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La pandemia es el capitalismo

Por: María Galindo 

La activista boliviana comparte con MU este texto que es producto de una clase en la que no pregona verdades proféticas, sino que piensa la post-pandemia desde la incertidumbre, la pregunta, la intuición y el “tanteo”. El resultado es un diccionario sobre el léxico con el que gobiernos de izquierda y derecha disciplinan a las sociedades. Cómo pensar política e ideológicamente las vacunaciones en todo el mundo, el orden colonial-patriarcal-extractivista que convierte al neoliberalismo en fascismo, y cómo interpretar la velocidad de los cambios a la luz de la rebeldía y la creatividad.

No escribo desde Bolivia, sino desde un territorio que se llama incertidumbre.

Escribo desde el último lugar en la fila para obtener la vacunación colonial, que en muchos países será aplicada como dosis de salvación gubernamental y como nuevo contrato sanitario otorgado por el capitalismo a través de los Estados para poder sobrevivir.

Escribo desde la conciencia ganada en una olla común, en un pequeño movimiento, en una lucha que no ha dejado de dibujar mapas de salida, de ubicación y de encuentro.

Escribo desde una marcha de trabajadoras sexuales en pandemia que afirman que la represión policial es peor que el riesgo de enfermarse y que el miedo de morir.

Escribo mientras, contra mi voluntad, me preparo a hablar en una pantalla fría que me gustaría recalentar hasta hacer explotar.

No escribo desde la certeza, sino desde la duda, la pregunta, la intuición y el tanteo.

No he renunciado a palpar sin guantes este mundo pandémico, y aunque he aceptado la invitación para escribir, estoy consciente de que todo lo que diga está sujeto a convertirse de repente en una afirmación ridícula, obsoleta, ingenua o a perder su consistencia como si de hielo derretido se tratara.

Al mismo tiempo podría agarrarme a un tono profético fatalista, profético bíblico o profético redencionista y esperar los aplausos de los corazones sueltos que en las calles andan cual zombis en busca desesperada de voces proféticas.

La pandemia es un hecho político no porque sea inventada, inexistente o haya sido producida artificialmente en un laboratorio.

La pandemia es un hecho político porque está modificando todas las relaciones sociales a escala mundial y es por eso legítimo y urgente pensarla y debatirla políticamente.

La pandemia es un hecho político porque se presenta como la consecuencia de un modelo capitalista global que pasa de su versión ecocida a su versión suicida. Abre, o mejor dicho evidencia, la relación sistémica entre ecocidio y suicido.

Sumisión de rebaño

La pandemia ha instalado un léxico estandarizado a nivel planetario, uniforme y extendido en todos los países. Sirve para la reconducción de la vida social a una sociedad disciplinaria.

Palabra por palabra se cuadricula la vida para reducirla al miedo, a la vigilancia legitimada del Estado sobre toda nuestra vida, a la disolución de las formas de colaboración y organización no estatales. Las únicas formas colaborativas revalorizadas han sido reducidas a una suerte de paternalismo asistencialista sin potencia politizable. La amputación del deseo es una de sus constantes.

Todas estas operaciones políticas están aconteciendo a través del lenguaje pandémico como instrumento para nombrar y dar contenido a lo que está sucediendo. No estamos cuestionando las medidas de protección, la necesidad de tomarlas o la incongruencia de muchas de ellas, sino la forma de nombrar el universo entero de la pandemia.

No estoy hablando de sentidos ocultos: son explícitos y su efecto destructivo tiene que ver con su repetición invasiva, con el hecho de que los gobernantes y los organismos internacionales son los voceros incontestables y la población, en general, funciona como una caja de repetición.

Es un lenguaje que terminás usando para entenderte en pocas palabras. Con su carácter mundial sin matices y con su uso irreflexivo sin margen para cuestionar los sentidos funcionan fascistizando las relaciones sociales.

Una vez más, como tantas veces en la Historia, el derecho de nombrar los hechos está siendo el arma para programar sus contenidos sociales.

Es en los términos con que se están bautizando los hechos donde está su contenido ideológico central. No es un contenido ideológico que funciona como teoría a ser aceptada, debatida o repensada. Se trata de un contenido ideológico que funciona como significado fijo irrefutable y como realidad directa, que tiene un efecto de terapia de condicionamiento conductual.

Léxico pandémico

He encontrado alrededor de treinta términos que hacen a la columna vertebral del léxico y su función de condicionamiento conductual colectivo. Sin embargo, voy a proponerles revisar tan solo unos cuantos, por razones de espacio:

Bioseguridad: Conjunto de medidas que tienen que ver con el peligro mortal del contagio. Deberíamos cambiar la palabra “seguridad” por la de “vulnerabilidad”, y el sufijo “bio” por el de “necro”. Estamos experimentando la vulnerabilidad ante un peligro omnipresente, invisible e incontrolable. Si hay algo que no es seguro es la vida. No podemos hablar de bioseguridad cuando tal término, en realidad, nombra el necro peligro o biovulnerabilidad.

Distanciamiento social y aislamiento: No son los dos metros que necesitamos para evitar el contagio, sino que son los contenidos de agudización del encerramiento en ti mismo, del sálvate lejos del “otro”, que es peligroso por excelencia. Todes nos hemos convertido en el “otro” del “otro” haciendo del lenguaje pandémico un instrumento de disolución de colectividad. También ha funcionado en la fascistización social el énfasis que se ha puesto en el pequeño grupo familiar o “burbuja” como tu único universo de responsabilidad y de sentido, usando el inofensivo pronombre posesivo de “los tuyos” una y otra y otra vez.

Cuarentena: Término transportado desde la peste negra en la Edad Media al mundo contemporáneo como un indicador de que en el siglo 21  –después de varias revoluciones tecnológicas– las medidas sociales de cuidados son las mismas que hace varios siglos y llevan el mismo nombre. ¿A quién sirve entonces la tecnología? ¿Por qué no tenemos otras herramientas contemporáneas diferentes de las medievales para enfrentar una pandemia?

Toque de queda, confinamiento: No son los únicos términos que forman parte del léxico pandémico y que en esta parte del mundo han representado a las dictaduras militares que están en nuestra memoria viva. ¿No podríamos haber usado otras palabras no cargadas de la memoria dictatorial, o fue y es su carga dictatorial útil socialmente para reinstalar el poder absoluto del Estado sobre la población?

Actividades esenciales: La reclasificación de las actividades sociales con el calificativo de “esenciales”, dejando fuera todas aquellas que pertenecen al universo del afecto, del deseo, de la creatividad y reduciendo a las personas al mundo del trabajo tiene en el lenguaje pandémico un efecto quirúrgico de amputación. La única noción de vida válida es “el trabajo”. Tan solo cambiar lo de “esenciales” por “funcionales” ya le daría a la cotidianeidad otro sentido.

Teletrabajo: El desplazamiento del lugar de trabajo al domicilio, convirtiendo al trabajo en un producto que se paga como producto y no como actividad que se mide en número determinado de horas. Es lo que en esta parte del mundo  –llámese Honduras, México o Brasil – se nombra “maquila” y “trabajo a destajo”, donde te pagan por trabajo realizado y no por horas de producción. La maquila –instrumento neoliberal por excelencia– usada por grandes transnacionales  –especialmente de la industria textil– ha sido trasladada a grandes campos laborales con la pandemia y ha recibido una denominación  suavizante. ¡Imagínense el resultado de rebautizar el teletrabajo como maquila pandémica o explotación domiciliaria!

Dado que el ánimo de este texto es el de proponer desafíos aquí va el primero: hacer un listado completo del léxico pandémico, otorgarle a cada término su significado real y pasar a renombrar el fenómeno que el término pretende nombrar. Eso para despertarnos, para agudizar nuestra creatividad y para respirar rebeldía. Los sofisticados materiales que se necesitan son un lápiz y un papel y si lo hacés entre amigues el resultado será divertido y explosivo.

Contrato sanitario mundial

Antes de recibir la vacuna es urgente saber qué es lo que estamos recibiendo, no para plantear la desobediencia o la no vacunación, sino para no aceptar pasivamente la vacunación como quien recibe el hierro de marcación de ganado. También tenemos que  debatir ideológicamente su sentido político.

La vacunación no es una solución, por mucho que los gobiernos del mundo entero buscan presentarla como tal.

La vacunación es una solución parcial hacia el tránsito a un nuevo orden que aún no tiene nombre. Es una medida de sobrevivencia que deja intacto el cuestionamiento estructural sistémico que esta pandemia debe suponer para el conjunto de la Humanidad.

La fila de vacunación es un diagrama de jerarquías mundiales de carácter colonial sin metáfora, sino de manera directa. El orden de prioridad es el orden de capacidad de pago.

A su vez en cada sociedad el orden de vacunación representa internamente ese mismo diagrama de jerarquías sociales: mientras más en la periferia estés más tarde o nunca te llegara la vacuna.

En estas tierras empiezan por el personal de salud porque les necesitan, pero les siguen militares y policías, se filtran curas y obispos, diputados o ministros. Y si no necesitaran del personal de salud, también serían los últimos en recibirlas.

Las vacunas son la materialización de poderes supraestatales que son los que gobiernan el mundo.

No es la Organización Mundial de la Salud la que organiza la distribución equitativa de las vacunas, sino que son las empresas que  –amasando cifras ya imposibles de concebir– disponen el orden de provisión de las vacunas.

Y no crean que porque somos pobres pagamos menos: estamos pagando los mismos precios o más altos por recibir dosis menores, y los gobiernos las reciben de rodillas como una gran conquista dispuestos a firmar en letra chica lo que sea.

Los gobiernos, a su vez, suministran las vacunas como quien suministra una inyección gubernamental intramuscular, gesto que debes agradecer sin chistar.

Las propagandas de vacunación que se desarrollan en los contextos nacionales por parte de los gobiernos hacen pensar que lo que te están metiendo es un beneficio gubernamental.

Los montos que la compra de vacunas suponen para muchos Estados exceden las inversiones en salud o son equiparables a estas.

Las vacunas se devoran los presupuestos de salud para que, una vez que pase la tormenta, hospitales y quirófanos queden igual de maltrechos como estaban antes.

Las vacunas también representan la privatización del conocimiento, pues los centros de investigación que disponen de los millones que la investigación en el campo de la biología o la medicina representan no están en las universidades públicas ni siquiera de las sociedades capitalistas imperiales, sino directamente están en las empresas que succionan cerebros de las universidades.

Tematizar y debatir estas cuestiones alrededor de la vacunación mundial es tachado de sospechoso porque ante la vacuna lo que hay que hacer es firmar pasivamente un contrato sanitario unilateral como el que te proponen los bancos cuando te endeudas o como el que el Estado boliviano les exige a las trabajadoras sexuales para darles el permiso de trabajar.

Es este contrato sanitario y su explicitación el que puede contener las luchas que a futuro tendrán sentido.

Obsolescencia política

Los gobiernos se benefician de la administración de los Estados, pero no gobiernan: son administradores secundarios de un orden colonial –patriarcal –extractivista. Ese hecho tan tangible hoy reconduce radicalmente nuestras luchas y nuestros horizontes.

La clásica diferenciación izquierda –derecha para interpretar el campo político se convierte en obsoleta: la fascistización, por ejemplo, en el léxico ha abarcado a ambas.

Estamos en la transición del régimen neoliberal al régimen neoliberal de corte fascista y eso la izquierda ni siquiera lo visualiza porque si las categorías de análisis y organización social que nos ofrecía la izquierda ya estaban caducas, hoy han quedado obsoletas.

Los gobiernos llamados “de izquierda” son también gobiernos incapaces de proponer un horizonte diferente que el impuesto por el neoliberalismo. Este hecho no es de ninguna manera el fin de la política, sino el nacimiento de una nueva política. Una nueva política que no tiene vanguardias, salvadores, ni conductores y que exige de todes alta dosis de creatividad.

No es fortaleza lo que necesitamos, sino conciencia de nuestra vunerabilidad.

Los sujetos sociales están siendo diluidos por fatiga, por falta de ideas, por luto, por incapacidad o imposibilidad de reacción, mientras otras personas despojadas se están reconstituyendo como sujetos sociales con capacidad interpeladora: aquellas personas que se vuelcan sobre los animales para reintegrarse como animales, o las que producen salud, alimentos o justicia con sus colectividades son quienes no han sido paralizadas por el miedo.

Todo está sucediendo a gran velocidad aunque el tiempo se ha detenido.

La velocidad de los cambios es la velocidad de una metamorfosis profunda.

Interpretarla a riesgo de equivocarnos es nuestra apuesta.

Fuente: https://www.lavaca.org/mu156/capitalismo-pandemico-lo-que-esta-en-juego-ecocidio-y-suicidio/

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Entrevista a Agustina Mardones, la primera licenciada en Agroecología de la Argentina “La ciencia está sucia de agroquímicos y monocultivos”

Fuentes: Revista Crítica

En esta entrevista Agustina Mardones propone un cambio de paradigma: que la ciencia abandoné su rol de religión del capitalismo y se acerque a las prácticas agroecológicas ancestrales para que ambas puedan nutrirse de los saberes que nos puede otorgar la ansiada soberanía alimentaria.

En el andar de nuestras vidas, los caminos que construimos a veces nos colocan en lugares que jamás podríamos haber imaginado, pero que reafirman nuestros pasos y convicciones. Agustina Mardones quedará en la memoria académica como la primera Licenciada en Agroecología del país.

La carrera se cursa, desde su conformación en 2014, en la sede de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) ubicada en El Bolsón, que funciona en un antiguo edificio escolar frente a la plaza principal. Es la primera experiencia educativa de este tipo en la Argentina.

Agustina nació y se crío en Cutral Co (en idioma mapuche, “agua de fuego”), ciudad neuquina rodeada y fundada por pozos de petróleo y la refinería más grande de la Patagonia. La fuente más cercana de agua está a 60 kilómetros y es trasladada en acueductos, primero para la refinería y luego para el pueblo.

Vegetariana desde los 12 años, a Agustina siempre le interesó conocer el origen de su alimentación. Al terminar el Secundario, en un viaje a La Rioja, conoció a un viajero que venía en bicicleta de un centro de Permacultura en Córdoba y traía consigo algunas hierbas y yuyos. Jamás había escuchado hablar sobre aquello.

Investigó, viajó a Buenos Aires y en la Facultad de Agronomía de la UBA le recomendaron Producción Vegetal Orgánica, que se dictaba allí. Pero la ciudad nunca fue una opción para ella. En la sede de la UNRN de El Bolsón también funcionaba la tecnicatura, así que empacó sus cosas y ya desde 2011 que vive en la Comarca andina.

Cuando apareció la Licenciatura en Agroecología en 2014, no dudó en anotarse. Se recibió en el pandémico agosto de 2020. Tiene un emprendimiento de fitocosmética agroecológica («Solar Botánicos»), con el que financió su tesis y donde trabaja actualmente.

“La agroecología viene como una respuesta, quizás incómoda, a este sistema de producción –dice Agustina–. Es la crítica y la construcción al mismo tiempo. Te da la alternativa y en esa alternativa hace y plantea un cambio de paradigma”.

¿Qué rol juega esta disciplina frente a la ciencia tradicional? “Descentraliza el saber académico al servicio de. Critica mucho la cuestión cientista, de que quizás un investigador termina contando qué porcentaje de hierbas aromáticas tiene la yerba, porque tiene que presentar un paper, y te plantea ‘che, ¿para qué estás haciendo eso?’. Hay un organismo gigante que está destinando un montón de dinero a que se cree ese contenido pero, ¿a quién le sirve? ¿Cuál es la función social de eso? Y eso incomoda. Porque si vos sos cientista y vienen a decirte eso, es incómodo. Pero la verdad es que se podrían hacer otras cosas con todo ese capital”.

Entre la Academia y los territorios

Agustina dice que en la agroecología entran también los saberes ancestrales que traen los pobladores y las pobladoras que habitan y trabajan en los territorios: “Ahí hay algo real, porque hay una organización social de la mano del movimiento agroecológico. Desde el punto de vista académico, la Agroecología tiene tres ejes. Uno es el académico de producción de conocimientos. Luego están los movimientos sociales, aquellos movimientos ambientalistas y trabajadores de la tierra que demandan también cierta clases de estudios, de impacto ambiental o, por ejemplo, ‘tengo esta babosa que me está comiendo todo, qué hago, porque no quiero tirarle pesticida’; y esto acompaña y también promueve esa producción de conocimientos. Si no está esta pata social, no es suficiente. Y el tercer eje engloba las prácticas agroecológicas científicas y las prácticas agroecológicas ancestrales, donde vamos a escuchar las voces y los datos de la ciencia, y las experiencias y el trabajo de las ñañas, por ejemplo”.

Estamos acostumbrados a comer tomate en julio, y en julio el tomate no existe. No es un tomate real. La tierra da los frutos en el momento del año en el que el humano las necesita.

–¿Cómo vivís vos esta especie de contradicción entre los saberes?

–Para mí es hermoso. Hay una pequeña contradicción, pero creo que es cuestión de tiempo. Tenemos que comprender que no por ancestral algo es bueno o verdadero, pero que tampoco la ciencia debiera adjudicarse toda la verdad. Los sistemas de riego por inundación o estancamiento, no siempre son lo mejor. En la época de los Incas pueden haber funcionado, pero no tenían en cuenta un uso racional del agua. Hoy sería un desperdicio para muchos lugares, ya que hemos creado otros sistemas más eficientes con el uso del agua. Una señora hace un fermento de ajo con no se qué, para aplicarle a la babosa, y lo pone en luna llena porque le funciona mejor que en otro momento. Yo creo en eso. Pero después está la Academia que pone a prueba eso que la señora decía, y si en su ensayo no da los mismos resultados que a ella, lo desacredita.

–La ciencia sigue siendo el lugar del saber…

–La ciencia o gran parte de ella asumió el rol de religión del capitalismo, la nueva fe, y está sucia, como todo. Donde más plata se pone, es en biotecnología, que es modificación genética; en sistemas de producción de monocultivo y convencionales, con más y más agroquímicos; o la industria tecnológica. Eso está al servicio de algo. En Buenos Aires, la carrera de Agronomía está financiada por Monsanto, básicamente. Todavía el saber tiene que pasar por la instancia de ensayo científico para ser acreditado. La ciencia tiene aún esa voz predominante que legitima o desacredita. La ciencia o el cientista, que es quien hace la ciencia, también debería entender que el saber debe ser holístico e interdisciplinar. Está re bueno que exista una carrera como ésta y se empiecen a financiar o gestionar otra clase de estudios que respondan a otras cuestiones o brinden otras respuestas. Hay una posibilidad de hacer las cosas de otra forma.

–¿Qué tema estudiaste para tu tesis?

–Mi tesis fue sobre biofermentos. Busqué dar una respuesta a una demanda del Colectivo de Productores de la Comarca. En la agricultura orgánica y agroecológica, se utilizan enmiendas orgánicas (la bosta básicamente) y muchas veces se aplican otras cosas, que tengan los nutrientes más concentrados. Aquí se utiliza mucho la biorganutsa, que es un compuesto comercial de bosta de aves marinas. Está bueno, pero no deja de ser un producto externo y no es nada barato. Encaramos el proyecto y utilizamos un recurso local que es el mantillo del bosque, que es lo que hay debajo de la hojarasca, una capa finita de hojitas en descomposición. Este mantillo en primavera se llena de hongos y bacterias beneficiosas, mantienen en equilibrio los bosques, hacen frente a microorganismos patógenos y por sobre todo, aumentan la biodiversidad del suelo. Extraje un poco de eso, le dí de comer azúcar, carbono y otras cosas, y lo puse en un tacho para que se reproduzcan los microorganismos y de ahí sacaba una porción y diluía en agua, le agregaba nuevamente azúcar, para que fermente y lo aplicamos en macetas. Era importante saber qué había, cómo cambiaba la estructura de la composición de comunidades biológicas en ese suelo. Y resultó que aumentaba la biodiversidad, aumentaba la resiliencia. Hay un principio agroecológico que es la equidad, que es que no haya mucho de una sola cosa sino que haya mucho de todo y eso siempre hace que esté todo mejor. En este caso no mejoraba el rendimiento, pero en agroecología no es que no importe el rendimiento o rentabilidad, solo que no es lo único que importa. Estuvo re bueno porque abrió un camino de investigación sobre el tema en la región.

–¿Cómo fue eso?

–Sé que en Bariloche continuaron investigando en este sentido, en el INTA y otros espacios de investigación. Hay compañeres de la carrera que siguieron con la investigación y a eso que yo le puse, le agregaron bosta y encontraron que incluso era mejor que la biorganutsa. Y todo con elementos del entorno de acá y a menor costo. La ciencia necesita acreditar una práctica para legitimarla y los biofermentos no estaban acreditados por la ciencia, sino que estaban como una práctica campesina. Fue una muy pequeña punta, sin embargo fue un trabajo muy profundo que sentó precedente en la zona. Y tiene una función social también. La agroecología no te propone receta de nada. En el lugar en el que estás, tenés que ver el ecosistema que te rodea. Pero sí pueden aplicarse los principios ecológicos para las propuestas que ofrece cada lugar. Buscar otras respuestas lleva mucho tiempo y trabajo. Mi tesis la hice en tiempos de macrismo donde no había un mango para investigación. Los análisis de laboratorios son costosos. Encaré un emprendimiento personal de fitocosmética y con la ayuda de mis viejos fui financiándome la tesis. Es una carrera que proporciona muchas herramientas para la autogestión y brinda la oportunidad de vincularse con la tierra.

Las granjas chinas de cerdos van a estar en el Chaco. ¿Dónde va a ir a parar toda la gente de allí? A las ciudades, a las villas, sin calidad de vida.

–¿Las ciudades pueden ser agroecológicas?

–Podrían buscar serlo de aquí en más. Debemos dejar de generar estas clases de ciudades. Debemos pensar en centros urbanos más pequeños, con una periferia que pueda generar los alimentos, para esa periferia y para ese centro urbano, por ejemplo. Necesitamos una proyección distinta. Ahora, yo, ciudadane común, ¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer? Y, separar los residuos, por ejemplo. Parece algo muy básico e insignificante, pero eso ya es un montón, realmente. Pensémoslo como un embudo. En la parte más grande, se generarían realmente menos residuos, menos islas gigantes de basura, menos bolsas de basura volando por ahí, todo menos. Si hay una masa que separa los residuos, y que a su vez, exige al Estado que haya una planta que los clasifique y los recicle, eso ya sería un paso importantísimo. Porque en lo grande algo genera. Después, en lo más chiquito, empezás a dimensionar que, si seguís el proceso de compostaje en tu casa, en el balcón o en el patiecito, empezás a conectar en la ciudad, con algo muy cíclico que es la transformación de ese “residuo” en tierra: todo lo orgánico vuelve a ser buena tierra.  Hoy la basura la dejás afuera para que la busque el del consorcio y se la lleve. La basura puede reconectarnos. Son pequeños cambios en las dinámicas diarias que te reconectan con el entorno natural del que somos parte. Acá por ejemplo, quienes no tenemos gas natural sino calefacción a leña, vivimos constantemente en las casas un cambio de dinámica. Cuando es invierno y está el fuego prendido, una alfombra y una mesita ratona y todo pasa ahí. Y ahora que no hay fuego y el sol pega desde temprano, desayunamos afuera. Cambiamos nuestros comportamientos en una conexión constante con lo que sucede afuera, naturalmente. Los tiempos nunca son iguales. Convivir y reconectar con eso, para mí es un regalo.

–La industria alimenticia suele repetir que genera más producción: más en cantidad y en todas las épocas del año, y también más baratas ¿qué respuesta se le da desde la agroecología?

–Es un mito que el supermercado tiene la verdura mucho más barata. De hecho acá en el sur, no pasa. Es pura costumbre. Pasa también, que estamos acostumbrados a comer tomate en julio, y en julio el tomate no existe. No es un tomate real. La tierra da los frutos en el momento del año en el que el humano las necesita. La papa la vas a tener en invierno cuando tu cuerpo necesite carbohidratos y almidón para mantenerse y bancarse el frío. Lo mismo el zapallo, el puerro, la zanahoria. Ahora en verano, la tierra nos brinda el tomate, todo lo que es hoja, los alimentos frescos que hidratan. Por ejemplo la sandía que necesitamos en esta época de sol gigante. Conocer y saber qué hay en cada momento también te permite comprender qué es lo que necesita tu cuerpo. En la verdulería o el supermercado habrá espárrago, tomate y palta todo el año pero no es lo natural. La cebolla es más «de guarda», se cosecha una sola vez y se come todo el año. Pero hay que aprovechar más los alimentos que son de estación porque tienen que ver con lo que verdaderamente necesitamos en determinada época del año. La elección de consumo de alimentos libres de agrotóxicos, de yuyitos, de alimentos integrales, todo eso va mejorando la capacidad de tu cuerpo en un montón de cuestiones, desde lo físico a lo anímico espiritual.

–El alimento como una cuestión de salud.

–Vas a enfermarte mucho menos, sin duda. Pero a este sistema no le interesa realmente tu salud. La industria farmacéutica está muy de la mano de la industria alimentaria y la industria de la comunicación. La industria alimentaria hoy por hoy es la industria de la petroquímica. Los agroquímicos son todos derivados del petróleo, que contaminan un montón la tierra, el agua, el aire, y los alimentos. Eso lo consumimos y tenemos cáncer, intolerancia al gluten, celiaquía, diabetes y una infinidad de cosas que tienen que ver con el cómo se producen y procesan los alimentos, por eso es tan importante la elección de qué comemos. Cambiar lo que comemos es un pequeño cambio con el que cambiamos mucho.

Es necesario que en la escuela, aunque sea en la ciudad, enseñen de dónde vienen los alimentos y que se separen los residuos.

–¿Y cómo hacemos ese cambio?

–Todo eso es parte de una educación. No se si un niñe de la ciudad sabe que el pollo primero es un animal que anda suelto (en el mejor de los casos) y que después se vuelve carne. No tiene acceso a esa vivencia, no hace esa unión lógica. Y eso no es por nada. Es porque hubo todo un sistema, a través de la industria alimentaria, sumada a lo que es la propaganda y el marketing que fue alejándonos cada vez más del proceso del comer. De repente te encontrás que para ser funcional y eficaz en tu laburo, o para juntarte con tus amigues, pedís comida. Se fueron perdiendo los hábitos del cocinar, del comer. En la ciudad, la capacidad de autosuficiencia es mucho más limitada que acá, pero el hábito de cocinar también se fue perdiendo. Otra pequeña gran acción sería revisar nuestros hábitos de consumo. Dónde compramos y qué compramos, quién me va a proveer de alimentos, a qué estoy siendo funcional. No todos los que quieren y creen en otra forma de vida se tienen que ir al campo y ponerse a cultivar y criar gallinas. Cada persona tiene un arte y algo que aportar a este mundo, pero vos/yo consumidor, que te dedicás a cualquier otra cosa, tenés un poder muy grande que es exigir que la buena comida llegue a esos lugares. Soberanía alimentaria es elegir qué comemos, no solo que haya alimentos para todes. Porque eso es la seguridad alimentaria, y para eso existen todos los programas alimentarios y comedores que buscan garantizar que a nadie le falte. Pero dan leche y galletas. Está buenísimo, en el mientras tanto… pero estamos dando otra vuelta de rosca y es ¿qué comemos? Y eso es organización social.

–La propuesta sería recuperar la alimentación sana valorando los vínculos sociales.

–Por ejemplo, en esta boutique megacheta del alimento orgánico, con empaques divinos, hay de todo. Pero capaz en el mercado de al lado, el señor o la señora del barrio tiene el mismo producto o alimento, quizás menos procesado o menos vistoso, y tenés lo mismo. Tampoco es una cuestión económica únicamente. A veces las cosas salen un poco más caras, solo un poco, pero es porque hay una persona atrás que lo hizo, que valora su trabajo, trabajadores/as que no fueron explotados/as, un montón de cosas. Si bien es simple y pequeño lo que hay que hacer para lo mucho que hay que ir cambiando, no es menor el trabajo personal que implica. Internamente tenemos que saber que es un cambio de hábito y de creencia y que salir de la zona de confort, siempre genera inestabilidad y preguntas, pero poco a poco vas descubriendo otras respuestas.

–Un ejemplo es el trabajo de la UTT.

–La gente de la UTT está nucleándose fuerte y haciendo llegar alimentos a muchos lugares, de productores y productoras que en muchos casos habían trabajado para otros, utilizando agrotóxicos y se dieron cuenta que se fueron enfermando de un montón de cosas. Se dieron cuenta, «por acá no es, pero yo quiero seguir cultivando la tierra porque es lo que me gusta» y  entonces se organizaron y están haciendo llegar alimentos a muchísimos lugares, libres de agrotóxicos a precios super justos.

–¿Cómo ves la situación del acceso a la tierra para producir alimentos?

–El tema del acceso a la tierra es troncal. Es algo que nos atraviesa como sociedad y es algo que la agroecología tiene como lucha. El procrear rural que propone la UTT quizás no es la reforma agraria, pero es arrancar con algo. Es fundamental. Tiene que ver también en cómo pensamos esas ciudades futuras. Cómo diseñamos la urbanización que promueva la soberanía alimentaria. Muchas de las villas periféricas de las ciudades están originadas y crecen por gente del campo que se va a la ciudad, tampoco romanticemos la producción agraria. En Santiago del Estero, que está el MoCaSe, muchas personas se van porque viene la empresa a encarar el desmonte, la soja, o a poner vacas. Las granjas chinas de cerdos van a estar en el Chaco. ¿Dónde va a ir a parar toda la gente de allí? A las ciudades, a las villas, sin calidad de vida. En el Chaco falta el agua potable, las condiciones de vida son paupérrimas, siendo que allí se pueden producir un montón de cosas, solo que quizás es gente que sabe cultivar la tierra pero siempre trabajaron para el patrón, o tiene la tierra pero no tienen las herramientas, o nunca tuvieron una vida digna que les permitiera cultivar sus territorios. Saben de la ciclicidad, pero tienen las necesidades básicas insatisfechas. Para atender estas cuestiones debe estar el Estado. Está bien lo de los planes sociales pero pueden haber otras políticas públicas que dignifiquen la vida de las personas, en sus territorios, que tengan acceso a la tierra y puedan quedarse en sus lugares pero en buenas condiciones de vida. Queremos seguir sosteniendo esta ayuda, pero tenemos que ir pensando otras. Estamos en un momento clave, para que se propongan otras posibilidades. A la gente de la ciudad le cayó muy fuerte la pandemia, el encierro, y creo que es un momento bisagra en el que se está planteando una nueva normalidad, con mucha virtualidad, cosas que no van a volver atrás. Este cambio forzado en el que nos vimos envueltos debe traer reflexiones y nuevos planteos.

–Sos la primera licenciada en Agroecología del país, sin embargo, no tuviste agroecología como materia ni como taller ni en la primaria ni en la secundaria. No existía esa posibilidad cuando estabas escolarizada y tampoco existe ahora. ¿Por qué el sistema educativo nos enseña tantas cosas y deja de lado una de las más básicas como el acceso a la alimentación?

–La educación ambiental debe ser parte de la educación básica, no sólo agrotécnica. Así como está la lucha por que la ESI esté en todos los niveles educativos, creo que la educación agroecológica también debería ir en ese sentido. Son propuestas que no van a salir del Estado, sino de una demanda social. Es a partir de esa demanda que se pone en agenda para que sea ley. Y no solo alcanza con la ley, porque luego necesitas que se implementen correctamente las políticas públicas. Es necesario que en la escuela, aunque sea en la ciudad, enseñen de dónde vienen los alimentos y que se separen los residuos. Son pequeños hábitos sociales que debemos ir incorporando. Algo tan simple como poner frutales en las escuelas y que los chicos coman la fruta de ahí, tener el azúcar natural de una manzana en vez de la galleta o la barrita de cereal  llena de azúcar procesada.

–¿Qué te pareció la carrera de Agroecología? ¿Qué críticas le hacés como primer egresada?

–La agroecología es muy política y rebelde. Está re buena la carrera y todo lo que propone pero aún está dentro de un marco académico que se va encontrando de a poco con los sentidos de la carrera y quienes la transitamos. Se están pensando cambios en ese sentido en el plan de estudios. En los congresos si bien por lo general son muy académicos, hay mucha participación de la parte campesina, de los productores y productoras y eso está bueno. Hay intercambio, hay construcción de saberes. Para mí, para que sea agroecología, debería haber una dupla pedagógica entre un docente y una persona que se dedica a eso que se enseña porque muchas veces nos enseñan «lo ideal»,  y está re bueno aprender cómo debería ser, pero en la práctica hay un montón de cosas que no son así. La práctica, el estar ahí, te va a contar otras cosas. Ningún profesor ni profesora tiene la licenciatura en Agroecología. Vienen desde otros campos o paradigmas del saber y eso se re nota. Creo que nosotres, les estudiantes, somos quienes les pasamos la visión holística de las cosas. Y también aprenden de nosotres: es una integración de saberes.

–¿Cómo hace un país para sostenerse en la agroecología? 

–¿Cómo vive un país con divisas si no queremos la soja? ¿De dónde sacamos la plata para sostener todo esto? Son las respuestas que debemos buscar. La minería, el fracking  y la soja vemos que son modelos extractivos que nos dejan vacíos. Ahí me agarra un poco el anti-todo y digo «hay que salir de ese sistema de mercado». Capaz es una visión muy reduccionista, porque no estoy en el poder y no sé todo lo que implica, pero no puedo dejar de preguntarmelo y sé que la respuesta debe ser holística e interdisciplinaria. La agroecología tiene una propuesta muy clara para atender muchas cosas, pero no todas las cosas. Debemos crear esos espacios para encontrar nuevas respuestas.

Fuente: https://revistacitrica.com/soberania-alimentaria-union-de-trabajadores-de-la-tierra-agroecologia.html

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«La trata encuentra un terreno fértil en el capitalismo neoliberal» según el Papa

El papa Francisco denunció este lunes que la trata de personas «encuentra un terreno fértil en el enfoque del capitalismo neoliberal», durante la Jornada mundial de oración y reflexión contra la trata de personas que celebra la Iglesia católica.

En un vídeo mensaje con el que se unió a la iniciativa del maratón de plegarias para erradicar la trata, Francisco deseó que «la reflexión y la toma de conciencia vayan siempre acompañadas de gestos concretos, que abran también vías de emancipación social». «El objetivo, de hecho, es que cada persona esclavizada vuelva a ser protagonista libre de su propia vida y parte activa en la construcción del bien común», agregó. E instó a aprender «a acercarnos con humanidad y valentía a quien está marcado por tanto dolor y desesperación, manteniendo viva la esperanza».

Francisco se detuvo en el título elegido para este año, «Economía sin trata de personas», para subrayar la necesidad de «una economía que cuide el trabajo, creando oportunidades de empleo que no exploten al trabajador mediante condiciones laborales degradantes y horarios extenuantes». Agregó que para erradicar el drama de la trata de personas se necesita «una economía con reglas de mercado que promueven la justicia y no los intereses particulares exclusivos». «La trata de personas encuentra un terreno fértil en el enfoque del capitalismo neoliberal, en la desregulación de los mercados que apunta a maximizar las ganancias sin límites éticos, sin límites sociales, sin límites ambientales», denunció.

Por todo ello, indicó, «una economía sin trata es una economía valiente: hace falta valor». «El valor de conjugar el beneficio legítimo con el fomento del empleo y las condiciones de trabajo dignas. En tiempos de fuerte crisis, como la actual, este valor es aún más necesario», dijo. Agregó que durante las crisis, las tratas proliferan por lo que «es necesario, pues, reforzar una economía que responda a la crisis de una manera que no sea miope, sino duradera y sólida».

Los encargados de organizar este evento son la asociación Talitha Kum, la red de religiosas contra la Trata de Personas, en colaboración con la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral; Caritas Internationalis; la Unión Mundial de Organizaciones de Mujeres Católicas; el Movimiento de los Focolares y muchas otras organizaciones comprometidas a nivel local.

El maratón virtual de oración tendrá una duración de siete horas en cinco idiomas con testimonios y experiencias de las diferentes realidades que trabajan mundialmente contra la trata de personas.

Fuente: https://rebelion.org/la-trata-encuentra-un-terreno-fertil-en-el-capitalismo-neoliberal-segun-el-papa/
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La mercantilización de la educación y los think tanks en Uruguay

En la portada del diario oficialista El País se publicó el día 8 de febrero el siguiente titular “Eduy21 se repliega y evalúa una ‘elegante’ disolución”. Pero, ¿qué es Eduy21?

Es un think tank uruguayo fundado en 2016, que se especializa en temas de educación y uno de sus fines es lograr una reforma educativa. Las directrices son muy similares a las que viene llevando el Banco Mundial hace varios años en distintos países de la región.

Esta organización se presenta como “multipartidaria” porque en ella convergen blancos, colorados y frenteamplistas. Aunque de este último provengan de filas moderadas y liberales bastante alejadas de la izquierda.

Sus socios académicos son la Universidad Católica del Uruguay y la Universidad de Montevideo, ambas de carácter privado. Como socios contribuyentes tienen al banco Itaú, la Confederación de Cámaras Empresariales, Zona América y la Bolsa electrónica de Valores del Uruguay S.A. Como socios colaboradores figuran elosdiarios El País y El Observador y Visa.

Como referentes de Eduy21 se encuentran Renato Opertti decano de la Escuela de Postgrados de la Universidad Católica e hijo de Didier Opertti, ex Ministro del Interior en el primer gobierno de Julio María Sanguinetti (1985-1990). El propio Renato Opertti duda que el gobierno actual logre una transformación en la educación. «Tal como todo está planteado, no veo que vaya a haber un cambio de fondo», dijo.

Juan Pablo Mir y Fernando Filgueira, ex integrantes de gobiernos frenteamplistas también integran filas de Eduy21. Esto demuestra más que un rasgo de apertura de este think tank, la integración de tecnócratas que llevan adelante políticas neoliberales en el seno de gobiernos progresistas. Se refleja, quizá, más la debilidad ideológica del Frente Amplio que la pluralidad de este think tank.

En los socios individuales figuran nombres de la oligarquía uruguaya, personajes asociados a otros think tanks y actores que hoy están en el gobierno derechista. Esto deja en claro la conexión de todos estos actores y organizaciones en la conjunción de un mismo proyecto de país y de nación.

Entre sus socios individuales destaca Horacio Hughes, el nuevo presidente del Banco de Previsión Social (BPS). En su momento se postergó su designación porque su curriculum vitae estaba en inglés. Fue gerente general de OCA, empresa perteneciente al grupo brasileño ITAÚ. También Luis Hierro López, ex vicepresidente de la República por el Partido Colorado.

A ellos se suma María Dolores Benavente quien integra el Consejo Académico de otro think tank: el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), fue Vicepresidenta de República AFAP S.A y es asesora económica de la Cámara Nacional de Comercio.

También Pablo Da Silveira, actual Ministro de Educación y Cultura, y Liceo Impulso. Además de asesor de campaña del actual presidente Luis Lacalle Pou, fue recaudador de fondos de la misma. En febrero de 2020 detuvieron a su pareja, Maya Cikurel, investigada en Panamá por su presunta participación en la trama de sobornos de Odebrecht y requerida desde abril de 2019.

Da Silveira escribió un libro de 2009 titulado Padres, maestros y políticos. El desafío de gobernar la educación (Taurus). Esta es otra muestra del especial interés de la oligarquía uruguaya en la educación como un terreno en disputa, que a sus ojos, todavía tiene mucho espacio para mercantilizar. Luego, como ariete en la formación de los futuros ciudadanos como emprendedores, consumidores y liberales anti colectivistas. Como consta en su currículum, la Fundación Atlas financió una de sus becas.

La lista se amplía con el Comité HonorarioAllí figura Cecilia Hughes, en cuyo curriculum figura haber sido voluntaria en Desem-Junior Achievement Uruguay, una ONG con vínculos con la Red Atlas, y Nicolás Herreradel Estudio Guyer y Regules, encargado de la negociación por las vacunas entre el Estado y el laboratorio Pfizer Biontech, e integrante de otro think tank Centro de Estudios de la Realidad Social (Ceres).

Muchos de sus miembros pasaron a formar parte de la administración actual. En el Partido Nacional, es el caso de Guillermo Fossati, miembro de la comisión directiva del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), y Ana Ribeiro, subsecretaria del Ministerio de Educación y Cultura, de filas del hoy ministro del Interior Jorge Larrañaga. Asimismo, Sebastián Bauzá, actual secretario de Deporte, que llegó a la actividad política a instancias de Lacalle Pou.

Del Partido Colorado están Patricia Viera, presidenta del Consejo de Formación en Educación, y Adriana Aristimuño, directora de Planificación Educativa del Codicen, que incluso fue la referente en educación de la campaña de Ernesto Talvi, exministro de Relaciones Exteriores.

La educación para la derecha liberal ha sido un punto neurálgico de sus políticas. A través de la Ley de Urgente Consideración (LUC) el gobierno ha iniciado un proceso de mercantilización de la misma y ha decretado la extinción de los Consejos de Educación y la eliminación de la participación docente en la gobernanza.

Uno de los gremios más potentes de la educación, la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria (Fenapes) ha recibido ataques constantes por parte del ministro Da Silveira y denunció que mientras se recortan gastos en la educación, se le otorgan más a Eduy21.

La madeja

Los cruces y puertas giratorias de think tanks a puestos de administración en el gobierno y viceversa se repiten una y otra vez. Se pueden rastrear incluso, actores en gobiernos de la década del 90 y se pueden seguir las huellas de sus padres en los 70 y 80. Si se hurga más allá, se pueden rastrear familias, clanes y vínculos que se remontan a la fundación del Uruguay mismo.

Esto ha sido simplemente un pequeño tramo en la madeja de la oligarquía uruguaya, donde los mismos apellidos se repiten como un loop de dominación infinito en este capitalismo tardío, deforme y dependiente.

Fuente: https://rebelion.org/la-mercantilizacion-de-la-educacion-y-los-think-tanks-en-uruguay/

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OVE reportaje: Juan Carlos Sánchez Antonio. Pensamiento Descolonial

Reseña el Reportaje: Selene Kareli Zepeda Pioquinto

“Actúa de tal manera que contribuyas a la conservación y perpetuación del orden cósmico de las relaciones vitales evitando todo trastorno del mismo”.

Este jueves 11 de febrero, la Alianza Pedagógica Social Internacional conformada por la CEIP-Histórica de Argentina, MAEEC-CLACSO de México, KAVILANDO de Colombia, MASA CRÍTICA de Panamá, RED GLOBAL GLOCAL por la Calidad Educativa de América Latina, SAVIA de Paraguay, Universidad de Panamá, CIPCAL de América Latina, KAICHUK MAT DHA de México, EMANCIPACIÓN de Chile, Mujer Pueblo Magisterio-CNTE-Durango de México, el Centro Martin Luther King de Uruguay y CII-OVE de Venezuela, cerró el Ciclo de Pensamiento Descolonial con la conferencia del Dr. Juan Carlos Sánchez Antonio.

En la moderación de la jornada estuvieron: María del Carmen López Vázquez y Jorge Orozco León.

El Dr. Juan Carlos inició su disertación citando el siguiente párrafo, mismo que se encuentra en el Informe Cambio Climático, 2014, presentado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC): “El Informe síntesis destaca que disponemos de los medios para limitar el cambio climático y sus riesgos y de muchas soluciones que permiten el continuo desarrollo económico y humano. Sin embargo, para estabilizar el aumento de la temperatura por debajo de 2 °C respecto de los niveles preindustriales será necesario un cambio radical y urgente del statu quo. Además, cuanto más esperemos a actuar, mayor será el costo y los desafíos tecnológicos, económicos, sociales e institucionales que enfrentaremos”. En este sentido, destacó la importancia de las epistemologías y filosofías del sur global como pensamiento decolonial y radical para hacer frente a ese cambio climático, como camino a ese urgente y necesario statu quo.
Enlace del informe: https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2018/02/SYR_AR5_FINAL_full_es.pdf

De tal manera, el ponente se centró en dos aspectos fundamentales que fue desagregando: el calentamiento global devastador de la Madre Tierra y, el pensamiento de los pueblos originarios para hacer frente a este.
En su retórica, señaló cuatro elementos que nos han llevado a la crisis civilizatoria, misma que propician el despojo de territorios e identidades: 1) el modelo de producción capitalista, 2) la modernidad como un proyecto cultural ideológico que impulsa la expansión de los valores occidentales, 3) el patriarcado, y, 4) el cristianismo invertido. Siendo inminente superar estos cuatro elementos que llevan a la explotación de los bienes naturales.

Asimismo, el Dr. Sánchez Antonio refirió que, el capitalismo nos está llevando a la sexta extinción de la vida en el planeta; por tal, lanza la pregunta “¿de dónde vamos a tomar elementos para cambiar el statu quo?”, apuntando como ejes clave a la pedagogía, filosofía, política, economía pero con una perspectiva del sur global, escuchando lo que los pueblos andinos, mesoamericanos, turcos, indochinos tienen por decir y compartir, en palabras del doctor mirar “aquellas [culturas] que se ven como limitantes para el desarrollo de la humanidad”.

Por lo antes mencionado, Juan Carlos Sánchez enunció dos vías para hacer de las epistemologías del sur, del pensamiento decolonial, el nuevo statu quo. La primera es planteada por Slavoj Žižek, quien señala que se requiere una situación límite que en el caos lleve al cambio radical, y la segunda, es retomando ideas de Carlos Marx, en donde se recupere la propia historia ―la historia de los pueblos originarios― para diseñar el futuro; siendo Juan Carlos más partidario de la segunda vía, en la cual se requiere retomar la historia propia, la ontología de esos valores que han sido silenciados, para de esta forma, enriquecer un pensamiento que sirva de brújula.
“Tenemos que re-encantarnos con la naturaleza. Hemos perdido la espiritualidad que teníamos con las plantas, con los animales, con la madre tierra”.

Destaca en su participación que, no hay desmeritar la ciencia su actualidad, pero, hay que generar un nuevo criterio de los valores indígenas, de la ciencia y la tecnología y colocarlos al servicio de la humanidad no del capital. Impulsar nuevos criterios éticos, políticos y estéticos que nos permita poner a la modernidad al servicio de la humanidad, del planeta, no del capital.

“Cuando el conocimiento se pone al servicio de la vida se llama sabiduría”.

El doctor Juan Carlos nos invita a abrirnos al pensamiento descolonial, a volver a mirar los diez mil años de cultura que nos anteceden, pero ya no desde la perspectiva occidental, sino cada cultura desde su propia historia, dando lugar a la pluralidad de culturas que existe a nivel global; de tal manera, habría que generar una integralidad no una totalidad, la integralidad da la posibilidad de coexistir sin poner a uno sobre otro.

Finamente, nos convoca a reflexionar el aspecto teórico del pensamiento descolonial y a accionar llevando a lo cotidiano lo que el mismo implica. Un ejemplo estuvo enunciado en el rescate y preservación de las leguas originarias, el cultivo de nuestros alimentos (soberanía alimentaria), las alianzas económicas entre comunidades cercanas (trueques), así como la lucha social: “no es suficiente emitir un discurso como el que ahorita di, es indispensable generar conciencia. Es importante descolonizar y conocer esas otras culturas a través de diversas estrategias”.

Asimismo, Señala que, se requieren crear nuevos proyectos civilizatorios, los cuales implican movilizaciones, luchas de los pueblos originarios desde lo local, regional, nacional e internacional; crear redes internacionales para apostar por la transformación política donde ya no sea posible el capitalismo, poniendo al centro la vida, la Madre Tierra, donde los cuidados sean mutuos, recíprocos, no acciones para el bien meramente personal.

Que la vida sea criterio de vida. Que la acción pedagógica, política, comercial cree condiciones para la conservación de la vida, para ello se requiere descolonizar el pensamiento.

 

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Conclusión del Foro Social: renovarse para la acción política o morir

Pantalla de la asamblea de clausura, el 31 de enero, del Foro Social Mundial 2021, que se realizó en formato virtual desde el 23 de enero. Las dificultades de organización de una reunión inédita, a través de medios digitales, no impidieron que, según los organizadores, hubiera 9561 participantes de 144 países y 1360 organizaciones en 751 actividades, entre talleres, mesas redondas, debates y asambleas sectoriales.

La democracia amenazada en una cantidad creciente de países, millones de muertos por la covid-19 y otras grandes crisis mundiales urgen a una renovación del Foro Mundial Social (FSM) para que protagonice acciones políticas en los procesos claves, según la conclusión de algunos de sus destacados miembros.

“Si no se renueva, se muere”, dictó Oscar González, exdiplomático mexicano y activista de los derechos humanos, en un debate sobre “El futuro del Foro”, cuando se cumplieron los 20 años de la iniciativa surgida bajo el lema de que “otro mundo es posible”.

Este fue un tema tan determinante como polémico de la 16 edición del FSM, la primera en forma virtual a causa de la pandemia de covid, que contó con 9561 participantes de 144 países y que involucró 1360 organizaciones en 751 actividades.

Durante los nueve días de debates, del 23 al 31 de enero, las búsquedas en el sitio digital del FSM superaron las 122 000, según los organizadores.

La realización constituyó una hazaña de centenares de voluntarios que tuvieron solo tres meses de preparación y reavivó las esperanzas de una revitalización del foro de la ciudadanía global, que tendrá su próximo encuentro en México, probablemente en enero de 2022, y de vuelta en forma presencial.

Pero la de 2021 estuvo lejos de los más de 100 000 participantes en algunas ediciones iniciales. Además la participación de este año estuvo demasiadamente concentrada en Brasil, con 58 por ciento del total, vale decir 5570 personas. En este país sudamericano, en la ciudad de Porto Alegre, surgió el FSM en enero de 2001.

“El Foro perdió legitimidad”, diagnosticó Cándido Grzybowski, uno de los principales organizadores de las primeras ediciones, cuando era director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicas (Ibase).

Su frustración lo llevó a “desistir” de la intensa actividad organizativa e incluso la participación en los encuentros mundiales de los últimos años, aun siendo miembro de su Consejo Internacional, la instancia coordinadora del FSM.

“El foro se desconectó del mundo real, dejó de acompañar los grandes hechos que conmueven la humanidad”, justificó en entrevista por teléfono a IPS desde su finca en las afueras de Rio de Janeiro.

En la década pasada hubo grandes movilizaciones de la sociedad, como la llamada “Primavera árabe”, el movimiento de los indignados en España, el “Occupy Wall Street” y las masivas protestas del “Black Lives Matter (las vidas negras importan)» el año pasado, sin que repercutieran en el FSM, se lamentó.

Reunir, articular y así empoderar los movimientos de la sociedad civil mundial es la misión asumida por el FSM desde su inicio hace años en Porto Alegre.

Pero su Carta de Principios lo limita a un “espacio abierto” para el debate plural y el intercambio de experiencias, “sin carácter deliberativo”. “Nadie estará autorizado a manifestar, en nombre del Foro y en cualquiera de sus encuentros, posiciones que fueran atribuidas a todos sus participantes”, es la regla.

El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, uno de quienes lidera propuestas para transformar el Foro Social Mundial de "espacio abierto de debates a espacio de acción", para tomar posiciones políticas e intervenir en las cuestiones globales relevantes, como la migración y la desigual distribución de las vacunas anticovid-19. Foto: Mario Osava/IPS

El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, uno de quienes lidera propuestas para transformar el Foro Social Mundial de «espacio abierto de debates a espacio de acción», para tomar posiciones políticas e intervenir en las cuestiones globales relevantes, como la migración y la desigual distribución de las vacunas anticovid-19. Foto: Mario Osava/IPS

Además el Consejo Internacional toma decisiones por consenso o consentimiento, es decir en la práctica cualquiera de sus miembros tiene derecho de veto.

Eso tiende a inviabilizar el cambio pretendido, de “espacio abierto a espacio de acción”, teme Grzybowski, quien aceptó la invitación del Grupo Renovador al debate sobre el futuro del FSM. Se trata de un autonombrado grupo que promueve nuevas líneas de debate y acción, para responder a una realidad mundial muy diferente a cuando surgió el Foro Social.

La esperanza del grupo es que, en el próximo foro, en México, una asamblea general pueda revisar la Carta de Principios y reorganizar el FSM de manera que tenga alguna instancia de decisión política, por mayoría, que “podría ser de 75 por ciento”, para adoptar posiciones y promover acciones en los procesos internacionales relevantes.

“México representará la renovación del Foro”, sostuvo el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, uno de los que encabezan el intento de renovación.

Es necesario que el FSM tenga un “pensamiento estratégico” sobre los temas claves, como el capitalismo, el racismo, el patriarcado y la reforma de las Naciones Unidas, propuso en el debate del grupo, coordinado por la socióloga belga Francine Mestrum, autora del libro “Los comunes sociales” y exprofesora de varias universidades.

Para desarrollar tal pensamiento convendría crear un centro de investigación (think tank) del FSM, sugirió Aleksander Buzgalin, coordinador del Foro Social Ruso y profesor de economía en la Universidad Estatal de Moscú.

Una forma democrática de tomar decisiones políticas, sobre cuestiones globales como  migración, las ciudades y tráfico de personas por ejemplo, es otra recomendación de Santos. Posiciones minoritarias serían consideradas, acotó.

Una política de información y comunicación es otra necesidad del Foro para que no vuelva a frustrar sus participantes. “Nadie sabe lo que piensa el FSM sobre lo que sea”, arguyó.

“Queremos ser democráticos, ser diversos, pero también queremos existir”, realzó. En su evaluación, “hay demasiado miedo en el mundo y esperanza de menos, tenemos que organizar la esperanza”.

Falta representatividad en el actual Consejo Internacional para conducir los destinos de FSM, añadieron varios renovadores. En 2001 esa instancia coordinadora se componía de 175 organizaciones de todo el mundo, cantidad que bajó a 35 desde 2017, señaló Grzybowski.

Captura del debate del informal y autonombrado Grupo Renovador sobre el futuro del Foro Social Mundial, que parte de la propuesta de convertirlo en un sujeto político global, con toma de posiciones e intervenciones en los grandes temas actuales, como las amenazas a la democracia y la pandemia de la covid. El debate fue una de las 751 actividades que se realizaron durante la edición virtual del FSM, del 23 al 31 de enero. Foto: Mario Osava/IPS

Captura del debate del informal y autonombrado Grupo Renovador sobre el futuro del Foro Social Mundial, que parte de la propuesta de convertirlo en un sujeto político global, con toma de posiciones e intervenciones en los grandes temas actuales, como las amenazas a la democracia y la pandemia de la covid. El debate fue una de las 751 actividades que se realizaron durante la edición virtual del FSM, del 23 al 31 de enero. Foto: Mario Osava/IPS

De todas maneras el encuentro virtual de 2021 reveló ciertos consensos sobre el “otro mundo posible” que defienden los activistas. Un síntoma de debilidad, sin embargo, es la concentración en la contraposición negativa, las luchas son anticolonialistas, antirracistas, antisexistas, antipatriarcado, antineoliberales, antimilitaristas.

Algunas excepciones son propuestas afirmativas, como la renta básica universal, el ecosocialismo, la economía feminista y la creación de un parlamento del ciudadano planetario.

La agroecología aparece como un camino para la solución de muchos problemas actuales, desde la seguridad alimentaria, la reducción del uso de los agroquímicos y la consecuente mejora en la salud humana, menos deforestación favoreciendo el ambiente y la biodiversidad.

Una falsedad difundida en el mundo es que el agronegocio o agricultura comercial alimenta el mundo, un rol que cumple la agricultura familiar, según João Paulo Rodrigues, uno de los coordinadores del brasileño Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra.

La solución del hambre en Brasil depende de una reforma agraria que permita a ese sector triplicar su área sembrada, que hoy se limita a 30 millones de hectáreas, mucho menos que la gran agricultura empresarial que produce soja y maíz para exportar, aseguró Rodrigues como un ejemplo de lo que puede hacerse.

Además reduciría la deforestación, provocada por la expansión del agronegocio, y los efectos climáticos ya sentidos en la merma de lluvias que afectan extensas regiones brasileñas, acotó.

La expansión de la agroecología y un acercamiento campesino a los consumidores urbanos ayudaría a “construir una nueva sociedad”, concluyó.

Los pequeños agricultores enfrentan condiciones adversas en casi todo el mundo dominado por políticas que favorecen los grandes negocios. En India centenares de miles de campesinos protestan hace meses contra leyes que afectan su producción y sus vidas.

El #FSM2021 concluyó con varias asambleas sectoriales que aprobaron un programa de manifestaciones en todo el mundo para fechas como el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), día Mundial del Medio Ambiente (5 de junio) y Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre).

La Asamblea de los Movimientos Sociales, de Paz y Ambientales destacó una gran movilización a ser promovida el 15 de mayo, en contraposición al Foro Económico Mundial que tendrá lugar del 13 al 16 de mayo en Singapur, tras sostener una edición virtual en paralelo al FSM, entre el 25 al 29 de enero.

Se convocarán manifestaciones por el derecho a la salud y la protección social, especialmente con una protesta contra la mala distribución de las vacunas para inmunizarse contra la covid, que está favoreciendo los países ricos en desmedro de los más pobres.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2021/02/conclusion-del-foro-social-renovarse-la-accion-politica-morir/

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Las crisis el capitalismo, la Covid y los ludópatas neoliberales de Wall Street

Por: Eduardo Camín

La pandemia del Covid está exacerbando las desigualdades ya existentes; desde enfermar del virus, hasta mantenerse vivo o padecer las dramáticas consecuencias económicas. La Covid-19 sin dudas, provoca una crisis sin precedentes, y las medidas de confinamiento han afectado a casi todos los trabajadores y las empresas.

Los tiempos en los que uno debía considerarse afortunado por el mero hecho de tener trabajo ya es cosa del pasado. Aunque, no hay que perder de vista que la pobreza ya no es sinónimo de desempleo, ay que también se da en muchos trabajadores con un empleo precario, que sufren una carencia material severa, como retraso en los pagos, no tener vacaciones o la baja intensidad en el empleo.

Por lo tanto, la temporalidad, los contratos de un día, por obra o servicio con los sueldos precarios se pueden dar en cualquier de estas situaciones. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo rector especialista en temas laborales, ha advertido a lo largo de los años la tendencia mundial hacia un aumento del empleo vulnerable.

Así la Covid 19, al igual que el colapso financiero global que desencadeno la recesión 2008- 2009, se convierten en el producto ideológico que oculta una causa endógena que explicaría la permanente recurrencia a la crisis: no es casualidad que la economía capitalista ya no avanzara a un ritmo acelerado antes de la pandemia.

Al comienzo de la actual pandemia, “los mercados bursátiles”, el faro que orienta al capitalismo cayeron hasta un 30% en el espacio de pocas semanas e hicieron saltar las alarmas mediáticas ante lo que se podría convertir, de nuevo, en una inminente crisis económica mundial.

En realidad son muchos los factores en juego que dictan el rumbo de la economía global, entre ellos las tensiones comerciales entre EEUU y China (¡antes del virus!).

La desaceleración de la economía del sector exportador, ocasionadas por el proteccionismo y las guerras comerciales ha causado un debilitamiento de las exportaciones que se trasladó a las inversiones empresariales, agravando a la vez las condiciones laborales y sociales, con el consiguiente aumento de desempleo y precarización

La situación económica

En abril 2020, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que la ratio promedio de endeudamiento público con respecto al PIB aumentaría del 69,4 al 85,3 por ciento durante el año, y que muchos países alcanzarían niveles considerablemente superiores, lo que llevo a su Directora, la búlgara Kristalina Georgieva,a abogar por políticas monetarias acomodaticias y políticas fiscales que protejan a la economía de un colapso que derivaría en una ola de insolvencias y un desempleo estructural.

Algunos estados han establecido planes de estimulo fiscal y monetario sin precedentes para contrarrestar las repercusiones sociales y económicas de la pandemia de la Covid 19, de miles de millones de euros, en consonancia con los compromisos de “hacer todo posible” para proteger a sus ciudadanos, mientras que el sector empresarial se encarga de fustigar por el aumento de la deuda publica.

El resultado último de esta crisis humana es que, según el Banco Mundial, entre 71 y 100 millones de personas se verán arrastradas a la pobreza extrema, revirtiendo así los avances en materia de desarrollo registrados en los últimos años. El costo económico y social de los esfuerzos que deben desplegarse para detener la pandemia es innegable.

Esto ha generado un debate -en ocasiones arduo- sobre la interacción de los objetivos de política sanitaria y de política laboral. No obstante, si no se actúa con determinación ahora contra la pandemia, inexorablemente el costo socioeconómico tendrá proporciones aún mayores en el futuro.

La solidaridad y cooperación “nacionalizadas”

Sin duda, los estímulos fiscales y monetarios, aunados a los esfuerzos para apoyar a las empresas y favorecer el mantenimiento de los puestos de trabajo y de los ingresos, requieren una importante inversión de recursos, incluso si, lógicamente, éstos no se consideran costos sino inversiones.

Pero este tipo de medidas no puede prolongarse indefinidamente, ni tampoco es ese su objetivo. Además, algunos países no tienen la capacidad para implementarlas, o por lo menos no durante el tiempo necesario, y si se retiran demasiado pronto podría producirse otra oleada de grandes dificultades.

La creciente diversidad de formas de trabajo que han ido apareciendo en los últimos años ha supuesto un obstáculo para prestar apoyo inmediato a aquellos que lo necesitan. A menudo, los trabajadores por cuenta propia, los subcontratados, o con contratos temporales, los de plataformas y otras categorías de trabajadores con una situación laboral incierta o prestaciones insuficientes, tienen todas dificultades del mundo para acceder a las ayudas.

A éstos se suman los muchos millones de trabajadores informales que se encuentran en una situación extremadamente precaria.

Para proteger la salud de los trabajadores se han observado tres posibles opciones: retirarlos de los lugares de trabajo y permitirles trabajar desde sus domicilios; pedirles que continúen trabajando en el lugar de trabajo habitual, pero con equipos y protocolos de protección adecuados, incluido el distanciamiento físico; o simplemente interrumpir su trabajo durante el período de emergencia.

Aquí también se han observado dificultades. La OIT ha estimado que sólo un 18 por ciento de los trabajadores desempeñan tareas y se encuentran en lugares que se prestan al teletrabajo. Esto dista mucho de ser una opción al alcance de todos.

Lamentablemente las personas que han seguido trabajando como antes -los del sector de la salud, los del cuidado, los del transporte y los trabajadores de la limpieza, que hoy se consideran personal esencial- no siempre han dispuesto de equipos y procedimientos de protección adecuados.

En ocasiones, las medidas de confinamiento adoptadas por los gobiernos han supuesto fuertes restricciones a las libertades individuales. Por lo general, estas medidas han sido bien aceptadas por la población, que comprende que son adecuadas, proporcionales y limitadas en el tiempo, y, por consiguiente, resultan legítimas en la lucha contra la pandemia.

Lo que no es legítimo es que se apliquen esas restricciones a las condiciones de trabajo y que no se respeten plenamente las normas laborales, que a su vez constituyen herramientas importantes para superar la crisis.

Por último, se han observado dificultades en cuanto a la solidaridad y la cooperación internacionales en la respuesta a la crisis de la Covid-19. Si bien ha habido una movilización de recursos sin precedentes, su utilización se limitó abrumadoramente a la esfera nacional. En el sálvese quien pueda, aún no hemos presenciado una respuesta mundial a la altura del desafío al que se enfrenta el planeta.

Peor aún: el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Tedros Ghebreyesus, a propósito de las vacunas, advirtió que “el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico … y el precio de este fracaso se pagará con las vidas y el sustento de los paises más pobres”

El máximo responsable de la OMS consideró que no es justo que gente sana y joven de las naciones ricas acceda a la vacuna antes que los grupos vulnerables de los paises más pobres.

¿Qué pasará ahora en el gran casino de Wall Street?

Los países de todo el mundo y la comunidad internacional en su conjunto siguen enfrentando los desafíos sanitarios, humanitarios y socioeconómicos asociados a la crisis causada por la pandemia.

Mientras ésta siga, las respuestas adoptadas en materia de políticas deberán aplicarse de forma eficaz como preludio necesario al retorno gradual y seguro al trabajo.No obstante, ello no significa que se vuelva a trabajar como antes, al menos durante el período en que debamos seguir viviendo y trabajando con el virus, e independientemente de la vacuna .

Se está debatiendo mucho sobre cómo será el mundo del trabajo cuando superemos la pandemia, y la idea de una «nueva normalidad» en el trabajo está ganando terreno.Con demasiada frecuencia, se pasa por alto la distinción entre las nuevas prácticas que deberán adoptarse durante el período en que el virus siga planteando la amenaza que hoy supone y las perspectivas de futuro a más largo plazo que puedan imaginarse cuando ya no existan esas limitaciones.

El riesgo de ello es que podemos perder de vista que, a pesar de las limitaciones que hoy enfrentamos, el futuro del trabajo puede y debe ser lo que nosotros queramos que sea. En efecto, los planes de recuperación deben establecer, desde el principio, las bases de la «mejor normalidad» que queremos.

El punto de partida no será alentador. Independientemente de su evolución futura, la pandemia dejará un mundo del trabajo con más desempleo, más desigualdad, más pobreza, más deuda y, con toda probabilidad, más frustración e incertidumbre.

El coronavirus nos ha mostrado cuan frágil es la economía capitalista. Pero la crisis del capitalismo –con o sin coronavirus– seguirá golpeando la economía global.
En el gran casino de Wall Street sigue siendo el faro que guía a los ludópatas neoliberales, que continúan apostando en sus bolsas de valores, e incluso sus economías ‘reales’ seguirán produciendo para un mercado virtual.

La desatención selectiva pretende borrar de la experiencia aquellos elementos que pueden resultar inquietantes si se llegara a tomar conciencia de ellos. Esta desatención selectiva es una respuesta de uso múltiple frente a los problemas cotidianos que nos acucian: no veo lo que no me agrada, parece ser la consigna.

Mucho temo, que la clase trabajadora quedó atrapada, en la telaraña del virus del gran capital dando vueltas sin rumbo en la rueda de la fortuna del neoliberalismo.

 

*Periodista acreditado en la ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente e imagen:  http://estrategia.la/2021/01/22/las-crisis-el-capitalismo-la-covid-y-los-ludopatas-neoliberales-de-wall-street/

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