Panamá / 8 de julio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: La Estrella de Panamá
Los padres de familia tienen que involucrarse y aceptar que más que un cinco, sus hijos deben saber comprender lo que le enseñan
Nadie duda que la educación sea uno de los principales problemas de la sociedad. Que es necesario reforzarla y elevarla, para enrumbar el país hacia el desarrollo. El asunto es cómo abordar el tema, pues una gran cantidad de personas se inclina hacia la inversión, lo cual sin duda no es despreciable, pero hasta ahora no ha sido efectivo. Entonces ¿cómo mejorar la educación? Para empezar el cambio, hay que involucrar a la sociedad en la solución, pues la educación empieza en el hogar. Los padres de familia tienen que involucrarse y aceptar que más que un cinco, sus hijos deben comprender lo que les enseñan. La misma comunidad tiene que ser parte activa en el desarrollo educativo. La escuela pública deja mucho espacio para el ocio, lo que inevitablemente lleva a los chicos a perder su tiempo con gavillas y pandillas. Sería de mucha utilidad en su formación, que los muchachos lo utilicen en ligas interbarriales, en debates comunitarios, en acciones sociales. Pero los padres de familia tienen que concienciarse de que tienen del deber de involucrarse y junto a sus vecinos trabajar en pro de la educación. La inversión pública en educación pueda que no sea del todo la más óptima, pero muchos colegios públicos tienen presupuestos que superan el de colegios privados renombrados, más la calidad de la educación que reciben los estudiantes es infinitamente menor. El cambio de la educación no necesariamente es un asunto de dinero, sino de actitud y el mejoramiento de la calidad educativa no es solo del gobierno, sino principalmente de la familia y la comunidad y en eso hay que empezar a trabajar.
El reinado de tantos años de la agenda centrada en la calidad educativa (evaluación, transparencia y uso de evidencia en la formulación e instrumentación de la política educativa, entre otros) ha entrado en posición defensiva. Ello, a raíz de los pronunciamientos del candidato puntero a la presidencia en materia educativa, cuyo foco ha estado en el combate a la exclusión social y no en la calidad de los aprendizajes.
Sería gravísimo para los estudiantes y para el país en su conjunto que, como resultado del posible triunfo de AMLO, se fuera por la borda el tema de la calidad educativa. Olvidarlo en aras de conseguir votos y, sobre todo, sacrificar lo avanzado a fin de retribuirle su apoyo a la parte relevante del magisterio organizado, supondría un retroceso y un costo colectivo enorme.
¿Qué hacer para evitar que, en caso de que ganara López Obrador, quede totalmente marginado el tema de la calidad de la educación y se vaya al traste lo conseguido en los últimos años?
Algunos piensan que lo procedente es resistir a toda costa y seguir insistiendo en el recetario conocido (evaluaciones docentes, en particular). Respeto esa posición y pienso que es importante y útil que siga manifestándose con fuerza. Considero, sin embargo, que para fincar las bases de avances que redunden en mejores resultados educativos en un plazo razonable y que sean sostenibles en el mediano plazo, tenemos que construir consensos mucho más amplios en torno a una nueva agenda para la transformación educativa.
Esa agenda renovada debiera de empezar por hacerse cargo de la realidad mexicana. Muy en especial, de tres elementos. Primero, las brutales desigualdades sociales que nos caracterizan y los altísimos niveles de exclusión a los que están sometidos millones de niños y jóvenes mexicanos que “no escogieron bien a sus papás”, mismas que, con muchos otros elementos, han contribuido a nuestra crisis de inseguridad. Segundo, el papel central que, lamentablemente, aún tiene el magisterio organizado corporativa y clientelarmente en la gobernabilidad de un país, cuya institucionalidad democrática formal es endeble y en el que el ‘imperio de la ley’ es, en la práctica, papeleo abundante y exención selectiva del castigo para las élites afines o útiles a los gobernantes en turno. Tercero, la existencia de una economía que no genera empleo productivo suficiente para atender la demanda y que, por tanto, no ofrece las condiciones materiales para que puedan realizarse las ganancias –privadas y sociales– de la inversión –privada y pública– en la educación.
Para cambiar la educación, tenemos que empezar por reconocer la realidad del contexto en el que opera. A partir de ello, habría que plantearnos como objetivo fundamental el mejoramiento de la calidad de los aprendizajes, pero también, y con igual prioridad, la necesidad insoslayable de atender y darle cabida a los millones de jóvenes largamente excluidos de oportunidades efectivas en lo educativo y en lo laboral.
El aterrizaje de un planteamiento de este tipo en las aulas requerirá atender, simultáneamente, muchos frentes. El presupuestal; el de la coordinación entre el ámbito federal y el estatal; el de comenzar a construir esquemas capaces de reconciliar más acceso y permanencia, más calidad y más equidad; así como, y prioritariamente, el de hacer de docentes y directivos agentes y no sujetos del cambio educativo.
Ninguno de los frentes anteriores es fácil y atenderlos todos representará una labor titánica. Con todo, la parte más espinosa tendrá que ver con la capacidad para darle viabilidad política a un proyecto de este tipo en un contexto como el mexicano, en el que la función ‘gobernabilidad’ del magisterio lleva décadas chocando con la función educadora del sistema educativo.
Para encarar este asunto, habría que comenzar por reconocer abiertamente la importancia de ambas funciones y buscar acomodos entre ellas que, sin comprometer más nuestra precaria gobernabilidad, lastimen cada vez menos la parte educativa. Acomodos y soluciones que permitan ir construyendo, en paralelo, formas de gobernabilidad menos dependientes del control corporativo-clientelar del magisterio, y un sistema educativo que ofrezca acceso equitativo a todos los mexicanos a la oportunidad de obtener saberes y desarrollar destrezas para ser parte activa de sus comunidades y dueños de vidas más significativas, libres, plenas y productivas.
Una mirada que combine de mejor forma lo posible y lo deseable y una agenda renovada que incluya tanto el afán a favor de la calidad como la necesidad urgente de darle cabida y respuesta a millones de jóvenes mexicanos excluidos de oportunidades educativas, constituye nuestra mejor apuesta. Mucho mejor que la de concentrarnos sólo en atender exclusión olvidando la calidad o la de seguir insistiendo en el recetario de la calidad sin tomar en cuenta la realidad existente.
América del Sur/ Paraguay/ 28.05.2018/ Fuente: prensa-latina.cu.
El director ejecutivo de Juntos por la Educación, ûscar Charotti, instó hoy a trabajar en la reforma del sistema público paraguayo para poder ejecutar todas las transformaciones en el sector.
Ninguna política que garantice el derecho a la enseñanza de los niños y adolescentes del país va a ser posible si no se trabaja en reformar la institucionalidad del Ministerio de Educación (MEC) como ente rector de estas políticas, afirmó
Para lograr esa transformación, señaló Charotti, se necesita una reforma muy profunda de la cultura institucional del MEC, donde el liderazgo al frente del ministerio es fundamental.
Un ministro por más bueno que sea no va a ser capaz de llevar adelante todas las transformaciones si no tiene el acompañamiento de un equipo técnico altamente ético y profesional, acotó.
Subrayó que ese grupo de personas debería trabajar en función a evidencias y que establezca los cambios con coraje y consensos, trabajando con la gente.
El sistema educativo no es un sistema que se construye de arriba para abajo, una sola voz la del MEC para las más de ocho mil escuelas. Este es un proceso que se debe construir con la gente, apuntó.
Juntos por la Educación es una asociación pública que como movimiento independiente y sin fines de lucro, surgió para apuntalar la educación como un factor esencial para el desarrollo del país.
Se constituye en una organización autónoma cuyo objetivo es monitorear el ámbito de la educación pública para niños y jóvenes de 0 a 17 años, en los niveles de Educación Inicial, Educación Escolar Básica y Educación Media (EM).
Fuente de la noticia: http://prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=182362&SEO=instan-en-paraguay-a-reforma-institucional-de-educacio
El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el campo estratégico en modelos y políticas educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticias del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.
La celebración del “Día del Maestro” nos sirve como pretexto para reflexionar sobre la profesión docente, un tema crucial en este tiempo de incertidumbre electoral, lleno de interrogantes sobre el rumbo que habrá de tomar el Sistema Educativo Mexicano.
Iniciemos mencionando que en la Recomendación conjunta de la Organización Internacional del Trabajo y la UNESCO relativa a la situación del personal docente se señala que “debería reconocerse que el progreso de la educación depende en gran parte de la formación y de la competencia del profesorado, así como de las cualidades humanas, pedagógicas y profesionales de cada educador” (1966, p. 24). Es por ello que cuando se intenta promover cambios, reformas y mejoras al proceso educativo, invariablemente traemos a la mesa la figura del docente. No obstante, dada la historia y condiciones en las que hoy se ejerce esta profesión, no siempre ha resultado fácil tener a la mano datos que permitan contextualizar y entender de una manera más profunda su situación actual. Y ello es una cuestión clave, pues “elevar la calidad de la educación pasa necesariamente por conocer mejor al magisterio nacional, las condiciones de su formación y las realidades que circundan su desempeño, a fin de poder mejorar sus resultados” (INEE, 2015).
Así pues, el presente texto tiene el propósito de ofrecer información sobre la situación actual de la profesión docente en nuestro país, asumiendo que ésta constituye el elemento clave para cumplir con el derecho a una educación de calidad para todos los niños, niñas y jóvenes mexicanos. Para ello, mencionaremos brevemente algunos datos sobre la historia de la profesión con el fin de entender más adecuadamente cuántos, cómo y quiénes son nuestros docentes, así como algunos de los retos y problemáticas que la envuelven.
Un poco de historia. La docencia en nuestro país posee ciertas características laborales que la diferencian de otras profesiones. Éstas son fruto de un proceso histórico en el que la representación sindical del magisterio ha influido de manera decisiva en el ejercicio de la profesión. De este modo, aspectos como el ingreso, permanencia, promoción, formación y salario se configuraron desde sus orígenes bajo esquemas que fueron entretejiendo relaciones de interdependencia entre el gremio y el gobierno, dotando a los maestros sindicalizados de un poder político y de una enorme influencia y control sobre el Sistema Educativo Mexicano (SEM). Todo ello ha tenido un gran peso a lo largo de los años, permeando, en la manera en la que hoy se conceptualiza y ejerce la docencia.
¿Cuántos son? Hablar del profesorado mexicano remite a un asunto de grandes magnitudes pues una vez que la Constitución Política Mexicana establece la obligatoriedad y gratuidad de la educación primaria (1891), y a medida que se incluye a la educación secundaria (1993), la preescolar (2002) y la media superior (2012), se genera un incremento sostenido del magisterio, al grado que en el año 2012, representaron en promedio 2.5% de toda la fuerza laboral ocupada en México –para los niveles de preescolar, primaria y secundaria- y de 3.5% del total de la Población Económicamente Activa (PEA) -si se añaden los docentes de educación media superior, más personal de apoyo pedagógico- según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2012 (Degante Méndez y Rigel Castro, 2013, p. 2).
Traducido en números, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación en su informe “Docentes en México 2015” (INEE, 2015, p. 24) reporta que al inicio del ciclo escolar 2013-2014 contábamos con 1,201,517 docentes agrupados de la siguiente manera: a) Educación preescolar: 227,356 educadores dando atención a 4.8 millones de niños; b) Educación primaria: 573,238 docentes a cargo de 14.6 millones de estudiantes: y c) Educación secundaria: 400,923 profesores brindando atención a 6.6 millones de jóvenes.
¿Cómo se distribuyen? Los docentes se distribuyen en diversos tipos de servicios: general, indígena y comunitario, más la modalidad del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) para niños y jóvenes de pequeñas comunidades rurales, mestizas e indígenas.
Ahora bien, la mayor parte de los docentes trabaja en escuelas públicas y en zonas urbanas, bajo la modalidad de servicio “general” (en todos los niveles) pues éstas son las que predominan mayoritariamente en nuestro país: 86.4% de escuelas públicas y 13.6% privadas (CEMEABE, 2013). Los servicios indígena y comunitario carecen prácticamente de opciones de tipo privado. De este modo, los maestros indígenas, los de CONAFE y los de telesecundaria, laboran en su mayoría, “en localidades con altos niveles de marginación donde precisamente se ubican las escuelas con mayores carencias de infraestructura y apoyo pedagógico” (INEE, 2015, p. 158). Ahora bien, esta diversificación de los servicios imposibilita que en nuestro país hablemos de un solo tipo de docencia dado que, como hemos visto, existen diferencias muy marcadas: algunos imparten una enseñanza generalista y otros la imparten por asignatura; algunos atienden un solo grupo y otros a varios de manera simultánea; algunos cuentan con apoyos privados y otros no; algunos laboran en zonas rurales o indígenas y otros en urbanas.
¿Quiénes son? De acuerdo con el estudio del INEE anteriormente citado, la planta docente de nuestro país está conformada en su mayoría por mujeres, sobre todo en los primeros niveles del sistema educativo: en preescolar 93%; en primaria, 67%; y en secundaria, 53%. En cambio, en las primarias indígenas y en media superior trabajan más hombres que mujeres (58% y 53%, respectivamente). En su gran mayoría, se han formado en el sistema de las normales pero existen porcentajes importantes de docentes frente a grupo que no cuentan con la licenciatura completa (INEE, 2015, p. 41). Aunque cabe destacar que las generaciones más jóvenes presentan mayor escolaridad que las próximas a jubilarse y se ha incrementado gradualmente el porcentaje de docentes con posgrado, por lo que cabría esperar una mayor profesionalización del sector en los próximos años.
¿Cuánto ganan? Esta pregunta es difícil de responder. La Recomendación conjunta de la OIT y la UNESCO relativa a la situación del personal docente (1966) establece que la retribución debería relacionarse, por un lado, con la importancia que tiene la función docente para la sociedad y por el otro, con sus responsabilidades, tomando en cuenta que determinados puestos requieren más experiencia, cualificaciones superiores o tareas más amplias. Sin embargo, en nuestro país la retribución económica de los profesores conlleva un intrincado y complejo sistema. Para empezar, el número de categorías y niveles salariales de la mayoría de los docentes de educación básica varía según la entidad federativa. Degante Méndez y Rigel Castro (2013) señalan que durante el 2012 había en promedio 364 categorías de maestros en el país con hasta 8 niveles salariales. Esto se debe a que los salarios se estipulaban mediante las negociaciones entre los sindicatos magisteriales y las autoridades educativas –tanto federales como estatales en un doble acuerdo- generando así, diferencias significativas. Además, explican estos autores, los lineamientos salariales derivados de la carrera magisterial y del sistema escalafonario tradicional ocasionaron que en lugar de servir como un sistema de reconocimiento y estímulo profesional, se convirtieran en un conjunto de recompensas y castigos de tipo administrativo-sindical. Aunado a lo anterior, este ha sido un tema manejado con cierta opacidad dificultando un conocimiento exacto de los montos, ya que no se cuenta con información completa sobre las nóminas. Sin embargo, se estima que el salario promedio puede oscilar entre 11 mil pesos (docentes sin Carrera Magisterial) y hasta 31 mil pesos en el máximo nivel para la Primaria (INEE, 2015, p. 70).
Y en este punto surge un tema de especial preocupación. Las brechas salariales entre los docentes también se acentúan dependiendo del tipo de servicio y son precisamente quienes enseñan en la modalidad “indígena” los que reciben el salario más bajo, independientemente de la edad, la antigüedad o la escolaridad. Además de ello, no resulta atractivo incorporarse a este tipo de escuelas pues son las que presentan peores condiciones de organización, gestión e infraestructura. Los retos profesionales que enfrentan este tipo de profesores requerirían justamente una mayor compensación, una formación específica y un mejor apoyo salarial pues deben realizar su función en un contexto en el que la mayoría de los estudiantes sufren pobreza alimentaria, se ubican en el quintil de menores ingresos y provienen de familias cuyos padres carecen de instrucción, aumentando con ello, las probabilidades de deserción, reprobación y rezago escolar. Así lo reportó el “Índice de Equidad Educativa Indígena”, elaborado por la Secretaría de Educación Pública y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo: la población indígena sólo ha logrado 39% de los niveles de escolaridad alcanzados por la población no indígena. Este rezago escolar empieza desde la educación básica pues solamente 51% de los indígenas en edad de haber completado la primaria lo ha logrado, y tan solo 27% en lo que respecta a la secundaria (Índice de Equidad Educativa Indígena: Informe de Resultados para México, sus Estados y Municipios, 2010).
Algunas conclusiones e interrogantes
Después de este recorrido, conviene destacar que a pesar de la importancia de los docentes para el funcionamiento del Sistema Educativo Mexicano, la información sobre ellos no siempre ha estado disponible ni se ha documentado, concentrado y sistematizado de la manera que cabría esperar. El contar hoy con datos más precisos no ha sido tarea fácil pues hasta hace muy poco tiempo era imposible responder a preguntas simples como cuántos docentes, escuelas y niños atendidos existen en el SEM. A través del “Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial” (CEMABE) se sentó un precedente que dejó en evidencia irregularidades como comisionados, aviadores, trásfugas, docentes sin plaza, docentes con más de una plaza, docentes “fantasma”, recursos desviados, etc., dejando en claro la necesidad de una reestructuración profunda de la asignación de plazas docentes, mismas que en su gran mayoría eran entregadas mediante un sistema de ventas, herencias y negociaciones controladas por los sindicatos. Todo ello, como consecuencia de la historia sindical brevemente esbozada líneas arriba, se fue generando la enorme inequidad dentro del gremio docente. En este contexto, se formuló la Ley del Servicio Profesional Docente (LSPD) que estipuló nuevas reglas de ingreso, promoción, evaluación y permanencia, modificando de manera gradual las relaciones entre las autoridades educativas y el magisterio, pero que también trajo consigo incontables disputas, huelgas, plantones y actos violentos que han dañado severamente el tejido social.
Ahora bien, los datos antes expuestos nos dejan múltiples reflexiones. Los docentes, como pilares fundamentales del cambio educativo, enfrentan grandes desafíos pues como hemos visto ya, se desempeñan en contextos adversos, sin los apoyos técnico-pedagógicos necesarios y sin herramientas suficientes para hacerle frente al rezago escolar. Así lo evidencian los resultados de las diversas pruebas estandarizadas en los que se reitera el alto porcentaje de alumnos con un nivel insuficiente y bajo de aprovechamiento que no hacen más que sacar a la luz los problemas de inequidad y pobreza que aquejan a nuestro país. Como afirma María de Ibarrola (2012, p. 25). “…podríamos decir que el país tiene la escolaridad que corresponde a sus grandes problemas culturales, sociales, económicos y políticos.”
En incontables ocasiones se ha culpado y responsabilizado a los profesores del desastroso panorama educativo. Si bien es cierto que muchos de los señalamientos podrían ser justificados, también hay que asumir que más que generadores del problema, son parte de él, pero al mismo tiempo, son también, un elemento crucial para su solución. Nuestro país continúa desperdiciando su enorme potencial olvidando que ninguna transformación será posible si no parte de los profesores, si no se construye, se alimenta y se impulsa con su participación y convicción. Y para ello es preciso la profesionalización de los docentes. Los resultados de las escuelas normales como espacios formadores no han sido los que cabría esperar y la formación que se ofrece desde otras instancias (UPN y diversas IES) no está articulada ni es suficiente. Mucho ha tenido que ver el desprestigio que actualmente sufre la profesión, dificultando atraer y retener a los mejores perfiles para ejercerla. Por tanto, es preciso re-dignificarla para devolverle su verdadero sentido, que es en esencia la formación de las personas, y no los intereses laborales, políticos, personales o gremiales. Igualmente, implica asumir que “la enseñanza debería considerarse una profesión cuyos miembros prestan un servicio público; esta profesión exige de los educadores no solamente conocimientos profundos adquiridos y mantenidos mediante estudios rigurosos y continuos, sino también un sentido de las responsabilidades personales y colectivas” (Recomendación de la OIT-UNESCO, 1966, p. 9). Y son precisamente estos elementos inherentes a la docencia los que hacen que se le mire como una profesión para la cual es esencial una vocación, una misión que se traduce al servicio.
Por tanto, además de estrategias precisas para el combate a la pobreza y la desigualdad, la reforma más importante en política pública que puede hacer nuestro país para mejorar sus resultados educativos es construir un sistema sólido que permita seleccionar, preparar, desarrollar y evaluar a los mejores docentes para sus escuelas, logrando contar con una planta motivada, eficaz, bien formada, comprometida, autónoma y orgullosa de su profesión.
Quedan muchas preguntas en el aire: ¿Cómo lograr que la profesión docente no sólo permita a quien la elija, una carrera satisfactoria y un nivel de vida digno, sino además, que se reconozca adecuadamente su esfuerzo y desempeño? ¿Cómo generar una formación docente más pertinente y capaz de responder a las diversas necesidades, dadas las condiciones tan distintas en las que se ejerce? ¿Cómo fortalecer, empoderar y apoyar –en todos los sentidos- a los docentes que se desempeñan en las comunidades rurales e indígenas y que son precisamente los que enfrentan las condiciones más adversas y la remuneración más desigual? ¿Cómo generar reformas educativas desde los docentes y no en contra de ellos? Sin duda, la apuesta más importante para el cambio educativo y el desarrollo de nuestro país, son nuestros docentes. Ojalá esta premisa nos vaya orientando para encontrar respuestas a estos interrogantes.
Referencias
De Ibarrola Nicolín, María (2012). “Los grandes problemas del Sistema Educativo Mexicano”, en Perfiles Educativos, vol. XXXIV, número especial. México: IISUE-UNAM
Degante Méndez L.A., y Rigel Castro F.C. (2015) “Mercado Laboral de los Docentes de Educación Básica” presentado en el Segundo Congreso Latinoamericano de Medición y Evaluación Educacional COLME el 13 de marzo de 2015, México.
Índice de Equidad Educativa Indígena (2010) “Informe de Resultados para México, sus Estados y Municipios” del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Disponible en:
Resultados obtenidos con la experiencia de los 17 centros que han participado en el proyecto en 2017
FUNDACIÓN TELEFÓNICA 2017
C/ Gran Vía, 28 28013 Madrid – España
www.fundaciontelefonica.com
Primera edición: Octubre 2017.
Edita: Fundación Telefónica.
Dirección de proyecto (Fundación Telefónica): Pablo Gonzalo, María de Madaria y Aroa Sánchez.
Comunicación (Fundación Telefónica): Juan Munguía
Autoría: Carlos Magro
Sobre este libro:
Este es un libro sobre innovación, creatividad, cambio educativo y mejora escolar. Es un libro que reconoce que los protagonistas finales del sistema educativo son los alumnos, y que ningún proceso de cambio ni de innovación educativa tiene sentido si no está orientado hacia sus necesidades y a garantizar su derecho a aprender. Es un libro que defiende que para cambiar la educación es necesario que lo hagan, en primer lugar, los docentes. Es un libro que asume que el cambio educativo se debe generar desde la propia escuela, pero también que debe incorporar a otros muchos actores. Es un libro que reconoce que queda mucho por hacer, pero que constata también lo que ya es una realidad: que son los docentes junto con sus comunidades educativas quienes, trabajando de manera conjunta, están ya poniendo en marcha proyectos educativos innovadores, liderando así el cambio necesario para afrontar los desafíos educativos del presente. Son los docentes, sus alumnos, los centros y sus comunidades educativas los protagonistas de este libro.
América del Sur/ Uruguay/ 09.04.2018/ Fuente: www.elpais.com.uy.
«Educación, educación, educación». Casi dos horas de charla con cuatro miembros de Eduy21, el colectivo multipartidario de expertos en enseñanza que reclama una reforma urgente, y claro que esta fue la palabra que más repitieron. La dijeron 60 veces. Lo segundo fue una combinación de palabras, 34 veces: «marco curricular común». Es que esta es la base de la reestructura que proponen, y que presentarán el próximo 16 de mayo en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. La elección del lugar no fue aleatoria: ellos se definen como un movimiento con aspiraciones políticas.
Eduy21 presentará su llamado Libro Abierto (antes era Libro Blanco, pero «para evitar suspicacias» decidieron decolorarlo). Este tendrá más de 100 páginas con medidas concretas para salir del pozo. Proponen que todo sea discutido públicamente, y si es necesario, modificado. Por algo es «abierto», porque aceptarán sugerencias, cambios, agregados.
Lo que sí tienen decidido es que, luego de finalizado este proceso, a inicios de 2019, las propuestas serán incluidas en el borrador de una nueva Ley de Educación que esperan pueda votar el gobierno que asuma en 2020, cualquiera sea su color.
Adriana Aristimuño, doctora en Ciencias de la Educación y profesora en la Universidad Católica; Fernando Filgueira, doctor en Sociología y exsubsecretario de Educación; Virginia Piedracueva, docente y directora del liceo 56; y Marcelo Martínez, docente, y hoy director del ciclo básico de Don Bosco, fueron los que dieron a El País un adelanto del nuevo plan, que «pone de cabeza» al sistema actual.
«Este es un proyecto de transformación política pública, pero no tiene ninguna afiliación partidaria», insiste Filgueira, frentista independiente. En Eduy21 también está el referente en educación del senador nacionalista Luis Lacalle Pou, Pablo da Silveira, los colorados Renato Opertti y Robert Silva (integrante del Codicen por elección de los docentes) y varios miembros del Partido Independiente. También están el dirigente sindical Richard Read y otro frentista como el exdirector de Educación, Juan Pedro Mir.
El plan que presentarán incluye más poder para el Ministerio de Educación, capacidad rectora técnica y estratégica del Codicen frente a los consejos desconcentrados, y autonomía para que los centros lleguen a los resultados por caminos alternativos. Eduy21 critica el sistema actual, que incluye 13 materias en el liceo, y propone un plan de trabajos prácticos que permitan acceder a los conocimientos sin tener que memorizar, por ejemplo, fechas o procedimientos como el de la fotosíntesis. También está contra la repetición. Y advierte que para el sistema que ellos proponen los docentes deberán recibir una formación complementaria.
«El problema que tenemos es que hace 40 años que estamos igual y solo discutimos, no hacemos. Nosotros proponemos esto. Proponemos probar, ensayar, si es necesario equivocarse, pero hacer», explica Aristimuño.
Estas son las propuestas que Eduy21 pondrá sobre la mesa:
1. Marco curricular común.
Consiste en evitar el salto brusco de la escuela al liceo. Para esto se generan dos consejos (no tres, como hay ahora: Primaria, Secundaria y UTU): uno de Educación Básica, que va de los tres a los 14 años, por tanto las clases irán de primero a noveno; y otro de Educación para Jóvenes, para los que tienen de 15 a 18.
«La idea es evitar el problema que tenemos en el pasaje de Primaria al Ciclo Básico. Ahí tenemos una fosa en el que los chiquilines caen, sobre todo en primer año de liceo. Esto es como una guerra, ver caer al soldado y no poder hacer nada. Es desesperante. Estamos así hace muchos años y es hora de decir basta a las soluciones paliativas», advierte Aristimuño.
«Si en sexto de escuela repite el 3% y en primero de liceo el 30%, lo que está pasando es que hay una fosa en la que los chiquilines caen. Se necesita, entonces, unir las dos partes: que de sexto se pase a séptimo, después a octavo, y después a noveno. Que haya una unidad», señala Filgueira.
Esta unidad se lograría a través de una currícula generada especialmente para que el salto que se da de sexto a primero de liceo no sea tan largo, e incluso un plan para que no se pase de tener una maestra a 13 profesores de un año al otro.
Los que proponen: Filgueira, Martínez y Piedracueva, referentes de Eduy21. Foto: F. Ponzetto
2. Cambios en la gobernanza.
Eduy21 propone dar más poder al Ministerio de Educación y Cultura (MEC), para que sea el responsable político de todo lo que pasa a nivel educativo. En tanto, el Codicen sería el brazo ejecutor de los objetivos que la cartera se propusiera.
«Hoy al Parlamento llamamos a la ministra, pero la ministra dice yo no puedo, no es a mí que me corresponde. Eso no puede suceder. Lo que queremos es más iniciativa y responsabilidad política del ministerio», señala Filgueira, que cuando fue subsecretario, al inicio de este gobierno, le tocó enfrentarse a ese Parlamento.
El plan incluye reestructuras en el Codicen. La idea es dotarlo de más capacidad rectora, con un departamento de desarrollo curricular (lo que implicaría que ya no fuera cada consejo el que armara los programas, sino que hubiera una unidad dictada desde el Codicen), y con una oficina de planificación encargada de armar el presupuesto quinquenal (hoy lo hace cada consejo, y el Codicen solo lo revisa y lo eleva al Poder Ejecutivo).
«El ministerio es el que tiene que marcar la cancha política, determinando hacia dónde va el sistema, y el Codicen es el que se tiene que ocupar de aterrizar eso, y lo tiene que hacer con dos brazos fuertes: por un lado los consejos desconcentrados, y por el otro la autonomía de los centros», resume Filgueira.
3. Autonomía de los centros.
«Queremos poner de cabeza el sistema», reconoce el exsubsecretario de Educación cuando habla de darles más poder a las direcciones de los centros educativos. Estas, siempre bajo el control del Codicen, tendrían más flexibilidad a la hora de buscar las mejores tácticas que sirvan para que los jóvenes logren las competencias y habilidades necesarias.
«Los egresados van a tener que salir pudiendo resolver ciertos problemas científicos. La autonomía permitirá a los centros decidir de qué manera lo logran. Si el que sigue trabajando con 13 asignaturas lo consigue, bien por las 13 asignaturas; si el que tiene un área de ciencias, con docentes de diferentes materias trabajando juntos, y poniéndoles desafíos a los estudiantes, lo logra, bien por el del área de ciencias», sostiene Martínez, que cree que esta segunda forma «es la mejor».
4. Cambio del modo de trabajo.
La apuesta de Eduy21 va justamente hacia centros educativos en los que se pueda trabajar en laboratorios, con más de un profesor por aula, cosa que ya hoy hace el centro Don Bosco y el liceo 56, donde rige el plan 2012.
«Trabajamos por un lado ciencias experimentales y matemáticas, y por otro ciencias sociales y comunicación. El modelo de diseño curricular es por proyectos: los alumnos trabajan proyectos que integran las diferentes asignaturas y se plantean desafíos, retos, que para lograrlos deben adquirir ciertos conocimientos», explica Martínez, de Don Bosco.
Aristimuño, en tanto, presenta como ejemplo lo que ocurre en Alemania, «que tiene un sistema de enseñanza dual, que en Uruguay ya lo están ensayando algunos centros privados y escuelas agrarias, donde tres días a la semana se enseña teoría y dos se tienen clases en el lugar de trabajo. Esto tiene muchas ventajas. Una de ellas es que el chiquilín ya se vincula con el mundo laboral».
Filgueira piensa, también para los primeros años, en un sistema en el que dos maestras puedan trabajar por grupo.
5. Educar en competencias.
«¿Es importante una tabla de contenidos conceptuales que haya que memorizar, porque hace 100 años encontrar una biblioteca era complicado? ¿O es importante manejar un montón de habilidades y conocimientos que permitan aprender lo que viene en el futuro, que permitan manejar los recursos tecnológicos de hoy o los que vengan después?», pregunta Martínez. Y Eduy21 ya tiene una respuesta.
El marco curricular común incluiría la creación de un sistema de evaluación estandarizada que definiría las competencias y habilidades a las que debe llegar cada estudiante. La idea es ya no evaluar conocimientos puntuales, sino la capacidad de los jóvenes para resolver ciertos problemas.
«El sistema actual se basa en contenidos: aprender la batalla tal o cual, saber lo que es la fotosíntesis, etc., etc. Está todo definido, se enseña —supuestamente— a todos los estudiantes lo mismo y a la misma vez, lo que en realidad no es posible, porque cada uno tiene su ritmo», critica Piedracueva.
«Lo que va a haber son troncos básicos de alfabetización, fundamentales, que no se puedan dejar de lado. Por eso, claro, hay contenidos matemáticos que van a estar presentes porque son importantes para lograr ciertas competencias y habilidades. Lo mismo pasa con lectura y escritura. Pero el norte son las competencias, las capacidades para resolver ciertos problemas», dice Filgueira.
6. Cargos radicados en centros.
El plan también incluye cambios en el modelo de trabajo de los docentes. En Don Bosco, por ejemplo, cada profesor tiene 17 horas de clase por semana en el centro. Similar también es el plan 2012 del liceo dirigido por Piedracueva. «Así es que conocen a los alumnos y los alumnos los conocen a ellos. Los elementos que ese docente tiene para evaluar, en comparación con otro que les da clases a 400, son enormemente diferentes», señala Martínez.
«Un docente de biología, por ejemplo, tiene tres horas semanales por grupo. Si eligió más de 20 horas, ¿cuántos grupos tiene? ¿Con cuántos jóvenes trabaja a la vez? Entonces, lo que pensamos es que hay que tener docentes que puedan encargarse de más de una asignatura. Que haya un área que englobe a varios profesores, donde varios trabajen juntos dentro de un área de ciencia experimental y matemáticas, por ejemplo. Ese es el modelo», explica Filgueira.
La idea es que los docentes puedan también preparar sus clases en los centros, en horario laboral. Y se piensa, también, en mejorar su formación para que puedan adaptarse a esta metodología.
7. Educación universitaria.
En Eduy21 consideran que los profesores deben tener educación universitaria, y sostienen que esto tiene que hacerse de tal manera que un aspirante a docente «pueda tomar créditos en distintas facultades para fortalecer sus conocimientos en ciertas áreas», señala Filgueira.
«Queremos ir hacia un modelo en el que un profesor fortalezca sus conocimientos con posgrados, o formación en servicio para lo que se requiere. Que se pueda preparar en alfabetizaciones específicas, de matemáticas y ciencias, o de lectura y escritura. Incluso que pueda hacerlo para ayudar a aquellos que tienen dificultades de aprendizaje», agrega.
8. Eliminar la repetición.
Todos en Eduy21 están de acuerdo con eliminar la repetición, aunque hay diferencias en cuanto a los tiempos. Filgueira es uno de los que sostiene que esto debe hacerse de inmediato. Otros piensan que antes se tendrían que poner en práctica algunas de las otras propuestas del Libro Abierto.
«Tenemos muchos estudiantes que están parados en el semáforo en rojo mucho tiempo. Eso te genera una aglomeración en ciertos grupos. El tema de la repetición es algo que se está discutiendo ahora, y muchos salen a decir que este es un indicador de exigencia. Si decimos eso, estamos mal. La repetición no dice nada acerca de la calidad del sistema. Lo que nos va a decir es un sistema de evaluación estandarizado y otros indicadores de calidad, que bien podrían ser sobre el tiempo que los jóvenes dedican al trabajo y a los proyectos», dice Filgueira.
9. Redistribución presupuestal.
Cambiar el sistema implica, también, modificaciones en el presupuesto: por supuesto una redistribución, pero quizá también un incremento. Un equipo de Eduy21 está analizando el dinero que se necesitaría para la reforma.
«Se están revisando estimaciones de costos. Hay una reorganización de modelos que ya se puede hacer con el presupuesto actual, como el marco curricular común. Después hay un conjunto de propuestas que tenemos para las que se necesita más: queremos que haya actividades extracurriculares que incluyan una carga en deportes y en arte, también que haya talleres, de periodismo por ejemplo; extender los tiempos en el Ciclo Básico, lo que también implica alimentación para los alumnos; cambios en la estructura y la magnitud salarial; y también temas de infraestructura», dice el exsubsecretario.
Hay otros que creen que con el dinero con el que se cuenta hoy ya se puede hacer mucho. Martínez advierte que en Don Bosco, cuando se decidieron a implementar el nuevo sistema, en el área de infraestructura lo único que esto implicó fue tirar una pared.
«Ahí tenemos una discusión interna. Lo que está claro es que hay que reasignar. Si después se necesita mucho o poco, es algo que se está evaluando. Pero reasignando tenés un cambio grueso. Nosotros debemos tener el mismo presupuesto que nos costaría el modelo tradicional. Esa es mi opinión», señala Martínez.
10. Cambios para los docentes.
Filgueira también piensa que para dar la batalla sería bueno una mejora salarial que seduzca a los docentes, para que se sumen al cambio.
«Nosotros estamos dejando de pensar en un modelo de cargas salariales por horas docentes de aula; estamos pensando en un modelo de horas de cargos radicados. Un modelo en el que se les diga a los docentes: te voy a estar pagando más porque te voy a estar reconociendo una carga de trabajo que tiene que ver con la preparación de las clases, pero queremos que esa carga sea presencial, en los centros, en un trabajo colectivo con otros docentes», explica el exsubsecretario.
Eduy21 también incluirá en su propuesta que las elecciones de horas se hagan por más de un año, y que cambie la manera en que estos optan por los centros en que trabajan, lo que lleva hoy a que docentes con menos experiencia sean los que suelen ir a los centros con realidades más críticas.
La batalla es difícil: menos lo que tiene que ver con más salario, proponen todo lo que los sindicatos rechazan.
Plan 2012, una isla dentro del sistema público
Eduy21 no descarta todo lo que se está haciendo. Incluso cree que hay ciertos planes que pueden incluirse en el nuevo sistema. Un ejemplo de esto es el plan 2012, que funciona en varios liceos, como el 56, del que Virginia Piedracueva (que es parte del colectivo) es su directora. «Lo que hacemos es trabajar en grupos de profesores. Son los mismos docentes de las asignaturas que eligen proyectos y los trabajan en conjunto con los alumnos», señala Piedracueva, que también es profesora de biología. «Es una propuesta destinada a la extra edad, es decir a chiquilines que han quedado rezagados del sistema educativo. Propone que estén todos los profesores, todas las asignaturas presentes en el mismo horario, y que se vayan distribuyendo según los proyectos, que además son consensuados con los estudiantes. Si algún docente no está dando clase, puede estar atendiendo a los padres, ayudando con una apoyatura, haciendo lo que sea necesario». El sistema se parece bastante al que Eduy21 sugiere para que los alumnos aprendan, y Piedracueva asegura que funciona.
«La reforma de rama era buena si solo daba clase él»
Hay partidos que ya se han pronunciado, otros que se puede prever que, por tener a sus mayores referentes de la educación dentro de Eduy21, apoyarán su plan de reforma. El Partido Independiente es uno de los que ya ha dicho sí; el Partido Colorado aún no tiene claras sus candidaturas, pero Renato Opertti es uno de los más importantes referentes del colectivo de expertos; los blancos tienen a Pablo da Silveira, asesor en educación de Luis Lacalle Pou; los frentistas tienen más disidentes que otra cosa, como es el caso de Fernando Filgueira, Juan Pedro Mir, y el dirigente de la bebida Richard Read (todos independientes). Un referente de la oposición consultado por El País espera que se dé un escenario similar al que se dio en el segundo gobierno de Julio María Sanguinetti con la reforma de Germán Rama: cuando se votó en el Parlamento recibió el aval de todos los partidos, incluso del Frente Amplio a excepción del Partido Comunista y el MPP. Filgueira, en tanto, dice que las reformas son distintas porque la de Rama se basaba en los contenidos, y la de ellos en las competencias a las que tienen que llegar los alumnos. «Mi padre, sociólogo al igual que yo, fue consultado por Rama cuando estaba haciendo la reforma en el área de ciencias sociales —cuenta Filgueira. La respuesta de mi viejo fue: Esto es buenísimo, pero solo si vos podés dar clases en todos los liceos. Porque solo Rama era capaz de dar ese programa, que es un tipo enciclopédico, que tiene los conocimientos. Nosotros lo que queremos es escapar de esa trampa».
«En Finlandia la pelea con los sindicatos fue a cuchillo; no hay atajos, hay que confrontar»
No hay que ser clarividente para saber qué van a decir los sindicatos del plan de Eduy21. ¿Elecciones de horas docentes por más de un año? ¿Que los profesores de mayor edad tengan que ir a los centros de peor contexto? ¿Autonomía para los centros educativos? ¿Más poder para el Ministerio de Educación y Cultura? ¿Erradicación de la repetición? Es todo lo que ellos no quieren.
Los expertos en educación que conforman Eduy21, sin embargo, ya saben que van a la guerra; pero también tienen confianza en que, esta vez, podrán ganarla.
«Ya veremos qué pasa con los sindicatos. Ya lo hablaremos. En Finlandia, que tanto hablamos de Finlandia, que tan admirable es su sistema, que tanto lograron trabajar con los sindicatos, lo que en realidad pasó fue que en la década del 70, cuando sentaron las bases del sistema educativo y de la sociedad finlandesa, las peleas con los sindicatos fueron a cuchillo. Acá no hay atajos», señala Adriana Aristimuño.
La especialista lo resume en una frase: «Si alguien tiene miedo a enfrentar a los sindicatos, está frito». Aristimuño cree que «se llegó a un punto donde el sistema de bloqueos es fenomenal, por eso estamos como estamos. Si no se trabaja no se pueden lograr resultados: hay que sentarse a trabajar, hay que arremangarse, hay que discutir y, claro, hay que confrontar».
Fernando Filgueira, en tanto, confía en que la propuesta de Eduy21 puede ser seductora para los docentes en general —sin hablar en particular de los que están sindicalizados—, porque justamente incluye estabilidad en los centros para los trabajadores y también se pone en discusión la posibilidad de mejorar salarialmente.
El exsubsecretario de Educación advierte, además, que el plan busca encantar a las familias. «Si se genera un shock fiscal y edilicio, y a la vez un shock de permisos en las zonas de alta vulnerabilidad, con autonomía en los centros para generar alta calidad formativa, ¿las familias no van a reconocer eso como algo positivo? ¿No va a haber un rédito político posible y potencial a recibir allí? Si se extiende el tiempo lectivo en la educación media básica en zonas de alta vulnerabilidad, con alimentación, ¿las familias no van a apoyar? Lo cierto es que hay mecanismos de intercambio: pago un costo acá, pero tengo un rédito allá. Eduy21 se lanzó para mostrar que son más los costos políticos de no hacer nada, que los de hacer. Y para favorecer la idea de que hay un cambio posible y que este es un juego de suma positiva, no de suma cero; no que hay un grupo que vaya a perder mucho para que otro gane. Todos podemos ganar bastante», señala Filgueira.
Marcelo Martínez, director del bachillerato tecnológico de Don Bosco, en tanto, confía en que la mayoría de los docentes van a apostar por el cambio. «Si hay algo que se pueda decir de los docentes en general es que no están contentos con ir al fracaso todos los días. El plan busca que ya no vayan más a la guerra con un tenedor».
Fuente de la reseña: https://www.elpais.com.uy/que-pasa/rompan-plan-eduy21-educacion.html
Esta publicación está dividida en 7 volúmenes y tiene por objetivo desarrollar el genoma creativo que tienen los centros educativos, sus profesores y sus alumnos. Se trata de la culminación del proyecto Escuelas Creativas, desarrollado por Fundación Telefónica, mediante el cual ha sido posible trasladar a la educación el método de creatividad e innovación que el cocinero Ferran Adrià emplea en la gastronomía (Nota de Prensa para descarga).
En el primero de los libros se contextualiza el proyecto y la necesidad de incluir la creatividad en los actuales procesos de cambio educativo que la Escuela está experimentando. Además, se incluyen cinco guías que desarrollan de manera práctica este método de innovación, dos dirigidas a centros y otras tres para docentes. Como cierre de la colección, el séptimo libro recoge los resultados obtenidos a través de la experiencia de los 17 centros que durante el año 2017 han participado en el proyecto.
El tema concreto de cada guía es el siguiente:
Sapiens de centro
Es una guía útil para promover la transformación de los centros educativos ayudando a sus docentes, equipos directivos, de gestión y de innovación en sus procesos de transformación. Está pensada para ayudar a generar e implementar un plan de transformación en centros e instituciones educativas y tiene material complementario que facilita la reflexión, la eficiencia y la creatividad en los distintos pasos del proceso.
Genoma de centro
Esta guía está dirigida a todos los integrantes de un centro educativo. Tiene como objetivo realizar una reflexión sobre la personalidad creativa y hacerla, además, desde tres visiones: la personalidad creativa del líder, la del equipo y la de la comunidad educativa en su conjunto, entendiendo que debe ser finalmente esta última la que debe ser creativa y orientarse a la innovación si queremos generar verdadera transformación educativa.
EduSapiens
Esta guía hace una traslación de la metodología Sapiens construida a través de la experiencia de Ferran Adrià y su equipo en elBulli para aplicarla a centros educativos. Está pensada principalmente para docentes y en ese sentido se hace una propuesta paso a paso para el diseño de experiencias educativas, pero también se ofrecen muchas herramientas para su aplicación en el aula por parte de los alumnos.
Mi genoma creativo
Es una guía para docentes que confían en el potencial creativo de su alumnado. Pretende hacer visibles y poner en funcionamiento las actitudes, habilidades y destrezas que ayudarán a los alumnos a conseguir soluciones creativas cuando se enfrenten a nuevos retos. Aporta una serie de propuestas para que el alumnado pueda realizar una autoevaluación y descubrir los superpoderes creativos que tienen, sean conscientes de su potencial creativo y de que ésos se pueden entrenar y mejorar a través de las experiencias cotidianas del aula.
Menú de aprendizaje
Es una guía para ayudar a los docentes a programar sus clases de manera divergente y cuestionar las prácticas de aula, perdiendo el miedo a ser creativos al planificarlas. En esta guía se recogen algunas de las técnicas de creatividad que se utilizaron en el restaurante elBulli, liderado por Ferran Adrià, adaptadas al ámbito educativo: inspiración, adaptación y asociación.
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