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Defender la vida: Una rebelión global desde la desobediencia civil

La lucha por defender el planeta, y por tanto la vida, se extiende en todos los continentes. Sea en países empobrecidos o enriquecidos, la resistencia y la construcción de alternativas florecen en todas partes. La sociedad civil se organiza y se rebela para enfrentar tanta destrucción ambiental provocada, sobre todo, por los múltiples extractivismos, que vienen acompañados de un creciente empobrecimiento social de las regiones expoliadas. Todo en medio de una carrera enloquecida tras los pasos de un fantasma y de su sombra: el progreso y el desarrollo, respectivamente.Esa brutal carrera, en donde el ideal de “progreso” encubre la búsqueda sin fin de lucro y poder en las sociedades modernas capitalistas, realmente pone en peligro a la vida. Por ejemplo, es sabido que si se extrae la totalidad de combustibles fósiles se provocaría una hecatombe ambiental, como indica la Agencia Internacional de Energía. Sabemos también que se debe reducir entre el 70 y el 95% de las emisiones de CO2, como señala el Panel Intergubernamental de Cambio Climático. Pero esos mensajes parecen caer en saco roto…

Entre los extractivismos más voraces está la minería, la cual desmonta bosques y suelo cultivable, contamina agua y aire, y hasta expulsa a las personas de sus hogares y destruye pueblos, tal como sucede en todas las zonas mineras de Alemania, Colombia, Congo o de cualquier otro rincón del globo. Clima, comunidades, cultura y Naturaleza son sacrificadas para financiar el bienestar de la gente, reza el discurso dominante. Se sacrifica vida en nombre de la vida, y en realidad ese sacrificio alimenta a estructuras de poder y dominación. Las consecuencias de semejante (i)lógica recaen sobre los propios seres humanos, tanto sobre quienes viven en las regiones sacrificadas o en sus alrededores, como aun en otras partes lejanas. Basta notar la crisis climática -de escala global- provocada por tanta destrucción.

Cuando se reúna en Bonn la conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático 2017, en noviembre próximo, el mundo volverá a discutir estas cuestiones. Será una oportunidad para profundizar la discusión y seguir politizando el tema. Esto último es urgente pues, parafraseando a Bertolt Brecht, el peor analfabeto es el analfabeto político: aquel que no oye, no habla, ni participa en los acontecimientos políticos, aquel que no sabe que los graves y crecientes desórdenes ambientales dependen de las decisiones políticas; ese imbécil que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política. A tales analfabetos cabe agregar a otros imbéciles que -actualizando la cita de Brecht- consideran el cambio climático como “un cuento chino” y no saben (¿o sí saben?) que su “ignorancia” nutre las enormes utilidades de grandes empresas nacionales y transnacionales, cuyo galope apocalíptico deja una grave destrucción ambiental.

La propia realización de la Cumbre en Bonn constata que la situación ambiental y la pobreza en algunos estados es insostenible, al punto que esta reunión no se podría llevar a cabo en el territorio del Estado que la presidirá: me refiero a las islas Fidji, uno de esos estados insulares del Pacífico, con “limitación en sus capacidades técnicas, sus recursos humanos y financieros” (como reza el discurso diplomático de Naciones Unidas): un país en peligro de desaparecer tragado por el océano. Solo este hecho ya debería provocar reflexión y acción, reiterando que semejantes fenómenos ambientales –propios del capitaloceno– exacerban los conflictos sociales, económicos y políticos, presionando cada vez más migraciones forzadas.

Igualmente, cuando se reúnan en la antigua capital de la República Federal de Alemania los representantes de todos los países del mundo para discutir estas cuestiones, se constatará que los países presentados como “ejemplo” internacional -he ahí al propio anfitrión- son grandes causantes de los problemas ambientales globales. Los países ricos son los mayores demandantes de materias primas extraídas con altos costos socioambientales en diversas esquinas del globo.

Un ejemplo de la responsabilidad de tales países en el daño ambiental es su incapacidad de poner fin a la extracción del carbón, tal como demanda la ciudadanía alemana organizada en la campaña “Ende Gelände”. Dicha campaña lucha contra la expansión minera en la Renania -la mayor productora europea de carbón de lignito- desde hace ya varios años y es un potente ejemplo a seguir.

Pero Bonn -esa pequeña ciudad en donde nació Heinrich Böll hace cien años y 60 años después mi primer hijo- también alojará esperanza. En el Landesmuseum, los días 7 y 8 de noviembre se reunirán representantes de la sociedad civil del planeta para transitar otros caminos que enfrenten los problemas ambientales desde sus raíces. Caminos que, desde la ética, sensibilicen a la Humanidad para que asuma definitivamente su futuro y reconozca que ya no puede confiar más en sus gobernantes (meros ejecutores del sacrificio que alimenta al capital); más aún en momentos en los que grupos neofascistas y negacionistas comienzan a emerger con fuerza en el planeta.

Tales caminos buscan conformar un sistema internacional que sancione tantos crímenes en contra de la Madre Tierra y sus defensores, y que ya empezó a germinar hace un par de años con la creación del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza. Un Tribunal que ya ha sesionado en Perú, Australia, EEUU, Ecuador, Francia. En esta ocasión se discutirá la minería en Alemania y el riesgo en el que se encuentra la Amazonía por el extractivismo, también las falsas soluciones energéticas al cambio climático (como la nuclear, el fracking y la consolidación de la actividad petrolera) en todo el mundo, la carretera en el TIPNIS en Bolivia, la escases de agua para comunidades y ecosistemas en España por el abuso de las industrias, las implicaciones nefastas del libre comercio sobre la Naturaleza, la estafa del tan promocionado sistema REDD (Programa de las Naciones Unidas para la Reducción de Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques), así como las violaciones a los Derechos Humanos de los defensores de la Naturaleza en los EEUU, en Rusia, en la Guyana francesa y en otras latitudes.

En síntesis, mientras unos sacrifican vida para alimentar al poder, la resistencia sigue. He ahí la iniciativa “Ende Gelände” en Alemania, los Yasunidos en Ecuador o la resistencia en Standing Rock en los Estados Unidos, que apenas nos sirven de ejemplos de un rebelión mundial, en la que se destacan las acciones de los pueblos indígenas en la Amazonía, en los Andes o en la India, las comunidades negras en muchas partes, como en el delta del Níger.

Frente a la gran máquina capitalista y su falsa democracia está surgiendo una gran ola de desobediencia civil mundial que demanda una justicia política, económica, de género, étnica, climática, etc., en síntesis, una justicia total. Todas las aristas de esa justicia total son rostros de una misma lucha para construir democráticamente sociedades democráticas.

El autor es economista ecuatoriano, ex-presidente de la Asamblea Constituyente y ex-candidato a la Presidencia de la República del Ecuador.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=232364

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La FAO advierte a AL sobre las graves consecuencias de la disminución de las lluvias

Por: Ecoportal 

La FAO advierte a América Latina sobre la disminución significativa de lluvias para finales del siglo, lo que pondría en serio riesgo la seguridad alimentaria, perdiendo una batalla contra el hambre y la pobreza.

Se estima que la disminución de lluvias sera del 22 % en el noreste de Brasil y un aumento del 25 % en la zona suroriental del subcontinente.

Según el estudio, el cambio climático puede perjudicar a la estabilidad de la seguridad alimentaria debido a una mayor incertidumbre respecto al desempeño productivo de las actividades agrícolas, los ingresos de los hogares y los precios de los alimentos.

Conscientes del riesgo, casi todos los países de la región han ratificado el Acuerdo de París, que entrará en vigor el próximo 4 de noviembre. Además, los Gobiernos están ocupándose de establecer estrategias integrales para combatir el hambre en el marco de adaptación al cambio climático, como lo es el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños 2025.

Cómo afectará la agricultura y la ganadería

En las zonas templadas, aumentará la productividad de la soja, el trigo y los pastos, la mayor sequedad de los suelos y el estrés térmico reducirían la productividad en las regiones tropicales y subtropicales.

Además, se espera una mayor salinización y desertización en las zonas áridas de Chile y Brasil, mientras que la agricultura de secano en las zonas semiáridas afrontará mayores pérdidas de cultivos.

La pesca también se verá afectada

La FAO también pronostica que el cambio climático reducirá la producción pesquera primaria en el Pacífico tropical y que algunas especies de peces se trasladarán hacia el sur.

Fenómenos climáticos y su impacto en los diversos ecosistemas

La mayor frecuencia de tormentas, huracanes y ciclones perjudicará a la acuicultura y la pesca del Caribe, los cambios en la temperatura pueden alterar la fisiología de las especies de peces de agua dulce y generar hundimiento de los sistemas de arrecifes de coral.

En cuanto a los bosques, el informe señala que en la Amazonía se verá un mayor riesgo de incendios frecuentes, una pérdida en la superficie de bosques y la conversión de estos terrenos en sabanas.

En América Central, el cambio climático colocará al 40 % de las especies de manglares en peligro de extinción.

Ecoportal.net

Con información de:

http://agencias.abc.es/

http://www.efeverde.com

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Enfrentar las sequías con aguas residuales

Sergio Ferrari
La búsqueda de alternativas para el riego destinado a la producción de alimentos se convierte en un tema casi obsesivo entre técnicos y especialistas. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) anticipó algunas propuestas concretas.

Las mismas se dan en el marco de un aumento constante de las temperaturas planetarias y su incidencia directa en cultivos y cosechas.

Es el momento de dejar de pensar que las aguas residuales son un desecho y se hace necesario aprovecharlas como un recurso útil para los cultivos y la agricultura. Un método oportuno para hacer frente a la demanda creciente de alimentos y a la escasez de agua, sostuvo un alto funcionario de la FAO durante un Foro Global que aborda estos desafíos y que se realiza en la tercera semana de enero en Berlín, Alemania.

Olcay Ünver, director adjunto en la FAO para asuntos de la tierra y el agua, explicó en ese cónclave la importancia de hacer frente al grave problema de la escasez de ese líquido. “Dos tercios de la población mundial sufrirán de escasez de agua en algún momento del año, por un periodo de al menos un mes. Esto es significativo”, enfatizó.

Con el aumento de la población, los cambios en la dieta y un incremento de la competencia por los recursos hídricos se ampliará cada vez más el problema de la escasez de agua, anticipó.

La agricultura utiliza ya el 70% del agua que se obtiene de las capas subterráneas y la perspectiva es que de aquí a 2050 las demandas agrícolas aumentarán, tendencialmente, en un 50%.

A fines de diciembre pasado, la Organización Meteorológica Mundial publicó un informe que indicaba que en 2016 se registraron las más altas temperaturas desde que se procede a medirlas. Lo que implicó que se dieran los niveles más altos de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, además de un mayor calentamiento de los océanos. Se registraron en todo el planeta numerosas inundaciones, olas de calor y ciclones tropicales que afectaron tanto a millones de personas como a los cultivos.

El funcionario de la FAO insistió en el evento de Berlín en que las aguas residuales, que incluyen las utilizadas en las casas, la industria y la lluvia, pueden usarse de forma segura para la producción agrícola. Aunque advirtió sobre la necesidad de tratamientos imprescindibles de las mismas. Si no fueran tratadas pueden contener con frecuencia microbios y patógenos, residuos químicos y antibióticos que amenazan la salud de los agricultores, los trabajadores de la cadena alimentaria y los consumidores. El organismo de la ONU subrayó que existe una serie de tecnologías y estrategias en el sector para sobreponerse a esos riesgos.

Fuente del articulo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221942

Fuente de la imagen: https://www.alainet.org/sites/default/files/aguas_residuales_fa

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Huracanes cada vez más gigantes por el cambio climático

Por: Angel Guerra Cabrera

Este año ha sido pródigo en desastres naturales. Solo del 17 de agosto hasta hoy, los Estados del Caribe y Estados Unidos han sufrido el embate de los huracanes Harvey, Irma, José y Katia. El 7 de septiembre, México sentía los estragos de uno de los mayores terremotos de su historia y casi simultáneamente del ciclón Katia. El primero devastó Juchitán y todo el istmo de Tehuantepec en Oaxaca, además de golpear numerosos municipios de Chiapas, y el segundo azotó zonas de Veracruz y Tamaulipas. Suman más de 90 los fallecidos por ambos fenómenos.

cuestión de los huracanes y cuánto está influyendo el cambio climático en su periodicidad, aumento de categoría y, por consiguiente, en su poder destructor y capacidad de amenazar la vida y bienes, es un tema de la mayor importancia para los pueblos y gobiernos del área del Caribe y el Golfo de México, incluyendo a Estados Unidos. Existe una abrumadora evidencia científica sobre la incidencia del cambio climático en la generación de fenómenos meteorológicos extremos. En los días del paso de Harvey por Estados Unidos varios reconocidos investigadores lo afirmaron categóricamente.

Es el caso de James Hansen, ex responsable de cambio climático en la NASA y con funciones semejantes en la Universidad de Columbia, quien declaró al portal Democracy Now: “Como consecuencia de los cambios en la composición de la atmósfera, provocados fundamentalmente por la quema de combustibles fósiles, el planeta se está calentando y el nivel del mar ha comenzado a aumentar debido a que el océano se está calentando y el hielo se está derritiendo. El volumen de vapor de agua en la atmósfera está aumentando debido a que la atmósfera se está calentando y, por consiguiente, la cantidad de agua que cae durante estas tormentas es mayor debido al calentamiento global provocado por el ser humano. Las tormentas eléctricas, los tornados y las tormentas tropicales obtienen su energía de la energía que está latente en el vapor de agua. Estas tormentas son en gran medida el resultado de los efectos provocados por el ser humano».

Por su parte, el sitio web Carbon Breef publica un elocuente mapa que refleja el estudio de la influencia del cambio climático en 144 eventos meteorológicos extremos analizados en 138 artículos científicos arbitrados https://www.carbonbrief.org/mapeo-como-el-cambio-climatico-afecta-eventos-meteorologicos-extremos-alrededor-del-mundo.

Y qué duda cabe, el capitalismo es la causa fundamental del cambio climático. Mientras persista el irracional y suicida modelo actual de producción y consumo no será posible erradicar el origen de lo que John Saxe-Fernández denomina colapso climático. No obstante, confío en que no haya que esperar al derrocamiento del capitalismo para avanzar en la lucha contra el desbarajuste del clima. Se puede lograr mucho en la educación de las personas sobre este gravísimo peligro y en organizar luchas populares que fuercen a los Estados capitalistas a adoptar medidas que reduzcan las causas y efectos del fenómeno. El hecho de que Trump represente una corriente negadora del cambio climático en el país capitalista históricamente más contaminante y derrochador, refuerza la necesidad de que la izquierda y los gobiernos revolucionarios y progresistas coloquen a la cabeza de sus agendas la lucha contra ese flagelo.

Por lo pronto, es urgente la solidaridad con los países afectados por los huracanes de esta temporada, sobre todo con los pobres o bloqueados por Estados Unidos y también con los desfavorecidos en cualquier país. Ha sido perverso el casi total silencio mediático sobre el demoledor paso de Irma por Cuba, la nación más devastada, o afectada, de una punta a otra de su territorio, por este organismo. Contrastante conque la isla, unida a Venezuela, ha iniciado acciones solidarias con los Estados más afectados del Caribe, como Antigua y Barbuda.

Cuba demostró frente a Irma la conciencia política, disciplina, organización y previsión que la singularizan. Si se observa el curso de este huracán allí, se comprende que únicamente por esos factores, la experiencia de defensa civil acumulada masivamente por los cubanos y las medidas extraordinarias de protección adoptadas, es que fue posible evitar una pérdida mayor de vidas humanas y atenuar la de bienes materiales.

Concluido el paso de Irma por la isla, de inmediato un enjambre humano, animado y supervisado por Raúl, emprendía aceleradamente las labores de recuperación, que en algunos casos, tomarán mucho tiempo.

Twitter:@aguerraguerra

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La indispensable reconstrucción de la internacional de los trabajadores y de los pueblos.

Por: Samir Amin
1.- El sistema instaurado desde hace una treintena de años se caracteriza por la extrema centralización del poder en todas sus dimensiones, locales e internacionales, económicas, políticas y militares, sociales y culturales.

Unas cuantas miles de empresas gigantescas y algunos centenares de entidades financieras, asociados en alianzas cartelizadas, han reducido los sistemas productivos nacionales y globalizados a la condición de subcontratados.

De esta manera, las oligarquías financieras acaparan una parte creciente del producto del trabajo y de la empresa, convertido en renta para su exclusivo beneficio.

Una vez domesticados los principales partidos políticos tradicionales de “derecha” y de “izquierda”, los sindicatos y las organizaciones de la llamada sociedad civil, estas oligarquías ejercen ahora un poder político absoluto y el clero mediático a su servicio fabrica la desinformación necesaria para despolitizar las opiniones públicas.

Las oligarquías han suprimido el alcance antiguo del pluripartidismo y lo han sustituido prácticamente por un régimen de partido único del capital monopolista. Privada de sentido, la democracia representativa pierde su legitimidad.

Este sistema del capitalismo tardío contemporáneo, perfectamente cerrado, cumple los criterios del “totalitarismo” que, sin embargo, bien se cuidan muchos de aplicárselo.

Un totalitarismo que de momento todavía es “blando”, pero que siempre está dispuesto a recurrir a la violencia extrema cuando las víctimas – la mayoría de trabajadores y pueblos –, con su posible revuelta, llegan a cuestionarlo.

Las transformaciones múltiples asociadas a este llamado proceso de “modernización” deben valorarse a la luz de la evolución principal caracterizada en las líneas precedentes.

Así sucede con los grandes desafíos ecológicos (en particular la cuestión del cambio climático), a los que el capitalismo no es capaz de responder (y el acuerdo de París en torno a este problema no es más que arena lanzada a los ojos de las opiniones ingenuas), del mismo modo que los avances científicos y las innovaciones tecnológicas (la informática, entre otras) están estrictamente sometidos a las exigencias de rentabilidad financiera que deben reportar a los monopolios.

El elogio de la competitividad y de la libertad de los mercados, que los medios de comunicación sumisos califican de garantes de la expansión de las libertades y de la eficacia de las intervenciones de la sociedad civil, constituye un discurso que se halla en las antípodas de la realidad, animada por los conflictos violentos entre fracciones de las oligarquías dominantes y reducida a los efectos destructivos de su gobernanza.

2.- En su dimensión planetaria, el capitalismo contemporáneo sigue actuando con la misma lógica imperialista que ha caracterizado todas las etapas de su despliegue globalizado (la colonización del siglo XIX constituyó una forma evidente de globalización).

La “globalización” contemporánea no es ninguna excepción a esta regla: se trata de una forma nueva de globalización imperialista y no de otra cosa. Este término comodín, sin calificativo, oculta la gran realidad: el despliegue de estrategias sistemáticas desarrolladas por las potencias imperialistas históricas (Estados Unidos, países de Europa occidental y central, Japón), encaminadas al objetivo de saquear los recursos naturales del Gran Sur y explotar sus fuerzas de trabajo de acuerdo con las exigencias de la deslocalización y la subcontratación. Dichas potencias pretenden conservar su “privilegio histórico” e impedir que todas las demás naciones abandonen su condición de periferias dominadas.

La historia del siglo pasado fue precisamente la de la revuelta de los pueblos de las periferias del sistema mundial, comprometidos con la desconexión socialista o con las formas atenuadas de la liberación nacional, que actualmente se hallan en compás de espera.

De ahí que la recolonización en curso, privada de legitimidad, no deje de ser frágil. Por esta razón, las potencias imperialistas históricas de la tríada han instaurado un sistema de control militar colectivo del planeta, dirigido por Estados Unidos. La pertenencia a la OTAN, indisociable de la construcción europea, al igual que la militarización de Japón, traducen esta exigencia del nuevo imperialismo colectivo que ha tomado el relevo de los imperialismos nacionales (de Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Alemania, Francia y algunos más), antaño enfrentados en conflicto permanente y violento.

En estas condiciones, la construcción de un frente internacionalista de los trabajadores y de los pueblos de todo el planeta debería constituir el eje principal del combate frente al desafío que representa el despliegue capitalista imperialista contemporáneo.

3.- Frente al desafío definido en los apartados precedentes, la magnitud de las insuficiencias de las luchas protagonizadas por las víctimas del sistema es apabullante.

Los puntos débiles de estas respuestas populares son de naturaleza diversa y las clasificaré bajo las rúbricas siguientes:

(a) La extrema dispersión de las luchas, del plano local al mundial, siempre específicas, circunscritas a lugares y ámbitos particulares (ecología, derechos de las mujeres, servicios sociales, reivindicaciones comunitarias, etc.). Las escasas campañas de alcance nacional o siquiera mundial apenas han obtenido éxitos significativos que hayan comportado un cambio de las políticas aplicadas por los poderes; y muchas de estas luchas han sido absorbidas por el sistema y alimentan la ilusión de la posibilidad de reformarlo.

El periodo, sin embargo, se caracteriza por una fuerte aceleración de procesos de proletarización generalizados: casi la totalidad de las poblaciones de los centros están sujetas ya a la condición de trabajadores asalariados vendedores de su fuerza de trabajo, la industrialización de regiones del Sur ha dado pie a la constitución de proletariados obreros y de clases medias asalariadas, al tiempo que los campesinados están plenamente integrados en el sistema mercantil.

No obstante, las estrategias políticas aplicadas por los poderes han logrado dispersar a este gigantesco proletariado en fracciones diferenciadas, a menudo enfrentadas entre sí. Es preciso superar esta contradicción.

(b) Los pueblos de la tríada han renunciado a la solidaridad internacionalista antiimperialista, sustituida en el mejor de los casos por campañas “humanitarias” y programas de “ayuda” controlados por el capital monopolista.

Las fuerzas políticas europeas herederas de las tradiciones de izquierda se adhieren de este modo, en gran medida, a la visión imperialista de la globalización.

(c) Una nueva ideología de derechas ha obtenido la adhesión de los pueblos.

En el Norte se ha abandonado el tema central de la lucha de clases anticapitalista – que ha quedado reducido a su expresión más parcelaria – en beneficio de una pretendida redefinición de la “cultura social de izquierda”, comunitarista, que separa la defensa de derechos particulares del combate general contra el capitalismo.

En algunos países del Sur, la tradición de las luchas que asociaban el combate antiimperialista con el progreso social ha cedido el puesto a ilusiones retrógradas y reaccionarias de expresión pararreligiosa o pseudoétnica.

En otros países del Sur, los logros de la aceleración del crecimiento económico en el transcurso de los últimos decenios alimentan la ilusión de que es posible construir un capitalismo nacional “desarrollado”, capaz de imponer su participación activa en la configuración de la globalización.

4.- El poder de las oligarquías del imperialismo contemporáneo parece indestructible, en los países de la tríada e incluso a escala mundial (el “fin de la historia”). La opinión pública acepta su disfraz de “democracia de mercado” y lo prefiere a su adversario del pasado – el socialismo –, denigrado con los calificativos más odiosos (autocracias criminales, nacionalistas, totalitarias, etc.). Sin embargo, este sistema no es viable por muchas razones:

(a) El sistema capitalista contemporáneo se muestra “abierto” a la crítica y la reforma, inventivo y flexible. Empiezan a manifestarse voces que pretenden poner fin a los abusos de sus finanzas incontroladas y a las concomitantes políticas de austeridad permanente, para de este modo “salvar el capitalismo”.

Claro que estos llamamientos no tendrán respuesta: las prácticas actuales están al servicio de los intereses de las oligarquías de la tríada – los únicos que cuentan –, a las que garantizan el crecimiento continuo de su riqueza a pesar del estancamiento económico en que se halla la tríada.

(b) El subsistema europeo es parte integrante de la globalización imperialista. Fue concebido dentro de un espíritu reaccionario, antisocialista, proimperialista, sometido a la dirección militar de Estados Unidos. Alemania ejerce en él la hegemonía, en particular en el marco de la zona del euro y en la Europa oriental anexionada como lo está América Latina por Estados Unidos. La “Europa alemana” sirve a los intereses nacionalistas de la oligarquía germana, expresados con arrogancia, como se ha visto en la crisis griega.

Esta Europa no es viable y su implosión ya ha comenzado.

(c) La paralización del crecimiento en los países de la tríada contrasta con su aceleración en las regiones del Sur que han sabido sacar provecho de la globalización. Se ha concluido con excesiva precipitación que el capitalismo está vivo, pero que su centro de gravedad se desplaza de los viejos países del Occidente atlántico hacia el Gran Sur, especialmente el asiático.

En realidad, los obstáculos a la continuación de este proceso correctivo de la historia están llamados a adquirir cada vez más amplitud en la violencia de su movilización, por medio, entre otras cosas, de agresiones militares. Las potencias imperialistas no están dispuestas a permitir que un país cualquiera de la periferia – grande o pequeño – se libere de su dominación.

(d) Las devastaciones ecológicas, necesariamente asociadas a la expansión capitalista, vienen a reforzar los motivos por lo que este sistema no es viable.

El momento actual es el del “otoño del capitalismo”, sin que este se vea intensificado por el advenimiento de la “primavera de los pueblos” y de la perspectiva socialista. La posibilidad de amplias reformas progresistas del capitalismo en su estadio actual no es más que una ilusión. No hay otra alternativa que la que haría posible un repunte de la izquierda radical internacionalista, capaz de implementar, y no solo de imaginar, avances socialistas.

Hay que salir del capitalismo en crisis sistémica y no intentar la imposible salida de esta crisis del capitalismo.

En una primera hipótesis, no parece que nada decisivo vaya a afectar a la adhesión de los pueblos de la tríada a su opción imperialista, particularmente en Europa.

Las víctimas del sistema seguirán siendo incapaces de concebir al abandono de los caminos trillados del “proyecto europeo”, la desconstrucción necesaria de este proyecto, indispensable paso previo a su reconstrucción posterior con una visión distinta.

Las experiencias de Syriza, de Podemos, de Francia Insumisa, las vacilaciones de Die Linke y otras formaciones son una muestra de la amplitud y la complejidad del desafío.

La acusación fácil de “nacionalismo” lanzada contra los críticos de Europa no se sostiene. El proyecto europeo se reduce cada vez más visiblemente al del nacionalismo burgués de Alemania.

No hay alternativa, en Europa ni en todas partes, a la implementación paso a paso de proyectos nacionales populares y democráticos (no burgueses, sino antiburgueses) que procedan a la desconexión de la globalización imperialista. Es preciso deconstruir la centralización a ultranza de la riqueza y del poder asociado al sistema imperante.

En esta hipótesis, lo más probable será un remake del siglo XX: avances emprendidos exclusivamente en algunas periferias del sistema.

Claro que entonces hay que ser conscientes de que estos avances serán frágiles, como lo han sido los del pasado, y por esa misma razón – a saber, la guerra permanente que los centros imperialistas han lidiado contra ellos – se caracterizarán por sus limitaciones y derivas. *En cambio, la hipótesis de una progresión de la perspectiva del internacionalismo de los trabajadores y de los pueblos abriría la vía a otras evoluciones, necesarias y posibles.*

La primera de estas vías es la de la “decadencia de la civilización”. Esta implica que nadie controla el devenir de los acontecimientos, que se abren camino por la mera “fuerza de las cosas”. En nuestra época, teniendo en cuenta el potencial destructivo de que disponen los poderes (destrucciones ecológicas y militares), el riesgo – denunciado por Marx en su momento – de que los combates destruyan a todos los bandos enfrentados es real.

La segunda vía, en cambio, exige la intervención lúcida y organizada del frente internacionalista de los trabajadores y los pueblos.

5.- La puesta en marcha de la construcción de una nueva Internacional de los trabajadores y los pueblos debería constituir el objetivo principal de la labor de los mejores militantes convencidos del carácter odioso y abocado al fracaso del sistema capitalista imperialista mundial.

La responsabilidad es enorme y la tarea exigirá años de esfuerzo antes de dar resultados tangibles. Por mi parte planteo las siguientes propuestas:

(a) El objetivo es crear una Organización (la nueva Internacional) y no simplemente un “movimiento”. Esto implica que debemos ir más allá de la concepción de un foro de debates. Implica asimismo que se calibren debidamente las insuficiencias asociadas a la idea, todavía dominante, de “movimientos” pretendidamente horizontales, hostiles a las llamadas organizaciones verticales, so pretexto de que estas últimas son por su propia naturaleza antidemocráticas. La organización nace de la acción que segrega por sí misma los círculos “dirigentes”. Estos últimos pueden aspirar a dominar e incluso manipular a los movimientos, pero también cabe protegerse frente a este peligro mediante unos estatutos apropiados. Un tema a debatir.

(b) Hay que estudiar en serio la experiencia de la historia de las Internacionales obreras, por mucho que se piense que forman parte del pasado. No para “escoger” un modelo entre ellas, sino para inventar la forma más apropiada en las condiciones actuales.

(c) La invitación debe dirigirse a un buen número de partidos y organizaciones en lucha. Conviene crear lo antes posible un comité encargado de la puesta en marcha del proyecto.

(d) No he querido sobrecargar este texto, pero me remito a textos complementarios (en francés e inglés):

i) un texto fundamental sobre la unidad y la diversidad en la historia moderna de los movimientos socialistas;

ii) un texto relativo a la implosión del proyecto europeo;

iii) varios textos relativos a la audacia requerida en la perspectiva del relanzamiento de las izquierdas radicales, a la lectura de Marx, a la nueva cuestión agraria, a las lecciones de Octubre de 1917 y la del maoísmo, así como al necesario relanzamiento de proyectos nacionales populares.

Artículo publicado en el boletín Nº 11 del Grupo de Trabajo de CLACSO “Crisis y Economía Mundial”.

Fuente: https://www.alainet.org/fr/node/188147

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La tierra tiembla

Por: Graziella Pogolotti

Tal y como nos sucede ahora con Marte, quizá algún día seres racionales instalados en otras galaxias se interroguen acerca de la existencia de vida en la Tierra, porque en carrera desenfrenada hacia la autodestrucción, se nos ha despertado una vocación suicida.

Las señales del peligro que se cierne sobre nosotros son evidentes. Las capas tectónicas se remueven para producir terremotos de enorme dimensión. En el área caribeña que habitamos, los huracanes se multiplican y alcanzan dimensiones sin precedentes en la historia. En semanas sucesivas, Harvey dejó secuela de destrucción en Texas e Irma se ensañaba con los territorios insulares de nuestro mediterráneo americano. Agredida por el hombre, la naturaleza sangra por las heridas provocadas por el apetito insaciable de unos pocos. El cambio climático se manifiesta con daños que parecen irreversibles. En un acelerado proceso depredador, la especie parece dirigirse a la destrucción de cuanto empezó a construir desde que el bípedo se hizo de las primeras herramientas y fue capaz de levantar la mirada hacia horizontes más anchos.

En tan peligrosa coyuntura, se impone establecer una plataforma de ideas articulada a una cosmovisión que subvierta una mal entendida filosofía del progreso, estimulada por un desenfrenado apetito de ganancias en beneficio de unos pocos. El desarrollo del capitalismo y la primera revolución industrial están estrechamente asociados. El consumo de combustible –carbón y petróleo– empezó a inficionar la atmosfera. La disputa por los mercados y por las fuentes de materias primas desembocó en guerras de enormes dimensiones. El estallido de las primeras bombas atómicas fue señal palpable del exterminio que amenazaba a la humanidad. Por otra parte, la generación de necesidades de productos rápidamente desechables se convirtió en fórmula para eludir las crisis cíclicas de superproducción características del capitalismo.

Hijos de la civilización que hemos edificado, absurdo sería proponernos el regreso al modo de vivir de un buen salvaje exaltado por Rousseau. El conflicto actual tiene su origen en el capitalismo depredador constituido en hegemónico mediante el despliegue de recursos económicos, volcados al ejercicio de la violencia complementado con la instauración de una cultura que privilegia la frivolidad y el adormecimiento de un pensar creativo. Así, por ejemplo, el uso inapropiado de zapatos de tacones por parte de la primera dama de Estados Unidos en su visita a Texas recibió amplia divulgación. Pero el anecdotario enmascaró la necesaria apertura de un debate acerca de las causas de la agudización de estas catástrofes naturales en un país que se plantea la retirada de los acuerdos de París, consenso logrado al cabo de tantos años de complejas negociaciones.

La lucha por la salvación del planeta tiene que ser factor de movilización para los hombres y mujeres de buena voluntad en el mundo. Es inseparable de los reclamos a favor de la paz, tal y como lo comprendieron las naciones de la América Latina en el entorno de la Celac. El continente preserva todavía invaluables recursos que no pueden dilapidarse. La Amazonia es fuente de oxígeno. Los grandes ríos que la recorren, desde La Plata hasta el Orinoco, pasan por los afluentes de la corriente mayor. El Amazonas conforma lo que Carpentier denominó «el riñón de América». Su entorno selvático ya no tiene la densidad que conoció el autor de Los pasos perdidos cuando emprendió viaje hacia el origen de los tiempos históricos. Ya había perdido parte de su riqueza cuando, unos años más tarde, Antonio Núñez Jiménez realizó en canoa el recorrido desde las fuentes originarias hasta el arco de las Antillas. En menos de un siglo, el deterioro ha sido notable y la amenaza de destrucción prosigue y se acelera.

Desde otros lugares del mundo, en tiempo real, por vía de internet, muchos han seguido la tragedia experimentada por los habitantes del Caribe con el paso mortífero de Irma. A las consecuencias inmediatas de la tierra arrasada, se une la destrucción de bienes materiales construidos con años de esfuerzo y sacrificio con vistas a sentar las bases de un desarrollo económico sostenible. Conmovidos quizá por el impacto de las imágenes, los espectadores no consideran que vivimos un planeta independiente con inevitables relaciones de causa-efecto. El deshielo de polos y glaciares, la crecida del nivel del mar y el calentamiento de las aguas repercuten en todas partes.

La tierra tiembla. Bienvenidos sean los acuerdos entre las naciones que comprometan a los países más industrializados y, entre ellos, a Estados Unidos a detener la depredación suicida del planeta. Indispensable será, para lograrlo, la movilización política de las mayorías. En este empeño por la salvaguarda de lo que hemos construido y a favor del porvenir de nuestros hijos, resulta impostergable refundar una cultura orientada a lo que algunos de nuestros pueblos originarios llaman «el buen vivir». Se trata de ascender una dura cuesta en un tiempo marcado por el predominio de la aspiración de poseer bienes a tenor de las últimas modas consumistas por encima del aprender a disfrutar todo lo hermoso que nos rodea, regalo de la naturaleza o hechura del hombre. Se trata, en suma, de modificar rasgos esenciales de una cosmovisión elaborada a partir de la alianza entre el capital financiero y los medios de difusión, reiterada a través de una buena parte de las redes sociales. En este sentido, el proyecto socialista no puede limitarse a una distribución más equitativa de los bienes. Articulado en nuestra América a una tradición martiana, ha de proponerse, junto a la defensa del más alto sitial para la dignidad humana, la formulación de una cultura asentada en valores que favorezcan, en tanto expectativas de vida, la salvación de la especie.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2017-09-17/la-tierra-tiembla-17-09-2017-21-09-51

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Catástrofe segura: el costo de no reconocer el cambio climático

Por: Amy Goodman

El 6 de septiembre de 2017, mientras Houston se recuperaba del huracán Harvey y millones de personas en Florida y el Caribe se preparaban para el huracán Irma, la tormenta más poderosa registrada en la historia en las costas del Océano Atlántico, el presidente Donald Trump viajó a Mandan, Dakota del Norte, y dio un discurso frente a una refinería de petróleo en el que elogió el papel de su gobierno en la reducción de protecciones ambientales y en la defensa de la industria de los combustibles fósiles. Alabó la construcción de los oleoductos Dakota Access y Keystone XL, y se jactó de haberse retirado del acuerdo climático de París.

Así, mientras los desastres causados ​​por el cambio climático azotaban Estados Unidos, Trump –el hombre que dijo que el cambio climático era un invento chino– estaba haciendo todo lo que estaba a su alcance para asegurar futuras catástrofes.

Casualmente, Trump visitó Dakota del Norte cerca del primer aniversario del “Día de los perros”, que conmemora un feroz ataque canino desatado por los guardias del oleoducto Dakota Access contra los pacíficos indígenas protectores del agua que se estaban manifestando contra su construcción. Los guardias reprimieron a los manifestantes con gas y con golpes, y los perros mordieron a los protectores del agua y a sus caballos. A uno de los perros le chorreaba sangre del hocico. Democracy Now! estuvo ahí, grabando todo lo sucedido.

El oleoducto Dakota Access ha sido un símbolo especialmente poderoso para el movimiento de resistencia contra el cambio climático, que cuestiona la lógica de la extracción de combustibles fósiles y exige un cambio hacia una economía sustentable basada en energías renovables.

Los indígenas llaman al Dakota Access “la serpiente negra”. El oleoducto, que costó 3.800 millones de dólares y tiene 1886 kilómetros de largo, fue diseñado para transportar un máximo de 500.000 barriles diarios de petróleo crudo obtenido mediante fracturación hidráulica desde los yacimientos petroleros de Bakken, en Dakota del Norte, pasando por Dakota del Sur y Iowa hasta el sur de Illinois, donde se conectaría con otro oleoducto para trasladar el petróleo a la costa estadounidense del golfo de México.

A partir de abril de 2016, miles de indígenas de América Latina, Estados Unidos y Canadá se congregaron en Dakota del Norte en la mayor acción colectiva de tribus nativas en décadas. La convocatoria fue liderada por la tribu sioux de Standing Rock, que insistió en que el paso del oleoducto por debajo del río Missouri, justo río arriba de su reserva, podría contaminar de forma irreversible no solo su suministro de agua potable sino el de 17 millones de personas río abajo.

Los campamentos de resistencia siguieron creciendo. En respuesta, la empresa Energy Transfer Partners, propietaria del oleoducto, junto con el sheriff del condado de Morton, intensificaron y militarizaron la represión. Los meses de resistencia en Standing Rock se convirtieron en un punto cumbre en los anales de la resistencia no violenta, con numerosos actos de desobediencia civil creativos y valientes, realizados bajo el liderazgo espiritual de las comunidades Lakota y Dakota.

En respuesta a las protestas masivas y a la violenta represión policial, el gobierno de Obama ordenó detener la construcción de algunos oleoductos. La victoria parecía estar al alcance de la mano… y entonces Donald Trump ganó las elecciones presidenciales.

El 24 de enero de 2017, cuatro días después de asumir la presidencia, Donald Trump firmó órdenes ejecutivas para acelerar la construcción y la puesta en funcionamiento del oleoducto Dakota Acces, así como el polémico oleoducto Keystone XL, cuya construcción el presidente Barack Obama había bloqueado tras haber sido objetivo durante años de grandes protestas y acciones de desobediencia civil. Para el 1 de junio, Energy Transfer Partners afirmó en un comunicado de prensa que el oleoducto estaba “operativo”, lo que presumiblemente implica que habría comenzado a transportar petróleo.

Poco tiempo antes, el portal de noticias The Intercept publicó un informe basado en 1.100 páginas de documentos obtenidos, que detalla cómo un grupo de mercenarios militares y de inteligencia llamado TigerSwan había estado asesorando a Energy Transfer Partners y a la policía de Dakota del Norte durante meses. The Intercept informó: “TigerSwan habla de los manifestantes como ‘terroristas’, de sus acciones directas como ‘ataques’ y de los campamentos como ‘campo de batalla’, revela cómo la disidencia de los manifestantes no solo fue criminalizada, sino tratada como una amenaza a la seguridad nacional”.

El mes pasado, Energy Transfer Partners presentó una demanda contra los grupos ecologistas Greenpeace International, Earth First! y otros, acusándolos de incitar el “ecoterrorismo” contra la construcción del oleoducto. Annie Leonard, directora ejecutiva de Greenpeace, respondió a la acusación en una entrevista con Democracy Now!: “El término ‘ecoterrorismo’ en realidad fue usado para difamar un tipo de activismo protegido por la Constitución en el marco del derecho a la libertad de expresión y fundamentado en hallazgos científicos. Están intentando criminalizar una protesta sana y justa”.

El costo: el planeta

Ante la devastación que los huracanes catastróficos van provocando en extensas regiones de Estados Unidos y el Caribe, es claro cuál es la verdadera amenaza para la seguridad nacional: el cambio climático y la industria de combustibles fósiles que lo está intensificando.

Bill McKibben, fundador de la organización 350.org, dijo en una entrevista en Democracy Now! justo en medio del azote del Huracán Harvey: “Básicamente, estamos llegando al final del juego. Tenemos que pasar a las energías renovables en un 100%, y tenemos que hacerlo rápido. Por el momento, por supuesto, Trump es favorable a la industria de los combustibles fósiles. Estas empresas están concretando todos sus deseos en este país. Pero como muchas cosas que Trump toca, creo que esta es su última bocanada de aire. La gente está comenzando a asociar la locura de ir a toda velocidad hacia este futuro de efecto invernadero con el presidente más insensato y desequilibrado que hemos tenido en nuestra historia”.


© 2017 Amy Goodman

Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Fuente: http://www.democracynow.org/es/2017/9/15/catastrofe_segura_el_costo_de_no

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