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El tráfico de seres humanos en la base del capitalismo

Por : Jesús Aller

Los editores de este libro de Icaria Atrazyt, que agrupa trabajos de diversos historiadores, revelan en la introducción su objetivo de poner de manifiesto por medio de él la relación de una parte nada desdeñable de las elites económicas actuales de Cataluña con el tráfico de esclavos y las plantaciones con mano de obra esclava en Cuba y Puerto Rico entre los siglos XVI y XIX. Su empeño es demostrar que la trata y las actividades vinculadas con ella resultan imprescindibles para comprender los procesos de acumulación de capital en un escenario que en este caso es el catalán, pero que no es difícil extrapolar al resto de España y Europa.

La primera contribución es de Eloy Martín, que recoge una estimación aproximada de dos millones de esclavos en la metrópolis española entre 1450 y 1750. En Cataluña se observa una tendencia decreciente desde 1550, y una reactivación a partir de 1750, por la participación catalana en el tráfico negrero. No es hasta la década de 1830, cuando la prohibición de la trata por Gran Bretaña acelera la abolición de la esclavitud en el territorio peninsular español. A continuación, Josep M. Delgado estudia los intentos frustrados de España en la segunda mitad del siglo XVIII por intervenir en el lucrativo e infame negocio que controlaban los ingleses, dueños de las bases de abastecimiento africanas. La situación cambia en 1789 cuando Floridablanca, influido por el auge de las protestas abolicionistas en Gran Bretaña, autoriza con una Real Cédula una nueva mercancía en el tráfico atlántico: el negro africano. Esto revolucionó la agricultura esclavista en las colonias españolas y el comercio entre España y América.

Michael Zeuske presenta un breve panorama de las actividades de capitanes y empresarios negreros catalanes en la primera mitad del XIX, y de sus problemas con los ingleses que reprimían sus ignominias. En los documentos que se reproducen, los infelices capturados y llevados a América son referidos como “bultos”. Se calculan 1 640 000 seres humanos transportados por marinos españoles entre 1501 y 1867, correspondiendo una gran parte de esta cifra a la etapa final, del tráfico clandestino (1820-1867). Martín Rodrigo repasa luego cuatro biografías de capitanes negreros catalanes, pequeña muestra de los centenares de ellos dedicados al comercio de esclavos en esta última época, cuando era un trampolín social y económico, porque con uno de doce viajes que tuviera éxito, no sólo compensaba lo perdido, sino que aportaba una fortuna. Después, los capitales acumulados permitían, de regreso a Cataluña, importantes adquisiciones inmobiliarias y empresariales, dándose en algún caso también el salto a la política.

José Miguel Sanjuán analiza los negocios de la casa Vidal Ribas, dedicada en principio a los productos químicos, y más tarde a la inversión naviera, bancaria e inmobiliaria. No obstante, las ganancias obtenidas y diversos testimonios apuntan a una faceta negrera a partir de 1846. Se explican en detalle los grandes beneficios que era posible conseguir con estas actividades, a pesar de los peligros que implicaba, evidenciados por la captura por los ingleses de algunos de sus barcos. Xavier Juncosa repasa después la biografía de Jaume Torrents Serramalera (1796-1854), que emigró muy joven a Cuba, donde logró fundar una exitosa empresa de guarnicionería, y luego otras cárnicas, inmobiliarias y navieras. Pronto entró también en el comercio de ébano humano, del que obtuvo suculentos ingresos. En 1838 regresó a Barcelona, continuando con sus negocios más presentables. Sus descendientes gozaron de gran reconocimiento público a través de todo el siglo XX. Se ha de señalar que sus biógrafos habían pasado de puntillas hasta el momento por su relación con el tráfico de esclavos.

Xavier Sust nos acerca a la historia de Joan Barba, apresado con veinticinco años en 1836 cuando era oficial en una goleta negrera española capturada por los ingleses, lo cual lo llevó a ser condenado en la Habana por un tribunal anglo-español. Aquella experiencia le hizo ser más precavido en el futuro, y tras una corta temporada en la cárcel volvió a las andadas en 1838, pero con un barco que, aunque tenía tripulación española, navegaba con bandera y capitán norteamericanos. Hay que decir que la trata de los norteamericanos no era perseguida por los ingleses. Esta vez tampoco logró Barba llegar con sus negros a Cuba, pues el engaño era demasiado evidente. La historia se repitió un par de veces en 1840, y después se pierde la pista de este personaje, que es apresado de nuevo en 1845, tras lo cual regresa a Cataluña. Lizbeth Chaviano describe en el artículo que cierra la obra los métodos utilizados por los traficantes para introducir negros africanos en Cuba hasta mediados del XIX, y sus recursos para burlar una legislación que se hacía cada vez más represiva.

Con su colección de biografías de hombres que se dedicaron al comercio de esclavos, siendo capaces de levantar a partir de él grandes fortunas en muchos casos, este libro nos pone ante una imagen incómoda de nuestra propia historia. Los desequilibrios económicos del mundo, el hundimiento en el abismo de regiones del globo o la relativa prosperidad que los europeos gozamos en estos momentos son todo ello manifestaciones de un mecanismo singular, la acumulación de capital, que actúa como motor de la historia. El esclavismo cambia de rostro y puede transmutarse en colonialismo, en guerras de rapiña o en planes de ajuste estructural, pero el principio rector sigue siendo el mismo: el ser humano carece de los derechos más elementales ante la pérfida maquinaria de la explotación económica. Conocer mejor las etapas iniciales del proceso resulta imprescindible para perfilar esta dinámica y tratar de hacerle frente.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=236571&titular=el-tr%E1fico-de-seres-humanos-en-la-base-del-capitalismo-

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“La Unión Europea elige defender el interés del gran capital contra el interés de la mayoría. Serbia no es la única cobaya”

Entrevista a Éric Toussaint

Desde hace varios decenios escribe sobre los sistemas financieros internacionales. Según Toussaint sería necesario que su funcionamiento fuese fácil y totalmente comprensible para todos. Señala que no siempre es fácil convencer a los editores para publicar tus libros si añades otra demanda: que dichos libros sean accesibles gratuitamente en internet. Con los años ha adquirido la reputación de un autor leído y citado a menudo, lo que le ayuda a encontrar apoyo para sus investigaciones entre los ciudadanos que quieren poner en práctica sus alternativas. Su último libro, aparecido en Francia a finales de 2017, se titula Le Système Dette. Histoire des dettes souveraines et de leur répudiation   (éditions Les Liens qui Libèrent, París, 2017). Estuvo precedido, entre otros y a título indicativo, por los títulos Bancocracia (2014) y 50 Preguntas/50 respuestas sobre la deuda, el FMI y el Banco Mundial.

El historiador belga, que además es doctor en ciencias políticas, creció en un pueblo belga de 2.500 habitantes con una treintena de nacionalidades diferentes. Renunció a la carrera académica en Lieja por el activismo y la investigación y fue uno de los miembros fundadores, en 1990, del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas que participó en la fundación del Foro Social Mundial.

Por invitación del Centro para las Políticas de Emancipación, pronunció en la facultad de Filosofía de Belgrado una conferencia titulada ¿Por qué y cómo abolir las deudas ilegítimas en Europa?en la que considera las deudas ilegítimas mecanismos creados para servir el interés de una minoría privilegiada en lugar del interés público. Los gobiernos de Ecuador (2007-2011) y Paraguay (2008-2011) y el Parlamento de Grecia (2015) solicitaron la ayuda de Éric Toussaint como asesor en las auditorías de las deudas públicas. También ha participado en iniciativas ciudadanas por la auditoría de las deudas en Europa. Le hemos preguntado por nuestra economía sabiendo que desde 2008 la deuda pública serbia se ha triplicado hasta llegar al 65 % del PIB, pasando de 8.000 a 24.000 millones de euros.

«Yo diría que Serbia como los demás países de los Balcanes, lo mismo que Portugal, España o Chipre, se sitúan en la periferia cuyo centro está constituido por Francia, Bélgica, los Países Bajos, Austria y sobre todo Alemania, que tratan a dicha periferia como un campo de ensayos. La transferencia de capitales y tecnologías del centro a la periferia va acompañada de condiciones políticas y financieras a través de la Comisión europea, el Banco Central Europeo, el FMI y el Banco Europeo de Inversiones. En el sentido inverso, de la periferia parten los flujos financieros en dirección al centro en forma de reembolso de la deuda, de repatriación de los beneficios realizados por las empresas extranjeras que explotan la mano de obra «barata» de la periferia, sin olvidar la fuga de capitales y la evasión fiscal organizada por los capitalistas de la periferia. Hay que añadir la fuga de cerebros y de mano de obra en general que va de la periferia al centro y que representa una riqueza irreemplazable, su mayor riqueza. No se pueden comprar nuevos ciudadanos.

Además, antes de la crisis, un flujo financiero de una amplitud enorme fue del centro a la periferia, principalmente a través de los sistemas bancarios alemán, austriaco, francés, belga, holandés e italiano. Las deudas privadas y públicas se incrementaron y desde la crisis del centro, a partir de 2008, los flujos financieros se han detenido. Desde entonces para algunos países de la periferia se ha vuelto muy difícil reembolsar la deuda, tanto de los hogares como de las empresas o de los estados. Antes de que la crisis bancaria estallase en Alemania y en los demás países del centro parecía fácil obtener dinero del centro, era casi un regalo. No hay que olvidar que los banqueros del centro lo hacían debido a un exceso de liquidez y con la voluntad de invertir para conseguir beneficios. Pero un período de ese tipo siempre va seguido de una crisis. En realidad Serbia no es una cobaya aislada. Es lo mismo en el caso de España, Irlanda, Portugal, Chipre, casi todos los países de los Balcanes, entre ellos Grecia… en resumen, las economías periféricas».

¿Considera que la UE al menos representa un mal menor para Serbia?

Supongo que la UE continúa siendo atractiva para Serbia. Y entiendo por qué, sobre todo si tenemos en cuenta el mantra de la falta de alternativa. Además vengo de un país del centro, he ido a Ucrania, Bosnia, Croacia, Eslovenia… para responder a las invitaciones lanzadas por las organizaciones de izquierda. Hay que ser un gran optimista y un gran ingenuo para pensar, teniendo en cuenta el desarrollo de los hechos, que la UE elegirá el interés del ciudadano libre y activo antes que el interés del capital. A los ciudadanos solo se les concede la libertad necesaria para que el sistema, que funciona económicamente contra ellos, no esté amenazado. Les recomiendo que sean prudentes con sus deseos de integración en la UE.

El interés de los acreedores privados e internacionales está muy claro, la falta de responsabilidad también. ¿Pero cuál es la responsabilidad de los gobiernos que aceptan los créditos nocivos?

En la mayoría de los países la deuda pública se incrementó debido al rescate de los bancos tras su quiebra. Semejante transformación de la deuda privada en deuda pública se hizo contra el interés de la mayoría de la población, los gobiernos que hicieron eso deberían ser castigados y las deudas contraídas para rescatar a los bancos responsables de la crisis deberían anularse. Por otra parte, las afirmaciones de los gobiernos según las cuales una reducción del impuesto sobre los beneficios de las grandes empresas atrae a los inversores y empleadores interesados por el fair-play, son muy discutibles. La primera consecuencia de ese tipo de decisiones, sin excepción, es la reducción de las rentas públicas. Dado que los ingresos del Estado bajan como consecuencia de esos regalos a los capitalistas nacionales y extranjeros, el Gobierno se ve obligado a financiar el presupuesto por medio del endeudamiento. Además las PYMES no tienen ningún interés en la reducción de impuestos a las grandes empresas, que llevan al hundimiento de la economía nacional, impulsan la actividad hacia el mercado negro y disminuyen más los ingresos públicos. El tercer tipo de responsabilidad de los gobiernos es el fenómeno del « elefante blanco», el financiamiento de proyectos muy costosos que no sirven para nada al interés general. Aquí tienen, por ejemplo, el proyecto «Belgrado Waterfront» (1), una empresa excepcionalmente costosa, irrealizable sin financiamiento y préstamos exteriores, que no mejora la infraestructura económica del país ni de la ciudad. Los ciudadanos heredarán la deuda, no los gobiernos que cambian a menudo.

Imagen del proyecto Belgrado Waterfront

Usted estuvo durante cierto tiempo en contacto con Alexis Tsipras y Yanis Varufakis como asesor en la auditoría de la deuda pública griega. ¿Piensa que Grecia habría podido enfrentarse a la troika de otra forma, sin consecuencias punibles?

Tras las numerosas protestas ciudadanas de oposición a las políticas antisociales impuestas por la troika, Tsipras apareció como representante de una alternativa. En su programa había previsto la auditoría de la deuda, la socialización de los bancos, la reducción de los gastos militares… Debido a sus tensas relaciones con Turquía Grecia se aprovisiona de armamento estadounidense, francés y alemán en proporciones increíbles, probablemente inútiles y muy costosas. Washington, París y Berlín empujaron a las autoridades griegas a esos gastos ilegítimos y continúan haciéndolo.

Desde el 25 de enero de 2015, tras las elecciones, estaba claro que Tsipras sería el primer ministro y el Gobierno se formó dos días después. Mientras tanto, menos de una semana después, el Banco Central Europeo prohibía a los bancos griegos el acceso normal a las líneas de créditos de liquidez. A partir de ese momento, todos los viernes, el Gobierno de Tsipras se vio obligado a pedir al BCE una ayuda excepcional de liquidez (Emergency Liquidity Assistance , ELA) más cara que las líneas de crédito ordinarias y que además fomenta un sentimiento de inseguridad respecto a los depósitos bancarios (lo que estimuló retiradas masivas por un total de más de 30.000 millones de euros en seis meses). Habría sido normal, por lo tanto, que el Gobierno adoptase una actitud de autodefensa frente al BCE y realizase la auditoría de la deuda, que entonces llegaba al 180 % del PIB. Nadie en su sano juicio puede pensar que semejante deuda está totalmente justificada. ¿Por qué es tan terrible comprobar cómo está constituida? Pero Tsipras sucumbió a la presión de los bancos privados extranjeros y griegos, de Jean-Claude Juncker, de Mario Draghi y del FMI y no sancionó a los bancos cuya gestión fue ilegal o sospechosa. Tampoco suspendió el pago de la deuda. Demasiadas concesiones de un Gobierno que se declaraba progresista.

¿Cree entonces que Alexis Tsipras cambió de opinión sobre el rumbo que debía dar a la política griega?  

Muchas personas lo pensaron después de seis meses, en junio, cuando la ruptura con la troika era inevitable. El Gobierno preguntó al pueblo griego, que seguía muy politizado, si deseaba continuar sometiéndose a las exigencias de los acreedores. Unos días antes del referéndum del 5 de julio de 2015, el BCE volvió a presionar cerrando los bancos griegos para atemorizar a los ciudadanos, A pesar de ese chantaje el resultado del referéndum fue claro, el 61,5 % de los griegos votó “No” y rechazó las exigencias de los acreedores, es decir, de la troika. Aquello fue muy valiente. Pero Tsipras era menos valiente que el pueblo que le había elegido. Estoy convencido de que cuando pedía al pueblo que votase “No” tenía la esperanza de que ganase la otra opción. No obedeció la voluntad de los electores. Eso ha provocado un trauma, una terrible decepción no solo en Grecia, sino en todas partes donde existe el deseo de un mundo más justo. El sadismo de la troika con Grecia después del referéndum no ha hecho más que profundizar ese trauma.

¿Tsipras y Varufakis utilizaron las conclusiones y recomendaciones de la auditoría realizada por la comisión que puso en marcha la presidenta del Parlamento griego?  

Nunca las utilizaron. La historia recordará a Tsipras como un traidor, lo que no se puede decir de Varufakis. Finalmente la Asamblea Nacional, con otros 30 diputados de Syriza y cinco ministros, votó el 15 de julio de 2015 contra la capitulación frente a la troika. Se recordará. Pero en realidad su nuevo libro Comportarse como adultos, no es creíble. Varufakis pensaba, al igual que Tsipras, que es posible engatusar a Lagarde, Juncker, Merkel y Schäuble. Por un lado, el 20 de febrero de 2015, firmó un contrato con el Eurogrupo en el que como ministro de Finanzas se comprometía a reembolsar la deuda respetando el calendario y a continuar las privatizaciones. Por otro lado en su libro afirma que desde el mes de marzo intentó convencer a Tsipras para oponerse al FMI y al BCE, ¿por qué nunca se dirigió personalmente contra la política con la que no estaba de acuerdo? Además, en su libro, dice que escribió siete cartas de dimisión y las rompió todas. Debería haber sido más transparente y políticamente más perseverante y radical frente a la UE y el FMI. Dice una cosa públicamente y piensa lo contrario.

Usted señala el «sadismo de los acreedores». Por otro lado se insiste en la pereza y la irresponsabilidad de los griegos, ¿dónde está la verdad?  

Los griegos más ricos han conseguido eludir el impuesto, pero las clases medias y bajas tienen que pagarlo. En Grecia cuando no pagas al Estado caes en la ilegalidad y no puedes disfrutar de los derechos sociales mínimos. Literalmente no eres un ciudadano. Eso no tiene nada que ver con la pereza. Por ejemplo, antes de que Tsipras llegara al Gobierno, 2.105.000 griegos estaban en situación de exclusión a causa de deudas inferiores a 3.000 euros. Nadia Valavani, la viceministra de Varufakis, propuso una medida excelente: permitir que las personas pagasen sus deudas en cien pagos mensuales de 20 euros como mínimo y anular una parte (2). Desde el primer mes, alrededor de 700.000 personas entraron en el sistema, lo que aportó al Gobierno griego una suma importante de ingresos imprevistos. ¿Cree que la Comisión Europea y el FMI lo apoyaron? No, en el tercer memorando incluyeron una medida según la cual quien se retrasase dos veces en el pago de la deuda en 24 horas sería borrado del sistema. En junio de 2016, 250.000 personas habían sido expulsadas del sistema de regularización puesto en marcha gracias a Nadia Valavani. Ahora hay medio millón más de ciudadanos que antes en la ilegalidad.

¿Qué opina del movimiento DiEM25 de Yanis Varufakis?  

No firmé el manifiesto del DiEM25 ni me he adherido a ese movimiento creado en 2016 por Varufakis. Aunque muchas personas a las que aprecio mucho participan en el trabajo de esa organización yo no la apoyo. DiEM25intenta crear “por arriba” una organización internacional de la izquierda europea antes de las elecciones de 2019 para el Parlamento Europeo, mientras que lo que hace falta es un proceso enraizado en la base, en las luchas y las resistencias. DiEM25 aboga por la reforma de la UE y los organismos financieros, pero Varufakis, como exministro de Finanzas, debería saber mejor que nadie que no parece que la UE se pueda reformar. Los acuerdos sobre los que está fundada la UE solo se pueden modificar con la aprobación unánime de los países miembros, lo que es irrealizable.

Se habla de la ampliación y fortalecimiento de la zona euro, ¿cuáles serían las consecuencias?  

La influencia sobre la economía europea sería pequeña, quizá el incremento de un porcentaje del PIB. Pero aunque la zona euro está al borde del abismo no se va a hundir, ya que no hay alternativa propuesta. En el caso de una ampliación, las economías más fuertes y las grandes empresas privadas serían todavía más poderosas, porque no hay riesgo de devaluación y porque la Comisión Europea y el BCE las apoyan firmemente. Serían las poblaciones de los países de la periferia que entrasen en la UE las que sentirían hasta qué punto la organización europea limita la libertad de tomar decisiones democráticamente. Simplemente el euro en Alemania y el euro en Serbia (aunque ésta entre en la eurozona) no son el mismo euro y nunca lo serán. El euro es una moneda que refuerza las economías dominantes y somete las economías periféricas.

Traducido del serbio por Natalija Stevanetic y Bertrand Fonteyn.

Fuente original: Semanario serbio NIN

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El renacer de la «Campaña de los pobres» de Martin Luther King Jr.

Por: Amy Goodman

Este 15 de enero Martin Luther King Jr. cumpliría 89 años. Asesinado a los 39 años de edad el 4 de abril de 1968, su vida –lamentablemente demasiado corta– cambió para siempre Estados Unidos. Entre los hitos de su activismo se encuentran el Boycott al Servicio de Autobuses de Montgomery en 1955, que puso fin a la segregación en el transporte público, la organización de la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, en 1963, donde pronunció su famoso discurso “Tengo un sueño” y la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Derechos Electorales de 1965. También fue importante su apoyo a la lucha de los trabajadores de limpieza urbana de Memphis, Tennessee. Fue en el marco de una marcha de los trabajadores barrenderos de Memphis en donde dio su último discurso, la víspera de su muerte, el famoso discurso “He estado en la cima de la montaña”. Con frecuencia se pasan por alto las posturas políticas cada vez más radicales que King adoptó en sus últimos años, tales como oponerse a la Guerra de Vietnam y forjar una alianza multirracial de todos los sectores empobrecidos, a la que llamó Campaña de los pobres, que procuraba, tal como el propio King decía, “una redistribución radical del poder económico y político”. Ahora, medio siglo después, se ha formado nuevamente una coalición para organizar a los pobres de Estados Unidos, inspirada en lo que King llamó “una fuerza nueva y provocadora”, para luchar contra la pobreza y forjar cambios significativos.

Esta renovación, llamada “Campaña de los pobres: llamado nacional para un renacer moral”, presenta una audaz agenda: “Desafiar los males del racismo sistémico, la pobreza, la economía regida por la guerra, la devastación ecológica y la distorsión de los valores de la nación”. Al frente se encuentra el reverendo Dr. William J. Barber II. Nacido solo dos días después de la famosa Marcha sobre Washington, Barber creció en el marco del movimiento por los derechos civiles. Durante más de una década se desempeñó como presidente de la Asociación Nacional por el Progreso de la Gente de Color ( NAACP , por su sigla en inglés) de Carolina del Norte y renunció al cargo para dirigir esta nueva campaña.

En 1968, King describió la necesidad de la «Campaña de los pobres» con estas palabras: “Millones de jóvenes crecen bajo la luz de las oportunidades. Pero hay otro Estados Unidos. Y este otro Estados Unidos presenta una fea realidad diaria que transforma la ebullición de la esperanza en la fatiga de la desesperación”.

Hablando esta semana en una entrevista para Democracy Now!, el reverendo Barber reflexionó sobre lo poco que han cambiado las cosas realmente desde la época de King: “Cincuenta años después, tenemos cerca de cien millones de pobres y trabajadores pobres en este país, 14 millones de niños pobres… Cincuenta años después, tenemos menos protecciones contra la restricción del derecho al voto que el 6 de agosto de 1965. En estos últimos cuatro años, más de 1700 días, [los republicanos] vienen realizando un feroz boicot contra la Ley de Derechos Electorales. Y en cada estado donde existen grandes restricciones para ejercer el derecho al voto también existe una gran pobreza, falta de atención médica, negación de salarios dignos, negación de derechos sindicales, ataques contra los inmigrantes, ataques contra las mujeres”.

Barber sostiene que la respuesta es forjar una alianza política que trasvase las identidades: “Tenemos negros, tenemos blancos, tenemos gente de piel morena, jóvenes, viejos, gays, heterosexuales, judíos, musulmanes, cristianos, personas de fe, personas sin fe, que se están uniendo”. El objetivo de esta unión es crear lo que él denomina la “Tercera Reconstrucción”. Esta fusión incluye intentar acercarse a los cristianos tradicionalmente conservadores, como el ministro Jonathan Wilson-Hartgrove. Nacido en una familia evangélica devota y blanca, cuando era adolescente se desempeñó como asistente en el Congreso del senador republicano de Carolina del Sur Strom Thurmond, uno de los segregacionistas más encarnizados de la era moderna.

Wilson-Hartgrove escuchó las prédicas de William Barber y se volvió su seguidor y colega desde entonces. La renovada «Campaña de los pobres» es una respuesta para los evangélicos blancos empobrecidos, según Wilson-Hartgrove: “Esas personas que dicen: ‘Voten por mí porque soy un buen líder cristiano’ no están atendiendo sus intereses. Ustedes no tienen atención médica, no tienen un salario digno para vivir, porque las mismas personas que afirman defender a Dios y a la justicia, cuando votan, lo hacen en contra de los intereses de la gente pobre, sea gente negra, blanca, morena o lo que sea”.

El reverendo Barber ve la transformación del sur profundo de Estados Unidos en un horizonte cercano, pero no opina que será algo fácil. Las recientes victorias en los tribunales contra la manipulación racial y política de los distritos electorales en Carolina del Norte darán aún más fuerzas a los afroestadounidenses y otros grupos tradicionalmente marginados. Sin embargo, el verdadero trabajo no está en los tribunales, sino en las calles.

Barber y Wilson-Hartgrove, junto con la reverenda Liz Theoharis, codirectora del Centro Kairos para las Religiones, los Derechos y la Justicia Social, cuya sede está en la ciudad de Nueva York, y copresidenta de la Campaña de los pobres, viajaron a 15 estados de Estados Unidos en los últimos meses para reclutar, organizar y capacitar a más de mil personas. Barber anunció: “Nuestra primera acción será el lunes después del Día de la Madre. Vamos a reunir a más de 25.000 personas comprometidas con la desobediencia civil durante seis semanas para lanzar el movimiento”. Su objetivo: el Congreso de Estados Unidos y los parlamentos estatales de todo el país.

La bala de un francotirador le robó la vida a Martin Luther King Jr. hace 50 años. Pero en este aniversario de su nacimiento, el feriado nacional por el que cientos de personas lucharon hace décadas, la llama de su lucha para darle poder a los pobres sigue viva.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=236521

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¿Cómo terminará el capitalismo?

Por: Fander Falconí

Arthur Schopenhauer, pensador prusiano de la primera mitad del siglo XIX, es considerado el más pesimista de los filósofos. En nuestro tiempo, no ha faltado quien considere al alemán Wolfgang Streeck como el más pesimista de los sociólogos.

En su libro ¿Cómo terminará el capitalismo?, Streeck (2017, Ensayos de un sistema fallido, Verso, Nueva York) predice que tras la caída del capitalismo, vendrá una era caótica para la humanidad, una especie de Edad Media. Aunque uno no comparta tan desesperanzador final y tampoco el determinismo social, hay que admitir que su análisis del capitalismo es impecable. Streeck era poco conocido hasta que algunas de sus predicciones se cumplieron con la crisis de 2008 y muchos empezaron a leerlo.

Streeck afirma que ya estamos viviendo la descomposición del capitalismo, con las crisis periódicas que vive este sistema desde 1973. Cada crisis se ha arreglado tapando un hueco del barco que se hunde, pero abriendo otro. Cada medida tomada para salvar el capital, resulta perjudicial para la mayoría de la población, y viceversa. Los gobernantes no pueden alcanzar un término medio, porque el desequilibrio entre economía y política es intrínseco al sistema capitalista. El descontento acompaña a la ganancia.

El sociólogo cree que desde la crisis de 2008, entramos en la última manga de esta loca carrera desbocada. Como un profeta apocalíptico, hasta nombra a los tres jinetes del apocalipsis capitalista: estancamiento económico, deuda y desigualdad. Claro que el capitalismo no admite su final y emprende programas sociales que son una burla: para combatir el desempleo, establece programas de subempleo.

La desigualdad ha llega a una fase en la cual los más ricos han olvidado que su riqueza depende de la supervivencia de un enorme sector poblacional, que es a la vez productor y consumidor de sus bienes y servicios. A veces, se presentan como filántropos y así alcanzan legitimidad social. La sociedad no necesitaría filántropos si los ricos pagaran sus impuestos.

Como cada vez es más difícil compaginar capitalismo y democracia, aparecen nuevas formas para burlar la voluntad popular, como la teoría de que hay que dejar que los expertos decidan sus cosas. Los médicos deciden cuánto cuesta una consulta y los banqueros deciden cuánto pagar de interés. Al fin y al cabo, esa costumbre de dejar que los expertos sean juez y parte es igual en el poder legislativo: los legisladores legislan hasta sobre sus propios sueldos.

El capitalismo de posguerra (1945-1973), según Streeck, dependió de cierto equilibrio entre la política de los trabajadores y las necesidades de las economías nacionales. Desde 1973, las clases dominantes optaron por la globalización. Ahí nace el neoliberalismo.

No importa al neoliberalismo el aumento de la desigualdad si hay más ganancia para los capitalistas. Si baja el poder adquisitivo dentro de un país, no importa porque los bienes se venderán en el exterior. Estamos en la era de la globalización. Ahora los Estados están dentro de los mercados, ya no los mercados dentro de los Estados.
Al globalizarse, la banca ya no tiene controles nacionales, es supranacional. La democracia ya no existe, ha sido sustituida por una auténtica plutocracia (del griego ‘plutos’: riqueza). La seudo democracia actual ya no redistribuye la riqueza, solo aparenta ser el gobierno del pueblo (‘demos’).

Para olvidar nuestra desgracia, el sistema respalda recursos como la fe en un futuro mejor o tolera el uso de amortiguadores ilegales, como las drogas. El sistema incentiva una droga de su propia creación: el ‘shopping’.
Nunca hemos estado mejor, dice el neoliberalismo. Nunca hemos estado peor, responden los trabajadores. No se puede dialogar así. Aunque no predijera el caos, la tesis del alemán se queda en la denuncia, bien fundamentada es cierto. Pero no hay síntesis.

Fander Falconí Benítez: economista ecológico y académico ecuatoriano. Actualmente es ministro de Educación de Ecuador.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=236033&titular=%BFc%F3mo-terminar%E1-el-capitalismo?-

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Argentina: Diciembres traumáticos

Por: Atilio Borón

Diciembre es un mes que, políticamente hablando, pocas veces trajo buenas noticias para los argentinos. Desde la recuperación de las formas democráticas –que no de la consolidación de una verdadera democracia, tarea aún pendiente- casi invariablemente cada fin de año vino signado por la intensificación de los conflictos sociales y la respuesta represiva de las “fuerzas del orden”.

La crisis de la deuda que agobiaba al gobierno de Raúl Alfonsín nutría sin respiro la protesta social. De las ruinas del experimento alfonsinista brotó un programa ortodoxo de ajuste estructural y estabilización dictado letra a letra por el FMI y el BM que, bajo la batuta del peronista neoliberalizado Carlos S. Menem, profundizó la explotación económica, la desigualdad y la exclusión sociales generando innumerables motivos de protesta que alcanzaban su cota más elevada a medida que se acercaba el fin de año.

La Alianza, ese matrimonio de conveniencia entre un sector del peronismo (el Frepaso) y el radicalismo lejos de abandonar esta ruta suicida persistió de la mano de Domingo Cavallo en llegar hasta el final del camino iniciado por Menem, pese a las reiteradas alertas de que el rumbo llevaba al abismo, al que se llegó precisamente en Diciembre del 2001 con su corralito y el saldo luctuoso de las jornadas de lucha del 19 y 20 de ese mes.

En Diciembre del 2015 el peso argentino era devaluado por el nuevo gobierno de Mauricio Macri en un 30% en cuestión de horas. Y ahora esto, cual si este país fuese víctima de una maldición bíblica, un gobierno escandalosamente clasista, que tiene como meta excluyente el enriquecimiento de los muy ricos, extorsiona a diputados y gobernadores, blinda al edificio del Congreso, apalea multitudes de gentes que pacíficamente se oponían a la iniciativa (debidamente infiltrada por “agentes provocadores” para justificar la represión) y saca entre gallos y medianoche una ley reaccionaria e inconsulta, mera expresión del capricho oficial. Una ley ilegítima hasta la médula, mal concebida, incoherente, chapucera e inconstitucional hasta para los juristas de cabecera del gobierno pero que persigue un objetivo imprescindible e impostergable: reducir progresivamente los ingresos de los jubilados y, por esa vía, tratar de ordenar las cuentas fiscales y aliviar la presión tributaria que según el macrismo agobia a los grandes empresarios y al capital concentrado e impide la llegada de la venturosa –e ilusoria-lluvia de inversiones.

O sea, hacer que el ajuste fiscal lo paguen los pobres y, sobre todos, los más vulnerables: los jubilados y pensionados, que no tienen sindicatos que los defiendan. La combinación de la reducción de los haberes jubilatorios junto con la debacle del PAMI, el programa de atención médica a los adultos mayores que ofrece cada vez menos medicamentos gratuitos, lo que hará es acelerar una silenciosa eutanasia de los viejos y así mejorar, en una verdadera apoteosis de la maldad, las cuentas de la seguridad social porque cada vez sobrevivirán menos ancianos y los afortunados lo harán por menos tiempo.

Y esto es apenas el preludio de nuevas leyes fundamentales (reforma laboral, impositiva, ganancias, consenso fiscal, presupuesto 2018, etc.) que el gobierno tratará de conseguir con la misma metodología, amparada por la complicidad de los grandes medios de comunicación que hicieron de la mentira su religión; el desmoronamiento de los pilares del Estado de Derecho y la indiferencia de sus custodios; y la inescrupulosidad de amplios sectores de la dirigencia política peronista y radical cuya identidad ideológica muta con más rapidez que los colores de un camaleón en función de la melodía que proviene de la Casa Rosada.

Todo ello en el marco una de una democracia crecientemente vaciada de contenido, en realidad un híbrido apropiadamente caracterizado como una “democradura”; y de una sociedad hábilmente ganada por el odio racista y el resentimiento hacia los perdedores del sistema sobre todo cuando tienen la osadía de organizarse y luchar: los piqueteros, los “planeros” y las que “se embarazan para cobrar la Asignación Universal por Hijo” (¡monto en Septiembre 2017: 1.412 pesos!) envalentonados por “la yegua” que los empoderó y les hizo creer que había un lugar para ellos en esta sociedad.

Horrorizados e indignados ante la insolencia plebeya amplios sectores clasemedieros creyeron encontrar en un demagogo millonario de ojos azules al redentor que pondría las cosas en su lugar; que prometía derramar sobre ellos bienestar y felicidad en medio de un mar de globos amarillos que ocultaban las intenciones de la pandilla oligárquica que había exitosamente completado el tránsito desde el poder que ejercía desde siempre al gobierno, al que se encaramaban por primera vez sin las molestas mediaciones de partidos políticos o caudillos militares.

Dos años más tarde la ilusión ya se había comenzado a esfumar, pero en los últimos días al compás del operativo mafioso puesto en marcha para reformar el régimen jubilatorio aquellos sectores medios se estremecieron al comprobar, como en las películas de terror, que una infausta metamorfosis se había producido y que el mesías que encumbraron a la Casa Rosada se había convertido en su verdugo.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235573&titular=diciembres-traum%E1ticos-

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Lo que crece desigual se derrumba

Por: Fander Falconí

La publicación del Informe sobre la desigualdad global 2018 contiene cifras que marcan una tendencia mundial. Eso nos hace recordar algunos ejemplos que muestran que tal tendencia es histórica.

La caída del Imperio Romano no se produjo por falta de recursos. Roma era dueña de todos los recursos. Tampoco se enfrentaron los ejércitos romanos a una tecnología superior. Roma poseía la mejor tecnología de su época. Lo cierto es que el mundo mediterráneo del siglo V era un mar de desigualdades. En las colonias del Imperio (la mayor parte del territorio) no solo se mantenían las mismas estructuras esclavistas, sino que habían aumentado las desigualdades. Roma había nombrado a los anteriores reyes locales o a sus familias como recaudadores de impuestos. Ellos empezaron a cobrar más tributos a sus súbditos, para la nobleza local y para Roma, aumentando las desigualdades. En Italia, los ciudadanos romanos pobres veían a diario los excesos de los romanos ricos y la perversión de sus césares, mientras ellos se empobrecían.

Cuando las hordas asiáticas entraron a Europa en esos tiempos, las tribus germánicas huyeron hacia Occidente y se toparon con las legiones romanas. Al principio, fueron rechazadas (no les daban la visa, se diría hoy). La posición de las tropas imperiales en las colonias se sostenía por la colaboración con la población local, pero cuando esta población sintió que su situación económica era insostenible, optó por pactar con el enemigo. La Guerra de las Galias (recordando el libro de Julio César) se convirtió en una guerra civil, apoyada desde afuera. Las desigualdades habían llegado a ese extremo en el que los esclavos ya no tenían nada que perder, excepto sus cadenas.

La situación de desigualdad en el siglo XX también produjo cambios sustanciales en el mapamundi. La caída de Rusia en 1917 ocurrió por las desigualdades entre oficiales y tropas, entre aristócratas y campesinos, entre industriales y obreros. La rendición rusa, firmada por Trotsky en febrero de 1918, la utilizaron después los militaristas alemanes para inventar el mito de la invencibilidad germana. Los alemanes, a su vez, cayeron ante los aliados a fines de ese mismo año. El pueblo alemán se rebeló contra las desigualdades sociales que defendía su gobierno y eso produjo la rendición de alemanes y austro húngaros en la I Guerra Mundial.

En 1945, al concluir la II Guerra Mundial, Europa quedó devastada. La riqueza, en gran parte, se había nivelado en cero. Lo mismo había sucedido en Japón. En los Estados Unidos, la gente pobre empezó a exigir más bienestar, tal como había prometido Roosevelt si ganaban la guerra. Rusia ya vivía un socialismo con mínimas desigualdades y China iniciaba igual camino. Estados Unidos y Europa tendían a reducir las desigualdades. Eso cambió desde 1980.
Aquí empieza el informe. Un buen indicador de la desigualdad de ingresos es el porcentaje de la riqueza que percibe el 10% de los más ricos. En 2016 (hoy, se podría decir) es 37% en Europa, 41% en China, 46% en Rusia, 47% en Estados Unidos y Canadá. Pero es un 55% en África (excepto los países árabes, de Marruecos a Egipto), Brasil e India. En Medio Oriente, hay más desigualdad que en África: el 10% más rico acapara el 61% del ingreso de sus países.

Desde 1980, esta desigualdad ha aumentado rápidamente en Norteamérica, China, India y Rusia, pero en Europa ha crecido poco. Mientras Europa Occidental y Estados Unidos tenían cifras similares de desigualdad en 1980: la participación del 1% de mayor ingreso era un 10% en ambas regiones. Hoy es 12% en Europa Occidental, mientras en Estados Unidos se duplicó al 20%. La participación del 50% de menos ingresos de Estados Unidos era más de 20% en 1980, hoy es 13%. ¿Qué pasó en Estados Unidos? Una enorme desigualdad educativa, algo que debe hacernos reflexionar, y un sistema tributario cada vez menos solidario. Esto último lo comprueba el reciente anuncio de su presidente Donald Trump: la reducción de impuestos por 1,5 billones de dólares, favoreciendo a las grandes empresas y a las personas con mayores ingresos. Récord histórico que el diario español El País describe así: “el presidente ha enarbolado la bandera del neoliberalismo”. Es decir, aumentarán las desigualdades.

Desde 1980, la riqueza privada ha crecido bastante, mientras la riqueza pública ha disminuido en forma escandalosa. Los gobiernos ya no tienen medios para reducir la desigualdad. La fiebre de privatizaciones aumenta la desigualdad de ingresos y la concentración de la riqueza en pocas manos. El Informe presenta proyecciones de la evolución de la desigualdad de ingreso hasta 2050. Si las condiciones actuales se mantienen sin cambios, la desigualdad seguirá continuaría creciendo. Si todos los países siguieran el estilo de Europa Occidental, la desigualdad mundial podría reducirse, erradicando la pobreza.

Reducir la desigualdad implica primero dar educación de calidad a los más pobres. Luego mejorar los salarios de ese mismo sector y cobrar más impuestos al que más gana. Democratizar la dirección de las empresas también ayuda. Finalmente, hay que combatir a dos enemigos de la igualdad económica y de la justicia social: la evasión fiscal y la corrupción. Lo contrario hará estallar una bomba.

Fander Falconí Benítez, economista ecológico y académico ecuatoriano. Actualmente es el ministro de Educación de Ecuador.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235642

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A desimaginação do social

por Boaventura de Sousa Santos

O social é o conjunto de dimensões da vida colectiva que não podem ser reduzidas à existência e experiência particular dos indivíduos que compõem uma dada sociedade. Esta definição não é neutra. Define o social pela negativa, o que permite atribuir-lhe uma infinidade de atributos que variam de época para época. É, por outro lado, uma definição eurocêntrica porque pressupõe uma distinção categorial entre o social e o indivíduo, uma distinção que, longe de ser universal ou imemorial, é específica da filosofia e da cultura ocidentais, e nestas só se tornou dominante com o racionalismo, o individualismo e o antropocentrismo renascentista do séc. XV, os quais viriam a ter em Descartes o seu mais brilhante teorizador. Tanto é assim que a máxima expressão desta filosofia–cogito ergo sum, “penso logo existo”– não tem tradução adequada em muitas línguas e culturas não eurocêntricas. Para muitas destas culturas a existência de um ser individual é não só problemática como absurda. É o caso das filosofias da África austral e do seu conceito fundamental de Ubuntu, que se pode traduzir por “eu sou porque tu és”, ou seja, eu não existo senão na minha relação com outros. Os africanos não precisaram de esperar por Heidegger para conceber o ser como ser-com (Mitsein).

Muito esquematicamente, podemos distinguir na cultura eurocêntrica que serviu de base ao capitalismo moderno dois entendimentos extremos do social. De um lado, o entendimento reacionário, que confere total primazia ao indivíduo e o concebe como um ser ameaçado pelo social. Os indivíduos, longe de serem iguais, são naturalmente diferentes e essas diferenças determinam hierarquias que o social deve respeitar e ratificar. Entre essas diferenças, duas são fundamentais: as diferenças de raça e as diferenças de sexo. No outro extremo está o entendimento solidarista, que confere primazia ao social e o concebe como o conjunto de regras de sociabilidade que neutralizam as desigualdades entre os indivíduos. Entre estes dois extremos foram muitos os entendimentos intermédios, nomeadamente os entendimentos liberais (no plural), que viram no social o garante da igualdade dos indivíduos como ponto de partida, e os entendimentos socialistas (também no plural), que viram no social o garante da igualdade dos indivíduos como ponto de chegada. Entre estes dois entendimentos, por sua vez, foram possíveis várias combinações. Com as revoluções francesa e americana os dois últimos entendimentos passaram a ser os únicos legítimos no plano ideológico. Foi com base neles que se iniciou a luta contra a escravatura e a discriminação contra as mulheres. No entanto, ao contrário do que se supõe, o entendimento reacionário da desigualdade natural-social entre os indivíduos sempre se manteve como corrente subterrânea. Até hoje. E é intrigante que assim seja depois de dois séculos de lutas contra a desigualdade e a discriminação. Houve progressos? E, se houve, por que é que os retrocessos ocorrem recorrentemente e aparentemente com tanta facilidade? Estaremos hoje numa fase de retrocesso histórico em que o entendimento socialista se desfaz no ar e o liberal parece perigosamente ameaçado pelo entendimento reacionário?

As respostas a estas perguntas dependem da consideração de vários factores. Eu vou limitar-me a um deles e, por isso, assumo à partida que a minha resposta é incompleta. O que o pensamento liberal designou por sociedade moderna democrática e o pensamento marxista por sociedade moderna capitalista foi de facto uma sociedade cujo modelo de desenvolvimento económico exigia dois tipos de exploração da força de trabalho: a exploração de seres humanos teoricamente iguais aos seus exploradores e a exploração de seres humanos inferiores ou sub-humanos. Daqui decorreram dois tipos de desvalorização do trabalho, uma desvalorização controlada porque regulada pelo princípio da igualdade, e por isso assente em direitos supostamente universais, e uma desvalorização mais intensa porque “natural”, exercida sobre seres ontologicamente degradados, seres racializados e seres sexualizados, basicamente, negros e mulheres.

O capitalismo não inventou nem o colonialismo (racismo, escravatura, trabalho forçado) nem o patriarcado (discriminação sexual) mas resignificou-os como formas de trabalho super-desvalorizado, ou mesmo não pago ou sistematicamente roubado.

Sem essa super-desvalorização do trabalho de populações tidas por inferiores não seria possível a exploração rentável da força de trabalho assalariado em que tanto liberais como marxistas se concentraram, ou seja, o capitalismo não se poderia manter e expandir de forma sustentada.

Mas, se assim foi, não terá sido apenas nos alvores do capitalismo? Em meu entender, não, e só o domínio do pensamento liberal e do pensamento marxista nos impediu de ver que desde o séc. XV, pelo menos, até hoje vivemos em sociedades capitalistas, colonialistas e patriarcais. Obviamente que ao longo dos séculos houve lutas e movimentos sociais que eliminaram algumas das formas mais selvagens de desvalorização humana, mas só o domínio daquelas duas formas de pensamento moderno foi capaz de nos criar a ilusão de que a eliminação dessa desvalorização seria progressiva e até acabaria um dia, mesmo sem o capitalismo acabar. Ledo engano. O que aconteceu foi a substituição real ou apenas jurídica de alguns instrumentos de desvalorização por outros ou a deslocação do exercício da desvalorização de um campo social para outro ou de uma região do mundo para outra. Não ter isto em conta fez com que confundíssemos o fim do colonialismo histórico (de ocupação territorial por país estrangeiro) com o fim total do colonialismo, quando de facto o colonialismo continuou sob outras formas: neocolonialismo, colonialismo interno, imperialismo, racismo, xenofobia, odio anti-imigrante e anti-refugiado, e, para espanto de muitos, a própria escravatura, como a ONU hoje reconhece. Da mesma forma que a discriminação contra as mulheres deixou de se manifestar no sufrágio eleitoral e nos direitos sociais, mas continuou sob as formas de pagamento desigual para trabalho igual, assédio sexual e violência, da doméstica ao gang rape e feminicídio. Esta cegueira analítica impediu-nos de dar relevo à composição etno-cultural da força de trabalho desde o início, por exemplo, às diferenças entre trabalhadores ingleses e irlandeses ou entre trabalhadores de Castela e da Andaluzia.

Por que razão é este argumento mais facilmente aceite hoje do que há vinte anos? Em meu entender, isso deve-se ao facto de a actual fase do capitalismo exigir hoje, talvez mais do que nunca, a super-desvalorização da força de trabalho e a submissão de vastas populações à condição de populações descartáveis, populações a quem se pode roubar o trabalho e sujeitar a trabalho forçado ou “análogo” a trabalho escravo; populações eliminadas por guerras onde só morrem civis inocentes, abandonadas à sua “sorte” em caso de acontecimentos climáticos extremos ou encarceradas, como acontece a boa parte da população jovem negra dos EUA. Estes factos devem-se à conjugação de dois factores epocais e, portanto, de larga duração: as revoluções electrónicas e digitais e o domínio global do capital financeiro, o sector do capitalismo mais anti-social por criar riqueza artificial com escassíssimo recurso à força de trabalho.

A super-desvalorização da força de trabalho e o carácter descartável de vastas populações estão hoje a ser ideologicamente respaldados pela reemergência do pensamento reacionário da desigualdade natural-social entre os indivíduos, o qual sempre se manteve como corrente subterrânea da modernidade ocidental. Ele reemerge sob formas tão diferentes que facilmente se disfarçam de desvios conjunturais ou idiossincrasias sem significado. Aflora no crescimento da extrema-direita europeia e brasileira e do supremacismo branco nos EUA. Aflora na chocante virulência classista, racista, sexista e homofóbica  de organizações brasileiras de extrema-direita, algumas delas financiadas por  agências públicas e privadas norteamericanas. Aflora na generalização da precariedade do trabalho assalariado e da transformação dos direitos dos trabalhadores em privilégios ilegítimos. Aflora em sentenças judiciais que invocam a Bíblia para justificar a inferioridade das mulheres. Aflora no aumento do trabalho escravo. E aflora, pasme-se, na relegitimação do colonialismo histórico, um fenómeno que pela sua aparente novidade merece uma referência especial. Não me refiro a políticos como o Presidente Nicolas Sarkozy, que em 2007 dissertou em Dakar sobre as vantagens do colonialismo para os povos africanos, cuja tragédia é não terem até hoje entrado plenamente na história. Refiro-me à justificação científica do colonialismo histórico e à sua invocação como solução para os “estados falhados” do nosso tempo. Refiro-me ao artigo de Bruce Gilley, professor do Departamento de Ciência Política da Universidade Estadual de Portland, publicado em 2017 na respeitada revista Third World Quarterly dedicada aos problemas poscoloniais. O artigo, intitulado “The Case for Colonialism”, defende o papel histórico do colonialismo e advoga que se volte a recorrer a ele para resolver problemas que os “estados falhados” do nosso tempo não podem resolver. Mais especificamente, propõe três soluções: “recomendar modos de governação colonial; recolonizar algumas áreas; criar novas colónias de raiz.” A polémica que o artigo suscitou foi tão grande que o autor acabou por retirar o artigo (foi retirado da versão electrónica da revista, mas pode ser lido na versão em papel). A minha suspeita é, no entanto, que o artigo, longe de ser apenas uma prova das deficiências do sistema de avaliação “anónima” de artigos científicos, é um sintoma da época, e a polémica que ele levantou não ficará por aqui.

O que designo por desimaginação do social é a imaginação anti-social do social. Segundo ela, numa sociedade de desigualdade natural-social entre os indivíduos, a responsabilidade colectiva pelos males da sociedade não existe. O que existe é a culpa individual daqueles que não querem ou não podem competir por aquilo que a sociedade nunca oferece e apenas concede a quem merece. Os que fracassam, em vez de apoiar-se na sociedade, devem apoiar-se nas religiões que por aí pregam a teologia da prosperidade e consolo para quem não prospera. A educação, em vez de criar a miragem da responsabilidade cidadã e da solidariedade social, deve ensinar os jovens a ser competitivos e saber que estão numa guerra de todos contra todos.

Se não é isto que queremos, é bom termos bem a noção do inimigo contra o qual temos de lutar com todas as forças democráticas, e sem complacência.

Informação da fotografia:

“É o caso das filosofias da África austral e do seu conceito fundamental de Ubuntu, que se pode traduzir por “eu sou porque tu és”, ou seja, eu não existo senão na minha relação com outros. Os africanos não precisaram de esperar por Heidegger para conceber o ser como ser-com (Mitsein).” Foto: Guilherme Santos/Sul21

Fonte do Artigo:

https://www.sul21.com.br/jornal/desimaginacao-do-social-por-boaventura-de-sousa-santos/

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