro planeta. Para el director del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Erik Solheim, la cercanía con la naturaleza nos ayuda a ver la necesidad de protegerla. Crédito: PNUMA.

La variabilidad climática, el crecimiento demográfico y la globalización económica generan un cambio de uso de la tierra y malas prácticas de gestión en todas las escalas, señala el documento. Por lo general, esos cambios y prácticas seguirán degradando el valor “real” actual y futuro de nuestros recursos terrestres, como el suelo, el agua y la biodiversidad.

“Ahora es momento de reconocer los límites biofísicos a la productividad de la tierra y la necesidad de restablecer la multifuncionalidad tanto de nuestros paisajes naturales como de los de producción. La evidencia comprueba la necesidad de actuar a corto plazo para evitar posibles resultados negativos e irreversibles a mediano y largo plazo”, añadió.

La secretaría de la UNCCD, con sede en Bonn, indicó que su Perspectiva Mundial de la Tierra (GLO, en inglés) ofrece una visión estratégica para transformar la forma en que pensamos sobre el valor, el uso y la gestión de nuestros recursos terrestres, mientras planificamos un futuro más resiliente y sostenible.

La primera edición del GLO es la nueva publicación emblemática de la UNCCD, al igual que la Perspectiva Mundial sobre Biodiversidad, del Convenio sobre la Diversidad Biológica, y la Perspectiva sobre el Medio Ambiente Mundial, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

“Es una plataforma de comunicaciones y de publicación estratégica que demuestra la importancia central de la calidad de la tierra para el bienestar de los seres humanos, analiza las tendencias actuales en la degradación, la pérdida y la conversión de la tierra, identifica los factores responsables y analiza los impactos, así como ofrece escenarios de oportunidades y desafíos futuros”, indica.

“La pérdida tanto de la calidad como de la cantidad de recursos terrestres saludables y productivos es un motivo de preocupación inmediato, en especial en los países en desarrollo y en aquellos con una elevada proporción de tierras secas frágiles y vulnerables”, añadió.

Esos son algunos de los motivos por los cuales el lema de este Día Mundial del Ambiente, “Reconéctate con la naturaleza”, subraya los vastos beneficios, desde la seguridad alimentaria, pasando por las mejoras a la salud y el suministro de agua hasta la estabilidad climática, que los sistemas naturales y un ambiente limpio ofrecen a la humanidad. Pero hay más razones.

Salud mental, estrés, depresión

Numerosos estudios prueban que pasar tiempo en espacios verdes es bueno para algunos problemas de salud mental como el estrés y la depresión. Esta última, que afecta a 350 millones de personas, es la principal causa de discapacidad a escala mundial, según la ONU.

“El espacio verde urbano es un arma clave en la lucha contra la obesidad: se estima que las 3,2 millones de muertes prematuras de 2012 pueden atribuirse a la falta de actividad física”, precisa el foro mundial.

Cada vez son más las ciudades que plantan árboles para mitigar la contaminación aérea, el mayor riesgo ambiental para la salud. De hecho, 6,5 millones de personas mueren por año debido a la exposición diaria a un aire de mala calidad.

Por último, la ONU recuerda que el uso de plantas en la medicina tradicional se remonta a los comienzos de las civilizaciones y que la medicina herbal tiene claros efectos terapéuticos reconocibles y desempeña un papel importante en la atención primaria de la salud en muchos países en desarrollo.

Los analgésicos comunes y los tratamientos contra la malaria (paludismo), así como los fármacos empleados en la lucha contra el cáncer, enfermedades coronarias y presión alta, derivan de las plantas.

¿Todavía necesitan más razones para conectarse, o mejor dicho, para reconectarse, con la naturaleza?

Traducido por Verónica Firme

Ecoportal.net

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Expertos: pese a máximo esfuerzo, los glaciares suizos se derretirán.

Por: Jornada.unam.MX/04-08-2017

Zúrich. Los glaciares suizos ya no se podrán salvar, en vista del aumento global de las temperaturas: incluso aunque se hiciera el máximo esfuerzo para reducir las emisiones de CO2, entre 80 y 90 por ciento de la masa de hielo se derretirían antes de 2100, aseguró el glaciólogo Matthias Huss al diario Tages-Anzeiger.

«La ralentización del calentamiento global llega demasiado tarde para los glaciares suizos», asegura el experto de la universidad politécnica ETH de Zúrich en una amplia publicación del diario sobre la merma de los glaciares en el país en los últimos 170 años.

Desde 1850, el punto álgido de la llamada Pequeña Edad de Hielo, el volumen de hielo de los glaciares suizos ha caído de 130 a 54 kilómetros cúbicos, acelerándose dramáticamente en los últimos años y décadas. En 1973, Suiza tenía 2 mil 150 glaciares y hoy sólo tiene mil 400.

Seis de ocho años más extremos de fundición del hielo se registraron desde 2008. Sólo en 2016 se perdió casi un kilómetro cúbico de volumen de hielo o unos 900 mil millones de litros de agua.

En vista de las altas temperaturas actuales, se espera que 2017 tampoco sea un buen año para los glaciares.

El agua fundida contribuye además al aumento del nivel del mar, que en 2100 podría subir entre 30 y 100 centímetros. «La subida del nivel del mar no nos afecta directamente en Suiza, pero habrá millones de refugiados climáticos», alerta la publicación.

*Fuente:http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2017/08/03/pese-a-maximo-esfuerzo-glaciares-suizos-se-derretiran-experto

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El Cambio Climático no se combate solo con dinero

Por Eco Portal

“Suecia, los Países Bajos y Alemania están entre los países mejor posicionados para hacer frente a las consecuencias del Cambio Climático, como la migración a gran escala, gracias a sus fuertes redes de seguridad, programas de educación y oportunidades económicas, según un informe mundial confeccionado por KPMG.”

Europa en la cima

Suiza obtuvo el primer lugar en el «Índice de preparación para el cambio» de KPMG, que mide la capacidad de 136 países, para responder a los cambios y a las tendencias a largo plazo, como son los desastres naturales, las crisis económicas y las consecuencias del Cambio Climático, mientras que Siria y Somalia figura en el último lugar de la lista. “Los países que tienden a estar mejor preparados para afrontar los cambios en general, son los que tienen un enfoque más inclusivo para el crecimiento”, dijo Trevor Davies, jefe de Servicios de Asistencia de Desarrollo Internacional de KPMG y agregó que: “Hay cada vez más expectativas de los ciudadanos a estar mejor educados, mejor informados, más comprometidos y que haya una mayor equidad”.

El índice bienal de la firma de contabilidad y asesoría analiza las capacidades de los negocios, el gobierno y la sociedad civil y entre sus hallazgos destacan las áreas que necesitan mejoras y que pueden ser potencialmente ayudadas por los responsables políticos, las empresas y otros donantes. Cuando se trata de la migración en general, el ingreso nacional por sí solo, no es un indicador claro de la capacidad de un país para acomodar a los recién llegados y él informa cita como ejemplos a España (en la posición 27) y a Grecia (en la 54).

Entre los países que no están preparados para recibir refugiados de ningún tipo (políticos y/o climáticos), destacan Jordania y Líbano, que carecen de capacidad de absorción de población extra; ello también representaría un grave problema para otras naciones como Chad (puesto 134) o Sudán (133).

África, Latam y Asia

Entre los países africanos, Ruanda es el que mejor posicionamiento ha tenido, puesto que ha logrado una recuperación importante y una la estabilidad política, que lo han colocado en el puesto 43, por encima incluso que Grecia.

La abundancia de petróleo de Nigeria demostró que «la riqueza en sí misma no es suficiente», para preparar a los países para el Cambio Climático”, dijo Davies, señalando que: “el país no ha logrado reducir la pobreza, ni crear suficientes empleos para su creciente población, por lo que se ubica en la posición 120”.

“Los altos niveles de desigualdad limitan la capacidad de los países latinoamericanos para responder a los choques”, dijo Davies. Mientras que Chile (puesto 24) y Uruguay (29) se clasificaron entre los 30 primeros, México apenas llegó al puesto 71, Brasil al 79 y Haití al 123.

En Asia, Singapur cayó de la primera posición mundial a la cuarta, mientras que Japón se situó en el 21 y China en el 36, demostrando la teoría de que una economía floreciente ayuda, pero no es la que hace la diferencia; Afganistán ocupa el lugar más bajo entre lospaíses asiáticos y alcanza el puesto 127.

“Mientras que el sector empresarial de Asia es fuerte, los países necesitan asegurar que los beneficios se distribuyan de forma más equitativa en toda la sociedad”, dijo Davies. “La región se enfrenta a retos demográficos complicados, con un grave envejecimiento de la población en Japón y la India creciendo cada día más”, concluyó.

Fuente del Artículo:

http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/El-Cambio-Climatico-no-se-combate-solo-con-dinero

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Los animales enfrentan peligros ambientales

Por: Cristián Frers

«Ahora mismo estamos decidiendo, casi sin querer, qué caminos evolutivos permanecerán abiertos y cuáles quedarán cerrados para siempre. Ninguna otra criatura había hecho esto jamás, y será, por desgracia, nuestro legado más perdurable».

El impacto creciente de las actividades humanas en la naturaleza está provocando una pérdida de biodiversidad acelerada. La causa principal es la destrucción deecosistemas, cuando se ponen tierras de cultivo sobre tierras vírgenes, desecando pantanos o talando bosques o cuando se cambian las condiciones de las aguas o la atmósfera por la contaminación o cuando se destruyen hábitats en la extracción de los recursos.

Cuando se piensa en la extinción de especies, lo normal es imaginarse animales como la ballena franca austral, el oso panda, el rinoceronte negro u otros animales bien conocidos, que han desaparecido como especie o que están en grave peligro. El tamaño, las costumbres de vida o la apariencia de éstos u otros animales hacen que la opinión pública se sensibilice con especial facilidad con estas especies.

Aunque es muy difícil cuantificar el ritmo  que se están perdiendo estas especies, algunos autores suponen que todos los años se extinguen miles de especies y que para el 2.025 podrían desaparecer hasta la mitad de las actualmente existentes. Se debe entender que estas cifras no son especies concretas y conocidas que ya se han extinguido. Son estimaciones y cálculos que se hacen en base al ritmo de destrucción de hábitats o ecosistemas.

Los mares y océanos se enfrentan a una  pérdida masiva sin precedentes,  La desaparición de las especies más grandes puede alterar estos ecosistemas durante millones de años.

El gobierno argentino del Ingeniero Mauricio Macri está avanzando con un ambicioso plan a fin de proteger el 10% de la superficie del Mar Argentino, a través de la creación de parques nacionales marinos en la zona económica exclusiva (ZEE), para cumplir antes del 2.020, con los compromisos internacionales, asumidos durante el gobierno anterior, donde poco y nada se avanzó.

Fui uno de los impulsores de estos proyectos, junto a muchos  otros científicos; se puede leer mi  proyecto en Revista INTER-FORUM publicado en el año 2003:

http://www.revistainterforum.com/espanol/articulos/052603Naturalmente_ballenas-frers.html.

A nivel mundial, se busca aunar esfuerzos para resguardar muestras viables de poblaciones biológicas, tipo de hábitats y procesos del ecosistema oceánico y, así, crear condiciones de sustentabilidad a corto, mediano y largo plazo.

Proteger el mar argentino es una deuda pendiente y supone un salto cualitativo en temas deconservación ambiental.

Si bien las áreas a ser protegidas serán sometidas a debate, algunas de las zonas potenciales serian:

-El frente marítimo del Río dela Plata, un área neurálgica para la conservación de la corvina rubia, principal alimento de pingüinos, albatros y lobos marinos.

-La franja oceánica enla Provinciade Chubut, un extenso corredor marítimo, donde se reproducen la merluza y el langostino. Es un área de importancia para la alimentación de lobos y elefantes marinos, pingüino de Magallanes, delfines y aves acuáticas.

-El borde de la plataforma continental austral, denominada Agujero Azul, que se ubica sobre el talud de la plataforma y es relevante durante el ciclo anual del calamar argentino.

Las riquezas que proporcionan los océanos son limitadas y, dependiendo del uso responsable que hagamos de ellas, se asegurará o no la perpetuidad de esos recursos para nosotros y las futuras generaciones.

* Fuente: Ecoportal.net

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Chile: El cambio climático y la sustentabilidad formarán parte de mallas curriculares en los colegios

Chile / 26 de julio de 2017 / Fuente: http://www.diarioaysen.cl

Susana Figueroa Meza, Seremi del Medio Ambiente, valoró el anuncio realizado por la Presidenta de la República, destacando la importancia que este Gobierno le ha dado a la educación en todos sus ámbitos.

“El cambio climático afecta todas las dimensiones de la vida, por lo que se debe asumir con urgencia el desafío de educar sobre los efectos de este fenómeno con el fin de que cada uno de los chilenos y chilenas puedan contribuir a disminuir su impacto” señaló la Presidenta Michelle Bachelet al anunciar, el día de ayer, la entrega por parte del Ministerio de Educación de las bases curriculares para incluir la enseñanza sobre Cambio Climático al Consejo Nacional de Educación. “No hay más tiempo para seguir observando, tenemos que actuar ahora. Es por eso, que hace pocas semanas lanzamos el Plan de Acción Nacional de Cambio Climático, para tener un Chile mejor preparado frente a los efectos del cambio climático. Y una pieza central de nuestra acción climática es la educación ambiental. Porque creemos que es a través de la educación y formación de ciudadanos ambientalmente conscientes, que construimos una sociedad que se desarrolla sustentablemente. Creemos que para proteger el medio ambiente se necesitan cambios sociales y que estos son posibles si hay un cambio cultural en las personas” indicó la Presidenta Bachelet.

Al respecto Susana Figueroa Meza, Seremi del Medio Ambiente, destacó el hecho de que esto “fue un compromiso adquirido por la Presidenta durante su última cuenta pública, cuando anunció la incorporación de esta temática ambiental en las mallas curriculares de la educación básica y media de nuestro país. Esa promesa, el día de ayer comenzó a materializarse”.

La Propuesta

En el documento propuesto por el Mineduc resaltan dos ideas importantes: señala como fundamental que los estudiantes desarrollen actitudes que los lleven a valorar el medioambiente que hace posible la existencia de sus sociedades; y, se busca promover una conciencia de la interrelación que existe entre ser humano y medio, haciendo énfasis en la necesidad de construir una sociedad sustentable como una condición necesaria para el fortalecimiento de la democracia.

Las asignaturas en las que se pretende impartir estos conocimientos son Ciencias, Educación Ciudadana e Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Tanto en el plan común como en los electivos se contemplan varios objetivos de aprendizajes que buscan analizar y evaluar la fragilidad del medioambiente y la explotación que se hace de los recursos naturales, la interacción entre el medio y las personas en el contexto de una sociedad democrática, así como promover una ciudadanía activa y responsable en la promoción y aseguramiento de la sustentabilidad de la democracia y el desarrollo.

Finalmente Susana Figueroa Meza, Seremi del Medio Ambiente, indicó que “el Ministerio del Medio Ambiente desde hace tiempo ha venido trabajando estas y otras materias en la educación a través del Sistema Nacional de Certificación de Establecimientos Educacionales, que en nuestra región y al término de este gobierno tendremos un 61% de establecimientos educacionales de la región certificados y el 100% de los jardines infantiles JUNJI e Integra. Además, y muy en la línea de lo dado a conocer por nuestra Presidenta, en Coyhaique desde este año como seremía estamos trabajando una guía educativa sobre contaminación ambiental especialmente diseñada en contenido y forma para Coyhaique con todos los colegios y jardines infantiles de la ciudad. Como vemos, una pieza central de nuestra acción climática es la educación ambiental. Porque tenemos la convicción que es a través de la educación y formación de ciudadanos ambientalmente conscientes, que construiremos una sociedad que se desarrolle sustentablemente. Creemos que para proteger el medio ambiente se necesitan cambios sociales y que estos son posibles si hay un cambio cultural en las personas”.

Fuente noticia: http://www.diarioaysen.cl/sitio/2017/07/25/el-cambio-climatico-y-la-sustentabilidad-formaran-parte-de-mallas-curriculares-en-los-colegios/

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Medioambiente e igualdad social

Por: Alvaro García Linera

¿Puede la naturaleza hablar? ¿Puede la naturaleza contarnos los males que le afectan? Descontando el lenguaje verbal creado por el ser humano, la naturaleza no verbaliza; lo que sí tiene es una capacidad infinita de comunicar, mediante otros lenguajes no proposicionales, un conjunto de conmociones que la están perturbando. El calentamiento global es uno de estos cambios dramáticos que a diario la naturaleza nos informa. Cambios abruptos del clima, sequias en regiones anteriormente húmedas; deshielo de glaciales, cataclismos ambientales, huracanes con fuerza nunca antes vista, desbordes crecientes de ríos., etc., son solo unos de los cuantos efectos comunicacionales con los que la naturaleza informa de lo que le está sucediendo.

No obstante, la manera en que las catástrofes ambientales afectan la vida de la humanidad no es homogénea ni equitativa; mucho menos lo es la responsabilidad que cada ser humano tiene en su origen.

Clase y raza medioambiental

En la última década, se puede constatar que las catástrofes naturales más importantes están presentes por todo el globo terráqueo, sin diferenciar continentes o países; en ese sentido, existe una especie de democratización geográfica del cambio climático. Sin embargo, los daños y efectos que esos desastres provocan en las sociedades, claramente están diferenciados por país, clase social e identificación racial. De manera consecutiva, hemos tenido en el periodo 2014-2016, los años más calurosos desde 1880, lo que explica la disminución en el ritmo de lluvias en muchas partes del planeta. Aun así, los medios materiales disponibles para soportar y remontar estas carencias y, por tanto, los efectos sociales resultantes de los trastornos ambientales, son abismalmente diferentes según el país y la condición social de las personas afectadas. Por ejemplo, ante la escasez de agua en California, la gente se vio obligada a pagar hasta un 100% más por el líquido elemento, aunque esto no afectó su régimen de vida. En cambio, en el caso de la Amazonía y las zonas de altura del continente latinoamericano se tuvo una dramática reducción del acceso a los recursos hídricos para las familias indígenas, provocando malas cosechas, restricción en el consumo humano de agua y ‒especialmente en la Amazonía‒ parálisis de gran parte de la capacidad productiva extractiva con la que las familias garantizaban su sustento anual.

Asimismo, el paso del huracán Katrina por la ciudad de Nueva Orleans en 2005, dejó más de dos mil muertos, miles de desaparecidos y un millón de personas desplazadas. Pero los efectos del huracán no fueron los mismos para todas las clases e identidades étnicas. Según el sociólogo P. Sharkey [1] , el 68% de las personas fallecidas y el 84% de las desaparecidas eran de origen afroamericano. Ello, porque en las zonas propensas a ser inundadas, donde el valor de la tierra es menor, viven las personas de menos recursos; mientras que los que habitan en las zonas altas son los ricos y blancos.

En este y en todos los casos, la vulnerabilidad y el sufrimiento se concentran en los más pobres (indígenas y negros), es decir, en las clases e identidades socialmente subalternas. De ahí que se pueda hablar de un enclasamiento y racialización de los efectos del cambio climático.

Entonces, los medios disponibles para una resiliencia ecológica ante los cambios medioambientales dependen de la condición socioeconómica del país y de los ingresos monetarios de las personas afectadas. Y, dado que estos recursos están concentrados en los países con las economías dominantes a escala planetaria y en las clases privilegiadas, resulta que ellas son las primeras y únicas capaces de soportar y disminuir en su vida esos impactos, comprando casas en zonas con condiciones ambientales sanas, accediendo a tecnologías preventivas, disponiendo de un mayor gasto para el acceso a bienes de consumo imprescindibles, etc. En cambio, los países más pobres y las clases sociales más vulnerables, tienden a ocupar espacios con condiciones ambientales frágiles o degradadas, carecen de medios para acceder a tecnologías preventivas y son incapaces de soportar variaciones sustanciales en los precios de los bienes imprescindibles para sostener sus condiciones de vida. Por tanto, la democratización geográfica de los efectos del calentamiento global se traduce, instantáneamente, en una concentración nacional, clasista y racial del sufrimiento y el drama causados por los efectos climáticos.

Este enclasamiento racializado del impacto medioambiental se vuelve paradójico e incluso moralmente injusto cuando se comparan los datos de las poblaciones afectadas y de las poblaciones causantes o de mayor incidencia en su generación.

La nueva etapa geológica del antropoceno ‒un concepto propuesto por el Premio Nobel de Química, P. Crutzen‒, caracterizada por el impacto del ser humano en el ecosistema mundial, se viene desplegando desde la Revolución Industrial a inicios del siglo XVIII. Y, desde entonces, primero Europa, luego Estados Unidos, y en general las economías capitalistas desarrolladas y colonizadoras del norte, son las principales emisoras de los gases de efecto invernadero que están causando las catástrofes climáticas. Sin embargo, los que sufren los efectos devastadores de este fenómeno son los países colonizados, subordinados y más pobres, como los de África y América Latina, cuya incidencia en la emisión de CO2 es muchísimo menor.

Según datos del Banco Mundial [2] , Kenia contribuye con el 0,1% de los gases de efecto invernadero, pero las sequías provocadas por el impacto del calentamiento global llevan a la hambruna a más del 10% de su población. En cambio, en EEUU, que contribuye con el 14,5%, la sequía solo provoca una mayor erogación de los gastos en el costo del agua, dejando intactas las condiciones básicas de vida de su ciudadanía. En promedio, un alemán emite 9,2 toneladas de CO2 al año; en tanto que un habitante de Kenia, 0,3 toneladas. No obstante, quien lleva en sus espaldas el peso del impacto ambiental es el ciudadano keniano y no el alemán. Datos similares se puede obtener comparando el grado de participación de los países del norte en la emisión de gases de efecto invernadero, como Holanda (10 TM por persona/año), Japón (7 TM), Reino Unido (7,1 TM), España 5 TM), Francia 8% TM), pero con alta resilencia ecológica; frente a países del sur con baja participación en la emisión de gases de efecto invernadero, como Bolivia (1,8 TM), Paraguay (0,7 TM), India (1,5 TM), Zambia (0,2 TM), etc., pero atravesados de dramas sociales producidos por el cambio climático. Existe, entonces, una oligarquización territorial de la producción de los gases de efecto invernadero, una democratización planetaria de los efectos del calentamiento global, y una desigualdad clasista y racial de los sufrimientos y efectos de las conmociones medioambientales.

Medioambientalismos coloniales

Si la naturaleza comunica los impactos de la acción humana en su metabolismo de una forma jerarquizada, también existen ciertos conceptos referidos al medioambiente, parcializados de una manera todavía más escandalosa; o, peor aún, que legitiman y encubren estas focalizaciones regionales, clasistas y raciales.

Como señala McGurty [3] para el caso norteamericano en la década de los 70 del siglo XX, lo que hizo posible que el debate público sobre las demandas sociales de las minorías étnicas urbanas, e incluso del movimiento obrero sindicalizado, fuera soslayado, llevando a que la “temática social” perdiera fuerza de presión frente al gobierno, fue un tipo de discurso medioambientalista. Un nuevo lenguaje acerca del medio ambiente, cargado de una asepsia respecto a las demandas sociales, que ciertamente puso sobre la mesa una temática más “universal”, pero con responsabilidades “adelgazadas” y diluidas en el planeta; a la vez que distantes política y económicamente respecto a las problemáticas de las identidades sociales (obreros, población negra). Aspecto que no deja de ser celebrado por las grandes corporaciones y el gobierno que ven encogerse así sus deudas sociales con la población.

Por otra parte, el sociólogo francés Keucheyan [4] subraya cómo en ciertos países como Estados Unidos, el “color de la ecología no es verde sino blanco”; no solo por la mayoritaria condición social de los activistas ‒por lo general, blancos, de clase media y alta‒, sino también por la negativa de sus grandes fundaciones a involucrarse en temáticas medioambientales urbanas que afectan directamente a los pobres y las minorías raciales.

Al parecer, la naturaleza que vale la pena salvar o proteger no es “toda” la naturaleza ‒de la que las sociedades son una parte fundamental‒, sino solamente aquella naturaleza “salvaje” que se encuentra esterilizada de pobres, negros, campesinos, obreros, latinos e indios, con sus molestosas problemáticas sociales y laborales.

Todo ello refleja, pues, la construcción de una idea sesgada de naturaleza de clase, asociada a una pureza original contrapuesta a la ciudad, que simboliza la degradación. Así, para estos medioambientalistas, las ciudades son sucias, caóticas, oscuras, problemáticas y llena de pobres, obreros, latinos y negros, mientras que la naturaleza a proteger es prístina y apacible, el santuario imprescindible donde las clases pudientes, que disponen de tiempo y dinero para ello, pueden experimentar su autenticidad y superioridad.

En los países subalternos, las construcciones discursivas dominantes sobre la naturaleza y el medioambiente comparten ese carácter elitista y disociado de la problemática social, aunque incorporan otros tres componentes de clase y de relaciones de poder.

En primer lugar se encuentra el estado de auto-culpabilización ambiental. Eso quiere decir que la responsabilidad frente al calentamiento global la distribuyen de manera homogénea en el mundo. Por tanto, talar un árbol para sembrar alimentos tiene tanta incidencia en el cambio climático como instalar una usina atómica para generar electricidad. Y como en la mayoría de los países subalternos existe una apremiante necesidad de utilizar los recursos naturales para aumentar la producción alimenticia u obtener divisas a fin de acceder a tecnologías y superar las precarias condiciones de vida heredadas tras siglos de colonialidad, entonces, para estas corrientes ambientalistas, los mayores responsables del calentamiento global son estos países pobres que depredan la naturaleza. No importa que su contribución a la emisión de gases de efecto invernadero sea del 0,1% o que el impacto de los millones de coches y miles de fábricas de los países del norte afecte 50 o 100 veces más al cambio climático. Surge así una especie de naturalización de la acción anti-ecológica de la economía de los países ricos, de sus consumos y de su forma de vida cotidiana, que en realidad son las causantes históricas de las actuales catástrofes naturales. Dicha esquizofrenia ambiental llega a tales extremos, que se dice que la reciente sequía en la Amazonía es responsabilidad de unos cientos de campesinos e indígenas que habilitan sus parcelas familiares para cultivar productos alimenticios y no, por ejemplo, del incesante consumo de combustibles fósiles que en un 95% proviene de una veintena de países del norte, altamente industrializados.

La financiarización de la plusvalía medioambiental

Un segundo componente de esta construcción discursiva de clase es una especie de “financiarización medioambiental”. En los países capitalistas desarrollados ha surgido una economía de seguros, expansiva y altamente lucrativa, que protege a empresas, multinacionales, gobiernos y personas de posibles catástrofes ambientales. Así, el desastre ambiental ha devenido en un lucrativo y ascendente negocio de aseguradoras y reaseguradoras que protegen las inversiones de grandes empresas, no solo de crisis políticas, sino de cataclismos naturales mediante un mercado de “bonos catástrofe” [5] , volviendo al capital “resilente” al calentamiento global. Paralelamente a ello, en los países subalternos emerge un amplio mercado de empresas de transferencia de lo que hemos venido a denominar plusvalía medioambiental.

A través de algunas fundaciones y ONG, las grandes multinacionales del norte financian, en los países pobres, políticas de protección de bosques. Todo, a cambio de los Certificados de Emisión Reducida (CER) [6] que se cotizan en los mercados de carbono. De esta manera, por una tonelada de CO2 que se deja de emitir en un bosque de la Amazonía gracias a unos miles de dólares entregados a una ONG que impide su uso agrícola, una industria norteamericana o alemana de armas, autos o acero, que utiliza como fuente energética al carbón y emite gases de efecto invernadero, puede mantener inalterable su actividad productiva sin necesidad de cambiar de matriz energética o de reducir su emisión de gases ni mucho menos parar la producción de sus mercancías medioambientalmente depredadoras. En otras palabras, a cambio de 100.000 dólares invertidos en un alejado bosque del sur, la empresa puede ganar y ahorrar cientos de millones de dólares, manteniendo la lógica de consumo destructiva inalterada.

Así, hoy el capitalismo depreda la naturaleza y eleva las tasas de ganancia empresarial. Convierte la contaminación en un derecho negociable en la bolsa de valores. Hace de las catástrofes ambientales provocadas por la producción capitalista, una contingencia sujeta a un mercado de seguros. Y finalmente transforma la defensa de la ecología en los países del sur, en un redituable mercado de bonos de carbono concentrado por las grandes empresas y países contaminantes. En definitiva, el capitalismo esta subsumiendo de manera formal y real la naturaleza, tanto en su capacidad creativa, como el mismísimo proceso de su propia destrucción.

Por último, el colonialismo ambiental recoge de su alter ego del norte el divorcio entre naturaleza y sociedad, con una variante. Mientras que el ambientalismo dominante del norte propugna una contemplación de la naturaleza purificada de seres humanos ‒su política de exterminio de indígenas le permite ese exceso‒, el ambientalismo colonizado, por la fuerza de los hechos, se ve obligado a incorporar en este tipo de naturaleza idealizada, a los indígenas que inevitablemente habitan en los bosques. Pero no a cualquier indígena porque, para ellos, el que cultiva la tierra para vender en los mercados, el que reclama un colegio, hospital, carretera o los mismos derechos que cualquier citadino, no es un verdadero sino un falso indígena, un indígena a “medias”, en proceso de campesinización, de mestización; por tanto, un indígena “impuro”. Para el ambientalismo colonial, el indígena “verdadero” es un ser carente de necesidades sociales, casi camuflado con la naturaleza; ese indígena fósil de la postal de los turistas que vienen en busca de una supuesta “autenticidad”, olvidando que ella no es más que un producto de siglos de colonización y despojo de los pueblos del bosque.

En síntesis, no hay nada más intensamente político que la naturaleza, la gestión y los discursos que se tejen alrededor de ella. Lo lamentable es que en ese campo de fuerzas, las políticas dominantes sean, hasta ahora, simplemente las políticas de las clases dominantes. Por eso, aun son largos el camino y la lucha que permitan el surgimiento de una política medioambiental que, a tiempo de fusionar temáticas sociales y ecológicas, proyecte una mirada protectora de la naturaleza desde la perspectiva de las clases subalternas, en lo que alguna vez Marx denominó una acción metabólica mutuamente vivificante entre ser humano y naturaleza [7] .

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=226695

 

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