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Tiempos de Cambio para la Escuela Secundaria

Por: Alberto Croce 

De repente, la necesidad de transformar la secundaria ha subido muchos puntos en la agenda educativa nacional. Cada vez más, muchos opinan, disertan, escriben, investigan… sobre esta cuestión. Cada semana, en distintas ciudades del país, varios foros se realizan alrededor de esta temática impulsados por empresarios, fundaciones, universidades, organizaciones sociales, ministerios de educación, periodistas…

Para nosotros, que hemos puesto en el centro de nuestra misión institucional a esta gran causa y la hemos llamado sin eufemismos “Transformar la Secundaria”, tanta movida es un motivo de esperanza, atención, interés…

Cuando optamos por centrarnos en esta cuestión e impulsar los diálogos intersectoriales para avanzar en los consensos necesarios para que estos cambios se produzcan, estábamos convencidos de que se trataba -y se trata- de una cuestión necesaria y urgente. Intencionalmente no buscamos fogonear la discusión entre los que piensan que lo que se está haciendo en las secundarias no sirve para nada y los que no acuerdan con esta postura. Es un debate estéril y que difícilmente conducirá a algo positivo. Si bien pensamos que hay muchísimas cosas importantes y positivas que hoy suceden en las 13.000 escuelas secundarias de nuestro país, estamos convencidos que hay que generar una nueva escuela secundaria pensando en los desafíos que el mundo actual y el futuro está planteando a nuestros adolescentes y jóvenes.

Avanzar en transformaciones nunca es una tarea sencilla. Sobre todo cuando implica que sucedan al interior de “sistemas complejos” con millones de personas involucradas en los mismos. Cualquier propuesta que no tenga suficientemente contemplada esta complejidad estará destinada al fracaso y, lo que es peor, fortalecerá las resistencias a los cambios que se buscan.

La otra cuestión importante es qué rol juegan en los cambios que se proponen los que están cotidianamente involucrados. La experiencia que nos da la vida misma, hace que conozcamos muchas personas que se sienten con autoridad para pontificar sobre cómo deben hacer los demás para resolver sus problemas y no logran ser muy eficaces en solucionar los propios. Esto sucede en todos los órdenes de cosas, de manera muchas veces inofensiva… Pero cuando se habla del Sistema Educativo, imaginar que los docentes y los estudiantes no deben ser escuchados o deben serlo sólo cuando dicen lo que confirman nuestras hipótesis, es un muy mal camino de cambio. Sencillamente, por ahí no se debe avanzar porque no se llegará muy lejos.

Algunos que miran el sistema “desde fuera” o con vínculos muy poco profundos con su realidad cotidiana, sienten un cierto tedio ante la afirmación anterior. Como si las resistencias fueran tantas que nunca se podrá finalmente cambiar nada. Es una sensación que se comprende. Pero así y todo es inevitable e irreemplazable la participación fundamental de los actores principales del sistema, a saber, docentes y estudiantes.

El otro punto fundamental cuando se piensa en los cambios necesarios y que nos habla también de la complejidad que debe abordarse, tiene que ver con la naturaleza misma de los cambios que se imaginan. En educación, como en muchos otros aspectos de nuestras vidas, los formatos externos son un reflejo de asuntos mucho más profundos. Los cambios en las metodologías o formatos, no cambiarán en realidad nada si no se atiende a las concepciones que están en juego, de manera explícita u oculta, pero que están allí, fogoneando desde dentro lo que se ve por fuera. Las cosas no suceden porque sí. La escuela tiene cosas que queremos cambiar y estas son como son por asuntos que no se ven fácilmente cuando sólo se observa superficialmente.

Por ejemplo, cuando la Ley de Educación Nacional plantea que la educación es un derecho, está tocando una cuestión sumamente sensible porque reivindica una concepción de persona humana que aprende.  La inclusión educativa no es una medida administrativa -aunque tenga consecuencias y exigencias de este tipo- sino un reconocimiento a la dignidad humana de todas las personas y, por ende de todos -TODOS- los estudiantes.

Esto nos exige pensar en formatos que no dejen a nadie fuera y en los que todos y todas puedan aprender con calidad. En nuestro sistema educativo, hoy fragmentado socialmente en instituciones que no interactúan suficientemente con otras con alumnos de diferentes grupos sociales, el Estado debe asumir la difícil responsabilidad de garantizar la buena educación para estudiantes que provienen de situaciones de mayor desventaja e injusticia social. Los cambios que buscamos, no son sólo para que la escuela les resulte más entretenida a los estudiantes… son una exigencia de la dignidad de cada uno de estos estudiantes y, en especial, de los que corren con más desventajas en la carrera de la vida.

Estoy observando con no poca preocupación cierta liviandad en algunas propuestas de transformación que a veces orillan la “tilinguería superficial” respecto de la idea del cambio. Mi amigo Axel Rivas repite todas las veces que puede que la innovación no puede implicar prácticas irresponsables porque los estudiantes no son “ratas de laboratorio” y que debemos avanzar con experiencias serias y comprobadas con rigurosidad.

Por eso, no debemos confundir transformación educativa con excentricidades metodológicas. Y mucho menos creer que porque una práctica pedagógica lleva un nombre en inglés es ciertamente recomendable para aplicar en las escuelas porque seguramente permitirá resultados favorables.

Por otra parte, tenemos que ser cuidadosos para que una práctica pedagógica más o menos creativa que se realice en un aula, no sea identificada con una transformación del sistema educativo. Innovaciones de ese tipo han habido y seguirán habiendo. Son necesarias e importantes. Se puede aprender mucho de ellas. Deben ser muy valoradas. Pero estamos hablando de otra cosa, de otra profundidad de cambios que hacen al corazón del sistema educativo respecto de la educación secundaria.

Otro error bastante corriente es identificar educación de calidad con prácticas docentes que se florean de reprobar a los estudiantes. Y aún más, si los hacen “repetir”. Los Medios de Comunicación refuerzan esta mirada con su remanida tesis del “facilismo educativo”. Es como un “virus” que infectó la concepción educativa de no pocos docentes. No enseñamos para reprobar sino para que los estudiantes puedan aprender. Y es eso lo que debemos buscar, utilizando todos los recursos disponibles para que ello suceda, aprovechando los diferentes tipos de inteligencia que hoy sabemos que existen. Ojalá todos los docentes pudieran lograr que todos sus estudiantes aprendieran lo que se les propone. Y, sobre todo, que aprendieran a aprender. Por ahí van los pasos de una buena educación.

Otro elemento muy importante para tener en cuenta es que hay que reconocer y asumir responsabilidades diferenciadas a la hora de encarar estas cuestiones. Por una parte, cada educador, cada directivo, cada estudiante, tiene una responsabilidad personal indelegable. En el caso de quienes forman los equipos docentes hay responsabilidades profesionales  cotidianas. La primera es ser muy estricto respecto del propio cumplimiento de sus responsabilidades laborales. La escuela secundaria de gestión estatal que garantiza el derecho a la educación tiene que asegurar que el ausentismo sea una situación excepcional. Se siente una gran frustración y un gran dolor cuando los padres y madres de los estudiantes que van a las escuelas de zonas más empobrecidas nos dicen que sus hijos casi nunca tienen una semana, y a veces ni un día, con todas las horas de clase según los horarios establecidos. Sensación compartida por directivos y docentes comprometidos que sienten una gran impotencia respecto de esta cuestión. Los dirigentes sindicales y los jóvenes de los centros de estudiantes también nos han dicho muchas veces que hay que trabajar esta cuestión con urgencia porque está debilitando y dañando seriamente a la misma escuela pública.

Pero hay que ir mucho más allá. Todos sabemos que hoy no es sencillo ser un guía potente del acompañamiento de los aprendizajes de nuestros estudiantes adolescentes. Sin embargo, es finalmente la responsabilidad de cada uno de los  docentes y debe ser asumida de la mejor manera posible. La transformación de la secundaria tiene buena parte de transformación de la tarea docente entre sus componentes principales.


Para los directivos es un gran desafío constituir equipos fuertes que trabajen coordinadamente y logren que la escuela responda a todas las exigencias y demandas que hoy la sociedad le está exigiendo.

Pero además, hay una responsabilidad propia de los funcionarios y por extensión del Estado. No es posible desde el Estado proponerse transformaciones serias si no se da respuesta consistente a las cuestiones presupuestarias de la educación. La secundaria diferente que responde a las exigencias de transformación que se están planteando en los diferentes escenarios, requiere de una mayor asignación de recursos porque sin ellos es sencillamente imposible alcanzar los cambios que se buscan. Siendo una responsabilidad propia de quienes administran el Estado, cualquier propuesta de transformación que se proponga como política pública deberá acompañarse de una clara indicación de cuáles serán las medidas que garanticen su adecuado financiamiento. Sin dicha información, será muy difícil que la propuesta resulte creíble, y, por tanto, no será acompañada por muchos de los actores que deben participar de la misma.

Se trata de responsabilidades diferenciadas que cada actor debe asumir con seriedad.

Desde Transformar la Secundaria hemos identificado “8 banderas para la transformación de la Escuela Secundaria”. Son ocho propuestas que hemos seleccionado de entre las que escuchamos y recibimos en una consulta atenta y cuidadosa con los más diversos sectores interesados en una nueva secundaria. Como es lógico, en los distintos escenarios mencionados se está hoy hablando de esas propuestas. (Nosotros sólo les hemos damos visibilidad porque desde distintos sectores se las ha venido identificando como importantes, algunas desde hace tiempo).

Creemos que debemos tomarlas con mucha seriedad. Ir a fondo. Identificar claramente cuáles son los obstáculos que encontramos para poder implementarlas. Aprender de los que las están aplicando con mayor éxito. No cometer errores que otros han cometido antes. Valorar el esfuerzo de quienes aprendieron, escribieron y desarrollaron estas prácticas transformadoras.

El centro de todo este proceso son las mismas escuelas secundarias. Sus equipos directivos convencidos de que es posible mejorar las prácticas y transformarse. Todos debemos apoyarlos con entusiasmo, conocimientos y recursos.

Desde el estado nacional y los estados provinciales se deben generar -o fortalecer cuando ya las hay- normativas que permitan mayores espacios de libertad para tomar decisiones institucionales responsables. Los supervisores e inspectores deben acompañar estos procesos y funcionar como “comunicadores” de las experiencias al interior del propio sistema educativo, favoreciendo los puentes y las vías de comunicación y expansión.

Para que todo esto suceda, es necesario que muchos docentes se convenzan también de su poder transformador dentro del sistema. Aún en medio de todas las dificultades actuales, es el camino que debemos recorrer para lograr que nuestras escuelas secundarias transiten por la senda de la transformación.

Esta gran transformación no tendrá “dueños”. Se requieren decenas de miles de “hormigas”, actuando al interior de las distintas escuelas. Para este cambio son más importantes que un puñado de “próceres”.

Estoy convencido que son muchos más que los que nos imaginamos los que están dispuestos a hacer una verdadera revolución educativa en la escuela secundaria. Los que hoy no están contentos con este rol que se les exige y que no les permite “conectar” verdaderamente con los estudiantes. Los que quieren volver a sentir en sus corazones lo que los llevó a elegir la docencia como profesión y como forma de vida.

La madurez de los tiempos no se planifica. Los tiempos propicios “acontecen” cuando una serie de elementos los hacen brotar en un determinado momento histórico, muchas veces de manera totalmente inesperada.

Este un momento importante para participar y asumirse como promotores del derecho a la educación. Un momento imprescindible para comprometerse con una educación emancipadora que ponga los valores en su lugar.

Docentes que trabajan en las escuelas como profes, docentes que tienen responsabilidades como directivos, supervisores, funcionarios… docentes que trabajan en organizaciones sociales y que buscan una mejor educación, docentes que desde las universidades vienen pensando una educación distinta, docentes que están en los bachilleratos populares, en los centros de apoyo escolar, en los “Fines”, en los centros de Formación Profesional, en los institutos de Formación Docente…

Asumiendo cada uno desde las propias raíces de su identidad como educadores latinoamericanos, trabajar muy seriamente para demostrar que ninguno mejor que ellos, sabe a dónde quieren ir, y que harán todo lo que puedan hacer, para garantizar la mejor educación para los adolescentes y jóvenes de nuestro país.

Aún en medio de las tensiones por las que atraviesa nuestra sociedad nacional y global, estos son tiempos oportunos para posicionarnos en estos debates que vienen ganando el escenario educativo. No tenemos por qué esperar por tiempos menos inciertos. Estos son los nuestros. Los que nos tocan vivir. Los que tienen toda la potencialidad de hacer que nuestras vidas como educadores tengan sentido.

 

 

Alberto Croce

Educador Popular y Maestro.

Director Ejecutivo de Fundación VOZ

Buenos Aires, Julio de 2017

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Paraguay: Cambios de propuestas educativas en bachilleratos técnicos y científicos

Paraguay/05 de Mayo de 2017/La Nación

El Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) inició un proceso de revisión de la propuesta educativa de los bachilleratos técnico y científico de la Educación Media, luego de varias décadas de implementación.

El proceso de diagnóstico ya comenzó en el año 2014. Primeramente, fue con la identificación de algunos aspectos críticos en ambas modalidades de bachillerato.

Entre ellas podemos citar; excesiva cantidad de disciplinas; superposiciones innecesarias de contenidos; gran cantidad de capacidades que no logran desarrollarse cabalmente e importantes actualizaciones necesarias en los contenidos propuestos.

Nuevos diseños

Actualmente, la cartera educativa se encuentra buscando diseños curriculares innovadores para el Bachillerato Científico, Bachillerato Técnico, en las especialidades de Hotelería y Turismo, Contabilidad, Electrónica, Mecánica General y Construcciones Civiles.

Y además, para las ofertas educativas alternativas implementadas en la Educación Media.

Se da gracias a los jóvenes paraguayos

«Este proceso se da a la luz de los acelerados cambios que ocurren en el mundo globalizado, y basado, por un lado, en los diagnósticos realizados a lo largo de este tiempo sobre los resultados de esta propuesta, y por el otro, como respuesta a sus principales protagonistas: los jóvenes, quienes en varias mesas de diálogo han solicitado la revisión de la Educación Media, disconformes con varios aspectos de este nivel», expresa un comunicado emitido por la cartera educativa.

No obstante, desde el MEC se puntualizan ciertos aspectos:

  1. El curriculum está vigente y aun no se plantean cambios
  2. Los equipos deberán elaborar propuestas y estas se someterán a discusiones y análisis con docentes, padres, estudiantes y sector productivo, a partir de los meses agosto en adelante ningún diseño ha sido terminado ni está por implementarse.
  3. Los ajustes curriculares tienen por principios:
  • Presentar ofertas mejores que las existentes.
  • Plantear salidas administrativas para no perjudicar a NINGÚN EDUCADOR EN NINGÚN CASO.
  • La propuesta será sometida a varios procesos de revisión, ajustes y validación por diferentes actores de la sociedad.
  • Fuente: http://www.lanacion.com.py/pais/2017/06/02/cambios-de-propuestas-educativas-en-bachilleratos-tecnicos-y-cientificos/
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Hace falta una gran revolución para cambiar la Universidad

Por: Hugo Ruiz Olazar

El profesor doctor Antonio Cubilla, un estudioso de la educación superior, médico patólogo, analiza con crudeza el estado de la educación superior y alienta la intervención de universidades privadas, como Unasur. En esta entrevista afirma que incluso la Universidad Nacional está en la picota. Sostiene que el movimiento “#UNAnotecalles” se enfocó en la corrupción administrativa pero dejó de lado la cuestión académica.

Los estudiantes en crisis, en rebeldía, reclaman. No aceptan el cierre porque sí de las Universidades privadas. El caso Unasur… 

–Es un fenómeno nuevo. Son universidades que no están acostumbradas a ser controladas. Han actuado muy libremente amparadas en la autonomía universitaria. Se ha abusado de esa libertad que repercute en el nivel educacional. El nivel es bastante precario. Tenemos de 60 a 70% de matrícula en las universidades lucrativas…

–¿Paraguay? 

–Está en 60% aproximadamente. Pero qué pasó. De programas baratos: administrativos, comerciales, humanidades, se volvieron más osados y comenzaron a instalar facultades de alto costo como medicina, que requiere de un hospital; ingeniería, que requiere de laboratorios sin estar preparados para hacerlo. Ahí está la falta de ética de los dueños de estas universidades.

–La realidad es que hay una explosiva demanda. El sector privado da a los jóvenes una posibilidad que el Estado no ofrece. 

–Un aspecto positivo es ese. Es cierto, jóvenes de menores recursos van a esas universidades. Hay una demanda masiva. Paradójicamente, las universidades públicas se convirtieron en centros superiores de élite. El pobre no alcanza a superar la rigurosidad de sus exámenes. Medicina es una carrera difícil de acceder para un estudiante de extracción humilde. Entonces se dan estas paradojas de desequilibrio social en la educación en el Paraguay. Las privadas palian en parte estas necesidades pero de manera impropia…

–¿Cumplen un rol social o no?

–Es cierto, pero también hay una cuestión cultural. El que ingresa se pone como objetivo lograr el máximo título. Al pagar la cuota los padres creen que sus hijos tienen derecho a ser doctores como mínimo, ingenieros, arquitectos, veterinarios. Pero no todo el mundo está calificado para esas carreras, independientemente de su situación económica. El perjudicado final no va a ser el estudiante de clase media o clase alta. Va a ser el pobre que tiene mala formación.

–La cuestión es ¿cerrar y se acabó? Si comenzaron a operar es porque las autoridades habilitaron. 

–Yo estoy de acuerdo en que se debe analizar mientras el Cones (Consejo Nacional de Educación Superior) continúe su trabajo. Yo apoyo el trabajo que viene haciendo. Apoyo el cierre de Universidades que no cumplen con los criterios mínimos.

–Qué sugiere que se haga… 

–En 2005 el MEC me pidió algunas ideas. Yo recomiendo que se haga un ranking de mejor a peor, como en Ecuador. Allá hay un programa que ya tiene 10 años que clasificó las universidades en A, B, C, D y E. Entonces las instituciones responsables evalúan las universidades de acuerdo a estos criterios y luego les ranquean. Se les da tiempo para ir subiendo de categoría. Cuánto más investigación hacen van para arriba. Se les da un plazo de dos a tres años. Si no se adecuan se cierra. Cerrar todas tampoco es la solución. Como dice usted, están cumpliendo una función social.

–Si se cierra, ¿qué opción puede dar el Estado? 

–Tiene que haber un saneamiento. Siempre se sufre en los inicios de los cambios. Necesariamente alguien va a tener que sufrir.

–Usted es muy drástico. 

–Yo soy del criterio de que tiene que cerrarse. Estoy de acuerdo en que hay que darle un tiempo prudencial para que se adecuen. Creo que a esta Universidad Unasur ya se le dio el tiempo. No sé cuál sería la solución, pero si no reune los requisitos…

–Usted no les da una alternativa a los alumnos, que sean acogidos por la UNA por ejemplo… 

–Puede ser una salida razonable, pero no todas las carreras que están en las universidades privadas están en la UNA. El sector privado tiene mucho más diversidad. La UNA no se ha diversificado. Está con sus materias clásicas desde hace 50 años. El Estado debe ofrecer eso como cosa pública, pero tiene que tener también sus exigencias de admisión, sus exámenes de ingreso. A nivel público se trata de hacer en serio las cosas porque no hay lucro de por medio.

–Atrapado en una endogamia, como dice (el padre) Montero Tirado… 

–Absolutamente. La Universidad pública es endogámica tremendamente. Hace falta un recambio. Endogamia es un término genético que tiene que ver con la falta de recambio de genes. Los genes se intercambian y el progreso biológico se basa en el mayor intercambio. Cuando hay menor intercambio de genes entonces se producen los problemas por la falta de recambio. Las enfermedades que están ahí presentes se van a diseminar más rápida y ampliamente cuando hay factores endogámicos.

–El movimiento “UNA no te Calles” hizo echar decanos, las autoridades pidieron perdón, pero se acabó la fiebre…

–Es una pena que haya enfocado solamente el aspecto administrativo y no el académico. Si se hace una evaluación rigurosa hay facultades que pueden correr riesgo de cerrarse. “Una no te Calles” estuvo correcto para señalar la corrupción y se inició un intento de mejoramiento académico, pero quedó truncado. No hubo cambios fundamentales…

–Qué tiene que cambiar en la parte académica…

–Tiene que haber más investigación. El profesor tiene que estar en su cátedra todo el día.

–Pero tampoco hay buena paga. El administrativo gana mejor… 

–Así mismo es. Hubo un intento interesante. Aquel rector anterior, Pedro González, instituyó un dinero para los profesores que hacen investigación. Consiguió 60 rubros en el Parlamento. Creo que eran de 12 millones de guaraníes mensuales. La suma se mantiene igual desde hace 15 años a pesar del tiempo y, lo más notable, de los 60 apenas 20 son investigadores…

–¿El resto fue al bolsillo de los amigos? 

–Fue para los amigos. Nunca fue regulado por el sistema meritocrático. Se requiere de una revolución muy grande para cambiar la Universidad y reconvertirla en una Universidad de investigación. No hay esa voluntad.

–¿Qué pasa si viene un Presidente y dice: “Voy a destinar desde este año el 7% del presupuesto a la educación”? 

–Así como está la UNA no me animaría a darle un presupuesto altísimo hasta que no demuestre una reconversión y un cambio de cultura académica, de la docente a la investigativa. Tiene que haber un cambio cultural, y yo creo que eso pasa por cambio de personas. Si hubieran aceptado nuestras sugerencias hace más de 10 años, hoy la UNA iba a estar con el 70% de investigadores. El cambio tenía que ser gradual.

–El gobierno compartido en la Universidad: rector, decano, docentes, estudiantes y representantes de egresados, ¿no funciona? 

–Este modelo, que es muy latinoamericano, se originó en la revolución de Córdoba en 1918. En esa época se justificaba ampliamente. Hasta ahora se justifica el gobierno paritario.

–Esto mismo que exigieron los estudiantes. –Sí, y yo les apoyé…

–¿Por qué? ¿No está desfasado? 

–La realidad latinoamericana es otra. Estuve cuatro años en el consejo de Medicina. Si no había protestas estudiantiles nada cambiaba. En Paraguay no hay cambios si no hay revoluciones estudiantiles. Entonces me pareció correcto tener más estudiantes y más egresados no profesores dentro del Consejo.

–¿No hay peligro de dictadura estudiantil? –Por mi propia experiencia he comprobado que cuando está más mala la situación, cualquier idea de cambio es buena. No digo que sea un modelo paritario para siempre, pero a lo mejor temporalmente, yo creo que es un instrumento que puede ser interesante para el recambio. El profesor se eterniza. En la Facultad de Medicina había que echarlos a los jefes de cátedra. No querían salir más, era más bien una cuestión de poder.

–Y eso existe todavía…

–Y sí. La UNA está igual. Muy poco ha cambiado. Entonces, si la Universidad madre sigue así, el panorama no es alentador. El problema es más grave que el cierre de la Unasur. Yo no estoy en contra de la Universidad privada. Soy ideológicamente un liberal, pero no este libertinaje que ha ocurrido.

–Pero ¿les sirve el título para el mercado laboral? A un empleador el título no le impresiona…

–Hay muchas quejas a nivel empresarial sobre la calidad de los empleados. Es una realidad que los cargos gerenciales en las grandes empresas, en un alto porcentaje, son acaparados por extranjeros o aquellos privilegiados que han estudiado en los grandes colegios de acá y se especializaron afuera.

–¿Usted tiene sus hijos afuera?

–De cuatro, tengo dos hijos afuera que ya no volvieron. La paga, la calidad de vida y la calidad del trabajo son muy diferentes. Yo mismo estuve a punto de quedarme (en Estados Unidos), pero volvimos un grupo de médicos en esa época. Por supuesto, el shock cultural después de 10 años de estar afuera es tremendo. Pero uno se adapta. Yo tenía mi especialidad, la patología. Volví y comencé de cero. Traje todo mi equipo. Trabajé en el Hospital de Clínicas y en el Instituto del Cáncer. Estuve 20 años en las instituciones públicas.

–¿Por qué volvió? 

–Mi familia no estaba muy adaptada, esa fue la causa principal…

–¿Dónde vivió? 

–En Nueva York. Volví con temor porque allá estaba muy bien. Pero regresé y nunca más busqué volver. Con todas sus imperfecciones, prefiero nuestro país.

Fuente: http://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/hace-falta-una-gran-revolucion-para-cambiar-la-universidad-1598138.html

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Perú: Momento para hacer mejoras

Por: www.elperuano.com.pe/Marcelo Puelles/29-04-2017

El impacto de los desastres se sintió con fuerza en centros de salud y escuelas. Las emergencias, sin embargo, son también una oportunidad para ajustar estrategias.

Equipada con un par de botas y un chaleco, la ministra de Salud, Patricia García, ha recorrido las zonas afectadas por los desbordes en el norte del país. Lidera brigadas desde que se declaró la emergencia y supervisa los daños en los centros de salud, así como la distribución de medicamentos.

Cientos de establecimientos de salud resultaron afectados mientras el panorama se complicaba con los brotes de enfermedades como el dengue, la chikungunya e infecciones respiratorias agudas.

Sin embargo, para García esta crisis representa un problema, pero también una oportunidad para, por ejemplo, corregir errores, ajustar estrategias y hasta erradicar de manera definitiva de nuestro país males que afectan sobre todo a niños y ancianos.

“Estamos en el momento propicio para controlar el dengue. Definitivamente, estamos preparados; hemos realizado una ardua tarea de fumigación y erradicación de criaderos de larvas del zancudo (transmisor)”, indicó.

Para la etapa de la Reconstrucción con Cambios, el Ministerio de Salud apunta a mejorar la distribución de medicamentos, rehabilitar los nosocomios afectados y reconstruir en zonas seguras los establecimientos que resultaron inundados.

Respuesta inmediata

Entre tanto, las tareas de la ministra de Educación, Marilú Martens, se duplicaron, pues además de atender su portafolio fue designada como coordinadora en la región Piura.

En el sector Educación, se priorizó a más de 2 millones de estudiantes que no pudieron iniciar clases por los desastres. La respuesta fue inmediata. Todo el material educativo se repuso en 261 instituciones educativas, se instalaron 1,400 aulas prefabricadas y se drenaron las aguas empozadas en los colegios afectados.

*Fuente: http://www.elperuano.com.pe/noticia-momento-para-hacer-mejoras-54358.aspx

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El Salvador: Competencias, cambios exigidos a la educación desde fuera de la educación.

Pero cuidémonos de no pauperizar aún más nuestra ya endeble situación educativa por conseguir trabajadores aptos y no personas con educación.

CentroAmérica/El Salvador/18.04.2017/Autor: Jorge Alejandro Castrillo/Fuente: http://www.elsalvador.com

La forma en que la sociedad educa a sus niños y jóvenes ha ido sufriendo cambios a través de los tiempos. La antigua tradición, vigente hasta pasada la segunda mitad del siglo pasado, presentaba una clara diferenciación entre las disciplinas, materias o asignaturas y hacía énfasis (de forma excesiva para algunos) en la memorización de datos, de reglas y de fórmulas. Era usual poner a competir a los alumnos para ver quién recitaba más poemas, sabía mejor las capitales de los países del mundo, los elementos de la tabla periódica, las preposiciones y los tiempos verbales. La religión se enseñaba también de esa manera: parecía más importante que los creyentes supieran recitar las virtudes cardinales, las obras de misericordia, los pecados capitales y veniales, etc. a que practicaran esas virtudes en su vida. En literatura, más importante que leer y disfrutar las obras literarias era que los alumnos conocieran dónde y cuándo había nacido y muerto el autor, a qué movimiento perteneció y qué obras escribió. Por eso, ese tipo de educación se califica actualmente como memorística o enciclopédica (calificativo que no comprenden las nuevas generaciones que ya no cuentan entre sus experiencias vitales el haber consultado una enciclopedia). En los pueblos, los profesores eran casi tan respetados como los curas y alcaldes: tenían que saber más que los demás, y saber de todo.

Vinieron luego los tiempos en los que la satanizada memoria fue dando paso a la comprensión: se pretendía que los estudiantes antes que memorizar, comprendieran el sentido de lo que aprendían. Reformas educativas se propagaron como epidemias por todos los países del mundo: quienes elaboraban los currículos y programas de estudio ponían más cuidado en el ¿para qué? aprenderán esto los alumnos, ¿les servirá para su vida diaria? Los hacedores de currículo y maestros se preguntaban ¿qué conducta del estudiante confirmaría a un observador externo que el estudiante había, en efecto, aprendido? La pretendida primacía de la práctica sobre el conocimiento.

En todas las áreas científicas los saberes se multiplicaban vertiginosamente y ya no bastaba una vida para saber y aprender de todo: reinó entonces la convicción que había que educar a los estudiantes para que aprendieran a aprender. La educación personalizada, el aprendizaje por descubrimiento, la educación liberadora, son movimientos de esos tiempos. Tiempo también del apogeo de la psicología conductista y su énfasis en la descripción minuciosa de la conducta. Las sociedades empezaron a diversificar sus economías y se multiplicaron las opciones de trabajo y de estudios profesionales, técnicos y de investigación. Una industrialización creciente de la actividad económica se vivía en el sector productivo que requería más “mano de obra calificada”. Fueron tiempos del florecimiento de la formación técnica desde la educación media y universitaria (“El futuro es de los técnicos” fue su lema) y de la formación profesional laboral (nacimiento de los institutos de formación profesional como nuestro Insaforp).

Me habría gustado tener la oportunidad, que no tuve, de conocer a y conversar con Walter Béneke, quien luego de fungir como nuestro embajador en Japón volvió al país a liderar la primera Reforma Educativa de la que yo tengo memoria. ¿Qué se perseguía con ella? ¿Cómo se lograrían los objetivos propuestos?

Nuestro actual presidente, a la sazón un bisoño graduado de la Normal de maestros, relata en sus memorias que sus primeras actividades como docente no fueron dar clases, sino organizar la huelga de maestros contra aquella reforma. ¿Su argumento? “La Reforma venía de fuera”. Había apoyo del Japón. Contundente argumento para un pequeño país. El apoyo de Cuba y Venezuela, ¿de dónde viene, respetado amigo?

Quienes trabajamos en y para la educación deberíamos tener claro que ni es malo aprender de memoria ni tampoco lo es formar para el trabajo. “…ni poco ni demasiado todo es cuestión de medida…” cantaba Alberto Cortez en los años setenta.

Por lo anterior, resulta paradójico que desde su paso por el Ministerio de Educación, el profesor se haya subido al barco de los “currículos por competencias”. El concepto de competencia, importado del ámbito de la formación profesional en donde sirve bien para diseñar procesos de capacitación dentro de las empresas, hace alusión a cuatro aspectos: el conocimiento (saber), la habilidad (saber hacer), el juicio (saber distinguir cuándo y cómo debo hacerlo) y la actitud (saber hacer que las cosas sucedan). Se pide desarrollar en los estudiantes la capacidad de mostrar un buen desempeño (solucionar problemas) no en teoría sino en contextos complejos y auténticos, lo que es bueno. Pero para ser auténtica, la situación tiene que se concreta, específica, lo que pone en aprietos serios al sistema educativo público que opera desde aulas maltrechas. Los laboratorios los tienen sólo privilegiadas instituciones.

Nos tocará surcar estas aguas, que no son malas ¡si se navegan bien y con criterio! Pero cuidémonos de no pauperizar aún más nuestra ya endeble situación educativa por conseguir trabajadores aptos y no personas con educación. ¿No habría sido mejor no torpedear aquella reforma, Señor Presidente? ¿Sufrirá huelgas de los docentes? Resultaría tragicómico que fueran ellos los que dieran la estocada final al gobierno del profesor: el perro mordiendo su propia cola.

Fuente: http://www.elsalvador.com/opinion/334264/competencias-cambios-exigidos-a-la-educacion-desde-fuera-de-la-educacion/

Imagen: https://entreeducadores.files.wordpress.com/2012/12/educacion.jpg

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México: Cambios educativos no serán campos de batalla ideológicos, económicos o políticos: SNTE

México / 22 de mayo de 2017 / Por: Erick Juárez Pineda / Fuente: http://www.educacionfutura.org

En el marco de la presentación del Nuevo Modelo Educativo, el presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Juan Díaz de la Torre, aseguró que el SNTE cuidará “que nadie convierta estos procesos en campos de batalla ideológicos, económicos o políticos.

Los planes, programas y nuestros libros deberán contener la visión que la inmensa mayoría de los mexicanos tenemos y requerimos.

Durante su intervención en la ceremonia que encabezó el presidente Enrique Peña Nieto, el líder magisterial consideró que el énfasis de la evaluación debe trasladarse a la formación y el desarrollo profesional de los maestros.

“Si bien mejorar el perfil académico y el desempeño del profesorado es un factor esencial, también es tiempo de hacer realidad  la reducción de las cargas administrativas, el impulso de la calidad de estrategias pedagógicas, una gestión escolar eficiente, un currículum pertinente y relevante, así como con políticas que favorezcan la equidad y la inclusión”, detalló.

Además, sostuvo que otro tema urgente es la transformación y el fortalecimiento de las instituciones formadoras de maestros.

El dirigente nacional del magisterio reconoció el amplio consenso que logró el Nuevo Modelo Educativo y subrayó que no hay contradicción entre la educación de calidad y los derechos de los trabajadores.

Reiteró que el Sindicato seguirá participando proactivamente en la transformación educativa; en el análisis y la modificación de los planes y programas de estudio, así como de los libros de texto.

Fuente noticia: http://www.educacionfutura.org/cambios-educativos-no-seran-campos-de-batalla-ideologicos-economicos-o-politicos-snte/

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Entrevista a Javier Martínez Aldanondo: “No tengo ninguna duda de que el sistema ya está cambiando”

11 febrero 2017/Fuente: Blog.tiching

Usted afirma que es necesario cambiar el modelo educativo actual. ¿Por qué?
Es evidente: porque no funciona. Porque si funcionara no estaríamos hablando de la cantidad de problemas que existen, con los jóvenes por un lado, a nivel de desempleo juvenil y descontento hacia el proceso educativo, y con los adultos por el otro, que se dan cuenta de que todo el tiempo y esfuerzo que dedicaron a estudiar luego tiene poco provecho en el mundo real.

¿Y el problema está en el sistema educativo?
Hay que cambiar el modelo porque está totalmente desfasado respecto a lo que se necesita para vivir. Lo que enseña el colegio no tiene nada que ver con las cosas que realmente hacen falta para desempeñarse en la vida. Y la forma en la que se enseña también es una forma que no tiene nada que ver con el método natural de aprendizaje.

¿Hay que elaborar entonces un nuevo modelo?
Creo que es hora de dar las gracias al sistema y pensar en que hay que rediseñar el modelo educativo o empezar de cero, no sé cuál es la alternativa correcta. Pero hay que tener un sistema educativo acorde con lo que estamos pidiendo a los ciudadanos.

¿Cuál es su apuesta para el futuro de la educación?
No tengo ninguna duda de que el sistema ya está cambiando. Venimos de una historia de muchos siglos de jerarquía y de poca valentía a la hora de denunciar y de reclamar. Hemos sido civilizaciones muy sometidas, muy jerárquicas, donde la mayoría tenía un destino y nacía donde nacía y tenía que aguantar lo que le tocaba vivir. Eso está cambiando. De hecho, cada vez hay más gente que tiene expectativas respecto a su vida y no está dispuesto a ser uno más o a desempeñar un trabajo que no le guste o vivir una vida que no es la que espera. La educación es de los sectores que más se ha resistido a los cambios. El proceso educativo que fue diseñado hace siglos no ha variado mucho. Ha sido de los sectores más reacios.

¿Y cree que estos cambios llegarán a buen puerto?
Es un proceso que va a llevar tiempo y que va a necesitar mucha valentía y mucha decisión, pero es algo inevitable porque la brecha es cada vez mayor. Cada vez se parece menos lo que estudias y respondes en un examen con las competencias que necesitas en la vida.

¿Dónde cree que puede estar la clave para llevar a cabo los cambio adecuados?
Creo que hay un elemento, la tecnología, que puede ser la clave que nos ayude a dar el salto. No porque para aprender haga falta tecnología, sino porque la tecnología nos puede permitir cosas que hasta ahora, por medios presenciales físicos, no podemos hacer.

¿Puede desarrollar esa idea?
Hoy en día la tecnología inunda toda la vida y hay montones de cosas que no podríamos hacer si no fuera por la tecnología, desde viajar hasta comunicarnos y alimentarnos. Todo está marcado por la tecnología. Y la educación tendrá que dar el mismo paso. No es posible que tú para aprender tengas que ir a un sitio y ese sitio tenga que ser el de al lado de casa, con la gente y los profesores de al lado de casa. Ese mundo yo creo que ya no es posible. Y mi apuesta es que eso se va a modificar.

Entonces, ¿qué papel deben jugar las TIC en este nuevo modelo? ¿Cree que deben ser las protagonistas?
Yo diría que son protagonistas invisibles. La tecnología forma parte de nuestras vidas y sin ella no podríamos hacer nada. La única decisión inteligente es ver de qué forma te sirve. Nunca es la tecnología la que gobierna. Somos nosotros los que decidimos qué hacer con ella. La clave es definir bien de qué forma la tecnología nos ayuda a modificar la manera en que tenemos diseñado el sistema educativo. Porque nos permite cosas que hasta ahora no podíamos hacer. Y eso no significa que todo tenga que estar teñido de tecnología, sino que nos hagamos esa pregunta.

¿Qué pregunta?
La tecnología es la quinta pregunta que uno se hace. Antes tiene que preguntarse qué es importante aprender, por qué es importante aprenderlo, cuál es la mejor manera de aprender eso y cómo vamos a diseñar ese proceso. Y en esa serie de cuestiones uno se pregunta cómo la tecnología me ayuda. Lo que tengo claro es que sin tecnología no vamos a poder hacerlo.

¿Una mayor presencia de tecnología en las aulas será sinónimo de innovación?
No, tecnología e innovación no necesariamente son sinónimos. Innovas cuando haces algo distinto. Cuando cambias algo que no te funciona. Y a veces se hace con la tecnología y a veces no. Y a veces la tecnología ya está ahí, y lo que hay que ver son las nuevas maneras de utilizarla.

Respecto a este cambio de modelo, ¿deben ser las instituciones o los centros quienes lo empiecen? ¿Es necesario que los centros tengan mayor independencia para poder desarrollar este cambio?
Este es un tema de confianza, de si confiamos o no en los ciudadanos. Cuanto más reglado y menos margen tienes para poder moverte, expresarte y proponer, es mucho más complicado. Hace unos años el ciudadano podía estar más acostumbrado a ser obediente, pero hoy en día cada vez hay menos margen para eso.

¿Y cómo puede traducirse eso en estas transformaciones?
Creo que hay que tomar una decisión, en este caso a nivel de país, y luego entregar a cada uno de los actores la confianza, las herramientas y los recursos para que lo puedan desarrollar. No tiene por qué haber un único modelo. Lo que sí necesitamos es tener un consenso respecto a cuáles son las condiciones mínimas que cualquier habitante de este entorno necesita manejar. Y luego mientras tú cumplas con eso que hemos asumido que son las características razonables que necesitamos de un ciudadano, que debería estar en revisión permanente, hay que entregar autonomía y libertad.

¿Están los centros preparados para ese reto?
El problema es que los centros y los profesores todavía no tienen muy claro qué hacer con esa autonomía porque siempre han hecho las cosas de una manera. Saben que esa manera no funciona, pero tampoco saben hacerlo de forma distinta. Y eso les genera temor e incertidumbre.
Pero esto tiene solución, porque se puede enseñar a los profesores y centros a rediseñar todo eso. Pero no es sólo una cuestión de entregarles la libertad porque aunque no quieras, la inercia te va a llevar a seguir haciendo lo que siempre has hecho porque es lo único que sabes.

¿Están los equipos docentes preparados para este cambio?
La verdad es que nadie está preparado para los cambios, que son impredecibles. Si no, no serían cambios, y todo el mundo estaría ya preparado para todo.
Si nos fijamos en el proceso de formación de los profesores, los propios alumnos que egresan de magisterio dicen que ellos siguen siendo formados de la manera tradicional, con un profesor que les cuenta cosas. Y claro, finalmente van al aula y replican lo que han visto siempre, en el colegio y en la facultad.

¿Y qué hay en este momento que no había hasta ahora para impulsar esta transformación?
Lo que sí que veo es una predisposición distinta a la que veía hace un tiempo. Llevo dando charlas relacionadas con esto unos cuantos años y en lo que antes generaba polémica porque la mayor parte de los profesores se sentían amenazados hoy veo un nivel de aceptación que antes no veía. Lo que falta es alguien que les apoye y acompañe en el proceso.
Se está generando un caldo de cultivo de gente que quiere hacer cambios pero no sabe cuáles ni cómo hacerlos. Es parte de la incertidumbre y es parte de la diversión del proceso.

Entonces, ¿cuál debe ser el rol del profesor? ¿Tienen que cambiar los profesores su forma de enseñar?
Está claro que ya no tiene sentido que los profesores sepan muchas cosas, porque eso no te conduce a nada en esta sociedad. Lo que necesitas saber, lo saben las máquinas y lo van a saber mejor que tú. Todo el desafío que está llegando de la automatización, de la inteligencia artificial, de la sustitución de las personas por la tecnología, nos llevan por el camino de no dedicar tiempo a acumular información, sino a desarrollar habilidades y competencias que las máquinas no pueden adquirir.
Entonces saber mucho de una materia ya no tiene sentido. Nunca lo tuvo demasiado, pero ahora menos. Lo que sí que está claro es que cuando definamos qué competencias debe tener un ciudadano (si es que algún día lo hacemos), los docentes deberían ser las personas que acompañen en ese proceso de desarrollo de competencias.

Ha apuntado a un compromiso como país por la educación. ¿Debe haber más actores implicados en la educación además de los profesores?
En esta tarea no podemos dejar solos a los profesores. La educación es uno de los pilares de la sociedad, todo el mundo tiene que participar en este proceso. Evidentemente hay un colectivo que lleva el peso del día a día, pero toda la sociedad debería estar involucrada en el proceso educativo, personas de todas las profesiones.

Fuente:http://blog.tiching.com/javier-martinez-aldanondo-no-duda-sistema-esta-cambiando/#more-15628

 

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