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Habitar en un mundo grande y terrible. Algunos apuntes sobre salud; mental, juventud y política

Por: Manuel Romero Fernández

«La pandemia de angustia mental que aflige nuestros tiempos no puede ser correctamente  entendida, o curada, si es vista como un problema personal padecido por individuos dañado» Mark Fisher

La redacción de este artículo es el resultado de varios meses de trabajo. Sentarse a escribir sobre  ansiedad y depresión mientras la experimentas es como asomarse a un pozo interior que no sabes  donde acaba -lo más probable que en otra crisis de ansiedad o ataque de pánico. Así que finalmente  me decidí a hacerlo asumiendo la escritura como uno más de los muchos ejercicios de exposición que  hice durante las sesiones de terapia.

Después de llevar más de medio año sufriendo episodios de ansiedad y pánico y un fuerte trastorno de angustia, no se me ocurre una mejor forma de describir esta espantosa experiencia que aquellas  palabras de Antonio Gramsci que decían que vivimos en un mundo grande y terrible. Creo que los  dos adjetivos que utiliza describen a la perfección como se nos presenta la cotidianeidad a las personas  que padecemos síntomas ansioso-depresivos: como una realidad inabarcable que acentúa nuestra  vulnerabilidad y una sensación de malestar dominada por pensamientos negativos sobre todo lo que  nos rodea. Además, lo virtuoso de estas palabras es que no reflejan únicamente la percepción  individual del afectado, también describe en lo que se ha convertido el mundo que habitamos en la  etapa del capitalismo tardío: un caos globalizado en el que predomina el desarraigo y la incertidumbre.

Pese a que es cierto que el padecimiento de la ansiedad o la depresión se proyecta en vivencias muy  personalizadas, los orígenes de mi enfermedad es probable que no difieran en gran medida de las  causas que han empujado a otras personas a pasar por lo mismo. Mi vida en los últimos años, como  la de la gran mayoría de la gente de mi generación, se ha convertido en una carrera de fondo repleta  de obstáculos que tiene como meta la acumulación de méritos (académicos, laborales, personales,  etc.). Los jóvenes ya no tenemos biografía, sino curriculum vitae. Para los que estamos buscando  abrirnos paso en la academia los riesgos de padecer algún tipo de malestar mental son bastantes altos.  Según un estudio publicado en la revista Nature, nada más y nada menos que un 41% de las personas  que se encuentran doctorando sufren ansiedad, y un 39% depresión1. Para un análisis pormenorizado  de los problemas de salud mental asociados a la investigación recomiendo encarecidamente leer el  artículo El coste mental de la carrera investigadora, publicado en el diario El Salto2. Crecimos  haciendo de la cultura del esfuerzo, el relato por el que se suponía que si te dejabas la piel en algo  obtendrías compensación, nuestro habitus, y ahora estamos atrapados en una crisis cíclica de  sacrificios sin recompensas o, a lo sumo, con recompensas poco satisfactorias. El futuro se nos  presenta como una reiteración ad infinitum del pasado, la linealidad progresiva de la modernidad se  ha desvanecido dejando paso a la repetición de corto plazo. No es extraño entonces que la ansiedad,  cuya definición clínica es la activación desproporcionada del sistema nervioso central ante la  anticipación de un escenario futuro, se haya integrado a nuestro estado de ánimo normal.

Es habitual describir la depresión o la ansiedad como un trastorno pasajero y restarles la importancia  que se merece, pero la realidad, lamentablemente, es mucho más trágica y nos enseña que a estos  desórdenes mentales también es necesario sobrevivir y que, además, dejan una fuerte impronta en el  desarrollo posterior de la vida. Las estadísticas de suicidio entre los jóvenes nos muestran un  panorama desolador. Ya en el año 2017 la tasa de suicidio en los menores de 25 años se había  triplicado respecto a los inicios de 1990 -no es casualidad, como comentaba Franco Berardi «Bifo»  en su libro La fábrica de la infelicidad: nuevas formas de trabajo y movimiento global (Traficantes  de Sueños, 2003), que el incremento del consumo de Prozac en los 90 viniera ligado al nuevo  paradigma económico del neoliberalismo. Aún no podemos medir con datos el impacto real de la  pandemia sobre la salud mental de los más jóvenes, pero aún así creo que ya es posible intuir que  tendrá unas consecuencias terribles nada más que hablando con los círculos de amigos más cercanos.  No me cabe la menor duda de que la situación será mucho más dramática. En mi caso particular,  desde que comencé a sentir los primeros síntomas ansioso-depresivos después del primer  confinamiento estricto, ha habido momentos en los que he tenido la sensación de tener que hacer un  esfuerzo mayúsculo para sobreponerme a la vida. Recuerdo que en varías ocasiones, familiares y  amigos con las mejores intenciones, me han dicho eso de «no te preocupes, tienes toda la vida por  delante», y para mi, estas palabras, más que un consuelo, resonaban como una penitencia: el vértigo  brutal de tener que cabalgar por inercia hasta el final en un estado de absoluta anhedonia.

Hace tiempo que la juventud se ha convertido en una suerte de Sísifo a la inversa. Si en el mito  popularizado por Camus este empuja hacia arriba una piedra muy pesada que caía antes de llegar a la  cima, la tarea heroica de los jóvenes es la de sostener una losa insoportable mientras caminamos hacia  abajo por una pendiente muy pronunciada y resbaladiza. El lastre que cargamos a la espalda está  compuesto por múltiples factores imbricados entre sí. Uno de ellos, como comentaba más arriba, es la carrera de obstáculos laboral, pero a este se le suman muchos otros. Desde el crac financiero de  2008 hasta nuestros días, la renta de los jóvenes de entre 16 y 24 años es un 4,2% más baja.  Contrariamente a lo que se podría pensar, que alcanzaría sus mínimos durante la crisis para después  comenzar a crecer, o al menos se estabilizaría, los ingresos continúan en caída libre. Esto implica,  además, que la brecha generacional entre los mayores de 65 y los menores de 30 es mucho mayor, ha  pasado de un 8% en 2008 a más de un 28% en 20203, es decir, nos aproximamos a un abismo  generacional. La pauperización de la juventud va de la mano con unos precios de los alquileres cada  vez más inflados, una trayectoria creciente que únicamente ha podido ser truncada por los efectos  sobre el turismo y, por lo tanto, sobre Airbnb, que ha tenido la pandemia de la COVID-19. Esta serie  de factores convergen en lo que el politólogo Pablo Simón explicaba en televisión hace unos días, la  diferencia de la situación actual de los menores de 35 años con respecto a las generaciones anteriores  se encuentra, básicamente, en la ausencia de expectativas de futuro. Antes, al menos, se vislumbraba  un horizonte. De nuevo, la linealidad de la carrera de vida ha quedado interrumpida. La cancelación  del mañana tiene un rostro cada vez más visible.

Probablemente, el mayor reto que la juventud tiene por delante es el de hacer del malestar  generalizado en todas sus formas una potencia política transformadora. Es importante, y este es el  motivo principal por el que finalmente me decidí a escribir este artículo, que combatamos esa idea  tan arraigada en el imaginario social de la enfermedad mental como un problema individual y que lo  señalemos como lo que realmente es: un problema de salud pública. El estrés, la ansiedad, la  depresión o el pánico entre los jóvenes es cada día que pasa más frecuente en nuestras sociedades y  su normalización es el resultado de un largo proceso de privatización de la enfermedad. Además, la  creciente medicalización de la vida se presenta como una consecuencia lógica de la individualización  de las patologías. Unas décadas atrás, por ejemplo, cuando presentabas síntomas de estrés laboral el  médico te recomendaba sindicarte, ahora, sin embargo, te receta un cóctel explosivo de ansiolíticos y  antidepresivos. En el capitalismo tardío hemos sustituido los convenios colectivos por alprazolam. Al reducir toda esta serie de malestares a una perturbación del funcionamiento neurológico normal, o a  un trauma vivido durante la infancia, eliminas la posibilidad de un cuestionamiento colectivo y, por  lo tanto, de una transformación radical de la estructura que los produce. Parafraseando a Mark Fisher,  me atrevería a decir que en tiempos de depresión generalizada la tarea de repolitizar el ámbito de la  salud mental es urgente si la juventud quiere ser capaz de desafiar el realismo capitalista y construir  un futuro en común.

Coordinador del Instituto de Estudios Culturales y Cambio Social

Fuente e imagen: Ctxt.es contexto y acción

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La globalización como nueva configuración espacial del capitalismo

Por: Diego Olivera Evia 

El capitalismo y la burguesía crea una crisis en la sociedad del planeta.

La difusión internacional de la revolución informática y el nuevo orden mundial neoliberal afectó profundamente al despliegue espacial del capitalismo, dando lugar tanto a una nueva configuración espacial de características muy diferentes a las anteriores, como también, por sus características socio-políticas, a un proceso muy acentuado de polarización social del mundo (Stiglitz, 2006) al que nos referiremos en la sección siguiente. En términos puramente espaciales (extensivos), la globalización constituye el más amplio proceso de internacionalización que jamás ha vivido el mundo.

Pero el mismo se diferenció de los anteriores, no sólo por su mayor amplitud, profundidad y «gobernabilidad» mundial (hegemonía indiscutida de una única gran potencia y sus socios principales, por la unificación y gran ampliación del mercado mundial) o por la vinculación con el neoliberalismo y los procesos de privatización y desregulación que le siguieron y su relación con los aspectos negativos del cambio tecnológico que hemos considerado.

En su aspecto material, la especificidad de la nueva y más amplia internacionalización, fue su basamento tecnológico en una infraestructura informacional completamente nueva (la base material de internet) compuesta por redes de fibra óptica de cableado submarinos o conexiones troncales terrestres tipo backbone, conexiones satelitales inalámbricas, redes públicas y privadas de comunicación en tiempo real, almacenamientos electrónicos de información, cadenas productivas trasnacionales, o magnitud de los intercambios científicos, gubernamentales, sociales o interpersonales.

El conjunto de los fenómenos mencionados alteró las relaciones entre las naciones, el mundo y las regiones. Pero también la estructura de la empresa trasnacional y el pasaje a la «empresa flexible tipo red» la integración internacional de los mercados financieros o la ulterior desconexión relativa entre los intereses de la empresa trasnacional y los de su país de origen, vía las «derramas» negativas que llegó a generar para el primero (Pero también del nuevo tipo de competencia internacional «sistémica» de empresas y naciones, la división internacional del trabajo (inversión industrial acelerada en países periféricos), la creciente desintermediación bancaria en favor de los fondos desregulados de inversión (desvinculación del capital-dinero respecto al crédito orientado a la producción), de la magnitud y dirección de las migraciones internacionales y la constitución cultural de las sociedades pluriétnicas.

La globalización afectó a los canales de comunicación, información y conocimiento (nuevo papel del internet y de los grandes medios de comunicación de masas) o al carácter y funcionamiento de la delincuencia internacional cada vez más poderosa y diversificada

Los fenómenos provocados por la globalización se extendieron desigualmente en el planeta, tanto al nivel de especialización (centros financieros crecientemente especializados vinculados a redes de paraísos fiscales, nuevos países periféricos de industrialización acelerada, nuevas potencias financieras por obra de grandes industrias petroleras como predijera en su momento así la alianza entre el neoliberalismo extremo y el fundamentalismo islámico.

En términos generales, cada país ingresó de distinta manera a la globalización, con mayores o menores beneficios y perjuicios, lo que no produjo en absoluto una homogeneización del mundo sino más bien un nuevo tipo de interacción desigual entre capitalismos nacionales (contrapuestos entre sí, en el contexto de nuevas redes internacionales de poder presididas inicialmente por la hegemonía mundial de Estados Unidos.

La globalización también se tradujo en nuevos grandes agrupamientos de naciones como el comercial de América del Norte en torno a Estados Unidos (TLCAN); la Unión Europea liderada por Alemania o la más reciente de Asia Oriental en torno a China, además de los existentes en América Latina (Mercosur, ALBA, Una sur) y otras regiones como el Consejo del Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG), la Comunidad de Estados Independientes (CEI) en torno a Rusia, o los pequeños espacios indio o sudafricano. Últimamente adquiriría particular importancia el bloque de los BRICS desde 2009 (China, Rusia, India. Brasil y Sudáfrica posteriormente).

En cuanto a su dinámica y lógica de desarrollo, la globalización atravesó hasta ahora por dos grandes etapas (con rápida tendencia actual a la constitución de una tercera conforme veremos más adelante), derivadas de la relación entre el bloque hegemónico de países neoliberales e innovadores de punta dirigido por Estados Unidos y sus aliados, entre los que destaca la Unión Europea (factor claramente dominante de la primera etapa), y el ascenso (principalmente en la segunda etapa) de China, India, Rusia y otros países y regiones emergentes de economía mixta opuestas al neoliberalismo, la financiación especulativa de la economía y la hegemonía mundial de Estados Unidos.

Si bien esta tendencia se manifestó a inicios del siglo actual, se precisa mucho más claramente desde la crisis internacional de 2008 centrada en Estados Unidos y Europa, la derrota y el retiro militar de Estados Unidos en Medio Oriente y la ruptura del equilibrio mundial que le siguió, signado por la aparición de crecientes zonas de desastre socio-económicas y políticas dominadas por la delincuencia internacional y el terrorismo yihadista de amplia extensión internacional, así como de la constitución de hecho de un frente mundial muy amplio contra el neoliberalismo y la hegemonía estadounidense y sus aliados (Ver Sección 3).

El neoliberalismo

En términos socio-institucionales e ideológicos, el neoliberalismo predominó ampliamente a nivel internacional desde las dos últimas décadas del siglo pasado, tanto por la recuperación de la hegemonía mundial de Estados Unidos y la orientación de las principales organizaciones internacionales, como por los paradigmas de pensamiento dominante en gobiernos, comunidades académicas y grupos empresariales, aunque esto no sucedería en todos los países, ni de la misma forma, como veremos.

El neoliberalismo es una corriente de pensamiento social y económico que retoma y absolutiza los principios del liberalismo decimonónico, al creer que el mejor mecanismo de desarrollo humano es la promoción de la propiedad privada absoluta, el libre mercado, el individualismo a ultranza y el estado mínimo (pero que a diferencia de su primer antecesor clásico (el liberalismo de Adam Smith), el neoliberalismo actual es un nuevo tipo de conservadurismo político e individualismo extremo, opuesto frontalmente a la cooperación social y al intervencionismo estatal a un nivel jamás visto.17 Con base en estos principios, el neoliberalismo predominó y se expandió primeramente en la mayoría de las universidades e instituciones públicas de Estados Unidos y el mundo occidental.

El neoliberalismo fue una respuesta a la crisis de la década de 1970 de estancamiento inflacionario, que llevó al poder al neoconservadurismo de Thatcher o Reagan, respectivamente. Ello conduciría a un nuevo régimen socio-institucional de contracción del Estado y sus funciones sociales, crediticias y de desarrollo tecno económico directo, en beneficio de la ampliación a gran escala de la magnitud y libre circulación del capital mediante las privatizaciones, la permisividad de la evasión fiscal o la reducción de la carga tributaria a las grandes empresas y los ricos incluyendo el mercado mundial y las políticas de entidades internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial Estas medidas destruyeron el viejo orden fordista-keynesiano, pero también dio el paso a la revolución informática, al agilizar el acceso rápido al crédito vía los nuevos fondos de inversión en beneficio de jóvenes universitarios-empresarios emergentes del sector informático Habría que agregar que la relación entre neoliberalismo y la nueva tecnología informática, será también fundamental (pero a la inversa, como retroalimentación tecnológica del neoliberalismo), en la conformación del sistema financiero especulativo, como veremos en la sección 1.4.

Sin embargo, en un sentido histórico-social más amplio, el neoliberalismo (como ideología e institucionalidad dominante de la revolución informática y la globalización) provocó una serie de consecuencias catastróficas para el mundo entero. En los países periféricos la apertura comercial y la desregulación de los mercados tendrían consecuencias desastrosas para el empleo, la pequeña empresa o el nivel de vida de los trabajadores y la gran masa de la población. Pero a más largo plazo, el nuevo régimen socio-institucional también afectaría gravemente a los propios países desarrollados y a Estados Unidos en particular, tras la bonanza de fines del siglo pasado.

La conjunción del debilitamiento de los estados nacionales, la globalización financiera, y la polarización social regresiva, dio lugar al enriquecimiento y consumismo desmedido de la cúpula superior de la sociedad, alentando la evasión fiscal hacia los paraísos fiscales, el curso cada vez más especulativo del sistema financiero, la inversión productiva a corto plazo, el incremento gigantesco del endeudamiento y las peores formas del individualismo y las conductas antisociales. A ello, se le sumaría la creciente agresividad de la única superpotencia mundial de la época, en su esfuerzo por tratar de imponer sus propios valores e instituciones a partir de su larga historia de intervencionismo militar

Por el contrario, los países más poblados del mundo y de más rápida industrialización y modernización como China e India seguirán caminos distintos sin salirse de la globalización al lograr preservar Estados nacionales fuertes, impulsores del desarrollo económico y social, la industrialización y modernización de sus economías o la preservación de sus mercados internos). América Latina, en cambio, haría inicialmente lo contrario, especialmente en el periodo de la crisis de la deuda y de su solución de la década de 1980 (Plan Brady) y la superación democrática-formal del interregno militar de las décadas de 1960 y 1970

Las consecuencias de ello, serán la creciente debilidad del Estado, una mayor desigualdad social, la concentración de la riqueza en grupos muy reducidos de la población o la cesión de los recursos naturales a grandes corporaciones trasnacionales. Esto debilitaría sensiblemente las economías nacionales (especialmente a la mayoría de las latinoamericanas) y las dejaría muy expuestas a la crisis internacional de 2001 Pero esta exposición también provocaría en muchos países (sobre todo en América del Sur) un nuevo curso político y económico anti neoliberal en un sentido más parecido al de China o India, mientras otros países (entre ellos México) continuarían aferrándose a la ortodoxia del libre mercado.19

Pero si el neoliberalismo en general implica la desnaturalización de funciones históricas del propio Estado burgués (económicas, sociales y culturales) a costa de la desprotección del trabajo, las clases sociales subalternas y la sociedad en general, en relación al libre mercado, una de sus consecuencias económicas más extremas, será el desarrollo de un nuevo sistema financiero de carácter esencialmente especulativo en detrimento de la producción y el empleo. O sea, un fenómeno que, si bien llegó a predominar ampliamente a nivel internacional o las instituciones mundiales de regulación del capitalismo, se extendería (al igual que el neoliberalismo en su conjunto) muy desigualmente entre los distintos países y regiones, conforme vimos, puesto que un número creciente de países lograrían preservar o reconstruir instituciones financieras públicas orientadas hacia la producción y el empleo.

Fuente: https://www.tercerainformacion.es/opinion/15/03/2021/la-globalizacion-como-nueva-configuracion-espacial-del-capitalismo/

Fuente Original: https://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2021/03/la-globalizacion-como-nueva.html

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La crítica de las ideologías frente a la crítica de la religión. Libro descargable en formato (pdf)

SBN 978-987-722-822-9
CLACSO.
Buenos Aires.
Febrero de 2021

*Disponible sólo en versión digital

Este libro reúne un conjunto de trabajos que ensayan una aguda lectura de la obra de Marx con el propósito de demostrar cómo el autor de El Capital procuró sustentar un humanismo científico no exclamatorio o, dicho de otro modo, un humanismo de la praxis. Es decir: un humanismo a partir del cual el ser humano sea reconocido y tratafo como el ser supremo para el ser humano.
«Hinkelammert lee a Marx con la meticulosidad y el cuidado de quien se agarra al hilo de Ariadna para transitar por la crítica del capitalismo actual».
Del prólogo de Carlos Aguilar

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Entrevista a Boaventura de Sousa: «Tengo miedo porque el pueblo no sale a protestar a la calle»

Por: Guillermo Martínez

Boaventura de Sousa Santos (Coímbra, 1940) lleva casi un año confinado en su pueblo. Aproximadamente, el mismo tiempo desde que estalló la pandemia en Portugal. Desde allí ha escrito un completo ensayo sobre su visión de lo que ha supuesto hasta ahora y lo de que debería suponer en el futuro el estallido de la crisis sanitaria.

El futuro comienza ahora. De la pandemia a la utopía (Akal, 2021) es el título de la obra en la que este reconocido sociólogo defiende un cambio de era a nivel mundial en el que la naturaleza se encuentra en el centro de todo. Público aprovecha la ocasión para hablar con él sobre por qué tiene miedo a la par que esperanza, pero también en torno al teletrabajo; la respuesta de las organizaciones populares ante la inoperancia de los Estados; la relación entre colonialismo, capitalismo y patriarcado; las noticias falsas; y cómo vivir con incertidumbre científica.

Comenta que «los privilegiados que pudieron seguir trabajando a través del teletrabajo se cerraron en casa, paradójicamente, para sentirse menos encerrados. Y trabajaron aún más intensamente». La casa, el hogar, una vez más como privilegio que no está al alcance de cualquiera.

Sí, pero un privilegio matizado. Por un lado, los que pudieron teletrabajar no perdieron su empleo y en algunos casos han visto cómo la relación con sus familias mejoraba. Sabemos que, por ejemplo, en el norte global los padres jóvenes apenas pasaban más de 20 minutos al día con sus hijos, así que ahora han tenido la oportunidad de estar más tiempo con ellos. Al mismo tiempo, sabemos que en todos los países se incrementó, sin excepción, la violencia machista y el feminicidio, por lo que estar en tu casa puede ser bueno pero también sinónimo de convivir más tiempo con el agresor, en este caso tu compañero.

¿Qué impacto tendrá el teletrabajo a partir de ahora?

Digamos que el capitalismo, la nueva ola que emerge a través de la cuarta revolución industrial de la mano de la inteligencia artificial, ha visto en esta pandemia un experimento global en el que poder cambiar las relaciones laborales. Vamos a un estadio en el que no habrá fábricas, pero tampoco protestas de sindicatos, por ejemplo, ni huelgas, mucho más difíciles de construir si no se trabaja codo con codo ni se conoce a los compañeros. Hay un peligro en este capitalismo electrónico porque, de alguna manera, significa un regreso al periodo inicial del capitalismo donde los artesanos trabajaban en sus casas, lo único que ahora lo haremos sometidos al empresario.

Me inquieta ver cómo los sindicatos y los partidos políticos de izquierdas no están interesados en enfrentar este problema que vendrá tras la pandemia. Hay una estrategia global, y no solo en el terreno laboral, sino también en la educación, donde se eliminarán las asociaciones estudiantiles de los campus universitarios y será mucho más difícil articular las demandas. A mi juicio, el capitalismo no ha pasado por ninguna crisis, sino que se ha fortalecido con la pandemia como ya lo hizo con la crisis financiera de 2008.

Al fin y al cabo, la idea del teletrabajo es importante porque creará nuevas oportunidades, pero los grupos sociales más progresistas y populares tendrán que verlo como tal y no dejar que los intereses del capital mundial, que también ven nuevas oportunidades, prevalezcan.

Escribe entre el miedo y la esperanza, como si el primero fuera impuesto y la segunda lo único que nos queda. ¿De qué tiene miedo? ¿Por qué tiene esperanza?

Tengo miedo porque el pueblo no sale a protestar a la calle. Algunos países, sobre todo gobernados por la derecha, han aprovechado la pandemia para legislar cuestiones que empeoran la situación de las clases populares, como Brasil, Colombia, Reino Unido, Estados Unidos y Hungría. Al contrario, en India salieron a la calle pequeños campesinos y agricultores que vieron recortados sus derechos. Mi miedo es que los Estados, cada vez más sometidos a la lógica capitalista, no reciban desde abajo una presión popular pacífica para mejorar las condiciones sociales que se verán mermadas tras la pandemia. Y también me produce miedo que, si bien no veo lo anterior, sí observo cómo la extrema derecha crece en todo el mundo porque ellos no tienen miedo de protestar.

La esperanza viene del estudio que he hecho de la respuesta que han dado algunas comunidades a los efectos de la crisis sanitaria. Mostraron que existía una alternativa posible en la que se podía defender la vida y la economía. Al contrario, los gobiernos de derechas no han protegido ni la una ni la otra, como ocurrió en los países que he comentado antes. Mi esperanza es matizada. Pienso que deberíamos enfrentarnos a un nuevo modelo civilizatorio, empezar una transición a otra sociedad basada en un consumo y producción anticapitalista, antirracista y antipatriarcal.

Defiende que la aparición del coronavirus supone un cambio de era. A partir de ahora pertenecemos a la naturaleza y no viceversa, aunque todo indica que las clases privilegiadas seguirán enrocadas en su posición de máximo beneficio a costa de la destrucción de la naturaleza. ¿Qué escenario enfrentaremos en esta nueva era?

La barrera que va a separar a la izquierda de la derecha a partir de ahora va a ser en qué posición se ubiquen. Para la derecha la naturaleza nos pertenece, y para la izquierda nosotros pertenecemos a la naturaleza, así que si hay izquierdas que van a asumir la primera postura estarán ocupando el papel de la derecha. Cualquier lucha contra la injusticia y la discriminación tiene que incluir a la madre Tierra, la naturaleza, como uno de los seres no humanos más discriminados, silenciados y humillados.

«Cualquier lucha contra la injusticia y la discriminación tiene que incluir a la madre Tierra»

Las políticas medioambientales que está promoviendo la Unión Europea y que deben cumplir las empresas no dejan de ser una forma continuista del capitalismo. Las empresas se van a otros lugares, como África y América Latina, donde sin conciencia ecológica destruyen todo lo que tienen a su paso, tanto a nivel medioambiental como los pueblos indígenas que aun resisten. Europa no solo puede cuidar de los europeos, sino que debe hacerlo de todo el mundo; y todo el mundo se debe cuidar a sí mismo. El hecho de que no se hayan eliminado las patentes de las vacunas contra el coronavirus es una señal muy preocupante, de lo peor que nos puede pasar. Los grandes retos serán a nivel global, y unos no pueden estar por encima de otros porque si no caeremos todos.

El análisis que plantea pivota en torno a tres ejes que nos han llevado hasta aquí y que intenta deconstruir en el ensayo: capitalismo, colonialismo y patriarcado. En cambio, la mayoría de las personas ni siquiera se reconocen como oprimidas u opresoras cuando lo son. ¿Qué hay que cambiar para tomar conciencia de ello?

Lo fundamental es tener una alternativa. Las injusticias no abren posibilidades de resistencia por ellas mismas. Hay resistencia cuando hay alternativa, por eso defiendo que la pandemia más grave la llevamos sufriendo desde hace 40 años, cuando nos hicieron creer que no hay alternativa posible al neoliberalismo. Esto ha bloqueado la política y por eso tenemos políticos mediocres en la gran mayoría de los países. Se creó la idea de que no hay otras posibilidades y eso hace a la gente entrar en cierto fatalismo, claramente relacionado con el crecimiento del conservadurismo religioso. Como la izquierda ha aceptado que no hay otra solución que el neoliberalismo, la alternativa ahora es la extrema derecha, que dicen que son antisistema.

Cuando vino la pandemia, la gente no pidió ayuda a los mercados, sino al Estado, por lo que hay que fortalecer la parte democrática del mismo y empezar un debate abierto y claramente anticapitalista, en el que se propongan políticas de transición. Las organizaciones sociales, las universidades, los partidos políticos de izquierdas tienen que ver en esto que ha ocurrido una posibilidad de cambio y darse cuenta que vivir en una crisis permanente es una trampa, porque el único fenómeno que nunca está en crisis es ella misma.

En la primera parte de su libro trata la devastación provocada por la pandemia, y en uno de los capítulos indaga en cómo el capitalismo hizo de la pandemia lo que ha hecho a la vida humana y la naturaleza: convertirla en un negocio, en sus propios términos. ¿Quiénes son los vencedores y los vencidos?

Los vencedores han sido los capitalistas, quienes tenían las tecnologías. Es el capital tecnológico el que ganó, empresas como Google, Amazon y Apple, pero también lo será el financiero si logra que no haya cambios importantes en torno a la condonación de deuda de algunos países. Respecto a los vencidos, las clases más bajas que ya venían sobreviviendo como podían.

También reflexiona sobre la respuesta que los diferentes Estados han dado a la crisis sanitaria. A pesar de que sin salud no hay economía posible, el cortoplacismo ha hecho que la recuperación sea aún más lenta y, en muchos casos, dolorosa. En este sentido, ¿qué se ha hecho bien y qué mal?

En Europa prevaleció la idea de defender la vida, excepto en Suecia, lo que tuvo un resultado catastrófico. Los países que salen peor en términos de economía y protección de la vida fueron aquellos que minimizaron los efectos de la crisis desde el principio, muchas veces negacionistas y gobernados por la derecha, como Reino Unido, Estados Unidos y Brasil.

Ante la inoperancia de los Estados, en multitud de regiones se han creado decenas de redes de solidaridad y apoyo mutuo entre la ciudadanía. ¿Podría ser este el germen de la utopía?

Yo defiendo la idea de la utopía a partir de la autodeterminación de los pueblos y las comunidades, de lo que ellos mismos piensan que es mejor para ellos. No defiendo una solución tipo Rojava o Zapatista por todo el mundo, porque las condiciones son distintas en cada país, pero en muchos lugares se han protegido de la pandemia con sus propias reglas, como los pueblos indígenas de América Latina. Todo esto, pienso, son experimentos de alternativas anticapitalistas, antirracistas y antipatriarcales. Quizá puedan ser el inicio de la utopía, pero sin lugar a duda no habrá utopía si las mujeres no son consideradas como un sujeto político decisivo. La utopía vendrá con la autodeterminación y los cuidados, lo que incluye a la naturaleza.

En la segunda parte del ensayo entra de lleno en la idea de que el siglo XXI puede ser el comienzo de una nueva era. Se decanta, según describe, por el que apunta a un nuevo modelo civilizatorio basado en la primacía de la vida digna y en una relación con la naturaleza radicalmente distinta a la que mantuvimos en la era moderna y nos llevó al borde de la catástrofe ecológica y a un mundo distópico viral. ¿Acaso tenemos otra opción para sobrevivir?

No. De hecho, ahora sí que no hay alternativa. O defendemos la naturaleza o será un suicidio. La vida humana constituye el 0,01% de la vida total del planeta, y a pesar de ser tan poco nos arrogamos el derecho de destruirla por completo. Nada, la alternativa es el suicidio.

Argumenta que «en tiempos de pandemia, las noticias falsas se traducen directamente en muertes y, por tanto, constituyen acciones delictivas que los países no están preparados para castigar ejemplarmente, así como tampoco están preparados para frenar eficazmente la difusión de noticias falsas». Quienes difunden estas informaciones falsas ¿pueden estar matando a gente?

«La difusión de noticias falsas puede constituir crímenes de lesa humanidad»

Sí, sí pueden. La difusión de noticias falsas, de aquí en adelante, puede constituir crímenes de lesa humanidad. Lo muestro en el libro: una publicación en una web decía que tomando grandes cantidades de alcohol puro o de alta gradación matabas al virus, así que el resultado fue la muerte de 800 personas y casi 30.000 hospitalizaciones por este motivo en 80 países diferentes, además de que mucha gente se quedó ciega por esto.

‘Vivir con incertidumbres científicas’ es el título de un subcapítulo en su monografía. Si la ciencia es la mejor forma que tenemos de entender la realidad, ¿cómo es posible vivir en el desconocimiento?

Tenemos que vivir la incertidumbre con gran humildad. Además, es necesario un cambio epistemológico en el conocimiento. Yo lo llamo epistemologías del sur, pues hay que democratizarlo y darnos cuenta de que no solo existe el tipo de conocimiento científico al que estamos acostumbrados. Por ejemplo, los saberes indígenas no pueden ser despreciados por la ciencia. Al igual que debemos luchar contra las noticias falsas, también tenemos que aprender a valorar esto otro y huir de las certezas absolutas.

Si existen los dioses, quizá ellos tengan alguna certeza, pero nosotros no, somos humanos y tenemos que vivir con la incertidumbre.

El propósito del libro es ayudar a «quienes durante la pandemia asumieron la defensa de la vida digna e imaginaron políticas y modos de vida que en el futuro puedan defendernos mejor de las pandemias». Una vez superado el coronavirus, ¿a qué otras pandemias nos tendremos que enfrentar?

La peor pandemia vendrá si no superamos esta crisis y seguimos con la idea de que no existe alternativa al capitalismo neoliberal. Habrá otras pandemias muy difíciles también, como la de no tener acceso a la sanidad pública y la reconversión de esta en un negocio en lugar de un bien social; la pandemia del hambre; la pandemia de la brutalidad policial; la pandemia de la violencia machista; la pandemia de la falta de vivienda; y, sobre todo, la pandemia que tendremos que afrontar si no mantenemos el agua como un bien público y de acceso universal. Las estimaciones marcan que para 2050 la mitad de la población no va a tener agua potable al mismo tiempo que el agua ya cotiza en el mercado de futuros. El capitalismo hará lo que sea para adelantarse a cualquier situación de la que se pueda beneficiar.

Fuente: https://www.publico.es/entrevistas/entrevista-boaventura-sousa-boaventura-sousa-miedo-pueblo-no-sale-protestar-calle.html

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Marga Gonnet: Educación en tiempos de Capitalismo de Datos en la región

Antesala y contexto. Nuestros hijos, la pandemia y la educación. La que nos da herramientas para discernir y entender al tiempo en el que vivimos, junto a la Democracia, peligra. Y peligra no solo al Sur. Hoy vemos como el Capitolio de Estados Unidos tiembla y se difumina en grupos extremistas en redes sociales. En conferencias de prensa, en Impeachments en vivo y en la pérdida de poder de compra, la inflación consiguiente y la postura concreta de gobiernos que afirman o desarman sus bases. Y con ellas a toda la población que los compone.

Traemos la palabra de CLADE (Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación) desde Argentina y Brasil y la situación local de Uruguay y Latinoamérica con el Maestro y ex-consejero del CEIP (Consejo de Educación Inicial y Primaria) de Uruguay. Es tan profundo el caos en la educación pública que nos atraviesa a todos. Y debe reformularse en contexto de pandemia y de futuro. ¿Qué será de nuestros niños sin educación o perspectivas claras a corto y mediano plazo? El mundo virtual y el presencial están rediseñándose. Así también la capacidad de pensamiento y reflexión para avanzar en Democracia.

Argentina en pandemia y crisis

Consultamos a Marcela Browne, quien trabaja en FundaciónSES, una fundación sin fines de lucro creada en 1999 que desde entonces trabaja en América Latina y Europa promoviendo redes y asociaciones desarrollando conjuntamente políticas públicas con el Estado. Promueve la inclusión juvenil en riesgo enfocada en el desarrollo de sus derechos. Marcela además trabaja con CLADE poniendo en práctica programas de apoyo a la educación argentina, haciendo un esfuerzo en Argentina a través de varias políticas públicas como Acompañar-Puentes de igualdad y Crecer revinculando estudiantes a la educación. También están trabajando con UNICEF para crear una base nominalizada de seguimiento a las trayectorias educativas que permitirá acompañar la evolución de cada estudiante.

La contracara es cruda. Los sindicatos vinculados a la educación pública argentina están trabajando junto a las cooperadoras de las escuelas enfocados en el regreso a la presencialidad cuidada haciendo énfasis en infraestructura adecuada y los protocolos sanitarios. Algunas de las reivindicaciones de CTERA en la paritaria nacional docente son que el piso salarial y el FONID superen la inflación y condiciones de salud y trabajo para los estudiantes y docentes, previas al inicio de clases en la mayoría de las jurisdicciones.

Y los números dicen mucho más. En dos de las franjas más sensibles y vulnerables, el nivel inicial y los niveles secundarios hacia la educación terciaria y universitaria. En nivel inicial, según un estudio realizado por FundaciónSES, la Universidad Pedagógica Nacional y UNICEF Argentina en 2030: “El sistema educativo de gestión estatal atenderá solamente a 105.000 niñas y niños de entre 0 y 2 años de los más de 2 millones que se estima estarían en condiciones de ingresar a este nivel”.

Es decir que, de acuerdo a la Estrategia Nacional de Primera infancia, solo un 10% del total de excluidos será atendido en los Centros de Primera Infancia. Y cuanto más nos acercamos al sector de escuela primaria, mayor es la franja de niños que queda afuera del sistema público de educación. Las salas de 3, 4 y 5 años cumplirán con la obligatoriedad dejando fuera a 80 mil niños y niñas de 4 años. La sala de 3 años atenderá a menos de la mitad de la población en esa franja (311 mil de los 716 mil niños y niñas), dejando fuera del sistema a más de 400 mil niños y niñas.

Hablando de adolescentes, al igual que en la actualidad, solo el 53% de los estudiantes que ingresaron a primer año, finalizará el secundario en 2030. Creciendo la matrícula en alrededor de 16 mil estudiantes de 2020 a 2024 y decreciendo el total de matrículas en 2030 a 105.652 estudiantes de nivel secundario, aumentando la brecha en áreas urbanas. Para 2030 se prevén, desde este estudio, graves dificultades de acceso a la educación, de mantenerse las mismas tasas de cobertura, promoción y repitencia. Hablando de secciones rurales y urbanas necesarias para incorporar a las y los jóvenes en el nivel hubiera implicado la apertura de 5.737 nuevas secciones en 2020 (sobre lo que no se avanzó), 6.811 en 2024 y 4.760 secciones nuevas para el final del periodo 2030.

“En 2021 el presupuesto de la Gobernación de Buenos Aires bajó sustantivamente y una porción muy importante de este presupuesto se destina a la gestión de escuelas privadas. Y eso es grave”.

En tiempos de crisis económica naturalmente migra una franja captada por educación privada hacia educación pública. Es decir que la mercantilización de la educación en Argentina, si bien es menor que en Chile, que es un extremo, es un signo que repercute no sólo en Buenos Aires provincia sino en toda el país. Y la preocupación fundamental es cómo articular educación virtual en un contexto tan complejo y diverso con docentes también desplazados de sus puestos de trabajo. Todo esto en medio de una crisis económica que también desplaza al alumnado en franjas extremadamente vulnerables, con carencias y pobreza georeferenciadas que resultan en una expulsión de gran parte de jóvenes y niños del sistema.

Además, quien sostiene a los jóvenes y niños y niñas argentinas también son sus círculos primarios, las familias que tienen que arreglárselas entre empleo, subempleo, desempleo y sus propias rutinas para sostenerse en esta situación. Poniendo en riesgo a la integración y la continuidad de los procesos educativos que captan a más del 60% de niños, niñas y adolescentes de la argentina. Y por consiguiente al futuro de la nación si pensamos en los 3 ejes de la educación secundaria argentina: formar para la ciudadanía, para el acceso a la educación superior y para el mundo del trabajo.

Según Marcela Browne, estos tres objetivos deberían verse reflejados en las currículas y el propio proyecto institucional: “Las desigualdades atraviesan a toda la Argentina por eso es importante salir del concepto de igualdad y pasar a la concepción de justicia educativa. Hay que invertir más donde hay más desigualdades”.

En Uruguay

La situación en Uruguay tampoco es simple. Especialmente con la desaparición de los Consejos dentro de la educación pública, producto de la implementación de disposiciones contenidas en la Ley de Urgente Consideración. En estos momentos el Frente Amplio está haciendo énfasis en la junta de firmas para quitar 135 artículos que ponen en juego no solo Derechos Humanos sino la propia estructura estatal de Uruguay. Algunos de ellos yendo incluso contra la propia Constitución vigente en Uruguay. Pasando por la desconcentración y desestructuración de la educación pública tendiendo a la mercantilización de este derecho. Siguiendo por el derecho de reunión regulado en forma subjetiva y sujeto a interpretaciones que podrían configurar antecedentes sobre los que se restringe Democracia.

Además, entre otras disposiciones con la LUC (Ley de Urgente Consideración, impuesta por el actual gobierno de Luis Lacalle Pou y la Coalición de gobierno), se habilita el allanamiento de morada sin previo aviso. Sin olvidar la balacera ocurrida en Plaza Seregni de Montevideo, el domingo 1º de noviembre de 2020, donde sin previo aviso se violentó a cientos de jóvenes que estaban reunidos junto a colectivos de la comunidad negra, LGTB, estudiantes y diversos colectivos sociales. Todos ellos participando de talleres de integración sobre sexualidad, al son del candombe. Como si fuera un atentado, las fuerzas policiales también en el mismo día y de la misma forma detuvieron a jóvenes en distintas plazas del interior de Uruguay (Departamentos de Colonia y Rocha, entre otros) con la misma impunidad. La INDDHH solicitó las filmaciones de las cámaras en cada uno de los lugares citados y solo recibió contenido modificado y editado de lo sucedido desde el Ministerio del Interior. Aún se está a la espera del esclarecimiento de estas situaciones.

El colectivo autogestionado de padres y madres de alumnos de la educación pública Familias Organizadas lanzará una campaña informativa centrada en el inicio de clases 2021. Según La Diaria, “el colectivo considera que hay avances en el nuevo protocolo, pero cuestiona que el accionar en las escuelas está muy librado a lo que las direcciones (de las escuelas) puedan hacer”. Este colectivo elaboró no solamente protocolos sanitarios durante 2020. Además asesoró, gestionó y tomó la responsabilidad de alfabetizar a sus hijos. Hablamos de la educación de niñas y niñas con 200 mil personas en seguro de paro en marzo de 2020 y un crecimiento sostenido del desempleo formal en Uruguay.

El maestro Pablo Caggiani, ex consejero del ex CEIP (Consejo de Educación Inicial y Primaria) de Uruguay hace énfasis en la desarticulación del sistema educativo uruguayo, Ley de Urgente Consideración mediante. El primer punto de gravedad, según Caggiani, es el desmembramiento de la estructura educativa en Uruguay, dejando sin comunicación ni coordinación a miles de profesionales de la educación. Retrocediendo hacia principios de siglo XX. Desconectando y dejando desamparados a sindicatos y estructuras educativas, dependientes de una única dirección que concentra y congestiona la gestión y administración de la educación pública. Dice que la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza de Uruguay, (CSEU) viene trabajando mucho con la Internacional de la Educación que viene trabajando en torno a la privatización de la educación en América Latina. “Los gremios están con agenda de tema. Lo que hay que ver es qué correlación de fuerzas se construye para evitar los retrocesos en todos los planos”.

Además, la tendencia mercantilista que mira hacia Chile, a pesar de que Uruguay posee una pirámide más parecida a países del primer mundo, producto de los avances llevados adelante durante los últimos 15 años hasta 2019. La alarma de Caggiani se enfoca en que de toda la evolución LUC mediante, protagonizada por Uruguay, solamente resta el Plan Ceibal, una de las fuentes de inspiración para el CEILP en Argentina. Se refirió también a un gravísimo incidente protagonizado por Gabriela Bazzano, la Secretaria Nacional de Cuidados y directora del Programa Nacional de Discapacidad del Ministerio de Desarrollo Social.

Bazzano fue investigada por la Justicia de Crimen Organizado por su trabajo liderando la asociación civil Seamos, enfocada en la reinserción de personas con discapacidad intelectual o psiquiátrica. Bazzano entregaba niños de padres en situación de riesgo económico a otras familias, sin ningún respaldo legal detrás. Esgrimió en nota radial en FM Del Sol de Uruguay que luego de viajar a países escandinavos trajo esa lógica de trabajo para replicar en Uruguay. A pesar de haber sido denunciada por INAU y el Hospital Pereira Rossell en 2015 por entregar a estos niños a otras familias sin el control del Instituto Nacional del Niño y el Adolescente del Uruguay ni de otros organismos estatales. Aun así recibió el apoyo del propio Lacalle Pou en 2020.

Caggiani también habló sobre las bancadas religiosas y su posible influencia en la situación actual de la educación frente a lo sucedido de la mano de la Ministra de la Mujer y DDHH de Brasil. Damaeres Alves desarticuló diversos programas en escuelas públicas brasileñas, como el de educación sexual, dejando desamparados a millones de niños frente al abuso sexual y psicológico, que creció aún más durante 2020 en adultos y niños.

“Bueno ese es un escenario que es cuasi-delictivo pero que da cuenta de algunas de las perspectivas que tienen del estado, de la política pública. Particularmente de la política social en los diferentes sectores del gobierno. Para el conservadurismo definido por (Robert) Nisbet, el estado tiene que ser las armas, la tierra y el poder. Y todo el resto corresponde a la comunidad. Y además, eso está ordenado por una desigualdad natural. Que es que, a uno le tocó nacer en determinado lugar y a otros en otro y se ordena según la caridad de la comunidad de los sectores que más tienen hacia los que menos tienen. Y bueno, es esa perspectiva. No hay perspectiva de sujeto de derecho en esa lógica. Es más; es algo que se hizo fuera del estado y de la inspección de los organismos que tienen que velar por los derechos del niño, niña y adolescente. O por los gurises en situación de discapacidad. Es parte de la alianza que está en el gobierno y sí, efectivamente piensan así. Así como el presidente de la Asociación Rural (ARU) dijo que la desigualdad era natural, cada tanto se escapan estas tortugas que dan cuenta de una producción de política social que está alineada a esas definiciones de cuál es el rol del estado y qué sucede con los derechos de ciudadanos y ciudadanas. Estas dos (situaciones) tienen que ver con la correlación de fuerzas que la política y los movimientos sociales generen en la coyuntura. Tanto lo de la bancada religiosa como la derogación o no de la Ley de Urgente Consideración. Y reitero: la coalición gobernante es una coalición que racionalmente no se sostiene. No podría pensar a un ultramontano o a un católico conservador sentado al lado de un Batllista. Lo mismo sucede con otros sectores de la coalición. Es muy difícil pensar que eso pueda sostenerse en el tiempo consistentemente.”

El 23 de febrero, en entrevista en el programa No Toquen Nada de FM del Sol, la directora de Planificación Educativa de la Administración Nacional de Educación Pública, Adriana Aristimuño, dijo: “En el quintil 1, de 100 niños que empezaron la escuela 18 terminan todo el ciclo educativo. La inequidad educativa nos quema”. También dijo que las elecciones de horas docentes habían culminado, información desmentida por varios docentes que testimonian que en algunos departamentos de Uruguay siquiera han comenzado.

Las perspectivas para Uruguay, para Caggiani, son complejas. “En esto vamos a depender un poco de las alianzas que las organizaciones de trabajadores o de padres o de estudiantes puedan realizar con actores académicos, ya sean nacionales o regionales. De hecho, la política del nuevo gobierno ha sido cortar todos los convenios con la Universidad de la República en el caso de primaria. Pero además, cortar convenios que teníamos para especialización de maestros en campos o en espacios de formación que no estaban disponibles en el país. Por ejemplo con la Universidad de La Plata. Todo eso lo van a pulverizar. Y bueno habrá que ver como se reconstruyen, como se ha hecho en otros momentos esas alianzas o esas redes. Pero con la política pública del recorte se va a sentir”.

También la población está a la espera de las vacunas Covid-19, que según Lacalle Pou llegaría una partida de Sinovac el 25 de febrero, luego de varios amagues desde mediados de diciembre de 2020. Según la portada de La Diaria (23/02/2021) “serán 192 mil dosis. El Ejecutivo prevé recibir 1.558.000 más este mes, y que antes que termine abril se habrán sumando 460 mil dosis de Pfizer” con un plan de vacunación que iniciaría este lunes 1º de marzo con el personal de la salud y personas mayores y susceptibles de riesgo, pudiendo incluir a maestros y profesores.

Brasil al desnudo

En el caso del vecino del norte, el escenario es dantesco. Jóvenes de niveles medios y secundarios ocupando las instituciones públicas, manifestándose en las calles, siendo desplazados y golpeados. Reclamando el derecho de aplazamiento del ENEM, el examen nacional al que están obligados todos aquellos y aquellas que deseen acceder a formación universitaria en Brasil. Esto a raíz de los altísimos riesgos sanitarios frente a la segunda ola de Covid-19. Esta acción fue apoyada y llevada adelante el 18 de enero por el Instituto Campanha Nacional Pelo Direito à Educação, el Centro de Asistencia Jurídica Saracura, ambas instituciones civiles sin fines de lucro. Ambas accionan en la educación pública dentro de CLADE (Campaña Latinoamericana para el Derecho a la Educación), organización internacional que, como dijimos al inicio, actúa en todo el mundo en forma de red conteniendo y apoyando a la educación pública. Los representaron el Coletivo de Advocacia em Direitos Humanos (CADHu). Esta acción se tomó al día siguiente de que cientos de jóvenes fueran reprimidos y expuestos masivamente al contagio de Covid-19 el 17 de enero.

Tengamos en cuenta que en Brasil además de la original corren otras 5 cepas de covid, con el 53% de los convocados para el examen fuera de las aulas sin documentos u explicaciones que los ampararan. Así comienza el pantallazo de la realidad educativa en Brasil, dónde cerca del 80% de la población es captada en los niveles primarios y secundarios por la educación pública. Invirtiéndose los porcentajes en la vida universitaria dónde las Universidades privadas acaparan la oferta ya que el ENEM es uno de los filtros más exigentes, a través del que pasan solo privilegiados. Por poder estudiar para rendirlo y por poder aprobarlo. De ese magro porcentaje que aprueba la mayoría se vuelca a las universidades públicas que son las más buscadas por la calidad de educación y por la gratuidad. En la acción legal llevada adelante por el brazo brasileño de CLADE, consta la violación del derecho a la educación, a la salud, de la igualdad y de la probidad administrativas (Violação do direito à educação, à saúde, da igualdade e da probidade administrativas).

En Brasil además, así como en toda América Latina, los casos de violación, violencia de género y desempleo crecieron y vienen creciendo a la par. El requerimiento básico para la universalización de la virtualidad en Brasil no existe en forma homogénea; tampoco en Argentina o Uruguay. Es decir, la capacidad económica devenida de un ingreso que pague la conectividad a internet. En Uruguay hablamos de miles de ollas populares. En Argentina a inicios de 2020 hablábamos de un desempleo que dejó desnudo al país con cifras inauditas. Durante la cuarentena el desempleo escaló a más de 13% con un 40,9% de la población argentina en la pobreza. En Brasil el FMI preveía que el impacto de Covid-19 resultaría en el aumento de la tasa de desempleo en 14,7% en 2020. Finalmente fue de 14 millones de personas, con un alza en diciembre respecto a octubre del 2%.

Paulo Guedes, Ministro de Economía de Brasil, dijo a fines de diciembre de 2020 que “la recuperación económica basada en consumo e inversiones, sólo será posible en la medida en que haya un retorno seguro al trabajo y ese retorno seguro exige la vacunación en masa de la población”.

Mientras Malala Foundation, entre otras, está apoyando a la Campaña Nacional por el Derecho a la Educación, que compone a CLADE en Brasil. Según Catarina de Almeida Santos, profesora de la Universidad de Brasilia (UnB) y dirigente de la Campaña en forma honoraria y especializada en educación básica, la situación es crítica. Aunque tienen injerencia directa en las casas legislativas del Congreso en Brasilia, junto a la ONU y en las Conferencias de Estados Latinoamericanos. Logrando accionar en favor de la educación en medidas concretas, así como en Argentina. Actualmente están luchando en Brasil por lograr la desvinculación de una enmienda en la constitución brasileña “con grandes perjuicios para los derechos sociales como la educación y la salud pública”. La propuesta que está en el Congreso brasileño y que desean eliminar trae como consecuencia “la desvinculación recursos hoy existentes en la constitución para escuelas y universidades y también en relación a la salud pública. Entonces ya comenzamos esa batalla. Actuamos también contra el retroceso en las ex – cámaras legislativas locales. Sea en la cámara de vereadores o en las ex-cámaras legislativas. Estamos luchando con el proceso de militarización de las escuelas en Brasil; pasa la gestión de las escuelas en Brasil para el comando de las fuerzas de la policía militar. Haciendo énfasis en el proyecto Escola sem Partido (Escuela sin partido) defendiendo la libertad de cátedra y los contenidos vistos en las escuelas. Inclusive sobre la Ministra Damaeres Alves, tiene mucho que ver con este gobierno que viene desarticulando todos los proyectos, o cortando financiamientos gubernamentales, cortando consejos direccionados a la protección de derechos sociales. Es decir no solo los derechos de los niños pero también los derechos de las mujeres, de las personas LGTBI, LGBTIQa+, también los de todas las poblaciones de alta vulnerabilidad. Y en todos estos casos el gobierno no solamente ha cortado financiamientos sino que también ha desenvuelto políticas de criminalización y discriminación a estos grupos. También acompañando a la Fundación Mixcure en el STF (Supremo Tribunal Federal), la Corte máxima en Brasil, combatiendo este tipo de políticas”.

Están trabajando también para revocar la enmienda constitucional Nº 95, que ataca directamente a los derechos sociales que están garantizados en el artículo 6º de la Constitución brasileña, abriendo debate nacional.

Educación en Lata o educación consciente

La evidencia en Argentina, Uruguay y Brasil muestra que son los colectivos los que están tomando la posta de la educación frente a gobiernos desviados hacia beneficios en lugar de derechos o sumergidos en crisis que parecen empañar la visibilidad de la estructura democrática de debiéramos tener más que asegurada. Y ser capaces además de enseñarles a nuestros hijos. Para darles un presente libre de atrocidades que atentan contra la continuidad de los derechos que están en riesgo, camufladas en informaciones falsas.

Fuente: https://www.analisisdigital.com.ar/opinion/2021/02/24/educacion-en-tiempos-de-capitalismo-de-datos-en-la-region

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La pandemia es el capitalismo

Por: María Galindo 

La activista boliviana comparte con MU este texto que es producto de una clase en la que no pregona verdades proféticas, sino que piensa la post-pandemia desde la incertidumbre, la pregunta, la intuición y el “tanteo”. El resultado es un diccionario sobre el léxico con el que gobiernos de izquierda y derecha disciplinan a las sociedades. Cómo pensar política e ideológicamente las vacunaciones en todo el mundo, el orden colonial-patriarcal-extractivista que convierte al neoliberalismo en fascismo, y cómo interpretar la velocidad de los cambios a la luz de la rebeldía y la creatividad.

No escribo desde Bolivia, sino desde un territorio que se llama incertidumbre.

Escribo desde el último lugar en la fila para obtener la vacunación colonial, que en muchos países será aplicada como dosis de salvación gubernamental y como nuevo contrato sanitario otorgado por el capitalismo a través de los Estados para poder sobrevivir.

Escribo desde la conciencia ganada en una olla común, en un pequeño movimiento, en una lucha que no ha dejado de dibujar mapas de salida, de ubicación y de encuentro.

Escribo desde una marcha de trabajadoras sexuales en pandemia que afirman que la represión policial es peor que el riesgo de enfermarse y que el miedo de morir.

Escribo mientras, contra mi voluntad, me preparo a hablar en una pantalla fría que me gustaría recalentar hasta hacer explotar.

No escribo desde la certeza, sino desde la duda, la pregunta, la intuición y el tanteo.

No he renunciado a palpar sin guantes este mundo pandémico, y aunque he aceptado la invitación para escribir, estoy consciente de que todo lo que diga está sujeto a convertirse de repente en una afirmación ridícula, obsoleta, ingenua o a perder su consistencia como si de hielo derretido se tratara.

Al mismo tiempo podría agarrarme a un tono profético fatalista, profético bíblico o profético redencionista y esperar los aplausos de los corazones sueltos que en las calles andan cual zombis en busca desesperada de voces proféticas.

La pandemia es un hecho político no porque sea inventada, inexistente o haya sido producida artificialmente en un laboratorio.

La pandemia es un hecho político porque está modificando todas las relaciones sociales a escala mundial y es por eso legítimo y urgente pensarla y debatirla políticamente.

La pandemia es un hecho político porque se presenta como la consecuencia de un modelo capitalista global que pasa de su versión ecocida a su versión suicida. Abre, o mejor dicho evidencia, la relación sistémica entre ecocidio y suicido.

Sumisión de rebaño

La pandemia ha instalado un léxico estandarizado a nivel planetario, uniforme y extendido en todos los países. Sirve para la reconducción de la vida social a una sociedad disciplinaria.

Palabra por palabra se cuadricula la vida para reducirla al miedo, a la vigilancia legitimada del Estado sobre toda nuestra vida, a la disolución de las formas de colaboración y organización no estatales. Las únicas formas colaborativas revalorizadas han sido reducidas a una suerte de paternalismo asistencialista sin potencia politizable. La amputación del deseo es una de sus constantes.

Todas estas operaciones políticas están aconteciendo a través del lenguaje pandémico como instrumento para nombrar y dar contenido a lo que está sucediendo. No estamos cuestionando las medidas de protección, la necesidad de tomarlas o la incongruencia de muchas de ellas, sino la forma de nombrar el universo entero de la pandemia.

No estoy hablando de sentidos ocultos: son explícitos y su efecto destructivo tiene que ver con su repetición invasiva, con el hecho de que los gobernantes y los organismos internacionales son los voceros incontestables y la población, en general, funciona como una caja de repetición.

Es un lenguaje que terminás usando para entenderte en pocas palabras. Con su carácter mundial sin matices y con su uso irreflexivo sin margen para cuestionar los sentidos funcionan fascistizando las relaciones sociales.

Una vez más, como tantas veces en la Historia, el derecho de nombrar los hechos está siendo el arma para programar sus contenidos sociales.

Es en los términos con que se están bautizando los hechos donde está su contenido ideológico central. No es un contenido ideológico que funciona como teoría a ser aceptada, debatida o repensada. Se trata de un contenido ideológico que funciona como significado fijo irrefutable y como realidad directa, que tiene un efecto de terapia de condicionamiento conductual.

Léxico pandémico

He encontrado alrededor de treinta términos que hacen a la columna vertebral del léxico y su función de condicionamiento conductual colectivo. Sin embargo, voy a proponerles revisar tan solo unos cuantos, por razones de espacio:

Bioseguridad: Conjunto de medidas que tienen que ver con el peligro mortal del contagio. Deberíamos cambiar la palabra “seguridad” por la de “vulnerabilidad”, y el sufijo “bio” por el de “necro”. Estamos experimentando la vulnerabilidad ante un peligro omnipresente, invisible e incontrolable. Si hay algo que no es seguro es la vida. No podemos hablar de bioseguridad cuando tal término, en realidad, nombra el necro peligro o biovulnerabilidad.

Distanciamiento social y aislamiento: No son los dos metros que necesitamos para evitar el contagio, sino que son los contenidos de agudización del encerramiento en ti mismo, del sálvate lejos del “otro”, que es peligroso por excelencia. Todes nos hemos convertido en el “otro” del “otro” haciendo del lenguaje pandémico un instrumento de disolución de colectividad. También ha funcionado en la fascistización social el énfasis que se ha puesto en el pequeño grupo familiar o “burbuja” como tu único universo de responsabilidad y de sentido, usando el inofensivo pronombre posesivo de “los tuyos” una y otra y otra vez.

Cuarentena: Término transportado desde la peste negra en la Edad Media al mundo contemporáneo como un indicador de que en el siglo 21  –después de varias revoluciones tecnológicas– las medidas sociales de cuidados son las mismas que hace varios siglos y llevan el mismo nombre. ¿A quién sirve entonces la tecnología? ¿Por qué no tenemos otras herramientas contemporáneas diferentes de las medievales para enfrentar una pandemia?

Toque de queda, confinamiento: No son los únicos términos que forman parte del léxico pandémico y que en esta parte del mundo han representado a las dictaduras militares que están en nuestra memoria viva. ¿No podríamos haber usado otras palabras no cargadas de la memoria dictatorial, o fue y es su carga dictatorial útil socialmente para reinstalar el poder absoluto del Estado sobre la población?

Actividades esenciales: La reclasificación de las actividades sociales con el calificativo de “esenciales”, dejando fuera todas aquellas que pertenecen al universo del afecto, del deseo, de la creatividad y reduciendo a las personas al mundo del trabajo tiene en el lenguaje pandémico un efecto quirúrgico de amputación. La única noción de vida válida es “el trabajo”. Tan solo cambiar lo de “esenciales” por “funcionales” ya le daría a la cotidianeidad otro sentido.

Teletrabajo: El desplazamiento del lugar de trabajo al domicilio, convirtiendo al trabajo en un producto que se paga como producto y no como actividad que se mide en número determinado de horas. Es lo que en esta parte del mundo  –llámese Honduras, México o Brasil – se nombra “maquila” y “trabajo a destajo”, donde te pagan por trabajo realizado y no por horas de producción. La maquila –instrumento neoliberal por excelencia– usada por grandes transnacionales  –especialmente de la industria textil– ha sido trasladada a grandes campos laborales con la pandemia y ha recibido una denominación  suavizante. ¡Imagínense el resultado de rebautizar el teletrabajo como maquila pandémica o explotación domiciliaria!

Dado que el ánimo de este texto es el de proponer desafíos aquí va el primero: hacer un listado completo del léxico pandémico, otorgarle a cada término su significado real y pasar a renombrar el fenómeno que el término pretende nombrar. Eso para despertarnos, para agudizar nuestra creatividad y para respirar rebeldía. Los sofisticados materiales que se necesitan son un lápiz y un papel y si lo hacés entre amigues el resultado será divertido y explosivo.

Contrato sanitario mundial

Antes de recibir la vacuna es urgente saber qué es lo que estamos recibiendo, no para plantear la desobediencia o la no vacunación, sino para no aceptar pasivamente la vacunación como quien recibe el hierro de marcación de ganado. También tenemos que  debatir ideológicamente su sentido político.

La vacunación no es una solución, por mucho que los gobiernos del mundo entero buscan presentarla como tal.

La vacunación es una solución parcial hacia el tránsito a un nuevo orden que aún no tiene nombre. Es una medida de sobrevivencia que deja intacto el cuestionamiento estructural sistémico que esta pandemia debe suponer para el conjunto de la Humanidad.

La fila de vacunación es un diagrama de jerarquías mundiales de carácter colonial sin metáfora, sino de manera directa. El orden de prioridad es el orden de capacidad de pago.

A su vez en cada sociedad el orden de vacunación representa internamente ese mismo diagrama de jerarquías sociales: mientras más en la periferia estés más tarde o nunca te llegara la vacuna.

En estas tierras empiezan por el personal de salud porque les necesitan, pero les siguen militares y policías, se filtran curas y obispos, diputados o ministros. Y si no necesitaran del personal de salud, también serían los últimos en recibirlas.

Las vacunas son la materialización de poderes supraestatales que son los que gobiernan el mundo.

No es la Organización Mundial de la Salud la que organiza la distribución equitativa de las vacunas, sino que son las empresas que  –amasando cifras ya imposibles de concebir– disponen el orden de provisión de las vacunas.

Y no crean que porque somos pobres pagamos menos: estamos pagando los mismos precios o más altos por recibir dosis menores, y los gobiernos las reciben de rodillas como una gran conquista dispuestos a firmar en letra chica lo que sea.

Los gobiernos, a su vez, suministran las vacunas como quien suministra una inyección gubernamental intramuscular, gesto que debes agradecer sin chistar.

Las propagandas de vacunación que se desarrollan en los contextos nacionales por parte de los gobiernos hacen pensar que lo que te están metiendo es un beneficio gubernamental.

Los montos que la compra de vacunas suponen para muchos Estados exceden las inversiones en salud o son equiparables a estas.

Las vacunas se devoran los presupuestos de salud para que, una vez que pase la tormenta, hospitales y quirófanos queden igual de maltrechos como estaban antes.

Las vacunas también representan la privatización del conocimiento, pues los centros de investigación que disponen de los millones que la investigación en el campo de la biología o la medicina representan no están en las universidades públicas ni siquiera de las sociedades capitalistas imperiales, sino directamente están en las empresas que succionan cerebros de las universidades.

Tematizar y debatir estas cuestiones alrededor de la vacunación mundial es tachado de sospechoso porque ante la vacuna lo que hay que hacer es firmar pasivamente un contrato sanitario unilateral como el que te proponen los bancos cuando te endeudas o como el que el Estado boliviano les exige a las trabajadoras sexuales para darles el permiso de trabajar.

Es este contrato sanitario y su explicitación el que puede contener las luchas que a futuro tendrán sentido.

Obsolescencia política

Los gobiernos se benefician de la administración de los Estados, pero no gobiernan: son administradores secundarios de un orden colonial –patriarcal –extractivista. Ese hecho tan tangible hoy reconduce radicalmente nuestras luchas y nuestros horizontes.

La clásica diferenciación izquierda –derecha para interpretar el campo político se convierte en obsoleta: la fascistización, por ejemplo, en el léxico ha abarcado a ambas.

Estamos en la transición del régimen neoliberal al régimen neoliberal de corte fascista y eso la izquierda ni siquiera lo visualiza porque si las categorías de análisis y organización social que nos ofrecía la izquierda ya estaban caducas, hoy han quedado obsoletas.

Los gobiernos llamados “de izquierda” son también gobiernos incapaces de proponer un horizonte diferente que el impuesto por el neoliberalismo. Este hecho no es de ninguna manera el fin de la política, sino el nacimiento de una nueva política. Una nueva política que no tiene vanguardias, salvadores, ni conductores y que exige de todes alta dosis de creatividad.

No es fortaleza lo que necesitamos, sino conciencia de nuestra vunerabilidad.

Los sujetos sociales están siendo diluidos por fatiga, por falta de ideas, por luto, por incapacidad o imposibilidad de reacción, mientras otras personas despojadas se están reconstituyendo como sujetos sociales con capacidad interpeladora: aquellas personas que se vuelcan sobre los animales para reintegrarse como animales, o las que producen salud, alimentos o justicia con sus colectividades son quienes no han sido paralizadas por el miedo.

Todo está sucediendo a gran velocidad aunque el tiempo se ha detenido.

La velocidad de los cambios es la velocidad de una metamorfosis profunda.

Interpretarla a riesgo de equivocarnos es nuestra apuesta.

Fuente: https://www.lavaca.org/mu156/capitalismo-pandemico-lo-que-esta-en-juego-ecocidio-y-suicidio/

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